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Sexualidad

La sexualidad es un aspecto de la vida de todos los seres humanos que está


relacionada con la capacidad de sentir placer, desde el nacimiento hasta la
muerte, que involucra aspectos físicos, sentimentales y emocionales. Está
relacionada con la forma de ser, sentir, de pensar, actuar y relacionarse con otras
personas y con sí mismo (Bordignon, 2005). De acuerdo con Sigmund Freud, la
sexualidad rodea todo lo que es el ser humano, por eso no es considerada como
una cosa que aparece de pronto en las personas. Freud, entiende la sexualidad
como uno de los elementos claves de la personalidad, debido a que influye en las
decisiones, a nivel instintivo. La crianza, la educación, la edad y la cultura, la
región geográfica, la familia y el contexto histórico también inciden directamente
en la forma en la que cada persona vive su sexualidad. En la quinta etapa
psicosexual de la teoría psicoanalítica de Freud, se postula que las energías
sexuales buscan su expresión en una sexualidad madura (genital) en forma de
relaciones sexuales conyugales y la gestación de hijos, que se manifiesta a partir
del culmen de la genitalidad (madurez psicosexual).
Esta teoría puede contrastarse con la teoría psicodinámica de Erik Erikson (1963)
que enfatizó la importancia de las relaciones sociales en el desarrollo humano,
quien a diferencia de Freud plateó etapas del desarrollo psicosocial. Para la
adultez temprana, comprende la etapa de intimidad vs aislamiento, en la cual
menciona que las personas tratan de comprometerse con los demás, y si no lo
consigue, puede sufrir aislamiento o ensimismamiento. Por intimidad, se entiende
como la fuerza sintónica que lleva al joven adulto a confiar en alguien como
compañero en el amor y en el trabajo, por el contrario, el aislamiento afectivo, el
distanciamiento o la exclusividad se expresa en el individualismo y egocentrismo
sexual y psicosocial (Bordignon, 2005). Un justo equilibrio entre las contrapartes
fortalece la capacidad de la realización del amor y el ejercicio profesional, así
como, las relaciones sexuales en la pareja.

Paternidad y maternidad
El nacimiento del primer hijo otorga una existencia social a la pareja,
transformándola en familia, marca la transición entre dos familias, aquella en la
que se es hijo y la de ahora en la que se es madre o padre. Las respuestas de la
pareja ante la fecundidad guardan una relación directa con la situación económica
y personal. Hoffman y Hoffman (1993) identifican nueve motivaciones principales
implícitas en el hecho de tener un hijo:
 Los padres validan el status y la identidad adulta ya que acogen una de las
normas de la edad.
 A través de los hijos los padres alcanzan cierto grado de inmortalidad, que
sobrevive más allá de los límites puros de la edad biológica.
 El tener hijos es unas de las formas de asumir valores de altruismo, control
de la impulsividad y dedicación social
 Los hijos incrementan el grupo familiar y le otorgan un contenido mayor de
afecto
 Los hijos resultan simpáticos y agradables.
 Tener un hijo es una experiencia creativa y su cuidado contribuye a
incrementar los sentimientos de logro y competencia.
 Un bebé se encuentra completamente dependiente de los padres y sirve, a
la vez, para poder ejercer ese control.
 Del sentimiento de tener un hijo lindo, saludable y bueno se puede derivar
una satisfacción competitiva para los padres.
 Un hijo puede representar una ayuda futura.
Existe pues un conjunto de razones sociales y personales para tener hijos,
razones que varían considerablemente de acuerdo al entorno cultural y en función
de las parejas concretas. Tener hijos ha sido y sigue siendo una de las
experiencias más comunes en la historia, se trata de una de las normas de la edad
adulta y uno de los roles más ampliamente asumidos (M. Cornachione, 2006)
El hombre con la paternidad desarrolla nuevos comportamientos y modifica la
relación que mantiene consigo mismo y con los demás. El acceso a la paternidad
se produce en el campo de lo imaginario y lo simbólico (Hidalgo y Moreno, 1995).
Para el psicoanálisis, el padre provoca una separación en la díada madre-hijo y
conduce a la relación madre-hijo-padre. La vinculación afectiva, que une al padre y
al hijo puede descubrirse como un sentimiento de responsabilidad con relación al
cuidado y la educación del mismo, el cual se experimenta por primera vez en una
relación de apego, es por esto, que generalmente, el padre experimenta ansiedad
y preocupación. Por el contrario, el sentimiento se satisfacción paternal se
presenta al observar el progreso evolutivo del hijo y todo el esfuerzo que se
plasma al progresar (M. Cornachione, 2006)
En el caso de la mujer, al convertirse en madre, no solo produce cambios
fisiológicos, sino que también en las relaciones que mantiene consigo misma y con
las demás personas. La mujer experimenta la maternidad de forma diferente, ya
que experimenta cambios y transformaciones en su cuerpo que inciden en su
imagen corporal durante el embarazo. Estas transformaciones se vivencian de
forma ambivalente, en oportunidades viene acompañado de un sentimiento de
desvalorización, sobre todo cuando el embarazo se produce en condiciones
difíciles desde una perspectiva psicológica y física. En cuanto al aspecto positivo,
el embarazo puede incidir significativamente en el desarrollo personal de la madre,
lo que Erikson denota como “espacio interior productivo”, es decir, aquello que
constituye tanto simbólica como biológicamente el eje central de la realización
femenina (M. Cornachione, 2006)
Según Erikson, los adultos atraviesan por la séptima crisis del desarrollo
psicosocial, la crisis en la que se contrapone la generatividad y el estancamiento.
La primera se refiere a la preocupación por establecer y conducir a la generación
venidera y si esta necesidad no se satisface, la persona se vuelve inactiva, inerte y
tienden a terminar estancada (A. Machado, 1994).
En otras palabras, después de la paternidad y maternidad el impulso generativo
incluye la capacidad de la productividad y creatividad, es decir, la generación de
nuevas ideas para el bienestar de las nuevas generaciones. La virtud propia de
este periodo es el cuidado y el amor. El estancamiento, por lo contrario,
representa una regresión psicosocial y la necesidad obsesiva de pseudo-intimidad
que va acompañada de sentimientos de infertilidad personal y social, percibida en
la incapacidad de generar, de producir y de criar (N. Bordignon, 2005).

Relaciones sin hijos


La dimensión progresiva de la tasa de fecundación y fertilidad alrededor del
mundo ha suscitado creciente interés en el público, en los medios de
comunicación y en el ámbito académico. En este sentido han surgido diferentes
siglas para denotar a las parejas que, voluntariamente, no quieren tener hijos (as);
“Childfree” -libre de niños, “NoMo” -Mamá no, “Dinks” -doble sueldo, ningún niño-
entre otros (F. Chacón; M. Topío, 2017).
A partir de la Revolución Silenciosa de las mujeres en el siglo XX (1998), se
pueden aclarar distintos cambios en las expectativas y posición social de las
mujeres, así como de la estructura y organización familiar. El modelo de familia
burguesa que se basó en la existencia del hombre como proveedor y la mujer
como ama de casa (Olavarría, 2014) ha perdido valor en un escenario de
transformaciones económicas y sociales (Tobío, 2005).
Las actitudes de las parejas frente a la paternidad y maternidad, responde a
situaciones de tipo económico y personal; ser padres representa prioridades como
conseguir trabajo y tener vivienda estable, así como asumir la responsabilidad en
el cuidado y educación de un nuevo ser humano, aspecto que influye, cada vez
más, en la decisión de la pareja para no tener hijos (G. Jiménez, 2012).
Una nueva generación de parejas jóvenes o personas solas ha surgido, con un
ritmo de vida acelerado, donde comen y realizan múltiples actividades fuera de
casa y sus ingresos son, únicamente, para su disfrute personal. Gustan de vivir sin
complicaciones, sin hijos (G. Jiménez, 2012). Los beneficios de no tener hijos se
manifiestan en algunos aspectos:
 No se preocupan por llevar niños a la escuela, ni pensar en colegiaturas.
 Los fines de semana se levantan sin lío alguno, puede desayunar
tranquilamente y visitar restaurantes sofisticados.
 Cada miembro puede poseer un auto propio y estar en proceso de comprar
su propia casa.
 Compensan el estrés y el ritmo acelerado de su vida, comprando y usando
artículos y servicios que para muchos pueden ser lujosos.
 Viven en zonas de moda y buen gusto.
 Viajan constantemente a hoteles y spas.

Una de las alternativas que estas parejas tienen para compensar ese aspecto de
su vida, sin tener necesariamente un hijo, es tener una mascota, de esta manera
no asume las mismas responsabilidades ni obligaciones legales y morales que
tendrían que practicar ante la presencia de un ser humano a su custodia (G.
Jiménez, 2012).
Referencias
Chacón, Fernanda; Tapia, Marcela. (2017). No quiero tener hijos (as)... continuidad y cambio en las
relaciones de pareja de mujeres profesionales jóvenes. Polis, 193-220. Información
optenida de https://scielo.conicyt.cl/pdf/polis/v16n46/0718-6568-polis-16-46-00193.pdf
del día 26 de enero de 2020.

Bordignon, N. A. (2005). El desarrollo psicosocial de Eric Erikson. El diagrama epigenético del


adulto. Lasallista de investigación, 50-63. Información optenida de
https://www.redalyc.org/pdf/695/69520210.pdf del día 25 de enero de 2020.

Cornachione, M. A. (2006). Psicología del desarrollo adultez, aspectos biológicos, psicológicos y


sociales. Córdoba, Argentina: Editorial Brujas. Información optenida de
https://books.google.co.ve/books?
id=3BznIWWshLEC&pg=PA29&dq=sexualidad+adultez+joven&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwi
l6c2l_5rnAhUPy1kKHekFBqgQuwUITjAF#v=onepage&q&f=true del día 25 de enero de
2020.

Machado, A. C. (1994). La dimensión psicológica de la maternidad y la paternidad. México:


Editorial Porrua. Informacion optenida de
http://www.facmed.unam.mx/deptos/familiar/compendio/Segundo/ll_SPC_431-445.pdf
del día 25 de enero de 2020.

Nevid, J. S. (2010). Psicología conceptos y aplicaciones. México: Cengage Learning. Información


optenida el día 25 de enero de 2020.

Papalia, Diane E.; Wendkos, Sally; Duskin, Ruth. (2009). Desarrollo humano. México: McGRAW-
HILL. Información optenida de
http://salud.mendoza.gov.ar/wp-content/uploads/sites/16/2017/03/Psicologia-del-
Desarrollo-PAPALIA-2009.pdf del día 25 de enero de 2020.
Sánchez, G. J. (2012). Teorías del desarrollo III. México: RED TERCER MILENIO S.C. Información
optenida de
http://www.aliat.org.mx/BibliotecasDigitales/Educacion/Teorias_del_desarrollo_III.pdf del
día 26 de enero de 2020.

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