IMPORTANCIA QUE TIENE EL DERECHO EN LA REGULACIÓN DE LA

CONDUCTA HUMANA Y COMO MECANISMO DE COACCIÓN.

El derecho como regulador de la conducta humana, permite mantener una

convivencia social saludable y actúa como medio para la solución de conflictos. Su función
principal es el de ser un instrumento de organización social. El derecho posee un sistema
normativo que regula la vida del hombre ya que este actúa libremente. Cuando el derecho
se establece en la sociedad se trasforma en orden jurídico, donde las normas jurídicas
regulan la conducta del hombre, de tal manera que si no se cumplen se generan sanciones,
siempre que dichas acciones afecten a los demás.

El derecho es un factor social, ya que busca regular la conducta de los ciudadanos

dentro de la sociedad, si no existiera el derecho cada quien actuaria por su instinto o haría
justicia con su propia mano de manera impune. El derecho es coercible y coactivo porque
siempre acarrea una sanción. El fundamento esencial de las normas del derecho descansa en
la búsqueda afanosa de seguridad y garantía para los destinatarios de las normas que
integran el derecho a fin de que en sus distintos ámbitos de relacionamientos obtengan una
mínima conflictividad, que no es otra cosa que consolidar la cultura de la paz social,
fundada en la idea natural de justicia.

Los juicios de Nuremberg constituyeron un precedente histórico y judicial: fueron

los primeros juicios en la historia que estuvieron destinados a castigar, por medio de una
instancia independiente y de naturaleza internacional, a los mandatarios del régimen
responsables de los crímenes que fueron cometidos siguiendo su política, y esto no por
medio de la ejecución o juicio rápido según la decisión de los vencedores, sino según las
reglas de las leyes y la justicia y proporcionando una defensa adecuada a los acusados. El
juicio despertó muchas expectativas con respecto a la influencia sobre la sociedad humana
en el futuro. Allí se determinaron y sancionaron las responsabilidades de dirigentes,
funcionarios y colaboradores del régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler, en los
diferentes crímenes y abusos contra la humanidad cometidos en nombre del Tercer Reich
Alemán, a partir del 1 de septiembre de 1939 hasta la caída del régimen en mayo de 1945.
En el tribunal de Nuremberg fueron imputados veinticuatro acusados por: crímenes contra
la paz, crímenes de guerra y conspiración contra la paz.

En el ámbito jurídico, como coacción se denomina el poder legítimo por el cual el

derecho tiene la potestad de imponer el cumplimiento de las leyes. En este sentido, el único
ente que tiene poder legítimo para coaccionar es el Estado, que debe hacer cumplir la
normativa y anunciar castigos para quien no la cumpla.

Para el Tribunal de Nuremberg, existió un peligro inmediato en caso de desobedecer

las órdenes estatales porque dentro del Reich alemán los agentes del estado estuvieron
listos para actuar inmediatamente y aplicar sanciones instantáneas contra cualquiera que
pudiera haber intentado impedir las regulaciones o decretos gubernamentales. El tribunal
acepto un estado de coacción dado el control total del gobierno sobre la vida de los
ciudadanos llevando al tribunal a que se analice caso por caso para evaluar quienes de los
industriales imputados actuaron por coacción. El gobierno nazi imponía estrictas cuotas de
producción a las empresas cuyos productos eran necesarios para apoyar los esfuerzos de la
guerra y asignaban a detenidos en campos de concentración y a prisioneros de guerra para
trabajar en las empresas, si no cumplían las cuotas impedían o atrasaban el esfuerzo de
guerra las sanciones eran severas e incluían la pena de muerte.

La primera sentencia relevante que se pronunció sobre la coacción en este contexto

fue la del caso Flick. El Tribunal definió la coacción como una defensa en casos en los que:
1) un crimen fue cometido para evitar un daño grave e irreparable, 2) no hubo alternativas
razonables para evitar el daño, y 3) la acción no fue desproporcional al daño temido. El
fiscal del caso aceptó la probabilidad de que, si Flick se hubiera negado abiertamente al uso
de trabajo forzado para la producción de material para la guerra, como mínimo habría
perdido sus empresas y que también existía la posibilidad de que lo hubieran internado en
un campo de concentración.

En este caso, para el Tribunal existió un peligro claro e inmediato en caso de no

obedecer a las demandas estatales porque dentro del Reich alemán los agentes del estado
estaban listos para actuar de inmediato y aplicar sanciones salvajes e inmediatas contra
cualquiera que obstruyera o impidiera la implementación de regulaciones o decretos
gubernamentales.
 Parece entonces que el Tribunal aceptó un estado de coacción generalizado dado el
control total ejercido por el Gobierno sobre la vida de los ciudadanos.

Puedo concluir que el derecho es un orden de la conducta humana. Este orden,

como todo orden social, tendría la función de “provocar cierta conducta recíproca entre los
seres humanos” (Kelsen, 1949, p. 15; y su característica específica sería la de un orden
coactivo basado en la “técnica social que consiste en provocar la conducta socialmente
deseada a través de la amenaza de una medida coercitiva que debe aplicarse en caso de un
comportamiento contrario” (Kelsen, 1949, p. 20).

Por otro lado, los juicios de Núremberg fueron efectivamente el comienzo del
Derecho Penal Internacional, una especialidad que aún hoy podemos considerar que se
encuentra en su fase inicial de desarrollo, lo que significa que tanto personas concretas
como organizaciones pueden ser consideradas culpables por algunos de los crímenes más
difícilmente imaginables.

Finalmente, el derecho penal internacional conoce la coacción como defensa y que

dependiendo de la reacción a la amenaza es un punto esencial para encontrar en qué casos
hubo coacción; lo que es claro es que, en casos de lesa humanidad, solo en casos
excepcionales, se puede justificar una participación en tales crímenes como reacción a un
riesgo o a una amenaza.

Laura Sofia Ortiz Matiz