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En busca del equilibrio

Me gustaría que pensaras, por un momento, en alguna época pasada de tu vida


cuando todo parecía ir bien. Coge un boli y papel trata de escribir cómo era entonces una
semana típica. ¿Qué hacías entre semana? ¿Trabajabas, estudiabas? ¿Cómo repartías tu tiempo
entre las “obligaciones” y la diversión? ¿Cómo repartías tu tiempo entre las diferentes personas
que había en tu vida: familia, pareja, amigos, compañeros de trabajo, etc.? ¿Qué hacías en los
fines de semana? ¿Encontrabas más tiempo para relacionarte con personas que te resultaban
agradables? ¿Realizabas deporte, o algún hobby o afición? ¿Ibas más al cine? Trata de ser todo
lo precisa que puedas a la hora de describir cómo era una semana típica de aquella época en la
que te encontrabas mejor que ahora, anotando cada actividad a la que solías dedicar al menos 15
minutos en un día. A ser posible, piensa en una época feliz de tu vida lo más cercana posible al
presente. Si piensas en una época feliz muy lejana tal vez la memoria falsee un poco tus
recuerdos.
Ahora, piensa en los últimos siete días. ¿Cómo te has sentido? ¿Triste, ansiosa,
preocupada, enfadada? ¿Cómo has repartido tu tiempo entre “obligaciones” y diversión? Trata
de describir, con el mismo grado de detalle que has empleado para la semana feliz del pasado,
las actividades y ocupaciones que has tenido en los últimos siete días (sobre todo si les has
dedicado al menos 15 minutos en un día). Una vez que tengas tu descripción por escrito de
ambas semanas, la feliz y la última que has vivido, trata de identificar las actividades concretas
que desarrollabas en cada semana.
Cuando tengas la lista de actividades que típicamente realizabas en cada semana,
clasifica dichas actividades en positivas o negativas. Son positivas las actividades que te hacían
(o hacen) sentir bien. Son negativas las actividades que te hacen sentir mal, o bien las vives con
sufrimiento o como “obligación”. También podrías clasificarlas como “devoción” u
“obligación”, las que te apetecía hacer y te hacían sentir bien, y las que hacías porque te veías
obligada por las circunstancias. Intenta cuantificar el tiempo que dedicabas a cada una de esas
actividades, por ejemplo, ir al cine + cena = 6 horas, etc. Una vez que hayas cuantificado el
tiempo que dedicabas a esas actividades, suma el tiempo dedicado a las actividades positivas
por un lado y el tiempo dedicado a las actividades negativas por otro lado. Realiza este proceso
para ambas semanas, la feliz y la última que has vivido. En la tabla siguiente puedes ver, como
ejemplo, cómo le fue con este ejercicio a un paciente que llevaba varios meses mal, tras las
frecuentes hospitalizaciones de su padre durante los últimos dos años, y cómo le repercutía en
su día a día el tiempo que pasaba en el hospital con él.

Fíjate en el ejemplo de la tabla.

Los momentos difíciles nos cambian la vida

Actividades positivas Actividades neutras o negativas


(“Me dan la vida”) (“Mis obligaciones”
Pasado 1. salir a pasear los fines de semana 1. ir a trabajar
(feliz) 2. ir con mi pareja al cine 2. limpiar y ordenar mi casa
3. salir con mis hijos al parque 3. hacer compra semanal
4. salir con los amigos a cenar la 4. llevar a los niños al
noche del sábado colegio
5. ver a mis hijos cada noche antes 5. ayudar a mis hijos con las
de dormir para leerles un cuento tareas escolares
y darles un beso
6. leer una novela
7. ver alguna serie de televisión
8. escuchar música
9. ir a clases de baile con mi pareja
10. jugar el partido semanal de fútbol
sala

Presente 1. salir con mis hijos al parque 1. cuidar de mi padre


2. leer un cuento a mis hijos enfermo en el hospital tres
algunas noches (cuando no estoy días por semana
con mi padre en el hospital) 2. ir a trabajar
3. escuchar música 3. limpiar y ordenar mi casa
4. hacer compra semanal
5. llevar a los niños al
colegio
6. ayudar a mis hijos con las
tareas escolares

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