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Los cambios más preocupantes se encontrarían en lo referido al delito de


colusión, pues favorecerían a las personas ya procesadas y condenadas,
pero eso lo podemos ver más detalladamente en un momento. En
general, esta ley pretende modificar algunos delitos contra la
administración pública cometidos por funcionarios públicos. Básicamente,
propone un aumento no muy significativo de penas, así como la
incorporación de una modalidad de soborno internacional no tipificada antes.
Sin embargo, también desaparecen algunas penas de inhabilitación, por
ejemplo, para el delito de enriquecimiento ilícito. En este caso, la ley da unos
márgenes de interpretación tan amplios que este tipo de inhabilitación no se
extendería lo suficiente.
Con ella se incorpora también un supuesto agravado al peculado en función
al monto o valor que pueda tener el bien

¿En qué consiste la colusión y qué cambio acarrea la nueva ley al respecto?
Históricamente, la colusión es un delito que sanciona al funcionario público
que se pone de acuerdo con un particular interesado en un contrato con
el Estado. El funcionario interviene y favorece al particular gracias al cargo
público que posee, sin importar si este acuerdo perjudicaba patrimonialmente
al Estado o no. Es decir, era un delito de los funcionarios públicos contra
la administración pública, no contra el patrimonio del Estado. La nueva
ley modifica el delito pues, ahora, para que configure el delito, es
necesario que, además del acuerdo colusorio, se produzca el perjuicio
patrimonial real al Estado..
¿Qué consecuencias genera esta modificación?
El problema es que no es sencillo probar un perjuicio patrimonial. Por
ejemplo, en las licitaciones o contrataciones públicas, normalmente, no es
que el particular incumpla totalmente sus deberes con el Estado, sino que
cumple su contrato de manera imperfecta, por lo que el Estado deja de ganar o
deja de contratar al mejor postor en el momento adecuado. Esto es
grave, sobre todo porque con la entrada en vigencia de la Ley 29703, nos
guste o no, las personas ya procesadas y condenadas por colusión se verán
favorecidas. Por ejemplo, algún funcionario corrupto de los gobiernos
anteriores que haya sido condenado por coludirse podrá solicitar que se
revise su caso para que se acredite si se produjo un perjuicio patrimonial
contra el Estado a partir del acuerdo colusorio que se le probó. Si no
se llega a probar el perjuicio patrimonial contra el Estado, podría pedir
perfectamente que se le excarcele y se le exonere de responsabilidad.

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