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JUSTICIA: UN ECO AL RUGIDO DEL LEON

INDIRA DEL CARMEN SANTIAGO ROBLES

TRABAJO PRESENTADO A LA DOCENTE ADELAIDA JIMÉNEZ

ASIGNATURA EXÉGESIS BÍBLICA

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA REFORMADA

PROGRAMA DE TEOLOGÍA

BARRANQUILLA

2019
Tabla de contenido

INTRODUCCION..................................................................................................................................3
CONTEXTO SOCIOHISTÓRICO, POLÍTICO Y CULTURAL DEL LIBRO DE AMOS......................................7
CONTEXTO HISTÓRICO DEL CAPÍTULO 5..........................................................................................13
APLICACIÓN MÉTODO DE LOS CUATRO LADOS................................................................................15
Lado político.................................................................................................................................15
Lado Económico ..........................................................................................................................18
Lado ideológico ...........................................................................................................................21
Lado sociocultural........................................................................................................................24
CONTEXTUALIZACIÓN......................................................................................................................29
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA............................................................................................................32
INTRODUCCION

En un entorno sociopolítico como el de Colombia, donde a diario se

escuchan noticias sobre violencia, corrupción, pobreza, desatención estatal,

migraciones, etc., y donde ni aún los organismos de control escapan al flagelo de

la corrupción que carcome el ejercicio de sus funciones, vale la pena retomar y

reinterpretar el mensaje de Amós y su talante para denunciar abierta y

francamente a quienes se arropan con sus puestos y/o posición social para

cometer toda clase de actos de injusticia en contra de los más débiles, los pobres

y los necesitados.

El libro de Amós nos confronta con la realidad que, apartando las evidentes

diferencias de tiempo y espacio, la lucha por la recuperación de los valores éticos

en la administración de la justicia tiene dimensiones históricas, pues no es algo

que pertenezca a siglos recientes, así mismo que, no es tarea fácil, por lo que

requiere aunar esfuerzos de todos los actores sociales, pues obedece a

problemáticas que llevan años enquistadas en el poder judicial.

Por supuesto, en el marco de nuestras instituciones el problema ha ido

creciendo y haciéndose más notorio al encontrarnos en un mundo globalizado.

“La opresión de los pobres no solo no ha disminuido, sino que se ha


encrudecido y ha adquirido nuevos rostros -solo que ahora ocurre dentro del
marco socio económico de la globalización. Las políticas neoliberales del mercado
mundial se nutren de la avaricia expansionista y del sometimiento de los pueblos,
a lo cual cabe agregar los gobiernos que privan de libertad a las mayorías, el
terrorismo, el discurso desgastado de una izquierda arbitraria, excluyente e
institucionalizada, y las nuevas élites”. (Martínez, 2014)
Amós, para algunos catalogado como un “poeta” por el uso de lenguaje

poético, que más que bien tiene un carácter retórico y abarcador; para otros un

pastor/campesino enfadado por las ostentaciones y opresiones a las que eran

sometidos los débiles de su pueblo (basados en lo que el texto mismo refiere); y

para otros, como es nuestro caso, es un profeta, pues aunque el profeta mismo

pretende tomar distancia de los nebi’im y los bené nebi’im, al final termina

reconociendo que frente a la Palabra de Dios no queda más que abrir su boca

para “profetizar” (3:8), al igual que otros profetas como Ezequiel o Jeremías, es

tomado por Dios para que proclame su mensaje, haciendo uso de un lenguaje

cargado de simbolismo y figuras literarias que enriquecen su proclamación.

Los profetas hebreos han elaborado un lenguaje religioso inigualado, que

ha servido de humus fecundo o como energía expresiva a los posteriores (schökel,

A., 1979), por su parte Amós y Oseas dieron apertura a un fenómeno profético en

el siglo VIII al interior de la profecía de Israel, el profetismo escrito 1 (Sicre, J.,

1998, p.131).

Amós es uno de los profetas que más firmemente insiste en el tema de la

justicia social (Vergara Abril & Vasquez Alarcón, 2012), su discurso pone en

evidencia la podredumbre en la administración de la justicia, la perversión del

derecho en favor de los que ostentan el poder; lo cual no está muy alejado del

caso latinoamericano, y más concretamente del contexto colombiano, en donde

los organismos judiciales parecen venderse al mejor postor, viéndose involucrados

1
“profetas escritores” o “profetas con obra escrita” traducido del alemán “Schriftpropheten”)
en escándalos de corrupción, soborno en las altas cortes y en numerosas

investigaciones que ponen en duda la legitimidad de la justicia. Todo esto sin

consideración de aquellos que sufren las injusticias y contemplan con tristeza un

horizonte desesperanzador.

Frente a este panorama, hacemos un eco al “rugido de león”, que impidió al

profeta Amós permanecer imperturbable e indiferente ante un sistema podrido 2 y a

un pueblo oprimido que clama ¡JUSTICIA!, que no admite la perpetuidad en el

poder de los abusivos e indolentes. Para ello, se realiza un estudio exegético del

capítulo 5 del libro que lleva su nombre, el cual, en nuestro entendimiento,

incorpora el corazón de la profecía de Amós, su denuncia y sus mayores

preocupaciones, entre las cuales resalta la Corrupción en la administración de la

Justicia, tema que abordaremos a lo largo de la presente exégesis, por

considerarlo una problemática notoria en nuestro contexto actual colombiano, y

por las graves implicaciones que tuvo y sigue teniendo para nuestra sociedad.

Este trabajo exegético ha sido desarrollado empleando el método de lectura

de Cuatro Lados, dada la riqueza de esta herramienta para este tipo de estudios,

por lo cual iniciaremos con un análisis sociohistórico, político y cultural del libro de

Amós, aplicando el primer paso del método Histórico Crítico. Posteriormente,

realizaremos un análisis de político de la perícopa escogida (Cap. 5), en donde se

muestran las fuerzas y el manejo del poder, las relaciones entre/con los

gobernantes, los nexos políticos con otros pueblos y en general, los diferentes

intereses políticos extraíbles del texto.

2
Como lo cataloga Sicre su libro Profetismo en Israel, pp. 262
Luego, se aborda el lado económico, para entender el sistema y las

prácticas operantes en la época, las formas de relacionarse comercialmente entre

los diferentes grupos sociales, la base que sostenía la economía y demás

aspectos relacionados con esta arista.

El siguiente paso es el análisis ideológico, que revela las ideas o

pensamientos que dominan el texto, así como, las tensiones ideológicas entre los

grupos sociales que intervienen en el relato. De igual manera, se determinan los

grupos sociales, sus relacionamientos, tensiones, problemáticas, tradiciones,

costumbres, etc., como parte del análisis sociocultural.

Lo anterior, por una parte, es materia prima para la reflexión sobre el papel

de la teología frente a la administración de la justicia colombiana, en el marco de

un Estado con una profunda crisis institucional y, por otra parte, constituye un

desafío para desarrollar nuevos entendimientos y nuevas formas de proclamar la

justicia como una posibilidad en el mundo.


CONTEXTO SOCIOHISTÓRICO, POLÍTICO Y CULTURAL
DEL LIBRO DE AMOS

Para el presente trabajo exegético se toma como referencia bíblica la

versión Reina Valera3 1960 (RVR1960) por ser versiones que son una

modernización moderada de versiones más antiguas 4. Así mismo se tiene en

cuenta los aportes de estudiosos bíblicos como Jose Luis Sicre, Luis Alonso

Schökel, Gianfranco Ravasi y Antonio Moreno Casamitjana 5, los cuales nos

ofrecen diversas perspectivas frente al texto de Amós y por ende nos permiten

comprender más a fondo la problemática existente en el momento.

Respecto a su autor, no puede asegurarse que se trate realmente del

profeta Amós. No obstante, basados en la estructuración del capítulo 1,

suponemos que el escritor es otra persona, pues como puede observarse el texto

está escrito en tercera persona de singular, en lugar de presentar en primera

persona del singular.

Sobre Amós, su personaje central y a quien se le atribuye la autoría del

texto, no se tiene certeza del año de su nacimiento o de su fallecimiento, pero los

estudiosos lo sitúan en el siglo VIII, como parte de un fenómeno profético al que

3
La Biblia Reina-Valera Antigua es la primera versión de las escrituras que fue autorizada por la iglesia
protestante y comisionada por el Rey Jacobo I (James I) de Inglaterra Jaime.
4
Hans de Wit, En la Dispersión el Texto es Patria II (en construcción).
5
Monseñor Antonio Moreno Casamitjana (1927-2013), Arzobispo emérito de Concepción y fundador de la
Universidad Católica de la Ssma. Concepción
Sicre ha denominado “El siglo de oro de la profecía, caracterizado por ”El rechazo

al reformismo para dar paso a la ruptura total con el sistema vigente 6.

Reimer (2000) sostiene que el proceso de conformación del libro se supone

las siguientes etapas:

 Composiciones independientes pero antiguas: en dos grandes bloques que

van del 1-6 palabras de Amós y del 7-9 visiones, las cuales debieron surgir

entre el 750 - 745 a.C. aproximadamente, en tiempos de Jeroboam II, tal

como lo expresa el mismo libro.

 Fusión de las composiciones más antiguas, para dar paso a lo que sería la

primera versión del libro de Amós. Esta reelaboración puede situarse en el

722 a.C., cuando aún existía el Reino del Norte. En esta se agregaría una

introducción, se incorporarían palabras y fragmentos de Amós pre-

existentes y paralelos a las composiciones, y se adicionaría 9:7-10 a

manera de conclusión.

 Otras relecturas en su proceso de transmisión, entre las cuales se pueden

identificar: una relectura judaíta en la que se menciona a Sión y reclamos,

que se ubicarían posterior a la destrucción del Reino del Norte, como una

advertencia; Una actualización en tiempos de Josías en la cual pudieron

incorporarse imperativos en la quinta visión, que pueden aplicarse al

reinado de Josías y su política de destrucción de santuarios; Una relectura

deuteronomista en tiempos del exilio para adicionar las partes doxológico-

hímnicas y la liturgia de la penitencia; y una relectura postexílica que sería

6
(Sicre,1970) citando a R.E. Clements en Prophecy and Covenant (Londres 1969) 27ss.
la que incluiría críticas sociales referentes al templo y el final actual donde

se presenta la esperanza por la restauración del tabernáculo caído de

David.

En capítulo 1 además se menciona que era originario de Tecoa, una

pequeña pero importante ciudad ubicada a unos 17Km al sur de Jerusalén, a unos

9Km de Belén, zona montañosa y relativamente árida. En 1:1 el escritor emplea el

término noquéd para referirse al profeta, término que es empleado tanto para

referirse a quien cuida de un rebaño, como para el propietario o dueño de este,

por lo cual no es posible precisar si se trataba de un comerciante o de un

asalariado. No obstante, nos inclinamos por la idea de un cuidador, es decir un

trabajador, perteneciente a las clases bajas, esto a partir de lo expresado en 7:14,

donde el texto pone en boca del profeta la autodenominación de bóquer, término

que se refiere a quien cuida ganado y de balás, que significa recolector de higos,

por lo cual, no resulta descabellado pensar que tuviera que enfrentarse al abuso

en las relaciones comerciales y a las injusticias en el sistema económico al cual

pertenecía.

Debido a la actividad, seguramente debía viajar constantemente a otras

regiones, tales como el Mar Muerto o la Selefa para comerciar sus productos, por

lo cual también se veía afectado por los tratados comerciales firmados por el

imperio con naciones vecinas.

La mayoría de los autores sitúa su vocación entre los años 760 -750 a.C.,

de acuerdo con el relato bíblico el momento histórico en el cual se escribe el libro

es en tiempos del reinado de Uzías sobre Judá y del Rey Jeroboam II sobre Israel
(783-743). El libro menciona que la profecía se da 2 años antes del terremoto, el

cual data del año 760 a.C.

Luego que se consumó la división del reino en el año 930, Omri (885-874)

lleva a Israel (denominado Reino del norte) a una gran prosperidad y se funda

Samaria como capital. Dicha prosperidad tuvo sus bases en la relación comercial y

militar con los fenicios, cuya alianza fue sellada con el matrimonio de su hijo Acab

con Jezabel, hija del rey y sumo sacerdote de Tiro, Ittobaal (Moreno, S.F.).

Luego de la caída de la dinastía de Omri por medio de Jehú (841-814),

aparece la descendencia de Jeroboam II (783-743), quien aprovecha la debilidad

momentánea de los reinos vecinos (Asiria, Siria, Egipto) para fortalecer su

situación militar y económica.

En 2:6b se observa un desenfreno por la acumulación, el cual no cesaba

aún cuando tuvieran que “vender a justo por dinero y al pobre por un par de

zapatos”, en consecuencia, se originó una clase social rica, completamente

alejada de las prácticas tribales o patriarcales. El poder que le dieron los recursos

económicos a quienes se dedicaron al comercio o al préstamo, en lugar del trabajo

de la tierra, les otorgó la posibilidad de oprimir a los demás, por lo que las

desigualdades alcanzaron mayores dimensiones, al punto de penetrar aún es los

estamentos encargados de administrar la justicia. Precisamente, los oprimidos y

marginados socialmente, constituyen la mayor preocupación del profeta Amós.

La situación de los pobres era extrema y las desigualdades evidentes, pero

el Estado no hacía nada para cambiarla, los pequeños productores quedaban a


merced de los prestamistas y de los riesgos inherentes a la actividad agrícola,

hasta el punto de llegar a convertirse en esclavos y/o perder sus tierras por no

poder cancelar los tributos que se les imponía un sistema de justicia

evidentemente sobornado, al servicio de la clase más pudiente.

La posesión de tierras adquirió un gran valor, por lo que se generó una

lucha por la acumulación de ésta y desató las prácticas más perversas que podían

imaginarse. El imperio por su parte, cargaba a los campesinos con altos

impuestos sobre los granos, y como lo registra 5:11 tiene una connotación de

violencia, pues emplea el término lacákj traducido como “tomar”, pero de manera

violenta, arrebatar o apoderarse de algo, todo esto con el fin de mantener el

status, llevando al límite la capacidad de pago de los campesinos; por otro lado el

comercio asfixiaba a los pobres, a los campesinos y a los pequeños comerciantes,

pues las pesas y medidas eran manipuladas para no pagar el precio justo. Ante

semejantes inequidades, muchos se veían obligados a recurrir a los prestamistas,

quienes aprovechaban el infortunio para arrebatarles sus posesiones, al no poder

pagar los altos intereses que les iban desangrando; y para colmo de males,

cuando acudían a los organismos de justicia en busca de alguna solución para

aliviar sus cargas, se encontraban de choque un sistema corrompido, en donde el

soborno era pan de cada día, a lo que el profeta se refiere en los siguientes

términos:

“Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por tierra”

Con estas metáforas el escritor de Amós resalta el menosprecio por un

valor tan importante para YHWH como es la Justicia. El juicio se ha convertido en


ajenjo, planta cuyo sabor es amargo, por lo cual causa desagrado al ingerirla, y al

ser comparada con el juicio, muestra el enfado que produce a Dios tales

actuaciones contra los más débiles.

El Estado está interesado en que se mantenga el esquema de ese

momento, pues se lucra de éste y garantiza la acumulación de riquezas. Por su

parte, la clase dirigente y los comerciantes, llenos de lujos, se dedican a construir

grandes edificaciones, costosas y suntuosas, en detrimento de los pobres.

La corrupción es tal que no hay garantías en los juicios, la impunidad está

asegurada para quien pueda comprarla. A este respecto el profeta Amós describe

la justicia como una piedra preciosa que es tirada en tierra como si se tratara de

basura. Las prácticas de la autoridad son un claro atentado contra el mandato de

Éxodo 23:8, que evidentemente había pedido vigencia: “Y no aceptarás soborno,

porque el soborno ciego aun al de vista clara y pervierte las palabras del justo”.

Como si esto fuera poco, la clase alta vivía convencida que el origen de la

“bendición” era Dios, producto de sus cultos, de ahí las palabras cortantes de

Yahvé en 5:21-23 “Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré

en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras

ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales

engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las

salmodias de tus instrumentos”. Hay un problema de fondo, que ha nublado de tal

manera la vista, que les impide ver el gran mal que están atrayendo para sí.
CONTEXTO HISTÓRICO DEL CAPÍTULO 5

Para muchos, el capítulo 5 constituye el corazón del libro de Amós, más

aún, consideran que en su interior alberga la esencia y el clímax de su palabra

profética, pues recopila tanto los capítulos que le anteceden como los que le

siguen. Esta perícopa pertenece al bloque de los “dichos” que incluye los capítulos

del 3 al 6, denominado de esta manera porque en ellos se recogen varios dichos

aislados, algunos propios del profeta, mientras que otros corresponden a dichos

populares retomados por Amós.

El capítulo 5 da inicio a una serie de tres “ayes” o lamentos, que es una

figura literaria que en el hebreo se conoce como quinah, los cuales están,

situados en 5:16, 5:18 y vinculan el capítulo siguiente en 6:1, el primero de ellos

anuncia la caída de la “virgen de Israel” y que para el primer caso corresponde al

lamento por el destierro; por lo cual, aunque el texto “original” se sitúa en el siglo

VIII, esta introducción tiene un mayor sentido si se ubica en tiempos de la

deportación babilónica, no obstante, también puede analizarse desde la

perspectiva de la invasión por parte de Senaquerib en 2 Reyes 19:21; el segundo

presenta la angustia de los campesinos al contemplar la situación devastadora

que les rodea, 5:18 corresponde a un lamento por quienes anhelan el día de

Jahvé sin percatarse de que es el día de su propia destrucción; y el tercero, en

6:1, es un lamento por los que llevan una “vida fácil”, aquí el sustantivo empleado
es shaanán, para denotar a quienes viven “a sus anchas”, arrogantemente, es un

derivado de ‫ ׁשָ ַאן‬shaán que significa “apoltronarse con indolencia”. Con lo cual el

autor resalta la altivez de los dirigentes de la nación.

Los temas centrales del capítulo son las injusticia de mano de los

poderosos y la corrupción de quienes la ejercen el derecho, por lo cual se hace un

fuerte cuestionamiento a las prácticas de sus jueces, denunciando sus

transgresiones y haciendo un llamado a volver a la Justicia, pues de lo contrario el

castigo es inminente. Es Dios mismo quien expone los delitos, solo la práctica de

la justicia puede posibilitar el perdón, pero se requiere una actitud penitencial de

confesión, pedir perdón y restituir lo quebrantado.

Arias Ardila (2015) sostiente que el capítulo 5: 1-17 puede dividirse de la

siguiente manera teniendo en cuenta su género literario por versículos:

 1 – 3 un lamento, por la caída de la virgen de Israel y por el destierro


 4-6 exhortaciones, invitación a buscar a Dios y no los santuarios
 7 denuncias, contra los que pervierten el derecho y el juicio
 8 – 9 Universalización de la amenaza, pues adquiere dimensiones
cósmicas (doxología)
 10 – 12 denuncias contra los que se oponen a la justicia y explotan a los
pobres
 13 Alerta contra el tiempo malo
 14 – 15 exhortaciones para buscar el bien y no el mal
 16 – 17 lamento por la muerte de los opresores

Teniendo en cuenta la posición central de la doxología, esta adquiere un

valor especial, constituye el centro del mensaje profético, y le otorga dimensiones

universales. El pecado de la injusticia ha adquirido un nivel cósmico.


APLICACIÓN MÉTODO DE LOS CUATRO LADOS

Lado político

En tiempos del profeta Amós el poder político estaba en manos de la

monarquía, y de su corte, que también disfrutaba de los privilegios otorgados a la

realeza. Su poder se hallaba centralizado en la capital del imperio, Samaria, desde

donde ejercían sus funciones.

Como bien lo registra el texto sagrado, antes de la institución de la

monarquía, Israel se hallaba organizada como una asociación tribal, en donde la

autoridad máxima estaba en cabeza de Dios, y la narrativa bíblica presenta la

solicitud de Israel para que se eligiera un rey sobre ellos, como un claro rechazo a

Dios (1 Sam 8:6b), y como un deseo de ser igual que las demás naciones (1 Sam

8:20).

Por supuesto el cambio en la forma de gobierno trajo consigo cambios

sociales, económicos, culturales, éticos y religiosos, que fueron presentadas como

una consecuencia ineludible, las cuales se describen claramente en 1 Samuel 8:

«El rey que ustedes ahora piden les quitará a sus hijos para ponerlos como
soldados en sus carros de guerra; unos serán jinetes de su caballería, e irán
abriéndole paso a su carruaje; a otros los pondrá al mando de mil soldados, y a
otros al mando de cincuenta soldados; a otros los pondrá a labrar sus campos y a
levantar sus cosechas, y a otros los pondrá a fabricar sus armas y los pertrechos
de sus carros de guerra. También les quitará a sus hijas, para convertirlas en
perfumistas, cocineras y panaderas. Además, les quitará sus mejores tierras, y sus
viñedos y olivares, y todo eso se lo entregará a sus sirvientes. Les quitará también
la décima parte de sus granos y de sus viñedos para pagarles a sus oficiales y a
sus sirvientes. Les quitará a sus siervos y siervas, y sus mejores jóvenes, y sus
asnos y bueyes, para que trabajen para él. También les exigirá la décima parte de
sus rebaños, y ustedes pasarán a ser sus sirvientes. El día que ustedes elijan su
rey, lo van a lamentar; pero el Señor no les responderá.»

Como puede observarse en el texto antes citado, la monarquía poseía un

poder absolutista, que se reservaba el poder no solo sobre el territorio sino

también sobre sus habitantes, sus familias, sus posesiones y aún sobre sus vidas.

Facultados plenamente para tomar de lo producido para mantener su aparato

burocrático y los lujos que caracterizaban esta clase política. Por lo que el profeta

alerta sobre un futuro lamento. Y en Amós abundan dichos lamentos, como un

cumplimiento de lo vaticinado en la profecía de Samuel.

El rey del momento, de acuerdo con el propio relato de Amós, era

Jeroboam, lo cual lo sitúa entre los años 782-753, pues también hace mención del

rey Uzías sobre Israel, el cual reinó entre el 767 – 739, en consecuencia, la

historia debió desarrollarse entre el 767 y 753, que fueron los años en los cuales

coincidieron ambos reyes en su gobierno.

Al analizar el poder político debemos mirar éste en conjunto con la idolatría,

pues las relaciones entre política e idolatría eran muy comunes y variadas para

Israel. Sicre (1998) afirma que existen dos modalidades extremas en dichas

relaciones:

 La difusión de prácticas idolátricas por conveniencia política, tal como ocurrió en


tiempos de Salomón7, Jeroboán I, Acaz o Manasés.

7
Sicre rechaza la interpretación de 1 Re 11:1-13 como una práctica idolátrica de Salomón producto de su
amor hacia las mujeres extranjeras, se inclina más bien por la idea de la construcción de altares a Moab y
Amón para mantener contentos a los numerosos mercaderes que acudían a Jerusalén.
 La divinización del rey o del Estado con vistas a mantener el “statu quo”, hecho
normal en el Antiguo Oriente, del que encontramos leves vestigios en Israel. (p.
370)

El segundo de éstos cobra especial valor en tiempos del profeta Amós,

pues el culto al imperio se ve materializado en las alianzas con otros

estados, como Asiria, Babilonia y Egipto entre VIII y VII a.C., cuando

pequeños países como Israel y Judá, ven como su única oportunidad la

firma de tratados internacionales y la entrega de tributos. Los profetas por

su parte, consideran que mediante estos acuerdos, se le otorgaba

cualidades divinas a estas potencias, e incluso se le ubica en el lugar de

Dios. Esto puede comprobarse en Jeremías, en donde es Dios mismo quien

obliga a pagar tributo a Babilonia cuando expresa:

“Y ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de


Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del
campo le he dado para que le sirvan… A la nación y al reino que no
sirva a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que no ponga su cuello
bajo el yugo del rey de Babilonia, castigaré a tal nación con espada,
con hambre y con peste, dice Jehová, hasta que acabe con ella por
medio de su mano”. (Jeremías 27:6-8)
Podemos inferir que las relaciones de poder se daban en el marco de la

conveniencia política, de la burocracia y de la corrupción de sus gobernantes; el

elitismo se había apoderado de la sociedad haciendo cada vez más profunda las

divisiones entre los dos grandes grupos sociales. Al ejército se le acusa por la

explotación económica, las masacres y los crímenes en los oráculos del capítulo

1, pues este grupo también era sostenido a costa del pueblo.

Amós objeta contundentemente la vida de lujos de los habitantes de

Samaria, aquellos que “construyen casas de piedra labrada y que plantan


hermosas viñas”, pero que no las habitarán ni beberán el vino de ellas. ¡No habrá

disfrute! La amenaza del reino de Asiria, la lucha de Egipto por mantener su

hegemonía, y en general, el panorama de luchas entre las potencias de Oriente

por controlar las rutas comerciales y el Mar Mediterráneo, es presentado por el

profeta como un castigo de Dios, por el descontento frente a todo lo que está

aconteciendo internamente en el Reino del Norte; Amós expresa que Dios mismo

les da fuerza al despojador sobre el fuerte, Él es quien envía a despojador sobre la

fortaleza (Am. 5:9), a fin de que “busquen a Jehová y vivan”.

Lado Económico

Como se ha comentado anteriormente, el Reino del Norte en este periodo

experimenta una bonanza económica, constatada por los restos arqueológicos de

construcciones, tales como las excavaciones de Debir y Hazor, que confirman la

existencia de casas ricas y pobres (Sicre, J., 1984, p. 56). El capítulo 5 da cuenta

de una especie de protesta por parte de los campesinos en contra de la constante

explotación por medio de altos impuestos.

El profeta Amós presenta en los llamados “dichos contra las naciones” una

crítica en contra de la política económica imperante, cristalizada en las rutas

comerciales, según 2 Reyes 14:23-29, Jeroboán II convirtió a Israel en una

economía fuerte, al controlar las rutas y las fronteras con Siria y con Judá, periodo

de expansiones territoriales, por lo que la densidad de la población aumentó. Los

edificios eran suntuosos y progresó la industria textil y la del tinte.


En esta época adquiere un valor especial la tierra, por lo cual se dieron

movimientos violentos para la acumulación de éstas, por supuesto el

acaparamiento de tierras no se de manera improvisada o aleatoria, el proceso de

latifundización es planeado, de modo que se aprovechen las “mejores” tierras. El

vers. 11 emplea el término bashas ‫ּבָׁשַ ס‬, traducido como pisotear, por lo cual

podemos concluir que el escritor hace referencia a la manera violenta como

algunos adquieren las heredades, casas y campos, podríamos estar hablando de

una expropiación de tierras.

Si bien la metalurgia es empleado con fines militares, para la creación de

armas, empieza a desarrollarse un sistema de intercambio a través de metales, el

cual se perfeccionaría en el siglo siguiente, abandonando de esta manera el

sistema de intercambio (trueque) empleado hasta el momento.

Puesto que los campesinos y artesanos necesitaban las herramientas para

su producción agrícola y la elaboración de sus productos, debían recurrir al

comercio, pero ante el nuevo sistema de cambio por medio de metales quedaban

a merced del valor de cambio impuesto desde palacio. Con lo cual se perdió su

verdadera capacidad de intercambio, pues en el nuevo orden buscaba maximizar

las riquezas del imperio, dando paso a lo que hoy conocemos como “plusvalía”,

propio de los sistemas capitalistas en la actualidad.

Los prestamistas por su parte recargan con intereses excesivos a los

campesinos, y los grandes comerciantes, roban el producto de sus cosechas

manipulando las balanzas, para llevarlos al extremo de tener que poner en prenda

sus bienes y sus tierras.


El tema de los préstamos adquiere gran importancia para el profeta, es

imperioso revisar lo consagrado en Éxodo 22:25 y Deuteronomio 24:17, para no

dejar “desnudo” al prójimo y tener compasión por la viuda; aún es más relevante

retomar el año de la remisión, cada 7 años y la práctica de la generosidad tan

ausente en las relaciones sociales del momento.

En esta época se da una clara violación a la tradición de la propiedad de la

tierra, a la herencia, y a la posibilidad de su rescate, y es precisamente en este

punto en el que es fundamental el papel de la administración de la justicia, pues

niega a los pobres este derecho al exigir grandes sumas de dinero, con lo cual la

ley se hacía letra muerta. De esta manera, los tribunales se hacían responsables y

hasta cómplices en el mantenimiento de las desigualdades entre la riqueza de la

clase privilegiada y la pobreza extrema del pueblo.

El pobre es oprimido hasta el extremo también en el ámbito comercial, en

donde los “débiles” son aplastados, triturados por los comerciantes, que han

establecido un sistema de relaciones completamente excluyente,

desproporcionado. El fraude se torna evidente por el empleo de balanzas

manipuladas y la fijación de precios elevados, lo cual se entiende por las palabras

de Amós en 8:5 cuando habla de “achicar la efa8 y aumentar el shequel, de esta

manera la treta de este grupo económico. La efa corresponde a la medida

empleada para los granos y el shequel al precio pactado, es el precio como norma

comercial. Cuando habla de subir los precios no se refiere al incremento natural

por la pérdida del valor del dinero en el tiempo, sino que el término ‫ ּגָדַ ל‬gadal se

8
Término derivado del idioma egipcio
refiere a torcer el valor, es un incremento excesivo, en contraposición, el término

‫ קָ ט ֹן‬catón, traducido como achicar, se refiere a hacer parecer poco.

El hecho de que se refiera al trigo constituye una afectación al sustento de

las personas, a su alimentación básica. Pero aún en 8:5-6 se puede observar que

existe una diferenciación en el tipo de trigo, hay un trigo para “ricos”, un trigo que

ha sido clasificado, desgranado (‫ ׁשֶ בֶר‬shéber, como si fuera en sus granos

individuales), así mismo hay un trigo para los “pobres”, el ‫ מַ ּפָ ל‬mapál, es el trigo de

desecho, sucio, el trigo que se barre. No obstante, para todos los casos los que

siempre salen favorecidos son los comerciantes.

Este constituye el aporte del comercio a las estructuras de opresión del

sistema imperante y en el rostro de los más débiles ya se pueden ver las marcas

de la desigualdad, el pobre languidece a causa de la injusticia. Una sociedad

dividida entre ricos y pobres, mediados por un sistema económico con una gran

carga tributaria que auspiciaba la usura, la manipulación, la apropiación de tierras,

la desigualdad y hasta el esclavismo, pues muchos perdían aún su libertad por no

poder pagar sus deudas.

Lado ideológico

Teniendo en cuenta que el sistema de gobierno, la monarquía,

representaba una suerte de acuerdo entre el rey y el pueblo, en el cual el primero

“garantiza” la tranquilidad y la protección de otros reinos a cambio de la entrega de


tributos. Esto por supuesto en tiempos de guerra, era en cierta forma validado, no

obstante, en el momento histórico por el cual atraviesa el Reino del Norte en

tiempo de Amós, carece de sentido. Por lo cual se requerían acudir a una fuerte

carga ideológica para lograr que el pueblo continuara con sus “contribuciones”,

que al final sostenían el aparato burocrático.

Dicha ideología, fue apoyada por la “Religión” que se oficializó, pero que

estaba completamente alejada de las enseñanzas mosaicas, pues se vio

permeada por la influencia de religiones cananeas en un sincretismo tal, que

Gottwald expresa:

Nuestra comprensión de las uniones entre el yavismo y el baalismo en este


período pueden ser mejoradas substancialmente por las inscripciones y dibujos
hasta ahora no publicados provenientes de un santuario de los siglos IX/VIII, la
evidencia parece mostrar que Yavé era adorado allí, ya sea como Baal, o en
paralelo con Baal, así también tenía una esposa denominada su Asherah. De esta
forma, a pesar de la supuesta extirpación del baalismo en el norte un siglo antes,
se manifiesta que un sincretismo completo a tal punto había fundido los elementos
del yavismo y del baalismo que Oseas puede describir la situación cultual y
sociopolítica resultante como una de "ningún conocimiento. (p. 342)

Las reiteradas amenazas de invasiones aseguraban el pago de tributos al

Rey, pues creaba una sensación de seguridad basada en la dependencia del

imperio. De este modo hacían que los pobres, campesinos, artesanos y demás

contribuyentes aceptaran como lo “mejor” la continuidad de sus dirigentes.

Consiguiendo estabilidad tanto por parte del pueblo como de sus posibles

opositores.

En contraposición a la ideología del imperio y de la “Religión Imperialista”

aparece la de los profetas como Oseas y Amós, anunciando la caída de la “virgen

de Israel”, una caída que no tiene revés, pues “No hay quien la levante”. Amós
deja ver que todo el aparato creado y la supuesta “seguridad” profesada por los

dirigentes está próxima a caer. La imagen de la virgen tendida que no hay quien la

levante, está referenciando la caída de la capital como producto de la maldad de

sus dirigentes, que abominan a quien habla lo recto, que afligen al justo y hacen

perder el juicio a los pobres.

El problema para este grupo radica en el abandono a Yahvé, por lo que la

invitación es “Buscadme y viviréis”. Entonces expone al poder religioso, que está

buscando a refugio en el lugar equivocado, pues no está ya en los santuarios, no

está ni en Gilgal, ni el Bethel, ni en Bersebah. La injusticia se ha apoderado de los

santuarios, por lo cual la búsqueda que se requiere es la búsqueda del propio

Yahvé, traducido en la búsqueda del derecho y la justicia.

Los versículos 7 y 10-12 que rodean la doxología, presentan una denuncia

contra los que tuercen el derecho, y echan la justicia por tierra, por una parte; y

contra los que aplican el “derecho”, los tribunales, que afligen al justo y reciben

dádivas para hacer perder a éstos su causa, por otra parte. Denuncias que vienen

a su vez envueltas en exhortaciones a buscar a Yahvé (relacionado con el hacer el

bien en el v. 15) y no buscar los santuarios (relacionados con el hacer el mal en v.

15). En los extremos de esta profecía aparecen los lamentos, el lamento del inicio

por la virgen de Israel (bethulah) y un lamento final por los opresores.

La injusticia es una ofensa directa a Dios y es presentada como un pecado

que rebosa la copa de Yahvé, por lo cual es inminente su castigo.


Los versos del 21 al 27 presenta dos actitudes diferentes para agradar a

Dios, una exterior y carente de compromiso frente a la realidad; y otra con énfasis

en la justicia, comprometida con el bienestar de los demás.

Amós rechaza la ideología socio-religiosa, pues sobre ésta se fundamenta

la injusticia, en contraposición aparece la idea de Elohei Sabaot, el Dios que

liberta a los pobres de las estructuras que mantienen las desigualdades.

Lado sociocultural

La sociedad experimentaba una modernización y crecimiento en su

infraestructura, debido a las suntuosas construcciones que tuvieron origen en esta

época (palacios, casas, sistemas de riego, acueductos, etc.).

De acuerdo con lo expresado por los textos de Amós y Oseas, se puede

inferir que la sociedad estaba dividida en tres grandes grupos sociales: Un primer

grupo integrado por el rey y su corte, el segundo compuesto por los sacerdotes,

profetas del templo, el ejército, grandes comerciantes, prestamistas y los

latifundistas, y un tercer grupo integrado por el pueblo (campesinos, artesanos y

esclavos).

Si bien para el contexto del antiguo Israel no puede hablarse de “clases

sociales”, sino de grupos tribales, en los cuales algunos gozaban de privilegios,

haremos uso de este término para facilitar nuestra comprensión del texto. La

clase alta y privilegiada se mantenía aislada o en conflicto con los intereses del
pueblo, mientras que el segundo grupo se servía del sistema económico para

sacar ventaja y apropiarse de lo poco que tenía el pueblo para su sustento.

En el capítulo 5 se referencia a los comerciantes, respecto de los cuales

Sicre (1998) sostiene que:

Amós descubre en los comerciantes el deseo de enriquecerse a costa de los pobres,


traficando con su libertad, vendiéndoles incluso los peores productos, angustiados de tener
que cerrar sus negocios un solo día de fiestas. Resulta difícil saber si tras esta operación
se esconde una intención más grave: arruinar a los campesinos pobres, para que se vean
obligados a entregar sus tierras y venderse como esclavos. (p. 401)

La profecía de Amós se erige en contravía a lo que la “realidad” planteaba,

pues todo en apariencia era prosperidad y abundancia, pero en lugar de levantar

un cántico de júbilo, Amós proclama un lamento. ¿Estaba acaso desubicado el

profeta?...En lo absoluto! Sus palabras dejan ver su profunda molestia por las

desigualdades e injusticias sociales, pues todo el sistema reposaba sobre la base

de la explotación y el abuso a los pobres, pero también es la lucha entre la ciudad

y el campo.

La Clase baja, constituida por los campesinos, los asalariados, los pobres,

las viudas, los huérfanos y en la parte más baja los esclavos, algunos de los

cuales llegaron a ser incluso del mismo Israel, pues debido a la imposibilidad de

cancelar a los acreedores las sumas adeudadas se llevaban a sus hijos como

siervos (cf. 2 Reyes 4:1), cargaba con todo el peso del imperio y eran objeto de las

más grandes injusticias.

Cuando el capítulo 5 hace referencia a los pobres y para ello emplea el

término ‫ ּדַ ל‬dal, que significa el que es débil socialmente, flaco, el afligido, el

jornalero. Es un derivado de ‫ ּדָ לַל‬dalál, verbo que significa abatir, afligir, agotar,
empobrecer. Denota a una persona cuya apariencia física demuestra la condición

social en la que se encuentra, personas raquíticas por causa de la perversión en el

comercio, es la condición humana en su aspecto más deplorable.

De este modo aparece una nueva clase social, los esclavos, en Amós se

hace referencia a dos formas de constituirse en un esclavo, la primera producto de

la guerra, al ser tomados como prisioneros; y la segunda en virtud de deudas que

no hayan podido ser pagadas. Vale la pena resaltar que en el contexto en que se

mueve Amós, la esclavitud no está penalizada, no obstante, para el profeta esto

es denunciable, pues nada justifica que se tome como esclavo a otra persona.

Las tensiones entre los grupos sociales se agudizaban por las injusticias a

las que eran sometidos la clase baja; pues la clase alta se enriquecía cada vez

más a costa de la debilidad de los pobres, violando sus derechos y exigiendo de

ellos multas o regalos de trigo (Vers. 5:11). En el versículo 12 el texto habla de

“cohecho”, que no es otra cosa que el soborno o una especie de rescate que se

pagaba por la libertad de un asesino. De esta manera los ricos se libraban de

todo, mientras que el pobre, aunque justo, no tenía oportunidad de salir bien

librado.

Los términos alusivos a la justicia y al derecho ‫ מִ ׁשְ ּפָ ט‬mishpát y ‫צְדָ קָ ה‬

tsedacá aparecen recurrentemente a lo largo del libro, y en el 5:7 aparecen juntos.

El primer término según el diccionario Strong hebreo se refiere a:

Veredicto (favorable o desfavorable) pronunciado judicialmente, específicamente


sentencia o decreto formal (humano o de la ley divina [del participante], indiv. o
colectivo), incl. el acto, lugar, la demanda, el crimen, y la pena; abstracto justicia,
incl. el derecho o privilegio del participante (estatutario o acostumbrado), e incluso
estilo.

En cuanto al segundo expresa: “derecho, rectitud (abstracto), subj.

(rectitud), obj. (justicia), mor. (virtud) o fig. (prosperidad)”. Esto se refiere a lo que,

por esencia es correcto, la concepción de que Dios creo un mundo en equilibrio y

armonía, del cual espera que todos los seres vivan equitativamente, por lo que

todo acto de injustica atenta contra el orden de Dios, contra su proyecto, es un

ataque directo a Dios.

A diferencia del derecho romano, las funciones en los procesos hebreos no

se encuentran bien delimitadas, de modo que los tribunales constituyen la

instancia a la cual pueden acudir quienes sienten que sus derechos han sido

vulnerados, por ello no gozan del aprecio de los poderosos. El gran problema

político de Amós es precisamente el que quienes administran la justicia han

pervertido el derecho, la corrupción se ha apoderado de los estamentos, ante lo

cual el profeta levanta un lloro.

De la administración de la justicia dependen los bienes e incluso la vida de

las personas, y en tiempos de Amós ésta no funciona adecuadamente, con

frecuencia se menciona el soborno y el cohecho, para absolver al culpable y

condenar al justo.

En el caso de los tribunales, la justicia está acompañada de una gran

preocupación por el culto, por lo cual el interés está ubicado en las

peregrinaciones, las víctimas y las ofrendas, sin importar los vejámenes de los que

son objeto los pobres.


En consecuencia, podemos concluir que las relaciones entre los diferentes

grupos sociales en el contexto del libro de Amós se sitúan en el plano de los

beneficios económicos, una sociedad “mercantilizada”, en donde aún la conciencia

y la vida tienen un precio, y en donde la justicia ha perdido el valor para quienes la

administran, al punto de ser tratada como “basura” que es echada por tierra, no es

más que “ajenjo” que amarga, al ver la impunidad y la tergiversación de un

sistema que se ha pervertido, del cual ya nadie quiere beber, por lo que muchos

optan por callar desesperanzados.


CONTEXTUALIZACIÓN

En los últimos dos años, En Colombia, el tema de la Justicia ha cobrado

unas dimensiones preponderantes, producto de una sociedad que reclama: “No

hay paz sin justicia”. Lo cual así mismo ha generado que la corrupción, la

administración de la salud, la seguridad ciudadana y el empleo ocupen los

primeros lugares en las preocupaciones del colombiano de a pie.

La corrupción ocupa el principal lugar de descontento entre la población,

poniendo en evidencia un descrédito generalizado de La Justicia y sus

instituciones. Pero cómo no dudar, cuando son señalados por corrupción, quienes

en teoría deben garantizar la transparencia en el ejercicio de la Justicia. Tal es el

caso ocurrido el pasado 27 de julio de 2017, cuando fue capturado el exfiscal

anticorrupción Luis Gustavo Moreno, posteriormente extraditado a EE. UU., para

responder por delitos de conspiración para el lavado de activos, conspiración y

fraude, así mismo por favorecimiento a un exgobernador de Córdoba investigado

por la Fiscalía en más de 20 casos de corrupción, celebración indebida de

contratos, peculado por apropiación.

A esto se suman las denuncias por corrupción al interior del INPEC, órgano

encargado de la administración de las cárceles en Colombia, en donde

funcionarios de altos cargos han sido señalados de conceder beneficios a

reclusos, permisos para el ingreso de drogas, concierto para delinquir, cohecho,

entre otros.
Por su parte, la Corte Constitucional, tampoco escapa del flagelo de

corrupción que azota las instituciones de justicia, pues para mayo de 2018 se hizo

público un escándalo en el cual fue acusado un secretario de la entonces

Secretaria General de la Corte por exigir sumas de dinero a cambio de garantías

en la selección y direccionamiento de tutelas.

Así como son múltiples los casos en los que han visto envuelta la

Administración de Justicia, son múltiples las causas a las cuales se le atribuyen, la

mayoría coincide en que se debe a la introducción de la “politiquería” en la Rama

Judicial, la falta de un órgano de control de la disciplina de los jueces y la ausencia

de un tribunal de ética que regule el ejercicio de la profesión.

Frente a esta realidad, el texto bíblico, más concretamente la experiencia de

Amós, nos interpela, nos confronta y nos reta a tomar una actitud denunciante, a

dejar la posición de indiferencia y pasividad frente a un sistema que se ha

perpetuado en el poder y ha ido desangrando a los más débiles.

Tal como lo presenta el profeta, la crisis institucional nos es más que el

reflejo de una sociedad que se ha corrompido hasta sus bases, por ende, necesita

ser “limpiada”. Para llegar a dichas instancias ha tenido que recorrer todas las

demás esferas de poder, y como si se tratara de un cáncer ha ido invadiendo todo

el cuerpo del Estado. La complicidad entre dirigentes, grandes capitalistas y

empresarios, organismos de control y el sistema judicial evidencia que el mal se

ha multiplicado.
Desde la visión del profeta Amós, necesitamos como sociedad

sensibilizarnos ante la pobreza y la injusticia que padecen la mayoría de nuestros

hermanos colombianos, más aún como teólogos y teólogas estamos llamados a

ser la voz de los “mudos”, para denunciar a quienes abusan y generan toda clase

de miserias a las mayorías, que se traducen en violencia, desplazamientos,

inequidades, desigualdad, etc.

La pasividad e indiferencia no son opciones para el profeta, ni deben serlo

para nosotros hoy, no es posible que nos hallamos acostumbrado a ver en el

poder a las mismas familias que por décadas han estado al frente de la

administración del Estado, hambrientas de mayores riquezas y beneficios,

mientras la clase pobre lucha cada día más por satisfacer sus necesidades

básicas.

Con tristeza escuchamos a algunas personas decir: “no importa que roben,

pero que hagan algo”, esto no es más que la muestra de que somos una sociedad

enferma, adormecida, conformista. Y cuando alguien osa levantar su voz para

denunciar, exponiendo su propia vida, muchas veces se ve enfrentada a

comentarios como: ¿y eso para qué? ¿eso no sirve de nada? ¡Una gaviota no

hace verano! ¡El que tiene plata marranea!... entre otros, esto sin contar las voces

que buscan acallar por medio del amedrentamiento.

Nuestro mensaje está dirigido inicialmente a quienes ostentan el poder para

rechazar sus malas prácticas y mostrar nuestra indignación por el daño causado a

tantos hermanos y hermanas, pero también a los oprimidos como un recordatorio


de la buena voluntad de Dios, de su compañía y compasión por los que sufren, los

oprimidos, los pobres.

Al tiempo que endurecemos nuestra voz de protesta contra los opresores,

motivamos sus víctimas a la denuncia, a fin de que el “juicio corra como agua y la

justicia como arroyo impetuoso”. Pues en medio de la aflicción hay una voz de

esperanza, la seguridad de un Dios que quiere establecer su Reino, reino de

Justicia, pero que necesita voces que hagan eco al “Rugido del León”.

En Amós 1:2 el profeta emplea la metáfora “Ruge Yahvé desde Sión”,

asemejando a Dios con un León que se encuentra preparado para atacar, y en la

segunda parte de este versículo dice que desde Jerusalén Levanta Su voz, que de

acuerdo con algunos contextos también puede ser traducido como un “rugido” o

como “trueno”. Esto nos ofrece la idea de un mensaje que causa expectativa en

los que lo escuchan, para captar la atención de los oyentes, que anuncian que

algo tremendo se avecina. Es un anuncio que no da lugar a la indiferencia, por el

contrario, demanda acciones, pues algo grande se avecina.

De la misma manera nosotros, como teólogos y teólogas, debemos desde

la academia y la iglesia, generar espacios de diálogo en torno a la justicia y su

establecimiento en nuestra familia, escuela, sociedad y nación, pues los actos de

injusticias están tan impregnados en nuestras formas de actuar que requieren el

concurso de todos para sobreponernos a ellos. Hacemos “eco al Rugido” como

padres, cuando enseñamos los valores de la honestidad, el respeto y la tolerancia;

cuando desde la academia promovemos la imparcialidad y la transparencia;

cuando desde las iglesia procuramos el bienestar de los más necesitados y


actuamos con transparencia; y cuando como sociedad velamos por la creación de

leyes más justas acorde a los intereses comunes. Ante esta responsabilidad ¿vas

a callar?

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

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