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Ivan Jablonka Hombres justos Del patriarcado a las nuevas masculinidades ‘Traduecién de Agustina Blanco libros del EDITORIAL ANAGRAMA. Zorzal BARCELONA. ule dela edi orginal Deg hommes justes. Du patiareat aux nouvelles masculiniés © Baicions du Seu Pass, 2019 La prewents eich ide realieada por consents con Libros del Zorzal Iarracn: © Charlie Rogers! Moment ( Gerey Images: Mudassie Ali) EyeEim / ‘Geary Images. Montaje de Diane Pare Primera edici6n: noviembre 2020 Disefo de la colecci6a: laokatcia.com, © Dela tnduecién, Agustina Blanco, 2020 © Libros del Zorzal, 2020 ‘© EDITORIAL ANAGRAMA, S.A, 2020 Pedré dela Creu, 58 (08034 Barcelona ISBN: 978-81.339.6462.5, ‘Depésico Legal: B. 17975-2020 Prince in Spain Liberdples, SL. U., cra. BV 2249, ka» 7.4 - Pollgouo Torrentfondo (08791 Sant Lloreag d'Flertons INTRODUCCION: REVOLUCIONAR LO MASCULINO Los hombres liderazon todos los combates, salvo el de la Jgualdad de sexo. Sofiaron todas las emancipaciones, salvo la de las mujeres. Con alguna que otra excepcién, se acomodaron al funcionamienco patriarcal de la sociedad, sacaron provecho de él. Hoy como ayer, los privilegios de género son endémicos en todo el mundo, ‘Moldeado por milenios de estereotipos ¢ instituciones, el modelo del macho tradicional ha caducado. Esté anticuado y es a su ver nefasto, porque es una miquina de dominar: alas mujeres, pero también a todos los hombres cuya mascu- linidad es juzgada ilegitima. Esta es la proxima utopia: in- ventar nuevas masculinidades. Transformar fo masculino para que se vuelva compatible con los derechos de las mujeres ¢ incompatible con las jerarquias patriarcales. Como resulta- do, la familia, la religién, la politica, la empresa, la ciudad, la seduccién, la sexualidad y el idioma podrfan verse trasto- cados. En todos los paises, sea cual sea Ia situacién de las mu- jeres, es urgente definir una moral de lo masculino para la totalidad de los actos sociales. Cémo impedir que los hom- bres ultrajen los derechos de las mujeres? En materia de igualdad de sexo, zqué vendria a ser un «tipo correcto»? 12. LAS MASCULINIDADES DE NO DOMINACION En Republicanismo (1997), el filésofo irlandés Philip Pet- titafirma que las instituciones deben maximizar la libertad de Jos individuos, es decir, protegerlos de toda forma de domina- cién, El problema es que los hombres que dirigen los Estados, las regiones, las ciudades, los ejércitos y las Iglesias a menudo son la encamacién del patriarcado, Por ende, el ideal de no dominacién debe ser traspuesto al campo del género. La masculinidad de no dominacién consiste en abstenet- se de interferir arbitrariamente en la voluntad de las mujeres, pero también cn garantizar las condiciones sociales y politicas ¢gracias a las cuales estas pueden efectivamente gozar de su li- bertad. Cuando un hombre instaura para si mismo y para los dermis mecanismos en las que una mujer no padezca ni corra el riesgo de padecer ninguna coercién ligada al sexo o al géne- ro, entonces ese hombre esté obedeciendla a una masculinidad de no dominacién. Semejante concepcién, opuesta al pater- nalismo que rige la vida de las mujeres, permite colocar las reivindicaciones feministas en el centro de la democracia. Un poder masculino es absolutamente capaz de llevar adelante tuna politica feminist, definida esta como ef conjunto de accio- nes gie propician la emancipacin de las mujeres a expensas del sistema patriarcal. 313 Un liderazgo feminiswa Por principio, nada impide a un hombre que esté a la cabeza de un Estado encauzar una politica feminista, puesto que los hombres y los Estados han sido actores del feminismo cn el siglo XX. Cabe hacer la diferencia entre una personalidad y un modo de gobierno: un tradicionalista puede perfecta- mente luchar contra la violencia de género o la desigualdad entre los sexos. En cambio, las mujeres como los hombres son victimas de fagelos tipicamente masculinos, como la guetta, la dictadura, el fundamentalismo o el afin de lucro; en ese sentido, una politica feminista ha de erigirse no contra los hombres, sino contra lo masculine. ¥ los propios hombres pueden luchar contra los monstruos a los cuales su género ha dado origen, Las organizaciones internacionales estén muy compro- metidas con el respeto de los derechos de las mujeres y la de- fensa de la igualdad de sexos. La Organizacién de la Naciones Unidas (ONU) Mujeres patrociné la campaiia de solidaridad “He For She». El Fondo de la Naciones Unidas para la Infan- cia (UNICEP), la Organizacién Mundial de la Salud (OMS), la Organizacién de las Naciones Unidas para la Alimentacién y la Agricultura (FAO) y también el Banco Mundial han de- sarrollado programas que van en el mismo sentido, Sin em- bargo, la condicién de las mujeres difiere en gran medida segtin los paises, Las zonas de urgencia son Africa subsaharia- na (en raz6n de la pobreza y las guerras), China y el subconti- nnente indio (en razén del gendercide y la miseria rural), Japon (en razén de los arcaismos patriarcales), el mundo catdli- co-mediterrineo y latinoamericano (en razén de la violencia de género) y los paises musulmanes (en razén de la sharta y cl fundamentalismo). Las primeras causas de la opresién de las mujeres, en efecto, son la pobreza, la guerra, las tiranias poli- tica o religiosa. 314 al no confunditr el xevestimiento seudoigualitaris- .cibn de aquel pte fein Es cru ta de los discursos, destinado a cuidar la repu que los pronuncia, con un programa genuina 1a. Asi pues, las expresiones como «aquellas y aquellos» mu- cchas veces no son mis que un attificio de comunicacién, y los esléganes encusiastas a favor de Ia paridad son olvidados a la hora de conformar el gabinete presidencial. De igual modo, cen dl siglo XX, los revolucionarios y los independentistas a me- nudo traicionaron a las mujeres que los habfan apoyado. Es por dermis atipico que un lider se diga feminista, dada la alta sinonimia entre el poder y lo masculino. En Canadé, el primer ministro Justin Trudeau (nacido cn 1971} defiende la igualdad de sexo a través de sus declaraciones, pero también jén del presupuesto gubernamental. ta» para examinar cada o de las por medio de la ori Afirma hacerse con una «lente fem carpeta: reduccién de las desigualdades salaries, a mujeres a todas las profesiones, ayuda a las empresarias, lucha contra la violencia sexual ¢ inclusive construccién de un oleo- ducto, si este atraviesa el certitorio de una comunidad donde las mujeres se hallan en una situacién de vulnerabilidad.’ Justin Trudeau es uno de los tinicos hombres de Estado cen cl mundo que se atreve a hacerse cargo de su feminismo. Y no se tata de un efecto de generacidn, dado que ninguno de sus contemporineos habla de ese modo, ni Alexis 'Tsipras en Grecia, ni Emmanuel Macron en Francia, ni Volodymyr Hroisman en Ucrania, ni Tamnim al-Thani en Qatar, todos nacidos entre 1974 y 1980, Pero aun para Trudeau es cucstién de promover a las mujeres y no tanto de cambiar lo masculi- tno, Ahora bien, la igualdad comienza con el fin de los privile- gios. 1, Justin Trudeau, sJe suis féministe et fier de Metres, en Le Monde, 22-23 de abril de 2018. 315 El derecho al poder La presencia de las mujeres en un lugar de poder no es garantfa de igualdad. También tienen que poder hacerse oft. En Bengala Occidental, la India, las mujeres solo representan el 32% de los miembros de las reuniones de aldea. Cuando acuden, hablan menos que los hombres y, cuando toman la palabra, son menos escuchadas. En total, las mujeres pronun- cian menos del 3% de las palabras; en la mitad de los casos, no dicen nada en toda la reunién; en el 40% de los casos, son objeto de una respuesta descortés o agresiva por parte de los legisladores municipales.' La paridad en politica comienza por el acceso de las muje- res ala palabra, La justicia de género exige de los hombres no solo que reconozcan la legitimidad de las mujeres, sino ta: bién que escuchen lo que estas tienen para decir, Esto implica hacer desaparecer la condescendencia que habitualmente ro- dea a las mujeres politicas (tanto como a las mujeres en la empresa, las mujeres de religion y las mujeres esctitoras) y proteger su palabra en los medios, las reuniones, las asam- bleas, generindola si fuera necesario y deslegitimando a los hombres que la deslegitiman. Y si estos iltimos se niegan a ceder su lugar (lo cual sucede en la mayoria de los casos), al menos pueden aprender a callarse cuando una mujet habla, Un hombre siempre deberia preguntarse si el discurso de una mujer no es més pertinente que el propio. Como sea, desdi- bujar el protagonismo masculino tendefa como efecto aumen- tar la visibilidad femenina. Una politica feminista consiste en facilitar el acceso de las mujeres al pader en los mismos términos y en las mismas esfe- ras que los hombres, en particular aquellas de las que stuelen 1. Esther Dutfo, La Politique de Uautonomte. Lutter contre la panvveté (AD, Pasis, Sevil, 2010, pp. 80 y 81. 316 set excluidas: el Ejecutivo, los ministerios de regalia, los tribu- nales judiciales, los tribunales constitucionales, las comisiones parlamencarias, los oxganismos gubernamentales y las admi- niseraciones centrales. En la Ruanda posgenocidlio, las muje- res desempefian un papel importante en el Parlamento, donde son mayoria, asi como en las jurisdicciones gacaca cteadas para juzgar a las personas sospechosas de haber tomado parte en las masactes. Por el contrario, en 2005, el Supremo Tribu- nal japonés valid6 el articulo 750 del Cédigo Civil, que obliga al marido y a la mujer a Hevar el mismo apellido (en detri- mento de esta diltima en el 96 96 de los casos). De los quince jueces, el Tribunal solo contaba con tres mujeres, y todas vo- taron por la abrogacién del articulo. A partir del momento en que lo que esté cn jucgo es la justicia de género, la libertad electoral puede ser limitada por un sistema de cupos. En Bélgica, la ley Smet-Tobback de 1994 estipula que una lista electoral no puede contener més de dos tercios de candidatos del mismo sexo. En Senegal, la ley de pa- tidad de 2010, adoptada con el apoyo del caucus de las mujeres lideres, pero también de los abades y los imanes favorables a la igualdad, condujo a la eleccién de un Parlamento compuesto por un 439% de mujeres.” En la India, desde la década de 1990, las mujeres estén obligatoriamente representadas en los conse- jos de aldea (gram panchayats) en dos niveles: cada consejo debe constar de un rercio de mujeres, y un tercio de los consejos de- ben scr ditigides por una mujer. Y resulta que cuando cl jefe de conscjo 5 de sexo femenino, las mujeres toman més la pala- bra, durante mas tiempo, y sus requerimientos son mejor re- cibidos; las necesidades colectivas (en Bengala Occidental, el estado de los pozos y las carreteras) son mejor consideradas; 1. Fatou Sow Sart eLoi sur Ja parité au Sénégal une expérience “reuse” de luttes fémininese, en Pasirelle, stim. 17, junio de 2017, pp. 119-124 317 y el prejuicio de los hombres termina incluso invistiéndose, puesto que el discurso de las mujeres en ef poder es jucgado més positivamente que el de los hombres.’ La justicia de género se basa alli en tres pilares: igualdad de legitimidad, acceso de todas a ls palabra, paridad en politica. Para decirlo en otros términos, Jas mujeres tienen derecho al poder, sea cual fuere. Mujeres de guerra, mujeres de paz Las masculinidades de dominacién se apropian de la ges- tidn de los diferendos civiles y militares. Pero dado que los conffictos forman parte de la vida, no hay motivo alguno para que las mujeres sean excluidas de cllo, Hay tres figuras que desajuscan la relacin de equivalencia entre lo masculino y ia guerra: los hombres no violentos, las mujeres de guerra y las mujeres de paz. “Tras el asesinato de Jaures en julio de 1914, el pacifismo se mantuvo vivo durante la guerra pot parte de intelectuales como Romain Rolland y Stefan Zweig, antes de calar en amplias frac- ciones de Ja opinién publica europea en los afios 1920-1930, Diferente es la no violencia, adoptada como principio de ac- cidn politica por algunos visionarios: Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela o el dali lama, Para Gandhi, el ahinsa {el no deseo de ejercer violencia) conlleva la humildad y la cari- dad, pero también el esfuerzo por desalentar la violencia del otro: en ese sentido, es una fuera, un acto de valentia que exige mucha més voluntad que la resistencia pasiva (abandonada por Gandhi en 1908).’ Tal estado de animo inspira el boicor de 1, Esther Duflo, La Politigue de Hewtonomie. op cit, pp. 81 y 8 2, Ramin Jahanbegloo, Gandhi. Aus sources de lt non-violence: Thoreat, Rustin, Tosi. Pris, Le Féin, 1998, [Tind, esp: Le bora de Ghandi tad. de Ana Cadarso, Barcelona, Galaxia Gutcabecg, 2012. 318 aac Montgomery en 1955, como explica Martin Luther King unos afios més tarde en Stride Toward Freedom («Avanza hacia la li- bertad»]: para consumiar la eperegrinacién hacia la no violencian, hay que soportar las afrentas sin dnimo de venganza y saber perdonar a los enemigos. Los hombres alejaron a las mujeres de los operativos mi- litares, ya que la dicotomia de género prescribe a unos la fuer- zay el coraje, a otras In suavidad y la empatia. Precisamente para desmentir esos prejuicios, las escasas mujeres de Estado no brillaron por su pacifismo (Isabel de Castilla expulsa a los judios y musulmanes del reino de Granada, Masia ‘Teresa de Auscria y Catalina II de Rusia se reparten Potonia, Indira Gandhi conduce la guerra contra Pakistin, Margaret That- cher doblega a Argentina durante la guerra de las Malvinas) y desmantelan el Estado de bienestar «femenino». Entre 1480 y 1913, mientras los soberanos son en su gran mayorla hon bres, los Estados europeos diigidos por reinas se involucran en mas conflictos armados, Entre ellas figuran varias sob ranas no casadas, sea porque se ven débiles a ojos de sus ve nos, sea, por el contratio, porque desean enviar una sefal de firmeza.' El estudio de los gastos y las acciones militares en veintidés democracias entre 1970 y 2000 demuestra que las mujercs en las asambleas legislativas tienen un efecto pacifica- dor, mientras que son més belicosas cuando dirigen el Ejecu- tivo o el Ministerio de Defensa.” Las mujeres casi nunca fueron invitadas a pelear en la guerra, y las pocas combatientes tuvieron que escabullirse en- tue las filas, disfrazadas de hombres. Bn el siglo XX, algunas 1. Ocindzila Dube y S. P. Harsh, «Queense, en NBER Working Paper wim, 23.337, absil de 2017 2. Michael Koch y Sarah Fulton, «ln the Defense of Women: Gender, Office Holding, and National Secueity Policy in Established Democracies, en The Journal of Pelises, vol. 73, rin. 1, 2011, pp. 1-16 319 SEES eee eee fuerzas armadas recibieron a mujeres en pleno conflicto; el Ejército Rojo durante la Gran Guerra patristica (como mues- tra Svetlana Alexiévich en La guerra no tiene vostro de mujer) y Tsahal en el transcntso de las guerras drabe-israelies. Desde los afios sesenta, el ejército kurdo cuenta con numerosas mu- jeres (hasta cl 40% de los efectivos), entre las cuales hay sol- dados de infanterla, francotiradoras y suboficiales, a veces formadas en academias femeninas. Combatieron sobre todo en Ragga en 2017, dentro de las Unidades de Defensa de Mujeres (YPJ). En Rojava, en el norte de Siria, hay comunas kurdas que experimentan una paridad total, con una corres- ponsabilidad femenina y masculina en el gjétcito, en politica yen la administracién ptiblica.' No obstante, la sociedad kur da sigue siendo muy patriarcal y, cuando regresan a la aldea, las combatientes no pueden casarse por considlerarlas «viriliza~ das», En esos tres ojércitos, la mujer atriesga su vida en pie de igualdad con los hombres. -Desaparicién del género frente a la muerte, o admisién de la mujer en la masculinidad de sacri- ficio? ‘Asi como los Estados Mayores y los regimientos cuentan con muy pocas mujeres a escala mundial, las negociaciones de paz también se realizan entre hombres. Desde 1992, las mu- jeres representan el 2% de los jefes de mediacién y el 4% de Jos signatarios de acuerdos, Determinados procesos de paz las, excluyeran completamente, como los acuerdos de Dayton en Bosnia (1995), la reconciliacién nacional en Somalia (2002), elacuerdo de Linas-Marcoussis en Costa de Marfil (2003), los acuerdos de paz. en Nepal (2006), el acuerdo de cese el fuego en Reptiblica Centroafricana (2008) y los acuerdos de reparto del poder en Zimbabue (2008). De los casi seiscientos trata- dos de paz celebrados entre 1990 y 2009, menos de un 5% 1. Olivier Grojean, Za Révolution kurde. Le PRK et la fabrigue d'une sropie, Pacis, La Découverte, 2017. 320 alude a la igualdad de sexo, a los derechos de la mujer 0 a la violencia sexual. la ONU Mujeres, que obra en aras de la paridad y la autonomfa, ha desarrollado un programa para incluir estos dos principios en los procesos de paz.' El desafio no es tnicamente moral: un acuerdo tiene mu- chas més probabilidades de durar sien él participan mujeres. En efecto, la mujer resulta més honesta y menos amenazante para los contendientes (como Visaka Dharmadasa durante las negociaciones entre el ejército de Sri Lanka y los tigtes tamu- les en la década de 2000). La mujer ayuda a promover el dié- logo y restaurar la confianza. Sobre todo, plantea cuestiones que son vitales para la paz: educacién, vivienda, seguridad alimentaria, violencia de género, reintegracién de los refugia- dos y presos politicos.” En conclusién, las masculinidades de no dominacién ga- rantizan el acceso de las mujeres a la deliberacién y a la politica, ala guerra y a la paz, lo cual equivale a compartir con ellas la responsabilidad de todos los asuncos civiles y militares. Los hombres afectos « a igualdad se niegan a administrar la socie- dad sin la participacidn de las mujeres. La democracia al servicio de la mujer Dirigidos por hombres, los regimenes de extrema derecha glorifican la fuerza, el cjército, el sacrificio obligatorio, al tiempo que despachan a las mujeres al hogar. Fl Estado segiin 1, «Women’s Participation in Peace Negotiations: Connections be- tween Presence and Influences, ONU Mujeres, agosto de 2010. 2. Marie O'Reilly, «Why Women? Inclusive Security and Peaceful Societies», Washington, Inclusive Security, octubre de 2015, disponible cn Linea: . 321 Mussolini, Hitles, Franco, Pinochet 0 Videla también es una dictadura del género. En el Japén de los afios treinta, las orga- nizaciones oficiales se esmeran por congregar a las mujeres bajo el estandarte del nacionalismo guerrero, como el Mo miento Femenino para la Defensa Nacional, la Asociacién de Mujeres Patriotas y la Federacién de Mujeres Japonesas, cuyo , 2. Eric Macé, LApréxpaariar, Pads, Sui, 2015. 323 «pudor que impone la religién, permiren que las saudies se pavoneen con sus auendos chics, sus vaqueros, sus tacones de aguja, sus carteras de Vuitton y sus gafas de sol de Gucci, En China, después de 1978, las reformas liberales fueron acompafiadas de un discurso pattiarcal: los hombres, al tra- bajo; las esposas, ala casa. El dia de la Mujer, el 8 de marzo, se ha convertido cn un acontecimienco de marketing a mitad de camino entre el dfa de la Madre y San Valentin, donde los «derechos de las mujeres» se celebran bajo la forma de pro- mociones, saldos y ofertas exclusivas en las estanterias de cosmética y prét-d-porter. Por tltimo, la ausencia de debate ptiblico impide de- rnunciar el orden pacriarcal y las patologias de lo masculino, En China, no se filtra demasiado sobre el tema de los abor- tos selectivos de las mujeres, [a violencia conyugal, el acoso sexual en la universidad o en el trabajo. Traducidos en todo el mundo desde 1996, Los monélogos de la vagina fueron te presentados siete afios mds tarde en la Universidad Sun Yat- sen de Cant6nj en 2013, una sroupe de Pekin monté la obta en medio de una atmésfera de reprobacién, dado que las mujeres en teorfa no han de hablar de sexo en piblico. Los movimientos de protesta en la via puiblica son reprimidos de inmediato por la policia. En 2015, cinco feministas que es- taban repartiendo octavillas contra cl acoso sexual fueron detenidas durante un mes. Se prohibieron numerosas orga- nizaciones no gubernamentales (ONG). En cuanto a las cam- pafas en las redes sociales (WeChat 0 Weibo), se las censura antes de que tengan cualquier tipo de trascendencia; el mo- vyimiento #McToo tuvo un eco bastante limicado en ese pais. Solo algunas militantes consiguen publicar informacién a riesgo de su seguridad, como Sophia Huang Xueqin, perio- 1. Amélie Le Renard, Femmes et espaces publics en Arabie saoudite, Paris, Dalloz, 2011, pp. 118 y 265. 324 dista en Cantén, en un informe de 2018 sobre el acoso se~ xual en los medios.! Con la palabra proserita y reducidas a la libertad» de consumir, las mujeres se ven de cierta manera desarmadas. Sus derechos, amenazados por la dictadura policial, también estin a merced de un cambio de parecer del déspoca (como en la URSS a mediados de la década de 1930) o de una ctispa- cién ideolégica (como en China en la década de 2010). La democracia, al contrario, por més que a veces sea instrumen- talizada por los hombres, offece un marco politico ¢ intelec- tual para la emancipacién de la mujer. Libertad de expresién, derecho de voto en todas los niveles, derecho de reunién y de manifestacién, auge de la prensa, autonomia de las editoria- les, potencia de las redes sociales, posibilidad de legalizar no- ciones como el acoso sexual y la violacién conyugal: esa calidad de vida democritica es el antidoto contra les ortodo- xias politicas, religiosas, guardianas del orden pattiarcal. La democracia es, a st ver, el origen y la consagracién de los de- rechos de la mujer. El origen, porque promueve la idea de que los ciudadanos son iguales entre sy titulares de derechos ina- lienables; a consagracién, porque la emancipacién de todos y todas es su razén de ser. Pero varias condiciones resultan indispensables. Contra- riamente a los derechos del hombre de 1789, los derechos humanos deben explicita y sisteméticamente incluir los dere- chos de la mujer. Por ello ningéin pais de Europa era una de- moctacia genuina antes de la instauracién del suftagio universal en la primera mitad del siglo XX. Hoy, la desconfian- za est mis a flor de piel respecto de las instituciones demo- 1. Gabriele Jalfe, Performing The Vagina Monologuesin Chinav, en ‘he Atlantis, 29 de noviersbre de 2013; y Catherine Lai, «No #MeToo in (China? Female Journalists Face Sexual Harassment, But Remain Sileno, cen Hong Kong Free Press 5 de diciembre de 2017. 325 criticas que de lo masculino del cual estas emanan. En ese contexto, podemos implantar una contramasculinidad, en el sentido de la «conttademocracia» teorizada por Pierre Rosan- allon, Gracias a un trabajo colectivo de cautela, vigilancia y control, las mujeres y los hombres son capaces de resistir a a hipertrofia de lo masculino, Esa contramasculinidad puede cobrar diversas formas: libros, articulos, testimonios, peticio- nes, informes, comités de observacién, manifestaciones calle- jetas, campatias de protesta o de escarnio por internet, Para que lo masculino no sea una toma de poder, tiene ‘que ser un espacio de debate, y hasta de conflicto, un disenso, como la propia democracia. Lo masculino es un sugar vacio» del que nadie tiene derecho a apropiarse. Luchar contra la pobreza de las mujeres Las mujeres se ven masivamente afectadas pot la pobreza y el subdesarrollo. Segin el Programa Alimentario Mundial, representan cl 60% de las victimas del hambre, a saber, alre- dedor de seiscientos millones de personas. La miseria de género se explica por la precariedad de los empleos femeninos y lo magro de su remuneracién, En los paises en desarrollo, tres cuartos de las mujeres trabajan en la economia informal, a menudo sin contrato ni proteccién so- cial. En virrud de las discriminaciones en materia sucesoria, las mujeres tienen poco acceso a la tierra: representan el 15 % de los propietarios en Africa subsahariana, el 5% en el nor- te de Africa y Medio Oriente, y menos atin en Kenia y el norte de la India. En cambio, efectian la mayorta de los quehace- res domeésticos, sin retribuci6n. E] aprovisionamiento de agua, destinada a la alimentacién, la higiene o el riego, depende esencialmente de las madres e hijas. En Guinea, las mujeres destinan a esa labor 5,7 horas por semana (frente a 2,3 horas 326 tratindose de los hombres) y 9,1 horas en Malawi (frente a 1,1 hora tratindose de los hombres).’ Asociada a otras tareas, Ja faena de recoleccién del agua se paga en términos de can- sancio, desescolarizaci6n y péxdida de tiempo. En 2012, alrededor de quinientos millones de mujeres en el mundo eran analfabetas (0 sea, cerca de dos tercios de los adultos analfabetos). En vatias regiones, las diferencias entre los sexos son considerables: en Asia del Sur y Occidental, el 749% de los hombres estin alfabetizados, frente al 52.% de las mujeres; en Africa subsahariana, el 68% de los hombres, frente al 50% de las mujeres (y menos atin en ciertos paises de Africa Occidental, como Niger, Mali y Burkina Faso). En las zonas rurales de Camboya, el 86% de los hombres estin alfa- betizados, frente al 52% de las mujeres. En Etiopia, el 90% de los hombres de la ciudad saben leer y escribir, frente al 30% de las mujeres de las zonas rurales. Estas dltimas son las més discriminadas: a escala mundial, su tasa de escolarizaci6n cen el nivel secundario (39%) es inferior tanto a la de los varo- nes rurales (459%) como a la de las chicas que viven en la ciudad (59%)? El analfabetismo tiene un impacto significativo en la sax Iud de las mujeres y sus hijos: administracién deficiente de los medicamentos, persistencia de una fuerte mortalidad mater- na e infantil, ignorancia frente al sida. Por el contratio, un afio adicional de escuela aumenta el sueldo de las chicas entre un 10 y un 20%, retrasa el momento del matrimonio y dis- minuye su indice de fecundidad. La escolarizacién de la mu- jeres una politica sanitaria en si misma, pues tiene el efecto de reducir las relaciones sexuales no protegidas y los embarazos 1, Inrer-Agency Task Force on Rural Women, Les Reromes rurales les object de millénaire pour le développement, ONU, 2012. 2. Ibid: y Exscigner et apprendre: atteindre la qualité pour tous. Rap- pore mondial de suivi sur 'éducation pour tous, Pas, UNESCO, 2014, 327 precoces. En Kenia, la distsibucién de uniformes a las alum- nas de sexto grado, con la entrega de un nuevo uniforme die- ciocho meses después si contintian escolarizadas, conlleva una disminucién de los embarazos en los tres afios siguientes (un 10% frente a un 14%), ¢ inclusive mas tarde." La ausencia de educacién, la mala salud y la miseria de las majeres constituyen un escdndalo moral y asimismo paralizan toda la evolucién de un pafs: menos capital humano, menos inteligencia coleetiva, menos talento, menos descubrimien- tos, menos innovaci6n. El costo de las desigualdades de géne- 10 €s cxorbitante: 6.000 millones de délares en Costa de ‘Marfil, 89.000 millones en Asia por afio.* Se abren varios frentes de lucha para los hombres. Para apoyar la emancipacién de la mujex, pueden compartir las ta- reas domésticas, combatir cl sexismo en la aldea y en un en- tomo urbano, denunciar las mutilaciones genitales, rechazar los matrimonios infancles, pero también mejorar el abasteci- miento de agua y las estructuras de salud. En Burkina Faso, la reforma agraria de ‘Thomas Sankara en 1984 facilit6 el acceso de las mujeres a la tierra. En ol valle de Swat, en Pakistin, Ziauddin Yousafzai (padre de la joven Malala, Premio Nobel de la Paz en 2014) fundé una escuela para nifias. Arunacha- Jam Muruganantham, emprendedor indio e inventor de una maquina que fabrica toallas higiénicas a médico precio, per- mitié que millones de mujeres vivieran con normalidad du- rante su periodo de menstruacién, Farle Hasan Abed, nacido en 1936 en la India britdnica, ene actual Bangladesh, erabajé primero como director finan- 1, Esther Duflo, Le Développement burain. Latter contre la parreté (@, Pasi, Seul, 2010, pp. 94 ¥ 95. 2, Gertrude Tab, Ersilémergence était une fone, Banco Mundial julio de 2017; y William Pesel, sAsizs $89 Billion Sexism lsucs, en The Japan Times, 24 de noviembre de 2015. 328 Varios hombres, enre ellos el director Mousa Séne Absa y el showrunner (Chali Beléteau, participaron en la serie senegalesa Ces la vie, dif en toda Aiea Occidental dexde 2015. Al narra vide de un centro de salud en un bavrio modesto, provoca en ls telespectadors una toma de conciencia sobre temas que azaien a la sab de las gers y Ua violencia conyuga ciero en Shell, luego fund6 el Bangladesh Rural Advancement Committee, una ONG que brinds ayuda a 140 millones de personas en doce paises de Asia y Africa. Fazle Hasan Abed construye escuelas y guarderias, otorge microcréditos, distri- buye pollos a agricultoras, lucha contra la discriminaci6n y la violencia sexual. Desde 1993, un programa permite que los adolescentes practiquen actividades deportivas, se retinan en lugares seguros dentro de sus comunidades, obtengan infor- macién sobre su salud y sus derechos sexuales. En algunas décadas, este hombre logré que la extrema pobreza y el anal- fabetismo retrocedicran, en particular tratdndose de mujeres Fue el primer hombre condecorado, en 2014, por el Trust ‘Women Hero Award por su apoyo a los derechos de la mujer «Si somos capaces de deshacer el patriarcado, canto las muje- 329 res como los hombres saldremos ganando», declaré con moti- vo del dia de fa Mujer, el 8 de marzo de 2018. Por sw parte, Madhav Chavan, nacido en la India en 1954, fandé la organizacién Pratham, una ONG que se ocupa de millones de nifios desfavorecidos. A través de programas de la «segunda oportunidad», Pratham vuelve 2 escolarizar a mu- chachas en todo el mundo, sobre todo en la India, Estados Uni- dos y Gran Bretafa. Al igual que Fazle Hasan Abed antes que d, Madhay Chavan recibié en 2012 el premio WISE para la ‘educacién, También hay hombres de negocios multimillona- rios que financian la lucha contra la pobreza a escala mundial: Bill Gates por medio de su fundacién 0 Mohammed Abdul Latif Jameel a eravés del Poverty Action Lab de Massachusetts Institute of Technology (MIT). Ms alld de combatir la pobreza, es necesario apoyar el emprendimiento femenino. En Togo, las «Nana Benz» no ne- cesitaron a nadie para prosperar en el comercio del wax, telas impresas de origen holandés; pero en un contexto mds o me- ‘nos pattiarcal, algunas de sus iniciativas fueron apadrinadas por hombres, En Arabia Saudi, se abrieron cimaras de Co- mercio femeninas en Yeda en 1998 y en Riad en 2004, y las mujeres fueron autorizadas a crear una empresa en 2018. En Bangladesh, una institucién como el Grameen Bank, funda- do por Muhammad Yunus en 1976, desarrollé un sistema de microcrédito para ayudar a mujeres a invertir en una pequefia empresa 0 un proyecto colectivo, con la regularidad de los reembolsos garantizada por la sororidad entre ellas (encuen- tos a intervalos regulates y responsabilidad solidaria). A pesar de ello, el balance del microcrédito resultd ser decepcionante: en la India como en Sri Lanka, en Ghana como en Burkina Faso, la productividad del capital de las empresas femeninas ¢s baja, ya sea porque trabajan en sectores poco rentables, ya sea porque sus actividades reciben menos inversiones. ‘Sea cual fuere su grado de éxito, las ONG, las asociacio- 330 nes y los filénropos no deben eclipsar al Estado. Nada puede rcemplazat las intervenciones piblicas en materia de salud, educacién y proteccién social. Ahora bien, los hombres son Jos que a menudo astentan los puestos claves en ef seno del Estado. En 2009, el Ministerio de Agua y Riego keniata implanté un sistema de incentives para los fancionarios, contractualmente responsables de la implementacién de los objetivos de gender mainstreaming cada ao. En un afio, se asignaron cien mil délares a los organismos gubernamentales para apoyar la igualdad de sexos y llevar a cabo campatias de sensibilizaci6n.’ Como recomienda un informe del Banco Mundial, también es importante reforzar la formacién de los policias y los magistrados, incluyendo la temitica de los dere- chos de la mujer (cn particular, la propiedad) y la represién de la violencia sexual.? Religiones opresivas Las religiones tienen un problema con las mujeres a partir del momento en que interponen a un grupo de hombres entre Dios y los fieles. Toda religion deberia cuestionar lo masculi- no, ¢s decir, Ja autoridad, el poder, la ortodoxia, la familia. Sin ese examen de conciencia, los conservadurismos religiosos obstaculizan la igualdad entre los sexos. Los hombres de reli- gidn jamais se consideran abiertamente sexistas; afirman actuar dentro del respeto de la stradicién», que destina a las mujeres a ser virgenes y luego madres. Fl desprecio por las mujeres se 1, Banco Mundial, Le Genre dans le contexte de eau et de Vascainise- ment, Water and Sanitation Program, noviembre de 2010, p. 19. 2.-Amanda Ellis eral, Gender and Economic Growth in Kenya. Un leashing the Power of Women, Banco Mundial, The International Bank for Reconseeuetion and Development, 2007. 331 disimula tras el discurso de la eproteccién» que los hombres deben brindar a esos seres débiles ¢ impuros En realidad, las lecturas licerales de la Biblia o del Corén son catastr6ficas para los derechos de la mujer: permiren darle al patriarcado més inmundo una pitina de respetabilidad, ‘Ahora bien, un integrista es miségino por naturaleza: se vale delo sacro para dominar a las mujeres. Un hombre de religién ‘que no pone en entredicho los poderes de su sexo es un hom- justo. Un fiel que se vanagloria de su masculinidad es un impfo, puesto que el mensaje de Dios prescribe, por el contra- rio, igualdad y justicia, Ta Iglesia catdlica ¢s una de las instieuciones mds patriarca- les del mundo, Desde cl sacerdote hasta el papa, su jerarquia es enteramente masculina, Es cierto que las mujeres desemperian un papel creciente en las didcesis, las capellanias, la preparacién al matrimonio y la reflexién bioetica, pero todavia estin exclui- ddas de la esfera sacra. Fuera del Ambito eclesiéstico, la Biblia proporciona argumentos a todos los reaccionarios. En Francia, algunos se findan en el relato della creacién de Adan y Eva para denigrat lo que ellos llaman la eteoria del género». En 2017, un jez de la Camara de Apelaciones de Porto disculpé la violencia conyugal refiriéndose a un cédigo penal obsoleto y al libro de los Proverbios, que condena a la mujer adiltera. En el mundo hhindd vemos la misma argumentacién. En 1987, tras el suici- dio de una joven viuda de dieciocho afios en Deorala, Rajastin (posiblemente presionada por su familia politica), los funda- mentalistas invocaron las costumbres religiosas. El 8 de octubre de ese afi, una manifestacién a Favor del sati congreg6 a seten- ta mil personas, al mismo tiempo que se creaba en Jaipur un comité para la defensa de la religién, promovido por hombres rajpur de entze veinte y treinta afios de edad.! 1, John Stratton Havley (dit), Sati she Blesing and the Curse. 4p it, pp. 6-99 p. 105. 332 Hr En ef mundo musulmédn, la situacién de ka mujer es glo- balmente mala, como indica la clasificacién del Gender Gap Repore, cuyas tltimas filas estén ocupadas por Yemen, Pakis- tan, Siria, Irén, Mali, Arabia Saudi, Marruccos, Jordania y Egipto. La primera causa de ello es la alianza entre tirania y religién, bajo la forma de la teocracia en Irn, la dictadura masculina en Arabia Saudi, el oscusantismo taliban en Afge- nistén y Pakistan; y la ausencia de democracia impide debatir libremente el lugar de las mujeres en la sociedad, sin hablar de fa religién propiamente dicha. Indonesia, clasificada en el puesto 84 de 144, constituye una notable excepcién gracias a su sistema de educacién y salud, En varios paises, la sharfa es una de las fuentes del dere- cho, en particular en lo que refiere a la poligamia, el repudio, cl aduleerio femenino y también la desigualdad sucesoria. En Azgelia, una musulmana no puede casarse con un no musul- man; una mujer debe apelar a un tutor para celebrar su matri- ‘monios la esposa ha de obedecer a su maridos los hijos estén afiliados al padre, En el transcurso de la década de 1990, Ma- lasia introdujo diversas enmiendas a la ley islémica sobre la familia (Facilitacién de ka poligamia y del divorcio para los hombres, reduccién de sus responsabilidades financieras res pecto de sus esposas). En caso de violacién, la carga de fa prueba incumbe a la victima.} En Arabia Saudi, determinados conservadores sostienen que fas mujeres son tratadas como reinas: tienen «derecho» a que se las conduzca en coche, a no trabajar, a ser educadas dentro de la religion, lo cual las con- vierve en més afortunadas que las occidentales. Los paises de 1. Zainah Anwar, «Négocir les droits de femmes sous la lo rli- gieuse en Malascs, en Zahra Ali, Roniniomes idamiques, Pats, La Fax Irique, 2012, pp. 143 ys. (Trad. exp. Feminism esl, Las lchas dels inujers maslmanas control pariarado, wad, de Andrea Romero, Bue- nos Altes; Capital Inceecrual, 2019.) 333 Medio Oricnte ofrecen un permiso por maternidad inferior a doce semanas, y esa duracién cae a seis semanas en Arabia Saudi y Baréin, Por ttltimo, las sociedades del Magreb y Medio Oriente estén atravesadas por un potente sexismo. Los tres informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre el desarrollo humano en el mundo érabe, en 2002, 2005 y 2016, establecen el mismo diagnéstico: mante- nimiento de un fuerte analfabetismo femenino, discrimina- ciones incorporadas a las creencias religiosas y las tradiciones familiares insistencia en el rol procreador de las mujeres, de- sigualdad de oportunidades, baja participacién en la vida po- litica y econémica. En Marruecos y Argelia, la vida sexual de as mujeres javenes est encorsetada por los tabties, y la obse- sién por la virginidad explica cl boom de las himenoplastias. La desigualdad se lee asimismo en la frecuencia y la impunidad de Jas violaciones, la persistencia de los matrimonios forzados en las zonas rurales, la creencia en la vimpurezay menstrual. Musulmdn y feminista A comienzos de la década de 2010, las revoluciones éra- bes hicieron tambalear las dictaduras, ast como el patriarcado sobre el cual estas se apoyaban. Entre 2014 y 2017, Marrue- cos, Tiinez, Egipto, Jordania y Lfbano derogaron los articulos dle sus e6dligos penales que autorizaban a detener las acciones legales contra un violador si este se casaba con su victima (in- clusive menor). En Marruecos, la ley 103-13 votada en 2018 sanciona la violencia contra la mujer y el acoso sexual; no re- conoce la violacién conyugal, pero unos meses despues la Ci mara de Apelaciones de Tinger condené a un hombre a dos afios de prisién por violar a su esposa. En'Tiinez, se voté una ley similar, con el mismo vacfo en cuanto a la violacién con- 334 yugal. Ademis, el presidente Béji Caid Essebsi abrié dos nue- ‘vos frentes: la igualdad sucesoria y la posibilidad de casarse con un no musulmén, Més tarde nombré una Comisiéa de Libertades e Igualdad, encargada de formular propuestas. Tal iniciativa fue apoyada por el sirio Mohamed Shahrour, un cexégera del Corin impregnado de marxismo, Hija del activismo democritico y de la libertad propia de las redes sociales, una nueva masculinidad estd surgiendo en el mundo musulman. En Egipto, hay hombres que denuncia ron la violencia suftida por las mujeres, a través de la campatia Tabrir Bodyguard y diversas operaciones contra el hostiga- miento sexual. En Estambul, en 2015, decenas de hombres ‘marcharon con faldas para denunciar la violacién y el asesina~ to de una estudiante, convocados por el hashtag «Una mini- falda para Ozgecans. En Irén, un grupo de hombres vestidos con velo se sa0é fotos a partir del hashtag «Men In Hijabs publicado por Facebook y Twitter, por iniciativa de la perio~ disca Masih Alinejad exiliada en Nueva York: «Lancé a mis lectores el desafio de ponerse un hiyab, aunque solo fuera por tunos segundos, y enviarme sus selfis. Esto conmovié 2 los hombres que recharan el modelo tradicional de virilidad y estin dispuestos a alzarse por los derechos de la mujer! La libertad de las mujeres simboliza cada vex més la libertad de todos, y algunos hombres no dudan en jugar con su género para defenderla. ‘A cada funcién social corresponde una posibilidad de jus- ticia masculina: un padre que crfaa sus hijas del mismo modo quea sus hijos; un hermano que no se cree investido del deber de vigilar a su hermana; un profesor orgulloso de ensefiar a 1. Nadje ALAl, sigypsian Somal Harussment Activists Bale Growing Acceptance of Violences, en The Contersation, 14 de febrero de 2014; y Pauline Verduzier, Men in Hijab’. Des Iraniens se voilent en signe de solidarit avec les femmes», en L Expres, 30 de julio de 2016. 335 estudiantes mujeres; un jurista que se esfuerza por hacer evo- lucionar las reglas del derecho; un jefe de Estado rodeado por igual cantidad de mujeres y hombres; un intelectual que se erige contra el integrismo (como el escritor argelino Kamel Daoud desde los afios noventa). Incluso los hombres de religién podrfan comprometerse a favor de las mujetes. La nocién de feminismo isldmico, apare~ cida a finales del siglo XX, es aril no para justificar el velo 0 condenar el supuesto «modelo occidental, sino para mostrar que los derechos de la mujer a priori no son incompatibles con el islam, Esa reconciliacién supone un enfogue critico: interpretar los textos (ijuibad), combatir las lecturas literales del Corén, reformat la jurisprudencia con el fin de promover la igualdad en el seno de la familia. En esa perspectiva se ins- criben dos movimientos de origen malayo, Musawah y Sisters in Islam. La red Women Living Under Muslim Laws, funda- da cn 1984 y presente en setenta paises, stiministra apoyo a -mujetes cuya existencia esté regida por leyes y costumbres ins- piradas en el islam. Denuncia la violencia de la que son victi- mas en Senegal, Marruecos, Argelia, Sudan del Sur yen otras partes y las ayuda a que se respeten sus derechos, en particular el derecho a no definirse como musulmanas. Los hombres de seligién se honrarian unigndose a estos movimientos. Los tedlogos podrian trabajar para disociai Jam y masculinidad de dominacién, para despejar la legi cién de su bagaje patriarcal, para recordar que la violencia contra la mujer es contraria al islam, o que estas son capaces de dirigir un Estado 0 una empresa con igual calidad que los hombres. Algunos profesores de derecho islmico (que traba- jan en universidades occidentales) leyeron con interés el libro de Ziba Mir-Hosseini y sus colegas, Men in Charge? Rethin- ing Authority in Muslim Legal Tradition («:Los hombres a car- go? Repensarla autoridad en la tradicién juridica musulmana], publicado en Londres en 2014. El ejemplo de Qasim Amin y 336 SHE eet ‘Tahar Haddad, a principios del siglo Xx, demuestra que se puede concebir a un hombre musulman y a su vez feminista, que no quiera «proteger» a las mujeres sino, por el contrario, respetaslas, es decis, permitirles escapar del circulo patriarcal sin por ello considerarlas prostituras Estos comentatios se aplican a los hombres de todas las rcligiones, por ejemplo al judio ortodoxo que estudia en una yeshivd de Jerusalén o de Nueva York mientras su mujer con ppeluca y medias negras se desvive por los seis hijos que tienen en comtin. Los fundamentalistas estin dispuestos a matarse entre si, pero a la hora de proclamar la superioridad de los hombres van de la mano. Concuerdan para monopolizar la trascendencia, el saber y la moral, en nombre de las cualidades que creen tener en comin con Dios. Ahora bien, si la igual- dad de los seres humanos esté inscrita en los textos sagrados, la justicia divina y la justicia de género son una sola y misma cosa. $i Dias aporta Su proteccién a todos, nadie puede sacar gloria de su sexo ni de su género, Y si Dios es mujer, no podsia sino verse ittitada por la félica arrogancia de Sus curas. Las masculinidades de no dominacién se fundan en la voluntad de compartir la palabra, la autoridad, cf saber, las armas, las riquezas, la espiritualidad, Consisten en reconocer la igualdad de sexos, pero también en luchar contra el patriar- cado, la misoginia, la discriminaci6n, la violencia y en negar que la masculinidad sea la expresion de un poder. A todos los dirigentes que no tengan el coraje de Justin Trudeau, podemos remitirlos a una plataforma feminisea bisica: democracia, paz, desarrollo econémico, politica de salud y educacién, tolerancia, liberalismo en materia religiosa. Esta plataforma generalista permitirla mejorar la condicién de cientos de millones de mu- jeres en todo el mundo. 337

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