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Novelas y cuentos I OSVALDO LAMBORGHINI MONDADORI tenja sus frutas pudriéndose en su corazén: tenia mi vei su boca y los ojos bajos, sombrios. Tenia unas nalgas int transportables, un ritmo interno en su corazén, y frutas po das de sabor écido para depositarlas en mi lengua, que no ay, depésito del sabor y en cambio otra compuerta. Este muchage se arremangé las nalgas hasta alojar toda mi verga, en cat directo hacia la vena mas frigil de su coraz6n, Mi verga’ ai Bt NINO PROLETARIO cubierta por un limo, su mierda es azul, con grietas, corptisa ¥ grumos, y humea hacia mi: un vaho: de cocina encendi amanecer, su mierda de muchacho es azul y cuando rie — su cara hacia mi mientras me lo estoy cojiendo— mis trabajan sus tetillas de pezones duros, y su ano es tachonag claveteado, puesto en vereda por mi verga. ¥ él se rie 10s en fa vida, el risa argentina completando, asi, mi goce de furor al destl Desde que empieza a dar sus primeros pas ‘Mi verga adentro cubierta por un limo, era la verga de él g me penetraba hasta los limites, hasta el rincén donde el arps proletario sufie las consecuencias de pertenecer a la clase lotada, Nace en una pieza que se eae a pedazos, generalmen- no rie. Hasta los limites, ese ritmo interno de mi corazén ‘a una inmensa herencia alcohélica en la sangre. Mientras la cuclga y colga de las compuertas de mi ano. Este muchacho ‘de sus dias lo echa al mundo, asistida por una curandera calza las espuelas, intercambia conmigo su létigo y el mio, "y-teviciosa, el padce, el autor, entre vomitos que apagan Ja virtud de no entenderme salvo en mi goce de furor. ‘gemidos licitos de Ia parturienta, se emborracha con un vino lejano. Bebo el café en el fondo de sus parpados. Me penetra denso que la mugre de su miseri sla ima de mi propio corazén engastandose en la rima de "Me congravulo por exo de no ser obrero, de no haber nacido retérica gastada, sombria. Es la rima, Esa rima. Es el muchad in hogar proletario. de violencia contenida que me penetra desde un pai El padre borracho y siempre al borde de Ia desocupacién, detris de mi, y me rima. A golpes de su verga lleva la cut pega a su nifto con una cadena de pegar, y cuando le habla de mis silabas. Me levanta en vilo con su verga hasta hacer s solo para inculcarle ideas asesinas. Desde nitio el nifio pro- rozar la cara con el techo, la cara de goce y espanto enfrentad nario trabaja, saltando de tranvia en tranvia para vender sus al cieloblanco, enfrentaba por fin al silencio”. iédicos. En Ja escuelc, que nunca termina, es diariamente i fh sr su yar, ese antro re~ itmillado por sus compafieros ricos. En su hogar, ese vo, asiste a la prostitucién de su madre, que se deja trincar or los comerciantes del barrio para conservar el fiado - ©En mi escuela tenfamos a uno, a un nifio proletario. -Seroppani era su nombre, pero la maestea de inferior se lo Fabia cambiado por el de jEsttopeado! A rodillazos llevaba a la ireccién « jBstropeado’ cada vez que, filtrado por el hambre, 58 59 iEstropeadot no acertaba a entender sus explicaciones, Nox nos divertiamos en grande. Evidentemente, la sociedad burguesa se complace ey turar al nifo proletario, esa baba, esa larva criada en medj la idiotez y del terror. Con el correr de los aftos el niio proletatio se convier hombre proletario y vale menos que una cosa. Contrae sifi enseguida que la contrae, siente el irresistible impulso de ¢. pera perpetuar la enfermedad a través de las generaciones, Coq la nica herencia que puede dejar es la de sus chancros jam abstiene de dejarla, Hace cuantas veces puede la bestia espaldas con su esposa ilicita, y asi, gracias a una alquimig atin no puedo llegar a entender (0 que tal vez nunca He entender), su semen se convierte en venéreos nifios proléta Deesa manera secierr el ctculo, exasperadamente se comp sci manchada de barro, y. heels ta os de Gustavo aparecia contraida por un espasmo _— Esteban le alcanz6 un pedazo cortante angular. Los tres nos sambullimos en a zaja. Gus- ee on el brazo que le terminaba en un vidrio triangu SoM proximn6 a {Estropeado!, y Io mix6. Yo me aferraba 2 < Fealos por miedo a mi propio places, temeroso de mi ulante, agénico placer, Gustavo le tajed Ia cara al nifio jo de arriba hacia abajo y después ahondé lateralmente J Ss de la herida. Esteban y yo ululébamos. Gustavo se Jenia el brazo del vidsio con Ia otra mano para aumentar la sraa de Ia incisi6n. “No desfallecer, Gustavo, no desfallecer. “Nosotros quisiéramos morir ast, cuando el goce y Ia ven~ sulminacién. nai se penetran y legen a su culminaci Porque el goce Mama al goce, !lama a la venganza, lama Iminacién. iF-stropeadol, con su pantaloncito sostenido por un solo Porque Gustavo parecia, al sol, exhibir una espada espe~ dor de trapo y los periddicos bajo el brazo, venia sin vernos ¢a ante:con destellos que también a nosotros venian a herirnos ‘nando hacia nosotros, tes nitios burgueses: Esteban, Gustavo, Jos ojos y en los érganos del goce. La execracién de los obreros también nosotros la Ie “Porque el goce ya estaba decretado ahi, por decreto, en en la sangre. -pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo gris, Gustavo adelants la rueda de su bicicleta azul y asi oct toda la vereda. jEstropeado! hubo de parar y nos miré con o azorados, inquiriendo con la mirada a qué nueva humillaci debia someterse. Nosotros tampoco lo sabiamos ain pero iento y desflecada, Esteban se lo arrancé y quedaron al aire las nalgas sin alzoncillos, amargamente desnutsidas del nifio proletario. El estaba ahi, ya decretado, y Esteban, Esteban de un solo pezamos por incendiarle los periédicos y arrancarle las moned ‘manotazo, arrancé el sucio tirador. Pero fue Gustavo quien se le Banadas del fondo destrozado de sus bolsillos. Estropeadol n sS encima primero, el primero que arremetié contra el cuer- Imiraba inquiriendo con la cara blanca de terror a oh por ese color blanco de terror en las caras odiadas, en fachas obreras mas odiadas, por verlo aparecer sin desaparicid nosotros hubiéramos donado nuestros palacios multicolores, a atmésfera que nos envolvia de dorado color. A empujones y patadas zambullimos a ;Estropeado! en fondo de una zanja de agua escasa. Chapoteaba de bruces ahi ifio de ;Estropeado!, Gustavo, quien nos lideraria luego en Ia id madura, todos estos afios de fracasada, estropeada pasion: | primero, clavé primero el vidrio triangular donde empezaba 4a taya del trasero de jEstropeado! y prolongs el tajo ae Salis la sangze esparcid hacia arriba y hacia abajo, iluminada a a in esfuerzo como Perel sol, y el agujero del ano quedé hiimedo sin. Pata facilitar el acto que prepardbamos. ¥ fue Gustavo, Gustavo 60 = 61 el que lo traspasé primero con su falo, enorme para § demasiado filoso para el amor. Bsteban y yo nos conteniamos, con las. gargan queadas por un silencio de ansiedad, desesperacién, y yo. Con los falot enardecides en las manos espera esperibamos, mientras Gustavo daba brincos que talad, iEstropeado! y (Estropeado! no podia gritar, ni siquier, porque su boca era firmemente hundida en el barro por I fuerte militari de Gustavo. ae A Esteban se le contrajo el estomago a raiz dela ¥ luego de Ia arcada desalojé algo del estémago, algo qu a mis pies. Era un espléndido conjunto de objetos bri ricamente ornamentados, espejeantes al sol. Me agaché,. corporé 2 mi estémago, y Esteban entendié mi herm: Se arrojé a mis brazos y yo me bajé los pantalones. Pore desocupé. Desalojé una masa luminosa que enceguecis sol. Esteban la comié y a sus brazos hermanados me Mientras tanto jEstropeado! se ahogaba en el barro, ano.opaco rasgado por el falo de Gustavo, quien por fin goce con un alarido. La inocencia del justiciero placer. Esteban y yo nos precipitamos sobre el inmundo. abandonado. Esteban le enterré el falo, recéndito, fecal le horadé un pie con un punzén a través de la suela de so, alpargata. Pero no me contentaba tristemente con eso. Le uuno a uno los dedos mugrientos de los pies, malolientes pies, que ya de nada irfan a servirle, Nunca més correteos rreteos y saltos de tranvfa en tranvia, tranvias amarillos. Promediaba mi turno pero yo no queria penetrarlo por: Yo quiero succién —cruji a Esteban se afanaba en los iltimos jadeos. Yo espera Esteban terminara, que Ia cara de jEstropeado! se dest del barro para que jEstropeado! me lamiera el falo, pero entretener la espera, armarme en Ia tardanza. Entonces las cosas que le hice, en Ia tarde de sol menguante, ezuly punzén. Le abri un canal de doble labio en la pierna izqu 62 wueso despreciable y atorrante qued6 al desnudo. ‘blanco como todos los demés, pero sus huesos juesos semejantes. Le rebané la mano y vi otro hueso, os nddulos-falanges aferrados, clavados en el barro, steban agonizaba a punto de gozar. Cén mi corbara gn ensayo en el cuello del nifio proletario. Cuatro Hoe, dolorosos, sin todavia el pristino, argénteo fin Todavia escabullirse literalmente en la tardanza. fo pedia a gritos por su parte un fino pafuelo de Seria limpiarse Ia arremolinada materia fecal congue Ie ennuciar Ia punta tsa hiriente de au fl a ado! se cagé. Era enorme y agresivo entre esis de Gorav. Gon enera independencay soo si, asi, cabezadas y embestidas. Tensaba para colmo elgados de su boca como siya mismo y sin tardanza far; Y el sol se ponia, cl sol que se ponia, ponia, Nos Jos tiltimos rayos en la rompiente tarde azul. Cada ‘sc rompe y adentro que se rompe y afuera que se rom- ro yafvera, adentro y afuera, entra y sale que se rompe, Justayo miraba e: sol que se moria y reclamaba aquel ide batista, bordado y maternal. Yo le di para calmarlo de batista donde el rostro de mi madre augusta jardado, rodeado por una esplendente aureola como de yos, en tanto que tantas veces sequé mis Iigrimas en 10 pafiuelo, y sobre é! volqué, afios después, mi primera veyaculacién, jue la venganza llama al goce y el goce a le venganza en cualquier vagina y es preferible que en ninguna, Con uelo de batista ex. la mano Gustavo se limpié su punta si me lo devolvié rojo sangre y martén. Mi lengua lo enun segundo, hasta devolverle al parto ls cara augusta, on un collar de petlas en el cuello, eh. Con un collar tcllo. Justo abi. *cansaba Estebaa micando el aire después de gozar y no. Yo me acerqué a la forma de jEstropeado! medio 63 condenado por la clase. Con ef Punzén le alargué el omby, dk otro tajo, Mané Ja sangre ent los dedos devas manos I falo a Ia boca respirante de iEstropead x5 lo que digo. La exesperacién no me abandoné nunca y Jo lo confirma letra 2or letra, sade este Angulo de agonia la muerte de un nif prole- “un hecho perfectamente légico y natural. Es un hecho fos despojos de jEstropeado! ya no daban para més. Mi “jos palpaba mientras él me lamia el falo. Con los ojos srados y a punto de gozar yo comprobaba, con una sola ida de mi mano, que todo estaba herido ya con exhaustiva n, Se ocultaba el sol, le negaba sus rayos a todo un he- io y la tarde moria. Descargué mi puiio martillo sobre la Con los cinco dedos de la mano imité la forma de la usta, yx achatada de animal ce ;Estropeado!: él me lam‘a el falo. fustazos le arranqué tiras de la pi : ‘iras de la piel de fa cara a jEstroy Je imparts parca orden: | At TES ie Habrés de lamerlo. Succién— iEstropendo! se puso a lamerlo. Con escasas fuerzas, con cientes Gustavo y Esteban querian que aquello culminara je una buena vez por todas: Ejecutar el acto. Empuné es del pelo de jEstropeado! y le sacudi la cabeza para wel goce. No podia salir de ahi para entrar al otro acto. St femniera hacerme daho, sumenténdome el placer tien Ia boca el punzén para sentir el frio del metal junto mita del falo. Hasta que de puro estremecimiento pude mntonces dejé que se posara sobre el barro Ia cabeza A otra cosa. La verdad nunca una muerte logrs afectatm Los que dije querer y que murieron, y si es que alguna vez'k dade animal, Ahora hay que ahorearlo répido —dijo Gustavo. dije, incluso camaradas, al i je, wradas, al irse me mn : miento de liberacion. E cen bane san Con un alambre —dijo Esteban— en la calle de tierra empieza el barrio precario de los desocupados. Y adiés Stroppani vamos! —dije yo. Era un espacio en blanco. Remontamos el cuerpo flojo del nifio proletario hasta el Era un espacio en blanco, F indicado. Nos proveimos de un alambre. Gustavo lo ahor- Era un espacio en blanco, #J0 la luna, joyesca, tirando de los extremos del alambre. Pero también vendra por mi. Mi muerte sera otro part Bua quedé colgante de Ia boca como en todo caso de angulacién, sobre las Iabores de encargo. Le muere plana, aplanada, que me dejaba vacio y crispado. Yo Soy aquel que ayer només decid 64

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