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EDUCACIÓN, ÉTICA Y CIUDADAN ÍA

de la ciencia y la tecnología. El progreso trajo progreso de unos, pero no


de muchos. No ofreció todas las soluciones que se habían fijado como
esperanza de los problemas de la humanidad.
 Desencanto o decepción respecto de la razón (utilitarismo y
pragmatismo). La sociedad tiende a instrumentalizar a la persona. En
consecuencia, predomina un pensamiento débil. La postmodernidad no
tiene esperanza de cambiar el mundo.
 Se decreta el fin de las utopías, pues el cambio histórico total es
imposible. No se cree en los «metarrelatos». Las ideologías decaen y casi
desaparecen, los ideales —y al lado de ellos los valores— pierden sentido,
se cree y se vive con lo que funciona y da resultados.
 Fin de la historia / inmediatez del presente. Pensamiento de fruición:
disfrutar los momentos de la vida por sí mismos.
 Esteticismo presentista. Capacidad de vivir lo bello en el momento.
 Tiempo del yo y del intimismo, de la meditación trascendental y
del cuidado del cuerpo, de las dietas y los gimnasios. Politeísmo de
valores y consensos «blandos»: valores múltiples, disminuidos y parciales,
de las relaciones nunca plenas.
 Ética débil y provisional. Acuerdos temporales, locales y revocables.
 Hiperindividualismo narcisista y hedonista. El mínimo de coacciones
y el máximo de elecciones privadas posibles, el mínimo de austeridad y el
máximo de deseo.

SIMONS (2000) cierra este apartado señalando que en nuestras sociedades se da


una combinación de lo moderno y de lo postmoderno; tampoco es una necesidad
encasillarse, pero estas características reseñadas, más allá de resaltarlas como
propias de cada etapa, lo que busca es que podamos entender, comprender, que
los grandes retos sociales y de la humanidad no son un azar, no son modas, sino
se entienden como un devenir, como ya lo habíamos mencionado, del
pensamiento, de las valoración que en el transcurso de varios siglos hancambiado
y han desencadenado en actitudes y comportamientos específicos en las
personas y en las sociedades, y naturalmente en las valoraciones de los hechos.

1.1.3. Factores de la crisis1

Para Simons (2000) existen un conjunto de factores que progresivamente


han actuado en la sociedad y como consecuencia lógica, también en cada

1 Ibídem.

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una de las personas, influyendo y determinando en otros casos, cambios


en las actitudes y en la relaciones e interacciones personales. Estos
factores son los siguientes:

 Histórico-social. La existencia de una moral de corte relativista,


subjetivista, pragmática e individualista, y al mismo tiempo, una moral
tradicionalista, provocando conflicto entre las perspectivas, indefinición
ante los hechos, y la hegemonía de alguna de ellas, una paralización de
orden social y moral, y también un individualismo.
 Filosófico-antropológico. Crisis de sentido, ya que tanto los porqués y
los para qué vivimos (fundamentos y fines) ya no son modelos
compartidos socialmente, como tampoco el quién somos. Se ha tenido que
recurrir a la filosofía moral para ver si ofrece modelos de fundamentación
que valgan para cualquier persona, sea cual fuere su fe religiosa o secular.
 Religioso. Juntamente con el pluralismo, la diversidad confesional, el
agnosticismo y el ateísmo que se van haciendo frecuentes entre nosotros.
Lo religioso vivido coherentemente, no presenta un panorama ordenado
de actitudes y comportamientos, ya que, al plantear un ordenamiento
moral, determina también un ordenamiento – no de manera determinista
– en los comportamientos y actitudes. La crisis y la diversidad religiosa,
también ocasiona una crisis en la sociedad de cierta medida.
 De certeza y evidencia ética. Nuevos retos y problemas que no
encuentran respuestas en la moral tradicional. Problemas que van desde
la manipulación genética hasta la injusticia y discriminación social; políticas
pragmáticas; cultura de la imagen; civilización del consumo; medios
socioculturales en que la violencia de todo tipo se ha vuelto ordinaria;
inmoralidad-amoralidad-desmoralización. Los medios han tomado el lugar
de los fines, y viceversa. El bien de las personas y el bien común pasan a
segundo lugar.

1.2. La persona

Para Pierre FAURE (1967), la integralidad concreta del hombre es lo que llamamos
persona; y señala que es además importante proclamar el imperativo del
desarrollo integral de lo humano, lo que significa afirmar la primacía de la persona
en el proceso de desarrollo como sujeto agente y fin de ese desarrollo. En ese
sentido, la educación es, entonces, objetivamente posible en el más profundo
respeto del llegar a ser de las personas, y promete a cada uno hacerse dueño y
responsable de su propio desarrollo personal y social, cívico y espiritual:
integralmente humano. Sin embargo, querer definir a la persona con un mínimo
de precisión es complicado; agrega FAURE que es algo indecible, no porque no

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exista, sino porque es muy rica, de una riqueza inexpresable por medio del
lenguaje2.

Podemos definir a la persona como una unidad dinámica, compleja, en relación


y trascendente. Esta integralidad le da forma a su comportamiento; desde la
aparición del hombre lo ha acompañado en su evolución; es más, ella explicaría
por qué el hombre ha evolucionado.

1.2.1. Características de la persona

 En principio, es una unidad porque no somos la suma de


componentes; somos uno solo indivisible. El avance de la ciencia se
ha encargado de fragmentar cada vez más a la persona; hoy existen tantas
disciplinas científicas como elementos descubren en el ser humano.

La filosofía también se encargó de dividirnos al tratar de encontrar la


explicación última del ser; así, de pronto fuimos: cuerpo y mente y, para
otros, espíritu o alma ; trató de encontrar el origen de los que somos:
materialismo o idealismo. Todavía seguimos pensando que los problemas
del hombre pueden ser resueltos desde determinados puntos de vista,
dejando de lado otros. Sin embargo, desde hace algunas décadas atrás,
la corriente de la interdisciplinariedad va permitiendo entender al hombre
de manera más integral e integradora y, en consecuencia, a la persona
como una unidad que no puede —ni debe— ser entendida desde
determinados ángulos. También, no se debe perder de vista como desde
el enfoque del pensamiento complejo, aporta a entender que hoy es
imposible encontrar una sola explicación satisfactoria frente a un hecho o
fenómeno humano. Desde la complejidad, nos lleva a comprender que la
división disciplinar como forma de comprender lo humano y el
conocimiento, no es suficiente y además es irreal. Hoy vemos que los
problemas de la persona individual, y en su dimensión social, solo pueden
ser entendidos si la observamos como una realidad única, indivisible y
además compleja.

 La persona es dinámica. Esta característica nos indica su permanente


evolución en el transcurso de la historia de la humanidad, y al mismo
tiempo su posibilidad de cambio permanente. Los de hoy no somos los
mismos de ayer, tampoco seremos los mimos de mañana. En la persona

2PEREIRA DE GÓMEZ, María Nieves (1984). Educación personalizada. Un proyecto pedagógico en Pierre Faure.
México: Editorial Trillas.

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