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“ORTIZ "ANGULO. ¥ i cinerea Sie, ANA ORTIZ ANGULO = LOS DIOSES COMPROMETIDOS Euitorial Calméeac, 8. AL MEXICO 1974 © Editorial Calméeae, 8. A. Lago Zurich No, 78+ 11 ‘México Hecho en Béxico Portada por: Irma Lépex de Lara PRESENTACION. En la lucha que hoy libran los desposeidos en todo el mundo, particularmente en América Latina, un aspecto importante es la confrontacién ideol6gica, Lo que hace necesario descubrit nues- tras rafces culturales, entender el papel que ha jugado el colo- nialismo deste el descubrimiento de América y lograr la con- ciencia suficiente que nos lleve a adquirir confianza en nuestras posibilidades reales. 3 Los pueblos latinoamericanos fueron y son despojados cada vez ms de su identidad, de su confianza, de sus potencialida- des de emanciparse y de contribuir a la liberacién de la huma- nidad 3 La presente novela, pensamos, forma parte del rescate de esta identidad, pues narra pasajes hasta hoy poco conocidos de la vida de los pueblos pre-hispinicos, especificamente del Na- buat. La colonizacion europea, principalmente peninsular, en Am& rica, motivé la confrontaci6n estructural de dos culturas; una de las cuales tendria que lograr la hegemonta, necesariamente, a partir de su superioridad en el nivel de desarrollo de sus fucr- zas productivas, lo que fue definitivo para'la conquista y colo- nizacién, Esta derrta y la inferioridad estructural, aludida, se tuvo que reprolucit al resto de la sociedad colonial, desarrallando una ideolcgfa que presuponta Ja inferioridad racial. América estaba habitada, segiin el principio colonial de dominacién, por hem bres incapaces de tareas inteligentes. Esto, obviamente, es una falsa representacion de la realidad; dado que todos los hombres en todas las épocas tienen las mismas pasihilidades y Iu tinicn que los distingue es su nivel de desarrollo de las fuerzas ductivas. Ademds a Ta Hegada de los conquistadares se ron con culturas que hablan desarrollada una organizaidn po litica y ecendmica, donde se cultivaba ta filosofia, ta ciencia y cl arte; de manera importante, lo que daba a los indios un con- cepto de la realidad muy completo, } Esto explica de alguna manera, que la negacién que repre- sentaba la llegada de los conquistadores fuera limitada; y debi- do a ésto fue como la sociedad colonial asimilé en gran medida fa organizacion econdmica de las comunidades indigenas; as- pectos filos6ficos, médicos y religiosos, por lo que.aiin en la ac- tualided conservamos algurios vestigios. Respecto a la inferioridad racial, persiste hoy esta misma ideolog'a, casi de la misma manera que hace 400 afos. La pa- labra indio, presupone para nosotros, un calificativo despectivo, insultante, degradante a tal extremo que se cosifica, A los indios se les deshumaniza, se les supone desprovistos de razén y sen- timientos, considerados como objetos decorativos, folcléricos y tal parece que Io que qued6 de ellos es colocado en museos para la especulacién y admiracién del turismo, lo que minimiza ‘su realidad. Lo anterior se debe en gran parte’a que ignoramos ‘su capacidad. Esta ideologia colonialista se sostenfa con verdadera_con- viceién por los peninsulares e incluso por los propios indigenas ‘al aceptar su condiciOn de subordinacién. El imperialismo re- ‘quiere en la actualidad de conservar el mismo tipo de domina- ion y subordinacion de las masas explotadas de todo el mun- do, acentudindese sobre todo, en los pafses subdesarrollados de- pendientes o francamente colonizados y esta falsa conciencia olonizadora, legitima la dominacién de ura clase sobre las de- més, . En este sentido los latinoamericanos experimentamos una contradiccion: orgullosos de nuestros antecedentes, de las cul- turas indigenas, Inca, Maya, Nahuatl, Mixteca, etc., considera- mos a la vez, inferiores a aquellos indios que son sus descet dientes, Una consecuencia directa es la situacién tan paupén ma de subsistencia en que se encuentran diferentes grupos en toda América y lo poco que los gobiernos hacen por rescatar- Jos a ellos y sus restos culturales, de los cuales de alguna mane- ra seguimos participando. Desde nuestro punto de vista, otro aspectoyimportante es 18 esmistificacién que la autora pretende hacer de la vida cotidia- ha, en particular de Nahoas, debido a que la historia oficial en- yuelve estas relaciones dentro de la coneepcién individualista Levan la cultura Nahuatl més allé de lo real, exagerando virtu- des literarias. por ejemplo; dejando sin explicacién cientifica “otras, No se explican como es que se efectda la conquista, donde un pufiado de hombres no mayor de 700 vence y conquista a todo un pueblo, y la Gnica conclusién a la que llegan, es argu mentando supuestas traiciones. Por otro lado, omiten aspectos: importantes como los sacrificios humanos, la préctica de la an- tropcfagia dentro de sus ritos religiosos, su concepcién del amor, etc. No hay raz6n para ocultar la realidad, no es necesario, d2 otra manera retrasamos el autoconocimiento. LOS EDITORES S15 Las pisadas de los descalzos pies de los j6venes alumnos se apagaban en la tierra himeda de! bosque. Las primeras lu- ces de la aurora se adivinaban tras las siluetas de las montafias qu? rodean el Valle de México por el orlente, destacando sus mzsas imponentes los dos voleanes nevados; el Ixtacihuall y el Popocatépetl. ‘Xuchimitl, desnudo el cuerpo y rapada -la cabeza, avanzé hasta el tronco de un Arbol y junto a él se detuvo, Sus compa- fieros se dispersaron por la agreste floresta listos para hacer sus sacrificios a la salida del Sol, que como fgnea Aguila empezaria su camino triunfal por el inmenso cielo. El canto de los caracoles tafiidos por los estudiantes cesa- ron por completo. Los habian dejado en el suelo para tomar las espinas de maguey con las que se pincharon la lengua y las yemas de los dedos, regando con la sangre los cuatro puntos ‘cardinales. Después de inclinarse ante el Sol —Tondtiuh*, Quet- zaicéatl—, recogieron los caracoles y volvieron a las veredas taiéndolos tristemente. Resbalando por la dura superficie calcé- rea corria la sangre desde sus castigadas lenguas. Sostenidos por la frente con el mecapalli, Hevaban sobre sus espaldas grandes fardos de left, para el servicio del colegio- monasterio. Algunos Hevaban también nopales, tunas, quelites y flores siivestres que habian recogido. Los cuacuacuiltin los sezuian dindoles diversas 6rdenes que los alumnos acataban pronta y silencivsamente. La helada brisa no lastimaba sus morenos cuerpos. Los miisculos recios no sentian fatiga y los ayunos prolongados y frecuentes no debilitaban sus organismos, antes al contrario. los hacian més resistentes. Sus cuerpos delgados, de musculos gruesos y duros, parecian tallados en piedra volcénica. Xuchimit! distingufase entre todos ellos: més alto, mis fuer- + “Hin nahuatl todas las palabras son graven, en et acento, 7 te, més esbelto, més moreno. La ancha frente desnuda,/la na- riz recortada, la barba levantada, acusaban la purezal de su cuerpo, la limpieza de su alma y la gran fuerza de su yoluntad. Con gravedad entraron al calmécac. Los saludé la pétrea son- risa de las serpientes emplumadas que cuidaban la entrada. Sus pies desnudos resbalaron sin ruido por las losas brillantes del pavimento. Se dirigieron a la alberca y se zambulleron en las heladas aguas. . os Al sentir el choque’del transparente y helado liquido contra sus nervios dormidos, Xuch{mitl volvi6 a la realidad, Atrés que- daron las imagenes del Dios Sol'y'de los guerreros muertos que lo escoltan hasta el cénit; atrés quedé el concierto del bosque acompafiado del tafier de’ los caracoles; atras la profunda abs- traccion y el éxtasis. Sintié frio, y por primera vez. dolor en la lengua y en los dedos. Sonri6 satisfecho, ahora el trance habix durado més, habfa avanzado una gran distancia en el camin2 del dominio’ de_ si mismo que lo llevaria al perfeccionamiento de su espiritu, Pero Xuchimitl ignoraba que los sacerdotes con: seguian aguelio que con tanto anhelo buscaba, por otros cami- nos. ‘Al salir del bafo todos vistieron sus sencillos maxtlatl y de pie, tomaron el desayuno compuesto de tamales blancos y atole. Poco después salieron rumbo al nuevo templo de Tiéloc que se empezaba a construir en el centro del barrio, pues una de sus obligaciones cotidianas era ayudar en estas 0 en otras cons- trucciones no sélo religiosas sino también de utilidad publica De este templo apenas estaban levantando los cuerpos escalo- nados de la pirémide, Los macehuaque acarreaban piedras y tierra y preparaban ‘con arena y cal el mortero; al mismo tiempo que se levantaban las paredes de piedras semilabradas se iba rellenando el conjune to con tierra. Los lapidarios, que ya no eran simples obreros sino verdaderos toltecas, pulian ‘con sus instrumentos de jadeita los trozos de cantera’ que formarian Ios tableros, los taludes, los escalones y las esculturas offdicas de las alfardas. Cuacuachictli! ;Cuacuachictli! — Los alurmnos del telpuch- calli les gritaron al verlos aparecer. — jCabezas rapadas! {Mo- nigotes! Los turbulentos muchachos del telpuchcalli corrian entre ma- cehuaque y tolteca ayudando en todos los trabajos; los maestros, con fuertes voces, trataban de organizarlos cuidando de ale- jarlos de los alumnos det calmécac pues era tradicional la riva- 9 lidad que existfa entre ambas escuelas en todos los barrios de Tenochtitlan, Los j6venes del telpuchcalli, por lo general plebe- Yos, aprendian el arte de Ia guerra y a trabajar en las obras comunales; eran alegres, pendencieros, superficiales, en cambio fos cuacuacuiltin eran serios, reservados, dedicados ‘al culto de Jos dioses, a la penitencia y sobre todo al aprendizaje de la Historia y’de la Filosofia, De la primera escuela salfan los gue- rreres, campesinos y oficiales secundarios del gobierno y det calmécac los sacerdotes, los funcionarios y los tlatoanime que irian a las diversas poblaciones sometidas a los aztecas. Despiués del estudio y el trabajo, los j6venes del telpuchcalli cantuban y bailaban hasta el amanecer o podian tener relaciones con las akuianime. Los del calmécac, en cambio, ocupaban Ja no- che en oraciones, sacrificios y respetaban el voto de castidad que hacfan al ingresar a él. ‘Alrededor del templo en construccién todo era actividad, pero era la misma que se veia en toda la ciudad, pues mientras, en algunas partes se limpiaban o ensanchaban canales, en otras, se levantaban puentes, se terraplenaban calzadas, se construfan casas, templos, edificios piblicos, mercados y jardines. Por las calzidas entraban caravanas de pochteca seguidos de largas fi- las ce tlameme cargados con toda clase de mercaderfa. Los cam- pesinos hendian la tierra con la coa, los pescadores llenaban sus Cancas con todas las especies acudticas, las columnas de guerre: ros salfan o entraban a la ciudad ondeando sus penachos de égui la 0 sus pieles de tigre. Todos se dedicaban al trabajo con ardor febrilmente, como si hubieran sabido que no les quedaba mucho: tiempo para terminar la tarea impuesta por si mismos: el engran- deciniento y esplendor de la gran ciudad de México-Tenochtitlan, Xuchimitl, que dirigia cierto aspecto de las obras, lleg6 has- ta conde los alumnos del telpuchcalli trabajaban. Su cardcter sencillo y franco lo hacian agradable aun entre sus obligados rivaies. —iQuen nel! Xuchimitl!— lo saludaban. —zQué buenos agile- ros te traen con nosotros? Es que hoy es matlactionce atl, dia afortunado' contestd gravemente, —Hoy no debemos temer nada, Los dioses nos pro- tegen, —Quieran ellos que mafiana sea igualmente afortunado, pues saldcemos a combate, (1) Vik oe, Tonalpohualli Vid, Apéndice SL 10 St— contest6 Quimichin, llamado asf i , por’ su baja estatura, su boca puntiaguda y la vivacidad de sus ojllos, facciones que lo asemejaban a un roedor. —Mafiana tendremos que salir a Ja xochiydotl, pues nos avisaron que no hay cautivos sufici para la fiesta de Xipe Tétec que se celebra el mes que viene. —También nos llevan a ver a quién le cortan el mechon, pues ya viene la primera selecciGn de’guerreros de este afio. De esa manera... muchos tendrén que dedicarse a la siembra de sus parcelas. 7 Esto -tltimo fue dicho por-wi muchacho arrogante, en son de burla, pues-los guerreros que no cautivaban uno o mas ene migos eran tenidos por cobardes y tenian que abandonar el ofi- cio militar y regresar al calpulli para dedicarse al cultivo de su parcela, < ep 7iTendremos! zAcaso sabemos quien dojers de ser cuexpa- le? —Nadie sabe Io que los dioses le tiene destinado— intervino Xuchimiti, —también se puede morir en el combate o caer pri- sionero de los tlaxcaltecas. De cualquier manera, morir 0 triun- far es honrar a Huitzilopochtli y aspirar a ser un acompafiante del Sol en su ascenso, por toda la eternidad. El redoble de los tambores interrumpi6 la platica de los mu- chachos que se apresuraron a agregarse ‘a sus compafieros y a esperar, de pie y con la cabeza inclinada, la Negada del Tétec Tlamacazqui que se acercaba a inspeccionar las obras acom- pafiado de varios funcionarios y algunos militares de alta Farguia. Junto a Xuchimitl pasaron los personajes moviendo las Vistosas plumas de sus penachos y haciendo sonar collares, pulseras ¥ cascabeles que adornaban sus cuellos, brazos y pier- Fas. El gran sacerdote vestia un sencillo xicolli, sobre la cabeza Hlevaba un bonete rojo y de labios y orejas le pendian grandes alhajas de filigrana de oro en las que se veian los atributos de Tldiec. Los militares usaban tilmatli y penachos de disefios y golores segtin su grado y los funcionarios publicos capas deco- radas profusamente y joyas y cascabeles de cuero y oro. ‘do los arquitectos acabaron de ensefiar Jas obras, los dignatarios 10s Stizaron al son de los atabales. Abordaron una Geren el canal cercano y se alejaron mecidos suavemente for el fitino que marcaban los unfsonos golpes, de los, remos: ro de su multicolor presencia quedé en el transparente am, pereie un refiejo, como si de pronto hubieran alzado el vuclo aoe u os quetzaltotin y los xiuhtotin dejando en las retinas confusién de plumas y colores. ““iQué gran sefior es el Tétec Tlamacazqui!— Exclamé Qui- michin acereéndose a Xuchimitl. —Pluma rica del telpuchcalli, En efecto, son ustedes ricos al tener como superior a seaor tan penitente. Nuestro maestro, el Tléloc Tlamacazqui es igualmente sabio, No pasa noche sin que no se levante tres veces ‘a incensar las imagenes de los dioses ni sin que tome a la me~ dia noche el bao ritual en la alberca del Huey Calmécac allé fen el Recinto Sagrado, corazén de nuestra amada ciudad de ‘México-Tenochtitlan, Sus brazos, piernas, orejas y lengua estén cubiertos de cicatrices por los sacrificios que de su sangre hace todos los dias. Quieran los dioses conservarlos en su santidad y derles una honrosa muerte para que luego vivan eternamente, ‘en Tamodnchan, honrando a nuestro sefior Tezcatlipoca.* —Sé que ti también eres muy devoto y Penitente, pues nuestra ta, la Cihuatlamacazqui habl6 a mi madre de Ia gran Vecacién que tienes para el sacerdocio, ¢Piensas hacer los votos perpetuos? PEAun no lo sé. Cuando cumpla los 22 afios escogeré mi camino, Tal vez después de las prOximas fiestas de Atamalcua- liztli?. Pero entre tanto tengo que dar muchas pruebas de hu- mildad, serenidad, castidad y virlidad para poder entrar al ser- vicio de nuestros’ dioses, Tu pensamiento es como una pluma rica, ‘primo mfo, en verdad que eres digno alumno de los sabios maestros del cal- meac. También me han dicho que ya sabes recitar los picto- gramas de nuestra religion y los de nuestra historia, “vie aprendido a conocer la tinta roja y negra de los xiuk- Gmail, he visitado 1a biblioteca, Amoxcalli, del Huey Calmécac donde se guardan los més preciosos y he aprendido de memoria jas verdades que, como en cofre de maderas perfumadas, ellos guardan. Asi que no se ocultan a mi entendimento las leyendas Ge nuestros remotos lugares de origen, de Tollan, Teotihuacan, Chicoméztoc y Tamoanchan, pero presiento que atin hay mu- cro que se me oculta y que sélo la paciencia y el estudio lo- graran revelarmelc, Pero ahora, vayamos a trabajar, que va~ fies platicas nos han robado 10s preciosos instantes de nuestro dia (2) Vide woe. Tummainchan Micon. 3) tata Teun se wvlebraba cada 8 alos a a / 12 Empezaba el sol su descenso cuand maestros del telpuchealli, tos alumnos fommson canedes 9 tet Ponaztli que les guardaba el maestro de misica, e iniciaron la ejecucién de un suave y ritmico son, Todos los trabajadores se contagiaron de aquel enervante ritmo y empezaron # cantar: “'Sin saberlo yo, fue. dicho, Sin saberlo yo, fue dicho, a Tzocotzontla jue dicho, a Tzocotzontla fue dicho, ___Sin saberlo yo, fue dicho, @ Pipitla fue dicho, a Pipitia, sin saberto, fue dicho”.* Todos los jOvenes del telpuchcalli habian unido sus voces mientras con las sandalias golpeaban el suelo. Los varoniles can- tos se levantaban hasta el transparente cielo inundando aveni- das y canales de alegria y frenesi: “A Cholotla jue dicho, a Pipitla, sin saberlo yo, fue dicho”. En ese momento los maestros del .calmécac hicieron una sefial y como una sola voz se elevaron las numerosas de sus upilos, quienes cambiando la melodia, pero con el mismo ritmo Jnantenido por el golpeteo de las sandalias y el sonido de los teponaxtli, prosiguieron: “Bl sustento merect; no sin esfuerzo mis sacerdotes ‘me vinieron a traer el corazon del agua, Ge donde es el derramadero de la arena” '¥ luego cantaron todos juntos: “gin saberlo yo, fue dicho, a Pipitla fue dicho, @ Cholotia fue dicho, a Tzocotzontla fue dicho. ..” is wna traduccién directe del nibuatl de pace ral de las cosas de Is Nueva Fapai (4) Himno, al dios Yacetecahth ‘Argel Ma. Garibay en Sshagin. Historia Gener ‘ ool. Méx. Porria. 1956. 13 Los pipiltin det calmécac se embarcaren en grandes y Iujo- sas canoas que habfan legado al pequefio muelle froniero al templo en constnicciéa para llevarlos al Recinto Sagrado a una ceremonia, Los telpuchtle, en fila, yolvieron a su colegio. El batir de Jos remos en el agua verde-azul y las pisadas de las sandalins sobre In tierra apisonada de 1a calzada, copia. ron el redoble acompasado de atabales, teponaxtli, hu¢huetl ‘sonajas cuyos misicos habian quedado a la orilla det canal, feunte aun templo més, levantado a honra de Tidloc, en un ‘patio-nuevo de Ja sorprendente ‘ciudad de México-Tenochtitlan, ae La algarabfa que de calles y canales legaba hasta la celda del calmécac no turbaba la meditacién de Xuchimitl. Habfa de- jado sobre el pulido piso el xiuhdmatl en el que estaba repre- sentada la historia de Ce Acat! Topitlzin Quetzalcéatl y en cue clillas, postura de reverencia y meditacién, trataba de penetrar en los misterios de su religién. Pero no sdlo su afan de cultivar- se lo habia l!levado a recorrer con la vista el pictograma, ni si- quiera la curiosidad por penetrar en la historia, un poco oscu- ra, d2 sus antepasados los toltecas, ni siquiera su devocién por el’ dios Serpiente Emplumada; era'una inquietud por el futuro de su pueblo, por el destino que le tenian deparado los dioses su nueva y pujante nacién, primera en toda la tierra conocidé racién joven, arrogante, poderosa y altiva, pero al mismo tiem- po, la mas temerosa de la célera divina y de la llegada del fin del raundo cuando las fuerzas divinas que sostienen el Universo se viniera abajo y los tzitzimime acabaran con la humanidad. Porque... y de los telpuchealli que en esos momentos alborotaban por las calles Vistiendo.los pellejos de los cautivos sacrificados ese mes de Tlacoxipehualiztli, en-honor de Xipe Totec, el desollado? Hasta sus ofdos lleg6 el son del huéhuetl acompanand In danza sangrienta de los guerreros pero no turbé su corazén ‘que siguié suspendido en la interrogante que se abria ente él ¥ que la itoloca no acababa por resolverle, Ya habia anochecido cuando se desvanecieron las dan en la plaza y en las calzadas contiguas al calmécac. El silencio volvié. a envolver los edificios de tos colegios, del tespan dol ealpulli y de la pirémide focal; solo se ofa, de’ vez en cuando. el chapotear de los remos de’ alguna canca en las aguas de! canal y el sonido de los caracoles desde el templo indicando las horas. Como el calmécae carecia de ventanas © puertas ha- cia el exterior y_sélo las celdas recibian aire y luz del patio interior al que circundaban, Xuchimith podia aislarse del ruido y actividad de la vida publica. Aun asf sinti6 alivio cuando los {gritos de los muchachos que recorrian alborotando las calza- das cubierios con las pieles frescas de los desollados se desva- necieron por completo. Bajé la mirada hasta el pictograma de Tollan y lo doblé cuidadosamente, Se levanté y lo lleva a puar- dur en un gran cofre de madera de cedro rojo. Al guardarlo, ‘su mano tropez6 cen otro xiukdmatl que no habia visto antes Lo desdobl6. Representaba la primera escena el cielo de Tenoch- titlan atravesado por una lengua de luz, ancha en su base y ‘aguda en la punta que llegaba hasta Ia mitad del cielo y que iluminaba la ciudad como si fuera de dia. En una esquina esta- ba dibujada la fechs 3 técpatl, es decir, hacia exactamente diez afios. Xuchimitl record6. Aquel habia sido el ato en que habia egado a México, en el mes de Panquetzaliztli. Su madre habia 7 muerto, allé en Huexotzinco, en la esclavitud y él habla sido vendido a un pochtécatl de México, Ella, su madre, aunque des- cendiente de toltecas habla legado a la miseria hasta obligarla a venderse a si misma para no perecer de hambre, pues en tcasion de la derrota sufrida por Huexotzinco a manos de los tlexcaltecas habia muerto su padre en el combate’. Xuchimitl era, por lo tanto, de pura sangre tolteca, descendiente de aque- llas familias que habian quedado dispersas cuando Quetzalcéatl habia abandonado Tollan para irse a la regién de Tlapaltan*, ‘Al pochtécatl Je habia llamado la atencién su belleza y lo habia llevado consigo hasta el mercado de Tlatelolco, Af, acu- rrucado en un rinc6n, lo habia visto uno de los més poderosos calpixque de Tenochtitlan, Huey Céyotl, quien admirado por ‘sus rasgos firmes y hermosos y su mirada inteligente, lo habia ‘comprado al comerciante y lo habia llevado a vivir con su fa- milia, donde lo habia criado no ‘como a unvesclavo mas, sino como a un hijo. A la edad conveniente lo habia Hevado al cal- ‘mécac en donde recibia la mejor educacion. Xuchimitl le habian nombrado. Flecha florida, Esbeltez y belleza. Ese era el nombre de la flecha adornada de flores que remataba la ofrenda del dios Macuilxéchitl, el Dador de las Flores, en ocasidn de su fiesta llamada Xochihuitl. Su inteligen- cia tenia la agudeza de una flecha y su alma la belleza de la flor. Xuchimitl ‘Ahora recordaba aquella época. El pueblo nihuatl temb:cba de terror al ver noche a noche una lengua de fuego atravesada fen su antes limpido y bello cielo, ¢Se acercaba el fin del run. dc? gEra sefal de que los dioses no habian recibido suficientes co- razones humanos para su mantenimicnto? El mismo Motecuh- zoma habia temblado de pavor y habia pedido consejo al rer de Texcoco Nezahualpilli, quien habia vaticinado la ruina d= Ja nacién mexica’. Los nifios loraban y las mujeres tenfan re- flojado el espanto en sus negros ojos. ;Oh valientes guerreros teochea! de fa Comet fen Kea Palnein etek, México a través de las Sigs 4 vol, Mesicn Barecloua, Balese $'Cia, SD. Digs 12h 31 . 32. el camino de la penitencia y de ta humildad, como corresponde @ toda persona bien educada e inteligente. Asi es mi amada hija, quien con su recato se ha ganado el afeeto de Jas venera- bles ancianas de! colegio y mi amado esclavo Xiuhtototl, ahora encarnando a Tezcatlipoca, nuestro sefior, el impalpable, el in- visible, el creador det cielo y de ta tierra, se prepara para el maximo sacrificio del mes de Toxcatl, —iOh, sapientisimo y venerable anciano, Uey Coyotl—, ha- bI6 un hombre extrafio que comfa en cuclilias cerca del hogar. —SE que soy indigno de hablar con tan grandes sefiores como son ustedes pues sdlo soy un extranjero que apenas balbuceo el idioma de la civilizacién y del decoro, Soy comerciante y he legado a Tenochtitlan a vender mis plumas preciosas y el cacao de la Huasteca. Mi idioma es el de mis mayores, los totonacas, ¥ aunque veneramos a vuestros dioses en Tajin, otros tenemos Sesconocidos para vosotres. He viajado desde ia Mixteca her ‘mosa hasta los lagos de Michoacatialli y he conocido las aridas mesetas de los pobrecitos macehuaies, los otomis, y las rit quezas de las selvas de Chiapan y Tzinacantépee y mis humil- des pasos me han llevado hasta la provincia de Xicalanco en donde se dice que me embarcd Quetzalcéatl rumbo a Tiapallan. ‘A pesar de que mis ojos han visto tan extrafas tierras, tan in- menses mares y tan altas serranias, mi ignorancia es mucha ¥ no comprendo por qué un gran sefior, como el honrado Teyoco- coaltzin se precia de que un cautivo suyo, hermoso entre los hermosos y flor de la nobleza tlaxcalteca, el joven Xiuhtototl, sea sacrificado en la fiesta de Tezcatlipoca. —Los antepasados de nuestros padres —se dejé oir ia gra- ve voz de Huey Céyotl—, los ancianos abuelos y los abuelos de nuestros abuelos descubrieron el ritmo que tiene el movimiento de los astros y la relacién que hay entre ese ritmo y el humano tiempo, y nos dejaron, para medirio, el calendario que es la summa de su sabiduria y fruto de sus largos estudios y observaciones. Formaron el sigio de 52 afios, el afio de 20 meses, los meses d> 18 dias y los 5 dias nefastos 0 nemontemi, Ellos nos dejaron también ‘el Tonalamaque, calendario magico de 260 dias, en el que 20 signos y 13 cifras se combinan dando su nombre a los dias que no se Tepiten en todo el ciclo.2” Signos que predestinan la vida del hombre que nace bajo su influencia y que malefician 0 favorecen los actos del individuo ayuddndolo o estorbandolo en cus actividades. Ellos también, nuestros amadisimos y sapien- (29) Fid. apgedicen ML, 1V, V, VL 3 isimos antecesores, nos dejaron la obligacién de alimentar os dioses para maiitenerlos vives y pura que se muesiren fa- vorabies a nosotros ¥ nv nos nieguen el agua, la luz y los man- tenimientos, y para que encadenen al huracin y al ‘terremoto, Pero el engreimiento del hombre es muy grande y pronto nos olvidamos de la inica misién imortante que tenemos que es Ja de honrar a los dioses; ereemos ser los sefores del universo olvidandonos de que fulmos creados para alimentary alabar jos dioses, nos olvidamos de la fugacidad de la vida y de que Ja muerte nos espera con su largo ¥ penoso viaje @ Mictlan. Los tlaivanis se ensorberbecen; los ricos sé pavonean, los soidados victoriosos reyiesan de los campos de batalla jalendo sin mise- ricordia Ia cuerda de los cautivos y dan voces discordantes y pasean sus tilinas bordadas, sus insigneas y sus besotes de oro hu nillando a los teipochtotiime y a los macehualtin y a los po- brecitos campesinos que siembran con modestia sus, parcelas; las malas mujeres se cortan los cabellos y se embadurnan 12 caia de pintura provocando a los hombres con guifios y con toneos; ¥ los jovencitos, ain muy nifius, se creen ya hombres y indan alborotando en tropel por canales y ealzadas sin com- postura ni respeto, pues todos se creen con vida eterna y con poler sobrehurnand y se olvidan en su engreimiento de que tode €s effinero y perecédero y que otros que hn sido més pode= rosos, mas vahientes, mas hermosos, mas bulliciosos, ya estén en camino de le regién sin ventanas’o navegan por él rio de Ie muerte en el viaje sin regreso. Para que esto no se olvide, cada any, en el mes de Téxcail, es sacrificado el mas bello, el més valiente, el mejor de Jos cautivos, El encarna a nuestra seiior Yeccatlipoca, el que esta en todo lugar. Elegimos a uno de nues- os mejores esclavos, lo educamos en la mayor sabiduria_y en el cultive de las bellas artes y Jo ponemos en camino de comu- nicarse con el dios para recibir de su boca el consejo de Tezca- Nipoea, Yéotl, © por otro nombre Telpuchtli, Ellos son el eniace ratre los hombres y los dioses pues los ponemos en comunica- ©i61 para asf conocer lo que los teteo nos tienen deparudo, Un aie vive este hombre simbolizando a Tezcadipoca, pasea por las alles donde es saludado y reverenciado por todos, camina tocando hermosas melodias en la flaula, aspira et aroma de las perfumadas flores, fuma el acayeti y sacerdotes y nobles ti: nenlo entre deleites y juegos. Veinte dias antes de su muerte le son entregadas cuatro doncellas para su regalo y luego de ser honrado como supremo dios entre banquetes y danzas. es i a4 levado hasta Caoaltépec, en donde en un pequefio teocalli se le extrae el corazdn, En cuanto muere el Joven Divino, es ele- gido un nuevo Tezeatlipoca redivivo que recorrera idéntico ca- mino el siguiente afo. —Bien entiendo la intencion de vuestras fiestas— contests el pochtécatl totonaca, — y aplaudo vuestra devocién, Muy hon- rado se sentiré el joven elegido para morir en la piedra de sa- rificios.y con seguridad ird, con los soidados muertos en com- bate en ‘su diario camino de oriente a medio dia, acompatiando al sol, Cuauhtlehuanitl. © encarnaré en precioso pajarillo que trinard etemamente en el reino de los dioses, en Tamoanchan, —Xuchimitl, lector del xihuématl y los tonalématl —hablo It papalotl, — podré decimos qué significa la fiesta de Toxcatl. —Ya lo dijo nuestro patire y amado sefior Huey Coyotl y su palabra ha sido como meiodioso canto de jilguero; sin embargo puedo deciros que esta fiesta significa, y ano por recuerda, que los que tienen riquezas y deleites en la vida, al cabo de ella tendrin pobreza y dolor; ios que tienen vida ven- drén a morir y los que estan engrandecidos serim humillados. —Mi casa se ha honrado varias veces proveyendo a los sacer- dotes de jvenes para este sactificio —se volvid a ofr Ja grave voz del consejero de Moteculzoma—, el cofre que quemaran el dia de mi muerte junto con mi cuerpo, leno estaré de papeles saerados con los que he ataviado @ mis cautivos los dias de su sacrificio”, espero que el cvlo que he demostrado en la hore ra de los dioses me sea tomado en cuenta y me deparen una buena muerte, . Los ancianos siguieron hebiando y los jovenes salieron a la calle a ver unos danzantes que se dirigian al templo de Chi- comecéatl. Itzpapélotl los obseguid con una te chia endulzada con miel mucntras los o yumoso oct PUNuchimiti aspird el aroma de las flores que en todos los jardines brotaban exuberantes, suspird y recargé la rapada ca- beza en el dintel de la puerta. Luego dej6 vagar su mirada sobre Ja iluminada y bulliciosa ciudad de Tenochtitlan. que s> oxten- dia ante él, con todos sus placeres, sus problemas y sus peque fos y grandes dramas. 121) Coando we inci : ete funerti lw payeles con Loe gue habia for durante esd ilo Te ayudsba ew ol teste» Mictan. or Mite de marten el ue dettinabs el'destinn det alma 'y stabe parte, Asvionade vies Ya las aguas de la laguna se agitan al golpe de los remos y los aires se hinchan con los sollozos de cuatro jovenes viudas. Ya regresan a su monasterio, huérfanas de las caricias y de los besos desesperados del bello Xiuhtototh que ahora yace a los pies de la escalinata del tcocalli sin corazon y sin cabeza, ¢Quign consolaré a las cuatro mujeres en su acre dolor impo- Sitle? ;Seran los cantos de los pajares o las melodias de Ia ch rimfa? ¢Seran las danzas en honor de Xochipilli o los ramilletes de flores resbalando sobre sus cabezas desnudas y sus huipiles bordados? ¢Serin las fiestas de los guerreros y ias danzas al son de los tlapizalli y los atecocoli? ¢Serin los besos de otro hombre, quizis no tan bello como Xiuitototl, pero ciertamente vivo? iOh Xochiquétzal! la mds bella flor de turqueza, gdénde morardn tus manos huérfanas de sus manos? iOh Xilonen! la de los tiemos ojos de color de maiz maduro, é2 quién “mirardn iluminados por el amor y la alegria? jOh Allatonant ta cascade de tu negra cabellera, gpor quién ser acariciada con manos moribundas y urgidas? iOh Uixtocthuatl! gquién besara tus tiernos labios sabor de , color de grana? Ya estan solas las cuatro doncellas que para complacer a tun dios se volvieron mujeres; que para complacer a un hombre se volvieron diosas. ¥ ahora que este bello mes de tuxcail, este mes de naciente primavera en ei que los capulines se cubren de frutos brillantes y los tejocotes adomnan sus ramas espinosas cor blancas flores, epor qué os encontrais tan sols?

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