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La significación de la leyenda de Gilgamesh y algunos enfoques históricos sobre las

culturas antiguas sirvan a establecer las vinculaciones y desarrollo de las ideas de


justicia, libertad, poder, propiedad, bienestar.

La epopeya de Gilgamesh o también llamada simple y llanamente Gilgamesh, consta de


5 poemas sumerios independientes (que serían unidos posteriormente), relatan la
historia más antigua conocida por el hombre hasta el día de hoy, sobre Gilgamesh rey de
la ciudad de Uruk. El protagonista de esta epopeya –Gilgamesh- es descrito casi como
un Dios: grande, fuerte y hermoso, a pesar de estas cualidades, era un rey absolutista y
tiránico. Su pueblo, al vivir sojuzgado y sometido, reclama ante los Dioses sobre su
desenfrenado abuso de poder, los Dioses, escuchan y atienden a sus reclamos creando
de la arcilla a Enkidu, un ser tan fuerte como Gilgamesh, el cual podría vencerlo de ser
necesario; sin embargo, ambos hombres tras su encuentro comenzarían y desarrollarían
una amistad tan grande que posteriormente se convertiría en hermandad y amor del más
puro. Ambos amigos atravesarían una serie de hazañas épicas que concluirían con la
muerte de Enkidu, y un dolor tan grande de Gilgamesh que lo llevaría a la desesperación
de preguntar sobre la formidable inmortalidad, que sin éxito conseguiría.
La interpretación sémica de esta epopeya (grotescamente resumida), junto con el legado
histórico de distintas civilizaciones que serán mencionadas y contextualizada, nos
permitió el esclarecimiento sobre ideas de carácter actual tales como la justicia, el
bienestar, libertad, poder o la fuerza; muchas ideas que antes se encontraban ingénitas
en las civilizaciones, con la excepción que no se hallaban desarrolladas ni eran para toda
la población, sino estaban condicionadas para ciertas clases sociales, es decir,
distribuidas de forma desigual.

Irónicamente se empezará hablando sobre la conclusión de La epopeya de Gilgamesh,


donde se nos relata la muerte de su gran amigo y hermano Enkidu, después de soñar que
el Dios Enil determinaba su muerte debido al asesinato del Toro del Cielo y Humbaba
(ambas criaturas que desafiarían Enkidu y Gilgamesh durante la epopeya). Ver la
muerte de su gran amigo Enkidu, llevaría a Gilgamesh a una profunda depresión, que lo
haría sentir tan débil como un ser humano común y corriente, ya que por primera vez
temió a la muerte y temió sobre su legado en el mundo terrenal. Es así que Gilgamesh
comienza otra hazaña, ahora en busca de la inmortalidad, viajando al mismo fin del
mundo y preguntando por ella a Utnapishtim (único ser en la mitología que alcanzó la
inmortalidad), ser que le abrió los ojos sobre la triste realidad, era imposible que
Gilgamesh se haga inmortal, condicionando a Gilgamesh a volver a Uruk, pero
haciéndolo sentir orgulloso de lo hermosa que era su ciudad, dándose cuenta todo lo que
hizo y seguirá haciendo en ella. El ideal sobre la inmortalidad nos hace regular nuestras
creencias dándonos un orden que nos permita continuar nuestra convivencia y no
incurrir a un caos. Es por eso destacar la importancia del “creer”, al respecto de nuestro
final como ser terrenal, ya que nos impulsa en considerar la justicia e igualdad como
impedimento a cometer actos negativos a la moral y repudiados por la comunidad,
prevaleciendo el orden y libertad pero que a su vez trae consigo la justicia.

Otro punto de vista a la justicia actual, nos remonta a la civilización Babilónica con el
código de Hammurabi, la cual fue un conjunto de 282 leyes bien organizadas y
distribuidas, regidas por la ley del talión, un tipo de justicia retributiva y violenta, mejor
conocida por el dicho “Ojo por ojo, diente por diente”. Dicho conjunto de leyes
cumpliría la tenaz labor de mantener la disciplina dentro del pueblo babilonio,
imponiendo un tipo de justicia, que a pesar no vemos actualmente, sirvió para regular el
comportamiento humano en aquella época paralelo a la moralidad de antes, y
naturalmente inspiración para la normatividad en nuestras normas actualmente.
Sería el código de Hammurabi también uno de los registros más antiguos cuyo entre sus
leyes determinaba la propiedad privada y, así mismo, el traslado de una propiedad a
otra, la importancia de esta labor se reconoce cuando entendemos la propiedad privada
como un valor inherente del ser humano, toda persona considera ciertas cosas como
suyas, y en función de conceder ese valor natural a nosotros, Hammurabi plasma en las
leyes el regulador necesario para saciar esta necesidad y además mantenerla en control
dentro de la civilización. Obviamente esto sería imitado en el actual código civil con lo
que nos permite disfrutar, disponer y reivindicar de una propiedad dentro del margen de
la ley.

Existe una estrecha relación entre el faraón de la antigua cultura egipcia, el rey
Hammurabi en la desaparecida babilonia, o quizá hasta el mismo Gilgamesh de Uruk,
dicha similitud aún prevalece en instituciones de poder actuales, una similitud tan
trascendente como su nombre representa: el poder. Que sucede cuando un rey, faraón,
monarca, emperador, desea imponer su voluntad sobre su pueblo, además de reafirma su
soberanía sobre él, tiene que recurrir al poder que su cargo le brinda, empleando la
autoridad militar para que se encarguen del control sobre las personas, ya que, él no
puede hacerlo por sí mismo, aunque lo desee. Dichos eventos nos demuestran cómo
hasta el día de hoy se exhiben casos de igual similitud, como en toda nación
administrada por un estado, donde la jerarquía de la autoridad está admitida de imponer
algunas ideas sobre otras, solo que hoy en día si existe una igualdad de condiciones
entre todos los ciudadanos, y la sólida democracia que nos permite escoger a estos
funcionarios que intuimos no tienen malos motivos para imponernos su voluntad, es
decir, no lo hacen solo por una motivación personal y no comunitaria.

Y finalmente, volviendo a la maravillosa epopeya de Gilgamesh, es factible relacionarlo


con el desarrollo de la actual idea de bienestar, ya que, a pesar de ser algo
contradictorio, puesto se sostuvo a Gilgamesh como un rey tiránico y autoritario,
Gilgamesh cumplía una función muy importante, la cual, era mantener a su ciudad y a
su pueblo protegido bajo su poder y autoridad, dentro de la epopeya encontramos por
ejemplo un diálogo sumamente importante, que nos demuestra la devoción y creencia
que tenían los ciudadanos que se encontraban dentro del dominio de Gilgamesh,
enfatizando las palabras de un trampero que ante la adversidad solo atinó en confiar en
su rey. Gilgamesh (s.f) “Hijo mío, vive en Uruk un hombre llamado Gilgamesh. Es el
rey de la ciudad, y dicen, el hombre más fuerte del mundo, son sus músculos como la
piedra. Ve a Uruk, ve a Gilgamesh, cuéntale lo que ocurrió y sigue su consejo. Él sabrá
que hacer”. Tenemos que entender que para aquellas épocas la supervivencia era una de
las cosas más importantes que determinaban el futuro de una civilización, y como se
demuestra Gilgamesh lo supo cumplir con su pueblo.

En conclusión, p

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