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LA CENICIENTA

É
rase una vez una joven que vivía con su madrastra y dos hermanastras
que la obligaban a hacer todo el trabajo de la casa. La pobre joven
tenía que cocinar, limpiar y también lavarles la ropa, ella cansada de
trabajar, se quedó dormida cerca a la chimenea y cuando se levantó
con la cara sucia por las cenizas, sus hermanastras se rieron sin parar y desde
entonces comenzaron a llamarla Cenicienta.
Un día llegó a la casa una invitación del rey a un baile. Todas las jóvenes del
reino fueron invitadas y Cenicienta estaba muy feliz. Sin embargo, cuando
llegó el día de la fiesta, su madrastra y hermanastras le dijeron que ella no
iría y que se quedaría limpiando, lavando y preparando la cena.
La madrastra y las hermanastras se dirigieron al palacio. Cenicienta corrió al
jardín y se sentó en una fuente a llorar. Ella quería poder ir al baile. De
repente, apareció un hada madrina y le dijo que no llore y que ella había sido
una muy buena hija y que merecía poder ir al baile, la hada agitó su varita, y
el hada madrina transformó una calabaza en un coche, tres ratones de
campo en hermosos caballos, y a un perro viejo en un cochero. ¡Cenicienta
estaba feliz y asombrada!, por último, movimiento de su varita, transformó a
Cenicienta. Le dio un vestido y un par de zapatillas de cristal, y le dijo que
ahora podría ir al baile, pero que debe de regresar antes de la media noche
porque a esa hora todo desaparecería excepto los zapatos de cristal.
Cenicienta agradeció al hada madrina y muy feliz se dirigió al palacio. Cuando
entró, los asistentes, y el público, no podían dejar de ver a Cenicienta quien
estaba toda como una princesa y su vestido irradiaba elegancia.
El príncipe, la invitó a bailar al ver lo hermosa que era. Después de bailar casi
toda la noche, vio que Cenicienta no solo era una joven hermosa y
resplandeciente, sino también era muy amable y sincera que él jamás había
conocido.
De repente, las campanadas del reloj empezaron a sonar, ya era la
medianoche. Cenicienta estaba tan alegre que casi olvida las palabras dichas
del hada madrina.
—Tengo que irme— le dijo al
príncipe. Ella salió tan de prisa que
perdió una de sus zapatillas de
cristal al bajar por las escaleras del
palacio.
El príncipe no la pudo olvidar, así
que guardo su zapato de cristal
y ordeno a que vayan por el
reino de casa en casa a ver a quien le
daba aquella zapatilla, ya que
solo así podía encontrar
nuevamente a Cenicienta. La
Madrastra al enterarse de
aquello decidió encerrar a
Cenicienta en su cuarto, hasta que
pasen los guardias del príncipe
Cuando el príncipe llegó a casa de Cenicienta, sus dos hermanas y hasta la
madrastra intentaron probarse el zapato de cristal, pero para su desgracia no
les daba. Los guardias del reino estaban a punto de irse cuando escucharon a
Cenicienta:
—¿Puedo probarme la zapatilla? —dijo Cenicienta.
La joven se probó la zapatilla y le quedó perfecta. El príncipe sabía que esta
era la hermosa joven que estaba buscando. Fue así como Cenicienta y el
príncipe se casaron y vivieron felices para siempre.
Personajes:

FI
Cenicienta
Madrastra
Hermanastras
Príncipe
Hada madrina
Guardias del palacio

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