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LA COMUNIÓN EN LA MANO –

S. CIRILO DE JERUSALÉN
«Acercando por lo tanto, no avance con las palmas de
las manos separadas, ni con los dedos aparte;
fabrique con la izquierda un trono para la derecha ya
que esta mano está a punto de recibir al
Rey. Haciendo el hueco de palma, reciba el Cuerpo de
Cristo, añadiendo: Amén.
Entonces con cuidado santificando los ojos tocándolos
con el Cuerpo santo, tómelo, asegurando que usted no
pierde ningún de ello. Ya que si pierde alguno,
claramente sufriría una pérdida, como era, de uno de
sus propios miembros.
¿Dígame, si alguien le diera el oro en polvo, no le
tomaría usted con cada cuidado posible, asegurando
que no pierde ningún de ello o sostiene alguna
pérdida? ¿Entonces no será mucho más cauteloso
asegurar que una miga no desaparece del que es más
precioso que el oro o piedras preciosas?».

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