Hobbes, Locke y Rousseau son una influencia para él.

Su propuesta va más allá de los

contractualistas anteriores, pues si bien el estado de naturaleza que plantea es similar al de
Thomas Hobbes, considera que que el hombre es insociable por naturaleza, puesto que no
existe ningún gobernante que pueda intervenir en los conflictos de las personas, reina un
estado de temor y preocupación. Kant dice que las personas van a intentar salir de ese estado,
y que la insociabilidad del hombre, lo lleva a ser sociable. Una vez que se crea el pacto, las
personas le ceden sus derechos a un monarca, pero este sería únicamente el representante de
la voluntad de las personas; este monarca tiene que escuchar al pueblo, pero especialmente a
la ley moral de los expertos. Quiere una monarquía republicana.

Como cualquier ilustrado, Kant, en su obra “Respuesta a la pregunta: ¿Qué es Ilustración?”,

expone muchísimo el concepto de la libertad, la autonomía y la ética. Piensa que la libertad es
un postulado a la razón práctica, que no es demostrable pero que es totalmente evidente y
necesario; no es un rasgo exclusivo de él, sino de los pensadores de la época. Habla de la
legislación de manera positiva, exponiendo que las leyes políticas son coercitivas y
universales, aplicables para todos.

Kant añade que los derechos naturales que emanan de nuestra propia racionalidad y la
libertad son el límite de cualquier legislador, no pueden sobrepasarlos. Kant concibe el
contrato social como la condición que hace posible la instauración del derecho público, por el
que quedan garantizados los derechos naturales.

En su ensayo, “Sobre la paz perpetua” propuso un programa de paz para ser aplicado por los
gobiernos de la época. Se plantea una interrogante interesante: ¿podríamos ilegalizar la
guerra? Se pregunta si podría existir un organismo o un orden jurídico que imposibilite eso,
que mire más allá de la legislación en un territorio. Es lo que para nosotros hoy representa la
ONU, pese a su clara deficiencia en la intervención de los conflictos armados en los últimos
años.

Piensa que los artículos que existan en algún tratado deben impedir que se pueda dar un
conflicto bélico, y que las cláusulas no lleven a la guerra; deben estar escritos para favorecer
la paz, pues agrega que si se llega al punto de tener que iniciar una guerra, esto debe ser
consultado y aprobado por la ciudadanía, lo que terminaría en una respuesta negativa de su
parte e impediría que se iniciara el conflicto. Es una idea un poco utópica en nuestra realidad
contemporánea, pues claramente las guerras pasan por encima de la opinión de los
ciudadanos que más tarde se convierten en las víctimas, y no se respetan los acuerdos, pues se
convierte en una cuestión meramente de fuerza y de poder.