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Descartes contra la noche

Sentimos nuestras sensaciones, pero no sentimos nuestros juicios

DESCARTES

Recordad sin embargo que todas las noches soñáis y que vuestros

sueños cotidianos no son menos locos que esta locura que rechazáis

FOUCAULT

A los Señores Decano y Doctores de la Sagrada Facultad de Teología de París

Estoy delante del fuego, señores teólogos de la facultad de la Sorbona,

Estoy delante del fuego.

He terminado de hacer la guerra y ahora voy a hablaros de mi método.

Estoy harto de la sangre mezclada, de los cuerpos tan mal caídos en el frente.

Me dirijo a ustedes, señores teólogos,

Porque me parece increíble que si existe un Dios,

Vosotros no permitáis ver las piezas de sus cuerpos ordenadas.


La imaginación

“Y, si llega el caso de que su imaginación sea lo bastante

extravagante como para inventar algo tan nuevo que nunca

haya sido visto, representándonos así su obra una cosa

puramente fingida y absolutamente falsa, con todo, al menos los

colores que usan deben ser verdaderos.”

DESCARTES, Meditaciones Metafísicas: I Meditación.

Es una perra que folla con todos no le importa quién sea.

Me folla sin que me de cuenta.

Apenas se da cuenta de sus hijos. Abre el coño y salen a raudales.

Pare como las ratas, millones de huevos fecundos de los que salen engendros ciegos que

pronto volverán a follarla por todas partes.

Me coge la comida cuando no la veo, me cambia las cosas de sitio cuando menos me lo

espero.

Ha llenado esta tierra de los cadáveres de sus criaturas.

Pronto llegará hasta donde yo estoy,

Y quién sabe si cuando me toque…



“Me fijaba, primero, en que yo tenía un rostro, manos, brazos, y

toda esa máquina de huesos y carne, tal y como aparece en un

cadáver, a la que designaba con el nombre de cuerpo.”

DESCARTES, Meditaciones Metafísicas: II Meditación.

Esta pistola está bien.

Los agujeros ya estaban ahí, eran la sangre y los muertos.

¿Y este embrutecimiento de libros e incienso?

Aristóteles, tu dios.

¿Dónde estoy que no veo las sábanas?

El único consuelo son esos coños sangrientos de los que no sabemos si venimos.

Afortunadamente,

Dios guarda el alma, nos está esperando.

Esos dientes, los dientes, esas criaturas febriles vomitando sangre y carne por sus vaginas.
“Cerraré ahora los ojos, me taparé los oídos, suspenderé mis

sentidos ”

DESCARTES, Meditaciones Metafísicas: III Meditación.

Los pensamientos me persiguen.

Latigazos e imágenes.

Menos mal que el conocimiento…

Si la luz estuviese apagada, si el silencio estuviese…

Por la noche, cuando duermo…

Doy vueltas a la cama. Estoy tranquilo y solo.

Estas sabanas que se pegan a mi cuerpo…

Por la mañana escribiré. Haré que se vayan…

¿Una idea?
Los pensamientos me circundan.

A cada instante estoy delante de ellos.

Dicen cosas que no quiero: dicen esto y lo otro.

Yo me pongo delante de ellos. Golpeo. Corro.

No pueden alcanzarme.
“Pues el tiempo todo de mi vida puede dividirse en innumerables partes,

sin que ninguna de ellas dependa en modo alguno de las demás; y así, de

haber yo existido un poco antes no se sigue que deba existir ahora…”

DESCARTES, Meditaciones Metafísicas: III Meditación.

La vida es un sueño.

Tengo derecho a elegir mi sueño.

He ido a la guerra. Los cuerpos desordenados. La muerte.

Hay que tener fe.

Estudié a los grandes y estudié a los viejos.

Palabras caídas. No acabaron bien.

Hay que hacer un edificio. Otra bandera.

Tenían pistolas. Disparaba y el cuerpo caía con un espasmo.

La prudencia no puede salvarte.

La prudencia es más lenta que una bala.

Estoy mirando el fuego.

Los dedos se deshacen. Las imágenes se desdoblan.

Me agarraré a este sueño.

Un hombre como yo. Un conocimiento tan rápido… Una intención tan certera…

Cosas simples y sencillas.

No te equivocas.
Los designios en las tripas de los animales eran lúgubres hoy.

Ya presentías el retorno de las sabanas, la inquietud…

¿Y si Dios no existe?

O peor:

¿Y si Dios juega con nosotros, nos hace equivocarnos?

¿Acaso no sigue la gallina dando pasos después de que le corten la cabeza?


“…puedo, sin embargo, por medio de una meditación atenta y muchas

veces reiterada, grabármelo en la memoria con tal fuerza que nunca deje de

acordarme de él cuando lo necesite.”

DESCARTES, Meditaciones Metafísicas: IV Meditación.

Estoy solo…Por fin me he quedado solo…Ahora me iré a lo calentito…

Me recostaré tranquilamente…

Tengo que acordarme de no olvidar nada:

El papel, el papel,

¿Dónde lo he puesto?

Pero rugen, no sabes como rugen.

En el momento más inesperado vienen a por ti.

Con sus lanzas, con sus espadas en alto, y sus pies entrechocando unos con otros, como una

masa bestial, recién acabada de salir.

No importa lo fuerte que golpees tu cabeza para espantarlos, cuánto ruegues a tus

pensamientos para que los circunden. No dicen nada y están ahí para quedarse.

Es peor de lo que crees, Descartes, pues apenas cierras los ojos—si es que los tenías

abiertos—se apoderan de tu cuerpo, de tus recuerdos, de tus pasiones—casi no puedes

dominarlas. Te hacen volver una y otra vez—¿Recuerdas lo que decía tu padre?—Nadie

tenía razón, tampoco Mersenne.

Escucha:

¿Es ese el crepitar del fuego que encendiste en tu hogar?

¿O es el crujir de todos los fuegos en las puertas de la noche?



Delante de mi no hay nada, dice Descartes,

Estoy viendo lo que hay delante y no veo sino mi pequeño cuadro, mi gran recuadro, en el

que se levantan las cosas que miro.

Delante de mi no hay nada,

No está la noche inmensa ni el fuego continuo ni siquiera mis manos se enredan en las

sabanas si no digo:

¿Tengo yo delante estas sabanas?

¿Es este el fuego que estoy viendo?


Descartes en el paraíso del silencio.

Los conocimientos ya no son lo que eran.

Un edén hecho para ti.

Descartes, tienes que vencer a la presa.

Tienes que vencer a la tentación.

Un método por el cual Eva ya no podrá engañarte.

Un método por el cual Adán nunca se hubiese equivocado.

Descartes,

Aparta esa duda siseante y habla con Dios.


Descartes, mi pobre Descartes. Soy una larva en la cama. Me meto. Me enrosco. Me

quemo.

Con los dedos artríticos, con las tetas caídas, con un futuro lleno de almorranas.

¿Has gritado tú o era San Antonio?

Solo decías “Qué se aparten, qué se aparten”. 



“Y aunque al mirar con ánimo filosófico las distintas acciones y empresas

de los hombres no hallo casi ninguna que no me parezca vana e inútil, sin

embargo, no deja de producir en mí una extremada satisfacción el progreso

que pien so haber realizado ya en la investigación de la verdad.”

DESCARTES, Discurso del Método.

Mi voluntad es fuego. Las emociones no se acercan. Si se acercan, llamo al fuego y las

quema.

Mi fuego quema mi voluntad. Mi fuego que yo soy yo mismo, soy yo mismo.

El mundo es Dios pero la voluntad es mía. Soy el dueño y señor de mis emociones.

Él no dejará que caigan, porque él es bueno y sus emociones son infinitas.

Señores, es mucho lo que hay que luchar estos días. Yo mismo he estado ahí fuera

golpeteando con mis balas, a golpe de sable, y no son aventuras ni nada de eso.

Con nada más que tres reglas tenía que ir por el mundo, exhortándome:

¡Mi voluntad!

Es peor ser menos desdichado y más estúpido. Hay algunos que no saben lo que saben y

otros que creen que saben, pero no saben que si supieran de verdad podrían ir por el mundo

con una lucecita, con un claro farol dulce en esta noche oscura del alma, contemplando

impertérrito como se mueven las alas de los pollos sin cabeza.



Qué fuerte eres, Descartes. Yo aquí sola, en la cama, esperando el calor de un hombre y un

hogar, y tú ahí fuera, en tu cobertizo, despedazando animales.

¿Vendrás a por mí? ¿Vas a venir a por mí? Hay figuras extrañas delante, llenas de ojos

feroces y agujeros. Gritan y estornudan sangre sobre los cuerpos de sus víctimas. Contagian

la muerte. ¿Puedes enseñarme a no verme así, por favor? Tengo mucho miedo. Han echado

abajo el edificio del que hablamos el otro día. Es cierto que no pueden durar para siempre,

pero me dio un no se qué que no estuviera.



Crees que llegas pero no llegas. Estás aquí pero ya te has ido. A dónde van tus dedos ahora

deshechos en la palabra, tu palabra deshecha ahora en tu boca.

Afectas el recorrido con borrones de imágenes y sentimientos. En todos ellos crees verte a

ti mismo. Siempre delante, siempre sonriendo.

El secreto esta ahí, en este tiempo desaparecido, antes de dejarte caer por vez última.

No eres yo ni tampoco los otros, así es como desapareces.



Tengo una fe y no es otra fe. Mi fe es mía. No hay dios que se interponga cuando me tengo

delante. Pienso en mí y de eso estoy seguro. No hay ojos, no hay dientes, no hay manos, no

hay nadie. Pienso en mí, y la pradera blanca de mi mente se despliega para abrirme paso.

Camino seguro de mí mismo, y si aparece un pequeño demonio, esa criatura bicéfala, una

mujer con ubres de vaca y cabeza de águila, me río a gusto con ellos y les digo, allí donde

aparecéis puedo ver mi firma inscrita en vuestro rostro. Vuestro cuerpo es una imagen

puesta en mi pensamiento. Se horrorizan de mí, huyen. Vuelvo a tener las manos

manchadas de estos mecanismos sangrientos. El ratón al que estaba abriendo se removía.

No es una pradera blanca lo que sale de su pecho, pero sí en mí, sí conmigo, juntos

encontraremos el camino seguro.



Descartes, no te preocupes, cuando salgas, si cae un poco de seso, si no cortas el cuello

demasiado pronto.

Pises donde pises me vas avanzando por dentro, la sangre que te cubre está en mí.

Cómo te gusta clavar el cuchillo, pero cuando la oscuridad te envuelve gritas aún más

fuerte.

Corren entre la sangre. ¿Dices que han abierto este espacio para mí? ¿Pero cómo sé si no lo

he abierto yo? ¿Dices que puedo reconocerme en la muerte de otros? Odio la muerte de los

otros y también la mía, y no reconozco en esos cuerpos informes ni un ápice de mi

ambición. Yo me he ido lejos, y he vuelto, y sé todos los sueños. Dices muchas cosas pero

sólo imaginas. Les digo que sí, que es la única manera de estar conmigo. Les pregunto, los

animo a exponer sus opiniones. Sé que eso les gusta. Pero no hay que bajar la guardia. En

mi jardín yo he sembrado las semillas. He seguido un orden ¿Y crees que me ha resultado

fácil? Pero no me quejo. Eso es lo que ellos no saben. Sé que hay una cierta misión que

puedo cumplir, y voy a cumplirla. Siempre he conseguido lo que me propongo. No sé si

será Dios el que me recompense, pero al menos no podrá arrebatarme mis logros.

¿Te lo he dicho ya? Porque aunque fuese malo, aunque fuese peor que yo, hay una puerta

que sólo es mía.



A veces siento como si entrase en un agua profunda. Boqueo. Muevo las manos de un lado

a otro.

Llamaría a alguien pero sé que estoy solo. Respiro pero no sé por cuanto tiempo.

¿Estoy dentro del agua o fuera de ella? Las corrientes se enredan en mis pies e insisten.

No importa cuánto me esfuerce, no puedo salir. Juegan conmigo como una marioneta, me

traen, me llevan.

Por más que lo intente nunca sé si estoy soñando o despierto, querría salir de este lugar pero

¿A dónde?

Dios es una bestia. Ponte a cuatro patas y confiésate. No dudes de los distintos timbres de la

soledad que te asola. Es tu castillo y te lo has construido tu mismo. Torres increíbles y

arcabuces nuevos. Una empalizada bien alta—ya llevas mucho tiempo en este puerco

mundo. Recluido en una habitación sobre un trozo de madera y piel muerta, oyendo ulular

el viento, dentro de un amasijo de cables y tendones que golpea y golpea y golpea. 



Busco la verdad porque las cosas viven y no se quedan quietas,

Y yo quiero encontrar las cosas quietas y no quiero que las cosas me cojan.

En mi torre, un monumento contra la noche.

Se levanta el fuego y baila el fuego y las cosas son extrañamente permisivas con sus

apariciones—esa llama que baila, crepita, esa sombra que se levanta inusitada, ese especial

carácter de algunas chispas—no tienen consideraciones con la razón, pero la razón no se

asusta ni se retira.

¡Yo he salido a pelear con todos esos campos llenos de cadáveres!



Descartes, dame tu luz. Allí donde tú pisas las montañas se allanan, el mar se seca, el

desierto se amontona. Aunque tus pasos sean cortísimos, cortan lo increíble y la magia la

tienes tú. Coges el lápiz y coges el bisturí y coges la pistola y no hay nada que pueda

resistirte. En la noche enciendes el fuego y en tu cabeza el artificio de la luz.


El descanso

La sabana que tienes encima

Es la musa que espera tu caricia

Venida desde tiempos inmemoriales

En la noche a la que te adhieres

Es la sombra el lugar feliz

Al que vuelven tus sueños cada día

Ella te abraza y te contiene

Aunque el sueño no venga y la fatiga sea tanta que temas no abrir los ojos de nuevo

Ella pinta el lienzo de los pensamientos

De nuevo de blanco cada vez

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