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Y Serán Un Solo Cuerpo
Y Serán Un Solo Cuerpo
INDICE
2
PREFACIO.............................................................................................4
La valoración en el matrimonio .............................................................6
"Y serán un solo cuerpo " .....................................................................8
"La bendición de Eliahu Hanabi " .........................................................11
"Menos teoría y más práctica" ..............................................................14
"El verdadero cariño" ............................................................................16
"Mentir para preservar el Shalom" ........................................................19
"El llanto de la mujer" ............................................................................21
"Las pequeñeces de todos los días" ....................................................25
"La casa judía" ......................................................................................28
"Shalom... ¿con quién?" ......................................................................31
"Un poco de legumbre, pero con amor" ...............................................34
"El buen carácter" .................................................................................37
"El favor, la verdad y el Shalom" ..........................................................39
"¿Convivir o habitar en un mismo hogar?" ...........................................42
"Saber comprender a la mujer" ............................................................44
"La inteligencia de la mujer" .................................................................47
"El agradecimiento" ..............................................................................50
"Buscar lo bueno del otro" ....................................................................54
"El mérito de la Sedaká" .......................................................................57
"Control y dominio" ...............................................................................60
"No hacer sufrir al otro" .........................................................................65
"Aprendamos a conocernos" ................................................................68
"La sonrisa en el matrimonio" ..............................................................71
"Reforzar la fe" ......................................................................................74
"El estudio de Torá es la bendición del hogar" .....................................76
"La Tefilá, la Sedaká y las Berajot de los Sadikim" ..............................79
"La voz del dinero" ................................................................................84
"El valor de un minuto" .........................................................................87
"Nuestro secreto" ..................................................................................90
"La forma de corregir" ...........................................................................93
"Cómo responder a la crítica" ...............................................................95
"La bendición del Shabat" .....................................................................98
"Consejos para el hombre" ...................................................................100
"El sentimiento y el raciocinio" ..............................................................103
"Decisiones en conjunto" ......................................................................106
"La belleza de la mujer" ........................................................................109
"El complemento perfecto" ...................................................................111
"El sostén del marido" ...........................................................................115
"Cómo atravesar las situaciones difíciles" ............................................118
"La relación con los suegros" ...............................................................121
"La intromisión de los padres" ..............................................................123
"El ejemplo para los hijos" ....................................................................126
"La Tefila de Ribí Shimhon bar Iojai" ....................................................129
"Falta de coincidencia" .........................................................................132
"Tres consejos" .....................................................................................135
3
PREFACIO
4
Después de haber tenido la dicha que mis libros anteriores "La Torá y la
Actualidad" y "La Luz de la Vida" fueran recibidos por la Comunidad argentina e
hispanoparlante con tanta aceptación, tengo la inmensa alegría de presentar un
nuevo libro sobre uno de los temas más necesarios para asegurar la continuidad
de nuestro pueblo: el matrimonio según la óptica de la Torá.
Tengo la esperanza de que este humilde libro pueda servir como guía o como un
elemento de autoayuda en las situaciones normales que se presentan en todo
matrimonio. En muchos casos, parejas han cambiado su manera equivocada de
actuar luego de haber escuchado alguna disertación de un Rabino sobre el hogar
judío o de haber leído alguna bibliografía al respecto. El motivo de ese cambio es
simple: todo lo que se pueda escuchar o leer está basado en la fuente milenaria
de nuestra Sagrada Torá que condujo a nuestros Antepasados a lo largo de las
generaciones en lo que respecta a la relación con el prójimo y, por sobre todo, en
el propio matrimonio.
Esta pequeña obra no es la excepción. Todo lo que está escrito en ella no es sino
lo que nuestros Jajamim nos han enseñado en distintos textos mencionados en la
bibliografía detallada al final del libro. De ninguna manera se trata de expresiones
propias del autor.
En muchos casos y para hacer más amena la lectura, hemos acompañado los
comentarios con sucesos de la vida diaria o con parábolas ilustrativas. Intentamos
así que el lector sienta que le están hablando en primera persona y que su
problema no es algo fuera de lo común o que sólo a él le sucede, sino que está
contemplado claramente en la sabiduría de la Torá. Ella le dará la respuesta y la
solución justa a su conflicto.
Quiero agradecer a todos aquellos que hicieron posible la edición de esta obra. A
mis queridos padres, por haberme educado en el camino de nuestra Sagrada
Torá, que el Todopoderoso les otorgue una larga vida llena de dicha, salud y
tranquilidad. A los patrocinantes de este libro en un momento tan difícil desde el
punto de vista económico que nos toca vivir, mi reconocimiento por su generosa
colaboración para que podamos entre todos ver crecer cada vez más a nuestra
Institución: Bet Hakeneset "Or Toráh", Escuela Integral Rabino Elías Suli Z"L,
Jardín de Infantes Moré León Freue Z"L y Ieshibá "Or Toráh", destinatarios de los
beneficios económicos de la edición de este libro.
Al querido Kahal Kadosh de "Or Toráh" y a la Comisión Directiva del mismo, por el
aliento constante para poder desarrollar mi humilde tarea más allá de las lógicas
dificultades que se presentan. Mi especial agradecimiento a mis secretarios, Srta.
Keila Nevaj y Sr. Fabio Leinado por su continua preocupación no sólo para que
este libro llegue a vuestras manos en las mejores condiciones, sino también por
alivianar mi tarea en todo lo que les es posible. Mi reconocimiento también a la
Profesora Beatriz Acrich de Cohen, quien nuevamente y como en mis libros
anteriores, ha brindado desinteresadamente su tiempo y dedicación para la
corrección de los textos. Una mención especial al Sr. Gabriel Hambra y a su
esposa Yudith por la colaboración para el diseño y dibujo de la tapa. Mis palabras
de aprecio y estima para el Sr. Jaime Cohen Kichik quien, como en las anteriores
oportunidades, fue el encargado de la confección de la tapa y la diagramación del
libro.
Elevo mis ojos al Cielo y agradezco a Di-s con todo mi corazón, por haber tenido
el mérito de poder dedicar mi vida a estudiar y transmitir la Torá Sagrada. Que
seamos nosotros y nuestros descendientes, y los descendientes de nuestros
descendientes, todo conocedores de Tu Nombre y estudiosos de Tu Torá en
Nombre Divino. Bendito seas que enseñas Torá a Tu pueblo Israel.
Rafael Freue
La valoración en el matrimonio
6
El éxito de cualquier empresa depende del valor que le demos. Gran parte de
los problemas que hoy viven muchos matrimonios comenzaron por no saber
valorar la empresa que ambos -marido y mujer- constituyen. ¿Cuáles son las
causas de esa falta de valoración? Quizás una de ellas sea la influencia de ideas
extrañas a nuestra fe, que consideran al matrimonio como si fuera una situación
de la que -en lo posible- es mejor alejarse. Según esta teoría, quien no se casa no
peca y, por lo tanto, se lo considera como si fuera una persona "sagrada". Este
concepto contribuyó a que muchas personas observaran al casamiento como algo
negativo. Los medios de comunicación que en muchos casos exageran noticias
sobre matrimonios en conflicto, contribuyen también a crear una visión errada
sobre una de las bases del pueblo judío: el matrimonio.
Hoy más que nunca debemos recomponer la verdadera familia judía -base de
nuestro pueblo- sustentada en los principios que Hashem nos otorgó. Sólo con
ellos encontraremos la felicidad con la presencia Divina en nuestro hogar. El
matrimonio basado en los lineamientos de la Torá, es el que las estadísticas
certifican como el más exitoso y el que registra un número ínfimo de
divorcios. ¿Cuál es la clave? La valoración y el respeto mutuo. Cuando llega la
noche de Shabat, el marido canta el "Eshet Jail" a su esposa, en donde a lo largo
de veintidós versículos el rey Shelomo pondera y alaba a la mujer judía. Gracias a
esta valoración del hombre hacia su mujer, la familia se mantiene y se consolida.
Para el judaísmo, el matrimonio no sólo que es un hecho positivo, sino que es
considerado como la base de quien se considere digno de ser llamado persona.
"Toda persona que no se casa, vive sin bienestar, sin bendición, sin alegría, sin
paz, sin Torá y no se llama persona", concluye en forma clara y terminante el
Talmud en Iebamot 63.
En el día de Iom Kipur, la fecha más sagrada del calendario judío, el Cohen Gadol
cumplía una misión fundamental en el servicio que se realizaba en el Bet
Hamikdash. La primera condición que se le requería para poder hacerlo, era que
debía ser casado. Hasta hoy, y como un recuerdo de este principio, el Jazan que
oficia en los días de Rosh Hashana y Iom Kipur debe ser casado, como lo
determina el Shulján Aruj en el Simán 581 - 1.
Los ejemplos de la importancia del matrimonio para la Torá podrían seguir, pero
con lo expresado es suficiente para que valoremos el hogar que constituimos y
tomemos de la Torá la guía para saber cómo conducirnos en él. Así
alcanzaremos la felicidad y la alegría que tanto anhelamos.
Uno de los temas más importantes para la vida del Iehudi es la conducta con la
que debe comportarse en su matrimonio. La Torá reglamenta y determina
cuáles son las actitudes a tomar en todas las situaciones que puedan
presentarse. Paradójicamente, muchas personas se consideran expertas y creen
innecesario recibir orientaciones o consejos para obtener así una vida de felicidad.
Quizás la influencia de novelas románticas o de películas cinematográficas les han
hecho creer que saben absolutamente todo lo que su pareja siente en su corazón.
Las discusiones y los problemas que la vida depara, les hace comprender -a
veces en forma tardía- el error en que incurrieron.
No debemos olvidar que gran parte de los preceptos que la Torá determina están
basados en la relación con el compañero. La pareja de la persona no sólo que
está incluida en este grupo, sino que es el primer ser al que debemos
aprender a tratar.
Talmid Jajam como lo era Ribí Jananiá Ben Teradion". Para corroborar esta idea,
el Talmud relata que en una oportunidad se le mezcló a Ribí Jananiá dinero propio
con dinero de Sedaká y para evitar cualquier duda, dejó todo el dinero para
Sedaká. Tenemos así una prueba fehaciente de cómo Ribí Jananiá se había
dedicado a hacer Sedaká y Guemilut Jasadim. La respuesta del Talmud es que si
bien había hecho Guemilut Jasadim, no lo había hecho de acuerdo con lo que
correspondía a una persona de su nivel. A pesar de toda la Torá que había
estudiado y enseñado, hubo una acusación celestial en contra de Ribí Jananiá ben
Teradion por no haberse dedicado a hacer Guemilut Jasadim en el nivel que le
correspondía.
Debemos tener presente que el Guemilut Jasadim empieza por casa y por
sobre todo en la relación con la pareja. Es cierto, se puede ayudar a
necesitados, visitar enfermos, consolar deudos y alegrar a novias entre tantos
otros ejemplos de Guemilut Jasadim. Pero en el Shamaim analizan de manera
especial cuál es el comportamiento de cada persona en su hogar, con
quienes se encuentran a su alrededor. En base a esas actitudes, se juzga y
califica en el Shamaim a cada persona.
Para aclarar los conceptos aún más, podemos recordar aquellas palabras vertidas
por el Rab Jaim Fridlender Z"L: "la obligación de hacer favores con el compañero
es una Mizvá muy importante. En caso de que alguien no la realice como
corresponde, si bien será acusado en el Shamaim por su error, no dañará en
forma directa a su compañero, ya que seguramente otra persona llenará el vacío
que él dejó. Pero con respecto al favor que debe existir entre marido y mujer, la
situación es distinta. Lo que ellos no hagan nadie lo hará. Por eso, la misión de
hacer favores en el hogar es mucho más importante que la de hacerlos con
cualquier otra persona".
Quizás el error consista -como comenta el Rab Iehuda Grinvald Shelita en su libro
"Ladaat Baarez Darkeja"- en considerar al hogar como el lugar de la tranquilidad y
el sosiego. El hombre piensa que luego de un agotador día de trabajo llegó el
momento de descansar. Al ingresar a su casa se encuentra con que su mujer le
comenta las dificultades del día, los niños reclaman su atención y el pobre marido
se encuentra destruido. "¡Para esto llegué a casa! ¡No puedo descansar ni
siquiera un minuto!". Es la reacción lógica de aquel que piensa sólo en sí
mismo. Por supuesto que la mujer debe tener la suficiente inteligencia para
dejarlo descansar cuando ingresa al hogar y no incomodarlo inmediatamente
narrándole las dificultades diarias que debió afrontar. Pero el hombre por su parte
debe saber que su preocupación debe estar en brindar siempre bienestar a
quienes lo rodean y no en reclamar beneficios propios.
La oración principal que decimos tres veces al día, concluye recordando que
Hashem bendice a Israel con el Shalom. Cuando los Cohanim bendicen al pueblo,
lo hacen como intermediarios entre el Creador y el pueblo de Israel. ¿En qué
consiste esa bendición? La Torá en Bamidbar 6 lo detalla: "Que te bendiga el
Eterno y te cuide. Que ilumine el Eterno Su Rostro hacia ti y te agracie. Que eleve
el Eterno Su Rostro hacia ti y que deposite sobre ti el Shalom". Nuevamente, el
Shalom es el broche final de la bendición de los Cohanim.
así su compañero recibiera el doble. Cuando el rey vio esta actitud les dijo que no
diferenciaría entre ellos, sino que a todos les daría por igual lo mejor. He aquí que
el Shalom es la fuente de la Berajá. Pero había dos sirvientes que se odiaban y
envidiaban mutuamente. Ninguno de ellos le pedía nada al rey, para evitar así que
al otro le dieran el doble de lo que él solicitara. El rey observaba el silencio de
ambos, hasta que uno de ellos tomó la palabra: "Mi pedido es..... que me saquen
un ojo, ya que de este modo a mi compañero le sacarán los dos". El rey, al
analizar el odio que existía entre ambos les dijo: "Les sacarán los ojos a ambos,
ya que no son dignos de recibir mi bien".
El valor del Shalom es en los momentos en que las ideas son distintas y no
se comparten los mismos criterios. Los que valoran su importancia prefieren
conceder y no transgredir la bendición del Shalom. "Busca el Shalom y
persíguelo", nos enseña el rey David en el Tehilim 34, puesto que realmente es
sencillo no discutir ni pelear cuando las ideas se comparten. "Osé Shalom
Bimromav" (Iob 25), o sea, "quien hace el Shalom en los Cielos", porque nuestros
Sabios nos enseñan que en los Cielos un ángel de fuego se encuentra frente a un
ángel de agua y sin embargo no se dañan, ya que ambos fueron creados por el
Todopoderoso con un solo deseo: servir a Quien creó el agua y el fuego.
Cuando Eliahu Hanabi se dirigió al joven que deseaba estudiar Torá, escuchó que
éste prometía que en caso de desarrollar sus conocimientos, se dedicaría a
enseñar Torá a toda persona que quisiera aprender sin importarle si se trataba de
un niño o de un anciano. Eliahu Hanabi le entregó un papel en el que estaban
escritas las letras del abecedario hebreo y le recordó que no olvidara su promesa.
El joven que deseaba casarse con una mujer virtuosa le expresó al anciano que
cuidaría como base fundamental de su hogar el Shalom que reinaría en él. Eliahu
Hanabi le indicó una puerta de la ciudad en donde encontraría a su pareja y así el
anciano desapareció de la vista de los jóvenes.
13
El anciano se dirigió con los dos huérfanos del joven que había estudiado Torá
para solicitarle que le enseñara a los niños, porque éstos no tenían con quien
hacerlo. La respuesta del joven fue que no tenía tiempo para perder con los niños,
debido a que estaba estudiando temas muy profundos que requerían toda su
concentración. Al recordarle el anciano que tiempo atrás le había dado un papel
con las letras del abecedario, el joven se lo devolvió y se retiró del lugar. Al poco
tiempo, una enfermedad imprevista hizo que el sabio joven olvidara todo el
estudio que había adquirido.
El anciano se dirigió entonces con los dos niños a la casa del joven que deseaba
casarse con una mujer virtuosa. Se encontró precisamente con la esposa que los
atendió amablemente, les sirvió de comer y les comentó que su esposo era pastor
de ovejas y un excelente marido. Cuando el joven regresó a su hogar y se
encontró con los invitados, bendijo a su esposa por haberlos atendido y por tener
la cualidad de Abraham Abinu de recibir huéspedes. A pesar de que no había
quedado comida para él, el joven no se enojó ni perdió la calma. Por el contrario,
le ofreció dormir en ese lugar al anciano y a los niños, pero Eliahu Hanabi le
respondió: "Hace un año te encontré en el camino con los otros jóvenes.
Ellos no cumplieron lo que prometieron; en cambio, tú mantuviste tu
promesa de respetar el Shalom de tu hogar y la Divinidad posa en él. Te
hago entrega de la moneda y del papel que les había entregado a ellos.
Desde hoy en adelante dejarás de ser pastor de ovejas para convertirte en el
Rab de tu comunidad y además serás millonario y honrado por todos. El
Shalom Bait es la base de la riqueza y de la felicidad".
Que se cumpla en nosotros la frase con la que finalizamos la oración de todos los
días: "Quien hace el Shalom en los Cielos, Él hará paz sobre nosotros y
sobre todo Su pueblo Israel y dirán Amén".
El rey Shelomo en Mishlé 15 nos enseña: "Un oído que escucha reproches en la
vida, sólo en los
a, como si se tratara de un tema en el que él no estaba involucrado. Mientras
tanto, el Rab del lugar al escuchar la disertación lloraba desconsoladamente.
Cuando finalizó la conferencia, el marido en cuestión se acercó al Rab para
felicitarlo por sus palabras y le dijo que compartía plenamente lo que había
expresado. ¡Ni se dio por enterado de que el mensaje era para él! El Rab del lugar
que se había puesto a llorar le agradeció al Rab porque las palabras vertidas lo
habían hecho reflexionar. Recordó que le había pedido a su señora que le
corrigiera unos apuntes que había escrito. "¿Acaso no le alcanza con todo el
trabajo del hogar?", reflexionó arrepentido el Rab. "¡Gracias por abrir mis ojos!", le
dijo al disertante. ¡Pensó que el mensaje era para él!
El Talmud dice, en Shabat 127, que hay seis cosas por las que se recibe parte de
pago en este mundo, quedando el capital íntegro para el mundo venidero: recibir
huéspedes, visitar enfermos, concentrarse en la Tefilá, madrugar para ir al Bet
Hamidrash, educar a los hijos con Torá y juzgar al prójimo para el lado bueno.
Cada hogar judío debe estar basado en el ejemplo de Abraham Abinu que abría
las puertas de su hogar no sólo para atender y dar de comer a los necesitados,
sino por sobre todo para infundir la fe en el Todopoderoso y acercar al huésped al
cumplimiento de la Torá y Mizvot. De esta manera, la casa judía se transforma en
un pequeño santuario que irradia Emuná, recibiendo con alegría y satisfacción a
quienes la visitan y alentando a quienes viven situaciones difíciles.
preguntarle: "¿Qué mérito ha tenido usted para tener larga vida?". Contestó el
anciano: "El mérito es de mi señora y ahora entenderás por qué".
En ese instante, apareció la señora del anciano y éste le pidió que sirviera una
porción de sandía para el invitado. La señora regresó con una sandía enorme y el
anciano le dijo: "Nuestro invitado merece una sandía de mejor calidad; por favor,
cámbiala por otra". La señora regresó al instante con otra sandía y se repitió la
situación anterior, hasta que en la tercera oportunidad trajo una de la calidad que
la honra del huésped merecía. Después de comer, le preguntó el anciano al
comerciante: "¿Cuántas sandías crees que hay en nuestra cocina?". El
comerciante contestó: "Por lo menos tres". "Te equivocas", le dijo el anciano, "sólo
tenemos una, pero quise mostrarte nuestra alegría por recibirte en nuestro hogar.
Mi señora siempre trajo la misma sandía. Ahora entiendes el mérito de mi mujer,
ya que otra hubiese dicho: ‘No tengo otra sandía’, avergonzándome a mí y a ti,
pero mi señora inteligente supo cómo comportarse correctamente por tu honor y
por el mío".
El verdadero cariño
16
Los motivos que llevan a formar un matrimonio son distintos según se trate de una
pareja observante de los preceptos o de quienes se encuentran alejados de los
mismos. En este último caso, luego de un encuentro circunstancial se inicia una
relación basada en una atracción física y en un sentimiento de amor mutuo. Se
llega a la conclusión de que son tal para cual. Cualquier diferencia que pudiera
existir, será cubierta por el cariño mutuo que se dispensan.
Por varios motivos deciden casarse. En primer lugar, para ayudarse uno al otro,
serán felices, formarán una familia, estarán acompañados en la vida y por sobre
todo, se quieren tanto que no hay motivo para no contraer enlace. Si analizamos
más profundamente, nos daremos cuenta que todos estos puntos giran sobre una
misma base: el camino al matrimonio es la mejor garantía para obtener los
mayores beneficios desde varios puntos de vista.
Cuando la Torá relata que Izjak Abinu contrae matrimonio con Ribka Imenu, el
versículo de Bereshit 24 dice: "Y la trajo Izjak (a Ribka) a la carpa de Sara, su
madre, fue para él su mujer y la amó". O sea que el verdadero amor que une a la
pareja es posterior al matrimonio. Cuando cada uno de sus integrantes observa
la preocupación y el esfuerzo del otro para complacerlo, los lazos del cariño
basados en los principios que la misma Torá establece, unen a la pareja por toda
la vida. Ese amor se multiplica con el correr de los días, a diferencia de lo que
sucede en otros hogares en donde cada vez se debilita más luego del fervor
existente en el noviazgo.
que a su propio cuerpo y que la ame como a su cuerpo" (Halajot Ishut 15). Sólo
que éste amor está fundamentado en la valoración mutua que existe entre la
pareja. No es un amor condicionado por un motivo, ya que en ese caso cuando el
mismo desaparezca, el cariño se esfumará como si nunca hubiera existido. No
depende de instintos, deseos o placer, sino que se fundamenta en una visión no
egoísta que permitirá una elevación espiritual constante para alcanzar la
verdadera felicidad. El verdadero amor está basado en saber tolerar y
brindarse por el otro. Ese amor no está sustentado en la búsqueda de
derechos o beneficios personales.
Una de las diferencias básicas entre el ser humano y el animal consiste en que
éstos se preocupan sólo por sí mismos. Nunca veremos a un perro o a un caballo
que se moleste en llevar comida a otros animales de su misma especie. Por el
contrario, cada uno peleará con el otro por la misma porción. El ser humano,
creado a imagen y semejanza Divina, debe entender y sentir la necesidad del
prójimo y esforzarse por ayudarlo.
Si cada uno de los integrantes de la pareja tuviera ese sentimiento de unión hacia
el otro y no hacia sí mismo, sería fácil de hallar la felicidad que la Torá reclama
para el hogar judío. Si brindamos todo nuestro corazón a nuestra pareja, seremos
correspondidos por el mismo sentimiento, compartiendo un hogar lleno de alegría
y felicidad.
En la Perasha Lej Leja está escrito: "Y fue cuando se acercó (Abraham) para ir a
Egipto, le dijo a Sara, su mujer: "He aquí que sé que eres una mujer de hermosa
apariencia" (Bereshit 12). Rashi comenta en nombre del Midrash que, debido al
recato que ambos tenían, Abraham no se había dado cuenta hasta ese momento
de la belleza de su esposa a pesar de todos los años que habían convivido. Al ver
durante el camino el rostro de su mujer reflejado en un arroyo de agua, tomó
conciencia de su hermosura. Evidentemente, estos conceptos muestran el grado
de espiritualidad alcanzado por ambos, siendo prácticamente ángeles más que
seres humanos.
Sin embargo, cuando los tres ángeles en forma de personas visitaron a Abraham
Abinu, le preguntaron: "¿Dónde está Sara, tu mujer?". El Talmud en Babá Mesiá
87 explica que los ángeles sabían dónde estaba, pero querían hacerle saber a
Abraham que su esposa era recatada, para que así la quisiera y valorara aún más.
A pesar de que -como explicamos- el nivel de ambos era espiritual completamente
y que se trataba de ancianos (100 y 90 años respectivamente), los ángeles se
preocuparon porque el Shalom entre ellos se reforzara. Podemos deducir
entonces la importancia del Shalom en un hogar, cualquiera sean las
características del mismo.
El Talmud en Iebamot 65 nos enseña que está permitido mentir para preservar
el Shalom. Lo deduce del suceso en donde Hashem le dijo a Abraham Abinu que
Sara se había sorprendido al escuchar que tendría un hijo y había dicho: "Yo soy
anciana". En realidad, la expresión de Sara Imenu había sido: "Y mi marido es
anciano", pero Hashem cambió las palabras para mantener el Shalom. ¿Por qué
Abraham se iba a ofender con su mujer por su frase: "Y mi marido es anciano"?
¡Era la realidad! El propio Abraham había dicho sobre sí mismo: "¿Una persona de
cien años puede ser padre?". De todas formas, Hashem evitó -al cambiar la
expresión de Sara- la más mínima posibilidad de enojo o distanciamiento entre la
pareja, a pesar de lo ancianos que eran y de la condición espiritual especial que
ambos poseían.
El Talmud en Iebamot 63 comenta que Rab tenía una mujer que lo hacía sufrir y le
cocinaba lo contrario de lo que él deseaba en ese momento. Cuando su hijo
llamado Ribí Jiá creció, le mentía a su madre diciéndole lo contrario de lo que su
padre deseaba realmente, para que así comiera lo que sí esperaba. Cuando Rab
se dio cuenta de la picardía de su hijo lo corrigió y le dijo: "tú no actúes así, ya que
estás mintiendo y el Profeta Irmeiá reprocha a Israel por acostumbrarse a mentir".
Nuestros Sabios preguntan: "¿Por qué Rab le dijo a su hijo: tú no actúes así?". De
esto se deduce que otra persona sí podría mentir. La respuesta es que se puede
mentir para lograr el Shalom Bait, pero esto es sólo para una persona mayor que
en su vida se destacó siempre por decir la verdad. En algún caso excepcional, se
le permite mentir para preservar el Shalom. En cambio, un joven como Ribí Jiá
corre el peligro de acostumbrarse a mentir. Por eso Rab mencionó la referencia
del versículo de Irmeiá que habla de acostumbrarse a mentir y no la de Vaikrá 19
en la que claramente la Torá menciona: "No mientas". De todas formas, el
20
Los Jajamim nos relatan este detalle del proceder de Aharon para que nosotros
sepamos aplicarlo en la vida diaria. Se trataba de toda una profesión: escuchar al
otro con atención y expresarle lo que él deseaba escuchar. Todo es válido si
el objetivo es alcanzar el Shalom. Para utilizar este proceder, no es necesario
esperar el momento en que debamos ser intermediarios en alguna discusión. No
hay que esperar mucho tiempo para tener el Zejut de realizar esta Mizvá tan
importante. Podemos empezar por nosotros mismos. En nuestro hogar, podemos
seguir la indicación de Aharon: decir lo que el otro quiere escuchar. Quizás no sea
la verdad estricta. De todas formas, alcanzar el Shalom como objetivo lo justifica.
Normalmente, se cree que la verdad implica decir las cosas como realmente son y
la mentira es precisamente lo contrario. Sin embargo, esta regla contiene muchas
excepciones. En algunos casos, estará prohibido decir una verdad si ésta sólo
traerá consecuencias negativas. Si contar los sucesos tal como fueron realmente
provocará un daño, esa "verdad" se convertirá en una terrible mentira. Si el
objetivo que se busca es verdadero, aunque se modifiquen los sucesos de
cómo realmente fueron se estará llegando a la verdad. En resumen, la verdad
y la mentira dependen del objetivo buscado.
21
Esta base aplicada con un criterio certero, es utilizada por el Rab Dessler Z"L en
su libro Mijtab Meeliahu para explicar el comportamiento de Iaacob Abinu cuando
se hizo pasar por Esav para recibir la bendición de su padre Izjak. ¿Cómo es
posible? Iaacob Abinu se distingue entre los Patriarcas por su cualidad del Emet.
¡Sin embargo, en las apariencias engañó a su padre!
Iaacob Abinu es el símbolo del Emet. Para alcanzar ese título debió pasar una
prueba muy difícil. Para el que analiza sólo superficialmente lo acontecido, puede
parecerle equivocadamente que Iaacob mintió. No fue así. Él nos enseñó que la
verdad está íntimamente relacionada con hacer Jesed, como bien lo menciona
el rey David en el Tehilim 85: "El favor y la verdad se encontraron, la rectitud y el
Shalom se besaron". Uno depende del otro. No existía mayor Jesed para Iaacob
Abinu que impedir que Esav el perverso recibiera por medio de la bendición
de su padre Izjak la herencia espiritual de Abraham Abinu. Iaacob tenía ese
desafío y debía cumplirlo. Así lo hizo y recibió el título de Ish Emet: el hombre de
la verdad.
Este terrible suceso es explicado por el Rab Jaim Shmulevich Z"L en su libro "Sijot
Musar" de la siguiente forma: "El castigo que recibe quien hizo sufrir a su
compañero no es simplemente para tranquilizar al perjudicado, puesto que, como
vemos en este caso, la muerte de Rab Rejumi habrá provocado muchas más
lágrimas a su señora que las que había derramado anteriormente. El concepto real
es que la ofensa o el daño al prójimo es como un fuego que consume: todo el
que pone su mano en él se quema. No se trata sólo de un castigo por su actitud,
sino que es una ley natural y real".
Sucedió en una oportunidad con Ribí Zalman Malsu Z"L, que estaba viviendo en la
casa de una familia, y fue a visitarlo un alumno suyo con quien se puso a
conversar palabras de Torá. En un momento, el alumno vio que su maestro se
levantó y rápidamente salió fuera de la casa. El alumno siguió al Rab y le preguntó
el motivo de su actitud. La respuesta fue: "La mujer que trabaja en la limpieza de
la casa comenzó a cantar y está prohibido escuchar cantar a una mujer; por eso
me retiré". El alumno le sugirió al dueño de la casa que le pidiera a la mujer que
23
Nuestros Sabios nos enseñan que los primeros días del matrimonio marcan
una senda para toda la vida. Los primeros siete días del matrimonio son días de
celebraciones y banquetes, en los cuales se alegran los novios y sus parientes. Y
esos banquetes no son sólo para saborear ricas comidas, sino principalmente para
agradecer a Hashem por la boda, y para aprovechar la ocasión invitando a los
parientes y amigos a participar de la alegría. Se cumple una gran Mizvá al
asociarse en ella.
Esto nos enseña que el novio y la novia son considerados como reyes en los
días de Sheba Berajot. Así como todos alaban a un rey, también a los novios
(dentro de los primeros siete días) los alaban y les rinden honores de reyes. Así
como un rey se viste con ropas majestuosas, del mismo modo los novios se visten
con ropas de fiesta todos esos días. Así como a un rey se lo recibe con
banquetes, a los novios se los recibe con los mejores manjares. Así como el rey
no trabaja, los novios no trabajan. Así como a un rey siempre se lo ve radiante, a
los novios se los ve resplandecientes como el sol. Como está escrito: "(El sol) es
como un novio que acaba de salir de su Jupá" (Tehilim 19).
Los días de Sheba Berajot son como una expresión de deseos: así como los
primeros días del matrimonio son de fiesta y celebraciones, que todos los
demás días de matrimonio de la nueva pareja sean igualmente de fiesta y
alegría.
24
1) Aprovechar la fuerza interna que cada uno posee y sacarla a la luz en la vida
matrimonial.
3) Asumir las responsabilidades: cada uno debe tratar las situaciones que se
presenten con el máximo de seriedad para obtener así los mejores resultados.
4) El buen trato: hay que recordar que todos tenemos faltas y la solución se
encontrará sólo si la otra parte toma el problema como si fuera suyo propiamente y
no se limita a marcárselo a su pareja sin ayudarla a superarlo.
Hay mujeres -por ejemplo- que sólo piensan en la limpieza de la casa. La Torá
está de acuerdo con ellas por la importancia del orden, la pulcritud y la higiene.
Sólo hay un pequeño inconveniente. La exageración de la limpieza provoca
otro tipo de suciedad: la mujer pierde la paciencia con sus hijos, se olvida de
conversar con su esposo o reacciona violentamente cuando alguien ensucia lo
que ella tanto limpió. Pequeños hechos cotidianos, pero que pueden
transformarse en una montaña gigante, si no sabemos encontrar el equilibrio
necesario.
pedimos a Hashem algo que a simple vista parece tan difícil, es porque está en las
manos de la pareja conseguirlo.
Sin embargo, la triste realidad demuestra que son pocos quienes alcanzan esta
felicidad que excede a nuestra imaginación. ¿Por qué? Son varios los motivos que
se pueden mencionar. En principio, son pocos quienes comprenden que para
recibir este beneficio se debe invertir. Piensan equivocadamente que todo se
recibirá en forma natural. Olvidan que depende exclusivamente del trabajo,
dedicación y esfuerzo de los integrantes de la pareja. ¿Acaso en lo material no es
necesario preocuparse y hacer lo que se encuentra al alcance de la persona?
Para alcanzar la felicidad del matrimonio es exactamente igual: sin superarse en la
vida no se logrará. Esto sucede en todos los órdenes de la vida. Incluso para
cumplir Mizvot, es necesario hacer una inversión. Para comprar un Tefilin -por
ejemplo- o para celebrar una festividad o para tener deleite del Shabat. La relación
entre la pareja es el punto máximo de la Mizvá tan importante de "amarás a tu
prójimo como a ti mismo". ¿Acaso tan fácilmente se podrá cumplir? Sin el esfuerzo
de la pareja, no caerá como un regalo del cielo. Para que cualquier comercio
prospere, se realizan distintas iniciativas para captar la atención del cliente. Con
mucha más razón, cada integrante de la pareja debe buscar todos los medios de
su parte para encontrar el éxito tan anhelado.
Recordemos el versículo de Iob 11: "Un pequeño asno salvaje es el ser humano
que nace". Se refiere a que toda persona nace con falencias que, en muchos
casos, son el motivo de los desaciertos en el hogar. Cuando existe el deseo y el
trabajo para superarlas, el entendimiento mutuo hará el resto y se podrán pasar
las pruebas que se presenten. "Hashem no acusa a sus criaturas" (Abodá Zará 3).
Nadie deberá enfrentar una prueba si no dispone de la fuerza necesaria para
superarla. Pueden haber pasado muchos años de discordia y sufrimiento, pero en
la gran mayoría de los casos, las puertas de la felicidad aún están abiertas. "Los
que siembran con lágrimas, recogerán con alegría" (Tehilim 126). De acuerdo
con la inversión, todos pueden deleitarse con los frutos.
Se cuenta sobre aquel rey que tenía un mantel muy especial, donde estaban
marcadas todas las ciudades vecinas con sus respectivos puentes y caminos. El
mantel le servía al rey para poder controlarlas con facilidad. Por eso, siempre
cuidaba que no se arruinara. En una oportunidad, su hijo rebelde lo cortó en
pedazos y mezcló los trozos uno con el otro. Al ver la desesperación de su padre,
le aseguró que lo recompondría sin que faltara absolutamente nada. Con mucho
esfuerzo, terminó la reconstrucción. Ante la pregunta del rey de cómo lo había
logrado, el hijo le contestó que del otro lado del mantel había la figura de una
persona. Uniendo las partes y preocupándose por que esa persona estuviera
completa, el resultado sería que del otro lado del mantel las ciudades y caminos
también estarían íntegros.
La casa judía
Es muy común escuchar el concepto de "la casa judía", siendo el único hogar que
tiene su nombre de acuerdo con su origen. Se escucha, por ejemplo, que hay
distintos tipos de comida: china, japonesa, etc. Pero un hogar que se lo identifique
de acuerdo con su procedencia es sólo el nuestro. ¿Por qué? ¿De dónde proviene
el nombre "judío"? La raíz de la palabra "Iehudi" es de Iehudá, que fue uno de los
hijos de Iaakob Abinu. ¿Por qué su nombre sirvió para identificarnos más que
el de cualquiera de sus once hermanos?
La clave de cualquier hogar es que cada integrante de la pareja trabaje sobre sus
propias cualidades para mejorarlas y corregirlas. Lo que sucede en muchos casos
es que lamentablemente cada uno está atento a lo que el otro debe corregir, en
lugar de pensar lo que él mismo debe hacer.
Es común escuchar -por ejemplo- que una mujer se queja porque su marido es
muy nervioso. Ella menciona todos los conceptos con que la Torá critica a quien
cae en ira y enojo. ¡Tiene razón! Sólo que en este caso es ella misma quien es
presa de la furia y derrama todos sus nervios. ¿Y sus argumentos con los que
acusaba a su esposo? Los olvidó, para ella no existen. Sólo para su marido.
Cada uno se considera a sí mismo como una persona excelente que no tiene
necesidad de corregir absolutamente nada. En cambio, a la otra parte sabe
criticarla y buscarle sus defectos. O lo que es peor aún, se puede decir: "Yo sé
que no soy perfecto/a". Pero sólo se trata de un reconocimiento falso para
poder acusar con más facilidad a la otra parte. En realidad, no se está
dispuesto a cambiar ninguna actitud en la práctica.
reconocemos, por ejemplo, a Hashem como Rey del mundo, pero nos olvidamos
de hacerlo Rey de nosotros mismos. Debemos preocuparnos por conseguir
nuestro propio Olam Habá (mundo venidero) con más espiritualidad y que nuestra
pareja adquiera el Olam Hazé (este mundo). El problema es que nuestro egoísmo
nos lleva por el camino contrario: buscamos nuestro Olam Hazé y el Olam Habá
para nuestra pareja.
El rey Shelomo escribió el libro de "Kohelet" que para quien se limite a leerlo
superficialmente y sin profundizar, quizás le parecerá pesimista y oscuro. ¿Todo
es negativo? ¿Nada sirve? ¡Vanidad de vanidades! Lo que sucede es que el rey
Shelomo -la persona más inteligente del mundo- analizó con profundidad y llegó a
la conclusión: "Teme a Di-s y cumple sus mandamientos, porque en eso está el
hombre íntegro".
como un bebé, a pesar de los años que tenga realmente. La única diferencia
será que cuando nació jugaba con su sonajero, luego con cochecitos, después
con una pelota, con una computadora, con su negocio, con la bolsa o con
acciones y empresas. Pero siguió siendo un bebé: se fue del mundo como llegó,
no modificó en nada su conducta. Crecer físicamente es simultáneo con el trabajo
de las Midot. Sólo quien se sobrepone y mejora es el que crece de verdad.
La persona es tal sólo cuando "varón y mujer fueron creados". Ése es el momento
en que debe demostrar si tiene buenas cualidades o no. En el matrimonio es en
donde aparecen las pruebas de la vida: las dificultades para encontrar un buen
sustento; los problemas que se presentan que motivan la ira y la pérdida del
control; el egoísmo de pensar sólo en nuestro propio interés. Si cada integrante de
la pareja se preocupa por sí mismo y observa sólo lo que le conviene, no hay
alternativa para esa familia. Podrán estar unidos en matrimonio, pero no se
llamarán Adam. Ese título lo reciben sólo los que se superan y progresan.
La base del Shalom es el respeto mutuo. En Pirke Abot está escrito: "Ben Zomá
preguntó: ¿quién es el respetado?". Su respuesta fue: "el que respeta al prójimo".
Dos grandes escuelas Talmúdicas discutían sobre muchos puntos de la
jurisprudencia: Bet Shamai y Bet Hilel. En Masejet Erubin 13, el Talmud concluye:
"Dijo Ribí Abá en nombre de Shemuel, tres años discutieron Bet Shamai y Bet
Hilel para determinar la jurisprudencia, hasta que un eco celestial proclamó: "Las
palabras de ambos son las de Hashem, pero la jurisprudencia es como la opinión
de Bet Hilel". Si ambos opinaban correctamente, ¿por qué Bet Hilel tuvo el mérito
de que la jurisprudencia coincidiera con su teoría? Una de las respuestas del
Talmud es que: "Eran tranquilos y pacientes, adelantaban en explicar la teoría
de Bet Shamai antes que la de ellos propiamente". Deducimos por lo tanto que
el que respeta al prójimo, no sólo que será respetado, sino que tendrá el mérito de
fijar y determinar la jurisprudencia.
Lo que sucede es que son pocos quienes están dispuestos a recibir consejos para
mejorar la calidad de vida del matrimonio. A diferencia de un dolor físico que es
calmado tras recurrir a un médico quien receta el remedio adecuado, cuando las
malas cualidades de la pareja destruyen el matrimonio hay una reticencia a
asesorarse para superar el inconveniente. ¿Por qué? ¡Las complicaciones son
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más trascendentes que cualquier dolor físico! Quizás el motivo sea que la
enfermedad del cuerpo no implica culpabilidad del paciente. En cambio, las malas
actitudes reflejan un tropiezo personal. Quizás sacan a la luz errores de toda
la vida e incluso ponen en duda la educación que se recibió de los padres.
Por eso, a veces se prefiere soportar el dolor y atribuir amargura, nervios y furia al
otro.
Pero el daño que este proceder ocasiona no se limita al interior de quien así lo
decide, sino que se extiende a todos los integrantes del hogar y por sobremanera
a los hijos. No olvidemos que las estadísticas revelan que en la mayoría de
los casos, los hijos repiten en sus hogares las desavenencias de sus
progenitores.
Aquellos que toman con responsabilidad la vida matrimonial, saben que todo el
esfuerzo que realicen es ínfimo frente al pago que recibirán: la presencia de la
Shejiná en el hogar.
El único modo para evitar una pelea es trabajar sobre uno mismo para
reforzar la fe y aprender a vivir con alegría. El profeta Zejariá 8 nos dice que "la
verdad y la paz serán amadas". Aparentemente, se trata de dos conceptos
contradictorios porque, si observamos al prójimo bajo la óptica de la verdad,
encontraremos errores y falencias que provocarán la discordia. Lo que sucede es
que buscamos la verdad en el otro y olvidamos analizar nuestro propio
comportamiento. Si lo hiciéramos, tomaríamos conciencia de nuestros defectos y
sería fácil encontrar la paz con el prójimo. A eso se refirió el profeta Zejariá.
Por otra parte, debemos tener presente que la comida es necesaria para estar
sanos y fuertes para poder servir a Hashem. Si así procede la persona en cada
instante en que se alimenta, cumple con una Mizvá porque come Leshem
Shamaim y no por un interés o provecho propio. Así se comenta sobre Ribí Israel
Abujazira Z"L (el Baba Sali) a quien al terminar un ayuno, su esposa le acercó un
plato de comida para que pudiera recuperarse. El Rab probó un bocado y no
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Los comentarios que podemos agregar están de más ante la claridad de los
conceptos: cuidar el Shalom Bait es lo más valioso que existe en un hogar.
Que nunca la comida sea el motivo de una pelea o discusión.
El Gaón Ribí Israel Meir Hacohen Z"L, conocido como el Jafez Jaim, se casó por
el Shalom. Así fue el Maasé: el Jafez Jaim quedó huérfano de padre desde
pequeño. Su madre viuda, después de tres años volvió a casarse con uno de los
alumnos de la Ieshibá de Volozhin llamado Ribí Shimhon, quien había tenido en
un casamiento anterior una hija, a la que quería casar con el "joven brillante", su
hijastro, quien en poco tiempo sería conocido como el Jafez Jaim.
La familia del Jafez Jaim se oponía a este casamiento por varios motivos. La joven
era bastante mayor que él. Además, el Jafez Jaim era conocido por varios
millonarios del lugar que pretendían casarlo con sus hijas, por la capacidad que
tenía. Pero frente a todas estas cuentas, había otro razonamiento que el propio
Jafez Jaim explicó: el Shalom entre su madre y su padrastro, puesto que
seguramente negarse iba a traer discusiones entre ellos. El Jafez Jaim aceptó y
fue a convencer a todos sus familiares, para que ellos también estuvieran de
acuerdo.
Así como es importante cuidar el Shalom entre el marido y la mujer, se debe estar
atento a no provocar discusiones entre ellos. Por ejemplo, si alguien comenta que
su esposa lo hace sufrir con su comportamiento, quien escucha no debe decirle:
"te compadezco por la vida que llevas" o frases similares, sino que debe buscar la
manera de consolarlo justificando la actitud de su esposa: "Quizás fue sin querer,
estaría nerviosa, no fue con intención, etc.". Para tratar de apagar el fuego de la
pelea y recibir así la Berajá de alcanzar larga vida con prosperidad (Midrash
Tanjumá Itró17).
Si queremos saber hasta qué punto es valorado el Shalom Bait a los ojos de
Hashem, analicemos las palabras del Rab Abudarham Z"L cuando explica el
motivo por el que las mujeres están exceptuadas de los preceptos positivos que
dependen de un tiempo fijo (Sisit, Tefilin, etc.): "Si estuviera obligada a cumplir
este tipo de preceptos, es probable que simultáneamente su marido le solicitara
algo que necesita y ella no podría hacerlo por encontrarse ocupada con esa Mizvá
de tiempo fijo. Por eso, el Creador la exceptuó para que habite con Shalom con su
esposo". O sea, estrictamente la mujer debería estar obligada como el
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hombre a cumplir con estos preceptos, pero Hashem la exceptuó para que la
paz reine en el hogar.
El buen carácter
Shamai dice.... "Debes recibir a toda persona con buena cara" (Abot 1-15). El Rab
Dessler Z"L solía decir al comentar esta Mishná: "Hubiésemos esperado que este
dicho fuera escuchado de la boca de Hilel que se caracterizaba por expresiones
tales como: "Ama el Shalom y persigue el Shalom". Sin embargo, es el propio
Shamai que se caracterizaba por actuar con Midat Hadin, o sea en forma estricta,
quién nos enseñó esa frase tan importante. ¿Cuál es la explicación? Precisamente
que por Midat Hadin estamos obligados a darle al otro lo que le corresponde.
Quien demuestra una cara triste o nerviosa hace sufrir a quien se encuentra
a su lado sin que éste lo merezca.
Este concepto no se refiere sólo a tratar bien a quienes visitan nuestro hogar, sino
que incluso en la calle y en el lugar en el que nos encontremos, nuestra expresión
debe ser sonriente para no hacer sufrir a quienes están a nuestro alrededor. Está
sobrentendido que en la relación matrimonial este concepto es de fundamental
importancia. En Abot de Ribí Natan 13 está escrito que quien otorga al prójimo los
mejores regalos del mundo pero de mala forma, es considerado como si no le
hubiese dado nada. Pero quien otorga una sonrisa, aunque en la práctica sólo eso
entrega, es considerado como si le hubiese dado los mejores regalos posibles.
¿Por qué? Porque es como si le entregara su corazón, que es precisamente lo
que su pareja o compañero necesita. Demostrarle que es considerado y
apreciado a sus ojos es lo más valioso que existe y está en sus manos
otorgarlo. Así explican los Jajamim sobre el versículo de Bereshit 49: "El blanco
de los dientes es más que la leche". El concepto al que se refiere al versículo es
que sonreír al compañero tiene más valor que darle el mejor alimento, ya que la
sonrisa y el aliento tienen más valor que cualquier ayuda material.
De cada persona se reclama que siempre tenga un buen trato, una palabra
amable y una sonrisa en su boca. Se comenta sobre Ribí Israel Salanter Z"L que
en la víspera de Kipur le preguntó algo a una persona que iba al Bet Hakeneset a
decir Tefilá, pero por el temor que tenía por la Kedushá de ese día, esa persona
no le respondió. Ribí Israel dijo: "¿Por qué yo debo soportar del temor del Din de
esa persona?". Nos enseñó así que la persona debe cumplir, junto a sus
obligaciones con el Creador, las obligaciones con su compañero. También en la
víspera de Kipur existe la Mizvá de: "Recibir a toda persona con buena cara" y
esto no se contradice con el temor del día de Kipur, ya que ambos forman parte
del servicio a Hashem.
Sonreir, estar alegre. ¡Cómo lastima observar que el hombre ingresa a su hogar
un viernes a la noche y debido a que el ambiente está tenso dice de mala manera
y mirando al piso: "¡Shabat Shalom!". ¿Eso es Shalom? Es lo peor que puede
pasar, se debe aprender a superar los inconvenientes que existan por la
importancia del Shabat y del Shalom. Es cierto que hay momentos difíciles, de
peleas y discusiones, cuando no nos gusta algo que nos hicieron. ¿Cómo
reaccionamos? Después de tanto leer y escuchar sobre el tema aprendimos que
no debemos gritar, debemos sobreponernos y reclamamos con el silencio.
¡Correcto! Pero atención que hay dos clases de silencio. Uno es positivo, se trata
de aceptar, perdonar y salir adelante. Pero hay otro silencio que es terrible, no
hablamos, pero los ojos van de un lado hacia el otro. La boca está apretada, no
hablamos, pero estamos diciendo: "¡Si tuviera que hablar no me detendría en toda
la noche!". Ese silencio es negativo, perjudicial, y sería mejor hablar que
callar de esa manera.
Los Sabios nos enseñan que en el momento de la Creación del ser humano,
Hashem consultó con los ángeles para determinar si era conveniente o no que la
persona fuera creada. Los ángeles que representan al Emet (verdad) se oponían
argumentando que el ser humano sería mentiroso y por lo tanto no merecía ser
creado. Los ángeles del Shalom, por su parte, confirmaban que no era
conveniente la creación de la persona, ya que continuamente pelearía y discutiría.
Sólo los ángeles que representaban el favor defendieron al ser humano y
argumentaron que merecía ser creado porque se dedicaría a hacer el Jesed
(favor). Hashem escuchó a estos ángeles y así fue creado Adam Harishon, como
dice el versículo: "El mundo fue creado por el favor" (Tehilim 89).
¿Cuál fue la respuesta de Hashem a los ángeles del Shalom y del Emet? ¿Acaso
porque la persona hace favores, Hashem se "olvidó" de los otros argumentos? De
ninguna manera. Lo que sucede es que, si bien el mérito por el que la persona fue
creada es el Jesed, la prueba de la vida humana es en el Emet y en el Shalom.
Todos sabemos lo difícil que es comportarse con la verdad en toda circunstancia.
Es más sencillo cargar las culpas sobre el otro, aunque interiormente se
reconozca la propia responsabilidad. En muchos casos, cuando se escuchan los
argumentos de marido y mujer por separado, nos damos cuenta que ambos tienen
razón en sus apreciaciones y reclamos. ¿Cómo es posible? Lo que sucede es que
cada uno analiza sólo lo que le conviene. ¿Y la verdad? Nos olvidamos de ella
porque no nos favorece. La prueba del Shalom -por su parte- es fundamental. Si
supiéramos valorarlo como realmente corresponde, muchas peleas se evitarían.
Los mismos temas que destruyen a una pareja, son superados por otro
matrimonio sólo porque se valora la importancia del Shalom.
El Jazon Ish dijo al respecto que la unión de la pareja debe ser como la
misma relación que existe entre la mano derecha e izquierda de una misma
persona. No existe celo ni competencia ni enojo, sólo la complementación entre
una y otra, puesto que ambas forman parte de un mismo cuerpo. Nos
sorprendemos cuando escuchamos aquel suceso del Rab Arie Levin Z"L que
acompañó a su esposa enferma al doctor y le dijo: "Doctor, nos duele la pierna".
El doctor no entendió qué sucedía y preguntó: "¿A quién le duele la pierna?". A lo
que el Rab respondió: "Si le duele la pierna a mi señora, también a mí me duele y
por eso mi expresión: ‘Nos duele la pierna". Nosotros nos preguntamos: ¿Cómo
se puede alcanzar ese nivel? La realidad es que es lamentable que el marido no
sienta que es así realmente, porque no encontró en el matrimonio lo que Hashem
pretendía de él.
Cuando Moshe Rabenu vio que sus hermanos eran esclavizados en Egipto, sufría
con ellos a pesar de que él no era esclavo. ¿Qué ganaba con sufrir? ¡De todas
formas no podía ayudarlos! Sólo que cuando alguien siente que comparten su
sufrimiento se siente aliviado. Sabe que no está solo y juntos es más fácil
superar el problema.
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No olvidemos el tema del Jesed. El favor mutuo fue el mérito por el que la persona
fue creada. Muchos se equivocan y hacen favores con cualquier persona ajena a
su entorno y se olvidan de aquellos que más lo necesitan: su propia familia,
esposa, marido e hijos. El favor empieza por casa, por quienes se encuentran
más cerca. Sólo que la persona se escapa de él, quizás porque se trata de
una obligación y no le agrada sentir esa presión sobre sí mismo. A veces una
madre puede escuchar a todas sus vecinas y amigas, pero en forma
incomprensible no dispone del tiempo necesario para sus hijos que tanto la
necesitan. Al encontrarse obligada a ellos, elude su responsabilidad.
Cuando el marido y la mujer realizan actos de Jesed uno para el otro o con los
niños, cumplen con la Mizvá de: "has de querer al prójimo como a ti mismo"
(Vaikrá 19). Esas acciones se consideran preceptos, a pesar de que fueron
hechas para beneficio de un familiar tan cercano y de ser consideradas
como algo lógico o natural. Así lo enseña la Torá. Cuando Miriam quedó leprosa
por haber hablado sobre Moshe Rabenu algo que no correspondía, todo el pueblo
de Israel aguardó siete días hasta que ella se curara. Ella recibió esa recompensa
de que todos la esperaran, porque ella también había esperado para ver qué
sucedía con su pequeño hermano Moshe cuando su mamá lo había puesto en la
canasta de mimbre en el Nilo. El versículo nos enseña: "Y se detuvo su hermana
desde lejos para ver lo que sucedía con él" (Shemot 2). Moshe Rabenu era el
hermano de Miriam y lo más normal era que ella se interesara por lo que le
ocurriría. De todas formas, fue un acto de Jesed y Hashem la recompensó
con que todo el pueblo la aguardara en el momento de su enfermedad.
Más aún, la obligación de hacer Jesed con un familiar cercano es prioritaria
a la de hacerlo con otra persona. Así escribe el Rab Jaim Fridlender Z"L en su
libro "Y sabrás que hay Shalom en tu hogar": "De acuerdo con las reglas de la
Torá con respecto a la Sedaká y al Jesed, el pariente más cercano tiene prioridad.
Cuando deba decidirse entre ayudar a los pobres de su ciudad o a los pobres de
otra ciudad, la prioridad corresponde a los de su ciudad. No existe más
"cercano" para la persona que su propia pareja, ya que la esposa del hombre
es como su propio cuerpo. En contradicción con lo que la gente piensa, la
categoría superior del Jesed es con el marido o con la mujer".
Todas las Mizvot son importantes. Existe una idea de pensar que las Mizvot que
son con Hashem -Tefilin, Mezuzá, Kasher, etc.- son más importantes que aquellas
como la Sedaká y el Jesed que se realizan con el prójimo. No es así. Sólo
Hashem sabe el pago por cada Mizvá. Nosotros sólo sabemos que Hashem
nos ordenó cumplir con todos los preceptos. En realidad, la Mishná en Peá 1
comenta: "Estas son las Mizvot que la persona recibe pago en este mundo y el
capital queda para el Olam Habá: respetar a los padres, Guemilut Jasadim,
acercar el Shalom entre la persona y su compañero y el estudio de Torá que
equivale a todas las Mizvot". Observamos que el pago por hacer Guemilut
Jasadim se recibe en este mundo y en el venidero. El Maharal de Praga
explica: "Cuando alguien se coloca el Tefilin cumple un precepto por medio del
Tefilin; cuando alguien hace un Jesed con el compañero, cumple con una Mizvá
gracias a su compañero". O sea, el Tefilin es como el compañero: ambos fueron el
medio para cumplir con una Mizvá. La diferencia radica en que el compañero se
benefició al haber actuado como medio para el cumplimiento de una Mizvá,
mientras que el Tefilin quedó en las mismas condiciones. Por eso, quien realiza un
Jesed recibe además del pago en Olam Habá, beneficio en este mundo" (Netibot
Olam).
Debemos recordar que todo Iehudi es hijo de Hashem. Cualquier falta que
encontremos en nuestra pareja, debemos tomarla como una oportunidad
especial que Hashem nos dio para agrandar nuestro mérito.
Perfeccionaremos así nuestra alma que vino al mundo por sobre todo para realizar
actos de Jesed con el prójimo. No se deben escuchar reclamos o quejas por el
comportamiento de los niños, por las dificultades del hogar, por la preparación de
la comida o por las corridas por el sustento. Mientras más dificultades existan,
la Mizvá de Guemilut Jasadim en el hogar será mayor.
Con la verdad íntegra y con el favor que comienza por el hogar, Hashem otorgará
el Shalom para todos los hogares de Israel. Amén.
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Una pareja se casa con la idea de convivir durante toda la vida. Pero se puede
estar muchos años bajo un mismo techo y no vivir juntos. ¿A qué nos
referimos? El rey David nos enseña: "Qué bello y qué dulce es que los hermanos
habiten juntos" (Tehilim 133). El Midrash pregunta: ¿a qué hermanos se refirió
David Hamelej? La respuesta es que se refirió a Moshe y a Aharon. ¿Cómo era la
relación entre ellos que es tomada como ejemplo de lo que significa vivir juntos?
Para poder comprender el tema, es necesario recordar algo que sucedió en Egipto
con nuestro pueblo. Cuando Hashem se presentó a Moshe para que sacara al
pueblo de la esclavitud a la que eran sometidos, Moshe no aceptó en principio la
misión para la que había sido designado. Sólo después de siete días fue
"convencido" por Hashem. ¿Cómo es posible que un ser humano no acepte la
orden directa de Hashem?
Más aún, Moshe sabía con claridad acerca de la terrible situación de sus
hermanos esclavizados y sufría por ellos, ¿cómo se pudo negar a liberarlos? La
respuesta la da el propio Moshe a Hashem: "Ruego, mi Señor, envía por favor por
mano de quien has de enviar" (Shemot 4). Rashi nos explica: "envía al que
siempre envías, o sea, a mi hermano Aharon". Moshe no quería recibir un puesto
superior al de su hermano mayor Aharon, que fue quien había dirigido al pueblo en
la esclavitud, ya que Moshe se había escapado a Midian. Moshe sufría por el dolor
de sus hermanos, pero de todas formas no quería recibir sobre sí mismo la
dirección del pueblo, porque esto quizás provocaría el sufrimiento de Aharon.
Moshe conocía la necesidad del momento y la importancia del cargo, pero
entendía que la salvación no llegaría si no tenía en cuenta el sentimiento de
su hermano.
Mordejai Hasadik fue alabado en la Meguilá Esther: "Fue aceptado por la mayoría
de sus hermanos, buscaba el bien de su pueblo y se comportaba con Shalom con
toda su descendencia" (Meguilat Esther 10). En muchos hogares un hijo cumple la
voluntad de su padre y el otro, por el contrario, no respeta el criterio de sus
progenitores. Normalmente, ese padre habla con Shalom con el hijo que acepta
sus ideas, pero con el otro hay choques y diferencias. Mordejai Hasadik no era
así: hablaba con Shalom con toda su descendencia. Por eso recibió esa
alabanza.
En Shemot 2 la Torá nos enseña: "Y fue en aquellos días, creció Moshe y salió a
observar a sus hermanos y vio el sufrimiento que padecían". Cuando Rashi
comenta este versículo dice: "puso sus ojos y corazón para sufrir por ellos". O sea
que Moshe Rabenu, a pesar de vivir en el palacio del Faraón y de no estar
esclavizado, sufría a la par de sus hermanos. Con esta base podemos
comprender la obligación de entender la situación del otro, sentir sus dificultades,
preocupaciones y miedos como si a uno mismo le estuvieran sucediendo. Para
ello es necesario que se cumpla previamente lo que el versículo menciona:
"Creció Moshe", o sea dejar la visión infantil de solo preocuparse por uno mismo y
pensar en forma más madura: incluir al compañero dentro de nuestro propio
mundo.
El próximo paso será "Y vio el sufrimiento", o sea analizar con detalle y
profundidad el dolor del otro para luego poder sentirlo en carne propia.
Por su parte, la mujer correcta comprende que ésa es su misión y está orgullosa
de la misma. Realiza sus tareas con alegría y felicidad. Sólo tiene un deseo
fundamental para ella: aguarda con ansiedad la llegada de su esposo. Luego de
un día arduo de trabajo, de prestar atención a las necesidades de sus hijos, de
tanta presión y nervios contenidos, finalmente podrá hablar con quien se preocupa
por ella y quien la alentará a superar las dificultades normales de su hogar. Ella
espera no sólo la comprensión de su esposo, sino también la felicitación por
su conducta y tarea. Así podrá renovar sus fuerzas para empezar mañana un
nuevo día quizás muy parecido al de hoy.
La mujer cree en este caso que su marido no la tiene en cuenta. Que sólo le
importa su trabajo. Si tuviera cariño por ella la alentaría participando de sus
problemas o intentando ayudarla con un buen consejo, en caso de no poder
hacerlo en la práctica. Ella lo conoce bien. Sabe que cuando sus suegros o los
vecinos le plantean a su esposo alguna dificultad que padecen, él se esmera para
tratar de encontrar una solución. Con ella no sucede lo mismo. La explicación para
ella es clara y no le deja dudas: su marido no la quiere y es lo peor que le podía
haber sucedido.
Así nos enseña en su libro "Y sabrás que hay paz en tu hogar" el Rab Jaim
Fridlender Z"L: "La esperanza fundamental de la vida de una mujer es que su
marido la quiera. Cuando ella ve que no se cumple ese deseo, su dolor y
sufrimiento es enorme. Si el hombre no le demuestra que la ama, el mundo se
oscurece para ella. Nuestros Jajamim nos enseñan que en esa situación su vida
está cercana al peligro y no hay exageración en estos términos, sino que se trata
de una realidad comprobada en muchos casos. La mujer decae en su espíritu, se
deprime y puede derivar en graves enfermedades". Este sentimiento que el Rab
menciona, existe en toda mujer. Es cierto que hay casos de mujeres que poseen
cargos ejecutivos o trabajos de enorme responsabilidad en donde dirigen a una
gran cantidad de personas. Pero también ellas en su corazón esperan y ansían
que sus maridos se preocupen por todo lo que a ellas les sucede. No hay
excepción a esta regla. Es la manera natural con la que Hashem creó a la mujer.
El hombre cree equivocadamente que los temas del hogar o la educación de los
hijos es algo que compete exclusivamente a su esposa y que él no debe tomar
parte en ellos. Se equivoca. Debe compartir con su mujer absolutamente todo.
Esto no significa que él debe tomar las decisiones en temas que pertenecen a la
mujer, tales como la decoración de la casa o las compras del día. Su esposa
resolverá finalmente qué es lo mejor. Pero él debe escucharla atentamente,
sentirse interesado de verdad en todo lo que atañe al mundo de su mujer, dar
buenos consejos, comprenderla y alentarla en cualquier dificultad que se presente.
Es sabido que cuando el ánimo es positivo, todo es más fácil de superar. Cuando
la mujer sabe que su marido la comprende y la quiere, enfrenta toda su tarea
con optimismo, alegría y fe. Ella puede dejar de lado cualquier cosa menos el
deseo de su vida: que su marido la tenga siempre presente y que se preocupe por
ella. Es cierto. Para el hombre es difícil después de un día también agotador para
él, luego de superar sus propias dificultades, debe llegar a su hogar y olvidarse de
46
todo para prestar atención a lo que en él sucede. Quizás preferiría entrar y que
nadie lo molestara y lo dejaran descansar tranquilo. Pero debe saber que lo peor
que le puede pasar es que su esposa no espere con ansiedad su llegada para
poder transmitirle todas sus inquietudes. Si así sucediera, es el principio de la
destrucción del hogar. El hombre debe sobreponerse, debe saber que en su casa
lo aguardan como al gran director de una empresa. Su esposa y sus hijos lo
valoran y necesitan por la gran importancia que tiene para ellos. El cansancio y las
preocupaciones del trabajo deben quedar de lado. Las fuerzas deben renacer para
sostener a quienes lo necesitan y dependen de él. Sólo debe concientizarse de
que es así realmente. Cuando así lo entienda, Hashem le dará la fuerza necesaria
para superarse y el hogar recibirá la bendición de la alegría y la felicidad.
47
La inteligencia de la mujer
El rey Shelomo escribe en Mishlé 14: "La mujer inteligente construye su hogar y la
necia con sus manos lo destruye". Los ejemplos que traen los Jajamim al respecto
son muchos. Podríamos agregar los que nosotros mismos observamos en la vida,
al ver la fuerza y sabiduría de aquellas mujeres que guían a sus maridos en el
camino de la Torá. Esas mujeres virtuosas se conforman con lo necesario
para vivir, los ayudan en las situaciones difíciles con palabras suaves y
dulces que los alientan fortaleciendo el espíritu.
Gracias a ese amor, paz y compañerismo que ella genera en toda la familia, evita
la preocupación y tristeza de su esposo. Transforma así su hogar en un paraíso
lleno de luz, alegría y esperanza, que permite superar las dificultades confiando en
la ayuda de Di-s.
El Talmud Ierushalmi Sotá (Perek 9, Halajá 15), comenta que Ribí Akiba le
obsequió a su señora un adorno llamado: "Ir Shel Zahab" ("ciudad de oro") ya que
tenía la imagen de Ierushalaim. La señora de Rabán Gamliel le preguntó a su
esposo por qué ella no tenía uno igual. La respuesta de Rabán Gamliel fue que
Rajel, la señora de Ribí Akiba, vendía las trenzas de su pelo para que su marido
pudiera estudiar Torá, y por eso recibió ese pago.
Rajel era la hija de un millonario llamado Kalba Sabua. Ella observó las
condiciones del pastor del ganado de su padre llamado Akiba y pensó casarse con
él con la condición de que se dedicara al estudio de la Torá. Su padre se
enfureció, la desheredó y la expulsó de la casa. Rajel no tembló ante el problema
y soportó la pobreza, con tal que su marido estudiara Torá. ¿Cómo vivirían? ¿Y,
cómo costearía Akiba sus estudios en la lejana Ieshibá a la que iría? Rajel no
dudó. Las joyas y adornos que poseía fueron vendidos para poder subsistir.
Pasaron los años, y ya había vendido todo... su riqueza, su hermosa ropa, sus
objetos preciosos... ya no quedaba más por vender. ¿y ahora? Recordó Rajel que
cuando era joven, sus amigas alababan las trenzas de su pelo. En un instante
encontró la solución; con lágrimas en los ojos, con las manos temblando, pero sin
dejar que la lógica dominara a su sentimiento, sacó el pañuelo que cubría su
cabeza y cortó sus trenzas que luego llevó a vender para poder seguir adelante.
Quien ofrece un sacrificio de esta naturaleza por el cariño a la Torá, tiene su pago
garantizado. Durante veinticuatro difíciles años, se transformó el pastor Akiba en
Ribí Akiba, el más grande de la generación, con veinticuatro mil alumnos que
tomaron con sed sus palabras sagradas.
tuvo para construir un hogar sagrado, ejemplo para todos nosotros del valor
de la inteligencia de la mujer.
El Talmud en Abodá Zará 18 menciona cuando Ribí Jananiá Ben Teradion fue
sentenciado por los romanos a morir junto con su esposa. ¿Por qué recibió ese
castigo? El Talmud relata que sólo un pecado tenía ese gran Sabio: pronunciaba
uno de los nombres de Hashem -cuando enseñaba en público- que no está
permitido hacerlo. El Talmud continúa: "¿Cuál fue el pecado de su esposa?". La
respuesta se encuentra a continuación: "no reprochó a su marido como debía
haberlo hecho".
El destino del hombre está en manos de su esposa. Ella puede abrir o cerrar
la puerta de la felicidad eterna de su esposo en este mundo y en el venidero.
Bienaventurada aquella mujer que salva a su esposo de tropezar con algún
pecado. Pobre de aquella que con su silencio aprueba las transgresiones de
su marido.
Gracias al mérito de las mujeres virtuosas, el pueblo judío pudo salir de Egipto.
Los hombres estaban desesperados y ya no esperaban la salvación. Dijeron:
"¿para qué tener hijos que serán esclavos de los egipcios?". Sus mujeres, sin
embargo, los alentaban transmitiéndoles esperanza y se embellecían frente a ellos
para así traer hijos al mundo. Fueron comparadas con la manzana, ya que en todo
árbol normalmente nacen las hojas que cuidarán al fruto que nacerá
posteriormente. En cambio, en el manzano primero nace el fruto y hojas. Así
hicieron las mujeres de Israel en Egipto: "Que nazcan nuestros hijos a pesar de
que no tenemos quien los proteja, finalmente llegará el cuidador y salvador".
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Dicen los Jajamim: "Un Sadik estaba casado con una mujer virtuosa; como no
tenían hijos decidieron separarse. El hombre se casó con una mala mujer que lo
convirtió en un perverso. La mujer se casó con un perverso y lo convirtió en un
Sadik". Todo depende de la mujer. Dichoso el marido que posee una mujer
inteligente. Bienaventurada la esposa que toma la enseñanza de Rajel, la
esposa de Ribí Akiba y llena su hogar con luz espiritual y alegría material.
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El agradecimiento
Ribí Iose optó por formularle una pregunta a Eliahu Hanabi cuya respuesta
aparentemente cualquier niño conoce: la mujer es la encargada del hogar, se
ocupa de preparar la comida y de coser las ropas. El Rab Jaim Fridlender Z"L
explica esta Guemará con un concepto profundo: "Cuando la Torá menciona que
la mujer es la ayuda del hombre, se refiere al apoyo que le otorga para alcanzar
un nivel espiritual superior en el servicio a Di-s. Cuando la mujer se ocupa de
las necesidades de su hogar, le permite al hombre dedicarse de lleno a lo
espiritual y cumplir así su misión con éxito". Ahora podemos entender lo que el
propio Ribí Iose comentó en Shabat 118: "Nunca llamé a mi esposa: ‘mi esposa’,
sino ‘mi casa". Ribí Iose aprendió a valorar a su mujer en su medida exacta. Eliahu
Hanabi le enseñó a Ribí Iose el valor de su esposa no sólo para que lo supiera en
su corazón, sino para que lo expresara en toda circunstancia propicia y para que
así pudiera elevarse espiritualmente aún más. ¿Por qué? Porque quien
comprende que el otro le agradece por lo que le brindó, buscará una nueva
oportunidad para beneficiarlo. Si alguien no lo cree así, que observe cualquier
factura de venta de un comercio. En casi todas está escrito: "Gracias por su
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compra". ¿Para qué? Es el sistema que se utiliza para que el comprador vuelva a
ese comercio para efectuar una nueva adquisición: saber ser agradecido.
La Guemará comenta en Berajot 58: "Un buen invitado, ¿que dice?". La respuesta
es: "Cuántas molestias se esforzó el dueño de casa por mí, cuánta carne me
sirvió, cuánto vino sirvió delante de mí, cuántas tortas preparó. Todo su esfuerzo
fue sólo para mí". La Guemará continúa: "Un mal invitado ¿qué dice?". La
respuesta del Talmud es: "¿Cuál fue el esfuerzo del dueño de casa? Sólo comí un
pan, un trozo de carne y un vaso de vino. Todo el esfuerzo del dueño de casa fue
por su esposa y por sus hijos". Analicemos lo que sucede: el dueño de casa
prepara una Seudá para toda su familia e invita a alguien en particular a compartir
esa comida. ¿Por qué lo hace? Desea que el invitado se sienta a gusto y por
supuesto, que su familia disfrute también lo que se le ofrece. El buen invitado
agradece por todo lo que recibió y por la honra que le brindaron. Al mal invitado,
en cambio, su óptica negativa lo lleva a la conclusión de que el dueño de casa
pensó sólo en su familia y que simplemente agregó una porción más para él.
Este ejemplo del Talmud se puede aplicar para todas las circunstancias de la vida.
Se puede observar todo lo que sucede desde dos ópticas: la persona correcta le
agradece a Hashem por todo lo que existe en el mundo y que lo beneficia.
Para él, todo lo que Hashem creó fue exclusivamente para su provecho personal y
le agradece por todo. En cambio, quien observa todo en forma negativa, no
disfruta de la Creación, ya que él se considera como un integrante más y no valora
todo lo que recibe.
Estos conceptos son más válidos aún en la vida matrimonial. Cada integrante de
la pareja debe valorar todo lo que Hashem le dio: el hogar, la salud, la fuerza física
y espiritual, los hijos, etc. Por otra parte, debe valorar lo que recibe de quienes
están a su alrededor y especialmente, de su pareja y de sus hijos. De esa forma,
el ambiente del hogar será cálido y feliz. Sucede en muchos casos que la
persona se acostumbró Baruj Hashem a muchas cosas placenteras en su
vida. Piensa que es normal que así suceda. Como nunca le faltaron, no valora
lo que recibe. Sólo piensa en lo que le falta y por eso no encuentra la alegría.
nuestra vida será distinta si recordamos que: "Es una gran Mizvá estar siempre
con alegría".
Este punto adquiere una relevancia fundamental en el Shalom del hogar judío.
Cuántos matrimonios se destruyen porque sólo se observan los defectos del
otro sin analizar sus virtudes y por olvidar el concepto del agradecimiento. El
Talmud, en Iebamot 63, relata el siguiente suceso: "Ribí Jiá tenía una mala mujer
que lo hacía sufrir. De todas formas, cada vez que Ribí Jiá encontraba algún
presente para ella, se lo llevaba". Le dijo Rab a Ribí Jiá: "¿por qué le regala
cosas?, ¡ella lo hace sufrir!". La respuesta de Ribí Jiá fue: "suficiente con que crían
a nuestros hijos y nos salvan de tener malos pensamientos".
Hay una frase de nuestros Sabios que resume este concepto: "al pozo del que
tomaste agua, no debes tirarle una piedra". Podríamos preguntarnos: ¿acaso el
pozo sufre un dolor cuando alguien le arroja una piedra? La respuesta es que el
problema no es el pozo sino la propia persona. Quien es desagradecido con
el pozo, termina siendo desagradecido con el prójimo y luego lo es aún con
Di-s. La propia Torá nos enseña este concepto: las diez plagas con las que
Hashem castigó a los egipcios fueron por intermedio de Moshe, con excepción de
la plaga de las sangre, de los sapos y de los piojos que fueron llevadas a la
práctica por Aharon Hacohen. ¿Por qué? Rashi nos aclara el tema en Shemot 7
sobre el versículo 19: "debido a que el Nilo había protegido a Moshe cuando había
sido arrojado en él, por eso no correspondía que fuera castigado por su mano en
la plaga de la sangre ni en la de los sapos. También en el caso del polvo del que
salieron los piojos, no correspondía que fuera castigado por Moshe, porque lo
había protegido cuando Moshe mató a un egipcio que castigaba a un judío y lo
enterró en la arena".
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Concluyamos este comentario con la explicación del Sefer Hajinuj sobre la Mizvá
de respetar al padre y a la madre: "la raíz de este concepto es que es digno que el
ser humano sepa reconocer y comportarse con favor a quienes le dieron el bien.
No debe ser necio y desagradecido ya que ésa es una mala cualidad despreciada
a los ojos de Di-s y de la gente. Debe recordar que el padre y la madre fueron los
que posibilitaron su existencia, por lo que se merecen todo el respeto y ayuda
posible, ya que ellos lo trajeron al mundo y se esforzaron por él cuando era
pequeño. Cuando fije esta cualidad en su alma, reconocerá el bien que Hashem
le da, porque Él es quien le dio la vida a sus padres y abuelos hasta Adam
Harishon, lo sacó a la luz del mundo, le otorgó sus necesidades durante su vida, lo
mantuvo sobre sus miembros y le entregó un alma inteligente sin la cual sería
como un animal que no entiende. De esta manera, meditará la persona cómo debe
cuidarse en servir a Su Creador".
El Gaón de Vilna Z"L solía decir que la persona vino al mundo para arreglar
sus cualidades. No es suficiente con cumplir preceptos, debemos pulir y corregir
las inclinaciones negativas que existan. Si alguien dejó en un guardarropas un
saco al que le faltaba un botón, no puede reclamar al retirarlo que le devuelvan
otro saco que se encuentre en perfectas condiciones. Cuando la persona devuelva
el alma al Todopoderoso después de su vida terrenal, en esas mismas
condiciones quedará hasta el momento de la resurrección de los muertos y en ese
instante la recibirá nuevamente para siempre. El trabajo de la vida es arreglar las
cualidades. Sin esto, la existencia no tiene sentido. Que el agradecimiento a Di-s
y a los que nos rodean sea la base de nuestra vida.
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No se puede soñar con cosas que no se poseen, sino que se debe vivir y construir
el hogar con todo lo positivo que en él existe, olvidando todo aspecto negativo. El
inconveniente mayor del ser humano es que en muchas ocasiones no se conforma
con lo que tiene. No creamos que saber conformarse es solo una gran cualidad,
sino que es algo básico para la vida. Quizás la raíz del problema radique en la
sociedad en la que vivimos. La competencia, observar las casas vecinas y
querer igualarlas a pesar de no estar en las mismas condiciones, destruyen
muchos hogares. Si viviéramos con la base escrita en el Pirke Abot: "¿Quién es
el rico? El que se conforma con lo que tiene", nuestra vida cambiaría. No existirían
problemas de pareja y seríamos felices arreglándonos con lo que Hashem nos
otorgó, aunque fueran muchas las cosas que nos faltaran.
Se cuenta sobre una mujer inteligente y con buenas cualidades, que tenía un
marido necio, al que ella siempre defendía. En una oportunidad, decidieron que
comprara una vaca para poder tener siempre leche de ella, pero el vendedor se
dio cuenta de la necedad del hombre y le vendió un toro en lugar de la vaca.
Cuando en la mitad del camino el hombre se dio cuenta de su error, se encontró
con un vendedor de caballos y aceptó cambiar el toro por un caballo, para poder
llevar a pasear a su familia. Después se arrepintió y lo cambió por un burro, pero
al pensar que necesitaba un establo para guardarlo, decidió cambiarlo por una
oveja de la que podría sacar su lana. Al encontrarse con un vendedor de gallinas,
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optó por cambiar la oveja por una gallina. Cuando pasó por un hospedaje donde
pidió comida, como no tenía con qué pagar, lo hizo con la propia gallina. Cuando
llegó a su casa sin nada en sus manos, sintió vergüenza de entrar. Fue a lo de un
vecino al que le contó lo que le había sucedido y éste le dijo: "¡Lo que te espera
con tu señora!". En ese momento reaccionó y le contestó: "Mi señora es muy
inteligente y no me gritará". Decidieron apostar cien monedas a ver cuál sería la
reacción de ella.
Todo ser humano atraviesa en la vida momentos positivos de los que puede
disfrutar plenamente. También le suceden acontecimientos negativos que lo
pueden entristecer o quitarle la tranquilidad. Todo depende de la óptica con que
se reciban esos sucesos. El libro "Jobat Halebabot" comenta sobre un Jasid que
al caminar pasó al lado de un perro muerto que despedía un olor insoportable. Sus
alumnos le dijeron: "¡Qué repugnante!". El Jasid les contestó: "¡Qué blancos que
son sus dientes!". Sus alumnos comprendieron que el Jasid les enseñaba que
siempre debían observar lo positivo de todo y no lo negativo. Incluso en el caso
extremo de ver a un perro muerto. Más aún, en los temas diarios de la vida y por
sobre todo en el matrimonio, la persona no debe comportarse en forma negativa
señalando las faltas que su pareja posee por el solo hecho de ser humano. Debe
rescatar lo valorable y positivo que con seguridad también existirá.
¡Qué importante es estar siempre alegre! Sobre quien así se comporta, está
escrito: "Ve y come con alegría tu pan y bebe tu vino con buen corazón, ya que
Hashem acepta tus actos" (Kohelet 9). Sobre este versículo escrito por el rey
Shelomo, el Shela Hakadosh comenta que la persona debe estar alegre con lo
que Hashem le otorgó. Así encontrará el bienestar para su cuerpo y para su alma,
ya que es sabido que cuando la persona come con alegría puede digerir
correctamente sus alimentos. Lo contrario sucede si se encuentra en tensión. El
Rab concluye diciendo que incluso para quien dispone sólo de lo mínimo para
comer...... ¡que lo coma con alegría!, como si tuviera delante de sí los mejores
manjares del mundo.
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Aprendamos a vivir con lo que Hashem nos otorgó. Seamos positivos en la vida.
Los primeros beneficiados seremos nosotros mismos.
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El mérito de la Sedaká
A pesar de que la situación económica del hogar pase por un momento difícil, el
matrimonio no debe privarse de dar Sedaká en la medida de sus posibilidades ya
que seguramente que por el mérito de ella, aumentará la bendición tan esperada.
Ribí Iudal Hulseman Z"L era un Sadik que vivía en Ierushalaim hace pocos años,
sobre el que se cuenta el siguiente Maasé: Había un Iehudi enfermo que
necesitaba realizar una operación que costaba 60 liras, una cifra muy grande para
aquellos tiempos. Los encargados de juntar Sedaká llegaron también a la casa de
Ribí Iudal, y al explicarle el motivo de su visita, suspiró diciendo: "Ya repartí todo
mi diezmo, ¿cómo hago? No tengo un centavo de donde poder dar, incluso pedí
prestado a cuenta del Maaser que voy a sacar durante el próximo año".
Durante dieciséis años estuvo este Sadik haciendo Kidush con pan para poder
saldar la deuda que había contraído para ayudar a ese enfermo, enseñándonos
así cuánto debemos preocuparnos por los demás. En nuestro caso particular, si
quizás no tenemos la fuerza de Ribí Iudal para privarnos de elementos para
nosotros indispensables, por lo menos debemos dejar de lado ciertos lujos
innecesarios para poder ayudar a gente que no tiene ni lo elemental para
poder subsistir.
Los Jajamim nos relatan varios sucesos donde la mujer se destaca por su bondad,
para mostrarnos así el poder que tienen para influir sobre sus maridos y sus hijos
beneficiándolos con la bendición que este proceder ocasiona. En el Ialkut
Shimhoni Rut 4, se relata un suceso sobre un Jasid que empobreció. Mientras
araba un campo, se le presentó Eliahu Hanabi con aspecto de un árabe y le dijo
que le regalaba seis años de riqueza y que debía elegir si los quería en ese
instante o al final de su vida. El Jasid no creyó lo que le decía y lo expulsó de su
lado, pero al repetirse esta situación por tercera vez, decidió consultar con su
esposa. La mujer le respondió: "dile que los quieres ahora". Cuando el Jasid le
respondió a Eliahu Hanabi, éste le dijo que antes de regresar a su hogar sería rico.
Realmente fue así, puesto que en ese momento sus hijos habían encontrado un
tesoro con el que podrían alimentarse durante seis años. ¿Cuál fue la actitud de
esa mujer tan correcta? Le dijo a su esposo: "Debemos agradecer a Hashem por
este milagro, pero también debemos ocuparnos de ayudar al prójimo con este
dinero". Así lo hizo y todos los días le decía a su pequeño hijo que anotara en
una libreta la Sedaká que daban. Al finalizar los seis años, se presentó Eliahu
Hanabi delante del esposo y le dijo: "Llegó el momento en que debo quitarte lo
que te di". La respuesta del Jasid fue que ahora debía nuevamente consultar con
su esposa. Ella le propuso: "Ve y dile que si encuentra a otra persona más fiel que
nosotros, le entregaremos lo que nos dio". Cuando Hashem vio el comportamiento
que la pareja había tenido, les brindó aún más bienestar para que se cumpliera en
ellos el versículo: "Y será el acto de la Sedaká paz" (Ieshaia 32).
Control y dominio
Está escrito en el "Sefer Jasidim" lo que aconteció con una persona que respetaba
mucho a su padre, quien le pidió: "Tú me respetas en vida, quiero que después de
mi muerte sea igual. Te ordeno contener tu furia por una noche y no hablar hasta
el otro día". El hijo no entendió bien a qué se refería el mandato, pero pasaron los
años y el padre falleció. Después de un tiempo el hijo se casó y su señora quedó
embarazada, pero antes de que su esposo se enterara de la novedad, debió
realizar un viaje de trabajo a otro país en donde por un inconveniente debió
quedarse durante años. Al regresar a su ciudad, luego de tanto tiempo, entró a su
casa de noche, escuchó la voz de un joven y sacó su espada dispuesto a matarlo
a él y a su esposa, pero recordó las palabras de su padre y se contuvo. Luego
escuchó que su esposa le decía a ese joven: "Hace muchos años que tu padre se
fue, si supiera que tuvo un hijo, habría venido a ocuparse de casarlo". Cuando el
marido escuchó esto, se presentó y agradeció a Di-s por haber contenido su furia
y a su padre que lo había prevenido de esta situación e hicieron una fiesta con una
alegría muy especial. Se trata de un claro ejemplo del beneficio de la persona que
domina su enojo y se tranquiliza, ya que si se hubiese dejado llevar por su instinto,
habría destruido dos almas de Israel: ¡a su esposa y a su propio hijo!
insultar a la vecina perversa. Sin embargo, pudo superarse y con una fuerza
especial se controló frente a tamaña prueba, cerró sus labios y aceptó el Din del
Shamaim: "¡Seguramente que merecía este sufrimiento y que sea mi Kapará!".
Recogió la ropa, la enjuagó, le sacó la suciedad y la extendió en un lugar más
amplio donde no molestara a su vecina. No le comentó a su marido lo que había
sucedido para no crear más odio y separación en Israel. Sólo ella y su vecina
sabían lo sucedido, hasta que esa misma noche se presentó la vecina pidiendo
perdón por su actitud. Le comentó que su hijo se encontraba en ese momento con
una alta fiebre repentina, y que ella creía que era un castigo del Shamaim por lo
que había ocurrido a la tarde.
Esa Sadeket que contuvo su furia, tuvo el mérito de tener al otro año un hijo
que hoy es uno de los Jajamim más grandes de Ierushalaim. ¡Todo gracias a
su control y dominio! Quien así actúa, nunca se arrepentirá.
Saber soportar los malos momentos es la base del Shalom en una casa.
Controlarse y no enfurecerse es la llave de la felicidad. Nuestros Sabios nos
cuentan que en las generaciones anteriores, para saber si la novia tenía la
cualidad de Sablanut (paciencia), le daban un ovillo con hilos enredados y debía
separarlos. Se la observaba para ver cuál era su comportamiento, para conocer
así su carácter verdadero, ya que la vida muchas veces es como un hilo
entrelazado en donde el perder la calma no hace más que generar nuevos nudos
y complicaciones. Por el contrario, se debe tener serenidad y fe y todos los
tropiezos se resolverán fácilmente.
Se comenta sobre el Jafez Jaim Z"L, que cuando se casó con su segunda mujer y
llegó la fiesta de Sucot, preparó la Sucá en el lugar donde siempre lo hacía.
Cuando terminó de hacerlo, su mujer le dijo: "Me parece que no es el lugar
adecuado, pienso que será mejor en el otro patio", señalando la otra punta de la
casa. El Rab, sin pensar en el tiempo perdido ni enfurecerse, desarmó la Sucá y la
armó en el otro lugar. Cuando finalizó, su señora le dijo nuevamente: "Israel Meir,
me arrepiento de mi consejo, el lugar del principio era el más adecuado".
Basta recordar para comprobarlo las respuestas que surgen cuando el furioso se
tranquilizó, ni él mismo puede creer que hayan salido esas palabras de su boca o
que haya cometido tales actitudes. Quizás sea esa la explicación de la increíble
fuerza que surgió en su interior. Muchas veces entre varias personas no pueden
detener a alguien nervioso que se transforma así en algo incontrolable. ¿ Para qué
sirve esa fuerza? Ninguno de nosotros estaría dispuesto a cambiar su automóvil
por otro con un motor mucho más potente pero que lo llevara sin dirección alguna.
Sólo un necio lo haría. Es lo que dice el Rey Shelomo: "La furia se posa en el
pecho de los necios" (Kohelet 7).
Nos preocupamos muchas veces por cumplir preceptos hasta en sus mínimos
detalles. Realmente corresponde que así actuemos. Pero, ¿cómo podemos
explicar la enorme contradicción de cometer simultáneamente uno de los
peores pecados de la Torá: idolatría, o dicho en otros términos: enfurecerse
y perder el control? Más aún, no se trata de algo que suceda una vez o en forma
esporádica en la vida, sino que se repite en la relación con la pareja, con los hijos,
en el trabajo, al manejar nuestros automóviles, en la fila del banco o del almacén o
en cualquier situación opuesta a nuestro deseo. A veces, se comete la
irracionalidad de enfurecerse en el Bet Hakeneset -la casa de Di-s-
olvidándose así la Kedushá que reina en un lugar tan sagrado. El profeta Ieshaia 1
dijo en nombre de Di-s: "¿Quién les pidió a ustedes que pisen mi patio?", ya que
es realmente preferible que alguien que tiene ese comportamiento
permanezca en su hogar y no falte el respeto a Hashem en su propio palacio.
que todavía no había sido exteriorizado por Eliab, fue suficiente para
desplazarlo del trono de rey de Israel que tenía asignado.
El Talmud en Pesajim 113 afirma que la vida del nervioso no es vida. Realmente
los sufrimientos que se provoca a sí mismo, a su familia y a su alrededor son
innumerables. Acorta su vida, como podemos deducirlo de la pregunta que le
hicieron a Ribí Zerá: "¿cómo has hecho para vivir tanto tiempo? Nunca me enojé
dentro de mi hogar", respondió el Rab (Meguilá 28). Pierde su sustento, ya que la
Berajá de la casa depende de la mujer y si ella está triste por haber recibido una
ofensa de su nervioso marido, los problemas económicos aparecerán. La furia
provoca que la persona se comporte en forma cruel, no reconozca la verdad
y que tropiece con todo tipo de pecados.
Se cuenta sobre Ribí Menajem Mendel Horbiz Z"L que en una oportunidad
concurrieron dos personas a su casa para que determinara sobre un diferendo
económico que tenían y ellos aceptarían su palabra sin discutir. Cuando el Rab
determinó que uno de ellos debía pagar a su compañero una suma de dinero
bastante importante, el deudor comenzó a protestar por el fallo e insinuó que no
estaba dispuesto a aceptarlo. El Rab se dirigió al rebelde y le dijo: "Desde que fui
nombrado Rab en nuestra ciudad, llevo conmigo una pequeña caja de la que
nunca me separo. En ella está oculto mi Kaas (furia), que como Rab del lugar,
cuando considero que debe ser utilizada Leshem Shamaim, tomo de ella lo que
creo necesario. Debes saber que si tengo que abrirla por tu comportamiento, ¡te
hundirás en el abismo y no habrá quien te pueda levantar!". Sus palabras hicieron
el efecto adecuado y el deudor aceptó pagar lo que correspondía.
Recordemos, para finalizar, que el mundo se mantiene por aquel que sabe
controlarse frente a una probable discusión, que el silencio y la voz suave anulan
la furia del que ofende y ayudan a tranquilizar al ofendido. De esta forma seremos
queridos por Di-s, por nuestra familia y nuestra comunidad, cuidaremos el alma y
el cuerpo, adquiriremos así el mundo venidero y tendremos provecho del mundo
terrenal.
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El Talmud comenta en Julin 84: "Que la persona coma y beba por un valor inferior
al que dispone, se vista de acuerdo con lo que tiene y que respete y mantenga a
su esposa e hijos con más de lo que tiene, porque ellos dependen de él y él
depende del Creador". El marido debe esforzarse para mantener su hogar con
mano amplia, sin hacer cuentas detalladas acerca de si se gastó en forma
indebida o no cada moneda. Di-s, por ese mérito, le dará su sustento con mucha
bendición.
Se cuenta sobre el Rab Eliahu Lapian Z"L que, en una oportunidad, tuvo
necesidad de mudarse a una casa más amplia porque su familia era muy
numerosa. En esa época, era muy difícil conseguir una casa en alquiler. Después
de mucho esfuerzo encontró finalmente lo que necesitaba y arregló el precio con
el dueño. Contrató un carretero para hacer la mudanza y prepararon con sacrificio
todas sus pertenencias en las carretas junto a su familia. Al llegar a la casa nueva,
se encontró con una persona que le dijo: "Debes saber, Ribí Eliahu, que se casa
mi hija y busqué por toda la ciudad una casa en alquiler para ella y la única que
encontré es ésta, pero tú te adelantaste. Debes saber que si no la alquilo, deberé
postergar el casamiento". Los que escucharon la conversación, le recriminaron al
hombre por su inapropiada actitud al reclamar a toda una familia que ya tenía la
mudanza preparada, el precio del alquiler arreglado con anterioridad y que, por
otra parte, no tenía ninguna culpa de lo que sucedía. Sin embargo, el Rab no
contestó, se dirigió al carretero y le ordenó: "Por favor, no bajen las pertenencias,
debemos volver a nuestra casa anterior"...
Se comenta sobre Rabí Jaim Mizanz Z"L, que una vez llegó a una ciudad y al
pasar por una casa exclamó: "Siento el aroma del Gan Eden". Para averiguar de
qué se trataba, golpeó esa puerta esperando encontrar la respuesta. Ribí Pesaj, el
dueño de casa, era el encargado de juntar Sedaká para repartir entre los
necesitados. Ribí Pesaj lo hizo pasar. El invitado le pidió que abriera un estante de
donde provenía ese aroma tan maravilloso. Al hacerlo se encontró con una ropa
de un sacerdote y Ribí Jaim dijo: "De esa ropa proviene el aroma, dime cómo llegó
a tus manos".
Ribí Pesaj contó como en una oportunidad había ido a juntar Sedaká de gente que
colaboraba con él para ayudar a los pobres. Al regresar a su casa se encontró con
alguien que lo esperaba con desesperación y que le dijo: "Por favor, mi situación
es insostenible por las deudas que tengo. O consigo algo de dinero o estoy
destruido!"... Intenté explicarle, continuó Ribí Pesaj, que ya había repartido todo lo
juntado, y que no podía volver en el mismo día a pedir que me ayudaran
nuevamente. Ante el llanto de este pobre hombre, regresé a las casas de los
donantes explicando lo que sucedía y finalmente conseguí una suma de dinero
que solucionó su problema.
Aprendamos a conocernos
La pareja debe conocer las diferencias que existen entre uno y otro por el solo
hecho de ser hombre y mujer. Si tenemos presente las distintas
características, sentimientos y óptica de la vida que ambos tienen, se
evitarán discusiones que perturban la felicidad del hogar. Veamos dos
ejemplos:
2) A veces los niños se pelean y uno golpea al otro que llora en forma
desconsolada. La madre preocupada sale corriendo a ver qué pasó, mientras que
el padre tranquilo, continúa con sus ocupaciones sin prestar mayor importancia a
lo sucedido. La mujer no puede entender a su esposo y le pregunta: "¡¿No
escuchas los gritos?!". Comienza así una nueva discusión cuyo final
desconocemos. Si hubiera sabido que su reacción se origina en su sentimiento y
delicadeza, mientras que en su marido es más la fuerza del razonamiento que la
del sentimiento, se habría evitado el problema.
Nuestros Sabios nos enseñan que de la misma forma que el mar no se ara y las
estrellas no se cuentan, con la mujer no se discute. Para entender por qué se
debe proceder así, recordemos lo que dijo una vez el Rab Dessler, autor del libro
Mijtab Meeliahu: "Con la inteligencia que Hashem me dio, en muy poco tiempo
-media hora aproximadamente- de hablar con un alumno me puedo dar cuenta de
sus condiciones: si posee o no buenas cualidades. Pero frente a esto, en el caso
de mi mujer con la que vivo hace cuarenta años, aún no conozco el camino y los
pensamientos de su alma". Si entendemos esto, no hay lugar a ninguna discusión
en el hogar. Para discutir con alguien, las bases del pensamiento deben ser
las mismas y existir distintas opciones que generan la discusión. Pero si las
bases son distintas, como en el caso del hombre y la mujer, no hay lugar
para ninguna discusión.
Es por eso que la mujer a veces quiere algo con toda su alma y otras tantas lo
rechaza. Ella depende de su sentimiento que varía de un período a otro y así
pasan a ser secundarios otro tipo de cálculos.
Los Jajamim nos enseñan que la Emuná de la mujer es en general mucho más
fuerte que la del hombre. Cuando ella confía en Hashem con todo su corazón,
soporta las vicisitudes de la vida mucho mejor que el hombre. Así es su
naturaleza. Lo mismo sucede en la relación con su madre. Al formar su nuevo
hogar, nunca podrá cortar esa relación y creará un puente entre los dos
hogares: el suyo y el de su madre.
Recordemos que con un pequeño fósforo se puede quemar una casa por más
grande que ella sea, pero si el fuego es apagado a tiempo todo se salvará. No
dejemos que el fuego de la pelea destruya el hogar. Nadie se beneficiará, ni la
pareja, ni los hijos, ni los parientes, ni los amigos, ni la comunidad. Que la Berajá
del Shalom se encuentre en todos los hogares de Israel.
71
La sonrisa en el matrimonio
En Abot de Ribí Natan cap. 13 está escrito: "Se debe tratar a toda persona con
buena cara. Se puede dar al compañero todos los regalos del mundo, pero si
fue de mala forma, se le considerará como si no hubiera dado nada. Por el
contrario, aquel que trata bien al otro, incluso que no le haya dado nada, es
como si le hubiese obsequiado todos los regalos del mundo".
Imaginemos lo que puede suceder con dos personas con el mismo nombre que se
encuentran en el Shamaim en el momento previo al Juicio Divino. Al dialogar, se
sorprenden de tener el mismo nombre: uno de ellos se encuentra tranquilo y
sonriente, ya que fue una persona muy rica y continuamente repartió dinero a su
señora, hijos y comunidad, por lo que recibirá seguramente el paraíso. Su figura
contrasta con la tristeza y preocupación del otro, que fue una persona muy pobre y
que casi nunca pudo colaborar con nadie, por lo que, seguramente, deberá ir al
infierno.
Se comenta sobre el Jafez Jaim Z"L, que en una oportunidad su señora se quejó
por la situación económica del hogar, diciendo: "En la casa de los vecinos tienen
riqueza a pesar de tratarse de gente que no estudia Torá; sin embargo, nosotros
con tanto estudio pasamos momentos de pobreza!". El Rab le contestó: "¿Acaso
crees que nuestros vecinos a los que no les dio Hashem tanta sabiduría, ni
tampoco tienen hijos que puedan elevarse en el camino de la Torá, también deben
ser castigados con pobreza? Por otra parte, tú tienes un marido con Torá, has
encontrado el camino de la verdad y tienes la esperanza de que tus hijos sean
72
El Jafez Jaim nos enseña con su sabiduría, que sólo con un lenguaje suave e
inteligente puede tranquilizar a su señora. No lo hará con discusiones y
peleas. De la misma forma, cuando el marido vuelve a su hogar después de un
día de problemas y tensiones, debe su señora sonreírle y alentarlo para despejar
las nubes tormentosas que apagan su espíritu, y traer la luz que lo alumbre en el
camino de la vida. Cada integrante de la pareja tiene la obligación de repetirse
continuamente: "La sonrisa acerca los corazones. La tensión y el enojo destruyen
el hogar".
La Mishná en Pirké Abot 1 comenta: "Shamai dice... Recibe a toda persona con
buena cara". No creamos que Shamai se refería sólo a los casos en donde se
recibe a un huésped en el hogar. Su enseñanza fue para todos los momentos
de la vida en donde alguien se encuentre frente a nosotros. En forma
sorprendente, no es Hilel -Sabio talmúdico contemporáneo a Shamai que se
destacaba por pregonar el favor en toda circunstancia- el que nos transmite la
importancia de la sonrisa. Es nada menos que Shamai quien lo recuerda, no
como un buen consejo sino como una obligación.
En cuántos casos hay parejas que comparten toda una vida sin encontrar un
idioma en común, con nerviosismo, amargura y sin el mínimo entendimiento.
¿Cuál es la raíz de este desastre? Quizás que cada uno de ellos esperaba que
el otro se acercara con una sonrisa para empezar una mejor relación. Nadie
dio el primer paso y así transcurrió la vida. Sólo que la brecha cada vez se hizo
más profunda. Cada uno pensó que tenía los motivos suficientes como para no
dar el brazo a torcer. Olvidaron que la obligación de "recibir al otro con buena
cara" es incluso en los casos en donde las actitudes no se compartan o las ideas
sean distintas. Mas aún en el matrimonio, donde ninguna persona podrá brindar lo
que cada integrante de la pareja deje de realizar.
Que Hashem ayude al pueblo de Israel para que la sonrisa y el aliento mutuo
sean la base de todos nuestros hogares. Amén.
74
Reforzar la fe
Precisamente, el único modo para evitar una pelea es trabajar sobre uno
mismo para reforzar la fe y aprender a vivir con alegría. El profeta Zejariá 8
nos dice que "la verdad y la paz serán amadas". Aparentemente, se trata de dos
conceptos contradictorios, ya que si observamos al prójimo bajo la óptica de la
verdad encontraremos errores y falencias que provocarán la discordia. El
problema consiste en que buscamos la verdad en el otro y olvidamos
analizarnos a nosotros mismos. Si lo hiciéramos, tomaríamos conciencia de
nuestros defectos y la paz con el prójimo sería fácilmente encontrada. A eso se
refirió el profeta Zejariá.
Napoleón que al pelear con Rusia llegó a una ciudad muy fortificada y no podía
derrumbar sus murallas. La sitió aguardando a que sus habitantes se rindieran con
el correr del tiempo. Sin embargo, como éstos disponían de gran cantidad de
alimentos, fueron los soldados de Napoleón quienes se impacientaron sugiriendo
regresar a sus hogares. Napoleón decidió disfrazarse en compañía de un general
e ingresar como espía en la ciudad para ver la situación real del lugar: si aún
disponían de alimentos regresarían, pero de lo contrario, el sitio continuaría hasta
que se rindieran.
El Rab Eliahu Lapian Z"L cuenta en su libro "Leb Eliahu" el siguiente Maasé: "Ribí
Neta era un comerciante que vivía en Kelem. Casó a su hija única con un Talmid
Jajam al que le dio una dote importante y se comprometió a mantenerlo durante
muchos años para que pudiera seguir estudiando Torá. Cuando esos años
pasaron, la mujer le reclamó a su esposo que dejara de estudiar para poder
mantener su hogar. Su esposo -por el cariño que tenía a la Torá- se negó a
hacerlo. Ella sugirió que con el dinero de la dote abrieran un negocio que ella
atendería, y que el marido se ocupara del mismo sólo dos horas por día. El
hombre aceptó y con el correr del tiempo las dos horas se transformaron en
cuatro, hasta que abandonó completamente sus estudios para dedicarse al
trabajo. Un sábado a la noche que nevaba, la mujer salió a tirar algo afuera de la
casa y al regresar sintió que se ahogaba y no podía hablar. Su marido corrió a
buscar un médico, pero éste no pudo diagnosticar la enfermedad que la aquejaba.
Los doctores que la veían no podían entender por qué no podía hablar. Alguien le
sugirió al marido que quizás se trataba de un caso de exorcismo y que fuera a lo
de Ribí Mendel Z"L que se ocupaba de estos temas. El marido decidió llevar a su
esposa a lo del Rab quien le habló al alma que se había introducido en ella. El
alma le contestó desde el estómago de la mujer sin que ella moviera los labios:
‘Transgredí en mi vida todos los preceptos de la Torá y mi castigo fue que mi alma
recorriera el mundo con ángeles que me castigan continuamente y sólo encuentro
tranquilidad si me introduzco en el cuerpo de alguien’. ‘¿Por qué elegiste a esta
joven?’, le preguntó el Rab. La respuesta fue: ‘Su propia madre -que ya había
fallecido- me pidió en el Shamaim que lo hiciera para que su hija sufriera en este
mundo y no recibiera castigo en el Olam Habá por haber sacado a su esposo del
estudio de la Torá’. Ribí Mendel Z"L se dirigió al esposo de la mujer, quien le
aseguró que volvería a estudiar Torá. Ribí Neta -el padre de la mujer- se
comprometió a estudiar Mishnaiot y a encender Nerot en el Bet Hakeneset para
rescatar a esa alma del castigo que tenía. Ribí Mendel Z"L reunió un grupo de diez
personas para que leyeran Tehilim y dijo unos Pesukim con la mujer sentada en la
mitad de la habitación. Luego de unos minutos de lectura de Tehilim, la mujer -en
forma repentina- cayó al suelo y se escuchó una voz que salía de ella: ‘¡Shemá
Israel!’. Una de sus uñas se partió y salió sangre de ella. La ventana se rompió
-por ese lugar salió el alma- y la mujer recuperó su normalidad". El Rab Eliahu
Lapian continúa en su libro: "En el último tiempo escuché que esa pareja está en
Israel. Viven en Tel Aviv, pero no revelaré más detalles sobre ellos. Sólo que
personalmente los visité y ellos mismos me contaron todo el suceso".
Toda mujer virtuosa que lea este Maasé, tomará la enseñanza necesaria para
su vida, ayudando y fortaleciendo a su esposo en el camino y en el estudio
de la Torá, para adquirir así la felicidad en este mundo y en el venidero.
Las estadísticas demuestran que una casa basada en los principios de la Torá
está llena de alegría y felicidad. Seguramente que no son las condiciones
económicas las que la hacen dichosa, ya que no siempre tienen esa bendición,
77
sino que tienen la Berajá de tener fe en el Creador, que es la vitamina que origina
esa felicidad al saber que quien da la vida, también da el sustento. Así se logra la
tranquilidad y felicidad anhelada.
El Rab les pidió que lo esperaran hasta que volviera de rezar Minjá en el Bet
Hakeneset. Al regresar, les dio una respuesta negativa al pedido para que viajara.
Cuando la señora del Rab le preguntó por qué no había aprovechado esa
oportunidad de ganar mucho dinero, el Rab le respondió que una de las Berajot de
la Tefilá que dijo era "Mebarej Hashanim", o sea que Di-s bendice los años desde
Su lugar celestial. La Guemará comenta que la distancia desde la tierra al primer
cielo es de 500 años y al segundo cielo es de otros 500 años, y así sucesivamente
pasando los siete cielos hasta llegar al Trono Divino. Sin embargo, esa distancia
inimaginable no es impedimento para que la Berajá llegue al ser humano. "Me dije
a mí mismo: ¿Sólo a la ciudad de los ricos me mandará Di-s la Berajá? ¡Si Él
quiere, podrá enviarla directo a mi casa!". Finalmente, los ricos decidieron hacer el
juicio en la ciudad del Rab, quien pudo obtener el dinero sin tener necesidad de
dejar su hogar. ¡Tengamos fe y tendremos alegría en nuestros hogares, a pesar
de los problemas económicos que puedan existir!
Otro de los mensajes que la parra otorga a la pareja es que el vino alegra a la
persona, pero sólo cuando se lo consume con medida y en forma adecuada. De lo
contrario, la emborracha con las consecuencias negativas que todos conocemos.
De la misma forma hay una indicación para la pareja de fijar los límites que la
Torá impone. Como dijeron los Jajamim: "Santifícate a ti mismo en lo que está
permitido para ti" (Iebamot 20), y así tendrán éxito en la construcción del hogar. El
amor entre ellos crecerá continuamente gracias a esos cercos que la Torá
determina. Serán como el vino, cuyo sabor aumenta día tras día.
Que en todos los hogares de Israel se cumpla la frase de los Jajamim: "Inbe
Haguefen Beinbe Haguefen Dabar Nae Umitkabel: la uva de la parra con la uva de
la parra es bella y agradable".
79
Se cuenta sobre el Rab Iejezkel Abramsky Z"L que al ser llevado preso a Siberia,
le sacaron los zapatos y lo obligaron a caminar descalzo sobre el hielo congelado
varios kilómetros por día. El Rab dentro de su Tefilá le dijo a Hashem lo siguiente:
"Di-s mío, escribiste en Tu Torá (Ketubot 30) que todo proviene del Shamaim
menos los resfríos, que se originan en una negligencia propia de la persona que
no se cuida como corresponde. Pero en este lugar con temperaturas bajo cero, me
obligan a caminar descalzo y solo Tú, Señor del Universo, me puedes cuidar. Por
favor, sálvame para que no me enferme". Pasaron muchos años y el Rab ni
siquiera se resfrió, mientras que mucha gente moría de complicaciones por gripes
y pulmonías.
Cuando se recolectaba dinero para los pobres, se le entregaba al Rab para que
fuera su depositario hasta que se necesitara utilizarlo. Incluso particulares le
daban dinero para que lo guardara, sabiendo que quizás estaba más seguro que
en una cuenta bancaria.
El Rab tenía un alumno de apellido Rotschild, que no sólo estudiaba junto a él,
sino también hacía las veces de su secretario y administrador. Cuando el Rab
recibía dinero, se lo entregaba a su alumno quien lo guardaba en un cofre cuyo
escondite conocían nadie más que él y su Rab.
En una ocasión, llegaron a la casa del Rab unos Gabaim (Dirigentes Comunitarios
que se encargan de recolectar dinero para beneficencia), y pidieron la restitución
del dinero que anteriormente habían dejado en depósito. El Rab comenzó a
buscar el cofre y no lo encontró. Cuando se le ocurrió preguntarle a su alumno, se
acordó que ese mismo día el joven le había dicho que abandonaba la ciudad y se
iba a trabajar a otra ciudad. Los Gabaim se retiraron con las manos vacías, y
dejaron al Rab con una profunda preocupación.
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Pasó un tiempo, y la esposa del Rab le dijo a su marido: "No es que quiera ser mal
pensada, pero precisamente en el día que tu alumno Rotschild se fue, desapareció
el cofre del dinero..."; "¡No, no!, la interrumpió el Rab, es imposible que él haya
hecho algo así. Rotschild es un verdadero Sadik y confío plenamente en él...".
"Bueno pero nada pierdes si vas a la ciudad donde ahora vive, y le explicas que se
perdió el dinero de los huérfanos y las viudas. Quizás te puede dar una pista",
insistió la mujer.
Rotschild recibió a su Rab con mucha amabilidad. "¿A qué se debe esta tan
honrosa visita?", "Debo hablar contigo muy seriamente", fue la respuesta. El Rab
le contó que habían ido los Gabaim a reclamar el dinero de las viudas y los
huérfanos, y el cofre había desaparecido. Con sutiles palabras, le estaba dando a
entender que existía la sospecha de que él fuera quien había tomado
indebidamente ese dinero.
se dirigió otra vez a la ciudad donde Rotschild vivía. Cuando llegó allí, no lo
encontró en donde tenía su negocio. Ni siquiera el negocio existía. Preguntó a la
gente y le dijeron que Rotschild había vendido todo lo que tenía y se había ido a
vivir a una choza en una aldea cercana.
El Rab se dirigió a ese lugar y encontró a su alumno viviendo en una choza pobre
y destruida. Rotschild recibió a su Rab con la amabilidad de siempre. "Sea usted
bienvenido, Rab. Sólo que todavía no he podido reunir la suma que le debo. Por
favor si me espera unos días más...", "¡Querido alumno! Sé que tú no fuiste quien
robó el cofre. La policía encontró al ladrón y el cofre ya está en mis manos". "¿Ah,
sí? ¡Baruj Hashem! ¿Y se puede saber quién fue?". "¿Te acuerdas del sirviente
que teníamos y de repente nos abandonó? Bueno, pues de algún modo se las
ingenió para robarnos sin que nos diéramos cuenta. Pero, ¿por qué me mentiste y
me hiciste creer con tu actitud que habías sido tú el ladrón? ¡Si hasta te quedaste
pobre por darme el dinero, cuando en realidad no te correspondía hacerlo!". "Yo lo
vi a usted muy preocupado, porque tenía la responsabilidad de devolver el dinero
que le habían dado para guardar. Y la verdad es que preferí pasar un poco de
incomodidad, con tal de que a las viudas y a los huérfanos no les falte nada de lo
que les corresponde... Usted me enseñó que en la Torá está escrito: "A Hashem,
Tu Di-s, temerás". Y es sabido que estas palabras no sólo se refieren al Creador
del Mundo, sino también a los que los representan: A los Jajamim. Yo debo temer,
respetar y honrar a los Jajamim, y mucho más a usted, que es mi Jajam principal y
de quien aprendí toda la Torá que tengo". "Bueno. Pero, ¿Por qué llegaste hasta
esta situación?". "Yo me comprometí con usted a entregarle la otra mitad del
dinero, y como ya no me quedaba nada en efectivo, me vi obligado a vender mis
propiedades, pero igualmente no alcanzó. Pensé que de algún modo u otro,
Hashem me iba a ayudar a reunir toda la cantidad antes de que transcurriera el
mes de plazo...".
El Sefer Pele Ioez escribe que quien tiene una mala mujer que lo hace sufrir, que
le pida a Di-s que transforme su corazón. Que lo quiera y caiga en gracia a sus
ojos, para que él también la pueda amar. Nuestros Sabios nos enseñan que las
puertas del llanto nunca se cierran. Por lo tanto, no debe desesperarse sino
pedir con todo el corazón al Padre Piadoso que cambie la pelea del hogar por la
felicidad eterna.
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Para concluir, relatemos uno de los tantos milagros cuyo protagonista fue uno de
los Sabios más grandes de las últimas décadas: el Baba Sali Ribí Israel Abujazira
Z"L. Un matrimonio que luego de muchos años de casados no habían podido
tener hijos, recurrió a recibir la Berajá del Rab. Para ello se dirigieron a su casa en
Netibot. Todos conocían la Kedusha del Rab, sabían que sus oraciones llegaban
al Cielo y que sus bendiciones se cumplían. Le contaron al Rab lo que les
aquejaba y le pidieron una bendición para que Hashem les otorgara el hijo tan
ansiado. El Rab les pidió sus nombres e hizo Tefilá por ellos. Luego tomó una
botella de anís, escribió algo en un papel con el que envolvió la botella y les dijo:
"Deseo que el día del Berit Milá bendigan sobre este anís al poner el nombre del
bebé". Recogieron la botella. El corazón de ellos desbordaba de alegría.
Los años pasaron y ninguna novedad importante ocurría. Hasta que escucharon
una noticia que los dejó perplejos: El Baba Sali Z"L había dejado este mundo y
aparentemente su Berajá no se había cumplido. Luego de transcurridos dieciséis
años del encuentro con el Baba Sali, lo que parecía imposible llegó: el hijo por el
que tantas Tefilot se habían hecho, vino a este mundo. Imaginemos la alegría de
la familia. Decidieron que el Sandak fuera el Rab Izjak Kaduri Shelita. El padre
trajo la botella de anís y se hicieron los preparativos para el gran día. El Berit Milá
se realizó e invitaron al Rab Kaduri para hacer el Kidush. Al sacar el papel que
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envolvía la botella de anís todos quedaron sorprendidos: el Baba Sali había escrito
en el papel la fecha del Berit Milá dieciséis años antes de que se realizara.
No hubo generación que haya tenido las comodidades que hoy existen. Al tocar un
botón se enciende la luz, se mueve una perilla y el fuego está preparado para
cocinar, el lavarropas automático deja la ropa limpia sin ningún esfuerzo del ama
de casa, se pueden adquirir comidas preparadas para ser servidas, etc., etc.
¡Cuánto esfuerzo debían realizar las generaciones anteriores para obtener las
mismas cosas! Se debía buscar combustible para tener un poco de luz, preparar el
fuego con madera o carbón, llevar la ropa hasta el río para poder lavarla, etc. Sin
embargo, ellos eran más felices que lo que somos nosotros hoy, porque tenían la
clave que nuestros Sabios profetizaron hace mucho tiempo atrás: "¿Quién es el
rico? El que se alegra con lo que tiene" (Pirke Abot 4), ya que sólo sabiendo
conformarse con lo que Di-s le destinó, se encuentra la felicidad. Ésa es la
verdadera riqueza.
Cuando Ribí Akiba se casó con Rajel, la hija de Kalba Sabua, la pareja era tan
pobre que debía dormir sobre un lecho de paja. En una oportunidad, se presentó
Eliahu Hanabi como un pobre pidiendo un poco de paja para su señora que había
tenido un hijo y no tenía donde acostarse. Le dijo Ribí Akiba a su mujer: "Observa,
hay gente más pobre que nosotros y ni siquiera tienen paja".
Cuando Ribí Shimhon llegó a su casa con dinero y comida, la señora sorprendida
le preguntó: "¿De dónde lo conseguiste?". El marido le respondió: "Di-s me lo dio".
Pero ella no se quedó conforme: "Si no me dices de dónde es, no probaré nada".
El Rab le contó lo ocurrido al no tener otra alternativa: "Hice Tefilá delante de
Hashem, y me dio esta piedra preciosa". Ella respondió: "¿Acaso quieres que tu
pago en el Olam Habá sea menor que el de tu compañero por haber recibido esa
joya?, ¡ve y devuelve la comida que compraste, el dinero a su dueño y la joya a Di-
s!".
Esa mujer virtuosa convenció incluso a Ribí Iehuda Hanasí que no era
conveniente que su marido aprovechara ese regalo del Cielo. Cuando Ribí
Shimhon Ben Jalaftá fue a devolver la joya, extendió su mano, e inmediatamente
vino un Malhaj (ángel) y la tomó. Fue dicho: "El milagro último fue mayor que el
primero, ya que del Cielo lo normal es que dan, y no es normal que quiten".
Tengamos Emuná que nuestro sustento depende sólo del Creador, como dijeron
nuestros Sabios en el Talmud (Besá 16): "Todo el sustento de la persona está
fijado desde Rosh Hashaná, con excepción de los gastos necesarios para Shabat,
86
Iom Tob y para educar a los hijos en el camino de la Torá, que en caso de
disminuirlos, se le disminuyen a él. Si los aumenta, recibirá más de lo que gastó".
Quizás más que nunca, en esta época hay hogares en que la voz de la alegría y
de la felicidad no se escucha porque es cubierta por la "voz del dinero" que con un
fuerte tono reclama su lugar. La falta de dinero para tener una vida digna es la que
en muchos casos provoca la destrucción del Shalom del hogar.
Muchas mujeres endeudan a sus maridos con lujos que realmente no estaban a
su alcance, sólo por envidia a la vecina o a la amiga que sí podía darse ese lujo.
En lugar de poner el acento en la educación de sus hijos y en la atención a sus
esposos, sólo piensan en no ser menos que sus amigas.
La mujer inteligente debe saber, por otra parte, que toda casa en la que sus
habitantes se conforman con lo que tienen y no persiguen lujos o placeres fuera
de su alcance, es la que construye un futuro digno para sus hijos que aprenderán
a vivir sabiendo que en la vida no puede conseguirse todo lo que uno desea. De
esta forma y por el hecho de vivir con limitaciones, obtendrán una felicidad
continua debido a que nunca sentirán que les falta algo, porque aprendieron
a vivir sabiendo que Hashem es el que da a cada uno lo que le corresponde y
no correrán detrás de lujos y placeres inalcanzables.
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El valor de un minuto
La mujer que tuvo la suerte y el mérito de casarse con un hombre que fija en su
vida un tiempo para el estudio de la Torá, es la mujer más feliz que existe en la
tierra. A pesar de que existan problemas económicos, no debe influenciar sobre su
marido para que abandone ese tiempo de estudio para dedicarlo al trabajo. Por el
contrario, debe alentarlo y fortalecerlo, porque todo el dinero que existe en el
mundo no se iguala al valor de una letra de Torá que su marido estudia. Todo
ese mérito es gracias a la mujer que lo alienta y le permite seguir adelante.
En una ciudad de Europa, se habían reunido los Iehudim para hacer un hospital.
Muchos donantes contribuían para ello; algunos ofrecían sólo una cama mientras
que personas adineradas donaban varias camas para los futuros pacientes. El
Jafez Jaim, que dirigía espiritualmente el lugar, agradeció a cada uno de ellos por
el Jesed importante de la donación. Cuando concurrieron al lugar algunos alumnos
de distintas Ieshibot, el Jafez Jaim los recibió con mucha honra, lo que provocó
malestar a los donantes que preguntaron: "¿Acaso ellos donaron camas como
nosotros para la construcción del hospital?". Les contestó el Rab: "¡¿Qué dicen?!,
¿acaso ustedes donaron cincuenta camas?". Nadie podía creer que esos jóvenes
hubieran donado algo que ni los millonarios podían hacer. El Jafez Jaim les aclaró:
"¡Sí!,¡Sí!, cada uno de ellos donó cincuenta camas que no fueran necesarias.
Ellos donaron que no haya necesidad de camas para enfermos en el
hospital, ya que la Torá que ellos estudian protege y salva de enfermedades y
sufrimientos a nuestra ciudad".
Aprendemos de este suceso, que aquella mujer que desea que en su hogar
haya salud y tranquilidad, debe alentar y apoyar a su marido en el estudio y
cumplimiento de la Torá. Es la mejor protección frente a los problemas de la
vida y lo que garantizará su felicidad eterna.
Sucedió con el Taz (abreviatura del Rab David ben Shemuel Halevi Z"L que
escribió el libro "Ture Zahab") y el Baj (abreviatura del Rab Ioel Sirkish Z"L que
escribió el libro "Bait Jadash") el siguiente Maasé: El Baj era el suegro del Taz, y le
había asegurado que se ocuparía de mantenerlo y le daría una comida de carne
todos los días. En una oportunidad, en lugar de darle carne común, le entregó una
porción de pulmón. Por ese motivo, el Taz llevó a su suegro a un "Din Torá", en
donde se le dio la razón al Baj, porque se consideró también al pulmón como
carne. El Jazon Ish Z"L explicó sobre este Maasé que lo que había sucedido fue
que el Taz estudiaba Torá hasta agotar sus fuerzas todos los días. Ese día que le
dieron pulmón en vez de carne común, estudió unos minutos menos, puesto que
su fuerza disminuyó. Se originó así una acusación en el Cielo hacia su suegro por
haber sido responsable de esta falta de minutos de Torá en el mundo. El Taz, que
sabía esto, para sacar esa acusación que pesaba sobre su suegro lo llevó a un
Din Torá, sabiendo que determinarían que el pulmón también es carne, y así se
levantaría la acusación del Cielo. ¡Aprendamos el valor de cada instante de Torá
que estudiamos, y no lo dejemos por nada del mundo!
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Una de las causas que originan discusiones en el hogar es que muchas veces el
marido está en su casa sin hacer nada. Esto disminuye su valor delante de su
señora que lo observa perder el tiempo sin hacer nada productivo, mientras que
ella está ocupada en el mantenimiento de su hogar .
Esa misma falta de ocupación provoca a veces contar a la otra parte alguna
discusión que hubo en el trabajo o con algún vecino, y así comienza una nueva
pelea, al recibir una crítica por la actitud asumida. El Jafez Jaim Z"L, en su libro
"Shemirat Halashon", aclara que no hay ninguna diferencia en la prohibición de
hablar Lashon Hará tanto con un amigo o con la propia mujer, salvo en caso que
la conversación pueda traer beneficios como la jurisprudencia estipula.
Nuestro secreto
Está escrito en el Talmud Nidá 31, "Ribí Meir dijo: ‘¿Por qué ordenó la Torá que la
mujer Nidá deba esperar siete días? Porque el hombre, al estar continuamente
con ella llegaría a despreciarla. Por eso, la Torá la decretó impura por siete días
para que sea querida por su esposo (después de la purificación) como en el
mismo momento en el que contrajo enlace’".
Hoy más que nunca tienen validez estos conceptos. El cuidado estricto de
las reglas de la pureza del hogar resguarda la felicidad del matrimonio y
renueva el amor en la pareja todos los meses sin que la luna de miel se
termine. La prohibición del contacto físico durante los días de la menstruación
más los siete días "limpios" de preparación previos al baño ritual -luego del cual la
mujer se encuentra pura y con el mismo sentimiento que en su noche de bodas-
protegen la unión del matrimonio y construyen un hogar eterno en el que reinará la
alegría, el amor y el compañerismo. En ese período de separación, la pareja
revitaliza el vínculo emocional entre ellos, acrecienta el cariño y la comprensión
mutua y la relación se incrementa sin que se canalice por medio del contacto
físico.
pero sería minimizar el aspecto Divino de estas leyes que se encuentran por
encima del alcance intelectual humano.
Podríamos preguntarnos ¿por qué la purificación depende del agua? ¿Por qué
únicamente el agua de un Mikve es la que purifica y no la de un baño, ducha o
pileta de cualquier hogar? Debemos aclarar que un Mikve contiene agua común
de la canilla, pero hay una cisterna en la que cayó agua de lluvia que está
conectada a la propia Mikve. De esta forma, el agua en la que se sumerge la
mujer está conectada a una fuente natural. Muchas de las leyes relativas a la
impureza tienen relación con la ausencia de la vida. Es lo que sucede -por
ejemplo- con el muerto al que la Torá califica como: "el padre de los padres de la
impureza". ¿Por qué la mujer que tuvo un hijo está impura y el bebé que nace es
puro? La respuesta está en concordancia con lo que intentamos transmitir, ella
tenía dentro de sí un cuerpo y un alma al margen del suyo propio. Luego del
nacimiento perdió una parte de esa vida que poseía y por lo tanto deberá
purificarse. El bebé, en cambio, es puro porque la pureza es la vida y él comienza
su vida en ese instante. Por otra parte, cuando la mujer comienza a menstruar
experimenta -en su medida- una pérdida de vida, porque la posibilidad de procrear
se le ha retirado. El agua -por el contrario- representa a la vida misma porque el
mundo se mantiene por ella. En los lugares desérticos donde no hay agua la vida
no es factible. Lo primero que se busca en las estrellas o planetas que se
investigan es la existencia o no de agua para analizar las posibilidades de vida.
Podemos deducir entonces que la inmersión en las aguas del Mikve significa la
renovación de la vida luego de haber transitado por la oscuridad de la
muerte. ¿Por qué el agua del Mikve debe estar conectada a una fuente natural?
Hoy existen numerosos ejemplos entre las maravillas naturales, sobre la
influencia del agua unida a la tierra -como sucede con el Mikve- y la pérdida
de esa capacidad al ser extraída de la misma. Recordemos -por ejemplo- el
poder de las aguas termales para curar casos de reumatismo, pero sólo en los
lugares originales y no con el agua extraída de los mismos.
Que se cumpla en nosotros lo que explicó Ribí Akiba al final de Masejet Iomá:
"Bienaventurado Israel, ¿delante de quién ustedes se purifican y quién los purifica
a ustedes? Vuestro Padre Celestial", como escribe el profeta Iejezquel: "Verteré
sobre ustedes aguas puras que los purificarán". El profeta Irmeiá reafirma el
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concepto: "El Mikve de Israel es Hashem", así como el Mikve purifica a los
impuros, también Di-s purifica a Israel. Amén.
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La forma de corregir
El rey Shelomo, en Mishlé 9 nos dice: "No reproches al burlón porque te odiará,
reprocha al Sabio y te amará". Sobre este versículo, explicaron los Jajamim: "No
agredas a una persona diciéndole que es un burlón y un pecador, ya que no va a
recibir la corrección que intentes darle, sino que: reprocha al sabio, es decir, dile
que no es digno de una persona respetada e inteligente como él que se comporte
de esa forma".
Si la Torá determina que así sea el trato con el compañero, con más razón
que se deberá prestar una atención especial a la relación entre marido y
mujer. Cuando se corrige al otro, deberá cuidarse de no ofenderlo ni
avergonzarlo, sino que siempre se procederá con respeto y educación para poder
ser escuchado. Hay situaciones en las que será preferible callar y no corregir.
En otras, no se podrá callar porque si así lo hiciere, llegará luego el momento de la
explosión, y la reacción será violenta y sin límite. Por lo tanto, hay que actuar con
mucha sabiduría para saber cuándo y cómo reprochar.
Es frecuente que, después de una discusión, transcurran días sin que la pareja se
dirija la palabra. Esto provoca separación y un ambiente de tensión que afecta a
todo el hogar. Por eso se deben solucionar las peleas lo más rápido posible,
perdonándose mutuamente los errores y corrigiéndolos para el futuro.
Se cuenta sobre el Jafez Jaim Z"L que una vez vio en un hospedaje a una
persona muy grosera y tosca que pedía de mala forma comida y bebida al mozo
del lugar. Cuando se disponía a corregirlo, fue advertido por el dueño del lugar:
"No malgaste su tiempo con él, ya que desde los 7 años fue llevado por soldados
rusos a Siberia hasta los 18. Desde entonces, sirve al Zar Nicolás hace ya 25
años. Por eso es tan salvaje, nunca aprendió nada sobre la Torá. Incluso puede
llegar a faltarle el respeto".
A pesar de que el ser humano desea ser íntegro en todos los aspectos de su vida
y poder corregir sus errores, son muy pocos quienes aceptan los reproches.
Quizás el motivo sea porque no son dados en forma constructiva. Este es un tema
fundamental en el matrimonio, por eso debemos analizarlo con detenimiento:
cómo se debe criticar y corregir.
1º) No se debe corregir con expresiones de enojo y furia por algo que resultó
molesto, sino que se debe actuar con tranquilidad y por cariño y beneficio del
otro. Incluso Di-s, al reprochar a Aharon y a Miriam por haber hablado mal de
Moshe, lo hizo diciendo: "Por favor escuchen", para que sus palabras fueran
aceptadas. De lo contrario, el otro no escuchará lo que se dice, porque está
concentrado sólo en la furia del que critica.
2º) La primera expresión debe ser un cumplido por algo positivo que se haya
hecho. Sólo después vendrá el reproche, que será sólo sobre la acción negativa
y nunca sobre la personalidad del otro.
3º) No se debe agredir diciendo: "¿Por qué hiciste ...?", ya que obliga a una
respuesta instantánea e irreflexiva. ¡Qué distinto sería si se dijera por ejemplo:
"Seguramente no fue intencional, pero..."!
4º) La crítica debe ser constructiva, para que no se repita en otra oportunidad.
No tiene sentido reprochar por algo pasado sin implicancias en el futuro.
5º) Explicar en forma clara por qué no se comparte esa actitud. No creer que el
otro entiende todo lo que pensamos.
7º) No crear competencia entre la pareja diciendo: "Yo lo habría hecho mejor".
Menos aún traer ejemplos de alguien de afuera: "Observa a mi hermano", porque
esto provoca odio y separación entre la pareja o con el que se comparó.
Que Di-s nos otorgue la inteligencia necesaria para llevar a la práctica las
enseñanzas de nuestros Jajamim.
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Cuando le preguntó Laban a Iaacob Abinu: "Dime cuál será tu pago" (Bereshit 29),
la respuesta de Iaacob fue: "Trabajaré siete años por Rajel, tu hija pequeña".
Podríamos preguntarnos: ¿Por qué Iaacob no le ofreció a su futuro suegro un
tiempo menor de trabajo? ¡En caso de que no hubiese aceptado, podría haber
aumentado hasta finalmente llegar a un mejor "acuerdo"!
La respuesta a esta pregunta es similar a lo que comenta Ribí Moshe Jaim Lusato
Z"L, en su libro "Derej Hashem": "Hay una diferencia enorme entre quien recibe
algo por derecho propio a quien lo recibe como un regalo sin que le corresponda
realmente". El objetivo del ser humano en esta vida es heredar el Olam Habá, al
que podrá acceder por sus propios medios luego de haber vivido respetando los
preceptos que Hashem le encomendó. No lo recibe en forma gratuita sino por
derecho propio. Es lo que sucedió con Iaacob Abinu: él quería que Rajel le
perteneciera como esposa y para ello estaba dispuesto a entregar todo lo que
fuera necesario. No quería ningún tipo de sociedad con Laban el perverso en algo
tan precioso, como lo era Rajel. Por eso, le ofreció "comprar" a Rajel por el valor
exacto y calculó que siete años de trabajo eran más que suficientes por todo lo
que Laban había criado a su hija hasta ese momento. La persona tiene más
provecho de aquello en lo que invierte y se esfuerza que de lo que recibe en forma
gratuita.
sea atacado en forma directa, sino incluir a otros en el error cometido para que así
pueda recibir la corrección.
Este Maasé nos enseña un nuevo camino en nuestra vida. ¡Cuánto debemos
cuidarnos de no provocar vergüenza y sufrimiento al prójimo, aunque haya
cometido un acto incorrecto! Incluso deberemos cargar con culpas ajenas con
tal que el otro no se avergüence. Con más razón, por Shalom Bait deben asumirse
los errores cometidos o "asociarse" al error de la pareja, para no provocar
sufrimientos o vergüenza al otro.
Intentemos ahora analizar cuál debe ser el comportamiento correcto del que
recibe una crítica. Estos consejos tienen utilidad en todos los órdenes de la vida,
pero adquieren un relieve fundamental en el matrimonio.
1º) Dejar que el que critica diga todo lo que tiene en su corazón sin
interrumpirlo, a pesar de que no sean reales todos sus argumentos. Es mejor no
contestar en forma inmediata. Es posible que así reflexione quien criticó y después
se arrepienta y diga: "Me parece que tengo razón... espero no haberte ofendido".
Al permitirle desahogarse, se tranquiliza y puede analizar mejor el tema.
2º) Antes de dar una respuesta concreta a la crítica, empezar con frases tales
como: "Tienes razón, pero...",o "Es cierto, pero déjame aclarar que...". Por
supuesto que el que critica debe dejar al criticado exponer sus argumentos. Es
común que ninguno preste atención a lo que el otro dice y se limite a expresar sus
pensamientos, produciéndose así un diálogo de sordos que no traerá ningún
beneficio.
3º) Aprender a reconocer nuestros errores. ¡Cuántas veces sabemos que nos
equivocamos en alguna actitud o expresión y nos cuesta reconocerlo,
manteniendo una posición que es indefendible! Sucede a veces, que la culpa de
este proceder, la tiene el que critica, que aprovechó la oportunidad de un
reconocimiento anterior para decir por ejemplo: "¡Así como en esta ocasión me
diste la razón, en todos los casos es así!". Contrariamente, se lo debe alabar por
esa actitud positiva de saber aceptar y decir: "Me equivoqué". Si bien al principio
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4º) Es conveniente evitar que con nuestra reacción ante la crítica que nos hacen,
provoquemos que no nos critiquen más. Se podría pensar que esto es lo más
hermoso: "¡Qué no me diga nada de todo lo que hago!", pero no es así, porque se
produce una separación entre la pareja, ya que el otro termina pensando que: "No
hay con quien hablar, porque no entiende mi pensamiento".
Recordemos que al contraer matrimonio, Di-s perdona a los novios sus pecados
cometidos hasta ese momento. ¿Cuál es el motivo? Explicaron nuestros Jajamim,
que el hecho de casarse implica estar dispuesto a vivir tolerando y
perdonando lo que nuestra pareja hará. Es por eso que Hashem nos dice:
"Como tú estás dispuesto a perdonar, yo también te perdono".
Aprendamos a convivir con los defectos del otro. Es cierto que parece difícil,
pero es mucho más sencillo que ser un crítico constante de todo lo que
observamos, con excepción de criticarnos a nosotros mismos.
98
Está escrito en el Tana Debe Eliahu sobre el versículo de Tehilim 139: "Iamim
iusaru velo ejad bahem", que hay un día especial para Hashem que es el día de
Shabat. Después de trabajar durante toda la semana, el hombre se une a su
familia con la Berajá del Shabat que trae la paz a su hogar. Así se renueva el
amor entre la pareja, que no se pudo expresar durante los otros días por las
preocupaciones y tensiones de la vida diaria. Sólo en Shabat, al sentarse con su
señora e hijos a la mesa, y probar el sabor de un judaísmo verdadero, de
elevación espiritual, rodeados por las velas de Shabat y por los cantos alusivos, se
crea una atmósfera cálida que hace renacer el respeto mutuo, la comunicación, el
buen comportamiento, y el entendimiento que traen la alegría deseada.
¡Sepamos disfrutar del Shabat como lo ordenó la Torá!, y además del pago infinito
por cuidarlo, tendremos el mérito de tener una casa basada en unión, cariño, amor
y respeto.
Nuestros Sabios nos dicen que más que lo que Israel cuidó el Shabat, el
Shabat cuidó a Israel. Para entenderlo, es suficiente con observar una mesa de
Shabat en la que padres e hijos se encuentran en plena armonía, comentando la
Perasha semanal, cantando canciones alusivas a ese día tan sagrado,
adquiriendo valores eternos que los mantendrán unidos más allá de las
situaciones económicas que puedan presentarse.
Mucha gente se pregunta cómo hacer para no trabajar en Shabat, puesto que
creen que ese día es clave para sus negocios, porque en la práctica es cuando
más venden. La opinión de la Torá es que -por el contrario- respetar el Shabat
es la fuente de la bendición: "Y bendijo Di-s al día séptimo y lo santificó"
(Bereshit 2). Los Jajamim explican que todo el mundo fue creado en forma
estática. Existían los animales, aves, peces, árboles con frutas y la persona, pero
no tenían la posibilidad de reproducirse hasta que llegó el Shabat con su bendición
99
y permitió que el mundo continuara. Todos reconocemos que más importante que
el propio dinero, es la Berajá que exista en él. Se puede creer equivocadamente
que los ingresos aumentan al trabajar en Shabat, pero indefectiblemente ese
dinero no tendrá Berajá y se gastará en situaciones que no habrían ocurrido si se
hubiese cumplido el Shabat. El sustento de cada persona está determinado
por Hashem y es absurdo creer que profanando su palabra -en este caso el
Shabat- aumentarán sus ganancias. Sólo un necio cree que agregando un
segundo grifo en su cocina conseguirá que la cantidad de agua que hay en el
tanque sea mayor. Por el contrario, provocará que el contenido del depósito se
vacíe más rápido.
Concluyamos este comentario con lo que dice la Guemará en Shabat 119: "le
preguntó el Cesar a Ribí Iehoshua ben Jananiá: ¿por qué la comida de Shabat
posee un aroma tan especial?", el Rab le respondió: "es que tiene un condimento
llamado Shabat que le da ese aroma". Ante el pedido del César para que le dieran
ese condimento, Ribí Iehoshua contestó: "Sólo el que cuida el Shabat puede sentir
ese aroma". Quizás todas las referencias que dimos sobre la importancia del
Shabat y la gravedad de profanarlo influyan para que cada vez seamos más los
que lo respetemos. Para el que todavía no entendió el sentido del Shabat, hay
una respuesta contundente y es la que dio Ribí Iehoshua al César: sólo
probando el gusto del Shabat se puede entender su significado real.
Que la bendición del Shabat pose sobre nosotros y se cumpla el pedido que
hacemos en la Tefilá: "El pueblo que santifica el día séptimo, todos nos
deleitamos de Tu bienestar".
100
2º) Ayudar en los momentos de presión del hogar, tales como víspera de fiestas o
de Shabat. Respetar y alabar a su señora delante de los hijos. Es bueno que
periódicamente les diga: "Tienen el mérito de tener una madre buena y
respetuosa". Lo mismo debe hacer la mujer con su marido.
3º) No decir que en otras casas la comida o el orden es mejor que en la suya. No
criticar continuamente ni querer hacer cosas que corresponden al lugar de la
mujer como base del hogar.
valor, ya que ella los espera. Comentarle las buenas noticias que le sucedieron
en el día.
5º) No olvidar las fechas emotivas, tales como su cumpleaños o el aniversario del
casamiento, demostrándole su felicidad. No ser detallista con los gastos del
hogar, alentarla y alabarla en lo que ella se ocupa, para que se sienta feliz
con lo que hace.
7º) Si hay una discusión, ninguno de los dos debe inmiscuir a los parientes del
otro, sino limitar la discusión a ellos mismos. Se deben alabar mutuamente
delante de los padres de ambos, para fortalecer así el Shalom entre la pareja y la
familia.
8º) Debe escuchar el hombre a su mujer, a pesar de que llegue cansado del
trabajo, alentándola en todo lo posible. No debe prometer cosas que después
no podrá cumplir, ya que le provocará desilusión y sufrimiento.
10º) Si su señora le habla mal de alguna vecina o de algún pariente por algo que
sucedió, el hombre no debe reaccionar disgustándose rápidamente con ellos, sino
que debe escuchar las dos versiones de lo sucedido y actuar de acuerdo a lo
que la Torá ordene en cada caso.
El sentimiento y el raciocinio
El Talmud comenta en Berajot 51, algo que sucedió con Ialtá, la señora de Rab
Najman. Había recibido como huésped a Ulá, y lo invitaron para hacer Zimun con
el Kos de Berajá (vaso de vino que se toma después de Bircat Hamazon). Cuando
Ulá terminó de tomar, entregó el vaso a Rab Najman sin dárselo a Ialtá. Rab
Najman le dijo: "Debe, mi señor, enviar el Kos de Berajá a Ialtá, mi mujer". Sin
embargo, Ulá le demostró con versículos que no era necesario y que sólo debía
entregárselo a Rab Najman. Cuando Ialtá se dio cuenta de que lo que ella
104
Debemos saber que por naturaleza, la mujer exagera las cosas por encima de la
realidad. No es su culpa, sino que es así como Hashem la creó. Sus lágrimas caen
rápidamente, y el hombre se sorprende: "¡Si no dije nada!".
Por eso el marido debe comprenderla, y no discutir con ella o hacerla sufrir por
temas que a él le parecen intrascendentes, porque lo que él considera que no es
nada, quizás para ella significa destruir todo su mundo. ¡Debemos
comprender los sentimientos y pensamientos de nuestra pareja para convivir en
Shalom!
Después del pecado de Adam, Hashem se dirigió a la mujer y le dijo: "Y él (el
marido) te dominará" (Bereshit 3). Quizás al leer este versículo alguien se
sorprenda y diga: "¡En mi casa sucede lo contrario!". En realidad, la Torá nos
enseña cuál es la naturaleza de la mujer: ella necesita que su marido la dirija y
le diga lo que debe hacer. Es lo que sucede con todas las mujeres, incluso con
aquellas que poseen puestos importantes de trabajo y que tienen a su cargo un
numeroso personal. De todas formas, en su interior necesitan que sus maridos las
guíen y las aconsejen. ¿Por qué entonces nos sorprendemos y comprobamos que
en determinados casos esto no sucede? Quizás la respuesta sea que la mujer al
depender de esa forma natural que posee, quiere que la dirijan pero con honra y
respeto. Que le den importancia, que no la subestimen. Nuestros Sabios le
dicen al hombre: "Trata a tu señora como una reina y tendrás una sirvienta".
Todas las frases de nuestros Sabios apuntan a esa base fundamental: "Que el
hombre coma menos de lo que puede por sus posibilidades económicas, que se
vista de acuerdo con sus posibilidades y que respete y atienda a su esposa e hijos
más de lo que puede realmente, ya que ellos dependen de él y él depende de
Hashem" (Julin 84).
Decisiones en conjunto
Todo ser humano en su interior cree que es una persona importante de acuerdo
con su nivel particular. Espera que se dirijan a él con respeto, valorándolo por lo
que él considera que es. En el matrimonio, adquiere una vital importancia que
el hombre no deje de lado a su esposa sino que intercambie con ella las
decisiones que se toman. Por ejemplo, si el marido decide visitar a un enfermo,
puede comunicárselo a su señora de dos formas: Le puede decir directamente su
determinación, saludarla y retirarse. De esa forma, la deja con la idea que ella no
tiene ningún valor y que no es digna de ser consultada sobre los planes de su
esposo. La manera adecuada consiste en acercarse a su señora, explicarle la
situación del enfermo, hasta que ella sola le sugiera: "¿Por qué no lo visitas?". El
marido sabio supo hacerla socia y partícipe de su idea.
Podemos recordar lo que el Talmud en Berajot 27, nos comenta sobre Ribí Elazar
Ben Azaria, al que todos los Sabios de la generación decidieron nombrarlo como
rabino principal en lugar de Raban Gamliel. ¿Cuál fue su respuesta? "Debo
consultar con mi esposa; si ella está de acuerdo, aceptaré". Este Sabio nos
enseña a valorar el lugar de la mujer, porque él la tuvo en cuenta a pesar de que
todos los Jajamim de la generación ya estaban de acuerdo con que él fuera
nombrado.
La Guemará, en Babá Mesiá 59, dice: "Si tu señora es baja de estatura, debes
agacharte y escuchar su consejo". La enseñanza es que no hay que despreciar la
existencia de la mujer tomando decisiones por cuenta propia, sino que todo debe
realizarse de común acuerdo. El resultado será que se cumplirá la palabra de Ribí
Jalbó: "Siempre el hombre debe cuidar el respeto de su mujer, ya que la Berajá
dentro de la casa es gracias a ella", como dice el versículo (Bereshit 12): "Y
Abraham recibió el bien gracias a ella (Sara, su esposa)". Es por eso que Rabá
decía a la gente de su ciudad: "Respeten a sus mujeres para tener riqueza y
felicidad".
¿No será esta la causa de tantos problemas económicos que hay en muchos
hogares? El Rab Ben Sión Aba Shaul Zejer Sadik Librajá comenta, en su libro "Or
Lesión", la porción del Talmud en Iebamot 62: "Quien ama a su esposa como a su
propio cuerpo, la honra más que a su propio cuerpo, educa a sus hijos e hijas en
el camino correcto y los casa en el momento adecuado, sobre él está escrito: "Y
sabrás que Shalom hay en tu hogar". El Rab nos enseña que no se trata
simplemente de un buen consejo del Talmud, sino que es una Halajá para llevar a
la práctica en la vida como bien lo determina el Rambam en su libro Mishné Torá.
107
Al comienzo del libro de Bereshit, la Torá nos enseña cómo actuó Hashem al crear
a Adam Harishon. "Y dijo Hashem: haremos al hombre a nuestra imagen y
semejanza"(Bereshit 1). El término "haremos" en plural despierta la pregunta:
¿Acaso Hashem necesitó socios para la creación del hombre? Rashi nos
aclara el tema: "Hashem consultó con los ángeles si era conveniente o no crear al
ser humano, para enseñar así educación y humildad: que la persona mayor
consulte y pida permiso al menor". En otras palabras, Hashem no necesita ningún
tipo de ayuda o consejo de nadie. Sólo quería enseñarnos para nuestra vida
diaria, que a pesar de tener la facultad de tomar determinado tipo de
decisiones, debemos consultarlas con quienes serán partícipes de cada una
de ellas.
del problema que se presentó, sino que debe asumirse la sociedad del matrimonio
en toda su dimensión.
Que las decisiones en conjunto que se tomen en los hogares de Israel sean
siempre las adecuadas y correctas para que el amor, el compañerismo y la unión
traigan la dicha, paz y felicidad para todos. Amén.
109
La belleza de la mujer
Cuando el rey David escuchó que el rey Shaul y su hijo Iehonatan habían muerto
en la guerra, pronunció una lamentación muy emotiva que está escrita en diez
versículos de Melajim 2/1. En uno de ellos dijo: "Hijas de Israel, lloren por Shaul
que les daba ropa y tinta carmesí con adornos sobre las ropas".
Lo que sucedía era que el rey Shaul elegía del botín de las guerras las mejores
ropas y adornos de oro para que las mujeres de Israel se encontraran bellas para
sus esposos. ¿Quién se ocupará de ellas ahora? Por eso fue la lamentación.
Cuando falleció Ribí Ishmael, las hijas de Israel lloraron por su muerte porque él
sabía el mismo secreto que el rey Shaul: Siempre la mujer debe estar
presentable para el esposo.
Abá Jilkiá -nieto de Joni Hameaguel- era uno de los Sadikim de su generación.
Cuando había necesidad de lluvia, le enviaban una delegación de Sabios para que
él rogara a Hashem. Su Tefilá siempre era escuchada. Un día trabajaba un día en
su campo, cuando fue visitado por varios Sabios para que hiciera Tefilá a Hashem.
Los Sabios lo esperaron hasta que terminó su trabajo y juntos regresaron al hogar
de Abá Jilkiá. Antes de ingresar a la casa, salió a su encuentro su señora llena de
adornos. Los Sabios se sorprendieron y le preguntaron: "¿Cuál es el sentido de
que su señora lo reciba adornada como si fuese un día de fiesta?". El Rab les
contestó: "Para que mis ojos no observen a otra mujer" (Taanit 23).
110
Nunca más que en esta generación, en donde la moral y los principios más
elementales que los que cualquier ser humano debería tener son
-lamentablemente- olvidados por la corrupción y falta de recato que reina en la
calle, la mujer debe fortalecer el corazón de su marido, estando siempre
presentable para él. Hay una pregunta que no tiene una respuesta lógica: ¿Por
qué la mujer se embellece para salir a la calle y -en cambio- no se preocupa
por estar presentable en su hogar para su esposo?...
Escribe el libro Shebet Musar -capítulo 24- que la mujer siempre debe estar
atractiva para su marido y nos enseña algunos detalles: "Su ropa debe estar limpia
permanentemente, sin ninguna mancha, para no ser despreciada por su esposo.
Incluso que se trate de una mujer pobre o con escasa variedad de ropa, éstas
deben estar lavadas y limpias siempre".
La mujer no debe restar importancia a estos temas, ya que ayudan a unir los
corazones y afianzar el Shalom Bait. Ezra Hasofer en su época decretó que
vendedores de perfumes recorrieran la ciudad para que las mujeres pudieran
comprar y estar atractivas para sus esposos. Las Tefilot que hacemos hoy en día
fueron estipuladas por Ezra Hasofer, pero él se preocupó también de estos
"pequeños detalles", porque sabía la importancia que tienen para la casa judía.
Sabía Ezra Hasofer que tanto el respeto de la mujer como ser querida por su
esposo, se basan en pequeñas cosas que no son tan pequeñas como parecen a
simple vista. Sabía Ezra Hasofer que la casa de Israel se basa en el Shalom entre
el marido y su mujer, y ese Shalom depende a su vez de los vendedores de
perfumes y de los adornos que ella posea.
El complemento perfecto
Esa falta de conocimiento lleva a afirmar -por ejemplo- que la Torá desvaloriza a la
mujer, porque una de las bendiciones matutinas que los hombres dicen es:
"Bendito tú Hashem, Rey del mundo que no me has hecho mujer". La falta de
estudio o de conocimiento lleva a creer que el sentido de esa Berajá es
despreciativo hacia la mujer. No hay nada más equivocado. Esta frase no
significa que el hombre sea más inteligente que la mujer ya que, por el contrario, el
Talmud en Nida 45 comenta que la mujer posee más entendimiento que el
hombre. Lo que sucede es que la mujer está exceptuada de aquellos preceptos
positivos que dependen de un tiempo fijo -como el Sisit, Tefilin, Shofar, Lulab, etc.
Al decir esa Berajá, recordamos y valoramos nuestras obligaciones como
hombres. De ninguna manera se trata de despreciar a la mujer.
Cuando leemos el Talmud, encontramos que la mujer no es apta para ser testigo
en casos económicos o en donde se pudiera aplicar al acusado la pena de muerte.
¿Discriminación? De ninguna manera. Para eso, basta recordar que la mujer es
confiable y se le cree en casos de prohibiciones. Por ejemplo, si ella dice que la
carne que compró es Kasher o que concurrió al Mikve no se duda de su palabra.
Pero en los casos anteriores relacionados con temas económicos o de vida y
muerte, la mujer no puede ser testigo. Quizás porque su sentimiento interno, a
pesar de ser muy positivo en la vida, juega en su contra en situaciones donde es
necesario actuar con frialdad dejando de lado cualquier otra característica.
En una oportunidad se hizo en Nueva York una encuesta que consistía en mostrar
una foto por un instante y luego cada uno de los encuestados debía decir lo que
había visto. En la foto, se observaba cómo un hombre negro leía un diario en un
subte y era amenazado por un hombre blanco con un cuchillo en su mano. En el
caso de los hombres encuestados, el 90% testimonió exactamente lo que la foto
representaba; el 10% restante acusó al negro de ser el que atacaba con un
cuchillo al blanco que leía el diario. Por el contrario, la mayoría de las mujeres
encuestadas se equivocaron acusando al negro de ser el agresor. Quizás este
ejemplo nos ayude a comprender que no se trata de discriminación, sino que en
un juicio debemos encontrar un veredicto claro y, a la mujer, su sentimiento le
juega en contra.
Cuando el rey Shelomo nos enseña: "Toda la honra de la hija del rey (la mujer) es
interna" (Tehilim 45), no se refiere a que debe permanecer encerrada en su hogar
continuamente, sino a que su belleza precisamente es su sentimiento interior y
ésa es toda su honra. Los ángeles que, en forma de personas, fueron a visitar la
casa de Abraham Abinu, luego de ser atendidos le preguntaron a Abraham:
"¿Dónde está Sara, tu esposa?" (Bereshit 18). La respuesta que recibieron fue:
"He aquí que se encuentra en la carpa". En ese momento le aseguraron a
Abraham: "En el año próximo para esta fecha tendrás un hijo". ¿Por qué
preguntaron por Sara? ¿Qué importaba si estaba o no en la carpa para que le
aseguraran que pronto tendría un hijo? Debemos comprender que los ángeles no
preguntaron por el lugar geográfico en donde Sara se encontraba, sino que se
referían a dónde ella depositaba su fuerza. La respuesta de Abraham fue: "En la
carpa", en su interior puro, obteniendo con su proceder la armonía del
hogar. El resultado no podía ser otro: rápidamente tendrían un hijo.
El Talmud en Ioma 47 comenta sobre una mujer llamada Kimjit que tuvo el mérito
de que sus siete hijos fueran Sumo Sacerdotes. Los Sabios le preguntaron: "¿Cuál
fue tu Zejut?". La respuesta de ella fue: "Las paredes de mi casa no me vieron
nunca sin recato y quizás ése haya sido el mérito". ¿Por qué los Sabios no le
preguntaron a su esposo cuál había sido su mérito? Podemos explicar que la
113
Para concluir, recordemos el Midrash que nos enseña que durante la vida de Sara
Imenu, sucedían en su carpa milagros que se interrumpieron cuando ésta falleció,
pero que se reanudaron cuando Izjak, su hijo, trajo a su esposa Ribka Imenu al
hogar. ¿Cuáles eran esos milagros? Una nube se posaba sobre la carpa
reflejando la presencia Divina cuando el hogar posee un contenido espiritual y hay
un complemento entre marido y mujer. Sus puertas estaban abiertas con
amplitud, como símbolo de todo el favor que esa casa representaba: ayuda al
prójimo, recibir invitados, etc. La masa tenía Berajá, enseñando así la importancia
de un buen manejo económico indispensable para la tranquilidad del hogar. La
última señal era que la vela que se encendía en la víspera de Shabat no se
apagaba hasta el viernes siguiente, simbolizando la luz de la Torá que debe
guiar las actitudes del hogar. Todos estos puntos fundamentales están en
manos de la mujer. Dos ángeles acompañan al hombre en la noche de Shabat,
cuando él regresa del Bet Hakeneset a su hogar. Si los ángeles encuentran la
mesa preparada, la cama extendida y la vela encendida, el ángel bueno bendice
para que siempre sea así y el ángel malo debe contestar Amén, aunque no lo
desee. En caso de que la casa no se encuentre ordenada en esos lineamientos,
es el ángel malo el que maldice para que siempre sea así y el ángel bueno debe
contestar forzado Amén. Esos ángeles revisan si en cada hogar judío, las
enseñanzas de Sara y Ribka fueron recibidas o no. La mesa servida se refiere a
los actos de favor, comida Kasher, recibir invitados y muchas cosas más
relacionadas con temas materiales. El "Ner" encendido es el símbolo de la Torá,
las Mizvot, la espiritualidad y la presencia Divina. La cama extendida transmite el
mensaje de la pureza del hogar, la educación de los hijos y la continuidad del
114
hogar judío. Si nos dedicamos a mantener estas bases sólidas, con seguridad que
nuestro hogar estará lleno de felicidad, tranquilidad y prosperidad. La mujer de
Israel es la base para que podamos alcanzarlo.
115
Sobre una mujer como ésta -dice la Guemará- es digna de recibir la alabanza del
Pasuk del rey Shelomo (Mishlé 14): "La inteligencia de la mujer construye su
hogar". Podemos recordar el caso de Rajel -la señora de Ribí Akiba- que permitió
que su esposo faltara del hogar durante veinticuatro años, para que así pudiera
estudiar Torá con grandes maestros en forma ininterrumpida y transformarse en
una luminaria para todas las generaciones. No fue la única. El Talmud en Ketubot
62 comenta que Ribí Jananiá ben Jajinai fue a estudiar a la Ieshiba de Rab
durante doce años. Al regresar, habían cambiado los caminos de la ciudad y no
sabía cómo encontrar su hogar. Se paró a un costado del río y escuchó cómo le
gritaban a una joven: "Hija de Jajinai, llena tu cantimplora y ven"; se dio cuenta de
que la joven era su propia hija a la que no había visto durante tantos años. Fue
detrás de ella para así poder encontrar su hogar. Su esposa estaba sentada en la
puerta de la casa tamizando harina y al ver repentinamente a su esposo falleció de
la emoción. Ribí Jananiá hizo Tefilá por ella y dijo: "¡Señor del mundo! ¿Éste es el
pago de esta pobre mujer?". Enseguida revivió milagrosamente. No es el único
caso del Talmud en donde un muerto resucitó. Leemos, por ejemplo, en Melajim 2-
4, cómo el profeta Elisha revivió al hijo de una mujer llamada Shunamit luego de
todo un proceso que llevó un tiempo determinado. Sin embargo, en nuestro caso
la mujer rápidamente revivió. ¿Por qué? El mérito para que así sucediera fue de
ambos: marido y mujer. Cuando Ribí Jananiá se dirigía para estudiar Torá durante
doce años, Ribí Shimhon bar Iojai estaba concluyendo los siete días de fiesta por
116
Lo mismo sucedió con Ribí Shimhon bar Iojai, a quien su esposa le permitió
-después de la primera semana del casamiento- permanecer durante doce años
fuera de su hogar estudiando Torá. Quizás ahora no nos sorprendamos tanto al
escuchar cómo Ribí Shimhon pudo estar escondido de los romanos durante trece
años en una cueva sólo con agua y algarrobo como alimento.
Estas Sadikot nos enseñan la función de la mujer judía. Es muy común escuchar a
movimientos feministas que buscan igualar el derecho de la mujer con el del
hombre. También la Torá reconoce los derechos de la mujer, pero se diferencia en
algo básico: la naturaleza de la mujer nunca podrá ser cambiada como
pretende el feminismo. Esta sociedad del matrimonio que Hashem programó,
consta de un ministro externo -el hombre- que dirige y programa lo relativo a la
pareja y de un ministro interno -la mujer- que por su condición natural de
sentimiento, delicadeza, recato y cariño debe ocuparse de temas que son
fundamentales, como la educación de los hijos y el apoyo moral a su esposo pese
a la situación que deba vivir. No se pueden invertir los roles. No significa que
la mujer no pueda trabajar o que el esposo no pueda colaborar en la cocina,
sino que nos referimos a los sentimientos de cada uno en donde están
arraigados.
Cuando el rey Shelomo nos enseña: "Toda la honra de la hija del rey (la mujer) es
interna" (Tehilim 45), no se refiere a que debe permanecer encerrada en su hogar
continuamente, sino a que su belleza precisamente es su sentimiento interior y
ésa es toda su honra. Los ángeles que en forma de personas fueron a visitar la
casa de Abraham Abinu, luego de ser atendidos le preguntaron a Abraham:
"¿dónde está Sará tu esposa?" (Bereshit 18). La respuesta que recibieron fue: "he
aquí que se encuentra en la carpa". En ese momento le aseguraron a Abraham:
"en el año próximo para esta fecha tendrás un hijo". ¿Por qué preguntaron por
Sará? ¿Qué importaba si estaba o no en la carpa para que le aseguraran que
pronto tendría un hijo? Debemos comprender que los ángeles no preguntaron por
el lugar geográfico en donde Sará se encontraba, sino que se referían a dónde ella
depositaba su fuerza. La respuesta de Abraham fue: "en la carpa", en su
interior puro, obteniendo con su proceder la armonía del hogar. El resultado
no podía ser otro: rápidamente tendrían un hijo.
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Sucedió con un Rab que fue nombrado como tal en una ciudad vecina. Cuando se
dirigía hacia ella, todos sus habitantes salieron a recibirlo en el camino para
expresarle su alegría por el nombramiento. Cuando la carreta que llevaba al Rab y
a su esposa se acercaba, una de las personas importantes de la ciudad desató a
los caballos que la guiaban. Entre varios hombres levantaron la carreta y la
llevaron a la ciudad, demostrando así un gran cariño a la Torá. Esa noche,
hicieron en la ciudad una recepción al Rab. Una persona que era conocida como
un burlón, se levantó y formuló una pregunta: "yo puedo entender la actitud de
levantar la carreta en la que estaba sentado el Rab, ya que el Kabod de la Torá
que él tiene, lo merece. Pero la Rabanit ¿cuál es su mérito para que gente tan
importante la levante a ella también?". La Rabanit -que era muy inteligente- pidió
permiso para contestar: "yo también tengo una pregunta: la gente de esta ciudad
es muy sabia en Torá y Mizvot, ¿para qué necesitan un Rab? Debe ser -continuó
la mujer- que es probable que cometan algún error y no lo perciban, por lo que es
necesario que mi marido los corrija y reproche. Pero aún me queda otra pregunta
-continuó la Rabanit-, también mi marido es un ser humano y como tal puede
equivocarse u olvidarse de algo, y a veces él también necesita que lo adviertan...
¿Quién será responsable que el Rab cumpla su función como corresponde sin
desfallecer en ningún momento? Ésa es mi función y quizás fue el motivo por el
que me levantaron a mí también, ya que toda la ciudad depende del Rab y el Rab
depende de la Rabanit".
Este Maasé nos enseña la verdadera función de la mujer judía. Ella debe recordar
lo que dice el Talmud en Sanehdrim 100 al comentar el versículo de Mishle 15:
"Todos los días del pobre son malos". El Talmud explica que se refiere a quien
tiene una mala mujer. El final del versículo: "El que tiene un buen corazón está de
fiesta siempre" hace alusión a quien, por el contrario, posee una buena mujer.
Cada mujer debe esforzarse para pertenecer a este último grupo, alentando y
sosteniendo a sus maridos en todos los aspectos y por sobre todo, en el
cumplimiento de la Torá y las Mizvot.
118
La Guemará en Berajot 8 cuenta que Ribí Elhazar enfermó y cuando fue Ribí
Iojanán a visitarlo le dijo: "¿Son queridos para ti los sufrimientos?". La respuesta
fue: "Ni ellos ni su pago". Ribí Iojanán le pidió la mano a Ribí Elhazar y lo levantó
de su enfermedad.
De acuerdo con esto, cada persona que tiene dificultades en la vida podría
argumentar: "Señor del mundo, no quiero los problemas ni su pago" y de esta
forma, Hashem debería liberarla de ellos.
El Jafez Jaim nos explica el siguiente ejemplo para poder comprender la realidad:
en una ciudad se construyó una cárcel muy grande y fueron designados su
director y cuidadores, pero pasaron varias semanas y como ninguna persona fue
encarcelada, la cárcel quedó vacía. Al ver lo que sucedía, el director temía perder
su trabajo. Encontró circunstancialmente en la calle a un pobre y le ofreció
encarcelarlo. Tendría de esta forma el beneficio de tener donde dormir y comer, a
cambio que aceptara haber cometido algún delito por el que mereciera estar
encarcelado. El hombre aceptó y al pasar las semanas, la cárcel se llenó de
delincuentes verdaderos y el pobre fue liberado. Después de un tiempo, este
hombre cometió un delito y al ser detenido por la policía gritó: "¡No voy con
ustedes salvo que me aseguren mucha comida como antes!". El policía se
enfureció y le gritó: "Al principio no habías cometido ninguna falta y como nosotros
te necesitábamos, te dimos la comida; pero ahora te corresponde la cárcel sin
ninguna exigencia de tu parte".
Está escrito en Bamidbar 30: "Lloró a Aharon treinta días toda la casa de Israel".
Nuestros Sabios explican que tanto los hombres como las mujeres del
pueblo lloraron, ya que Aharon buscaba la paz y solucionaba los problemas
entre marido y mujer. Es sabido que en cada generación hay Sadikim, alumnos
de Aharon Hacohen, que actúan con inteligencia para estrechar los corazones de
Israel. Así se cuenta sobre el Gaón Ribí Israel Gutman Z"L, a cuya casa, ubicada
en una ciudad de Rumania, llegó desesperada una mujer y le dijo: "Ribí, no puedo
119
soportar más los sufrimientos que me provoca mi esposo, ¡no me voy de acá
hasta que no me asegure que me va a conseguir el divorcio de él!".
El Rab le contestó que estaba de acuerdo con el divorcio, siempre y cuando ella
fuera durante un mes, todos los viernes a repartir comida en un barrio muy pobre.
Pasado ese tiempo, le otorgaría el divorcio. La mujer aceptó y se retiró.
Transcurrió el mes, pero la mujer no regresó a lo del Rab a solicitar el divorcio.
Cuando, después de un tiempo, se encontró con ella le preguntó: "¿Por qué no
regresaste?", a lo que la mujer le contestó: "Todos los viernes, al pasar entre los
pobres, vi lo que es sufrir de verdad. Me di cuenta de que los problemas míos al
lado de los de ellos no eran nada, y decidí no divorciarme. Gracias a su
inteligencia llegué a esta conclusión".
Sobre el Gaón Ribí Iosef Kaneman Z"L, se comenta que un día se presentó
delante suyo un hombre pidiéndole que le preparara el divorcio para su señora. El
Rab le preguntó las causas de tal decisión, ya que incluso el altar derrama
lágrimas cuando hay una separación. El hombre respondió: "¡Mi señora es una
haragana!. En casa está todo desordenado y no puedo soportar más!". El Rab lo
convenció para que tuviera paciencia, pero el hombre regresó al poco tiempo con
el mismo problema. Al ver que no había solución, el Rab aceptó otorgarle el
divorcio en su casa en pocas horas. Mientras tanto, el Rab avisó a su señora que
diera vuelta toda la casa y que no dejara nada en su lugar. Cuando el hombre
llegó a la casa del Rab para concretar el divorcio, observó el desorden que
reinaba: los zapatos arriba del mármol de la cocina, las ollas en el mueble de la
pieza, etc. El Rab se dirigió al hombre y le dijo: "¡¿Según tu criterio, yo también
debo separarme de mi mujer?!". Cuando el hombre vio el "sufrimiento del Rab" se
arrepintió del divorcio y se retiró.
Sucedió con una persona muy respetable a quien sus amigos observaron muy
triste. Cuando le preguntaron el motivo de su comportamiento, respondió que su
mujer le faltaba el respeto delante de todos sus hijos, lo criticaba y lo contradecía
continuamente. Uno de sus amigos le preguntó: "¿En tu hogar te comportas de la
misma forma que lo haces en los otros lugares y que te hicieron ser una persona
tan respetable? ¿O quizás en tu casa eres otra persona y ésa es la causa de las
actitudes de tu mujer?". El hombre reconoció su error que provocaba esa tristeza
en su hogar.
120
Nuestros Jajamim nos enseñan: "No hay sufrimientos sin pecados", y es lo que se
debe tener en cuenta cuando algún integrante de la pareja se queja por las
discusiones o peleas que no dan descanso.
David Hamelej dijo en el Tehilim 38: "no tengo paz en mis huesos por mi pecado".
Ribí Jaim David Azulai Z"L explica lo que el rey David nos indica: "Si alguien
comenta que no tiene tranquilidad en su hogar con su esposa (la mujer fue creada
del propio hueso y carne de Adam Harishon), debe saber con seguridad que es
"por mi pecado". No hay nada malo que venga del Shamaim y corresponde
realizar un autoanálisis sobre nuestros actos para poder corregir nuestros
errores y encontrar la paz deseada.
Existe una obligación para el matrimonio que consiste en respetar a sus suegros
respectivamente. Si se busca que el Shalom se consolide en el hogar, se debe
cuidar de no despreciarlos ni ofenderlos. Tampoco se debe inmiscuirlos en el
momento de una discusión. Es normal que el hombre, por ejemplo, al ver algún
punto negativo en su mujer, le diga equivocadamente: "Eres igual a tu madre".
Este mal proceder daña en demasía y ocasiona disgustos aún mayores. En el
hipotético caso de que fuera verdad el comentario del hombre, debe recordar que
se trata de la madre de su esposa y él no tiene derecho a disminuirla frente a sus
ojos. Por el contrario, el buen trato a los suegros en presencia de la pareja,
fortalece la unión y ayuda para alcanzar la tranquilidad. Está comprobado que
cada vez que el marido intenta alejar a su esposa de sus padres, ella se aferra
aún más a ellos y se aleja del marido. En cambio, cuando el hombre los alaba y
respeta, su esposa se une a él con todo su corazón.
Sucedió con una Rabanit, que al quedar viuda, todos sus hijos se preocupaban
por llevarla a la casa de cada uno. ¿Cuál fue su mérito? El hijo mayor lo explicó:
"Mi mamá nunca vino a visitar nuestro hogar con las manos vacías, sino que
siempre traía algo para todos. Siempre se fijó qué era lo que cada uno necesitaba;
tanto se tratara de hijos, nueras, yernos o nietos. Por eso todos la quieren. Ella
siempre se preocupó por brindarnos todo lo que estaba a su alcance, sin pensar
en recibir algo a cambio. Cuando la visitábamos en su casa, siempre nos regalaba
algo o nos atendía con todo esmero. Por ese motivo, siempre esperábamos el
momento de ir a visitarla".
Del comportamiento de esta virtuosa mujer, debemos aprender cuánto deben los
padres expresar amor y cariño a sus hijos, yernos y nueras. Nunca deberán hablar
Lashon Hará de ellos y ocasionar dificultades al hogar de sus hijos. Por el
contrario, deberán hacer todo lo posible para que el amor y el compañerismo
aumente para así recibir todas las Berajot de la Torá.
No alcanzan las buenas intenciones de los padres, sino que se deberá analizar
que lo que se dirá o hará no ocasionará consecuencias negativas, puesto que en
ese caso, no hay nada que justifique la intromisión de los padres.
Analicemos algunos de los consejos que nuestros Jajamim dan al matrimonio para
mantener una buena relación con sus suegros.
122
1º) Tener igual trato con los suegros que con los padres. ¿Por qué la misma crítica
es aceptada cuando proviene de los padres y en caso de provenir de los
suegros da lugar a enojos y ofensas?
2º) El concepto común que la nuera siempre se lleva mal con la suegra es
erróneo. Existen casos en donde las hijas se llevan mejor con sus suegras
que con sus propias madres.
3º) Recordar que los suegros criaron y se esforzaron por quien es hoy nuestro
marido o esposa. Ser agradecido no es sólo una buena virtud, sino una
obligación elemental de la persona.
6º) No discutir delante de los padres o suegros. Por el contrario, se debe tener un
buen trato, alabándose mutuamente. En caso de peleas, no se debe hacer
intervenir a los padres, salvo situaciones especiales.
8º) Está permitido mentir por el Shalom del hogar. El marido no deberá contar a
su señora algo despectivo que hayan dicho sus padres sobre ella. La mujer
procederá de la misma forma y así no se generarán discusiones vanas.
9º) La relación con los suegros es problemática sólo para el que no sabe
aceptar al otro. La prueba verdadera de tener buena relación con los suegros es
después del casamiento.
Que la convivencia con todos los integrantes de la familia sea la base de nuestro
hogar.
123
Nuestros Sabios nos cuentan sobre unos padres que habían casado a su hija.
Cuando alguien les preguntó cómo la trataba a ella la vida de casada, le
contestaron: "Es muy feliz, encontró un marido que es una joya. La cuida mucho,
ni siquiera le permite levantarse temprano y le sirve el desayuno en la cama".
Cuando al poco tiempo esos padres casaron a un hijo, ante la misma pregunta
respondieron: "Pobre nuestro hijo, no tuvo suerte, su mujer es haragana, se
levanta muy tarde, él debe servirle el desayuno en la cama...!".
Los padres que quieren la felicidad de sus hijos deben aprender a no inmiscuirse
en la vida de ellos. Tampoco los deben visitar en forma excesiva. Es
aconsejable que siempre anuncien la visita que realizarán. Cuando un hijo o hija
les comenta a sus padres algún mal comportamiento de su pareja, los padres
deben tener cuidado de no cargar la responsabilidad sólo sobre la otra parte. Se
debe adoptar una actitud imparcial y pedir a su propio hijo que cambie y mejore su
comportamiento para que no se repitan esas situaciones.
La Guemará dice en Iebamot 65: "Así como es Mizvá decir algo que va a ser
escuchado, también es Mizvá no decir lo que no será escuchado". Por eso, el
padre que reprende a su hijo casado, debe pensar bien cómo y cuándo reprochar,
ya que a veces los hijos no contestan con respeto al consejo de sus padres.
Mucho más cuidado hay que tener para corregir a los yernos o nueras. Si el
reproche es continuo, provoca separación y peleas. Debe ser hecho con
delicadeza e inteligencia. Se debe estimular por las buenas actitudes, y no
sólo citar lo negativo. De esta forma se obtendrá el resultado deseado y los
padres no serán los responsables de la destrucción del hogar de sus hijos.
El rey Shelomo dijo en Mishlé 10: "Todos los errores son cubiertos por amor". O
sea que la pareja, por existir entre ellos el amor, puede olvidar las faltas que se
cometieron. Los padres o parientes al no tener este secreto, siempre dan la razón
a la parte cercana, por lo que se debe tratar de resolver el problema sin la
participación de ellos.
En los casos en donde la pareja no puede resolver sola las situaciones que se
presentan, se debe recurrir a Rabanim especializados en estos temas, que
encontrarán la manera de solucionar el problema. No se debe cometer el error
de comentar con vecinos o compañeros los problemas de pareja que puedan
existir, por las consecuencias negativas que este proceder ocasiona. Es
normal que el marido no pueda comprender por qué su esposa divulgó sus
intimidades con sus vecinos.
Sin lugar a dudas, una de las mejores salidas es que la mujer en el momento en
que la relación pasa por una buena instancia, hable de buena forma con su
marido para hacerle ver sus errores. La Tefilá a Di-s día tras día, ayudará para
que así se solucionen las dificultades y retorne la felicidad al hogar.
Veamos en esta ocasión algunos consejos para los suegros que a veces, por sus
intromisiones, destruyen el hogar de sus hijos:
2º) Recordar que no son los dueños de sus hijos y ellos no tienen por qué hacer
los caprichos que los padres quieren. No deben sentir lástima por los hijos si éstos
siguen a su pareja. Deberán tener presente el versículo de Bereshit 2: "Por eso,
abandona el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer".
3º) La suegra no debe sentir que su nuera le robó el cariño que su hijo sentía
por ella. Debe comprender que su hijo posee dos sentimientos distintos
completamente: el cariño a sus padres y el amor a su mujer.
4º) Aprender a observar los defectos que sus hijos tienen y no sólo sus virtudes,
para poder corregirlos en forma privada. No ver sólo lo negativo que tienen sus
nueras y yernos, sino encontrar todo lo positivo que seguramente existe.
125
6º) Alabar a las nueras y yernos delante de los hijos, para que el matrimonio
se una cada vez más.
7º) El cariño exagerado de los padres hacia sus hijos puede hacer fracasar el
hogar que ellos formaron. Se debe actuar con prudencia e inteligencia.
8º) Preocuparse por ayudarlos, de acuerdo con las posibilidades que tengan, pero
no con la intención de presionarlos después por lo que les dieron.
10º) Si los hijos cumplen algún precepto en su nuevo hogar que en casa de los
padres no se respeta en el mismo nivel, deben estar esos padres orgullosos de
ellos y alentarlos para que continúen en ese camino que les dará la felicidad
verdadera.
Que Di-s ilumine a los padres del pueblo de Israel a tener un comportamiento
adecuado con sus hijos.
126
La Torá nos enseña que cuando Iaacob Abinu se dirigía a Jaran, el sol se puso
repentinamente y debió pernoctar en ese lugar tan sagrado (Har Hamoriá). El
versículo comenta: "Y tomó de las piedras del lugar, las colocó a su cabecera y se
acostó en ese lugar" (Bereshit 28). Rashi comenta que las piedras se peleaban
para que Iaacob apoyara su cabeza sobre una de ellas, hasta que Hashem las
unió y se formó una sola piedra. ¿Cuántas piedras tomó Iaacob? Nuestros Sabios
dan varias opiniones al respecto, pero tomemos en consideración a quienes
sostienen que fueron sólo dos. Lo deducen del versículo mencionado "de las
piedras del lugar", ya que el mínimo de plural es dos. ¿Por qué entonces tomó
Iaacob dos piedras?
responsables para que él adquiriera esa visión? En gran medida fueron sus
propios padres quienes influyeron para ese resultado con sus continuas críticas y
comentarios despectivos.
Por el contrario, un niño que se cría en un hogar donde todo es positivo: su padre
enaltece y alaba a su madre por las virtudes que posee. Su madre no se cansa de
elogiar a su padre por sus cualidades. Todo el mundo que los rodea es visto con
buenos ojos, más allá de los problemas normales que se presenten. Cuando ese
hijo forme su propio hogar en el futuro, su visión de la vida será
absolutamente positiva. Se dirigirá con cariño y comprensión a los que se
encuentren cerca de sí y recibirá el mismo trato como recompensa. Irradiará
ese mensaje a sus propios hijos, que a su vez lo transmitirán a sus
descendientes.
En este tema de la educación de los hijos, poseer una línea de conducta sin
importar la circunstancia que se atraviese es fundamental para encontrar el
éxito tan anhelado. Padres que de verdad se preocupan por la educación de sus
hijos, se preguntan en momentos determinados: "¿En qué fallé? ¿Qué es lo que
hice mal?". Quizás la respuesta sea que los mensajes deben ser claros sin dar
lugar a que los niños se confundan con indicaciones contradictorias. Un día
les decimos algo y al otro variamos la posición. O, lo que es peor aún, con nuestra
conducta les demostramos que lo que habíamos dicho el día anterior era sólo
teoría y no lo efectuamos en la práctica. Les reclamamos -por ejemplo- respeto y
buenos modales, pero ellos observan que los padres discuten, se ofenden y los
principios básicos de convivencia no existen. Les decimos que lo más sagrado que
existe es el estudio de la Torá y ellos ven cómo ese mismo padre pierde horas y
horas de su vida con un diario en su mano o bajo los efectos mágicos de un
aparato de televisión.
Nos olvidamos que lo que hacemos a los ojos de nuestros hijos -por más
pequeños que sean- pasa a ser la manera más directa en que se educa y
lamentablemente, a veces deja mucho que desear. Estamos permanentemente
en una especie de "vidriera" que ellos observan, analizan y perciben. Los
Sabios nos enseñan que lo que la persona aprende de niño es como la tinta con
que se escribe sobre un pergamino liso, en donde por más que se borre lo escrito,
la tinta quedará impregnada por dentro. También el niño adquiere dentro de sí
todo el comportamiento que observó de sus padres y en el futuro repetirá en forma
natural lo que vio durante tanto tiempo. Por eso, las bases y la línea de
conducta de los padres deben ser firmes e inamovibles, para no
confundirlos con cambios de posiciones e ideas.
Nuestros hijos observan con atención. Debemos ser el ejemplo que ellos esperan
y necesitan para ser personas de bien. Ellos captan con claridad que a la madre le
molestó más que haya derramado el café sobre la alfombra que la mala palabra
que pronunció. Ellos se dan cuenta de que, cuando su padre lee en la mesa de
Shabat unas palabras de Torá, lo hace por rutina y sin el sentimiento adecuado.
Su madre –por su parte- no se preocupa por entender lo que su padre explica y
continúa sirviendo la comida que para ella es lo más importante. Esos valores
tergiversados penetran en el corazón del niño e influyen en su desarrollo.
128
La buena relación entre los padres es fundamental para que ellos adquieran
el respeto de sus hijos. Hay quienes creen equivocadamente que, si se dirigen al
otro en forma dulce y apropiada, no serán respetados ni tenidos en cuenta. Sólo
cuando infundan respeto con una autoridad exagerada alcanzarán la honra que
merecen. Se equivocan. Por el contrario, quien se dirige al otro con
consideración y respeto recibirá la honra de quienes lo rodean. Así lo enseña
la Torá cuando menciona los preceptos de respetar y temer a los padres. Cuando
la Torá ordena la Mizvá del temor a los padres dice: "La persona a su madre y a
su padre temerá"(Vaikrá 19). En cambio, cuando se trata de la Mizvá del respeto a
los padres, la Torá menciona en primer lugar al padre y luego a la madre:
"Respeta a tu padre y a tu madre"(Shemot 20). El Midrash explica el motivo del
cambio: "Hashem sabe que el hijo respeta a su madre más que a su padre, ya que
ella lo convence con palabras. Por eso, adelantó Hashem el respeto hacia el padre
que el respeto hacia la madre". O sea, el trato dulce y preferencial de la madre
hacia sus hijos, hace que éstos la respeten más que al padre que
normalmente se dirige a ellos en una forma más autoritaria.
Los padres deben recordar que los hijos fueron depositados en sus manos
por Hashem para ser educados con Torá, Mizvot y buenas cualidades, para
que a su vez ellos formen sus propios hogares sobre las mismas bases. Con sólo
recordar que los hijos están atentos y alertas a las actitudes de los padres, el
comportamiento de los progenitores mejorará. Los hijos serán felices y por sobre
todo, los padres habrán cumplido con la misión que Hashem les encomendó al
darles lo más precioso que para El existe: el alma de un niño.
129
Está escrito en el Talmud (Sotá 17): "Ish Veishá Shezajú Shejiná Benehem", o
sea, que la unión de la pareja hace que Di-s deposite su Divinidad en ese lugar. El
hogar se convierte así en una fuente de Kedusha gracias a esa base de amor,
respeto mutuo y, por sobre todo, a la tolerancia necesaria para poder convivir.
El Midrash (Shir Hashirim Raba 1) comenta sobre un matrimonio que luego de vivir
diez años sin poder tener hijos, se presentó delante de Rabí Shimhon Bar Iojai
para divorciarse. El Rab les dijo: "De la misma manera que se casaron haciendo
una fiesta, deben hacer otra fiesta para divorciarse". Escucharon su consejo, y en
la fiesta que hicieron, el marido le dijo a su esposa: "Todo objeto lindo que
encuentres en la casa puedes llevarlo contigo". ¿Qué hizo la mujer? Después de
que su marido se emborrachó y se quedó dormido, les dijo a sus sirvientes que lo
llevaran con la cama misma a la casa de los padres de ella. Al despertarse, el
hombre preguntó qué estaba haciendo en ese lugar. Su señora le explicó: "Hice lo
que tú me dijiste, no existe nada más preciado para mí que poder tenerte a mi
lado". Fueron de Rabí Shimhon Bar Iojai nuevamente para explicarle que era
imposible para ellos separarse. El Rab hizo Tefilá por ellos para que pudieran
tener hijos y finalmente el milagro se produjo: tuvieron muchos hijos que colmaron
de felicidad ese hogar.
Nuestros Sabios preguntan: "¿Por qué Rabí Shimhon Bar Iojai no hizo Tefilá para
que pudieran tener hijos desde un principio en lugar de decirles que se separaran
haciendo la fiesta? La respuesta a esta pregunta es la base de la enseñanza que
queremos transmitir: la solución de los problemas de un hogar se encuentra
sólo cuando la pareja demuestra previamente unión y cariño. Sólo en ese
momento podía hacer efecto la Tefilá de Rabí Shimhon Bar Iojai. El mensaje para
nuestra vida es claro: ante las dificultades que se presenten, debemos estrechar
los vínculos de amor y compañerismo en nuestros hogares para que así nuestras
Tefilot sean escuchadas.
Si recordamos por qué el rey David eligió el lugar en donde levantó el Bet
Hamikdash, corroboraremos estos conceptos. Dos hermanos habían recibido un
campo de herencia de su padre y en él trabajaban. Uno de ellos se había casado y
tenía hijos, mientras que el otro permanecía soltero. Como todos los años, al
finalizar la cosecha la repartían en partes iguales y cada uno de ellos veía el
momento apto para comercializarla. Una noche, el hermano soltero no podía
dormir. Un pensamiento no le dejaba conciliar el sueño, daba vueltas en la cama y
se preguntaba: "¿Cómo es posible? Soy soltero, mis gastos son mínimos. En
cambio, mi hermano tiene esposa e hijos a los que alimentar, vestir y educar. ¿Es
correcto que dividamos la cosecha en partes iguales? ¡No! ¡De ninguna forma!".
En ese momento, una idea cruzó por su mente e iluminó su rostro: "Sacaré de mi
granero parte de mi cosecha y la pondré en el granero de mi hermano". En la
oscuridad de la noche, silenciosamente se levantó y llevó su idea a cabo.
Al día siguiente cuando comenzaron las tareas habituales del campo, se fijó en su
granero y no se notaba ninguna diferencia. Todo estaba igual. La cantidad de trigo
era idéntica a la de siempre. ¿Qué había sucedido? El hermano casado tampoco
había podido dormir preocupado por la situación de su hermano: "¿Cómo podrá
casarse? Tendrá muchos gastos y no podrá afrontarlos. Lo ayudaré sin que se
entere y así no pasará vergüenza. Durante la noche, le llevaré parte de mi
cosecha". Dos noches seguidas, lo que cada uno sacaba de lo suyo, era
reintegrado al día siguiente. La tercera noche cuando cada uno de ellos se dirigía
al granero de su hermano, se encontraron en el camino. Allí se dieron cuenta de
que uno pensaba en el otro. El lugar en donde se abrazaron fue elegido por el rey
David para construir el Bet Hamikdash. De esta forma, el cariño fraternal y el
Jesed serán las columnas sobre las que posará la Shejiná en la tierra.
Shejiná en ese hogar. Se trata del mismo motivo por el que Hashem debió alejar
su Divinidad del Bet Hamikdash: el odio que existía entre hermanos.
Se cuenta sobre el Sadik Ribí Rafael Mibarshid Z"L, que en el día 9 de Ab, en
donde recordamos la destrucción del Bet Hamikdash, se dirigió a hacer Shalom a
la casa de una pareja. Cuando le preguntaron sus alumnos: "¿No lo puede dejar
para mañana?". El Rab les contestó: "El Bet Hamikdash se destruyó por el odio
gratuito. Nada más adecuado que en este mismo día nos ocupemos de
solucionar el motivo de la destrucción y traer paz y amor, para tener el Zejut
de ver en nuestros días la construcción del tercer Bet Hamikdash". ¿Qué es
lo que falta para verlo construido? La esencia del lugar del Bet Hamikdash. El
cariño profundo hacia cada uno de nuestros hermanos. Cuanto más cerca
estamos del final, más se generan divisiones inútiles. El Ieser Hará crea
discusiones sin sentido que provocan una brecha en el pueblo judío que trae más
sufrimientos. Desde este pequeño lugar del universo, deseamos y rogamos al
Todopoderoso que nos facilite el camino de la Teshubá, que todos reconozcamos
a Di-s y cumplamos con los preceptos de la Torá. Que las palabras del profeta
Hoshea que hizo grabar el Jajam Iaacob Mizrahi Z"L en el frente de nuestro
querido Templo Or Torá sean realidad en nuestros días: "Levántate pueblo de
Israel, porque ha llegado la Santidad de Di-s y el esplendor del Todopoderoso está
contigo". Pronto en nuestros días. Amén.
132
Falta de coincidencia
Shelomo Hamelej escribió en Mishlé 19: "Bait Vahon Najalat Abot UmeHashem
Isha Maskalet". "Casa y riqueza pueden ser heredadas de los padres, pero tener
una mujer inteligente depende de Di-s".
El Midrash cuenta sobre aquella mujer que preguntó a Ribí Iosé Bar Jalafta: "¿En
cuántos días hizo Di-s el mundo?". La respuesta fue: "En seis días, como está
escrito en Shemot 31: "En seis días hizo Hashem el cielo y la tierra", contestó el
Rab. La mujer consultó: "Y desde aquel momento hasta ahora, ¿qué hace?". El
Rab le respondió: "Forma parejas, la hija de Fulano para Fulano". La mujer dijo:
"Yo también lo puedo hacer con mis sirvientes y sirvientas". El Rab le contestó: "Si
para ti es fácil, para Di-s es tan difícil como cortar el Mar Rojo", luego de lo cual el
Rab se retiró.
La mujer trajo mil sirvientes y mil sirvientas, los colocó en dos filas y determinó
quién se casaba con quién. Al otro día los sirvientes se presentaron delante de
ella, algunos con la cabeza herida, otros con los ojos hinchados o con las piernas
golpeadas. "¿Qué les pasó?", preguntó ella. Le contestaron que no se soportaban
mutuamente. Fue a buscar rápidamente a Ribí Iose Bar Jalafta y le dijo: "Ribí,
vuestra Torá es verdadera y hermosa, todo lo que usted dijo tenía razón".
Cuando la joven se dirigía a la casa del ministro, se encontró con una anciana
menesterosa que le pidió una ayuda material para poder comprar algo de comida.
La joven se apiadó de la anciana y le encomendó que llevara la carta a la casa del
ministro y que éste le daría cien monedas al recibirla. La anciana se alegró por la
noticia, pero mayor fue su sorpresa cuando el ministro luego de leer la carta y de
entregarle las cien monedas, le ofreció casarse con ella como así le ordenaba el
Sultán. Luego de un tiempo, hubo una reunión muy importante en la casa del
Sultán a la que fueron invitados todos sus ministros. En la mesa principal, había
toda clase de comidas y dulces. El Sultán observó sorprendido cómo ese ministro
envolvía algunos dulces y los guardaba en su bolsillo. "¿Para qué llevas esos
dulces?", le preguntó el Sultán al ministro, quien le respondió: "Mi señora es muy
anciana y no tiene dientes, por eso llevo estos dulces muy suaves para ella". La
sorpresa del Sultán fue enorme cuando el ministro le explicó que había cumplido
al pie de la letra lo que le había ordenado en la carta. En ese momento, el Sultán
comprendió lo que el Rab le había dicho y reconoció: "Moshé es verdadero, su
Torá es verdadera y sólo Hashem es el que forma las parejas".
¿Por qué nuestros Sabios comparan a la formación de una pareja con el milagro
del corte de las aguas del Mar Rojo? ¿Cuál es la relación entre ambos sucesos?
Una de las explicaciones es la siguiente: en cualquier elemento que se fracciona
en dos, ambas partes siguen manteniéndose independientemente una de la otra.
En cambio, con las aguas o con cualquier otro líquido que se intente separar, será
inútil hacerlo ya que al instante se unirán nuevamente. En el momento del milagro
del Mar Rojo, Hashem anuló la naturaleza de las aguas y cada parte permaneció
en su lugar luego del corte. El versículo lo atestigua diciendo: "se amontonaron las
aguas y se detuvieron como un muro las corrientes" (Shemot 15).
Los Sabios preguntan cómo es posible comparar el corte de las aguas en el Mar
Rojo con el matrimonio en donde, por el contrario, debe existir unión en lugar de
separación. La respuesta a este interrogante está relacionada con la vida que
marido y mujer desarrollaron antes de llegar a la Jupá. Cada uno de ellos
compartió todas sus experiencias con sus padres quienes los conocen
perfectamente con sus virtudes y defectos. La madre conoce exactamente cuáles
son los gustos de su hijo y trata de prepararle la comida de acuerdo con sus
preferencias. El padre trata de satisfacer todas las necesidades de su hijo por el
cariño implícito que tiene hacia él. Pero llega el momento de la separación del
hijo de sus padres y a eso alude el corte del Mar Rojo. Se trata de un momento
difícil de ser superado por los padres y por los hijos. Sólo cuando los padres ven a
sus hijos felices en el hogar que construyeron, se sienten realizados y superan el
primer momento de la separación. Cuando los hijos se ven acompañados en
cualquier circunstancia por la pareja que para toda la vida estará a su lado,
134
Hay situaciones especiales entre la pareja en donde las diferencias se hicieron tan
grandes que no se ve una solución posible a simple vista. Se debe recurrir en ese
caso a Rabanim especializados en este tipo de temas para que enseñen el camino
adecuado. Pero en forma general, Hashem dio a la misma pareja los instrumentos
necesarios y las cualidades indispensables para llegar a la felicidad y tranquilidad
para construir casas que sean ejemplo y orgullo de nuestro pueblo. Para ello,
cada uno debe trabajar y sobreponerse a sí mismo, corrigiendo sus propios
defectos sin mirar los errores del otro.
El Talmud, en Guitin 52, cuenta el siguiente Maasé: "Sucedió con dos personas a
las que el Satán las provocaba y conseguía que se pelearan todos los viernes. Se
presentó en una oportunidad Ribí Meir al lado de ellos e impidió durante tres
semanas que pelearan hasta que finalmente consiguió el Shalom definitivo.
Escuchó Ribí Meir la voz del Satán que decía: "Ay, ay, Ribí Meir me expulsó de
esta casa". Se trata de un ejemplo claro que nos enseña que a quien se preocupa
siempre por sobreponerse a los conflictos que puedan existir, Hashem lo ayudará
para que se pueda mantener en las próximas pruebas que se presentarán. Ribí
Meir sólo se limitó a expulsar al Satán de esa casa en esas tres oportunidades.
Luego, el Satán se retiró definitivamente y el ángel del Shalom posó en el hogar.
Quién se domina de esta forma, tiene el mérito de ver su hogar en paz. Quien así
se comporta es un verdadero rey en su casa, la corona del reinado está sobre su
cabeza, sus palabras son escuchadas y no teme que nada malo suceda.
Un hogar que así se construye con las bases de la paz y la verdad, es digno
de formar en su seno reyes que enaltezcan a Israel.
135
Tres consejos
"Así como los rostros son distintos, las ideas también lo son" (Ierushalmi Berajot
5). Nos enseñan nuestros Sabios con esta frase que así como nadie pregunta
"¿Por qué su cara es distinta a la mía?", ya que por el contrario sería una sorpresa
encontrar a alguien que tuviera la misma fisonomía que la nuestra, ésa misma es
la posición correcta con respecto a las ideas. Cada uno tiene derecho como ser
humano a tener sus propias ideas que merecen respeto y consideración.
Pero, debemos saber que no todo lo que pensamos es una verdad absoluta, sino
que también nosotros nos equivocamos aunque a veces no sepamos reconocerlo.
Por otra parte, no olvidemos que nuestros pensamientos se apoyan en nuestro
egoísmo y estamos sobornados por nuestro propio interés.
Vedabak Beishto Vehaiu Lebazar Ejad" (Bereshit 2). Significa: "Por eso el hombre
abandona a su padre y a su madre y se une a su mujer para formar un sólo
cuerpo". Deducimos de este versículo que para llegar a la verdadera unión que se
refleja en una misma visión de las situaciones de la vida, se deben "abandonar"
todas las formas y sistemas de vida anteriores al matrimonio. Organizará así con
su pareja un sistema nuevo de vida con el consentimiento mutuo, para dar
las bases sólidas de un hogar feliz.
2) Brindar al otro sin reclamar para uno nada. Si nos acostumbramos a crear
un estado de obligaciones para nosotros mismos, los derechos los adquiriremos
automáticamente. ¿Cómo es posible? Ninguna persona que se precie por ser
normal, está contenta con recibir del otro continuamente sin tener oportunidad de
retribuir el bien que recibe. Pero, si en lugar de actuar de esta forma, nos
dedicamos a exigir lo que creemos que nos corresponde, los reclamos serán
continuos y la tensión en el hogar será insostenible.
3) La motivación para el Shalom. Sin lugar a dudas, la motivación -en todos los
aspectos de la vida- es fundamental para el ser humano. Debemos recordar las
consecuencias frustantes de un divorcio para la misma pareja y para los
hijos. Debemos leer los términos contundentes de nuestros Jajamim sobre este
tema: "el altar derrama lágrimas cuando se produce una separación" (Sanhedrin
22). Encontraremos así la motivación necesaria para superar las pequeñas cosas
que arruinan la vida matrimonial. La motivación es una base fundamental para
todos los aspectos de la vida. Una persona temerosa que ni siquiera sale sola
de noche a la calle, estará dispuesta a caminar por algún terreno baldío a altas
horas de la madrugada si le aseguran que encontrará un cofre con un tesoro.
¿Qué sucedió con su miedo? Desapareció por la motivación de poder convertirse
en un millonario. En forma similar, quien valora la paz del hogar y el poder vivir
con felicidad junto a sus hijos y seres queridos, estará dispuesto a olvidarse de
cualquier aspecto negativo que se presente en la vida.
137
Cuando algún integrante de la pareja ofende al otro, éste no sólo que debe
callarse y no contestar, sino que debe preocuparse por evitar cualquier rencor que
pueda quedarle por la ofensa recibida. Muchas veces no se reacciona en el
momento, pero se guarda el odio dentro del corazón. En la primera oportunidad
que exista, la persona reacciona sacando a relucir el problema anterior. No es éste
el camino de la Torá, sino que debe eliminarse de raíz cualquier odio, buscando
siempre la parte buena del otro o cualquier justificativo que exista tales como los
problemas económicos, tensión del trabajo, etc. Debemos saber que el que
guarda rencor en el corazón transgrede un precepto de la Torá. En situaciones
especiales, cuando uno se conoce a sí mismo, y sabe que si no responde en el
momento después reaccionará de peor forma, es preferible que con tranquilidad
conteste a la ofensa para no guardar odio en su corazón. Pero siempre debe
hacerlo en forma respetuosa haciendo entender su posición hasta que sus
palabras sean aceptadas.
Se cuenta sobre Ribí Abraham Borneshtein Z"L que escuchó a un Iehudi que al
nombrar a un perverso decía: "Que se borre su nombre y recuerdo". Se dirigió a él
y le dijo: "¿No sabes acaso que el Shuljan Aruj decreta que un renegado que
murió sin dejar hijos, igualmente su esposa debe hacer Jalisá y ésta reemplaza al
Ibum que escribe la Torá: ‘Para que no se borre su nombre de Israel?’. ¿Tú eres
tan inteligente de decir: ‘Que se borre su nombre y recuerdo’?".
139
Cada integrante de la pareja debe aportar lo suyo para construir un hogar eterno.
Para esto, el saber callarse en los momentos donde se recibe una ofensa y
actuar como si no la hubiese escuchado, es la clave para al final ser
valorado y respetado.
Una pelea continúa sólo cuando ambas partes participan de ella, pero si alguien
calla y no contesta con otra ofensa, la pelea se termina. Proceder de esa forma es
como tirar agua al fuego: así se apagará. De lo contrario, será como arrojar nafta:
el fuego será cada vez mayor.
Juzgar para el lado bueno cualquier situación que se presente es una de las
claves para encontrar el Shalom Bait. Pero para llegar a esto es necesario
trabajar sobre sí mismo para no reaccionar incluso en el caso de pérdidas
económicas o de cualquier otro tipo. La grandeza de la persona depende de si
busca el Shalom a pesar de tener ideas opuestas con su pareja. Es fácil vivir en
paz con quien tiene las mismas opiniones que uno; la prueba verdadera es
en los casos donde se opina en forma opuesta y a pesar de todo, se busca el
Shalom. Como Hashem hace la paz entre el fuego y el agua para que entre ellos
formen el Cielo, también la pareja debe buscar el Shalom a pesar de que tengan
distintas ideas.
El viernes a la tarde
Se debe tener en cuenta que el viernes es un día especial por la preparación para
el Shabat; especialmente en invierno, ya que el tiempo es corto y esto trae tensión
y nerviosismo para la mujer. Es por ello que el marido debe colaborar dentro de
sus posibilidades, ayudando a su esposa en los quehaceres del hogar. Si ella
levanta la voz, el hombre no debe darle trascendencia, puesto que es propio del
momento por todo el trabajo pendiente. Deberá, por el contrario, hablarle en tono
tranquilo y suave lo cual anulará su ira y enojo. Así dijeron nuestros Sabios: "Tres
cosas debe decir la persona dentro de su hogar los viernes a la tarde: ¿sacaron el
diezmo?, ¿hicieron el Erub?, enciendan el Ner". Agregó Rabá bar Rab Huná:
"Debe decirlo con tranquilidad, para que sus palabras sean aceptadas" (Shabat
34).
Este suceso nos puede haber sucedido a muchos de nosotros, pero tomemos de
él las enseñanzas debidas para todos los ámbitos de la vida. Quien frente a un
problema se enreda en el mismo y no tiene la claridad de buscar la solución,
hará que su situación empeore. Sus nervios le jugarán en contra. Quien por el
contrario, se amolda a lo que le sucede y poco a poco intenta encontrar la salida,
alcanzará la felicidad. No se olvida del problema, pero tampoco se desespera y
permanece atento para encontrar la solución.
Cuando una pareja se casa, se la bendice con las palabras: "Sean alegrados,
amigos amados...". ¿Cómo se fomenta el amor en el hogar? Nuestros Jajamim
nos enseñan: "El hombre debe ser humilde y modesto siempre, pero dentro de su
casa aún más. No debe pretender imponerse por la fuerza ni querer establecer un
gobierno de terror. Eso sólo provoca tragedias. Hay que tratar siempre de
satisfacer a la mujer y escuchar sus consejos y requerimientos" (Tana Debe Eliahu
Zutá 4).
143
Es sabido que la mujer es mucho más sensible que el hombre. Ella se siente
ofendida por cualquier actitud de falta de respeto o de atención por parte de su
marido. Por lo tanto, nuestros Jajamim advierten al hombre seriamente para que
no se olvide de su responsabilidad al casarse. Debe saber que su esposa lo
necesita y cuáles son las cosas que le disgustan. No puede distraerse de ello ni un
instante.
La comunicación
Hay quienes creen -por ejemplo- que la verdad debe ser dicha en todo momento y
circunstancia. No interesa -según esa versión- los resultados que ocasione ese
proceder. "¡Se lo digo en la cara! ¡Es la verdad!", es el argumento que utilizan
quienes no comprenden que la inteligencia del ser humano radica en saber
utilizar el poder de expresión que Hashem le otorgó. Se debe saber cómo
hablar y en qué momento decir esa verdad. Para la Torá, el significado de la
verdad está íntimamente relacionado con el del favor. Si la verdad cruda daña a
la persona, la Mizvá del Jesed determina que hay que privarse de decir algo
que en ese momento no será escuchado y que sólo dañará.
Cuando Hashem se presentó a Iaacob Abinu luego de que éste trabajara veinte
años para su suegro Laban, le ordenó que regresara a su tierra natal. Iaacob se
dirigió a sus esposas Lea y Rajel haciendo un resumen de lo que había sucedido
en ese tiempo. No les dijo: "¡Hablemos directo, de frente! ¡Vuestro padre es un
falso!". Tampoco les dijo: "¡Preparen todo, mañana nos vamos, después les
explico!". Cuando leemos los versículos nos damos cuenta de que Iaacob dejó en
las manos de Lea y Rajel la decisión de partir, a pesar de que había recibido la
orden de Hashem. De todas formas, el resultado fue el mismo: "¿Acaso aún
tenemos parte y heredad en la casa de nuestro padre?", fue la respuesta al
unísono de Lea y Rajel y concluyeron: "Todo lo que Hashem te diga haremos".
Sólo con una buena comunicación se podrá alcanzar la dicha de poseer un
hogar feliz.
Iaacob nos enseña cómo hablar. A pesar de que tenía toda la razón no presionó.
Habló con prudencia hasta llegar al punto central. Demostró que no buscaba
145
su interés personal, sino que estaba preocupado por Rajel y por Lea. Con
sabiduría, paciencia y claridad nos dejó el mensaje que nos enseña a hablar con
altura, respeto y moderación sin importar la circunstancia que se atraviese.
Sólo con una buena comunicación se podrá alcanzar la dicha de poseer un hogar
feliz.
147
1.- Debe la mujer tener sus ropas limpias sin ningún tipo de manchas para no ser
despreciada por su esposo. A pesar de ser pobre, sus ropas sencillas deben ser
bien lavadas para estar presentable frente a él.
2.- Sus palabras con su esposo deben ser con tranquilidad, gracia y en voz baja.
No debe enfurecerse, para que su marido no se enfurezca aún más y provocar la
pelea. Si tropieza en este punto, se acostumbrará a vivir así, lo que traerá angustia
y dolor. Los hijos al ver esas actitudes de sus padres, se acostumbrarán a vivir con
esos errores también. Por eso, la mujer debe comportarse con calma. A pesar de
que su marido grite, que trate de tranquilizarlo y no de enfurecerlo aún más, ya
que es normal que el hombre enseguida se calma. Por eso que actúe con
inteligencia para preservar el Shalom de su hogar.
3.- Si ve que su marido está con dificultades económicas, que limite sus pedidos,
tratando de reducirse a lo mínimo. Si hace lo contrario, él recordará esto en forma
constante y guardará rencor en su corazón. Que la mujer haga Tefilá a Hashem
en forma continua para el éxito de su esposo. Al ver éste el amor de su mujer y
su buen sentimiento, a pesar de que no pueda satisfacerla como ella merece, su
corazón se llenará de alegría y con esto cambiará el Mazal de la casa.
4.- Si la mujer ve que su marido pasa por algún problema de cualquier tipo, que lo
aliente con palabras de fe y consuelo, y con una sonrisa en su rostro que le saque
la tristeza de su corazón.
7.- Debe tratar de no hablar en vano o cosas fuera de lugar, para que su marido
no sienta rechazo hacia ella.
148
9.- Debe estar siempre arreglada delante de él. No debe exagerar en los
momentos en que tiene algún dolor o molestia física. Debe insistir a su
esposo para que fije un tiempo de estudio de Torá.
10.- Debe ser piadosa con los integrantes de su hogar y con los pobres. No debe
investigar lo que sucede en otras casas, ni ser peleadora ni chismosa.
Lo que terminamos de transcribir no debe ser tomado como derechos del hombre
para ir a reclamar a su mujer. El que procede de esta forma se equivoca,
porque las obligaciones que escribimos son de la mujer hacia Hashem, para
formar su hogar en forma feliz. No son privilegios del hombre.
La Guemará comenta en Nedarím 66, sobre un Iehudi de Babel que fue a Israel y
allí se casó. Un día le pidió a su señora: "Cocíname dos lentejas". Su intención era
solicitarle una pequeña cantidad, pero ella con toda inocencia entendió que se
refería exactamente a dos lentejas y así lo hizo, lo que provocó el enojo de su
marido. Al otro día, le pidió: "Cocíname muchas lentejas", y ella tomó al pie de la
letra sus palabras, cocinando una cantidad exorbitante. El marido le dijo: "Tráeme
dos Bosiné", refiriéndose a dos sandías, pero ella interpretó que eran dos velas,
ya que ambas cosas tienen el mismo nombre en arameo. El marido se puso
furioso y le dijo: "Ve y rómpelas Beroshó Shel Babá". Se refería a la cabecera de
la puerta, que es el significado de la palabra Babá en arameo. La mujer, con toda
inocencia, entendió que debía romperlas en la cabeza de Babá Ben Butá, que era
el Sadik de esa generación que estaba sentado a la puerta del Bet Din. La mujer
fue y cumplió lo que ella creyó que era la orden de su marido. El Rab, después de
recibir el golpe, le preguntó por qué había hecho esto. Ella le respondió con
sencillez: "Mi marido me ordenó", a lo que el Rab le dijo: "Tú hiciste la voluntad de
tu marido, que Di-s te dé dos hijos como Babá Ben Butá" (como él mismo).
El respeto mutuo
Si cerramos los ojos y no observamos las virtudes del otro, nunca llegaremos a
dar la honra que la Torá reclama para todo Iehudi. Sólo si nos detenemos a
analizar y valorar las virtudes de quienes se encuentran a nuestro alrededor,
alcanzaremos el verdadero respeto hacia el prójimo. Será un respeto sincero, por
convencimiento y desde el fondo del corazón.
Hashem creó a la mujer con una naturaleza implícita en ella: necesita que su
marido la dirija y estar subyugada a él. Pero solo exige algo elemental: debe
ser realizado con honra y respeto. ¿Por qué cuando Hashem creó al hombre y a
la mujer no lo hizo en forma similar a las demás criaturas? El Rabad Z"L (Ribí
Abraham ben David, Sabio contemporáneo del Rambam) da su explicación al
respecto: los animales no están unidos de por vida uno al otro, la hembra no
acepta órdenes del macho y, por ende, no se dedica a atenderlo. Por eso, fueron
creados desde el principio en dos cuerpos independientes uno del otro. La
creación del ser humano fue distinta. La mujer fue creada de la costilla del
hombre, para que él la considere por siempre como parte de sí mismo.
150
Precisamente, su nombre "Ishá" significa "porque del ‘Ish’ (hombre) fue extraída"
(Bereshit 2).
Así está escrito en el Midrash sobre aquella mujer correcta que aconsejó a su hija
en las puertas de su casamiento de la siguiente manera: "Párate delante de él
como lo harías delante de un rey y sírvelo. De esta manera, él será tu sirviente y te
honrará como a una gran mujer. Pero si te enalteces sobre él, serás despreciada y
te tratará como a una sirvienta". El hombre debe honrar y enaltecer a su
esposa, pero ella no debe buscar ese respeto por sus propios medios, sino
que lo obtendrá sólo con el buen trato y atención a su esposo.
la honra de Di-s?, ¡si el nombre sagrado del Creador se borra en las aguas para
traer la paz entre marido y mujer (en caso de la mujer Sotá), la honra de Meir no
será mayor!".
El Rab Eliahu Lapian Z"L explica que ni siquiera la honra de la Torá debe ser
tenida en cuenta si se trata del Shalom entre una pareja, como observamos en el
comportamiento de Ribí Meir. Si analizamos más profundamente, nos daremos
cuenta de que, cuando la Torá permite que el nombre de Di-s se borre en las
aguas, se trata de un caso en el que, si bien la mujer no llega a cometer
infidelidad, se reúne a solas con un hombre al que su marido le había prohibido
hacerlo. No se trata de una mujer correcta y temerosa de Di-s. Sin embargo, con
tal de que el Shalom reine en ese hogar, el Creador prefirió que Su nombre
se borrara en las aguas.
Imitemos nosotros el camino de Di-s, como está escrito en Debarim 28: "Te
encaminarás en Su senda". Dejemos de lado nuestra honra personal, sobre
todo cuando se trata de temas insignificantes que hacen peligrar la paz de
nuestro hogar. Sepamos perdonar para que Di-s nos perdone a nosotros.
152
Aprender a hablar
"La muerte y la vida en manos de la boca" (Mishlé 18) nos enseña el rey
Shelomo, ya que ella es la que determinará si el matrimonio es una unión digna de
vivir por ella o si la muerte es preferible a la vida de casados. En la mayoría de los
casos, no se piensa antes de hablar. Esto ocasiona dificultades, al quedar atada
la persona a lo que salió de su boca, ya que la palabra es como una flecha: es
nuestra mientras no la lancemos, después ya está fuera de nuestro alcance. Más
aún, nos convertimos en sus esclavos, puesto que muchas veces intentamos
defender posiciones que sabemos que no son correctas, pero lo hacemos sólo por
el hecho de que ya lo dijimos y nos cuesta reconocer nuestro error.
El Gaón de Vilna solía decir que todos los preceptos que se cumplen no
alcanzan en la mayoría de los casos a cubrir todos los pecados que se
cometen con la boca: hablar mal del prójimo, insultar, ofender, discutir, etc.
Esto no significa que no se pueda mantener una posición. Todo lo contrario, la
Torá no pretende que el ser humano sea un trapo que es llevado de un lugar
a otro. El problema consiste en cómo se mantiene esa posición, con altura y
dignidad respetando al otro o por el contrario, perdiendo los estribos y la calma.
La Mishná en Pirke Abot 1 nos dice: "No aumentes conversación con tu mujer, y
con más razón con la mujer del prójimo". La mujer debe cuidarse de hablar cosas
innecesarias tanto sea con vecinos o con personas que concurren a su casa por
distintos motivos propios del hogar. Debe tratar de disminuir su conversación al
mínimo posible. Por supuesto que también el hombre debe cuidarse en su trabajo
de no hablar con mujeres cuando no es imperioso por su profesión. En caso de no
ser necesario, deberá hablar sólo lo indispensable.
Veamos a partir de este suceso cuánto hay que cuidarse de no hablar palabras de
más con la mujer, ya que Beruria consideró necesario corregir a Ribí Iosé Hagalilí
por dos palabras que dijo de más, a pesar de la grandeza y la pureza del Rab.
Preguntaron en una oportunidad: ¿por qué decimos entre las Berajot del
casamiento: "Que sean alegres como cuando el Creador los alegró en el Gan
Eden Mikedem"? ¿Acaso tanta felicidad había entre Adan y Javá? ¡Sí, esa es la
respuesta! Bendecimos a la nueva pareja diciéndole: Así como Adam Harishon
estaba contento con su mujer, y no tenía los ojos en otra, ya que Javá era la única
mujer del mundo, les deseamos al novio y a la novia que cada uno vea y
considere al otro como si fueran únicos en el mundo.
Muchas mujeres no saben recibir a sus maridos que regresan a la casa después
de un día agotador con problemas en el trabajo y con el tránsito atascado hasta
llegar al hogar. Apenas entran los hombres, escuchan todas las dificultades del
día: los chicos se pelearon, la mucama no vino, se tapó la pileta, se descompuso
el lavarropas, etc., y el pobre marido que pensó encontrar la tranquilidad al llegar a
su casa, lamenta no haberse quedado en su trabajo haciendo horas extras. ¡Qué
distinto sería si la mujer lo recibiera con una sonrisa, lo dejara descansar un
poco, le sirviera un plato de comida y después sí le planteara las situaciones que
le tocaron vivir! Seguro que encontrará una palabra de comprensión, de apoyo o
de solución al problema que existió.
Tampoco se debe intentar hablar con el otro cuando éste recién se levanta de
dormir. Es normal que el ser humano en ese momento no tenga la serenidad
necesaria para responder adecuadamente. En casos particulares, deberá tomar
un café para poder tranquilizarse antes de hablar.
El Jazón Ish explica que la Mishná de Pirke Abot 1 que dice: "No aumentes
conversación con tu mujer", se refiere a las situaciones que no son necesarias de
ser habladas por la pareja. Tampoco se refiere a las conversaciones que se
desarrollan en el primer año del matrimonio, ya que es fundamental en esa etapa
que la mujer comprenda que su marido la ama y está pendiente de ella. El Jazón
Ish comenta que como normalmente el hombre no logra ese objetivo en el primer
año, esa obligación le queda latente para toda la vida.
De acuerdo con el concepto de nuestros Sabios, todo el que espera recibir del otro
algo que le corresponde y éste no se lo brinda, es considerado no sólo como una
falta de un favor que se podía haber hecho, sino como un acto de robo. La
naturaleza de la mujer, por sobre todo en su primer año de matrimonio, es que
necesita palabras de acercamiento y cariño por parte de su esposo, para construir
así la base de la armonía del hogar. Por eso, no se aceptan los argumentos de
algunos hombres: "¡Soy así!". "¡Soy de poco hablar!", ya que no se trata de brindar
un placer o lujo determinado, sino de algo básico y elemental para ella, que no
puede suplantar por ninguna otra cosa, ni siquiera por otra conversación con su
madre, amiga o vecina. No seamos extremistas en deducir de esto, que se debe
hablar con la esposa en todo momento y situación, sino que lo lógico es
encontrar el equilibrio necesario existente en todas las obligaciones del
matrimonio.
La mujer que argumenta que su marido no habla con ella, debe analizar si no
será ella la culpable de lo que sucede. Quizás sus acotaciones o consejos
cuando su esposo comienza a hablar: "debes actuar de esta forma"; "¡yo hubiese
contestado así!", le quitan a él las motivaciones para entablar una conversación.
Quizás sus críticas, sus correcciones a la forma en que su marido se expresa, sus
gestos, su mala cara, su manera de ver todo negativamente, su actitud nerviosa o
el levantar la voz hacen que el esposo prefiera el silencio antes que escuchar los
gritos de su mujer.
Se debe fijar un tiempo diario inamovible de entre veinte a treinta minutos como
mínimo, preferentemente en el momento que los niños duermen. Incluso es
preferible no atender el teléfono para no interrumpir. Si es posible, acompañarlo
con algo para comer o beber a fin de crear un ambiente más cálido y poder
desarrollar así una conversación más amena sobre todo lo sucedido en el día.
Terminemos este comentario con el ejemplo de una mujer que nos enseña
cómo debemos hablar. El Talmud cuenta sobre Rajel, la hija de un millonario
llamado Kalba Sabua, que decidió casarse con el pastor de las ovejas de su
padre, llamado Akiba, a pesar de que tenía cuarenta años y aún no sabía nada de
Torá. Ella vio en él condiciones para aprender y llegar a ser un gran Sabio de
Israel. Su padre no pudo comprender el comportamiento de su hija que tenía
tantos pretendientes mucho mejor preparados y la desheredó. Luego del
casamiento y al llegar el momento en que Akiba debía aprender Torá, éste se
negó ya que le daba vergüenza a su edad compartir un aula con chicos de cinco o
seis años que aprendían el abecedario que él tampoco conocía. Rajel, con su
inteligencia, no lo atacó ni le recordó que ésa había sido la condición del
casamiento, sino que tomó un burro que tenía una hendidura en su cuerpo, la
llenó de tierra y puso una planta sobre él y le pidió a Akiba que lo llevara a recorrer
la ciudad para ver cuál era la reacción de la gente. Así lo hizo y todos se rieron del
espectáculo de ver a un burro con una planta sobre su cuerpo. Al otro día se
repitió la situación, sólo que la gente ya no se reía tanto; al tercer día ya todos se
habían acostumbrado a ver un burro en esas condiciones y ya era lo más normal.
Le dijo Rajel a su esposo: "el primer día se reirán de tu presencia en el aula con
los niños, pero luego se acostumbrarán y nadie se reirá. Se convenció Akiba y se
despidió para ir a estudiar. Al regresar después de 24 años, llegó Ribí Akiba con
24.000 alumnos e iluminó al mundo con su Torá. Todo el pueblo salió a su
encuentro y cuando Rajel quiso acercarse, los alumnos que no sabían que era su
esposa, se lo impidieron. Cuando Ribí Akiba se dio cuenta dijo: "¡Déjenla acercar!
¡Lo mío y lo de ustedes es gracias a ella!", refiriéndose no sólo al esfuerzo de
soportar tantos años de separación para que su marido pudiera estudiar Torá con
grandes Sabios, ni tampoco a que no le importó vivir con pobreza para alcanzar la
elevación espiritual de su esposo, sino por sobre todo a su sabiduría para hablar
156
Aprender a escuchar
El Talmud en Guitin 45 comenta que Rab Ilish en una oportunidad fue llevado
cautivo. A su lado se encontraba también cautiva una persona que conocía el
idioma de las aves. Se presentó un cuervo y ante el ruido que emitía con su boca,
Rab Ilish le preguntó a esa persona: "¿Qué es lo que dijo el cuervo?". El hombre le
contestó: "Dijo así: ‘Ilish escapa, Ilish escapa’". El Rab dijo que el cuervo era
mentiroso y no podía apoyarse en él para intentar escapar. Mientras tanto,
apareció una paloma y se repitió el mismo diálogo, sólo que el Rab en este caso
dijo: "El pueblo de Israel es comparado a la paloma, seguramente me sucederá un
milagro". Así ocurrió y en forma milagrosa, Rab Ilish pudo escapar de su
cautiverio.
Nuestros Jajamim nos enseñan que no existe la persona que siempre tenga razón
ni tampoco quien siempre se equivoque. Hay situaciones -por ejemplo- en las que
el marido se queja: "Mi señora me pide lo que no puedo darle, malgasta el dinero,
no atiende a las visitas como corresponde, pierde el tiempo con el teléfono o con
las vecinas, me acusa de cosas que no son reales, enfrenta a mis hijos conmigo,
etc., etc.".
Todos los días en la Tefilá decimos: "Que siempre sea la persona temerosa de Di-
s tanto en público como en privado y que reconozca la verdad", igualando así
estas dos virtudes fundamentales de nuestra vida.
Que el Todopoderoso nos haga reflexionar sobre este error tan grave que
destruye hogares y Kehilot, sólo por querer escuchar lo que nos conviene y por no
saber reconocer la verdad.
159
Veamos algunos ejemplos escritos en el libro "Una vida de felicidad" del Rab
Shemuel Dob Cohen Shelita sobre cómo no hay que corregir y cuál es la manera
adecuada de hacerlo:
1º) El marido le dice a su esposa: "En el último tiempo, nuestro pequeño Jaim se
está comportando de una forma terrible. Te dije muchas veces cómo debes
tratarlo. No cometas más locuras. ¿Qué podemos hacer? ¡Jaim es una copia de tu
familia!". La respuesta de su esposa no se hace esperar: "¡Seguro! Tú eres el que
todo lo sabe y yo la que siempre se equivoca! Yo me ocupo de los niños todo el
día y tú lo único que sabes es llegar tarde a casa y dar consejos "sabios" sobre
cómo actuar. ¿Te acuerdas lo que pasó ayer que te hice caso de cómo tratarlo?".
El final de esta discusión es imaginable por todos y no hace falta escribirlo.
¡Qué distinto habría sido si el marido hubiera hablado de otra forma! Por ejemplo:
"Debemos encontrar la forma de tratar a Jaim. Me gustaría que siguieras mi
consejo, sé muy bien que te ocupas de los niños durante todo el día, pero algo
debemos hacer para solucionar el problema". Sin duda, la respuesta de la mujer
será distinta: "Yo tampoco sé bien cómo actuar. Quizás podamos intentar de
acuerdo con tu consejo".
2º) Marido: "¿Por qué no ayudas a los vecinos? ¿No te das cuenta de que
necesitan que alguien les dé una mano? ¿No tienes un poco de sentimiento?
¡Evidentemente no eres capaz de mover un dedo por el prójimo!". La mujer le
responde: "¡Y tú! ¿Acaso eres un Sadik? ¡Cuando tienes un problema, nada te
importa, ni siquiera tus propios hijos!".
Qué distinto habría sido si el hombre le hubiese dicho: "Sé que tienes mucho
trabajo en casa, pero observa qué momento difícil pasan los vecinos. Si tú
pudieras hacer algo por ellos... Quizás yo pueda ayudarte en las tareas del hogar".
Con seguridad que su mujer le responderá: "No te preocupes, intentaré
ayudarlos".
3º) Marido: "¡Hay que tratarte con guantes de seda! Sólo te dije una palabra y
lloras como una bebita. ¡No se puede hablar ni corregirte nada!". La mujer le
responde: "¿Qué? ¿Sólo una palabra? ¡Todo el día estás criticando! Cuando
quiero decirte algo ni me dejas hablar!".
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Qué distinto habría sido si el marido hubiera dicho: "Lo siento, no fue mi intención
herirte ni ofenderte. ¿Tienes alguna idea de cómo debía haberte dicho para que
no te ofendieras?".
Si el marido hubiese hablado de otra forma todo habría sido distinto: "¡Qué
lástima! Pensé que la comida estaría preparada y de esa forma me habrías
demostrado que valoras todo mi esfuerzo y que te preocupas por mí!". Con
seguridad habría recibido una respuesta de este tipo: "Lo siento, se me complicó
toda la mañana. En un segundo preparo todo y espero para mañana tenerte todo
preparado a tiempo".
5º) El marido escucha llorar al bebé mientras su esposa habla por teléfono:
"¡Claro! ¡Cuando hablas una hora por teléfono te olvidas que existe tu casa! ¿No
escuchas que el bebé hace cinco minutos que llora?". La mujer responde:
"¡Seguro! ¿Acaso sólo tengo que trabajar en casa? ¿No tengo derecho a hablar
un poco con mi mamá? Además, ¿tú no eres el padre del bebé? ¡ podías
levantarlo!".
Veamos ahora la forma en que se puede corregir: Marido: "Al ver cómo está la
casa, me doy cuenta de que no has tenido un buen día. ¿No te sientes bien?
¿Quieres que te prepare algo para tomar?". Esposa: "No, no pasa nada. No pude
terminar la tarea, pero en unos minutos arreglo todo".
7º) Marido: "Siempre te quejas y pides dinero. ¡Te doy, te doy y te vuelvo a dar!
No hay dinero que te alcance. Me mato trabajando y tú derrochas el dinero no sé
en qué. ¡No es el fin del mundo si no compras todo lo que se te ocurre!". Esposa:
"No soporto tener un marido avaro. La plata que tienes en el banco no la tocas
para nada. ¿Para qué la guardas? Para lo que tú quieres, derrochas el dinero,
¡pero para mí y para tus hijos dices que no tienes!".
161
8º) Marido: "¡Todo cerrado! ¿No te ahogas en esta casa? Abre un poco la
ventana. ¿O acaso tienes frío como de costumbre?". Esposa: "¡Sí, tengo frío! ¿Y
qué? ¿No tengo derecho? Si tienes calor, en la calle hay aire fresco. ¿Por qué no
vas a dar una vuelta?".
Segunda versión: Marido: "No sé qué me pasa. Necesito un poco de aire puro.
¿No te molesta abrir la ventana?". Esposa: "Por favor, si tengo un poco de frío
igual puedo ponerme el sweater".
Los ejemplos podrían continuar, pero la base de todos los casos es saber
cómo hablar para evitar conflictos y conseguir lo que anhelamos: la felicidad
del hogar.
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La verdadera felicidad
Muchos hogares se destruyen con el argumento de alguna de las partes que dice:
"No soy feliz. Los problemas económicos no me permiten vivir con alegría y
destruyen mi matrimonio". Intentemos analizar brevemente qué es la felicidad.
El Talmud en Sanhedrin 98 nos da la clave del tema, cuando comenta que Ribí
Iehoshua ben Levy se encontró con Eliahu Hanabi en la puerta de la cueva en
donde está sepultado Ribí Shimhon ben Iojai y le preguntó: "¿Cuándo vendrá el
Mashiaj?". Eliahu Hanabi le respondió que fuera él mismo a preguntarle a las
puertas de Roma en qué lugar lo encontraría. Lo podría identificar entre unos
pobres que soportan sufrimientos y tienen el cuerpo lleno de vendas con las que
cubren sus heridas. El Mashiaj se diferencia del resto en que cambia las vendas
de a una por vez, ya que en cualquier momento puede ser llamado por Di-s para
traer la Redención al mundo y en ese caso no desea demorarse ni siquiera un
instante de más. Ribí Iehoshua ben Levy lo encontró y le preguntó cuándo
vendría. El Mashiaj le contestó: "hoy", luego de haberlo saludado diciéndole:
"Shalom para ti, hijo de Levy". Cuando Ribí Iehoshua regresó a lo de Eliahu
Hanabi, éste le dijo que le había asegurado el Olam Habá para él y para su padre
por la manera en que lo había saludado. Para que Ribí Iehoshua ben Levy no
pensara que el Mashiaj lo había engañado al decirle que iría en ese día, Eliahu
Hanabi le explicó que el sentido de esa respuesta era lo que el rey David dijo en el
Tehilim 95: "Hoy, si Mi voz escucharán".
Más allá de intentar analizar este suceso que narra el Talmud, podríamos
preguntarnos: ¿por qué el Mashiaj no trae aún la Redención al mundo? ¿No
podría aguardar en un lugar geográfico más apropiado tal como el propio
Ierushalaim por ejemplo? El Maharal de Praga explica que "las puertas" reflejan el
final, el extremo de la ciudad. Roma, por su parte, es el símbolo del materialismo a
lo largo de todo el Talmud, es el centro del egoísmo y orgullo, es la que lleva la
bandera de la búsqueda de los placeres contrarios a lo espiritual. Allí, en el final
del materialismo se encuentra el Mashiaj. Cuando el mundo llegue al
extremo y comprenda que esas bases materiales lo llevan a su entera
destrucción, ahí vendrá el Mashiaj. No estamos lejos, basta observar lo que
hoy sucede en la vida.
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Una de las bases no sólo del matrimonio sino también de la vida es sentirse
satisfecho internamente consigo mismo. La pregunta clave es cómo alcanzar esa
categoría. Los placeres mundanos no otorgan el sentimiento al que nos referimos.
Por el contrario, son la fuente de un deseo mayor aún que nunca concluirá. El
Gaón de Vilna lo compara con una persona que decide saciar su sed bebiendo
agua salada. Por un instante, le parece que está satisfecho, pero inmediatamente
se dará cuenta de que está más sediento aún.
Si creemos que se trata de una novedad de nuestra época, veamos lo que escribió
el rey Shelomo al comienzo de su libro Kohelet en el que resumió su experiencia
de la vida: "¿Qué beneficio obtiene el hombre de toda su labor bajo el sol? Todas
las cosas agotan a la persona (y no las alcanza), no se satisface el ojo con ver y
no se llena el oído de escuchar. Yo, Kohelet, he sido rey sobre Israel en
Ierushalaim. Dediqué mi corazón a buscar y a averiguar por medio de la sabiduría
lo concerniente a todas las cosas que se hacen bajo el cielo... He visto todas las
obras que se hacen bajo el sol y he aquí que todo es vanidad y destroza el
espíritu" (Kohelet 1).
Por lo tanto, podemos observar que el mundo es el mismo desde siempre: "No
hay nada nuevo bajo el sol". Los errores de toda la historia se reiteran en nuestros
días, quizás en una forma más sofisticada o desarrollada, pero con la misma raíz
equivocada de siempre: creer que los placeres y lo material llenarán el deseo del
corazón. ¿Cómo alcanzar la satisfacción verdadera? El mismo rey Shelomo en
Mishlé 12 nos responde: "El hombre bueno obtiene el favor del Eterno". Existe un
deseo interno en toda persona de ser bondadosa. ¡Qué satisfacción recibe en su
corazón alguien que hizo un acto de ayuda al prójimo o luego de haber alegrado a
un necesitado! Brindar y dar al otro es la base de la vida y del matrimonio. Ser
bondadoso, abrir los tesoros que se encuentran en nuestros corazones.
Seremos así los primeros beneficiados al encontrar la verdadera satisfacción
de la vida.
Para tomar conciencia del valor de esta cualidad, recordemos el suceso que está
escrito en Shemuel 1-1: Un hombre llamado Elkaná iba todos los años con sus
dos esposas a Shiló (lugar donde estaba el Mishkan) para posternarse y ofrecer
sacrificios a Hashem. Repartía la carne de esos Korbanot entre su esposa Penina
y sus siete hijos y con su otra mujer estéril llamada Jana. Penina se burlaba de
Jana quien no podía tener hijos. Su intención era que su hermana se esforzara
en su Tefilá para que así Hashem la escuchara. Sin embargo, los años
transcurrieron y Jana ni siquiera podía probar la carne que su marido le ofrecía por
tanta amargura que tenía. Un año se produjo un cambio. Su marido quiso
consolarla: "¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes y por qué tu corazón está triste?
Yo soy mejor para ti que diez hijos".