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FESTIVIS RESONENT

fa4 [do4-re5] En honor de la Preciosísima Sangre de N. S. J. C.

F
VIII

ESTÍVIS résonent cómpita vócibus, Cives læ- tí-ti-am fróntibus

éxplicent: Tædis flammíferis órdi-ne próde-ant Instrúcti pú-eri et senes.

Quem dura móri-ens Christus in árbore Fudit mul- típlici vúlnere sán-

guinem, Nos facti mémores dum có-limus, decet Saltem fúndere lácrimas.

Humáno géneri perníci- es gravis Adámi véteris crímine cón-tigit:

Adámi intégritas et pí- etas novi Vitam réddidit ómnibus. Clamórem

vá-lidum summus ab ǽ́there Languéntis Géni-ti si Pater áu-di-it, Placári

póti-us sángui-ne débu-it, Et nobis véni-am dare. Hoc quicúmque stolam

sánguine prólu-it, Abstérgit máculas, et róse- um decus, Quo fi-at sími-lis


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FESTIVIS RESONENT

pró- ti-nus Ánge-lis, Et Regi pláce-at, capit. A recto instábi-lis trámite

póstmodum Se nullus rétrahat, meta sed úl-tima Tangátur: tríbu-et

nó- bi- le prǽ́mi-um, Qui cursum De-us ádjuvat. Nobis pro-pí-ti-us sis,

Géni- tor potens, Ut quos u- nígenæ sánguine Fí- li-i Emísti, et plácido
RESUENEN las calles
con cantos de fiesta,
Brille la alegría en las
Flá-mi-ne récre-as, Cæli ad cúlmina tránsferas. Amen. frentes de todos, Avan-
cen, formados en orden, niños Y ancianos, con antorchas encendidas. 2. Cuando recordamos
la sangre que Cristo, Muriendo en duro leño, derramó por incontables heridas, Justo es que
nosotros, al evocar el hecho, Derramemos lágrimas al menos. 3. Por el pecado del viejo Adán
una funesta Desgracia pesaba sobre el linaje humano; La inocencia y el amor del nuevo Adán
Devolvió la vida a todos. 4. Si el eterno Padre escuchó desde el cielo El clamor potente de su
Hijo agonizante, Con mayor razón debió aplacarle Y obtenernos el perdón su Sangre. 5. Todo
el que lava su túnica en esta sangre, Limpia sus manchas: queda teñido con un brillo De
púrpura, que le hace al momento semejante A los ángeles y grato al Rey. 6. Que nadie desde
ahora se aparte, inconstante, Del recto camino; antes bien, todos lleguemos A la meta su-
prema: Dios que nos ayuda En la carrera, nos dará noble recompensa. 7. Sénos propicio, ¡oh
Padre omnipotente!, y condúcenos A la cumbre de los cielos, a los que redimiste Con la sangre
de tu Unigénito Hijo, Y regeneras con el Espíritu de paz. Amén.

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