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INDICE
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PREFACIO.............................................................................................4
La valoración en el matrimonio .............................................................6
"Y serán un solo cuerpo " .....................................................................8
"La bendición de Eliahu Hanabi " .........................................................11
"Menos teoría y más práctica" ..............................................................14
"El verdadero cariño" ............................................................................16
"Mentir para preservar el Shalom" ........................................................19
"El llanto de la mujer" ............................................................................21
"Las pequeñeces de todos los días" ....................................................25
"La casa judía" ......................................................................................28
"Shalom... ¿con quién?" ......................................................................31
"Un poco de legumbre, pero con amor" ...............................................34
"El buen carácter" .................................................................................37
"El favor, la verdad y el Shalom" ..........................................................39
"¿Convivir o habitar en un mismo hogar?" ...........................................42
"Saber comprender a la mujer" ............................................................44
"La inteligencia de la mujer" .................................................................47
"El agradecimiento" ..............................................................................50
"Buscar lo bueno del otro" ....................................................................54
"El mérito de la Sedaká" .......................................................................57
"Control y dominio" ...............................................................................60
"No hacer sufrir al otro" .........................................................................65
"Aprendamos a conocernos" ................................................................68
"La sonrisa en el matrimonio" ..............................................................71
"Reforzar la fe" ......................................................................................74
"El estudio de Torá es la bendición del hogar" .....................................76
"La Tefilá, la Sedaká y las Berajot de los Sadikim" ..............................79
"La voz del dinero" ................................................................................84
"El valor de un minuto" .........................................................................87
"Nuestro secreto" ..................................................................................90
"La forma de corregir" ...........................................................................93
"Cómo responder a la crítica" ...............................................................95
"La bendición del Shabat" .....................................................................98
"Consejos para el hombre" ...................................................................100
"El sentimiento y el raciocinio" ..............................................................103
"Decisiones en conjunto" ......................................................................106
"La belleza de la mujer" ........................................................................109
"El complemento perfecto" ...................................................................111
"El sostén del marido" ...........................................................................115
"Cómo atravesar las situaciones difíciles" ............................................118
"La relación con los suegros" ...............................................................121
"La intromisión de los padres" ..............................................................123
"El ejemplo para los hijos" ....................................................................126
"La Tefila de Ribí Shimhon bar Iojai" ....................................................129
"Falta de coincidencia" .........................................................................132
"Tres consejos" .....................................................................................135
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"Cuidado con las ofensas" ....................................................................138


"El viernes a la tarde" ...........................................................................141
"La comunicación" ................................................................................144
"Consejos para la mujer" ......................................................................147
"El respeto mutuo" ................................................................................149
"Aprender a hablar" ..............................................................................151
"Aprender a escuchar" ..........................................................................155
"Ejemplos de la vida diaria" ................................................................158
"La verdadera felicidad" ........................................................................161

PREFACIO
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"Abarejá et Hashem Bejol Et Tamid Tehilató Befí" (Tehilim 34). "Bendeciré a


Hashem en todo momento, siempre Su alabanza se encontrará en mi boca", por
haberme otorgado de Su Bienestar todos los días de mi vida y por haber tenido el
Zejut de poder estudiar y transmitir Su Sagrada Torá en nuestro querido Bet
Hakeneset-Ieshibá Or Toráh acercando los corazones de nuestros hermanos al
cumplimiento de los preceptos.

Después de haber tenido la dicha que mis libros anteriores "La Torá y la
Actualidad" y "La Luz de la Vida" fueran recibidos por la Comunidad argentina e
hispanoparlante con tanta aceptación, tengo la inmensa alegría de presentar un
nuevo libro sobre uno de los temas más necesarios para asegurar la continuidad
de nuestro pueblo: el matrimonio según la óptica de la Torá.

Tengo la esperanza de que este humilde libro pueda servir como guía o como un
elemento de autoayuda en las situaciones normales que se presentan en todo
matrimonio. En muchos casos, parejas han cambiado su manera equivocada de
actuar luego de haber escuchado alguna disertación de un Rabino sobre el hogar
judío o de haber leído alguna bibliografía al respecto. El motivo de ese cambio es
simple: todo lo que se pueda escuchar o leer está basado en la fuente milenaria
de nuestra Sagrada Torá que condujo a nuestros Antepasados a lo largo de las
generaciones en lo que respecta a la relación con el prójimo y, por sobre todo, en
el propio matrimonio.
Esta pequeña obra no es la excepción. Todo lo que está escrito en ella no es sino
lo que nuestros Jajamim nos han enseñado en distintos textos mencionados en la
bibliografía detallada al final del libro. De ninguna manera se trata de expresiones
propias del autor.

En muchos casos y para hacer más amena la lectura, hemos acompañado los
comentarios con sucesos de la vida diaria o con parábolas ilustrativas. Intentamos
así que el lector sienta que le están hablando en primera persona y que su
problema no es algo fuera de lo común o que sólo a él le sucede, sino que está
contemplado claramente en la sabiduría de la Torá. Ella le dará la respuesta y la
solución justa a su conflicto.

Qué profundo es el concepto de nuestros Jajamim cuando nos enseñan: "Un


hombre y una mujer que tienen Zejut, la Shejiná se posa en ellos" (Sotá 17). Esto
significa que está en manos de la pareja transformar la unión matrimonial en un
lugar sagrado en donde se deposite la Divinidad. Ese Santuario es el hogar judío
cuando se construye con las bases de la Torá y no según los instintos de sus
integrantes. Se trata de un Santuario donde la tolerancia, el respeto y el pensar en
el otro dejando de lado el egoísmo personal, fundamentan su existencia. De esta
manera lo llenan de alegría más allá de las vicisitudes que la vida pueda deparar.
Nadie debe darse por vencido. Si hasta ahora se ha elegido un camino
equivocado, siempre existe la oportunidad de modificarlo y quiera Boré Olam que
alguno de los conceptos escritos en esta obra puedan ayudar a conseguirlo.
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Para facilitar la lectura, hemos dividido el libro en comentarios sobre la Perashá


semanal. Si bien en muchos capítulos el tema tratado gira en torno a la sección
semanal de la Torá, la intención principal es que el libro pueda ser leído como un
Dibré Torá en la mesa de Shabat en forma conjunta por el matrimonio. Sólo le pido
-estimado lector- que analice y acepte con objetividad los puntos que considere
que debe mejorar y que no utilice lo escrito para criticar a la otra parte.

Quiero agradecer a todos aquellos que hicieron posible la edición de esta obra. A
mis queridos padres, por haberme educado en el camino de nuestra Sagrada
Torá, que el Todopoderoso les otorgue una larga vida llena de dicha, salud y
tranquilidad. A los patrocinantes de este libro en un momento tan difícil desde el
punto de vista económico que nos toca vivir, mi reconocimiento por su generosa
colaboración para que podamos entre todos ver crecer cada vez más a nuestra
Institución: Bet Hakeneset "Or Toráh", Escuela Integral Rabino Elías Suli Z"L,
Jardín de Infantes Moré León Freue Z"L y Ieshibá "Or Toráh", destinatarios de los
beneficios económicos de la edición de este libro.

Al querido Kahal Kadosh de "Or Toráh" y a la Comisión Directiva del mismo, por el
aliento constante para poder desarrollar mi humilde tarea más allá de las lógicas
dificultades que se presentan. Mi especial agradecimiento a mis secretarios, Srta.
Keila Nevaj y Sr. Fabio Leinado por su continua preocupación no sólo para que
este libro llegue a vuestras manos en las mejores condiciones, sino también por
alivianar mi tarea en todo lo que les es posible. Mi reconocimiento también a la
Profesora Beatriz Acrich de Cohen, quien nuevamente y como en mis libros
anteriores, ha brindado desinteresadamente su tiempo y dedicación para la
corrección de los textos. Una mención especial al Sr. Gabriel Hambra y a su
esposa Yudith por la colaboración para el diseño y dibujo de la tapa. Mis palabras
de aprecio y estima para el Sr. Jaime Cohen Kichik quien, como en las anteriores
oportunidades, fue el encargado de la confección de la tapa y la diagramación del
libro.

Ajaron Jabib: mi querida familia. Todas las bendiciones de Hashem para mi


querida esposa y mis hijos por alentarme en todos mis emprendimientos y
apoyarme con tanta comprensión y entendimiento. Que Hashem alargue nuestros
días con felicidad y nuestros años con gracia y salud hasta la llegada del Mashiaj
en nuestros días. Amén.

Elevo mis ojos al Cielo y agradezco a Di-s con todo mi corazón, por haber tenido
el mérito de poder dedicar mi vida a estudiar y transmitir la Torá Sagrada. Que
seamos nosotros y nuestros descendientes, y los descendientes de nuestros
descendientes, todo conocedores de Tu Nombre y estudiosos de Tu Torá en
Nombre Divino. Bendito seas que enseñas Torá a Tu pueblo Israel.
Rafael Freue

La valoración en el matrimonio
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Uno de los conceptos básicos para alcanzar el éxito en cualquier grupo de


personas que trabajan en algo en común consiste en saber valorar y respetar a
todos los integrantes del mismo, puesto que mientras mejor se conviva, todo se
podrá planificar y desarrollar de la mejor manera posible. Este punto fundamental
en cualquier empresa, adquiere realce y es prioritario en el matrimonio, en donde
el respeto y la valoración mutua es la raíz primordial que permitirá alcanzar la
alegría y la felicidad que cualquier pareja desea y anhela.

El éxito de cualquier empresa depende del valor que le demos. Gran parte de
los problemas que hoy viven muchos matrimonios comenzaron por no saber
valorar la empresa que ambos -marido y mujer- constituyen. ¿Cuáles son las
causas de esa falta de valoración? Quizás una de ellas sea la influencia de ideas
extrañas a nuestra fe, que consideran al matrimonio como si fuera una situación
de la que -en lo posible- es mejor alejarse. Según esta teoría, quien no se casa no
peca y, por lo tanto, se lo considera como si fuera una persona "sagrada". Este
concepto contribuyó a que muchas personas observaran al casamiento como algo
negativo. Los medios de comunicación que en muchos casos exageran noticias
sobre matrimonios en conflicto, contribuyen también a crear una visión errada
sobre una de las bases del pueblo judío: el matrimonio.

La óptica de la Torá es completamente distinta. La ceremonia propia del


casamiento recibe el nombre de "Kidushin" que en hebreo significa "santificación".
No se trata simplemente de unir física y sentimentalmente a dos personas, sino
que el tema es mucho más elevado aún. Dos facetas incluye el concepto de
Kedushá (santidad). Por un lado, implica que no sólo que no se peca al contraer
matrimonio, sino que por el contrario, el pecado se encuentra cercano a
quienes no lo hacen. El hombre que forma su hogar con la santidad que el
mismo requiere, estará protegido de caer en el pecado además de cumplir con el
primer precepto que la Torá menciona: "Multiplicaos, aumentaos y llenad la tierra"
(Bereshit 1). La mujer con su comportamiento recatado logra que las faltas que se
cometan en su hogar sean perdonadas. El Midrash Tanjumá comenta que así
como el altar expía los pecados de Israel, la mujer recatada purifica con su
conducta a su hogar de cualquier pecado que se haya cometido en él. El
valor de la Torá que el hombre estudia luego de haberse casado es mucho mayor
que el de quien lo hace soltero, porque su estudio se realiza con pureza y sin
pensamientos incorrectos. Sobre esa persona se cumple el versículo del rey David
en el Tehilim 19: "El temor a Hashem puro se mantiene eternamente" (Iomá 22).

Por otra parte, la segunda faceta de la Kedushá se refiere a que por


intermedio del matrimonio, Hashem deposita Su Divinidad en cada hogar
judío. Así dijeron nuestros Sabios: "Un hombre y una mujer que tuvieron Zejut, la
Shejiná se encuentra entre ellos" (Sotá 17). No es circunstancial que las palabras
"Ish" (hombre) e "Ishá" (mujer) posean las mismas letras en común y que sólo
tengan a las letras "Iod" y "He" como no comunes y que forman a su vez el
nombre de Hashem. Se refleja de esta forma la presencia Divina. Si
lamentablemente el comportamiento de la pareja no permite que Hashem pose Su
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Divinidad en el hogar, las letras comunes de ambas palabras, la "Alef" y la "Shin"


forman el término "Esh" que significa fuego y que destruye el hogar. Los desastres
que hoy observamos en muchos hogares, son consecuencia directa de haber
olvidado que Hashem quiere permanecer en el hogar. Sólo que la pareja no le
permite hacerlo al dejar de lado el respeto mutuo al que nos referimos
anteriormente. No observar preceptos fundamentales tales como el Kasher,
Taharat Hamishpajá, el Shabat, la educación de los hijos en el camino de la Torá y
tantos otros preceptos básicos mencionados en la Torá, no permiten a Hashem
posar su Divinidad en ese hogar.

Hoy más que nunca debemos recomponer la verdadera familia judía -base de
nuestro pueblo- sustentada en los principios que Hashem nos otorgó. Sólo con
ellos encontraremos la felicidad con la presencia Divina en nuestro hogar. El
matrimonio basado en los lineamientos de la Torá, es el que las estadísticas
certifican como el más exitoso y el que registra un número ínfimo de
divorcios. ¿Cuál es la clave? La valoración y el respeto mutuo. Cuando llega la
noche de Shabat, el marido canta el "Eshet Jail" a su esposa, en donde a lo largo
de veintidós versículos el rey Shelomo pondera y alaba a la mujer judía. Gracias a
esta valoración del hombre hacia su mujer, la familia se mantiene y se consolida.
Para el judaísmo, el matrimonio no sólo que es un hecho positivo, sino que es
considerado como la base de quien se considere digno de ser llamado persona.
"Toda persona que no se casa, vive sin bienestar, sin bendición, sin alegría, sin
paz, sin Torá y no se llama persona", concluye en forma clara y terminante el
Talmud en Iebamot 63.

En el día de Iom Kipur, la fecha más sagrada del calendario judío, el Cohen Gadol
cumplía una misión fundamental en el servicio que se realizaba en el Bet
Hamikdash. La primera condición que se le requería para poder hacerlo, era que
debía ser casado. Hasta hoy, y como un recuerdo de este principio, el Jazan que
oficia en los días de Rosh Hashana y Iom Kipur debe ser casado, como lo
determina el Shulján Aruj en el Simán 581 - 1.

Todos sabemos la importancia del Shabat para el pueblo de Israel. ¿Cuál es el


simbolismo con el que reflejamos la unión entre el Shabat e Israel? Precisamente
con un novio y una novia. De esta forma, valoramos aún más el matrimonio. "Leja
Dodi Likrat Kalá, Pene Shabat Nekabelá"; así comienza el canto con el que
recibimos el Shabat y que significa: "Ve mi amado (Israel) al encuentro de la novia,
la faz del Shabat recibimos".

Los ejemplos de la importancia del matrimonio para la Torá podrían seguir, pero
con lo expresado es suficiente para que valoremos el hogar que constituimos y
tomemos de la Torá la guía para saber cómo conducirnos en él. Así
alcanzaremos la felicidad y la alegría que tanto anhelamos.

"Y serán un solo cuerpo"


8

Uno de los temas más importantes para la vida del Iehudi es la conducta con la
que debe comportarse en su matrimonio. La Torá reglamenta y determina
cuáles son las actitudes a tomar en todas las situaciones que puedan
presentarse. Paradójicamente, muchas personas se consideran expertas y creen
innecesario recibir orientaciones o consejos para obtener así una vida de felicidad.
Quizás la influencia de novelas románticas o de películas cinematográficas les han
hecho creer que saben absolutamente todo lo que su pareja siente en su corazón.
Las discusiones y los problemas que la vida depara, les hace comprender -a
veces en forma tardía- el error en que incurrieron.

No sucede lo mismo con aquellos que valoran la sabiduría de la Torá. Ellos


dedican parte de su tiempo tan precioso a estudiar y analizar profundamente las
enseñanzas de la Torá para aplicarlas a la vida matrimonial. Comprenden que el
tiempo que la pareja comparte en la vida es extenso. Si por ejemplo una persona
comparte sólo una hora por día con su esposa, a lo largo de 50 años se habrán
transformado en más de 18.000 horas. Por lo tanto, se debe saber cómo
comportarse para poder disfrutar realmente todo ese tiempo.

Por supuesto que no se trata de una tarea sencilla. Cuando alguien se


encuentra circunstancialmente con otra persona, es relativamente fácil llevarse
bien con ella y no tener discusiones. Si hay alguna diferencia podrá dejarse de
lado, ya que luego del encuentro cada uno seguirá su camino. No sucede lo
mismo en un hogar. Allí se comparte toda una vida con un ser que por naturaleza
es distinto. Las vicisitudes de la vida transforman al matrimonio en una especie de
olla de presión, en donde las malas cualidades salen a relucir en forma
lamentable. Evidentemente, la mejor solución para evitar futuros problemas es
estudiar estos temas y superarse continuamente para poder beneficiarse así con
años llenos de éxito y felicidad.

No debemos olvidar que gran parte de los preceptos que la Torá determina están
basados en la relación con el compañero. La pareja de la persona no sólo que
está incluida en este grupo, sino que es el primer ser al que debemos
aprender a tratar.

El Talmud en el tratado de Abodá Zará 17 comenta cuando los romanos


encarcelaron a Ribí Jananiá ben Teradion y a Ribí Elazar ben Parta. Éste último le
dijo a Ribí Jananiá: "Bienaventurado que fuiste atrapado por haber transgredido
sólo una falta, pobre de mí que recibí cinco acusaciones". Ribí Jananiá le
contestó: "Bienaventurado eres tú que a pesar de las cinco acusaciones salvarás
tu vida. En cambio, yo fui acusado por una sola falta y no me podré salvar. El
mérito que te ha protegido es que te has dedicado a estudiar Torá y a hacer
Guemilut Jasadim. En cambio, yo sólo me he dedicado a estudiar Torá". El Talmud
se sorprende de la respuesta de Ribí Jananiá y pregunta: "¿Acaso Ribí Jananiá no
se ocupó de hacer favores? Hemos aprendido que era tesorero del dinero de la
Sedaká y era tan confiable en su trabajo, que Ribí Eliezer Ben Iaacob dijo que
nadie entregue dinero a una caja de Sedaká si el tesorero que la maneja no es
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Talmid Jajam como lo era Ribí Jananiá Ben Teradion". Para corroborar esta idea,
el Talmud relata que en una oportunidad se le mezcló a Ribí Jananiá dinero propio
con dinero de Sedaká y para evitar cualquier duda, dejó todo el dinero para
Sedaká. Tenemos así una prueba fehaciente de cómo Ribí Jananiá se había
dedicado a hacer Sedaká y Guemilut Jasadim. La respuesta del Talmud es que si
bien había hecho Guemilut Jasadim, no lo había hecho de acuerdo con lo que
correspondía a una persona de su nivel. A pesar de toda la Torá que había
estudiado y enseñado, hubo una acusación celestial en contra de Ribí Jananiá ben
Teradion por no haberse dedicado a hacer Guemilut Jasadim en el nivel que le
correspondía.

Debemos tener presente que el Guemilut Jasadim empieza por casa y por
sobre todo en la relación con la pareja. Es cierto, se puede ayudar a
necesitados, visitar enfermos, consolar deudos y alegrar a novias entre tantos
otros ejemplos de Guemilut Jasadim. Pero en el Shamaim analizan de manera
especial cuál es el comportamiento de cada persona en su hogar, con
quienes se encuentran a su alrededor. En base a esas actitudes, se juzga y
califica en el Shamaim a cada persona.

Para aclarar los conceptos aún más, podemos recordar aquellas palabras vertidas
por el Rab Jaim Fridlender Z"L: "la obligación de hacer favores con el compañero
es una Mizvá muy importante. En caso de que alguien no la realice como
corresponde, si bien será acusado en el Shamaim por su error, no dañará en
forma directa a su compañero, ya que seguramente otra persona llenará el vacío
que él dejó. Pero con respecto al favor que debe existir entre marido y mujer, la
situación es distinta. Lo que ellos no hagan nadie lo hará. Por eso, la misión de
hacer favores en el hogar es mucho más importante que la de hacerlos con
cualquier otra persona".

Quizás el error consista -como comenta el Rab Iehuda Grinvald Shelita en su libro
"Ladaat Baarez Darkeja"- en considerar al hogar como el lugar de la tranquilidad y
el sosiego. El hombre piensa que luego de un agotador día de trabajo llegó el
momento de descansar. Al ingresar a su casa se encuentra con que su mujer le
comenta las dificultades del día, los niños reclaman su atención y el pobre marido
se encuentra destruido. "¡Para esto llegué a casa! ¡No puedo descansar ni
siquiera un minuto!". Es la reacción lógica de aquel que piensa sólo en sí
mismo. Por supuesto que la mujer debe tener la suficiente inteligencia para
dejarlo descansar cuando ingresa al hogar y no incomodarlo inmediatamente
narrándole las dificultades diarias que debió afrontar. Pero el hombre por su parte
debe saber que su preocupación debe estar en brindar siempre bienestar a
quienes lo rodean y no en reclamar beneficios propios.

Sobre el versículo de Bereshit 2: "No es bueno que el hombre se encuentre sólo.


Le haré una ayuda frente a él", el Ramban formula la siguiente pregunta: "según la
versión del Talmud en Erubim 18 que comenta que el hombre fue creado en un
solo cuerpo junto a la mujer y luego Hashem los separó, ¿por qué no continuó
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siendo la mujer parte de su propio cuerpo?". El mismo Ramban responde: "vio


Hashem que era conveniente para el hombre que la mujer se encontrara frente
suyo y que se uniera a él de acuerdo con su voluntad". Como bien explica el Rab
Fridlender Z"L, la elección del hombre consistirá en acercarla o en alejarla
con sus actitudes. Lo que en principio era natural ya que se encontraban unidos,
deberá realizarse ahora por cuenta del hombre para que así se cumpla el
versículo: "Y serán un solo cuerpo" (Bereshit 2).

Cuando se invierte tiempo y esfuerzo para aprender a conducirse en el


hogar, se recibe una ayuda celestial especial para construir un hogar judío
con todo lo que este concepto incluye. En él se superarán todas las dificultades
que puedan presentarse y por sobre todo se encontrará una elevación espiritual
que será ejemplo para todos los matrimonios de Israel.

La bendición de Eliahu Hanabi


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El Shalom es la base esencial para la convivencia humana. Así lo expresa Raban


Shimhon ben Gamliel en el Pirke Abot 1: "Por tres cosas el mundo se mantiene:
por la justicia, por la verdad y por la paz". Por otra parte, es la bendición por
excelencia que Hashem otorgó al pueblo de Israel: "Hashem dará poder a su
pueblo, Hashem bendecirá a su pueblo con paz" (Tehilim 29). No existe tesoro
más precioso para Israel que el Shalom. El término que se utiliza para saludar a
una persona al encontrarla es decirle precisamente Shalom, ya que es la mayor
bendición que un ser humano puede alcanzar.

La oración principal que decimos tres veces al día, concluye recordando que
Hashem bendice a Israel con el Shalom. Cuando los Cohanim bendicen al pueblo,
lo hacen como intermediarios entre el Creador y el pueblo de Israel. ¿En qué
consiste esa bendición? La Torá en Bamidbar 6 lo detalla: "Que te bendiga el
Eterno y te cuide. Que ilumine el Eterno Su Rostro hacia ti y te agracie. Que eleve
el Eterno Su Rostro hacia ti y que deposite sobre ti el Shalom". Nuevamente, el
Shalom es el broche final de la bendición de los Cohanim.

Cuando el rey Shelomo destaca el valor y la importancia de la Torá, la compara


con el Shalom. Así lo expresa en Mishlé 3: "Todos sus caminos (de la Torá) son
caminos de gracia y todos sus senderos son de Shalom". Nuestros Sabios
determinaron que en cada hogar de Israel se deben encender las velas en la
víspera de Shabat. Uno de los motivos de esta Mizvá es que gracias a que la casa
está iluminada, reina el Shalom en el hogar. Hasta tal punto el Shalom es
importante, que la jurisprudencia determina para quien por su situación económica
apremiante no dispone de dinero para comprar velas de Shabat y de Janucá y
debe elegir entre unas y otras, deberá comprar el Ner de Shabat. Quien debe
elegir entre comprar el Ner de Shabat o el vino para el Kidush, también debe
comprar el Ner de Shabat. ¿Cuál es el motivo? La respuesta de nuestros Sabios
es: "No existe nada más importante que el Shalom del hogar, representado
en este caso por el Ner de Shabat".

Cuando el marido regresa del Bet Hakeneset en la noche de Shabat e ingresa a


su hogar, su primera expresión es: "¡Shabat Shalom!". En ese momento tan
especial, se dirige a los ángeles que lo acompañan desde el Bet Hakeneset hasta
su hogar y les dice: "Shalom Alejem Malhaje Hasharet...", "Shalom para ustedes,
ángeles Celestiales". Luego de recitar el Kidush, los padres bendicen a sus hijos
colocando sus manos sobre la cabeza de cada uno de ellos diciendo Bircat
Cohanim que también expresa el Shalom. Quizás hubo un enojo en la semana,
quizás la madre o el padre se molestaron con sus hijos por algún error que
cometieron, pero en ese instante se olvida lo sucedido. Los corazones se unen
frente a la luz del Shabat y el Shalom reina en el hogar.

Cuando el Midrash se refiere a la importancia del Shalom, menciona el siguiente


ejemplo: Un rey quiso probar a sus sirvientes para ver si eran dignos o no de su
bendición. ¿Cómo lo hizo? Les dijo lo siguiente: "Si alguno de ustedes me pide
algo se lo daré, sólo que a su compañero de tareas le daré el doble". Como había
compañerismo entre ellos, cada uno se preocupaba por pedir primero, para que
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así su compañero recibiera el doble. Cuando el rey vio esta actitud les dijo que no
diferenciaría entre ellos, sino que a todos les daría por igual lo mejor. He aquí que
el Shalom es la fuente de la Berajá. Pero había dos sirvientes que se odiaban y
envidiaban mutuamente. Ninguno de ellos le pedía nada al rey, para evitar así que
al otro le dieran el doble de lo que él solicitara. El rey observaba el silencio de
ambos, hasta que uno de ellos tomó la palabra: "Mi pedido es..... que me saquen
un ojo, ya que de este modo a mi compañero le sacarán los dos". El rey, al
analizar el odio que existía entre ambos les dijo: "Les sacarán los ojos a ambos,
ya que no son dignos de recibir mi bien".

El valor del Shalom es en los momentos en que las ideas son distintas y no
se comparten los mismos criterios. Los que valoran su importancia prefieren
conceder y no transgredir la bendición del Shalom. "Busca el Shalom y
persíguelo", nos enseña el rey David en el Tehilim 34, puesto que realmente es
sencillo no discutir ni pelear cuando las ideas se comparten. "Osé Shalom
Bimromav" (Iob 25), o sea, "quien hace el Shalom en los Cielos", porque nuestros
Sabios nos enseñan que en los Cielos un ángel de fuego se encuentra frente a un
ángel de agua y sin embargo no se dañan, ya que ambos fueron creados por el
Todopoderoso con un solo deseo: servir a Quien creó el agua y el fuego.

En una oportunidad, tres jóvenes se encontraron en un camino que conducía a


una ciudad. Cada uno de ellos se dirigía a la ciudad por un motivo distinto. El
primero tenía como objetivo encontrar una mujer virtuosa con quien casarse,
debido a que consideraba que ésa era la base fundamental del hogar que
deseaba construir. El segundo joven expuso que todo su interés estaba
concentrado en obtener dinero ya que, según su criterio, era lo principal de su
vida. El tercer joven buscaba un lugar donde poder estudiar Torá con
concentración y profundidad.

Eliahu Hanabi se presentó delante de ellos con la apariencia de un anciano y le


preguntó al que ambicionaba dinero qué haría si realmente lo consiguiera. La
respuesta del joven fue que se dedicaría a hacer favores al prójimo y a dar
caridad. Eliahu Hanabi le dijo que no se olvidara nunca de lo que había dicho y le
entregó una moneda sin explicarle por qué lo hacía.

Cuando Eliahu Hanabi se dirigió al joven que deseaba estudiar Torá, escuchó que
éste prometía que en caso de desarrollar sus conocimientos, se dedicaría a
enseñar Torá a toda persona que quisiera aprender sin importarle si se trataba de
un niño o de un anciano. Eliahu Hanabi le entregó un papel en el que estaban
escritas las letras del abecedario hebreo y le recordó que no olvidara su promesa.

El joven que deseaba casarse con una mujer virtuosa le expresó al anciano que
cuidaría como base fundamental de su hogar el Shalom que reinaría en él. Eliahu
Hanabi le indicó una puerta de la ciudad en donde encontraría a su pareja y así el
anciano desapareció de la vista de los jóvenes.
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El tiempo transcurrió y los tres jóvenes consiguieron lo que tanto anhelaban.


Después de unos años, Eliahu Hanabi decidió probarlos para ver si cumplían con
lo prometido. Se les presentó como un anciano muy pobre con dos pequeños
huérfanos de su mano. En principio se presentó delante del joven que se había
convertido en millonario y le solicitó una ayuda para los pequeños huérfanos. El
joven le respondió que no disponía de tiempo para poder atenderlo. Eliahu Hanabi
le recordó que tiempo atrás le había dado una moneda. En ese momento, el joven
se descontroló, buscó la moneda, se la entregó al anciano y lo expulsó de su
hogar. Al poco tiempo, el joven perdió toda su fortuna en un mal negocio.

El anciano se dirigió con los dos huérfanos del joven que había estudiado Torá
para solicitarle que le enseñara a los niños, porque éstos no tenían con quien
hacerlo. La respuesta del joven fue que no tenía tiempo para perder con los niños,
debido a que estaba estudiando temas muy profundos que requerían toda su
concentración. Al recordarle el anciano que tiempo atrás le había dado un papel
con las letras del abecedario, el joven se lo devolvió y se retiró del lugar. Al poco
tiempo, una enfermedad imprevista hizo que el sabio joven olvidara todo el
estudio que había adquirido.

El anciano se dirigió entonces con los dos niños a la casa del joven que deseaba
casarse con una mujer virtuosa. Se encontró precisamente con la esposa que los
atendió amablemente, les sirvió de comer y les comentó que su esposo era pastor
de ovejas y un excelente marido. Cuando el joven regresó a su hogar y se
encontró con los invitados, bendijo a su esposa por haberlos atendido y por tener
la cualidad de Abraham Abinu de recibir huéspedes. A pesar de que no había
quedado comida para él, el joven no se enojó ni perdió la calma. Por el contrario,
le ofreció dormir en ese lugar al anciano y a los niños, pero Eliahu Hanabi le
respondió: "Hace un año te encontré en el camino con los otros jóvenes.
Ellos no cumplieron lo que prometieron; en cambio, tú mantuviste tu
promesa de respetar el Shalom de tu hogar y la Divinidad posa en él. Te
hago entrega de la moneda y del papel que les había entregado a ellos.
Desde hoy en adelante dejarás de ser pastor de ovejas para convertirte en el
Rab de tu comunidad y además serás millonario y honrado por todos. El
Shalom Bait es la base de la riqueza y de la felicidad".

Que se cumpla en nosotros la frase con la que finalizamos la oración de todos los
días: "Quien hace el Shalom en los Cielos, Él hará paz sobre nosotros y
sobre todo Su pueblo Israel y dirán Amén".

Menos teoría y más práctica


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¿Cuántos comentarios leímos en nuestra vida sobre la importancia del Shalom


Bait? Seguramente que muchos. Pero debemos preguntarnos: ¿todos esos
consejos de la Torá han servido para mejorar nuestro comportamiento y corregir
errores? O por el contrario, ¿somos los mismos que antes, con la diferencia de
que adquirimos conceptos que no llevamos a la práctica? ¡Qué pregunta difícil!
Pero real, ¿o no?

Imaginemos nosotros a un burro cargado con los libros más filosóficos e


importantes que existan en el mundo. ¿Por eso dejó de ser un burro? ¿De qué
sirve saber si no se pone en práctica lo que la Torá nos aconseja para
nuestro bien?

El rey Shelomo en Mishlé 15 nos enseña: "Un oído que escucha reproches en la
vida, sólo en los
a, como si se tratara de un tema en el que él no estaba involucrado. Mientras
tanto, el Rab del lugar al escuchar la disertación lloraba desconsoladamente.
Cuando finalizó la conferencia, el marido en cuestión se acercó al Rab para
felicitarlo por sus palabras y le dijo que compartía plenamente lo que había
expresado. ¡Ni se dio por enterado de que el mensaje era para él! El Rab del lugar
que se había puesto a llorar le agradeció al Rab porque las palabras vertidas lo
habían hecho reflexionar. Recordó que le había pedido a su señora que le
corrigiera unos apuntes que había escrito. "¿Acaso no le alcanza con todo el
trabajo del hogar?", reflexionó arrepentido el Rab. "¡Gracias por abrir mis ojos!", le
dijo al disertante. ¡Pensó que el mensaje era para él!

El Talmud dice, en Shabat 127, que hay seis cosas por las que se recibe parte de
pago en este mundo, quedando el capital íntegro para el mundo venidero: recibir
huéspedes, visitar enfermos, concentrarse en la Tefilá, madrugar para ir al Bet
Hamidrash, educar a los hijos con Torá y juzgar al prójimo para el lado bueno.
Cada hogar judío debe estar basado en el ejemplo de Abraham Abinu que abría
las puertas de su hogar no sólo para atender y dar de comer a los necesitados,
sino por sobre todo para infundir la fe en el Todopoderoso y acercar al huésped al
cumplimiento de la Torá y Mizvot. De esta manera, la casa judía se transforma en
un pequeño santuario que irradia Emuná, recibiendo con alegría y satisfacción a
quienes la visitan y alentando a quienes viven situaciones difíciles.

Se cuenta sobre un comerciante, que visitó en una oportunidad una ciudad en


busca de una mercadería determinada. Al entrar a la dirección que le habían
recomendado, se sorprendió al ver a un vendedor bastante mayor que le contestó:
"Lo siento, no tengo más esa mercadería, pero la puedes conseguir en la casa de
mi padre... que vive cerca de acá". Sorprendido el comerciante por el hecho de
que esa persona mayor tuviera padre y que trabajara, fue a esa nueva dirección y
se sorprendió al ver a un anciano sentado en su silla trabajando, que le contestó:
"Lo lamento, yo tampoco tengo esa mercadería, pero la puedes conseguir... en lo
de mi padre, que vive cerca de acá". No podía creer el comerciante que este
anciano tuviera padre. Al llegar a la nueva dirección, se encontró con un anciano
que lo recibió y le vendió lo que necesitaba. El comerciante se animó a
15

preguntarle: "¿Qué mérito ha tenido usted para tener larga vida?". Contestó el
anciano: "El mérito es de mi señora y ahora entenderás por qué".

En ese instante, apareció la señora del anciano y éste le pidió que sirviera una
porción de sandía para el invitado. La señora regresó con una sandía enorme y el
anciano le dijo: "Nuestro invitado merece una sandía de mejor calidad; por favor,
cámbiala por otra". La señora regresó al instante con otra sandía y se repitió la
situación anterior, hasta que en la tercera oportunidad trajo una de la calidad que
la honra del huésped merecía. Después de comer, le preguntó el anciano al
comerciante: "¿Cuántas sandías crees que hay en nuestra cocina?". El
comerciante contestó: "Por lo menos tres". "Te equivocas", le dijo el anciano, "sólo
tenemos una, pero quise mostrarte nuestra alegría por recibirte en nuestro hogar.
Mi señora siempre trajo la misma sandía. Ahora entiendes el mérito de mi mujer,
ya que otra hubiese dicho: ‘No tengo otra sandía’, avergonzándome a mí y a ti,
pero mi señora inteligente supo cómo comportarse correctamente por tu honor y
por el mío".

Aprendemos de este Maasé, cómo la mujer trae la bendición y la alegría a su


hogar atendiendo de buena forma a sus invitados y poniendo en práctica las
enseñanzas de Abraham Abinu.

El verdadero cariño
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Los motivos que llevan a formar un matrimonio son distintos según se trate de una
pareja observante de los preceptos o de quienes se encuentran alejados de los
mismos. En este último caso, luego de un encuentro circunstancial se inicia una
relación basada en una atracción física y en un sentimiento de amor mutuo. Se
llega a la conclusión de que son tal para cual. Cualquier diferencia que pudiera
existir, será cubierta por el cariño mutuo que se dispensan.

Por varios motivos deciden casarse. En primer lugar, para ayudarse uno al otro,
serán felices, formarán una familia, estarán acompañados en la vida y por sobre
todo, se quieren tanto que no hay motivo para no contraer enlace. Si analizamos
más profundamente, nos daremos cuenta que todos estos puntos giran sobre una
misma base: el camino al matrimonio es la mejor garantía para obtener los
mayores beneficios desde varios puntos de vista.

Cuando surgen desentendimientos entre la pareja, esta base se desmorona y la


puerta de la separación se abre de par en par. La creencia de que el amor que
sustentaba la relación cubriría todos los inconvenientes no se cumplió en la
práctica. ¿Por qué fue así? Porque era un amor ficticio, basado en la belleza o
en sueños imaginarios y no en el análisis de las características verdaderas
de la pareja.

Distinto por completo es el matrimonio basado en los valores de la Torá. Sus


integrantes saben la importancia que cada familia tiene para el pueblo de Israel en
general. Formar un matrimonio es uno de los preceptos que la Torá
establece, exactamente igual como lo es ayunar en el día de Kipur. Por eso, el
concepto de amor para este tipo de parejas tiene otro significado. Para ellos, el
amor es el medio que otorgó Hashem al ser humano para alcanzar el
objetivo: formar una familia. Conceptos radicalmente opuestos a aquellos que
se encuentran alejados de la Torá y piensan que la formación de la familia es el
medio para encontrar y consolidar el amor preexistente.

Cuando la Torá relata que Izjak Abinu contrae matrimonio con Ribka Imenu, el
versículo de Bereshit 24 dice: "Y la trajo Izjak (a Ribka) a la carpa de Sara, su
madre, fue para él su mujer y la amó". O sea que el verdadero amor que une a la
pareja es posterior al matrimonio. Cuando cada uno de sus integrantes observa
la preocupación y el esfuerzo del otro para complacerlo, los lazos del cariño
basados en los principios que la misma Torá establece, unen a la pareja por toda
la vida. Ese amor se multiplica con el correr de los días, a diferencia de lo que
sucede en otros hogares en donde cada vez se debilita más luego del fervor
existente en el noviazgo.

De ninguna manera se trata de observar en forma negativa el sentimiento de amor


que debe existir entre la pareja. Entre las bendiciones que se formulan en el
momento de la Jupá, la última de ellas menciona: "Bendito Tú Di-s... que creó
felicidad y alegría, al novio y a la novia,... amor, hermandad, paz y
compañerismo". El propio Rambam en las Halajot que corresponden al matrimonio
determina: "ordenaron nuestros Jajamim que el hombre respete a su esposa más
17

que a su propio cuerpo y que la ame como a su cuerpo" (Halajot Ishut 15). Sólo
que éste amor está fundamentado en la valoración mutua que existe entre la
pareja. No es un amor condicionado por un motivo, ya que en ese caso cuando el
mismo desaparezca, el cariño se esfumará como si nunca hubiera existido. No
depende de instintos, deseos o placer, sino que se fundamenta en una visión no
egoísta que permitirá una elevación espiritual constante para alcanzar la
verdadera felicidad. El verdadero amor está basado en saber tolerar y
brindarse por el otro. Ese amor no está sustentado en la búsqueda de
derechos o beneficios personales.

Una de las diferencias básicas entre el ser humano y el animal consiste en que
éstos se preocupan sólo por sí mismos. Nunca veremos a un perro o a un caballo
que se moleste en llevar comida a otros animales de su misma especie. Por el
contrario, cada uno peleará con el otro por la misma porción. El ser humano,
creado a imagen y semejanza Divina, debe entender y sentir la necesidad del
prójimo y esforzarse por ayudarlo.

En una oportunidad, un Iehudi se presentó delante de su Rab para quejarse de un


compañero que había abierto un negocio similar al suyo en la misma calle. El Rab
le contestó: "¿Sabes por qué un caballo patea el agua de un arroyo cuando toma
de ella? Sucede que al inclinarse para beber y observar a ‘otro caballo’ con sus
mismas intenciones, se llena de furia y patea. Su falta de inteligencia no le permite
entender que el ‘otro caballo’ es él mismo y que el arroyo tiene agua suficiente
para ambos". El Rab terminó diciendo a su alumno que no debía comportarse
pensando que un hermano suyo le sacaría lo que a él le corresponde. Debía
alegrarse que existiera otro Iehudi que encontrase el sustento para su familia. Por
otra parte, no debía preocuparse, ya que Hashem le daría a él lo necesario para la
vida.
Este tema adquiere una relevancia fundamental en el matrimonio, donde tanto el
marido como la mujer se comportarán como seres humanos sólo si realmente se
preocupan por el otro y por sus necesidades. Pero si se limitan solamente a
buscar un provecho propio y a recibir lo que necesitan, sin preocuparse por brindar
al otro lo que éste espera y le corresponde, no tendrán diferencia en sus actos
con el comportamiento de los animales.

Debemos trabajar sobre nosotros mismos para sacar el egoísmo de nuestros


corazones y llegar a sentir que somos un sólo cuerpo junto a nuestra pareja.

El cariño es la base de la vida matrimonial, ya que representa la unión que


reclama la Torá: "Vehaiu Lebazar Ejad" ("Serán un solo cuerpo"). Existen dos
formas de afecto: 1- Cariño para recibir, o sea querer a la otra parte por provecho
propio, para sentirse mejor. Esto es en verdad quererse a sí mismo, porque
significa estar preocupado por satisfacer sus propios deseos sin tener en cuenta la
voluntad del otro; y 2- Cariño para dar, se refiere a estar dispuesto a sacrificar los
intereses personales para conformar a la otra parte. Anularse a sí mismo con tal
de que el otro sea feliz.
18

Contrariamente a lo que piensa la persona, está escrito en Masejet Derej Erez


capítulo 2: "Si deseas amar al prójimo, preocúpate por darle el bien". Nuestros
Sabios nos enseñan: "No se da porque se quiere, sino que se quiere porque
se da". La raíz de este sentimiento es que el hombre está hecho a imagen y
semejanza de Di-s. Él nos da absolutamente todo sin recibir nada a cambio. Por
eso, también el hombre podrá amar al prójimo sólo después de haberse brindado
íntegramente por él.

En una oportunidad, una persona fue a comer a un lugar de primera categoría y


ante la pregunta del mozo sobre qué era lo que deseaba comer, le respondió: "yo
quiero mucho a los peces". El mozo se dirigió a la cocina y al poco tiempo trajo
una bandeja con distintas clases de pescados. Alguien que presenciaba lo que
sucedía, con mucha inocencia le dijo: "Tú no quieres a los peces, ya que si así
fuera, hubieras solicitado que te trajeran una pecera con peces de todo tipo. Lo
que sucede es que te quieres a ti mismo y como consecuencia de ello, te honras
comiendo pescado". El amor verdadero a alguien se demuestra por la
necesidad de brindarle todo lo que se encuentra al alcance de uno. Por eso,
el término "amor" en hebreo es "Ahabá", cuya raíz proviene de la palabra
"Hab" que significa dar.

Si cada uno de los integrantes de la pareja tuviera ese sentimiento de unión hacia
el otro y no hacia sí mismo, sería fácil de hallar la felicidad que la Torá reclama
para el hogar judío. Si brindamos todo nuestro corazón a nuestra pareja, seremos
correspondidos por el mismo sentimiento, compartiendo un hogar lleno de alegría
y felicidad.

Mentir para preservar el Shalom


19

En la Perasha Lej Leja está escrito: "Y fue cuando se acercó (Abraham) para ir a
Egipto, le dijo a Sara, su mujer: "He aquí que sé que eres una mujer de hermosa
apariencia" (Bereshit 12). Rashi comenta en nombre del Midrash que, debido al
recato que ambos tenían, Abraham no se había dado cuenta hasta ese momento
de la belleza de su esposa a pesar de todos los años que habían convivido. Al ver
durante el camino el rostro de su mujer reflejado en un arroyo de agua, tomó
conciencia de su hermosura. Evidentemente, estos conceptos muestran el grado
de espiritualidad alcanzado por ambos, siendo prácticamente ángeles más que
seres humanos.

Sin embargo, cuando los tres ángeles en forma de personas visitaron a Abraham
Abinu, le preguntaron: "¿Dónde está Sara, tu mujer?". El Talmud en Babá Mesiá
87 explica que los ángeles sabían dónde estaba, pero querían hacerle saber a
Abraham que su esposa era recatada, para que así la quisiera y valorara aún más.
A pesar de que -como explicamos- el nivel de ambos era espiritual completamente
y que se trataba de ancianos (100 y 90 años respectivamente), los ángeles se
preocuparon porque el Shalom entre ellos se reforzara. Podemos deducir
entonces la importancia del Shalom en un hogar, cualquiera sean las
características del mismo.

El Talmud en Iebamot 65 nos enseña que está permitido mentir para preservar
el Shalom. Lo deduce del suceso en donde Hashem le dijo a Abraham Abinu que
Sara se había sorprendido al escuchar que tendría un hijo y había dicho: "Yo soy
anciana". En realidad, la expresión de Sara Imenu había sido: "Y mi marido es
anciano", pero Hashem cambió las palabras para mantener el Shalom. ¿Por qué
Abraham se iba a ofender con su mujer por su frase: "Y mi marido es anciano"?
¡Era la realidad! El propio Abraham había dicho sobre sí mismo: "¿Una persona de
cien años puede ser padre?". De todas formas, Hashem evitó -al cambiar la
expresión de Sara- la más mínima posibilidad de enojo o distanciamiento entre la
pareja, a pesar de lo ancianos que eran y de la condición espiritual especial que
ambos poseían.

El Talmud en Iebamot 63 comenta que Rab tenía una mujer que lo hacía sufrir y le
cocinaba lo contrario de lo que él deseaba en ese momento. Cuando su hijo
llamado Ribí Jiá creció, le mentía a su madre diciéndole lo contrario de lo que su
padre deseaba realmente, para que así comiera lo que sí esperaba. Cuando Rab
se dio cuenta de la picardía de su hijo lo corrigió y le dijo: "tú no actúes así, ya que
estás mintiendo y el Profeta Irmeiá reprocha a Israel por acostumbrarse a mentir".
Nuestros Sabios preguntan: "¿Por qué Rab le dijo a su hijo: tú no actúes así?". De
esto se deduce que otra persona sí podría mentir. La respuesta es que se puede
mentir para lograr el Shalom Bait, pero esto es sólo para una persona mayor que
en su vida se destacó siempre por decir la verdad. En algún caso excepcional, se
le permite mentir para preservar el Shalom. En cambio, un joven como Ribí Jiá
corre el peligro de acostumbrarse a mentir. Por eso Rab mencionó la referencia
del versículo de Irmeiá que habla de acostumbrarse a mentir y no la de Vaikrá 19
en la que claramente la Torá menciona: "No mientas". De todas formas, el
20

Shalom es tan importante que como vimos, en determinados casos está


permitido faltar a la verdad con tal de preservarlo.

Es tal la importancia del Shalom en el matrimonio, que los Jajamim resaltan la


labor de Aharon Hacohen para reconciliar a quienes se encontraban distanciados.
Aharon tenía el cargo de Sumo Sacerdote, lo que implicaba ocupar varias horas
del día para el trabajo del Mishkan. Por otra parte, junto a Moshe era el encargado
de enseñar día y noche la Torá al pueblo de Israel. Cada instante de su vida era
aprovechado al máximo. No había segundos de desperdicio. A pesar de todo, se
preocupaba de ayudar a miles de familias a superar las desavenencias que
se presentaban, acercando los corazones de la pareja.

Como una demostración de agradecimiento a su tarea, muchos niños que nacían


luego que el matrimonio superara sus conflictos, eran llamados con el nombre de
Aharon. Por eso, cuando ocurrió su fallecimiento, el duelo no fue sólo para sus
familiares o para quienes estaban cerca suyo, sino como lo indica la Torá: "Y
lloraron a Aharon treinta días todo el pueblo de Israel"(Bamidbar 20). ¿Cuál era la
fórmula que utilizaba Aharon para hacer el Shalom? En Abot de Ribí Natan 12
está detallado cuál era su proceder: "Cuando dos personas estaban enemistadas,
Aharon se dirigía a una de ellas y le decía: "hijo mío, tu compañero está
arrepentido, rasga sus ropas de dolor por lo sucedido, se avergüenza de observar
tu rostro por haber faltado a tu honra". Aharon no cesaba de hablar hasta que lo
convencía de llegar a una reconciliación. Luego Aharon se dirigía a la otra persona
y le expresaba las mismas palabras que le había dicho a su compañero. El
resultado era que cuando ambos se encontraban se abrazaban uno al otro,
perdonando cualquier actitud anterior".

Los Jajamim nos relatan este detalle del proceder de Aharon para que nosotros
sepamos aplicarlo en la vida diaria. Se trataba de toda una profesión: escuchar al
otro con atención y expresarle lo que él deseaba escuchar. Todo es válido si
el objetivo es alcanzar el Shalom. Para utilizar este proceder, no es necesario
esperar el momento en que debamos ser intermediarios en alguna discusión. No
hay que esperar mucho tiempo para tener el Zejut de realizar esta Mizvá tan
importante. Podemos empezar por nosotros mismos. En nuestro hogar, podemos
seguir la indicación de Aharon: decir lo que el otro quiere escuchar. Quizás no sea
la verdad estricta. De todas formas, alcanzar el Shalom como objetivo lo justifica.

Normalmente, se cree que la verdad implica decir las cosas como realmente son y
la mentira es precisamente lo contrario. Sin embargo, esta regla contiene muchas
excepciones. En algunos casos, estará prohibido decir una verdad si ésta sólo
traerá consecuencias negativas. Si contar los sucesos tal como fueron realmente
provocará un daño, esa "verdad" se convertirá en una terrible mentira. Si el
objetivo que se busca es verdadero, aunque se modifiquen los sucesos de
cómo realmente fueron se estará llegando a la verdad. En resumen, la verdad
y la mentira dependen del objetivo buscado.
21

Esta base aplicada con un criterio certero, es utilizada por el Rab Dessler Z"L en
su libro Mijtab Meeliahu para explicar el comportamiento de Iaacob Abinu cuando
se hizo pasar por Esav para recibir la bendición de su padre Izjak. ¿Cómo es
posible? Iaacob Abinu se distingue entre los Patriarcas por su cualidad del Emet.
¡Sin embargo, en las apariencias engañó a su padre!

El Ialkut Toledot nos da la respuesta, al comentar el versículo de Bereshit 27


posterior al momento en que Izjak se dio cuenta de que había sido engañado por
Iaacob: "Y se estremeció Izjak de sobremanera y dijo: "¿Quién es?". Su pregunta
real fue que se había dado cuenta de que hubo un engaño de Iaacob y quería
saber quién era el responsable del mismo: si Iaacob por haberlo llevado a la
práctica o él mismo por haberse dejado engañar. Hashem le contestó como
continúa el versículo: "Él se dedicó a cazar". O sea, Hashem le dijo que ambos no
eran responsables por lo sucedido, ya que habían puesto las cosas en su lugar
como realmente correspondía: Izjak debía bendecir a Iaacob. Sólo Esav, quien
"cazaba con su boca" al engañar a su padre, era el responsable y no merecía la
bendición de Izjak. Iaacob había actuado forzado por su madre, sin intereses
personales, sólo para lograr el objetivo que Hashem había determinado: que él
obtuviera la bendición de su padre. Por eso, debió utilizar lo que aparentó ser una
mentira. Pero la mentira en nombre de la verdad, se convierte en la verdad
más estricta.

Iaacob Abinu es el símbolo del Emet. Para alcanzar ese título debió pasar una
prueba muy difícil. Para el que analiza sólo superficialmente lo acontecido, puede
parecerle equivocadamente que Iaacob mintió. No fue así. Él nos enseñó que la
verdad está íntimamente relacionada con hacer Jesed, como bien lo menciona
el rey David en el Tehilim 85: "El favor y la verdad se encontraron, la rectitud y el
Shalom se besaron". Uno depende del otro. No existía mayor Jesed para Iaacob
Abinu que impedir que Esav el perverso recibiera por medio de la bendición
de su padre Izjak la herencia espiritual de Abraham Abinu. Iaacob tenía ese
desafío y debía cumplirlo. Así lo hizo y recibió el título de Ish Emet: el hombre de
la verdad.

Que en nuestra vida diaria recibamos su enseñanza. Que tomemos el ejemplo de


aquel Rab que en la noche del Seder al derramar uno de sus huéspedes el vino
sobre la mesa, procedió a hacer caer también él su copa de vino en forma
intencional y decirle a su esposa: "¿Qué sucede? ¡Parece que alguna de las patas
de la mesa está floja!". El huésped respiró aliviado, la vergüenza desapareció de
su rostro. ¿El Rab mintió? De ninguna manera, no existe una verdad superior a
esa pequeña mentira. Bienaventurados quienes apliquen a los actos de la vida
las enseñanzas que nuestros Sabios nos legaron. Tendrán el Zejut de vivir con
alegría en este mundo y recibir el verdadero pago en el mundo venidero.

"El llanto de la mujer"


El Shela Hakadosh comenta en Perasha Vaiese: "El hombre debe comportarse
con humildad y tranquilidad en su hogar. No debe obligar a su esposa a realizar
cosas que ella no desea, sino que debe hablarle siempre de buena manera. Así
22

dijeron los Jajamim: Quien tiene Shalom en su hogar, es considerado como si


estuviera en Shalom con todo el mundo. El Zohar Hakadosh comenta al respecto:
"El hombre debe comportarse en su hogar con tranquilidad y alegría sin que
teman de él". El hombre es el que dirige su hogar y por lo tanto la
responsabilidad del Shalom recae sobre sus hombros. Esta obligación se
manifiesta de dos formas: 1) sus expresiones deben ser dulces y suaves, llenas de
tranquilidad y comprensión. No deben ser con tensión, nerviosismo ni ofensivas. 2)
su comportamiento y actitudes deben ser con gracia y serenidad, a pesar de las
situaciones que se puedan presentar.

El Talmud, en Babá Mesiá 59 comenta al respecto: "Siempre el hombre debe


cuidar de no hacer sufrir con sus expresiones a su mujer". El mismo Talmud
explica el motivo especial que existe en este caso: la mujer es por naturaleza muy
sensible. La prueba contundente de ello es que su llanto es más frecuente y
espontáneo que el del hombre. Por lo tanto, es obligación de cada marido
alegrar a su esposa y no hacerla sufrir con sus actitudes o expresiones, ya
que su dolor es mucho más profundo que el del hombre. Se debe tener
presente en cada circunstancia de la vida el precepto de la Torá: "No hará sufrir el
hombre a su compañero" (Vaikrá 25).
Hasta tal punto llega este concepto, que incluso quien hace sufrir a su señora sin
haber tenido esa intención puede recibir un castigo, como podemos observar en el
siguiente suceso que relata la Guemará en Ketubot 62: "Rab Rejumi regresaba a
su hogar todos los años en la víspera de Iom Kipur, luego de permanecer durante
mucho tiempo estudiando en un Bet Hamidrash, ubicado lejos de su casa. En una
oportunidad, se concentró tanto en su estudio que se retrasó del horario normal en
el que solía regresar. Su esposa esperaba ansiosa y preocupada: ‘¿Cuándo
llegará mi esposo?’. A cada instante decía: ‘¡Ya llegará, ya llegará!’. Su dolor hizo
que en un momento determinado se derramaran unas lágrimas de sus ojos. Su
marido seguía estudiando profundamente en el altillo de la Ieshibá y en forma
imprevista, se derrumbó el techo sobre él y falleció instantáneamente".

Este terrible suceso es explicado por el Rab Jaim Shmulevich Z"L en su libro "Sijot
Musar" de la siguiente forma: "El castigo que recibe quien hizo sufrir a su
compañero no es simplemente para tranquilizar al perjudicado, puesto que, como
vemos en este caso, la muerte de Rab Rejumi habrá provocado muchas más
lágrimas a su señora que las que había derramado anteriormente. El concepto real
es que la ofensa o el daño al prójimo es como un fuego que consume: todo el
que pone su mano en él se quema. No se trata sólo de un castigo por su actitud,
sino que es una ley natural y real".

Sucedió en una oportunidad con Ribí Zalman Malsu Z"L, que estaba viviendo en la
casa de una familia, y fue a visitarlo un alumno suyo con quien se puso a
conversar palabras de Torá. En un momento, el alumno vio que su maestro se
levantó y rápidamente salió fuera de la casa. El alumno siguió al Rab y le preguntó
el motivo de su actitud. La respuesta fue: "La mujer que trabaja en la limpieza de
la casa comenzó a cantar y está prohibido escuchar cantar a una mujer; por eso
me retiré". El alumno le sugirió al dueño de la casa que le pidiera a la mujer que
23

dejara de cantar para que el Rab pudiera ingresar. El Rab instantáneamente


respondió: "¡Déjenla, ella está ocupada con su trabajo! Está feliz con lo que hace y
soy yo el que no puede escucharla. ¿Por mí debe sufrir? Yo debo salir para que
ella siga cantando".

Aprendemos de este suceso hasta qué punto debemos cuidarnos de no hacer


sufrir al otro, a pesar de que la intención sea cumplir con algún precepto. Con
mucha más razón, que el hombre no debe hacer sufrir a su mujer, ni provocarle un
dolor o avergonzarla, ya que se provoca de esa forma un daño a sí mismo.

Nuestros Sabios nos enseñan que los primeros días del matrimonio marcan
una senda para toda la vida. Los primeros siete días del matrimonio son días de
celebraciones y banquetes, en los cuales se alegran los novios y sus parientes. Y
esos banquetes no son sólo para saborear ricas comidas, sino principalmente para
agradecer a Hashem por la boda, y para aprovechar la ocasión invitando a los
parientes y amigos a participar de la alegría. Se cumple una gran Mizvá al
asociarse en ella.

La Simjá de los Siete Días de Banquetes (Sheba Berajot-Siete Bendiciones), tiene


su antecedente en la Torá. En el libro Pirke Deribi Eliezer figura que lo
aprendemos de lo que está escrito en la Perasha de esta semana, cuando Iaacob
contrajo matrimonio con Lea, luego de lo cual se celebraron siete días de
banquetes. En esa oportunidad, se congregaron todos los habitantes del pueblo a
celebrar. Dijo entonces Hashem: "Ustedes le hicieron un favor a mi siervo Iaacob
(de acompañarlo en su alegría). ¡Yo les daré a ustedes una recompensa eterna a
través de vuestros hijos!".

También hemos visto una celebración de "Sheba Berajot" en el Libro de los


Profetas, cuando Shimshon se casó y le organizaron siete días seguidos de
banquetes, y lo trataron como a un verdadero rey.

Esto nos enseña que el novio y la novia son considerados como reyes en los
días de Sheba Berajot. Así como todos alaban a un rey, también a los novios
(dentro de los primeros siete días) los alaban y les rinden honores de reyes. Así
como un rey se viste con ropas majestuosas, del mismo modo los novios se visten
con ropas de fiesta todos esos días. Así como a un rey se lo recibe con
banquetes, a los novios se los recibe con los mejores manjares. Así como el rey
no trabaja, los novios no trabajan. Así como a un rey siempre se lo ve radiante, a
los novios se los ve resplandecientes como el sol. Como está escrito: "(El sol) es
como un novio que acaba de salir de su Jupá" (Tehilim 19).

Los días de Sheba Berajot son como una expresión de deseos: así como los
primeros días del matrimonio son de fiesta y celebraciones, que todos los
demás días de matrimonio de la nueva pareja sean igualmente de fiesta y
alegría.
24

Analicemos para finalizar algunos consejos escritos en el libro "Una vida de


felicidad" del Rab Shelomo Dob Cohen Shelita, que sirven para alcanzar el éxito
en el matrimonio:

1) Aprovechar la fuerza interna que cada uno posee y sacarla a la luz en la vida
matrimonial.

2) Comportarse con paciencia. Saber que no es posible esperar resultados


maravillosos de un instante al otro. Se debe mejorar paso a paso para así llegar a
la verdadera felicidad en el matrimonio.

3) Asumir las responsabilidades: cada uno debe tratar las situaciones que se
presenten con el máximo de seriedad para obtener así los mejores resultados.

4) El buen trato: hay que recordar que todos tenemos faltas y la solución se
encontrará sólo si la otra parte toma el problema como si fuera suyo propiamente y
no se limita a marcárselo a su pareja sin ayudarla a superarlo.

5) Medicina preventiva: no esperar a que los problemas aparezcan para ver


cómo solucionarlos, sino que se deben estrechar las relaciones en los momentos
buenos para formar así un escudo que impedirá que se deterioren en los
momentos más críticos.

6) No desesperarse por los tropiezos: cuando un niño comienza a caminar es


normal que tropiece y se golpee. En forma similar, un matrimonio que intenta
mejorar su relación, se encontrará con situaciones que aparentemente son
retrocesos o caídas. No solamente que no hay que desesperar, sino que se deben
aprovechar para levantarse con más fuerza y superarse continuamente.

7) Reconocer el esfuerzo del otro: cuando un integrante de la pareja intenta


superarse, el otro debe alentarlo para seguir adelante y no debe criticarlo por los
errores que pueda cometer.

La felicidad en el matrimonio no depende de que no se presenten pruebas en la


vida, sino de la buena relación y de la unión de la pareja en todas las
situaciones que se deban atravesar. Todos los comienzos son difíciles. No es
sencillo intentar mejorar nuestras actitudes, pero si no lo hacemos la vida
matrimonial estará llena de tensión y amargura. Pongamos en práctica los
consejos de nuestros Jajamim y con seguridad, nuestra vida será otra
completamente.

¡Qué Hashem bendiga nuestros hogares con el Shalom!


25

Las pequeñeces de todos los días

En la Perasha Vaishlaj, la Torá menciona el encuentro entre Iaacob Abinu y el


ángel que representa al instinto del mal. Iaacob Abinu estaba solo. Nadie lo
acompañaba cuando fue atacado por el ángel del mal. Su familia había cruzado un
río y él había regresado a buscar unas pequeñas vasijas que había olvidado. El
Talmud en Julin 91 comenta que los Sadikim valoran sus pertenencias más que su
propio cuerpo, ya que todo lo que obtienen es en forma legítima y se alejan del
robo. De todas formas, hay un mensaje muy claro que el comportamiento de
Iaacob Abinu nos enseña: nunca se deben despreciar las pequeñas cosas.

Este concepto adquiere una importancia fundamental en el hogar judío. Las


pequeñeces cotidianas, las cosas que en principio parecen intrascendentes,
en caso de que no se conversen y aclaren, terminan destruyendo el hogar.
En muchos hogares en donde la mujer trabaja -por ejemplo- se llevan distintas
cuentas: "Esta plata es mía", dice la mujer como si fuera que son dos personas
que no tienen nada en común y que los gastos de uno no son del otro. En otros
casos en donde la mujer no trabaja, el hombre es extremadamente exagerado en
llevar una cuenta minuciosa del dinero que dejó a su mujer, para ver en qué gastó
hasta el último centavo. "Soy yo el que traigo el dinero a casa", es el argumento
equivocado del marido como si fuese que la mujer no hace nada por el
mantenimiento del hogar. ¿Qué sucedió? ¿Por qué sospecha que su esposa
malgasta el dinero? Y si es así realmente, ¿no será el hombre el responsable de lo
que sucede por no tener una buena comunicación con su esposa? Si no se
solucionan, las pequeñeces de todos los días pueden destruir el hogar.

Hay mujeres -por ejemplo- que sólo piensan en la limpieza de la casa. La Torá
está de acuerdo con ellas por la importancia del orden, la pulcritud y la higiene.
Sólo hay un pequeño inconveniente. La exageración de la limpieza provoca
otro tipo de suciedad: la mujer pierde la paciencia con sus hijos, se olvida de
conversar con su esposo o reacciona violentamente cuando alguien ensucia lo
que ella tanto limpió. Pequeños hechos cotidianos, pero que pueden
transformarse en una montaña gigante, si no sabemos encontrar el equilibrio
necesario.

Recordemos que lamentablemente en la vida hay en muchos casos motivos reales


de problemas. No exageremos las dificultades provocando situaciones que
sólo nuestras malas cualidades originan. ¿O acaso no sucede muchas veces
que después de pelear ni siquiera recordamos por qué empezó la discusión?

"Alegrar se alegrarán compañeros queridos, como te alegró el Creador en el Gan


Eden". En esta Tefilá que se realiza en el momento de la Jupá y durante los
primeros siete días del matrimonio, se le pide a Hashem que ayude a la pareja a
llegar a la misma alegría que tuvieron Adam y Javá antes del pecado. Todo el
mundo era para ellos, los ángeles los servían y se deleitaban en el Paraíso. Si
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pedimos a Hashem algo que a simple vista parece tan difícil, es porque está en las
manos de la pareja conseguirlo.

Sin embargo, la triste realidad demuestra que son pocos quienes alcanzan esta
felicidad que excede a nuestra imaginación. ¿Por qué? Son varios los motivos que
se pueden mencionar. En principio, son pocos quienes comprenden que para
recibir este beneficio se debe invertir. Piensan equivocadamente que todo se
recibirá en forma natural. Olvidan que depende exclusivamente del trabajo,
dedicación y esfuerzo de los integrantes de la pareja. ¿Acaso en lo material no es
necesario preocuparse y hacer lo que se encuentra al alcance de la persona?
Para alcanzar la felicidad del matrimonio es exactamente igual: sin superarse en la
vida no se logrará. Esto sucede en todos los órdenes de la vida. Incluso para
cumplir Mizvot, es necesario hacer una inversión. Para comprar un Tefilin -por
ejemplo- o para celebrar una festividad o para tener deleite del Shabat. La relación
entre la pareja es el punto máximo de la Mizvá tan importante de "amarás a tu
prójimo como a ti mismo". ¿Acaso tan fácilmente se podrá cumplir? Sin el esfuerzo
de la pareja, no caerá como un regalo del cielo. Para que cualquier comercio
prospere, se realizan distintas iniciativas para captar la atención del cliente. Con
mucha más razón, cada integrante de la pareja debe buscar todos los medios de
su parte para encontrar el éxito tan anhelado.

Recordemos el versículo de Iob 11: "Un pequeño asno salvaje es el ser humano
que nace". Se refiere a que toda persona nace con falencias que, en muchos
casos, son el motivo de los desaciertos en el hogar. Cuando existe el deseo y el
trabajo para superarlas, el entendimiento mutuo hará el resto y se podrán pasar
las pruebas que se presenten. "Hashem no acusa a sus criaturas" (Abodá Zará 3).
Nadie deberá enfrentar una prueba si no dispone de la fuerza necesaria para
superarla. Pueden haber pasado muchos años de discordia y sufrimiento, pero en
la gran mayoría de los casos, las puertas de la felicidad aún están abiertas. "Los
que siembran con lágrimas, recogerán con alegría" (Tehilim 126). De acuerdo
con la inversión, todos pueden deleitarse con los frutos.

Se cuenta sobre aquel rey que tenía un mantel muy especial, donde estaban
marcadas todas las ciudades vecinas con sus respectivos puentes y caminos. El
mantel le servía al rey para poder controlarlas con facilidad. Por eso, siempre
cuidaba que no se arruinara. En una oportunidad, su hijo rebelde lo cortó en
pedazos y mezcló los trozos uno con el otro. Al ver la desesperación de su padre,
le aseguró que lo recompondría sin que faltara absolutamente nada. Con mucho
esfuerzo, terminó la reconstrucción. Ante la pregunta del rey de cómo lo había
logrado, el hijo le contestó que del otro lado del mantel había la figura de una
persona. Uniendo las partes y preocupándose por que esa persona estuviera
completa, el resultado sería que del otro lado del mantel las ciudades y caminos
también estarían íntegros.

Esto es exactamente lo que sucede con el mapa de una familia. En determinadas


ocasiones, está cortado y destruido. Unir esas partes y comenzar una vida nueva
nos parece una tarea imposible. La solución consiste en curarnos a nosotros
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mismos, trabajando sobre las cualidades y formando una persona completa. De


esa forma, el mapa de la familia se arreglará automáticamente. Los cortes y
heridas desaparecerán del horizonte. Que Hashem ilumine los hogares de Israel
con el Shalom.
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La casa judía

Es muy común escuchar el concepto de "la casa judía", siendo el único hogar que
tiene su nombre de acuerdo con su origen. Se escucha, por ejemplo, que hay
distintos tipos de comida: china, japonesa, etc. Pero un hogar que se lo identifique
de acuerdo con su procedencia es sólo el nuestro. ¿Por qué? ¿De dónde proviene
el nombre "judío"? La raíz de la palabra "Iehudi" es de Iehudá, que fue uno de los
hijos de Iaakob Abinu. ¿Por qué su nombre sirvió para identificarnos más que
el de cualquiera de sus once hermanos?

Para entenderlo, es necesario estudiar el capítulo 38 de Bereshit en donde Iehudá


debió pasar una prueba muy difícil con su nuera Tamar. En el momento en que él
podía haber negado lo sucedido, eligió la otra alternativa: con altura y nobleza
reconoció la verdad. La palabra Iehudá puede significar reconocimiento o
agradecimiento. En este caso, por el mérito de haber reconocido, por haber tenido
esa fuerza interna de poder controlarse en el momento de la dificultad, Hashem
hizo que todos nosotros llevemos su nombre porque ésa debe ser nuestra base y
la de nuestros hogares: sobreponerse a todas las situaciones que se
presenten.

La clave de cualquier hogar es que cada integrante de la pareja trabaje sobre sus
propias cualidades para mejorarlas y corregirlas. Lo que sucede en muchos casos
es que lamentablemente cada uno está atento a lo que el otro debe corregir, en
lugar de pensar lo que él mismo debe hacer.
Es común escuchar -por ejemplo- que una mujer se queja porque su marido es
muy nervioso. Ella menciona todos los conceptos con que la Torá critica a quien
cae en ira y enojo. ¡Tiene razón! Sólo que en este caso es ella misma quien es
presa de la furia y derrama todos sus nervios. ¿Y sus argumentos con los que
acusaba a su esposo? Los olvidó, para ella no existen. Sólo para su marido.

Cada uno se considera a sí mismo como una persona excelente que no tiene
necesidad de corregir absolutamente nada. En cambio, a la otra parte sabe
criticarla y buscarle sus defectos. O lo que es peor aún, se puede decir: "Yo sé
que no soy perfecto/a". Pero sólo se trata de un reconocimiento falso para
poder acusar con más facilidad a la otra parte. En realidad, no se está
dispuesto a cambiar ninguna actitud en la práctica.

Cuando el Rambam se refiere al matrimonio, nos habla de obligaciones y no de


derechos. Podríamos creer que las obligaciones de uno son los derechos del otro,
pero es un error. Por ejemplo, la obligación del marido de querer a su esposa y
respetarla más que a su propio cuerpo, es una obligación del hombre con Di-s y
no un derecho de la mujer. Igualmente, cuando el Rambam comenta que la mujer
correcta es la que hace la voluntad de su esposo, no se trata de un derecho del
hombre, sino de una obligación de la mujer para con Hashem. Todos estamos
"tocados" en este tema, ya que fuimos educados para siempre recibir y reclamar
nuestra parte. No estamos acostumbrados a brindarnos por el otro. Todos
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reconocemos, por ejemplo, a Hashem como Rey del mundo, pero nos olvidamos
de hacerlo Rey de nosotros mismos. Debemos preocuparnos por conseguir
nuestro propio Olam Habá (mundo venidero) con más espiritualidad y que nuestra
pareja adquiera el Olam Hazé (este mundo). El problema es que nuestro egoísmo
nos lleva por el camino contrario: buscamos nuestro Olam Hazé y el Olam Habá
para nuestra pareja.

El problema real radica en que desde pequeños fuimos educados creyendo


que todo nos pertenece. El bebé llora más de la cuenta una noche y consigue
que su madre lo retire de la cuna y lo acueste a su lado. Cuando crece un poco y
pretende algún caramelo de más -por ejemplo- que la madre no está dispuesta a
darle, con unas lágrimas o sollozos consigue lo que, según él, le pertenecía. Así
crece y sabe que de una manera u otra consigue todo lo que desea. Cuando llega
el casamiento cree que la historia se repetirá. Sólo que olvida que del otro lado
hay alguien que también fue educado creyendo que todo le pertenece. Lo que
sucede cuando ambos se encuentran es imaginado por todos y no es
necesario aclararlo.

Debemos aprender a dar y no a reclamar, a conceder y no a exigir, a tolerar y


no a reprochar. De esta forma, la convivencia en todos los casos será posible y
encontraremos la felicidad que otorga seguir la palabra de la Torá.

"Este es el libro de la genealogía de Adam. En el día que creó Di-s al hombre, a la


imagen de Di-s lo hizo.... Varón y mujer los creó, los bendijo y llamó su nombre
Adam en el día que los creó" (Bereshit 5).

¿Por qué el ser humano recibe el nombre de Adam? La respuesta de nuestros


Sabios es que Hashem lo creó de la tierra (Adamá). Podríamos preguntar ¡El
animal también debería llamarse así ya que también fue hecho de la tierra! Lo que
sucede es que olvidamos un detalle fundamental: la tierra tiene la particularidad de
arreglar y transformar todo lo que es puesto en ella. Por eso el hombre recibe el
título de Adam, al estar en sus manos la posibilidad de cambiar, mejorar y
superarse. En cambio, el animal nace animal y muere animal con el mismo
instinto sin haberse modificado en absoluto. El animal -por lo tanto- no tiene
relación con la tierra. La persona sí y es por eso que recibe el nombre de Adam,
porque progresa y mejora en su vida superando sus cualidades. Quien no se
comporta de esta forma, no es digno de llamarse Adam.

El rey Shelomo escribió el libro de "Kohelet" que para quien se limite a leerlo
superficialmente y sin profundizar, quizás le parecerá pesimista y oscuro. ¿Todo
es negativo? ¿Nada sirve? ¡Vanidad de vanidades! Lo que sucede es que el rey
Shelomo -la persona más inteligente del mundo- analizó con profundidad y llegó a
la conclusión: "Teme a Di-s y cumple sus mandamientos, porque en eso está el
hombre íntegro".

Ésa es la clave de la vida y lo único que no es vano: la posibilidad de superarse,


temer a Di-s y mejorar el comportamiento. Quien no lo hace será toda la vida
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como un bebé, a pesar de los años que tenga realmente. La única diferencia
será que cuando nació jugaba con su sonajero, luego con cochecitos, después
con una pelota, con una computadora, con su negocio, con la bolsa o con
acciones y empresas. Pero siguió siendo un bebé: se fue del mundo como llegó,
no modificó en nada su conducta. Crecer físicamente es simultáneo con el trabajo
de las Midot. Sólo quien se sobrepone y mejora es el que crece de verdad.

La persona es tal sólo cuando "varón y mujer fueron creados". Ése es el momento
en que debe demostrar si tiene buenas cualidades o no. En el matrimonio es en
donde aparecen las pruebas de la vida: las dificultades para encontrar un buen
sustento; los problemas que se presentan que motivan la ira y la pérdida del
control; el egoísmo de pensar sólo en nuestro propio interés. Si cada integrante de
la pareja se preocupa por sí mismo y observa sólo lo que le conviene, no hay
alternativa para esa familia. Podrán estar unidos en matrimonio, pero no se
llamarán Adam. Ese título lo reciben sólo los que se superan y progresan.

El único camino es trabajar sobre sí mismo para corregirse y superarse. En


muchos casos, los novios deciden permanecer años y años de noviazgo con la
idea de "conocerse mejor". No se dan cuenta de que sólo se conocerán de
verdad cuando contraigan enlace, porque sólo en ese momento aparecerán
las pruebas de la vida. Nadie sabe cuál será su reacción hasta que llegue ese
momento. De nada ayudarán los años de noviazgo. Más aún, hay parejas
-alejadas de la Torá- que deciden convivir "a prueba", para luego casarse si es
que todo funciona. Luego de un período donde todo fue bien, se casan y ahí
surgen los problemas. ¿Qué sucedió? El anillo del casamiento creó el problema,
porque ahí aparecen las obligaciones y los compromisos que son superados sólo
por los que se deciden a corregirse a sí mismos. Tengamos el Zejut de pertenecer
al grupo selecto de aquellos que intentan superarse continuamente en la vida.
31

Shalom... ¿con quién?

La base del Shalom es el respeto mutuo. En Pirke Abot está escrito: "Ben Zomá
preguntó: ¿quién es el respetado?". Su respuesta fue: "el que respeta al prójimo".
Dos grandes escuelas Talmúdicas discutían sobre muchos puntos de la
jurisprudencia: Bet Shamai y Bet Hilel. En Masejet Erubin 13, el Talmud concluye:
"Dijo Ribí Abá en nombre de Shemuel, tres años discutieron Bet Shamai y Bet
Hilel para determinar la jurisprudencia, hasta que un eco celestial proclamó: "Las
palabras de ambos son las de Hashem, pero la jurisprudencia es como la opinión
de Bet Hilel". Si ambos opinaban correctamente, ¿por qué Bet Hilel tuvo el mérito
de que la jurisprudencia coincidiera con su teoría? Una de las respuestas del
Talmud es que: "Eran tranquilos y pacientes, adelantaban en explicar la teoría
de Bet Shamai antes que la de ellos propiamente". Deducimos por lo tanto que
el que respeta al prójimo, no sólo que será respetado, sino que tendrá el mérito de
fijar y determinar la jurisprudencia.

La prueba de mantener el Shalom no es con aquellos con los que no mantenemos


ningún tipo de relación. ¿Por qué pelearíamos con ellos? La prueba verdadera es
con nuestra familia y con la sociedad con la que convivimos. Ahí surgen las
distintas ideas y opiniones sobre temas comunes que pueden provocar la
separación. En muchos casos, luego de la pelea no se recuerda ni siquiera
cómo comenzó la discordia. Se demuestra así la falta de importancia del tema
en cuestión. Todas las peleas tienen un común denominador: la falta de humildad
de sus protagonistas, que se consideran superiores e intentan justificar con
cualquier excusa el motivo del conflicto. En muchos casos, la inclinación a pelear
del ser humano es la que encuentra los motivos para hacerlo.

En cualquier matrimonio existen distintas formas de pensar. Si esto sucede entre


hermanos que fueron educados en un mismo hogar y se acostumbraron al mismo
tipo de vida, es lógico que suceda en un matrimonio. El motivo fundamental por lo
que esto ocurre es que Hashem creó a cada ser humano distinto del otro no sólo
físicamente sino con un alma individual que lo convierte en un ser único en la
tierra. Normalmente se cree que debería existir una vida de tranquilidad y sin
peleas en el hogar. Según este criterio, lo anormal es la discusión y la intolerancia.
Si analizamos con más profundidad nos daremos cuenta de que el razonamiento
lógico es el contrario. Sólo con el esfuerzo y la superación continua se
encontrará el Shalom. No se adquirirá en forma natural y espontánea, sino
con la predisposición constante a mejorar y perfeccionarse al máximo de las
posibilidades.

Lo que sucede es que son pocos quienes están dispuestos a recibir consejos para
mejorar la calidad de vida del matrimonio. A diferencia de un dolor físico que es
calmado tras recurrir a un médico quien receta el remedio adecuado, cuando las
malas cualidades de la pareja destruyen el matrimonio hay una reticencia a
asesorarse para superar el inconveniente. ¿Por qué? ¡Las complicaciones son
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más trascendentes que cualquier dolor físico! Quizás el motivo sea que la
enfermedad del cuerpo no implica culpabilidad del paciente. En cambio, las malas
actitudes reflejan un tropiezo personal. Quizás sacan a la luz errores de toda
la vida e incluso ponen en duda la educación que se recibió de los padres.
Por eso, a veces se prefiere soportar el dolor y atribuir amargura, nervios y furia al
otro.

Pero el daño que este proceder ocasiona no se limita al interior de quien así lo
decide, sino que se extiende a todos los integrantes del hogar y por sobremanera
a los hijos. No olvidemos que las estadísticas revelan que en la mayoría de
los casos, los hijos repiten en sus hogares las desavenencias de sus
progenitores.

Aquellos que toman con responsabilidad la vida matrimonial, saben que todo el
esfuerzo que realicen es ínfimo frente al pago que recibirán: la presencia de la
Shejiná en el hogar.

El único modo para evitar una pelea es trabajar sobre uno mismo para
reforzar la fe y aprender a vivir con alegría. El profeta Zejariá 8 nos dice que "la
verdad y la paz serán amadas". Aparentemente, se trata de dos conceptos
contradictorios porque, si observamos al prójimo bajo la óptica de la verdad,
encontraremos errores y falencias que provocarán la discordia. Lo que sucede es
que buscamos la verdad en el otro y olvidamos analizar nuestro propio
comportamiento. Si lo hiciéramos, tomaríamos conciencia de nuestros defectos y
sería fácil encontrar la paz con el prójimo. A eso se refirió el profeta Zejariá.

Para concluir el tema, mencionemos el siguiente ejemplo: dos personas que


trabajaban en un mismo lugar durante veinte años, recibían un sueldo que apenas
les alcanzaba para sobrevivir. Uno de ellos le dijo a su compañero: "¡Qué felicidad
que tendría si este mes cobrara un sueldo que fuera el doble de lo normal!". El
otro, que guardaba odio a su compañero por tantas cosas que habían sucedido a
lo largo de los veinte años, le propuso: "Si me permites que te golpee treinta y
nueve latigazos en tu espalda, estoy dispuesto a entregarte mi sueldo". Llegaron
rápidamente a un acuerdo y así uno pudo descargar el odio acumulado y el otro
obtener un sueldo doble a pesar de las heridas que había recibido. Cuando el que
había golpeado a su compañero de trabajo llegó a su casa sin el sueldo y le contó
a su señora lo que había sucedido, ésta lo increpó por su necedad y le advirtió que
debía recuperar el sueldo. De lo contrario no le permitiría el acceso a su hogar. Sin
más remedio, se presentó de su compañero y le preguntó: "¿Qué me pides para
devolverme mi sueldo?". El compañero -que estaba aún sufriendo por las heridas
que había recibido- le replicó: "Si me permites en este caso golpearte treinta y
nueve latigazos, te lo devolveré". Así hicieron y concluyeron el episodio cada uno
con el mismo sueldo en sus manos, sólo que con las espaldas destrozadas. En
algún momento creyeron que prevalecía uno sobre el otro, pero al final los dos
resultaron perjudicados. La verdadera ganancia habría sido no participar de la
discusión.
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Que el Todopoderoso bendiga a todos nuestros hogares y comunidades con la


bendición más importante que podemos recibir: "El Shalom".
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Un poco de legumbre, pero con amor

El rey Shelomo escribe en los capítulos 15 y 17 de Mishlé respectivamente: "Es


mejor comer una comida de legumbres con amor que la mejor carne con tristeza"
y agrega: "Más vale un bocado de pan seco pero con tranquilidad, que una casa
llena de festines con peleas". De esta manera nos enseña que la felicidad no se
encuentra en los manjares y ricas comidas, sino en la paz y en la tranquilidad del
hogar. Al respecto, el Midrash comenta que dos personas encontraron al rey
Shelomo cuando había sido expulsado de su reinado y debió comportarse como
un mendigo para poder conseguir su sustento. Una de ellas lo llevó a su casa y le
preparó la mejor comida, pero le recordó la época en donde había sido rey, toda la
honra que había tenido y que ahora, lamentablemente, había perdido. El rey
Shelomo se llenó de tristeza y lloró durante toda la comida. Al otro día, una
persona humilde lo llevó a su casa ofreciéndole sólo un poco de legumbre, pero lo
consoló por el difícil momento que vivía diciéndole: "Di-s es como un padre que a
veces debe castigar a su hijo, pero finalmente te regresará a tu reinado como le
prometió a tu padre David". El rey Shelomo se reconfortó al escuchar esas
palabras y dijo: "Fue mejor ese poco de legumbre en la casa del pobre, que la
carne que me había dado el rico".

Aplicando estos conceptos a nuestra vida diaria, podemos llenarnos de


enseñanzas. Por ejemplo, aprendemos que el hombre no debe ser detallista y
pretender que todas las cosas sucedan como él estrictamente desea, sino que
debe ser tolerante y no ser exagerado en el control de los gastos del hogar (no
como aquellos que piden una cuenta detallada número por número de los gastos
diarios). Tampoco se debe pelear o protestar si la comida no está tan a gusto
como se pretendía.

En una oportunidad, el Jafez Jaim fue a visitar a una cuidad y se hospedó en la


casa del Rab del lugar. La señora del Rab preparó una sopa para el ilustre
visitante, pero se olvidó de avisarle a la mujer que la ayudaba en la cocina que ya
le había puesto sal. La ayudante volvió a colocar sal en la sopa. Cuando le
sirvieron la sopa al Jafez Jaim, la tomó en forma absolutamente normal. El Rab,
dueño de casa, al tomar la primera cuchara se dio cuenta de que era imposible
tomar la sopa y lo miró sorprendido al Jafez Jaim que había terminado su plato. El
Jafez Jaim le dijo: "Debes callarte, seguramente que la ayudante se equivocó. No
debes hacerla sufrir criticándola. Quizás tu señora se peleará con ella, lo que sería
más grave aún. Por eso -continuó el Jafez Jaim- debes decir que la sopa estaba
muy rica, para así traer alegría y paz en el hogar".

Por otra parte, debemos tener presente que la comida es necesaria para estar
sanos y fuertes para poder servir a Hashem. Si así procede la persona en cada
instante en que se alimenta, cumple con una Mizvá porque come Leshem
Shamaim y no por un interés o provecho propio. Así se comenta sobre Ribí Israel
Abujazira Z"L (el Baba Sali) a quien al terminar un ayuno, su esposa le acercó un
plato de comida para que pudiera recuperarse. El Rab probó un bocado y no
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comió más. La señora le preguntó: "¿Acaso le falta algún condimento?". El Rab le


contestó: "Por el contrario, está demasiado rica. Es por eso que no como, ya que
sentiría un provecho y placer especial al comerla. Sólo debo comer para poder
mantenerme físicamente. De lo contrario, no actuaría Leshem Shamaim".

Los comentarios que podemos agregar están de más ante la claridad de los
conceptos: cuidar el Shalom Bait es lo más valioso que existe en un hogar.
Que nunca la comida sea el motivo de una pelea o discusión.

El Gaón Ribí Israel Meir Hacohen Z"L, conocido como el Jafez Jaim, se casó por
el Shalom. Así fue el Maasé: el Jafez Jaim quedó huérfano de padre desde
pequeño. Su madre viuda, después de tres años volvió a casarse con uno de los
alumnos de la Ieshibá de Volozhin llamado Ribí Shimhon, quien había tenido en
un casamiento anterior una hija, a la que quería casar con el "joven brillante", su
hijastro, quien en poco tiempo sería conocido como el Jafez Jaim.

La familia del Jafez Jaim se oponía a este casamiento por varios motivos. La joven
era bastante mayor que él. Además, el Jafez Jaim era conocido por varios
millonarios del lugar que pretendían casarlo con sus hijas, por la capacidad que
tenía. Pero frente a todas estas cuentas, había otro razonamiento que el propio
Jafez Jaim explicó: el Shalom entre su madre y su padrastro, puesto que
seguramente negarse iba a traer discusiones entre ellos. El Jafez Jaim aceptó y
fue a convencer a todos sus familiares, para que ellos también estuvieran de
acuerdo.

Aprendemos de este Maasé hasta qué punto los Jajamim de Israel se


preocupan por el Shalom Bait, olvidándose de riqueza, honra o cualquier
otro detalle, con tal de no provocar una pelea entre una pareja.

Así como es importante cuidar el Shalom entre el marido y la mujer, se debe estar
atento a no provocar discusiones entre ellos. Por ejemplo, si alguien comenta que
su esposa lo hace sufrir con su comportamiento, quien escucha no debe decirle:
"te compadezco por la vida que llevas" o frases similares, sino que debe buscar la
manera de consolarlo justificando la actitud de su esposa: "Quizás fue sin querer,
estaría nerviosa, no fue con intención, etc.". Para tratar de apagar el fuego de la
pelea y recibir así la Berajá de alcanzar larga vida con prosperidad (Midrash
Tanjumá Itró17).

Si queremos saber hasta qué punto es valorado el Shalom Bait a los ojos de
Hashem, analicemos las palabras del Rab Abudarham Z"L cuando explica el
motivo por el que las mujeres están exceptuadas de los preceptos positivos que
dependen de un tiempo fijo (Sisit, Tefilin, etc.): "Si estuviera obligada a cumplir
este tipo de preceptos, es probable que simultáneamente su marido le solicitara
algo que necesita y ella no podría hacerlo por encontrarse ocupada con esa Mizvá
de tiempo fijo. Por eso, el Creador la exceptuó para que habite con Shalom con su
esposo". O sea, estrictamente la mujer debería estar obligada como el
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hombre a cumplir con estos preceptos, pero Hashem la exceptuó para que la
paz reine en el hogar.

Imitemos a Hashem en este punto de saber perdonar y exceptuar en aras del


Shalom. Aprendamos a cerrar los ojos ante muchas situaciones que se
presentan diariamente y la dicha y la felicidad reinarán en nuestros hogares.
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El buen carácter

Shamai dice.... "Debes recibir a toda persona con buena cara" (Abot 1-15). El Rab
Dessler Z"L solía decir al comentar esta Mishná: "Hubiésemos esperado que este
dicho fuera escuchado de la boca de Hilel que se caracterizaba por expresiones
tales como: "Ama el Shalom y persigue el Shalom". Sin embargo, es el propio
Shamai que se caracterizaba por actuar con Midat Hadin, o sea en forma estricta,
quién nos enseñó esa frase tan importante. ¿Cuál es la explicación? Precisamente
que por Midat Hadin estamos obligados a darle al otro lo que le corresponde.
Quien demuestra una cara triste o nerviosa hace sufrir a quien se encuentra
a su lado sin que éste lo merezca.

Este concepto no se refiere sólo a tratar bien a quienes visitan nuestro hogar, sino
que incluso en la calle y en el lugar en el que nos encontremos, nuestra expresión
debe ser sonriente para no hacer sufrir a quienes están a nuestro alrededor. Está
sobrentendido que en la relación matrimonial este concepto es de fundamental
importancia. En Abot de Ribí Natan 13 está escrito que quien otorga al prójimo los
mejores regalos del mundo pero de mala forma, es considerado como si no le
hubiese dado nada. Pero quien otorga una sonrisa, aunque en la práctica sólo eso
entrega, es considerado como si le hubiese dado los mejores regalos posibles.
¿Por qué? Porque es como si le entregara su corazón, que es precisamente lo
que su pareja o compañero necesita. Demostrarle que es considerado y
apreciado a sus ojos es lo más valioso que existe y está en sus manos
otorgarlo. Así explican los Jajamim sobre el versículo de Bereshit 49: "El blanco
de los dientes es más que la leche". El concepto al que se refiere al versículo es
que sonreír al compañero tiene más valor que darle el mejor alimento, ya que la
sonrisa y el aliento tienen más valor que cualquier ayuda material.

De cada persona se reclama que siempre tenga un buen trato, una palabra
amable y una sonrisa en su boca. Se comenta sobre Ribí Israel Salanter Z"L que
en la víspera de Kipur le preguntó algo a una persona que iba al Bet Hakeneset a
decir Tefilá, pero por el temor que tenía por la Kedushá de ese día, esa persona
no le respondió. Ribí Israel dijo: "¿Por qué yo debo soportar del temor del Din de
esa persona?". Nos enseñó así que la persona debe cumplir, junto a sus
obligaciones con el Creador, las obligaciones con su compañero. También en la
víspera de Kipur existe la Mizvá de: "Recibir a toda persona con buena cara" y
esto no se contradice con el temor del día de Kipur, ya que ambos forman parte
del servicio a Hashem.

El tema no es sencillo. Las dificultades de la vida nos hacen olvidar de esta


premisa básica, pero recordemos que los actos externos influyen sobre el
sentimiento interno. Si actuamos con una buena predisposición aunque en
principio sea sólo externa, seguramente que nuestro corazón se llenará de luz y
sentimiento. Tendremos otra óptica de la vida y del matrimonio llenando de
felicidad a nuestra pareja y a nosotros mismos.
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Debemos aprender a sonreír en toda circunstancia, a recibir -por ejemplo- al


marido con una sonrisa cuando llega a su hogar después de un día agotador, a
interrumpir con lo que se está haciendo y saludarlo con afecto. La mujer muchas
veces no lo hace. "¡No puedo, estoy ocupada!", es lo que puede decir en alguna
ocasión. ¿Y si tocaba el timbre la amiga, o una vecina? ¿Para ella sí tenía
tiempo?....

Sonreir, estar alegre. ¡Cómo lastima observar que el hombre ingresa a su hogar
un viernes a la noche y debido a que el ambiente está tenso dice de mala manera
y mirando al piso: "¡Shabat Shalom!". ¿Eso es Shalom? Es lo peor que puede
pasar, se debe aprender a superar los inconvenientes que existan por la
importancia del Shabat y del Shalom. Es cierto que hay momentos difíciles, de
peleas y discusiones, cuando no nos gusta algo que nos hicieron. ¿Cómo
reaccionamos? Después de tanto leer y escuchar sobre el tema aprendimos que
no debemos gritar, debemos sobreponernos y reclamamos con el silencio.
¡Correcto! Pero atención que hay dos clases de silencio. Uno es positivo, se trata
de aceptar, perdonar y salir adelante. Pero hay otro silencio que es terrible, no
hablamos, pero los ojos van de un lado hacia el otro. La boca está apretada, no
hablamos, pero estamos diciendo: "¡Si tuviera que hablar no me detendría en toda
la noche!". Ese silencio es negativo, perjudicial, y sería mejor hablar que
callar de esa manera.

Trabajemos de verdad para corregir nuestras malas cualidades. Recordemos que


nuestros hijos nos observan, analizan, comprenden absolutamente todo, y que
quedarán grabados en sus mentes los errores de los padres. En muchos casos
-lamentablemente- los incorporarán a su personalidad y seremos nosotros
los responsables de que ellos cometan nuestros mismos errores. En otros
casos -muy pocos en proporción- los hijos aprenderán a diferenciarse en su
comportamiento de los errores de sus progenitores y siempre los tendrán
presentes para no caer en ellos. Recordemos que la sonrisa y el buen carácter
harán que el hogar encuentre la Berajá del Shalom que Hashem nos quiere dar.
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El favor, la verdad y el Shalom

Los Sabios nos enseñan que en el momento de la Creación del ser humano,
Hashem consultó con los ángeles para determinar si era conveniente o no que la
persona fuera creada. Los ángeles que representan al Emet (verdad) se oponían
argumentando que el ser humano sería mentiroso y por lo tanto no merecía ser
creado. Los ángeles del Shalom, por su parte, confirmaban que no era
conveniente la creación de la persona, ya que continuamente pelearía y discutiría.
Sólo los ángeles que representaban el favor defendieron al ser humano y
argumentaron que merecía ser creado porque se dedicaría a hacer el Jesed
(favor). Hashem escuchó a estos ángeles y así fue creado Adam Harishon, como
dice el versículo: "El mundo fue creado por el favor" (Tehilim 89).

¿Cuál fue la respuesta de Hashem a los ángeles del Shalom y del Emet? ¿Acaso
porque la persona hace favores, Hashem se "olvidó" de los otros argumentos? De
ninguna manera. Lo que sucede es que, si bien el mérito por el que la persona fue
creada es el Jesed, la prueba de la vida humana es en el Emet y en el Shalom.
Todos sabemos lo difícil que es comportarse con la verdad en toda circunstancia.
Es más sencillo cargar las culpas sobre el otro, aunque interiormente se
reconozca la propia responsabilidad. En muchos casos, cuando se escuchan los
argumentos de marido y mujer por separado, nos damos cuenta que ambos tienen
razón en sus apreciaciones y reclamos. ¿Cómo es posible? Lo que sucede es que
cada uno analiza sólo lo que le conviene. ¿Y la verdad? Nos olvidamos de ella
porque no nos favorece. La prueba del Shalom -por su parte- es fundamental. Si
supiéramos valorarlo como realmente corresponde, muchas peleas se evitarían.
Los mismos temas que destruyen a una pareja, son superados por otro
matrimonio sólo porque se valora la importancia del Shalom.

El Jazon Ish dijo al respecto que la unión de la pareja debe ser como la
misma relación que existe entre la mano derecha e izquierda de una misma
persona. No existe celo ni competencia ni enojo, sólo la complementación entre
una y otra, puesto que ambas forman parte de un mismo cuerpo. Nos
sorprendemos cuando escuchamos aquel suceso del Rab Arie Levin Z"L que
acompañó a su esposa enferma al doctor y le dijo: "Doctor, nos duele la pierna".
El doctor no entendió qué sucedía y preguntó: "¿A quién le duele la pierna?". A lo
que el Rab respondió: "Si le duele la pierna a mi señora, también a mí me duele y
por eso mi expresión: ‘Nos duele la pierna". Nosotros nos preguntamos: ¿Cómo
se puede alcanzar ese nivel? La realidad es que es lamentable que el marido no
sienta que es así realmente, porque no encontró en el matrimonio lo que Hashem
pretendía de él.

Cuando Moshe Rabenu vio que sus hermanos eran esclavizados en Egipto, sufría
con ellos a pesar de que él no era esclavo. ¿Qué ganaba con sufrir? ¡De todas
formas no podía ayudarlos! Sólo que cuando alguien siente que comparten su
sufrimiento se siente aliviado. Sabe que no está solo y juntos es más fácil
superar el problema.
40

No olvidemos el tema del Jesed. El favor mutuo fue el mérito por el que la persona
fue creada. Muchos se equivocan y hacen favores con cualquier persona ajena a
su entorno y se olvidan de aquellos que más lo necesitan: su propia familia,
esposa, marido e hijos. El favor empieza por casa, por quienes se encuentran
más cerca. Sólo que la persona se escapa de él, quizás porque se trata de
una obligación y no le agrada sentir esa presión sobre sí mismo. A veces una
madre puede escuchar a todas sus vecinas y amigas, pero en forma
incomprensible no dispone del tiempo necesario para sus hijos que tanto la
necesitan. Al encontrarse obligada a ellos, elude su responsabilidad.

Cuando el marido y la mujer realizan actos de Jesed uno para el otro o con los
niños, cumplen con la Mizvá de: "has de querer al prójimo como a ti mismo"
(Vaikrá 19). Esas acciones se consideran preceptos, a pesar de que fueron
hechas para beneficio de un familiar tan cercano y de ser consideradas
como algo lógico o natural. Así lo enseña la Torá. Cuando Miriam quedó leprosa
por haber hablado sobre Moshe Rabenu algo que no correspondía, todo el pueblo
de Israel aguardó siete días hasta que ella se curara. Ella recibió esa recompensa
de que todos la esperaran, porque ella también había esperado para ver qué
sucedía con su pequeño hermano Moshe cuando su mamá lo había puesto en la
canasta de mimbre en el Nilo. El versículo nos enseña: "Y se detuvo su hermana
desde lejos para ver lo que sucedía con él" (Shemot 2). Moshe Rabenu era el
hermano de Miriam y lo más normal era que ella se interesara por lo que le
ocurriría. De todas formas, fue un acto de Jesed y Hashem la recompensó
con que todo el pueblo la aguardara en el momento de su enfermedad.
Más aún, la obligación de hacer Jesed con un familiar cercano es prioritaria
a la de hacerlo con otra persona. Así escribe el Rab Jaim Fridlender Z"L en su
libro "Y sabrás que hay Shalom en tu hogar": "De acuerdo con las reglas de la
Torá con respecto a la Sedaká y al Jesed, el pariente más cercano tiene prioridad.
Cuando deba decidirse entre ayudar a los pobres de su ciudad o a los pobres de
otra ciudad, la prioridad corresponde a los de su ciudad. No existe más
"cercano" para la persona que su propia pareja, ya que la esposa del hombre
es como su propio cuerpo. En contradicción con lo que la gente piensa, la
categoría superior del Jesed es con el marido o con la mujer".

Si queremos darnos cuenta de hasta cuándo Hashem valora un acto de Jesed a


pesar de tratarse de algo elemental, podemos recordar lo que sucedió con Lot, el
sobrino de Abraham Abinu que salvó su vida en el momento de la destrucción de
Sodoma y Gomorra. ¿Cuál fue su mérito? Muchos años antes, cuando en la época
de hambre Abraham se había dirigido a Egipto junto a Sara, Lot no reveló a los
egipcios que Sara era la esposa de Abraham y no su hermana como él les había
dicho. "Y fue cuando Hashem destruyó a las ciudades del valle (Sodoma y
Gomorra) y recordó Hashem a Abraham y salvó a Lot de la destrucción" (Bereshit
19). El Midrash Rabá comenta: "¿Cuál fue el recuerdo favorable para Lot? El
haberse callado cuando Abraham dijo que Sara era su hermana. Lot sabía y se
calló".
41

Todas las Mizvot son importantes. Existe una idea de pensar que las Mizvot que
son con Hashem -Tefilin, Mezuzá, Kasher, etc.- son más importantes que aquellas
como la Sedaká y el Jesed que se realizan con el prójimo. No es así. Sólo
Hashem sabe el pago por cada Mizvá. Nosotros sólo sabemos que Hashem
nos ordenó cumplir con todos los preceptos. En realidad, la Mishná en Peá 1
comenta: "Estas son las Mizvot que la persona recibe pago en este mundo y el
capital queda para el Olam Habá: respetar a los padres, Guemilut Jasadim,
acercar el Shalom entre la persona y su compañero y el estudio de Torá que
equivale a todas las Mizvot". Observamos que el pago por hacer Guemilut
Jasadim se recibe en este mundo y en el venidero. El Maharal de Praga
explica: "Cuando alguien se coloca el Tefilin cumple un precepto por medio del
Tefilin; cuando alguien hace un Jesed con el compañero, cumple con una Mizvá
gracias a su compañero". O sea, el Tefilin es como el compañero: ambos fueron el
medio para cumplir con una Mizvá. La diferencia radica en que el compañero se
benefició al haber actuado como medio para el cumplimiento de una Mizvá,
mientras que el Tefilin quedó en las mismas condiciones. Por eso, quien realiza un
Jesed recibe además del pago en Olam Habá, beneficio en este mundo" (Netibot
Olam).

Cuando un acto de Jesed se realiza íntegramente, la recompensa que


aguarda es incalculable por más pequeño que parezca. En Bereshit 5 la Torá
comenta: "Y se encaminó Janoj con Hashem". Los Jajamim explican que Janoj se
dedicaba a coser zapatos y por cada costura enaltecía a Su Creador. El Rab
Dessler Z"L explica en nombre de Ribí Israel Misalant Z"L: "no significa que en el
momento de la costura, Janoj se unía en sus pensamientos al Creador, ya que
está prohibido pensar en otra cosa en el momento en que realiza un trabajo para
un compañero. La unión con el Creador a la que se refiere, es que se preocupaba
porque cada costura sea lo más perfecta posible, para que el zapato fuese
aprovechado por su dueño al máximo de las posibilidades. Así se unía con el
Creador, que se preocupa por dar todo Su bienestar al ser humano".

Debemos recordar que todo Iehudi es hijo de Hashem. Cualquier falta que
encontremos en nuestra pareja, debemos tomarla como una oportunidad
especial que Hashem nos dio para agrandar nuestro mérito.
Perfeccionaremos así nuestra alma que vino al mundo por sobre todo para realizar
actos de Jesed con el prójimo. No se deben escuchar reclamos o quejas por el
comportamiento de los niños, por las dificultades del hogar, por la preparación de
la comida o por las corridas por el sustento. Mientras más dificultades existan,
la Mizvá de Guemilut Jasadim en el hogar será mayor.

Con la verdad íntegra y con el favor que comienza por el hogar, Hashem otorgará
el Shalom para todos los hogares de Israel. Amén.
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¿Convivir o habitar en un mismo hogar?

Una pareja se casa con la idea de convivir durante toda la vida. Pero se puede
estar muchos años bajo un mismo techo y no vivir juntos. ¿A qué nos
referimos? El rey David nos enseña: "Qué bello y qué dulce es que los hermanos
habiten juntos" (Tehilim 133). El Midrash pregunta: ¿a qué hermanos se refirió
David Hamelej? La respuesta es que se refirió a Moshe y a Aharon. ¿Cómo era la
relación entre ellos que es tomada como ejemplo de lo que significa vivir juntos?
Para poder comprender el tema, es necesario recordar algo que sucedió en Egipto
con nuestro pueblo. Cuando Hashem se presentó a Moshe para que sacara al
pueblo de la esclavitud a la que eran sometidos, Moshe no aceptó en principio la
misión para la que había sido designado. Sólo después de siete días fue
"convencido" por Hashem. ¿Cómo es posible que un ser humano no acepte la
orden directa de Hashem?

Más aún, Moshe sabía con claridad acerca de la terrible situación de sus
hermanos esclavizados y sufría por ellos, ¿cómo se pudo negar a liberarlos? La
respuesta la da el propio Moshe a Hashem: "Ruego, mi Señor, envía por favor por
mano de quien has de enviar" (Shemot 4). Rashi nos explica: "envía al que
siempre envías, o sea, a mi hermano Aharon". Moshe no quería recibir un puesto
superior al de su hermano mayor Aharon, que fue quien había dirigido al pueblo en
la esclavitud, ya que Moshe se había escapado a Midian. Moshe sufría por el dolor
de sus hermanos, pero de todas formas no quería recibir sobre sí mismo la
dirección del pueblo, porque esto quizás provocaría el sufrimiento de Aharon.
Moshe conocía la necesidad del momento y la importancia del cargo, pero
entendía que la salvación no llegaría si no tenía en cuenta el sentimiento de
su hermano.

El razonamiento de Moshe era correcto, sólo que no tuvo en cuenta la grandeza


de su hermano Aharon. Precisamente, Hashem le respondió: "he aquí que Aharon
tu hermano... saldrá a tu encuentro, te verá y se alegrará en su corazón" (Shemot
4). No sólo que Aharon estuvo de acuerdo, sino que su alegría fue tal que no
había manera de expresarla: "se alegrará en su corazón". Es el ejemplo de lo
que significa vivir juntos; respetarse mutuamente, pensar sólo por el bien
del otro y estar atento a lo que necesita. Vivir juntos no es sólo compartir un
mismo hogar, sino vivir uno para el otro y sentir en carne propia las necesidades o
sufrimientos del otro y actuar de acuerdo a esto. Hashem quiere posar su Shejiná
en toda casa judía, pero para que eso suceda es necesario que el hogar exista,
que la pareja conviva y no sólo que habite el mismo techo.

La prueba verdadera del Shalom es en el hogar. No tener discusiones con el


medio ambiente en donde se convive es relativamente fácil. La persona puede
refugiarse en su hogar y así encontrar la solución. Pero si el fantasma de la pelea
nos persigue en el hogar, ¿a dónde se puede escapar? ¡Es difícil realmente! Sólo
que si se valora de verdad la importancia del Shalom, se encontrarán los medios
para no tropezar con la trampa que el Satán prepara.
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Mordejai Hasadik fue alabado en la Meguilá Esther: "Fue aceptado por la mayoría
de sus hermanos, buscaba el bien de su pueblo y se comportaba con Shalom con
toda su descendencia" (Meguilat Esther 10). En muchos hogares un hijo cumple la
voluntad de su padre y el otro, por el contrario, no respeta el criterio de sus
progenitores. Normalmente, ese padre habla con Shalom con el hijo que acepta
sus ideas, pero con el otro hay choques y diferencias. Mordejai Hasadik no era
así: hablaba con Shalom con toda su descendencia. Por eso recibió esa
alabanza.

El camino para alcanzar el Shalom se divide en tres partes: 1) con el


pensamiento: cada uno debe pensar que el otro piensa sólo cosas buenas sobre
él. Aunque en la práctica parezca lo contrario, debe saber que se trata sólo de una
falsa apariencia. 2) con el habla: debe dirigirse a su pareja con tranquilidad, sin
tristeza ni enojo. El marido debe alegrar a su esposa en los momentos en los que
se encuentre en el hogar. Donde hay nervios y desazón, no se encontrará el éxito.
Se debe pensar qué hablar y cómo decirlo. En cuántos casos hay discusiones y
peleas que llegan hasta el divorcio sólo porque fue dicha, en algún momento de
nervios, una palabra que no se puede olvidar. 3) con la práctica: todo acto
positivo une más a la pareja, ya que el otro siente que se preocupan por él. Por
ejemplo, si la esposa compra algo determinado para sí misma, es preferible que el
esposo se lo adquiera. Así ella se alegrará y se aumentará el Shalom entre
ambos. Seguramente que para quienes llevan a la práctica los consejos de
nuestros Sabios sobre cómo llevar el matrimonio, encontrarán la felicidad tan
anhelada y la bendición de Hashem posará sobre sus hogares.

Quien adelanta el Shalom de su hogar como prioridad fundamental en su vida,


consigue el paraíso terrenal, tranquilidad y felicidad. Ningún mal acontecimiento
podrá sucederle a esa persona. En Abot de Ribí Natan está escrito: "Todo el que
trae Shalom a su casa, le considera el versículo como si trajera Shalom sobre
cada uno del pueblo de Israel, porque todos somos como reyes de nuestros
hogares". Este concepto se refiere a que todos los actos que el ser humano
realiza fuera de su hogar no dejan una marca especial, ya que sólo se trata de
alguien más dentro del mundo. Pero los actos que cada uno realiza en su hogar
dejan un sello en su entorno familiar, similar al de un rey con su pueblo, en donde
todos están pendientes del comportamiento del rey para imitarlo.

Nuestros hijos están atentos a nuestras actitudes que quedarán


grabadas en sus mentes para toda la vida. Debemos darles el ejemplo
de perseguir el Shalom a pesar de las circunstancias que se presenten.
De esa manera, seremos dignos de recibir a Hashem en nuestros
hogares.
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Saber comprender a la mujer

En Shemot 2 la Torá nos enseña: "Y fue en aquellos días, creció Moshe y salió a
observar a sus hermanos y vio el sufrimiento que padecían". Cuando Rashi
comenta este versículo dice: "puso sus ojos y corazón para sufrir por ellos". O sea
que Moshe Rabenu, a pesar de vivir en el palacio del Faraón y de no estar
esclavizado, sufría a la par de sus hermanos. Con esta base podemos
comprender la obligación de entender la situación del otro, sentir sus dificultades,
preocupaciones y miedos como si a uno mismo le estuvieran sucediendo. Para
ello es necesario que se cumpla previamente lo que el versículo menciona:
"Creció Moshe", o sea dejar la visión infantil de solo preocuparse por uno mismo y
pensar en forma más madura: incluir al compañero dentro de nuestro propio
mundo.

El próximo paso será "Y vio el sufrimiento", o sea analizar con detalle y
profundidad el dolor del otro para luego poder sentirlo en carne propia.

Esta visión es fundamental en la pareja y por sobre todo es el hombre quien


debe comprender las dificultades normales de su esposa. Ella debe ocuparse
de los quehaceres de su hogar, preparar la comida para su familia, ocuparse de
los niños y en muchos casos también debe preocuparse por ayudar a conseguir el
sustento para la casa. Para poder comprender todo su esfuerzo, el hombre debe
recordar lo que sucede cuando por alguna circunstancia especial, es él quien debe
ocuparse de los niños y del hogar. En ese caso, el hombre aguarda con ansiedad
que todo vuelva rápidamente a su cauce normal, ya que se siente desbordado y
agotado por toda esa carga que la mujer lleva en forma natural por muchos años.

Por su parte, la mujer correcta comprende que ésa es su misión y está orgullosa
de la misma. Realiza sus tareas con alegría y felicidad. Sólo tiene un deseo
fundamental para ella: aguarda con ansiedad la llegada de su esposo. Luego de
un día arduo de trabajo, de prestar atención a las necesidades de sus hijos, de
tanta presión y nervios contenidos, finalmente podrá hablar con quien se preocupa
por ella y quien la alentará a superar las dificultades normales de su hogar. Ella
espera no sólo la comprensión de su esposo, sino también la felicitación por
su conducta y tarea. Así podrá renovar sus fuerzas para empezar mañana un
nuevo día quizás muy parecido al de hoy.

Llegó el momento. Se escucha el timbre o el ruido de la llave de su esposo que


ingresa al hogar. Ella se preparó para que todo estuviera en orden al punto
máximo de sus posibilidades. Pero el hombre llega cansado, hambriento y no tiene
en cuenta todo su esfuerzo. "¿Qué hay de comer?", pregunta rápidamente
provocando la desilusión de su esposa. En algunos casos, la situación se agrava
cuando el hombre observa en su hogar algo que no comprende y la critica sin
considerar todo lo que ella hizo durante el día.
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Cuando el diálogo comienza y ella formula un comentario sobre sus dificultades


del día, el marido no quiere escucharla. Reacciona con enojo porque no quiere
que nadie le altere su ritmo normal de vida. "¡De todo te quejas! ¡Es tu misión!",
responde el marido para tratar de cubrir su egoísmo que no le permite escucharla.
Cuando su esposa baja la cabeza o lagrimea, su respuesta es: "¡Otra vez te
ofendes!" ¿Acaso no puedo hablar?". Quizás se trata de una señal que comienza
a comprender su error.

La mujer cree en este caso que su marido no la tiene en cuenta. Que sólo le
importa su trabajo. Si tuviera cariño por ella la alentaría participando de sus
problemas o intentando ayudarla con un buen consejo, en caso de no poder
hacerlo en la práctica. Ella lo conoce bien. Sabe que cuando sus suegros o los
vecinos le plantean a su esposo alguna dificultad que padecen, él se esmera para
tratar de encontrar una solución. Con ella no sucede lo mismo. La explicación para
ella es clara y no le deja dudas: su marido no la quiere y es lo peor que le podía
haber sucedido.

Así nos enseña en su libro "Y sabrás que hay paz en tu hogar" el Rab Jaim
Fridlender Z"L: "La esperanza fundamental de la vida de una mujer es que su
marido la quiera. Cuando ella ve que no se cumple ese deseo, su dolor y
sufrimiento es enorme. Si el hombre no le demuestra que la ama, el mundo se
oscurece para ella. Nuestros Jajamim nos enseñan que en esa situación su vida
está cercana al peligro y no hay exageración en estos términos, sino que se trata
de una realidad comprobada en muchos casos. La mujer decae en su espíritu, se
deprime y puede derivar en graves enfermedades". Este sentimiento que el Rab
menciona, existe en toda mujer. Es cierto que hay casos de mujeres que poseen
cargos ejecutivos o trabajos de enorme responsabilidad en donde dirigen a una
gran cantidad de personas. Pero también ellas en su corazón esperan y ansían
que sus maridos se preocupen por todo lo que a ellas les sucede. No hay
excepción a esta regla. Es la manera natural con la que Hashem creó a la mujer.

El hombre cree equivocadamente que los temas del hogar o la educación de los
hijos es algo que compete exclusivamente a su esposa y que él no debe tomar
parte en ellos. Se equivoca. Debe compartir con su mujer absolutamente todo.
Esto no significa que él debe tomar las decisiones en temas que pertenecen a la
mujer, tales como la decoración de la casa o las compras del día. Su esposa
resolverá finalmente qué es lo mejor. Pero él debe escucharla atentamente,
sentirse interesado de verdad en todo lo que atañe al mundo de su mujer, dar
buenos consejos, comprenderla y alentarla en cualquier dificultad que se presente.

Es sabido que cuando el ánimo es positivo, todo es más fácil de superar. Cuando
la mujer sabe que su marido la comprende y la quiere, enfrenta toda su tarea
con optimismo, alegría y fe. Ella puede dejar de lado cualquier cosa menos el
deseo de su vida: que su marido la tenga siempre presente y que se preocupe por
ella. Es cierto. Para el hombre es difícil después de un día también agotador para
él, luego de superar sus propias dificultades, debe llegar a su hogar y olvidarse de
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todo para prestar atención a lo que en él sucede. Quizás preferiría entrar y que
nadie lo molestara y lo dejaran descansar tranquilo. Pero debe saber que lo peor
que le puede pasar es que su esposa no espere con ansiedad su llegada para
poder transmitirle todas sus inquietudes. Si así sucediera, es el principio de la
destrucción del hogar. El hombre debe sobreponerse, debe saber que en su casa
lo aguardan como al gran director de una empresa. Su esposa y sus hijos lo
valoran y necesitan por la gran importancia que tiene para ellos. El cansancio y las
preocupaciones del trabajo deben quedar de lado. Las fuerzas deben renacer para
sostener a quienes lo necesitan y dependen de él. Sólo debe concientizarse de
que es así realmente. Cuando así lo entienda, Hashem le dará la fuerza necesaria
para superarse y el hogar recibirá la bendición de la alegría y la felicidad.
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La inteligencia de la mujer

El rey Shelomo escribe en Mishlé 14: "La mujer inteligente construye su hogar y la
necia con sus manos lo destruye". Los ejemplos que traen los Jajamim al respecto
son muchos. Podríamos agregar los que nosotros mismos observamos en la vida,
al ver la fuerza y sabiduría de aquellas mujeres que guían a sus maridos en el
camino de la Torá. Esas mujeres virtuosas se conforman con lo necesario
para vivir, los ayudan en las situaciones difíciles con palabras suaves y
dulces que los alientan fortaleciendo el espíritu.

Gracias a ese amor, paz y compañerismo que ella genera en toda la familia, evita
la preocupación y tristeza de su esposo. Transforma así su hogar en un paraíso
lleno de luz, alegría y esperanza, que permite superar las dificultades confiando en
la ayuda de Di-s.

El Talmud Ierushalmi Sotá (Perek 9, Halajá 15), comenta que Ribí Akiba le
obsequió a su señora un adorno llamado: "Ir Shel Zahab" ("ciudad de oro") ya que
tenía la imagen de Ierushalaim. La señora de Rabán Gamliel le preguntó a su
esposo por qué ella no tenía uno igual. La respuesta de Rabán Gamliel fue que
Rajel, la señora de Ribí Akiba, vendía las trenzas de su pelo para que su marido
pudiera estudiar Torá, y por eso recibió ese pago.

Rajel era la hija de un millonario llamado Kalba Sabua. Ella observó las
condiciones del pastor del ganado de su padre llamado Akiba y pensó casarse con
él con la condición de que se dedicara al estudio de la Torá. Su padre se
enfureció, la desheredó y la expulsó de la casa. Rajel no tembló ante el problema
y soportó la pobreza, con tal que su marido estudiara Torá. ¿Cómo vivirían? ¿Y,
cómo costearía Akiba sus estudios en la lejana Ieshibá a la que iría? Rajel no
dudó. Las joyas y adornos que poseía fueron vendidos para poder subsistir.

Pasaron los años, y ya había vendido todo... su riqueza, su hermosa ropa, sus
objetos preciosos... ya no quedaba más por vender. ¿y ahora? Recordó Rajel que
cuando era joven, sus amigas alababan las trenzas de su pelo. En un instante
encontró la solución; con lágrimas en los ojos, con las manos temblando, pero sin
dejar que la lógica dominara a su sentimiento, sacó el pañuelo que cubría su
cabeza y cortó sus trenzas que luego llevó a vender para poder seguir adelante.

Quien ofrece un sacrificio de esta naturaleza por el cariño a la Torá, tiene su pago
garantizado. Durante veinticuatro difíciles años, se transformó el pastor Akiba en
Ribí Akiba, el más grande de la generación, con veinticuatro mil alumnos que
tomaron con sed sus palabras sagradas.

Cuando Ribí Akiba enriqueció, obsequió a su señora ese adorno con la


figura de Ierushalaim, enseñándonos así el sacrificio y la entrega que ella
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tuvo para construir un hogar sagrado, ejemplo para todos nosotros del valor
de la inteligencia de la mujer.

La llave de la vida o de la muerte tanto física como espiritual de un hombre está en


manos de su mujer. Nuestros Jajamim nos comentan al respecto sobre un padre
que llamó a su hija en los momentos previos a su casamiento y le dijo: "Debes
saber que el éxito material y espiritual de tu esposo depende de ti".

El Talmud en Abodá Zará 18 menciona cuando Ribí Jananiá Ben Teradion fue
sentenciado por los romanos a morir junto con su esposa. ¿Por qué recibió ese
castigo? El Talmud relata que sólo un pecado tenía ese gran Sabio: pronunciaba
uno de los nombres de Hashem -cuando enseñaba en público- que no está
permitido hacerlo. El Talmud continúa: "¿Cuál fue el pecado de su esposa?". La
respuesta se encuentra a continuación: "no reprochó a su marido como debía
haberlo hecho".

Es sabido que quien puede corregir al otro y no lo hace, es responsable también


del pecado. Si la señora de Ribí Jananiá Ben Teradion lo hubiese corregido, su
esposo se habría salvado de esa muerte, podría haber seguido alumbrando al
mundo con su Torá y ella tampoco habría muerto.

El destino del hombre está en manos de su esposa. Ella puede abrir o cerrar
la puerta de la felicidad eterna de su esposo en este mundo y en el venidero.
Bienaventurada aquella mujer que salva a su esposo de tropezar con algún
pecado. Pobre de aquella que con su silencio aprueba las transgresiones de
su marido.

"Por eso -continuó el padre diciéndole a su hija- tu misión es la de cuidar a tu


esposo para que no tropiece con ningún pecado". Cuando Hashem entregó la
Torá a Israel, le dijo a Moshe: "Ve y pregunta a las hijas de Israel si están
dispuestas a recibirla". ¿Por qué se debía dirigir Moshe Rabenu en primera
instancia a las mujeres? Porque el hombre -en muchas circunstancias- se deja
llevar por su esposa. La entrega de la Torá dependió de las mujeres, y cuando
ellas contestaron: "Haremos y escucharemos", tuvimos el mérito de poder recibir
la Torá. (Pirke Abot de Ribí Eliezer, cap. 41)

Gracias al mérito de las mujeres virtuosas, el pueblo judío pudo salir de Egipto.
Los hombres estaban desesperados y ya no esperaban la salvación. Dijeron:
"¿para qué tener hijos que serán esclavos de los egipcios?". Sus mujeres, sin
embargo, los alentaban transmitiéndoles esperanza y se embellecían frente a ellos
para así traer hijos al mundo. Fueron comparadas con la manzana, ya que en todo
árbol normalmente nacen las hojas que cuidarán al fruto que nacerá
posteriormente. En cambio, en el manzano primero nace el fruto y hojas. Así
hicieron las mujeres de Israel en Egipto: "Que nazcan nuestros hijos a pesar de
que no tenemos quien los proteja, finalmente llegará el cuidador y salvador".
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No sólo para la época de Egipto, sino que en cada generación cuando el


hombre se encuentra desesperanzado y la oscuridad lo rodea, es la mujer
correcta la que lo alienta y consuela hasta que la luz aparezca. En el Sefer
Menorat Hamaor está escrito: "Quien tiene una buena mujer nunca le faltará nada
por más que sea pobre, como está escrito en Mishlé 31: "Una mujer virtuosa
¿Quién la encontrará?, confía en ella el corazón de su esposo y pago no le
faltará". Cuando la mujer es virtuosa y habla con aliento y rectitud a su esposo, él
confía en ella y la quiere cada vez más y no siente todas las cosas que puedan
faltar, ya que Hashem le dio la mayor de las riquezas. Recibe el respeto y la
admiración de todos los que lo rodean: "La mujer virtuosa es la corona de su
esposo" (Mishlé 12).

Dicen los Jajamim: "Un Sadik estaba casado con una mujer virtuosa; como no
tenían hijos decidieron separarse. El hombre se casó con una mala mujer que lo
convirtió en un perverso. La mujer se casó con un perverso y lo convirtió en un
Sadik". Todo depende de la mujer. Dichoso el marido que posee una mujer
inteligente. Bienaventurada la esposa que toma la enseñanza de Rajel, la
esposa de Ribí Akiba y llena su hogar con luz espiritual y alegría material.
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El agradecimiento

Una de las cualidades fundamentales de quien se precie de ser persona es ser


agradecido con quienes lo rodean y con el Creador. El tema no es sencillo.
Muchas veces, la persona considera que si le agradece a quien lo benefició,
queda con una deuda pendiente que en algún momento deberá saldar y prefiere
no adquirir ese compromiso. La solución ante tal problema es simple: se puede
buscar cualquier excusa o empequeñecer el bien recibido. Si fuera necesario, se
llegará a devolver mal por bien para demostrar abiertamente que no recibió ningún
beneficio.

Por el contrario, quien trabaja sobre sus cualidades para superarse


continuamente, nunca olvidará un bienestar que recibió. En cada oportunidad
que se le presente, expresará su agradecimiento sin importar el tiempo que haya
transcurrido. No creamos que estos conceptos son necesarios solo para convivir
con la sociedad en forma normal. En realidad, comienzan por casa, por el hogar
de cada uno de nosotros.

¿Qué haría Ud. si tuviera el Zejut de encontrarse con Eliahu Hanabi?


Seguramente le pediría que le explicara alguno de los secretos de la Torá. Quizás
optaría por preguntar cuáles son los criterios con los que Hashem se conduce en
la dirección del universo. Sin embargo, el Talmud en Iebamot 63 comenta que Ribí
Iose se encontró con Eliahu Hanabi y le preguntó: "Está escrito en la Torá que la
mujer es la ayuda del hombre. ¿En qué lo ayuda?". Eliahu Hanabi le respondió: "El
hombre trae trigo a su hogar, ¿acaso come el trigo en crudo? El lino que trae, ¿lo
viste en bruto? Es la mujer quien ilumina sus ojos y lo sostiene sobre sus piernas".

Ribí Iose optó por formularle una pregunta a Eliahu Hanabi cuya respuesta
aparentemente cualquier niño conoce: la mujer es la encargada del hogar, se
ocupa de preparar la comida y de coser las ropas. El Rab Jaim Fridlender Z"L
explica esta Guemará con un concepto profundo: "Cuando la Torá menciona que
la mujer es la ayuda del hombre, se refiere al apoyo que le otorga para alcanzar
un nivel espiritual superior en el servicio a Di-s. Cuando la mujer se ocupa de
las necesidades de su hogar, le permite al hombre dedicarse de lleno a lo
espiritual y cumplir así su misión con éxito". Ahora podemos entender lo que el
propio Ribí Iose comentó en Shabat 118: "Nunca llamé a mi esposa: ‘mi esposa’,
sino ‘mi casa". Ribí Iose aprendió a valorar a su mujer en su medida exacta. Eliahu
Hanabi le enseñó a Ribí Iose el valor de su esposa no sólo para que lo supiera en
su corazón, sino para que lo expresara en toda circunstancia propicia y para que
así pudiera elevarse espiritualmente aún más. ¿Por qué? Porque quien
comprende que el otro le agradece por lo que le brindó, buscará una nueva
oportunidad para beneficiarlo. Si alguien no lo cree así, que observe cualquier
factura de venta de un comercio. En casi todas está escrito: "Gracias por su
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compra". ¿Para qué? Es el sistema que se utiliza para que el comprador vuelva a
ese comercio para efectuar una nueva adquisición: saber ser agradecido.

El enemigo fundamental que provoca que la persona no sea agradecida es el


acostumbramiento. En nuestro ejemplo, se podría escuchar: "Todas la mujeres
preparan la comida y la ropa para sus esposos". Es cierto, pero no por eso se
debe ser desagradecido. La persona debe estar atenta continuamente para poder
reconocer y expresar el agradecimiento por todo lo que recibe. No debe tener en
cuenta si el que otorgó el bien lo hizo por algún interés personal o en forma
desinteresada. El agradecimiento a Di-s y a los que nos rodean debe ser la base
de nuestra vida.

La Guemará comenta en Berajot 58: "Un buen invitado, ¿que dice?". La respuesta
es: "Cuántas molestias se esforzó el dueño de casa por mí, cuánta carne me
sirvió, cuánto vino sirvió delante de mí, cuántas tortas preparó. Todo su esfuerzo
fue sólo para mí". La Guemará continúa: "Un mal invitado ¿qué dice?". La
respuesta del Talmud es: "¿Cuál fue el esfuerzo del dueño de casa? Sólo comí un
pan, un trozo de carne y un vaso de vino. Todo el esfuerzo del dueño de casa fue
por su esposa y por sus hijos". Analicemos lo que sucede: el dueño de casa
prepara una Seudá para toda su familia e invita a alguien en particular a compartir
esa comida. ¿Por qué lo hace? Desea que el invitado se sienta a gusto y por
supuesto, que su familia disfrute también lo que se le ofrece. El buen invitado
agradece por todo lo que recibió y por la honra que le brindaron. Al mal invitado,
en cambio, su óptica negativa lo lleva a la conclusión de que el dueño de casa
pensó sólo en su familia y que simplemente agregó una porción más para él.

Este ejemplo del Talmud se puede aplicar para todas las circunstancias de la vida.
Se puede observar todo lo que sucede desde dos ópticas: la persona correcta le
agradece a Hashem por todo lo que existe en el mundo y que lo beneficia.
Para él, todo lo que Hashem creó fue exclusivamente para su provecho personal y
le agradece por todo. En cambio, quien observa todo en forma negativa, no
disfruta de la Creación, ya que él se considera como un integrante más y no valora
todo lo que recibe.

Estos conceptos son más válidos aún en la vida matrimonial. Cada integrante de
la pareja debe valorar todo lo que Hashem le dio: el hogar, la salud, la fuerza física
y espiritual, los hijos, etc. Por otra parte, debe valorar lo que recibe de quienes
están a su alrededor y especialmente, de su pareja y de sus hijos. De esa forma,
el ambiente del hogar será cálido y feliz. Sucede en muchos casos que la
persona se acostumbró Baruj Hashem a muchas cosas placenteras en su
vida. Piensa que es normal que así suceda. Como nunca le faltaron, no valora
lo que recibe. Sólo piensa en lo que le falta y por eso no encuentra la alegría.

Debemos valorar todo lo bueno que poseemos y no exagerar las situaciones


problemáticas que se puedan presentar. Debemos saber aceptarlas porque son
para nuestro bien, aunque a veces resulte difícil comprenderlo. Con seguridad que
52

nuestra vida será distinta si recordamos que: "Es una gran Mizvá estar siempre
con alegría".

Seamos sinceros: ¿quién de nosotros sabe agradecer de verdad a quienes nos


beneficiaron en alguna oportunidad? ¿Quién tiene presente a su maestro que lo
inició en el camino de la Torá testimoniándole su afecto y reconocimiento? ¿Quién
agradece a Hashem por todo lo que nos brinda continuamente? La sociedad
moderna no ayuda a vivir con esta base fundamental de la existencia del ser
humano. Por el contrario, somos educados con conceptos tales como: "¡te
corresponde!" o "¡recuerda tus derechos!", olvidando las obligaciones que nos
competen por el bienestar que recibimos de los que nos rodean.

Ser agradecido no es una buena cualidad, sino la obligación elemental de


quien se precie de ser persona. En una oportunidad una persona se presentó
ante el Jatan Sofer Z"L y le faltó el respeto con frases ofensivas delante de sus
alumnos. El Rab se calló y luego que esa "persona" se retiró, el Rab les dijo a sus
discípulos: "no sé qué es lo que quería. Nunca le hice ningún bien". Sus alumnos
lo corrigieron: "habrá querido decir ningún mal". El Rab les respondió: "no me
equivoqué, deben saber que es difícil ser agradecido. Cuando alguien recibió
alguna vez un bien, cree que realmente lo merece y si en otra oportunidad no lo
recibe, se ofende porque no le dieron lo que le correspondía. Por eso mi
expresión: nunca le hice ningún bien". Así es la naturaleza del ser humano y
hay que trabajar sobre uno mismo para poder corregirla.

Este punto adquiere una relevancia fundamental en el Shalom del hogar judío.
Cuántos matrimonios se destruyen porque sólo se observan los defectos del
otro sin analizar sus virtudes y por olvidar el concepto del agradecimiento. El
Talmud, en Iebamot 63, relata el siguiente suceso: "Ribí Jiá tenía una mala mujer
que lo hacía sufrir. De todas formas, cada vez que Ribí Jiá encontraba algún
presente para ella, se lo llevaba". Le dijo Rab a Ribí Jiá: "¿por qué le regala
cosas?, ¡ella lo hace sufrir!". La respuesta de Ribí Jiá fue: "suficiente con que crían
a nuestros hijos y nos salvan de tener malos pensamientos".
Hay una frase de nuestros Sabios que resume este concepto: "al pozo del que
tomaste agua, no debes tirarle una piedra". Podríamos preguntarnos: ¿acaso el
pozo sufre un dolor cuando alguien le arroja una piedra? La respuesta es que el
problema no es el pozo sino la propia persona. Quien es desagradecido con
el pozo, termina siendo desagradecido con el prójimo y luego lo es aún con
Di-s. La propia Torá nos enseña este concepto: las diez plagas con las que
Hashem castigó a los egipcios fueron por intermedio de Moshe, con excepción de
la plaga de las sangre, de los sapos y de los piojos que fueron llevadas a la
práctica por Aharon Hacohen. ¿Por qué? Rashi nos aclara el tema en Shemot 7
sobre el versículo 19: "debido a que el Nilo había protegido a Moshe cuando había
sido arrojado en él, por eso no correspondía que fuera castigado por su mano en
la plaga de la sangre ni en la de los sapos. También en el caso del polvo del que
salieron los piojos, no correspondía que fuera castigado por Moshe, porque lo
había protegido cuando Moshe mató a un egipcio que castigaba a un judío y lo
enterró en la arena".
53

Concluyamos este comentario con la explicación del Sefer Hajinuj sobre la Mizvá
de respetar al padre y a la madre: "la raíz de este concepto es que es digno que el
ser humano sepa reconocer y comportarse con favor a quienes le dieron el bien.
No debe ser necio y desagradecido ya que ésa es una mala cualidad despreciada
a los ojos de Di-s y de la gente. Debe recordar que el padre y la madre fueron los
que posibilitaron su existencia, por lo que se merecen todo el respeto y ayuda
posible, ya que ellos lo trajeron al mundo y se esforzaron por él cuando era
pequeño. Cuando fije esta cualidad en su alma, reconocerá el bien que Hashem
le da, porque Él es quien le dio la vida a sus padres y abuelos hasta Adam
Harishon, lo sacó a la luz del mundo, le otorgó sus necesidades durante su vida, lo
mantuvo sobre sus miembros y le entregó un alma inteligente sin la cual sería
como un animal que no entiende. De esta manera, meditará la persona cómo debe
cuidarse en servir a Su Creador".

El Gaón de Vilna Z"L solía decir que la persona vino al mundo para arreglar
sus cualidades. No es suficiente con cumplir preceptos, debemos pulir y corregir
las inclinaciones negativas que existan. Si alguien dejó en un guardarropas un
saco al que le faltaba un botón, no puede reclamar al retirarlo que le devuelvan
otro saco que se encuentre en perfectas condiciones. Cuando la persona devuelva
el alma al Todopoderoso después de su vida terrenal, en esas mismas
condiciones quedará hasta el momento de la resurrección de los muertos y en ese
instante la recibirá nuevamente para siempre. El trabajo de la vida es arreglar las
cualidades. Sin esto, la existencia no tiene sentido. Que el agradecimiento a Di-s
y a los que nos rodean sea la base de nuestra vida.
54

Buscar lo bueno del otro

El Talmud en Ketubot 16 pregunta: "¿Cómo se baila delante de la novia?". La


respuesta de Bet Shamai es: "A la novia se la alaba según lo que es". En cambio,
Bet Hilel opina: "La novia es hermosa y graciosa". Cuando se le pregunta a Bet
Hilel acerca de que en la Torá (Shemot 23) está escrito: "de la mentira debes
alejarte" y por lo tanto no puede alabarse a la novia con algo que no posea. ¡No
todas las novias son hermosas y graciosas! La respuesta de Bet Hilel es que
cuando alguien adquiere algo lindo y nos pregunta nuestra opinión sobre la
adquisición, debemos responderle que realmente es hermosa aunque no lo
creamos así. Es lo mismo que sucede con el caso de la novia. La Guemará
concluye el tema en este lugar.

En principio, no comprendemos la respuesta de Bet Hilel ya que aparentemente la


pregunta no se aclaró. Lo que sucede es que Bet Hilel nos está dando una base
fundamental para la vida, y por sobre todo para encontrar el Shalom en el hogar.
Bet Hilel le dice al novio que debe saber que su novia como cualquier otro ser
humano tiene fallas y errores que existen realmente, pero que si él vivirá
pendiente de esas fallas arruinará su vida y nunca será feliz. Bet Hilel le aconseja
que sólo observe lo positivo, que sea inteligente, que conviva con esas fallas
y así todo estará bien. Que no sea negativo al observar lo oscuro, sino que
busque lo bueno y se conforme con lo que Hashem le otorgó.

No se puede soñar con cosas que no se poseen, sino que se debe vivir y construir
el hogar con todo lo positivo que en él existe, olvidando todo aspecto negativo. El
inconveniente mayor del ser humano es que en muchas ocasiones no se conforma
con lo que tiene. No creamos que saber conformarse es solo una gran cualidad,
sino que es algo básico para la vida. Quizás la raíz del problema radique en la
sociedad en la que vivimos. La competencia, observar las casas vecinas y
querer igualarlas a pesar de no estar en las mismas condiciones, destruyen
muchos hogares. Si viviéramos con la base escrita en el Pirke Abot: "¿Quién es
el rico? El que se conforma con lo que tiene", nuestra vida cambiaría. No existirían
problemas de pareja y seríamos felices arreglándonos con lo que Hashem nos
otorgó, aunque fueran muchas las cosas que nos faltaran.

Se cuenta sobre una mujer inteligente y con buenas cualidades, que tenía un
marido necio, al que ella siempre defendía. En una oportunidad, decidieron que
comprara una vaca para poder tener siempre leche de ella, pero el vendedor se
dio cuenta de la necedad del hombre y le vendió un toro en lugar de la vaca.
Cuando en la mitad del camino el hombre se dio cuenta de su error, se encontró
con un vendedor de caballos y aceptó cambiar el toro por un caballo, para poder
llevar a pasear a su familia. Después se arrepintió y lo cambió por un burro, pero
al pensar que necesitaba un establo para guardarlo, decidió cambiarlo por una
oveja de la que podría sacar su lana. Al encontrarse con un vendedor de gallinas,
55

optó por cambiar la oveja por una gallina. Cuando pasó por un hospedaje donde
pidió comida, como no tenía con qué pagar, lo hizo con la propia gallina. Cuando
llegó a su casa sin nada en sus manos, sintió vergüenza de entrar. Fue a lo de un
vecino al que le contó lo que le había sucedido y éste le dijo: "¡Lo que te espera
con tu señora!". En ese momento reaccionó y le contestó: "Mi señora es muy
inteligente y no me gritará". Decidieron apostar cien monedas a ver cuál sería la
reacción de ella.

El hombre entró a su casa y el vecino escuchó desde la ventana cómo la mujer,


paso a paso, reconocía que su marido había actuado bien en todo momento: "El
toro es mejor... el caballo es mejor... el burro es mejor... la oveja es mejor... la
gallina es mejor... pero, ¿dónde está la gallina?". A lo que su marido contestó: "Me
sentí hambriento, y... ¿qué es preferible, la gallina o tu marido?". La mujer con
alegría respondió: "Ni el rey Shelomo fue tan inteligente como tú. Bendito seas Di-
s mío, que me diste un marido en lugar de una gallina"; con lo que el hombre ganó
las cien monedas del vecino.

De este Maasé aprendemos la importancia de encontrar siempre lo positivo.


Si bien sucesos como éste no se dan en nuestros días, existen muchas
situaciones parecidas en las que alguien se equivoca por negligencia y la otra
parte reacciona con furia y enojo. Debemos aprender a recibir al otro tal cual es, a
valorar su parte positiva para que el Shalom siempre se encuentre en nuestros
hogares.

Todo ser humano atraviesa en la vida momentos positivos de los que puede
disfrutar plenamente. También le suceden acontecimientos negativos que lo
pueden entristecer o quitarle la tranquilidad. Todo depende de la óptica con que
se reciban esos sucesos. El libro "Jobat Halebabot" comenta sobre un Jasid que
al caminar pasó al lado de un perro muerto que despedía un olor insoportable. Sus
alumnos le dijeron: "¡Qué repugnante!". El Jasid les contestó: "¡Qué blancos que
son sus dientes!". Sus alumnos comprendieron que el Jasid les enseñaba que
siempre debían observar lo positivo de todo y no lo negativo. Incluso en el caso
extremo de ver a un perro muerto. Más aún, en los temas diarios de la vida y por
sobre todo en el matrimonio, la persona no debe comportarse en forma negativa
señalando las faltas que su pareja posee por el solo hecho de ser humano. Debe
rescatar lo valorable y positivo que con seguridad también existirá.

¡Qué importante es estar siempre alegre! Sobre quien así se comporta, está
escrito: "Ve y come con alegría tu pan y bebe tu vino con buen corazón, ya que
Hashem acepta tus actos" (Kohelet 9). Sobre este versículo escrito por el rey
Shelomo, el Shela Hakadosh comenta que la persona debe estar alegre con lo
que Hashem le otorgó. Así encontrará el bienestar para su cuerpo y para su alma,
ya que es sabido que cuando la persona come con alegría puede digerir
correctamente sus alimentos. Lo contrario sucede si se encuentra en tensión. El
Rab concluye diciendo que incluso para quien dispone sólo de lo mínimo para
comer...... ¡que lo coma con alegría!, como si tuviera delante de sí los mejores
manjares del mundo.
56

Aprendamos a vivir con lo que Hashem nos otorgó. Seamos positivos en la vida.
Los primeros beneficiados seremos nosotros mismos.
57

El mérito de la Sedaká

A pesar de que la situación económica del hogar pase por un momento difícil, el
matrimonio no debe privarse de dar Sedaká en la medida de sus posibilidades ya
que seguramente que por el mérito de ella, aumentará la bendición tan esperada.

Ribí Iudal Hulseman Z"L era un Sadik que vivía en Ierushalaim hace pocos años,
sobre el que se cuenta el siguiente Maasé: Había un Iehudi enfermo que
necesitaba realizar una operación que costaba 60 liras, una cifra muy grande para
aquellos tiempos. Los encargados de juntar Sedaká llegaron también a la casa de
Ribí Iudal, y al explicarle el motivo de su visita, suspiró diciendo: "Ya repartí todo
mi diezmo, ¿cómo hago? No tengo un centavo de donde poder dar, incluso pedí
prestado a cuenta del Maaser que voy a sacar durante el próximo año".

Al escuchar esto, los encargados de la Sedaká se retiraban, pero percibieron que


Ribí Iudal los llamaba corriendo detrás de ellos diciendo: "Ya está, ¡Gracias a Di-s
que se me ocurrió esta idea para ayudar a un Iehudi necesitado". Le preguntaron:
"¿Qué idea tienes?". Y contestó con sencillez: "Pediré prestado 20 liras, que
devolveré con lo que gasto todas las semanas comprando vino para el Kidush de
Shabat. A partir de ahora, haré el Kidush con pan y así ahorraré el dinero".

Durante dieciséis años estuvo este Sadik haciendo Kidush con pan para poder
saldar la deuda que había contraído para ayudar a ese enfermo, enseñándonos
así cuánto debemos preocuparnos por los demás. En nuestro caso particular, si
quizás no tenemos la fuerza de Ribí Iudal para privarnos de elementos para
nosotros indispensables, por lo menos debemos dejar de lado ciertos lujos
innecesarios para poder ayudar a gente que no tiene ni lo elemental para
poder subsistir.

La Guemará, en Iebamot 63, dice que el que ayuda a un pobre en un momento de


apremio, sobre él está escrito: "Entonces clamarás y Di-s te contestará" (Ieshaiá
58). Surge la pregunta: ¿Acaso hay algún pobre que no pase por un momento de
apremio que el versículo detalla esa situación? La respuesta va en concordancia
con lo que intentamos transmitir: "Momento de apremio" no se refiere al pobre,
sino al que lo ayuda; a pesar de estar él mismo en un momento de apremio, sobre
él está escrito: "Entonces clamarás y Di-s te contestará".

En la construcción del Mishkan, la Torá destaca en varias oportunidades la


participación de la mujer: "Y vinieron los hombres con las mujeres .... y toda mujer
con inteligencia en su corazón con sus manos hiló .... y las mujeres que elevaron
su corazón con inteligencia hilaron sobre los chivos" (Shemot 35). Nuestros Sabios
nos enseñan que, en el suceso del becerro de oro, las mujeres se negaron a
entregar sus adornos de oro; en cambio, para la construcción del Mishkan lo
hicieron e incluso donaron los espejos que utilizaban para embellecerse. Esto nos
58

enseña el valor de la mujer en temas tan fundamentales como la Sedaká y el


favor al prójimo, como la propia Guemará en Meguilá 14 comenta: "las mujeres
son piadosas, hacen favores y son vergonzosas". Por lo tanto, hay que prestar
una atención especial a la educación de las hijas de Israel, aprovechando ese
sentimiento especial que ellas poseen.

Los Jajamim nos relatan varios sucesos donde la mujer se destaca por su bondad,
para mostrarnos así el poder que tienen para influir sobre sus maridos y sus hijos
beneficiándolos con la bendición que este proceder ocasiona. En el Ialkut
Shimhoni Rut 4, se relata un suceso sobre un Jasid que empobreció. Mientras
araba un campo, se le presentó Eliahu Hanabi con aspecto de un árabe y le dijo
que le regalaba seis años de riqueza y que debía elegir si los quería en ese
instante o al final de su vida. El Jasid no creyó lo que le decía y lo expulsó de su
lado, pero al repetirse esta situación por tercera vez, decidió consultar con su
esposa. La mujer le respondió: "dile que los quieres ahora". Cuando el Jasid le
respondió a Eliahu Hanabi, éste le dijo que antes de regresar a su hogar sería rico.
Realmente fue así, puesto que en ese momento sus hijos habían encontrado un
tesoro con el que podrían alimentarse durante seis años. ¿Cuál fue la actitud de
esa mujer tan correcta? Le dijo a su esposo: "Debemos agradecer a Hashem por
este milagro, pero también debemos ocuparnos de ayudar al prójimo con este
dinero". Así lo hizo y todos los días le decía a su pequeño hijo que anotara en
una libreta la Sedaká que daban. Al finalizar los seis años, se presentó Eliahu
Hanabi delante del esposo y le dijo: "Llegó el momento en que debo quitarte lo
que te di". La respuesta del Jasid fue que ahora debía nuevamente consultar con
su esposa. Ella le propuso: "Ve y dile que si encuentra a otra persona más fiel que
nosotros, le entregaremos lo que nos dio". Cuando Hashem vio el comportamiento
que la pareja había tenido, les brindó aún más bienestar para que se cumpliera en
ellos el versículo: "Y será el acto de la Sedaká paz" (Ieshaia 32).

El mérito de la mujer con relación a la Sedaká es mayor que el del hombre


porque, en la mayoría de los casos, ella entrega al pobre comida preparada, a
diferencia del hombre que normalmente sólo da al necesitado dinero con el que
pueda adquirir su alimento. El Talmud, en Ketubot 67, comenta sobre un Sabio
llamado Mor Ukba que todos los días dejaba unas monedas en el orificio de la
puerta de la casa de un pobre, para que éste las encontrara al salir de su hogar
sin saber quién era su benefactor y de esta manera no se avergonzara. En una
oportunidad, el pobre decidió averiguar quién era el que lo ayudaba y se escondió
detrás de la puerta. Ese día Mor Ukba iba con su señora. Luego de dejar las
monedas, se escaparon rápidamente cuando vieron que el pobre intentaba
reconocerlos. Se escondieron en un horno al que le habían retirado las brasas
pero que aún estaba caliente. Como a Mor Ukba se le quemaban los pies, su
esposa le dijo: "Apoya tus pies sobre los míos". El Rab sorprendido, le preguntó
cómo era posible que no se le quemaran los pies. Ella le respondió con el
concepto que comentamos: "Por estar dentro del hogar, mi ayuda a los pobres es
superior a la tuya, ya que yo les doy alimentos y tú das sólo dinero. Por ese
mérito, Hashem me protege".
59

Que por el mérito de la Sedaká de la mujer, Hashem otorgue Su Bendición a


todos nuestros hogares.
60

Control y dominio

Está escrito en el Talmud: "Toda persona que se enfurece, si es sabio pierde su


sabiduría y si es profeta, pierde su profecía", (Pesajim 66). La ira es una cualidad
negativa de la que debemos alejarnos como lo hacemos del fuego. Más aún en
nuestras casas -a pesar de las situaciones que se puedan presentar- debemos
tranquilizarnos, dejar pasar ese mal momento, para luego sí aclarar las cosas. En
estado de ira, se pierde el control de los actos y se puede llegar a hacer algo
de lo que la persona se arrepentirá por toda la vida.

Está escrito en el "Sefer Jasidim" lo que aconteció con una persona que respetaba
mucho a su padre, quien le pidió: "Tú me respetas en vida, quiero que después de
mi muerte sea igual. Te ordeno contener tu furia por una noche y no hablar hasta
el otro día". El hijo no entendió bien a qué se refería el mandato, pero pasaron los
años y el padre falleció. Después de un tiempo el hijo se casó y su señora quedó
embarazada, pero antes de que su esposo se enterara de la novedad, debió
realizar un viaje de trabajo a otro país en donde por un inconveniente debió
quedarse durante años. Al regresar a su ciudad, luego de tanto tiempo, entró a su
casa de noche, escuchó la voz de un joven y sacó su espada dispuesto a matarlo
a él y a su esposa, pero recordó las palabras de su padre y se contuvo. Luego
escuchó que su esposa le decía a ese joven: "Hace muchos años que tu padre se
fue, si supiera que tuvo un hijo, habría venido a ocuparse de casarlo". Cuando el
marido escuchó esto, se presentó y agradeció a Di-s por haber contenido su furia
y a su padre que lo había prevenido de esta situación e hicieron una fiesta con una
alegría muy especial. Se trata de un claro ejemplo del beneficio de la persona que
domina su enojo y se tranquiliza, ya que si se hubiese dejado llevar por su instinto,
habría destruido dos almas de Israel: ¡a su esposa y a su propio hijo!

Los Jajamim nos advierten sobre la gravedad de romper objetos o rasgar


ropas en un momento de ira, ya que así procede el Ieser Hará. Hoy incita a
actuar de esa forma, mañana de otra distinta, hasta que finalmente hace caer a la
persona en idolatría. (Shabat 105).

Por eso, debemos recordar el consejo de nuestros Jajamim, de tener control y


dominio en todos los lugares y situaciones de la vida, pero mucho más en
nuestros hogares. Por ese mérito, tendremos hijos Sadikim que alumbrarán al
mundo con Torá, como vemos en el siguiente Maasé: una familia vivía en
Ierushalaim hace aproximadamente 70 años, donde lavar la ropa era una de las
tareas más difíciles del hogar, sin las comodidades que hoy en día existen. Una
mujer había terminado de colgar la ropa en las sogas del patio después de seis
horas agotadoras de trabajo para lavarlas. Una vecina, al ver que las sogas
ocupaban el lugar por donde ella quería pasar, perdió el control. En lugar de
agachar su cabeza para caminar, en un rapto de furia y venganza, entró a su casa
a buscar una tijera, cortó las sogas, y así la ropa recién lavada con tanto sacrificio
cayó sobre el piso de tierra y barro. La mujer que había colgado la ropa, se
encontró ante una prueba de fuego. Todo su instinto le reclamaba reaccionar e
61

insultar a la vecina perversa. Sin embargo, pudo superarse y con una fuerza
especial se controló frente a tamaña prueba, cerró sus labios y aceptó el Din del
Shamaim: "¡Seguramente que merecía este sufrimiento y que sea mi Kapará!".
Recogió la ropa, la enjuagó, le sacó la suciedad y la extendió en un lugar más
amplio donde no molestara a su vecina. No le comentó a su marido lo que había
sucedido para no crear más odio y separación en Israel. Sólo ella y su vecina
sabían lo sucedido, hasta que esa misma noche se presentó la vecina pidiendo
perdón por su actitud. Le comentó que su hijo se encontraba en ese momento con
una alta fiebre repentina, y que ella creía que era un castigo del Shamaim por lo
que había ocurrido a la tarde.

Esa Sadeket que contuvo su furia, tuvo el mérito de tener al otro año un hijo
que hoy es uno de los Jajamim más grandes de Ierushalaim. ¡Todo gracias a
su control y dominio! Quien así actúa, nunca se arrepentirá.

Saber soportar los malos momentos es la base del Shalom en una casa.
Controlarse y no enfurecerse es la llave de la felicidad. Nuestros Sabios nos
cuentan que en las generaciones anteriores, para saber si la novia tenía la
cualidad de Sablanut (paciencia), le daban un ovillo con hilos enredados y debía
separarlos. Se la observaba para ver cuál era su comportamiento, para conocer
así su carácter verdadero, ya que la vida muchas veces es como un hilo
entrelazado en donde el perder la calma no hace más que generar nuevos nudos
y complicaciones. Por el contrario, se debe tener serenidad y fe y todos los
tropiezos se resolverán fácilmente.

Se comenta sobre el Jafez Jaim Z"L, que cuando se casó con su segunda mujer y
llegó la fiesta de Sucot, preparó la Sucá en el lugar donde siempre lo hacía.
Cuando terminó de hacerlo, su mujer le dijo: "Me parece que no es el lugar
adecuado, pienso que será mejor en el otro patio", señalando la otra punta de la
casa. El Rab, sin pensar en el tiempo perdido ni enfurecerse, desarmó la Sucá y la
armó en el otro lugar. Cuando finalizó, su señora le dijo nuevamente: "Israel Meir,
me arrepiento de mi consejo, el lugar del principio era el más adecuado".

El Jafez Jaim no dijo ni una palabra. La desarmó nuevamente y la armó en el


primer lugar. Aprendemos nosotros que a pesar de que el Rab hubiese
aprovechado el tiempo perdido para estudiar Torá en su gran nivel, pese a todo,
por el Shalom Bait, no dijo nada. Nos enseña a controlarnos y a cuidar nuestra ira
para que el Shalom reine por siempre en nuestros hogares, para el bienestar
nuestro y el de nuestros hijos.

El Zohar Hakadosh Perasha Tesave 182 enseña que la persona al enfurecerse


arranca de sí mismo su alma pura y deposita en su lugar una idolatría ajena,
por lo que está prohibido acercarse a él y mirar su rostro, como está escrito: "no se
dirijan a ídolos" (Vaikrá 19) y si bien todos los seres impuros se pueden purificar,
aquel que tiene ira no podrá hacerlo, ya que está impuro su cuerpo y su alma.
Creemos equivocadamente que no enfurecerse es una buena cualidad o un buen
consejo para la persona. El Zohar nos aclara el tema diciendo que es mucho más
62

que eso ya que se transgrede un precepto de la Torá: no hacer idolatría.


Efectivamente, cuando el ser humano pierde la cordura, abandona su ritmo normal
de vida y se deja llevar por una fuerza extraña que dirige su comportamiento
y la obedece en forma ciega sin preguntar ni investigar qué es lo que le pide. ¡No
hay idolatría mayor que ésta!

Basta recordar para comprobarlo las respuestas que surgen cuando el furioso se
tranquilizó, ni él mismo puede creer que hayan salido esas palabras de su boca o
que haya cometido tales actitudes. Quizás sea esa la explicación de la increíble
fuerza que surgió en su interior. Muchas veces entre varias personas no pueden
detener a alguien nervioso que se transforma así en algo incontrolable. ¿ Para qué
sirve esa fuerza? Ninguno de nosotros estaría dispuesto a cambiar su automóvil
por otro con un motor mucho más potente pero que lo llevara sin dirección alguna.
Sólo un necio lo haría. Es lo que dice el Rey Shelomo: "La furia se posa en el
pecho de los necios" (Kohelet 7).

Nos preocupamos muchas veces por cumplir preceptos hasta en sus mínimos
detalles. Realmente corresponde que así actuemos. Pero, ¿cómo podemos
explicar la enorme contradicción de cometer simultáneamente uno de los
peores pecados de la Torá: idolatría, o dicho en otros términos: enfurecerse
y perder el control? Más aún, no se trata de algo que suceda una vez o en forma
esporádica en la vida, sino que se repite en la relación con la pareja, con los hijos,
en el trabajo, al manejar nuestros automóviles, en la fila del banco o del almacén o
en cualquier situación opuesta a nuestro deseo. A veces, se comete la
irracionalidad de enfurecerse en el Bet Hakeneset -la casa de Di-s-
olvidándose así la Kedushá que reina en un lugar tan sagrado. El profeta Ieshaia 1
dijo en nombre de Di-s: "¿Quién les pidió a ustedes que pisen mi patio?", ya que
es realmente preferible que alguien que tiene ese comportamiento
permanezca en su hogar y no falte el respeto a Hashem en su propio palacio.

El Talmud en Pesajim 66 comenta que incluso si estaba decretado por Hashem


que alguien recibiera un puesto de grandeza, si tropezara con el Kaas no lo
conseguiría. Cuando el profeta Shemuel fue enviado por Di-s para ungir como rey
a uno de los hijos de Ishai, todos ellos pasaron delante suyo. Shemuel dijo sobre
cada uno de ellos: "éste no fue elegido por Hashem". Sólo con Eliab, pensó
Shemuel que sería el futuro rey de Israel, pero Hashem le dijo: "No mires su
aspecto ni su altura porque lo he despreciado" (Shemuel 1-16). Realmente el
reinado le correspondía a él y no a David como finalmente sucedió, pero lo perdió
por la furia que en ese momento nacía en su corazón. Sólo Hashem podía
observar esa negativa cualidad que surgía dentro suyo y que saldría a la luz
cuando su hermano David -por orden de su padre Ishai- llevó comida para sus
hermanos que se preparaban para pelear con los Pelishtim. Eliab reaccionó al
verlo, como atestigua el versículo: "Y se enfureció Eliab con David diciéndole: ¿por
qué has venido y con quién has abandonado el ganado en el desierto?....conozco
tu culpa y tu mal corazón de querer deleitarte observando la guerra" (Shemuel 1-
17). El Rab Eliahu Lapian Z"L comenta que la furia, a pesar de ser algo interno
63

que todavía no había sido exteriorizado por Eliab, fue suficiente para
desplazarlo del trono de rey de Israel que tenía asignado.

El Talmud en Pesajim 113 afirma que la vida del nervioso no es vida. Realmente
los sufrimientos que se provoca a sí mismo, a su familia y a su alrededor son
innumerables. Acorta su vida, como podemos deducirlo de la pregunta que le
hicieron a Ribí Zerá: "¿cómo has hecho para vivir tanto tiempo? Nunca me enojé
dentro de mi hogar", respondió el Rab (Meguilá 28). Pierde su sustento, ya que la
Berajá de la casa depende de la mujer y si ella está triste por haber recibido una
ofensa de su nervioso marido, los problemas económicos aparecerán. La furia
provoca que la persona se comporte en forma cruel, no reconozca la verdad
y que tropiece con todo tipo de pecados.

No solamente su alma se perjudica al enfurecerse, sino también su cuerpo. La


sangre coagula con una rapidez mayor a la normal, produciendo daños en el
sistema biológico humano. Los músculos del estómago se contraen y no se
puede digerir la comida produciendo dolor y molestias en el aparato digestivo. Los
latidos del corazón aumentan en el momento de furia hasta llegar a entre 180 y
220 por minuto. La presión sanguínea se eleva hasta llegar a niveles que
pueden producir daños de todo tipo. Es frecuente escuchar casos lamentables
de infartos con consecuencias fatales que se produjeron en momentos de ira. La
mujer embarazada que se enfurece, debilita y perjudica a su bebé e incluso
puede llegar a abortar. Todo el que pierde su control, debilita sus ojos como está
escrito en las advertencias que Di-s nos da para no apartarnos de su camino: "Y te
dará el Eterno allí un corazón furioso, debilidad de tus ojos y profunda pena"
(Debarim 28). Demuestra su necedad en forma abierta y recibe el desprecio
del prójimo. Los Sabios lo ejemplifican con una olla que está puesta sobre las
brasas, mientras no hirvió nadie sabe qué hay en ella, pero cuando lo hizo
derrama su contenido a la vista de todos. Es lo que el Talmud en Erubin 65
comenta: "de tres formas se conoce a una persona: Bekosó (al tomar alcohol más
de la cuenta), Bekisó (cuando se le pide ayuda económica) y Bekasó (en su
momento de furia).

El trabajo de la vida consiste en luchar contra nuestros instintos y no dejarnos


dominar por ellos. No es respuesta valedera decir que nacimos nerviosos y no
tenemos solución, debemos reflexionar y aprender a dominarnos. En el
momento de la prueba quizás sea conveniente pensar que si la persona con quien
nos enfurecemos es más sabia que nosotros, no es justificable que reaccionemos
ya que seguramente su óptica será mejor que la nuestra. Si se trata de un necio,
podremos pensar que su ignorancia lo llevó a actuar de esa forma. Si el tema es
económico: ¿acaso la plata vale más que nuestra salud y alma? Si la comida no
está tan a punto como deseamos, o la casa tan limpia y ordenada como
pretendemos, o la ropa tan bien planchada como nuestra meticulosidad impone,
¿ya es suficiente como para hacer idolatría? ¿No será el orgullo de creernos
omnipotentes y que todos deben actuar como a nosotros nos parece la raíz de
nuestra furia?
64

El Sefer Orjot Sadikim comenta que en algunas situaciones debe utilizarse la


cualidad de la furia, por ejemplo, si se debe infundir temor en el hogar para
corregir malas actitudes o un maestro para poder enseñar a sus alumnos o un Rab
para corregir a los que quieren alejarse del camino de la Torá. Pero todo esto
debe ser hecho con medida y control, mostrando por fuera el enojo pero
manteniendo la tranquilidad interna. A esto se refiere la Guemará en Taanit 4:
"un Talmid Jajam que se enfurece, es la Torá que posee la que lo hace enfurecer".
Rashi comenta que se lo debe juzgar para el lado bueno, ya que su entendimiento
de la gravedad de lo sucedido lo hace reaccionar, pero sólo en forma externa para
poder revertir la situación creada.

Se cuenta sobre Ribí Menajem Mendel Horbiz Z"L que en una oportunidad
concurrieron dos personas a su casa para que determinara sobre un diferendo
económico que tenían y ellos aceptarían su palabra sin discutir. Cuando el Rab
determinó que uno de ellos debía pagar a su compañero una suma de dinero
bastante importante, el deudor comenzó a protestar por el fallo e insinuó que no
estaba dispuesto a aceptarlo. El Rab se dirigió al rebelde y le dijo: "Desde que fui
nombrado Rab en nuestra ciudad, llevo conmigo una pequeña caja de la que
nunca me separo. En ella está oculto mi Kaas (furia), que como Rab del lugar,
cuando considero que debe ser utilizada Leshem Shamaim, tomo de ella lo que
creo necesario. Debes saber que si tengo que abrirla por tu comportamiento, ¡te
hundirás en el abismo y no habrá quien te pueda levantar!". Sus palabras hicieron
el efecto adecuado y el deudor aceptó pagar lo que correspondía.

Recordemos, para finalizar, que el mundo se mantiene por aquel que sabe
controlarse frente a una probable discusión, que el silencio y la voz suave anulan
la furia del que ofende y ayudan a tranquilizar al ofendido. De esta forma seremos
queridos por Di-s, por nuestra familia y nuestra comunidad, cuidaremos el alma y
el cuerpo, adquiriremos así el mundo venidero y tendremos provecho del mundo
terrenal.
65

No hacer sufrir al otro

El Talmud comenta en Julin 84: "Que la persona coma y beba por un valor inferior
al que dispone, se vista de acuerdo con lo que tiene y que respete y mantenga a
su esposa e hijos con más de lo que tiene, porque ellos dependen de él y él
depende del Creador". El marido debe esforzarse para mantener su hogar con
mano amplia, sin hacer cuentas detalladas acerca de si se gastó en forma
indebida o no cada moneda. Di-s, por ese mérito, le dará su sustento con mucha
bendición.

Si bien en algunos hogares es la mujer la que lleva el manejo económico porque


su marido sabe de sus condiciones de buena administradora, en la mayoría de los
casos es el hombre el que administra el dinero. No debe comportarse con
altanería u ocultar sus ingresos, porque de esta forma genera problemas y
odio en su hogar. Muchas veces sucede que la responsable de crear esta
situación es la propia mujer, al hacer reclamos continuos que están lejos de
las posibilidades de su esposo o por gastar el dinero en lujos que están
fuera de su nivel.

El equilibrio adecuado se encuentra cuando el hombre hace un esfuerzo para dar


más de lo que puede realmente. Por su parte, al ver y entender su mujer
inteligente esta situación, se limitará a vivir con menos de lo que su marido le
quiere dar y así reinará el Shalom en el hogar.

Se cuenta sobre el Rab Eliahu Lapian Z"L que, en una oportunidad, tuvo
necesidad de mudarse a una casa más amplia porque su familia era muy
numerosa. En esa época, era muy difícil conseguir una casa en alquiler. Después
de mucho esfuerzo encontró finalmente lo que necesitaba y arregló el precio con
el dueño. Contrató un carretero para hacer la mudanza y prepararon con sacrificio
todas sus pertenencias en las carretas junto a su familia. Al llegar a la casa nueva,
se encontró con una persona que le dijo: "Debes saber, Ribí Eliahu, que se casa
mi hija y busqué por toda la ciudad una casa en alquiler para ella y la única que
encontré es ésta, pero tú te adelantaste. Debes saber que si no la alquilo, deberé
postergar el casamiento". Los que escucharon la conversación, le recriminaron al
hombre por su inapropiada actitud al reclamar a toda una familia que ya tenía la
mudanza preparada, el precio del alquiler arreglado con anterioridad y que, por
otra parte, no tenía ninguna culpa de lo que sucedía. Sin embargo, el Rab no
contestó, se dirigió al carretero y le ordenó: "Por favor, no bajen las pertenencias,
debemos volver a nuestra casa anterior"...

Aprendemos de este suceso cómo el Rab no hizo sufrir al prójimo y aceptó


perder lo que le correspondía, con tal de que alguien no pasara por un mal
momento. De la misma manera en cada hogar, el marido debe brindarse por su
esposa dándole más de lo que puede. La mujer, por su parte, no debe pedir lo que
sabe que su marido no puede darle. Teniendo presente así cada uno el no hacer
sufrir al otro, la felicidad y el Shalom reinarán en el hogar.
66

El marido debe cuidar que su comportamiento no provoque el sufrimiento de


su mujer, y si ésta derrama lágrimas al sentirse dolida, hay una acusación en
el Shamaim muy fuerte contra él.

Se comenta sobre Rabí Jaim Mizanz Z"L, que una vez llegó a una ciudad y al
pasar por una casa exclamó: "Siento el aroma del Gan Eden". Para averiguar de
qué se trataba, golpeó esa puerta esperando encontrar la respuesta. Ribí Pesaj, el
dueño de casa, era el encargado de juntar Sedaká para repartir entre los
necesitados. Ribí Pesaj lo hizo pasar. El invitado le pidió que abriera un estante de
donde provenía ese aroma tan maravilloso. Al hacerlo se encontró con una ropa
de un sacerdote y Ribí Jaim dijo: "De esa ropa proviene el aroma, dime cómo llegó
a tus manos".

Ribí Pesaj contó como en una oportunidad había ido a juntar Sedaká de gente que
colaboraba con él para ayudar a los pobres. Al regresar a su casa se encontró con
alguien que lo esperaba con desesperación y que le dijo: "Por favor, mi situación
es insostenible por las deudas que tengo. O consigo algo de dinero o estoy
destruido!"... Intenté explicarle, continuó Ribí Pesaj, que ya había repartido todo lo
juntado, y que no podía volver en el mismo día a pedir que me ayudaran
nuevamente. Ante el llanto de este pobre hombre, regresé a las casas de los
donantes explicando lo que sucedía y finalmente conseguí una suma de dinero
que solucionó su problema.

Pero, no pasaron diez minutos y golpearon nuevamente la puerta de mi casa. Se


trataba de otro Iehudi con problemas económicos gravísimos. Cuando le expliqué
que no podía ir tres veces en un día a lo de una misma persona a pedir Sedaká, el
hombre desesperado respondió: "¡Estoy perdido!".
De repente, recordé que cerca de mi casa había un bar donde se reunían jóvenes
para emborracharse y perder el tiempo. Decidí ir a pedirles ayuda, aunque lo más
probable era que se burlaran de mí. Así sucedió realmente; pero mientras todos se
reían, uno de ellos los hizo callar. Me propuso darme el dinero necesario, pero con
la condición de que me vistiera una ropa de sacerdote que él me daría y que
paseara así vestido por toda la ciudad con todos ellos riéndose detrás de mí.
Luego de una lucha interna que no me permitía avergonzarme a la vista de toda la
ciudad, decidí hacerlo para poder conseguir el dinero que necesitaba. Al verme,
todos creyeron que había enloquecido por mi actitud. Ese joven me entregó el
dinero que luego entregué a la persona necesitada. La ropa del sacerdote pensé
dejarla conmigo, ya que gracias a ella hice revivir a un Iehudi". Cuando escuchó
esto Ribí Jaim Mizanz, le dijo emocionado: "Debes guardar para siempre esa ropa,
y al final de tu larga vida debes pedir que te entierren con ella, y ningún daño te
sucederá". Muchos años después de su muerte, el gobierno de Polonia decidió
construir una ruta que atravesaba el lugar donde estaba enterrado Ribí Pesaj. Su
cuerpo milagrosamente estaba íntegro al estar protegido con la ropa de sacerdote.
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Aprendamos a ser piadosos con el prójimo, y mucho más en nuestro matrimonio,


cuidándonos de no hacer sufrir al otro, para recibir el pago en este mundo y en el
venidero. Amén.
68

Aprendamos a conocernos

La pareja debe conocer las diferencias que existen entre uno y otro por el solo
hecho de ser hombre y mujer. Si tenemos presente las distintas
características, sentimientos y óptica de la vida que ambos tienen, se
evitarán discusiones que perturban la felicidad del hogar. Veamos dos
ejemplos:

1) Es normal que al prepararse para ir a una fiesta, el marido se encuentre listo


en muy poco tiempo luego de bañarse, afeitarse y vestir su clásico traje. Al
esperar a su esposa, y ante la demora que ella tiene, observa que se encuentra
preocupada: "¿Qué te sucede?", Le pregunta; "No tengo qué ponerme", es la
respuesta de la mujer. El hombre nervioso, abre el placard lleno de ropa y le dice:
"¿Y todo esto qué es?"; la mujer le contesta: "Este vestido ya lo usé dos veces,
este otro está fuera de moda, aquel es muy caluroso para hoy, etc., etc.". Nos
imaginamos los nervios del hombre al ver el atraso para llegar a la fiesta y de ahí a
la explosión final, el camino es muy corto. Si ese hombre hubiera sabido que la
visión de la mujer con respecto a sus ropas es distinta totalmente a la suya,
se habría evitado una pelea en el hogar. La mujer necesita renovar sus ropas de
tiempo en tiempo, para encontrarse satisfecha consigo misma. El Rambam, en las
Halajot de Iom Tob lo corrobora: "Está obligado el hombre a alegrar a su mujer en
los días festivos con ropas y adornos de acuerdo con sus posibilidades. A los
niños debe alegrarlos con dulces y nueces".

2) A veces los niños se pelean y uno golpea al otro que llora en forma
desconsolada. La madre preocupada sale corriendo a ver qué pasó, mientras que
el padre tranquilo, continúa con sus ocupaciones sin prestar mayor importancia a
lo sucedido. La mujer no puede entender a su esposo y le pregunta: "¡¿No
escuchas los gritos?!". Comienza así una nueva discusión cuyo final
desconocemos. Si hubiera sabido que su reacción se origina en su sentimiento y
delicadeza, mientras que en su marido es más la fuerza del razonamiento que la
del sentimiento, se habría evitado el problema.

Si entendemos la forma de ser del otro, podremos llegar al verdadero


objetivo del matrimonio: el favor mutuo. La mujer necesita ser dirigida por su
marido, pero con respeto y dignidad. Temas tales como la belleza personal, la
decoración del hogar, la limpieza, los paseos y las caminatas, facilidad para llorar
y necesidad de hablar, son características de la mujer que se deben aceptar
porque forman parte de su propia naturaleza. Ella espera más que el regalo en sí,
el corazón que se puso para comprarlo. Necesita que la alaben por la comida que
preparó con tanto esfuerzo o por el vestido nuevo que compró. ¡Debemos
conocernos para encontrar la felicidad!

El ser humano inteligente no acepta todo lo que escucha y tampoco se queda


callado, sino que expone su idea y criterio sobre el tema planteado. A veces,
proceder de esta forma trae inconvenientes y se puede llegar a discusiones o
69

peleas al no coincidir las posiciones. ¿Cómo proceder en el hogar? El consejo de


nuestros Jajamim es no discutir nunca con la mujer. Se debe callar y como
máximo decir: "Ésa es tu idea, yo pienso distinto". Después de un tiempo, se
debe intentar explicar con dulzura nuevamente la posición.

Nuestros Sabios nos enseñan que de la misma forma que el mar no se ara y las
estrellas no se cuentan, con la mujer no se discute. Para entender por qué se
debe proceder así, recordemos lo que dijo una vez el Rab Dessler, autor del libro
Mijtab Meeliahu: "Con la inteligencia que Hashem me dio, en muy poco tiempo
-media hora aproximadamente- de hablar con un alumno me puedo dar cuenta de
sus condiciones: si posee o no buenas cualidades. Pero frente a esto, en el caso
de mi mujer con la que vivo hace cuarenta años, aún no conozco el camino y los
pensamientos de su alma". Si entendemos esto, no hay lugar a ninguna discusión
en el hogar. Para discutir con alguien, las bases del pensamiento deben ser
las mismas y existir distintas opciones que generan la discusión. Pero si las
bases son distintas, como en el caso del hombre y la mujer, no hay lugar
para ninguna discusión.

La mujer depende de su sentimiento que condiciona a su razonamiento.


Todas sus actitudes, inclinaciones, escala de valores y captación de su mundo
están basadas en su sentimiento. Ribí Obadia Seforno explica por qué la serpiente
no fue directamente a seducir al hombre en lugar de seducir a la mujer para que
comiera del árbol de la sabiduría. El Rab explica que conocía el pensamiento de la
mujer: ella sabía que Hashem había dicho que si comían del fruto morirían, pero
imaginó que era sólo una amenaza y no la realidad. Así fue como actuó su
sentimiento en su corazón antes que la inteligencia de escuchar la palabra clara
de Hashem.

Es por eso que la mujer a veces quiere algo con toda su alma y otras tantas lo
rechaza. Ella depende de su sentimiento que varía de un período a otro y así
pasan a ser secundarios otro tipo de cálculos.

El hombre es más frío, más calculador, más realista. Su razonamiento


precede a su sentimiento y por eso analiza e investiga de otra forma el tema
que se plantea.

Si se trata de dos visiones opuestas como explicamos, no hay lugar a discusiones


porque cada una está basada en una óptica distinta. Si tenemos esto presente,
¡no hay discusión posible!

A veces sucede que el hombre regresa a su hogar y su señora no está en la casa.


Encuentra una nota en la mesa que dice: "Estoy en lo de mi mamá, puedes pasar
a buscarme. La comida está en la heladera, buen provecho!". El marido se
pregunta a sí mismo: "¿Otra vez fue a lo de la madre?". La cabeza empieza a
trabajarle con pensamientos de furia y de enojo: "¿Dónde está su respeto hacia
mí? Me dejó solo y se fue! ¡Lo único que le importa es su madre!". No hace falta
que escribamos cómo continúa esta historia, porque ya todos sabemos el final:
70

peleas, ofensas y destrucción del Shalom de la casa. Si la mujer supiera que su


marido necesita saber que ella siempre está preocupada por él y se lo
demostrara con actitudes, todo sería distinto; si a su vez el hombre supiera que su
esposa estará siempre unida a su madre, y en ella encontrará el refugio o un
lugar donde contar su vida, se habría evitado el problema.
Cuando Eliezer -el sirviente de Abraham- fue a buscar a Ribka para que se casara
con Izjak, el versículo dice: "Y corrió la joven a contarle a la madre"(Bereshit 24),
ya que se trata de una unión basada en temas comunes: la comida, recetas, ropa,
limpieza, preparación de Shabat, aniversarios familiares, etc. El hombre
normalmente no da trascendencia a estos temas y, por lo tanto, no es "el socio"
adecuado en donde ella pueda presentar sus ideas y preocupaciones. Por eso, la
mujer recurre al lugar donde encontrará las respuestas que necesita: la casa de la
madre.

Los Jajamim nos enseñan que la Emuná de la mujer es en general mucho más
fuerte que la del hombre. Cuando ella confía en Hashem con todo su corazón,
soporta las vicisitudes de la vida mucho mejor que el hombre. Así es su
naturaleza. Lo mismo sucede en la relación con su madre. Al formar su nuevo
hogar, nunca podrá cortar esa relación y creará un puente entre los dos
hogares: el suyo y el de su madre.

¡Si conocemos los secretos del alma de nuestra pareja, el entendimiento y el


perdón traerán el Shalom!

Recordemos que con un pequeño fósforo se puede quemar una casa por más
grande que ella sea, pero si el fuego es apagado a tiempo todo se salvará. No
dejemos que el fuego de la pelea destruya el hogar. Nadie se beneficiará, ni la
pareja, ni los hijos, ni los parientes, ni los amigos, ni la comunidad. Que la Berajá
del Shalom se encuentre en todos los hogares de Israel.
71

La sonrisa en el matrimonio

En Abot de Ribí Natan cap. 13 está escrito: "Se debe tratar a toda persona con
buena cara. Se puede dar al compañero todos los regalos del mundo, pero si
fue de mala forma, se le considerará como si no hubiera dado nada. Por el
contrario, aquel que trata bien al otro, incluso que no le haya dado nada, es
como si le hubiese obsequiado todos los regalos del mundo".

Imaginemos lo que puede suceder con dos personas con el mismo nombre que se
encuentran en el Shamaim en el momento previo al Juicio Divino. Al dialogar, se
sorprenden de tener el mismo nombre: uno de ellos se encuentra tranquilo y
sonriente, ya que fue una persona muy rica y continuamente repartió dinero a su
señora, hijos y comunidad, por lo que recibirá seguramente el paraíso. Su figura
contrasta con la tristeza y preocupación del otro, que fue una persona muy pobre y
que casi nunca pudo colaborar con nadie, por lo que, seguramente, deberá ir al
infierno.

La conversación se interrumpe porque llegó el turno de juzgar al primero de ellos


que entra confiado al lugar del juicio. Para su sorpresa, el fiscal dictamina que
debe ir al infierno y el abogado defensor reconoce que nada puede hacer en este
caso. Indignado pregunta: "¿Y todo lo que di al prójimo en mi vida para que
sirvió?". "Nunca diste nada", le responden. En ese momento se tranquilizó: "Ahora
entiendo, me han confundido con el que está esperando el turno afuera, tiene mi
mismo nombre y por eso la confusión". "No hay confusión posible", le responden.
"Tú has dado muchas cosas en tu vida, pero al darlas de mala forma, y sin
entregar tu corazón, es como si no hubieras dado nada. En cambio, tu compañero
que cree que por ser pobre irá al infierno, le aguarda el paraíso, ya que lo poco
que pudo brindar al prójimo, lo hizo con una sonrisa y con todo su sentimiento".

En el matrimonio, este tema es fundamental. Debemos cuidarnos en la forma que


damos a nuestra pareja lo que necesita, ya que corremos el riesgo de perder
todo el pago del esfuerzo que hicimos. Para eso, sólo basta con poner cara de
desgano, o simplemente con decir: "Ufa, ...tomá". Por el contrario, aquél que
entrega con una sonrisa, aunque sea lo mínimo y precario por su situación
especial, recibirá en el mundo venidero un pago especial, sumado a la
gratificación de vivir felizmente en este mundo y ser ejemplo para el
comportamiento de sus hijos.

Se comenta sobre el Jafez Jaim Z"L, que en una oportunidad su señora se quejó
por la situación económica del hogar, diciendo: "En la casa de los vecinos tienen
riqueza a pesar de tratarse de gente que no estudia Torá; sin embargo, nosotros
con tanto estudio pasamos momentos de pobreza!". El Rab le contestó: "¿Acaso
crees que nuestros vecinos a los que no les dio Hashem tanta sabiduría, ni
tampoco tienen hijos que puedan elevarse en el camino de la Torá, también deben
ser castigados con pobreza? Por otra parte, tú tienes un marido con Torá, has
encontrado el camino de la verdad y tienes la esperanza de que tus hijos sean
72

estudiosos y grandes Sabios, ¡¿Quieres recibir también riqueza?! ¿Dónde estaría


la justicia Divina si nuestra casa tuviera todo y la casa de nuestros vecinos se
encontrara vacía en materialismo y en espiritualidad? ¡Por eso debemos estar
felices con lo que tenemos, que es lo mejor!".

El Jafez Jaim nos enseña con su sabiduría, que sólo con un lenguaje suave e
inteligente puede tranquilizar a su señora. No lo hará con discusiones y
peleas. De la misma forma, cuando el marido vuelve a su hogar después de un
día de problemas y tensiones, debe su señora sonreírle y alentarlo para despejar
las nubes tormentosas que apagan su espíritu, y traer la luz que lo alumbre en el
camino de la vida. Cada integrante de la pareja tiene la obligación de repetirse
continuamente: "La sonrisa acerca los corazones. La tensión y el enojo destruyen
el hogar".

La Mishná en Pirké Abot 1 comenta: "Shamai dice... Recibe a toda persona con
buena cara". No creamos que Shamai se refería sólo a los casos en donde se
recibe a un huésped en el hogar. Su enseñanza fue para todos los momentos
de la vida en donde alguien se encuentre frente a nosotros. En forma
sorprendente, no es Hilel -Sabio talmúdico contemporáneo a Shamai que se
destacaba por pregonar el favor en toda circunstancia- el que nos transmite la
importancia de la sonrisa. Es nada menos que Shamai quien lo recuerda, no
como un buen consejo sino como una obligación.

El Maharal de Praga en su comentario sobre Pirké Abot comenta que por


naturaleza la persona desea saber si quienes se encuentran a su alrededor lo
valoran o lo desprecian. ¿Cómo se da cuenta? Por la expresión de las caras. Una
cara sonriente demuestra valoración a su personalidad. Una cara furiosa o
apesadumbrada refleja la falta de consideración de quien se encuentra a su
lado y provoca una sensación de desprecio prohibida por la Torá. Por lo
tanto, explica el Maharal, recibir al otro con una sonrisa no es un acto de favor sino
una obligación para que no se sienta despreciado. Por eso, es el propio Shamai
quien menciona el tema como un deber más que no puede quedar de lado. En el
matrimonio, este concepto adquiere una relevancia fundamental, ya que al
sonreir uno al otro le está diciendo en forma clara: "yo te valoro, tú eres
considerado para mí".

Este tema tan elemental lo podemos observar en la manera como un niño


diferencia entre una cara que lo mira en forma agradable o de manera agresiva.
Su respuesta es instantánea: llora o juega de acuerdo con el modo como se hayan
dirigido hacia él. El Rab Shelomo Volve Shelita en su libro "Ale Shur" compara a
un niño que crece sin la sonrisa de quienes lo rodean con una planta que no
recibe la luz del sol. Nunca se llenará de vigor. Esa simple sonrisa que recibe y
que le permite desarrollarse con todo ánimo y fervor, no es nada más que la
expresión del alma que brota del interior del cuerpo de quienes lo rodean y lo
alimentan espiritualmente de esa manera tan sencilla.
73

En cuántos casos hay parejas que comparten toda una vida sin encontrar un
idioma en común, con nerviosismo, amargura y sin el mínimo entendimiento.
¿Cuál es la raíz de este desastre? Quizás que cada uno de ellos esperaba que
el otro se acercara con una sonrisa para empezar una mejor relación. Nadie
dio el primer paso y así transcurrió la vida. Sólo que la brecha cada vez se hizo
más profunda. Cada uno pensó que tenía los motivos suficientes como para no
dar el brazo a torcer. Olvidaron que la obligación de "recibir al otro con buena
cara" es incluso en los casos en donde las actitudes no se compartan o las ideas
sean distintas. Mas aún en el matrimonio, donde ninguna persona podrá brindar lo
que cada integrante de la pareja deje de realizar.

Que Hashem ayude al pueblo de Israel para que la sonrisa y el aliento mutuo
sean la base de todos nuestros hogares. Amén.
74

Reforzar la fe

Cuando aparecen problemas de distinto tipo dentro de un hogar, muchas veces


provocan tristeza y depresión al no encontrar el porqué de esa situación. El
matrimonio debe en ese caso tomar la iniciativa de insuflar entre ellos un espíritu
de fe y esperanza. Deben alentarse mutuamente con palabras y actos que
demuestren que todo lo que sucede está manejado por Di-s para el bien, aunque
el ser humano no pueda entenderlo con su limitada capacidad.

Debemos aprender a tener en nuestra boca y corazón frases de nuestros Sabios


tales como: "Todo lo que Di-s hace es para bien", o "Nadie mueve un dedo en la
tierra, si no lo decretan desde el Cielo". De esta manera, fortaleceremos la
Emuná en los momentos difíciles. Si lamentablemente sucedió una pérdida
económica, se debe buscar lo positivo de la misma. Quizás fue una Kapará
por nuestros pecados y gracias a Di-s, no se trató de algo más grave. Debemos
recordar, por otra parte, que los sufrimientos borran los pecados de la persona
como comenta el Talmud: "Toda persona que Hashem quiere, recibe sufrimientos"
(Berajot 5). Debemos tener presente lo que menciona Ribí Ishmael en Arajin 15:
"Toda persona que pasa cuarenta días sin sufrimientos recibe su pago en este
mundo".

Con una óptica adecuada de la vida, las preguntas desaparecen y la paz y la


tranquilidad retornan al hogar. Por eso, es importante que la pareja concurra a
estudios de Torá o lea, en conjunto, libros de Musar que cambian la visión
equivocada de los sucesos de la vida por una óptica llena de fe y esperanza como
base del hogar. Así desaparecerán las quejas y lamentos que hoy
lamentablemente se hicieron cotidianos. Renacerá el ¡Baruj Hashem! ¡Bendito
eres Di-s! y el ¡Min Hashamaim! ¡Todo es del Cielo!, que nos darán la felicidad
verdadera sin nervios ni sufrimientos.

Precisamente, el único modo para evitar una pelea es trabajar sobre uno
mismo para reforzar la fe y aprender a vivir con alegría. El profeta Zejariá 8
nos dice que "la verdad y la paz serán amadas". Aparentemente, se trata de dos
conceptos contradictorios, ya que si observamos al prójimo bajo la óptica de la
verdad encontraremos errores y falencias que provocarán la discordia. El
problema consiste en que buscamos la verdad en el otro y olvidamos
analizarnos a nosotros mismos. Si lo hiciéramos, tomaríamos conciencia de
nuestros defectos y la paz con el prójimo sería fácilmente encontrada. A eso se
refirió el profeta Zejariá.

Es cierto que a veces se requiere de un control especial para no reaccionar, pero


precisamente por eso es que el rey David nos enseña: "Busca el Shalom y
persíguelo" (Tehilim 34). No se trata de esperar a que el Shalom nos encuentre en
forma circunstancial, sino que debemos buscarlo y perseguirlo anulando
nuestra propia honra o sentimiento para poder encontrarlo. Se cuenta sobre
75

Napoleón que al pelear con Rusia llegó a una ciudad muy fortificada y no podía
derrumbar sus murallas. La sitió aguardando a que sus habitantes se rindieran con
el correr del tiempo. Sin embargo, como éstos disponían de gran cantidad de
alimentos, fueron los soldados de Napoleón quienes se impacientaron sugiriendo
regresar a sus hogares. Napoleón decidió disfrazarse en compañía de un general
e ingresar como espía en la ciudad para ver la situación real del lugar: si aún
disponían de alimentos regresarían, pero de lo contrario, el sitio continuaría hasta
que se rindieran.

Pudieron ingresar a la ciudad en forma oculta y llegaron a un bar que estaba


colmado de soldados que intentaban emborracharse para olvidar el hambre que
padecían. Los comentarios eran que no había alternativa: caerían en las manos de
Napoleón y su ejército. Cuando los dos espías -Napoleón y su general-
escucharon y entendieron la situación, intentaron retirarse: la misión estaba
cumplida. Pero de repente uno de los soldados rusos exclamó: "observen a ese
campesino: ¡juraría que es Napoleón!". Los espías comenzaron a temblar, pero la
suerte estuvo de su lado porque todos sus compañeros se burlaron del soldado.
"¿Cómo es posible que el propio Napoleón llegue hasta acá y con ese aspecto tan
despreciable?", le dijeron. El general que acompañaba a Napoleón decidió
eliminar cualquier tipo de sospechas y le pidió a Napoleón que le sirviera un poco
de vino. Napoleón, que comprendió la idea del general, comenzó a servirle pero lo
hizo en una forma bastante brusca que provocó que el vaso cayera sobre el piso y
se derramara el vino. El general, indignado, golpeó a Napoleón quien cayó al piso
a la vista de todos. Cuando intentó levantarse, recibió un puntapié del general que
lo insultó y ofendió por su necio comportamiento. Los soldados rusos se rieron de
lo sucedido y confirmaron "el error" del soldado: nadie se atrevería a golpear de
esa forma a Napoleón. El general pagó la botella de vino y se retiró junto a
Napoleón sin que nadie sospechara sobre la verdadera identidad de ambos.
Cuando llegaron a un lugar oculto, el general se posternó delante de Napoleón
llorando y pidiéndole perdón por los golpes que le había dado. Napoleón lo
abrazó, lo besó y le dijo: "mi agradecimiento te lo demostraré elevándote al cargo
más importante de nuestro país y te llenaré de regalos".

Debemos aprender el mensaje. En algunas circunstancias la persona debe recibir


por sus malas actitudes un castigo celestial. Pero la piedad de Di-s lo rescata del
mismo enviándole una persona que lo insulte y lo ofenda. Si el ofendido tomase
conciencia de que la vergüenza que recibe es por su bien y para conseguir la vida
rescatándolo del sufrimiento, lo recibiría con la misma alegría que Napoleón, en el
momento en que recibió los golpes. ¿Qué hubiese sucedido si Napoleón
reaccionaba y le gritaba al general que debía mantenerle el respeto que
merecía? Los soldados rusos hubieran reaccionado descubriendo la identidad de
los espías. Sepamos soportar los malos momentos para poder vivir siempre con
alegría.
76

El estudio de Torá es la bendición del hogar

El Rab Eliahu Lapian Z"L cuenta en su libro "Leb Eliahu" el siguiente Maasé: "Ribí
Neta era un comerciante que vivía en Kelem. Casó a su hija única con un Talmid
Jajam al que le dio una dote importante y se comprometió a mantenerlo durante
muchos años para que pudiera seguir estudiando Torá. Cuando esos años
pasaron, la mujer le reclamó a su esposo que dejara de estudiar para poder
mantener su hogar. Su esposo -por el cariño que tenía a la Torá- se negó a
hacerlo. Ella sugirió que con el dinero de la dote abrieran un negocio que ella
atendería, y que el marido se ocupara del mismo sólo dos horas por día. El
hombre aceptó y con el correr del tiempo las dos horas se transformaron en
cuatro, hasta que abandonó completamente sus estudios para dedicarse al
trabajo. Un sábado a la noche que nevaba, la mujer salió a tirar algo afuera de la
casa y al regresar sintió que se ahogaba y no podía hablar. Su marido corrió a
buscar un médico, pero éste no pudo diagnosticar la enfermedad que la aquejaba.
Los doctores que la veían no podían entender por qué no podía hablar. Alguien le
sugirió al marido que quizás se trataba de un caso de exorcismo y que fuera a lo
de Ribí Mendel Z"L que se ocupaba de estos temas. El marido decidió llevar a su
esposa a lo del Rab quien le habló al alma que se había introducido en ella. El
alma le contestó desde el estómago de la mujer sin que ella moviera los labios:
‘Transgredí en mi vida todos los preceptos de la Torá y mi castigo fue que mi alma
recorriera el mundo con ángeles que me castigan continuamente y sólo encuentro
tranquilidad si me introduzco en el cuerpo de alguien’. ‘¿Por qué elegiste a esta
joven?’, le preguntó el Rab. La respuesta fue: ‘Su propia madre -que ya había
fallecido- me pidió en el Shamaim que lo hiciera para que su hija sufriera en este
mundo y no recibiera castigo en el Olam Habá por haber sacado a su esposo del
estudio de la Torá’. Ribí Mendel Z"L se dirigió al esposo de la mujer, quien le
aseguró que volvería a estudiar Torá. Ribí Neta -el padre de la mujer- se
comprometió a estudiar Mishnaiot y a encender Nerot en el Bet Hakeneset para
rescatar a esa alma del castigo que tenía. Ribí Mendel Z"L reunió un grupo de diez
personas para que leyeran Tehilim y dijo unos Pesukim con la mujer sentada en la
mitad de la habitación. Luego de unos minutos de lectura de Tehilim, la mujer -en
forma repentina- cayó al suelo y se escuchó una voz que salía de ella: ‘¡Shemá
Israel!’. Una de sus uñas se partió y salió sangre de ella. La ventana se rompió
-por ese lugar salió el alma- y la mujer recuperó su normalidad". El Rab Eliahu
Lapian continúa en su libro: "En el último tiempo escuché que esa pareja está en
Israel. Viven en Tel Aviv, pero no revelaré más detalles sobre ellos. Sólo que
personalmente los visité y ellos mismos me contaron todo el suceso".

Toda mujer virtuosa que lea este Maasé, tomará la enseñanza necesaria para
su vida, ayudando y fortaleciendo a su esposo en el camino y en el estudio
de la Torá, para adquirir así la felicidad en este mundo y en el venidero.

Las estadísticas demuestran que una casa basada en los principios de la Torá
está llena de alegría y felicidad. Seguramente que no son las condiciones
económicas las que la hacen dichosa, ya que no siempre tienen esa bendición,
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sino que tienen la Berajá de tener fe en el Creador, que es la vitamina que origina
esa felicidad al saber que quien da la vida, también da el sustento. Así se logra la
tranquilidad y felicidad anhelada.

En una oportunidad, una persona se presentó delante de un Rab con la idea de


viajar a otro país debido a sus problemas económicos. El Rab le contestó con el
siguiente Maasé: En una ciudad vivía un Rab muy pobre al que se le presentaron
dos personas muy ricas para que interviniera por un diferendo económico que
tenían, con la condición de que el Rab se trasladara a la ciudad de ambos con los
gastos pagos, además de un importante dinero por su trabajo.

El Rab les pidió que lo esperaran hasta que volviera de rezar Minjá en el Bet
Hakeneset. Al regresar, les dio una respuesta negativa al pedido para que viajara.
Cuando la señora del Rab le preguntó por qué no había aprovechado esa
oportunidad de ganar mucho dinero, el Rab le respondió que una de las Berajot de
la Tefilá que dijo era "Mebarej Hashanim", o sea que Di-s bendice los años desde
Su lugar celestial. La Guemará comenta que la distancia desde la tierra al primer
cielo es de 500 años y al segundo cielo es de otros 500 años, y así sucesivamente
pasando los siete cielos hasta llegar al Trono Divino. Sin embargo, esa distancia
inimaginable no es impedimento para que la Berajá llegue al ser humano. "Me dije
a mí mismo: ¿Sólo a la ciudad de los ricos me mandará Di-s la Berajá? ¡Si Él
quiere, podrá enviarla directo a mi casa!". Finalmente, los ricos decidieron hacer el
juicio en la ciudad del Rab, quien pudo obtener el dinero sin tener necesidad de
dejar su hogar. ¡Tengamos fe y tendremos alegría en nuestros hogares, a pesar
de los problemas económicos que puedan existir!

El Talmud en Pesajim 49 comenta: "Que siempre la persona venda todo lo que


posee para casarse con la hija de un Talmid Jajam y para casar a su hija con un
Talmid Jajam. Este tipo de matrimonio se compara a la unión de la uva de la parra
con la uva de la parra, es algo bello y agradable". ¿Por qué los Jajamim
compararon esta unión del novio y la novia sólo con la uva y no con otra
fruta? Una de las explicaciones es que el sabor del vino es más agradable cuando
es más añejo. De la misma manera, cuando la pareja cuida la herencia que
recibimos en el monte de Sinai y no se deja llevar por corrientes modernas
ajenas a nuestra fe, llega así al máximo de belleza espiritual posible.

Cuando un hogar crece con esas bases, el progreso es constante. Es lo que


sucede con la uva de la parra, antes de ser exprimida. Se la bendice con una
Berajá común a todos los frutos del árbol: "Boré Perí Haez" (que crea el fruto del
árbol). Al transformarse en vino recibe una Berajá excluyente para él: "Boré Perí
Haguefen" (que crea el fruto de la parra). Es cierto que el trigo también transforma
-al convertirse en pan- su bendición primitiva de "Boré Perí Haadamá" (que crea el
fruto de la tierra) en "Hamosí Lejem Min Haarez" (que saca el pan de la tierra).
Pero la parra permanece en la tierra en forma eterna a diferencia del trigo que
debe ser sembrado nuevamente. De esta forma, le deseamos a la pareja que la
unión que materializaron en la Jupá, sea eterna, llena de felicidad y alegría.
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Otro de los mensajes que la parra otorga a la pareja es que el vino alegra a la
persona, pero sólo cuando se lo consume con medida y en forma adecuada. De lo
contrario, la emborracha con las consecuencias negativas que todos conocemos.
De la misma forma hay una indicación para la pareja de fijar los límites que la
Torá impone. Como dijeron los Jajamim: "Santifícate a ti mismo en lo que está
permitido para ti" (Iebamot 20), y así tendrán éxito en la construcción del hogar. El
amor entre ellos crecerá continuamente gracias a esos cercos que la Torá
determina. Serán como el vino, cuyo sabor aumenta día tras día.

Otra de las comparaciones de la parra con la pareja es la siguiente: el pueblo de


Israel fue comparado con la parra. ¿Por qué? La parra es pisada por aquellos que
fabrican el vino. Pero finalmente, cuando se obtuvo el producto, es el vino quien
hace caer a la persona que toma más de la cuenta. Igualmente, en este destierro
tan largo y difícil, el pueblo judío debió soportar ser pisado por distintas naciones.
Pero llegará el momento en que el Mashiaj elevará al pueblo de Israel para
convertirlo en la luz de la naciones. Ese mensaje también se aplica al novio y a la
novia. Si se comportan con honra y respeto mutuo, si cada uno valora al otro
y le hace sentir que está por encima de sí, entonces vivirán con armonía y
felicidad. Serán como la uva que en principio parece que es pisada, pero
finalmente triunfa.

Que en todos los hogares de Israel se cumpla la frase de los Jajamim: "Inbe
Haguefen Beinbe Haguefen Dabar Nae Umitkabel: la uva de la parra con la uva de
la parra es bella y agradable".
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La Tefilá, la Sedaká y las Berajot de los Sadikim

La Guemará en Sanhedrin 44 comenta que la persona debe adelantar la Tefilá


antes de que surja el problema realmente. Podemos deducir con más razón que,
cuando lamentablemente no hay paz en el hogar, se debe hacer Tefilá para que
Di-s deposite su Shejiná en esa casa, además de todas las distintas iniciativas que
se realicen para encontrar la solución.

Se cuenta sobre el Rab Iejezkel Abramsky Z"L que al ser llevado preso a Siberia,
le sacaron los zapatos y lo obligaron a caminar descalzo sobre el hielo congelado
varios kilómetros por día. El Rab dentro de su Tefilá le dijo a Hashem lo siguiente:
"Di-s mío, escribiste en Tu Torá (Ketubot 30) que todo proviene del Shamaim
menos los resfríos, que se originan en una negligencia propia de la persona que
no se cuida como corresponde. Pero en este lugar con temperaturas bajo cero, me
obligan a caminar descalzo y solo Tú, Señor del Universo, me puedes cuidar. Por
favor, sálvame para que no me enferme". Pasaron muchos años y el Rab ni
siquiera se resfrió, mientras que mucha gente moría de complicaciones por gripes
y pulmonías.

Aprendemos de este suceso la fuerza de la Tefilá, que puede cambiar la


naturaleza del mundo. Por más que exista un decreto por el que la persona
debería soportar sufrimientos en su casa, hay tres cosas -Tefilá, Sedaká y
Teshubá- que anulan cualquier mal decreto que hubiera.
En el libro Shibje Omer se relata el siguiente Maazé: Rabí Tzvi Izjak Horowitz era
un hombre Sadik y fiel. Su nombre recorrió las fronteras, y todos los que lo
conocían depositaban en él su total confianza.

Cuando se recolectaba dinero para los pobres, se le entregaba al Rab para que
fuera su depositario hasta que se necesitara utilizarlo. Incluso particulares le
daban dinero para que lo guardara, sabiendo que quizás estaba más seguro que
en una cuenta bancaria.

El Rab tenía un alumno de apellido Rotschild, que no sólo estudiaba junto a él,
sino también hacía las veces de su secretario y administrador. Cuando el Rab
recibía dinero, se lo entregaba a su alumno quien lo guardaba en un cofre cuyo
escondite conocían nadie más que él y su Rab.

En una ocasión, llegaron a la casa del Rab unos Gabaim (Dirigentes Comunitarios
que se encargan de recolectar dinero para beneficencia), y pidieron la restitución
del dinero que anteriormente habían dejado en depósito. El Rab comenzó a
buscar el cofre y no lo encontró. Cuando se le ocurrió preguntarle a su alumno, se
acordó que ese mismo día el joven le había dicho que abandonaba la ciudad y se
iba a trabajar a otra ciudad. Los Gabaim se retiraron con las manos vacías, y
dejaron al Rab con una profunda preocupación.
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Pasó un tiempo, y la esposa del Rab le dijo a su marido: "No es que quiera ser mal
pensada, pero precisamente en el día que tu alumno Rotschild se fue, desapareció
el cofre del dinero..."; "¡No, no!, la interrumpió el Rab, es imposible que él haya
hecho algo así. Rotschild es un verdadero Sadik y confío plenamente en él...".
"Bueno pero nada pierdes si vas a la ciudad donde ahora vive, y le explicas que se
perdió el dinero de los huérfanos y las viudas. Quizás te puede dar una pista",
insistió la mujer.

El Rab se dirigió a la ciudad donde se había establecido su alumno, y comprobó


sorprendido que en muy poco tiempo ya toda la gente conocía el apellido
Rotschild con honor y respeto. Cuando llegó al lugar donde trabajaba, encontró un
muy lujoso negocio de venta de antigüedades y joyas.

Rotschild recibió a su Rab con mucha amabilidad. "¿A qué se debe esta tan
honrosa visita?", "Debo hablar contigo muy seriamente", fue la respuesta. El Rab
le contó que habían ido los Gabaim a reclamar el dinero de las viudas y los
huérfanos, y el cofre había desaparecido. Con sutiles palabras, le estaba dando a
entender que existía la sospecha de que él fuera quien había tomado
indebidamente ese dinero.

Rotschild no contestó. Se quedó en silencio unos instantes y se levantó. Se dirigió


a uno de sus cuartos, y regresó con una pequeña bolsa en sus manos. Le dijo al
Rab: "Ésta es la mitad del dinero. Por el resto, le pediré que me espere un mes y,
con la ayuda de Hashem, se lo entregaré". Mientras el Rab regresaba a su casa
estaba contento, por un lado, por haber recuperado el dinero robado. Por el otro,
estaba triste porque nunca hubiera pensado que su fiel alumno era capaz de
aprovecharse de su confianza para apoderarse de lo ajeno.
Una semana después, unos policías se hicieron presentes en la casa del Rab con
una noticia: "¡Encontramos su cofre robado! Aquí lo tiene. ¡Y el ladrón está
preso!". El Rab se estremeció. Pensó que habían apresado a Rotschild y que lo
iban a castigar duramente. Los policías siguieron hablando. "¿Usted tenía un
sirviente no judío?". "En efecto, hace poco más de un mes", respondió el Rab.
"Fue él quien se apoderó del cofre. Lo hizo en un descuido suyo y se lo llevó. Lo
recuperamos casi con todo el dinero que allí había. "¿Y cómo se dieron cuenta
ustedes de qué él había sido el ladrón?". "Porque inmediatamente después de que
dejó su trabajo, se lo vio extrañamente en cada cantina que había en la ciudad. Un
día, en medio de su borrachera, confesó que el dinero que estaba derrochando lo
estaba sacando del cofre que había robado de la casa del Rab Horowitz. Bueno, lo
principal es que el cofre regresó a sus legítimos dueños". Los policías se retiraron.

Nuevamente, el Rab sintió una mezcla de alegría y tristeza. Alegría porque


descubrió que su alumno Rotschild estaba limpio de toda culpa. El concepto que
de él tenía era el mismo, o mejor aún. Por otro lado, estaba triste por haber
sospechado de él injustamente. Además, ¿por qué si era inocente, Rotschild le
había dado el dinero, aunque fuera una parte? El Rab no esperó, y ese mismo día
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se dirigió otra vez a la ciudad donde Rotschild vivía. Cuando llegó allí, no lo
encontró en donde tenía su negocio. Ni siquiera el negocio existía. Preguntó a la
gente y le dijeron que Rotschild había vendido todo lo que tenía y se había ido a
vivir a una choza en una aldea cercana.

El Rab se dirigió a ese lugar y encontró a su alumno viviendo en una choza pobre
y destruida. Rotschild recibió a su Rab con la amabilidad de siempre. "Sea usted
bienvenido, Rab. Sólo que todavía no he podido reunir la suma que le debo. Por
favor si me espera unos días más...", "¡Querido alumno! Sé que tú no fuiste quien
robó el cofre. La policía encontró al ladrón y el cofre ya está en mis manos". "¿Ah,
sí? ¡Baruj Hashem! ¿Y se puede saber quién fue?". "¿Te acuerdas del sirviente
que teníamos y de repente nos abandonó? Bueno, pues de algún modo se las
ingenió para robarnos sin que nos diéramos cuenta. Pero, ¿por qué me mentiste y
me hiciste creer con tu actitud que habías sido tú el ladrón? ¡Si hasta te quedaste
pobre por darme el dinero, cuando en realidad no te correspondía hacerlo!". "Yo lo
vi a usted muy preocupado, porque tenía la responsabilidad de devolver el dinero
que le habían dado para guardar. Y la verdad es que preferí pasar un poco de
incomodidad, con tal de que a las viudas y a los huérfanos no les falte nada de lo
que les corresponde... Usted me enseñó que en la Torá está escrito: "A Hashem,
Tu Di-s, temerás". Y es sabido que estas palabras no sólo se refieren al Creador
del Mundo, sino también a los que los representan: A los Jajamim. Yo debo temer,
respetar y honrar a los Jajamim, y mucho más a usted, que es mi Jajam principal y
de quien aprendí toda la Torá que tengo". "Bueno. Pero, ¿Por qué llegaste hasta
esta situación?". "Yo me comprometí con usted a entregarle la otra mitad del
dinero, y como ya no me quedaba nada en efectivo, me vi obligado a vender mis
propiedades, pero igualmente no alcanzó. Pensé que de algún modo u otro,
Hashem me iba a ayudar a reunir toda la cantidad antes de que transcurriera el
mes de plazo...".

Al escuchar esto, el Rab estrechó a su alumno en un abrazo y lo besó en medio


de lágrimas de emoción. Le dio una Berajá, y le dijo que sería tan rico, que su
riqueza no se apartaría de él ni de su descendencia jamás, hasta la llegada del
Mashiaj.

En efecto, la riqueza de la familia Rotschild es proverbial. Y como vemos, hasta


hoy se mantiene. Todo, gracias a la entrega de quien inició la dinastía, que prefirió
vivir como un pobre y pasar por sospechoso de robo, con tal de que a los
huérfanos y a las viudas no les faltara el sustento. Y también gracias al respeto y
el honor que les confería a los Jajamim, a quienes consideraba como verdaderos
representantes del Mandato Divino.

El Sefer Pele Ioez escribe que quien tiene una mala mujer que lo hace sufrir, que
le pida a Di-s que transforme su corazón. Que lo quiera y caiga en gracia a sus
ojos, para que él también la pueda amar. Nuestros Sabios nos enseñan que las
puertas del llanto nunca se cierran. Por lo tanto, no debe desesperarse sino
pedir con todo el corazón al Padre Piadoso que cambie la pelea del hogar por la
felicidad eterna.
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Otra de las soluciones para encontrar el Shalom en la casa es pedir la Berajá de


los Sadikim de la generación. Si ya existe el Shalom, es correcto pedir al Sadik
su Berajá para que continúe por siempre.

En una oportunidad sucedió en los Estados Unidos de América un accidente por


un choque de autos. Los médicos determinaron que el Iehudi accidentado no iba a
poder sobrevivir y mandaron a traer de un asilo al padre del accidentado. Cuando
éste llegó al lado de su hijo inconsciente, no demostró preocupación por lo
sucedido, y se retiró diciendo con mucha calma: "Se curará".

Todos pensaron que el anciano padre no había tomado conciencia de lo que


sucedía, pero él les contestó lo siguiente: "Yo soy de Radin, la ciudad del Jafez
Jaim. Cuando el Rab escribió su libro ‘Mishná Berurá’, reunía gente en su casa
para que lo leyeran y así poder observar cómo se entendía lo que el Rab había
escrito. Varias veces mi estudio cayó en gracia en sus ojos, y me dio dos Berajot:
que tuviera larga vida (hoy tengo 76 años), y que mis hijos no murieran durante mi
vida. Todavía no llegué a tener lo que se llama realmente larga vida, ¿cómo se
van a cumplir las dos Berajot simultáneamente?; la única forma es que mi hijo se
recupere y que yo viva muchos años más. Por eso es que estoy tranquilo". Al otro
día sucedió el milagro. El hijo abrió los ojos, y poco a poco se fue recuperando
para sorpresa de los médicos que no podían entender lo que sucedía.

Aprendemos de este suceso la importancia de la Berajá del Sadik, ya que sus


Tefilot llegan delante de Di-s y pueden hacer cambiar cualquier mal decreto que
haya sobre la persona, y dar una larga vida llena de paz y prosperidad.

Para concluir, relatemos uno de los tantos milagros cuyo protagonista fue uno de
los Sabios más grandes de las últimas décadas: el Baba Sali Ribí Israel Abujazira
Z"L. Un matrimonio que luego de muchos años de casados no habían podido
tener hijos, recurrió a recibir la Berajá del Rab. Para ello se dirigieron a su casa en
Netibot. Todos conocían la Kedusha del Rab, sabían que sus oraciones llegaban
al Cielo y que sus bendiciones se cumplían. Le contaron al Rab lo que les
aquejaba y le pidieron una bendición para que Hashem les otorgara el hijo tan
ansiado. El Rab les pidió sus nombres e hizo Tefilá por ellos. Luego tomó una
botella de anís, escribió algo en un papel con el que envolvió la botella y les dijo:
"Deseo que el día del Berit Milá bendigan sobre este anís al poner el nombre del
bebé". Recogieron la botella. El corazón de ellos desbordaba de alegría.

Los años pasaron y ninguna novedad importante ocurría. Hasta que escucharon
una noticia que los dejó perplejos: El Baba Sali Z"L había dejado este mundo y
aparentemente su Berajá no se había cumplido. Luego de transcurridos dieciséis
años del encuentro con el Baba Sali, lo que parecía imposible llegó: el hijo por el
que tantas Tefilot se habían hecho, vino a este mundo. Imaginemos la alegría de
la familia. Decidieron que el Sandak fuera el Rab Izjak Kaduri Shelita. El padre
trajo la botella de anís y se hicieron los preparativos para el gran día. El Berit Milá
se realizó e invitaron al Rab Kaduri para hacer el Kidush. Al sacar el papel que
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envolvía la botella de anís todos quedaron sorprendidos: el Baba Sali había escrito
en el papel la fecha del Berit Milá dieciséis años antes de que se realizara.

¿Dónde radica la fuerza, la sabiduría y la profecía de estos grandes Jajamim?


¿Cómo es posible que sus palabras sean escuchadas en el Cielo y se cumplan en
la tierra? La respuesta es la siguiente: "Si en mis leyes se encaminarán y mis
preceptos cumplirán"(Vaikrá 26). Rashi nos aclara que el versículo se refiere a
estudiar la Torá con esfuerzo y cumplirla con todos sus detalles. Es la fuerza
de la Torá, la sabiduría de Hashem, la que da la profecía a los Sadikim de cada
generación.

Tefila, Sedaká, Teshubá, Berajot de los Sadikim de la generación. Todos estos


medios son valederos y necesarios para bendecir los hogares de Israel.
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La voz del dinero

La gente corre detrás del dinero, pero no todos se convierten en millonarios.


Incluso los que sí lo son, no tienen todo el provecho de lo que alcanzaron, ya que
siguen corriendo para obtener más riqueza. Como nos enseña Shelomo Hamelej:
"El que ama al dinero no se hartará de él" (Kohelet 5). Por eso le podemos
preguntar dónde está su riqueza y cuál fue su provecho. Corre toda su vida detrás
de algo que nunca alcanzará y no prueba el sabor de la alegría. No sólo esto, sino
que codicia lo de los demás y llega a mentir y engañar, siendo odiado por la gente,
perdiendo así su mundo terrenal y el venidero.

No hubo generación que haya tenido las comodidades que hoy existen. Al tocar un
botón se enciende la luz, se mueve una perilla y el fuego está preparado para
cocinar, el lavarropas automático deja la ropa limpia sin ningún esfuerzo del ama
de casa, se pueden adquirir comidas preparadas para ser servidas, etc., etc.

¡Cuánto esfuerzo debían realizar las generaciones anteriores para obtener las
mismas cosas! Se debía buscar combustible para tener un poco de luz, preparar el
fuego con madera o carbón, llevar la ropa hasta el río para poder lavarla, etc. Sin
embargo, ellos eran más felices que lo que somos nosotros hoy, porque tenían la
clave que nuestros Sabios profetizaron hace mucho tiempo atrás: "¿Quién es el
rico? El que se alegra con lo que tiene" (Pirke Abot 4), ya que sólo sabiendo
conformarse con lo que Di-s le destinó, se encuentra la felicidad. Ésa es la
verdadera riqueza.

El Midrash Tanjuma comenta con respecto a la Perasha Tazria, sobre un Cohen


que tenía problemas económicos y que no podía mantener su hogar y decidió ir a
trabajar fuera de Israel. Antes de irse, le explicó a su señora las leyes de los
Negaim, o sea sobre las manchas de la piel que él determinaba como Cohen a los
que lo consultaban. Le explicó que en cada pelo del cuerpo de la persona, creó Di-
s una cavidad de la cual se alimenta ese pelo. Si éste se seca y no tiene calor, es
una señal que se secó la fuente que lo alimentaba. Le respondió la mujer: "Que
tus oídos escuchen lo que haz dicho. Si Di-s creó para cada pelo un lugar que lo
alimenta, tú que eres un ser humano que debes mantener a tu familia, ¡¿acaso no
creó Di-s la fuente de donde consigas tu sustento?!". El Cohen de esta forma
desistió de su viaje, enseñándonos que la fe es la base del hogar y que no hay
que perder la tranquilidad cuando faltan cosas en la casa, ya que todo depende de
la Berajá que Di-s manda.

Por supuesto que la mujer no debe reclamar a su marido cosas que él no


puede solucionar. Ella debe administrar sus gastos con fe y esperanza para
no destruir el Shalom de su hogar. El marido, por su parte, al ver que por
más que se esfuerza no puede satisfacer las necesidades de su familia, debe
alentarlos a superar el momento difícil, puesto que es una prueba de Di-s
para el bien y la felicidad de todos.
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Cuando Ribí Akiba se casó con Rajel, la hija de Kalba Sabua, la pareja era tan
pobre que debía dormir sobre un lecho de paja. En una oportunidad, se presentó
Eliahu Hanabi como un pobre pidiendo un poco de paja para su señora que había
tenido un hijo y no tenía donde acostarse. Le dijo Ribí Akiba a su mujer: "Observa,
hay gente más pobre que nosotros y ni siquiera tienen paja".

Sepamos mirar en las cosas materiales a aquellos que tienen más


dificultades que nosotros y en los temas espirituales tomemos ejemplo de
los que nos superan.

El Midrash en la Perasha Pekude cuenta el siguiente Maasé: Ribí Jiá y Ribí


Shimhon Ben Jalafta estaban estudiando Torá en el Bet Hamidrash de Tebaria en
la víspera de Pesaj. Escucharon mucho movimiento de gente, y preguntó Ribí
Shimhon a Ribí Jiá: "¿Qué es lo que sucede?". Éste le contestó: "Todos compran
lo que necesitan para Iom Tob, y si alguien no tiene dinero se presenta a su patrón
y le pide". Dijo Ribí Shimhon ben Jalafta: "Yo también iré a lo de mi patrón y Él me
dará". Salió fuera de la ciudad a hacer Tefilá en una cueva de Tebaria y vio una
mano que desde el cielo le entregaba una piedra preciosa. La tomó y la llevó
delante de Ribí Iehuda Hanasí quien al verla le dijo que esperara hasta después
de Iom Tob para poder venderla a su precio real. Mientras tanto, le entregó algo
de dinero para las necesidades de la fiesta.

Cuando Ribí Shimhon llegó a su casa con dinero y comida, la señora sorprendida
le preguntó: "¿De dónde lo conseguiste?". El marido le respondió: "Di-s me lo dio".
Pero ella no se quedó conforme: "Si no me dices de dónde es, no probaré nada".
El Rab le contó lo ocurrido al no tener otra alternativa: "Hice Tefilá delante de
Hashem, y me dio esta piedra preciosa". Ella respondió: "¿Acaso quieres que tu
pago en el Olam Habá sea menor que el de tu compañero por haber recibido esa
joya?, ¡ve y devuelve la comida que compraste, el dinero a su dueño y la joya a Di-
s!".

Esa mujer virtuosa convenció incluso a Ribí Iehuda Hanasí que no era
conveniente que su marido aprovechara ese regalo del Cielo. Cuando Ribí
Shimhon Ben Jalaftá fue a devolver la joya, extendió su mano, e inmediatamente
vino un Malhaj (ángel) y la tomó. Fue dicho: "El milagro último fue mayor que el
primero, ya que del Cielo lo normal es que dan, y no es normal que quiten".

Tenemos en este Maasé el ejemplo de una mujer Sadeket que estuvo


dispuesta a soportar la pobreza y no aceptar los placeres de este mundo,
debido a que sabía que le sería descontado de su pago en el mundo
venidero. Tomemos todos el ejemplo de ella para no sufrir cuando vemos que en
la casa apenas si alcanza el dinero para las cosas elementales, ya que está
guardado el verdadero pago de la persona para el Olam Habá.

Tengamos Emuná que nuestro sustento depende sólo del Creador, como dijeron
nuestros Sabios en el Talmud (Besá 16): "Todo el sustento de la persona está
fijado desde Rosh Hashaná, con excepción de los gastos necesarios para Shabat,
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Iom Tob y para educar a los hijos en el camino de la Torá, que en caso de
disminuirlos, se le disminuyen a él. Si los aumenta, recibirá más de lo que gastó".

Quizás más que nunca, en esta época hay hogares en que la voz de la alegría y
de la felicidad no se escucha porque es cubierta por la "voz del dinero" que con un
fuerte tono reclama su lugar. La falta de dinero para tener una vida digna es la que
en muchos casos provoca la destrucción del Shalom del hogar.

Ya el Talmud en Babá Meziá 59 comenta: "Dijo Rab Iehuda: ‘Siempre debe


preocuparse la persona que haya sustento en su hogar, ya que las peleas tienen
lugar en el matrimonio debido a temas de sustento". La falta de dinero es el medio
que utiliza el Satán para entrar al hogar y provocar la pelea. De esta forma, la
presencia de Hashem se retira de esa casa. A pesar de cualquier circunstancia
que se presente, la mujer debe estar al lado de su marido apoyándolo y
fortaleciendo el Shalom de su hogar. La mujer inteligente que busca su propio
bien y el de su familia, debe saber que está en sus manos conseguir que en su
hogar las voces de la alegría y la felicidad se escuchen y no sean cubiertas por la
voz del dinero. Debe dirigir su casa de acuerdo con sus posibilidades económicas
sin excederse de su presupuesto, demostrándole a su esposo que es solidaria al
máximo con su sufrimiento para conseguir el sustento mínimo necesario para la
vida. En este tipo de situaciones, no debe pedir a su esposo lo que sabe que su
marido no le puede dar, porque lo único que provoca es que su esposo piense que
ella es cruel al no comprender que para él es imposible complacerla. Por el
contrario, debe mostrarle una sonrisa y alentarlo a seguir adelante esperando
épocas mejores.

Muchas mujeres endeudan a sus maridos con lujos que realmente no estaban a
su alcance, sólo por envidia a la vecina o a la amiga que sí podía darse ese lujo.
En lugar de poner el acento en la educación de sus hijos y en la atención a sus
esposos, sólo piensan en no ser menos que sus amigas.

La mujer inteligente debe saber, por otra parte, que toda casa en la que sus
habitantes se conforman con lo que tienen y no persiguen lujos o placeres fuera
de su alcance, es la que construye un futuro digno para sus hijos que aprenderán
a vivir sabiendo que en la vida no puede conseguirse todo lo que uno desea. De
esta forma y por el hecho de vivir con limitaciones, obtendrán una felicidad
continua debido a que nunca sentirán que les falta algo, porque aprendieron
a vivir sabiendo que Hashem es el que da a cada uno lo que le corresponde y
no correrán detrás de lujos y placeres inalcanzables.
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El valor de un minuto

La mujer que tuvo la suerte y el mérito de casarse con un hombre que fija en su
vida un tiempo para el estudio de la Torá, es la mujer más feliz que existe en la
tierra. A pesar de que existan problemas económicos, no debe influenciar sobre su
marido para que abandone ese tiempo de estudio para dedicarlo al trabajo. Por el
contrario, debe alentarlo y fortalecerlo, porque todo el dinero que existe en el
mundo no se iguala al valor de una letra de Torá que su marido estudia. Todo
ese mérito es gracias a la mujer que lo alienta y le permite seguir adelante.

En una ciudad de Europa, se habían reunido los Iehudim para hacer un hospital.
Muchos donantes contribuían para ello; algunos ofrecían sólo una cama mientras
que personas adineradas donaban varias camas para los futuros pacientes. El
Jafez Jaim, que dirigía espiritualmente el lugar, agradeció a cada uno de ellos por
el Jesed importante de la donación. Cuando concurrieron al lugar algunos alumnos
de distintas Ieshibot, el Jafez Jaim los recibió con mucha honra, lo que provocó
malestar a los donantes que preguntaron: "¿Acaso ellos donaron camas como
nosotros para la construcción del hospital?". Les contestó el Rab: "¡¿Qué dicen?!,
¿acaso ustedes donaron cincuenta camas?". Nadie podía creer que esos jóvenes
hubieran donado algo que ni los millonarios podían hacer. El Jafez Jaim les aclaró:
"¡Sí!,¡Sí!, cada uno de ellos donó cincuenta camas que no fueran necesarias.
Ellos donaron que no haya necesidad de camas para enfermos en el
hospital, ya que la Torá que ellos estudian protege y salva de enfermedades y
sufrimientos a nuestra ciudad".

Aprendemos de este suceso, que aquella mujer que desea que en su hogar
haya salud y tranquilidad, debe alentar y apoyar a su marido en el estudio y
cumplimiento de la Torá. Es la mejor protección frente a los problemas de la
vida y lo que garantizará su felicidad eterna.

Sucedió con el Taz (abreviatura del Rab David ben Shemuel Halevi Z"L que
escribió el libro "Ture Zahab") y el Baj (abreviatura del Rab Ioel Sirkish Z"L que
escribió el libro "Bait Jadash") el siguiente Maasé: El Baj era el suegro del Taz, y le
había asegurado que se ocuparía de mantenerlo y le daría una comida de carne
todos los días. En una oportunidad, en lugar de darle carne común, le entregó una
porción de pulmón. Por ese motivo, el Taz llevó a su suegro a un "Din Torá", en
donde se le dio la razón al Baj, porque se consideró también al pulmón como
carne. El Jazon Ish Z"L explicó sobre este Maasé que lo que había sucedido fue
que el Taz estudiaba Torá hasta agotar sus fuerzas todos los días. Ese día que le
dieron pulmón en vez de carne común, estudió unos minutos menos, puesto que
su fuerza disminuyó. Se originó así una acusación en el Cielo hacia su suegro por
haber sido responsable de esta falta de minutos de Torá en el mundo. El Taz, que
sabía esto, para sacar esa acusación que pesaba sobre su suegro lo llevó a un
Din Torá, sabiendo que determinarían que el pulmón también es carne, y así se
levantaría la acusación del Cielo. ¡Aprendamos el valor de cada instante de Torá
que estudiamos, y no lo dejemos por nada del mundo!
88

Una de las causas que originan discusiones en el hogar es que muchas veces el
marido está en su casa sin hacer nada. Esto disminuye su valor delante de su
señora que lo observa perder el tiempo sin hacer nada productivo, mientras que
ella está ocupada en el mantenimiento de su hogar .

Por lo tanto, la mejor solución para encontrar el Shalom Bait, es la constancia


en el estudio de la Torá en cada momento libre. Así, el marido será valorado
por su señora como alguien que no pierde su tiempo, sino que lo sabe
aprovechar en cosas positivas que van a traer la Berajá tan anhelada.

Esa misma falta de ocupación provoca a veces contar a la otra parte alguna
discusión que hubo en el trabajo o con algún vecino, y así comienza una nueva
pelea, al recibir una crítica por la actitud asumida. El Jafez Jaim Z"L, en su libro
"Shemirat Halashon", aclara que no hay ninguna diferencia en la prohibición de
hablar Lashon Hará tanto con un amigo o con la propia mujer, salvo en caso que
la conversación pueda traer beneficios como la jurisprudencia estipula.

El Jafez Jaim concluye: "Muchos se equivocan al comentar a sus esposas todo lo


sucedido durante el día en sus trabajos. A veces, además de caer en la
prohibición de hablar Lashon Hará, provocan que las discusiones del trabajo se
agraven, al ser en muchos casos incitados por la propia mujer a defender sus
derechos. Finalmente, ella misma terminará despreciándolo. Por eso, quien cuida
su alma, que no comente con su mujer todas esas situaciones" (Kelal 8 punto 10).
Sucedió con una persona que fue a lo del Rab Naftali Sebi Iehuda Barlin y le dijo:
"Ribí, mis negocios son exitosos y también lo son mi relación comercial con
proveedores y clientes. Mi familia no tiene problemas de salud, pero mi sufrimiento
es dentro de mi casa, ya que mi señora me desprecia, me domina y me subestima
hasta tal punto que ni mis hijos me escuchan y sólo a ella respetan. Por favor, le
pido un consejo para recuperar mi valor como padre y marido y encontrar la
felicidad". El Rab le dijo: "¿Fijas un tiempo de estudio de Torá?". El hombre le
contestó que no tenía tiempo siquiera para comer con tranquilidad, puesto que su
trabajo era agobiante y no se lo permitía. El Rab le dijo: "Si con tu propia boca
reconoces que eres esclavo de tu trabajo, ¿cómo pretendes que tu señora te
valore? Mi consejo es que fijes un tiempo de estudio todos los días y no lo anules
ni siquiera por el mejor de los negocios. Así vas a ser querido por Di-s y,
simultáneamente, te va a devolver el cariño de tu señora, como dijo el rey
Shelomo en Mishlé 16: "Cuando Di-s está conforme con el camino del hombre,
incluso sus enemigos hacen la paz con él". Explican nuestros Jajamim que en este
caso el término: "los enemigos" se refiere a la propia familia, como dice el profeta
Mijá 7: "Los enemigos de la persona son los que habitan en su casa". La Torá es
el remedio para todos los sufrimientos, incluso el de tener un hogar infeliz.
Si te comportas de esta forma, seguro que tendrás el mérito de tener una mujer
correcta que acepte la voluntad del marido".

Aprendemos de este suceso que, además de la importancia del estudio de Torá,


en donde con cada palabra que se lee o escucha se cumple una Mizvá de Limud
89

Torá, la persona se beneficia con paz y tranquilidad y la Shejiná posa dentro de su


hogar.
90

Nuestro secreto

La luz de la felicidad no se apagó nunca en muchos hogares judíos. A pesar de


épocas de persecuciones y sufrimientos, se pudo observar para asombro de las
naciones que el Shalom Bait verdadero no depende de la riqueza ni de los
placeres momentáneos. La felicidad es un estado continuo de satisfacción
espiritual y de tranquilidad que se encuentra en el interior de la persona por
su conducta de vida. ¿Cuál es la raíz de esta felicidad? ¿Cuál es el nombre de la
fuente maravillosa de la que bebieron nuestros padres? ¿Cuál es la diferencia del
hogar judío que despierta la admiración de las naciones? La respuesta a estas
preguntas es muy corta y sencilla: Taharat Hamishpajá (la pureza familiar), es la
base para que Hashem deposite su presencia en nuestros hogares, para traer así
la felicidad tan anhelada.

Está escrito en el Talmud Nidá 31, "Ribí Meir dijo: ‘¿Por qué ordenó la Torá que la
mujer Nidá deba esperar siete días? Porque el hombre, al estar continuamente
con ella llegaría a despreciarla. Por eso, la Torá la decretó impura por siete días
para que sea querida por su esposo (después de la purificación) como en el
mismo momento en el que contrajo enlace’".

Hoy más que nunca tienen validez estos conceptos. El cuidado estricto de
las reglas de la pureza del hogar resguarda la felicidad del matrimonio y
renueva el amor en la pareja todos los meses sin que la luna de miel se
termine. La prohibición del contacto físico durante los días de la menstruación
más los siete días "limpios" de preparación previos al baño ritual -luego del cual la
mujer se encuentra pura y con el mismo sentimiento que en su noche de bodas-
protegen la unión del matrimonio y construyen un hogar eterno en el que reinará la
alegría, el amor y el compañerismo. En ese período de separación, la pareja
revitaliza el vínculo emocional entre ellos, acrecienta el cariño y la comprensión
mutua y la relación se incrementa sin que se canalice por medio del contacto
físico.

Desde el punto de vista medicinal, son numerosos los beneficios y


prevención de enfermedades que el cuidado de las reglas de la pureza del
hogar otorga a quienes los cumplimentan. El cáncer de cuello uterino es una
enfermedad que se investigó profundamente desde el punto de vista
epidemiológico. El resultado de todos esos estudios es que existe una relación
estrecha entre las relaciones sexuales y la enfermedad. Asimismo se descubrió,
hace ya decenas de años, que la incidencia de esta enfermedad en mujeres
judías que cuidan las reglas de la pureza es prácticamente nula. Por otra
parte, la mujer debe revisarse en los siete días "limpios" para que ningún tipo de
manchas o flujos prohibidos por la jurisprudencia interrumpan su proceso de
preparación. Cuando esto sucede en forma continua, la mujer concurre a su
ginecóloga y en muchas oportunidades previene así distintas enfermedades.
Podríamos enumerar distintas afirmaciones médicas que corroboran el valor de las
leyes de la pureza familiar, ya que incluso existen libros específicos sobre el tema,
91

pero sería minimizar el aspecto Divino de estas leyes que se encuentran por
encima del alcance intelectual humano.

Podríamos preguntarnos ¿por qué la purificación depende del agua? ¿Por qué
únicamente el agua de un Mikve es la que purifica y no la de un baño, ducha o
pileta de cualquier hogar? Debemos aclarar que un Mikve contiene agua común
de la canilla, pero hay una cisterna en la que cayó agua de lluvia que está
conectada a la propia Mikve. De esta forma, el agua en la que se sumerge la
mujer está conectada a una fuente natural. Muchas de las leyes relativas a la
impureza tienen relación con la ausencia de la vida. Es lo que sucede -por
ejemplo- con el muerto al que la Torá califica como: "el padre de los padres de la
impureza". ¿Por qué la mujer que tuvo un hijo está impura y el bebé que nace es
puro? La respuesta está en concordancia con lo que intentamos transmitir, ella
tenía dentro de sí un cuerpo y un alma al margen del suyo propio. Luego del
nacimiento perdió una parte de esa vida que poseía y por lo tanto deberá
purificarse. El bebé, en cambio, es puro porque la pureza es la vida y él comienza
su vida en ese instante. Por otra parte, cuando la mujer comienza a menstruar
experimenta -en su medida- una pérdida de vida, porque la posibilidad de procrear
se le ha retirado. El agua -por el contrario- representa a la vida misma porque el
mundo se mantiene por ella. En los lugares desérticos donde no hay agua la vida
no es factible. Lo primero que se busca en las estrellas o planetas que se
investigan es la existencia o no de agua para analizar las posibilidades de vida.
Podemos deducir entonces que la inmersión en las aguas del Mikve significa la
renovación de la vida luego de haber transitado por la oscuridad de la
muerte. ¿Por qué el agua del Mikve debe estar conectada a una fuente natural?
Hoy existen numerosos ejemplos entre las maravillas naturales, sobre la
influencia del agua unida a la tierra -como sucede con el Mikve- y la pérdida
de esa capacidad al ser extraída de la misma. Recordemos -por ejemplo- el
poder de las aguas termales para curar casos de reumatismo, pero sólo en los
lugares originales y no con el agua extraída de los mismos.

De todas formas, no nos empeñemos en descifrar los misterios de Hashem


ya que -como explicamos- exceden a nuestro entendimiento. Recordemos
solamente que es una base fundamental de la existencia de nuestro pueblo y que
hubo mujeres que en determinado momento debieron sumergirse en aguas
congeladas y debajo del hielo para poder encontrarse puras para su marido. Hoy
es mucho más sencillo, los Mikvaot que existen en la actualidad son ejemplo
de higiene, pureza, lujo y comodidad. Algunas están equipadas con baño
sauna, hidromasaje, salas individuales de maquillaje que hacen aún más
placentero el cumplimiento de la Mizvá. Recordemos también que para construir
un Mikve, si fuera necesario se debe incluso vender un Sefer Torá y que la
importancia de cumplir con este precepto se iguala a ayunar en el día de Kipur.

Que se cumpla en nosotros lo que explicó Ribí Akiba al final de Masejet Iomá:
"Bienaventurado Israel, ¿delante de quién ustedes se purifican y quién los purifica
a ustedes? Vuestro Padre Celestial", como escribe el profeta Iejezquel: "Verteré
sobre ustedes aguas puras que los purificarán". El profeta Irmeiá reafirma el
92

concepto: "El Mikve de Israel es Hashem", así como el Mikve purifica a los
impuros, también Di-s purifica a Israel. Amén.
93

La forma de corregir

Está escrito en Vaikrá 19: "corregir, corregirás a tu compañero, y no cargarás


sobre él un pecado". O sea que al reprender a quien se encuentra cerca de
nosotros, se debe cuidar de no avergonzarlo, ni hablarle en forma ofensiva o
agresiva, sino que se debe hacerlo con un lenguaje suave e inteligente.

El rey Shelomo, en Mishlé 9 nos dice: "No reproches al burlón porque te odiará,
reprocha al Sabio y te amará". Sobre este versículo, explicaron los Jajamim: "No
agredas a una persona diciéndole que es un burlón y un pecador, ya que no va a
recibir la corrección que intentes darle, sino que: reprocha al sabio, es decir, dile
que no es digno de una persona respetada e inteligente como él que se comporte
de esa forma".

Si la Torá determina que así sea el trato con el compañero, con más razón
que se deberá prestar una atención especial a la relación entre marido y
mujer. Cuando se corrige al otro, deberá cuidarse de no ofenderlo ni
avergonzarlo, sino que siempre se procederá con respeto y educación para poder
ser escuchado. Hay situaciones en las que será preferible callar y no corregir.
En otras, no se podrá callar porque si así lo hiciere, llegará luego el momento de la
explosión, y la reacción será violenta y sin límite. Por lo tanto, hay que actuar con
mucha sabiduría para saber cuándo y cómo reprochar.

Es frecuente que, después de una discusión, transcurran días sin que la pareja se
dirija la palabra. Esto provoca separación y un ambiente de tensión que afecta a
todo el hogar. Por eso se deben solucionar las peleas lo más rápido posible,
perdonándose mutuamente los errores y corrigiéndolos para el futuro.

Se cuenta sobre el Jafez Jaim Z"L que una vez vio en un hospedaje a una
persona muy grosera y tosca que pedía de mala forma comida y bebida al mozo
del lugar. Cuando se disponía a corregirlo, fue advertido por el dueño del lugar:
"No malgaste su tiempo con él, ya que desde los 7 años fue llevado por soldados
rusos a Siberia hasta los 18. Desde entonces, sirve al Zar Nicolás hace ya 25
años. Por eso es tan salvaje, nunca aprendió nada sobre la Torá. Incluso puede
llegar a faltarle el respeto".

El Jafez Jaim se acercó de todas maneras al soldado y luego de saludarlo, con


dulzura le dijo: "¿Es cierto lo que escuché sobre tu infancia y los sufrimientos que
tuviste?, ¡a pesar de todo te mantuviste como Iehudi y no te asimilaste! ¡Qué lugar
de privilegio te espera en el Olam Habá por tu entrega para santificar el nombre de
Di-s durante tantos años. Ojalá yo tuviera tus méritos!".

El soldado se estremeció al escuchar estas palabras y comenzó a llorar al


enterarse de quién era la persona que le hablaba y besó las manos del Jafez
Jaim. El Rab agregó lo siguiente: "Si una persona como tú, con tantos méritos,
decide vivir el resto de su vida como un Iehudi correcto, no habría como él en la
94

tierra...". El soldado no abandonó al Jafez Jaim hasta hacer Teshubá en forma


total y ser un Sadik completo.
Aprendemos de este Maasé cuál es la forma de corregir, resaltando en primera
instancia las virtudes del otro. Con más razón que dentro del hogar, éste debe ser
el proceder adecuado para que nuestras palabras sean escuchadas.

A pesar de que el ser humano desea ser íntegro en todos los aspectos de su vida
y poder corregir sus errores, son muy pocos quienes aceptan los reproches.
Quizás el motivo sea porque no son dados en forma constructiva. Este es un tema
fundamental en el matrimonio, por eso debemos analizarlo con detenimiento:
cómo se debe criticar y corregir.

1º) No se debe corregir con expresiones de enojo y furia por algo que resultó
molesto, sino que se debe actuar con tranquilidad y por cariño y beneficio del
otro. Incluso Di-s, al reprochar a Aharon y a Miriam por haber hablado mal de
Moshe, lo hizo diciendo: "Por favor escuchen", para que sus palabras fueran
aceptadas. De lo contrario, el otro no escuchará lo que se dice, porque está
concentrado sólo en la furia del que critica.

2º) La primera expresión debe ser un cumplido por algo positivo que se haya
hecho. Sólo después vendrá el reproche, que será sólo sobre la acción negativa
y nunca sobre la personalidad del otro.

3º) No se debe agredir diciendo: "¿Por qué hiciste ...?", ya que obliga a una
respuesta instantánea e irreflexiva. ¡Qué distinto sería si se dijera por ejemplo:
"Seguramente no fue intencional, pero..."!

4º) La crítica debe ser constructiva, para que no se repita en otra oportunidad.
No tiene sentido reprochar por algo pasado sin implicancias en el futuro.

5º) Explicar en forma clara por qué no se comparte esa actitud. No creer que el
otro entiende todo lo que pensamos.

6º) Al margen de la crítica, no desmerecer las cosas positivas que el otro


hizo, ya que esto provoca la sensación de que todo lo que uno realice no sirve
para nada.

7º) No crear competencia entre la pareja diciendo: "Yo lo habría hecho mejor".
Menos aún traer ejemplos de alguien de afuera: "Observa a mi hermano", porque
esto provoca odio y separación entre la pareja o con el que se comparó.

Que Di-s nos otorgue la inteligencia necesaria para llevar a la práctica las
enseñanzas de nuestros Jajamim.
95

Cómo responder a la crítica

Cuando le preguntó Laban a Iaacob Abinu: "Dime cuál será tu pago" (Bereshit 29),
la respuesta de Iaacob fue: "Trabajaré siete años por Rajel, tu hija pequeña".
Podríamos preguntarnos: ¿Por qué Iaacob no le ofreció a su futuro suegro un
tiempo menor de trabajo? ¡En caso de que no hubiese aceptado, podría haber
aumentado hasta finalmente llegar a un mejor "acuerdo"!

La respuesta a esta pregunta es similar a lo que comenta Ribí Moshe Jaim Lusato
Z"L, en su libro "Derej Hashem": "Hay una diferencia enorme entre quien recibe
algo por derecho propio a quien lo recibe como un regalo sin que le corresponda
realmente". El objetivo del ser humano en esta vida es heredar el Olam Habá, al
que podrá acceder por sus propios medios luego de haber vivido respetando los
preceptos que Hashem le encomendó. No lo recibe en forma gratuita sino por
derecho propio. Es lo que sucedió con Iaacob Abinu: él quería que Rajel le
perteneciera como esposa y para ello estaba dispuesto a entregar todo lo que
fuera necesario. No quería ningún tipo de sociedad con Laban el perverso en algo
tan precioso, como lo era Rajel. Por eso, le ofreció "comprar" a Rajel por el valor
exacto y calculó que siete años de trabajo eran más que suficientes por todo lo
que Laban había criado a su hija hasta ese momento. La persona tiene más
provecho de aquello en lo que invierte y se esfuerza que de lo que recibe en forma
gratuita.

Esta base de la vida es más importante aún cuando nos referimos al


matrimonio. Cada integrante de esta unión debe saber que su pareja no es
íntegra, sino que existen falencias lógicas, como sucede con todo ser humano.
Cada uno debe entender que si ayuda al otro a superar esos errores, tendrá
más provecho que quien fue corregido. Le sucederá lo mismo que acontece
con un maestro cuando logra enderezar a un alumno rebelde. El alumno está
contento porque superó sus fallas, pero el maestro se siente aún más satisfecho
porque pudo ver el fruto de su esfuerzo. Pero para que esto suceda en una pareja,
es fundamental valorar a la otra parte y saber encontrar el éxito en la manera
de comunicarse. Es cierto, la vida es una constante superación. Es difícil arreglar
las cualidades de cada uno de los integrantes de una pareja, pero mucho más
difícil aún es vivir en un estado de tensión y pelea. Debemos saber cuándo y cómo
corregir. De esa forma, conseguiremos el objetivo buscado y encontraremos el
camino de la felicidad.

Cuando se corrige al otro integrante de la pareja, no se debe echar la culpa


únicamente a él diciéndole: "Tú tienes la culpa" o "Tú estás equivocado/a". Se
debe hablar incluyéndose a sí mismo: "Nos equivocamos" o "Fue por nuestra
culpa lo que sucedió", a pesar de que en realidad no haya sido así.

El ser humano se valora a sí mismo y su respeto es muy considerado para él. No


tolera que lo desprecien o que descubran sus faltas. Por eso es necesario que no
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sea atacado en forma directa, sino incluir a otros en el error cometido para que así
pueda recibir la corrección.

Para comprender esto, analicemos el Maasé de la Guemará Sanhedrin 11: Raban


Gamliel reunió a su Bet Din para determinar si ese año tendría 13 meses o no. Se
sorprendió al ver a ocho jueces en lugar de los siete que habían sido invitados.
Preguntó el Rab: "¿Quién vino sin haber sido citado? ¡Que se retire!". Shemuel
Hakatan respondió: "Yo vine sin permiso, pero no para ser uno de los jueces, sino
para aprender cómo se determina el tema". Raban Gamliel le respondió: "Puedes
quedarte, hijo mío, eres digno de ser uno de los jueces, pero nuestros Jajamim
dijeron que sólo los que fueron citados determinan si el año tiene trece meses o
no". En realidad, Shemuel Hakatan había sido citado, y era otro Sabio quien había
concurrido sin permiso, pero para que no lo reconocieran y se avergonzara,
Shemuel Hakatan prefirió cargar sobre sí mismo la culpa.

Este Maasé nos enseña un nuevo camino en nuestra vida. ¡Cuánto debemos
cuidarnos de no provocar vergüenza y sufrimiento al prójimo, aunque haya
cometido un acto incorrecto! Incluso deberemos cargar con culpas ajenas con
tal que el otro no se avergüence. Con más razón, por Shalom Bait deben asumirse
los errores cometidos o "asociarse" al error de la pareja, para no provocar
sufrimientos o vergüenza al otro.

Intentemos ahora analizar cuál debe ser el comportamiento correcto del que
recibe una crítica. Estos consejos tienen utilidad en todos los órdenes de la vida,
pero adquieren un relieve fundamental en el matrimonio.

1º) Dejar que el que critica diga todo lo que tiene en su corazón sin
interrumpirlo, a pesar de que no sean reales todos sus argumentos. Es mejor no
contestar en forma inmediata. Es posible que así reflexione quien criticó y después
se arrepienta y diga: "Me parece que tengo razón... espero no haberte ofendido".
Al permitirle desahogarse, se tranquiliza y puede analizar mejor el tema.

2º) Antes de dar una respuesta concreta a la crítica, empezar con frases tales
como: "Tienes razón, pero...",o "Es cierto, pero déjame aclarar que...". Por
supuesto que el que critica debe dejar al criticado exponer sus argumentos. Es
común que ninguno preste atención a lo que el otro dice y se limite a expresar sus
pensamientos, produciéndose así un diálogo de sordos que no traerá ningún
beneficio.

3º) Aprender a reconocer nuestros errores. ¡Cuántas veces sabemos que nos
equivocamos en alguna actitud o expresión y nos cuesta reconocerlo,
manteniendo una posición que es indefendible! Sucede a veces, que la culpa de
este proceder, la tiene el que critica, que aprovechó la oportunidad de un
reconocimiento anterior para decir por ejemplo: "¡Así como en esta ocasión me
diste la razón, en todos los casos es así!". Contrariamente, se lo debe alabar por
esa actitud positiva de saber aceptar y decir: "Me equivoqué". Si bien al principio
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es difícil reconocer nuestros errores, es lo más sencillo que existe cuando


se aprende a vivir de esa forma.

4º) Es conveniente evitar que con nuestra reacción ante la crítica que nos hacen,
provoquemos que no nos critiquen más. Se podría pensar que esto es lo más
hermoso: "¡Qué no me diga nada de todo lo que hago!", pero no es así, porque se
produce una separación entre la pareja, ya que el otro termina pensando que: "No
hay con quien hablar, porque no entiende mi pensamiento".

Recordemos que al contraer matrimonio, Di-s perdona a los novios sus pecados
cometidos hasta ese momento. ¿Cuál es el motivo? Explicaron nuestros Jajamim,
que el hecho de casarse implica estar dispuesto a vivir tolerando y
perdonando lo que nuestra pareja hará. Es por eso que Hashem nos dice:
"Como tú estás dispuesto a perdonar, yo también te perdono".

Aprendamos a convivir con los defectos del otro. Es cierto que parece difícil,
pero es mucho más sencillo que ser un crítico constante de todo lo que
observamos, con excepción de criticarnos a nosotros mismos.
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La bendición del Shabat

Está escrito en el Tana Debe Eliahu sobre el versículo de Tehilim 139: "Iamim
iusaru velo ejad bahem", que hay un día especial para Hashem que es el día de
Shabat. Después de trabajar durante toda la semana, el hombre se une a su
familia con la Berajá del Shabat que trae la paz a su hogar. Así se renueva el
amor entre la pareja, que no se pudo expresar durante los otros días por las
preocupaciones y tensiones de la vida diaria. Sólo en Shabat, al sentarse con su
señora e hijos a la mesa, y probar el sabor de un judaísmo verdadero, de
elevación espiritual, rodeados por las velas de Shabat y por los cantos alusivos, se
crea una atmósfera cálida que hace renacer el respeto mutuo, la comunicación, el
buen comportamiento, y el entendimiento que traen la alegría deseada.

Pero si lamentablemente no se aprovecha este objetivo espiritual y se descansa


sólo físicamente: "¡Llegó el fin de semana!", se encuentra un resultado opuesto: es
el día de las peleas y discusiones, en donde cada uno busca sólo su propio interés
de cómo pasar mejor el día y aparecen los enfrentamientos que destruyen el
hogar.

¡Sepamos disfrutar del Shabat como lo ordenó la Torá!, y además del pago infinito
por cuidarlo, tendremos el mérito de tener una casa basada en unión, cariño, amor
y respeto.

Nuestros Sabios nos dicen que más que lo que Israel cuidó el Shabat, el
Shabat cuidó a Israel. Para entenderlo, es suficiente con observar una mesa de
Shabat en la que padres e hijos se encuentran en plena armonía, comentando la
Perasha semanal, cantando canciones alusivas a ese día tan sagrado,
adquiriendo valores eternos que los mantendrán unidos más allá de las
situaciones económicas que puedan presentarse.

El Midrash comenta que en el momento de la creación, el Shabat se quejó delante


de Di-s diciendo que todos tenían pareja en el mundo menos él. Hashem le
respondió que Israel es su pareja. Realmente estamos tan unidos con el Shabat
que es imposible imaginarse al pueblo de Israel sin la figura de ese día tan
sagrado como centro de nuestra existencia. Pero también el concepto de "pareja"
de Israel se refiere a que es el momento especial para pensar, profundizar,
analizar y estudiar con la familia todo lo inherente a la Torá y Mizvot,
acercándonos a Hashem con todo lo que ello implica.

Mucha gente se pregunta cómo hacer para no trabajar en Shabat, puesto que
creen que ese día es clave para sus negocios, porque en la práctica es cuando
más venden. La opinión de la Torá es que -por el contrario- respetar el Shabat
es la fuente de la bendición: "Y bendijo Di-s al día séptimo y lo santificó"
(Bereshit 2). Los Jajamim explican que todo el mundo fue creado en forma
estática. Existían los animales, aves, peces, árboles con frutas y la persona, pero
no tenían la posibilidad de reproducirse hasta que llegó el Shabat con su bendición
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y permitió que el mundo continuara. Todos reconocemos que más importante que
el propio dinero, es la Berajá que exista en él. Se puede creer equivocadamente
que los ingresos aumentan al trabajar en Shabat, pero indefectiblemente ese
dinero no tendrá Berajá y se gastará en situaciones que no habrían ocurrido si se
hubiese cumplido el Shabat. El sustento de cada persona está determinado
por Hashem y es absurdo creer que profanando su palabra -en este caso el
Shabat- aumentarán sus ganancias. Sólo un necio cree que agregando un
segundo grifo en su cocina conseguirá que la cantidad de agua que hay en el
tanque sea mayor. Por el contrario, provocará que el contenido del depósito se
vacíe más rápido.

En muchas comunidades hay una costumbre de comer pescado en Shabat. Es


sabido que el pez grande devora al pequeño después de perseguirlo. Sin
embargo, lo traga por la cabeza como se comprueba al abrir el estómago del pez
grande y ver a los pequeños peces en forma inversa a la que hubiésemos creído.
Sucede que en el último instante de la persecución, el pez pequeño se da vuelta y
cae en la boca del grande, que sólo hizo lo suyo: perseguirlo. Es Di-s el que se lo
entregó en su boca. Es la respuesta a las dudas de aquellos que todavía
trabajan en Shabat: recordar que el sustento viene de Hashem y no del
trabajo humano.

Concluyamos este comentario con lo que dice la Guemará en Shabat 119: "le
preguntó el Cesar a Ribí Iehoshua ben Jananiá: ¿por qué la comida de Shabat
posee un aroma tan especial?", el Rab le respondió: "es que tiene un condimento
llamado Shabat que le da ese aroma". Ante el pedido del César para que le dieran
ese condimento, Ribí Iehoshua contestó: "Sólo el que cuida el Shabat puede sentir
ese aroma". Quizás todas las referencias que dimos sobre la importancia del
Shabat y la gravedad de profanarlo influyan para que cada vez seamos más los
que lo respetemos. Para el que todavía no entendió el sentido del Shabat, hay
una respuesta contundente y es la que dio Ribí Iehoshua al César: sólo
probando el gusto del Shabat se puede entender su significado real.

Que la bendición del Shabat pose sobre nosotros y se cumpla el pedido que
hacemos en la Tefilá: "El pueblo que santifica el día séptimo, todos nos
deleitamos de Tu bienestar".
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Consejos para el hombre

Uno de los preceptos de la Torá es ayudar al prójimo en su momento de apremio.


No nos confundamos. El término "prójimo" no se refiere solamente a quienes se
encuentran en nuestro vecindario o a quienes en cierta forma están alejados de
nosotros. El prójimo al que la Torá se refiere empieza por casa: la esposa y los
hijos de cada uno. Más aún, para la Torá la esposa es como el propio cuerpo del
hombre y debe ayudarla porque así se ayuda a sí mismo. Especialmente cuando
observa que ella está agotada entre las ocupaciones de la casa y el cuidado de los
hijos. El marido debe ayudarla en todo lo que pueda, ya que la Mizvá de hacer
favores comienza por el propio hogar, en todas las situaciones que se
presenten y con el corazón alegre de poder hacer esta Mizvá tan importante.

Hay momentos en que la mujer está ocupada cocinando o limpiando la casa,


como sucede por ejemplo los días viernes con todos los preparativos para el
Shabat. En esas situaciones, ella le pide a su marido que la ayude o que por lo
menos cuide a los niños para que no la molesten. Equivocadamente, el hombre
reacciona diciendo que tiene cosas más importantes para hacer y no puede perder
el tiempo. Pierde así la oportunidad de cumplir una Mizvá de la Torá de ayudar al
otro: "Azob Taazob Imó" (Shemot 23).

Sucede frecuentemente que la mujer después de un parto se encuentra débil


física y anímicamente. Por eso, si el marido la observa nerviosa no debe criticarla,
sino que por el contrario, debe alentarla y ayudarla hasta que recupere sus
fuerzas. Analicemos algunos consejos para el hombre escritos en el libro "Una
vida de felicidad", del Rab Shemuel Dob Hacohen Shelita.

1º) El marido debe crear un ambiente cálido y de alegría, eliminando en todo lo


posible cualquier tipo de preocupación o tristeza. A pesar de que existan
dificultades, debe recibir todo con cariño a Di-s mostrando siempre una sonrisa
en su boca y por sobre todo en Shabat debe cantar y decir palabras de Torá en la
mesa junto a su familia.

2º) Ayudar en los momentos de presión del hogar, tales como víspera de fiestas o
de Shabat. Respetar y alabar a su señora delante de los hijos. Es bueno que
periódicamente les diga: "Tienen el mérito de tener una madre buena y
respetuosa". Lo mismo debe hacer la mujer con su marido.

3º) No decir que en otras casas la comida o el orden es mejor que en la suya. No
criticar continuamente ni querer hacer cosas que corresponden al lugar de la
mujer como base del hogar.

4º) Si llegará tarde a su hogar, debe avisarle a su señora para que no se


preocupe. Sorprenderla periódicamente con regalos, aunque sean de poco
101

valor, ya que ella los espera. Comentarle las buenas noticias que le sucedieron
en el día.

5º) No olvidar las fechas emotivas, tales como su cumpleaños o el aniversario del
casamiento, demostrándole su felicidad. No ser detallista con los gastos del
hogar, alentarla y alabarla en lo que ella se ocupa, para que se sienta feliz
con lo que hace.

6º) Si no tiene posibilidad de complacerla en algo que le pidió, no debe enojarse


con ella. Por el contrario, debe explicarle de buena forma que si bien en este
momento no puede complacerla, en cuanto pueda lo hará.

7º) Si hay una discusión, ninguno de los dos debe inmiscuir a los parientes del
otro, sino limitar la discusión a ellos mismos. Se deben alabar mutuamente
delante de los padres de ambos, para fortalecer así el Shalom entre la pareja y la
familia.

8º) Debe escuchar el hombre a su mujer, a pesar de que llegue cansado del
trabajo, alentándola en todo lo posible. No debe prometer cosas que después
no podrá cumplir, ya que le provocará desilusión y sufrimiento.

9º) El hombre debe confiar en su mujer. No debe ocultarle cosas,


especialmente en temas económicos, ya que así despierta su curiosidad y
disminuye su honra.

10º) Si su señora le habla mal de alguna vecina o de algún pariente por algo que
sucedió, el hombre no debe reaccionar disgustándose rápidamente con ellos, sino
que debe escuchar las dos versiones de lo sucedido y actuar de acuerdo a lo
que la Torá ordene en cada caso.

11º) Alabar a su esposa, valorar su trabajo, ponderar su esfuerzo y dedicación por


los niños. El reiterar este tipo de conceptos ayudará a cambiar la visión negativa
que pueda existir.

Es de vital importancia que la pareja lea y comente bibliografía sobre el sentido de


la vida matrimonial para la Torá. Debe asistir a disertaciones sobre el tema o
escuchar casetes sobre el hogar judío. De esta forma, tomarán conciencia de que
lo que imaginaban como un problema particular, no es tan grave y sucede también
en otras familias. Se darán cuenta que muchos conflictos se basan simplemente
en que se trata de dos personas de distinto sexo con una naturaleza distinta por
completo. Descubrirán que en muchos casos no existió una mala intención, sino
que las características normales por pertenecer a otro sexo llevaron a la otra parte
a reaccionar de esa forma.

Entenderán que el matrimonio no es un estado de derechos sino de


obligaciones y que la mejor técnica para conseguir lo que uno desea, es
pedirlo en forma correcta. Son innumerables los casos en donde luego de una
102

conferencia o de haber leído un libro, el matrimonio cambia radicalmente su forma


de vida. Una nueva visión se descubre y lo que tantas veces había sido sólo un
pensamiento fugaz, se transforma desde ese momento en un camino nuevo que
otorgará la mayor felicidad.
103

El sentimiento y el raciocinio

Escuchamos en el momento de la Jupá que el novio dice a la novia: "Eres


consagrada para mí ser mi esposa con este anillo de acuerdo con la ley de Moshe
e Israel". ¿Cuál es el significado de esta frase? Al margen de lo que literalmente
se entiende: que el casamiento se realiza con las bases que la Torá determina,
hay un concepto más profundo implícito en esas palabras. Moshe Rabenu y el
pueblo de Israel atravesaron el desierto durante cuarenta años y soportaron
momentos difíciles, problemas y disgustos. Sin embargo, los superaron y ambos
cumplieron con lo que Hashem pretendía de ellos. El matrimonio -le recuerda el
novio a su novia- es una prueba difícil, pero se debe cumplir el objetivo del
mismo hasta el final de la vida. Se debe formar un hogar con las bases de la
Torá y Mizvot, educar a las futuras generaciones en esa senda, vivir con amor,
alegría y felicidad superando los momentos difíciles que se puedan presentar.

En muchos casos, cuando analizamos en forma individual a los integrantes de una


pareja, nos encontramos con que ambos son personas correctas y de conductas
aparentemente intachables. Sin embargo, y para nuestra sorpresa, nos enteramos
de que el matrimonio no funciona. En algunos casos se llega incluso al divorcio y
nos preguntamos: "¿cómo puede ser? ¡Son tan buenos!". Quizás el error consista
en que esa pareja no recordó las diferencias que por naturaleza existen entre el
hombre y la mujer. Por ese motivo no se pudieron entender, ya que no conocieron
las características del otro. La base de la mujer es el sentimiento, mientras que
el hombre es más racional. Es probable que la mujer sea más inteligente que
el hombre, pero lo que la mueve es su sentimiento. Por eso, normalmente le
importarán temas tales como la belleza, la limpieza o la decoración de su casa. Le
será más fácil que al hombre derramar una lágrima por algo que le suceda. En los
momentos más difíciles su fe será superior a la de su esposo; le gustará hablar
mucho más que al hombre; si sale de compras tendrá más provecho de todo el
paseo que de lo que propiamente compró. Si el marido no comprende que esto es
natural y forma parte de la mujer, nunca conocerá a su esposa y los problemas
surgirán. La mujer debe comprender -por su parte- que su marido no es como ella
y que también disfrutará de ese paseo de compras: sólo cuando se entere de que
está por concluir y que hay que regresar a casa. Cuando cada uno comprenda
el sentimiento del otro y respete lo que Hashem puso en su forma de ser, el
Shalom reinará en el hogar porque se habrá aprendido a conocer al otro.

El Talmud comenta en Berajot 51, algo que sucedió con Ialtá, la señora de Rab
Najman. Había recibido como huésped a Ulá, y lo invitaron para hacer Zimun con
el Kos de Berajá (vaso de vino que se toma después de Bircat Hamazon). Cuando
Ulá terminó de tomar, entregó el vaso a Rab Najman sin dárselo a Ialtá. Rab
Najman le dijo: "Debe, mi señor, enviar el Kos de Berajá a Ialtá, mi mujer". Sin
embargo, Ulá le demostró con versículos que no era necesario y que sólo debía
entregárselo a Rab Najman. Cuando Ialtá se dio cuenta de que lo que ella
104

deseaba no llegaría, se levantó enojada, se dirigió a la bodega que estaba en la


casa, y rompió cuatrocientos barriles de vino. Luego se tranquilizó.
¿Cuál es la enseñanza de este Maasé? Quizás enseñarnos parte del sentimiento
de la mujer. Ialtá deseaba el Kos de Berajá, y cuando no se lo dieron, fue para ella
como si todo el mundo se desmoronara. Desde ese punto de vista, podemos
comprender su reacción.

Debemos saber que por naturaleza, la mujer exagera las cosas por encima de la
realidad. No es su culpa, sino que es así como Hashem la creó. Sus lágrimas caen
rápidamente, y el hombre se sorprende: "¡Si no dije nada!".

Por eso el marido debe comprenderla, y no discutir con ella o hacerla sufrir por
temas que a él le parecen intrascendentes, porque lo que él considera que no es
nada, quizás para ella significa destruir todo su mundo. ¡Debemos
comprender los sentimientos y pensamientos de nuestra pareja para convivir en
Shalom!

Después del pecado de Adam, Hashem se dirigió a la mujer y le dijo: "Y él (el
marido) te dominará" (Bereshit 3). Quizás al leer este versículo alguien se
sorprenda y diga: "¡En mi casa sucede lo contrario!". En realidad, la Torá nos
enseña cuál es la naturaleza de la mujer: ella necesita que su marido la dirija y
le diga lo que debe hacer. Es lo que sucede con todas las mujeres, incluso con
aquellas que poseen puestos importantes de trabajo y que tienen a su cargo un
numeroso personal. De todas formas, en su interior necesitan que sus maridos las
guíen y las aconsejen. ¿Por qué entonces nos sorprendemos y comprobamos que
en determinados casos esto no sucede? Quizás la respuesta sea que la mujer al
depender de esa forma natural que posee, quiere que la dirijan pero con honra y
respeto. Que le den importancia, que no la subestimen. Nuestros Sabios le
dicen al hombre: "Trata a tu señora como una reina y tendrás una sirvienta".
Todas las frases de nuestros Sabios apuntan a esa base fundamental: "Que el
hombre coma menos de lo que puede por sus posibilidades económicas, que se
vista de acuerdo con sus posibilidades y que respete y atienda a su esposa e hijos
más de lo que puede realmente, ya que ellos dependen de él y él depende de
Hashem" (Julin 84).

Respeto mutuo. Saber cómo hablar y tratar al otro. No despreciar ni


subestimar. El Talmud comenta que la señora de Rab Iosef demoraba en
encender las Nerot de Shabat esperando hasta último momento. El Rab no le
gritó, sino que le explicó que cuando salieron de Egipto una columna de nubes
guiaba al pueblo de Israel en el día y una columna de fuego lo hacía en la noche.
No se retiraba la columna de nubes antes de que llegara la de fuego y viceversa.
El Rab le dijo a su esposa: "¡Mira qué bello! ¿No podemos hacer nosotros lo
mismo y recibir con anticipación el Shabat?". Ahí se encuentra la clave del Shalom
Bait: saber cómo hablar respetándose mutuamente. Sara Imenu, después de
setenta y cuatro años de estar casada con Abraham Abinu pronunció esa frase
famosa: "Y mi señor (Abraham) es anciano". Bienaventurada la señora que
durante toda la vida trata a su esposo haciéndole sentir que es "mi señor".
105

Bienaventurada, porque en lugar de señor tendrá un sirviente que estará


siempre dispuesto a complacerla. Con este trato mutuo, todos los matrimonios
de Israel tendrán la dicha de vivir con Shalom y alegría.
106

Decisiones en conjunto

Todo ser humano en su interior cree que es una persona importante de acuerdo
con su nivel particular. Espera que se dirijan a él con respeto, valorándolo por lo
que él considera que es. En el matrimonio, adquiere una vital importancia que
el hombre no deje de lado a su esposa sino que intercambie con ella las
decisiones que se toman. Por ejemplo, si el marido decide visitar a un enfermo,
puede comunicárselo a su señora de dos formas: Le puede decir directamente su
determinación, saludarla y retirarse. De esa forma, la deja con la idea que ella no
tiene ningún valor y que no es digna de ser consultada sobre los planes de su
esposo. La manera adecuada consiste en acercarse a su señora, explicarle la
situación del enfermo, hasta que ella sola le sugiera: "¿Por qué no lo visitas?". El
marido sabio supo hacerla socia y partícipe de su idea.

Podemos recordar lo que el Talmud en Berajot 27, nos comenta sobre Ribí Elazar
Ben Azaria, al que todos los Sabios de la generación decidieron nombrarlo como
rabino principal en lugar de Raban Gamliel. ¿Cuál fue su respuesta? "Debo
consultar con mi esposa; si ella está de acuerdo, aceptaré". Este Sabio nos
enseña a valorar el lugar de la mujer, porque él la tuvo en cuenta a pesar de que
todos los Jajamim de la generación ya estaban de acuerdo con que él fuera
nombrado.

La Guemará, en Babá Mesiá 59, dice: "Si tu señora es baja de estatura, debes
agacharte y escuchar su consejo". La enseñanza es que no hay que despreciar la
existencia de la mujer tomando decisiones por cuenta propia, sino que todo debe
realizarse de común acuerdo. El resultado será que se cumplirá la palabra de Ribí
Jalbó: "Siempre el hombre debe cuidar el respeto de su mujer, ya que la Berajá
dentro de la casa es gracias a ella", como dice el versículo (Bereshit 12): "Y
Abraham recibió el bien gracias a ella (Sara, su esposa)". Es por eso que Rabá
decía a la gente de su ciudad: "Respeten a sus mujeres para tener riqueza y
felicidad".

La explicación es clara. Hashem conduce al mundo Midá Kenegued Midá, es


decir: como uno se comporta, así recibe. Cuando el marido decidió darle
importancia a su mujer haciéndola partícipe de sus decisiones, también
Hashem le dará importancia a él llenándolo de riqueza y felicidad.

¿No será esta la causa de tantos problemas económicos que hay en muchos
hogares? El Rab Ben Sión Aba Shaul Zejer Sadik Librajá comenta, en su libro "Or
Lesión", la porción del Talmud en Iebamot 62: "Quien ama a su esposa como a su
propio cuerpo, la honra más que a su propio cuerpo, educa a sus hijos e hijas en
el camino correcto y los casa en el momento adecuado, sobre él está escrito: "Y
sabrás que Shalom hay en tu hogar". El Rab nos enseña que no se trata
simplemente de un buen consejo del Talmud, sino que es una Halajá para llevar a
la práctica en la vida como bien lo determina el Rambam en su libro Mishné Torá.
107

Ese respeto se expresa, según Rashi, comprándole adornos y ropas. El marido se


debe preocupar, en la medida de sus posibilidades, por adquirir ropas lindas para
sus hijos y también de esa forma expresa un respeto hacia su mujer que así se
alegra al ver a sus hijos bien vestidos. La honra a su esposa se demuestra con
palabras de aliento por lo que ella hace. No debe burlarse de ella ni sentirse con
orgullo en caso de que el sustento del hogar provenga del trabajo del hombre.
Debe recordar lo que el Talmud en Babá Mesiá 59 comenta: "Que se cuide el
hombre de respetar a su mujer, ya que la Berajá del hogar depende de su
esposa".

Al comienzo del libro de Bereshit, la Torá nos enseña cómo actuó Hashem al crear
a Adam Harishon. "Y dijo Hashem: haremos al hombre a nuestra imagen y
semejanza"(Bereshit 1). El término "haremos" en plural despierta la pregunta:
¿Acaso Hashem necesitó socios para la creación del hombre? Rashi nos
aclara el tema: "Hashem consultó con los ángeles si era conveniente o no crear al
ser humano, para enseñar así educación y humildad: que la persona mayor
consulte y pida permiso al menor". En otras palabras, Hashem no necesita ningún
tipo de ayuda o consejo de nadie. Sólo quería enseñarnos para nuestra vida
diaria, que a pesar de tener la facultad de tomar determinado tipo de
decisiones, debemos consultarlas con quienes serán partícipes de cada una
de ellas.

El Midrash Rabá Bereshit 8 comenta al respecto: "Cuando Moshé llegó a este


versículo le dijo a Hashem: Señor del Mundo ¿por qué le das la oportunidad a los
renegados de rebelarse?"(ya que podrían pensar que hay más de un Creador o
que éste no tiene la fuerza suficiente para todo). Hashem le contestó: "Escribe,
quien desee equivocarse que se equivoque". O sea, que a pesar de que alguien
podría utilizar en forma indebida el versículo para negar la existencia de un Di-s
único y omnipotente, prefirió Hashem escribir el versículo de esa forma para
enseñarnos la importancia de consultar con el otro.

Cuando cada integrante de la pareja consulta a la otra parte antes de tomar


una decisión, se evitan momentos de tensión y discusiones. Todos tenemos
presente que, cuando la mujer adquiere algo determinado sin haber consultado
con su esposo, puede provocar su reacción negativa con argumentos de todo tipo
para demostrar lo inoportuno o innecesario de la compra. Si la mujer le hubiera
preguntado a su esposo previamente –demostrando su deseo- si era conveniente
o no la adquisición, seguramente que al haberlo hecho partícipe de la decisión, la
respuesta habría sido otra.

Luego de haber tomado una decisión en conjunto y de haberla llevado a la


práctica, si los resultados no fueron positivos, no es correcto que una de las partes
acote: "Te dije que no era conveniente hacerlo" o "es cierto que yo dije que sí,
pero fue debido a tu presión". Luego de haber sido partícipe de una decisión a
pesar de no haber estado convencido totalmente de la misma, se debe
asumir la responsabilidad por los resultados que deriven de ella. No se debe
dejar a la parte que fue la propulsora de la idea que encuentre ella sola la solución
108

del problema que se presentó, sino que debe asumirse la sociedad del matrimonio
en toda su dimensión.

En algunos casos y para citar un ejemplo, se presentan distintas ideas sobre si


realizar o no un paseo determinado, visitar algún pariente o amigo, tomar unas
vacaciones en determinado lugar. Una vez que la decisión fue tomada, no es
correcto que quienes en principio se oponían demuestren su malestar. Luego
de haber llegado a un acuerdo, ambos deben estar interesados en que la decisión
tomada derive en el mejor resultado para beneficio de todos. Incluso de quien en
principio no compartía la idea.

En caso de que en la práctica el resultado no fuere positivo, no deben plantearse


quejas o acusaciones ya que no benefician la unión del matrimonio. Es poco
inteligente demostrar con actitudes estar arrepentido de haber aceptado una idea
que no fue lo ideal que parecía o de criticar a quien tuvo la iniciativa. Lo correcto
es callarse o más aún, alentar al otro recordando que cualquiera puede
equivocarse y que lo importante es haber recibido la enseñanza para no
tropezar nuevamente en el futuro. Se debe recordar que es más probable que la
persona se arrepienta por haber dicho algo inoportuno que por haberse callado
cuando debía hablar. Por eso, siempre es preferible permanecer en silencio y no
criticar el error del otro.

Que las decisiones en conjunto que se tomen en los hogares de Israel sean
siempre las adecuadas y correctas para que el amor, el compañerismo y la unión
traigan la dicha, paz y felicidad para todos. Amén.
109

La belleza de la mujer

Cuando el rey David escuchó que el rey Shaul y su hijo Iehonatan habían muerto
en la guerra, pronunció una lamentación muy emotiva que está escrita en diez
versículos de Melajim 2/1. En uno de ellos dijo: "Hijas de Israel, lloren por Shaul
que les daba ropa y tinta carmesí con adornos sobre las ropas".

Lo que sucedía era que el rey Shaul elegía del botín de las guerras las mejores
ropas y adornos de oro para que las mujeres de Israel se encontraran bellas para
sus esposos. ¿Quién se ocupará de ellas ahora? Por eso fue la lamentación.

Si meditamos sobre el tema, nos estremecemos. En ese momento de dolor y


angustia por la muerte de tantos Iehudim en la guerra, ¿no había algo más
importante por lo que llorar que por la ropa y adornos de las mujeres?
Seguramente que sí, pero este tema también era fundamental. El rey Shaul sabía
la importancia del Shalom familiar y conocía el secreto que ayuda a encontrarlo: la
presencia elegante y fina de la mujer.

La Guemará comenta en Nedarim 66 sobre un hombre al que toda su familia le


insistía para que se casara con su sobrina y él se negaba terminantemente. Para
dar por concluido el tema, prometió delante de todos que nunca se casaría con
ella. Cuando Ribí Ishmael se enteró, llamó a la joven para conocerla y se dio
cuenta, por la pobreza con que vivía, de que no podía embellecerse y vestir
adecuadamente y por eso tenía tan mal aspecto. Ribí Ishmael la llevó a su hogar,
le dio los mejores alimentos, ropas, adornos y perfumes. La joven se hizo
irreconocible. El Talmud comenta que incluso le colocó un diente postizo de oro
para que pareciera más bella aún. Luego llamó al tío de la joven, se la "presentó" y
le dijo: "¿Con ella has prometido no casarte?". El hombre respondió: "¡No!". Ribí
Ishmael le dijo: "Te puedes casar con ella, tu promesa no ha tenido lugar, ya que
ella es como si fuera otra mujer". En ese momento, lloró Ribí Ishmael y dijo: "Las
hijas de Israel son bellas, sólo que la pobreza las afea".

Cuando falleció Ribí Ishmael, las hijas de Israel lloraron por su muerte porque él
sabía el mismo secreto que el rey Shaul: Siempre la mujer debe estar
presentable para el esposo.

Abá Jilkiá -nieto de Joni Hameaguel- era uno de los Sadikim de su generación.
Cuando había necesidad de lluvia, le enviaban una delegación de Sabios para que
él rogara a Hashem. Su Tefilá siempre era escuchada. Un día trabajaba un día en
su campo, cuando fue visitado por varios Sabios para que hiciera Tefilá a Hashem.
Los Sabios lo esperaron hasta que terminó su trabajo y juntos regresaron al hogar
de Abá Jilkiá. Antes de ingresar a la casa, salió a su encuentro su señora llena de
adornos. Los Sabios se sorprendieron y le preguntaron: "¿Cuál es el sentido de
que su señora lo reciba adornada como si fuese un día de fiesta?". El Rab les
contestó: "Para que mis ojos no observen a otra mujer" (Taanit 23).
110

La sabia esposa de Abá Jilkiá sabía el secreto del alma de su esposo. A


pesar de tratarse de un Sadik cuya Tefilá era recibida por Hashem, también era un
ser humano. Por eso, ella no olvidó ni por un instante que debía cumplir su misión:
No permitir que su marido pecara ni siquiera con el pensamiento.

De la misma forma que la mujer se preocupa por las necesidades materiales de su


esposo, como por ejemplo prepararle la comida y lavar su ropa, también debe
preocuparse de salvarlo de cualquier pecado con el que pueda tropezar.

Nunca más que en esta generación, en donde la moral y los principios más
elementales que los que cualquier ser humano debería tener son
-lamentablemente- olvidados por la corrupción y falta de recato que reina en la
calle, la mujer debe fortalecer el corazón de su marido, estando siempre
presentable para él. Hay una pregunta que no tiene una respuesta lógica: ¿Por
qué la mujer se embellece para salir a la calle y -en cambio- no se preocupa
por estar presentable en su hogar para su esposo?...

Escribe el libro Shebet Musar -capítulo 24- que la mujer siempre debe estar
atractiva para su marido y nos enseña algunos detalles: "Su ropa debe estar limpia
permanentemente, sin ninguna mancha, para no ser despreciada por su esposo.
Incluso que se trate de una mujer pobre o con escasa variedad de ropa, éstas
deben estar lavadas y limpias siempre".

La mujer no debe restar importancia a estos temas, ya que ayudan a unir los
corazones y afianzar el Shalom Bait. Ezra Hasofer en su época decretó que
vendedores de perfumes recorrieran la ciudad para que las mujeres pudieran
comprar y estar atractivas para sus esposos. Las Tefilot que hacemos hoy en día
fueron estipuladas por Ezra Hasofer, pero él se preocupó también de estos
"pequeños detalles", porque sabía la importancia que tienen para la casa judía.

Sabía Ezra Hasofer que tanto el respeto de la mujer como ser querida por su
esposo, se basan en pequeñas cosas que no son tan pequeñas como parecen a
simple vista. Sabía Ezra Hasofer que la casa de Israel se basa en el Shalom entre
el marido y su mujer, y ese Shalom depende a su vez de los vendedores de
perfumes y de los adornos que ella posea.

No nos sorprendamos tanto. El Talmud en Iomá 75 comenta que Hashem hizo


caer del cielo al pueblo de Israel en el desierto junto con el Man, distintos "adornos
para las mujeres". Rashi explica que se trataba de hierbas que eran molidas en el
mortero y tenían un aroma agradable para estar presentables para sus esposos.

¡La mujer con estos detalles debe proteger y resguardar el Shalom de su


hogar!
111

El complemento perfecto

Existe un concepto equivocado entre quienes están alejados de conocer el


pensamiento de la Torá que consiste en creer que la mujer es discriminada por
ella. En efecto, no comprenden que Hashem repartió las funciones del hombre y
de la mujer para que de esta forma uno complemente al otro. Aquellos que hoy
tanto pregonan por los derechos de la mujer, sólo la han convertido en un
objeto de placer, provocando que ella no pueda salir con tranquilidad a la
calle.

Esa falta de conocimiento lleva a afirmar -por ejemplo- que la Torá desvaloriza a la
mujer, porque una de las bendiciones matutinas que los hombres dicen es:
"Bendito tú Hashem, Rey del mundo que no me has hecho mujer". La falta de
estudio o de conocimiento lleva a creer que el sentido de esa Berajá es
despreciativo hacia la mujer. No hay nada más equivocado. Esta frase no
significa que el hombre sea más inteligente que la mujer ya que, por el contrario, el
Talmud en Nida 45 comenta que la mujer posee más entendimiento que el
hombre. Lo que sucede es que la mujer está exceptuada de aquellos preceptos
positivos que dependen de un tiempo fijo -como el Sisit, Tefilin, Shofar, Lulab, etc.
Al decir esa Berajá, recordamos y valoramos nuestras obligaciones como
hombres. De ninguna manera se trata de despreciar a la mujer.

Cuando leemos el Talmud, encontramos que la mujer no es apta para ser testigo
en casos económicos o en donde se pudiera aplicar al acusado la pena de muerte.
¿Discriminación? De ninguna manera. Para eso, basta recordar que la mujer es
confiable y se le cree en casos de prohibiciones. Por ejemplo, si ella dice que la
carne que compró es Kasher o que concurrió al Mikve no se duda de su palabra.
Pero en los casos anteriores relacionados con temas económicos o de vida y
muerte, la mujer no puede ser testigo. Quizás porque su sentimiento interno, a
pesar de ser muy positivo en la vida, juega en su contra en situaciones donde es
necesario actuar con frialdad dejando de lado cualquier otra característica.

En una oportunidad se hizo en Nueva York una encuesta que consistía en mostrar
una foto por un instante y luego cada uno de los encuestados debía decir lo que
había visto. En la foto, se observaba cómo un hombre negro leía un diario en un
subte y era amenazado por un hombre blanco con un cuchillo en su mano. En el
caso de los hombres encuestados, el 90% testimonió exactamente lo que la foto
representaba; el 10% restante acusó al negro de ser el que atacaba con un
cuchillo al blanco que leía el diario. Por el contrario, la mayoría de las mujeres
encuestadas se equivocaron acusando al negro de ser el agresor. Quizás este
ejemplo nos ayude a comprender que no se trata de discriminación, sino que en
un juicio debemos encontrar un veredicto claro y, a la mujer, su sentimiento le
juega en contra.

Para la Torá, la mujer es el eje de la casa. No se puede igualar a la mujer con el


hombre, ya que cada uno posee una función distinta. ¿Qué sucedería si una silla
112

reclamara igualdad de derechos con la mesa que se encuentra a su lado? Si


aceptáramos el reclamo nos encontraríamos con dos mesas, pero no tendríamos
dónde sentarnos. La integridad se alcanza con una mesa y una silla que la
acompañe. De la misma forma, la pareja que desee llegar al éxito verdadero,
deberá complementarse mutuamente fijando los límites de cada uno. A eso
se refirió la Torá cuando determinó las funciones de marido y mujer para así poder
recibir el título de Adam: "Toda persona que no se casa no se llama persona",
como está escrito en Bereshit 5: "Varón y mujer fueron creados y llamó a su
nombre Adam" (Iebamot 63). La obligación del hombre es respetar a su mujer.
Quien se comporta de esta forma, recibirá en su hogar la bendición de Di-s, como
Rabá les enseñaba a sus alumnos: "Respeten a vuestras mujeres que así se
enriquecerán" (Babá Mesiá 59). No se trata de una simple frase, sino que se debe
comprender que todo el destino del hombre depende de su mujer.

Es muy común escuchar a movimientos feministas que buscan igualar el derecho


de la mujer con el del hombre. También la Torá reconoce los derechos de la
mujer, pero se diferencia en algo básico: la naturaleza de la mujer nunca podrá
ser cambiada como pretende el feminismo. Esta sociedad del matrimonio que
Hashem programó consta de un ministro externo -el hombre- que dirige y
programa lo relativo a la pareja y de un ministro interno -la mujer- por cuya
condición natural de sentimiento, delicadeza, recato y cariño debe ocuparse de
temas que son fundamentales, como la educación de los hijos y el apoyo moral a
su esposo pese a la situación que deba vivir. No se pueden invertir los roles. No
significa que la mujer no pueda trabajar o que el esposo no pueda colaborar
en la cocina, sino que nos referimos al lugar donde están arraigados los
sentimientos de cada uno.

Cuando el rey Shelomo nos enseña: "Toda la honra de la hija del rey (la mujer) es
interna" (Tehilim 45), no se refiere a que debe permanecer encerrada en su hogar
continuamente, sino a que su belleza precisamente es su sentimiento interior y
ésa es toda su honra. Los ángeles que, en forma de personas, fueron a visitar la
casa de Abraham Abinu, luego de ser atendidos le preguntaron a Abraham:
"¿Dónde está Sara, tu esposa?" (Bereshit 18). La respuesta que recibieron fue:
"He aquí que se encuentra en la carpa". En ese momento le aseguraron a
Abraham: "En el año próximo para esta fecha tendrás un hijo". ¿Por qué
preguntaron por Sara? ¿Qué importaba si estaba o no en la carpa para que le
aseguraran que pronto tendría un hijo? Debemos comprender que los ángeles no
preguntaron por el lugar geográfico en donde Sara se encontraba, sino que se
referían a dónde ella depositaba su fuerza. La respuesta de Abraham fue: "En la
carpa", en su interior puro, obteniendo con su proceder la armonía del
hogar. El resultado no podía ser otro: rápidamente tendrían un hijo.

El Talmud en Ioma 47 comenta sobre una mujer llamada Kimjit que tuvo el mérito
de que sus siete hijos fueran Sumo Sacerdotes. Los Sabios le preguntaron: "¿Cuál
fue tu Zejut?". La respuesta de ella fue: "Las paredes de mi casa no me vieron
nunca sin recato y quizás ése haya sido el mérito". ¿Por qué los Sabios no le
preguntaron a su esposo cuál había sido su mérito? Podemos explicar que la
113

educación comienza desde adentro y es la mujer la que permanece en el hogar


dando el ejemplo a sus hijos.
Analicemos finalmente qué es lo que sucede en nuestros días. En muchos
hogares, la mujer se ha dejado arrastrar por el concepto de la calle y ocupa
lugares que la llevan a abandonar la función elemental que le correspondía. Se
consuela a sí misma diciendo que la mucama es excelente y se preocupa por
todo, como si realmente pudiera suplantar a la mujer como base del hogar.
Los adelantos técnicos favorecen este concepto equivocado y permiten que se
desentiendan de temas elementales. El microondas, el lavadero automático, el
jardín de infantes que cada vez comienza en edades más tempranas, "liberan" a la
mujer de sus obligaciones. Así el hogar se transforma en un hotel o lugar de
encuentro pasajero. Nos sorprendemos cuando escuchamos que los hijos se
alejan del hogar y deambulan por la calle. Si no hay un contenido en el hogar, la
calle seduce al pecado. O lo que es peor aún, se trae toda la suciedad de la
calle al hogar. No se puede compartir una mesa familiar hablando de las
situaciones que cada uno atraviesa, porque todos están atrapados observando el
televisor o leyendo el diario. Debemos retornar a las bases que nuestros
Sabios nos enseñaron. La vida bajo las reglas de la Torá está llena de un
contenido espiritual en el ámbito familiar: Mizvot, Tefilá, Berajot, comentarios de
Torá en la mesa de Shabat, etc. La mujer es quien debe supervisar que todo se
realice como corresponde y en caso de no ser así, hará las correcciones
necesarias.

Para concluir, recordemos el Midrash que nos enseña que durante la vida de Sara
Imenu, sucedían en su carpa milagros que se interrumpieron cuando ésta falleció,
pero que se reanudaron cuando Izjak, su hijo, trajo a su esposa Ribka Imenu al
hogar. ¿Cuáles eran esos milagros? Una nube se posaba sobre la carpa
reflejando la presencia Divina cuando el hogar posee un contenido espiritual y hay
un complemento entre marido y mujer. Sus puertas estaban abiertas con
amplitud, como símbolo de todo el favor que esa casa representaba: ayuda al
prójimo, recibir invitados, etc. La masa tenía Berajá, enseñando así la importancia
de un buen manejo económico indispensable para la tranquilidad del hogar. La
última señal era que la vela que se encendía en la víspera de Shabat no se
apagaba hasta el viernes siguiente, simbolizando la luz de la Torá que debe
guiar las actitudes del hogar. Todos estos puntos fundamentales están en
manos de la mujer. Dos ángeles acompañan al hombre en la noche de Shabat,
cuando él regresa del Bet Hakeneset a su hogar. Si los ángeles encuentran la
mesa preparada, la cama extendida y la vela encendida, el ángel bueno bendice
para que siempre sea así y el ángel malo debe contestar Amén, aunque no lo
desee. En caso de que la casa no se encuentre ordenada en esos lineamientos,
es el ángel malo el que maldice para que siempre sea así y el ángel bueno debe
contestar forzado Amén. Esos ángeles revisan si en cada hogar judío, las
enseñanzas de Sara y Ribka fueron recibidas o no. La mesa servida se refiere a
los actos de favor, comida Kasher, recibir invitados y muchas cosas más
relacionadas con temas materiales. El "Ner" encendido es el símbolo de la Torá,
las Mizvot, la espiritualidad y la presencia Divina. La cama extendida transmite el
mensaje de la pureza del hogar, la educación de los hijos y la continuidad del
114

hogar judío. Si nos dedicamos a mantener estas bases sólidas, con seguridad que
nuestro hogar estará lleno de felicidad, tranquilidad y prosperidad. La mujer de
Israel es la base para que podamos alcanzarlo.
115

El sostén del marido

Cuando Koraj y su gente intentaron hacer una revolución en contra de Moshe


Rabenu, uno de los cabecillas de la misma era On Ben Pelet. Para él estaba
preparado el mismo final que recibieron Koraj, Datan, Abiram y todos los
revolucionarios: la tierra se abriría y los devoraría vivos. Sin embargo, On Ben
Pelet se salvó. ¿Quién lo salvó de esa terrible muerte? ¡Su mujer! Ella le dijo con
suma inteligencia: "¿Por qué participas de esta discusión? Si Aharon sigue siendo
Cohen Gadol, tú serás el alumno. Si Koraj triunfa en su revolución, también tú
serás su alumno". (Sanhedrim 109). Le hizo comprender que no obtendría ningún
beneficio personal de esa discusión, por lo que no debía participar de la misma.
Su marido le contestó: "¿Qué puedo hacer? ¡Ya estoy con ellos, e incluso juré que
si me llaman iré con ellos! ¡No tengo otra alternativa que continuar!".

Su mujer actuó con inteligencia y lo salvó. Le dijo a su esposo que permaneciera


dentro de la carpa y que ella se encargaría de solucionar el problema. ¿Qué hizo?
Le ofreció vino a su marido hasta que éste se emborrachó y se quedó dormido.
Ella, mientras tanto, se sentó en la puerta de la carpa, dejando su cabello a la
vista. Sabía que los hombres que estaban con Koraj -por más que estaban en
contra de Moshe- no intentarían entrar a su carpa, y se alejarían inmediatamente
al ver a una mujer con falta de recato frente a ellos. Así sucedió y On Ben Pelet
salvó su vida.

Sobre una mujer como ésta -dice la Guemará- es digna de recibir la alabanza del
Pasuk del rey Shelomo (Mishlé 14): "La inteligencia de la mujer construye su
hogar". Podemos recordar el caso de Rajel -la señora de Ribí Akiba- que permitió
que su esposo faltara del hogar durante veinticuatro años, para que así pudiera
estudiar Torá con grandes maestros en forma ininterrumpida y transformarse en
una luminaria para todas las generaciones. No fue la única. El Talmud en Ketubot
62 comenta que Ribí Jananiá ben Jajinai fue a estudiar a la Ieshiba de Rab
durante doce años. Al regresar, habían cambiado los caminos de la ciudad y no
sabía cómo encontrar su hogar. Se paró a un costado del río y escuchó cómo le
gritaban a una joven: "Hija de Jajinai, llena tu cantimplora y ven"; se dio cuenta de
que la joven era su propia hija a la que no había visto durante tantos años. Fue
detrás de ella para así poder encontrar su hogar. Su esposa estaba sentada en la
puerta de la casa tamizando harina y al ver repentinamente a su esposo falleció de
la emoción. Ribí Jananiá hizo Tefilá por ella y dijo: "¡Señor del mundo! ¿Éste es el
pago de esta pobre mujer?". Enseguida revivió milagrosamente. No es el único
caso del Talmud en donde un muerto resucitó. Leemos, por ejemplo, en Melajim 2-
4, cómo el profeta Elisha revivió al hijo de una mujer llamada Shunamit luego de
todo un proceso que llevó un tiempo determinado. Sin embargo, en nuestro caso
la mujer rápidamente revivió. ¿Por qué? El mérito para que así sucediera fue de
ambos: marido y mujer. Cuando Ribí Jananiá se dirigía para estudiar Torá durante
doce años, Ribí Shimhon bar Iojai estaba concluyendo los siete días de fiesta por
116

su casamiento y le pidió que lo esperara para ir juntos a estudiar. Ribí Jananiá no


lo esperó, porque sabía que no podía perder un instante de su estudio, por más
que luego podría estudiar con un sabio de la talla de Ribí Shimhon. Así como él no
esperó, del Shamaim le retribuyeron de la misma forma, reviviendo a su esposa
inmediatamente. El mérito de la mujer fue que no sólo envió a su marido a
estudiar, sino que lo esperaba cada instante de esos doce años. No toda
mujer que permite que su marido estudie Torá, lo espera y extraña. En algún caso,
puede suceder que ella prefiera que su esposo se encuentre lejos. La categoría de
la señora de Ribí Jananiá fue que sufría y ansiaba que su marido regresara; pero
por otro lado, estaba dispuesta a dejar de lado su deseo para que su esposo
fuera un gran sabio.

Lo mismo sucedió con Ribí Shimhon bar Iojai, a quien su esposa le permitió
-después de la primera semana del casamiento- permanecer durante doce años
fuera de su hogar estudiando Torá. Quizás ahora no nos sorprendamos tanto al
escuchar cómo Ribí Shimhon pudo estar escondido de los romanos durante trece
años en una cueva sólo con agua y algarrobo como alimento.

Estas Sadikot nos enseñan la función de la mujer judía. Es muy común escuchar a
movimientos feministas que buscan igualar el derecho de la mujer con el del
hombre. También la Torá reconoce los derechos de la mujer, pero se diferencia en
algo básico: la naturaleza de la mujer nunca podrá ser cambiada como
pretende el feminismo. Esta sociedad del matrimonio que Hashem programó,
consta de un ministro externo -el hombre- que dirige y programa lo relativo a la
pareja y de un ministro interno -la mujer- que por su condición natural de
sentimiento, delicadeza, recato y cariño debe ocuparse de temas que son
fundamentales, como la educación de los hijos y el apoyo moral a su esposo pese
a la situación que deba vivir. No se pueden invertir los roles. No significa que
la mujer no pueda trabajar o que el esposo no pueda colaborar en la cocina,
sino que nos referimos a los sentimientos de cada uno en donde están
arraigados.

Cuando el rey Shelomo nos enseña: "Toda la honra de la hija del rey (la mujer) es
interna" (Tehilim 45), no se refiere a que debe permanecer encerrada en su hogar
continuamente, sino a que su belleza precisamente es su sentimiento interior y
ésa es toda su honra. Los ángeles que en forma de personas fueron a visitar la
casa de Abraham Abinu, luego de ser atendidos le preguntaron a Abraham:
"¿dónde está Sará tu esposa?" (Bereshit 18). La respuesta que recibieron fue: "he
aquí que se encuentra en la carpa". En ese momento le aseguraron a Abraham:
"en el año próximo para esta fecha tendrás un hijo". ¿Por qué preguntaron por
Sará? ¿Qué importaba si estaba o no en la carpa para que le aseguraran que
pronto tendría un hijo? Debemos comprender que los ángeles no preguntaron por
el lugar geográfico en donde Sará se encontraba, sino que se referían a dónde ella
depositaba su fuerza. La respuesta de Abraham fue: "en la carpa", en su
interior puro, obteniendo con su proceder la armonía del hogar. El resultado
no podía ser otro: rápidamente tendrían un hijo.
117

El mensaje es claro. La mujer es el sostén de su esposo. No debe permanecer de


brazos cruzados en el momento en que su marido -Di-s no lo permita- tropieza con
cualquier tipo de tema. Por sobre todo, en lo referente al cumplimiento de la Torá y
las Mizvot. Por el contrario: debe salvarlo y a su vez salvarse a sí misma, ya que
ésa es precisamente su función, como escribió Hashem en la Torá cuando la
mujer fue creada: "No es bueno que el hombre esté solo, haré una ayuda para él"
(Bereshit 2).

La mujer debe ser el sostén de su esposo en los momentos difíciles, debe


cuidarlo y ayudarlo para que él no tropiece, consolarlo con palabras dulces
y, alentarlo en las dificultades y momentos de sufrimiento.

Sucedió con un Rab que fue nombrado como tal en una ciudad vecina. Cuando se
dirigía hacia ella, todos sus habitantes salieron a recibirlo en el camino para
expresarle su alegría por el nombramiento. Cuando la carreta que llevaba al Rab y
a su esposa se acercaba, una de las personas importantes de la ciudad desató a
los caballos que la guiaban. Entre varios hombres levantaron la carreta y la
llevaron a la ciudad, demostrando así un gran cariño a la Torá. Esa noche,
hicieron en la ciudad una recepción al Rab. Una persona que era conocida como
un burlón, se levantó y formuló una pregunta: "yo puedo entender la actitud de
levantar la carreta en la que estaba sentado el Rab, ya que el Kabod de la Torá
que él tiene, lo merece. Pero la Rabanit ¿cuál es su mérito para que gente tan
importante la levante a ella también?". La Rabanit -que era muy inteligente- pidió
permiso para contestar: "yo también tengo una pregunta: la gente de esta ciudad
es muy sabia en Torá y Mizvot, ¿para qué necesitan un Rab? Debe ser -continuó
la mujer- que es probable que cometan algún error y no lo perciban, por lo que es
necesario que mi marido los corrija y reproche. Pero aún me queda otra pregunta
-continuó la Rabanit-, también mi marido es un ser humano y como tal puede
equivocarse u olvidarse de algo, y a veces él también necesita que lo adviertan...
¿Quién será responsable que el Rab cumpla su función como corresponde sin
desfallecer en ningún momento? Ésa es mi función y quizás fue el motivo por el
que me levantaron a mí también, ya que toda la ciudad depende del Rab y el Rab
depende de la Rabanit".

Este Maasé nos enseña la verdadera función de la mujer judía. Ella debe recordar
lo que dice el Talmud en Sanehdrim 100 al comentar el versículo de Mishle 15:
"Todos los días del pobre son malos". El Talmud explica que se refiere a quien
tiene una mala mujer. El final del versículo: "El que tiene un buen corazón está de
fiesta siempre" hace alusión a quien, por el contrario, posee una buena mujer.

Cada mujer debe esforzarse para pertenecer a este último grupo, alentando y
sosteniendo a sus maridos en todos los aspectos y por sobre todo, en el
cumplimiento de la Torá y las Mizvot.
118

Cómo atravesar las situaciones difíciles

Cuando uno de los integrantes de la pareja posee malas cualidades o es una


persona de mal carácter, la otra parte se encuentra frente a una gran prueba. Con
inteligencia, debe esforzarse para mantener el Shalom y el compañerismo,
por respeto a la Shejiná que está en el hogar. No es necesario decir que no
debe imitar esas malas actitudes necias y despreciables, sino que con paciencia y
serenidad, debe tratar de corregir al otro y aceptar con alegría lo que Hashem le
destine.

La Guemará en Berajot 8 cuenta que Ribí Elhazar enfermó y cuando fue Ribí
Iojanán a visitarlo le dijo: "¿Son queridos para ti los sufrimientos?". La respuesta
fue: "Ni ellos ni su pago". Ribí Iojanán le pidió la mano a Ribí Elhazar y lo levantó
de su enfermedad.

De acuerdo con esto, cada persona que tiene dificultades en la vida podría
argumentar: "Señor del mundo, no quiero los problemas ni su pago" y de esta
forma, Hashem debería liberarla de ellos.

El Jafez Jaim nos explica el siguiente ejemplo para poder comprender la realidad:
en una ciudad se construyó una cárcel muy grande y fueron designados su
director y cuidadores, pero pasaron varias semanas y como ninguna persona fue
encarcelada, la cárcel quedó vacía. Al ver lo que sucedía, el director temía perder
su trabajo. Encontró circunstancialmente en la calle a un pobre y le ofreció
encarcelarlo. Tendría de esta forma el beneficio de tener donde dormir y comer, a
cambio que aceptara haber cometido algún delito por el que mereciera estar
encarcelado. El hombre aceptó y al pasar las semanas, la cárcel se llenó de
delincuentes verdaderos y el pobre fue liberado. Después de un tiempo, este
hombre cometió un delito y al ser detenido por la policía gritó: "¡No voy con
ustedes salvo que me aseguren mucha comida como antes!". El policía se
enfureció y le gritó: "Al principio no habías cometido ninguna falta y como nosotros
te necesitábamos, te dimos la comida; pero ahora te corresponde la cárcel sin
ninguna exigencia de tu parte".

La moraleja es clara: seguramente que el sufrimiento que tuvo Ribí Elhazar no le


correspondía. Lo recibió con cariño porque sabía que Hashem se lo enviaba para
aumentarle el pago que recibiría en el Olam Habá. Pero nosotros, llenos de
pecados no podemos decir que no merecemos los sufrimientos que tenemos.

Está escrito en Bamidbar 30: "Lloró a Aharon treinta días toda la casa de Israel".
Nuestros Sabios explican que tanto los hombres como las mujeres del
pueblo lloraron, ya que Aharon buscaba la paz y solucionaba los problemas
entre marido y mujer. Es sabido que en cada generación hay Sadikim, alumnos
de Aharon Hacohen, que actúan con inteligencia para estrechar los corazones de
Israel. Así se cuenta sobre el Gaón Ribí Israel Gutman Z"L, a cuya casa, ubicada
en una ciudad de Rumania, llegó desesperada una mujer y le dijo: "Ribí, no puedo
119

soportar más los sufrimientos que me provoca mi esposo, ¡no me voy de acá
hasta que no me asegure que me va a conseguir el divorcio de él!".
El Rab le contestó que estaba de acuerdo con el divorcio, siempre y cuando ella
fuera durante un mes, todos los viernes a repartir comida en un barrio muy pobre.
Pasado ese tiempo, le otorgaría el divorcio. La mujer aceptó y se retiró.
Transcurrió el mes, pero la mujer no regresó a lo del Rab a solicitar el divorcio.
Cuando, después de un tiempo, se encontró con ella le preguntó: "¿Por qué no
regresaste?", a lo que la mujer le contestó: "Todos los viernes, al pasar entre los
pobres, vi lo que es sufrir de verdad. Me di cuenta de que los problemas míos al
lado de los de ellos no eran nada, y decidí no divorciarme. Gracias a su
inteligencia llegué a esta conclusión".

Sobre el Gaón Ribí Iosef Kaneman Z"L, se comenta que un día se presentó
delante suyo un hombre pidiéndole que le preparara el divorcio para su señora. El
Rab le preguntó las causas de tal decisión, ya que incluso el altar derrama
lágrimas cuando hay una separación. El hombre respondió: "¡Mi señora es una
haragana!. En casa está todo desordenado y no puedo soportar más!". El Rab lo
convenció para que tuviera paciencia, pero el hombre regresó al poco tiempo con
el mismo problema. Al ver que no había solución, el Rab aceptó otorgarle el
divorcio en su casa en pocas horas. Mientras tanto, el Rab avisó a su señora que
diera vuelta toda la casa y que no dejara nada en su lugar. Cuando el hombre
llegó a la casa del Rab para concretar el divorcio, observó el desorden que
reinaba: los zapatos arriba del mármol de la cocina, las ollas en el mueble de la
pieza, etc. El Rab se dirigió al hombre y le dijo: "¡¿Según tu criterio, yo también
debo separarme de mi mujer?!". Cuando el hombre vio el "sufrimiento del Rab" se
arrepintió del divorcio y se retiró.

Es cierto que sólo la mujer conoce realmente a su marido y su verdadera


identidad. Un Jajam solía decir: "Solamente dos conocen a la persona tal como
ésta es: Hashem y su esposa". O sea que se pueden ocultar los malos actos a los
ojos de la gente y mostrarse como una persona correcta, pero en la casa es en
donde se revela la verdad. Es por eso que sólo la mujer es la que puede decir
quién es su marido sin ningún tipo de disfraz. Pero simultáneamente
también, ella es la única que puede honrarlo y considerarlo en su corazón y
en sus actitudes, para ayudarlo a revertir su comportamiento equivocado.

Sucedió con una persona muy respetable a quien sus amigos observaron muy
triste. Cuando le preguntaron el motivo de su comportamiento, respondió que su
mujer le faltaba el respeto delante de todos sus hijos, lo criticaba y lo contradecía
continuamente. Uno de sus amigos le preguntó: "¿En tu hogar te comportas de la
misma forma que lo haces en los otros lugares y que te hicieron ser una persona
tan respetable? ¿O quizás en tu casa eres otra persona y ésa es la causa de las
actitudes de tu mujer?". El hombre reconoció su error que provocaba esa tristeza
en su hogar.
120

Nuestros Jajamim nos enseñan: "No hay sufrimientos sin pecados", y es lo que se
debe tener en cuenta cuando algún integrante de la pareja se queja por las
discusiones o peleas que no dan descanso.

David Hamelej dijo en el Tehilim 38: "no tengo paz en mis huesos por mi pecado".
Ribí Jaim David Azulai Z"L explica lo que el rey David nos indica: "Si alguien
comenta que no tiene tranquilidad en su hogar con su esposa (la mujer fue creada
del propio hueso y carne de Adam Harishon), debe saber con seguridad que es
"por mi pecado". No hay nada malo que venga del Shamaim y corresponde
realizar un autoanálisis sobre nuestros actos para poder corregir nuestros
errores y encontrar la paz deseada.

Aprendamos a no quejarnos de las dificultades que se presentan en la vida, ya


que no sabemos cuáles son las cuentas de nuestro Creador. Recibamos todo con
amor y alegría. "Seamos de los discípulos de Aharon Hacohen: "Querer el
Shalom, perseguirlo, amar a la gente y acercarla a la Torá" (Pirke Abot 1).
121

La relación con los suegros

Existe una obligación para el matrimonio que consiste en respetar a sus suegros
respectivamente. Si se busca que el Shalom se consolide en el hogar, se debe
cuidar de no despreciarlos ni ofenderlos. Tampoco se debe inmiscuirlos en el
momento de una discusión. Es normal que el hombre, por ejemplo, al ver algún
punto negativo en su mujer, le diga equivocadamente: "Eres igual a tu madre".
Este mal proceder daña en demasía y ocasiona disgustos aún mayores. En el
hipotético caso de que fuera verdad el comentario del hombre, debe recordar que
se trata de la madre de su esposa y él no tiene derecho a disminuirla frente a sus
ojos. Por el contrario, el buen trato a los suegros en presencia de la pareja,
fortalece la unión y ayuda para alcanzar la tranquilidad. Está comprobado que
cada vez que el marido intenta alejar a su esposa de sus padres, ella se aferra
aún más a ellos y se aleja del marido. En cambio, cuando el hombre los alaba y
respeta, su esposa se une a él con todo su corazón.

No es aconsejable para la pareja vivir en el mismo hogar en el que habitan


los padres o suegros. Por supuesto que hay situaciones especiales, tales como
enfermedades o problemas económicos en los que la pareja se ve forzada a vivir
en la casa de los padres de uno de ellos, pero se debe tratar de reducir este
tiempo al mínimo posible.

Sucedió con una Rabanit, que al quedar viuda, todos sus hijos se preocupaban
por llevarla a la casa de cada uno. ¿Cuál fue su mérito? El hijo mayor lo explicó:
"Mi mamá nunca vino a visitar nuestro hogar con las manos vacías, sino que
siempre traía algo para todos. Siempre se fijó qué era lo que cada uno necesitaba;
tanto se tratara de hijos, nueras, yernos o nietos. Por eso todos la quieren. Ella
siempre se preocupó por brindarnos todo lo que estaba a su alcance, sin pensar
en recibir algo a cambio. Cuando la visitábamos en su casa, siempre nos regalaba
algo o nos atendía con todo esmero. Por ese motivo, siempre esperábamos el
momento de ir a visitarla".

Del comportamiento de esta virtuosa mujer, debemos aprender cuánto deben los
padres expresar amor y cariño a sus hijos, yernos y nueras. Nunca deberán hablar
Lashon Hará de ellos y ocasionar dificultades al hogar de sus hijos. Por el
contrario, deberán hacer todo lo posible para que el amor y el compañerismo
aumente para así recibir todas las Berajot de la Torá.

No alcanzan las buenas intenciones de los padres, sino que se deberá analizar
que lo que se dirá o hará no ocasionará consecuencias negativas, puesto que en
ese caso, no hay nada que justifique la intromisión de los padres.

Analicemos algunos de los consejos que nuestros Jajamim dan al matrimonio para
mantener una buena relación con sus suegros.
122

1º) Tener igual trato con los suegros que con los padres. ¿Por qué la misma crítica
es aceptada cuando proviene de los padres y en caso de provenir de los
suegros da lugar a enojos y ofensas?

2º) El concepto común que la nuera siempre se lleva mal con la suegra es
erróneo. Existen casos en donde las hijas se llevan mejor con sus suegras
que con sus propias madres.

3º) Recordar que los suegros criaron y se esforzaron por quien es hoy nuestro
marido o esposa. Ser agradecido no es sólo una buena virtud, sino una
obligación elemental de la persona.

4º) Recordar que en el futuro también seremos suegros. Nuestras malas


actitudes de hoy como nueras o yernos, quizás se repitan en contra nuestra en el
futuro.

5º) Recordar que al contraer enlace se recibe la herencia de aceptar a los


familiares de la pareja, aunque no nos parezcan agradables. Debemos trabajar
sobre nuestras cualidades para aceptar al otro tal como es.

6º) No discutir delante de los padres o suegros. Por el contrario, se debe tener un
buen trato, alabándose mutuamente. En caso de peleas, no se debe hacer
intervenir a los padres, salvo situaciones especiales.

7º) Si los suegros intervienen continuamente en la vida de la pareja, se puede


decir elegantemente: "Gracias por el consejo", o "Lo analizaremos entre nosotros"
y luego resolver, sin necesidad de enfrentarlos violentamente. Se debe formar un
hogar nuevo de acuerdo con la idea del matrimonio, y no se debe copiar el
modelo estricto que alguno de ellos observó en sus padres.

8º) Está permitido mentir por el Shalom del hogar. El marido no deberá contar a
su señora algo despectivo que hayan dicho sus padres sobre ella. La mujer
procederá de la misma forma y así no se generarán discusiones vanas.

9º) La relación con los suegros es problemática sólo para el que no sabe
aceptar al otro. La prueba verdadera de tener buena relación con los suegros es
después del casamiento.

Que la convivencia con todos los integrantes de la familia sea la base de nuestro
hogar.
123

La intromisión de los padres

Está escrito en Bereshit 2: "Por eso, abandona el hombre a su padre y a su madre


y se une a su mujer, y serán un solo cuerpo". La experiencia demuestra que
muchos de los problemas de las parejas fueron provocados por la
intromisión de los padres en la vida de sus hijos, destruyendo así el hogar
que ellos habían formado con tanto esfuerzo y sacrificio.

Muchas veces los padres no pueden soportar la nueva situación. No pueden


tolerar que sus hijos o hijas ya no se encuentren bajo su control y supervisión.
Creen equivocadamente que tienen derecho a seguir manejando la vida de
sus hijos y olvidan que ellos ya formaron su propio hogar. Este tipo de padres
no observan los errores de sus hijos o hijas. Siempre culpan a la otra parte, lo que
ocasiona en la pareja peleas y complicaciones de consecuencias imprevisibles.

Nuestros Sabios nos cuentan sobre unos padres que habían casado a su hija.
Cuando alguien les preguntó cómo la trataba a ella la vida de casada, le
contestaron: "Es muy feliz, encontró un marido que es una joya. La cuida mucho,
ni siquiera le permite levantarse temprano y le sirve el desayuno en la cama".
Cuando al poco tiempo esos padres casaron a un hijo, ante la misma pregunta
respondieron: "Pobre nuestro hijo, no tuvo suerte, su mujer es haragana, se
levanta muy tarde, él debe servirle el desayuno en la cama...!".

Los padres que quieren la felicidad de sus hijos deben aprender a no inmiscuirse
en la vida de ellos. Tampoco los deben visitar en forma excesiva. Es
aconsejable que siempre anuncien la visita que realizarán. Cuando un hijo o hija
les comenta a sus padres algún mal comportamiento de su pareja, los padres
deben tener cuidado de no cargar la responsabilidad sólo sobre la otra parte. Se
debe adoptar una actitud imparcial y pedir a su propio hijo que cambie y mejore su
comportamiento para que no se repitan esas situaciones.

La Guemará dice en Iebamot 65: "Así como es Mizvá decir algo que va a ser
escuchado, también es Mizvá no decir lo que no será escuchado". Por eso, el
padre que reprende a su hijo casado, debe pensar bien cómo y cuándo reprochar,
ya que a veces los hijos no contestan con respeto al consejo de sus padres.
Mucho más cuidado hay que tener para corregir a los yernos o nueras. Si el
reproche es continuo, provoca separación y peleas. Debe ser hecho con
delicadeza e inteligencia. Se debe estimular por las buenas actitudes, y no
sólo citar lo negativo. De esta forma se obtendrá el resultado deseado y los
padres no serán los responsables de la destrucción del hogar de sus hijos.

Cuando lamentablemente se produce alguna discusión en la pareja, se debe


hacer todo lo posible para solucionar el inconveniente entre ellos mismos,
sin hacer intervenir a los padres o parientes, porque esto puede provocar
agrandar la discusión. La experiencia demuestra que los padres defienden a sus
hijos y culpan a los yernos o nueras, lo que hace que la pelea continúe o empeore.
124

El rey Shelomo dijo en Mishlé 10: "Todos los errores son cubiertos por amor". O
sea que la pareja, por existir entre ellos el amor, puede olvidar las faltas que se
cometieron. Los padres o parientes al no tener este secreto, siempre dan la razón
a la parte cercana, por lo que se debe tratar de resolver el problema sin la
participación de ellos.

En los casos en donde la pareja no puede resolver sola las situaciones que se
presentan, se debe recurrir a Rabanim especializados en estos temas, que
encontrarán la manera de solucionar el problema. No se debe cometer el error
de comentar con vecinos o compañeros los problemas de pareja que puedan
existir, por las consecuencias negativas que este proceder ocasiona. Es
normal que el marido no pueda comprender por qué su esposa divulgó sus
intimidades con sus vecinos.

Los padres inteligentes, aunque hayan escuchado los problemas de su hija,


deberán comportarse como si no supieran del tema. Deberán recibir en forma
normal a su yerno por el bienestar de su hija. En el caso de que se opte por
reprocharlo por sus actitudes, en la mayoría de los casos, se podrá argumentar
que se enteraron de otra forma y no por el comentario de la hija. Quizás así se
pueda encontrar el Shalom.

Sin lugar a dudas, una de las mejores salidas es que la mujer en el momento en
que la relación pasa por una buena instancia, hable de buena forma con su
marido para hacerle ver sus errores. La Tefilá a Di-s día tras día, ayudará para
que así se solucionen las dificultades y retorne la felicidad al hogar.
Veamos en esta ocasión algunos consejos para los suegros que a veces, por sus
intromisiones, destruyen el hogar de sus hijos:

1º) Deben aprender a no inmiscuirse -salvo en casos excepcionales- por el bien de


sus hijos. Ellos tienen el derecho a formar su hogar con ideas propias, incluso
con sus errores y tropiezos.

2º) Recordar que no son los dueños de sus hijos y ellos no tienen por qué hacer
los caprichos que los padres quieren. No deben sentir lástima por los hijos si éstos
siguen a su pareja. Deberán tener presente el versículo de Bereshit 2: "Por eso,
abandona el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer".

3º) La suegra no debe sentir que su nuera le robó el cariño que su hijo sentía
por ella. Debe comprender que su hijo posee dos sentimientos distintos
completamente: el cariño a sus padres y el amor a su mujer.

4º) Aprender a observar los defectos que sus hijos tienen y no sólo sus virtudes,
para poder corregirlos en forma privada. No ver sólo lo negativo que tienen sus
nueras y yernos, sino encontrar todo lo positivo que seguramente existe.
125

5º) No visitarlos en forma excesiva. En lo posible avisar previamente. Buscar un


equilibrio adecuado.

6º) Alabar a las nueras y yernos delante de los hijos, para que el matrimonio
se una cada vez más.
7º) El cariño exagerado de los padres hacia sus hijos puede hacer fracasar el
hogar que ellos formaron. Se debe actuar con prudencia e inteligencia.

8º) Preocuparse por ayudarlos, de acuerdo con las posibilidades que tengan, pero
no con la intención de presionarlos después por lo que les dieron.

9º) Si tienen dos o más hijos casados, no hacer comparaciones ni diferencias


entre ellos, porque cada hogar es un mundo distinto.

10º) Si los hijos cumplen algún precepto en su nuevo hogar que en casa de los
padres no se respeta en el mismo nivel, deben estar esos padres orgullosos de
ellos y alentarlos para que continúen en ese camino que les dará la felicidad
verdadera.

Que Di-s ilumine a los padres del pueblo de Israel a tener un comportamiento
adecuado con sus hijos.
126

El ejemplo para los hijos

La Torá nos enseña que cuando Iaacob Abinu se dirigía a Jaran, el sol se puso
repentinamente y debió pernoctar en ese lugar tan sagrado (Har Hamoriá). El
versículo comenta: "Y tomó de las piedras del lugar, las colocó a su cabecera y se
acostó en ese lugar" (Bereshit 28). Rashi comenta que las piedras se peleaban
para que Iaacob apoyara su cabeza sobre una de ellas, hasta que Hashem las
unió y se formó una sola piedra. ¿Cuántas piedras tomó Iaacob? Nuestros Sabios
dan varias opiniones al respecto, pero tomemos en consideración a quienes
sostienen que fueron sólo dos. Lo deducen del versículo mencionado "de las
piedras del lugar", ya que el mínimo de plural es dos. ¿Por qué entonces tomó
Iaacob dos piedras?

Iaacob no sabía lo que sucedería con él en el futuro y quiso comprobarlo. Si el


milagro se concretaba; si las piedras se unían, era la señal de que sus hijos serían
Sadikim. Iaacob sabía que su abuelo Abraham había tenido dos hijos, de los
cuales uno no había sido correcto. Con su padre Izjak se reiteró la situación, ya
que su hermano Esav fue un perverso. ¿Cuál era entonces el secreto de las
piedras? Cuando se funde un metal, salen impurezas en la primera operación y el
metal así se purifica. Cuando nuevamente es fundido, vuelven a salir impurezas
hasta que llega un momento en que nos encontramos con el metal puro
completamente. Iaacob Abinu se dijo a sí mismo: "si las piedras se unen
significará que de mi descendencia no saldrá ninguna impureza". Efectivamente,
sus doce hijos que representan a las doce tribus de Israel fueron todos Sadikim.
Iaacob sabía que no se podía apoyar en que ya había llegado el momento en que
el metal estaba puro y que sus hijos con seguridad serían Sadikim. Sabía que
dependía de su propia actitud reflejada en el simbolismo de las piedras: si las
piedras -marido y mujer- están unidas, los hijos serán correctos.

La base de la educación de los hijos es la unión del matrimonio, ya que si


esa armonía no existe es imposible educar con éxito. Iaacob Abinu nos
enseña cómo educar. No se trata sólo de dar órdenes a los hijos, sino de
demostrar en la vida diaria cómo los padres se educan a sí mismos con el ejemplo
de la tolerancia y el respeto mutuo. Si los hijos van a ver que sus padres son
educados, también ellos lo serán. ¿Qué significa ser educado? Si las piedras
están juntas, si se formó una sola persona como la Torá reclama: "Y serán un sólo
cuerpo" (Bereshit 2), habrá posibilidad de educar a los hijos en el camino correcto.
De lo contrario, la educación fracasará.

Un niño que crece en un hogar en donde sus padres se critican mutuamente y


tienen una visión negativa de todo lo que sucede alrededor de ellos, será un "hijo
fiel" a esa educación equivocada en la que se desarrolló. Todo estará mal
para él en el futuro: no podrá confiar en sus vecinos, la escuela a la que enviará a
sus hijos no tendrá el nivel adecuado que él pretenderá; el Bet Hakeneset al que
concurrirá no será nada parecido al lugar ideal que él imaginaba; el rabino del
mismo no le resultará satisfactorio para su exigencia, etc, etc. ¿Quiénes fueron los
127

responsables para que él adquiriera esa visión? En gran medida fueron sus
propios padres quienes influyeron para ese resultado con sus continuas críticas y
comentarios despectivos.
Por el contrario, un niño que se cría en un hogar donde todo es positivo: su padre
enaltece y alaba a su madre por las virtudes que posee. Su madre no se cansa de
elogiar a su padre por sus cualidades. Todo el mundo que los rodea es visto con
buenos ojos, más allá de los problemas normales que se presenten. Cuando ese
hijo forme su propio hogar en el futuro, su visión de la vida será
absolutamente positiva. Se dirigirá con cariño y comprensión a los que se
encuentren cerca de sí y recibirá el mismo trato como recompensa. Irradiará
ese mensaje a sus propios hijos, que a su vez lo transmitirán a sus
descendientes.

En este tema de la educación de los hijos, poseer una línea de conducta sin
importar la circunstancia que se atraviese es fundamental para encontrar el
éxito tan anhelado. Padres que de verdad se preocupan por la educación de sus
hijos, se preguntan en momentos determinados: "¿En qué fallé? ¿Qué es lo que
hice mal?". Quizás la respuesta sea que los mensajes deben ser claros sin dar
lugar a que los niños se confundan con indicaciones contradictorias. Un día
les decimos algo y al otro variamos la posición. O, lo que es peor aún, con nuestra
conducta les demostramos que lo que habíamos dicho el día anterior era sólo
teoría y no lo efectuamos en la práctica. Les reclamamos -por ejemplo- respeto y
buenos modales, pero ellos observan que los padres discuten, se ofenden y los
principios básicos de convivencia no existen. Les decimos que lo más sagrado que
existe es el estudio de la Torá y ellos ven cómo ese mismo padre pierde horas y
horas de su vida con un diario en su mano o bajo los efectos mágicos de un
aparato de televisión.
Nos olvidamos que lo que hacemos a los ojos de nuestros hijos -por más
pequeños que sean- pasa a ser la manera más directa en que se educa y
lamentablemente, a veces deja mucho que desear. Estamos permanentemente
en una especie de "vidriera" que ellos observan, analizan y perciben. Los
Sabios nos enseñan que lo que la persona aprende de niño es como la tinta con
que se escribe sobre un pergamino liso, en donde por más que se borre lo escrito,
la tinta quedará impregnada por dentro. También el niño adquiere dentro de sí
todo el comportamiento que observó de sus padres y en el futuro repetirá en forma
natural lo que vio durante tanto tiempo. Por eso, las bases y la línea de
conducta de los padres deben ser firmes e inamovibles, para no
confundirlos con cambios de posiciones e ideas.

Nuestros hijos observan con atención. Debemos ser el ejemplo que ellos esperan
y necesitan para ser personas de bien. Ellos captan con claridad que a la madre le
molestó más que haya derramado el café sobre la alfombra que la mala palabra
que pronunció. Ellos se dan cuenta de que, cuando su padre lee en la mesa de
Shabat unas palabras de Torá, lo hace por rutina y sin el sentimiento adecuado.
Su madre –por su parte- no se preocupa por entender lo que su padre explica y
continúa sirviendo la comida que para ella es lo más importante. Esos valores
tergiversados penetran en el corazón del niño e influyen en su desarrollo.
128

¿Qué sucedería –por ejemplo- si la madre se sentara con atención en la mesa y


dijera: "¡Niños! ¡Presten atención! Papá leerá un comentario sobre la Perasha
semanal?!". Este tipo de frases reiteradas un Shabat tras otro, le demostrarán al
niño que su madre y su padre valoran cada palabra de Torá. De esta forma, ellos
mismos heredarán el amor a nuestra sagrada Torá.

La buena relación entre los padres es fundamental para que ellos adquieran
el respeto de sus hijos. Hay quienes creen equivocadamente que, si se dirigen al
otro en forma dulce y apropiada, no serán respetados ni tenidos en cuenta. Sólo
cuando infundan respeto con una autoridad exagerada alcanzarán la honra que
merecen. Se equivocan. Por el contrario, quien se dirige al otro con
consideración y respeto recibirá la honra de quienes lo rodean. Así lo enseña
la Torá cuando menciona los preceptos de respetar y temer a los padres. Cuando
la Torá ordena la Mizvá del temor a los padres dice: "La persona a su madre y a
su padre temerá"(Vaikrá 19). En cambio, cuando se trata de la Mizvá del respeto a
los padres, la Torá menciona en primer lugar al padre y luego a la madre:
"Respeta a tu padre y a tu madre"(Shemot 20). El Midrash explica el motivo del
cambio: "Hashem sabe que el hijo respeta a su madre más que a su padre, ya que
ella lo convence con palabras. Por eso, adelantó Hashem el respeto hacia el padre
que el respeto hacia la madre". O sea, el trato dulce y preferencial de la madre
hacia sus hijos, hace que éstos la respeten más que al padre que
normalmente se dirige a ellos en una forma más autoritaria.

Los padres deben recordar que los hijos fueron depositados en sus manos
por Hashem para ser educados con Torá, Mizvot y buenas cualidades, para
que a su vez ellos formen sus propios hogares sobre las mismas bases. Con sólo
recordar que los hijos están atentos y alertas a las actitudes de los padres, el
comportamiento de los progenitores mejorará. Los hijos serán felices y por sobre
todo, los padres habrán cumplido con la misión que Hashem les encomendó al
darles lo más precioso que para El existe: el alma de un niño.
129

La Tefila de Ribí Shimhon bar Iojai

Está escrito en el Talmud (Sotá 17): "Ish Veishá Shezajú Shejiná Benehem", o
sea, que la unión de la pareja hace que Di-s deposite su Divinidad en ese lugar. El
hogar se convierte así en una fuente de Kedusha gracias a esa base de amor,
respeto mutuo y, por sobre todo, a la tolerancia necesaria para poder convivir.

El Midrash (Shir Hashirim Raba 1) comenta sobre un matrimonio que luego de vivir
diez años sin poder tener hijos, se presentó delante de Rabí Shimhon Bar Iojai
para divorciarse. El Rab les dijo: "De la misma manera que se casaron haciendo
una fiesta, deben hacer otra fiesta para divorciarse". Escucharon su consejo, y en
la fiesta que hicieron, el marido le dijo a su esposa: "Todo objeto lindo que
encuentres en la casa puedes llevarlo contigo". ¿Qué hizo la mujer? Después de
que su marido se emborrachó y se quedó dormido, les dijo a sus sirvientes que lo
llevaran con la cama misma a la casa de los padres de ella. Al despertarse, el
hombre preguntó qué estaba haciendo en ese lugar. Su señora le explicó: "Hice lo
que tú me dijiste, no existe nada más preciado para mí que poder tenerte a mi
lado". Fueron de Rabí Shimhon Bar Iojai nuevamente para explicarle que era
imposible para ellos separarse. El Rab hizo Tefilá por ellos para que pudieran
tener hijos y finalmente el milagro se produjo: tuvieron muchos hijos que colmaron
de felicidad ese hogar.

Nuestros Sabios preguntan: "¿Por qué Rabí Shimhon Bar Iojai no hizo Tefilá para
que pudieran tener hijos desde un principio en lugar de decirles que se separaran
haciendo la fiesta? La respuesta a esta pregunta es la base de la enseñanza que
queremos transmitir: la solución de los problemas de un hogar se encuentra
sólo cuando la pareja demuestra previamente unión y cariño. Sólo en ese
momento podía hacer efecto la Tefilá de Rabí Shimhon Bar Iojai. El mensaje para
nuestra vida es claro: ante las dificultades que se presenten, debemos estrechar
los vínculos de amor y compañerismo en nuestros hogares para que así nuestras
Tefilot sean escuchadas.

La Guemará, en Iomá 9, comenta que el primer Bet Hamikdash se destruyó


porque se cometían tres tipos de pecados: idolatría, adulterio y asesinatos. En
cambio, en el segundo Bet Hamikdash, el pueblo estudiaba Torá y cumplía
preceptos, pero existía el odio injustificado que motivó la destrucción. Los
Jajamim apuntan al centro del problema. No nos hablan de ejércitos
poderosos, tampoco de estrategias de guerra ni de armamentos especiales.
Nos comentan pequeños sucesos como aquél en donde, por un error una persona
llamada Bar Kamsá, concurrió a una fiesta creyendo que el anfitrión lo había
invitado. Lejos de ser así -ya que ambos eran enemigos- lo que había sucedido
era que el emisario se había equivocado y debía haber invitado a otra persona
llamada Kamsá. En el transcurso de la fiesta, Bar Kamsá fue echado por el dueño
de la casa y no hubo argumentos valederos para evitar que fuera avergonzado
delante de todos. Bar Kamsá, enfurecido porque nadie había salido en su defensa,
se presentó delante del César con el argumento de que los judíos se habían
130

rebelado a su reinado y le sugirió que -para comprobarlo- enviara un animal para


ver si lo ofrecían como sacrificio en el Bet Hamikdash o no lo hacían. En el
camino, Bar Kamsá hizo un defecto en el labio del animal y por eso no pudo ser
ofrecido. En consecuencia, el César decidió atacar y destruir Ierushalaim.
Después de tres años de sitio consiguió su propósito. En este suceso, que
comienza con algo que parece intrascendente, se encuentra la clave de la
destrucción del pasado y el destierro del presente. El Jesed (la ayuda al
prójimo) y la unión son puntos centrales del pueblo de Israel para que pueda
construirse nuevamente el Bet Hamikdash. El Satán lo sabe aún mejor que
nosotros e intenta separarnos: matrimonios en conflicto; discusiones entre padres
e hijos, hermanos, barrios, sefaradim y ashkenazim, etc. Creemos
equivocadamente que somos los dueños de la verdad absoluta por lo que
podemos discutir y pelear contra todos, olvidándonos que los demás quizás
piensan lo mismo. No lloramos hoy por las piedras del Bet Hamikdash que se
destruyeron, sino por el veneno que provocó esa caída que perdura hasta
nuestros días: el egoísmo que no nos permite razonar.

Si recordamos por qué el rey David eligió el lugar en donde levantó el Bet
Hamikdash, corroboraremos estos conceptos. Dos hermanos habían recibido un
campo de herencia de su padre y en él trabajaban. Uno de ellos se había casado y
tenía hijos, mientras que el otro permanecía soltero. Como todos los años, al
finalizar la cosecha la repartían en partes iguales y cada uno de ellos veía el
momento apto para comercializarla. Una noche, el hermano soltero no podía
dormir. Un pensamiento no le dejaba conciliar el sueño, daba vueltas en la cama y
se preguntaba: "¿Cómo es posible? Soy soltero, mis gastos son mínimos. En
cambio, mi hermano tiene esposa e hijos a los que alimentar, vestir y educar. ¿Es
correcto que dividamos la cosecha en partes iguales? ¡No! ¡De ninguna forma!".
En ese momento, una idea cruzó por su mente e iluminó su rostro: "Sacaré de mi
granero parte de mi cosecha y la pondré en el granero de mi hermano". En la
oscuridad de la noche, silenciosamente se levantó y llevó su idea a cabo.

Al día siguiente cuando comenzaron las tareas habituales del campo, se fijó en su
granero y no se notaba ninguna diferencia. Todo estaba igual. La cantidad de trigo
era idéntica a la de siempre. ¿Qué había sucedido? El hermano casado tampoco
había podido dormir preocupado por la situación de su hermano: "¿Cómo podrá
casarse? Tendrá muchos gastos y no podrá afrontarlos. Lo ayudaré sin que se
entere y así no pasará vergüenza. Durante la noche, le llevaré parte de mi
cosecha". Dos noches seguidas, lo que cada uno sacaba de lo suyo, era
reintegrado al día siguiente. La tercera noche cuando cada uno de ellos se dirigía
al granero de su hermano, se encontraron en el camino. Allí se dieron cuenta de
que uno pensaba en el otro. El lugar en donde se abrazaron fue elegido por el rey
David para construir el Bet Hamikdash. De esta forma, el cariño fraternal y el
Jesed serán las columnas sobre las que posará la Shejiná en la tierra.

La conclusión inmediata que surge de todos estos conceptos y retomando nuestro


tema, es que el odio entre marido y mujer provoca que Di-s no pueda depositar su
131

Shejiná en ese hogar. Se trata del mismo motivo por el que Hashem debió alejar
su Divinidad del Bet Hamikdash: el odio que existía entre hermanos.

Se cuenta sobre el Sadik Ribí Rafael Mibarshid Z"L, que en el día 9 de Ab, en
donde recordamos la destrucción del Bet Hamikdash, se dirigió a hacer Shalom a
la casa de una pareja. Cuando le preguntaron sus alumnos: "¿No lo puede dejar
para mañana?". El Rab les contestó: "El Bet Hamikdash se destruyó por el odio
gratuito. Nada más adecuado que en este mismo día nos ocupemos de
solucionar el motivo de la destrucción y traer paz y amor, para tener el Zejut
de ver en nuestros días la construcción del tercer Bet Hamikdash". ¿Qué es
lo que falta para verlo construido? La esencia del lugar del Bet Hamikdash. El
cariño profundo hacia cada uno de nuestros hermanos. Cuanto más cerca
estamos del final, más se generan divisiones inútiles. El Ieser Hará crea
discusiones sin sentido que provocan una brecha en el pueblo judío que trae más
sufrimientos. Desde este pequeño lugar del universo, deseamos y rogamos al
Todopoderoso que nos facilite el camino de la Teshubá, que todos reconozcamos
a Di-s y cumplamos con los preceptos de la Torá. Que las palabras del profeta
Hoshea que hizo grabar el Jajam Iaacob Mizrahi Z"L en el frente de nuestro
querido Templo Or Torá sean realidad en nuestros días: "Levántate pueblo de
Israel, porque ha llegado la Santidad de Di-s y el esplendor del Todopoderoso está
contigo". Pronto en nuestros días. Amén.
132

Falta de coincidencia

Shelomo Hamelej escribió en Mishlé 19: "Bait Vahon Najalat Abot UmeHashem
Isha Maskalet". "Casa y riqueza pueden ser heredadas de los padres, pero tener
una mujer inteligente depende de Di-s".

El Midrash cuenta sobre aquella mujer que preguntó a Ribí Iosé Bar Jalafta: "¿En
cuántos días hizo Di-s el mundo?". La respuesta fue: "En seis días, como está
escrito en Shemot 31: "En seis días hizo Hashem el cielo y la tierra", contestó el
Rab. La mujer consultó: "Y desde aquel momento hasta ahora, ¿qué hace?". El
Rab le respondió: "Forma parejas, la hija de Fulano para Fulano". La mujer dijo:
"Yo también lo puedo hacer con mis sirvientes y sirvientas". El Rab le contestó: "Si
para ti es fácil, para Di-s es tan difícil como cortar el Mar Rojo", luego de lo cual el
Rab se retiró.

La mujer trajo mil sirvientes y mil sirvientas, los colocó en dos filas y determinó
quién se casaba con quién. Al otro día los sirvientes se presentaron delante de
ella, algunos con la cabeza herida, otros con los ojos hinchados o con las piernas
golpeadas. "¿Qué les pasó?", preguntó ella. Le contestaron que no se soportaban
mutuamente. Fue a buscar rápidamente a Ribí Iose Bar Jalafta y le dijo: "Ribí,
vuestra Torá es verdadera y hermosa, todo lo que usted dijo tenía razón".

Aprendemos de este Midrash que la formación de una pareja es realmente un


regalo de Di-s. En muchos casos, se trata de una pareja con distintas ideas y
educaciones diferentes. A pesar de todo, se unen con amor, cariño y
compañerismo, formando generaciones que son orgullo para el pueblo de Israel.
Se trata de un milagro que sólo Hashem puede hacer. Por eso, aquellos que
argumentan "falta de coincidencias" como motivo de un divorcio o separación, no
dan un argumento valedero. Ninguna pareja es coincidente a primera vista,
sino que es formada por la Mano Divina de manera milagrosa como vimos en el
Midrash anterior. Si se llegó al matrimonio, es porque están dadas las condiciones
para el buen funcionamiento de la pareja. Se debe trabajar sobre uno mismo,
puliendo las cualidades y perdonando los errores del otro para encontrar los
puntos de coincidencia que realmente existen.

En una oportunidad el Sultán de Estambul le dijo al Rabino de la ciudad: "Ustedes


argumentan que Hashem forma las parejas y que ningún ser humano puede
hacerlo. Sin embargo, yo creo que tengo la facultad y la capacidad para tener éxito
en este tema tan complejo". El Rab le respondió: "Si usted así lo piensa puede
intentarlo, pero le aseguro que los resultados no serán positivos". Al poco tiempo,
el Sultán encontró a una joven y le encomendó que le entregara una carta para
uno de sus ministros que se encontraba en otra ciudad. Como pago por su acción,
el ministro le daría a ella cien monedas. Precisamente, el Sultán le ordenaba al
ministro en esa carta que se casara con la mujer que le entregaba la carta y que le
diera cien monedas.
133

Cuando la joven se dirigía a la casa del ministro, se encontró con una anciana
menesterosa que le pidió una ayuda material para poder comprar algo de comida.
La joven se apiadó de la anciana y le encomendó que llevara la carta a la casa del
ministro y que éste le daría cien monedas al recibirla. La anciana se alegró por la
noticia, pero mayor fue su sorpresa cuando el ministro luego de leer la carta y de
entregarle las cien monedas, le ofreció casarse con ella como así le ordenaba el
Sultán. Luego de un tiempo, hubo una reunión muy importante en la casa del
Sultán a la que fueron invitados todos sus ministros. En la mesa principal, había
toda clase de comidas y dulces. El Sultán observó sorprendido cómo ese ministro
envolvía algunos dulces y los guardaba en su bolsillo. "¿Para qué llevas esos
dulces?", le preguntó el Sultán al ministro, quien le respondió: "Mi señora es muy
anciana y no tiene dientes, por eso llevo estos dulces muy suaves para ella". La
sorpresa del Sultán fue enorme cuando el ministro le explicó que había cumplido
al pie de la letra lo que le había ordenado en la carta. En ese momento, el Sultán
comprendió lo que el Rab le había dicho y reconoció: "Moshé es verdadero, su
Torá es verdadera y sólo Hashem es el que forma las parejas".

¿Por qué nuestros Sabios comparan a la formación de una pareja con el milagro
del corte de las aguas del Mar Rojo? ¿Cuál es la relación entre ambos sucesos?
Una de las explicaciones es la siguiente: en cualquier elemento que se fracciona
en dos, ambas partes siguen manteniéndose independientemente una de la otra.
En cambio, con las aguas o con cualquier otro líquido que se intente separar, será
inútil hacerlo ya que al instante se unirán nuevamente. En el momento del milagro
del Mar Rojo, Hashem anuló la naturaleza de las aguas y cada parte permaneció
en su lugar luego del corte. El versículo lo atestigua diciendo: "se amontonaron las
aguas y se detuvieron como un muro las corrientes" (Shemot 15).

Es lo que sucede en la formación de una pareja. Cada integrante debe romper


su propia naturaleza para tener éxito en la misión de construir un hogar de
Israel. Sólo se logrará actuando con tolerancia y dejando pasar los errores
normales que cada uno comete.

Los Sabios preguntan cómo es posible comparar el corte de las aguas en el Mar
Rojo con el matrimonio en donde, por el contrario, debe existir unión en lugar de
separación. La respuesta a este interrogante está relacionada con la vida que
marido y mujer desarrollaron antes de llegar a la Jupá. Cada uno de ellos
compartió todas sus experiencias con sus padres quienes los conocen
perfectamente con sus virtudes y defectos. La madre conoce exactamente cuáles
son los gustos de su hijo y trata de prepararle la comida de acuerdo con sus
preferencias. El padre trata de satisfacer todas las necesidades de su hijo por el
cariño implícito que tiene hacia él. Pero llega el momento de la separación del
hijo de sus padres y a eso alude el corte del Mar Rojo. Se trata de un momento
difícil de ser superado por los padres y por los hijos. Sólo cuando los padres ven a
sus hijos felices en el hogar que construyeron, se sienten realizados y superan el
primer momento de la separación. Cuando los hijos se ven acompañados en
cualquier circunstancia por la pareja que para toda la vida estará a su lado,
134

adquieren la fuerza necesaria como para ir construyendo un nuevo hogar


valorando el esfuerzo que sus progenitores volcaron hacia ellos.

Hay situaciones especiales entre la pareja en donde las diferencias se hicieron tan
grandes que no se ve una solución posible a simple vista. Se debe recurrir en ese
caso a Rabanim especializados en este tipo de temas para que enseñen el camino
adecuado. Pero en forma general, Hashem dio a la misma pareja los instrumentos
necesarios y las cualidades indispensables para llegar a la felicidad y tranquilidad
para construir casas que sean ejemplo y orgullo de nuestro pueblo. Para ello,
cada uno debe trabajar y sobreponerse a sí mismo, corrigiendo sus propios
defectos sin mirar los errores del otro.

El Talmud, en Guitin 52, cuenta el siguiente Maasé: "Sucedió con dos personas a
las que el Satán las provocaba y conseguía que se pelearan todos los viernes. Se
presentó en una oportunidad Ribí Meir al lado de ellos e impidió durante tres
semanas que pelearan hasta que finalmente consiguió el Shalom definitivo.
Escuchó Ribí Meir la voz del Satán que decía: "Ay, ay, Ribí Meir me expulsó de
esta casa". Se trata de un ejemplo claro que nos enseña que a quien se preocupa
siempre por sobreponerse a los conflictos que puedan existir, Hashem lo ayudará
para que se pueda mantener en las próximas pruebas que se presentarán. Ribí
Meir sólo se limitó a expulsar al Satán de esa casa en esas tres oportunidades.
Luego, el Satán se retiró definitivamente y el ángel del Shalom posó en el hogar.

¡Cuántas vallas y prevenciones debe crear la persona para no caer en la


pelea y la discusión! Cada uno -conociéndose a sí mismo- sabe cuáles son los
medios para no caer en la trampa del Satán. Nuestros Jajamim nos comentan
sobre un Sabio que tenía una ropa especial para los momentos en que enfurecía.
Ésa era su valla: no se enfurecía hasta vestirse la ropa. Para él era imposible no
enfurecerse, pero por lo menos podía controlarse hasta colocarse esa vestimenta.
Mientras tanto, la furia pasaba.

Quién se domina de esta forma, tiene el mérito de ver su hogar en paz. Quien así
se comporta es un verdadero rey en su casa, la corona del reinado está sobre su
cabeza, sus palabras son escuchadas y no teme que nada malo suceda.

Un hogar que así se construye con las bases de la paz y la verdad, es digno
de formar en su seno reyes que enaltezcan a Israel.
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Tres consejos

Cuando se celebra un Berit Milá se acostumbra decir la siguiente Tefilá sobre el


niño: "Así como ingresó al pacto de Abraham Abinu, que tenga el Zejut de ingresar
a la Jupá (matrimonio), a la Torá y a los buenos actos". Los Sabios preguntaron:
¿Por qué los actos buenos quedan para el final? ¿Acaso no se deben
realizar antes de alcanzar la Jupá? La respuesta de nuestros Jajamim es que
realizar buenos actos antes de la Jupá es relativamente fácil. La prueba
verdadera de la persona es luego del casamiento. Por eso, la Tefilá menciona
a los buenos actos sólo después de la Jupá.

Realmente hay situaciones que se presentarán en la vida que podrán preverse o


no en el noviazgo, pero hasta que no llegue el momento de la práctica no se
conocerá la reacción. ¿Cómo se reaccionará si la situación económica no permite
los lujos que en la casa de sus padres recibía? ¿Mantendrá la calma a pesar de
los errores de su pareja? ¿Qué sucederá cuando el bebé llore toda una noche y
los padres no puedan dormir? Y si algún pariente de su señora hace una
"sugerencia", ¿cuál será su reacción? ¿Cómo responderá la pareja a situaciones
en las que las ideas sean opuestas totalmente? ¿La única salida será dar un golpe
a la puerta y salir, o habrá otra alternativa? En todas estas preguntas y en muchas
más que se podrían formular, hay una sola respuesta posible: trabajar sobre sus
propias cualidades sobreponiéndose a cualquier situación que se presente. Ésta
es la única forma de poder construir un hogar.

"Así como los rostros son distintos, las ideas también lo son" (Ierushalmi Berajot
5). Nos enseñan nuestros Sabios con esta frase que así como nadie pregunta
"¿Por qué su cara es distinta a la mía?", ya que por el contrario sería una sorpresa
encontrar a alguien que tuviera la misma fisonomía que la nuestra, ésa misma es
la posición correcta con respecto a las ideas. Cada uno tiene derecho como ser
humano a tener sus propias ideas que merecen respeto y consideración.
Pero, debemos saber que no todo lo que pensamos es una verdad absoluta, sino
que también nosotros nos equivocamos aunque a veces no sepamos reconocerlo.
Por otra parte, no olvidemos que nuestros pensamientos se apoyan en nuestro
egoísmo y estamos sobornados por nuestro propio interés.

Uno de los Sabios más destacados de nuestra generación para aconsejar en el


tema de Shalom Bait es el Rab Diamant Shelita. Entre sus sabias palabras,
escuchamos que todo matrimonio tiene la garantía del éxito si se cumplen estas
tres condiciones:

1) Predisposición a cambiar. Una pareja que se casa, debe comprender


interiormente y no sólo de manera superficial que inicia un modelo de hogar que
no tiene por qué ser idéntico al que tuvo en la casa de sus padres. Por
supuesto que debe tomarse lo positivo de cada hogar, pero no hay nada que no
deba ser tratado por la pareja para formar así un hogar con sus propias
características. Está escrito en la Torá: "Al Ken Iaazob Ish Et Abiv Veet Imó
136

Vedabak Beishto Vehaiu Lebazar Ejad" (Bereshit 2). Significa: "Por eso el hombre
abandona a su padre y a su madre y se une a su mujer para formar un sólo
cuerpo". Deducimos de este versículo que para llegar a la verdadera unión que se
refleja en una misma visión de las situaciones de la vida, se deben "abandonar"
todas las formas y sistemas de vida anteriores al matrimonio. Organizará así con
su pareja un sistema nuevo de vida con el consentimiento mutuo, para dar
las bases sólidas de un hogar feliz.

¿Qué pasaría, por ejemplo, si en la casa del novio se acostumbrara a decir


"gracias" por cada plato que la madre sirve en la mesa? En la casa de la novia, en
cambio, piensan que este proceder es adecuado en un restaurante y no para la
familia. ¿Quién tiene razón? El novio observa el comportamiento en la casa de la
novia como una falta de educación. La novia piensa que la actitud de agradecer
continuamente es demasiado repetitiva. Seguramente que cada uno tiene algo de
razón. La solución será formar un hogar nuevo, ni como el de ella ni como el
de él, sino con decisiones propias tomadas únicamente por la propia pareja
basadas en lo que la Torá opina al respecto y bajo el asesoramiento de los
Rabanim. Es sabido que el primer Bet Hamikdash se destruyó, el segundo
también, y estamos esperando que se construya el tercero que será el último y
definitivo para siempre. En forma similar, cada integrante de la pareja debe
olvidarse del sistema de vida anterior recibido en esos dos hogares, para construir
una casa nueva, que como el Bet Hamikdash que esperamos, será eterna y llena
de felicidad.

2) Brindar al otro sin reclamar para uno nada. Si nos acostumbramos a crear
un estado de obligaciones para nosotros mismos, los derechos los adquiriremos
automáticamente. ¿Cómo es posible? Ninguna persona que se precie por ser
normal, está contenta con recibir del otro continuamente sin tener oportunidad de
retribuir el bien que recibe. Pero, si en lugar de actuar de esta forma, nos
dedicamos a exigir lo que creemos que nos corresponde, los reclamos serán
continuos y la tensión en el hogar será insostenible.

3) La motivación para el Shalom. Sin lugar a dudas, la motivación -en todos los
aspectos de la vida- es fundamental para el ser humano. Debemos recordar las
consecuencias frustantes de un divorcio para la misma pareja y para los
hijos. Debemos leer los términos contundentes de nuestros Jajamim sobre este
tema: "el altar derrama lágrimas cuando se produce una separación" (Sanhedrin
22). Encontraremos así la motivación necesaria para superar las pequeñas cosas
que arruinan la vida matrimonial. La motivación es una base fundamental para
todos los aspectos de la vida. Una persona temerosa que ni siquiera sale sola
de noche a la calle, estará dispuesta a caminar por algún terreno baldío a altas
horas de la madrugada si le aseguran que encontrará un cofre con un tesoro.
¿Qué sucedió con su miedo? Desapareció por la motivación de poder convertirse
en un millonario. En forma similar, quien valora la paz del hogar y el poder vivir
con felicidad junto a sus hijos y seres queridos, estará dispuesto a olvidarse de
cualquier aspecto negativo que se presente en la vida.
137

Tres consejos: predisposición a cambiar, brindar sin reclamar y valorar el


Shalom son la garantía del éxito para cualquier hogar.
138

Cuidado con las ofensas

Cuando algún integrante de la pareja ofende al otro, éste no sólo que debe
callarse y no contestar, sino que debe preocuparse por evitar cualquier rencor que
pueda quedarle por la ofensa recibida. Muchas veces no se reacciona en el
momento, pero se guarda el odio dentro del corazón. En la primera oportunidad
que exista, la persona reacciona sacando a relucir el problema anterior. No es éste
el camino de la Torá, sino que debe eliminarse de raíz cualquier odio, buscando
siempre la parte buena del otro o cualquier justificativo que exista tales como los
problemas económicos, tensión del trabajo, etc. Debemos saber que el que
guarda rencor en el corazón transgrede un precepto de la Torá. En situaciones
especiales, cuando uno se conoce a sí mismo, y sabe que si no responde en el
momento después reaccionará de peor forma, es preferible que con tranquilidad
conteste a la ofensa para no guardar odio en su corazón. Pero siempre debe
hacerlo en forma respetuosa haciendo entender su posición hasta que sus
palabras sean aceptadas.

Ribí Moshe Lib de Sasub preguntó a su maestro: "¿Cómo se cumple el precepto


de: ‘Querer al prójimo como a ti mismo’ con una persona que le hizo mal a uno?".
Su maestro le respondió: "Todo Israel es una sola alma. Razonemos un poco: Si
alguien accidentalmente se hizo una herida con su propia mano, ¿acaso se
golpeará o cortará la mano que lo dañó? ¡Sería un necio al agregar un dolor al ya
existente! Así es con respecto al prójimo. Nadie puede entonces odiarse a sí
mismo".
Estos conceptos toman más importancia aún con respecto a marido y mujer. El
Zohar escribe sobre ellos, que el hombre sin mujer es medio cuerpo, por lo que
debe perdonar a su esposa y no buscar nunca la venganza por cualquier actitud,
ya que sería como dañarse a sí mismo.

La experiencia demuestra que en las casas donde los insultos empezaron en la


vida de casados, es muy difícil cortar esa horrible costumbre. Lo que es peor aún
es que transmiten a sus hijos esas malas enseñanzas. Sobre esto escribe el
Sefer Pele Ioez: "Las maldiciones dañan al que las dice y al que las recibe; las que
son gratuitas, sin culpa alguna, regresan y retroceden sobre quien las dijo". Hasta
tal punto llega este desarreglo que en algunos casos se llega a insultar a los
propios hijos en el momento de nervios por la falta de control y dominio.

Se cuenta sobre Ribí Abraham Borneshtein Z"L que escuchó a un Iehudi que al
nombrar a un perverso decía: "Que se borre su nombre y recuerdo". Se dirigió a él
y le dijo: "¿No sabes acaso que el Shuljan Aruj decreta que un renegado que
murió sin dejar hijos, igualmente su esposa debe hacer Jalisá y ésta reemplaza al
Ibum que escribe la Torá: ‘Para que no se borre su nombre de Israel?’. ¿Tú eres
tan inteligente de decir: ‘Que se borre su nombre y recuerdo’?".
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¡Cuánto debemos cuidarnos de no sacar ofensas de nuestras bocas! Debemos


controlarnos para que se cumpla en nosotros el dicho del Talmud (Shabat 88):
"Los que son ofendidos y no ofenden, escuchan cómo son avergonzados y
no responden, cumplen con amor y se alegran con los sufrimientos, sobre
ellos está escrito: ‘Los que te aman, serán como el sol con todo su
esplendor".

Cada integrante de la pareja debe aportar lo suyo para construir un hogar eterno.
Para esto, el saber callarse en los momentos donde se recibe una ofensa y
actuar como si no la hubiese escuchado, es la clave para al final ser
valorado y respetado.

Una pelea continúa sólo cuando ambas partes participan de ella, pero si alguien
calla y no contesta con otra ofensa, la pelea se termina. Proceder de esa forma es
como tirar agua al fuego: así se apagará. De lo contrario, será como arrojar nafta:
el fuego será cada vez mayor.

En casos normales, al reconocer la paciencia y el saber callarse de la otra parte,


se la valora más que a sí mismo, ya que no posee ese autocontrol. Se da cuenta
de su camino equivocado y aunque quizás no tenga la fuerza necesaria para
reconocer la verdad en forma abierta -ya que lamentablemente vivimos en un
mundo de mentiras y falsedades- dentro de su corazón con un silencio que es
más claro que el mejor discurso, pregona su deseo de encontrar el Shalom y de
no volver a equivocarse.

Juzgar para el lado bueno cualquier situación que se presente es una de las
claves para encontrar el Shalom Bait. Pero para llegar a esto es necesario
trabajar sobre sí mismo para no reaccionar incluso en el caso de pérdidas
económicas o de cualquier otro tipo. La grandeza de la persona depende de si
busca el Shalom a pesar de tener ideas opuestas con su pareja. Es fácil vivir en
paz con quien tiene las mismas opiniones que uno; la prueba verdadera es
en los casos donde se opina en forma opuesta y a pesar de todo, se busca el
Shalom. Como Hashem hace la paz entre el fuego y el agua para que entre ellos
formen el Cielo, también la pareja debe buscar el Shalom a pesar de que tengan
distintas ideas.

El Talmud dice en Kidushin 34 que el marido es el que debe alegrar a su esposa.


De él depende en gran parte tener influencia para traer la paz y la Simjá a su
hogar. En una oportunidad, el dueño de una librería fue a lo del Jafez Jaim para
llevarle el dinero de unos libros que había vendido. Al hacer la cuenta y ver que
faltaba dinero, el vendedor le confesó al Rab: "Lo tuve que utilizar para los pedidos
que continuamente mi señora me reclama: ‘Más dinero, más dinero!’. No tuve otra
solución que dárselo". El Rab entendió lo que pasaba, le perdonó la deuda y lo
despidió con Shalom. En el momento en que el vendedor subía a su carreta,
observó que el Jafez Jaim venía corriendo a su encuentro con un paquete en sus
manos. Esperó a que llegara y escuchó cómo el Rab le decía: "Llévate este
140

paquete. Hay adornos y presentes para tu señora de la que te quejaste que


amarga tu vida. Obséquiale estos regalos y quizás tranquilizarás sus actitudes".

Aprendamos de este Maasé qué importante es el Shalom de la casa, ya que el


Jafez Jaim no sólo que le perdonó la deuda, sino que le compró obsequios a esa
mujer para tratar de encontrar el Shalom de un hogar.
141

El viernes a la tarde

Se debe tener en cuenta que el viernes es un día especial por la preparación para
el Shabat; especialmente en invierno, ya que el tiempo es corto y esto trae tensión
y nerviosismo para la mujer. Es por ello que el marido debe colaborar dentro de
sus posibilidades, ayudando a su esposa en los quehaceres del hogar. Si ella
levanta la voz, el hombre no debe darle trascendencia, puesto que es propio del
momento por todo el trabajo pendiente. Deberá, por el contrario, hablarle en tono
tranquilo y suave lo cual anulará su ira y enojo. Así dijeron nuestros Sabios: "Tres
cosas debe decir la persona dentro de su hogar los viernes a la tarde: ¿sacaron el
diezmo?, ¿hicieron el Erub?, enciendan el Ner". Agregó Rabá bar Rab Huná:
"Debe decirlo con tranquilidad, para que sus palabras sean aceptadas" (Shabat
34).

O sea que incluso en los temas relacionados con el cumplimiento de Mizvot,


la persona debe expresarse en su hogar en forma suave. Con más razón, ésa
debe ser su actitud en otro tipo de temas no tan trascendentes. Si el marido
observa que hay tensión en la víspera de Shabat, es bueno que haga algún
comentario gracioso, o con una sonrisa traiga alegría a la casa. Así logrará que su
esposa lo acompañe en lo que debe ser un ambiente cálido y de felicidad.

No debe pensar el hombre que no es de su honra limpiar o ayudar en la víspera


de Shabat, ya que la Guemará cuenta sobre grandes Sabios que preparaban el
pescado, las Nerot, etc. A pesar de que tenían sirvientes que lo podían hacer,
preferían realizarlo ellos mismos cumpliendo con lo que está dicho: "La Mizvá
tiene más valor cuando la hace uno propiamente, y no por medio de otra persona".

Se debe tener cuidado también, de no ponerse nervioso si los invitados


ensucian la casa. Se debe tener paciencia para poder recibir así el pago del
Shamaim. Se cuenta sobre aquel millonario que mantenía su casa con extrema
pulcritud y limpieza. En una oportunidad, lo visitó una persona menesterosa que,
con los zapatos llenos de barro, ensució el piso tan brillante. El millonario le gritó y
ordenó a sus sirvientes que lo sacaran de la casa. El pobre sólo pidió decir lo
siguiente: "Todos los días decimos en la Tefilá: ‘Bendito Di-s que tienes piedad de
la Tierra y de tus creaciones’, o sea que alabamos a Di-s con estas dos alabanzas,
y debemos copiar sus cualidades. He aquí, tú (le dijo el pobre al dueño de la casa)
copias de Di-s el tener piedad de la tierra -al ponerte nervioso porque ensucié el
piso-, pero debes tener piedad también de sus creaciones: ‘¡Dame una Sedaká!".
El rico entendió la señal y con una sonrisa lo ayudó con lo que necesitaba.

Debemos aprender a superar las dificultades que se presentan en cualquier


momento de la vida. En una oportunidad, una pareja observó con asombro cómo
de uno de los caños de la cocina comenzaba a salir agua. Primero eran pequeñas
gotas, pero cada vez más el agua se desparramaba por toda la cocina. Sin saber
cómo actuar, llamaron a un plomero vecino quien no se dejó llevar por el desastre
que veía y puso manos a la obra. Analicemos los sentimientos de todos: la pareja
142

se sumergió en el problema, la angustia fue terrible y perdió toda la tranquilidad. El


plomero no se inmutó. Supo cómo actuar y se concentró en la solución del
problema.

Este suceso nos puede haber sucedido a muchos de nosotros, pero tomemos de
él las enseñanzas debidas para todos los ámbitos de la vida. Quien frente a un
problema se enreda en el mismo y no tiene la claridad de buscar la solución,
hará que su situación empeore. Sus nervios le jugarán en contra. Quien por el
contrario, se amolda a lo que le sucede y poco a poco intenta encontrar la salida,
alcanzará la felicidad. No se olvida del problema, pero tampoco se desespera y
permanece atento para encontrar la solución.

"Alégrense, amados compañeros, como se alegró tu Creador en el Gan Eden". En


esta Berajá que se dice en el momento de la Jupá, nuestros Sabios nos enseñan
que cada pareja puede alcanzar la felicidad que tuvieron Adam y Javá antes del
pecado. Todo el mundo era de ellos, los ángeles los servían y se deleitaban en el
Gan Eden. ¿Por qué son pocos los que pueden alcanzar esta felicidad? Quizás
porque no sabemos que debemos esforzarnos para lograrlo. Creemos que
todo el bienestar viene servido "en bandeja" y no es así. Debemos superar las
dificultades lógicas que se presentan en cualquier hogar, mantener la calma y
superar con inteligencia el problema, sin ahogarnos ni desesperarnos.

Las pruebas que se presentan en la vida deben aumentar el amor y el


agradecimiento mutuo de la pareja. En muchos casos las dificultades provienen
por falta de cualidades o de entendimiento y valoración de uno hacia el otro. En
otros casos, factores externos provocan que "el caño" se rompa, pero debemos
recordar siempre que Hashem no prueba a la persona con algo que excede a sus
fuerzas. Siempre las puertas de la solución están abiertas. Debemos
mantener la calma y la tranquilidad, sabiendo que aquellos que siembran
con lágrimas cosecharán con alegría. De acuerdo al esfuerzo e inversión, más
serán los frutos.

La Guemará en Kidushin 41 comenta: "Se le prohibe al hombre casarse con una


mujer sin antes haberla visto, porque es probable que después de casarse la vea y
no le agrade y la llegue a despreciar o a odiar". La Torá nos ordenó: "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo". De aquí se aprende que la primera persona a quien se
refiere el versículo es a la esposa. ¡El hombre no cumple con esta Mizvá si no
ama, honra y respeta a su esposa como se merece!

Cuando una pareja se casa, se la bendice con las palabras: "Sean alegrados,
amigos amados...". ¿Cómo se fomenta el amor en el hogar? Nuestros Jajamim
nos enseñan: "El hombre debe ser humilde y modesto siempre, pero dentro de su
casa aún más. No debe pretender imponerse por la fuerza ni querer establecer un
gobierno de terror. Eso sólo provoca tragedias. Hay que tratar siempre de
satisfacer a la mujer y escuchar sus consejos y requerimientos" (Tana Debe Eliahu
Zutá 4).
143

Es sabido que la mujer es mucho más sensible que el hombre. Ella se siente
ofendida por cualquier actitud de falta de respeto o de atención por parte de su
marido. Por lo tanto, nuestros Jajamim advierten al hombre seriamente para que
no se olvide de su responsabilidad al casarse. Debe saber que su esposa lo
necesita y cuáles son las cosas que le disgustan. No puede distraerse de ello ni un
instante.

La Mizvá de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" empieza por la casa: con su


esposa e hijos. Quien actúa en forma contraria, quien se preocupa por quedar bien
con la gente y no con quienes conviven con él, está actuando en contra de la
voluntad de Hashem. El que sabe que su esposa es la primera persona de su vida
(antes que él mismo), cumple con el más esencial mandato Divino. Hashem
coronará su hogar con armonía y felicidad eternamente.
144

La comunicación

Sin lugar a dudas, la comunicación es la base fundamental para el éxito de un


matrimonio. Se trata de la característica que distingue al ser humano del resto de
las creaciones. En el momento de la creación de la persona, la Torá en Bereshit 2
comenta: "E insufló en sus narices el espíritu de vida y fue la persona un alma
viviente". Sobre estas dos últimas palabras, el Targum (arameo) las traduce
diciendo: "un espíritu que habla", resaltando así que si bien el valor de la
persona es por su poder de raciocinio e inteligencia, la manera en que
expresa esa virtud es por intermedio del habla. Todo lo que pasa por su
interior, todo su sentimiento, se conoce por lo que su boca dice. Por eso el ser
humano es conocido con el nombre de "Medaber", o sea "que habla", ya que esa
virtud lo define como persona.

Todo el progreso humano alcanzado a lo largo de los siglos, se consiguió gracias


a esta posibilidad de poder transmitir por intermedio de la comunicación los
resultados que se fueron alcanzando. Debemos comprender que si bien la
comunicación es la llave del éxito en la sociedad y en la familia, también es la
clave del fracaso en matrimonios, en la educación de los hijos o en el desarrollo de
algunas comunidades.

Hay quienes creen -por ejemplo- que la verdad debe ser dicha en todo momento y
circunstancia. No interesa -según esa versión- los resultados que ocasione ese
proceder. "¡Se lo digo en la cara! ¡Es la verdad!", es el argumento que utilizan
quienes no comprenden que la inteligencia del ser humano radica en saber
utilizar el poder de expresión que Hashem le otorgó. Se debe saber cómo
hablar y en qué momento decir esa verdad. Para la Torá, el significado de la
verdad está íntimamente relacionado con el del favor. Si la verdad cruda daña a
la persona, la Mizvá del Jesed determina que hay que privarse de decir algo
que en ese momento no será escuchado y que sólo dañará.

Cuando Hashem se presentó a Iaacob Abinu luego de que éste trabajara veinte
años para su suegro Laban, le ordenó que regresara a su tierra natal. Iaacob se
dirigió a sus esposas Lea y Rajel haciendo un resumen de lo que había sucedido
en ese tiempo. No les dijo: "¡Hablemos directo, de frente! ¡Vuestro padre es un
falso!". Tampoco les dijo: "¡Preparen todo, mañana nos vamos, después les
explico!". Cuando leemos los versículos nos damos cuenta de que Iaacob dejó en
las manos de Lea y Rajel la decisión de partir, a pesar de que había recibido la
orden de Hashem. De todas formas, el resultado fue el mismo: "¿Acaso aún
tenemos parte y heredad en la casa de nuestro padre?", fue la respuesta al
unísono de Lea y Rajel y concluyeron: "Todo lo que Hashem te diga haremos".
Sólo con una buena comunicación se podrá alcanzar la dicha de poseer un
hogar feliz.

Iaacob nos enseña cómo hablar. A pesar de que tenía toda la razón no presionó.
Habló con prudencia hasta llegar al punto central. Demostró que no buscaba
145

su interés personal, sino que estaba preocupado por Rajel y por Lea. Con
sabiduría, paciencia y claridad nos dejó el mensaje que nos enseña a hablar con
altura, respeto y moderación sin importar la circunstancia que se atraviese.

El rey Shelomo escribió en Kohelet 9: "Dibre Jajamim Benajat Nishmaim" (Las


palabras de los Sabios dichas con tranquilidad, son escuchadas). Nos enseña que
se pueden decir las mismas palabras, pero de acuerdo con el tono que se emplee
se encontrará el éxito si se utilizó un lenguaje suave y delicado; o el caos y la
pelea, si fue con prepotencia y gritos.

El Ramban escribe en su famosa carta donde aconseja a su hijo: "Acostúmbrate a


hablar con tranquilidad a toda persona y en todo momento. Con esto te salvarás
de la furia, que es una mala cualidad que hace pecar a la persona, y nunca
levantes tu voz...". El que se guía por este consejo maravilloso seguramente
que no se perjudicará, sino que recibirá un pago eterno de paz y bienestar.

Observemos la realidad de la vida. Un comerciante en su negocio, o un empleado


en su trabajo, o un maestro en su aula tiene más éxito al bajar el tono de voz y
actuar con educación, ya que al ser querido y respetado por los demás sus
palabras son escuchadas. Con más razón, éste es el proceder correcto en una
familia, donde hay tantos temas importantes como la unión de los corazones y la
educación de nuestros hijos. No existe peor daño que los gritos que destruyen
la paz del hogar y que no tienen justificación alguna. ¡Bienaventurada la pareja
que vive de esta forma y hace de su casa la morada de Di-s!

En algunos casos, es la mujer quien se queja a su marido por situaciones


especiales que le toca vivir. Quizás se trate especialmente de problemas
económicos o de peleas de los niños, hasta que ella descarga sus nervios con su
marido. ¿Cuál debe ser la respuesta del esposo?

Veamos el siguiente Maasé de un Rab de Ierushalaim que escuchó las quejas de


su mujer por la situación apremiante que vivían y le respondió: "Cuando tú vayas
al Olam Habá, te preguntarán a qué te dedicaste en este mundo y seguramente
que contestarás que fuiste la esposa de un Rab. Pero si te dicen -continuó el Rab-
que te engañaron y que tu marido no era lo que creías, seguramente contestarás
que escuchaste como la gente lo llamaba y tu argumento será aceptado. Pero yo
-siguió diciéndole el Rab- no tendré argumento para defenderme y mi salvación
sólo vendrá por tu intermedio". "¿Cómo es eso?", preguntó la señora. El marido
respondió: "Tú dirás: ‘¿Qué provecho tengo de mi esfuerzo si mi marido va al
infierno?’. ¡Con ese argumento salvarás mi alma!".

Aprendemos de este Maasé, cómo el Rab supo con inteligencia convencer a su


mujer y hacerle olvidar las dificultades de la vida. Lo hizo con gracia y dulzura, no
con gritos ni peleas. Le demostró el bienestar que le aguarda en el mundo
verdadero.
146

Sólo con una buena comunicación se podrá alcanzar la dicha de poseer un hogar
feliz.
147

Consejos para la mujer

Leamos atentamente los consejos a la mujer escritos en el libro "Meam Loes"


(Perashá Ki Tese):

1.- Debe la mujer tener sus ropas limpias sin ningún tipo de manchas para no ser
despreciada por su esposo. A pesar de ser pobre, sus ropas sencillas deben ser
bien lavadas para estar presentable frente a él.

2.- Sus palabras con su esposo deben ser con tranquilidad, gracia y en voz baja.
No debe enfurecerse, para que su marido no se enfurezca aún más y provocar la
pelea. Si tropieza en este punto, se acostumbrará a vivir así, lo que traerá angustia
y dolor. Los hijos al ver esas actitudes de sus padres, se acostumbrarán a vivir con
esos errores también. Por eso, la mujer debe comportarse con calma. A pesar de
que su marido grite, que trate de tranquilizarlo y no de enfurecerlo aún más, ya
que es normal que el hombre enseguida se calma. Por eso que actúe con
inteligencia para preservar el Shalom de su hogar.

3.- Si ve que su marido está con dificultades económicas, que limite sus pedidos,
tratando de reducirse a lo mínimo. Si hace lo contrario, él recordará esto en forma
constante y guardará rencor en su corazón. Que la mujer haga Tefilá a Hashem
en forma continua para el éxito de su esposo. Al ver éste el amor de su mujer y
su buen sentimiento, a pesar de que no pueda satisfacerla como ella merece, su
corazón se llenará de alegría y con esto cambiará el Mazal de la casa.

4.- Si la mujer ve que su marido pasa por algún problema de cualquier tipo, que lo
aliente con palabras de fe y consuelo, y con una sonrisa en su rostro que le saque
la tristeza de su corazón.

5.- No debe ser abandonada en el mantenimiento de su hogar, debe estar


siempre ordenado y limpio. De lo contrario, al regresar el hombre a su casa y ver
que está todo dado vuelta, codicia el hogar de su compañero en el que no sucede
esto, provocando de esta forma peleas y discusiones. Debe tener limpia y
planchada las ropas de su marido y de sus hijos, para que éstos no pasen
vergüenza delante de la gente.

6.- Debe considerar a su marido como si fuera un ministro importante, por


más que se trate de una persona común, provocando así un ambiente de amor y
compañerismo.

7.- Debe tratar de no hablar en vano o cosas fuera de lugar, para que su marido
no sienta rechazo hacia ella.
148

8.- No debe alabar a otro hombre delante de su marido, para no despertar en


él malos pensamientos. Tampoco debe hablarle sobre la belleza de alguna
mujer. Mientras más controle sus palabras, más gracia encontrará a los ojos de su
esposo.

9.- Debe estar siempre arreglada delante de él. No debe exagerar en los
momentos en que tiene algún dolor o molestia física. Debe insistir a su
esposo para que fije un tiempo de estudio de Torá.

10.- Debe ser piadosa con los integrantes de su hogar y con los pobres. No debe
investigar lo que sucede en otras casas, ni ser peleadora ni chismosa.

Lo que terminamos de transcribir no debe ser tomado como derechos del hombre
para ir a reclamar a su mujer. El que procede de esta forma se equivoca,
porque las obligaciones que escribimos son de la mujer hacia Hashem, para
formar su hogar en forma feliz. No son privilegios del hombre.

La Guemará comenta en Nedarím 66, sobre un Iehudi de Babel que fue a Israel y
allí se casó. Un día le pidió a su señora: "Cocíname dos lentejas". Su intención era
solicitarle una pequeña cantidad, pero ella con toda inocencia entendió que se
refería exactamente a dos lentejas y así lo hizo, lo que provocó el enojo de su
marido. Al otro día, le pidió: "Cocíname muchas lentejas", y ella tomó al pie de la
letra sus palabras, cocinando una cantidad exorbitante. El marido le dijo: "Tráeme
dos Bosiné", refiriéndose a dos sandías, pero ella interpretó que eran dos velas,
ya que ambas cosas tienen el mismo nombre en arameo. El marido se puso
furioso y le dijo: "Ve y rómpelas Beroshó Shel Babá". Se refería a la cabecera de
la puerta, que es el significado de la palabra Babá en arameo. La mujer, con toda
inocencia, entendió que debía romperlas en la cabeza de Babá Ben Butá, que era
el Sadik de esa generación que estaba sentado a la puerta del Bet Din. La mujer
fue y cumplió lo que ella creyó que era la orden de su marido. El Rab, después de
recibir el golpe, le preguntó por qué había hecho esto. Ella le respondió con
sencillez: "Mi marido me ordenó", a lo que el Rab le dijo: "Tú hiciste la voluntad de
tu marido, que Di-s te dé dos hijos como Babá Ben Butá" (como él mismo).

A pesar de que la actitud de la mujer fue grave al pegarle al Rab, como su


intención era la de hacer caso a la voluntad de su esposo, y su inocencia no le
permitió detenerse a pensar si era correcto lo que hacía o no, tuvo el mérito de
tener dos hijos Sadikim. Podemos deducir de este hecho, la gran recompensa que
aguarda a la mujer que hace la voluntad de su marido tratándose de actos
correctos y positivos. Seguramente que sus hijos serán bendecidos por Di-s.
149

El respeto mutuo

La Guemará en Berajot 28 comenta que, cuando se enfermó Ribí Eliezer, sus


alumnos fueron a visitarlo y le pidieron que les enseñara cuál es el camino de la
vida para adquirir el mundo venidero. Ribí Eliezer les contestó: "Cuiden el
respeto de vuestros compañeros". El Rab Iejeskel Levinstein Z"L, Mashguiaj de
la Ieshibá de Ponevich, preguntó: "¿Acaso los alumnos de Ribí Eliezer no sabían
este concepto? ¡El más pequeño de ellos podía revivir muertos y conocía todos los
detalles de la Torá! ¿Qué secreto hay detrás de este consejo?". El Rab Levinstein
respondió: "Sabía Ribí Eliezer cómo es la naturaleza del ser humano: sólo piensa
en sí mismo, más allá de la inteligencia que posea. Si no presta una atención
especial al respeto hacia el prójimo, terminará despreciándolo. Por eso su
advertencia".

Ahora podemos entender el Maasé que comenta el Ierushalmi Demai Perek 1:


"Ribí Pinjas Ben Iair iba con sus alumnos a estudiar a la Ieshibá y debían pasar
por un puente que cruzaba a un río. Como las aguas habían crecido e inundado el
puente, Ribí Pinjas le habló a la corriente de agua y le dijo: "¿Acaso quieres
privarnos de estudiar Torá?". En ese instante, las aguas volvieron a su cauce
normal. Los alumnos tenían miedo de cruzar el puente, porque temían que las
aguas volvieran a crecer. Ribí Pinjas les dijo: "aquel que sabe que nunca
despreció a su compañero que cruce. De lo contrario que no lo haga, ya que es
probable que se ahogue en las aguas".

La verdadera prueba del ser humano consiste en respetar al prójimo como


realmente corresponde. Se debe empezar por respetar a quienes se
encuentran en el propio hogar. No se debe actuar como aquellos que poseen
dos personalidades: desde el umbral hacia afuera tratan bien a todo el mundo,
pero en su casa siempre están furiosos y malhumorados.

Si cerramos los ojos y no observamos las virtudes del otro, nunca llegaremos a
dar la honra que la Torá reclama para todo Iehudi. Sólo si nos detenemos a
analizar y valorar las virtudes de quienes se encuentran a nuestro alrededor,
alcanzaremos el verdadero respeto hacia el prójimo. Será un respeto sincero, por
convencimiento y desde el fondo del corazón.

Hashem creó a la mujer con una naturaleza implícita en ella: necesita que su
marido la dirija y estar subyugada a él. Pero solo exige algo elemental: debe
ser realizado con honra y respeto. ¿Por qué cuando Hashem creó al hombre y a
la mujer no lo hizo en forma similar a las demás criaturas? El Rabad Z"L (Ribí
Abraham ben David, Sabio contemporáneo del Rambam) da su explicación al
respecto: los animales no están unidos de por vida uno al otro, la hembra no
acepta órdenes del macho y, por ende, no se dedica a atenderlo. Por eso, fueron
creados desde el principio en dos cuerpos independientes uno del otro. La
creación del ser humano fue distinta. La mujer fue creada de la costilla del
hombre, para que él la considere por siempre como parte de sí mismo.
150

Precisamente, su nombre "Ishá" significa "porque del ‘Ish’ (hombre) fue extraída"
(Bereshit 2).

Los Sabios comparan al novio en su primera semana de casamiento con un rey.


Podríamos preguntar: ¿por qué no comparan a la novia con la reina? Lo que
sucede es que si ella será o no una reina dependerá exclusivamente de su propio
comportamiento. Si lo trata como a un rey, su marido la honrará y la atenderá
como a una reina. Pero ella por sí misma no recibe ese título, ya que es un
miembro más del cuerpo de su esposo.

Así está escrito en el Midrash sobre aquella mujer correcta que aconsejó a su hija
en las puertas de su casamiento de la siguiente manera: "Párate delante de él
como lo harías delante de un rey y sírvelo. De esta manera, él será tu sirviente y te
honrará como a una gran mujer. Pero si te enalteces sobre él, serás despreciada y
te tratará como a una sirvienta". El hombre debe honrar y enaltecer a su
esposa, pero ella no debe buscar ese respeto por sus propios medios, sino
que lo obtendrá sólo con el buen trato y atención a su esposo.

El Maguid Midubna comenta la siguiente parábola: "Un millonario que había


quedado viudo, decidió casarse con una de sus sirvientas. Para que ella no se
sintiera con orgullo por su nueva situación, le dijo: ‘debes saber que hasta ahora
has sido una de mis sirvientas. A partir de este instante, asumes una enorme
responsabilidad. Las otras sirvientas sólo son responsables por los trabajos que
les tocan a cada una de ellas: la comida, la limpieza, etc. Pero tú eres responsable
de supervisar absolutamente todo. Cualquier error de alguna de ellas, será
responsabilidad tuya. Si preguntaras: ‘¿por qué debo asumir la culpa de los
errores que ellas cometan?’. La respuesta es que yo te enalteceré a ti delante de
todos, pero en el momento en que te sientas con orgullo y te creas dueña de todo,
cambiaré tu vanidad por el desprecio". Precisamente ése fue el consejo de esa
sabia madre a su hija: no creerse superior a su marido. De esa manera, siempre lo
tendrá a sus pies.

El Talmud Ierushalmi Sotá, capítulo 1, comenta el siguiente Maasé: Ribí Meir


acostumbraba a dar una disertación en su Bet Hakeneset los viernes por la noche.
En cierta oportunidad, el Rab prolongó su disertación y una mujer que había
concurrido a escucharlo regresó muy tarde a su casa cuando la vela de Shabat ya
se había apagado. El marido enfurecido la expulsó del hogar y le prohibió la
entrada al lugar hasta que no salivara a Ribí Meir en su cara. Cuando el Rab supo
lo sucedido, aparentó que su ojo le molestaba y pidió al público si había alguna
mujer que supiera curarlo. Las vecinas le dijeron a la pobre mujer: "¡Es tu
oportunidad!". Ella fue con mucho temor, y ante la pregunta del Rab sobre si sabía
curarlo, respondió con inocencia que no sabía hacerlo. Ribí Meir le dijo: "Entonces
saliva en mi ojo siete veces y con eso me curaré". Cuando terminó, le dijo el Rab:
"Ve y dile a tu esposo que hiciste lo que él te había pedido no sólo una vez, sino
siete veces". Los alumnos del Rab sorprendidos le preguntaron: "Ribí, ¿así se
desprecia la Torá?, ¡nosotros hubiésemos golpeado a ese perverso hasta que se
arreglara con su mujer!". El Rab contestó: "¿Acaso la honra de Meir es mayor que
151

la honra de Di-s?, ¡si el nombre sagrado del Creador se borra en las aguas para
traer la paz entre marido y mujer (en caso de la mujer Sotá), la honra de Meir no
será mayor!".

El Rab Eliahu Lapian Z"L explica que ni siquiera la honra de la Torá debe ser
tenida en cuenta si se trata del Shalom entre una pareja, como observamos en el
comportamiento de Ribí Meir. Si analizamos más profundamente, nos daremos
cuenta de que, cuando la Torá permite que el nombre de Di-s se borre en las
aguas, se trata de un caso en el que, si bien la mujer no llega a cometer
infidelidad, se reúne a solas con un hombre al que su marido le había prohibido
hacerlo. No se trata de una mujer correcta y temerosa de Di-s. Sin embargo, con
tal de que el Shalom reine en ese hogar, el Creador prefirió que Su nombre
se borrara en las aguas.

Imitemos nosotros el camino de Di-s, como está escrito en Debarim 28: "Te
encaminarás en Su senda". Dejemos de lado nuestra honra personal, sobre
todo cuando se trata de temas insignificantes que hacen peligrar la paz de
nuestro hogar. Sepamos perdonar para que Di-s nos perdone a nosotros.
152

Aprender a hablar

"La muerte y la vida en manos de la boca" (Mishlé 18) nos enseña el rey
Shelomo, ya que ella es la que determinará si el matrimonio es una unión digna de
vivir por ella o si la muerte es preferible a la vida de casados. En la mayoría de los
casos, no se piensa antes de hablar. Esto ocasiona dificultades, al quedar atada
la persona a lo que salió de su boca, ya que la palabra es como una flecha: es
nuestra mientras no la lancemos, después ya está fuera de nuestro alcance. Más
aún, nos convertimos en sus esclavos, puesto que muchas veces intentamos
defender posiciones que sabemos que no son correctas, pero lo hacemos sólo por
el hecho de que ya lo dijimos y nos cuesta reconocer nuestro error.

El Gaón de Vilna solía decir que todos los preceptos que se cumplen no
alcanzan en la mayoría de los casos a cubrir todos los pecados que se
cometen con la boca: hablar mal del prójimo, insultar, ofender, discutir, etc.
Esto no significa que no se pueda mantener una posición. Todo lo contrario, la
Torá no pretende que el ser humano sea un trapo que es llevado de un lugar
a otro. El problema consiste en cómo se mantiene esa posición, con altura y
dignidad respetando al otro o por el contrario, perdiendo los estribos y la calma.

La Mishná en Pirke Abot 1 nos dice: "No aumentes conversación con tu mujer, y
con más razón con la mujer del prójimo". La mujer debe cuidarse de hablar cosas
innecesarias tanto sea con vecinos o con personas que concurren a su casa por
distintos motivos propios del hogar. Debe tratar de disminuir su conversación al
mínimo posible. Por supuesto que también el hombre debe cuidarse en su trabajo
de no hablar con mujeres cuando no es imperioso por su profesión. En caso de no
ser necesario, deberá hablar sólo lo indispensable.

El Talmud en Erubín 53 cuenta que Ribí Iosé Hagalilí iba en el camino y se


encontró con Beruria, la esposa de Ribí Meir y le preguntó: "¿Por qué camino se
va a Lud?", recibiendo como respuesta de Beruria: "¡No dijeron los Jajamim ‘No
aumentes conversación con la mujer!’ ¡Deberías haber dicho: ‘¿Por cuál a Lud?".

Veamos a partir de este suceso cuánto hay que cuidarse de no hablar palabras de
más con la mujer, ya que Beruria consideró necesario corregir a Ribí Iosé Hagalilí
por dos palabras que dijo de más, a pesar de la grandeza y la pureza del Rab.

Corresponde recordar que la persona no debe alabar a su esposa delante de


sus amigos, ya que esto trae envidia y celos. Tampoco se debe menospreciar a
la esposa del compañero delante de él, ya que esto trae odio y separación con el
amigo y entre la propia pareja. Por el contrario, si escucha que su amigo se queja
del comportamiento de su mujer, debe buscar elementos que la justifiquen para
sacar así el odio de su esposo y encontrar el Shalom de ese hogar.
153

Preguntaron en una oportunidad: ¿por qué decimos entre las Berajot del
casamiento: "Que sean alegres como cuando el Creador los alegró en el Gan
Eden Mikedem"? ¿Acaso tanta felicidad había entre Adan y Javá? ¡Sí, esa es la
respuesta! Bendecimos a la nueva pareja diciéndole: Así como Adam Harishon
estaba contento con su mujer, y no tenía los ojos en otra, ya que Javá era la única
mujer del mundo, les deseamos al novio y a la novia que cada uno vea y
considere al otro como si fueran únicos en el mundo.

¿Cómo actúa una mujer cuyo marido le hace un obsequio en su aniversario


de casados? La mujer necia le contesta: "por lo menos te acordaste". Otra
esposa más inteligente le dice: "¡gracias!", "¡qué lindo!"; en cambio, la mujer sabia
llega al corazón de su esposo diciendo: "¿cómo sabías que era eso lo que
esperaba?". Así se une la pareja creciendo el amor entre ellos.

Muchas mujeres no saben recibir a sus maridos que regresan a la casa después
de un día agotador con problemas en el trabajo y con el tránsito atascado hasta
llegar al hogar. Apenas entran los hombres, escuchan todas las dificultades del
día: los chicos se pelearon, la mucama no vino, se tapó la pileta, se descompuso
el lavarropas, etc., y el pobre marido que pensó encontrar la tranquilidad al llegar a
su casa, lamenta no haberse quedado en su trabajo haciendo horas extras. ¡Qué
distinto sería si la mujer lo recibiera con una sonrisa, lo dejara descansar un
poco, le sirviera un plato de comida y después sí le planteara las situaciones que
le tocaron vivir! Seguro que encontrará una palabra de comprensión, de apoyo o
de solución al problema que existió.

Tampoco se debe intentar hablar con el otro cuando éste recién se levanta de
dormir. Es normal que el ser humano en ese momento no tenga la serenidad
necesaria para responder adecuadamente. En casos particulares, deberá tomar
un café para poder tranquilizarse antes de hablar.

Hay una diferencia básica entre el hombre y la mujer respecto a la necesidad de


hablar. Mientras que el hombre utiliza a la conversación como un medio para
unirse -por ejemplo a un compañero- para la mujer es necesario tener -en el
mismo caso- una amiga para poder hablar. O sea, el hombre habla para
conseguir lo que necesita, mientras que para la mujer hablar es el propio
objetivo. Es normal escuchar que la esposa le dice, por ejemplo, a su marido:
"¿Por qué no hablas conmigo?", el hombre responde: "¿Cómo dices que no
hablo?. ¿Acaso no te pregunté recién si llevaste al niño al dentista y dónde
estaban mis sandalias?". La mujer, desilusionada le responde: "Tú mismo has
dicho que no hablas conmigo, sólo lo haces cuando necesitas algo". Quizás Di-s
puso en la mujer esa inclinación a hablar, ya que es la que está en contacto con
sus hijos y para ellos es fundamental la conversación con su madre para poder
desarrollarse. Pero no es suficiente para ella mantener un diálogo con su esposo,
sino que necesita que él la escuche interesado, ya que para ella conversar
forma parte de su propio ser.
154

El Talmud comenta en Kidushim 49: "diez medidas de conversación cayeron al


mundo, nueve de ellas fueron llevadas por las mujeres". Con esta frase, los
Jajamim nos dan a conocer una característica natural de la mujer: su
necesidad de hablar. Resulta muy difícil para ella guardar cosas en su interior.
No nos referimos solamente a preocupaciones o a dificultades que se les
presenten en la vida, ya que ésa es una característica natural también del hombre,
como bien lo menciona el rey Shelomo en Mishle 12: "si existe preocupación en el
corazón del hombre, que la comente". Una de las explicaciones del Talmud (Iomá
75) es precisamente que al descargar el problema en otra persona, la presión
disminuye. En el caso de la mujer, ella necesita contar a su marido absolutamente
todo, sus experiencias del día, sus ilusiones y todo lo que si bien para el marido
puede ser intrascendente, para ella forma parte esencial de su vida.

El Jazón Ish explica que la Mishná de Pirke Abot 1 que dice: "No aumentes
conversación con tu mujer", se refiere a las situaciones que no son necesarias de
ser habladas por la pareja. Tampoco se refiere a las conversaciones que se
desarrollan en el primer año del matrimonio, ya que es fundamental en esa etapa
que la mujer comprenda que su marido la ama y está pendiente de ella. El Jazón
Ish comenta que como normalmente el hombre no logra ese objetivo en el primer
año, esa obligación le queda latente para toda la vida.

De acuerdo con el concepto de nuestros Sabios, todo el que espera recibir del otro
algo que le corresponde y éste no se lo brinda, es considerado no sólo como una
falta de un favor que se podía haber hecho, sino como un acto de robo. La
naturaleza de la mujer, por sobre todo en su primer año de matrimonio, es que
necesita palabras de acercamiento y cariño por parte de su esposo, para construir
así la base de la armonía del hogar. Por eso, no se aceptan los argumentos de
algunos hombres: "¡Soy así!". "¡Soy de poco hablar!", ya que no se trata de brindar
un placer o lujo determinado, sino de algo básico y elemental para ella, que no
puede suplantar por ninguna otra cosa, ni siquiera por otra conversación con su
madre, amiga o vecina. No seamos extremistas en deducir de esto, que se debe
hablar con la esposa en todo momento y situación, sino que lo lógico es
encontrar el equilibrio necesario existente en todas las obligaciones del
matrimonio.

La mujer que argumenta que su marido no habla con ella, debe analizar si no
será ella la culpable de lo que sucede. Quizás sus acotaciones o consejos
cuando su esposo comienza a hablar: "debes actuar de esta forma"; "¡yo hubiese
contestado así!", le quitan a él las motivaciones para entablar una conversación.
Quizás sus críticas, sus correcciones a la forma en que su marido se expresa, sus
gestos, su mala cara, su manera de ver todo negativamente, su actitud nerviosa o
el levantar la voz hacen que el esposo prefiera el silencio antes que escuchar los
gritos de su mujer.

Es muy importante también, no sólo intentar llevar una conversación coherente,


sino la manera en que ésta se desarrolla. Estar uno frente al otro y mirarse a los
155

ojos facilita el diálogo mutuo, no hacer otras cosas en el momento de la


conversación, escuchar con atención las palabras del otro para facilitarle así que
pueda expresar lo que tiene en su corazón, hablar en un tono mediano, ni
elevado que ocasione tensión, ni tan bajo que dificulte la concentración, decir
conceptos concretos y no cortados o por la mitad, son algunos de los consejos
que nuestros Jajamim nos dan para poder unir a la pareja cada vez más, por
medio de una adecuada comunicación.

Se debe fijar un tiempo diario inamovible de entre veinte a treinta minutos como
mínimo, preferentemente en el momento que los niños duermen. Incluso es
preferible no atender el teléfono para no interrumpir. Si es posible, acompañarlo
con algo para comer o beber a fin de crear un ambiente más cálido y poder
desarrollar así una conversación más amena sobre todo lo sucedido en el día.

Lamentablemente, se ha perdido la conciencia del daño que nuestras expresiones


pueden hacer. Seguramente que la influencia de los diarios y televisión, con
ejemplos continuos de ofensas y desprecio al prójimo, han hecho que no nos
demos cuenta y nos parezca normal expresarnos con frases que para la visión de
la Torá son prohibidas terminantemente.

Terminemos este comentario con el ejemplo de una mujer que nos enseña
cómo debemos hablar. El Talmud cuenta sobre Rajel, la hija de un millonario
llamado Kalba Sabua, que decidió casarse con el pastor de las ovejas de su
padre, llamado Akiba, a pesar de que tenía cuarenta años y aún no sabía nada de
Torá. Ella vio en él condiciones para aprender y llegar a ser un gran Sabio de
Israel. Su padre no pudo comprender el comportamiento de su hija que tenía
tantos pretendientes mucho mejor preparados y la desheredó. Luego del
casamiento y al llegar el momento en que Akiba debía aprender Torá, éste se
negó ya que le daba vergüenza a su edad compartir un aula con chicos de cinco o
seis años que aprendían el abecedario que él tampoco conocía. Rajel, con su
inteligencia, no lo atacó ni le recordó que ésa había sido la condición del
casamiento, sino que tomó un burro que tenía una hendidura en su cuerpo, la
llenó de tierra y puso una planta sobre él y le pidió a Akiba que lo llevara a recorrer
la ciudad para ver cuál era la reacción de la gente. Así lo hizo y todos se rieron del
espectáculo de ver a un burro con una planta sobre su cuerpo. Al otro día se
repitió la situación, sólo que la gente ya no se reía tanto; al tercer día ya todos se
habían acostumbrado a ver un burro en esas condiciones y ya era lo más normal.
Le dijo Rajel a su esposo: "el primer día se reirán de tu presencia en el aula con
los niños, pero luego se acostumbrarán y nadie se reirá. Se convenció Akiba y se
despidió para ir a estudiar. Al regresar después de 24 años, llegó Ribí Akiba con
24.000 alumnos e iluminó al mundo con su Torá. Todo el pueblo salió a su
encuentro y cuando Rajel quiso acercarse, los alumnos que no sabían que era su
esposa, se lo impidieron. Cuando Ribí Akiba se dio cuenta dijo: "¡Déjenla acercar!
¡Lo mío y lo de ustedes es gracias a ella!", refiriéndose no sólo al esfuerzo de
soportar tantos años de separación para que su marido pudiera estudiar Torá con
grandes Sabios, ni tampoco a que no le importó vivir con pobreza para alcanzar la
elevación espiritual de su esposo, sino por sobre todo a su sabiduría para hablar
156

en el momento en que él se avergonzaba de ir a estudiar con niños,


convenciéndolo con inteligencia y no con gritos ni ofensas por más razón que
tuviera.

Que el ejemplo de Rajel cunda en nosotros, que aprendamos a hablar con


tranquilidad, que dominemos nuestros nervios que nos hacen tropezar y
recordemos siempre que para ser respetados, debemos respetar a los demás.
157

Aprender a escuchar

El Talmud en Guitin 45 comenta que Rab Ilish en una oportunidad fue llevado
cautivo. A su lado se encontraba también cautiva una persona que conocía el
idioma de las aves. Se presentó un cuervo y ante el ruido que emitía con su boca,
Rab Ilish le preguntó a esa persona: "¿Qué es lo que dijo el cuervo?". El hombre le
contestó: "Dijo así: ‘Ilish escapa, Ilish escapa’". El Rab dijo que el cuervo era
mentiroso y no podía apoyarse en él para intentar escapar. Mientras tanto,
apareció una paloma y se repitió el mismo diálogo, sólo que el Rab en este caso
dijo: "El pueblo de Israel es comparado a la paloma, seguramente me sucederá un
milagro". Así ocurrió y en forma milagrosa, Rab Ilish pudo escapar de su
cautiverio.

El Meharsha pregunta: ¿Por qué Rab Ilish creyó que su compañero


-aparentemente un gentil- le decía la verdad cuando le tradujo el idioma de la
paloma? ¡Así como no creyó al cuervo, tampoco tenía que haber creído a esa
persona! Una respuesta posible de nuestros Jajamim es que en verdad Rab Ilish
también conocía el idioma de las aves. Cuando había escuchado y entendido lo
que el cuervo había dicho, no quiso hacerle caso porque "el cuervo es mentiroso y
no puedo apoyarme en él". Cuando escuchó a la paloma, no se conformó con
haber escuchado claramente a la paloma que le decía que se escapara, porque
temió estar escuchando lo que quería escuchar. Por eso le preguntó a su
compañero de cautiverio, que le corroboró que era cierto lo que había escuchado.
Sólo en ese momento decidió escapar.
De este Maasé, debemos aprender esta base fundamental que debe ser la guía
de cualquier matrimonio. Cada uno escucha lo que quiere escuchar, observa
sólo lo que le conviene, está sobornado por su propio interés y
pensamiento. Por lo tanto, en cualquier discusión que se presente su visión
es parcial y está apoyada en su egoísmo y conveniencia. Aprendamos a
analizar con objetividad y sinceridad cualquier situación que se presente. Si no se
comparten las ideas y se discute, es porque hay una posibilidad de error de
cualquiera de las dos partes. Si se tratara de algo que no entra en discusión no
estaríamos ni siquiera hablando. Entonces corresponde que cada uno se
pregunte: "¿No seré yo el que se equivoca? ¿No estaré sobornado por mi propia
conveniencia?".

Nuestros Jajamim nos enseñan que no existe la persona que siempre tenga razón
ni tampoco quien siempre se equivoque. Hay situaciones -por ejemplo- en las que
el marido se queja: "Mi señora me pide lo que no puedo darle, malgasta el dinero,
no atiende a las visitas como corresponde, pierde el tiempo con el teléfono o con
las vecinas, me acusa de cosas que no son reales, enfrenta a mis hijos conmigo,
etc., etc.".

Cuántos argumentos muchas veces -lamentablemente- se escuchan. ¿Cuál debe


ser el comportamiento en cualquiera de estos casos? La base de la inteligencia y
el principio del Shalom es saber escuchar: "¿Qué sucede que todos están en mi
158

contra?, ¿No seré yo el culpable de lo que pasa?". Ésa es la actitud adecuada,


incluso que se trate del marido más sabio del mundo. El propio rey David en el
Tehilim 92, nos enseña: "Cuando mis enemigos se levantan sobre mí, mis oídos
escuchan". O sea, que por más que sean mis enemigos, es imposible que entre
las acusaciones que me formulan no exista algo de verdad que debe ser
escuchado y analizado. Con más razón, en el caso de la esposa y de los hijos -el
propio cuerpo del hombre- ¿acaso es posible que toda la verdad se encuentre de
un sólo lado? ¿Acaso no corresponde escuchar con atención los argumentos?

Por supuesto, no alcanza con escuchar. Quien no quiere reconocer la verdad y


decir: "Es cierto, me equivoqué", no le servirá para nada escuchar. Quien crea
que reconocer la verdad es desvalorizarse frente al otro se confunde, porque
no existe mayor honra y respeto que la que se otorga al que reconoce sus
fallas. ¿Por qué cuesta tanto reconocer los errores? La respuesta es simple: es
mucho más sencillo mantener la posición equivocada, porque lo contrario nos
obliga a modificar actitudes y comportamientos y creemos que no tenemos la
fuerza para hacerlo.

Todos los días en la Tefilá decimos: "Que siempre sea la persona temerosa de Di-
s tanto en público como en privado y que reconozca la verdad", igualando así
estas dos virtudes fundamentales de nuestra vida.

Es normal equivocarse, pero lo peor que puede pasar es no saber reconocer


el error y persistir en una actitud necia de defender lo indefendible con tal de
no dar un paso atrás. Por eso es que recordamos en la Tefilá de la mañana esta
base fundamental para que nos oriente en todas las situaciones de la vida.

Tropezamos frecuentemente con peleas acompañadas de Lashon Hará, chismes,


mentiras, ofensas, insultos, odio, rencor y todas las malas cualidades sobre las
que nuestros Jajamim nos previenen. Es muy posible encontrar que el fuego que
alimenta esa discusión está encendido con una sola brasa muy sencilla: que
alguien no quiere reconocer la verdad.

Que el Todopoderoso nos haga reflexionar sobre este error tan grave que
destruye hogares y Kehilot, sólo por querer escuchar lo que nos conviene y por no
saber reconocer la verdad.
159

Ejemplos de la vida diaria

Muchas veces, pequeñas observaciones que el marido le hace a su esposa


derivan en grandes conflictos. Al final de la pelea, la pareja se pregunta: "¿Cómo
peleamos por algo tan intrascendente?". No toman conciencia de que si las
observaciones son dichas en forma de agresión, provocan una respuesta
más dura aún, con las consecuencias a las que nos referimos.

Veamos algunos ejemplos escritos en el libro "Una vida de felicidad" del Rab
Shemuel Dob Cohen Shelita sobre cómo no hay que corregir y cuál es la manera
adecuada de hacerlo:

1º) El marido le dice a su esposa: "En el último tiempo, nuestro pequeño Jaim se
está comportando de una forma terrible. Te dije muchas veces cómo debes
tratarlo. No cometas más locuras. ¿Qué podemos hacer? ¡Jaim es una copia de tu
familia!". La respuesta de su esposa no se hace esperar: "¡Seguro! Tú eres el que
todo lo sabe y yo la que siempre se equivoca! Yo me ocupo de los niños todo el
día y tú lo único que sabes es llegar tarde a casa y dar consejos "sabios" sobre
cómo actuar. ¿Te acuerdas lo que pasó ayer que te hice caso de cómo tratarlo?".
El final de esta discusión es imaginable por todos y no hace falta escribirlo.

¡Qué distinto habría sido si el marido hubiera hablado de otra forma! Por ejemplo:
"Debemos encontrar la forma de tratar a Jaim. Me gustaría que siguieras mi
consejo, sé muy bien que te ocupas de los niños durante todo el día, pero algo
debemos hacer para solucionar el problema". Sin duda, la respuesta de la mujer
será distinta: "Yo tampoco sé bien cómo actuar. Quizás podamos intentar de
acuerdo con tu consejo".

2º) Marido: "¿Por qué no ayudas a los vecinos? ¿No te das cuenta de que
necesitan que alguien les dé una mano? ¿No tienes un poco de sentimiento?
¡Evidentemente no eres capaz de mover un dedo por el prójimo!". La mujer le
responde: "¡Y tú! ¿Acaso eres un Sadik? ¡Cuando tienes un problema, nada te
importa, ni siquiera tus propios hijos!".

Qué distinto habría sido si el hombre le hubiese dicho: "Sé que tienes mucho
trabajo en casa, pero observa qué momento difícil pasan los vecinos. Si tú
pudieras hacer algo por ellos... Quizás yo pueda ayudarte en las tareas del hogar".
Con seguridad que su mujer le responderá: "No te preocupes, intentaré
ayudarlos".

3º) Marido: "¡Hay que tratarte con guantes de seda! Sólo te dije una palabra y
lloras como una bebita. ¡No se puede hablar ni corregirte nada!". La mujer le
responde: "¿Qué? ¿Sólo una palabra? ¡Todo el día estás criticando! Cuando
quiero decirte algo ni me dejas hablar!".
160

Qué distinto habría sido si el marido hubiera dicho: "Lo siento, no fue mi intención
herirte ni ofenderte. ¿Tienes alguna idea de cómo debía haberte dicho para que
no te ofendieras?".

4º) Un mediodía en el que el marido llega a su hogar después de una difícil


mañana: "¡Estuve corriendo todo el día por ti, para darte todo servido y no eres
capaz de tener el almuerzo preparado!". Esposa: "¿Por mí? Tú corres por ti y por
los niños, no lo haces por mí. ¿Qué crees que hice durante todo el día? ¿Crees
que miré la luna, no?".

Si el marido hubiese hablado de otra forma todo habría sido distinto: "¡Qué
lástima! Pensé que la comida estaría preparada y de esa forma me habrías
demostrado que valoras todo mi esfuerzo y que te preocupas por mí!". Con
seguridad habría recibido una respuesta de este tipo: "Lo siento, se me complicó
toda la mañana. En un segundo preparo todo y espero para mañana tenerte todo
preparado a tiempo".

5º) El marido escucha llorar al bebé mientras su esposa habla por teléfono:
"¡Claro! ¡Cuando hablas una hora por teléfono te olvidas que existe tu casa! ¿No
escuchas que el bebé hace cinco minutos que llora?". La mujer responde:
"¡Seguro! ¿Acaso sólo tengo que trabajar en casa? ¿No tengo derecho a hablar
un poco con mi mamá? Además, ¿tú no eres el padre del bebé? ¡ podías
levantarlo!".

Quizás lo adecuado habría sido decir: "Estoy terminando de preparar el trabajo


para mañana, ¿me ocupo del bebé o ya terminas de hablar?". La mujer le
responde: "¡Ay! ¡No me di cuenta! Soy un desastre, cuando me pongo a hablar por
teléfono me olvido de la hora. ¡Mamá! Te dejo porque tengo que ocuparme del
bebé! Chau....."

6º) Marido: "¡Esto es un desastre! ¡Todo desordenado! ¿Cuándo arreglarás la


casa?". Esposa: "Hay cosas que tú dejaste tiradas. No mueves un dedo y tienes el
coraje de decirme cómo hay que arreglar la casa. ¿Tú qué sabes? ¿Acaso alguna
vez dijiste una palabra buena cuando todo estaba ordenado?".

Veamos ahora la forma en que se puede corregir: Marido: "Al ver cómo está la
casa, me doy cuenta de que no has tenido un buen día. ¿No te sientes bien?
¿Quieres que te prepare algo para tomar?". Esposa: "No, no pasa nada. No pude
terminar la tarea, pero en unos minutos arreglo todo".

7º) Marido: "Siempre te quejas y pides dinero. ¡Te doy, te doy y te vuelvo a dar!
No hay dinero que te alcance. Me mato trabajando y tú derrochas el dinero no sé
en qué. ¡No es el fin del mundo si no compras todo lo que se te ocurre!". Esposa:
"No soporto tener un marido avaro. La plata que tienes en el banco no la tocas
para nada. ¿Para qué la guardas? Para lo que tú quieres, derrochas el dinero,
¡pero para mí y para tus hijos dices que no tienes!".
161

Cambiemos la versión de los acontecimientos: Marido: "Estoy preocupado por la


situación económica que debemos vivir. Pensemos juntos qué cosas se necesitan
indefectiblemente y cuáles se pueden postergar hasta que mejore la situación".
Esposa: "No te preocupes, me arreglo con lo que tengo, sólo gastaremos lo
estrictamente indispensable".

8º) Marido: "¡Todo cerrado! ¿No te ahogas en esta casa? Abre un poco la
ventana. ¿O acaso tienes frío como de costumbre?". Esposa: "¡Sí, tengo frío! ¿Y
qué? ¿No tengo derecho? Si tienes calor, en la calle hay aire fresco. ¿Por qué no
vas a dar una vuelta?".

Segunda versión: Marido: "No sé qué me pasa. Necesito un poco de aire puro.
¿No te molesta abrir la ventana?". Esposa: "Por favor, si tengo un poco de frío
igual puedo ponerme el sweater".

Los ejemplos podrían continuar, pero la base de todos los casos es saber
cómo hablar para evitar conflictos y conseguir lo que anhelamos: la felicidad
del hogar.
162

La verdadera felicidad

Muchos hogares se destruyen con el argumento de alguna de las partes que dice:
"No soy feliz. Los problemas económicos no me permiten vivir con alegría y
destruyen mi matrimonio". Intentemos analizar brevemente qué es la felicidad.

La humanidad entera corre en busca de la felicidad. Sin embargo, y a pesar de los


adelantos tecnológicos que constantemente mejoran la calidad de vida, el mundo
es cada vez más infeliz. Nuestras abuelas que no disponían de microondas o
lavarropas automáticos, por mencionar solo algunas de las comodidades
que hoy existen, eran mucho más felices que las amas de casa que disponen
de todo el progreso actual, además de tener quizás dos o tres mucamas que les
realizan las tareas del hogar y en algunos casos -lamentablemente- también
educan a sus hijos.

El Talmud en Sanhedrin 98 nos da la clave del tema, cuando comenta que Ribí
Iehoshua ben Levy se encontró con Eliahu Hanabi en la puerta de la cueva en
donde está sepultado Ribí Shimhon ben Iojai y le preguntó: "¿Cuándo vendrá el
Mashiaj?". Eliahu Hanabi le respondió que fuera él mismo a preguntarle a las
puertas de Roma en qué lugar lo encontraría. Lo podría identificar entre unos
pobres que soportan sufrimientos y tienen el cuerpo lleno de vendas con las que
cubren sus heridas. El Mashiaj se diferencia del resto en que cambia las vendas
de a una por vez, ya que en cualquier momento puede ser llamado por Di-s para
traer la Redención al mundo y en ese caso no desea demorarse ni siquiera un
instante de más. Ribí Iehoshua ben Levy lo encontró y le preguntó cuándo
vendría. El Mashiaj le contestó: "hoy", luego de haberlo saludado diciéndole:
"Shalom para ti, hijo de Levy". Cuando Ribí Iehoshua regresó a lo de Eliahu
Hanabi, éste le dijo que le había asegurado el Olam Habá para él y para su padre
por la manera en que lo había saludado. Para que Ribí Iehoshua ben Levy no
pensara que el Mashiaj lo había engañado al decirle que iría en ese día, Eliahu
Hanabi le explicó que el sentido de esa respuesta era lo que el rey David dijo en el
Tehilim 95: "Hoy, si Mi voz escucharán".

Más allá de intentar analizar este suceso que narra el Talmud, podríamos
preguntarnos: ¿por qué el Mashiaj no trae aún la Redención al mundo? ¿No
podría aguardar en un lugar geográfico más apropiado tal como el propio
Ierushalaim por ejemplo? El Maharal de Praga explica que "las puertas" reflejan el
final, el extremo de la ciudad. Roma, por su parte, es el símbolo del materialismo a
lo largo de todo el Talmud, es el centro del egoísmo y orgullo, es la que lleva la
bandera de la búsqueda de los placeres contrarios a lo espiritual. Allí, en el final
del materialismo se encuentra el Mashiaj. Cuando el mundo llegue al
extremo y comprenda que esas bases materiales lo llevan a su entera
destrucción, ahí vendrá el Mashiaj. No estamos lejos, basta observar lo que
hoy sucede en la vida.
163

¿Cómo hará el Mashiaj para traer la Redención? Lo podemos deducir de lo que


comenta el Talmud en esa misma sección al recordar el versículo de Zejaría 9:
"será (el Mashiaj) un pobre montado sobre un burro". ¿Por qué un pobre? ¿No
sería mejor que se presentara en un tanque de guerra moderno o en un avión
supersónico o quizás en una nave espacial? El significado es mucho más
profundo. El término "Aní" que normalmente significa "pobre", en este caso no
debe ser interpretado en forma literal, sino por la raíz "Anavá" de la que proviene,
que significa "humildad". El rasgo que por excelencia destacará al Mashiaj será
su sencillez y modestia. En forma similar el término "Jamor" (burro), proviene de
la raíz "Jomer" (materialismo), ya que el Mashiaj vendrá "montado sobre un burro",
o sea que estará por encima de lo material, porque tendrá un dominio
absoluto sobre las necesidades del cuerpo humano. El Mashiaj enseñará a la
clase humana a sobreponerse al materialismo, a que el cuerpo sirva al
espíritu por el propio beneficio de la persona. Como escribe el Rambam en la
carta de Musar a su hijo: "el mundo se compara a una persona que se encuentra
sentada al lado de un horno en un día de pleno invierno. Si se sienta sobre el
horno se quemará, si se aleja demasiado no tendrá provecho del calor. Sólo estar
a una distancia media le provocará la mejor satisfacción". Ese equilibrio
maravilloso es la base de los preceptos de la Torá. Quien se conduce con ellos
encontrará la felicidad en la vida, será dichoso en este mundo y disfrutará en el
venidero.

Una de las bases no sólo del matrimonio sino también de la vida es sentirse
satisfecho internamente consigo mismo. La pregunta clave es cómo alcanzar esa
categoría. Los placeres mundanos no otorgan el sentimiento al que nos referimos.
Por el contrario, son la fuente de un deseo mayor aún que nunca concluirá. El
Gaón de Vilna lo compara con una persona que decide saciar su sed bebiendo
agua salada. Por un instante, le parece que está satisfecho, pero inmediatamente
se dará cuenta de que está más sediento aún.

Si creemos que se trata de una novedad de nuestra época, veamos lo que escribió
el rey Shelomo al comienzo de su libro Kohelet en el que resumió su experiencia
de la vida: "¿Qué beneficio obtiene el hombre de toda su labor bajo el sol? Todas
las cosas agotan a la persona (y no las alcanza), no se satisface el ojo con ver y
no se llena el oído de escuchar. Yo, Kohelet, he sido rey sobre Israel en
Ierushalaim. Dediqué mi corazón a buscar y a averiguar por medio de la sabiduría
lo concerniente a todas las cosas que se hacen bajo el cielo... He visto todas las
obras que se hacen bajo el sol y he aquí que todo es vanidad y destroza el
espíritu" (Kohelet 1).

El rey Shelomo continúa a lo largo de doce capítulos analizando la vida humana


en todos sus aspectos: obtención de bienes materiales, placeres y deleites de la
vida. Su conclusión la adelantó al principio del libro: "Vanidad de vanidades, dijo
Kohelet, vanidad de vanidades, todo es vano". Lo único valedero en la vida es la
frase con la que concluye su libro: "Teme a Di-s y cumple Sus mandamientos,
porque en eso está el hombre íntegro" (Kohelet 12).
164

Por lo tanto, podemos observar que el mundo es el mismo desde siempre: "No
hay nada nuevo bajo el sol". Los errores de toda la historia se reiteran en nuestros
días, quizás en una forma más sofisticada o desarrollada, pero con la misma raíz
equivocada de siempre: creer que los placeres y lo material llenarán el deseo del
corazón. ¿Cómo alcanzar la satisfacción verdadera? El mismo rey Shelomo en
Mishlé 12 nos responde: "El hombre bueno obtiene el favor del Eterno". Existe un
deseo interno en toda persona de ser bondadosa. ¡Qué satisfacción recibe en su
corazón alguien que hizo un acto de ayuda al prójimo o luego de haber alegrado a
un necesitado! Brindar y dar al otro es la base de la vida y del matrimonio. Ser
bondadoso, abrir los tesoros que se encuentran en nuestros corazones.
Seremos así los primeros beneficiados al encontrar la verdadera satisfacción
de la vida.

Para tomar conciencia del valor de esta cualidad, recordemos el suceso que está
escrito en Shemuel 1-1: Un hombre llamado Elkaná iba todos los años con sus
dos esposas a Shiló (lugar donde estaba el Mishkan) para posternarse y ofrecer
sacrificios a Hashem. Repartía la carne de esos Korbanot entre su esposa Penina
y sus siete hijos y con su otra mujer estéril llamada Jana. Penina se burlaba de
Jana quien no podía tener hijos. Su intención era que su hermana se esforzara
en su Tefilá para que así Hashem la escuchara. Sin embargo, los años
transcurrieron y Jana ni siquiera podía probar la carne que su marido le ofrecía por
tanta amargura que tenía. Un año se produjo un cambio. Su marido quiso
consolarla: "¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes y por qué tu corazón está triste?
Yo soy mejor para ti que diez hijos".

En ese momento, Jana fue sola al Mishkan y comenzó a rezar delante de


Hashem. De su oración aprendieron los Sabios cómo debemos rezar todos los
días. Su oración fue escuchada por Hashem y tuvo un hijo que llamó Shemuel,
quien fue uno de los más grandes profetas del pueblo de Israel, equivalente a
Moshe y a Aharon. ¿Qué sucedió? ¿Por qué reaccionó en ese momento? Su
esposo le había dicho que él la quería como podían quererla diez hijos juntos. Ella
comprendió que tenía todo lo necesario para vivir y un marido que la amaba. Pero
había algo que no tenía: la posibilidad de brindar y dar a un hijo todo el
cariño que una madre posee. Derramó sus lágrimas delante de Hashem
porque comprendió que sin la posibilidad de dar todo lo que su corazón
podía, la vida no tenía sentido. El Talmud en Berajot 31 comenta su Tefilá:
"Señor del Mundo, todo lo que creaste en la mujer es necesario: los ojos para ver,
oídos para escuchar... ¿para qué me has dado senos en mi corazón? ¿Acaso no
son para amamantar a un hijo? Dame un hijo y lo amamantaré". Ese deseo fue la
clave para que Hashem le otorgara lo que tanto necesitaba.

La reflexión nuestra es que debemos corregir nuestra manera de actuar


mecánicamente. Sentimiento, corazón, amor verdadero, pensar en nuestra
pareja, son las claves para poner en práctica la fuerza interna que a veces
está adormecida en nuestro interior. Que Hashem nos ayude a poder
concretarlo.

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