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Érase una vez, una joven muy buena llamada Cenicienta.

Todos los animalitos la querían mucho -


especialmente dos ratoncitos llamados Gus y Jaq. Ellos harían cualquier cosa por su amiga
Cenicienta. Cenicienta vivía con su madrastra y sus dos hermanastras: Drizella y Anastasia. Todas eran muy
malas con Cenicienta y la hacían limpiar, coser y cocinar todo el día.
Pero aún así, Cenicienta hacía lo que podía para hacerlas felices. La madrastra—Lady Tremaine—era fría,
cruel y le tenía celos a Cenicienta. Le fascinaba darle miles de quehaceres a Cenicienta, y bañar a
su gato Lucifer, era una de las tareas que le asignaba. Un día, un mensajero llegó con una invitación muy
especial. ¡Iba a haber un baile en el palacio!
El rey quería que su hijo encontrará a una novia, así es que todas las jóvenes del reino habían sido invitadas -
¡incluyendo a Cenicienta! Cenicienta estaba muy emocionada por el baile. En el ático, encontró un
vestido que había pertenecido a su Mamá. Aunque el vestido estaba viejo, Cenicienta le podía hacer
varios cambios para que se viera mejor. Lady Tremaine no quería que Cenicienta fuera al baile, solo
quería que el príncipe conociera a Drizella y Anastasia. Con suerte, tal vez él se casaría con una de
las hermanastras. Lady Tremaine le ordenó a Cenicienta a que hiciera un montón de quehaceres,
que le tomarían una noche entera en completar. Mientras Cenicienta trabajaba, los ratoncitos y
pájaros arreglaron su vestido. Le pusieron lazos y cuentas que las hermanastras habían tirado.
Juntos, convirtieron un vestido viejo en un lindo vestido para el baile.
Cenicienta quedó impresionada al ver el vestido. ¡Ahora podría ir al baile! “¡Muchísimas gracias!” - dijo
Cenicienta. Cuando las hermanastras vieron que el vestido de Cenicienta tenía lazos y cuentas que habían sido
de ellas...
...se molestaron demasiado y rompieron el vestido al arrancar lo que habían tirado. Lady Tremaine no las
detuvo. Sin vestido, Cenicienta ya no podría ir al baile. ...se molestaron demasiado y rompieron el vestido al
arrancar lo que habían tirado. Lady Tremaine no las detuvo. Sin vestido, Cenicienta ya no podría ir al baile.
Cenicienta corrió al jardín y se puso a llorar. De repente, su hada madrina apareció.
Con su varita mágica, convirtió a una calabaza, en un lujoso carruaje. Ahora Cenicienta podría ir al baile en ese
carruaje, pero su vestido aún estaba roto. Bibbidi-babbidi-bú!”- dijo el Hada Madrina. Y con su varita mágica
transformó a Cenicienta. Le dio un bello vestido y zapatillas de cristal.
Ahora Cenicienta podría ir al baile, pero con la condición de que regresará a medianoche. En el baile, el
príncipe no podía dejar de ver a Cenicienta. En el baile, el príncipe no podía dejar de ver a Cenicienta.
En cuanto la orquesta comenzó a tocar, el príncipe empezó a bailar con Cenicienta - aunque nunca había
conocido.
¡Ni siquiera sabía como se llamaba! Cenicienta siempre había soñado con una noche como esa. ntes de lo que
pensaban, era medianoche. “¡Adiós!” dijo Cenicienta. “¡Regresa!” dijo el príncipe. “¡Ni siquiera sé tu nombre!”
Como iba a toda prisa, Cenicienta dejó una de sus zapatillas en las escaleras. Como iba a toda prisa, Cenicienta
dejó una de sus zapatillas en las escaleras.
El príncipe envió al Gran Duque a que encontrará a la chica que había dejado la zapatilla en el palacio.
Lady Tremaine encerró a Cenicienta en el ático, para que nadie la viera. Pero Gus y Jaq le ayudaron a salir. l
ver que la zapatilla no le quedaba a ninguna de sus hijas, Lady Tremaine hizo que la zapatilla se
rompiera pero Cenicienta tenía la otra zapatilla. ¡Y le quedaba perfectamente! Cenicienta y el
príncipe se casaron. ¡Y todo el mundo celebró! Los ratoncitos vistieron atuendos especiales para la
boda. Llenos de alegría, el príncipe y Cenicienta vivieron juntos y felices por siempre.

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