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Cuando un niño nace, crece con cierta condena, una condena que limita su
entendimiento a cierto espacio y tiempo, dentro del cual la sociedad (que también
pasó por ese proceso) le provee ciertas herramientas para entender el mundo
desde ciertos puntos de vista. Pero más allá de hacer de esto un pensamiento
trágico, me parece interesante resaltar que esta “condena” no está destinada a ser
inmutable, el niño tiene algunas otras posibilidades de reconocerse fuera de los
límites donde creció, pues después de un tiempo, nota que existen otros, y con
ello otras formas de entender al mundo.
Algo que me pareció sumamente interesante es que el autor plantea que debemos
ser críticos con el mundo en el que se nos ha criado, pues para él, muchos de los
efectos de ello son contraproducentes para las relaciones dentro de las
comunidades, pues ya no solemos hablar de frente, sino por medios electrónicos,
plantea la idea de la importancia de personalizar al ser humano de nuevo, que, por
efectos de la globalización ha perdido su individualidad y muchas veces considera
inválidas formas distintas de pensamiento; por lo tanto, el autor propone retomar
algunos saberes indígenas para sanar estos males, y precisamente es en el
pensamiento nahua, donde el autor encuentra una forma de “humanizar lo ajeno y,
a la vez tornarlo semejante a sí mismo”.
Los nahuas plantearon la importancia del rostro y del corazón, pues a partir de
estos dos elementos se forjaba el carácter y con ello el respeto y las foras de
convivencia con los demás, lo cual los hacía consientes de la otredad, por lo tanto,
este conocimiento los ayudaría a ser mejores personas con ellos mismos y como
consecuencia con sus semejantes.
Me perece que, como sociedad debemos tomar lo que nos sirve de culturas como
estas, porque aunque parezcan lejanas y distintas a lo que acostumbramos,
compartimos más de lo que creemos, y personalmente relacioné el tema con el
concepto que vimos sobre innovación, pues es importante ser conscientes de
dónde están nuestras raíces, para tomar lo que consideremos importante, de ellas,
como es en este caso esa sensibilidad y apertura a entender el mundo desde
parámetros distintos a lo que conocemos, de dejar de tenerle miedo a hablar de
corazones y rostros, de “bellos cantos y bellas flores”, y utilizar sus saberes en le
concierna a cada disciplina, en nuestro caso, dentro de la labor docente.