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La importancia de la inteligencia emocional en el aprendizaje del inglés

Por Janethe A. López Pérez

El aprendizaje y la inteligencia emocional son dos variables que impactan en


todos los procesos de adquisición de información de cualquier materia, además,
actualmente se involucran las formas de aprendizaje a distancia o presencial. Por lo
tanto, para aprender una segunda lengua, como el inglés, debe haber inteligencia
emocional, pero, ¿qué es inteligencia emocional?

El concepto de inteligencia emocional no es simple de definir, ya que tiene


multiplicidad de definiciones y enfoques. Se creía que la inteligencia emocional solo la
poseían algunos individuos y que, con esas habilidades, se razonaban mejor las
emociones y por ende podían usarla para mejorar el pensamiento.

Según Mayer y Salovey (1990) se consideraba que la inteligencia emocional


estaba ligada a la inteligencia de habilidades interrelacionadas (inteligencia en general),
sin embargo, esto cambió debido a que aumentaron sus características, de las cuales
muchas hacen referencia a sentimientos como la felicidad, la autoestima, el optimismo y
la autogestión más que a habilidades. Por lo tanto, la inteligencia emocional se ha
concebido como una habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias
emociones, y la de los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual
(Mayer & Salovey, 1990).

Es importante comprender que existen distintos modelos que tratan de definir la


Inteligencia Emocional como una serie de habilidades que varían en percepción y
comprensión emocional de las personas. También se define que la inteligencia
emocional es la habilidad para percibir y expresar emociones y que estas mismas
ayudan a razonar emociones, pensamientos, las ideas de los demás y también de uno
mismo. Por ello, un estudiante que tiene una amplia consciencia emocional puede
desenvolverse mejor, por ejemplo, la persona que cuenta con una inteligencia
emocional alta, puede comunicarse mejor que otros, al no entender un tema; puede
alzar la mano y confiar de sí mismo por querer aprender, mientras que otra persona,
hará caso omiso y se quedará en el conformismo.

También, en lo que respecta la inteligencia, se sabe que los hemisferios


cerebrales juegan un rol en la emoción. El hemisferio derecho se encarga de la
comprensión y expresión del lenguaje, así como del componente corporal, lo que
incluye a las emociones; y el hemisferio izquierdo corresponde al experimentar los
sentimientos positivos.

¿Cómo se relacionan la inteligencia emocional y el aprendizaje?

Autores como Gallego Gil y Gallego Alarcón (2006), mencionan que la primera
instancia de inteligencia emocional se aprende dentro de la familia, y en las
instituciones es donde se llega a modificarla. En algunas se reestructura de manera
positiva o negativa, teniendo como modificadores el tipo de convivencia con los demás
y el conocimiento propio (Fernández & Montero, 2016). Es decir, la inteligencia
emocional puede verse afectada por la influencia interpersonal, ya sea por amigos,
familia, trabajo, etc.

Es primordial que en la educación se desarrolle el talento y las capacidades de


los educandos, sin frenar en ningún momento sus aspiraciones, creatividad e
imaginación ya que estos impulsan que el alumnado sobresalga con habilidades que le
servirán en la vida. Así mismo, les proporciona confianza y saber expresarse
libremente, tal y como lo define la inteligencia emocional. Para mejorar e incrementar
esta confianza y, así mismo, la inteligencia emocional en el alumnado, el psicólogo
Gardner (1993) indica que el profesor debe infundir seguridad y un ambiente agradable,
los cuales intervienen para que los estudiantes sean empáticos con el aprendizaje que
les brinda el maestro.

Pero no todo es solo el alumno y su inteligencia emocional, también son


necesarios profesores con inteligencia emocional que comprendan el hecho de querer
enseñar mediante el conjunto de estas dos variables -aprendizaje e inteligencia
emocional-, y las vea como un ente que no debe ser separado uno del otro para
obtener mejores resultados.

¿Entonces cómo se involucra la inteligencia emocional con el aprendizaje


de una lengua extranjera como el inglés?

Según minuciosas investigaciones que abarcan la inteligencia emocional, los


estudiantes principiantes presentan más ansiedad que los alumnos intermedios o
avanzados. Este sentimiento se reduce a medida que el estudiante domina el idioma y
adquiere más herramientas de comunicación, confianza y versatilidad para la lengua
extranjera. Respecto a esto, una investigación del Ministerio de Educación en Colombia
(2002) sostiene que hay que priorizar y desarrollar las habilidades de comunicación, por
lo que los estudiantes deben enfrentar prácticas orales, como conversaciones, juego de
roles, vida cotidiana, etc.

Aun así, ¿existirá la deficiencia en la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional, reiterando, le permita al individuo desenvolverse


emocionalmente, por comunicación y por aprendizaje, pero ¿qué puede afectar esta
inteligencia emocional? Las experiencias difíciles como las humillaciones, abandonos,
agresiones, especialmente cuando suceden en las etapas en las que uno es más
moldeable (infancia o juventud), pues pueden generar problemas en su
desenvolvimiento o fortalecer la inteligencia emocional. De una experiencia dolorosa,
unas personas aprenden, reflexionan y obtienen conclusiones positivas que las hacen
más flexibles, tolerantes e incluso fuertes. Otras, sin embargo, se hunden y no ven la
salida. (Bautista, 2013).

Este problema de ansiedad comienza en las primeras etapas de aprendizaje en


la lengua en cuestión, por ejemplo, el inglés u otra lengua extranjera. Es como tener
una incapacidad para adquirir una pronunciación adecuada o la dificultad para aprender
las reglas gramaticales. Si estas experiencias llegan a tornar nervioso al estudiante y,
además, se involucra en una situación incomoda como el hecho de haber cometido
errores, pueden detonarse altos niveles de ansiedad. Cuando esto sucede de manera
reiterada, el alumno comienza a asociar la ansiedad o su deficiencia de inteligencia
emocional con la lengua extranjera y su aprendizaje. (Maclntyre & Gardner, 1989).

Por lo tanto, un aprendiz de inglés, aunque demuestre las habilidades cognitivas


(inteligencia en la materia), puede tener un bloqueo o rezago en lo que a inglés o
lengua extranjera se refiere, todo gracias a lo que la ansiedad produce y afecta en la
inteligencia emocional del alumno. Por ello, el alumno no puede sobresalir, expresarse
bien, y desarrolla sentimientos de terror ante pruebas o exámenes. Cuando un
estudiante presenta emociones negativas, como la ansiedad, temor, ira o tristeza, es
producto de estas emociones puede resultar en que el alumno cuestione sus
capacidades lingüísticas. A esto le podemos llamar frustración.

La frustración también es una respuesta emocional y una de las tantas variables


que pertenecen a la inteligencia emocional. Las causas de la frustración varían en cada
individuo y en la manera en la que este sobresale con sus emociones. Aunque, en
algunos casos, esta frustración pudo haberse creado en un momento de insatisfacción
o deseos familiares frustrados.

Aquí entra en cuestión la autoeficacia, que según la teoría de Bandura (1993), es


la capacidad de reconocer el propio comportamiento y las habilidades o capacidades
que se tienen para aprender algo nuevo o una actividad específica. El hecho de sentirse
auto eficaz resulta en querer esforzarse más en el aprendizaje. Por ello, es importante
fortalecer la percepción de autoeficacia en los estudiantes de inglés o de alguna lengua
extranjera.

Por otro lado, la autorregulación es la capacidad de conocerse a sí mismo y de


controlar el propio comportamiento. Requiere de auto observación, juicio propio y auto
respuesta. También es necesaria en el aprendizaje del inglés puesto que se forma y
fomenta una creencia en la que el aprendiz recrea y desarrolla sus habilidades para
escuchar, leer, comprender, escribir y hablar mejor el idioma.

¿Cómo motivar al aprendiz de inglés de manera emocional?

Primero que nada, se puede hacer uso de emociones que favorezcan las
respuestas optimistas ante una respuesta; alegría, entusiasmo, etc. También, se puede
ubicar y neutralizar los estados de ánimo que puedan obstaculizar el aprendizaje.
Incluso, se puede motivar con metas, por ejemplo: un deseo, como viajar a otro país o
relacionarse con personas de distintas culturas.

En conclusión, una persona con inteligencia emocional tiene la capacidad de


auto conocerse, autocontrolarse y expresarse. Particularmente, lo estudiantes que
dominan sus emociones, tienen las características de poseer un pensamiento optimista,
la capacidad de auto motivarse, sostener buenas relaciones y una buena comunicación.
Sin embargo, a pesar de los intentos por elevar los niveles de inteligencia emocional,
siempre existirá cierta deficiencia en las habilidades adquiridas, así como en el manejo
de las emociones ante situaciones de ansiedad, pues siempre se está expuesto a
situaciones en las que uno puede ser humillado por los demás o por los pensamientos
propios. Por lo tanto, la inteligencia emocional en los procesos de aprendizaje del inglés
o una lengua extranjera resulta de alta importancia para alcanzar los objetivos
propuestos por él mismo o por el círculo que lo rodea. Este trabajo no es únicamente
responsabilidad del alumno, sino que también recae en los profesores o instructores de
la materia en curso. Los maestros juegan un rol de suma importancia en el desarrollo
de la inteligencia emocional. Ellos pueden incentivarla o apagarla, pues son quienes
tienen la capacidad de guiar al alumno a través del camino del aprendizaje.
Bibliografía

Bandura, A. (1993). Perceived self-efficacy in cognitive development and functioning.


Educational Psychologist.

Bautista Silvia (2013,11 de mayo). Frustración e indefensión. Psicología por favor.


Recuperado de: http://maspsicologiaporfavor.blogspot.com.co/
Fernández-Martínez, A. M., & Montero-García, I. (2016). Aportes para la educación de
la Inteligencia Emocional desde la Educación Infantil. Revista Latinoamericana de
Ciencias Sociales, Niñez y Juventud.

Gallego-Gil, D. J. & Gallego-Alarcón, M. J. (2006). Educar la inteligencia emocional en


el aula. Madrid: PPC.

Gardner, H. (1993). Frames of Mind: The Theory of multiple intelligences. New York:
Basic Books.

MacIntyre, P. D., & Gardner, R. C. (1989). Anxiety and second‐language learning:


Toward a theoretical clarification. Language learning.

Mayer, J. D., DiPaolo, M. T. & Salovey, P. (1990). Perceiving affective content in


ambiguous visual stimuli: A component of emotional intelligence. Journal of
personality Assessment

Ministerio de Educación Nacional República de Colombia. (2006). Formar en Lenguas


extranjeras: El Reto, lo que necesitamos saber y saber hacer. Colombia:
Espantapájaros Taller.
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. (2002). Marco Común Europeo de
Referencia para las lenguas: Aprendizaje, Enseñanza y Evaluación. Madrid

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