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El Rol de los padres en la crianza de sus hijos: ¿Actores o 

Espectadores?

Ser padres no es una tarea sencilla, el tener a cargo, no solo el cuidado físico, sino todo

el desarrollo socio-emocional de un niño es un trabajo que muchas veces genera angustia

y temor, por esa razón es frecuente escuchar a padres comentando a modo de broma “los

niños deberían traer un manual” o, “a mí nadie me ha enseñado a ser padre, hago lo

mejor que puedo”. Y es que ciertamente no existen ni manuales de “uso” ni materias en la

universidad especialmente diseñadas para enseñar a los padres a ser padres, lo que se

traduce en criar a los hijos desde la experiencia, los valores de cada familia, las

orientaciones que nos brindan los allegados.

En este punto muchas serán las personas que se preguntaran ¿y cuál es el problema en

criar a nuestros hijos desde la experiencia propia y la sabiduría ajena, si así nos

criaron a todos nosotros y resultamos buenas personas?

La respuesta la encontramos en nuestra cotidianidad, donde nos debemos enfrentar a

una sociedad convulsionada, que nos demanda tiempo, trabajo y esfuerzo en exceso

para poder lograr aquello que nos hemos propuesto en nuestra vida: “tener una

familia feliz a la que no le falte nada”.

Sin embargo, en esta búsqueda de la felicidad, no nos damos cuenta de que cada vez

son menos los momentos donde podemos sentarnos a reflexionar acerca de cómo

estamos haciendo las cosas, de cómo estamos educando a nuestros hijos, y, sin quererlo,

vamos simplemente sobre la marcha, dejando que el afuera marque el ritmo de esta

crianza que, en estos tiempos, es tan difícil y complicada.


Bajo este panorama se impone un cambio en las estructuras familiares, y por ende en la

manera de criar: los padres tienen poco tiempo y mucho trabajo, los niños estan saturados

de actividades académicas, deportivas y culturales, así que el tiempo en familia se reduce a

las tareas pendientes, a las comidas que logran hacer juntos, y a alguna que otra reunión

familiar obligada; las horas de juego, los ratos de esparcimiento, los momentos para

enseñar y aprender en casa son un lujo en estos días, y no porque los padres no quieran

hacerlo sino porque el tiempo, y muchas veces la paciencia, escasea; es así como nos

encontramos con unos niños sustancialmente distintos a los de antes, nos encontramos

con unos niños retadores, oposicionistas, altaneros, a los que pareciera “no

importarles que le quiten los juguetes” “ni que los manden a su cuarto castigados”, es

decir, nos encontramos con unos niños que responden de otra manera, o mejor dicho,

que no responden a las formas tradicionales de disciplina.

Es el momento de reflexionar como padres, de detenernos y aprender a leer realmente

qué nos dicen nuestros hijos con sus acciones: ¿por qué hace pataletas o contesta mal?,

¿por qué no obedece en la escuela?, o ¿por qué en la escuela sí y en la casa no? ¿por

qué no duerme solo? ¿por qué debo decirle las cosas tantas veces antes de que las

haga? es que pareciera que le gustara que le gritara! son preguntas que suelen quedar

sin respuesta, hasta que entendamos que cada una de esas conductas que nos preocupan,

que nos desesperan, que nos irrita, son mensajes para nosotros los adultos, son una

advertencia de que algo estamos haciendo mal, de que algo no estamos viendo, pero

ellos si lo están sintiendo, lo están viviendo y muchas veces padeciendo.

Para poder aprender a leer estos mensajes es importante que comencemos mirándonos

en nuestro rol de padres, y la primera pregunta es ¿Soy ESPECTADOR o Soy ACTOR en


la crianza de mi hijo?, a la cual todos se apresurarán a contestar ACTOR por supuesto, pero

ser actor en la crianza de los hijos no es simplemente cuidar de ellos, brindarles amor y

comprensión, es involucrarse en todo lo relacionado a su desarrollo socio-emocional,

brindándole las estructuras necesarias para poder crecer seguros, independientes, capaces

de resolver sus conflictos adecuadamente, felices, con capacidad de autocrítica, de

reconocer sus errores y de apoyarse en el otro cuando así lo requieran; ser un padre actor

requiere de un compromiso extra porque muchas veces tendremos que hacer un gran

esfuerzo por buscar tiempo en donde creemos que no existe para poder compartir pequeños

momentos importantes para ellos, deberemos asumir posiciones que nos harán sentir con el

corazón arrugado y muchas otras tendremos que abrir los ojos ante realidades que pueden

ser duras de admitir, pero que son indispensables de ver para poder salir adelante y

garantizarle a nuestro hijo un futuro. Ser un padre actor no es difícil, es simplemente asumir

el reto y comenzar a descubrir cuales son las necesidades de cada niño para dar una

respuesta real y adecuada.

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