Javier Gómez Martínez

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l ortalezas
mendicantes

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UNIVERSIDAD
IBEROAMERICANA
fortalezas mendicantes
*
Javier Gómez Martínez
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO
CATALOGACIÓN EN LA FUENTE

Gómez Martínez, Javier

Fortalezas mendicantes.

1. Conventos y monasterios - Historia. 2. Frailes.

3. Monasticismo y órdenes religiosas. 4. Arte - Historio-
grafía. 5. México- Historia- Virreinato, 1535-1821. l. t.

NA 4829 M4 G65 1996

1a. Edición, 1997

D.R. © Universidad Iberoamericana, A.C.
Prol. Paseo de la Reforma 880
Col. Lomas de Santa Fe
0121 O México, D.F.

ISBN 968-859-269-2

Impreso y hecho en México

Printed and made in Mexico
 fortalezas mendicantes

Claves y procesos
en los conventos novohispanos
del siglo XVI

UNIVERSIDAD
IBEROAMERICANA
Departamento de Arte
 CoNTENIDO

9
PRESENTACIÓN

11
INTRODUCCIÓN

15
CONVENTOS FORTIFICADOS NOVOHISPANOS
EN LA HISTORIOGRAFfA

25
ACTORES DEL DRAMA NOVOIIISPAl'>10

51
EL CLERO REGULAR EN LA NuEvA ｅｳｐａＮｾ＠

67
PERFECCIONAMIENTO DE LAS ESTRATEGIAS
DE EVANGELIZACIÓN

95
CONVENTOS FORTIFICADOS

145
CoNCLUSIONES

149
BIBLIOGRAFfA
 PRESENTACIÓN
ocas construcciones coloniales nos pa-
recen hoy más enigmáticas que los con-
juntos conventuales levantados en el siglo XVI.
Su mismo nombre es una suerte de paradoja es-
tética: conventos-fortaleza. Defensa militar con-
tra posible hostilidad indígena, o extraños
adornos de raíz medieval sin mayor uso que el
complacer el gusto europeo de los recientemen-
te avecindados españoles, o el perspicaz apro-
vechamiento del espacio ritual como legado
prehispánico o, más elaborado, la manifestación
física del ideal hierosolimitano de los primeros
evangelizadores, han sido las distintas funcio-
nes imaginadas de esas construcciones mixtas.
Sin embargo, al atender más a las fuen-
tes escritas por los frailes cronistas de los siglos
XVI y XVII pueden descubrirse motivos terrena-
les y prácticos de sus aparentemente contradic-
torios elementos arquitectónicos, propios de la
lógica de la época, sin dejar de ser asombrosos.
Ahí radica la propuesta de Javier Gómez en este
libro que lleva al lector hacia los cont1ictos po-
líticos menos ruidosos, pero tal vez más defini-
tivos para nuestra historia, que perfilaron la vida
de la Nueva España desde el reinado de Carlos
v y Felipe 11 hasta el final del virreinato. La clave
9
de esa lucha por el poder podrá verse a través
de la lectura del texto que aquí ofrecemos, y se
esconde tras una palabra: secularización. Se re-
vela entonces un secreto: quién era el enemigo
que ensombrecía el optimismo cristiano de los
frailes y su grey india.
Javier Gómez es doctor en historia del
arte, catedrático de la Universidad de Cantabria
en España, y fue invitado por el Departamento
de Arte de la Universidad Iberoamericana a tra-
bajar por un año, entre 1995 y 1996. Durante
su estancia, con mirada ajena a prejuicios his-
toriográficos investigó causas y funciones de
esos sorprendentes edificios novohispanos co-
nocidos como conventos-fortaleza. Afanado en
localizar pistas de su construcción y extrañado
por las interpretaciones que hasta ahora se han
dado sobre los motivos de los frailes responsa-
bles de su proyecto constructivo y edificación,
el doctor Gómez encontró actitudes y gestos ya
olvidados por nosotros, mismos que conducen
hacia una explicación distinta del momento que
siguió a la conquista, del papel de los diferen-
tes sectores sociales involucrados en la vida
virreinal, y de las ideas que dieron forma a las
instituciones civiles y religiosas coloniales.
Mtra. María Estela Eguiarte Sakar
Departamento de Arte, UIA
 INTRODUCCIÓN
a historiografía del arte novohispano,
a lo largo de algo más de un siglo, ha
establecido y nutrido una serie de principios re-
lativos a la arquitectura conventual del siglo XVI.
Dada la abundancia bibliográfica, podría parecer
gratuito insistir una vez más sobre este particu-
lar. Pero, al mismo tiempo, la gran cantidad de
tinta dedicada a él podría estar demandando una
revisión crítica, que es, precisamente, lo que no
'-' se ha hecho hasta ahora. Ésta es la tarea que
justifica el presente estudio y lo libra de pare-
cer redundante, y será esa misma revisión his-
toriográfica la que dé pie a nuevas propuestas
interpretativas.
Nuestra intención, pues, es doble, o triple
en cierto modo. En primer lugar, se trata de po-
ner orden en el heterogéneo paisaje historio-
gráfico tejido en torno a los primeros conventos
novohispanos. En segundo lugar, ofrecer nuevas
vías de acercamiento a ellos, no con la contra-
dictoria finalidad de recargar aún más el horizon-
te previamente desbrozado sino como desarrollo
y aprovechamiento de aquella operación previa.
Las hipótesis y argumentos aducidos por nues-
tra parte podrán ser compartidos o rebatidos. Al
fin y al cabo no pretendemos un posicionamiento
dogmático. Lo que juzgamos realmente impor-
tante es estimular un debate historiográfico que
aún no ha at1orado en este contexto y que en-
tendemos como el más eficiente instrumento
para el avance del conocimiento.
Veremos, en primer lugar, la diversidad
historiográfica generada en torno a los conven-
tos novohispanos del siglo XVI: muchos investi-
gadores, desde diferentes campos, han intentado
explicar la morfología tan característica de tales
establecimientos, dando lugar a interpretacio-
nes dispares. Tal situación es consecuencia de
varios factores.
Por un lado, es fruto de los escasos tes-
timonios que los propios protagonistas de la
11
historia han dejado sobre ese particular, no ya
los responsables directos de las creaciones
arquitectónicas sino, en general, todos los acto-
res que desfilaron por el escenario novohispa-
no en los tres siglos de vida colonial. Fueron
pocos los testigos que expresaron su sentir con
precisión, y largo el periodo cronológico en el
que se sucedieron, de manera que la atención
objetiva no podrá ser la misma para un docu-
mento del siglo XVI que para otro del xvn o del
xvm. No obstante esta salvedad, todos, en con-
junto, nos pueden ser útiles para enjuiciar de
manera más ajustada cada una de las teorías
interpretativas contemporáneas tal y como
han sido expuestas, apoyándolas en unos ca-
sos y debilitándolas en otros.
Lo que acabamos de señalar puede pare-
cer contradictorio a la luz de otra evidencia
empírica: América, en general, y la Nueva Es-
paña, en particular, disfrutan de un tratamien-
to excepcional en el ámbito documental. Las
relaciones de la conquista de América, las cró-
nicas de las diferentes órdenes religiosas, la li-
teratura epistolar, las descripciones periegéticas
y otras tipologías documentales generadas y
publicadas entre los siglos XVI y XVIII o exhuma-
das más recientemente, suministran una rique-
za informativa inusual en otros contextos por
su cantidad, calidad y variedad. Los testimonios
específicamente referidos a la apreciación de los
conventos pueden ser pocos y hasta subjetivos,
pero la riqueza de matices con que la documen-
tación perfila el escenario sobre el que fueron
plantados los conventos fortificados es tal que
compensa sobradamente las carencias denun-
ciadas en primera instancia.
Por tanto, existe mucha información
pero pocos testimonios precisos. La interpre-
tación, pues, cobra una gran importancia. Es
aquí donde entran en juego la capacidad y la
metodología del investigador actual. Y es. aquí,
precisamente, donde reside el verdadero proble-
ma y la segunda y más grande causa de la di-
versidad historiográfica aludida.
En efecto, existe el peligro de que el his-
toriador se acerque a las fuentes con una idea
preconcebida desde su propia perspectiva con-
temporánea, en lugar de dejar que sean los do-
cumentos quienes condicionen su mirada.
Dicho con otras palabras: los investigadores no
han acudido a las fuentes originales para bus-
car la explicación a la existencia de los conven-
tos fortificados, sino que lo han hecho para
refrendar su propia argumentación, elegida por
ellos a priori, no sugerida por el contacto con
las mismas fuentes. Como consecuencia, se ha
venido produciendo una lectura sesgada y par-
cial de los documentos que ha propiciado el
distorsionamiento de la realidad histórica.
La distorsión se produce a diferentes ni-
veles, pero, siempre y sobre todo, en términos
simplificadores. Los primeros conventos novo-
hispanos no surgieron en un contexto tan
netamente bipartidista como se ha pretendido:
los naturales, en general, pudieron ser el sujeto
pasivo y positivo de la conquista, pero no todos
los españoles, sujeto activo, encarnaron al ele-
mento negativo; la composición de la población
hispana fue mucho más heterogénea que eso, y
es imposible comprender la existencia de los
conventos fortificados sin atender a tal hetero-
geneidad. Por otro lado, es un error reduccionista
contemplar esos mismos conventos aislados en
el tiempo y en el espacio (la Nueva España del
siglo XVI), sin tener en cuenta que responden a
un amplio proceso de evangelización que ni
comenzó en la Nueva España ni terminó en el
siglo XVI. Tampoco podrá ser entendida su razón
de ser sin ponerlos en relación con las fórmu-
las arquitectónicas ensayadas antes y después
del siglo XVI y dentro y fuera del suelo novohis-
pano. Y es igualmente simplista, por último,
pretender explicar la morfología de estos esta-
blecimientos conventuales a partir de una úni-
ca función.
Si a ello añadimos una preocupante falta
de espíritu crítico, completaremos el cuadro
clínico que ha venido propiciando la diversidad
historiográfica. Se siguen repitiendo interpreta-
ciones planteadas hace demasiados lustros, sin
12
apenas enriquecerlas o matizarlas. En el mejor
de los casos, se han ofertado otras alternativas,
pero sin ponerlas en relación con las existentes,
ya fuera para compaginadas o desacreditarlas.
Éstas son las carencias que, a nuestro
juicio, padece la historiografía novohispana re-
ferida a los conventos del siglo XVI. Serán, por
lo tanto, las que intentemos solventar, para ir
trazando una imagen más rica, más compleja y
más ajustada a la realidad histórica. El nuestro
será un acercamiento eminentemente históri-
co y, en segunda instancia, artístico. La más
temprana arquitectura conventual de la Nueva
España constituye un magnífico conjunto artís-
tico, pero conforma, a la vez, un incomparable
documento histórico, testigo excepcional de los
difíciles tiempos en los que se buscaban diferen-
tes fórmulas para conciliar la república de in-
dios con la república de españoles.
La información de naturaleza más pura-
mente histórica que específicamente artística
será, pues, el nutriente de la parte central de
nuestro discurso. El análisis de los diferentes
grupos sociales y de las sucesivas estrategias
puestas en práctica dentro del proceso de evan-
gelización es una tarea previa y fundamental
para comprender que los conventos novo hispa-
nos del siglo XVI fueron fortificados por los frai-
les mendicantes para protegerse a sí mismos y,
sobre todo, a los naturales frente a las intencio-
nes adversas del resto de la población españo-
la, tanto la civil como la eclesiástica secular.
Ésta es la tesis que pretenderemos demostrar a
lo largo de nuestro discurso y hacia la que se
enfocan todas las argumentaciones, así las his-
tóricas como las artísticas.
Por lo que respecta a la metodología,
hemos adoptado un planteamiento dialéctico
en buena medida. Ante unos problemas histo-
riográficos como los descritos anteriormente,
nos hemos esforzado en sopesar argumentos en,/
favor y en contra de las tesis planteadas por"
otros investigadores y, asimismo, en favor y en
contra de la planteada por nosotros mismos.
Con este fin, no hemos escatimado citas docu-
mentales. Quizás puedan parecer excesivas,
pero hemos juzgado indispensable respaldar
cada una de las argumentaciones vertidas en
el texto con el pertinente testimonio de los
propios testigos de la colonia, más aún tenien-
do en cuenta que muchas cuestiones que se-
rán analizadas revisten un carácter delicado y
deberían suscitar, así lo esperamos, nuevas
polémicas.
El trabajo de investigación que aquí se
abre ha sido posible gracias al apoyo brindado
por la Universidad Iberoamericana a través del
Departamento de Arte. Deseamos expresar
nuestro agradecimiento a su directora, la maes-
tra María Estela Eguiarte, por el interés y la con-
fianza depositados en el proyecto. A la maestra
Elda Pasquel y a las licenciadas Mónica Martí,
13
Christian Cazenave y Nuria Salazar, profesoras
del mismo departamento, por haber revisado el
texto y apuntado valiosas observaciones. Al li-
cenciado Salvador Rueda, investigador de la Di-
rección de Estudios Históricos (INAH) y profundo
conocedor de la historia novohispana, por sus
inestimables y constantes apreciaciones críti-
cas desde el momento en que dimos nuestros
primeros pasos por el paisaje novohispano del
siglo XVI. Y al licenciado Armando J. Bravo (s.J.),
profesor del Departamento de Ciencias Religio-
sas, en la misma Universidad, traductor de los
textos latinos citados a lo largo del trabajo.
 CONVENTOS FORTIFICADOS NOVOHISPANOS
EN LA HISTORIOGRAFÍA
a arquitectura conventual desarrolla-
da en la Nueva España del siglo XVI ha
recibido un amplio tratamiento por parte de la
historiografía, tanto dentro como fuera de
México. Eso ha sido así debido a la singularidad
que la caracteriza en el cuadro artístico gene-
ral de Occidente. Por lo mismo, las interpreta-
ciones a que ha estado sujeta no han sido
unívocas: han sido diferentes y recíprocamente
excluyentes. La mayor parte de esas líneas
interpretativas se ha esforzado en hallar la cla-
ve que explique el aspecto fortificado que her-
mana a casi todos aquellos primeros conventos.
En este sentido, tres han sido las teorías oferta-
das. Las tres se suceden en el tiempo, pero nin-
guna ha llegado a restar el crédito a las demás,
de manera que las tres continúan vigentes y,
como tales, siguen contando con defensores y
detractores.
La más temprana explica la morfología
fortificada en tanto que edificios concebidos por
los españoles para defenderse de posibles suble-
vaciones protagonizadas por los indios. La se-
gunda, como parte de un repertorio decorativo
que, eventualmente, pudo cumplir una función
mecánica. Y la más reciente, como materializa-
ción de valores simbólicos con matiz escato-
lógico. Aparte, numerosos autores han evitado
pronunciarse al respecto o lo han hecho en tér-
minos ambiguos. Incidentalmente y con inde-
pendencia de la tesis ádoptada, los historiadores
han especulado también acerca de la ascenden-
cia europea o mesoamericana de los componen-
tes más definitorios de los conventos fortificados.
El enemigo americano
El más temprano testimonio contemporáneo que
se hace eco de los conventos fortificados proce-
de del viajero italiano Giacomo Constantino
15
Beltrami (1830). Su libro Le Méxique llama la
atención sobre la singularidad de estos edificios
y proporciona ya la primera de las explicaciones.
El convento franciscano de Cholula "tiene el aire
de una fortaleza, resistente incluso contra un
armamento que no tenían los indios" .1
Más cercano en el tiempo y, sobre todo,
en el espacio, se encuentra el testimonio del his-
toriador mexicano Vicente Riva Palacio. Fue el
director de la monumental y documentadísima
obra México a través de los siglos, aparecida en
cinco tomos entre 1884 y 1889. Estando preso
por motivos políticos, en 1883, él mismo escri-
bió todo el tomo u, dedicado al periodo colonial.
Fue ahí dqnde especuló largo y tendido acerca
de la "solidez y aspecto de fortaleza" de los con-
ventos novo hispanos del siglo XVI. Puesto que no
distinguía entre pueblos de indios y ciudades de
españoles, creyó que tal morfología fue dictada
por los españoles civiles y que el atrio, a pesar
de servir para adoctrinar a los indios, sirvó para
refugio de la caballería española ante las suble-
vaciones de aquellos naturales. 2
Ni Beltrami ni Riva Palacio, que sepamos,
han sido nunca tenidos en cuenta por los his-
toriadores del arte de nuestro siglo. Todos ellos
remontan los inicios de los estudios sobre los
conventos fortificados al libro de Manuel G.
Revilla (1892), El arte en México en la época
antigua y durante el gobierno virreinal. 3 Él
habría sido el "inventor" de la expresión "con-
ventos-fortaleza", mérito que también se ha
querido atribuir al norteamericano Sylvester
Baxter (1901) 4 pero que, como hemos visto, no
corresponde ni a uno ni a otro.
1
Beltrami: Le Méxique. T.II. p.288.
2
Riva Palacio: México. T.II. Lib.I. Cap.XXXI. pp.315-
316.
3 Revilla: El arte. pp.29-30.
4
Baxter: La arquitectura. p.24.
 Revilla y Baxter se alinean en la creen-
cia de la respuesta arquitectónica a la amenaza
indígena. Lo mismo hicieron, en estos momen-
tos iniciales, Genaro García y Federico Maris-
cal (1914), Antonio Peñafiel (1914), Francisco
Díez Barroso (1921), Manuel Romero de Terre-
ros (1921) y José Juan Tablada (1927). 5 Son
ｾ＠ años de exaltación nacionalista, y se tiende a ver
los conventos fortificados como la prueba tan-
gible de la rebeldía contestataria de la "raza
aborigen" que se rebela contra el "opresor".
Éstos son los términos empleados por Manuel
Toussaint en 1939, muy poco después de que
Zapata y el zapatismo fueran reconocidos ofi-
cialmente como razonables representantes de
la explosión india en la revolución. 6 Aunque con
menor grado de efusividad, el mismo autor ha-
bía emitido su opinión ya en 1927, 1933 y 1934,
y aun volvería a hacerlo en 1948 dentro delArte
colonial en México, su texto de mayor trascen-
dencia historiográfica. 7
El francés Louis Gillet (1929) matizó el
enunciado al suponer una alianza entre los con-
quistadores militares y los frailes para defender-
se de los indios. 8 Dentro y fuera de México, otros
muchos historiadores siguieron alimentando
esta tesis: Robert Ricard (1933), Rafael García
Granados y Luis McGregor (1934, 1935), Jorge
Enciso (1935), Miguel Solá (1935), Luis del Re-
fugio Palacio (1937), además de Murphy y Da-
vid Vhay (1939) o Mario J. Buschiazzo (1944). 9
El español Diego Angulo Íñiguez (1945)
marca una inflexión en esta línea historiográfica.
5
García, Mariscal: La arquitectura. T.I. pp.l-2 y T.n.
p.vii.; Peñafiel: Ciudades coloniales. p.60; Díez Ba-
rroso: El arte. pp.59-60; Romero de Terreros: Arte
colonial. T. m. p.8; Id.: El arte. p.20; Tablada: Histo-
ria del arte. pp.159-160.
6 11
Toussaint Ritter: Paseos. p.114.
7 12
Id.: La arquitectura. p.21; Id.: Tres siglos. pp.viii-
ix; Id.: "Introducción". pp.xiii y xix; Id.: Arte colo-
nial. p.2.
8
Gillet: "Uart". p.1026.
9
Ricard: La conquista. pp.265-26 7; García Grana-
dos, McGregor: Huejotzingo. p.120; Mcgregor: "Cien
Ejemplos". pp.32 y 41; Enciso: El convento. p.68;
Solá: Historia. pp.51-52; Palacio: Visita. p.27; Vhay:
Architectural Byways. p.v; Buschiazzo: Estudios.
p.28; Id.: Historia. pp.30-31.
16
Sigue creyendo que los conventos fortificados sir-
vieron para proteger a los españoles, pero no siem-
pre; en ciertos casos, las almenas fueron sólo
decorativas. 10 Este comedimiento se debe a que
el autor conoce un artículo publicado tres años an-
tes por George Kubler, quien rechaza cualquier
connotación defensiva en beneficio de las deco-
rativas.11 A partir de ahora, la vieja teoría compi-
te con una nueva.
Angulo optó por un término medio. Pa-
blo C. de Gante (1947) no se hizo eco de la teo-
ría del norteamericano Kubler. 12 José Calderón
Quijano (1953), en una tesis doctoral dirigida
por Angulo y dedicada a la arquitectura mili-
tar novohispana, creyó en la vialidad defensi-
va, contra los indios, de todos los conventos
fortificados. 13 Desde México, la misma postu-
ra fue respaldada por la Sociedad de Arquitec-
tos Mexicanos (1956), José Gorbea Trueba
(1960, 1969), Pedro Rojas (1963), Fidel Chau-
vet (1966) -cronista oficial de la Orden de San
Francisco en México- y Antonio Arriaga
(1966).14
La secuencia se prolonga con la visión
europeísta de Pál Kelemen (1969) y Paolo
Portoghesi (1969); el primero incide en el peso
de los prototipos medievales europeos. 15 Los
mexicanos Luis Ortiz Macedo (1972) y José
Manuel Caballero-Barnard (1973) anteceden al
español Enrique Marco Dorta (1973), autor de un
manual de arquitectura iberoamericana, herede-
ro del de Angulo, donde aboga por la función
defensiva generalizada. 16 Marco Dorta, además,
se pronuncia salomónicamente a propósito del
origen de los merlones novohispanos, aspecto
que ya había preocupado a los investigadores
anteriormente y que había oscilado entre los
10
Angulo Íñiguez: Historia. T.I. pp.169-170.
Kubler: "Mexican urbanism". p.160.
Gante: La arquitectura. pp.50-51.
13
Calderón Quijano: Historia. p.xxxii.
14
Sociedad de Arquitectos Mexicanos, Colegio de
Arquitectos de México: 400 Años. p.6; Gorbea True-
ba: Yuriria. p. 9; Id.: "La arquitectura". p.222; Rojas:
Historia. T.11. p.41; Chauvet: "El convento". p.lO;
Arriaga: "Los conventos". pp.13-14.
15
Kelemen: Art. p.193; Portoghesi: Dizionario. T.v.
p.222.
16
Marco Dorta: Arte. p.27.
extremos hispano y prehispánico; personalmen-
te, cree en la confluencia de las dos corrientes. 17
Los mexicanos José Ignacio Echegaray
(1975), Ligia N. Helguera (1980), Vicente Men-
diola de Quezada (1982) y Manuel González
Galván (1982), aunque pertenecientes a dife-
rentes generaciones, suscriben la misma tesis
argumental; el tercero lo hace desde el punto
de vista urbanístico, catalogando como "ciuda-
des militarizadas" y ''feudales" a las localida-
des que cuentan con un convento fortificado. 18
Luis Weckmann (1983), también desde Méxi-
co, vuelve a ceñirse a la tesis defensiva para
probar la traslación de prototipos feudales eu-
ropeos al México colonial. 19
El argentino Ramón Gutiérrez (1983) es
el autor de otro manual de arquitectura ibero-
americana publicado en España. Su siempre
declarado indigenismo le lleva a despreciar, por
irrelevantes, los posibles antecedentes españo-
les del convento fortificado, y a precisar que los
defendidos eran los indios ya cristianizados
frente a los ataques de los no conversos. 20 Al
mismo contexto de obras dedicadas a la histo-
ria del arte iberoamericano pertenecen la del
hispanista Damián Bayón (1984), Leopoldo
Castedo (1988) y Juan Torrejón Chaves; los dos
primeros retoman la diferenciación entre indios
convertidos y no convertidos, en tanto que el
último remite las señas militares a la Baja Edad
Media peninsular. 21
Por último, el mexicano Guillermo Tovar
de Teresa (1992) ha abonado la interpretación
defensiva de los conventos por partida doble,
si bien de forma tangencial y desde un punto
de vista preferentemente urbanístico. Desde tal
perspectiva, su posicionamiento sería equipa-
rable al ya señalado de González Galván. Sin
embargo, Tovar evita aludir a connotaciones
feudales. Al contrario, los rasgos fortificados de
17
/d. p.24.
18
Echegaray: El paisaje. s/p.; Helguera Martínez:
Arquitectura. p.49; Mendiola de Quezada: Arquitec-
tura. p.l3; González Galván: "Tipología". p.746.
19
Weckmann: La herencia. T.n. pp.704-705.
20
Gutiérrez: Arquitectura. p.29.
21
Bayón: "Arquitectura". p.267; Castedo:Historia.
p.213; Torrejón Chaves: "Arquitectura". p.112.
17
los conventos los vincula, exclusivamente, a un
programa urbanístico concebido por el virrey
Mendoza a partir de las ideas leídas en Alberti,
quien propugna la fortificación de edificios
puntuales en lugar de todo el perímetro de la
ciudad. 22
A nuestro juicio, la objeción global que
le cabe a esta teoría consiste en que los conven-
tos fortificados se encuentran en pueblos de
indios, no en villas o ciudades de españoles. De
este modo, difícilmente podrían amparar a es-
pañoles. Aun así, cabría pensar que sí podrían
defender a los indios conversos frente a las hos-
tilidades de los no conversos, pero esto tampo-
co ha lugar desde el momento en que conventos
radicados en zonas con indios especialmente
rebeldes, como la Selva Lacandona en Chiapas,
carecen por completo de señas militares. Esto
no resta calidad defensiva a los fortificados con-
juntos conventuales. Lo que invalida es la posi-
bilidad de que los presuntos atacantes fueran los
indios y de que los hipotéticos beneficiarios de
la defensa fueran los españoles.
Entre la decoración y la función
estructural
La segunda vía interpretativa fue abierta por
George Kubler, investigador norteamericano que
tuvo la virtud de aunar en su trabajo rigor docu-
mental, serios conocimientos de los aspectos más
puramente técnicos de la arquitectura y brillan-
tes dosis de intuición. A todo ello, sumó una re-
lación bibliográfica que, aparte de ser la primera,
es suficientemente completa y va comentada.
Con esas herramientas, construyó el que sigue
siendo más profundo estudio de la arquitectura
novohispana del siglo XVI. Dentro de este marco,
le cupo ofrecer una interpretación alternativa a
las características militares de la arquitectura
conventual. La nueva propuesta fue avanzada en
un artículo aparecido en 1942, del que pronto se
hizo eco el profesor Angulo, como ya dijimos. 23
22Tovar de Teresa: "La utopía". p.30; Id.: Pintura.
p.23). Ya había avanzado su opinión en 1986 (Id.: La
ciudad. p.llO).
23
Kubler: "Mexican urbanism". p.160.
Pero la formulación definitiva, la que pesó so-
bre los siguientes historiadores, la incluida
en su magna obra Arquitectura mexicana del
siglo XVI, publicada su versión original en 1948.
La conclusión fundamental es que el aspecto
fortificado de los conventos novohispanos obe-
dece primordialmente a una finalidad decora-
tiva; sólo en el contexto chichimeca cabría
argumentar pretensiones defensivas. 24 En mu-
chas ocasiones, los elementos militares carecen
de proporciones antropométricas y, eventual-
mente, los garitones sobre los estribos de cier-
tas iglesias tuvieron un papel adicional, como
colectores del agua precipitada sobre las bóve-
das trasdosadas. 25 Kubler volvió sobre el tema
en 1954 proporcionando una argumentación
más compacta, si bien este texto ha gozado de
menor difusión que el anterior. 26 En esta ocasión,
respecto a los excepcionales casos donde es acep-
table la efectiva utilización defensiva (en la fron-
tera chichimeca noroccidental), especifica la
naturaleza de los atacantes y de los atacados: los
primeros eran los "indios potencialmente hos-
tiles"; los segundos, los frailes y los "habitantes
de su pueblo" (¿indios o españoles?). Fuera de
ahí, la fortificación es sólo aparente, de forma ex-
presamente señalada la de los conventos de
Tepeaca, Huejotzingo, Thla y Cholula.
El primer reflejo integral de la propuesta
lanzada por Kubler lo encontramos en el arqui-
tecto mexicano Luis McGregor (1955). Sólo con
esta mediación puede entenderse que alguien
que, veinte años antes había apoyado ciegamen-
te la finalidad defensiva de los conventos forti-
ficados la rebata ahora, sin dar siquiera razón
del cambio de postura. A la vista del convento
de Actopan suscribe la lectura decorativa de los
detalles militares; enfatiza la vertiente funcio-
nal indicada por Kubler introduciendo la apre-
ciación mecánica que les cabe a almenas y
garitones como pesos verticales que contrarres-
tan las fuerzas diagonales originadas por las
bóvedas; y añade un papel coercitivo, mezcla de
aviso y amenaza hacia los indios. 27 Este último
24
Id.: Arquitectura. p.315.
25
ld. pp.314-315.
26
Kubler, Soria: Art and Architecture. p. 71.
27
McGregor: Actopan. p.66.
18
aspecto, que podría entenderse como una refe-
rencia "simbólica" al poder temporal de los es-
pañoles, será desarrollado por la tercera y última
línea interpretativa consignada, si bien como
motivo accesorio dentro de su formulación.
En la misma fecha, otro autor contradijo
la lectura defensiva tradicional sobre los con-
ventos novohispanos del siglo xvi: el estaduni-
dense John McAndrew. Éste prestó un grado de
atención hasta entonces desconocido a ese as-
pecto concreto de la arquitectura conventual,
si bien fue más lo que destruyó que lo que cons-
truyó: le interesó fundamentalmente desmon-
tar los argumentos sobre los que se sustentaba
la tesis anterior.
Como Kubler, McAndrew también antici-
pó su posicionamiento en forma de artículo pero
con un título mucho más directo e incisivo:
"Fortress Monasteries?" (1955). En él atribuye
a Baxter la acuñación del término "iglesias-for-
taleza" y rebate las connotaciones asociadas al
mismo. Salvo los chichimecas, los indios nun-
ca supusieron ninguna amenaza seria para los
españoles, ni los frailes solicitaron nunca solda-
dos a la autoridad civil, de manera que caminos
de ronda como los de Tepeaca y Cuautinchán
resultan gratuitos, no menos que unos atrios
carentes de puertas y unas almenas extraídas
del vocabulario decorativo mudéjar; los gruesos
muros de conventos como Yuriria, por su par-
te, sólo son consecuentes con el contrarresto del
empuje de las bóvedas. La existencia de todas
estas notas se explicaría como eco rutinario de
las desaparecidas construcciones civiles y mi-
litares levantadas al comienzo de la conquista,
por emulación de las iglesias fortificadas medie-
vales y, sobre todo, por una preferencia estéti-
ca y ornamental tendente a contrarrestar las
dominantes líneas horizontales con otras ver-
ticales. Su escéptica conclusión fue que "quizá
nunca hubo realmente monasterios fort:ífica-
dos en México. Si alguno hubo, fueron muy
pocos", refiriéndose a los ubicados en la órbita
chichimeca. 28
La gran obra de McAndrew apareció en
1965, incluyendo un amplio capítulo para
cuestionar, de nuevo, el Military Character?
28
McAndrew: "Fortress". pp.31-38; p.37.
de los primeros conventos novohispanos, a
pesar de que su tema central era otro 29 • Lógi-
camente, incide en los puntos analizados en su
presentación anterior, ampliando el número de
ejemplos y de citas documentales y aportan-
do algunos argumentos adicionales, como el
emplazamiento no estratégico de los conven-
tos o la importancia defensiva concedida a la
caballería (el uso de caballos estuvo prohibi-
do a los indios y restringido entre los frailes).
En este orden de cosas, lo más destacable es
la lectura de los pasos de ronda como vías de
servicio para cumplir el mantenimiento de las
partes altas del edificio (andenes):10 Su punto
de vista es, además, loablemente indigenista.
Esto le lleva a remitir todos los rasgos y ele-
mentos definitorios de los conventos a la tra-
dición prehispánicaY Su conclusión siguió la
apuntada diez años antes y añadió un matiz
que iba a tener una elevada repercusión: los
elementos defensivos de los conventos novohis-
panos del siglo XVI, lejos de funcionar efectiva-
mente como tales, satisficieron una necesidad
decorativa y hasta simbólica, "como signos de
la fe militante". 32 Lo que McAndrew dejó caer
como una coletilla final, pues era algo jamás in-
tuido en ninguno de los parágrafos antecedentes
(tampoco se puede vincular con la "sugestión"
de McGregor), fue retomado y desarrollado con
bastante posterioridad, configurando la que será
tercera teoría interpretativa de estos controver-
tidos edificios.
Estos nuevos planteamientos debieron
pesar también en Manuel Romero de Terreros
(1956), un caso análogo al visto en McGregor
pero más taimado: la efectividad defensiva se-
ñalada para Acolman en 1921 deja paso, aho-
ra, a una estética e inofensiva apreciación sobre
los abrumadores merlones de Atlatlauhcan. 33
Los planteamientos de Kubler y McAndrew son
los recogidos por el igualmente norteamerica-
no Joseph Baird (1962), quien cita, de forma
29
McAndrew: The Open-Air Churches. pp.255-
278.
30
/d. p.256.
31
/d. pp.258-259 y 272.
32
/d. p.278.
33
Romero de Terreros: Atlatlauhcan. p.21.
19
expresa, las dos autoridades precedentes. 34 Car-
los Martínez Marín (1968), en la monografía que
dedica al convento de Tetela del Volcán, para-
frasea a McGregor e interpreta los elementos
fortificados como elementos parlantes que pro-
claman el control de la situación ejercido por
los frailes. 35 Leszek M. Zawisza (1969) suscribe
la propuesta interpretativa de McAndrew con to-
tal literalidad y acepta que los conventos forti-
ficados funcionaron como tales en un primer
momento pero que, después, lo hicieron por
pura inercia imitativa, con un afán decorativo
y hasta "simbólico", "para subrayar la autori-
dad moral de la iglesia misionera". 36
El arquitecto Agustín Piña Dreinhofer
(1971), sobre el ejemplo del convento de San
Gabriel de Cholula, apela al sentimiento estéti-
co, válido como apreciación subjetiva pero en
absoluto objetivo. 37 Isabel Estrada de Gerlero
(1973) se adhiere a la teoría en la versión más
sencilla: con excepción de los contados estable-
cimientos conventuales que sufrieron los ata-
ques chichimecas, los motivos militares de los
conventos "parecen ser puramente simbóli-
cos", en tanto que decorativos. 38 Abelardo Ca-
rrillo y Gariel (1974), en un texto encabezado
por el sugestivo título Defensa militar y fanta-
sía, recapitula los argumentos de McAndrew y
concluye que creer en la operatividad defensi-
va de las construcciones conventuales "no pasa
de ser un sueño infantil que transforma en
castillos a conventos", aun en la frontera
chichimeca. 39
El arquitecto Carlos Chanfón Olmos co-
menzó a interesarse por la finalidad de los carac-
teres militares de los conventos novo hispanos en
1976, ubicándose ya en la línea que venimos tra-
tando. Desde entonces, volvió a ocuparse del
tema, parcial o globalmente, en varias ocasiones.
34
Baird: The Churches. pp.83-84. Las citas litera-
les de Kubler y McGregor, en pp.23 y 82 respectiva-
mente.
35
Martínez Marín: Tetela. p.SS.
3
"Zawisza: "Tradición monástica". p.121.
37
Piña Dreinhofer: "La arquitectura". p.80. Análo-
ga apreciación, en Artigas: Capillas. p. 76.
38
Estrada de Gerlero: Bestiario. p.16.
39
Carrillo y Gariel: "Defensa". p.18.
Estos textos plantean un problema adicional,
consistente en que su difusión no se ha reali-
zado por los cauces habituales: los más sustan-
ciosos no han conocido una edición canónica
y han circulado casi a título personal; si nos
hacemos eco de ellos es porque, con esas ca-
racterísticas, han sido citados por otros inves-
tigadores posteriores. Una síntesis (ortodoxa
en términos editoriales) de los mismos apare-
ció en 1992, con motivo del homenaje rendi-
do a Manuel Toussaint, y otra más en 1994. 40
Tras reivindicar la originalidad de Revilla so-
bre Baxter, pasa a recapitular lo expuesto por
Kubler, McGregor y McAndrew, incidiendo am-
pliamente en el desfase táctico de las estrate-
gias defensivas conventuales, para concluir
"que hoy día, tras varios años de discusión,
no quedan argumentos válidos en pro de la
interpretación militar". 41 Como McAndrew,
cree firmemente en los antecedentes prehispá-
nicos de los conventos fortificados, pero des-
echa la finalidad coercitiva apuntada por éste
y por McGregorY
Posterior a 1982 (año de la más recien-
te obra reseñada en su bibliografía) es la
monografía, eminentemente gráfica que el ar-
quitecto Guillermo Rosell de la Lama dedicó
a los conventos del Estado de Hidalgo, carente
de fecha de edición; los comentarios a pie de
lámina siguen la valoración ornamental y fun-
cional de Kubler, McGregor y McAndrew. 43
Elizabeth Wilder Weismann ( 1985) desarrolla la
modalidad argumental abierta por McGregor:
los muros almenados son "ornamentos me-
dievalizantes" cuya finalidad es la de propor-
cionar una protección psicológica (no real),
en el caso de la iglesia, y una sensación de
privacidad por lo que respecta al atrio; como
de costumbre, los beneficiarios de ese alivio
psicológico son los españoles. 44 Iliana Godoy
Patiño ( 1985) realiza una réplica de los ''inva-
riantes castizos" definidos por Fernando
Chueca Goitia para la arquitectura española,
40
Vid. Bibliografía.
41
Chanfón Olmos: "Conventos". p.SS.
42Id. pp.66-73.
43 Rosell de la Lama: Conventos. p.33, 53 y 224.
44Wilder Weismann: El arte. p.81.
20
pero en versión mexicana; entre los elementos
coloniales arraigados en la tradición prehis-
pánica, figuran el atrio, las capillas abiertas y
los merlones (decorativos) de los primeros
conventos. 45
El español Emilio Gómez Piñol (1986), en
dos textos aparecidos simultáneamente, cree
que los motivos defensivos fueron tales en los
conventos más tempranos, pero que, después,
se perpetuaron como recurso decorativo ten-
dente a "evocar una imagen habitual en igle-
sias y ciudades de la patria lejana". 46 María
Concepción Amerlink (1987) descarta cual-
quier tipo de utilidad defensiva en la arquitec-
tura civil y religiosa del siglo XVI novohispano;
en el caso de los conventos, apuesta por el ca-
rácter exclusivamente decorativo, alegando los
ya conocidos argumentos del desfase y la inope-
rancia tácticos. 47 Al español Rafael Cómez
(1988), por último, le incomoda la "acepción
mítica y anacrónica" de "convento fortaleza",
por considerar ficticia cualquier utilidad en tal
sentido, y prefiere hablar de "monasterios
almenados", a causa del tipo de decoración, los
merlones, que juzga extraídos de estampas
serlianas; 48 tales edificios serían el fruto de una
"alucinación colectiva" y de "un mito creado
por la imaginativa mente de los frailes" como
símbolo del poder espiritual. 49
Varios son los inconvenientes con que
tropieza esta tesis a lo largo de su formulación.
El primero consiste en mantener la validez de-
fensiva en unos conventos y no en otros. Morfo-
lógicamente, los conventos de la frontera
chichimeca son idénticos a todos los demás
fortificados, de manera que los rasgos milita-
res de unos no pudieron ser más reales que los
de los otros. Por otra parte, no es cierto que
existan conventos de primera y segunda gene-
ración. Ciertamente, el grupo de los conven-
tos franciscanos del valle de Puebla e;más
temprano, fechándose el inicio de sus obras de-
45
Godoy Patiño: "Códigos". pp.52-53.
46
Gómez Piño!: "La arquitectura". p. 7 S; Id.: "Arte".
pp.317-318.
47
Amerlink: Arte virreinal. pp.10 y 12.
48
Cómez: Arquitectura. p.106 y 111-113.
49
/d. pp.117-119.
finitivas en la década de 1540, pero todos los
demás salieron de cimientos durante la déca-
da siguiente: todos, en conjunto, pertenecen
a un periodo temporal perfectamente delimi-
tado y dominado por las mismas circunstan-
cias históricas, sin cesuras. La morfología
fortificada de los conventos novohispanos del
siglo XVI es la misma en todos los casos, sin
cabida para distingos espaciales y temporales.
Su efectividad debe ser aceptada o rechaza-
da en bloque.
Quienes optan por lo último, es decir,
por rechazar la operatividad táctica de todos
los conventos, lo hacen apelando al desfase de
los elementos fortificados. Olvidan, no obstan-
te, tres cosas. La primera, que los merlones y
los caminos de ronda, aunque pertenecientes
al léxico medieval, eran los únicos vocablos
disponibles entonces en el terreno de la arqui-
tectura militar. Las técnicas modernas de
fortificación, a la manera italiana, eran desco-
nocidas en España cuando fueron concebidos
los conventos fortificados. A América sólo lle-
garon a finales del siglo XVI, y lo hicieron en la
línea costera exclusivamente, cuando Felipe 11
contrató los servicios de ingenieros militares
italianos para fortificar los puertos y hacer
frente a la piratería europea. La segunda, que
se trata de edificos concebidos no por ingenie-
ros militares, ni siquiera por maestros arqui-
tectos en la mayoría de los casos, sino por los
propios frailes, forzados por las circunstancias
a oficiar como constructores más o menos ca-
pacitados. Y la tercera, que no estamos hablan-
do de fortalezas sino de conventos que, sólo en
segunda instancia, podrían ser calificados
como fortalezas.
Los argumentos destinados a desmontar
la tesis defensiva carecen del suficiente rigor,
pero eso no implica que la valoración ornamen-
tal y mecánica no tenga validez. Se trata de una
apreciación digna de ser considerada, pero sólo
con la condición de ubicarla dentro de un or-
denjerarquizado de prioridades. Desde nuestro
punto de vista, los conventos fortificados fue-
ron pensados para la defensa, en primer lugar,
y fueron atendidas las calidades ornamentales
y mecánicas de los elementos defensivos, en
segundo.
21
La quimera iconológica
Planteamientos como los de McAndrew y Mc-
Gregor dejaban la puerta abierta para traspa-
sar el umbral de la interpretación ornamental
y adentrarse en las procelosas aguas de las
especulaciones iconológicas. El primero en
proyectar lecturas tales sobre los conventos
novohispanos del siglo XVI fue el español San-
tiago Sebastián, como extensión de la línea que
venía desarrollando en la Península. Su aproxi-
mación comenzó siendo puntual: primero, refe-
rida a la portada lateral del convento franciscano
de Huejotzingo (1973); después, limitada a una
parte concreta de los conventos como es el
claustro (1977). Estos dos estudios los resumió
y reunió bajo un mismo epígrafe en 1985,
enmarcándolos dentro de una visión general del
arte novohispano de ese periodo, y aun los re-
cicló en 1992 y en 1995, en sendas obras dedi-
cadas a iconografía de la Nueva España. 50 En
pocas palabras, llega a la conclusión de que el
convento poblano es la materialización de la
Jerusalén Celeste exigida por el sentido milena-
rista de la mentalidad franciscana, a pesar de
que, como él mismo reconoce, las implicacio-
nes salomónicas de los conventos no se intuyen
en los cronistas más sospechosamente milena-
ristas. 51 Respecto al claustro, en abstracto,
extrapola las connotaciones cósmicas del espa-
cio medieval, pero sólo a la Nueva España del
siglo xv1. 52
La metodología de Santiago Sebastián
encontró amplia resonancia en la historiografía
mexicana. Ana Luisa Sohn Raeber (1984) la
aplicó al convento agustino de Atotonilco el
Grande, cuya iglesia fortificada pasa a conver-
tirse en "castillo de Dios" y de su milicia espi-
ritual, dentro de un conjunto conventual que es
la materialización de la Jerusalén Celeste. 53
Elena Isabel Estrada de Gerlero (1986) leyó
como atributos de la "fortaleza espiritual de
50
Vid. Bibliografía.
51
Sebastián López: "El arte". p.ll7; Sebastián Ló-
pez, Monterrosa, Terán: Iconografía del arte. pp.88-
89.
52
Sebastián López: "El arte". p.l34.
53
Sohn Raeber: El convento. p.ll7.
la iglesia militante" y de la Jerusalén Celeste54
los elementos que, años antes, había juzgado
como asépticamente decorativos.
Margarita Martínez del Sobral y Campa
(1988) se acercó a las connotaciones simbóli-
cas de los conventos novohispanos desde otro
ángulo: no le interesaron los alzados sino las
plantas. Su objetivo fue identificar la presencia
del Número de Oro en las planimetrías de los
conventos franciscanos del Estado de Puebla
del siglo XVI, algo también presente en el urba-
nismo prehispánico. Por ello, llegó a la conclu-
sión de que existió una estrecha comunicación
entre los arquitectos conventuales y sus cole-
gas indios, es decir, que la geometría de la traza
conventual es deudora de la geometría meso-
americana. 55 El único eco de esta línea de in-
vestigación que conocemos procede de su
colega Jaime Ortiz Lajous (1992), quien cons-
tata positivamente la presencia de la misma
sección aúrea en las misiones franciscanas de
Jalpan, Landa y Tancoyol, tres de las fundadas
por fray Junípero Serra en la Sierra Gorda de
Querétaro en la segunda mitad del siglo xvm. 56
Gustavo Curiel Méndez (1988) nos de-
vuelve a los términos habituales de esta teoría,
al interpretar la capilla abierta del convento de
Tlalmanalco como una recreación simbólica de
la Jerusalén Celeste. 57 El arquitecto Pedro Ra-
mírez Vázquez (1992) considera el valor sim-
bólico de los conventos fortificados en tanto que
contrarresto de la riqueza simbólica de la arqui-
tectura indígena anterior a la conquista; en la
versión cristiana, eso se traduciría en las imá-
genes de la Jerusalén Celeste y de la fortaleza
espiritual de la iglesia militante, explicitadas por
la grandeza de unos conjuntos arquitectónicos
almenados y elevados sobre plataformas, me-
dios y fines análogos a los de las realizaciones
prehispánicas. 58 Ese mismo año apareció la obra
que recapitula y culmina esta línea interpre-
tativa, a manos de Miguel Ángel Fernández
54
Estrada de Gerlero: "Sentido". pp.637-638.
55
Martínez del Sobra) y Campa: Los conventos.
p.12.
56
0rtiz Lajous: Querétaro. pp.64-65.
57 Curiel Méndez: Tlalmanalco. p.142.
58 Ramírez Vázquez: Tiempos. pp.17-18.
22
(1992): los que él llama "templos encastillados"
fueron el símbolo del poder y de la protección
(para los españoles) ejercidos por la iglesia mi-
litante y de la Jerusalén Celeste en tanto que
ciudad fortificada. 59 Por último, de la creciente
aceptación que le cabe a esta teoría es buen
ejemplo un texto divulgativo rubricado recien-
temente (1994) por Iván San Martín, quien ve
los conventos fortificados como exponentes de
una defensa "simbólica", al servicio de la fe,
dentro de un contexto feudal. 60
Esta tercera y última teoría es el fruto
de un encomiable esfuerzo intelectual por par-
te de los historiadores. Sin embargo, el ejerci-
cio de erudición que supone acudir a fuentes
medievales para componer una construcción
mental corre el peligro de tlotar en el vacío. Esto
es así desde el momento en que lo que faltan son
pruebas tangibles y documentales que demues-
tren que los creadores de los conventos consul-
taron esas mismas fuentes y que, por tanto,
participaron de la construcción mental deriva-
das de ellas. Es muy probable que tales prue-
bas nunca afloren materialmente, pero ello no
legitima que el historiador las dé por supuestas.
Los frailes que llegaron a la Nueva Espa-
ña no eran ni más ni menos medievales que los
que permanecieron en la Península; participaban
de la misma cultura y, por tanto, los conventos
españoles del siglo XVI deberían estar igualmen-
te fortificados y cargados de valores simbólicos,
cosas que no ocurren. El feudalismo de la Nueva
España es fruto del énfasis historiográfico, exce-
sivamente romántico, más que de la realidad
histórica. La cultura novo hispana del siglo XVI, lo
mismo que la europea del siglo xv, fue plenamen-
te moderna, y ha de ser vista como un laborato-
rio enfocado hacia el futuro más que como un
museo vuelto hacia el pasado.
Europa había comenzado a enterrar el
pensamiento simbólico (analógico, sintético y
trascendente) de la Sophia perennis o Sabidu-
ría tradicional en el siglo xm, para dar paso a un
tipo de pensamiento radicalmente opuesto,
analítico y humanístico, que es el moderno. Por
otra parte, es preciso tener en cuenta que desde
59
Fernández: La Jerusalén. pp.164-170.
60
San Martín: "¿Feudalismo?". p.44.
finales del siglo XVI la sociedad europea en ge-
neral y la española en particular padecieron un
"salomonismo" acelerado, por emplear una
expresión acuñada por René Taylor, que condu-
ciría a la exaltación de las concomitancias
hierosolimitanas y salomónicas por la cultura
del barroco. 61 A este nuevo contexto remiten las
citas históricas empleadas por los defensores de
la lectura simbólica y, por ello, no deben ser
consideradas retroactivas y aplicadas a la pri-
mera mitad del siglo XVI.
Por último, aunque no cupiera hablar de
simbolismo, siempre quedaría el recurso de
apelar al sentido figurado, menos comprometi-
do en términos significativos, ciertamente. Con
esta advertencia, aún cabría calificar a los con-
ventos fortificados como fortalezas espirituales
de la iglesia militante o como materializaciones
de la Jerusalén Celeste. En tal caso, es preciso
subrayar que la correspondencia analógica en-
tre la idea y la forma ya no es indispensable.
Ambigüedad, indefinición... y una
propuesta alternati'Va
El repaso al tratamiento historiográfico recibi-
do por los conventos fortaleza pone de manifies-
to la excluyente pluralidad de opiniones vertidas
y defendidas al respecto. Todas las modalidades
interpretativas cuentan con defensores actual-
mente, los cuales son detractores, al mismo
tiempo, de las opciones restantes. No puede re-
sultar extraño, pues, que reconocidos investi-
gadores hayan evitado pronunciarse sobre este
particular cuando se han acercado a los conven-
tos novohispanos del siglo XVI. El silencio de
unos, de hecho, es indicativo de lo delicado de
la cuestión, tanto como la ambigüedad manifes-
tada en otros.
Entre los autores que se acercaron a los
conventos fortificados de la Nueva España y
61
El proceso lo inicia Benito Arias Montano (1572),
cuya recreación del Templo de Salomón provoca la
reacción de los jesuitas Prado y Villalpando (1596-
1604). Pablo de Céspedes, fray Juan Ricci o el pro-
pio fray Andrés de San Miguel continúan la cadena
en el siglo li.'Vll (Vid. Taylor: "Santa Prisca". pp.28-32).
23
eludieron pronunciarse acerca de su significado
se encuentran los siguientes: Erwin \Valter Palm
(1957, 1966),62 Francisco de la Maza (1959,
1968), 63 Manuel González Galván (1978),64
Leonardo Benevolo (1978) 65 y Antonio Rubial
García (1989). 66 Entre los que sí se han pronun-
ciado pero lo han hecho con ambigüedad, figu-
ran Jorge Bernales Ballesteros (1986, 1987) y
Mario Sartor (1992). 67
De este modo, queda trazado el cuadro
historiográfico creado en torno a los conventos
fortificados de la Nueva España. Visto así, se
evidencia un acusado estancamiento en el es-
tudio y la interpretación de tan singulares tes-
tigos de la incipiente vida novohispana. El
observador, ya sea profeso o profano en la ma-
teria, se ve abocado a elegir una de las tres pro-
puestas disponibles y rechazar las restantes.
Creemos, sin embargo, que ello no es totalmen-
te necesario y que hacerlo equivale a privar par-
cialmente a esos conventos de un significado
que es, además, más amplio y complejo de lo
hasta ahora supuesto.
Recapitulando lo expuesto hasta ahora,
resulta que la tesis defensiva es insostenible en
la segunda parte de su enunciado, la que consi-
dera atacantes a los indios y atacados a los es-
pañoles, y que nunca ha sido criticada. La
primera parte, la que sostiene la operatividad
defensiva de los dispositivos fortificados, se
mantiene en pie, pues las críticas emitidas des-
de la segunda tesis carecen del sufiente funda-
mento. Los postulados de la segunda tesis, la
que atiende a valores primordialmente decora-
tivos y secundariamente mecánicos, no han
sido rebatidos por la tercera. Ésta se limita a
explorar una de las vías abiertas por su prede-
cesora y descubrir presuntas referencias vela-
das tras la calidad ornamental.
62
Palm: "Introducción". p.164;ld.: "TheArt". p.67;
Id.: "Compte rendu". pp.261-268.
63
Maza y Cuadra: La ciudad. pp.43 y 142; Id.: "El
arte". pp.177-178.
64
González Galván: Arte. pp. 77 y 96.
65
Benevolo: The Architecture. T. l. pp.466 y 4 72.
lám.518.
""Rubial García: El convento. p.154.
67
Sartor: Arquitectura. pp.126-130.
 Las numerosas fuentes históricas que
tratan de las circunstancias en que fueron crea-
dos los conventos fortificados de la Nueva Es-
paña y en que vivieron sus creadores hablan con
suficiente claridad acerca de la finalidad de ta-
les estructuras. No es una finalidad única, sino
múltiple y compleja, porque complejas fueron
las relaciones tejidas alrededor del universo
evangelizador del que son testigos pétreos. Esa
finalidad múltiple o polifuncionalidad es, ade-
más, jerárquica, pues cada una de las funciones
satisfechas por la fortificación conventual está
marcada por un grado de prioridad que impo-
nen las circunstancias históricas.
A nuestro juicio, la finalidad primordial de
los conventos fortificados habría sido la de de-
fender a los propios frailes y a los indios de la
animadversión manifestada por el resto de la
población española hacia el proyecto mendicante
de evangelización. Debieron defenderse, en un
primer momento, del encono de la población
española civil (conquistadores y colonos). Y, so-
bre todo, debieron defenderse frente a la hostil
rivalidad del clero secular. Si lo primero puso a
los mendicantes (faltos aún de consenso) en
guardia acerca de los peligros que los acechaban,
lo segundo los unió indisolublemente en un fren-
te común. Las dos pugnas denunciadas por los
24
documentos históricos encuentran ratificación
en los documentos arquitectónicos. Los prime-
ros conventos fortificados fueron comenzados en
la década de 1540, inmediatamente después de
los más violentos enfrentamientos con las auto-
ridades civiles. Los restantes nacieron en la dé-
cada siguiente, al tiempo que el conflicto con el
clero secular alcanzaba su mayor virulencia.
A esa finalidad defensiva (nunca ofen-
siva) cabría sumarle, seguidamente, un valor
decorativo y, sobre todo, práctico (manteni-
miento, equilibrio mecánico). Se trata de un
punto que cuadra perfectamente con la aus-
teridad de los mendicantes y con la economía
polifuncional de sus construcciones conven-
tuales. Respecto a valores representativos sus-
ceptibles de ser añadidos, los más verosímiles
nos parecen los coercitivos, pues, al fin y al
cabo, la advertencia o la amenaza (dirigida a
los españoles) constituyen una forma preven-
tiva de defensa. Si caben o no acepciones sim-
bólicas es algo prácticamente imposible de
probar documental y positivamente. De lo que
no nos cabe duda es de que ese tipo de signi-
ficado, si se toma en consideración, nunca ha-
bría existido por sí mismo, sin la existencia
previa de condicionamientos más terrenos
para justificar la morfología fortificada.
 ACTORES DEL DRAMA NOVOHISPANO
ntes de abordar el estudio de los
conventos fortificados, es tarea in-
excusable definir el papel desempeñado por
cada uno de los sectores sociales en la Nueva
España del siglo XVI. Sólo así, precisando los in-
tereses particulares de cada uno de ellos, será
posible contextualizar correctamente unos mo-
numentos que tanta y tan variada atención han
merecido por parte de la historiografía. El cle-
ro regular será tratado de forma separada, en un
epígrafe particular, por su evidente papel pro-
tagonista y por su extraordinariamente comple-
ja personalidad, en buena medida condicionada
por el desenvolvimiento de cada uno de los res-
tantes grupos en el escenario novohispano.
Por lo pronto, bastará identificar la exis-
tencia de dos binomios antagónicos: uno es el
formado por el clero regular y los naturales; otro,
por el clero secular y los civiles españoles. La
historia los conjugó en una ecuación irresoluble,
a no ser mediante la sumisión de uno de los tér-
minos, que fue lo que ocurrió finalmente. En
cualesquiera de los casos, las observaciones re-
vestirán una índole puramente histórica, pero ha
de entenderse que todas y cada una de ellas se-
rán las que contribuyan a explicar la génesis y la
función de los conventos fortificados.
La población indígena
Los naturales apenas hablan en las fuentes, pero
las fuentes sí hablan de los naturales, y mucho.
Su prosopografía, pues, se define a través de ter-
ceras personas, y lo hace con términos opues-
tos, positivos y negativos, según procedan las
observaciones de los frailes o de la población
civil española. No obstante el carácter tan con-
trastado de esta imagen, no resulta en absoluto
difícil apreciar cuál de las dos visiones es la más
ajustada a la realidad.
25
... el talento y capacidad de los indios, comúnmen-
te, es como de mozuelos de hasta diez o doce años
[. ..]. Son mansos, domésticos y pacificas [. .. ], y
entre sí apenas saben reñir, si no es cuando es-
tán tomados del 'Vino, que comúnmente los 'Vuel-
'Vejuriosos [. ..]. Son liberales de lo poco que tienen
y nada codiciosos [. .. j.I
Ánimas tan tiernas y blandas como la cera
blanda, para imprimir en ellas el sello de cual-
quier doctrina, católica o errónea, y qualesquier
costumbres, buenas o malas, que les enseñaren.
Y gente sin defensa ni resistencia alguna para
ampararse de cuantas opresiones y 'Vejaciones
que hombres atre'Vidos y malos cristianos les
quisieren hacer. .. 2
Estas palabras de fray Jerónimo de Men-
dieta, compartidas por la totalidad de los men-
dicantes salvo muy raras excepciones, contienen
la clave explicativa de todos los procesos desa-
rrollados en la Nueva España, por la sencilla
razón de que los indios fueron el móvil de to-
dos ellos. La totalidad de los grupos sociales
llegados del Viejo Continente tenían su mirada
puesta sobre la población autóctona, proyectan-
do sobre ella unos intereses particulares de muy
variada índole. En teoría, la conquista se justi-
ficaba desde el punto de vista religioso, como
una conquista evangelizadora,3 de manera que
el papel principal debía corresponder al clero
regular, a los frailes mendicantes. En la prácti-
1
Memorial redactado por Fray Jerónimo Mendieta
en 1587 para defender a los naturales (García Icaz-
balceta: Nueva colección. T.n. Doc.LXII. pp.S-11).
2
Mendieta: Historia. Lib.I. Cap.v. p.27.
3
Carta remitida por Fray Bartolomé de las Casas,
siendo Obispo de Chiapas, y por Fray Antonio de
Valdivieso, Obispo de Nicaragua, al Príncipe Felipe en
1545: " ...considere Vuestra Alteza que los reyes de
Castilla tienen estas tierras conc;edidas por la San-
ta Sede Apostólica para fundar en ellas nueva Igle-
sia y la Religión Christiana ... " (Cartas. ｾＱＮ＠ p;17).
ca, inmediatamente, se revelaron otras intencio-
nes más oscuras, que valoraban al indio como
fuerza de trabajo y fuente de tributo: éste fue el
punto de vista de la poblacion civil europea (es-
pañola fundamentalmente) y del clero secular.
Los frailes tuvieron que hacer frente, pues, a
estos dos últimos grupos, no sólo para mante-
ner su preponderancia, sino para evitar la pési-
ma int1uencia de aquéllos sobre los indios. Ellos
también se valieron de la fuerza de trabajo in-
dia, pero no como fin en sí misma.
Fray Martín de Valencia, primer provin-
cial de los franciscos novohispanos, reclamaba
la ayuda del emperador, en 1532, para " ... defen-
der estas ovejas de los lobos ... " ,4 metáfora equi-
valente a defender a los naturales de los propios
administradores reales y, más en general, de la
masa poblacional hispana. Se trata de una ter-
minología tan gráfica como extendida en este
contexto: fray Bartolomé de las Casas, por ejem-
plo, alude frecuentemente a los ataques de lo-
bos, tigres y leones contra el rebaño pacifico
indiano en su Brevísima relación (1552).
Los frailes, en efecto, retrataban a los in-
dios con los rasgos más nobles, que eran los con-
trarios respecto de los que asignaban a los
españoles civiles y a los clérigos seculares; el mal
ejemplo de éstos sobre aquéllos era un peligro
que había que conjurar por todos los medios. Los
civiles, por el contrario, los pintaban con las
peores tintas: seres irracionales y belicosos, hos-
tiles a la presencia española en América. Por
retomar el lenguaje metafórico cercano, vale la
pena citar aquella carta remitida por Jerónimo
López al emperador en 1545, poniéndole al co-
rriente de la malevolencia de los indios y de sus
aliados los mendicantes, pues " ...Vuestra Ma-
gestad lo debe de mirar bien y no creer que son
ovejas, como los frailes dicen, sino que son leo-
nes muy fieros ... " 5 El poeta Juan de la Cueva,
hacia 157 4-1577, no tenía reparo en afirmar que
" ...la gente natural, sí, es desabrida/ (digo los
indios) de no buen trato ... "6 Son sólo dos mues-
tras de una manera de pensar dominante entre
los españoles no mendicantes. Los argumentos
ｾ｣｡ｲｴｳＮ＠ T.I. p.57.
5
Paso y Troncoso: Epistolario. T. N. Doc.236. p.178.
"Poetas novohispanos. p.IS.
26
que pretendían la irracionalidad de los indios
fueron enterrados definitivamente en 1537, por
la bula Sublimis Deus; 7 los que justificaban su
belicosidad tuvieron una vida mucho más larga.
¿Cuál de las dos versiones, la del indio
pacífico o la del indio agresivo, es la más ajus-
tada a la realidad? La respuesta pasa por con-
templar, previa y esquemáticamente, el debate
suscitado a propósito de la guerra justa contra
los indios, partiendo de la premisa de que el fin
es convertirlos al cristanismo. 8 La cuestión se
resume en dos líneas argumentales, fundamen-
tadas en sendas autoridades del siglo XIII.
La primera, basada en la teoría del Os-
tiense, da primacía al derecho divino sobre el
natural, legitimando los métodos violentos sin
condición; fue la defendida por los españoles
civiles y por algunos religiosos seculares, como
Vasco de Quiroga. La segunda, tomista (y aristo-
télica en última instancia), antepone el derecho
natural al divino, por lo que la violencia sólo se
justificaría, como mucho, en caso de resisten-
cia a la conversión; es el punto de vista defen-
dido por los frailes, convencidos del talante
pacífico del indio.
Sin embargo, cabía la posibilidad de hos-
tigar a los indios para propiciar su levantamien-
to y justificar, así, la guerra contra ellos sin
prejuicio ninguno: tal fue la estrategia empleada
por los españoles civiles. El licenciado Salmerón,
oidor de la segunda Audiencia, felicitaba al em-
perador, en 1531, por la provisión real que pro-
hibía hacer esclavos de guerra y añadía que
" ... tengo por cierto que avrá menos levanta-
mientos en la tierra, porque, sabiendo que no a
de aver esclavos, no buscarán (los españoles)
a los yndios ocasiones para hazerlos levan-
tar. .. " 9 No obstante, el ya conocido ex con-
quistador Jerónimo López, en su carta de 1545
al rey, expresaba su indignación ante la ostenta-
ción de las libertades adquiridas por los indios
tras la promulgación de las Leyes Nuevas y to-
davía afirmaba que, por ese motivo, viéndolos
7
El seguimiento del debate, en Cuevas: Historia. T.I.
pp.226-235.
8
Vid. Zavala: "Defensa". pp.l3-74; Acuña: "Estu-
dio". pp.l9-75.
9
Paso y Troncoso: Epistolario. T.XVI. Doc.n-96. p.l8.
vivir a la usanza española, la expresión que es-
taba en boca de todos los españoles era: " .. .'plu-
giese a Dios que se alzasen e acabaríamos ya
estas pendencias'..." 10
En junta celebrada en México en 1525,
los representantes del gobierno novohispano so-
licitaban se les diese indios en encomienda,
entre otras cosas, " ... porque es gente tan beli-
cosa y bulliciosa que, si no son señalados de
muchos españoles, hay tantos principales y
señores entre ellos que cada día procurarían
su libertad ... " 11 Difundir la imagen agresiva del
indio propiciaba las libertades de los españoles
y justificaba todos sus excesos. La estrategia re-
sultaba tan efectiva que hasta un oidor de la
segunda Audiencia, de suyo ponderada, propo-
nía al emperador, en 1532, repartir cierto nú-
mero de españoles en los pueblos de indios, " ...y
con esta cantidad estará segura [la tierra] de
todo levantamiento que los naturales procu-
ren ... ";12la medida, visto el trasfondo real de la
situación, no podía por menos que alimentar el
fuego, y permite comprender mejor por qué el
gran interés de los frailes en evitar el acceso de
los españoles a los pueblos de indios.
Pero es que, además, al propiciar las su-
blevaciones de los indios (mejor si ocasionaban
la muerte de algún religioso), los españoles es-
taban desacreditando la actividad y cuestionan-
do la presencia de los mendicantes, que eran los
principales abogados de los naturales y, en la
misma medida, obstáculos para los fines de los
españoles. Qué opinión, si no, produciría en el
rey una nueva carta remitida por Jerónimo
López en 154 7, según la cual, " ...ellos [los frai-
les] dicen que para ello [pacificar a los indios]
no ha menester armas sino la melodía de su
lengua; Vuestra Magestad crea que estaban
necios y están tan soberbios con las persuasio-
nes e sermones de estos frailes necios ... "13
Todos los rumores de alzamiento de los
indios fueron propagados desde el bando espa-
ñol civil, llegando al extremo de perder la noción
10
Paso y Troncoso: Epistolario. T.IV. Doc.236.
p.161.
11
/d. T.1. Doc.65. p.81.
12
García Icazbalceta: Colección. T.H. p.159.
13
Paso y Troncoso: Epistolario. T.v. Doc.256. p.21.
27
acerca de si se atacaba a los indios para provo-
car los alzamientos o para sofocarlos: tal fue el
círculo vicioso generado por la dinámica. De re-
sultas, la propia autoridad civil, incluidos unos
monarcas que nunca conocieron el suelo ameri-
cano más que a través de juicios completamen-
te contradictorios, era víctima de la confusión.
Sólo los frailes tenían las cosas absolutamente
claras:
...Que indios [habiéndose ofrecido de paz y re-
cibido la fe] hayan muerto a los ministros, des-
truido los monasterios que tenían .fundados, ni
que hayan despedazado y 'Oituperado las imá-
genes de Cristo Nuestro Redentor o de sus San-
tos, hasta agora, de ningunos ha 'Oenido a mi
noticia, sino de solos estos de Cumaná y Mara-
capana. Y, de lo que éstos hicieron, no me ma-
ra'Dillo, sino cómo no ha acontecido lo mismo en
otras partes de las Indias según las malas obras
y peor tratamiento que siempre los nue'Oamen-
te con'Dertidos han recibido de nuestros cristia-
nos 'Diejos .. Y
El franciscano Mendieta se refiere a cier-
tos experimentos evangelizadores ensayados en
el Caribe en torno a 1519, de los que nos ocu-
paremos después, frustrados por la intromisión
agresiva de los españoles. Para él, como para el
resto de sus correligionarios, los naturales es-
tán absolutamente exculpados de cualquier
atentado que hayan podido cometer contra
ellos, pues siempre estuvo precedido por una
extorsión de parte de los españoles. Los ejem-
plos se podrían multiplicar, pero puede resultar
más ilustrativo, en estos momentos, comprobar
cómo este parecer se fue extendiendo entre la
propia población civil española.
En 154 7, un grupo de indios del Valle de
Oaxaca se sublevó contra los españoles, que-
riéndoles expulsar después de haber quemado
la iglesia de Niaguatlán. 15 Fue entonces cuando
los vecinos de Nueva Antequera se dirigieron al
virrey, tal y como recuerda la Instrucción de-
jada por Antonio de Mendoza hacia 1550: " ...los
de la ciudad de Oaxaca me habían pedido les
hiciese una fortaleza donde pudiesen recoger
Mendieta: Historia. p.49.
14
15
Paso y Troncoso: Epistolario. T.v. Doc.261. p.40.
sus hijos y mujeres, y a mí me parece que hay
poca necesidad de ella y que bastará que el
cementerio de la iglesia se cerque y se le ha-
gan sus traveses, y esto es necesario y la for-
taleza será superflua ... "; claro que él mismo,
unas líneas antes, había advertido al destinata-
rio cómo los españoles se habían metido a vivir
en casas y tierras de los indios y cómo, por eso,
" ... la gente de los zapo tecas y mixes y chontales
no están asentados, como por los levantamien-
tos de estos años se ha visto, y, sí los aprietan,
podria ser, y aún no lo dudo, que revolviesen
la tierra y, si todos se juntasen, seria muy gran-
de daño el que podrían hacer ... "16
La actitud del virrey Mendoza alcanza
unas cotas de objetividad desconocidas hasta
entonces fuera del ámbito eclesiástico regular,
por lo que merece ser analizada con deteni-
miento. En primer lugar, cree en la calidad pa-
cífica de los indios, tanto como en la agresividad
apriorística de los españoles, capaz de alterar a
los primeros; sólo con ese matiz le parece dig-
na de atención la amenaza, consideración muy
diferente de la mantenida por la historiografía
tradicional por cuanto que la raíz del peligro son
los españoles y no los indios. En segundo lugar,
llegados a ese extremo, el fortalecimiento del
atrio de la iglesia bastará para proteger a la po-
blación, pero no se pierda de vista que se está
refiriendo a un caso atípico, pues, paradójica-
mente, se trata de una ciudad de españoles, y
español iba a ser el contingente refugiado. Se
puede comprender ahora, en toda su extensión,
una cita muy conocida:
.. .En tiempo del Virrei don Antonio de Mendor;a,
aviéndole mandado el Reí que hiciese muchos
presidios y torres en pueblos que conviniesen,
para maior seguro de estos, y no curando de
hacerlos y poniendo en ellos conventos y monas-
terios de religiosos para que administrasen las
cosas de la fe, le fue esto puesto por cargo, al cual
respondió que las torres con soldados eran cue-
vas de ladrones, y los conventos con frailes eran
muros y castillos con que estaba defendida toda
la tierra, porque, con su exemplo y santa con-
versión y amonestaciones, tenian vencido el
ánimo de los indios y nadie se inquietaba ni
16
/nstrucciones. T.I. pp.llS-116.
28
alborotaba, y que más valían conventos de reli-
giosos quefortaler;as de soldados en los pueblos,
y que estos conventos que había mandado edi-
ficar eran los muros más seguros con que avía
servido fielmente a su reiy señor .. Y
Torquemada volvió a valerse de este
ejemplo para probar uno de los puntos que com-
ponen su relación de los servicios prestados a
la corona por las tres órdenes, manuscrito re-
dactado en 1621, en el que sostiene " ...que los
monasterios de los religiosos son los presidios
que mejor defienden los lugares peligrosos
entre estos indios que los que pudieran ser de
soldados ... " 18 El franciscano coincide plena-
mente con el virrey en que los presidios con
soldados son cuevas de ladrones, es decir, bas-
tiones para reforzar los turbios manejos de los
españoles. Ya hacían bastante daño sin ese auxi-
lio, incomodando a-los naturales y justificando,
de paso, la morfología fortificada de los conven-
tos. Pero, además, ¿no podrían responder esos
robustos conventos a la necesidad de defenderse
de hostigamientos directos de los españoles
contra los frailes y sus pupilos en los pueblos
de indios? Desde luego, ésta era una justifica-
ción de exposición más peligrosa, pues equiva-
lía a reconocer una más o menos latente guerra
intestina y, también, más dificil de "vender"
ante la corona. Al fin y al cabo, las ordenanzas
sobre el descubrimiento y nueva población,
auspiciadas por. Felipe 11 en 1575, seguían an-
cladas en la visión simplista del problema y, por
lo mismo, viendo al indio como un elemento
hostil para los españoles en primera instancia. 19
La realidad del problema planteado por
el enfrentamiento cultural, tal y como la enten-
dieron los frailes, apenas caló entre los repre-
sentantes del poder civil y, cuando lo hizo, fue
a título personal (virrey Mendoza) y tardío. Esto
último es lo que cuadra con la reflexión cónte-
nida en la Relación dejada por el virrey marqués
de Villamanrique (1585-1590) a su sucesor:
17
Torquemada: Monarquía. Lib.v. Cap. IX. p. 60S.
18
García Icazbalceta: Nueva Colección. T.n. Doc.
XCIX. p.191.
19
Recopilación. T.n. Lib.Iv. Tít.vn. Leyes XVI y xxv.
ff.92 y 93 V
0
•
 ...La cosa que más cuidado daba en esta tierra
era la guerra contra chichimecas, y, aunque
desde que vine a ella, entendí la causaban los
españoles que andaban en ella por las fuerzas,
'Violencias y malos tratamientos que hacían a los
indios, domésticos y mansos, so color que eran
de guerra, tuve tantos pareceres en contrario
que me obligaron a no guardar el mío, y así se
fue siguiendo esta guerra por la orden de mis
predecesores[... ], hasta que la experiencia pro-
pia me fue mostrando que hacían la guerra los
propios soldados, que estaban sin sueldo, que
eran los que irritaban y levantaban a estos in-
dios [... ];yo mandé despedir toda la gente de
guerra y que no hubiese en este reino ni aquel
un solo soldado, con lo cual va la tierra engro-
sándose y creciendo el comercio... 20
He aquí a qué se reduce la tantas veces
y por tantos lados subrayada ferocidad de los
chichimecas. No le faltaban motivos al mar-
qués para mostrarse orgulloso de sus logros:
había conseguido desenmascarar un tópico que
se remontaba nada menos que a 1530, cuan-
do el nefando Nuño de Guzmán entró, por el
Valle de Coina, a la tierra de estas singulares
tribus. El método fue tan sencillo como despe-
dir a los contingentes armados españoles y pro-
porcionar vestido y alimento a los indios, con
la sola ayuda de un religioso que los iba adoctri-
nando; se trató, con gran probabilidad, de la
primera experiencia estrictamente misional
ensayada en Nueva España. En vano recomen-
dó a su sucesor que vigilara no molestasen los
soldados despedidos a los indios así pacifica-
dos, pues no tardó en regresar el sistema de
presidios.
Los religiosos se habían topado con la raíz
del problema chichimeco mucho tiempo atrás.
En 1554, cuando fray Francisco Lorenzo y otro
hermano franciscano estaban evangelizando en
suelo de Nueva Galicia, se encontraron con un
grupo de mecos que querían matarlos; una vez
hechas las paces, " ... les dijeron que se holga-
rían que los religiosos estuviesen con ellos y los
visitasen, mas que no querían que los españo-
les entrasen, y que la causa por que los habían
querido matar era porque recelaban que lue-
20
/nstrucciones. T.I. pp.233-234.
29
go habían de venir tras ellos los españoles ... " 2 1
Sin embargo, fray Antonio Tello (1653), que es
quien transmite esta noticia, no la valora como
corresponde. Él escribe cuando los presidios ha-
bían sido reincorporados a la estrategia evange-
lizadora sobre los chichimecas, es decir, adopta
el punto de vista imperante con posterioridad
a la puntual intervención del marqués de Villa-
manrique. Por eso subraya que, al fundar el con-
vento de Acaponeta (1580), " ...se puso presidio
de soldados en aquel pueblo, por ser tierra de
chichimecos ... "; durante un ataque producido
en 1617, los religiosos y vecinos del pueblo se
refugiaron en el presidio, en tanto que el con-
vento fue incendiado. 22 Para el cronista, los in-
dios han vuelto a ser los malos absolutos del
episodio histórico, según la versión que siem-
pre había imperado entre la práctica totalidad
de los españoles civiles y que ahora, demasia-
do lejana aquella primera y gran campaña
evangelizadora, había calado entre las nuevas
generaciones de religiosos, más convencionales,
si se quiere, que las del siglo XVI.
Este tipo de advertencias es el que, a nues-
tro juicio, hay que tener presente a la hora de
consultar las crónicas franciscanas y agustinas
de los siglos XVII y XVIII que aluden a la conver-
sión de los indios chichimecas durante el siglo
XVI. Lo contrario equivaldrá a seguir alimentan-
do un viejo tópico malintencionadamente crea-
do en torno a estos indios en particular, que no
es otra cosa que el extremo de un modo de pen-
sar extendido a toda la población autóctona de
la Nueva España.
El mismo Tello nos informa que el con-
vento de Etzatlán (1535) " ... se hizo para forta-
leza [ ... ] por causa de que los indios coanos
llegaban hasta cerca de Etzatlán a hacer la
guerra a los Christianos ... " y a costa de la vida
de varios frailes. 23 Fray Pablo Beaumont (1778),
más explícito, dice del mismo edificio que,
" ... después que se conquistó el pueblo y con-
tornos de Etzatlán, se hizo el convento de cal
y canto y piedra labrada en la manera que hoy
subsiste, y era uno de los buenos de la provin-
21 Tello: Crónica. Cap.cLxxv. p.565.
22
/d. Lib.IV. Cap.xxn. p.118.
23
/d. Lib.Iv. Cap.Iv. p.29.
 LA.\liNA l. YURIRL\PÚNDARO (GUANAJU,\TO). VESTA GENERAL DEL CONVENTO.
cía de Jalisco, para que siroiese también de
fortaleza en caso de necesidad, porque los
coanos y demás indios serranos llegaban has-
ta cerca de Etzatlán a ejecutar sus correrías,
con gran peligro de los cristianos [... ], porque,
de Etzatlán adelante, no había convento algu-
no, y el de Etzatlán venía a seroir de fortaleza
para contener las incursiones de los bárbaros
de la costa ... "24 Desafortunadamente, el conjun-
to fue remodelado con posterioridad a la cita del
cronista, y hoy sólo quedan de la obra original
el emplazamiento, al pie mismo de la sierra, y
él claustro, hermano de otros tantos y sin ras-
tro de fortificación.
Entre los agustinos, fray Matías de Esco-
bar (1729), tratando las fundaciones realiza-
das por esa orden en la provincia de Michoacán
en 1550, observa que " ...el no ser el convento
de Guango tan crecido y fuerte como los de
Yuririapúndaro y Cuitzeo, sus vecinos, fue, en
los primeros tiempos, daño para los indios,
pues lesfaltaban lugares fuertes adonde reti-
rarse cuando los chichimecos les daban asal-
24
Beaumont: Crónica. T.n. Lib.n. Cap.v. p.362.
JO
tos, y así, muchos indios perecieron en Guango
a manos de los bárbaros ... " 25 Aquí el tiempo
ha sido más benévolo, conservando práctica-
mente intactos los conventos de Yuririapúndaro
(Guanajuato) y Cuitzeo (Michoacán), de cuya
morfología nos ocuparemos más adelante en
detalle (láminas 1 y 2).
Los españoles civiles
Bajo esta denominación se engloba a toda lapo-
blación civil llegada a Indias, europea en gene-
ral pero española básicamente; conquistadores,
primero, y colonos, después. Al trazar la proso-
pografía de los naturales, también ha quedado
parcialmente definida, por contraste, la deYeste
segundo grupo; las pinceladas dedicadas a los
españoles directamente no hacen sino reafirmar
lo ya esbozado. A este sector se refería Hernán
Cortés cuando reconocía que " .. .la más can-
tidad de la gente española que acá pasa son
de mala manera y suerte, y viciosa de diver-
25
Escobar: Americana Thebaida. p. 706.
 LAMINA 2. CUITZEO (MICIJOr\CAN). FLANCO SURESTE DEL CONVENTO.
sos vicios y pecados ... "; 26 además, eran los
principales agentes de inestabilidad social,
pues, " ...entre los españoles siempre hay al-
guno bollicio y desasosiego ... " 27 Si así opina-
ban unos civiles respecto de otros civiles, qué
no dirían los frailes. A juicio de fray Jerónimo
de Mendieta:
... son tan briosos y altivos y de ánimo tan osa-
do que no hay gente ni cosa en el mundo que de-
lante se les pare, y todo se les hace poco para
sus largos y extendidos deseos, y les parece que,
doquiera que lleguen (mayormente entre infie-
les), pueden entrar como señores absolutos con
sólo el título de españoles y cristianos, puesto
que no guarden ley ni término de cristiandad,
sino que tienen licencia para entrar matando y
robando y aprovechándose de los bienes y per-
sonas de aquellos naturales y de sus hijos y
•
muJeres ... ->B
26
Cit. Cuevas: Historia. T.n. p.22.
27
Carta enviada por la segunda Audiencia a la Em-
peratriz en 1533 (Paso y Troncoso: Epistolario. T.m.
Doc.127. p.23).
28
Mendieta: Historia. p.Sl.
31
Fruto de tan pernicioso carácter fue la
oposición, total y continuada, de los españoles
frente a los mendicantes. Los testimonios al
respecto son abundantísimos, así generales
como particulares, y no estará de más presen-
tar unos cuantos, aun a riesgo de incurrir en
redundancias, para recalcar con ellos el clima
de tensión en el que se gestaron los conventos
fortificados.
El contenido en el memorial redactado
por fray Juan de Torquemada (1621), que
recapitula todos los servicios prestados por la
totalidad de los mendicantes a la Corona, pue-
de ser considerado como el último de los váli-
damente objetivos. Tal objetividad se debe a que
está dictado pocos años después de cerrado el
ciclo evangelizador que alumbró a los conven-
tos fortificados. Se trata de un documento lo
suficientemente lejano como para propiciar una
mirada más fría, distante y globalizadora, y lo
suficientemente cercano como para no perder
el contacto directo con los hechos históricos
enjuiciados: " ... si quisiésemos referir las perse-
cuciones que, desde sus principios, estos minis-
tros evangélicos han tenido por conservar a
 . .-,ndad y libertad, aun-
estas ｾ･ｮｴｳ＠ en su cnsｾＮ＠ . lo
que las quisiese contar por extenso Y de_Clr s
c:zempos y OCw.;,...,·-Ｐ
• ｾＮ［Ｌ ｳ＠ en que han sucedido, no
.J - J -
son creíbles, pero muy ciertaS Y_ ven.uu"'' as ...
Fray Jerónimo de Mend1eta (1566), pre-
decesor de Torquemada en tanto que portavoz
de los mendicantes en su conjunto, se expresa-
ba en análogos términos cuando tranquilizaba
al rey respecto a nuevos rumores de una suble-
vación que el religioso suponía encabezada por
españoles: " ...si ha privado Dios en este tiem-
po a la Nueva España del don de la paz y tran-
quilidad que tantos años había poseído, ha
sido por haber pugnado tanto los españoles, de
algunos años acá, en disminuir y apocar el
favor de la doctrina, procurando de quitallo a
los fieles ministros por no tener quién les fue-
se a la mano en la ejecución de su codicia ... "30
Pero las denuncias no provenían sólo del
sector eclesiástico regular. El virrey Luis de
Velasco participaba a su sucesor, en 1566 y para
que tomara cartas en el asunto, de cierta ins-
trucción que le había hecho llegar la reina en
1550 sobre que " ...a algunos españoles les pesa
que residan religiosos en sus pueblos de indios
que tienen encomendados por sus particula-
resfines, y a esta causa procuran, por sus cria-
dos ·e interpósitas personas, que se les hagan
molestias y malos tratamientos para que de-
jen los pueblos en que ya moran o no vengan
a hacer asiento en ellos [... ]; muchas veces, los
que tienen pueblos de indios encomendados,
y sus calpisques u otras personas por ellos,
impiden a los indios que vayan a los monaste-
rios, donde ellos se juntan a aprender la doc-
trina cristiana ...". 31 Por supuesto al tipo español
denunciado en la carta lo que más le interesa-
ba era impedir el contacto de los naturales con
29
García Icazbalceta: Nueva Colección. T.n. Doc.
XCIX. pp.l85-186.
30
/d. T.n. Doc.XIV. p.56.
31
/nstrucciones. T.1. pp.126-127. La instrucción
sobre este particular la repiten los sucesivos virre-
yes en 1568, 1580 y 1585. Luis de Velasco, en 1558,
había puesto al licenciado Lorenzo Lebrón de
Quiñones al corriente del contenido de la instrucción
real, cuando se disponía a visitar la provincia de
Oaxaca (Paso y Troncoso: Epistolario. T.vm. Doc.469.
p.213).
Jos religiosos, para que no se pertrechasen con
las armas de la cultura: " ...la doctrina, bueno
fue que la sepan; pero el leer y escribir es muy
"29
dañoso como el diablo ...", 32 advertía Jerónimo
López, exconquistador, al emperador en 1541.
La propia emperatriz, en 1531, ya había
intimado sus sospechas y temores a)a segunda
Audiencia de México: " ...muclw conviene haber
acá muchas personas eclesiásticas e religiosas,
aunque lo contrario parece a estos pobladores,
porque tienen odio capital a los religiosos por-
que entienden en la protección de los indios, y
sospechan que por relación del Eleto y los.fran-
ciscanos se ha heclw novedad en la tierra ..."33
Y ese mismo año, el licenciado Salmerón, miem-
bro de esa misma Audiencia, dirigía al Consejo
de Indias la misma denuncia, aderezándola con
una llamada en favor de los naturales: " ...los
yndios nunca se alzan y rebelan, salvo por cqgra-
vios grandes que les sean hechos, e, donde
o'Viere.frayles, temen los españoles hazer eceso
notable, porque saben que, mediante los.frayles,
se ha de saber y castigar..."34
A la luz de las últimas citas, es evidente
que, entre los civiles, había singulares excepcio-
nes afectas a la causa de los frailes y, por ende,
de sus "pupilos", pues la defensa de unos equi-
valía a la protección de los otros y viceversa.
Éstas fueron encamadas por los virreyes (espe-
cialmente Antonio de Mendoza y Luis de Velas-
co, los dos primeros) y la segunda Audiencia.
Respecto a los monarcas, la actitud de Carlos v
fue más abierta que la de Felipe u, condicionada
la de éste por circunstancias ajenas al drama
americano (Trento) que lo ubicaban del lado de
otro grupo en discordia: el clero secular. En am-
bos casos, sin pisar nunca el suelo del Nuevo
Mundo, sus decisiones, por muy bienintenciona-
das que fuesen, se encontraron mediatizadas por
informaciones provinientes de muy diferentes
personalidades interesadas.
La Instrucción dejada por Antonio de
Mendoza (1535-1550) a Luis de Velasco (1550-
1564), hacia 1550, fue muy precisa sobre este
particular: " ...el medio por donde estas dos
32
García Icazbalceta: Colección. T.n. p.148.
33Paso y Troncoso: Epistolario. T.n. Doc.91. p.40.
34
/d. T.XVI. Doc.n-96. p. 7.
32
cosas (cuidar y cristianizar a los naturales1yo
he tratado han sido los religiosos, y de esto me
he ayudado para todo grandemente, y sin
ellos puédese hacer poco, y por esto siempre
he procurado favorecerlos, honrarlos y amar-
los, como verdaderos siervos de Dios y de Su
Magestad, y Vuestra Señoría lo debe hacer así
y conocerá el provecho que de ello se le si-
gue ... "35 La Relación de Martín Enríquez (1568-
1580) para el conde de La Coruña (1580-1583),
redactada en 1580, a más de precisa, es bien
detallada y nos muestra cuán poco habían cam-
biado las cosas a finales de siglo: " ...ya traerá
Vuestra Señoría entendido que, de dos repú-
blicas que hay que gobernar en esta tierra,
que son indios y españoles, que para lo que
principalmente Su Magestad nos envía acá es
para lo tocante a los indios y su amparo, y
es ello así que a esto se debe acudir con más
cuidado, como a parte más flaca (... 1: los es-
pañoles, después de servirse de los indios,
más cuidado tienen de sus perros que no de
ellos ... "36
La actitud de la segunda Audiencia (1531-
1535) siguió un camino análogo desde todos los
niveles de gobierno. Como organismo colegia-
do, remitía una carta a la emperatriz en 1533,
insistiendo en que " ...hacercumpliryguardar
las ordenanzas de Vuestra Magestad, hechas
para la conservación e buen tratamiento de
estos naturales, tiene [a 1esta gente española
muy desabrida, porque se les toca en sus inte-
reses ... "31 No obstante, había una personalidad
de primera línea que no parecía muy conforme
con la distribución de papeles, por su condición
de clérigo secular elevado al rango de obispo de
Michoacán. Se trata del licenciado Vasco de
Quiroga, quien se dirigía al rey en 1561 para de-
nunciar " .. .la parcialidad de vuestro ilustre
Visorrey, don Luis de Velasco, con los frailes
mendicantes que residen en estas partes con-
tra los prelados que estamos en ella ... "38 Cier-
tamente, Quiroga ofició poco tiempo como
oidor de la segunda Audiencia, y esta apelación
Ｓ
ｾ ｬｮｳｴｲｵ｣ｩｯｮ･Ｎ＠ T.1. p.98.
36
ld. T.1. p.l77.
37
Paso y Troncoso: Epistolario. T.m. Doc.127. p.24.
38
Jd. T.1x. Doc.499. p.119.
JJ
está condicionada por su calidad episcopal, pu-
diendo sumarse a otras análogas emitidas des-
de las altas esferas de la iglesia secular. Aun
después de suprimida como tal y, renovada y
modificada, quedando supeditada a la figura del
virrey, es posible rastrear el mismo talante en
la Audiencia novohispana. Así, convencido de
que el proyecto mendicante " ... parece en ver-
dad un traslado de la primitiva Iglesia y que
Dios obra agora como en aquellos tiempos ...",
su fiscal escribía al rey en 1544, rogándole
" ...Vuestra Magestad les ha de mandar pro-
veer, especialmente a los .franciscos y agusti-
nos, de acaballes sus casas ..." ;39 los dominicos
quedan prácticamente excluidos porque se ha-
bían enfrentado con este órgano gubernativo en
1531.
Cortés también se colocó del lado de los
frailes, pero su actitud y sus móviles parecen
diferentes respecto de lo señalado hasta aho-
ra. No hay lugar ni es nuestra intención juzgar
la personalidad histórica del conquisador, mas
todo parece indicar que su alianza con los frai-
les descansaba no tanto en un interés compar-
tido por defender a los naturales, cuestión
secundaria para Cortés, cuanto en una condi-
ción común como víctimas de la población es-
pañola residente en Nueva España y de s us
conspiraciones. El asunto es complejo, delica-
do y, además, crítico. Se trata de unos años (los
que precedieron a la llegada de la segunda Au-
diencia en 1531) especialmente duros para los
mendicantes o, más exactamente, para los
franciscanos. Refiriéndose a este aciago perio-
do, afirma Jerónimo de Mendieta (1596): " .. .los
españoles que entonces aquí se hallaban, y
mayormente los que tenían en su mano el go-
bierno de la tierra [... 1, no faltó sino matar a
los .frailes, según el odio y enemistad que con-
tra ellos concibieron ... "40 En tales circunstan-
cias, Cortés fue su único apoyo, y a la inversa.
Los problemas comenzaron en octubre
de 1525, cuando apenas se cumplía un año de
la llegada de los doce primeros franciscanos. A
la sazón, Cortés (gobernador de la Nueva Espa-
ña desde 1522) se encontraba ausente de Méxi-
39
!d. T.1v. Doc.226. p.95.
ｾ Ｐ ･ｮ､ｩｴ｡Ｚ＠ｍ Historia. Lib.JJJ. Cap.L. p.Jll.
co, ampliando las conquistas hacia el sur Qor-
nada de las Hibueras), circunstancia aprovecha-
da por los españoles que quedaron en la antigua
Tenochtitlan para incrementar sus desmanes y
disputarse el poder, llegando incluso a hacer co-
rrer el bulo del fallecimiento del conquistador.
Fue entonces cuando fray Martín de Valencia,
guardián y custodio de los franciscanos, hizo va-
ler temporalmente su calidad de juez eclesiás-
tico otorgada por breves papales, pero toda
autoridad era devorada por el caos de los espa-
ñoles: " ...en todos estos escándalos y alborotos,
no había ninguno que tratase de paz ni que se
pusiese de por medio ni se pusiese entre las es-
padas, lan9as y artillería sino sólo los frailes
de San Francisco [... ], y creían [los españoles]
de estos ministros apostólicos no sólo que no
les eran padres, pero aún muy fuertes y con-
trarios ･ｮｭｾｯｳ＠ ..."41 Más detalladamente, " ...ni
por descomuniones ni otras censuras dejaban
de venir contra la iglesia en los casos que se
ofrecían, particularmente en sacar justicias
sin algún término ni respeto a los que a ella se
retraían [... ]; sacaron en aquella sazón del mo-
nasterio de San Francisco, cuatro o cinco re-
traídos, haciendo fuerza y 'Violencia a la ｾｬ･ｳｩ｡＠
y quebrantando su inmunidad y diciendo
muchos vituperios y injurias a los religiosos,
y [ ... ]los condenaron a muerte (a los retraí-
dos] ..."42 El ajusticiamiento de los pocos parti-
darios de Cortés que se habían refugiado en el
convento franciscano fue la gota que colmó el
vaso. A raíz del altercado, los religiosos pusie-
ron entredichos, abandonaron el convento
citadino y marcharon al de Tlaxcala. 43 Por su-
puesto, el bando español hizo todo lo posibe por
salvaguardar su imagen, oscureciendo la del
contrario delante del rey. Diego de Ocaña, uno
de los factores insurrectos, transmitió a Carlos
v una versión diametralmente opuesta de los
41
Torquemada: Monarquía. T.m. Lib.xv. Cap.XXII.
pp.58-59.
42
Mendieta:Historia. Líb.m. Cap.Lt. pp.314-315. El
mismo episodio es relatado por Motolinía, testigo
directo, fechándolo en 1526 o 1528, según qué ma-
nuscrito (Benavente: Memoriales. Pte.t. Cap.Lt.
p.166).
43
García Icazbalceta: Colección. T.t. p.523.
34
hechos en el mismo año de 1526: " .. Remando
Cortés ha adquirido favor de los frailes, a
quien mantiene (... ]; aquí estamos repartidos
en dos bandos, que los unos tienen el servicio
del rey y los otros el partido de Cortés ... "44
El siguiente episodio no fue más glorioso:
lo que se arbitró como remedio resultó peor que
la enfermedad. Nos referimos, claro está, al adve-
nimiento de la primera Audiencia de la Nueva Es-
paña, instituida a finales de 1527 y suprimida a
finales de 1529, si bien la segunda Audiencia
no tomó posesión hasta 1531. El acontecimien-
to que puso fin a los excesos del presidente,
Nuño de Guzmán, y de sus oidores, los licencia-
dos Matienzo y Delgadillo, y desencadenó el fin
de esta primera Audiencia fue, precisamente, la
pugna con los franciscanos, encabezados, esta
vez, por fray Toribio de Benavente, más conoci-
do por Motolinía y respaldados por su hermano
fray Juan de Zumárraga, obispo de México.
El conflicto se originó el día 18 de abril
de 1529 en Huejotzingo (Puebla), pueblo de in-
dios encomendado a Cortés y cedido luego a los
franciscanos (con Motolinía como guardián del
convento) , sobre el que Nuño de Guzmán pre-
tendía cobrar tributo. Ante la negativa de na-
turales y religiosos, " ...el Audiencia envió
mandamiento a Pero Núñez, alguacil del dicho
pueblo, para prender y traer ante sí al señor y
principales de él, y los frailes los encastillaron
en su monasterio con sus mujeres, hijos y ha-
cienda ..."45 Como consecuencia de éste y otros
encastillamientos en el convento de San Fran-
cisco de México, la Audiencia acusó de conspi-
ración a los franciscanos:
44
ld. pp.532 y 535.
45 Cit. García Icazbalceta: Don Fray Juan de Zumá-
ｲｾ｡Ｎ＠ T.n. Apéndice, Doc.t. p.165; el Doc.4 es una
extensa descripción de las atrocidades de la primera
Audiencia, dirigida por Zumárraga al Emperador.
También reproducido en Benavente: Memoriales.
Apéndice, Doc.x. p.432. La misma relación de los
hechos puede seguirse en Cuevas: Historia. T.J.
pp.253-266. En un contexto histórico-artístico, se
han hecho eco de estos sucesos Salas Cuesta: La igle-
sia. p.45 y Cómez: Arquitectura. pp.87 -88. Ni unos
ni otros los han relacionado con la existencia de los
conventos fortificados.
 ...¡lobernando el tesorero, los.frailes.franciscos
platicaron de se alzar con la tierra, concluyen-
do que, para un día señalado, conuocarían a
los caciques de la tierra y les darían la hora en
que, estando en la /¡llesia de México todos los
españoles juntos en día festiuo, debían entrar
a matar ¡lobernador, oficiales, etc. y prender a
los demás y enuiallos a Castilla, que ellos que-
darían más libres para la conuersi6n, que des-
pués no consintiesen entrar a ningún español
en la tierra, pero se ofreciesen a reconocer a Su
Magestad como soberano y enuialle, si aora son
100.000 pesos, 200.000, que se admitiría co-
mercio en Castilla, pero que los que en las naos
'Viniesen no hiciesen sino lle¡lar al puerto, con-
tratar y uoluerse ...46
Tal es la declaración del franciscano fray
Juan de Paredes, que involucraba nada menos
que a Motolinía y a fray Pedro de Gante, entre
otros de sus hermanos, pronunciada el 23 de
agosto de 1529. La acusación fue desechada por
el tribunal, considerando al testigo pagado por
la Audiencia. No obstante, algunos reconocidos
investigadores le han dado créditoY Por nues-
tra parte, ya tendremos ocasión de incidir en el
enorme interés manifestado por los mendican-
tes en general y por los franciscanos en particu-
lar respecto a la estricta separación de españoles
y naturales. A pesar de ello, sin embargo, con-
sideramos el plan relatado por la acusación con-
trario al ideal de conquista pacífica predicado
por los frailes y, además, exagerado; más en
consonancia está con la ya sobradamente pro-
bada capacidad fabuladora de los civiles espa-
ñoles en contra de sus enemigos. El interés de
la inculpación nos parece que se encuentra más
allá de su veracidad o falsedad, en tanto que,
independientemente de ello, colocó a los fran-
ciscanos en una posición delicada ante las au-
toridades civiles; tanto como para no poder
explicitar ni justificar ante la corona otras me-
didas alternativas y menos drásticas adoptadas
46
Cit. García Icazbalceta: Don Fray Juan de Zumá-
rraga. T.II. Apéndice, Doc.3. pp.l67-168. Reprodu-
cido también en Benavente: Memoriales. Apéndice,
Doc.l3. p.434.
47
Kubler: Arquitectura. p.ll9; Baudot: La pUJlna.
p.51.
35
más tarde para mantener alejados a los españ.o-
les, por el riesgo de incurrir en sospecha. Por
supuesto, el más comprometido fue Motolinía,
quien, quizá por ello, se vio obligado a practi-
car un doble juego para lavar su imagen, hasta
el punto de defender, siempre ante el empera-
dor, puntos de vista que regalasen la concien-
cia regia aunque contradijeran la suya propia y
la de sus hermanos, tales como hacer apología
de la encomienda y de la conquista violenta.48
Si los ánimos estaban tensos ya entonces,
más lo estuvieron a partir del S de marzo de
1530. Ese día, el enfrentamiento entre los hi-
jos de San Francisco y la primera Audiencia,
que se venía acumulando desde la llegada del
cuerpo gubernamental, alcanzó la mayor cru-
deza. Los frailes, encabezados por el obispo
Zumárraga, se presentaron en la cárcel para
reclamar la liberación de ciertos individuos sa-
cados por la fuerza del convento de San Francis-
co de México. Cada una de las partes cuestionaba
la potestad judicial de la otra y, en el caso de los
oidores y su cuerpo de guardia, se llegó a hacer
uso de armas blancas. 49
Al hilo de estas disensiones entre los
franciscos y la primera Audiencia, un amplio
sector de los dominicos (presentes aquí desde
1526) llegó a testificar contra ellos y a apoyar a
los insurrectos con la esperanza de mermar el
peso específico de la orden seráfica en Nueva
España. De ese modo, la segunda Audiencia, se-
gún carta del 27 de marzo de 1531, denuncia-
ba ante la reina los desacatos de aquella orden
al dar asilo en su convento a un sirviente del
licenciado Delgadillo reclamado por la justicia:
el interfecto " ... se entró en el cementerio de
Santo Domingo ...", pareciéndole " ...que debia
gozar de inmunidad ..."50 Por cierto que, en esa
misma carta, se da cuenta de un suceso amplia-
mente comentado por los cronistas dominicos
y que pone de manifiesto la necesidad de con-
tar con una iglesia fuerte, al igual que la reque-
rida por los encastillamientos. Se trata del robo
48
Carta de 1555 en contra de Fray Bartolomé de
Las Casas (Benavente: Epistolario. Doc.xm. p.l65).
49
Benavente: Memoriales. Apéndice, Doc.xv. p.437.
50
Paso y Troncoso: Epistolario. T.n. Doc.91. pp.
50-51.
 del santo sacramento de la iglesia vieja, cuan-
do aún se estaba construyendo la nueva:
.. fue costumbre de esta sagrada Religión, cuan-
do las iglesias no tenían la fortaleza y seguridad
que con'Venía, y eran muy pocas las que tenían
esta calidad, por ser de ordinario las paredes de
caña tapadas con barro, no fiar de ellas un te-
soro tan rico como el Santísimo Sacramento del
altar[. .. ], porque, escarmentados del caso que
sucedió el año de mil quinientos y treinta en
Santo Domingo de México, que por cudicio de
unas barretas de plata que tenía el cofrecillo del
Santísimo Sacramento, se lle'Oaron en él las Hos-
tias consagradas, que ni ellas ni el sacrílego
ladrón jamás parecieron... 5 1
La consternación fue supina en toda la
ciudad, incluyendo procesiones de las tres ór-
denes por las calles en señal de penitencia.
Respecto a los responsables, la Audiencia co-
mentaba en su carta que habían sido detenidos
unos indios y un español, capitaneados aqué-
llos por éste, presumiblemente.
Fruto de todas estas revueltas fue una cé-
dula real, emitida el3 de marzo de 1532, por la
que el emperador derogaba el derecho de inmu-
nidad a iglesias y monasterios para que no fue-
ran admitidos delincuentes ni se impidiese a la
_ justicia civil ejercer su jurisdicción: " ...el Rei
encargó a los prelados de todas las órdenes
que, en sus monasterios, no los recetasen [a los
delincuentes] i que no debiesen gocrar de la in-
munidad de la Iglesia ni impidiesen a las jus-
ticias seglares que no hiciesen sobre ello lo que
debiesen conforme a derecho ... "; 52 no obstan-
te, eso no implicó el total abandono de tan vie-
ja práctica por parte de los religiosos, pues aún
hacia 1590, los dominicos disponían " ...que no
se admitan retraidos en los conventos si no
fuere por poco tiempo, según que las circuns-
tancias del lugar o personas lo pidieren ... "SJ
Remesal: Historia. T.n. Cap.xv. p.198.
51
52
Herrera y Tordesillas: Descripción. T. VI. Lib.n. Cap.
vm. p.214. La medida también la menciona Torque-
mada:Monarquía. T.m. Lib.v. Cap.x. p.606. El texto de
la cédula, en Recopilación. T.1. Lib.J. Tít.V. fol.20 v".
53
Cit. Carreña: Fray Domingo de Betanzos. pp.33 7-
ＳｾＮ＠
36
Sin duda, Carlos v tenía muy reciente la expe-
riencia de las Comunidades de Castilla (1520-
1521), movimiento de protesta social con el que,
curiosamente, ciertos testigos compararon los
incidentes de 1525 en Nueva España. 54 Recuér-
dese que, en aquella ocasión, los rebeldes se
habían hecho fuertes en la catedral de Segovia y
que, una vez reducidos, aquella iglesia fue demo-
lida y reconstruida en un lugar menos estratégi-
co (lejos del Alcázar) por orden real.
Medidas análogas son rastreables en sue-
lo americano. La primera, en 1546, cuando el
príncipe Felipe mandó interrumpir la obra de la
torre de la catedral de Santo Domingo, en La
Española, porque la altura proyectada ponía en
peligro la integridad de la vecina Torre del Ho-
menaje. 55 Ese mismo año, la traza de la catedral
de México fue rechazada en la Península por ser
" ...demasiado grande y muy soberbia y a ma-
nera de casafuerte ..." 56 No obstante la experien-
cia anterior, el arzobispo Alonso de Montúfar
remitió un nuevo proyecto al Consejo de Indias
en 1544: " ...hame parecido que, pues en esta
tierra no hay fortaleza ni se espera, que, pues
el sitio de la iglesia es una isleta que cercan
cuatro calles principales, que en cada cantón
se hiciese una torre que guardase su lienzo y
calle, y así estaría metida la iglesia dentro de
las dichas cuatro torres, que, para una necesi-
dad, no sería malo tener esta fuerza, según los
mestizos y negros 'Van creciendo y los indios se
van haciendo más ladinos ... "57
La nueva negativa entregada al arzobis-
po por respuesta vuelve a ser síntoma de la es-
casa atención que la población autóctona y aun
las nuevas castas creadas por la importación de
mano de obra esclava merecían por parte del
gobierno oficial en tanto que fuentes de seria
amenaza.58 Al contrario, demuestra la descon-
fianza ante posibles amotinamientos de la
Ｕ
Historia. T.1. p.l93.
ｾｃｵ･ｶ｡ｳＺ＠
55
Palm: Los monumentos. T.11. p.33.
56
Cit. Toussaint y Ritter: Claudia de Arciniega.
p.37.
57 Paso y Troncoso: Epistolario. T.vn. Doc.422; Cfr.
Toussaint y Ritter: La Catedral. p.22.
58
EI proyecto catedralicio fue aprobado inicialmen-
te, en México, por el Virrey Mendoza. Teniendo en
población española. No en vano, fray Bartolomé
de las Casas y fray Antonio Valdivieso, en su ca-
lidad respectiva de obispos de Chiapas y Nica-
ragua, solicitaban al príncipe Felipe, en 1545,
el envío a Nueva España de un legado papal,
" ...por que pueda punir a todos los delinquen-
tes en todos los obispados, porque se nos van
los malechores de vnos obispados a otros y se
encastillan con los obispos que se ｨｵ･ｾ｡ｮ＠ de no
guardar los cánones; y por que, si fuese me-
nester, castigase a obispos y ｡ｲｾｯ｢ｩｳｰ＠ si
hiciesen lo que no debiesen, porque estas tie-
rras son muy grandes y por esto quedan to-
dos los delictos sin ser punidos ..." 59 La queja
de los dos religiosos justifica la negativa real a
fortificar las iglesias catedrales por la tradicio-
nal asociación del clero secular con la población
civil, un fenómeno sobradamente experimenta-
do en el contexto urbano europeo y, como se
verá, reproducido en Indias.
Los civiles españoles propagaban cons-
tantes rumores acerca de predecibles levanta-
mientos de la población indígena, pero lo cierto
es que únicamente ellos fueron los protagonis-
tas de los conatos secesionistas peligrosamente
tangibles. Sólo a título de ejemplo, sendos in-
tentos de amotinamiento fueron abortados en
154 7 y 1566, ambos protagonizados por espa-
ñoles y encabezado el segundo por el hijo de
Hernán Cortés. 60 Redundando en el ejemplo, el
mismo año de 1566, Felipe 11 entregaba unas ins-
trucciones particulares al virrey marqués de
Falces porque " ...podría acaecer alguna mane-
ra de levantamiento en aquella tierra o venir
de las provincias del Perú u otra parte o de al-
guna isla o provincia cerca de la Nueva Espa-
ña ... " 61 Por supuesto, el peligro de contagio
cuenta su desconfianza-hacia las fortificaciones ci-
viles, este parabién quizá sí estuvo condicionado por
una eventual amenaza de las nuevas castas, pues, en
las Instrucciones dictadas hacia 1550, advertía que
" .. .la falta de servicios ha hecho traer gran canti-
dad de negros, y, con no ser tantos como al presen-
te, intentaron alzarse con esta ciudad y en las minas
dos veces ... " (Instrucciones. T.l. p.l04).
59Cartas. T.I. p.22.
60
Torquemada: Monarquía. Lib.v. Cap.XI. p.610 y
Cap.xv111 • p.629.
61
Instrucciones . T.l. p.l54.
37
externo sólo podía proceder de la población ci-
vil hispana, que era la única que contaba con el
suficiente grado de movilidad. Precisamente, la
decisión de Felipe 11 no hacía más que confir-
mar las denuncias que los hermanos Valdivieso
y de Las Casas habían presentado al todavía
príncipe en la recientemente citada carta de
1545. En esa misma, decían, " ...avisamos a
Vuestra Alteza que conviene echar de estas tie-
rras, que nunca las vean perpetuamente,
muchas personas de cada pueblo, ｾｵ､｡ Ｌ＠ vi-
lla o lugar, en ･ｳｰｾｬ＠ de México y Guatimala
y Nicaragua y Yucatán, que son ricas y bulli-
ｾｯｳ｡＠ y ､･ｳｶｲｧｯｮｾ｡＠ y de poco temor de
Dios y de su rey, porque éstas bastan para in-
quietar y hazer ｡ｬｾｲ＠ y revelar estas tierras
contra los reyes de Castilla (... ]; de los del Perú,
no dezimos nada porque ninguno de ellos es
digno de quedarse allí... "62 Se estaban refirien-
do a los españoles en general y a los corregido-
res y demás delegados civiles en particular.
En relación con este orden de cosas, tam-
bién han de estar las reticencias de la corona
sobre la construcción de fortalezas tierra aden-
tro, algo llevado a cabo en el perímetro costero
pero sintomática y repetidamente pospuesto en
el interior. El acuerdo inicial, ya conflictivo,
había sido adoptado en 1526, como parte de las
provisiones para el buen gobierno:
...habían platicado en el Consejo sobre el punto
de permitir si en las Indias se haríanfortalezas.
I, aunque ha'Vía muchos que con vivas ｲｾｯｮ･ｳ＠
persuadían que no era conveniente permitirlo,
después de muy largos discursos, se determinó
que se debían hacer castillos i casas fuertes, así
en la marina como dentro de tierra, no sólo para
la defensa de los indios adonde los castellanos
eran en tan poco número, pero porque ia los
corsarios.franceses, con demasiado atrevimiento,
comen9aban a pasar a las Indias, era necesa-
rio en las marinas, en los lugares más peligro-
sos, fortificar algunos sitios para resistir a las
invasiones de los dichos corsarios, i esta deter-
minación, desde entonces, se ordenó que se
executase ... <>J
62
Cartas. T.1. p.25.
<>lHerrera y Tordesillas: Descripción. T.v. Lib.x.
Cap.IX. p.l05.
 La amenaza de los corsarios sí era seria, y
como tal se tomó, sobre todo a raíz de la entrada
en escena de los ingleses, que vinieron a sumar-
se a los franceses y a eclipsados en cuanto a ín-
dice de peligrosidad. John Hawkins intentó un
asalto a Veracruz en 1568, casualmente frustra-
do, y Francis Drake logró tomar Santo Domingo
y Cartagena de Indias en 1586, aparte de otros
asaltos perpretados contra las costas andaluzas
peninsulares. Fue entonces (1581-1599) cuan-
do Felipe n comisionó al ingeniero italiano Juan
Bautista Antonelli para fortificar los puertos del
Caribe,64 coincidiendo con la edición de nume-
rosos tratados sobre el arte renacentista de la
fortificación, recientemente difundido en la pro-
pia Italia, que no tardaron en pasar a Indias e,
incluso, ser impresas allí mismo.65 Por otra par-
te, las leyes " ...de las fábricas y fortificaciones ..."
para Indias se refieren, exclusivamente, a la de-
fensa marítima y las más tempranas son las Ins-
trucciones suministradas por Felipe n en 1582 y
1583; con anterioridad, sólo se registran dos ór-
denes firmadas conjuntamente por Carlos v y el
príncipe, en 1543 y 1545, para la salvaguarda de
los mismos bastiones caribeños. 66 Es a partir de
estos momentos y en este preciso contexto, no
antes ni en otras circunstancias, cuando proce-
de aplicar a las obras de fortificación americanas
los parámetros de las teorías modernas.
Lo concerniente a las fortificaciones tierra
adentro tomó, pronto, un rumbo muy diferente.
64
Vid. Calderón Quijano: Historia. p.12.
65
Ellibrero Diego González Batres tenía en su tien-
da de la ciudad de México, en 1640, los siguientes
títulos: Diálogos militares de la verdadera honra
militar, de Jerónimo Jiménez de Urrea (Venecia,
1566); un libro en toscano que" ...trata de fortificar,
ofender y defender y e modo de alojamiento ... ", de
Giralano Cataneo (Venecia, 1567); El perfecto capi-
tán instruido en la disciplina militar y nueva cien-
cia del artillería, de Diego de Alava y Viamonte
(Madrid, 1580); Filosofía de las armas, de Carranza
{Cádiz, 1582); Diálogos militares, de Diego Garcia
de Palacio {México, 1583); Breve tratado del arte del
artillería de Lázaro de Loyola (Madrid, 1595); e Ins-
trucción y regimiento de artillería, de Andrés Mu-
ñoz (Sevilla, 1598) (O'Gorman: "Bibliotecas". pp.
684-685).
66
Recopilación. T.n. Lib.m. Títs.VJ-XIII. ff.30-55 V0
• p.218.
38
Todavía en 1528, el emperador daba instruccio-
nes a la primera Audiencia para trasladar y re-
construir la fortaleza que se había comenzado
en la ciudad de México a raíz del acuerdo adop-
tado en 1526.67 Sin embargo, un cambio de ac-
titud se había producido tan sólo tres años
después, de manera que lo que, al principio,
había sido aceptado con ciertas reticencias fue
desechado luego. En 1531, al poco de llegar la
segunda Audiencia, Hernán Cortés propuso
diferentes medidas para el buen gobierno de la
Nueva España, entre ellas," ...'que también con-
venía que se hiciesen ｡ｬｧｵｮｳｦｯｲｴ･ｾ＠ en las
partes i lugares más a propósito para la con-
servación de la tierra, especialmente en los
puertos de mar, por algunos bollicios i nove-
dades que de poco acá se havían visto en las
Indias'. Pero el parecer del marqués, en quanto
a labrar casas fuertes en lo interior de la tie-
rra, no era de todos aprobado, por ｲｾｯｮ･ｳ＠ que
para ello se alegaban; en las costas de la mar,
se tenía por mui importante, como después se
ha visto que lo ha enseñado la necesidad ..."68
Aún en 1563, un exconquistador recordaba al
rey la insistencia con que la ciudad de México
le había venido solicitando una casa fuerte y lo
conveniente que sería acceder a la petición para
garantizar el buen gobierno de la tierra. 69
El cronista no especifica qué razones fue-
ron las aleg?das para dar marcha atrás respec-
to a lo acordado por el Consejo en 1526, pero
es fácil deducir algunas de ellas. Sin duda, pe-
saba el juicio de residencia sufrido por el pro-
pio Cortés, consecuencia de un conflicto de
intereses que había puesto en entredicho su
integridad a los ojos de la corona, pero más
debieron pesar los escándalos de la primera Au-
diencia, ya detallados. No obstante, en 1535, el
emperador entregaba al virrey Mendoza una ins-
trucción para que se informase de qué fortale-
zas convenía construir en la ciudad de México,
en tierra y en mat y para que diese luz verde a
61
/nstrucciones. T.r. p.35.
68
Herrera y Tordesillas: Descripción. T.vr. Lib.r.
Cap.vr. p.175. El memorial está transcrito en García
Icazbalceta: Colección. T.n. p.60.
69
Paso y Troncoso: Epistolario. T.1x. Doc.S27.
las que juzgase indispensables. 70 Debía estar
Carlos v presionado o, cuando menos, asesora-
do por el partido de los conquistadores, el mis-
mo que le obligó a recriminar a su representante
novohispano por no haber cumplido lo manda-
do. Fue entonces cuando Mendoza se defendió
alegando lo que ya quedó citado en el epígrafe
anterior: que los presidios de soldados eran
cuevas de ladrones y que los conventos, en
cambio, constituían el mejor medio para man-
tener asegurada la tierra; esta sola declaración,
contemplada en el contexto que le correspon-
de, debería bastar para comprender el signifi-
cado efectivo de los conventos fortificados. No
consta, por otra parte, que el rey castigara al
virrey por aquella forma de obrar; más bien,
su traslado a Perú, en 1551, es la prueba del
reconocimiento imperial hacia la eficiencia de
su servicio, por lo mismo necesario en aquel
problemático virreinato más que en ningún
otro lugar.
Los sucesos anteriores a 1531 tuvieron,
pues, serias repercusiones en el ámbito del go-
bierno civil. Para los frailes franciscos, sobre
todo, que fueron quienes más directamente los
vi\lieron y padecieron, la experiencia debió re-
sultar aun más fuerte , traumática podría decir-
se y, en igual medida, instructiva. Esta impresión
es la que mejor explica, a nuestro juicio, la
morfología de un grupo de conventos tan homo-
géneo como el levantado por los franciscanos en
el Valle de Puebla. En el párrafo precedente,
aludíamos a otro grupo igualmente compacto,
el localizado en tierras chichimecas, señalando
cómo su carácter fortificado respondía explíci-
tamente a una defensa frente a aquellas tribus
de indios e, implícitamente, frente a los españo-
les que las hostigaban en contra de los frailes y
los indios conversos. Ahora, la defensa frente a
los españoles será mucho más evidente.
Los conventos poblanos son especial-
mente significativos por la unidad del grupo, que
se registra a varios niveles: en el cronológico
figuran entre los más tempranos, fundados por
el grupo de frailes que protagonizó los enfrenta-
mientos anteriores a 1531 y comenzados a
construir, en su estructura actual, antes de
10
/nstrucciones. T.1. p.87.
39
mediar el siglo XVI; en el social, responden a una
promoción franciscana desarrollada en medio
de indios paradigmáticamente pacíficos y sin-
gularmente castigados por los españoles; en el
morfológico, dominan los caracteres defensivos.
Tales son las notas que hermanan a los conven-
tos de la Asunción de Tlaxcala (1537-), San
Miguel de Huejotzingo (1544-1571), San Fran-
cisco de Tepeaca (d.1543-a.1580) y San Gabriel
de Cholula (1549-1595) (láminas 3, 4 y 5).
Los indios tlaxcaltecas fueron los prime-
ros en aliarse a las tropas españolas antes de em-
prender la toma de Tenochtitlan, de manera que
su amenaza no justifica, en absoluto, la estraté-
gica ubicación del convento ni la poderosa torre-
campanario suspendida en la ladera rocosa por
uno de los ángulos del atrio; en cambio, sí fue el
refugio de fray Martín de Valencia y los suyos a
raíz de los incidentes de 1525-1526. Huejotzingo
fue el escenario de los disturbios de 1529, con
Motolinía al frente de los hijos de San Francis-
co. Además, fray Bartolomé de Las Casas, en un
memorial posterior a 154 7, denunciaba que,
" ...de los primeros que han sido más ｾｲ｡Ｇｖｩﾭ
dos son los pueblos de Gu.axocingo y Tepeaca,
que están en la cabeza real, los cuales han cla-
mado y claman que los desagra'Vien ..."11 Los
naturales de Tepeaca, por otra parte, habían sido
víctimas de una inolvidable matanza, en 1519, a
manos de las tropas cortesianas; y, en 1548, el
emperador comunicaba a la segunda Audiencia
una real provisión para que liberase a todos los
indios sobrevivientes entre los que Cortés escla-
vizó en Tepeaca, Cholula y Cuernavaca. 72
Los dramas iniciales fueron violentos y
acusaron una honda repercusión, al menos en-
tre los religiosos de aquella primera generación
que se enfrentó a los conquistadores. Los que
vinieron después se encontraron con una pobla-
ción hispana que era, progresivamente, más co-
lonizadora y menos conquistadora. Las nuevas
autoridades mendicantes, al menos y sobre todo
las franciscanas, optaron por apoyar la causa
que la realidad histórica iba imponiendo como
irreversible: la presencia hegemónica de los co-
lonos hispanos en la Nueva España. Sólo así se
71
García Icazbalceta: Colección. T.u. p.229.
72
Tello: Crónica. T.1. Cap.LXXXVIIJ. p.285.
 LAMINA 3. HUEJOTZINGO (PUEBLA).
explica que fray Martín Sarmiento de Hoja-
castro, comisario general novohispano de la
orden de San Francisco, llegado en 1538, ma-
nipulara la Historia de los indios de la Nueva
España previamente escrita por Motolinía. Las
duras censuras que fray Toribio había vertido
contra los colonos fueron respetadas por Hoja-
castro, pero las relativizó al reconocer un pro-
gresivo espíritu de enmienda en el seno de aquel
grupo poblacional. La copia así adulterada fue
realizada en 1543, inmediatamente después de
la promulgación de las Leyes Nuevas de Indias,
para remitirla a España en calidad de alegato fa-
vorable a la encomienda. 73
73
0'Gorman: La incógnita. pp.40 y 76.
40
IGLESIA.
La de Hojacastro fue una actuación polí-
tica resuelta en las altas esferas del gobierno
franciscano. Los frailes que vivían la realidad día
a día, al pie del púlpito, no opinaban lo mismo,
pero acataron la decisión. Así, fray Francisco de
Soto y otros hermanos que se habían manifes-
tado favorables a las Leyes Nuevas rubricaron
un parecer contrario en 1544.74 Probablemen-
te ellos seguían desconfiando de los españoles
civiles. Ante esa desconfianza, la fortificación
de los conventos constituía una plausible me-
dicina preventiva.
De hecho, no ha de pensarse que, a par-
tir de aquellos dramas iniciales a manos de los
74
/d. pp. 76-78.
 LAMINA 4.
conquistadores, el terreno quedó allanado para
los religiosos. Al contrario, los españoles siguie-
ron manifestando una profunda animadversión
hacia ellos y sus protegidos. Los naturales de
Huejotzingo, todavía en 1585, reclamaban un
mejor trato, como pueblo que nunca se opuso
a Cortés y le ayudó en la conquista, " ...y no es
sino de los más opresos y vejados ... ", pues " ...la
codicia del español codicioso es sin térmi-
no ... "15 Esto era lo que los frailes querían impe-
dir a toda costa y lo que desquiciaba a los
españoles. Pero poco cabía esperar cuando el
virrey Martín Enríquez, en 1580, comunicaba
a su sucesor que los religiosos, " ... sobre querer
mandar lo espiritual y temporal de todos es-
tos pueblos y que no se entienda por los indios
ni españoles que hay otras cabezas sino ellos,
andan de ordinario a malas con las justicias
y lo mismo con los españoles[ ... ), pareciéndo-
me que esto cesarla con no meterse en más que
en su doctrina, como en España se hace ..."76
75
García Icazbalceta: Nueva Colección. T. u. Doc.Lx.
p.2.
16
/nstrucciones. T.t. p.180.
TEPEACA (PUEBLA). IGLESIA.
En contra de lo que pudiera parecer, no
fue la población española civil la que acabó con
el proyecto conventual. El virrey Enríquez, en
realidad, estaba hablando por boca de los jerar-
cas del clero secular, que deseaban reducir las
prerrogativas de los mendicantes, según un
principio muy trentino, y que, por eso, se ha-
bían ganado el apoyo de Felipe 11, cuya autoridad
había de tener la última palabra. La cuestión,
por tanto, venía de atrás. Ya en 1564, fray
Jerónimo de Mendieta escribía al confesor del
rey cómo " ...ahora, por la bondad de Nuestro
Señor, estamos apartados de contiendas con
los españoles y de embarazos con los indios,
porque, desde que vimos que parecía mal a Su
Magestad, por una cédula, que nosotros enten-
diésemos en cosas de castigo, todo lo hemos
dejado a sus propios prelados y pastores, aun-
que ellos mismos ven que es dejarlo todo per-
dido ..."77 De este modo, volvieron los frailes a
sus atribuciones puramente conventuales, a la
tradicional usanza europea, y los indios de
77
García Icazbalceta: Nue'Va colección. T.t. Doc.VI.
p.28.
41
 LAMINA
Huejotzingo, como todos los demás, perdieron
a los únicos y verdaderos interlocutores que
habían tenido hasta entonces y que tendrían en
lo sucesivo.
El clero secular
Si la reputación de la población civil española
(salvo personales excepciones) era mala, la de
los eclesiásticos seculares era pésima. No en
vano se trata de dos sectores sociales íntima-
mente afines en sus vicios y defectos, en sus
intereses y en los medios para conseguirlos; de
ahí su alianza en contra del clero regular y de
los naturales. No le faltaba razón a fray Anto-
nio Tello (1653) cuando afirmaba que, " ...en la
Conquista, no hubo ｣ｬ￩ｲｩｾｯｳ＠ sino religiosos de
Nuestro Padre San Francisco, y los pocos que
hubo se ocuparon en las poblaciones de espa-
ñoles ... "78 Se perfilan con nitidez, de este modo,
dos bandos irreconciliables: frailes-naturales,
por un lado, y clérigos-españoles, por otro.
78
JeUo: Crónica. T.r. Cap.LXXI. pp.218-219.
S. CHOLULA (PUEBLA). IGLESIA.
Los testimonios al respecto son abundan-
tísimos. En 1550, Gaspar Juárez, comisionado
por Carlos v como reformador, le hacía constar
cómo los naturales admiran el modo de vida de
los frailes, " ...y a los ｣ｬ￩ｲｩｾｯｳ＠ no toman aquel
amor que deberían, por su inorancia, viéndo-
los a caballo como ｳ･ｾｬ｡ｲ＠ y aún con armas
ceñidas que poco difieren de lo ｳ･ｾｬ｡ｲ＠ ..." 79 El
virrey Antonio de Mendoza avisaba a su suce-
sor Luis de Velasco, por las mismas fechas, que
" ...con unos (los frailes) conviene ｡ｬｲｾ＠ y con
otros (los clérigos) acortar (... ]; los ｣ｬ￩ｲｩｾｯｳ＠ que
vienen a estas partes son ruines y todos se fun-
dan sobre el interés ..."80 Velasco pronto se con-
venció de ello y, dos años más tarde, escribía al
Emperador dándole cuenta de ello: " .. .los más
｣ｬ￩ｲｩｾｯｳ＠ que acá pasan no son cuales conve-
nían (... ]; tiénese experiencia que estas partes
han aprobado mejor los perlados religiosos que
los ｣ｬ￩ｲｩｾｯｳＬ＠ demás que se sustentan con me-
nos renta y no son tan codiciosos .. ."8 1 Más
79
Paso y Troncoso: Epistolario. T. VI. Doc.ccxcvm. p.21.
fl(l/nstrucciones. T.r. pp.98-99.
81
Paso y Troncoso: Epistolario. T. VI. Doc.344. p.140.
42
explícito e incidiendo en los aspectos más es-
trictamente morales, el licenciado Lorenzo
Lebrón, visitador de Nueva Galicia comisiona-
do por Felipe 11, precisó:
.. Andan tan disolutos algunos clérigos y hacen
y cometen cosas y casos, así de deshonestidades
de sus personas, vida y mal ejemplo como de
robos, tiranías y crueldades contra los natura-
les, increíbles, y ninguno les impide ni estorba el
decir misa ni administrar los demás sacramen-
tos, aunque haga un año que no se corifiesa y más,
y como los indios vean y entiendan cosas de tan
mal ejemplo, toman osadía a hacer las mesmas
y peores [... ).Permiten los clérigos, y aún lo in-
ventan algunos, que traigan en pinturas feas y
deshonestas a los religiosos, por parecerles qu.e,
con esto, sus excesos propios no se notarán y juz-
garán tanto. Dios es testigo cuánto trabajo me
cuesta apaciguar a algunos religiosos que, ino-
centísimos de tal culpa, han padescido su.sfamas,
y la mía no poco por sacar en limpio su inocen-
cia y la malicia que en esto usaban algunos clé-
rigos. E, demás de esto, no hay alcaldes de corte
de Vuestra Alteza qu.e tan osadamente ejerciten
su.s oficios como los clérigos ...82
Las acusaciones son demasiadas como
para dudar absolutamente de su veracidad. Ade-
más, la corrupción del estamento eclesiástico
secular era fenómeno generalizado en la Europa
de finales de la Edad Media. Leon Battista Alberti,
en e1LiberQuartu.s Familia: DeAmicitia (1440),
se hace eco de ello con sarcasmo al afirmar que
"...los clérigos aún son muy codiciosos, pues
rivalizan entre ellos, no por discernir quién ten-
ga más virtud y letras -pocos son los clérigos
literatos y en número aún menor los que son
honestos-, sino qu.e quieran superar a los demás
en pompa y ostentación ...." BJ Ésta fue, sin duda,
la situación que motivó el clima de reforma que
impregnaba al clero regular inmediatamente
antes de su paso a Indias, como reacción. Aná-
logamente, en la misma medida que el escena-
rio americano alimentó los poco cristianos
instintos del clero secular, exaltó el ánimo
reformador del clero regular, como se verá en su
momento.
82
/d. T.vu. Doc.404. p.246.
83
Alberti: Antología. pp.l68-169.
43
En teoría, la hora reformadora del clero
secular sonó en 1563, con la clausura del Con-
cilio de Trento. Así lo entendía el cardenal
Lorenzana en 1770, al reconocer todas las atro-
cidades imputadas a los clérigos novohispanos
y exculparlas por corresponder al periodo
pretrentino. 84 En la práctica, la realidad fue muy
otra, al menos en la Nueva España. Pero en la
práctica, también, las resoluciones conciliares se
ganaron el empeño de Felipe 11, que hizo borrón
y cuenta nueva respecto a todos los testimonios
presentados anteriormente y pasó a apoyar al
clero secular en detrimento del regular.
Las relaciones entre el clero secular y
el regular sólo fueron mínimamente cordiales
al comienzo de la andadura novohispana. Fue el
momento en el que las sillas episcopales y
arzobispales, máximas dignidades del estamen-
to secular elegidas por el monarca, estuvieron
ocupadas por frailes. Con agudo sentido recal-
ca Torquemada (1615) que " ...los obispos tam-
poco podían dejar de venir, pero el Emperador
los escogió y proveió tales, tan pobres y humil-
des, que parecían no serlo, sino muí iguales a
los otros ...", es decir, a los frailes dedicados a
su vocación predicadora.5 5 Y fray Martín de Va-
lencia, primer provincial de los franciscos en
Nueva España, le daba las gracias a Carlos v en
1532 " ...porquefue seruido de elegir y enviar-
nos por obispo de México a nuestro Padre y
hermano fray Juan de (:umárraga ..."86 Zumá-
rraga, en efecto, fue el primer obispo de México;
fray Julián Garcés (1527), el de Puebla-Tlaxcala;
fray Bartolomé de Las Casas (1544), el de
Chiapas; y así se podría extender la lista, sin
contar con numerosos frailes que declinaron el
ofrecimiento de la mitra para no mancharse con
el lodo secular. Pero, a medida que tales cargos
fueron pasando a manos de sus "legítimos"
poseedores, los enfrentamientos se fueron ha-
ciendo cada vez más frecuentes, siempre por ini-
ciativa ofensiva de los seculares (los interesados
en cambiar la situación) contra los regulares.
Tal estado de cosas y la perspectiva apun-
tada por ellas es lo reflejado en un informe re-
Ｘ
ｾｌｯｲ･ｮｺ｡Ｚ＠ Historia. pp.391-393.
85
Torquemada: Monarquía. T. m. Lib.xv. Cap.1. p.3.
86
Cartas . T.1. p.56.
mitido al rey, en 1569, por el cabildo eclesiásti-
co de Guadalajara, a la sazón ya plenamente
secular: " .. .parécenos que se sercviría Dios
Nuestro Señor en que estos diclws religiosos se
recogiesen a 'Vivir religiosa y regularmente en
sus conventos [... ], y el obispo pasado, como
era fraile religioso de la misma orden de Sant
Francisco, permitía que los frailes lo manda-
sen codo ... "87 Dos ideas generales afloran en este
testimonio particular: primero, el interés del
clero secular por recuperar las dignidades
episcopales que la tradición eclesiástica les ve-
nía otorgando y que, excepcionalmente, habían
recaído en religiosos regulares con demasiada
frecuencia en el contexto indiano; segundo, en
íntima relación causal con lo anterior y en per-
fecta consonancia con los intereses de la pobla-
ción civil, la repulsa hacia el peso específico del
clero regular novohispano.
Lógicamente, los frailes no se podían
quedar de brazos cruzados: " ...del obispo de
Guaxaca, me escriven grandes vexaciones que
haze a losfrayles que le salvan el ánima, sino
que no los cognos9e, a todos los avienta, que
estoy espantado de su 9eguedad; siempre, des-
de que entró allí, lo hizo y se 1nostr6 enemigo
de los religiosos ... "88 Tal era la denuncia de
Bartolomé de Las Casas contra el obispo de
Oaxaca, que era clérigo secular, en 1545. En
consecuencia, rogaba al príncipe Felipe que re-
emplazase a los obispos que eran clérigos por
otros, " ...y éstos seanfrayles pobres escogidos
y no clérigos, que destruyen en verdad estas
tierras ... "89
No obstante, desde el momento en que
un fraile aceptaba la dignidad episcopal, veía
condicionado su modo de obrar. En los casos
mejor intencionados, se tradujo en un apoyo
sectario a la orden originaria del prelado. Así,
cuando el todavía obispo de México fray Juan
de Zumárraga quiso secularizar el convento de
Ocuituco, en el actual estado de Morelos o, en
última instancia, entregárselo a sus hermanos
franciscos, los agustinos, que eran los legítimos
poseedores del establecimiento, amenazaron a
87
Garcfa Icazbalceta: Colección. T.n. pp.499-500.
88ld. p.34.
89
ld. p.37.
44
obispo y frailes con que " ...los echarían a lan-
zadas ... "90 Las medidas disuasorias de los hi-
jos de San Agustín surtieron efecto y Ocuituco
siguió siendo suyo.
Ésa y otras circunstancias hicieron,
como ya dijimos, que muchos frailes se nega-
ran a ocultar su tonsura con una mitra. El
obispado de Michoacán fue ofrecido a fray
Luis de Fuensalida y, ante su negativa, reca-
yó en el licenciado Vasco de Quiroga (1537),
convertido, así, en el primer obispo de aque-
lla diócesis. Las relaciones de este prelado con
los conventuales (franciscanos y agustinos
que poblaban su obispado) fueron pésimas,
envueltas en discusiones, diferencias, desca-
lificaciones mutuas y, ocasionalmente, en-
frentamientos físicos.
Fray Francisco de Mena, comisario ge-
neral de la orden de San Francisco, ya denun-
ció, en 1553, la singularísima iglesia catedral
(" ...aquella Babilonia de iglesia de Michoa-
cán ...") comenzada por Quiroga en Pátzcuaro. 91
Previamente (1550), al paso de las rivalidades
desatadas por los límites diocesanos de Michoa-
cán y Nueva Galicia, los clérigos michoacanos
atacaron a sus vecinos, sin hacer distingos en-
tre seculares y regulares (franciscanos), pues
también éstos sufrieron sus iras. 92 Y, en la mis-
ma línea, cuenta fray Maturino Gilberti cómo
los clérigos de Pátzcuaro quebraron las pilas
bautismales del convento franciscano y desalo-
jaron a sus ocupantes. 93
Con los ermitaños de San Agustín los pro-
blemas fueron mayores, pues mayor fue su pre-
sencia en tierras michoacanas. Entre los de más
temprana trascendencia, se encuentra el acon-
tecido en 1558 en la visita de Tazazalca: los
agustinos habían levantado allí un jacal de paja
que fue incendiado por el cura y los clérigos
puestos por Quiroga; la sentencia, en 1561, fue
favorable a este último. 94 No obstante, el Doc-
tor Anguís comunicaba a Felipe 11 cómo, a .Pe-
90
Ricard: La conquista. p.372.
91
Ramírez Montes: La Catedral. p.82.
92
Ricard: La conquista. p.373.
93
ld. p.374.
94
Paso y Troncoso: Epistolario. T.IX. Doc.499.
p.l21; Cfr. Rubial García: El convento. p.121.
- =
sar de eso, " ...hoy día me certifican que hay
desafíos entre ellos, llevando el negocio como
si fuera entre soldados..."95 Poco después, en
1562, el obispo intentó secularizar la doctrina
de Tiripitío: el clérigo enviado para ello fue re-
chazado contunden temen te por los frailes.% Por
último, al año siguiente, dos antes del falleci-
miento de don Vasco, fray Maturino Gilberti
denunciaba los excesos de éste contra los frai-
les, buscándoles la enemistad entre los indios
y poniendo clérigos cerca de los conventos, todo
" ... por dar molestia a los religiosos ... "97
Puede extrañar, a primera vista, la falta
de consenso entre el prelado y los religiosos.
Al fin y al cabo, Quiroga ha pasado a la histo-
ria como un ejemplar defensor de la causa in-
dígena. Sus loables proyectos hospitalarios
rivalizaban con los que los mendicantes habían
ensayado antes que él, y no menos significati-
vo es su empeño catedralicio, frustrado de an-
temano no tanto por su peculiar estructura
cuanto por pretender levantarla en un pueblo
de indios. El conflicto de intereses entre am-
bas partes es comprensible, tomando en cuen-
ta una coincidencia en los medios y en los
fines. Pero es que, realmente, los fines no eran
los mismos. Los mendicantes ansiaban una
república de indios en la cual la presencia es-
pañola estuviese relegada a la mínima expre-
sión, poco más que la suya propia, o, cuando
menos, perfectamente controlada y delimita-
da. Don Vasco, en cambio, deseaba una repú-
blica de españoles administrada por clérigos;
su interés protector para con los indios se de-
bía a que había comprendido cabalmente que
la conservación de la población autóctona era
una condición sine qua non para la permanen-
cia de la población española y para el manteni-
miento de la iglesia secular. Este planteamiento,
que trueca en pragmatismo una parte de lacar-
ga idealista tradicional y justamente asociada
a la figura del prelado, es el que se lee entre
las líneas del opúsculo De debellandis indis,
un tratado compuesto por Quiroga en 1552
95
Cit. Ricard: La conquista. p.374. La negrilla es
nuestra.
96
Rubial García: El convento. p.l22.
97
Cit. Ramírez Montes: La Catedral. pp.l67-168.
45
para justificar la conquista violenta de las In-
dias y legitimar la guerra contra los indios. 98
En ese sentido, la actitud de don Vasco
fue en todo coherente con la del resto del clero
secular: acabar con las pretensiones monopoli-
zadoras de los mendicantes para apropiárselas
y emplearlas en su propio proyecto eclesiásti-
co, que fue el señalado a propósito del obispo
de Michoacán. Tal situación es trascendente en
sí misma, por cuanto enfrenta a los mendican-
tes con otro importante sector social, pero es
doblemente importante porque la pugna llegó
a ser física y coincidió con el momento en el que
los frailes comenzaban a construir los edificios
conventuales definitivos, que son los conven-
tos fortificados llegados hasta nosotros. Las
luchas y disputas se concentraron en la década
de 1550.
El enfrentamiento argumental entre los
dos sectores eclesiásticos giró en tomo al cono-
cido tema de los diezmos,99 llevando consigo
aparejadas otras reivindicaciones accesorias y,
en igual medida, tendentes a desposeer a los
mendicantes de sus prerrogativas. El clero se-
cular necesitaba, para normalizar su situación
en Nueva España y acomodarla a los cánones
tradicionales, recaudar diezmos entre los in-
dios; ese tributo permitiría sufragar los gastos
de la estructura eclesiástica secular y, así,
sustentarla, como se hacía en Europa desde tiem-
po casi inmemorial. Simple en su planteamien-
to, la cuestión era mucho más compleja en sus
implicaciones, pues exigía aminorar el ascenden-
te ejercido por el clero regular sobre la población
autóctona, algo a lo que los mendicantes no es-
taban dispuestos a renunciar por las buenas.
Más aún, si, en cuanto a la actitud res-
pecto a los colonos hispanos y aun en cuanto
a la consideración de los indios, había habido
disensiones entre las diferentes órdenes men-
dicantes, la pugna con el clero secular unió
fuertemente a franciscanos, dominicos y agus-
tinos en un frente común.
98
Acuña: "Estudio". p. 59. Llama la atención sobre
la frecuencia con que tal idea aparece en los textos
quiroguianos y la ignorancia en que la han tenido los
historiadores.
99
Vid. Baudot: La pugna. pp.S9-73.
 Los primeros pasos dados en este sentido
partieron del propio emperador quien, en 1535,
envió a don Antonio de Mendoza una instrucción
para que se informase de la manera en que los
indios podrían pagar diezmos eclesiásticos. 100 Sin
duda, Carlos v actuaba ya instado por el sector
eclesiástico secular. El virrey, en cambio, conven-
cido simpatizante de los regulares, debió des-
aconsejar la medida. Por eso, cinco años después,
los obispos de Nueva España escribían de nuevo
al soberano para reivindicar su derecho a diez-
mar y denunciar largamente los desacatos en que
incurrían los frailes. 101 Éstos, por su parte, habían
olvidado pequeños roces derivados del reparto te-
rritorial entre ellos y formado lo que Zumárraga
llamó "Uni6n Santa", un acuerdo de paz y con-
senso rubricado por las tres órdenes en1541 para
hacer frente al enemigo común, que era el clero
secular en asuntos religiosos. 102 Paralelamente,
apelaban a la misma autoridad en unos términos
como los empleados por fray Pedro de Gante en
1552, cuando, al hilo de un comentario acerca
del excelente funcionamiento de la capilla de San
José de los Naturales, le suplica " ...que en nin-
ｾｵｮ｡＠ manera obispos y otros prelados se en-
tremetan en les tomar la dicha capilla y otras
iglesias que en sus perrochias tienen, donde
son consolados, ni que los ｣ｬ￩ｲｩｾｯｳ＠ se apode-
ren de ellas para ser curas, pues, para la
conservafión de estos naturales, tienen ne9e-
sidad de ｲ･ｬｩｾｯｳ＠ ... " 103
El lego franciscano flamenco nos introdu-
ce en el momento de mayor tensión, esto es, la
década de 1550. En 1554, el nuevo y recién llega-
do Arzobispo de México, fray Alonso de Montúfar,
dominico, se quejaba al Consejo de Indias por la
minusvaloración que sufrían los clérigos secula-
res y añadía que " ...toda la tierra, digo los espa-
ñoles ecepto los religiosos, están en que esto no
se puede remediar sino ｰｾ｡ｮ､ｯ＠ diezmos los
dichos indios, los cuales ｾ｡ｲｮ＠ de muy bue-
na ｾ｡ｮ＠ si no fuese contradiciéndolo los religio-
sos, a quien sólamente conocen por señores..." 104
100
lnstrucciones. T.1. p.87.
101
PasoyTroncoso:Epistolario. T.w. Doc.198. pp.S-17.
102
Beaumont: Crónica. T.n. Lib.n. Cap.xvn. p. 74.
103
Cartas. T.I. p.100.
u14Paso yTroncoso: Epistolario. T.vm. Doc.422. p.310.
46
El posicionamiento de fray Alonso no fue tan
moderado como el de su predecesor {más bien
todo lo contrario), a pesar de su condición ori-
ginalmente predicadora y llegó a ganarse la
enemistad del virrey y, por otros motivos, la de
su propio cabildo eclesiástico. Su llamada de
atención está lanzada en vísperas de un even-
to que tendría singular trascendencia en este
orden de cosas: el 1 Concilio Mexicano, cele-
brado entre julio y septiembre de 1555 y al que
asistieron tanto Montúfar como los obispos de
las diócesis existentes en Nueva España, inclui-
do don Vasco de Quiroga.
La principal conclusión del Concilio, tal
y como le fue comunicada al rey, que incluía
descalificaciones contra el virrey por su apo-
yo a los religiosos, fue " ...que Su ｍ｡ｾ･ｳｴ､＠
mande con brevedad que los indios ｰ｡ｾｵ･ｮ＠
diezmos de lo que ｣ｯｾｩ･ｲｮＬ＠ como los demás
christianos, porque no se puede dar otra tra-
za que sea bastante para lo sobredicho y para
que estos naturales ｴ･ｮｾ｡＠ propios y perpe-
tuos pastores y en esta nueva ｉｾｬ･ｳｩ｡＠ haya
culto divino y orden hierárquico si no es la uni-
versal y ｡ｮｴｩｾｵ＠ costumbre de la ｉｾｬ･ｳｩ｡＠ Cató-
lica, que es ｰ｡ｾｲ＠ los fieles diezmos a Dios
para sustentar su ｉｾｬ･ｳｩ｡＠ y ministros ... " 105 La
segunda medida adoptada en el Concilio, igual-
mente lesiva para los intereses de los mendi-
cantes y también tanteada previamente por el
rey, pero sin haber alcanzado aún ejecución
fue " ...que, de alli adelante, no se diese nue-
va licencia a los religiosos de hacer nuevas
casas, supuesto que mandaba Su ｍ｡ｾ･ｳｴ､ Ｌ＠
en la comisión que da a los señores virreyes,
que no puedan dar licencia para nuevas fun-
daciones sin acuerdo del Ordinario .. ,"106 Las
intenciones eran claras, pues " ...se dice que,
el dia que obiere diezmos, cada pueblo terná
propio cura y, asi, los frailes serán frailes y
no obispos ni virreyes como ｡ｾｯｲ＠ lo son ..." 107
105
!d. T.vm. Doc.437. p.47.
106
Basalenque: Historia . p.157. La instrucción al
respecto fue dictada por la Reina al Virrey Luis de
Velasco en 1550 (Instrucciones. T.1. p.158).
101
Id. T.vm. Doc.462. p.190 (Carta de Montúfar al
Rey en 1558).

Los frailes se mostraron totalmente en
contra de las medidas, y así lo hicieron constar
los provinciales de las tres órdenes, a partir de
entonces, en diferentes cartas enviadas a Espa-
ña. Según Montúfar, en carta de 1556, " ...ale-
gan los religiosos otra razón, y confirmanla
con Santo 1bmás en la 22e qe. 43 ar.8 qod.2 ar8,
do dice Santo Tomás que no se ha de pagar
diezmo en las tierras nuevas donde, no hay
costumbre de pagarse, si de allí, como gente
enferma y nueva, se teme que se escandalicen
[... ]. Dizen más, que en la primitiva Iglesia no
luego se mandaron dar diezmos y que ansí ha
de ser en ésta como si fuera la mesma razón
que en aquélla; ésta no es primitiva Iglesia
porque ya hay Papa y prelados y reyes católi-
cos y sagrados cánones y leyes ordenadas por
el Espíritu Santo ( ... ); demás de esto, esta Igle-
sia no se puede llamar nueva, pues ha cua-
renta años que son christianos ... "108 Nótese,
incidentalmente, la nueva apelación a la auto-
ridad tomista por parte de los frailes, sobre la
que se hará hincapié en otro epígrafe. Ahora lo
interesante es subrayar el proteccionismo aso-
ciado a la estructura eclesiástica novohispana
por los frailes. Lo hacían con el fin de justificar
su absoluto control. Pero tal argumento fue un
arma de doble filo porque, de la misma mane-
ra, generó un prejuicio por el cual se impidió el
acceso de los naturales al estatus de verdade-
ros frailes, causa nada accesoria en el fracaso
del proyecto mendicante.
El mismo arzobispo, en la misma carta,
daba cuenta de otro argumento esgrimido por
los frailes para evitar la recaudación de diezmos,
éste inoportuno en primera instancia: " ...res-
ponden los religiosos que, en ninguna mane-
ra, los indios son obligados ni' deben pagar
diezmos, sino que Su Magestad es obligado a
pagar todos los ministros que fueren necesa-
rios para el Sancto Evangelio y colación de los
santos sacramentos, y que sobre su real con-
ciencia van las faltas que de la doctrina evan-
gélica y ministros de ella hay en estas partes,
y que por sólo este capítulo es señor de esta
tierra y lleva tributos de ella, ni tuvo otro tí-
tulo para ganarla si éste no, y que con mala
108
/d. T.vm. Doc.441. pp.84 y 93.
47
- - - - - - - - - -- - - - --
conciencia va la mar cuajada de oro y plata
para Su Magestad no proveyendo primero la
dicha necesidad de ministros para la doctri-
na ..."109 El arzobispo mexicano no exageraba las
palabras de los frailes, y bien consciente era, al
reproducirlas tan detalladamente, de la grave-
dad de las mismas. Los mendicantes habían lle-
gado a cuestionar la legitimidad con que el
monarca ejercía su soberanía sobre las Indias:
tremendo error que los seculares supieron apro-
vechar, aderezándolo con otras acusaciones ya
reiteradas contra sus rivales y asumiendo un
conmovedor aire de víctimas y mártires; tal es
el tono de la última carta arzobispal citada y de
otras que vendrían después.
Los años subsiguientes están salpicados
por numerosas cartas remitidas por los repre-
sentantes de las tres órdenes, conjuntamente,
al rey. Así ocurre en 1557, 1559, 1560, 1561...
En todas ellas tratan, no de lavar su imagen,
pero sí de restar credibilidad y objetividad a los
comunicados episcopales y archiepiscopales,
poniendo especial énfasis en descalificar a
Montúfar y Quiroga.uo Si hemos de creer a
Montúfar (carta al rey en 1558), los religiosos
no dudaron en recurrir a la agresión física: "...se-
gún lo que los religiosos hacen, se diga que toda
la Christiandad y doctrina viene a términos
'Oiolentos y casi imposibles por el supremo
mando que tienen en esta tierra en spiritual y
temporal... "lll Llegaron al extremo de enviar a
los tres provinciales a España para defender su
posición delante de la corte. De esto último dan
cuenta los obispos novohispanos, encabezados
por Montúfar y Quiroga, en una carta dirigida
al rey en 1562, al tiempo que insisten en la de-
nuncia contra los frailes por haber derribado y
saqueado varias iglesias administradas por clé-
109
/d. T.vm. Doc.441. p.81.
nooarcía Icazbalceta: Nueva colección. T.1. Doc.l.
p.7; Cartas. T.1. pp.l39-148. En la carta de 1560, las
tres órdenes lamentan " .. .la contradicción que el
Arfobispo de México y Obispo de Mechuacán nos
ponen en la libre administración de los sacramen-
tos a los naturales de este Nue'Vo Mundo ( ... ),
diziendo que 'VSUrpamos el poder real y la dignidad
episcopal..." (Cartas. T.r. p.144);
1
l1Paso y Troncoso: Epistolario. T.vm. Doc.460.
p.l79. La negrilla es nuestra.
rigos " ... como si.fueran de luteranos ..." 112 Por si
fuera poco, el propio Montúfar remitió otra car-
ta, con idéntica fecha pero rubricada en solita-
rio, donde hacía constar cómo
...Desde los Apóstoles acá, ni en los actos de los
Apóstoles, ni en santos concilios ni en libro au-
téntico me acuerdo haber leído que los santos
predicadores que han plantado y dilatado el
Santo Evangelio en el mundo pretendiesen que-
darse con el mundo y señorio de los reinos y
provincias que ganaban para Ihesuchristo, ni
tampoco que amenazasen a los principes que,
si no les dejaban el dicho mando, desistirian de
tan santa y tan alta obra, como estos padres,
parece, lo pretenden y publican ... 113
El verbo de Montúfar era lo suficiente-
mente habilidoso como para manipular las evi-
dencias empíricas, pues exponía la actitud de
los mendicantes pero tergiversaba la propia y
la de los suyos, que era la que justificaba la de
los primeros. El cuadro resultante es el de un
clero regular que desafía a la autoridad real y el
de un clero secular pasivo y sufriente aliado
monárquico. Si los regios oídos a los que iban
dirigidos tales discursos e ran los de Felipe 11 ,
como ocurría desde 1556, y si el Concilio de
Trento estaba a punto de clausurarse (1563),
como bien demostraba saber el arzobispo aunque
nunca aludiera directamente a él, la repercusión
.favorable de sus elaboradísimas argumentacio-
nes estaba garantizada.
De momento, los frailes consiguieron
mantener paralizada la real cédula que les pre-
tendía anular la libertad constructiva, gracias a
un comunicado transmitido al virrey por Feli-
pe 11 en 1557, al poco tiempo de ocupar el tro-
no.114 La victoria secular no fue absoluta ni
instantánea, pero había quedado sentenciada a
partir de ahora. Los clérigos irán ganando terre-
no a los frailes progresivamente, paso a paso,
con pequeños y esporádicos retrocesos pero con
balance global favorable a los primeros. La
mayor baza a su favor será el apoyo de un rey
absolutista y plenamente convencido de super-
112
Id. T.IX. Doc.Sl8. p.l72.
m¡d, T.Ix. Doc.Sl9. p.179.
1 HMendieta: Historia. Lib.Jv. Cap.xxx. pp.486-487.
48
sonal misión defensora para con la reforma ca-
tólica. Los oscuros pronósticos presentados por
fray Jerónimo de Mendieta a Felipe 11 en 1562
l
llevaban el camino de cumplirse, pues él, el rey,
tendría la última palabra:
...Ésta es la lla'Ve de todo el bien o perdición de
esta nue'Va Iglesia: querer confiar Su Magestad
o no confiarse de los religiosos que eljelicísimo
Emperador, su padre, en'Vió por ministros de ella
y en quienes tu'Vo tanta confianza que, por ella
y por quererse regir por el parecer de los sier-
oos de Dios en los negocios de esta tierra, cobra-
ron los religiosos el nombre tan odiado de
gobernadores, por el cual nombre y por sólo
in'Vidia de él, se han le'Vantado y sucedido las
presentes persecuciones que esta Iglesia y obra
de Dios padece ... m
Ciertamente, " ...en el Sagrado Concilio,
se habían re'Vocado muchos privilegios a las
órdenes Mendicantes ...", señalaba justamente
fray Antonio de Remesal (1619) refiriéndose a
Trento. A partir de entonces, los obispos se ce-
baron con mayor saña contra los frailes, tanto
que Pío v, en 1567, tuvo que promulgar un breve
denunciando un total de 38 " .. .vejaciones o agra-
vios ... " y autorizando a los mendicantes a seguir
administrando los pueblos de indios como habían
venido haciendo antes de Trento, sin licencia
episcopal previa. 116
Cédulas reales y otros tipos de notificacio-
nes se suceden, firmes en su propósito aunque
vacilantes en su ejecución. El rey, buscando un
mayor control sobre los asuntos religiosos, exigía,
en 1574, que ningún religioso pasase a Indias sin
su autorización. En 1583, ordenó que " ... se .
presentassen clérigos para las doctrinas, así en
lasfundadas como en las nUe'Vas, y fuessen pre- •'
feridos a los fray les ...", 117 " ...porque conviene 1
reducir este n egocio a su principio y que, en 1
cuanto fuere posible, se restituya al común y
recebido uso de la Iglesia lo que toca a las dichas
ｾ＠
rectorías de parroquias y doctrinas ..."118 Una real
115
García Icazbalceta: Colección. T.II. p.S23.
116
Remesal: Historia. T.11. Lib.x. Cap.xx1. pp.482-
484.
117
Vetancurt: Teatro. p.ll.
118
Remesal: Historia. T.II. Lib.xJ. Cap.v. p.S39.
cédula de 1585 autorizó, finalmente, que los obis-
pos visitasen parroquias y conventos, " ...confor-
me a lo dispuesto por el Concilio Tridentino ...",
con lo cual " ...quedaron los señores obispos con
autoridad sobre las doctrinas de los religio-
sos ... " 119 Y, en 1593, otra cédula prohibía la cons-
trucción de nuevos conventos sin licencia regia
cuando menos. 120
A todo esto, los religiosos ejercieron
cuanta oposición les fue posible, pero todo fue
poco. Don Juan de Palafox y Mendoza, elevado
a las dignidades de obispo de Puebla y virrey de
Nueva España, " ...dio principio a la execución
sin réplica ..." de todas las reales cédulas acu-
muladas, en especial la de 1585. 121 En conse-
119
Vetancurt: Teatro. p.l2.
12
nlnstrucciones. T.l. p.248.
121
Vetancurt: Teatro. p.lS.
49
cuencia, " .. .lo que más llena de horror es ver
el desamparo y abandono espiritual en que se
hallan estos pobres naturales después que les
quitaron los religiosos (... ]; digo de todo cora-
zón y con las mayores veras que en esto se ha
cometido un yerro, el más exorbitante que
puede discurrirse, y que le han llorado los mis-
mos que solicitaron esta novedad ..." Los térmi-
nos expresados por el capuchino Francisco de
Ajofrín en 1764 son válidos para lo sucedido
entre finales del siglo XVI y principios del si-
glo XVII, si bien él se refiere a la secularización
global sufrida en 1754 por las que ya eran de-
nominadas misiones. Pero eso corresponde a
otra historia.
 EL CLERO REGULAR EN LA NUEVA ESPAÑA
E 1 esquema tradicional del estamento
religioso, tal y como había quedado
configurado a lo largo de la Edad Media en Oc-
cidente, sufrió un profundo trastocamiento a
raíz de su traslado a América. Las anomalías tu-
vieron como protagonista a un sector eclesiás-
tico muy concreto: el clero regular. Por un lado,
las bulas papales concedieron a este grupo una
serie de prerrogativas y libertades que, hasta ese
momento, no habían sido de su incumbencia,
sino exclusivas del clero secular; de aquí se de-
rivará, con relativa tardanza, una dura pugna
entre los dos sectores eclesiásticos. Por otro
lado, en América, singularmente en la Nueva
España, la llegada de los regulares se produjo en
un momento especialmente crítico, contem-
plando la eclosión de un movimiento de refor-
ma interna que se había venido gestando en
Europa y particularmente en España desde ha-
cía varias décadas; de aquí se derivará, inme-
diatamente, un nuevo perfil del eclesiástico
regular, un híbrido a medio camino entre las
tradicionales categorías monástica y conven-
tual. Por añadidura, y aunque pueda resultar
paradójico, los dos niveles de alteración eran in-
compatibles entre sí, de modo que, en medio de
esa contradicción, el clero regular novohispa-
no acentuará un espíritu pintoresco que ya es-
taba anunciado de antemano.
¿Monasterios, conventos o misiones?
La historiografía que se ha ocupado de la arqui-
tectura regular novohispana ha usado, general-
mente con absoluta indiferencia, los sustantivos
monasterio y convento, monje y fraile, así como
sus respectivos derivados calificativos, monásti-
co y conventual. 1 De este modo, ha pasado in-
1
"Convento. Conjunto de constntcciones en el que
habitan y viven las comunidades de los religiosos.
51
advertido el personalísimo talante del clero re-
gular novohispano.
Hay ciertas excepciones, todas ellas perfec-
tamente localizadas: se trata siempre de historia-
dores angloparlantes que, por ineludibles razones
de correlación lingüística, han de justificar la de-
nominación vernácula elegida para traducir los
dobles términos españoles. Quien mejor expone el
problema idiomático es McAndrew,2 y aunque sus
razones para elegir el término manastery sean dis-
cutibles, es consciente de la diferencia que existe
entre convento y monasterio. Pero será Robert
Mullen el que más claramente perciba el problema
planteado por la clasificación de los establecimien-
tos regulares novohispanos, no ya en su expresión
lingüística inglesa sino en la española; en este con-
texto, justifica la impropiedad que encierra el tér-
mino monasterio y advierte la peculiaridad que
reviste el término convento, por las atribuciones
parroquiales con que fueron investidos los frailes. 3
Se llama también monasterio. Cuando en el conven-
to viven monjes o canónigos regulares gobernados
por un abad, se le llama abadía" (Artigas, Medel
Martínez, Ortiz Lajous: Vocabulario. p.l46).
1
"The narrowly correct name in English for these
stablishments -then called either monasterios or con-
ventos- is 'friary' or 'convenc: but, as 'friary' sometimes
sounds awkward in modern speech, and 'convent' is
more often understood as an stablishment oj nuns,
'monastery' will be most often used here (the word can
correctly apply to any community residence or group
of religious who recite divine offices together)."
(McAndrew: The Open-Air Churches. p.26).
3
"The word convento has a special context when
used in the Spanish texts. lt cannot be translated as
monastery, parroquial monastery,friary or convent.
lt was none of these. When.friars were assigned toa
certain village they went there as parish priests, not
monks. Their church was the convento to wichfour,
often two, and rarely six or eight.friars were assigned.
lt was nota monastic complexfor cloistered monks."
(Mullen: Dominican. p.4).
 En ciertos casos, tal vez por evitar la
elección entre convento y monasterio, se ha
pretendido aplicar la denominación de misión
a los primeros establecimientos conventuales
de la Nueva España. Así, Ricard distingue entre
misiones de ocupación, misiones de penetra-
ción y misiones de enlace. 4 Esta terminología
es equivalente, en cierto modo, a la cataloga-
ción reflejada en los documentos: custodia,
guardianía, vicaría o asistencia y visita o doctri-
na, de mayor a menor rango. En ambos casos,
se trata de calificaciones de índole administra-
tiva, creadas de cara a la organización interna
de cada una de las órdenes, que se sobreponen
pero no suplantan a las denominaciones de
convento o monasterio; por eso mismo, verbi-
gracia, un monasterio puede ser abadía o
priorato.
El ejemplo concreto de la misión ofrece
un inconveniente adicional. Corresponde a un
momento histórico avanzado, cuando las que
antes eran visitas, vicarías, etcétera, desarrollan
el mismo tipo de actividad pero de acuerdo con
un marco legal hasta entonces inexistente. Es
decir, el estatus de misión se perfila a partir de
la década de 1570, cuando el espíritu absolutista
de Felipe 11 comienza a reglamentar por escrito
el tipo de relaciones jurídicas que regirían los
derechos y deberes de cada una de las partes
afectadas por el proceso de evangelización: la
propia corona, el clero regular, el clero secular,
la población indígena y la población civil euro-
pea. No por casualidad esta definición coincide
con el ocaso de la iniciativa conventual que
había generado los conventos fortificados, en un
contexto carente de leyes precisas al respecto.
Por este código se garantiza el aislamiento del
fraile (adjetivable ya como misionero) en me-
dio de las tribus indígenas (antiguo pueblo de
indios), que conservan una buena parte de su
autonomía; al cabo de un plazo legal de diez
años esa unidad evangelizadora pasaría a ma-
nos del clero secular (secularización) y sus po-
bladores comenzarían a tributar tanto a éste
como a la corona ganando, como contraparti-
da, mayor autonomía. 5
4
Ricard: La conquista. p.23.
5
Gómez Canedo: Evangelización. p. 52.
52
Por nuestra parte creemos que entre las
diferentes denominaciones propuestas, la que
con mayor rigor corresponde a los estableci-
mientos del clero regular en Nueva España es
la de convento. Veremos cómo será un clero
conventual muy particular, pero conventual al
fin y al cabo. En todo caso, cabría la posibili-
dad de acuñar un nuevo término que diera
cuenta más precisa de todas las singularidades
que aquí se detallarán, pero eso sería una tarea
más propia de los especialistas en la historia
eclesiástica regular.
Stricto sensu y aunque pueda parecer
demasiado obvio insistir en ello, el monasterio
es un establecimiento eclesiástico regular ha-
bitado por monjes, es decir, religiosos que viven
en cómunidad, de acuerdo con una regla y en
absoluta clausura, de espaldas a la vida extramu-
ros. El convento es también un establecimien-
to regular, pero habitado por frailes, es decir,
religiosos que viven en comunidad, de acuerdo
con una regla y volcados hacia el exterior, ha-
cia la vida extramuros. Por eso, los monasterios
se construyeron lejos de cualquier núcleo
habitacional; si hoy se encuentran rodeados por
un núcleo urbano, se debe a que éste fue for-
mándose en torno a la actividad productiva ge-
nerada por aquél. Los conventos, en cambio,
buscaron los núcleos urbanos para instalarse en
ellos, pues el servicio a esa población urbana (a
través de la predicación principalmente) cons-
tituía su razón de ser.
La monástica fue la primera forma de
vida regular conocida por el cristianismo, y fue
la única hasta que, a principios del siglo xm,
nació la conventual. Esta última, encarnada
originalmente por la orden de Santo Domingo
de Guzmán (Ordo Fratrum Predicatorum,
1216) y por la orden de San Francisco de Asís
(Ordo Fratrum Minorum, 1223), a las que se
sumó la orden de Ermitaños de San Agustín
(1256), nació como respuesta a las inquietudes
sociales que surgían paralelamente a la paula-
tina concentración de la población en las ciu-
dades; esas reivindicaciones demandaban, no
en última instancia, una vuelta a la pobreza y
simplicidad primitivas de la experiencia religio-
sa, aspecto que las nuevas órdenes llevaron
hasta el extremo de declarse mendicantes. Era
una nueva realidad a la que no podía responder
el enclaustrado y opulento modo de vida monás-
tico que, por consiguiente, entró en crisis.
Ciertamente, la documentación colonial
es ambigua en el uso de la terminología, pero
esta constatación es sólo relativa y no justifica
las licencias asumidas por los historiadores con-
temporáneos. Con absoluta normalidad, los tex-
tos novohispanos emplean las denominaciones
de convento y monasterio, más frecuentemen-
te, incluso, la segunda, para referirse a los esta-
blecimientos del clero regular. Ni siquiera cabe
establecer una distinción, sobreentendida a
menudo entre los religiosos coetáneos residen-
tes en la Península, que tiende a identificar el
monasterio con el edificio físico o morada de los
religiosos y el convento con el grupo humano
que lo habita. Pero, a pesar de todo, en ningún
caso se denomina monjes al clero regular no-
vohispano: los términos son siempre fraile o,
sencillamente, religioso. Este detalle demuestra
que los propios protagonistas eran conscientes
de las diferencias y legitima sobradamente el
respeto de las mismas por nuestra parte.
Los mendicantes novohispanos eran tan
conscientes de su condición conventual que,
en 1526, Motolinía y otros franciscanos reco-
nocían ante el emperador que " ...sin pueblo, no
pueden bien losfrayres solos hacer aquellas ce-
remonias y representaciones que la Iglesia
Santa representa ...";6 sabían que ellos no eran
nada sin la población civil, a la que prestaban su
servicio predicador a cambio de limosna. Los
primeros agustinos llegados a la Nueva España
en 1533 incluso alegaban haber venido siguien-
do el mandato de Cristo: " .. .'entraréis en las
ciudades y casas predicando' ..." 7
Frailes con atribuciones seculares
Ahí terminan las correspondencias entre los
conventuales novohispanos y sus hermanos
residentes en España u otros puntos de Euro-
pa. En efecto, " ...lo tocante a los religiosos es
aquí muy diferente que en España, porque allá
6
Cit García Icazbalceta: Colección. T.u. p.156.
7
Basalenque: Historia. p.27.
53
v.s. sabe que con estarse el religioso en su casa
o acudir alguna vez a alguna obra de caridad
cuando se ofrece, cumple con su obligación, y
en sólo esto se encierra lo que hay que dar ni
tomar con ellos; mas acá, con la falta de cléri-
gos, ha sido siempre forzoso que frailes hagan
oficios de curas y que S.M. se valga de ellos para
la doctrina ¡... ], que es una vida más liberta-
da de la que habían de tener los de su nombre
y profesión ... " Así se dirigía el virrey Martín
Enríquez a su sucesor, el conde de la Coruña,
en 1580, cuando esta irregularidad avanzaba ya
hacia su corrección por las presiones reivindica-
ti vas del clero secular, encabezado por los obis-
pos. La recusación de los frailes, en este mismo
contexto, incidía en la naturaleza conventual de
sus iglesias y el carácter transitorio de las fun-
ciones parroquiales, a pesar de que la presen-
cia de una pila bautismal era el signo visible que
acreditaba a tal o cual iglesia como parroquial.
Ésa fue, aproximadamente, la justificación es-
grimida por fray Alonso Ponce, comisario gene-
ral de los franciscanos, en 1586, cuando una real
cédula insistía, por enésima vez, en colocar las
iglesias conventuales en manos de clérigos se-
culares;8 la Roma que ahora pretende recortar
las libertades concedidas previamente a estos
grupos de mendicantes es la posconciliar, la
tridentina.
Tenemos, pues, un clero regular que asu-
me competencias seculares, en tanto que parro-
quiales, curaduría de almas que, en cierta medida,
desfiguraba la clausura que les correspondía en
8 " ...
Cuanto a la jurisdicción que S.M. atribuye en
nuestras iglesias y en lo tocante a ellas a los ordi-
narios, como si fuesen parroquiales o clericales,
suplicársele que no lo permita, dándole a entender
que no son sino iglesias regulares o monacales,
edificadas, con autoridad apostólica y con licencia
de S.M. o de sus virreyes en su nombre, para nues-
tra habitación, con mucho trabajo y solicitud nues-
tra, y con limosnas que los fieles voluntariamente
nos han hecho. Y por determinación de la Silla Apos-
tólica, está declarado que las tales iglesias, así como
los monesterios, el dominio de ellas es de la Iglesia
Romana y del Sumo Pontifice como cabeza de ella,
y son exemptas de los ordinarios. Y si tenemos pi-
las en ellas, son de prestado, mientras usamos el mi-
nisterio de los sacramentos ... " (García Icazbalceta:
Nueva Colección. T. u. Doc. LXIV. pp.46-4 7).
tanto que regulares. Para ser más exactos, habría
que decir seudoparroquiales, pues ellos mismos,
aunque sí desempeñaban funciones parroquiales,
no se consideraban "curas", porque eso implica-
ría renunciar a sus libertades (dependencia di-
recta de Roma) y someterse a la autoridad
secular u "ordinaria" de los obispos; ése es el
rechazo que transpiraban la cita anterior y otras
muchas.9 De cualquiera de las maneras, el fenó-
meno era extraordinario para los usos conocidos
hasta entonces, y aún lo era más teniendo en
cuenta que los propios frailes debían crear los po-
blados que permitirían la realización de su con-
dición conventual.
En Europa, efectivamente, el clero regu-
lar conventual se había venido instalando en
núcleos urbanos preexistentes. En América, con
sus particulares asentamientos poblacionales
(no urbanos) esto sólo fue posible en unos po-
cos casos: los pueblos de españoles, fundados
por conquistadores para su propio asiento y el
de los colonos procedentes de Europa. Pero el
servicio en este tipo de asentamientos, aunque
incumbía a los frailes, era un escenario prefe-
rente para el clero secular: " ...tenéis otros mi-
nistros clérigos que acuden a esto, y los indios
son muchos y no tienen otros ministros sino
unos pocos frailes que aprendimos su len-
gua ... " era la respuesta de los mendicantes a los
reproches de los españoles, que se quejaban de
recibir menor atención de su parte que los in-
dios.10 Clérigos para españoles y frailes para
indios. En la mayoría de los casos, por tanto,
los mendicantes tuvieron que comenzar por
crear la infraestructura urbana, imprescindi-
ble para el convento. Así nacieron los primeros
pueblos de indios morfológicamente europeos,
pues la evangelización de éstos y no la de los
españoles constituía el objeto de su viaje
transoceánico.
9
La contundente respuesta de Jos franciscanos de
la ciudad de México al Rey en 1574, tras recibir otra
cédula que amenazaba con entregar los conventos a
clérigos o convertirse los propios frailes en curas, fue:
" ...antes nos iremos a los montes y desiertos a sus-
tentarnos de las yerbas y raíces o a morir de ham-
bre que aceptar el ser curas y obligarnos a dar
cuenta de ánimas ... " (Id. T.1. Doc.xLII. p.204).
10
Mendieta: Historia. Lib. m. Cap.LI. p.316.
54
Una y otra vez una misma operación se
repitió de manera sistemática. Los religiosos
buscaban los lugares más densamente poblados
por los naturales. Allí plantaban la cruz y tira-
ban cordeles a partir de ella para trazar las
manzanas habitables, reservando el espacio
central para el convento y la plaza pública, que
muchas veces era el propio atrio conventual.
Tampoco en el pasado europeo el convento ha-
bía ocupado una posición tan privilegiada; por
su ubicación en poblaciones ya existentes y
controladas por el clero secular, el estableci-
miento conventual solía quedar relegado a la
periferia. En 1526, se fundó San Francisco de
Acámbaro (Michoacán), de acuerdo con una
real cédula de Carlos v por la que " .. fúndanse
pueblos, ciudades, 'Villas de indios católicos ...":
" ... primero, se puso una cruz alta de cinco
brazadas de alto, de madera de sabino ..."; a
continuación, " ...se trazó en dicho pueblo cómo
se ha de formar con sus calles cuadrado ...";
finalmente, " ...onde está la cruz, se puso una
ermita ...", que es " .. .onde se ha de poner el
convento ...", pues el mismo emperador había
mandado " ...que se haga un convento en for-
ma y como en la iglesia bien hecha de los pa-
dres de la orden de San Francisco han de
administrar los santos sacramentos y doctri-
nara los naturales ..."; lo que se hizo fue " ...una
capilla en forma, de veinte brazadas, con su
sacristía y cuatro celdas, fuera el ref ectorio y
la oficina, y su jardín ondean de tener su con-
versación a los padres ..."; la administración de
la república quedó repartida entre los caciques
otomíes y tarascos y se prohibió la venta de
solares a pobladores españoles. 11 El ejemplo
expuesto es uno de tantos, con la única pecu-
liaridad de haber conservado su acta fundacio-
nal. Nótese cómo el provisional convento consta
ya de un atrio Uardín) para el trato de los frai-
les con los naturales y cómo se garantiza el ais-
lamiento de éstos respecto de otros agentes
europeos que no fueran los religiosos de San
Francisco.
Éste era el verdadero imperio de los men-
dicantes, donde reinaban por encima de las au-
toridades eclesiásticas seculares y por encima,
11
Beaumont: Crónica. T.n. Lib. u. Cap.1. pp.298-305.
incluso, de los diferentes representantes de la
autoridad civil española: " ...¿cuál es y en qué
consiste el imperio franciscano tan nombrado
y murmurado por este mal mundo? ...", le pre-
guntaba Mendieta a Felipe 11 en 1562, cuando
ya se avistaba la ruina del mismo. 12 Además de
párrocos, eran los jueces que supervisaban
tutelarmente la vida cotidiana de los feligreses.
Esto sumaba otro punto de anormalidad con
respecto a los usos tradicionales, y fue el origen
de las múltiples críticas que acabaron por mi-
nar el privilegiado estatuto de los religiosos
novohispanos.
Frailes con aspiraciones monacales
Todas las notas fuera de lo común señaladas
hasta ahora quedan empequeñecidas ante la
que falta aún por citar: los frailes novohispanos
manifestaron una fuerte vocación monástica.
Tales anhelos de clausura no podían estar en
más abierta contradicción con una vida conven-
tual que, además, adquiría extraordinarias atri-
buciones parroquiales, como ya se indicó. Pero
eran la lógica consecuencia del clima reforma-
dor que había afectado a las órdenes mendican-
tes en toda Europa a partir del siglo XIV y que,
en España, acababa de cristalizar en el momen-
to de producirse su paso a las Indias. Era, en
última instancia, una propuesta de regeneración
eclesiástica desde el sector regular, incentivada
en no pequeña medida por la degeneración en
que había incurrido el sector secular.
En el proceso se vieron involucradas las
tres órdenes que protagonizaron el capítulo ini-
cial y principal de la evangelización del Nuevo
Mundo: franciscanos, dominicos y agustinos.
Como todos los movimientos de reforma, el
propósito fundamental era retornar a la simpli-
cidad y pobreza originales, y así había ocurrido
ya en el ámbito monástico del siglo XII (reacción
cisterciense frente a Cluny). Ahora, las órdenes
conventuales, inmersas en un nuevo ciclo
reformador, no se conforman con retornar al
ideal de pobreza con que habían sido creadas y
que, por una dinámica histórica ineludible , se
12 García Icazbalceta: Colección. T.n. p.S26.
55
había ido diluyendo con el paso del tiempo
(simonía, nicolaísmo, etc.); quieren sumar el
ideal ascético y eremítico asociado a la vida
monástica, a pesar de ser totalmente opuesto a
la actividad predicadora. Se trata de un fenóme-
no altamente significativo, que ha pasado des-
apercibido para los historiadores del monacato
cristiano y que tuvo especial repercusión y de-
sarrollo en la Nueva España del siglo XVI.
De las órdenes monásticas que estos frai-
les tenían a la vista, las más reputadas eran tres.
La primera era la orden del Císter, la rama que
con mayor empeño había logrado superar la
crisis en que se encontraba el tra-dicional mo-
nacato benedictino: fue precisamente en
Castilla donde primero se aplicó el modelo de
reforma congregacional, desde 1425 y con re-
percusiones en toda Europa. A partir de ese
momento y a lo largo de todo el siglo xv, la Con-
gregación de la Regular Observancia de San
Bernardo de España, fundará no ya monaste-
rios, sino, como indican las actas de la orden,
" ...eremitorios ... " 13 Los mendicantes habían
vuelto sus ojos hacia el Císter desde su nacimien-
to tomándolo como modelo para la organización
interna; estas semejanzas se acentuaron a raíz
de la reforma congregacional, que corrió parale-
la en el tiempo y en los intereses con la de los
mendicantes.
Las otras dos órdenes tomadas por mo-
delo enfatizaban los caracteres eremíticos no
por regeneración sino por definición: la orden de
San Jerónimo, fundada en 1374 como orden
específicamente hispana y, muy especialmen-
te, la orden de la Cartuja, fundada por san Bruno
de Colonia en 1078, que vivía su mejor momen-
to en el siglo xv. Las referencias a la Cartuja y a
los santos eremíticos que dieron origen al mo-
nacato serán constantes entre los primeros frai-
les de la Nueva España. Será la amplificación de
una actitud presente entre los frailes españoles
desde finales del siglo xv.
Así, fray Martín de Valencia, primer pro-
vincial de los franciscanos de Nueva España,
quiso hacerse cartujo antes de entrar en el con-
vento de San Onofre de Zafra, perteneciente a
la reformada custodia franciscana de San Ga-
13
Masoliver: Historia. pp.200-201.

briel, fundada en Extremadura por fray Juan de
Guadalupe en 1516. Fray Jerónimo de Mendieta,
que es quien glosa la vida de fray Martín, com-
para a éste con san Hilarión, y a su maestro fray
Juan de Argomanes, con san Antonio. 14 Y el pro-
pio Mendieta, en 1567, cuando la crisis del
movimiento conventual era un hecho innega-
ble, llegó a incluir las obras de san Bernardo y
un texto en romance sobre los cartujos entre los
volúmenes esenciales e imprescindibles de toda
librería conventual. 15 Abundando todavía en los
ejemplos referentes a la orden seráfica, consta
que, junto al convento de Chapalac (Jalisco,
1548), había una laguna con varias isletas, una
de las cuales servía de reclusión a" ...un religio-
so de vida ejemplar y solitaria ..." que era ali-
mentado esporádica y frugalmente por los
naturales. 16
Entre los dominicos y los agustinos, la
pasión por las citas y las prácticas eremíticas
fueron singularmente explícitas. En ello int1u-
yó, sin duda, la peculiar topografía que les tocó
habitaren Nueva España. Las ásperas sierras mix-
tecas y michoacanas fueron, para dominicos y
agustinos respectivamente, la recreación más
exacta que podían imaginar de la Tebaida egip-
cia, cuna del monacato y erial donde habitaron
muchos de los tan evocados santos eremitas.
Fray Domingo de Betanzos, el correlato
dominico de fray Martín de Valencia y muy
amigo suyo, siendo aún estudiante en Salaman-
ca declaró: " ...yo tengo determinación de hur-
tar el cuerpo al mundo y sus ocasiones, y
quisiera vivir vida solitaria, donde, desterra-
do del regalo y frecuencia de las ciudades,
acabase de entender que toda vida es destie-
rro ... ";11 conseguida la oportuna licencia papal,
vivió cinco años como ermitaño en una isla
napolitana, para regresar y acabar profesando
en el recién reformado convento salmantino de
San Esteban, si bien su primera intención fue
hacerse cartujo. Ya en Nueva España fundó el
convento de Tepetlaoztoc, distante siete leguas
HMendieta: Historia. Lib.v. Cap.n. pp.S72-574.
Ｑ
ｾｇ｡ｲ｣￭＠ Icazbalceta: Nue'Va colección. T.r. Doc.
XVIII. p.81.
16
Tello: Crónica. Lib.rv. Cap.xrr. p.79.
17
Dávila Padilla: Historia. Lib.r. p.8.
56
-
de México y dedicado a la anacoreta santa Mag-
dalena: " ... en medio de la huerta que él plan-
tó hizo vn oratorio deuotíssimo, donde gastaua
lo más del día y de la noche. Está el oratorio
rodeado de altos cipreses, que le escurecen
algo y le hacen más deuoto. Tiene luego, en en-
trando, vn claustrico pequeño, de seys pies de
ancho, y enmedio vn huertezico [... ]. De este
claustro, se passa a vna capilla pequeña [... ],
tan chica que apenas cabe en ella más de la
tabla en que el santo dormía ... " 18 Betanzos
había concebido, literalmente, un desierto, en
la misma línea que los que habían de ser ca-
racterísticos de los carmelitas descalzos. Y, por
si quedase alguna duda acerca de sus aspira-
ciones, las pláticas que dirigía a sus frailes iban
ilustradas " ...con exemplos de santos hermi-
taños y padres antiguos ... " 19 No en vano Be-
tanzos era natural de El Bierzo, una comarca
leonesa reputada, a lo largo de la Edad Media,
como una nueva Tebaida.
Con estos antecedentes no puede extra-
ñar que la primera morada de los dominicos
en Nueva Antequera (Oaxaca, 1529) fuera una
ermita donde, " ... como sifuera el convento
más recoleto y austero de la orden, el recogi-
miento en aquella estrecha gruta no se dis-
pensaba ...", muy a tono con " ...el retiro y la
soledad de las montañas ... "20 En esas mismas
tierras, el convento de San Jerónimo de Tla-
cochahuaya (Oaxaca, 1548) fue comparado
con la vivienda de los recabitas (institución
eremítica veterotestamentaria que habitaba en
hipogeos), " ... por el temple, que era extrema-
do seco y lo más fundado entre peñas, y una
de las viviendas más estrechas, porque es el
convento, en lo material de la fábrica, todo
como de ermitaños, cojo y encogido: desde que
se entra por la puerta, parece la Tebaida, tris-
te y lóbrega, sobre pequeña, el claustro en
igual proporción, angosto y bajo y de muy
corto espacio . .." 21 Cuando el convento fue
reedificado de cal y canto, hubo presiones para
que se respetasen las estrechas medidas origi-
INJd. p.47.
19Jb.
2
"Burgoa: Palestra. Lib.r. Cap. r. pp.32 y 28.
21
/d. Lib.rr. Cap.Ln. p.lOS.
 LÁMINA 6.
nales, aunque se añadiese un sobreclaustro, y
así se conserva hoy (lámina 6).
La orden de San Agustín, por último, te-
nía más razones que ninguna para reivindicar
aspiraciones monásticas pues, antes de su cons-
titución formal en 1256, los seguidores del obis-
po de Hipona habían vivido dispersos por Italia
en comunidades de ermitaños. Entre ellos tam-
bién consta la existencia de verdaderos desier-
tos, como el convento de Tzitzicaxtla (en el
actual estado de Hidalgo, 1548-1560), rodeado
de ermitas para el retiro de los frailes. 22 Por lo
que respecta a las fundaciones michoacanas,
fray Juan de San Román llevó a cabo algunas de
las primeras, " ... siempre denominando a los
pueblos con los nombres de santos ermitaños,
en que quiso, sin duda, mostrar que lo que
pensaba en Mechoacán era un ejemplar de la
antigua Thebaida, pues, a consecuencia de los
nombres que imponía a las nuevas fundacio-
nes, fabricaba unos ejemplares de las estre-
chas chozas de Egipto ... "23
12
Rubial García: El convento. p.l43.
23
Escobar: Americana Thebaida. p.24 7.
TLt\COCIWIUAYA (OAXACA). CLt1USTRO.
El cronista que transmite estas noticias
es Matías de Escobar, el mismo que tanto gusta
de identificar estos conventos michoacanos con
modelos hierosolimitanos. Para probar que· la
recreación de la Tebaida no fue el fruto de la
retórica barroca del autor (como creemos ocu-
rre con las metáforas de Sión, Jerusalén y
Salomón), sino algo más profundo y perfecta-
mente documentado desde los inicios (si aún se
dudara), valga el ejemplo de fray Pedro de San
Jerónimo, citado por la misma fuente. Fundó el
convento de Charo (Michoacán, 1550) y deco-
ró el claustro con escenas de varios martirios
agustinianos en tres de los lados, " ...a lo cual
añadió, en todo un lienzo de un claustro, una
montaña a la moda de las sierras de Tagaste,
y con grande semejanza a las de Egipto en la
Tebaida ..."24 Aún se conserva este mural, si bien
en mal estado (lámina 7). Más conocida, mejor
ejecutada y mejor conservada es la representa-
ción de la misma en el convento de Actopan
(actual estado de Hidalgo) , con los frailes vivien-
do en cuevas como auténticos ermitaños.
24
/d. p.794.
57
 LAMINA 7. CHARO (MICHOACÁN). REPRESENTACIÓN DE LA TEBAIDA EN EL CLAUSTRO.
Aspiraciones tan encontradas como la
predicadora (conventual) y la eremítica (mona-
cal) fueron la fuente del primer gran debate que
enfrentó internamente a los enviados por cada
orden a Nueva España. Fue un planteamiento
inverso al que se configuró, en el último cuarto
del siglo XVI, con motivo de las ansias predica-
doras traídas por las órdenes adscritas a la re-
forma descalza, eremíticas por definición. El
carmelita Nicolás de Jesús (1585) se mostró
muy contrariado por el envío a América de sus
primeros hermanos, pues " ...rw es oficio propio
de ermitaños andar convirtiendo infieles sino
orar en los montes ..."25 En este sentido, insis-
timos, la actitud de los mendicantes reforma-
dos es un avance de lo que será la descalcez.
Cuando el franciscano Francisco de
Quiñones (1523) elaboró la Instrucción de
obediencia a los Doce, tenía como principal
preocupación la salvaguarda de la Regla " ...como
seJJuarda en las pravincias de los Ángeles, San
Gabriel y La Piedad ... ", las tres, del nuevo
Madre de Dios: Tesoro escondido. Lib.I. Cap.XI.
25
p.JS.
58
movimiento de reforma española. Con esa pre-
ocupación en mente, exponía que, " ... sijuntos
pudiéredes estar en una misma ciudad, teníalo
por mejor, porque el concierto que viesen en
vuestra vida y conversación sería tanta parte
para ayudar a la conversión como las pala-
bras y conversaciones, y si esto rw o'Viere lu-
gar, a lo merws dividiros heis de dos en dos o
de cuatro en cuatro ... ", a una distancia tal que,
en quince días, sea posible reunirse con el pro-
vincial una vez al año.26 Quiñones era conscien-
te de que las aspiraciones monásticas de los
mendicantes eran poco o nada viables en Nue-
va España, pues las necesidades conventuales
(evangelización) eran aquí infinitamente más
perentorias que en la Península.
Los dominicos vivieron este dilema de for-
ma más amarga, a causa de la fuerza con que
Betanzos impuso su criterio, más monacal
que conventual. Lo que Betanzos quería era
" ...que huuiesse en la prouincia doze conuentos
de a treynta frayles cada vno, y que de ellos
saliessen los frayles de dos en dos a visitar la
Cit. Gómez Canedo: Ｆ｡ｾ･ｬｩｦＺ｣ＶｮＮ＠
26
p.48.
comarca y confesar y predicar, como se haze en
algunas partes de España..."27 Un anónimo cro-
nista había sido aún más explícito en 1569:
" .. .dividiéronse en dos pareceres: el uno fue
que se hiciese un gran convento donde estu-
viesen todos los religiosos, y de allí, de dos en
dos, fuesen por los pueblos entre los indios a
los doctrinar y ministrar los sacramentos, y de
éste fue fray Domingo de Betanzos, y para él
procuró y comenzó a ordenar que el convento
se edificase grande en demasía; y otros fueron
de parecer que se fuesen a morar entre los in-
dios [... ], y ansí prevaleció este parecer, ansí
en nuestra orden como en la de San Francis-
co y San Agustín, que otros no hay acá ... "28 A
pesar de que la cita puede dar a entender la
existencia de unos términos equiparables para
las tres órdenes, lo cierto es que ninguna defen-
dió tanto el extremo monástico como la de los
Predicadores. De resultas, ésta fue la orden más
interesada en la realización de los ideales ascé-
ticos y la menos preocupada por la evangeliza-
ción de los indios; el casi constante control de
los partidarios de Betanzos relegó la predicación
a un plano secundario. 29
Así pues, en general se adoptó la tenden-
cia más conventual, pero eso no significa que
se renunciase al sueño monástico. Pronto en-
contraron la fórmula que permitiría compagi-
nar los dos estilos contrapuestos en buena
medida. Se trataba de transmitir a los natura-
les el mismo modo de vida de los frailes, ese
espíritu conventual teñido de eremitismo. De
este modo, al tiempo que se facilitaba la vida
eremítica de los frailes mismos se garantizaba
la permanencia de los frutos producidos por su
predicación, soslayando parcialmente las con-
tradicciones de su ideal de vida regular mixta.
Después de todo, la impresión que causó el
modo de ser y de vivir de los naturales sobre los
frailes abonó los proyectos que éstos tenían para
sí mismos y para aquéllos.
El corazón de Motolinía se estremecía al
comprobar cómo " ...estos indios cuasi no tie-
nen estorbo que los impida para ganar el Cie-
27
Dávila Padilla: Historia. Lib.!. Cap.XXI. p.64.
28
Cit. Ríos Arce: La Puebla. Lib.!. pp.l61-162.
29
Ulloa: Los predicadores. p.26.
59
lo de los muchos que los españoles tenemos y
nos tienen sumidos, porque su 'Vida se contenta
con muy poco, y tan poco que apenas tienen
con qué se vestir y alimentar ..."30 El también
franciscano Antonio Tello coincide en que " ...son
asimismo las gentes más delicadas, flacas y tier-
nas en complexión y que menos pueden sufrir
trabajos y que másfácilmente mueren de cual-
quiera enfermedad [... ). Son también gentes
pauperrisimas [sic] y de las que menos poseen
ni quieren poseer bienes temporales y, por esto,
no soberbias, no ambiciosas, no codiciosas. Su
comida es tal que la de los Santos Padres en el
desierto ... "31 Hasta los chichimecas, cuyo " ... ser
y natural es andar vagando por los montes
cazando fieras y vistiendo su ropaje ...", eran
modelos de inspiración en este sentido, hasta
el punto de que fray Juan de San Miguel (1555)
aprovechaba su penitencia eremítica para ha-
cer bajar a esos indios de la montaña (o vice-
versa): " ... no quedó cumbre, gruta o monte en
toda esta provincia que no discurrió a pie, des-
calzo y desnudo, ayunando casi todo el año ... "32
Lo mismo cabe decir a propósito de la vida en
cuevas de los mixtecos y los zapotecos.
Sin duda, el temple de los naturales faci-
litó la tarea de los religiosos, que vieron en ellos
la materia prima para generalizar su hibridado
ideal de vida regular. Una vez trazado el pueblo
de indios, " ...las casas se edificaron bajas, a su
modo [de los naturales], mas con el cumpli-
miento necesario para su habitación, de sala,
cocina y, las más, con sus oratorios para guar-
dar sus imágenes y tener en ellos su retiro para
rezar ... "33 La existencia de una "celda" particu-
lar en la nueva casa de los indios, como en el
ejemplo citado a propósito de la fundación de
Tíripitío (Michoacán, 1537) es un hecho amplia-
mente constatado.34
30
Benavente: Memoriales. Trat.J. Cap.XIV. p. 75.
31
Tello: Crónica . T.I. Cap.Lxxxvn. p.278.
32 Rea: Crónica. Cap.xxm. pp.49-50.
33 Basalenque: Historia. pp.59-60.
34 " ••• Y si les dejasen, cada uno querría tener una
iglesia junto a su casa, y ya que esto no pueden, tie-
nen todos ellos sus oratorios a do rezan y se enco-
miendan a Dios ... " (Mendieta: Historia. Lib.Iv.
Cap.xvm. p.427). " .. Ponnaravillahayindioquede.xe
de tener su oratorio ... " (Torquemada: Monarquía.
En consonancia con esta práctica, " ...los indios
le<vántanse cada noche a Maitines en las igle-
sias, a la misma hora que los frates ·t ... UJS
, se-
gún una carta de fray Martín de Valencia (1531)
escrita desde Tlalmanalco (Estado de México).
Fray Isidro de Espinosa (c.1730-1735), que es
quien transcribe la carta anterior, añade que,
durante el oficio nocturno, el grupo de los na-
turales " ...parecía coro de religiosos ... "36 Duran-
te el día, los naturales de Charo (Michoacán)
rezaban tres veces antes de ir a trabajar en la
iglesia, juntamente con los frailes y en su mis-
mo tono, aunque en lengua vernácula.J7 El ré-
gimen conventual de la población infantil era
aún más marcado que para la adulta pues, al
menos, " ...cada convento de los frailes de San
Francisco tiene inmediata una vivienda des-
tinada para la enseñanza de los niños, fabri-
cada por los alarifes indios, la cual tiene una
pieza grande para leer y enseñar la doctrina,
su dormitorio, refectorio y un oratorio de<vo-
to ... "38 De esta suerte, todo el pueblo se conver-
tía en un enorme convento.
Caballeros hospitalarios y milites
Christi
Hasta ahora hemos visto a unos frailes conscien-
tes de su naturaleza conventual y obsesionados
por sumar a ella una calidad eremítica más pro-
pia de la vida monástica, por más que ambas
modalidades fueran excluyentes a priori. De
este modo, los frailes novohispanos sintetizan
las dos vertientes fundamentales de la vida ecle-
siástica regular. Pero existían otras dos modali-
dades secundarias, y nadie mejor que ellos
mismos para explicarlas. El dominico Agustín
Dávila Padilla (1596) presentaba de manera
precisa la clasificación de este amplio sector
T. m. Lib.xv1. Cap.xxvr. p.200). " .. En todas las 'Vivien-
das tienen un cuarto separado con varias imáge-
nes de Cristo, Vida nuestra, y de Maria Santísima,
Nuestra Señora ... " (Escobar: Americana Thebaida.
p.l07).
35
Espinosa: Crónica. Lib.!. Cap.xvr. p. lOO.
36
/d. Lib.n. Cap.vn. p.ISO.
37 Basalenque: Historia. p.ISI.
38
Beaumont: Crónica. T.1. Lib.!. Cap.xrx.
60
eclesiástico: " ...vnas Religiones miran a la
charidad desde la esfera de la tierra con bue-
nas obras de la vida activa, como las que cu-
ran enfermos. Otras, desde las aguas dudosas,
que son las guerras que emprenden por la
Yglesia, como las órdenes militares. Otras su-
ben al ayre dándose al buelo de la vida contem-
plativa, como los monges, que professan la
estrecha clausura, que encerrando da más li-
bertad para esto. Pero a las órdenes que pre-
dican encumbra su institución a ser esfera del
juego para encender almas en la charidad ... "3'>
Asumidas las dos últimas manifestaciones ,
¿hasta qué punto cabe suponer que ambiciona-
ron aglutinar las dos primeras igualmente?
La respuesta ha de ser afirmativa, sin
duda, por lo que se refiere a las atribuciones de
las órdenes hospitalarias, pues los frailes asu-
mieron, entre sus primeras competencias, la
fundación de hospitales para atender a los na-
turales. Es bien sabido que fray Juan de San
Miguel, en la vanguardia evangelizadora, fundó
los primeros hospitales para indios en Michoa-
cán: " ...el orden que tuvo el siervo de Diosfue
edificar una iglesia o capilla capaz para ad-
ministrar los sacramentos y, después, unos
salones muy grandes con sus patios y cocinas
[... ]. Y el primero que le imitó fue el Ilustrísi-
mo don Vasco de Quiroga, primer obispo de
esta iglesia, fundando aquel grande hospital
de Pátzcuaro, a quien dio el título de la Con-
cepción [... ], valiéndose el uno y el otro funda-
dor de las conseciones [sic] del eminentísimo
señor Don Juan de Pogio, Cardenal de Santa
Anastasia, legado a latere de Su Santidad de
Julio Il/ ... Ｂｾ Ｐ＠ Los celebrados hospitales que
Quiroga concibió en 1532, por lo tanto, no fue-
ron los primeros organizados en Indias, bien que
su concepto fuera tremendamente peculiar. En
este campo, la iniciativa había partido de los fran-
ciscanos, ejemplo que iba a perdurar y que iba a
ser compartido por sus hermanos mendicantes.
Los frailes fundaron los hospitales y su-
pervisaron su funcionamiento a manos de los
propios naturales, en quienes estaba delegado
39
Dávila Padilla: Historia. Lib.r. p.2.
4
"Rea: Crónica. Cap.xxvn. pp.58-59; Tello: Cróni-
ca. Cap.cLv. p.525.
el servicio, de modo que, claramente, aquéllos
cargaron sobre sí la responsabilidad propia de
las órdenes hospitalarias. Pero ¿hicieron otro
tanto con las funciones propias de las órdenes
militares? La respuesta a esta pregunta depen-
de de la forma como sean entendidos los conven-
tos fortificados, ni más ni menos. Por nuestra
parte, ya lo hemos dicho, esa respuesta es afir-
mativa, y éste es el momento de comenzar a
incidir en ella de forma pormenorizada.
Antes que nada, conviene precisar que
los reparos puestos por Dávila Padilla a las
" ...dudosas a¡guas ... " por las que navegaban las
órdenes militares cuestionaban no los fines (la
defensa de la iglesia), sino los medios (la gue-
rra), y esto no desde el punto de vista ético
(intenciones) sino del moral (actos). Incluso el
juicio moral podría ser favorable si esos actos
estuvieran encaminados no al ataque o a la pro-
vocación de guerra (contra los infieles), sino
pura y simplemente a la eventual defensa de los
intereses eclesiásticos frente a cualesquier agre-
siones externas. Esto último constituye la fina-
lidad, en nuestra opinión, de los conventos
fortificados.
Si aún quedase algún tipo de prejuicio a
propósito de este particular, Qionisio Rickel
(1403-1471), más conocido como "el Cartujano",
contribuirá a diluirlo. Este polígrafo cartujo fla-
menco fue uno de los autores más leídos en la
Nueva España. Los inventarios bibliográficos,
tardíos por fuerza porque no los hay más tem-
pranos, dan cuenta de su éxito en la Nueva Es-
paña del siglo XVII y permiten suponer cuál no
sería en la centuria anterior: en 1604, había
nueve volúmenes de " .. .Dionisia Cartujano ... "
en el pueblo de Acatlán (Puebla); una colección
de " ...Obras de Dionisia Cartujano ...." se en-
contró en la tienda del librero Simón de Toro,
en la ciudad de México, en 1634; ocho tomos
de las Obras del mismo autor (Colonia, 1548)
figuraban, por las mismas, fechas en el depósi-
to de otro librero mexicano; y ediciones reali-
zadas en París (1545) y Lyon (1576) fueron
inventariadas, en 1660, en otras tiendas capi-
talinas.41 Hoy en día siguen testimoniando la
ｾ Ｑ Ｇｇｯｲｭ｡ｮＺ＠Ｐ "Bibliotecas". pp.672, 711, 726, 756,
837 y 871.
61
poderosa impronta de Dionisio Rickel en la
Nueva España los numerosos ejemplares de sus
obras que se han conservado en las bibliotecas
mexicanas Y Tanto fue así que una de sus obras,
a la que nos referiremos en otro capítulo, fue
mandada traducir e imprimir en México por fray
Juan de Zumárraga.
De momento, nos detendremos en un o-
púsculo titulado De vita militari, publicada su
edición latina en Colonia en 1532 dentro de
una serie de tres volúmenes que contienen to-
das sus opera minor. En el volumen donde se
incluye el texto que ahora nos interesa, se en-
cuentran otros relativos a la vida y gobierno de
los príncipes (De vita et regimine principum),
a la reforma de los claustrales (De reformatio-
ne claustralium) y al modo de vida de los car-
tujos, aspectos todos ellos de especial interés
para los frailes novohispanos. El ejemplar con-
sultado, en concreto, lleva el exlibris del con-
vento de Santo Domingo de México. Será
oportuno, pues, citar por extenso y comentar
las apreciaciones del cartujo acerca de la vida
militar:
.. La 'Oida de un hombre bueno, razonable, 'Vir-
tuoso, con toda razón se llama 'lucha sobre la
tierra'. Porque incesantemente necesita luchar
contra los enemigos de su sal'Vación: esto es,
contra la agudeza de los 'Vicios, contra su pro-
pio cuerpo, refrenando su concupiscencia y re-
primiendo el impulso de la sensualidad propia
y de las pasiones; contra su mal'Vada e indómi-
ta ooluntad; contra el mundo, esto es, contra las
'Vanidades y pompas mundanas; y sobre todo
contra los enemigos in'Visibles que, como leones
rugientes, lo rodean buscando a quién de-vorar,
que son los espíritus malignos. Pues tan gran-
de es el rencor y furia de los demonios contra
nosotros que no buscan otra cosa sino alejarnos
de la felicidad eterna y en'Vol'Vernos junto con
ellos en la condenación del infierno. Por tanto,
ｾ Ｒ ｎｯｳ＠ consta su existencia en la Biblioteca Nacio-
nal de México, Biblioteca Nacional de Antropología
e Historia de México, Museo Nacional del Virreinato
(Tepotzotlán, México), Museo Regional de Querétaro
y Casa de Morelos (Morelia, Michoacán), aparte de
otros acervos nacionales e internacionales nutridos
con los fondos bibliográficos conventuales de la Nue-
va España (Cfr. Buxó: Impresos no'Vohispanos).
 '"OS can crueles, debe cada uno de
contra enem..,
los fieles trabajar como buen ｳｯｬｾ＠ de Cnsto
{... ). Además, aunque todos los fieles deban ser
so ldados de Cristo de esta ""
manera, cuando ha-
l , con todol
blamos de esta lucha esptntua , a gu-
nos son y deben ser de una manera especial
soldados de Cristo y cuerpo militar de la Igle-
sia, que, sin embargo, se ha de ordenar a un fin
espiritual .. Y
Para Rickel, con toda claridad, existe una
lucha figurada (la que provocaba en la mente de
Santo Tomás la imagen de la fortaleza del alma)
y una lucha física, convirtiendo a todo cristia-
no en un miles Christi o soldado de Cristo. La
lucha espiritual es una obligación de todo cris-
tiano. La lucha física, en cambio, incumbe a una
casta especial dentro del cristianismo, a un gé-
nero de hombres, soldados o caballeros milita-
res en términos reales, cuyo perfil es el trazado
a lo largo del opúsculo:
.. Las acciones que les corresponden especial y
principalmente a los soldados son defender la fe
católica contra los enemigos de la fe, y luchar
esforzadamente por la fe y por el bien común de
la Iglesia y también, especialmente, batallar
'Virilmente por la defensa de su patria y obedecer
prontamente y estár junto a su propio rey o prín-
cipe en cualquier necesidad y causa justa; y tam-
bién, proteger a sus propios súbditos en contra
de los que los dañan, y dirigir con prudencia a
quienes están confiados a su gobierno. También,
socorrer pronta y misericordiosamente a las per-
sonas miserables: 'Viudas, huérfanos y pupilos
abandonados, oprimidos y afligidos ...H
Tales son las funciones que correspon-
den al cuerpo militar de la iglesia. En conso-
nancia con eso, el siguiente artículo del texto
("La vida de los soldados debe ser virtuosa y
ejemplar") está dedicado a describir el perfil
del soldado a quien se le encomienda esa se-
rie de responsabilidades. No ha de extrañar que
ese retrato ideal corresponda, prácticamente,
al de un monje: tal soldado debe despreciar los
bienes temporales, la carne y, en general todo
ｾ Ｓ ｩ｣ｫ･ｬＺ＠ｒ
"De vita". ff.281 y
0 0
V •
HJd. Art. 11. ff.281 V -282. 0 Ｖ
lo terreno.45 Aquí es donde la realidad novohis-
.
pana ocasiona un desajuste crucial. En teoría,
el soldado ideal debería estar encarnado por la
figura del conquistador, pero éste era la antíte-
sis más calculada que cupiera imaginar respec-
to de aquél. Qué hacer cuando los encargados
de mantener el orden, proteger a los inocentes
y velar por la integridad de la iglesia hacen exac-
tamente todo lo contrario en aras de un insa-
ciable interés personal. La reacción lógica no
puede ser otra más que la asunción de esos co-
metidos por la casta genuinamente virtuosa: los
frailes, especialmente aptos los novohispanos
por el pintoresco perfil que adoptaron. Al fin y
al cabo, ellos ejercían ya, con toda naturalidad
y derecho, el amplio espectro de índole carita-
tiva que definía las responsabilidades de los
soldados de Cristo. Ante una realidad tan cru-
da no les quedaba otro remedio que asumir el
resto de las funciones y proteger, más que a la
iglesia, a su iglesia, que era su particular pro-
yecto evangelizador.
Se podrá objetar que al estamento ecle-
siástico le está vedado tomar partido en causas
bélicas. Este punto también fue contemplado
por el Cartujo:
...Tomás prueba y afirma que no está permitido
a los clérigos dedicarse a los negocios y ejerci-
cios bélicos ni pelear, ni pueden estar presentes
en una guerra con intención de luchar, aunque,
por encargo de sus superiores, pueden los pre-
lados y los clérigos estar presentes en la guerra,
para exhortar al pueblo, para absolverlo, para
informarlo y para proveer por ellos en las demás
cosas espirituales. Pueden, también, incitar a
una guerra justa ... ｾ Ｖ＠
La argumentación tomista está construi-
da de tal modo que dé lugar a la participación
del clero en asuntos bélicos indirectamente, sin
necesidad de violar la prohibición apriorística.
Además, dentro de la república ideal concebi-
da por el Doctor Angélico, a partir de Aristóteles
(el Cartujo demuestra conocer el libro de La
Política del segundo, comentado por el primero),
existía una tajante distinción de los habitantes,
ｾ Ｕ ､Ｎ＠Ｏ Art. v. fol.282 V
•
ｾ ｒｩ｣ｫ･ｬ Ｚ＠ "De vita". Lib.m. Art.XLVJ. fo1.261.
62
dependiendo de su ocupación, en torno a dos
grupos: por un lado, los guerreros, los sacerdo-
tes y los jueces; por otro, los agricultores, los
artesanos y los comerciantes. Pero dentro de esa
estructura tan claramente definida era por en-
tero lícito, y aun deseable, que quienes habían
dedicado su juventud a la guerra dedicaran su
madurez al sacerdocio.47
El prejuicio asociativo guerra-sacerdocio
existía efectivamente en la Nueva España del si-
glo XVI. Por él tuvo que emitir unas letras apostó-
licas el cardenal Juan Poggio en 1553, " ...a
instancia de las comunidades de dominicos y
agustinos de Nueva España, absolviendo de
irregularidades cometidas por haber guerrea-
do en Indias a los que ingresasen en aquellas
Religiones ... "48 El documento reviste un singu-
lar interés porque da cuenta de un fenómeno lo
suficientemente extendido como para justificar
la atención de Roma: el paso de los pocos solda-
dos virtuosos existentes en la milicia civil a las
filas de la religiosa. Vicente Riva Palacio consta-
tó un total de doce exconquistadores pasados a
las filas de los mendicantes. Eran soldados de la
guardia de Hernán Cortés, algunos convertidos
ya en ricos hacendados, la mayoría de los cuales
tomó el hábito de San Francisco. 4'1 Existen, ade-
más, numerosas referencias aisladas a civiles que
optaron por la misma vía. Despunta, entre ellos,
el licenciado Bartolomé de Las Casas, quien, in-
mediatamente antes de tomar el hábito domini-
co (1523) , había concebido la creación de la
Orden de la Espuela Dorada, una orden militar
para defender a los naturales de los abusos co-
metidos por los conquistadores, como analizare-
mos más adelante.
El proyecto de Las Casas se sitúa al co-
mienzo mismo del proceso de evangelización.
Prueba de que, cuando menos, la mentalidad
que lo generó no llegó a desaparecer es su
constatación todavía en fray Jerónimo de Meo-
dieta, es decir, en el tramo final de la campaña
evangelizadora. En 1587, razonando el francis-
cano cuánto cuidado merecen los naturales por
su inconmensurable calidad humana, un cuida-
ｾ Ｗ ｱｵｩｮｯＺ＠ａ lnAristotelis. Lib.vn. Lec.vn. p.454.
ｾ ｃｩｴＮ＠
Ｘ
Rubial García: El ｣ｯｮｴｾ･Ｎ＠ pp.21-22.
ｾ Ｙ ｩｶ｡＠ｒ Palacio: México. T:n. Lib.1. Cap.xxx1. p.287.
6J
do proporcionado por los religiosos mendican-
tes y sistemáticamente boicoteado por la restante
población europea, alega:
.. .Cuanto de más nobles y generosos se precian
los que tienen autoridad y poder, tanto más obli-
gación tienen por todas leyes de amparar a las
personas miserables que poco pueden, y tanto
por mayor tiile.r;a les es contado emplearse en
afligir a las tales personas, por las cuales, más
que por otras, están obligados a ｯｬｴｾ･ｲＮ＠ Y éste
dicen ser el principio y fundamento de la orden
de los Caballeros, que, en los tiempos antiguos,
cuando no había tanto poder ni justicia en los
reinos para refrenar a los malos hombres y ti-
ranos que hacían ｡Ｌｧｲｴｾｩｯｳ＠ y fuer.r;as a los que
poco podían, eran ordenados o armados caba-
lleros los hombres esforzados que se preciaban
de más nobles y generosos ánimos, con juramen-
to que hacían de quitar y deshacer ｡Ｌｧｲｴｾｩｯｳ＠ y
defender con todo su poder a las personas mi-
serables y poco podientes ... 511
A bastantes años vista, el planteamiento
de Mendieta se encuentra en perfecta sintonía
con el de Dionisio Rickel. Por eso, lo que está
denunciando es el choque entre los ideales se-
ñalados a través del Cartujo y la realidad novo-
hispana, y lo que está justificando es la inversión
de papeles que tan anómala situación provocó.
De cualquiera de las formas, ahí estaba un he-
cho tan palmario como" ...que los.frailes hayan
sido la causa de la conservación de los indios,
donde los hay, vese claro, porque sólamente
donde ellos han tenido cargo de doctrina ha
habido indios en cantidad hasta ahora, que
con el servicio de por fuerza se van por todas
partes consumiendo ..."51
Volviendo a la versión cartuja de la tesis
tomista, los religiosos no podían guerrear nomi-
nalmente, pero sí incitar a la población civil para
que lo hiciera.
Los frailes presumían lícitamente porque
su actividad había sido siempre pacífica, al
menos entre los naturales. Así, fray Juan de
Torquemada (1621), recapitulando los servicios
511
García Icazbalceta: ｎｵ･ｴｾ｡＠ Colección. T.n. Doc.
LXIII. p.29.
ｾＧｍ･ｮ､ｩｴ｡Ｚ＠ Historia. Lib.m. Cap.xxn. p.232.
prestados por todos los mendicantes a la coro-
na, recalcaba cómo habían ganado a los indios
para el rey, " ...sin más apercibimiento de gue-
rra que la doctrina evangélica, con que los
enseña, y la señal de la Cruz, con que los tiene
rendidos (... ].¿Qué escopeta, qué lanza, qué
espada ofensiva es ésta? Considérelo el que lo
oyere, que yo digo que es la fuerza de la Cruz y
Sangre de Jesucristo derramada en ella ..."52 Su
desenvolvimiento entre los españoles era más
problemático y peligroso. A raíz de los enfrenta-
mientos surgidos con unos españoles a los que
habían desamancebado, en 1529, los obispos de
Tlaxcala y México, dominico y franciscano res-
pectivamente, pedían al rey, con formas muy
literarias, " ...nos provea Su Magestad de mu-
nición y artillería contra ellos con sus provi-
siones reales, que es de las cosas de más
importancia acá, después de la reformación de
las órdenes mendicantes ... "53
Lógicamente, a la hora de reclamar el
auxilio civil, los mendicantes no podían dirigir-
se a la población europea, pero sí contaban, en
cambio, con la población indígena. Este sector
era susceptible de obrar como recurso defensi-
vo aliado de los frailes, más que ofensivo para
unos ni otros, si llegara el caso.
De este modo, cuando el segundo marqués
del Valle protagonizó un intento de sedición, en
1566, el provincial de los franciscanos escribió
al rey diciéndole que, por muchos traidores que
hubiese entre los españoles, " .. .los indios solos,
los quales todos son a VuestraMagestadfidelí-
simos, bastan y sobran para asegurar la tierra
de todos los españoles que ai en ella ..."54
Fray Diego Valadés (1579) pinta a este
grupo con tintes absolutamente caballerescos,
pues, alabando las cualidades de los indios,
puntualiza que " .. .los caballeros que han sido
educados en el Nuevo Mundo [... ] son notables
por sus extraordinarias fuerzas corporales, y
52García Icazbalceta: Nueva colección. T.n. Doc.
XCIX. p.l90.
53
Cit. Cuevas: Historia. T.I. Doc. l. p.455.
54
Torquemada: Monarquía. Lib.v. Cap.XIX. p.633.
La carta en la que se basa el cronista se encuentra
reproducida en García lcazbalceta. Nueva Colección.
T.n.,_ Doc.x1v. p.SS.
64
están ejercitados tanto en el arte de la caba-
llería como en el de la milicia ..."55 Y es que ha
de tenerse en cuenta que la asombrosa habili-
dad de los naturales para aprender lenguas y
artes mecánicas, tantas veces resaltada por los
cronistas mendicantes, también se hacía exten-
siva al ars bellica: "...los naturales, de cada día,
van perdiendo más el miedo y la vergüenza y
haciéndose más atrevidos y guerreros por la
noticia de las cosas que les da nuestra conver-
sación con ellos, que no se puede excusar, y
ardides de guerra y maneras de pelear que
cada día de nosotros deprenden ..."56
La anterior evidencia, denunciada por la
segunda Audiencia a la reina en 1531, podía in-
quietar a los pobladores españoles pero nunca
a los frailes. Por qué, si no, se quejaba el arzo-
bispo de México al rey, en 1558, so pretexto de
que los religiosos defendían sus pueblos y doc-
trinas como si fuesen propios vasallos, para que
no entrasen otros frailes ni, mucho menos aún,
clérigos, " ...y a veces lo han defendido con es-
cuadrones de indios de ambas partes ..."57 Con
toda probabilidad, Montúfar se está refiriendo
a lo ocurrido en su arquidiócesis repetidas ve-
ces, tantas como los clérigos intentaron apro-
piarse de capillas usadas por los frailes para las
procesiones de los indios, quienes los repelie-
ron a pedradas; y a aquella ocasión en que dos
franciscanos soliviantaron a 6 000 indios y los
armaron con arcos, flechas y escudos para de-
rrocar y quemar las iglesias de San Pedro de
Calimaya y San Pablo de Tecamachalco. 58
Ahora bien, el aliento prestado por el
estamento eclesiástico a las causas bélicas está
condicionado por la calidad lícita de éstas.
¿Cuál sería la "guerra justa" para los mendican-
tes? Por supuesto, no aquella tan calurosamente
debatida en los foros civiles de la oficialidad y
unánimemente condenada por los frailes, es
decir, la guerra contra los indios. La suya sería
la guerra contra los españoles, defensiva en
esencia y nunca ofensiva. De hecho, el propio
Cartujo, al analizar "... los requisitos para que
55
Valadés: Rethorica. Cap.x. p.259.
56
Paso y Troncoso: Epistolario. T.n. Doc.91. p.64.
57
ld. T.vm. Doc.462. p.l88.
58
Ricard: La conquista. pp.373-374.
la guerra sea lícita ... ", los agrupa en torno a la
defensa de los desamparados, tarea inexcusable
para " ...el señor de la tierra, ya sea un prínci-
pe seglar o ya sea un prelado espiritual ..."59
Santo Tomás, por su parte, y amparándose en
Aristóteles opinaba " ...que todo el cuidado y
preparación de las cosas convenientes para la
guerra, o para rechazar las violencias o para
luchar contra otros conforme a la recta razón,
ciertamente son buenas o elegibles, como se
dijo antes, pero no consiste en esto lo mejor de
la república o ciudad ..."60
La instrucción en el arte de la guerra y
las acciones bélicas, por tanto, sólo son lícitas
en tanto que defensivas cuando se trata de
defender a los habitantes de la ciudad ideal
(virtuosos a priori) de injustificadas agresio-
nes externas o de puntuales acciones injustas
59
Rickel: "De vita". Lib.m. Art.XLV. fol.260 V 0 •
Aquino: In Aristotelis. Lib.vn. Lec. u. p.434.
60
65
internas; por supuesto, tanto el filósofo como
el Doctor Angélico condenan la actitud de
aquellas naciones que convierten al arte de la
guerra en su razón de ser: Esparta, Cartago,
Macedonia, Escitia, etc. en el mundo antiguo ...
o la nación española en el Nuevo Mundo, aña-
diríamos nosotros. Obviamente, se trataba de
un posicionamiento que no podía trascender
al escenario del debate oficial por los términos
en los que éste era planteado. Teniendo en
cuenta la sistemática oposición de la corona a
la existencia de fortalezas tierra adentro, nun-
ca sería aceptada una actitud bélica por parte
de los frailes, por muy defensiva que fuera, y
mucho menos si de lo que se trataba era de
defenderse de los españoles, pues equivaldría
a reconocer la existencia de una contienda
civil.
r
 PERFECCIONAMIENTO DE LAS ESTRATEGIAS DE
EVANGELIZACIÓN
J untamente con la caracterización de los
agentes sociales del que hemos llama-
do drama novohispano, para comprender la
esencia de los conventos fortificados es igual-
mente indispensable contextualizarlos dentro
del proceso de evangelización. Hasta ahora, la
tónica ha consistido en estudiar los conventos
novohispanos del siglo XVI como ejemplares de
un fénomeno perfectamente localizado en el
tiempo y en el espacio. Efectivamente, lo son,
pero esas coordenadas espaciotemporales
equivalen tan sólo a una fase muy concreta de
un proceso de más amplio desarrollo en el
tiempo y en el espacio: la evangelización. Ésta
se conformó, antes que nada, como un proyec-
to experimental que fue perfeccionándose gra-
cias a la aplicación de sucesivas soluciones. Los
controvertidos conventos que venimos tratan-
do son como son porque, incardinados en esa
cadena experimental, estuvieron condiciona-
dos por experiencias anteriores, del mismo
modo que condicionaron a otras que vinieron
después, no necesariamente dentro del siglo XVI
y de la Nueva España.
Un proceso experimental.
En pos de la separación racial
Los europeos, españoles fundamentalmente,
que llegaron a conquistar, evangelizar y coloni-
zar América tuvieron que hacer frente a una
situación absolutamente nueva para ellos. La
experiencia de la reconquista española, aparte
de cronológicamente alejada en su fase de apo-
geo, nunca había implicado más que la restitu-
ción de unos territorios ya conocidos a sus
antiguos propietarios, arrebatándoselos a unos
ocupantes también conocidos y restaurando
unos usos políticos que habían mantenido su
vigencia en los territorios cristianos.
67
Lo ocurrido con las Indias Occidentales fue
muy otra cosa; fue el súbito encuentro con tierras
y gentes nunca antes imaginadas y que exigían,
por ello, un nuevo diseño administrativo. Éste no
se dio de una vez, sino que fue perfeccionándose
a través de sucesivos tanteos, pródigos en decisio-
nes que se aprobaban y desaprobaban con inevi-
table veleidad. En el orden político, la figura del
virrey estuvo precedida por la del gobernador y
la del presidente de la Audiencia. En el social, las
fluctuaciones aplicativas del sistema de encomien-
das son sobradamente expresivas. En el religioso,
el pintoresquismo del clero regular difícilmente
hubiera sido tan completo sin la ausencia de los
tradicionales clichés que propiciaba la novedad
del contexto.
Todavía a mediados del siglo XVI, la situa-
ción continuaba avanzando hacia su normali-
zación, pero distaba de alcanzarla. El legado
experimental redactado por el virrey Mendoza
para su sucesor, hacia 1550, daba perfecta cuen-
ta de todo ello:
...hasta ahora, todo ha sido hacer y deshacer
edificios y mudar pueblos de unas partes a otras
[... ). En verdad que, si hubiese de hacer lo que
se aconseja, que ya esta tierra estuviera trastor-
nada de abajo arriba veinte veces, y, con ser mi
principal intento no mudar nada, no puedo
asosegar a los españoles, y, en lo de los indios,
son tantas las mudanzas que, algunas veces, he
dicho que los hemos de volver locos con tantos
ensayos. En diez y seis años anda que vine a esta
tierra, .V todos los he gastado en mirar y proveer
de atenderla, y podría jurar que me hallo más
nuevo y más confuso en el gobierno de ella que
a los principios ... 1
No le faltaba razón a Mendoza. Todo el
mundo se creía capacitado para aportar la so-
1
/nstrucciones. T.I. pp.99 y 113-114.
lución idónea a la administración de Indias. Al
menos, la documentación novohispana del si-
glo XVI está repleta de pareceres propuestos por
los más variopintos sujetos para conseguir el
perfecto gobierno de la nueva tierra. Así lo ha-
cía en 1552, por poner sólo un ejemplo, Pedro
de Meneses, uno de los primeros conquistado-
res. Sus consejos iban dirigidos al rey, y los jus-
tificaba porque " ...esta Nue<va España está en
opiniones y en usos nuevos, así de parte de los
que nuevamente vienen a gobernar como de los
religiosos [... ], porque, aun entre ellos y entre
los más sabios, hay diferencias y opiniones ... "2
Tales diferencias constatadas entre los
mendicantes serán las que nos interesen, por-
que son las que ponen de manifiesto el carác-
ter experimental de la evangelización, siempre
tendente a perfeccionar sus estrategias. Pero,
antes, hay que precisar una idea fundamental.
Las estrategias o medios pudieron variar, como,
de hecho, lo hicieron, pero la idea última, el fin
perseguido por las mismas, fue el mismo siem-
pre y en todo momento: la separación de los
naturales y de los españoles en el mayor grado
posible, con el fin de que los segundos no mal-
tratasen ni viciasen a los primeros. Esta idea,
que fue calando lenta y paulatinamente entre
los representantes de la autoridad civil, fue fru-
to de las inquietudes mendicantes pues, como
el relator de la Audiencia de México indicaba al
rey en 1562, los frailes" ...han ensayado e dado
traza a todo lo bueno que espiritual y tempo-
ralmente acá está poblado ..."3
La mirada un tanto distante de fray Jeró-
nimo de Mendieta (1596), una ve z más, valo-
ra las experiencias desarrolladas en los años
pasados y discierne con frialdad la causa de su
fracaso:
...Yerro muy grande [fue) no haber juntado los
indios por sí y los españoles por sí a los princi-
pios[ ... ]. Verdad es que algunos y no pocos de
los religiosos miraron en esto, y lo advirtieron a
los que gobernaban y, con su favor [... ], se es-
forzaron a juntar los indios en poblaciones, cada
uno a do residía, y así se hicieron muchas, como
las hay el día de hoy, que todas fueron hechas
2
Paso y Troncoso: Epistolario. T.v1. Doc.J46. p.l47.
3 7
Paso y Troncoso. Epistolario. T. IX. Doc.Sl2. p.l54.
68
por su mano; mas no fueron generales, sino
particulares en tal o cual parte [... ). Y esto sea
cuanto al primer yerro. El segundo fue no hacer
también, luego, pueblos formados de españoles,
donde vivieran por sí, sin revolverse con los
indios, pues, entonces, se pudiera hacer con fa-
cilidad y, ahora, ya me parece que no lleva re-
medio, pues se ha deseado y buscado el medio
y, hasta ahora, no se ha hallado ... ｾ＠
A esas alturas de la historia, el mismo
Mendieta había hecho su aportación al respec-
to, cuando aún abrigaba esperanzas de realizar
la tan buscada disociación poblacional. Hacia
1589 elaboró un detalladísimo proyecto para re-
unir a los indios por sí, de manera " ...que a nin-
gún español se le pueda dar solar en las tales
poblaciones de indios que de nue<vo se hicie-
ren ... " Era condición previa indispensable su-
primir los repartimientos o, cuando menos,
impedir que los indios fueran llevados a traba-
jar fuera de los términos del pueblo. 5 En este
sentido, se dio el caso, en 1570, de que los ca-
ciques de Nueva España escribieron al rey para
que " ... Vuestra Magestad sea servido de pro-
veer que los españoles siempre estén poblados
por sí y los indios, como hasta agora, por sí
también ..."6
Asimismo, decía Mendieta que los religio-
sos pusieron sobre aviso a los que gobernaban.
La idea original de la monarquía española con-
sistió en crear una república indiana mixta, for-
mada por naturales y europeos hermanados en
un proyecto común: nada más utópico que esto.
Efectivamente, las Instrucciones del virrey
Antonio de Mendoza, el tan criticado aliado de
los frailes, para su sucesor Luis de Velasco, en
1550, ya dan cuenta de la imposibilidad del
hermanamiento: todo " ...lo que se hace se sos-
tiene con gran fuerza, porque todo es 'C!iolen-
to ... "7 Carlos v fue percibiendo la crudeza de la
ｾｍ･ｮ､ｩｴ｡Ｚ＠ Historia. Lib.Jv. Cap.xxxu. pp.496-497.
La misma lamentación aparece en Torquemada:
Monarquía. T.m. Lib.xvn. Cap.xxu. p.280.
5
García Icazbalceta: Nueva Colección. T.n. Doc.87.
pp.Bl-99, p.95.
6
García Icazbalceta: Colección. T.1. Doc.23. p.l32.
/nstrucciones . T.1. p.lOl. La negrilla es nuestra.
realidad a través de la gestión de este su primer
vicario en Nueva España. De ese modo, en las
Instrucciones que entregó en mayo de 1550 al
mismo Luis de Velasco, le encomendó que,
" ... porque somos informados que los ｶｾ｡｢ｵｮﾭ
dos españoles no casados que 'Viven entre los
indios y en sus pueblos les hacen muchos da-
ños y agravios [... ], proveereis que ninguna
persona de las susodichas pueda estar ni ha-
bitar entre los indios ni en sus pueblos ..."8
Con el doble apercibimiento a la vista, el
virrey Velasco escribió al emperador en 1552
recordándole cuál era el fin último de su políti-
ca y qué convenía para el buen gobierno: " ...de
españoles e indios, de entrambas repúblicas,
se ha de venir a hacer una, aunque hasta aho-
ra no se conforman bien y son mala mezcla
[... ]. Que Vuestra Majestad mande que se den
sitios a los españoles donde pueblen demás de
los que tienen, que son pocos y tienen poca tie-
rra que labrar, y de esta causa tienen tratos y
andan repartidos por la tierra entre los indios,
de que se les han seguido daños y no se les ha
dado buen ejemplo para su conversión, porque
han vivido sueltamente los españoles ... "9 A
pesar de los antecedentes, Velasco aún soñaba
con poder convertir a los españoles en campe-
sinos, pensando que el problema era la falta de
tierras. Los frailes también lo creyeron al prin-
cipio, como luego veremos, pero ya hacía años
que habían comprendido cómo era imposible
reconvertir a los españoles, no por falta de tie-
rras sino por su "natural" y "ambiciosa holgaza-
nería". En cualquier caso, la necesidad de
separar a los dos grupos sociales se fue trans-
mitiendo a los sucesivos virreyes, y de ella daba
aún cuenta el conde de Monterrey cuando se
dirigía a su sucesor en 1604.10
Volviendo a la cita inicial de Mendieta,
hemos de recordar cómo el cronista afirmaba
haberse logrado esa separación en ciertos casos
particulares. Aunque no lo especifica, ha de
referirse a los territorios más meridionales del
México actual, concretamente y sobre todo, a
los actuales estados de Yucatán y Chiapas, afee-
8
ld. T.1. p.137.
9
Paso y Troncoso. Epistolario. T.v1. Doc.344. p.l40.
10
lnstrucciones. T.1. p.268
69
tados por una más tardía evangelización y por
unas peculiares circunstancias contextuales.
Valdrá la pena detenerse en este punto porque
servirá para comprobar cómo, a medida que la
evangelización avanza hacia el sur, con un sen-
tido diacrónico, se van poniendo mayores obs-
táculos a la presencia civil española entre los
indios y, en igual medida, va desapareciendo el
carácter militarizado de los conventos. También,
como signo evidente del progresivo perfecciona-
miento de las estrategias de evangelización, se
va a cuidar la adjudicación de todo el territorio
a una misma orden, para evitar pasadas rivali-
dades y, por lo mismo, hacer más efectiva la
actividad de los frailes.
Tal vez esta apreciación podría ser hecha
ya a partir de los conventos dominicos de la
Mixteca, en el actual estado de Oaxaca. Los
conventos de Yanhuitlán (1550-1575), Tepos-
colula (c.1550-1580), Coixtlahuaca (terminada
la iglesia en 1576) y Cuilapan (1559-1580) po-
seen un aire de familia que los singulariza den-
tro de toda la Nueva España: carecen de léxico
militar y son los más monumentales y los me-
jor trabajados arquitectónicamente (láminas 8
y 9). No obstante, la morfología singular de este
conjunto podría estar condicionada por otros
factores. Por un lado, su gigantesca masa volu-
métrica pudo constituir precaución suficiente
en sí misma, tal y como ha hecho notar Leopol-
do Castedo respecto a la estampa del convento
de Yanhuitlán, que emerge en el paisaje mixteco
sin otro rival que los cerros circundantes 11 (lá-
mina 10). Por otro lado, ｣ｯｮｶｩ･ｾ＠ recordar el
peso específico que dentro de la orden de Pre-
dicadores ostentaron los partidarios de la ten-
dencia impuesta por fray Domingo de Betanzos,
más monástica que conventual, favorable a
agrupar a los frailes en pocos conventos muy
grandes Y
Por otra parte, la dedicación a los idea-
les ascéticos pudo relegar a un segundo plano
la actividad predicadora de los dominicos, pero
no anuló totalmente el compromiso social con
los indios implícito en su condición mendicante.
De ese modo consta, por ejemplo, que los frailes
11 Castedo: Historia. p.213.
12 Ríos Arce: La Puebla. Lib.J. pp.161-162.
 LAMINA 8. YANHUITLÁN (0AXACA).
de Yanhuitlán abandonaron su convento entre
1541 y 1548 ante las extorsiones de que eran
objeto por parte de los encomenderos. 13 Ade-
más, en 1553 y 1554 el provincial expuso su
parecer sobre la conveniencia de fundar pueblos
de españoles con " ...hidalgos generosos y bue-
nos cristianos ..." que edificasen a los natura-
les con su ejemplo. 14 Se producía, con ello, un
giro significativo pues desde un primer mo-
mento los hijos de Santo Domingo se habían
manifestado en favor de la encomienda pura,
y aún seguían haciéndolo en 1546. Acaso aten-
diendo a tales demandas el virrey Velasco
comisionó al licenciado Lebrón de Quiñones
y a fray Domingo de Santa María, nuevo pro-
vincial de los dominicos, en 1558, para desig-
nar el emplazamiento dónde fundar un pueblo
de españoles, en los términos del pueblo indio
de Huajuapan, para que dejasen de entremeter-
se en las granjerías de los naturales. 15 Era algo
13
Vences Vidal: La obra. T.r. p.68.
Hfd. T.r. p.l78.
15Paso y Troncoso: Epistolario. T.vrrr. Doc.471.
p.227.
70
VISTA GENERAL DEL CONVENTO.
que los franciscanos, más comprometidos con
la causa de los naturales, habían ensayado mu-
cho antes al concebir la ciudad de Puebla, como
veremos después.
En Yucatán y Chiapas la relación entre
la segregación social y la morfología conventual
ya es mucho más clara, y la presencia regular
fue repartida entre franciscanos y dominicos
respectivamente. Aparte del paso del tiempo,
obró en beneficio de la separación poblacional
el escaso atractivo económico que estas provin-
cias meridionales ofrecían a los españoles pues
carecían de las riquezas codiciadas en el cen-
tro y norte de Nueva España y aun en el virrei-
nato de Perú.
Tal dilema fue, probablemente, argumen-
to decisivo para activar la intervención real
sobre la forma de potenciar la conquista pacífi-
ca de estos territorios. La opinión que circula-
ba hacia 1530, cuando Francisco de Montejo
comenzaba a ganar para la corona española las
tierras de Yucatán, era que " ...convinierafun-
dar diversas poblaciones, pero la gente caste-
llana faltaba i otra no acudía de refresco,
porque las cosas del Pero lo estorvaban, adon-

LAMINA 9. Covm...MtuACA (ÜAXACA).
de iba toda con la fama del mucho oro i plata
que havía, lo qual, hasta entonces, no se havía
hallado en Yucatán ..."; 16 de hecho, los españo-
les de Montejo acabaron por desamparar la tie-
rra cuatro años después de haber entrado en
ella.
Tales eran los antecedentes que pesaban,
en 1550, sobre el ánimo de Gaspar Juárez de
Ávila, quien se dirigía al rey para prevenirle de
los peligros que se cernían sobre la provincia
yucateca, atendiendo a sus peculiares carac-
terísticas . Según él, era allí, más que en nin-
guna otra parte, donde había que vigilar el buen
16
Herrera y Tordesillas: Descripción. T.v1. Lib.1x.
Cap.xv. p.91.
71
1
VISTA GENERAL DEL CONVENTO.
tratamiento de los indios, pues constituían el
único aliciente que podía atraer el asentamiento
de los españoles: " ...en esta tierra, más que en
otra, conviene poner remedio que los natura-
les se conserven, a cabsa de que en ella no hay
dispusición de quedar poblada de españoles si
ellos faltasen, por ser tierra indispuesta para
granjerías y haciendas que en otras partes,
porque en ella no puede haber labranza ni
cría de ganados ni hay ríos ..." .17 Aunque Juá-
rez habla a raíz de las protestas elevadas por
los franciscanos, su punto de vista es el seña-
lado a propósito de Vasco de Quiroga: el inte-
rés por proteger a los indios se basa en el
11
Paso y Troncoso: Epistolario. T.v1. Doc.298. p.23.
 LÁMINA 10. YANHUITLÁN (ÜAX4CA). EL CONVENTO EN SU ENTORNO.
aprovechamiento de los mismos para el servi-
cio de los españoles.
La respuesta del rey fueron unas orde-
nanzas entregadas en 1552 a Tomás López,
visitador de esa provincia, " ... para que todos los
naturales de esta dicha provincia se junten en
sus pueblos y hagan casas juntas, trazadas en
fonna de pueblos todos los de una parcialidad
y cabecera ... " 18 La corona va tomando mayor
iniciativa en un proceso controlado principal y
libremente, hasta entonces, por los frailes y que
generará, posteriormente, las conocidas como
reducciones de indios.
Las denuncias de los religiosos se debían
a que nunca faltaban españoles dispuestos a
depredar entre los indios. En Yucatán la con-
quista militar no se consolidó hasta 1542, con
la fundación de Valladolid. Sin embargo, los
franciscanos habían incursionado en ese terri-
torio con anterioridad para llegar a los indíge-
nas antes que los conquistadores y lograr así,
una conquista pacífica. Las expectativas con-
ventuales se frustraron parcialmente cuando, en
18
Landa: Relaci6n. Apéndice, Doc.8. p.205.
72
1521, una treintena de forajidos españoles se
refugió en las tierras yucatecas y hostigaron a
sus naturales; éstos, creyendo que los frailes les
habían engañado cuando les dijeron que no
entraría ningún español en sus términos, ata-
caron a sus evangelizadores. 19 Y aun el almena-
do convento de San Bernardino de Sisal, en
Valladolid, fue asaltado e incendiado por los
encomenderos en 1562 y 1567.20
Creemos que tal cúmulo de circunstan-
cias contribuye a explicar por qué los conven-
tos meridionales difieren tanto respecto de los
de la zona central. Kubler los margina so pre-
texto de la existencia de una fontera estilística,
eclesiástica y cultural entre Yucaán, Chiapas y
Guatemala, por un lado, y el altiplano, por otro;
las mayores afinidades corresponden a la com-
posición de las fachadas, emparentadas con los
conventos dominicos de la Mixteca. 21
19
Cárdenas Valencia: Relación. p.32; López Cogo-
lludo: Historia. Lib.11. Caps.x11-xm. pp.104-105.
2
°Ciudad Real: Tratado curioso. T.11. Cap.cxLm.
pp.322-324.
21
Kubler: Arquitectura. pp.315-316.
 LAMINA 11. MANI (YUCATÁN).
Lo cierto es que los conventos yucatecos,
aunque sólidos y monumentales, están menos
militarizados que sus hermanos de la zona cen-
tral, y más que los conventos chiapanecos y
guatemaltecos, desprovistos éstos de cualquier
vocablo defensivo. Los de Yucatán llegan, a lo
sumo, a incorporar merlones sólo alrededor de
la iglesia, y no en todo el perímetro, generalmen-
te. En Maní, Valladolid e Izamal se encuentran
los más significativos (láminas 11, 12 y 13). Se-
gún la crónica de López de Cogolludo (1688),
todos ellos fueron construidos por fray Juan de
Mérida, auxiliado por varios millares de indios.
" ...Fray Iuán de Méridajue vno de los conquis-
tadores temporales d-e esta tierra y, dejando lo
que en la conquista auía granjeado, recibió el
hábito de nuestra religión para lego (... ]. Era
arquitecto, y assí proueyó Dios a la prouincia
de maestro que hiziesse templos donde su
Diuina Magestadfuesse adorado ..."22 La mis-
ma fuente precisa que el fraile exconquistador
ya figuraba como profeso en el convento de
22
López de Cogolludo: Historia. Lib.vm. Cap.lll.
p.424.
73
IGLESIA .
Izamal cuando se celebró el primer capítulo
custodia!, en 1549. El inicio de las nuevas obras
en los conventos reseñados vendría inmediata-
mente después. Para Izamal, por ejemplo, seña-
la el año de 1553, coincidiendo con la llegada
de fray Diego de Landa como custodio. 23
Lo ocurrido en Chiapas, con una natural
prolongación en la actual Guatemala, es igual-
mente instructivo acerca del perfeccionamien-
to de las estrategias y, también, de la mayor
intervención de la corona en el proceso de evan-
gelización. La conquista pacífica, al parecer, sa-
lió del plano utópico y encontró un escenario real
que, por lo mismo, fue llamado la Verapaz. Fran-
cisco Montero de Miranda (1574) lo explica per-
fectamente: " ...esta tierra ha por rwmbre la Vera
Paz, y también se llama tierra de guerra [... ].
Llamáronla los castellanos seglares tierra de
guerra, porque nunca la sujetaron e hicieron de
paz, entrándola y conquistándola como hacían
a las demás tierras, por fuerza de armas, y así
quedó siempre con el rwmbre de rw conquista-
da y, por consiguiente, se llamó de guerra. Por
23[d. pp.l11 y 290.
 LAMINA 12. VALLADOLID (YucmiN). l c LESTA.
el contrario, los religiosos de Santo Domingo [... ]
la llaman la Vera Paz, o en odio y aborrecimien-
to del otro nombre de guerra o porque aquí se
'Vive en la paz verdadera y quietud cristiana y
su conquista y toma nofue con armas y muni-
ciones corporales sino con la predicación del
Evangelio y ofreciéndoles la paz ... "24
Las poquísimas ciudades de españoles
fundadas en territorio de la Verapaz lo fueron
en la década de 1520, y algunas no tardaron
en ser abandonadas al cabo de varios meses; a
partir de entonces sólo se fundaron pueblos de
Indios por iniciativa de los dominicos (Chia-
pas) y de los franciscanos (Guatemala). 25
24
Montero de Miranda: "Descripción". p.343. La
misma explicación se encuentra en Herrera y Torde-
sillas: Descripción. T.v1. Lib.x. Cap.xm. p.132. Los
dominicos llegaron a aprobar la Guerra del Lancan-
dón (1559), so pretexto de que las tribus pobladoras
de la selva eran rebeldes al Evangelio. La guerra re-
sultó prácticamente inútil, y el verdadero instrumen-
to pacificador de los indios lacandones y pochutlas
fue la palabra del dominico Fray Pedro Lorenzo, a
partir de 1560 (Vos: La paz de Dios. p.89).
25Markman: Arquitectura. pp.91-92.
74
Los dominicos desarrollaron en Chiapas la po-
lítica de reducir a los indios en poblac iones,
previa cédula real fechada en 1540 que indi-
caba lo mismo que se haría después en Yu-
catán y en Sudamérica. 26 A continuación, en
154 7, fue remitida otra cédula para que los es-
pañoles que acudían a poblar el Golfo Dulce
o que ya estaban en él no se sirviesen de los
indios para su trabajo ni entrasen en sus tie-
rras ni entorpeciesen la labor de los domini-
cos. Más exactamente, venía a prohibir la
entrada de españoles en las provincias de
Yucatán, Cozumel y Vera paz sin el permiso de
los dominicos, por espacio de diez años;27 el
espíritu de las futuras misiones , con un plazo
de aislamiento prefijado, está aquí apuntado.
Por último, el todavía príncipe Felipe firmó
una real cédula para el presidente de la Au-
diencia de los Confines, en 1548, con el obje-
to de " ...que en un pueblo ni en una comarca
de él no se haga de nuevo monasterio de más
26
Remesal: Historia general. T.n. Lib.vm. Cap.XXJv.
p.243.
27
/d. T.n. Cap.xv. p.199.
 LAMINA
de una orden ... "28 El mandamiento tuvo que
ser repetido en 1558 puesto que los francis-
canos h abían pretendido entrometerse en
1556.
Y avanzando más hacia el sur, retomando
la cita inicial de Mendieta (1596), nos encon-
traremos con que el yerro por él lamentado,
aparte de en ciertos y concretos lugares, había
sido enmendado recientemente en Perú," ...don-
de dicen que todos los españoles están pobla-
dos en poblaciones por sí y no mezclados con
los indios, y esto no ha muchos años que se
hizo ...", refiriéndose al gobierno del virrey Fran-
cisco de Toledo.29 Los acontecimientos ocurri-
dos en Perú fueron lo suficientemente graves
como para obligar al emperador a tomar medi-
das drásticas, tales como enviar allí al que ha-
bía sido virrey de Nueva España has ta 1550,
Antonio de Mendoza, y prescribir la tajante se-
paración de indios y españoles. Se trata de la
violenta guerra civil librada entre 1544 y 1548
28
Remesal: Historia general. T.n. Lib.vu1. Cap.xvm.
p.212.
29
Mendieta: Historia. Lib.1v. Cap.xxxu. p.498.
13. IZA.\fAL (YUCATÁN). IGLESIA.
y motivada, precisamente por la promulgación
de las Leyes Nuevas de Indias,· que pretendían
abolir el sistema de encomiendas.30
Las concordancias y discordancias entre
el proceso novohispano y el peruano son tan
curiosas como significativas. El virrey Mendo-
za, que había ejercido una gestión tan eficaz en
la pacificación de Nueva España (por eso fue
destinado a Perú) y que conocía tan bien los
conventos fortificados (hasta el punto de que
muchos historiadores lo consideran su ideó-
logo), no propició la repetición de estructuras
exactamente análogas en su nuevo destino, ni
siquiera acompañándole, como lo hizo, una ex-
pedición de frailes agustinos. En lugar de eso,
Mendoza se esforzó por mantener alejados a los
españoles respecto de los indios, de tal modo
que, después, a lo largo del último tercio del siglo
XVI, en tiempos de Francisco de Toledo, fue facti-
ble la creación de reducciones de indios cuyas
iglesias retomaron los elementos más caracte-
rísticos de las novohispanas (atrio con cruz,
30
Vid. Gutiérrez de Santa Clara: Quinquenarios;
Fernández: Historia.
75
capilla abierta y capillas posas) pero prescindie-
ron de estructuras fortificadas. Paradigmáticas,
en este sentido, son el santuario agustino de
Copacavana (Bolivia), con el conjunto atrial com-
pleto y, especialmente, las parroquias del alti-
plano peruano y boliviano: las iglesias de El
Collao y las levantadas en los alrededores de
Cuzco; lo más característico en éstas es la facha-
da con capilla abierta a modo de balcón, hacia
un atrio presidido por la correspondiente cruz y,
en ocasiones, dotado de posas.31
Por supuesto, esta constatación, como las
análogas realizadas en Yucatán o Chiapas, pone
de manifiesto que la militarización de los con-
ventos novohispanos no estuvo en función de
la amenaza indígena. Al contrario, obedeció a
la amenaza civil española contra los naturales,
de manera que, lograda y legalmente sanciona-
da la separación de los dos tipos de población,
fue posible prescindir de los preventivos dispo-
sitivos fortificados.
Insistimos. Las estrategias de evangeliza-
ción continúan perfeccionándose a través de
sucesivas aplicaciones y ensayos. En este sen-
tido, y al hilo de un evidente y cada vez mayor
interés de la corona por controlar (reglamentar)
el proceso, es preciso destacar que los conjun-
tos peruanos y bolivianos afines a los novohis-
panos no fueron conventuales sino parroquiales
o, para ser más exactos, fueron colocados inicial-
mente bajo la supervisión de los regulares (do-
minicos preferentemente), pero muy pronto
fueron traspasados a la jurisdicción secular, con
lo que también se tendía a normalizar este as-
pecto de la administración religiosa.
En una carta colectiva remitida por los
franciscanos de la Nueva España al Consejo de
Indias en 1555, apelaban a cómo había fraca-
sado la evangelización de los moros de Grana-
da por haber pasado de los franciscanos a los
clérigos seculares, y " ...lo mismo ha sido en
todo lo del Perú, Panamá y Nombre de Dios e
otras partes donde a los religiosos les ha fal-
tado el favor de crédito con los visorreyes,
audienfÍas y obispos ... "32 Además, cuando el
31
Marco Dorta: Arte. p. 74; Buschiazzo: Historia.
p.33; Bayón, Marx: L'art. pp.SS-56.
32 Benavente: Epistolario. Doc.14. p.187.
76
arzobispo de México demandaba la institución
del diezmo en Nueva España en 1558, respal-
daba su solicitud alegando que " ...del reino de
Granada los nuevamente convertidos, y los del
Pirú y los de las Islas, todos pagan diezmo ..."33
Sin duda, la presencia del clero secular fue
mayor y más temprana por esas latitudes. Se
trata de una circunstancia añadida para no ha-
cer necesaria la fortificación de los templos. Ahí,
el escaso peso específico de los frailes explica,
asimismo y en buena medida, la modestia de
tales construcciones.
En la secuencia evolutiva de las estrate-
gias evangelizadoras la siguiente fase correspon-
de a las misiones, fórmula de la que ya hemos
hablado y que se había venido perfilando a tra-
vés de los puntos que iban adquiriendo corpo-
reidad legislativa en las últimas experiencias
analizadas. El absoluto aislamiento de la comu-
nidad indígena respecto de los españoles civi-
les y seculares, aunque fuera por un plazo de
tiempo fijado, continuó haciendo innecesario
fortificar los establecimientos; en cambio, los
restantes rasgos definitorios fijados por los pri-
meros conventos novohispanos se conservaron,
porque siguieron siendo igualmente útiles (con-
junto atrial).
Las primeras experiencias de este tipo las
desarrollaron los jesuitas en el área guaraní a
partir de la fundación de la primera misión en
Paraguay en 1609. En ésta, como en las restan-
tes, la iglesia se abre a una plaza o atrio presidi-
do por una cruz central, acompañada ésta por
otras cuatro, en los rincones, que ocupan el
lugar de lo que serían las capillas posas; 34 en
algunos casos, además, el segundo cuerpo de la
fachada eclesial se abre a la plaza mediante un
balcón que prolonga el suelo del coro. 35
Las misiones establecidas en torno y por
encima de la frontera norte novohispana serán
más interesantes para nuestros propósitos.
Como Yucatán y Chiapas, los septentrionales
eran territorios poco atractivos para los espa-
ñoles civiles, con lo que la labor misional se vio
33
Paso y Troncoso: Epistolario. T.vm. Doc.462.
p.191.
34
Buschiazzo: Historia. pp.lOS-111.
35
Arroa: "Las misiones". p.46.
considerablemente facilitada. Por ejemplo, el
jesuita Francisco Javier Alegre (1769) decía de
California que " ...no había en aquel lugar de la
costa proporción alguna para la pesca de las
perlas, ni se descubría esperanza de minas; la
tierra, muy estéril, sin ríos algunos en cuanto
se ha descubierto; los aguajes, pocos, distan-
tes y, los más, turbios y salobres; malsano el
clima y muy caliente ... "36 Esta circunstancia,
unida al siempre reconocido ánimo pacífico de
su población autóctona, hará innecesario forti-
ficar unos conventos en los que, por otra parte,
la infraestructura arquitectónica tiende a tener
cada vez menor importancia (mínima presen-
cia religiosa por establecimiento y estrategia
misional tendente al nomadismo). Pero, por
otro lado, se trata de fundaciones que al tiem-
po que adoctrinan a la población indígena,
estabilizan la frontera de los dominios hispa-
nos frente a los intentos usurpadores de otras
potencias extranjeras. Por esta razón, los es-
tablecimientos misionales no fortificados irán
acompañados de presidios militares.
Lo que ya se conocía como Nuevo Méxi-
co se comenzó a evangelizar en 1690 por un gru-
po de franciscanos salidos de Querétaro junto
con varios soldados. El objetivo de la compañía
militar no era, en contra de lo que pudiera pare-
cer, proteger a los religiosos de posibles ataques
indios, sino de la más real amenaza francesa. Los
rumores de que contingentes galos intentaban
hacerse con Nuevo México fueron creciendo
desde 1678; se suponía que el enemigo opera-
ba desde Florida y a partir de la línea costera.
En 1689, el general Alonso de León exponía al
virrey su plan para poblar Texas. Debían ser
fundados varios presidios para garantizar la
comunicación con los nuevos territorios, no
tanto a causa de los indios, " ... por ser dóciles ...",
como por los franceses, " ...por si losfranceses
quisieren volver a poblar o agregarse algún
tiempo ..."; en cada presidio habría entre cua-
renta y sesenta hombres de a caballo y bien ar-
mados, estipulando además, " ...que en cada
uno de estos presidios se pongan dos minis-
tros, por la muchedumbre de indios que hay
en estos parajes y en todo el camino, y que con
ｾ Ｖ ｲ￳ｮｩ｣｡ｳＮ＠ｃ p.204.
77
facilidad se reducirán por ser dóciles ..."; des-
de el presidio se enseñaría a los indios a vivir
de acuerdo con la usanza europea. 37 De este
modo, el presidio y la misión se confunden en
un mismo recinto.
El ambicioso plan fue aprobado por la
Junta de Hacienda, pero dejó pendiente el asun-
to de los presidios: el fiscal se opuso a ellos por
considerar que eran contrarios a lo dispuesto
sobre entradas en nuevas tierras con violencia
y ruido de armas, máxime cuando estaba tan
fuera de dudas la buena predisposición de los
naturales. En la decisión debió pesar la opinión
vertida en 1690 por el padre Mazanet, líder de
los franciscanos allí enviados. Según él, " . .for-
tificado y poblado el puerto de la entrada de
la Bahía del Espíritu Santo, se asegura toda la
tierra y se podrá vivir sin recelo de enemigos,
pues sabemos que los franceses tienen toda
aquella costa sondeada y la tierra registra-
da ..."; esta zona concreta sí la podrán ocupar
" ...soldados pobladores ...", pero " ...no me pa-
rece conveniente que los españoles vivan en
pueblos de indios ... "; más aún, " ...en la provin-
cia de los texas, no conviene vayan soldados
para poblar, ni de presidio, lo que sí me pare-
ce convendría es el que .fuesen algunos oficia-
les de carpinteros, albañiles y otros ... "38
El intento franciscano en Texas fracasó
en 1694. Hubo que esperar a 1718, con la fun-
dación del presidio de San Antonio de Béjar,
para que la experiencia franciscana en Texas se
hiciera efectiva. 3') No obstante, la idea de acom-
pañar la misión con un presidio o de convertir
el presidio en misión, para ser más exactos, fue
asumida por los jesuítas a raíz de la frustrada
primera propuesta franciscana, al tiempo que
ensayaron una nueva fórmula de evangelización
sin necesidad de instalar a los indios en pobla-
dos. Esto lo que comenzaron a hacer en Sonora
el Padre Kino, desde 1693, y el Padre Salvatie-
rra, desde 1697, en la Baja California. 40
ｾ Ｗ ￳ｭ･ｺ＠ｇ Canedo: Primeras exploraciones. pp.124-
125
38
/d. pp.l63-164.
39
Buschiazzo: Estudios. p.43.
411
Díaz: "Misiones". pp.954-955; Buschiazzo: Estu-
dios. pp.33-37.
 •;::-:- ｾ｟＠ ....ｾＺＧ＼ＷＮ＠
' ---.
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ｾ＠
LAMINA 14. JALPAN (SIERRA GORDA DE QUERtTARO).
El último episodio que nos interesa den-
tro del proceso evangelizador americano corres-
ponde a la reducción de los indios chichimecas
de la Sierra Gorda de Querétaro. En realidad se
trataba de tres grupos étnicos otomíes diferen-
ciados: los pames y ximpeces, absolutamente
pacíficos, y los jonaces, refractarios a la presen-
cia española. Los intentos de reducir a esta po-
blación se remontan a 1539 y a las pretensiones
de las tres órdenes por fundar conventos en ese
territorio, ninguna de las cuales logró perdurar.
El primer impulso mínimamente estable
lo dio el virrey Martín Enríquez (1568-1580),
construyendo varios presidios para proteger el
camino de la plata entre la ciudad de México y
Zacatecas; se trata del embrión asociativo pre-
sidio-misión que se iba a desarrollar más al
norte desde finales del siglo xvu. El presidio de
Jalpan (1575) además, sirvió de apoyo a las en-
comiendas de la Sierra Gorda y a los estableci-
mientos religiosos, sin que quede muy claro si
el objetivo era defender a los frailes de los in-
dios o a éstos del rigor de los militares; 41 recuér-
•
1
0rtiz Lajous: Querétaro. p.JS.
78
ｾ＠ :' .'_.:
' } . Ｎｾ＠
' j.>;.
.,
- ｾ＠
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-
MAQUETA DEL PRESIDIO EN EL SIGLO XVI.
dese lo que ya quedó dicho al comienzo de este
discurso acerca de la supuesta hostilidad de los
chichimecas. El presidio de Jalpan aún se con-
serva, aunque modificado (lámina 14), y los
franciscanos aun fundaron el convento de San
Pedro de Tolimán dentro del presidio homónimo,
en 1583, pero, insistimos, todavía se estaba le-
jos de pacificar la Sierra Gorda.
El afianzamiento de la presencia religiosa
en la Sierra Gorda queretana arranca con la vio-
lenta campaña emprendida por el coronel José de
Escandón en 1743. Interesado en controlar esa
comarca y conseguir mano de obra para urbani-
zar el Nuevo Santander (hoy Tamaulipas), fundó
varias misiones (Jalpan, Concá, Tilaco, Tancoyol)
y, según su punto de vista, " ...la conservación de
las misiones de que va fecha mención, cortgre-
gación de las que nuevamente han de poner y
reducción total de los indios mecos de la Sierra
Gorda, así de la naciónjonas como de los pames,
consiste en la guarnición de los soldados que
asisten en ella y la visitan, ayudando a los mi-
sioneros en los casos que se les ofrecen ... "42 Quizá
•
2
Gómez Canedo:Primerasexploraciones. p.l63.
 LA.\IINA 15. Tn.Aco (SIERRI GoRDA DE QUERÉTARo). VF.nl GENE&IL DE I..l MFSFóN.
no dudase de la necesidad que podrían tener los
religiosos de una guarnición militar, pero parecían
pesar más sus propios intereses que los de los
misioneros cuando solicitaba, incluso, inmunidad
de los soldados frente a la autoridad civil.
Sea como fuere, las misiones de Escan-
dón se consolidaron a partir de 1750 con la lle-
gada de fray Junípero Serra, quien añadió a las
cuatro citadas la de Landa. Ninguna de ellas
cuenta con presido, a no ser la de Jalpan, don-
de permanecía el del siglo XVI, ni sus edificios
están fortificados. Sin embargo, todas ellas in-
corporaron, más o menos completo, el conjun-
to atrial con cruz, capilla abierta y capillas
posas, desaparecido del suelo novohispano des-
de el mismo siglo XVI que Jo había visto nacer
(lámina 15).
Hasta aquí las estrategias de evangeliza-
ción que fueron puestas en práctica a partir del
fin del periodo que asistió al nacimiento, desa-
rrollo y desaparición de los conventos fortifica-
dos. En ninguna de las fases subsiguientes se
aprecia voluntad de dotar a los edificios de un
carácter militar, salvo en el particular y ya ma-
tizado caso de los presidios. Esta circunstancia,
79
a nuestro juicio, obedece al hecho de que tales
experiencias corren paralelas a la creciente
normalización del proceso evangelizador. A
medida que la corona va tomando mayores car-
tas en el asunto, en el sentido de estipular y
penalizar legalmente las obligaciones y dere-
chos de cada uno de los grupos sociales partici-
pantes en el drama americano en general y
novohispano en particular, la fortificación de los
conventos pierde su justificación. Si ya se pe-
naliza la intromisión de los españoles civiles
entre los indios, si el clero secular impone su
presencia con argumentos legales respaldados
por el rey y si, en definitiva, el clero regular es
desprovisto de su pintoresquismo inicial y
obligado a recogerse en el mucho más discreto
papel que siempre había tenido eh Europa, des-
aparecen las razones y hasta los medios para
seguir alimentando los magníficos monumentos
que venimos estudiando.
Pero ¿qué hacer cuando nada de eso ha-
bía alcanzado una corporeidad legal, escrita y
definida, cuando todo era puramente experi-
mental, cuando lo experimentado aún no había
generado conclusiones legales? La respuesta a
esta pregunta se encuentra en las estrategias de
evangelización que precedieron al nacimiento
de los conventos fortificados, justificando su
existencia, en tanto que antecedentes, y com-
pletando la secuencia que ya hemos analizado
por lo que respecta a sus consecuentes. Los
conventos novohispanos del siglo XVI son el fru-
to de una fase concreta dentro del proceso
evangelizador, y no son el producto de una ge-
neración espontánea sino de los ejemplos que,
en ese mismo terreno, había suministrado la
historia fuera y, después, dentro de la propia
Nueva España. Las experiencias previas perse-
guían ya, con absoluta conciencia, la separación
de los indios respecto de los españoles. Esta
parte de la secuencia la agruparemos en torno
a dos puntos: la evangelización en el Caribe y
la fundación de la ciudad de Puebla.
Estrategias de ecoangeli.zación en la
cuenca caribeña
El segundo viaje de Cristóbal Colón (1493) ya
incluyó un grupo de religiosos para evangelizar
a los indios caribes. Se trataba de un grupo
heterogéneo: un benedictino, cuatro francisca-
nos, tres mercedarios, un jerónimo; nos halla-
mos ante el estadio más primitivo del proceso
de evangelización, cuando aún no se había de-
cidido qué órdenes eran las más adecuadas para
el mismo porque, entre otras cosas, ni siquiera
se podía asegurar que los indios fueran hombres.
No obstante, la orden de San Francisco pronto
aseguró su preponderancia (los primeros domi-
nicos llegaron en 1510). Nuevos franciscanos
arribaron en 1499, y otro grupo más lo hizo en
1502, acompañando a Nicolás de Ovando, nom-
brado gobernador de La Española. Para ellos,
" ...hizo este Gobernador edificar un monaste-
rio de San Francisco en la forma que están los
de Europa ..."43 En absoluto se pensaba enton-
ces en conventos fortificados, olvidados varios
siglos antes en Europa. El europeísmo del esta-
blecimiento se refería a la misma característica
que iba a tener el segundo convento construi-
do en Indias (el de Santiago de Cuba): se edifi-
ｾ Ｓ ･｡ｵｭｯｮｴＺ＠ｂ Crónica. T.I. Cap.xvu. p.196.
80
có " ...dentro de los muros de la ciudad ... ",44
como no podía ser de otra forma para una fun-
dación que pretendía extrapolar a América los
usos tradicionales del conventualismo europeo.
Paralelamente, los desórdenes provoca-
dos por los españoles, tanto entre ellos mismos
como con la población autóctona, eran un he-
cho flagrante: motines entre los españoles en
1494, 1497, 1500, etc; enfrentamientos entre
los religiosos y Cristóbal Colón por la dureza de
los castigos infringidos a los indios, con la con-
siguiente reacción civil... Ante semejante pano-
rama, " ... se deja entender cuánto sudor y
trabajo les costaría a estos primitivos apósto-
les, entre tantas rebeliones, contradicciones y
vejaciones de los mismos conquistadores, que
más atendían a saciar su avaricia que a suje-
tarse a las leyes sabias de los reyes Católi-
cos ... "45 Tenemos, pues, el caldo de cultivo
adecuado para comenzar a analizar la serie de
experiencias que culminará con la configura-
ción de los conventos fortificados de la Nueva
España.
El primer hito dentro de la cadena expe-
rimental que conducirá a los conventos fortifi-
cados podemos remontarlo a 1511. Ese año
Fernando el Católico convocó una junta de
hombres ilustres, donde se incluía a fray Alonso
de Espinar, que decidió " ...que se fabricasen,
en la isla de San Juan de Puerto Rico, iglesias
y un convento de Nuestro Padre San Francis-
co, para que lo ocupasen veintitrés misione-
ros franciscanos enviados con provisión
competente de armas... "46 ¿Qué finalidad te-
nían las armas? ¿Defender a los frailes de hipo-
téticas agresiones perpetradas por los indios
caribes? No nos parece probable, máxime te-
niendo en cuenta que el objeto de la convoca-
toria de la junta fue arbitrar medidas para
garantizar la " ...conservación y buen trata-
miento de los indios ... " y " .. .la inmunidad de
los neófitos ..."
Sin lugar a dudas, en esos momentos ya
eran bien conocidas las atrocidades cometidas
por los conquistadores españoles contra la
Ｔ
ｾＯ､Ｎ＠ Cap.x1x. p.245.
45
/d. Cap.XIX. p.243.
ｾ Ｖ
Ｏ､Ｎ＠ T.1. Cap.xxu. p.268. La negrilla es nuestra.
r población autóctona insular y, en la misma me-
dida, se había experimentado la animadversión
de aquel grupo social hacia los religiosos regu-
lares, obstáculo para sus ambiciosos fines en
tanto que defensores a ultranza de la causa in-
dígena. Esas armas que se pretendía otorgar a
los frailes para salvaguardar la integridad de los
indios y la suya propia frente a las nada escru-
pulosas iras de los conquistadores, así como la
presencia del franciscano en la junta, no debie-
ron ser ajenas a la adopción de tal medida. Tén-
gase en cuenta, además, que ese convento iba
a fundarse dentro del casco urbano de una po-
blación pensada por y para españoles: si el pe-
ligro se hubiera referido a los indios, las armas
entregadas a los frailes habrían resultado super-
fluas, pues ahí estaban los soldados para prote-
ger el establecimiento; en cambio, si la amenaza
estaba encarnada por los propios soldados,
toda precaución sería poca, pues ellos rodea-
ban la casa de los frailes.
En efecto, esas precauciones fueron in-
suficientes. En 1513, el dominico fray Pedro de
Córdoba solicitó licencia al rey para fundar
conventos en Tierra Firme, en la costa de
Cumaná (Venezuela), " ...adonde no hubiese
todavía españoles ... ";47 pronto se sumaron va-
rios franciscanos al mismo experimento. El sec-
tor eclesiástico regular ya se daba cuenta de la
inviabilidad de su empresa mientras los espa-
ñoles anduviesen cerca de los indios y, desgra-
ciadamente, poco tiempo fue necesario para que
los hechos le diesen la razón. El padre Córdoba
envió a dos religiosos que fueron excelentemen-
te recibidos por los naturales pero, tras ellos,
llegó un navío español que, con engaños, apre-
só al cacique y toda su familia y los vendió como
esclavos en La Española; los indígenas, traicio-
nados, dieron muerte -a los dominicos en tanto
que los franciscanos lograron huir. Corría el año
1520.
Cuatro años antes, el cardenal Cisneros,
regente español desde la muerte del rey católi-
co en 1516, ya había reconocido " ...que se ha-
bían de separar los indios de los españoles ..." ,48
T.1. Cap.xxm. pp.285-286; Herrera y Tordesi-
ｾ Ｗ ､Ｎ＠ｬ
llas: Descripción. T.m. Lib.m. Cap. VIl. pp.23-24.
48
Beaumont: Crónica. T.1. Cap.xxv. p.JOS.
81
después de oír los testimonios que sus allegados
y enviados le transmitían. Entre ellos se encon-
traba el licenciado Bartolomé de Las Casas, que
había llegado a La Española como conquistador
en 1502, quien, ante la barbarie imperante en-
tre sus colegas, optó por ordenarse sacerdote en
1510 y que, en 1523, acabó profesando en el
convento de Santo Domingo de La Española.
En 1514-1515, mientras partían los frai-
les hacia Cumaná, el licenciado Las Casas y
Pánfilo de Narváez fueron enviados a pacificar
a los indios de Cuba, acordando " ...que en la
mitad del pueblo donde se llegase se recogiesen
los naturales, i que la otra mitad del pueblo se
dexase vacía para los castellanos i los indios
que consigo llevaban, i que, so graves penas,
nadie osare entrar en el quartel de los in-
dios ..."; sin embargo, los españoles atacaron a
los indios so pretexto de un intento de subleva-
ción y el experimento se vino abajo. 49
Tras eso, en 1515, Las Casas fue a Espa-
ña para entrevistarse con el rey y exigirle me-
didas urgentes para proteger a los naturales. El
regente Cisneros, en consecuencia, eligió a tres
monjes jerónimos para que fueran al otro lado
del océano en calidad de Jueces comisarios,
" ...conociendo que no convenía que fuese ni
francisco ni dominico, por la diversidad de
opiniones que entre ellos ha'Vía ha'Vido en esta
materia ..."50 Apenas si estos monjes permane-
cieron un año en La Española pues regresaron
en 1517 cuando murió el cardenal Cisneros, y
cuando habían comprobado y demostrado que
su condición estrictamente monástica no les
calificaba adecuadamente para desempeñar una
actividad tan pública.
A pesar de la brevedad, la gestión de los
jerónimos fue muy significativa de cara al de-
sarrollo de la evangelización. Llevaron consigo
una instrucción del cardenal regente para libe-
rar a los indios de las cuatro islas y reducirlos a
poblaciones: pueblos de 300 vecinos, con casas
a la usanza de los indios, un hospital y una pla-
za a la que darían la iglesia y la casa del caci-
que; la administración correría a cargo del
49
Herrera y Tordesillas: Descripción. T.n. Lib.Jx.
Cap.xv. p.228.
S{ll d. T.n. Lib.n. Cap.m. p.333.
cacique, de un religioso o un clérigo y de un
castellano; éste vigilaría la observancia de una
buena vida en varios poblados, pero habitaría fue-
ra de todos ellos, en un punto equidistante " ...i
no dentro en el ｬｵｾ｡ｲＬ＠ por que los indios no
recibieren daño ni alteraci6n ..."51 Este plan se
llevaría a cabo sólo si a los jerónimos les pare-
cía impropio el sistema de la encomienda, que
no fue el caso: " ...hallaron que, dexando a los
indios en vida suelta, no podían ser instruidos
en buenas costumbres, porque su naturale9a
e inclinación les hacía huir del trato de los
castellanos y perseverar en su ociosidad ... "52
Se impuso, a sus ojos, el mito del mal salvaje, tan
provechoso para los intereses de los castellanos.
Mientras, los religiosos que desarrollaban
el experimento de Cumaná habían pedido a los
jerónimos " ...ciertas piezas de artillería, pól-
vora y otras annas ...", como consta en una
carta remitida por éstos a Cisneros en 1517.53
Alegaban aquellos frailes que deseaban acabar
con un abominable comercio humano estimu-
lado por los españoles, que rompían la prohibi-
ción y se adentraban en la costa, es decir,
querían las armas para mantener a raya a los
españoles. El cardenal, que veía las cosas desde
el otro lado del Atlántico, les negó lo solicitado.
El licenciado Las Casas, que había acom-
pañado a los jerónimos, regresó a la Península
para dar cuenta de su mala gestión. Cuando lle-
gó acababa de morir Cisneros, de modo que
decidió esperar la llegada del príncipe flamen-
co, el futuro Carlos v. Comienza aquí a cobrar
forma tangible un sueño que Bartolomé de Las
Casas había concebido unos años antes y que,
en nuestra opinión, constituye un jalón esen-
cial en el proceso evangelizador y la clave por
antonomasia para explicar los conventos forti-
ficados posteriores. Cuando, en 1515, partió
para entrevistarse con Cisneros, le propuso
" ...hacer una comunidad en cada villa y ciu-
dad de los españoles, en que ｮｩｾ＠ vecino
ｴ･ｾ｡＠ indios conocidos ni señalados, sino que
todos los repartimientos estén juntos y que
51
/d. T.n. Lib.n. Cap.Jv. pp.336-337.
52
/d. T.n. Lib.n. Cap.xv. p.360.
s.'Cit. tnloa: Los predicadores. pp.72-73. La negrilla
es nuestra.
82
ｨ｡ｾｮ＠ labranzas juntos ..." Para ello, sería pre-
ciso " ...enviar verdaderos pobladores, convie-
ne a saber, ｾ･ｮｴ＠ labradora que viviese de
cultivar tierras, felices como éstas, las cuales,
de su propia voluntad, concedieran los mis-
mos naturales, pobladores y dueños de ellas,
que eran los indios, y los unos se casaran con
los otros, y, de ambas, se hiciera una de las me-
jores repúblicas y, quizá, más cristiana y pa-
cifica del mundo, y no enviar indiferentemente
a todo ｾ￩ｮ･ｲｯ＠ de personas desalmadas ... "54
Tres años más tarde, cuando Las Casas
logró acceder a la presencia real, el sueño se-
guía en pie, pero lo vivido en las islas había
hecho desaparecer la utopía de lograr una re-
pública étnicamente unificada. Se abre la par-
te más original y sorprendente del proyecto
lascasiano, la que le llevará a proponer la crea-
ción de una orden militar. En la corte de Carlos
v encontró la tajante desaprobación del Consejo
de Indias y la adhesión de los consejeros flamen-
cos. Ellos creyeron ineludible " ...reducir los
indios a vivir de por sí en poblaciones, sin
querer entender las muchas causas que se
daban de su incapacidad [... ).Los que contra-
decían esto (la incapacidad del indio) eran los
padres dominicos (aún no había entrado en
escena Betanzos ], afirmando que se les debía
dar libertad porque eran capaces de ra96n. 1
decían que convenía que se les hiciesen pue-
blos cerca de los christianos, adonde tuviesen
｣ｬ￩ｲｩｾｯｳ＠ ifrailes que los adoctrinasen, con tu-
tores que los ｾｯｶ･ｲｮ｡ｳＬ＠ porque, con el mal
tratamiento de los que los tenían encomenda-
dos, se acababan ..."55 Convencidos de tal modo
los consejeros, pasó el licenciado a exponer un
plan alucinante. Pidió:
... Cien leguas de Tierra-Firme adonde no entra-
sen soldados ni gente de mar; para que los frai-
les de Santo Domingo pudiesen predicar a las
gentes naturales sin los alborotos que los solda-
dos i marineros representaba que hacían [. . .].
Que quería dar modo cómo el Rei, en aquella
tierra, tu'Viese rentas sin gastar nada, con que
no entrasen en ella sino las personas que el di-
Cit. Zavala: Por la senda. pp.l02-103.
54
55
Herrera y Tordesillas: Descripción. T.m. Lib.m.
Cap.vm. pp.26-27.
 cho licenciado señalase. Que hacia cuenta que
firesen cinquenta hombres que pensaba escoger,
que fuesen 'Oestidos de paño blanco, con cruces
coloradas, de la misma forma i color que las de
Calatra'Oa, con ciertos ramillos harpados en
cada brafO, para que pareciese a los indios que
era otra gente diferente de la que habían 'Oisto,
que los había de tratar mejor, con el fin de pe-
dir, con el tiempo, que el Papa i el Rei, debaxo
de aquel hábito, constituiesen 'Ona hermandad
religiosa [... j. Ofreció, asimismo, que poblaría
tres pueblos, en cada 'Ono cinquenta 'Oecinos
castellanos, y en cada 'Ono, Ｇｏｮ｡ｪｯｲｴｬ･ｾ＠ [... / .
Pidió que se le diesen doce religiosos dominicos
y franciscanos que entendiesen en la predica-
ción[. .. ¡, que a los cinquenta hombres se diese
la docena parte de las rentas reales que se sa-
casen de sus límites para que la ｧｯｾ｡ｳ･ｮ＠
dexasen a quatro herederos, que fuesen arma-
dos caballeros de la Espuela Dorada y se les die-
sen armas, i que de esta preheminencia gos:asen
sus descendientes comofirese gente limpia, i que
fuesen francos de todos ser'Oicios para siempre
jamás ... ｾ＠
El plan, qué duda cabe, habría hecho las
delicias del mismísimo Dioniso Rickel, aquel
cartujo flamenco al que quizás Las Casas ha-
bía leído y al que, con mayor probabilidad,
también pudieron conocer los consejeros fla-
mencos de Carlos v. Al fin y al cabo, sus caba-
lleros de la Espuela Dorada eran lo más exacto
que cupiera imaginar respecto a los milites
Christi descritos por el Cartujo. Era tan per-
fecto como utópico pero, en principio, logró
superar la fuerte oposición emanada del Con-
sejo de Indias que no creía en la calidad racio-
nal de los indios.
En 1520, conseguida la aprobación para
llevar a término su experimento, se dirigió al
Caribe con los hombres que había logrado se-
leccionar. La mayor parte de esa élite que de-
bía encarnar a los caballeros de la Espuela
Dorada se dispersó al hacer escala en Puerto
Rico y, paradójicamente, pasó a engrosar la
nómina de españoles que se entremetían en la
costa de Cumaná y que hundieron aquel pro-
ｾ Ｖ ｬ､Ｎ＠ T.m. Lib.m. Cap.vm. p.56. También describe
el proyecto Beaumont: Crónica. T.1. Cap.XXIX. pp.351-
352
yecto inicial del padre Córdoba. Un destino
análogo le esperaba, en última instancia, al
proyecto lascasiano. Sólo un reducido núme-
ro siguió al todavía licenciado para participar
en su personal experimento, que también ten-
dría como escenario la costa de Cumaná. Allí,
en una isla situada frente a la desembocadura
del río Cumaná, que servía de base de opera-
ciones a los españoles para sus incursiones
costeras, " ...comen96 el licenciado Casas a
labrar 'Ona jortale9a, pareciéndole que no
solamente se aseguraba de los indios, pero
que con ella reprimía las insolencias que juz-
gaba habían de emplear con él los de Cuba-
gua, los cuales, entendiendo su designio,
i tuvieron forma de quitarle el maestro con
quien se havía concertado para la fábrica,
con que cesó la obra de la fortale9a y los de
Cubagua, con más atrevimiento, procedían
en suforma de contratar con los indios ..." 57
Las Casas concibió la frustrada fortaleza, re-
calquémoslo, para defenderse del hostigamien-
to castellano, en primer lugar, y de la reacción
de los indios, en segundo. El cronista invierte
la prelación de las finalidades pero, en cual-
quier caso, las hostilidades de los indios eran
consecuencia de la intromisión civil.
Ante la persistente y negativa actitud de
los castellanos, Las Casas marchó a quejarse
ante la Audiencia de La Española. Allí le llegó
la noticia de cómo los indios habían incendia-
do su precario convento de Cumaná y cómo los
españoles habían reaccionado belicosamente
contra ellos, matando a muchos y esclavizando
a los restantes, y habían comenzado a construir
una fortaleza (origen de la Nueva Cádiz) para
perpetuar sus fechorías. Fue entonces cuando
el licenciado profesó en la orden de Santo Do-
mingo. " .../ ésta es la historia del licenciado
Bartolomé de Las Casas, que fue después obis-
po de Chiapa, en la qual nofueron mui puntua-
les Gon9alo Fernández de Oviedo ni Francisco
L6pez de Gomara, de los quales, con mucha
ra96n, el obispo algunas veces ha mostrado
sentimiento ... "58
57
Herrera y Tordesillas: Descripción. T.JV. Lib.JJ.
Cap.111. pp.82-84. La negrilla es nuestra.
58
ld. T.1v. Lib.11. Cap.v. p.88.
..
8J
 El "experimento Puebla" y la utopía
aristotélica
Las experiencias ensayadas y frustradas en la
cuenca caribeña conducentes a separar indios
y españoles fueron tenidas en cuenta cuando
llegó el momento de evangelizar la Nueva Espa-
ña. Se persiguió el mismo objetivo pero tratan-
do de aumentar las precauciones para impedir
la interferencia española en la vida de los natu-
rales, única causa de los fracasos antecedentes.
Aquí, además, pesaban los graves sucesos ocu-
rridos inmediatamente antes de 1531, momen-
to, precisamente, de la fundación de la Puebla
de los Ángeles.
El proceso fundacional de la ciudad de
Puebla ha sido abordado por diferentes investi-
gadores llegando, en el mejor de los casos, a
advertir su significado social en cuanto intento
de regular las relaciones entre la población es-
pañola y la autóctona al margen del sistema de
la encomienda. 59 Ello es así, y nos parece un
hecho incuestionable. En la misma medida, sin
embargo, juzgamos que posee unas implicacio-
nes mucho mayores de lo que hasta ahora se ha
supuesto.
No poco se ha escrito sobre la traslación
del utópico modelo social de Tomás Moro a
Nueva España, y con frecuencia se ha aludido,
también, a la incidencia de la ciudad ideal de
San Agustín en el plano simbólico novohispa-
no. Sin embargo, se ha pasado por alto la inci-
dencia de otro modelo de organización social
que, igualmente, tuvo cabida en el prodigioso la-
boratorio experimenal que fue la Nueva Espa-
ña del siglo XVI. Nos referimos a la república
ideada por Aristóteles y ampliamente comen-
tada por santo Tomás y otros pensadores cris-
tianos. Ésa es, a nuestro juicio, la referencia
clave que explica el surgimiento de la Puebla de
los Ángeles. Más aún, para comprender la tras-
cendencia del experimento que supuso la fun-
dación de Puebla, es preciso analizarlo dentro
de la cadena aplicativa que fueron conforman-
do las progresivas estrategias de evangelización.
Desde esta perspectiva, Puebla se convierte en
el eslabón que vincula los ensayos caribeños
59
Chevalier: Significación. p. 7.
84
anteriores con la definición de los consecuen-
tes conventos fortificados.
La asimilación de la fundación de Puebla
con el proceso evangélico descansa, además, en
la intervención de los franciscanos . Aunque sea
un hecho puesto en duda por algunos historia-
dores, Motolinía aparece como impulsor de la
idea que enlaza con las propuestas hechas an-
tes por fray Pedro de Córdoba o Bartolomé de
Las Casas. Pero, en tanto que ensayo posterior
que se aprovecha de los fallos acusados en los
antecedentes, Motolinía llegará a proponer el
amurallamiento de la ciudad, detalle clave que,
por su carencia, había causado la ruina del pro-
yecto lascasiano.
Los experimentos del Caribe habían en-
señado la imposibilidad de fundar pueblos de
indios y mantenerlos aislados de los españoles,
por más que se pretendiera que éstos cambia-
sen sus hábitos depredadores por otros agrope-
cuarios. El "experimento Puebla" operará,
consecuentemente, a la inversa, actuando so-
bre la fuente de todos los problemas, intentan-
do regenerar a los civiles españoles. Cuando el
franciscano quería amurallar Puebla pretendía
proteger a ese grupúsculo español regenerado
frente a la disconformidad de la mayoría. No lo
consiguió; el experimento fracasó en este sen-
tido. La siguiente estrategia segregadora adop-
tará la forma de convento fortificado.
El día 14 de agosto de 1531 los oidores
de la segunda Audiencia comunicaban al Con-
sejo de Indias cómo " ...nos hemos puesto en
fazer ensayos de repúblicas e polycías para cver
si acertamos en alguna, para perpetuidad de
esta tierra, que.fuese sin encomendar yndios,
aunque por todos, ecepto los frayles, se tiene
por dificultoso salir con ellos ..."60 Los funcio-
narios se están refiriendo, de manera implíci-
ta, a la Puebla de los Ángeles, destacando de
ella su carácter experimental, la intención de
ofrecer una alternativa social a la encomienda
y el papel impulsor del clero regular (sólo fran-
ciscano a la sazón) en la génesis y materializa-
ción del proyecto. El día anterior, uno de esos
60
Cit. Ríos Arce: La Puebla. p.56. Este autor niega
la participación de Motolinía en la fundación de Pue-
bla (p.39).

oidores, el licenciado Salmerón, había sido más
explícito al dirigirse al mismo Consejo de Indias:
... Tengo escripto larga y particularmente las
calidades y soltura de la gente española que está
en estas partes y, señaladamente, de la codicia
desordenada y gran holgazanería de los con-
quistadores [... ). Y, para remedio de muchos
perdidos que ay de esta calidad y de otros que
pasan a estas partes, que no se pierdan por esta
vía, se ha ensayado la Puebla de los Angeles, por
la vía que yo muy particularmente tengo escrip-
to, en la qual ay ya cincuenta vezinos, y o'Viera
más si no me ovieran ydo a la mano en ello, en
que muchos de estos perdidos y holgazanes se
aplican a trabajar e a hazer casas y haziendas
con muy poca ayuda que se les haze de yndios,
y los que en esta tierra biben apasyonados de la
codicia ya dicha sienten mal de aquello [ ... ). Pero
a todos los relijiosos que se juntaron en un ca-
pítulo [ ... ] se resuelven que es la cosa mayor y
más asentada que en la tierra se ha hecho des-
pués de ganarla ... 61
La finalidad del experimento era clara:
se trataba de un proyecto regenerador aplica-
do a los civiles españoles, tanto a los que ya
estaban en Nueva España como a los que ha-
brían de venir. Para atraerlos, continúa preci-
sando el licenciado Salmerón, a cada uno de
ellos se le asignará un número de indios deter-
minado, para que les sirvan durante treinta y
cinco días al año, " ...y, de esta manera, los es-
pañoles serán ayudados e harán sus hereda-
mientos y casas, e los naturales sobrellevados
e diestros en el cultivar de la tierra e echos e
avituados a la conversación e contratación de
los españoles ... " Al cabo de un plazo compren-
dido entre seis y diez años, el rey podría libe-
rar a los indios de ese servicio y volver a
exigirles el real tribut-o pues, para entonces, la
población se habría convertido en ciudad y
sede episcopal y estaría edificada, y los indios
habrían sido adiestrados en los oficios mecá-
nicos y agropecuarios. Mientras tanto, la asig-
nación de indios a españoles estaría sujeta a
una revisión anual, pudiendo series suprimi-
da a aquellos que hubiesen incurrido en ma-
61
Paso y Troncoso: Epistolario. T.xv1. Doc.n-96.
pp.8-9.
85
..1
los tratamientos. Ésta era la alternativa a la en-
comienda que tanto agradaba a los franciscanos
y que con bastante menor entusiasmo fue reci-
bida entre los españoles.
La Puebla de los Ángeles había hecho su
primera aparición en la historia documental de
la Nueva España el día 27 de marzo de 1531 por
partida doble, a través de sendas cartas remiti-
das a la reina por fray Luis de Fuensalida, guar-
dián del convento de San Francisco de la ciudad
de México, y por la segunda Audiencia en su con-
junto. El primero daba cuenta de " ...cómo nue-
vamente se ha comenzado a hacer un pueblo
de christianos, todos labradores y ｾｲ｡ｮｪ･ｯｳ［＠
han mucho acertado estos oidores ... "62 La car-
ta de los funcionarios añadía que la nueva po-
blación se había asentado" ...entre la cibdad de
Tlaxcala y Chelula, que es casi a la mitad del
camino de esta cibdad a la de Veracruz ... "63 Se
trata, esto es importante, de una ciudad de es-
pañoles fundada en una comarca con abundan-
tes poblaciones de naturales, pero segregada de
cualquiera de ellas para impedir el contacto
indiscriminado entre los dos grupos sociales.
Puebla se ubica cuatro leguas al norte de Tlaxca-
la, seis leguas al este de Tepeaca, dos leguas al
oeste de Cholula y cinco leguas al oeste también
de Huejotzingo. Estaba, además, ubicada en un
punto intermedio entre el puerto de Veracruz
y la ciudad de México, principal ruta de acceso
a la Nueva España.
Puebla ya existía para la última fecha in-
dicada. Sin embargo, las fechas de fundación
consignadas en las crónicas son variadas y más
tardías. Esta circunstancia está en directa re-
lación con las dudas que ciertos investigado-
res han planteado acerca de la participación
franciscana en la génesis del proyecto. Según
Miguel Zerón Zapata, escribano del cabildo en
1636, la fundación tuvo lugar el día 16 de abril
de 1531, festividad de santo Toribio y onomás-
tica del fraile que ofició la misa: fray Toribio
de Benavente, alias Motolinía que, por este mo-
tivo, es citado como artífice conceptual del en-
sayo poblacional. 64 Se trata, además, de la
62
/d. T.u. Doc.90. p.34.
63
/d. T.u. Doc.91. p.43.
""Zerón Zapata: Crónica. Cap.v. p.26.
 fecha aportada por el propio Motolinía en su
crónica,65 con la diferencia de que señala el año
de 1530, erróneamente al parecer. 66
Fray Agustín de la Madre de Dios (1646-
1653) asegura que el proyecto fue gestado en
1530, cuando el presidente y los oidores de la
segunda Audiencia autorizaron a un gran gru-
po de indios para preparar el solar donde habían
de instalarse los buenos españoles, autorización
cursada " ...a petición de aquellos apostólicos
varones y reli¡Jiosísimos padres de la orden del
Seráfico Padre San Francisco ..."67
Diego Antonio Bermúdez de Castro (1746)
no duda que " ...suplicaron los religiosos de San
Francisco a los señores presidente y oidores de
la Real Audiencia de esta Nueva España, que
fue la se¡Junda que vino a ella [... ], que, por la
notoria utilidad que resultaba, se.fundase otra
ciudad para población de españoles que se
ejercitasen en cultivar la tierra, pues, por este
medio, se conse¡Juia también en los españoles
el que cesasen de pretender las encomiendas y
repartimientos de los miserables indios, a que
aspiraban con solicitud y deS'Velo, tratándose
y pretendiéndose dicha.fundación desde el año
de 1524 ..."68
Mariano Femández de Echeverría y Veytia
(1780), por último, afirma que la misa de Moto-
linía fue oficiada el16 de abril de 1531, coinci-
diendo con la tirada de cordeles para trazar calles
y solares, y que el emplazamiento fue removido
al actual el29 de septiembre de 1531, motivan-
do una nueva consagración. 69
La fecha exacta de la fundación de Pue-
bla es un detalle secundario de cara a nuestro
propósito. Basta con aceptar que se produjo en
1531 y que, para marzo de ese año, ya se había
puesto en marcha. De este modo, el experimento
es anterior al hospitalario de Vasco de Quiroga, a
la sazón oidor de esa misma segunda Audiencia,
cuya primera constatación documental data del
ó.'Marín-Tamayo:LaPuebla de los Angeles. pp.31-33.
660'Gorman: "Estudio". p.cix. Todas las vinculacio-
nes de Motolinía con la fundación de Puebla las se-
ñala en términos hipotéticos.
67
Madre de Dios: Tesoro. Lib.11. Cap.l. pp.Bl-82.
68 Bermúdez de Castro: Theatro. p.S.
69Cit. Pérez de Salazar: "La fundación". p.108.
86
14 de agosto de 1531.70 Análogamente, parece in-
dudable que la gestación del proyecto fue un fe-
nómeno anterior, quizá no tanto como pretendía
Bermúdez de Castro, pero sí un año al menos.
De este modo, la relación consecutiva con los ne-
fastos sucesos acontecidos en tiempos de la pri-
mera Audiencia sería más evidente y, lo que es
más importante, incumbiría a los franciscanos en
exclusiva, no sólo por el papel que desempeña-
ron durante los disturbios, sino porque la segun-
da Audiencia aún no había pisado Nueva España.
De cualquier manera, la iniciativa de los francis-
canos en la creación de Puebla señalada por to-
dos los cronistas, viene avalada por otra serie de
hechos circunstanciales. Por ejemplo, la asigna-
ción de los indios a los españoles fue hecha con
la mediación de los franciscanos, quienes impu-
sieron las condiciones del trato. 71 Aparte, como
hecho no probado documentalmente, existe la
posiblidad de que el nombre dado a la pobla-
ción sea un homenaje a fray Juan de la Pue-
bla, reformador peninsular de la Custodia de
los Ángeles, cuna última de los doce primeros
y reformados franciscanos que llegaron a Nue-
va España. 72
Parece que los franciscanos no hubieran
querido reconocerse abiertamente como agen-
tes del experimento, delegando tal imagen en la
segunda Audiencia. Téngase en cuenta que, de
esa forma, las probabilidades de éxito aumen-
taban considerablemente, máxime cuando es-
taba tan reciente la acusación de complot
lanzada contra ellos por la primera Audiencia
y sus secuaces en 1529.
Una actitud análoga es la que trasluce
Motolinía al proponer la fortificación de Puebla,
aspecto del experimento que reviste singular
interés para nosotros. Da cuenta de la idea en
su crónica (1535-1543): " ...tiene esta cibdad
mucho aparejo para se cercar y ser el home-
naje de toda Nueva España y hacerse en ella
unafortaleza. Y, hecho esto, que se puede ha-
cer con poca costa y en tan breve tiempo, dor-
70
Cuevas: Historia. T.1. pp.311-312.
71
Paso y Troncoso: Epistolario. T.11. Doc.122.
pp.224-227.
72
Martínez del Sobra] y Campa: Los conventos.
p.l96.
mirán seguros los españoles de la Nueva Es-
paña, quitados de cuantos temores y sobresal-
tos han tenido muchas veces. Y de esta ciudad
se dirá: haec est civitas gloriosa, habitans in
confitentia, ésta es la ciudad que da confian-
za y seguridad a la Nueva España ..." 73 A la luz
de los experimentos anteriores y posteriores y
conociendo a Motolinía y a sus hermanos, ca-
bría pensar que la ambigua expresión de segu-
ridad derivada de la fortificación lo era en tanto
que protección de esos nuevos españoles fren-
te a la tristemente célebre hostilidad de sus
compatriotas, pero no. Cuando el propio Motoli-
nía cursó esa misma solicitud al emperador en
1555, abandonó el tono ambiguo para adoptar
un posicionamiento muy claro, tan contrario a
sus convicciones como grato a los oídos del
monarca y a los de sus súbditos hispanos. Pre-
para el terreno aludiendo a que los indios no
tengan caballos y armas, pues
... esta ventaja de los caballos y tiros de artille-
ría es muy nesryesaria en esta tierra, porque
da fuerza y ventaja a pocos contra muchos. Y
sepa Vuestra Magestad que toda esta Nueva
España está desierta y desamparada, sinfuer-
za ni fortaleza alguna, y nuestro adversario,
enemigo de todo bien, que siempre desea y pro-
cura discordias y guerras y de entre los pies le-
vanta peligros, y aunque no fuese más de porque
estamos en tierra agena y los negros son tantos
que algunas vezes han estado conryertados de se
levantar y matar a los españoles. Y, para esto,
la ryiudad de los Angeles está en mejor medio y
comedio que ningún otro pueblo de la Nueva
España para se hazer en ella una fortaleza, y
podríase hazer a menor costa por los muchos y
buenos materiales que tiene, y sería seguridad
para toda la tierra ... H
Motolinía sabía que no podía esperar una
respuesta afirmativa del Emperador argumen-
tando que la fortificación serviría para defender
la ciudad frente a los propios españoles, menos
aún teniendo en cuenta las continuas reticen-
cias planteadas a las propuestas de fortificacio-
nes civiles que no fueran costeras, como ya
73
Benavente: Memoriales. Pte.I. Cap. LXIV. p.273.
HBenavente: Epistolario. Doc.xm. p.l67.
87
vimos. También sabía perfectamente que los in-
dios no suponían una amenaza seria para nada
que tuviera que ver con los frailes, aun tratán-
dose de un poblado de españoles. Sin embargo,
este último sí era un argumento más convincen-
te, pues respondía a las observaciones que cons-
tantemente llegaban a la Corte de Carlos v, en
tanto que era el alimentado por los españoles
laicos. Tal era el punto de vista dominante en
un interrogatorio sobre la utilidad de la ciudad
de Puebla celebrado en 1534 entre sus pobla-
dores75y el que sostenía aún Echevarría y Veytia
en 1780, refiriéndose al contexto del siglo XVI:
" ... se proveía también a la seguridad de los
países conquistados, porque sería esta pobla-
ción una fortaleza adonde podrían acudir to-
dos los españoles en cualquier caso de rebelión
y, unidos, defenderse mejor ... " 76
Motolinía no buscaba la seguridad de to-
dos los españoles sino sólo de una pequeña par-
te de ellos, los acogidos a su proyecto, que se veía
amenazado por el resto de los españoles, aque-
llos que no deseaban la supresión de la enco-
mienda ni la creación de un núcleo que rivalizara
con la ciudad de México. Ésta es la única expli-
cación que salva el manifiesto carácter contra-
dictorio de la solicitud. 77 Sospechamos que el
franciscano ensaya aquí un doble juego, al igual
que cuando ataca verbalmente a Las Casas o de-
fiende la encomienda, siempre ante los oídos del
emperador o sus consejeros. Motolinía estaría
poniendo en práctica así, otro tipo de estrategia
al servicio de su proyecto evangelizador.
Precisamente cuando el ayuntamiento de
la antigua Tenochtitlan escribía al emperador,
en 1533, para convencerle del error que signi-
ficaba la ciudad de Puebla, estaba demostran-
do cuán supert1ua era su existencia, pensando,
claro está, en una ciudad concebida para pro-
Ｗ
ｾｐ￩ｲ･ｺ＠ Salazar: "La fundación". p.lll.
7
"Fernández de Echevarría y Veytia: Historia. Lib.I.
Cap.1v. p.38.
77
McAndrew: The Open-Air Churches. p.255, acep-
tó literalmente el contenido de la propuesta de
Motolinía, no sin reconocer su propia sorpresa al oirla
en labios de tan reconocido protector de los indios
("Father Motolinía was still begging for a fort for
Puebla twenty years later, a surprising whishfrom
one so commited to the lndians").
 teger a los españoles de la amenaza indígena:
"...si lo hacen (fundar la ciudad de Puebla] para
fuerza de la tierra, no es parte do se requiere,
porque, como decimos, está en tierra de los
(indios] que han sido e son amigos de los es-
pañoles, donde jamás hubo pensamiento de
alzamiento; ya que se hobiese de hacer pueblo,
sería mejor en la prO'Vincia de Mechuacán y en
otras partes de esta tierra donde está notoria
la necesidad ... "78 No le faltaba razón al ayunta-
miento en su deducción, pero se equivocaba en
el planteamiento. Por supuesto, este argumen-
to es igualmente aplicable a los conventos fran-
ciscanos que se comenzarán a construir poco
después en todos esos pueblos de indios que
rodeaban a la ciudad de Puebla. Surgirán con
su morfología fuerte cuando la utópica finalidad
de la Puebla haya quedado truncada. La dene-
gación de la licencia para fortificarla fue ya un
indicio claro de la frustración del proyecto.
El "experimento Puebla" fracasó. La ciu-
dad logró sobrevivir y desarrollarse hasta conver-
tirse en la sombra que amenazaba con eclipsar
a la capital del virreinato, pero fue una ciudad
de españoles que en nada se diferenció de ella.
Los primeros años de vida poblana fueron di-
fíciles. Apenas si había españoles dispuestos a
admitir las condiciones inicialmente señala-
das, a causa del " ...gran desabrimiento que los
conquistadores y vecinos de esta tierra han
recebido de aquel ensaye ...", se quejaba Sal-
merón en 1532.79 Si logró crecer, es decir, atraer
habitantes hispanos, fue por el abandono de los
privilegios previstos para los indios, que pasa-
ron a formar barrios periféricos como los de la
ciudad de México.
La fundación fue siempre contradicha
desde fuera, especial y comprensiblemente des-
de la ciudad de México: los castellanos " ...con-
tradecían la fundación de la ciudad de la
Puebla de los An,geles diciendo que la poblaban
de gente pobre, de la que llegaba nuevamente
de Castilla i de otros que estaban en México (... ],
i que fuera mejor que la ciudad de México se
acrecentara, pues ésa la havría de pacificar i
sustentar toda la tierra, porque, despoblándose,
78
Paso y Troncoso: Epistolario. T. m. Doc.l35. p.83.
19
ld. T.ll. Doc.121. p.222.
88
podría suceder algún peligro que no se pudie-
se remediar, según la mucha cantidad de in-
dios que havía, gente belicosa e instruida en
la guerra de los castellanos i que tenía fresca
memoria de la saTI,gre de sus pasados derra-
mada en aquella conquista ..."80
Pero el mal más nocivo no resultó ser el
de los españoles que estaban fuera de la ciudad
sino el de los que fueron admitidos dentro. El
sueño de encontrar una casta española que es-
tuviese dispuesta a pasar a Indias para cultivar
la tierra y vivir de su trabajo en régimen de
igualdad con la población autóctona, resultó tan
utópico como cuando lo intentó Bartolomé de
Las Casas en Cumaná.
Ya en aquella primera carta del 27 de
marzo de 1531, el licenciado Salmerón hacía
observar cómo uno de los objetivos era colocar
a jóvenes indios como aprendices de oficios
mecánicos con oficiales castellanos, "...dándo-
les a entender cómo, después que sean maes-
tros, ganarán como los christianos e serán
honrados ... " Sin embargo, " ...no hemosfalla-
do, hasta agora, oficiales que los quieran reci-
bir, porque deben de entender que, si ellos los
tienen en su compañía, con facilidad serán
maestros, y así, por su interese como porque
ya que hayan de tener indios, quiérenlos tener
de aquellos que hobieren por esclavos, e de
aquéllos hay cantidad con los dichos oficiales,
porque se han de servir de ellos perpetuamen-
te ... "81 En efecto, tal fue el parecer que se im-
puso. El servicio personal de los indios se
intentó suprimir en 1541, al cabo de diez años,
que era el último plazo contemplado inicialmen-
te, pero hubo de ser prorrogado ante las presio-
nes y protestas de los españoles; más aún, nunca
se llegó a derogar totalmente el repartimiento
temporal.82
Decididamente, ningún colono español
estaba dispuesto a consentir que los indios fue-
ran considerados sus iguales. Las medidas para
80 Herrera y Tordesillas: Descripción. T.vr. Lib.v.
Cap.1x. p.348.
81 Paso y Troncoso: Epistolario . T.11. Doc.91. p.44.
82
Chevalier: Significación. pp.17 -19. Considera
que no puede hablarse de fracaso porque nunca lle-
gó a implantarse la encomienda en Puebla.
el buen gobierno que el alguacil mayor y regidor
de Puebla proponía al emperador en 1556 no
podían ser más elocuentes. En primer lugar,
ningún indio podrá tener caballos ni armas,
" ... porque, al fin, estos indios, aunque sean
buenos cristianos, son los naturales de la tie-
rra y, por ello, es visto ser nuestros contra-
rios ... " Y en segundo lugar, no ha de permitirse
que los frailes sustraigan a determinados indios
del trabajo en el campo para educarlos en le-
yes de cara a desempeñar cargos públicos en sus
pueblos de origen: " ...hay otra suerte de gente
entre estos naturales de esta Nueva España
que los reservan, de causa de los religiosos, de
las labranzas y trabajos agrestes, y que, sien-
do plebeyos de sus nacimientos, se hacen ilus-
tres en sus pueblos, como son los que se crian
en los monesterios y los jueces, alcaldes y
regidores ..." Por si fuera poco, nada más bochor-
noso que ver cómo los indios de Huejotzingo dan
en arriendo tierras a los españoles.83
El fracaso de Puebla es grave en sí mis-
mo. Pero lo es mucho más desde el momento
en que, al hacerlo, fracasó un concepto experi-
mental mucho más amplio y del que represen-
taba, por emplear una expresión actual, el
proyecto piloto. Si Puebla hubiera funcionado
tal y como se previó originalmente, habría ser-
vido de modelo para organizar todo el territo-
rio novohispano cuando menos. El resultado
habría sido algo muy parecido a lo que el licen-
ciado Tello de Sandoval, visitador de la Nueva
España, proponía al futuro Felipe 11 en 1545
como estrategia para el buen gobierno:
... Que, quitados todos los corregidores de toda
esta Nueva España, se reparta por provincias y
que, en cada una de ellas, se ponga un alcalde
mayor de letras e CO!J-ciencia, que vengan esco-
gidos de Castilla para el dicho efecto, y no de los
de acá por ninguna vía[. .. ]. Que, en cada una
de las dichas provincias, haya por lo menos un
pueblo de españoles que sea cabeza de la pro-
vincia, donde el alcalde mayor tenga su princi-
pal asiento[. .. ], porque tendrían los indios a la
mano a quien se ir a quejar [.. .]. Que los pue-
blos de españoles se rijan e gobiernen por sus
alcaldes ordinarios y regidores, sujetos al alcal-
8J[d. T.vm. Doc.443. pp.I00-107.
89
de mayor en cuyo partido estu'Vieren. Y los pue-
blos de indios de cada pTO'Vincia se gobiernen
por sus alcaldes indios y regidores en cada un
año[... ]. Conviene a la christiandad e conver-
sión de los indios que cada una de las dichas
pTO'Vincias sea obispado, y que haya monesterios
de .frailes y que los prelados sean.frailes que se-
pan la lengua de la prO'Vincia... 84
Tal estado de cosas era lo máximo que se
podía esperar: una sola república en la que na-
turales y españoles estuvieran juntos, pero no
revueltos, administrada en lo civil por gentes de
su respectivo estado y, en lo religioso, por obis-
pos extraídos del estamento eclesiástico regu-
lar, es decir, frailes. Los españoles civiles,
insistimos, no estaban dispuestos a prescindir
del servicio de los indios, mucho menos a con-
siderarlos como iguales. El clero secular, ya lo
hemos visto, tampoco quería quedarse al mar-
gen del drama novohispano. Redundando en el
ejemplo, aun es posible traer a colación otra
protesta del arzobispo Montúfar (1554) contra
la organización eclesiástica pretendida por los
frailes, que era prácticamente la misma que la
expuesta por Tello de Sand'oval, pues el papel
reservado al clero secular sería meramente re-
presentativo: " ...otro manera se platica acá, y
es que toda esta Iglesia se entregase a las reli-
giones y ellos se encargasen de dar cuentas a
Dios de las ánimas y curazgos y trujesen nú-
mero de frailes necesario para ello, y que el
prelado no tuviese que hacer con los indios
más de como obispo de anillo los actos pontifi-
cales ..."85 No deja de resultar paradójico, his-
tóricamente hablando, que fuera Puebla la
diócesis desde la que el obispo-virrey Juan de
Palafox y Mendoza (1639-1650) diera el golpe
de gracia a los mendicantes.
El "experimento Puebla" fracasó en la
práctica, pero eso no invalida su calidad pro-
yectual: en el plano teórico, era perfecto. El
ensayo encarnado por la Puebla de los Ángeles
pasa, así, a engrosar la nutrida nómina de uto-
pías que buscaron su materialización en aquel
prodigioso marco experimental que fue la Nue-
84
/d. T.Iv. Doc.246. pp.213-214.
85
/d. T.vn. Doc.422. p.312.
va España. Ahora bien, hemos defendido la
autoría franciscana de la concepción teórica en
la persona de Motolinía, pero ¿cuál fue la fuen-
te de inspiración para esta singular utopía?
Motolinía, cuando comienza a hablar de
la ciudad de Puebla, alude a la existencia de una
primera ciudad de los Ángeles, que es la Jeru-
salén Celeste, y de una segunda ciudad de los
Ángeles, que es la Puebla. 86 De este modo, Pue-
bla sería la materialización terrestre de la Jeru-
salén Celeste, y nos encontraríamos ante una
plasmación real de la Ciudad de Dios agustinia-
na. Sin embargo, no hay otras alusiones al res-
pecto más allá de este parágrafo inicial, que
adquiere así un valor preponderantemente
retórico.
Motolinía, además, es muy dado a incluir
citas veterotestamentarias en latín al hilo de sus
Memoriales, perfectamente identificadas por
O'Gorman al editar el texto. No obstante, el
erudito investigador no encontró el origen de
aquella colocada por el franciscano al calificar
a Puebla como la ciudad que habría de garanti-
zar la seguridad de la Nueva España: "haec est
ci'Vitas gloriosa, habitans in confitentia". A pri-
mera vista, podría parecer un versículo extraí-
do de uno de los Salmos puestos en boca de los
peregrinos que visitaban Jerusalén o Sión, pero
no es el caso. Tampoco lo hemos constatado en
La Ciudad de Dios, de San Agustín, que podría
ser otra fuente muy probable. Mucho sospecha-
mos que su origen se encuentra en alguno de
los múltiples textos de santo Tomás, o de los
comentaristas de éste, que aluden a la ciudad y
sus gobernantes. En última instancia, el senti-
do de la cita, lo mismo que el de la concepción
teórica de Puebla, remiten de manera muy es-
trecha a las ideas de Aristóteles, en su versión
tomista, claro está.
La república ideal del filósofo aparece
detallada en su libro de La Política, dialéctica-
mente comentado por santo Tomás, y su finali-
dad no es otra más que la felicidad conseguida
por un grupo de ciudadanos educados en la vir-
tud, como en toda buena utopía.87 La autoridad
86Benavente: Memoriales. Pte.1. Cap. LXIII. p.262.
Aquino: In Aristotelis. Lib.vu. "Summa libri".
87
p.425.
90
de cualesquiera de los dos pensadores fue am-
pliamente retomada en la Nueva España del si-
glo XVI y aun después, bien de manera directa o
a través de sus numerosos comentaristas. Las
pruebas de ello son abundantes, aunque la
constatación bibliográfica en fechas tan tempra-
nas como 1531, que es cuando cristaliza el "ex-
perimento Puebla", es casi imposible por la
ausencia de documentos coetáneos (los in-
ventarios bibliográficos más tempranos comien-
zan a finales del siglo xvi). No obstante, existen,
además, referencias más incidentales que dela-
tan la presencia de tales autores en el citado
contexto.
La más temprana data de 1508, cuando
Carlos de Aragón, doctor en teología por la
Universidad de París predicaba en La Española
y, con demasiada frecuencia exclamaba: " .. .per-
done el Señor a Santo Tomás, que en esto no
supo lo que decía ..."; fue deportado a España,
procesado por la Inquisición y obligado a retrac-
tarse de veinticinco proposiciones erradas. 88 La
cita es indicativa de la actualidad de santo To-
más entre los primeros intelectuales pasados a
Indias. Además, teniendo en cuenta que el de-
tractor se había formado en París, reafirma que
el neoescolasticismo era, en el siglo XVI, un fe-
nómeno netamente hispánico. En el mismo or-
den de cosas, cuando los primeros dominicos
pasaron a Indias, el rey dio orden para que se
les enviasen " ...las obras de Santo Tomás que
hobiere en Sevilla ... " B<J
Por otra parte, conviene recordar que a
santo Tomás se le atribuía la obra De regimine
principum, paráfrasis de La Política aristotéli-
ca, y que el cartujo Dionisia Rickel, confeso y ya
conocido seguidor de las tesis aristotélicas y
tomistas publicó un opúsculo de igual título. Yque
los retratos de Aristóteles y otros pensadores
que decoran la caja de la escalera del convento
de Atotonilco el Grande fueron extraídos de los
Comentarios a Aristóteles hechos por Juan
Ginés de Sepúlveda y publicados en París en
1536. Todo esto, por supuesto, son sólo indicios
parciales de un fenómeno incuestionable : el
88
Herrera y Tordesillas: Descripción. T.n. Lib.Jx.
Cap.1x. p.206.
89
Cit. Medina: Los dominicos. p.52.
florecimiento de la escolástica en la España del
siglo XVI y su honda repercusión en la Nueva Es-
paña. Fray Alonso de la Veracruz, agustino lle-
gado a México en 1535 y activo en Michoacán,
por ejemplo, proponía que, en sus estudios,
" ...no haya día ninguno que por lo menos no
pasen un artículo de Santo Tomás con todos
sus argumentos ..." y " ...leer in voce el texto y,
con las partes de Santo Tomás, deletrealle
hasta entenderle ... "90
Por lo que respecta a listados bibliográfi-
cos, entre los libros que fueron inventariados en
Acatlán (Puebla) en 1604, por mandato del obis-
po de Puebla, figuraban dieciocho volúmenes
con obras de santo Tomás, y diferentes y nume-
rosos volúmenes de santo Tomás y Aristóteles
salpican los inventarios presentados a la Inqui-
sición por los libreros mexicanos a lo largo del
siglo xvu;Aristotelis Politicis aparece explícita-
mente citado en 1660, a través de la edición
parisina de 1543.91 Varios tomos de losAristote-
lis commentaria por santo Tomás (Venecia,
1551) se conservan todavía en la Biblioteca del
INAH, procedentes del convento de Santo Domin-
go de México, y otros tantos de los mismos, pero
correspondientes a una edición posterior (Roma,
1570), aparecen registrados en las listas de
embarque sevillanas correspondientes a 1586,
que son las más tempranas entre las válidas para
tales efectos.'n Lógicamente, a consignaciones
tardías corresponden ediciones tardías, que no
eran las príncipes ni mucho menos.
La teoría aristotélica de la servidumbre
natural, aprobada por Aquino y compartida por
todos los mendicantes, fue un concepto tremen-
damente revitalizado a raíz de la conquista, pues
prescribía que la servidumbre era útil al bárba-
ro para y hasta que aprendiese el ejemplo del
sabio a quien servía.?.J Por eso, los frailes no
tuvieron ningún reparo en admitir el servicio de
los naturales en sus conventos en tanto los
adoctrinaban y adiestraban en los oficios euro-
90
Cit. Gallegos Rocafull: El pensamiento. pp.228 y
343. Vid. el epígrafe "La filosofía escolástica en Méxi-
co en los siglos XVI y xvn" (pp.269-346).
91
0'Gorman: "Bibliotecas". pp.663-1001, p.825.
92
Kropfinger-von Kügelgen: "Exportación". pp.91-92.
93
Zavala: Por la senda. p.30
91
peos. Este punto tuvo una consideración capi-
tal y fundamental en la génesis de Puebla. En la
carta escrita por el licenciado Salmerón el 27
de marzo de 1531, la misma en que se quejaba
de la negativa de los españoles a convertir a los
indios esclavos en aprendices, señalaba cómo
" ...uno de los principales intentos que tenemos
para la perpetuidad de todo es enseñarlos [a
los naturales) a vivir políticamente y cómo
sean aprovechados de sus trabajos, y, para
esto, conviene que sean discípulos primero ... "94
Por otra parte, la idea del trabajo como
obligación social es netamente tomista (aristo-
télica en última instancia). Para santo Tomás el
trabajo tiene una doble finalidad: económica y
moral. Con el trabajo se evita el ocio, que es un
semillero de vicios, se refrena la concupiscen-
cia y suministra con qué hacer limosnas; por
ello, todos los hombres han de hacer a la socie-
dad la prestación personal de su trabajo, manual
o no. 95 Esto, precisamente, es lo que venían
persiguiendo los mendicantes desde que, en el
Caribe, demandaban castellanos labradores en
lugar de conquistadores y desde que empleaban
a los indios para el servicio en los conventos.
Tal y como fue planteada la organización social
de Puebla, este punto sería satisfecho de manera
óptima: los españoles labradores trabajarían por
sí mismos y, así ocupados, no sólo abandona-
rían las pendencias y extorsiones indiscrimina-
das, sino que, a la vez, servirían de ejemplo a
los naturales.
En el mismo orden social y moral se ins-
cribe otro punto muy estimado por el filósofo y
por el Doctor Angélico: la educación musical,
como fuente de virtud y alta calidad moral, ha
de ser potenciada al máximo en el contexto cí-
vico, especialmente entre los jóvenes. 96 Este
aspecto educativo fue siempre fundamental en
la estrategia evangelizadora de los mendicantes,
y Puebla no iba a ser una excepción al respecto,
hasta el extremo de llegar a ser malinterpretada
por el clero secular. El arzobispo Montúfar se
quejaba al Consejo de Indias, en 1556, porque
94
Paso y Troncoso: Epistolario. T.n. Doc.91. p.44.
95
Gallegos Rocafull: El orden. pp.176-177.
96
Aquino: In Aristotelis. Lib.vm. Lec.n. p. 501
("Num civis musicam addiscere debeat").
" ... en monesterio hemos hallado ciento y vein-
te indios que sirven de cantores, sin los sacris-
tanes y acólitos y sin cheremías y sacabuches
y trompetas y orlos y dU$ainas y cornetas, y,
en muchos monesterios, hay vigüelas de
arco ... "97 Ésta y otras denuncias por el estilo
motivaron una real cédula emitida en 1561,
pues " ...a nos se ha hecho relación que ay muy
gran excesso y superfluidad en esta tierra y
gran gasto con la diferencia de géneros de
ynstrumentos de músicas y cantores que hay,
con trompetas reales vastardas, clarines, chi-
rimías, sacabuches y trompones, y flautas, y
cornetas, y dulzainas, y pifaros, y bigüelas de
arco, y rabeles y otros géneros de música que
comúnmente ay en muchos monesterios ... "98
La validación moral de la educación
musical y el trabajo personal reconocibles en
Puebla no es exclusiva de ella sino que forma
parte del proyecto evangelizador, en su conjun-
to, de los mendicantes. Aun el anexo interpreta-
tivo de la servidumbre instructiva, aunque
optimizado en el ensayo poblano como nunca
antes ni después de él, también forma parte del
contexto general. Hay, sin embargo, otros aspec-
tos del "experimento Puebla" que le son exclu-
sivos y que remiten, de manera directa, a la
teoría aristotélico-tomista.
En primer lugar, con la fundación de
Puebla se pretendía atenuar la acusada concen-
tración de españoles en la ciudad de México,
ocasionalmente asimilada con Babilonia por
los males derivados de tal superpoblación.99 Se-
gún Aristóteles y santo Tomás, una ciudad de-
masiado poblada daba cabida a sujetos extraños,
descontrolados, peligrosos y poco atentos a la
consecución de los fines de la república. 100 La
programada fundación de Puebla evitaría que
se reprodujera el caos constatado en la ciudad
97
Paso y Troncoso: Epistolario. T.vm. Doc.441. p.90.
98
Cit. Ríos Arce: La Puebla. Apéndice, Doc.17.
p.xxxiv.
99
Según Burgoa: Palestra. Lib.I. Cap.n. p.45, los
dominicos estantes en la ciudad de México, en 1530,
se sentían cautivos en una nueva Babilonia.
100
" •• •In civitate superabundantis multitudinis
contingit esse multos extraneos et advenas et alios
non ､ｩｬｾ･ｮｴｳ＠ rempublicam..." (Aquino: lnAristote-
lis. Lib.vn. Lec.m. p. 441).
92
de México y, además, contribuiría a aminorar
el de ésta, sin llegar nunca a aquel despobla-
miento imposible pero tan citado por los ha-
bitantes de México, contrarios al desarrollo de
Puebla por otro tipo de motivos menos decla-
rables. En segundo lugar, el asentamiento de
Puebla, ciudad de españoles en medio de una
comarca pródiga en pueblos de indios, sumi-
nistraba una solución a la convivencia pacífi-
ca de los dos grupos sociales y provechosa para
ambos, algo que no se había logrado hasta en-
tonces. La separación impediría los abusos de
los españoles para con los indios. La proximi-
dad permitiría el comercio, la comunicación,
el contacto enriquecedor entre unos y otros,
sin perder nunca de vista quiénes eran y dón-
de residían los unos y quiénes eran y dónde re-
sidían los otros, es decir, sin mixtificar la
ciudad de los españoles y la de los indios. Acer-
ca de este punto, Aristóteles
... dice que no puede decirse que los hombres que
habitan una ciudad conservan la identidad de
la ciudad debido a sus muros. Pues pudiere ser
que toda una región, piénsese en el Peloponeso,
juera rodeada por un muro y, sin embargo, no
sería una mis7na ciudad. Y así le aconteció a
Babilonia o a cualquier otra ciudad grande, en
la que más se halla reunida una raza que una
ciudad, pues se dice de Babilonia que, cuando
fue tomada una parte de la ciudad, no lo cono-
ció hasta el tercer día otra parte de la ciudad,
debido a la longitud de los muros ( ... ]. Las ciu-
dades que han sido constituidas por diferentes
razas, debido a las disensiones que tuvieron por
la diversidad de costumbres, se vieron destrui-
das porque una parte atraía hacia sí enemigos
debido al odio de la otra parte ... 101
Por tanto, la identidad de una ciudad no
depende de su unidad física o topográfica sino
de la unidad racial (étnica, cultural) de sus ciu-
dadanos. Una ciudad habitada por gentes de
diferentes razas y culturas está llamada a su-
cumbir por culpa del enorme tamaño que suele
llevar asociado y, sobre todo, por los diferentes
y contrarios intereses de sus ciudadanos. Eso
le ocurrió a Babilonia y eso, podemos añadir
101
/d. Lib.m. Lec.n. p.211.

nosotros, amenazaba con repetirse en la ciudad
de México, donde la mezcla de españoles y na-
turales hacía peligrar el orden y convertía a la
antigua Tenochtitlan en una nueva Babilonia.
Para evitar ese tipo de inconvenientes, la
solución ideal estribaría en que los pueblos di-
ferentes mantuvieran gobiernos diferentes y
habitaran en ciudades diferentes, lo suficiente-
mente alejadas como para evitar la mezcolan-
za poblacional y lo suficientemente cercanas
como para permitir un fluido trato comercial y
una táctica de alianzas para el respeto y la de-
fensa mutuos. En la antigüedad así ocurrió con
etruscos y cartagineses o con las ciudades de
Megara y Corinto. Ahora, es lo repetido con la
Puebla de los Angeles y los pueblos de indios
que la rodean:
.. .Si dos ciudades distintas, como Megara y
Corinto, tutJieran cercanía local, de tal manera
que se tocaran y estutJieran rodeadas por un
muro, con todo, no serian una ciudad, ya que
pudiera suceder que tutJieran ditJersos príncipes
y ditJersas políticas [... ]. Igualmente, si algunos
estutJieran separados localmente y tumeran di-
tJersos poblados, pero que no fueran tan distan-
tes que no pudieran tener comunicación entre
sí, pero tutJieran leyes de no dañarse injusta-
mente en el comercio mutuo [como si uno fuese
trabajador manual, el otro zapatero, el otro cam-
pesino y otro tutJiere otra habilidad] y fueran
una gran multitud, como de diez mil, y mutua-
mente no tutJieran más comunicación que el
comercio y la alianza militar, todatJía no serian
una ciudad ... 102
En tercer lugar, la ciudad ideal así esta-
blecida deberá protegerse de las siempre pre-
sentes amenazas externas. Es éste el punto más
interesante para los fines de nuestro discurso,
pues no sólo contribuye a. precisar los objeti-
vos que Motolinía tenía en mente cuando soli-
citó el amurallamiento de Puebla, sino que
arroja luz sobre las intenciones que llevaron,
después, a la fortificación de los conventos. La
ciudad será asegurada a través de unas obras
de fortificación y amurallamiento que, al tiem-
po que defienden a los ciudadanos, contribu-
102
ld. Lib.m. Lec.vn. pp.230-231.
93
J'
yen al ornato del asentamiento urbano y a la
disuasión (en primera instancia) de cara al
posible agresor.
Es un error creer que una ciudad al es-
tar habitada por hombres virtuosos (españoles
labradores en Puebla, naturales en los pueblos
de indios presididos por los conventos) puede
confiarse en esa sola virtud y prescindir de dis-
positivos tácticos para la defensa física. En ta-
les casos, y esto es importante para todos
aquellos historiadores que han querido ver los
conventos fortificados como fortalezas del
alma, la fortaleza física concedida a la fortifica-
ción urbana vendrá a sumarse a la fortaleza es-
piritual de sus habitantes, que es insuficiente
por sí misma. Esta medida preventiva, pues
siempre se trata de supuestos defensivos, no
ofensivos, será más perentoria cuanto mayor
sea la debilidad de los ciudadanos virtuosos
frente a la fuerza dominante del enemigo. Léa-
se la debilidad de los pocos españoles acogidos
al régimen de la Puebla o, después, la de los
frailes y los naturales en sus conventos y pue-
blos de indios expuestos, en ambos casos, a la
misma fuerza de la masa española. Todo esto
es lo que discute santo Tomás bajo el epígrafe
"En qué lugar debe ser fundada la ciudad y
con qué orden" ("Quo in loco sit urbs extruenda
et quo pacto"):
.. Algunos tutJieron la opinión de que la mejor
ciudad, que tenga a los mejores tJarones, no ne-
cesita muros, tanto porque la confianza en los
muros los ooltJeria negligentes en la guerra como
porque, cuando se da la mayor y mejor fortale-
za, no contJiene la que es mucho menor, y la for-
taleza de los mejores tJarones es mayor y mejor
para defender la ciudad que la de los muros [... ).
Quienes dicen que no contJiene ponerle muros a
la ciudad bien ordenada y que tenga hombres
mrtuosos tienen un modo de pensar antiguo y
totalmente irracional, sobre todo porque se w que
aquellas ciudades carentes de muros, que con-
fían sólo en la multitud, la realidad misma las
contradice y las lletJG a incontJenientes, ya que
muchas ciudades hubo que, teniendo hombres
fuertes y buenos, debido a la carencia de muni-
ciones y de muros, sucumbieron y fueron captu-
radas [... ). Porque sucede que lafuerza de los
insurrectos contra la ciudad es mayor que la.fuer-
za de quienes habitan la ciudad y quienes tienen
..
más fuerza, dado que, con frecuencia, luchan
contra quien tiene menos. Por esto, la defensa de
unos muros útiles para la guerra es necesaria a
la ciudad que tiene menos fuerza, para que, de
muchas maneras, pueda resistirse a quienes lu-
chan contra ella y, entre otras cosas, para evitar
y rechazar los disparos de las saetas y di'VeTsas
máquinas que han sido inventadas para mejo-
rar el ataque (... ). No basta con ponerle murallas
a la ciudad, sino que hay que tener cuidado de
que estén bien dispuestas para el adorno de la
ciudad y, también, para enfrentarse a los instru-
mentos bélicos de los ad'VeTsarios (...), pues, si los
invasores supieran que los invadidos están bien
defendidos y tienen .fuerza para resistirse, no se
esforzarían mucho, desde el principio, para
invadirlos-(... ). En la ciudad perfecta, se necesi-
tan murallas, como se dijo antes, y se necesita que
94
tengan obseroatorios y torres en los lugares ade-
cuados para la defensa y el omato... 103
Es importante recalcar la triple finalidad
de los elementos fortificados, así como hacerlo
en el mismo orden prelativo que santo Tomás:
defensiva y ornamental, en primero y segundo
lugar respectivamente (" .. .ad dejensionem et
ornatum ..."), y disuasoria en tercero. Nos pa-
rece fundamental, insistimos, por lo que les
pueda tocar a los conventos fortificados confi-
gurados a partir de la década de 1540. Ellos van
a ser la respuesta alternativa a las estrategias
sistemáticamente frustradas y previamente
ensayadas por los mendicantes para regular las
difíciles relaciones entre españoles y naturales.
103
ld. Lib.vn. Lec.Ix. pp.460-461. La negrilla es
nuestra.
 CONVENTOS FORTIFICADOS
.. .Estamos con gran confusión de vuestro Real
Consejo de Indias, mandando y quitando, y de
algunos letrados de allá que no saben lo de acá,
maldiciéndonos y condenándonos. Y acá, en la
co1lfitsi6n que digo, que ni cabildos, ni congre-
gaciones, ni ciudades, ni clérigos, ni frailes, ni
audiencias vienen en entera conformidad, y
cada uno, por su propio interese, olvida cual-
quier bien común ... : •
E
stas palabras, dirigidas por el conquis-
tador Ruy González al rey en 1553,
constituyen un elocuente y descriptivo resu-
men del cuadro histórico que hemos venido
perfilando hasta aquí: una autoridad central
radicada en la Península, que sólo conoce las
Indias a través de informes contradictorios y
que, en consecuencia, es incapaz de atinar en
las medidas gubernativas; una población espa-
ñola que reside en Nueva España y que se or-
ganiza en grupos prácticamente irreconciliables
(conquistadores, frailes, clérigos) porque cada
uno de ellos posee intereses muy bien defini-
dos; y, de resultas, una larga cadena de ensa-
yos y experimentos tendentes a encontrar la
mejor forma de compatibilizar las expectativas
hispanas con la conservación de la población
autóctona.
En esas mismas fechas, la década de 1550,
estaban comenzando a cobrar forma los actua-
les conventos fortificados, hijos legítimos de tan
caótica situación. Según una carta remitida por
los provinciales novohispanos de las tres órde-
nes mendicantes en 1559, la orden de San Fran-
cisco contaba con ochenta conventos fundados,
en tanto que la orden de Santo Domingo y la or-
den de San Agustín habían logrado fundar cua-
1
Paso y Troncoso: Epistolario. T.vn. Doc.369. p.36.
95
renta conventos cada una de ellas. 2 En 1596,
cuando ya puede considerarse cerrado el ciclo
fundacional del siglo XVI, según fray Jerónimo de
Mendieta los franciscanos contaban con doscien-
tos conventos, los dominicos con noventa y los
agustinos con setenta y seis; este censo incluye
las fundaciones en las provincias de Guatemala
y Nicaragua, territorios controlados por los hi-
jos de Santo Domingo, con lo que se explica la
ventaja adquirida por esta orden respecto a la de
San Agustín. La inmensa mayoría de los conven-
tos consignados en 1559, al menos, tendría ele-
mentos fortificados, y los que no, contarían con
una morfología lo suficientemente recia en su
simplicidad como para cubrir adecuadamente las
mismas necesidades que todos los demás.
La austera estética de la
polifuncionalidad
Siguiendo la metodología "simbólica", tal y como
se ha venido entendiendo aquí, sería muy fácil
para nosotros poner en relación el mundo de frai-
les-anacoretas, extendido a religiosos (europeos)
y civiles (indios), con la teoría milenarista del
monje cisterciense calabrés Joaquín de Fiare
(c.l135-1202), cuya influencia sobre los francis-
canos de la Nueva España se ha señalado. Según
el abad calabrés, de las tres edades que compo-
nen la historia del mundo, la tercera y última, la
que precedería al Juicio Final, sería la edad de
los monjes (aún no habían nacido los conventos
y los frailes}: " ...entonces, el mundo se conver-
tiría en un vasto monasterio en el que todos los
hombres serían monjes en contemplación ..."3
Sin embargo, no existen nexos documentales que
evidencien relación alguna entre la teoría mile-
2 Cartas. T.1. p.142.
3 Fernández: La Jerusalén. p.32.
..
narista de Fiore y el amplio concepto de la
vida regular manifestado por los mendicantes en
la Nueva España pues, por otra parte, no se trata
de una peculiaridad exclusiva de los franciscanos.
Igualmente fácil sería relacionar el aspec-
to fortificado de los conventos con aquella for-
taleza abandonada en la que san Antonio, el
primer anacoreta, pasó los veinte años centra-
les de su vida en las montañas de la Tebaida.4
Pero tampoco hay ninguna prueba fehaciente,
a pesar de todo lo dicho hasta ahora y a pesar
de que " ...de la vida del gran Antonio, de los
heclws de aquellos padres anacoretas y cenovi-
tas, tomó dechado A.gustino para dar princi-
pio a su Religión ..."5 La única repercusión
verdaderamente tangible, y no pequeña, de la
aspiración monástica del clero conventual no-
vohispano sobre la arquitectura consiste en la
esencialización de las formas y la racionaliza-
ción de los espacios. En otras palabras, la con-
cepción de una arquitectura que persigue la
máxima efectividad con el mínimo número de
elementos, que los racionaliza a través de for-
mas sencillas y susceptibles, además, de satis-
facer múltiples funciones.
Por supuesto, tal caracterización de la
arquitectura conventual novohispana dista
mucho, llegando a constituir el extremo opues-
to, de la imagen transmitida a través de las nu-
merosas críticas que recibió durante los años de
su gestación. Sin embargo, hay que matizar que
se trata de críticas vertidas desde fuera de las
propias órdenes por sujetos que perseguían
manifiestos intereses en contra de los frailes y
que, por lo tanto, carecen de la mínima objeti-
vidad exigible.
La debida al licenciado Lorenzo Lebrón
(1554), oidor y visitador de la Audiencia de
Nueva Galicia, tal vez sea la más digna de te-
nerse en cuenta por su fecha temprana y por
su inequívoco talante crítico que, aparte de
arremeter contra los frailes ataca también a los
clérigos seculares y a la corruptela de la pro-
pia Audiencia: " ...grande es la soberbia y
suntuosidad de obras que en algunos monas-
terios, en edificios que de ellos se hacen, es-
4 7
Lacarriere: Los hombres. p. 78.
5 8/d. T.VIII. Doc.432. p.32.
Escobar: Americana Thebaida. p .13.
96
pecialmente de parte de los agustinos, que en
esto se descuidan más, y es cierto que hay
excesos y no sólo en lo dicho, pero en los ser-
vicios personales ... " 6 Lebrón escribe en el
momento en el que la mayor parte de los con-
ventos ha comenzado a reemplazar el edificio
perecedero levantado a raíz de la fundación por
otro de cal y canto, que es el llamado a ser
definitivo. Creemos que incurre en una impre-
cisión tan común entonces como lo es ahora:
equivocar la suntuosidad con la monumenta-
lidad; la primera implica el aditamento de nu-
merosos elementos accesorios en aras de una
mayor ostentación; la segunda impacta por la
sustracción de todo lo superfluo, que magnifica
el conjunto sin necesidad obligatoria de incre-
mentar su escala. Los conventos agustinos, en
muchos casos, son los más monumentales. Por
otra parte, la contrariedad de este testigo ante
los edificios conventuales responde al empleo
de una mano de obra indígena que podría ser
ocupada en tareas de interés más público en
tanto que usufructuadas por la restante pobla-
ción civil.
La denuncia dirigida al Consejo de Indias
por el arzobispo de México (1556) parece igual-
mente mediatizada. Le indigna que " ...las obras
de los monasterios van tan soberbias en algu-
nas partes, y donde no ha de haber más de dos
o tres frailes, que para Valladolid sobrarían
[... ], a costa de dineros y sudor y trabajo per-
sonal de los pobres ... "/ pero lo que desearía
sería que los recursos de los indios fuesen apli-
cados a la obra de su catedral, que aún era un
jacal en demérito de la autoridad arquiepis-
copal. Precisamente, tan sólo un año antes ha-
bía escrito al mismo destinatario exponiéndole
que, " ...en lo de lajábrica de esta iglesia, es
lástima de ver tanta iglesia y tan solemnes de
monasterios y que la matriz esté como una bo-
dega ... "8 Ésta es la idea que se manifiesta con
total claridad por boca del obispo Vasco de
Quiroga (1561): " ...visto es que, pues losfrai-
les tienen al pie de treinta monasterios sum-
ptuosos en nuestro Obispado, que tenga yo
6
Paso y Troncoso: Epistolario. T. VII. Doc.404. p.248.
/d. T.VIn. Doc.441. p.89.
una iglesia como aquella de que estoy conten-
to y satisfecho ..."9
Las acusaciones provinientes del sector
episcopal podrían multiplicarse casi hasta el
infinito, todas en el mismo orden y con los mis-
mos fines. Más aún, desde la vertiente civil lle-
garon numerosas denuncias contra el clero
regular que no ocultaban un decidido apoyo al
clero secular. Aquí se ubica la acusación de
Pedro de Gallo (1562), antiguo criado de la casa
real pasado a Indias en 1549: critica a los frai-
les en " ...sus monasterios y otras cosas, que
son todos a una mano los mejores en edificios
e más bien proveídos que hay en la Christian-
dad, y ellos más libres y esentos que se puede
ｳｩｾｮｦ｣｡ｲ＠ ... ",pues lo que realmente persigue es
que se envíe a Nueva España un reformador
para las órdenes conventuales " ...e a losfraires
se les quite el poder que Su Santidad les dio
cuando vinieron a esta tierra los trece prime-
ros franciscos e a los que después han venido,
que es el mesmo de los obispos ..." 10
Lógicamente, las defensas de los propios
frailes frente a estas acusaciones incidían en
todo lo contrario. Pero, antes de analizarlas,
conviene introducir dos tipos de precisiones que
condicionan el significado de los documentos.
En primer lugar, la referida al periodo cronoló-
gico, pues no admiten la misma consideración
el momento en que se construyen los primeros
edificios de prestado (antes de la década de
1540), el que contempla la victoria de los oposi-
tores de los mendicantes (a partir de la década
de 1570) y el que media entre ambos episodios
y da lugar a los conjuntos que hoy persisten. En
segundo lugar, la distinción, dentro del conven-
to, entre el conjunto habitacional y la iglesia,
pues cada uno de estos dos bloques estuvo su-
jeto a consideraciones diferentes.
Y aun sería posible añadir otros dos tipos
de discriminación, de menor peso específico en
función de cuál de las tres órdenes sea la con-
templada y en función de la región donde se
encuentre el convento. En el primer punto, es
forzoso traer a colación los tan subrayados ex-
cesos constructivos, entonces como ahora, de
9 11
/d. T.Ix. Doc.499. p.121.
10/d. T.1x. Doc.516. pp.164 y 168.
97
la orden de San Agustín. El alto grado con que
tenían presente su calidad eremítica nos hace
dudar del tradicional argumento que justifica
esos supuestos excesos por estar relevados del
voto de pobreza. Por qué, si no, diría el provin-
cial de los agustinos a Felipe n en 1561: " ...ｲ･ｾ＠
vna carta de V.M. en que nos manda que, tenien-
do respecto al primer fundamento de pobreza
y mendiciyidad en que nuestra horden fue
ynstituida, y que agora comenfábamos a tener
rentas, se conviertan en otros píos usos ..." 11
Poco antes de ese momento, la situación de los
hijos de San Agustín en Nueva España no era
especialmente ventajosa, más bien todo lo con-
trario, a juzgar por la Instrucción que el virrey
Mendoza dejó a su sucesor hacia 1550: " ...Ya v.s.
sabe cómo la orden de San ａｾｵｳｴ￭ｮ＠ no es tan
tenida en España como las de Santo ｄｯｭｩｾ＠
y San Francisco {. .. ]. A causa de ser recién
venidos, v.s. podrá ser que los religiosos de esta
orden no los tuviere en aquella estima que los
de las otras. v.s. los honre y favorezca, porque
lo merecen, y no se conozca que esta orden
se tiene en menos que las otras, pues no es
de menos méritos que ellos ... " 12 Personalmen-
te, pues, nos parece más ajustado a la realidad
plantear los términos no como un mayor lujo
de los agustinos respecto a los restantes men-
dicantes, sino como una mayor tendencia ha-
cia la austeridad por parte de los franciscanos
(por el inequívoco ejemplo del Poverello de Asís)
y de los dominicos (por el predominio de los par-
tidarios de Betanzos en los puestos dirigentes).
Una cosa es reconocer que cada orden
se plegó al dictado de humildad en diferente
medida, que sí es cierto, y otra que alguna de
ellas pasó por alto ese principio. Efectivamen-
te, los franciscanos siempre se consideraron
más acreedores del título de mendicantes que
los demás y, si alguna de las tres órdenes esta-
ba más predispuesta a alejarse de la pobreza,
ésa era la dominicana. Los dominicos siempre
estuvieron especialmente cercanos a la coro-
na: el vicario dominico era siempre comisario
inquisidor, el emperador comunicó directa-
mente al provincial de la orden en Nueva Es-
Cartas de Indias. T.I. p.l52.
12/nstrucciones. T.I. p.l08 .
..
paña su decisión de abdicar y el convento de
Santo Domingo de la ciudad de México hizo
valer un privilegiado patrocinio regio desde el
primer momento. No obstante, la especial con-
dición de los hijos de Santo Domingo se hizo
valer más en los pueblos de españoles que en
los pueblos de indios. En estos últimos, la
monumentalidad de las construcciones estaba
supeditada, en mayor medida, a la disponibi-
lidad de mano de obra indígena y la capacidad
productiva de la comarca administrada desde
el convento. Todo este mosaico de matizacio-
nes es el que recorre el memorial remitido por
fray Jerónimo de Mendieta al rey en 1587, con
el motivo de frenar la amenaza de secularizar
las iglesias conventuales o convertir en curas
a los propios frailes. 13
Todos los frailes, al menos en el momen-
to inicial, coinciden en la necesidad de tradu-
cir en términos arquitectónicos la extrema
austeridad que validaba su condición mendi-
cante y los principios fundamentales de la re-
forma rigorista. Los primeros franciscanos, al
poco de llegar, elaboraron unas constituciones
y las remitieron al general de la orden, quien
las aprobó en Roma en 1541. Ese famoso do-
cumento establecía: " .. .los edificios que se
edifiquen para morada de los frailes sean
paupérrimos y conformes a la voluntad de
13
" ...Si para esto se toma ocasión de que los pa-
dres dominicos y agustinos, en la respuesta que
dieron a Don Martín Enríquez acerca de la materia
de estos mismos artículos, se ofrecieron a dejar las
casas que tienen en los pueblos de indios y recoger-
se a los que tienen en los pueblos de españoles, como
s,M. les ayudase al edificio de ellas y sustento de los
religiosos, por no venir a ser curas, es necesario dar
a entender que esto no lo hacían porque tuviesen
aquellos monesterios y iglesias por anexos al minis-
terio de los indios y no por tan de su orden como
las que tienen en España, sino porque, como tienen
grandes casas y los pueblos de indios en que están
son pequeños, veían claramente que, entrando en
ellos clérigos que administrasen a los indios, era
imposible poderse sustentar allí ni reparar sus ca-
sas ni iglesias, ni tampoco tendrían en qué se em-
plear por falta de gente. Mas esto no ocurre con
nuestros monasterios, que son moderados y están
en pueblos de mucha gente ... " (García Icazbalceta.
Nueva colección. T.n. Doc.Lxn. p.19).
98
nuestro Padre San Francisco, de suerte que
los conventos que de tal manera se tracen, que
no tengan más de seis celdas en el dormito-
rio, de ocho pies en ancho y nueve en largo, y
la calle del dormitorio, a lo más, tenga espa-
cio de cinco pies en ancho, y el claustro no sea
doblado ...", a lo cual el general añade su deseo
de que " ...la cláusula o capítulo de la pobre-
za que en ellas se contiene, inviolablemente
se guarde de todos los frailes de la Provincia
del Santo Evangelio ... "; y Mendieta, que es el
transcriptor, agrega que el convento de Hue-
xotla (México, d. 1527), donde él moraba a la
sazón, responde a esa traza. 14 Obsérvese que
el texto restrictivo se refiere a la vivienda con-
ventual exclusivamente, no a la iglesia. Efec-
tivamente, en esos momentos (c. 1529-1530),
" ...cuando hacían sus moradas, no querían
que fuesen suntuosas, y esto era lo de menos
edificación para los indios, por ser de ordi-
nario sus viviendas [de los frailes] tan pobres
y tan estrechos sus tugurios que pudieran
servir de emulación a la pobreza de un San
Francisco ..." 15
En 1535, cuando aún no había sido ocu-
pada la "Tebaida" mixteca, los dominicos suma-
ban siete conventos " ...con la estrechez y rigor
de nuestras constituciones ... "16 Respecto a los
agustinos, valga recordar la continua asociación
de sus primeros conventos con los eremitorios
de la Tebaida. Este tipo de conventos, para
Motolinía, " ...aunque son menores que las ca-
sas de España, son harto suficientes ..." 17 No sin
razón, su hermano fray Ángel de Valencia en 1552
protestaba por la injusticia implícita en las
denuncias que atribuían a los conventos fran-
ciscos de Michoacán y Nueva Galicia la misma
".. .curiÓsidad y grandeza... " de los conven tos
peninsulares de San Pablo de Valladolid y San-
to Tomás de Ávila, 18 ambos dominicos, por otra
parte.
14
Mendieta: Historia. Lib. m. Cap.Joon. pp.255-256.
El mismo texto es citado por Torquemada: Monar-
quía. T. m. Lib.v. Cap.XXXIX. p.107 y por Espinosa: Cró-
nica. Lib. J. Cap.xvi. p.97.
15
Beaumont: Crónica. T.n. Lib.!. Cap.xvm. p.138.
16
Burgoa: Palestra. Lib.!. Cap.Iv. p45.
17
Benavente: Memoriales. Pte.J. Cap. LXI. p.248.
18
Cartas de Indias. T. I. p.106.
 En el extremo cronológico opuesto, es
decir, en el momento en el cual el clero regular
va perdiendo todas sus prerrogativas a manos
del clero secular, se ven frustradas sus expecta-
tivas e inicia una inexorable recesión, la apela-
ción a la austeridad y al aislamiento se vuelve
aún mayor, hasta tal punto que parece razona-
ble considerar ya una clara sintonización con
la estricta observancia de la reforma descalza.
La " ...traza de eremitorios para religiosos que
desean recogerse ... ", propuesta en el definitorio
franciscano de 1581 constituye el testimonio
más elocuente: cada provincia tendrá algunos
eremitorios junto a los pueblos y conventos
principales para retiro de los frailes, que sólo
confesarán y predicarán a los indios de su ba-
rrio; respecto a la traza, podrán aprovecharse
ciertas visitas y, de lo contrario, " ...que la casi-
lla o ermita, si de nuevo se hubiere de hacer,
no tenga más que tres o cuatro celdas y sus
secretas de dos sillas, sacristía, refectorio, co-
cina y oficinillas, todo estrecho cuanto pudiere,
sólo el cercado de huerta puedan hacer algo
extendido para monte ..." 19 Se trata de una vuel-
ta a las construcciones de los primeros años,
aquellas que, como la fundada por Betanzos,
eran desiertos avant la lettre.
Pero ¿qué ocurre entre los dos momen-
tos extremos? Para las últimas fechas, la termi-
nación de los edificios actuales, que son la
reconstrucción sólida de los primeros y perece-
deros asentamientos, atravesaba por serias di-
ficultades. El franciscano Mendieta, ya en 1567,
vaticinando un oscuro futuro inmediato, acon-
sejaba la terminación acelerada de las obras y
la simplificación de los proyectos allí donde
fuera posible. 20 Los dominicos, por su parte, en
19
García Icazbalceta: ·Nuevos documentos . T.n.
Doc.Lv. p.238.
20
" •• Las iglesias y casas que tenemos comenzadas,
si hemos de perseverar en ellas, póngase la posible
solicitud para que se acaben con toda brevedad,
porque cuanto más se detuvieren, se harán con más
dificultad ( ... ). Y, si alguna de las ya comenzadas lle-
van eJCcesivo edificio y buenamente se pueden redu-
cir a otra traza humilde y moderada, conforme a
nuestro estado, justo es que así se haga. Si alguna
casa, de aquí adelante, se oviere de fundar de nue-
vo, que serán pocas en esta Provincia, ediftquese
99
el capítulo de 1583 ordenaban otro tanto: " ...que
los edificios que se van haciendo de nuestras
casas y conventos se acaben con la bre<oedad
posible, moderando en ellos lo superfluo, con-
forme a nuestro estado y pobreza ... "21
Observaciones como éstas aparecerán
con frecuencia creciente hasta finales de siglo,
especialmente entre los franciscanos, pero se-
ría tergiversar la realidad deducir, a partir de
ellas, que los mendicantes habían pecado por
ostentación suntuaria. Los apuros no se deriva-
ban tanto de los excesos constructivos cuanto
que de un cambio adverso en las condiciones
de evangelización. 22
La nefasta innovación se debía, una vez
más, a las crecientes demandas del clero secu-
lar y sus presiones sobre la autoridad civil. En
materia arquitectónica, la consecuencia más
directa fue la sustracción de la mano de obra
india, ya sensiblemente mermada por los abu-
sos de la población civil española y por los es-
tragos epidemiológicos, para emplearla en otro
tipo de obras y menesteres que redundaran en
beneficio directo de cualquiera menos de los
frailes. Son los franciscanos, una vez más, quie-
nes con mayor crudeza exponen los términos
de la situación .23
por la traza de San Juan de Teotihuacán, pues no
podemos ya entrar de nuevo en pueblo mejor que
aquél, y aquella casa es alegre y graciosa y sobra
para los frailes que pueden morar en ella. Mas, si
en algún pueblo de los que ahora tenemos a cargo
se oviere de hacer otra casa de nuevo, por no ser
suficiente la vieja (como en Tulantzinco, donde
podría haber un estudio si oviere casa bastante),
en tal caso, puédese hacer a la traza de la de
Cholula ... " (García Icazbalceta: Nuevos documentos.
T. JI. Doc.xvm. pp.79-80).
21
Cit. Cuevas: Historia. T.n. Lib. J. Cap.vu. p.l68.
22
Reconocían los franciscanos, en 1574, que " ...hay
muchas cabeceras que, con sólo una religión y ha-
ber sido nosotros tan moderados en nuestros edifi-
cios de iglesias y casas, no han podido ni pueden
acabar sus iglesias que tienen comenzadas en mu-
cho tiempo ..." (García Icazbalceta: Nueva Colección.
T.1. Doc.xLv. p.217).
23
" •• . los edificios que teníamos ｣ｯｭｾＮｺ｡､ｳ＠ de
iglesias y monesterios, que todos ellos son hartos
moderados y pobres, y ya todos se hubieran acaba-
do si se los dejaran proseguir a los indios, que los
..
 Efectivamente, los naturales eran el mo-
tor y el fin de cualquier proyecto emprendido
por los mendicantes. Los frailes estaban conven-
cidos de la corrección moral ímplicita en el prin-
cipio de la servidumbre natural, y éste bastaría
para justificar el empleo de los naturales en las
obras conventuales, pero había otras circunstan-
cias que relegaban tal argumento a un segundo
plano. Para los naturales, los frailes eran los úni-
cos abogados de confianza en el nuevo orden
colonial, de modo que la solicitud con que acu-
dían a la fábrica de sus iglesias debió ser un he-
cho cierto, por más que todos los testimonios al
respecto provengan de los religiosos. " ... ¿Quién
ha edificado tantas iglesias y monasterios
como los reli¡giosos tienen en Nueva España sino
los indios con sus manos y propio sudor? ... "24
Religiosos para naturales y naturales para reli-
giosos, dos grupos vinculados recíprocamente en
un proyecto común cuya expresión visible y
monumental siguen siendo los conventos.
hacen con grandísimafacüidad y no con ｭ･ｮｯｳｾ＠
luntad, sino que el demonio ha buscado modos para
que se impida esta buena obra entre las otras. El
primero que puso el estorbofue el visitador Valde-
rrama ( ... ), diciendo que, pues los indios daban el
tributo que podían alcanzar a dar a S.M. , no era justo
que ellos edificasen a su costa las iglesias ni com-
prasen los ornamentos necesarios, sino que S.M. y
los encomenderos las ayudasen en la principal par-
te. Y así se probeyó que las iglesias que se hubiesen
de hacer en pueblos de indios y los monesterios.fue-
sen las dos partes de la costa a cargo de S.M., en los
pueblos que están en su real corona, y la otra terce-
ra parte la pusiesen los indios; y en los pueblos que
están en encomienda, el encomendero pusiese una
parte, s. M. otra y los indios la otra (... ). Y es lo bue-
no que, aunque hagan los indios, de su autoridad,
iglesias cuantas quisieren en cada barrio, no hay
hombre que se lo impida ni les hable en ello, como
no hayan de morar allí frailes, y, si es para que
moren frailes en ella, luego les mandan que no tra-
bajen en ella( ... ). Para remedio de esto, es necesa-
rio una cédula de S.M. en que mande que las obras
de las iglesias que están comenzadas, adonde resi-
den o han de residir religiosos, no se estorben, sino
que las dejen hacer a los indios, como ellos las quie-
ran acabar de su voluntad y no sean excesivas ... "
(García Icazbalceta: Nuevos documentos. T. J. Doc.xx.
p.l20).
2 25
•Mendieta: Historia. p.422.
lOO
En apoyo del mismo planteamiento de la
realidad, redunda el acuerdo tomado en el capí-
tulo que celebró la orden de predicadores en
1540, cuando comenzaba a evidenciarse la ne-
cesidad de reconstruir en piedra los primitivos
establecimientos de prestado. Los priores y vica-
rios de todas las casas existentes hasta entonces
coincidieron en no innovar la morfología de la obra
original, "...teniendo presente que no tenemos en
este mundo habitación duradera, por estar en él
como huéspedes y peregrinos, que vamos de paso
en busca de nuestra Eterna Ciu.dad ..." 25 Valga
esta cita, de manera incidental, para comprobar
lo comprometido que resulta identificar los con-
ventos con la Jerusalén Celeste.
Pero, en definitiva, las mejores pruebas del
propósito austero que guió la realización de los
conventos novohispanos del siglo XVI se encuen-
tran en los propios edificios. Nos referimos, en
primer lugar, a las diferentes tipologías arquitec-
tónicas elegidas para los templos y, en segundo,
a la economía con que fueron empleados formas
y espacios.
Arquitectura esencial.
Los tipos de iglesia
Pese a las últimas razones presentadas, aún se
podría aducir que los textos relativos a la aus-
teridad de las construcciones regulares se refie-
ren sólo a la vivienda de los frailes en la mayoría
de las ocasiones. Esto es tanto más cierto cuanto
que en el Nuevo Mundo, como en el Viejo, los
estatutos mendicantes censuraban el dispendio
en las obras de habitación y dejaban un cierto mar-
gen para el fasto en las obras del templo conven-
tual. De acuerdo con esa circunstancia, las
iglesias recibirán un tratamiento privilegiado
dentro del complejo conventual, pero sería in-
justo, aun bajo estas condiciones, acusar a sus
promotores de manirrotos. La mejor forma de
probar lo que venimos diciendo consiste en
analizar los diferentes tipos de planta empleados
en la construcción de las iglesias conventuales.
La clasificación tipológica de las iglesias
conventuales se ha convertido en un apartado
Cit. Vences Vidal: La obra. T.11. p.SSO.
obligado dentro de cualquier estudio de arquitec-
tura novohispana del siglo XVI. Se trata de una
taxonomía repetida hasta la saciedad, sobre todo
a partir de la presentada por Kubler,26 y que, aun
por lo que respecta a este caso modélico, se ago-
ta en sí misma. Dicho con otras palabras, nunca
se ha explicado convincentemente el por qué de
la preferencia de tal o cual tipología frente a las
demás. En nuestra opinión, los criterios selecti-
vos guardan una estrecha relación con cada uno
de los tres momentos sucesivos señalados a pro-
pósito de la valoración de la austeridad.
Las tipologías que vamos a analizar son
dos: la planta de tres naves con alzado basilical
y la planta de nave única. Normalmente, se ha
tendido a estudiar las iglesias de nave única en
primer lugar, y las basilicales en segundo, aten-
diendo a un criterio de sucesión en el tiempo
que ha llegado a desfigurar la realidad histórica
y, a la postre, el significado de cada una de las
categorías. Las basílicas, en concreto, han me-
recido atención preferente por parte de nume-
rosos investigadores, creemos que con poco
acierto. Éstas han sido entendidas como mani-
festaciones aisladas que suceden en el tiempo
a las iglesias de nave única,27 que denotan un
mayor interés, en la Nueva España, por la teo-
ría arquitectónica del Renacimiento italiano28
o hasta por el esquema planimétrico altome-
dieval del monasterio de Saint-Gall29 e, incluso,
como exponentes característicos entre las ma-
nifestaciones mudéjares. 30
El estudio más completo acerca de las
basílicas novohispanas del siglo XVI, aunque no
en el mismo grado coherente, es el debido a
Kubler, que llega a diferenciar entre las basílicas
construidas antes y después que las iglesias de
una nave, pero sin advertir las verdaderas im-
plicaciones de tal secuencia. Según él, las igle-
sias basilicales fueron minoritarias y tuvieron
26
Kubler: Arquitectura. pp.241 y ss.
27
Toussaint Ritter: Arte. p.12; Angulo Íñiguez: His-
toria. T.I. pp.302-303.
2
RDrewes Marquardt: Los tratadistas. pp.237-269.
29
Martínez del Sobral y Campa: Los conventos.
p.193.
30
López Guzmán; Gila Medina; Henares Cuéllar;
Tovar de Teresa: Arquitectura. pp.89 y ss.
101
como objeto crear grandes espacios para aco-
ger a un gran número de fieles y, al tiempo,
eclipsar la amplitud espacial de la arquitectu-
ra prehispana; la aparición de tal tipología
habría venido asociada a los primeros templos
para europeos (catedrales), de donde pasaría
a las iglesias para indios; su desaparición en
este contexto obedecería a la "invención" éle
la capilla abierta, y su tardía reaparición sería la
consecuencia de la decadencia de la citada ca-
pilla abierta y del impacto de los modelos de
la arquitectura clásica. 31
Una de las ventajas de la iglesia de tres
naves era, lógicamente, su amplitud espacial:
" ...la hicieron de tres naves, que la gente debía
de ser mucha ... ",32 comenta Basalenque, en
1673, a propósito de la conventual de Tonallán
(Jalisco, 1573). Pero este razonamiento es dema-
siado simplista y no explica, por sí solo, que la
tipología resurgiera tardíamente. Si la capilla
abierta perdió su razón de ser por la alarmante
disminución del contingente poblacional indíge-
na, carece de sentido reemplazarla por un tipo
de iglesia que se justifica por su capacidad para
albergar a un mayor número de personas que el
permitido por la iglesia de nave única. Creemos
que las razones son más profundas y guardan una
estrecha relación con los ideales y las necesida-
des de austeridad constructiva.
Las iglesias construidas durante los pri-
meros años, edificios con carácter manifiesta-
mente transitorio, respondieron al esquema de
tres naves con alzado basilical. Ninguna de ellas
ha sobrevivido, pues estaban llamadas a ser
reconstruidas, pero sí nos han llegado algunas
descripciones fidedignas.
En 1585, cuando los primeros carmelitas
llegaron a la ciudad de México, recibieron de los
franciscanos la que entonces se denominaba
ermita de San Sebastián, una antigua doctrina
de indios sita en el barrio de Tomatlán, que
pasaba por ser la tercera iglesia edificada en
Nueva España; no ha lugar seguir mantenien-
do, como presumía Kubler, que la tipología
basilical comenzó asociada a las iglesias para
españoles del clero secular. Los carmelitas se
31
Kubler: Arquitectura. pp.334-350.
32
Basalenque: Historia. p.200.
..
 LAMINA 16. CUIL.APAN (ÜAXACJ\).
encontraron con una iglesia basilical y un estre-
chísimo convento, pequeño pero dotado de los
elementos esenciales que iban a ser caracterís-
ticos de tales complejos: " ...la iglesia principal,
que era una ermita de indios caída y deslustra-
da, la cual tenía a los lados unos pilarillos de
madera muy bastos y carcomidos que hacían
unas divisiones para ｡ｾ＠ o de tres naves [... ].
A un lado de la iglesia, estaba la sacristía (... ).
Desde el coro, bajaban, por una escalera angos-
ta, a un patiezuelo pequeño, donde había unas
tres celdillas y una cocinilla 'Vieja ( ... ). A la en-
t'rada de la iglesia, había otro patio grande,
cercado de paredes, y, en él plantados, algunos
árboles del Piní. que hacían funesta sombra, y,
en medio de ellos, una cruz muy alta, fija en una
peana de poco pulidas piedras ..."33
Sintomáticamente, la tipología basilical
desapareció del panorama conventual cuando
se emprendió la campaña reconstructiva. En
este nuevo contexto, con vocación de perma-
nencia, reaparecerá la planta de tres naves con
alzado de basílica, pero no antes de que comen-
33Madre de Dios: Tesoro. Lib.J. Cap.XIl. pp.39-40.
102
lGLESlA BASILICIIL.
zaran a manifestarse las primeras muestras de
recesión, es decir, dentro ya del tercer y último
capítulo de la aventura mendicante en la Nue-
va España del siglo XVI. Este hecho, por sí solo,
es suficientemente explícito a propósito de los
valores austeros asociados con tal tipología.
A esta nueva realidad pertenecen las ba-
sílicas que, total o parcialmente, han sobrevivi-
do hasta nuestros días, todas ellas de cronología
harto inestable pero nunca anterior a la década
de 1560: las dominicanas de Cuilapan (Oaxaca)
(lámina 16), Chiapa del Corzo (Chiapas) y Co-
yoacán (México); y las franciscanas de Tecali
(lámina 17) y Zacatlán de las Manzanas (Pue-
bla). Sólo son testigos excepcionales de un fenó-
meno mucho más amplio, pues las referencias
documentales hablan de la enorme difusión al-
canzada por esta modalidad en el último tercio
del siglo XVI. Antonio Tello (1653) describe como
basilicales las iglesias franciscanas de Guadala-
jara y Tlaxomulco, ambas en el estado de Jalis-
co.J4 Francisco de Burgoa (1670) transmite
34
Tello: Crónica. Lib.Jv. Cap.1. p.9 y Cap.xxvm.
p.146.
 LAMINA
análoga imagen a propósito de la conventual
dominica de Tecomastlahuaca (Oaxaca). 35 La
franciscana de Tacuba (México) mantuvo este
mismo esquema hasta que fue reconstruida en
1733. La tipología basilical no fue tan minori-
taria como se ha venido creyendo, ni en la fase
inicial ni en la final.
En lugar de prolongar la nómina de basí-
licas conventuales, deseamos llamar la atención
a propósito de tres de los ejemplos citados. La
desaparecida basílica de Tonallán merece ser
resaltada por constituir uno de los poquísimos
exponentes de tal tipología rastreables entre los
agustinos; esta circunstancia, más que los tes-
timonios de los edificios conservados, sí podría
ser una prueba a favor de la mayor suntuosidad
(menor austeridad) de la orden de San Agustín.
La básilica de Cuilapan, independientemente de
que sirviera como iglesia o como capilla de in-
dios, reviste especial interés porque comenzó
a ser construida cuando la terminación de la
iglesia de una nave se reveló imposible; de re-
sultas, ésta (más onerosa) jamás se concluyó, a
35
Burgoa: Palestra. Lib.!. Cap.xxxn. p.363.
17. TECALI (PUEBLA). IGLESIA.
diferencia de aquélla (menos gravosa). La sin-
gularidad de la basílica de Tacuba radica en que
está perfectamente fechada (1569-1573) y en
que fue construida con la mediación del patro-
cinio privado de don Antonio Cortés Totoqui-
huatli (descendiente de la casa de Moctezuma),
quien " ...edificó un hennoso templo, y en todo
lo que le honró, al mismo tamaño fue la honra
que le hizo el rey ... ";36 en este caso, la valora-
ción del espacio (entendido como tamaño),
parece pesar sobre el condicionante económi-
co pero, para entender los verdaderos términos
de la cuestión, es preciso introducir una varia-
ble de índole tecnológica (el abovedamiento),
de la que nos ocuparemos en seguicl:l.
Cronológicamente, la iglesia de nave úni-
ca se localiza entre los dos momentos extremos,
enfáticamente rigoristas, que contemplaron la
aparición y la reaparición de la iglesia basilical
en Nueva España. A primera vista, la secuencia
obliga a deducir que la iglesia de una nave es
más gravosa, en términos constructivos, que la
iglesia de tres naves, lo cual no deja de parecer
36
Cit. Flores Marini: "El antiguo templo". p.64 .
..
103
contradictorio. Sin embargo, la contradicción
es sólo aparente, pues lo que está siendo pre-
sentado en términos comparativos es: por un
lado, una iglesia de tres naves con cubierta
!ígnea y, por otro, una iglesia de nave única con
cubierta de fábrica abovedada. Desde esta pers-
pectiva, una iglesia de nave única sí requiere
mayor capitalización (humana y material) que
otra de tres.
En el momento en que fueron trazados
los conventos novohispanos del siglo XVI, las
opciones para construir una iglesia abovedada
eran francamente reducidas. En principio, una
iglesia de tres naves es más estable que otra de
una, pues los diferentes miembros se apoyan y
equilibran entre sí, sobre todo si de lo que se
trata es de cubrir cualesquiera de ellas con bó-
veda.37 Efectivamente, en una iglesia de tres
naves la mayor se encuentra abrazada por las
colaterales (más bajas) pero, al mismo tiempo,
desde el momento en que todas esas naves reci-
ben cubierta sólida, los empujes de las bóvedas
son ejercidos en diferentes niveles y direccio-
nes: las de la nave mayor lo hacen hacia afue-
ra, precisando el auxilio de arbotantes; las de
las colaterales lo hacen hacia el interior, presio-
nando contra los pilares torales de la nave ma-
yor y precisando, en ciertos casos, arcos de
entivo que los atiranten de lado a lado. En po-
cas palabras, abovedar una basílica era tremen-
damente costoso y arriesgado.
La forma más segura y más económica de
abovedar una iglesia de tres naves consistía en
cerrar todas las bóvedas a un mismo nivel, es
decir, dar la misma altura a todas las naves, que
era la solución propuesta por la arquitectura del
gótico tardío a través de las hallenkirchen. Por
eso, las primeras catedrales americanas, pensa-
das como iglesias de tres naves que habían de
recibir bóvedas, fueron trazadas de acuerdo con
37
En 1775, el parroco de la iglesia de la Santa Cruz,
en la ciudad de México, defendía ante el Virrey la
conveniencia de reconstruir lo que antes era un tem-
plo de nave única de acuerdo con un proyecto
basilical: " ...en buena arquitectura, un cañón está
más propenso a desplomarse y a vencerse porfalta
del empuje que le forman las tres naves, y por esto
los templos son más.firmes mientras más naves tie-
nen ... " (Pérez Cancio: Libro. p.l40).
104
el modelo halle; las que se apartaron de él (Pue-
bla, México) lo hicieron cuando sus obras ya
habían entrado en el siglo xvn y las técnicas
constructivas y los recursos materiales hacían
más viable y segura la construcción de basíli-
cas abovedadas, universalmente consideradas
más "suntuosas" y más cercanas al modelo tra-
dicional de iglesia catedral.
La disyuntiva que se les presentaba a los
religiosos era tajante: construir una iglesia de
tres naves sin bóvedas o construir una iglesia
de nave única con bóveda; plantearse una igle-
sia de tres naves abovedadas, ya fuera con al-
zado basilical o con alzado halle, sí que habría
resultado escandaloso y suntuoso para el estatus
mendicante, suponiendo que sus recursos téc-
nicos y materiales se lo hubieran permitido, que
creemos no fue el caso.
La iglesia de nave única, en su extrema
simplicidad, se ajustaba perfectamente al rigo-
rismo asimilado por los frailes reformados.
Kubler, buscando los antecedentes de esta poco
común tipología, remite a la arquitectura del
siglo xm en el suroeste francés, pero no se deja
seducir por la atractiva vinculación que podría
tener con la reforma de las órdenes conventua-
les, ni siquiera con las iglesias de los cartujos; a
lo sumo, relaciona la sencillez arquitectónica
con la sencillez apostólica del cristianismo pri-
mitivo que los frailes novohispanos querían
encarnar.38 En nuestra opinión, por el contra-
rio, aquella vinculación se evidencia con clari-
dad, haciendo factible la hipótesis de que la
identificación de la nave única con la estricta
pobreza, al margen de posibles connotaciones
paleocristianas, fue asimilada a través de pro-
totipos cartujos. Ya hemos aludido a la atracción
ejercida por la orden de San Bruno sobre fray
Domingo de Betanzos, fray Martín de Valencia
o fray Jerónimo de Mendieta, constataciones
personalizadas que lo son de un hecho genera-
lizado. Si esto no bastara, recuérdese la influen-
cia ejercida sobre los frailes novohispanos por
la abundante producción biblográfica de Dio-
nisio Rickel, "el Cartujano".
Pero, por muy sencillo que fuera el mo-
delo de iglesia con nave única, un hecho sigue
38
Kubler: Arquitectura. pp.249-252.
siendo incuestionable: esa iglesia, con su bóve-
da, siempre sería menos pobre (más costosa)
que otra de tres naves y cubierta de madera. Si
las iglesias de una nave aparecieron con moti-
vo de la reconstrucción de las precarias basíli-
cas originales de madera y adobe, es decir, si
perseguían la creación de un edificio permanen-
te, habría resultado más barato, más fácil e
igualmente durable trasladar el mismo tipo
basilical a piedra y madera, como se hizo más
tarde, a raíz de la crisis. Un interés adicional
tuvo que mediar para que la iglesia de nave
única fuera intercalada en la secuencia cons-
tructiva, y ése sólo puede residir en la mayor
aptitud de la nave única para recibir bóveda.
Ahora bien: ¿qué especial interés pudie-
ron tener los mendicantes en Nueva España
para preferir un edificio abovedado frente a otro
cubierto de madera que, siendo permanente en
igual medida, requería un menor esfuerzo tec-
nológico, económico y humano? La respuesta
más fácil apelaría a la mayor calidad acústica
que la bóveda ofrece frente a la armadura de
madera, singularmente valorable en orden a la
predicación. Pero existen ciertas evidencias
históricas que impiden considerar ese factor
como primordial o condicionante supremo. La
primera es que la principal actividad evangeliza-
dora se llevaba a cabo fuera de la iglesia. La
segunda, que las iglesias de tres naves son las
menos aptas para la predicación, tal y como lo
demuestra el secular y sistemático rechazo
manifestado hacia ellas por el clero conventual
desde sus principios; si la iglesia como espacio
de predicación hubiera sido la preocupación
esencial de los religiosos, habrían adoptado la
nave única desde un primer momento, aunque
fuese con cubierta de madera.
La única respuesta convincente que nos
cabe es que la iglesia de bóveda era no tanto más
duradera sino más resistente o más fuerte que
la cubierta con madera. Más fuerte ¿para qué?
Para proteger el proyecto evangelizador de los
propios frailes frente a los enemigos externos.
La viabilidad de ese proyecto estaba condicio-
nada por la conservación de los naturales y de
las prerrogativas que de forma atípica habían
adquirido, dos puntos cruciales que la población
hispana civil y el clero secular querían arreba-
105
tar a los frailes a cualquier precio. Cuando
se retornó al prototipo de templo basilical, la
causa y los medios de lucha de los mendican-
tes ya estaban sensiblemente mermados, en la
misma medida en que la pugna iba siendo sen-
tenciada en su contra.
El esfuerzo _que la construcción above-
dada supuso para los religiosos se magnifica .
aún más teniendo en cuenta que eran .ellos mis-
mos, por lo g.eneral, los responsables direetos .
de las obras. Por muy peritos que fuesen en
materia arquitectónica, sus conocimientos
siempre serían menores que los ·de un arqui-
tecto profesional, y mayores los riesgos de la
empresa. De este modo, las precauciones para
estabilizar la bóveda llevan a exagerar los es-
pesores de muros y estribos, evidenciando
hasta límites in usuales la solidez de la máqui-
na arquitectónica. Pero, curiosamente, esa
misma solidez enfatiza la valoración defensi-
va del edificio, aun cuando carece de léxico
fortificado específico.
Aun se podría alegar en contra de esta
respuesta que una iglesia de una nave es menos
estable que otra de tres, supuesta la presencia
de bóvedas en ambas, tal y como quedó señala-
do arriba. La inestabilidad de una iglesia de nave
única es evidente, pero existen recursos para
compensarla y, de ese modo, garantizar su soli-
dez. La forma más natural de asegurar el equi-
librio en una iglesia de tales características
consiste en añadirle capillas hornacinas entre
los contrafuertes. Ésta fue la fórmula generali-
zada en España, la que dio lugar a las iglesias
que Kubler denomina "criptocolaterales".J9
Las iglesias de nave única con capillas
entre contrafuertes son extrañas en el contexto
conventual novohispano porque el aprovecha-
miento básico de tales capillas consistía en su
venta a particulares y la fundación de capella-
nías, algo, en teoría, contrario al espíritu de los
mendicantes. Sobre esto, los franciscanos fue-
ron los más extremos. En 1586, cuando se les
forzaba a entregar sus iglesas a clérigos secu-
lares o a secularizarse ellos mismos, fray
Alonso Ponce alegó que, " ...en lo de la pobre-
39
Kubler:Arquitectura. p.243. El término no llegó
a cuajar en la historiografía hispánica .
..
za, siendo curas, ¿qué escrúpulo habría de
recibir salarios y capellanías y todo lo demás
que viniere a las manos? ... "40 Se sobreenten-
día que los clérigos eran la suma de todos los
vicios humanos y que el comercio de capella-
nías y capillas privadas era común en las igle-
sias seculares.
Tal declaración de principios, que podría
parecer consecuencia de las drásticas medidas
tomadas al declararse la crisis del clero regular,
se constata también en el periodo anterior, al
tiempo que se alzaban los actuales edificios. Los
franciscanos de Puebla rechazaron la herencia
que el alguacil mayor les legó en 1557 " ...por
quanto por el boto hecho a Nuestro Señor de
la altísima pobreza, por la qual ni nos e otros
en nuestro nombre pueden tener o heredar al-
guna cosa, ahora sean dineros o oro o plata o
ahora sean qualesquier bienes muebles o
rayces, como hijos verdaderos del pobre San
Francisco ... ";41 1a herencia susodicha fue acep-
tada por los dominicos el año siguiente, si bien
con la intención de fundar un colegio.
Todos estos escrúpulos, no obstante, se
atenuaban en los pueblos de españoles, donde,
ya lo hemos dicho, el clero regular se ajustaba
más a los usos convencionales: allí sí fue nor-
mal que las iglesias conventuales admitiesen ca-
pillas hornacinas, como ocurre en la iglesia de
Santo Domingo de Oaxaca y la de San Francis-
co de Mérida; esta última tenía cinco capillas por
banda en 1639,42 quizás añadidas con el paso
del tiempo, pues eso también contribuyó a re-
lajar los prejuicios.
La adición de capillas hornacinas, con su
papel mecánico en el conjunto del edificio, es-
taba penalizada de manera más o menos explí-
cita, pero había soluciones alternativas para
incrementar la resistencia del templo. La más
idónea consistía en añadir una nave de transep-
to a la nave única longitudinal. La cruz latina
así formada se erige como una estructura prác-
ticamente autoequilibrada, pues los brazos del
transepto apuntalan al cuerpo de la iglesia y
40
García Icazbalceta: Nue'Va colección. T.n. Doc.
LXIV. p.41.
41 Cit. Ríos Arce: La Puebla. Lib.J. p.180.
42 Cárdenas Valencia: Relación. pp.52-53.
106
viceversaY Así es como ha de entenderse la
intromisión de este elemento en la iglesia de
Yuririapúndaro (Guanajuato), perteneciente a
un convento singularmente "fuerte" (a despe-
cho de figurar como paradigma de la suntuosi-
dad agustina) y sobre el que será preciso volver
en detalle (lámina 18). Esa misma función es la
que desempeñan, con mucha menor elegancia
y mayor espíritu práctico, por supuesto, arbo-
tantes como los añadidos (no planificados) al
lienzo septentrional de las iglesias de Cuerna-
vaca (Morelos) (lámina 19) y Yanhuitlán (Oaxa-
ca); el flanco opuesto, el meridional, queda
suficientemente arriostrado por el claustro y las
dependencias anejas.
El hecho de que los propios cronistas
regulares de los siglos XVII y xvm ponderen la
monumentalidad de ciertas iglesias del siglo XVI,
no sin un evidente sentimiento de orgullo, se
entiende perfectamente a la luz de dos circuns-
tancias. La primera, la reputación heredada
desde su construcción, pues, en aquellos mo-
mentos, no había en aquel territorio edificio
religioso ni civil que se les pudiera comparar.
La segunda, que los frailes nunca contaron con
unas condiciones tan favorables como las que
posibilitaron la génesis de las iglesias de nave
única cubiertas con bóveda, pues a este género
concreto pertenecen los ejemplos alabados.
Cuando fray Diego de Basalenque (1673) afir-
ma que la conventual de Yuriria " ...a cuantos
la ven causa espanto ..." ,44 está rescatando, res-
tituyendo y hasta recreciendo un pasado glorio-
so para compensar un presente mediocre, en el
cual son actores de reparto los que antaño fue-
ron protagonistas absolutos.
Las abundantes censuras, desde fuera y
desde dentro de las propias órdenes, son un sín-
toma evidente de la cercanía del peligro de caer
en la ostentación, aunque en lo esencial, como
se ha visto, fue un riesgo evitado. No ocurrió lo
43
En 1690, Marcos Antonio de Sobrarías razonó en
estos términos su proyecto para reconstruir la
parroquial de San Miguel El Grande: " ... para asegu-
rar su fábrica de ella, le eché su crucero, que es la
obra más.fuerte y permanente que hay en el arte ... "
(Cit. Ramos Montes: "La parroquial". p.lOl).
44
Basalenque: Historia. p.l29.
 LAMINA 18. YURIRIAPÚNDARO (ÜUANAJUATO). INTERIOR DE LA IGLESIA.
mismo en los aspectos accesorios, concretamen-
te en aquéllos referidos al edificio del templo,
que, como ya dijimos, estaba menos afectado por
los prejuicios de austeridad que la vivienda de los
frailes. Justamente donde se manifiesta ese di-
ferente tratamiento, más que en la tipología ar-
quitectónica de la iglesia, sumamente elemental
en cualesquiera de sus dos modalidades, es en
el apartado decorativo.
Los excesos en el ornato de los templos no
sólo no eran censurados por los frailes (aunque sí
por la restante población europea) sino que eran
intencionadamente buscados. La más completa
explicación de tal actitud se encuentra en un es-
crito redactado por fray Juan de Torquemada en
1621, una recopilación de todas las razones infor-
mativas que habían venido siendo alegadas por las
tres órdenes desde el último tercio del siglo ante-
rior para no someterse a la autoridad eclesiástica
secular. La precisión y la riqueza en los detalles
desenmascaran una serie de tópicos y justifican
una cita del texto por extenso:
fiestas con que es Dios entre estos indios conoci-
...Si vamos al ornato de los templos, digo que es
tan necesario entre estos indios que me atrevo a
107
afirmar que es una de las mayores partes de su
devoción y conservación de la fe, porque eran
tan dados a la curiosidad de ellos que los había
en todos los pueblos, así grandes como pequeños,
muy hermosos y curiosos y adornados de toda la
más hermosura que su entendimiento podía al-
canzar, y, después de ser cristianos, es tanto lo
que en ellos se han esmerado que pone admira-
ción. Esto digo de los que son de los religiosos que
los tenemos a cargo, porque para ello Les hemos
dado ripio a la mano, con que han seguido en sus
edificios y adorno su natural inclinación, y así
son las iglesias unas de bóveda, otras de made-
ra, tan grandes, tan capaces y tan bien obradas
que en toda Europa no son mejores, y hacen mu-
cho en ser tan buenas, llenas de altares, cuaja-
das de retablos de talla y de pincel y tan costosos
que vale cada uno gran suma de dineros, .fronta-
les, aras de seda, de terciopelos, seda y brocados,
como en las más curiosas catedrales: todo esto o
lo más, hecho a costa de las limosnas de los mis-
mos ministros religiosos. Las torres y campana-
rios y las campanas, grandes y chicas, puestas
en ellos no son de menor adorno y grandeza para
la solemnidad del culto divino y celebración de
do y reverenciado. Pues ¿qué cosa de estas hay
entre los otros ministros que no son religiosos?
..
 LAMINA 19. CUERNAVACA
ｾ｡ｮｬｯ＠ todos los de estas Indias que saben y 'Uen
lo uno y lo otro, y o que los mismos obispos con-
fiesan y lo que alguno de ellos, en razón de esta
materia, me ha diclw a mi tratando de ello. Pero,
como la pasión de otros y el interés los perturba,
aunque así lo conocen, callan este conocimiento
y claman por lo que les puede ser de interés. Pero
ooltJamos a la razón de Sancto Tomás, que dice
que el ornato de los templos, especialmente en-
tre la gente recién con'Uertida a la fe, es muy ne-
cesario, porque dice que todo el culto exterior que
se ofrece a Dios es principalmente ordenado a
esto, es a saber, para que los Jwmbres tengan en
retJeTenCia a Dios ... 45
45 García Icazbalceta: NuetJa Colección. T.n. Doc.
XCIX. pp.174-175.
(MOREWS). ARBoTANTE AÑADIDO A LA IGLESIA.
La exposición de Torquemada es muy
precisa: las iglesias conventuales son suntuosas,
y esa suntuosidad reside, básicamente, en el
ornato, en lo accesorio. Así debe ser porque se
trata de obras dedicadas a Dios y concebidas
para atraer la atención de los infieles que se
pretende convertir, tal y como el mismo santo
Tomás propugna. Ese esplendor decorativo,
posible gracias al trabajo de los propios natura-
les, era el que faltaba en las iglesias del clero
secular y el que provocaba, en consecuencia, los
celos y envidias de clérigos y obispos.
Santo Tomás, en efecto, consiente en los
grandes gastos implicados por la magnificencia,
siempre y cuando el destinatario sea Dios y no
el hombre y siempre, también, guardando una
108
 proporción razonable entre los gastos y la en-
vergadura de la obra proyectada. 46 La última
condición justificaría, más que los abusos de-
nunciados por los rivales de los frailes en el
empleo de los naturales, la diferente magnitud
de las obras conventuales según los recursos de
cada comarca. Pero el razonamiento del santo
de Aquino posee un interés añadido, dentro del
contexto conventual novohispano, desde el
momento en que establece que la magnificencia
es uno de los cuatro atributos de la fortaleza. El
efecto propio de la fortaleza, como virtud, es
resistir mejor que atacar, siendo lo primero más
difícil que lo segundo: " ...lafortaleza del alma,
que es virtud, se llama así por semejanza con
la del cuerpo [... ]. Es necesario que se diga
fortaleza del alma la que sostiene.firmemente
la voluntad del hombre en el bien de la razón
contra los más grandes males ... "47 Santo Tomás
parece haber destapado la caja de los truenos
al aludir a "la fortaleza del alma", por lo que
procede detenerse particularmente sobre este
punto.
Por un lado, Torquemada exculpa la
magnificencia de los templos conventuales no-
vohispanos apoyándose en santo Tomás. Esta
autoridad, por otro lado, vincula la magnificen-
cia a la virtud de la fortaleza, refiriéndola, en
segundo término, al alma. Por tanto, los conven-
tos novohispanos, con su morfología fortifica-
da, son la materialización de la fortaleza del
alma. Ésta sería la deducción más inmediata
pero no la más satisfactoria. En primer lugar,
porque no nos consta el ejercicio de tal exégesis
por parte de los frailes, si bien sería lícito pre-
suponerla. En segundo lugar, porque, aunque sí
ｾ Ｖ ＠Ｂ
•• La magnificencia tiende a hacer una obra
grande. Pero las obras ·h echas por los hombres se
ordenan a algún fin, y como ningún fin de las obras
hu1nanas es tan grande como el honor de Dios, por
lo tanto la 1nagnijicencia principalmente hace una
obra 1nagna en orden al honor de Dios ( ... ). Pertene-
ce a la magnificencia hacer grandes gastos, para que
se haga con'Venientemente la obra grande ( ... ). Pero
como el arte está en la razón, síguese que pertenece
al 1nagnifico usar bien de la razón, guardando la
proporción de los gastos respecto a la obra que debe
hacerse ..." (Aquino: Sum1na. 2-2. q.l34. arts.l-4).
ｾ Ｑ ､Ｎ＠ｬ 2-2. q.l23. arts.l y 4.
109
se hubiera dado, eso no implicaría necesaria-
mente que se diera al edificio la apariencia físi-
ca de fortaleza. La amplia aceptación de los
textos de santo Tomás en la Nueva España del
siglo XVI, como ya vimos, es una consecuencia
del neoescolasticismo experimentado en la
Península. Sin embargo, en España, aun habien-
do iglesias más magnificentes que las novohis-
panas, no por ello aparecen fortificadas . En
Nueva España, por otra parte, la fortificación
tampoco es un fenómeno generalizado, y cues-
ta creer que, allí donde se da, unos frailes tan
ecónomos y pragmáticos se tomaran tantas
molestias sólo para significar aquella elabora-
ción mental, de cara, además, a unos indios
apenas instruidos en los rudimentos de la fe, que
eran quienes componían los poblados donde se
levantaron los conventos fortificados.
Muy otra cosa sería que esas fortalezas
tan marcadamente físicas estuvieran concebi-
das para defenderse (no para atacar) de unos
enemigos más tangibles, corpóreos y reales que
los del alma: los enemigos de los frailes, de los
naturales y del proyecto que formaban en co-
mún; esos enemigos eran toda la restante po-
blación que pisaba suelo novohispano, salvo
muy personalizadas excepciones. Es la idea que
viene centrando todo nuestro estudio y sobre
la que aún será posible insistir más.
Naturaleza y funciones del atrio
conventual
Llamamos atrio, en los conventos novohispanos
del siglo XVI, a lo que sus creadores denomina-
ron siempre patio. Es el espacio cuadrangular
que antecede a Ｑｾ＠ iglesia, delimitado por una
barda y canónicamente configurado por una
cruz (en el centro), una capilla abierta o de in-
dios (frecuentemente alineada con la iglesia) y
cuatro capillas posas (en los ángulos). Nuestro
acercamiento a este ámbito va a estar condicio-
nado por dos objetivos: el primero, demostrar
su ascendencia hispana; el segundo, definirlo
como paradigma sumo de espacio polifuncional.
De todo el organismo conventual, es el
atrio el que en mayor medida ha dado pie a ser
catalogado como el mejor exponente de la per-
..
sistencia de usos prehispanos en la arquitectura
colonial, bien en su conjunto, bien a nivel del
detalle de cada uno de sus elementos compositi-
vos. De este modo, los investigadores se han agru-
pado en tomo a dos tipos de interpretaciones: una
indigenista y otra europeísta. Resultaría excesiva-
mente prolijo realizar una presentación historio-
gráfica detallada sobre este particular, de manera
que señalaremos sólo los hitos principales.
La tesis indigenista ha sido y es la más di-
fundida, tanto desde fuera como, sobre todo,
desde dentro de México. Presupone que los
mendicantes aprovecharon conscientemente
las características de los templos prehispánicos,
concebidos para el culto al aire libre, con el fin
de atraer más fácilmente a los naturales hacia
la nueva fe. Los autores que con mayor exten-
sión han desarrollado este planteamiento son
John McAndrew (1965) y Carlos Chanfón (1985,
1992, 1994). El primero contempla los posibles
antecentes europeos (paleocristianos, hispano-
musulmanes y románicos), pero desprecia cual-
quier tipo de incidencia suya en la configuración
del atrio novohispano frente a la inmediatez que
suponen los patios de los templos prehispá-
nicos.48 El segundo, refiriéndose a la capilla
abierta como elemento clave del atrio, la con-
sidera una adaptación cristiana de los usos
prehispánicos, condicionada por el clima y por
la tradición prehispánica afecta a los actos ce-
remoniales realizados al aire libre. 49
La tesis europeísta opera a la inversa,
concediendo mayor importancia a los antece-
dentes arraigados en la cultura arquitectónica
48
McAndrew: The Open-Air Churches. pp.232-240.
"Circunstantial evidence thus points to the teocalli
court as the true parent of the atrio, and the resem-
blance seems far too close to be no more than
coincidental" (p.237).
49
"La capilla abierta mexicana es la adaptación
al ritual cristiano del modo de participación tradi-
cional mesoamericano en las ceremonia públicas
comunitarias, tanto religiosas como civiles ( ... ). En
el clima como detonante inicial, debemos buscar la
funcionalidad del ceremonialismo mesoamericano
que desde sus inicios en la vida sedentaria creó sus
escenarios adecuados en los centros ceremoniales
de dimensiones monumentales" (Chanfón: "Los
monasterios".pp.l24-125).
110
traída por los frailes. Pionero en este sentido
fue Leopoldo Torres Balbás (1948), quien pro-
puso como antecedentes de los atrios conven-
tuales novohispanos y de sus componentes
elementos de la cultura hispanomusulmana: la
capilla de indios derivaría de las musalla o
saria, mezquitas carentes de haram (sala de
oración cubierta) y cuyo mihrab era procura-
do, en ocasiones, por qubbas; estas últimas
eran pequeñas capillas funerarias que a la vez
pudieron suministrar el modelo tipológico de
capilla posa. 5° El autor que con mayor exten-
sión se ha ocupado de ello es Erwin W. Palm
(1953, 1966): primero, señalando anteceden-
tes europeos medievales para las capillas abier-
tas; después, criticando, punto por punto, los
argumentos empleados por McAndrew para re-
chazar este posicionamiento.51 Como estudio
igualmente monográfico que sigue la senda de
Palm figura el dedicado por Antonio Bonet
(1963) a los antecedentes españoles medieva-
les de las capillas abiertas. 52
La conclusión a la que conduce este pun-
to de vista es más razonable que la del anterior:
las concomitancias existentes entre los patios
prehispánicos y los conventuales existen pero,
dada la primacía de la herencia occidental, es
ésta la que se impone y la que obliga a recono-
cer que una forma arquitectónica no tiene por
qué ser exclusiva de una cultura, sino que pue-
de darse en más de una sin que ello implique
una relación consecutivaY
El intento por precisar la vinculación
autóctona o europea del atrio novohispano es in-
51
'Torres Balbás: "Musalla". pp.l67-180.
51 Palm: "Las capillas". pp.47-63; id.: "Compte
rendu". pp.261-268.
52
Bonet Correa: "Antecedentes". pp.269-280.
53
"¿Adaptación o convergencia? ¿Adaptación
intencional o acondicionamiento por el sitio con-
creto del monumento prehispánico destruido?. La
cor¡figuración por sí sola no nos informará. Su sig-
nificado siempre dependerá del contexto. La pre-
gunta por demandar ha de ser pues: ¿qué vieron
los indios? ¿qué vieron los españoles del siglo XVI?
Es una pregunta que va dirigida a los documen-
tos. Por lo demás, ¿quién nos dice que unaforma
deba pertenecer a una sola tradición?" (Palm:
"Compte rendu". p.268).
teresante de cara a nuestros fines porque, igual-
mente, la morfología almenada y la finalidad de-
fensiva se dieron en los templos prehispánicos. 54
La procedencia de las fuentes originales del atrio,
pues, será la misma que para la morfología mili-
tarizada del convento en su conjunto.
Las coincidencias entre el atrio conven-
tual y el patio prehispánico son evidentes: " ...de-
lante de estos templos hazían grandes patios,
que siempre estauan muy bien barridos, y en
ellos plantauan, por orden, 'Dnos árboles ...",
según el testimonio de fray Agustín Dávila
Padilla (1596). 55 La imagen que este cuadro evo-
có en la mente de los españoles fue la del patio
de las mezquitas hispanomusulmanas: " ...hay
en esta gran ciudad muchas mezquitas o ca-
sas de sus ídolos ... ", decía Hernán Cortés en su
Segunda Carta de Relación (1520), al contem-
plar Tenochtitlan. En efecto, el patio pagano, cua-
drangular y tapizado con hileras de árboles, era
sinónimo del shan musulmán en la memoria de
paganidad traída por los españoles, pero esto no
significa que nos encontremos ante una relación
consecutiva respecto del atrio conventual.
Ni el patio prehispánico ni el islámico
eran gratos, como referencias, a los escrupulo-
sos y católicos ojos de los españoles: nada más
alejado de sus intenciones que la de rememorar
cualesquiera de tales antecedentes en las formas
arquitectónicas por ellos patrocinadas. Las com-
paraciones entre las costumbres de los natura-
les y las de los moros de Granada son frecuentes
en boca de los españoles y están transidas por
un tono peyorativo. El cronista Antonio de
Herrera (1601), por ejemplo, opinaba que los
indios tendían a volver por la antigua senda de
los cultos ancestrales por ser ésa su natural in-
54
En 1519, cuando Cortés estaba pacificando la
comarca de Tlaxcala, encontró resistencia en Hua-
quechula, " ...en especial en vn gran templo, i mui
fuerte, adonde la maior parte de los capitanes, con
mucha gente, se hicieron fuertes ... " (Herrera y
Tordesillas: Descripción. T.m. Lib.x. Cap.xvu. p.368).
Cerca de allí, se encontraba Izucán, y " .. está asen-
tada esta ciudad al pie de vn gran cerro, encima
del qual hai vna ｧｲ｡ｮｦｯｴｬ･ｾＬ＠ de tal manera que
a muchos castellanos pareció a Málaga, por ser de
fuera mui vistosa y torreada ... " (Id. p.369).
55
Dávila Padilla: Historia. Lib.J. p. 75.
111
clinación, " ... porque alegaban con·la rtJ96n del
moro, que dicen: 'mi padre, moro; yo, moro'... "56
Los frailes, en concreto, tampoco fueron
conscientes de la asimilación formal y funcio-
nal del patio de los cúes con el atrio de los con-
ventos, pero sí los naturales:
...Cuando llegaban al patio, hacían oración al
Santísimo Sacramento, arrodillados ante la
puerta de la iglesia, y, aunque no hiciese mucho
frío, por ser de mañana, hacían muchas hogue-
ras de juego donde se calentaban los principa-
les, La gente se iba asentando, los hombres en
cuclillas [según su costumbre], por rengleras,
y las mujeres por sí, y allí los contaban por unas
tablas donde los tenían escriptos [ ... ). Contados
todos, levantábanse de allí y íbanse a asentar
delante de la capilla donde se había de decir la
misa y se les había de predicar, poniéndose los
hombres todos a la parte del Evangelio y las
mujeres a la de la Epístola ... 57
El testimonio de fray Jerónimo de Meo-
dieta (1596), retomado por fray Juan de Torque-
mada (1615) nos parece valiosísimo. Ninguno
de los dos manifiesta conciencia de esa curio-
sa costumbre de los naturáles consistente en
encender hogueras para que se calentasen los
principales, creían ingenuamente, aunque fue-
se ya de mañana y no hiciese frío. Les extraña
esta paradoja y no caen en la cuenta de que se
trata de una parte del ceremonial prehispáni-
co, que era lo que los indios estaban rememo-
rando en el atrio del convento. Y esto a pesar,
incluso, de que ambos autores habían consul-
tado los manuscritos de Motolinía, quien ha-
bía explicado claramente cómo existían en los
templos idolátricos prehispanos " ... muchos
braseros [ ... ] que todas las noches encen-
dían ... "58 Los indios, pues, reproducían en el
atrio de los conventos, cada mañana, al rayar
el día, entre las seis y las siete de la madruga-
da, un rito ancestral antes realizado en el pa-
56
Herrera y Tordesillas: Descripción. T.rv. Lib.v1.
Cap.x1. p.354.
57
Mendieta:Historia. Lib.Jv. Cap.xxxu. p.499. Repe-
tido en Torquemada: Monarquía. T.111. Lib.xv11.
Cap.xx. p.281.
58
Benavente: Memoriales. p.37 .
..
tio del teocalli. Los mendicantes no estuvieron
conscientes de la asociación entre los dos es-
pacios ni siquiera a la luz de evidencias tan
notables. Si lo hubieran sido, jamás las habrían
consentido. Lo que no les resultaba extraño y
no precisaban justificar era la discriminación
de sexos en la ubicación de los naturales den-
tro del atrio, pues respondía a un aspecto ca-
racterístico del culto cristiano y tan antiguo
como el propio cristianismo.
La coincidencia formal e incluso funcio-
nal no basta para justificar el ascendente pre-
hispánico sobre el conjunto atrial. Por la
misma regla de tres, sería igualmente lícito afir-
mar que la cruz atrial es un elemento tomado
también de la tradición autóctona mesoame-
ricana, pues es bien sabido que era parte inte-
grante del mismo sustrato. En 1518, cuando
Juan de Grijalba partió de Cuba para explorar
Yucatán, su expedición quedó maravillada al
hacer escala en la isla de Cozumel y descubrir
un templo en forma de torre, " ...y, al pie de
éste, estaba vn cercada de piedra i cal, alme-
nado i enlucido, i, enmedio, vna cruz de cal
de tres varas de alto, a la qual tenían por el
dios de la lluvia ... " 59
Pese a la exactitud con que se ajusta la
descripción de ese patio prehispánico a las ca-
racterísticas del que iba a ser atrio conventual,
ningún historiador contemporáneo ha incurri-
do en la asociación consecutiva de los dos tipos
de cruces. Y esto, a pesar de que los naturales
también estuvieron conscientes de las conno-
taciones autóctonas de las cruces cristianas,
como viene a demostrar el hecho de que, " ...en
el cuidado de la Santísima Cruz, han sido
siempre muy cuidadosos, aun en estos tiem-
pos, como lo vemos, no sólo los naturales de
estas provincias, sino de todas las Indias,
porque siempre han tenido cuidado de tener-
las puestas en sus peanas, barriendo sus con-
tornos y adornándolas con ramilletes de
flores ... " ;6(>barrían y decoraban el atrio del con-
vento como habían venido haciendo con el pa-
tio del teocalli. Más aún, durante los funerales
59
Herrera y Tordesillas: Descripción. T.m. Lib.m.
Cap.1. p.7.
611 Beaumont: Crónica. T.n. Lib.n. Cap.Joou. p.433.
112
de los indios, " ... se adorna la ｩｮｳｾ｡＠ de la
Cruz con ｭ｡ｮｾｳ＠ de diversos tejidos ... ",61 se-
gún una práctica ajena al culto cristiano. El
detalle de los braseros encendidos en el atrio fue
considerado anecdótico por los frailes; este otro,
como particular signo de devoción cristiana.
Si no se ha vinculado a la cruz atrial con
la tradición mesoamericana se debe a que nos
encontramos ante el signo por antonomasia del
cristianismo y, por ello, no cabe ninguna duda
acerca de su inclusión en el bagaje cultural de
los españoles. ¿Por qué, pues, ese empeño por
vincular el atrio conventual con el patio prehis-
pánico, si era un elemento tan cristiano como
la cruz? " ...Es costumbre de todos los españo-
les que, dondequiera que paran o hacen ran-
cho, siempre ponen una cruz ... ",62 según fray
Antonio Tello (1653). Los frailes comenzaban
la fundación de los pueblos de indios colocan-
do una cruz en el centro de lo que sería el po-
blado. Los españoles operaban análogamente en
los suyos: en 1563, al fundar la villa de Santa
María de los Lagos (Jalisco), para españoles, el
alcalde mayor " ...puso una cruz y trazó el di-
-cho pueblo, y señaló sitio, ｩｾｬ･ｳ｡＠ y plaza y so-
lares para casas y calles [... ] y, en la plaza de
ella, se puso una cruz ... "63 Una de las primeras
cruces plantadas en Nueva España con este
sentido, que es el de la cruz atrial, debió serlo
en 1519, el año de la entrada de Cortés en
Tenochtitlan. El conquistador y su gente fueron
alojados en el palacio de Moctezuma, donde
hicieron fabricar una capilla para el culto cris-
tiano, " ...y, en el atrio de aquel palacio que
habitaban los españoles, se puso una cruz de
palo, para que ｾ･ｮｲ｡ｬｭｴ＠ los indios viesen
la reverencia en que la tenían los cristianos ... "64
El atrio conventual, por tanto, no fue concebido
por ninguna sugestión emanada de los templos
prehispánicos, ni mucho menos se buscó reme-
morados en el espacio cristiano. Se trata de un
espacio concebido a partir de usos y modelos
ensayados en la Europa medieval y cristiana (no
musulmana). Para precisar este punto y probar-
Valadés: Rethorica. Cap.xiV. p.292.
61
Tello: Crónica. Lib.Jv. Cap.x. p.59.
62
63
Beaumont: Crónica. T.n. Lib.n. Cap.xxx. p.424.
""Id. T.1. Cap.xxxm. p.412.
lo aun con mayor contundencia, será necesario
atender a las funciones satisfechas por el atrio.
El atrio es el espacio polifuncional por
excelencia, muy coherente, en este orden, con
el sentido ecónomo y pragmático de la arqui-
tectura conventual novohispana del siglo XVI.
Servía para enterrar, adoctrinar, impartir sacra-
mentos, oficiar misa y celebrar procesiones. La
utilización del atrio como lugar de enterramien-
to --costumbre visible aún en nuestro siglo-
fue una práctica generalizada en la Nueva
España, hasta el punto de que muchos docu-
mentos de época se refieren a él como cemen-
terio; en España, la circunvalación de las iglesias
parroquiales mediante un pretil que delimita-
ba el espacio cementerial fue común hasta que,
a comienzos del siglo XIX, la mentalidad higienis-
ta fijó la creación de camposantos aislados. Las
restantes funciones tienen que ver con la im-
posibilidad física de reunir a los naturales bajo
un techo, por su desmesurada proporción nu-
mérica. Que los naturales, por" ...su complixión
y condición no sufren estar entre paredes, por-
que se ahogan y queman y es tan grande el mal
olor que ni los ministros ni ellos lo pueden
sufrir ..." ,6 ' es una circunstancia añadida.
La predicación al aire libre, en espacios
abiertos y públicos, había venido siendo una
práctica habitual entre las órdenes conventua-
les interesadas en llegar al mayor número de fie-
les porque en eso estribaba su razón de ser.
Cuenta Antonio de Herrera (1601) que los fran-
ciscanos, ya desde los tiempos de fray Pedro de
Gante, " ... predicaban por las ｰｬ｡ｾｳ＠ ... "66 El pro-
pio fray Pedro de Gante, llegado a la Nueva Espa-
ña con anterioridad al grupo de los doce, escribía
a sus hermanos franciscos residentes en Flandes,
en 1529, comentándoles la solicitud con que los
jóvenes naturales se adherían al nuevo credo y
cómo, " ...los domingos, salen estos muchachos
a predicar por la ciudad y toda su comarca ... "67
ﾷｾｍ･ ｭｯｲｩ｡ｬ＠ presentado en España por Fray Fran-
cisco de Mena, Comisario General de los francisca-
nos de Nueva España, en 1558 (Cit. Gómez Canedo:
Evangelización. p.197).
""Herrera y Tordesillas: Descripción. T.JV. Lib.JJ.
Cap.1x. p.102.
07
Cit. Cuevas: Historia. T.1. p.160.
113
Y en 1532, en carta remitida al emperador por
aquellos doce franciscanos, le comunicaban que
desde que llegaron en 1524 se habían dedicado
a predicar a los naturales, ".. .haziéndoles mu-
chos sermones por las ｰｾ｡ｳ＠ y mercados y por
doquiera que concurrían ..."68
Los primeros jesuitas adoptaron la misma
estrategia nada más llegar a la Nueva España, en
1572, y nunca la abandonaron; al contrario, se
convirtió en una práctica institucionalizada y
programada desde los colegios. Según una rela-
ción anónima y fechada en 1602, " ...después de
haber andado algunas calles principales de la
ciudad, repararon en la plaza pública, donde
no se puede decir el número de gente que se
había juntado [... ],y hasta hoy dura algo de lo
mucho que entonces experimentamos. Y por
estos treinta años se ha ocasionado, de aquí,
predicar en la plaza a los mercaderes y tratan-
tes, y en otros lugares públicos, tianguis y
mercados, a los indios y españoles ... "69
Del mismo modo que se predicaba fuera
de las iglesias, se podía oficiar misa. En este
sentido, además, hay que citar el antecedente
de las misas de campaña celebradas diariamen-
te para las tropas de conquístadores, pues no
eran otra cosa sino ceremonias al aire libre. Pero
la función más importante, la que realmente
explica la morfología del atrio, es la procesional.
Y aquí no cabe apelar a antecedentes prehis-
pánicos, a menos que se confunda el carácter
ceremonial, sí conocido por los naturales, con
el carácter procesional, que es muy otra cosa y
desconocida para los mismos. Éste es un error
muy común entre los historiadores contempo-
ráneos/11 a pesar de que Motolinía fue muy cla-
ro al respecto:
osBenavente: Epistolario. Doc.m. p.92.
09
Crónicas. pp.19-20. En 1654, consta que " ... otro
fruto que es muy precioso y propio de las escuelas
y estudios de la Compañía es el de las doctrinas
públicas que de ellos salen por las calles y plazas ..."
(Id. p.156).
7
"El origen de esta confusión se encuentra en la
obra de Raúl Flores Guerrero: Las capillas posas de
México (1951), quien afirmó que, "tanto los españo-
les como los indígenas tuvieron la liturgia de las
procesiones ( ... ). Así fue como se originaron las
capillas posas" (Cit. Maza y Cuadra: "El arte" .
..
 .. El cuarto año de la llegada de los frailes a esta
tierrafr.re de muchas aguas, tanto que se perdían
los maizales y se caían muchas casas. Hasta
entonces, nunca entre los indios se habían he-
cho procesiones, y, en Tezcuco, salieron con una
pobre cruz [... ].Desde aquel día mismo, cesa-
ron las lluvias, para corifirmación de la flaca y
tierna fe de aquellos nuet1amente conuertidos ... 71
A partir de entonces, los naturales fueron
los más exaltados amigos de las procesiones: con
arcos florales," .. .ciñen en contonw las iglesias
y sus patios para las procesiones, de que son
muy amigos y que, por su deuoción, se hazen
en sus pueblos casi cada día de fiesta ..."72 El
espectacular apego de los indios a las procesio-
nes pudo deberse, sí, al pomposo ceremonial de
sus antiguos ritos, con el que ellos debieron
asociarlas, como habían hecho con el espacio
atrial y su cruz.
Tal fue la aceptación de las procesiones
en la Nueva España, y tan novedosas para lapo-
blación autóctona que fray Juan de Zumárraga,
el primer obispo de México, mandó traducir e
imprimir en la sede de su diócesis el Compen-
dio breue que tracta de la manera de cómo se
han de hazer las processiones (México, Juan
Cromberger, 1544), escrito originalmente por
Dionisio Rickel, aquel cartujo flamenco muer-
to en 1471 y sobradamente conocido a estas al-
turas del discurso. Y no sólo eso, sino que
salieron dos ediciones de la obra en el mismo
año: una con los doce folios del texto latino tra-
ducido y otra con dieciséis, que incluía unos co-
mentarios de Zumárraga. 73
Decididamente, las procesiones pertene-
cían al repertorio ceremonial cristiano, no al
prehispánico, y son las procesiones la clave para
aprehender la esencia del atrio.
p.180). De ahí lo tomaron Francisco de la Maza, Car-
los Chanfón, etc. Este último autor, como hemos vis-
to, es el que ha defendido esta supuesta evidencia con
mayor tesón.
71 Benavente: Memoriales. Pte.J. Cap.xxxv. p.ll9. La
negrilla es nuestra.
72
Dávila Padilla: Historia. Lib.I. Cap.XXVI. pp. 79-80.
73
Descritas en García Icazbalceta: Bibliografía. pp.
66-67.
114
Desde nuestro punto de vista, el atrio es
un claustro de excepcional tamaño, desarrolla-
do a la escala que exigía el volumen de pobla-
ción que lo iba a utilizar. Ese gran tamaño,
unido al prurito austero y ecónomo arraigado
entre los mendicantes, obligó a sincopado o
esencializarlo de manera que sólo los ángulos,
puntos claves del recorrido procesional, reci-
bieron cubierta, conformando las conocidas
capillas posas.
Las crujías que mediaban entre rincón y
rincón, demasiado largas, quedaron sin techo,
dando lugar a lo que podríamos denominar, si
se permite la expresión, un claustro hípetro.
Sólo excepcionalmente recibieron la cubierta
que las convertía en auténticas galerías claus-
trales. Así se encuentra configurado hoy el atrio
del convento de Izamal (Yucatán) (lámina 20).
Y así lo estuvo, al menos, el atrio del convento
de Santo Domingo de la Nueva Antequera (Oa-
xaca): según Basalenque (1674), el lienzo sur de
la iglesia tenía una puerta y, " ... para entrar por
esta puerta, está el ambulatorio, de un esta-
do-o más de alto y seis varas de ancho, terra-
plenado y que corre todo el largo de la iglesia,
hacia la parte que va de Oriente a Poniente, y
todo enladrillado y con pretil y almenas, con
dos ascensos de escalones: para esta puerta el
uno y para la principal o de Poniente y tránsi-
to a la portería, que ambas portadas caen den-
tro de la cerca principal del patio, con cerca
de cuatro varas de alto, con almenas ..." 74 La
descripción puede quedar ensombrecida por la
desaparición del cierre de ese atrio, pero el cro-
nista se está refiriendo, claramente, a un espacio
cuadrangular delimitado por el conjunto arquitec-
tónico en dos de sus lados (la iglesia por el orien-
tal y el convento por el septentrional) y cerrado
mediante una barda en los lienzos meridional y
occidental. Estos dos últimos, aparte de contar con
su respectiva portada y estar almenados, forma-
ban sendas galerías ("ambulatorios") cubiertos
con tierra apisonada ("terraplenados") y una capa
de ladrillos ("enladrillados").
Por lo general, insistimos, las crujías eran
hípetras, pero que carecieran de cubierta no sig-
74
Basalenque: Historia. T.J. Cap.xv1. p.204. La
negrilla es nuestra.
 LAMINA 20. hum (YUCATÁN).
nifica que no existieran, pues había fórmulas
alternativas para marcar su perímetro. La más
sencilla consistió en delimitar la anchura me-
diante hileras de árboles. La más evidente y cla-
ra dio lugar a la construcción de un pretil
paralelo a la barda, enlazando el ancho de las
capillas posas por su ángulo interno y creando
una auténtica vía procesional. Esta última fue
la solución adoptada en el atrio del convento
agustino de Atlatlauhcan (lámina 21), conser-
vada intacta, y en el convento dominico de
Tepoztlán (ambos en Morelos), casi desapare-
cida esta última. En otros muchos casos, lo que
nos queda es sólo el pavimento que marca el
camino procesional. 75
La naturaleza procesional del atrio se
vio enfatizada con la introducción de un tipo
muy peculiar de procesión :la basada en la Via
Crucis. Esta práctica, introducida en la Nue-
va España por los franciscanos en una fecha
75
Cfr. McAndrew: The Open-Air Churches. pp.291-
293. Para este autor, la función principal del atrio y la
que define su morfología es la cultual, en tanto que igle-
sia al aire libre dotada de capilla abierta (pp.204-206 ).
115
RfNCON DEL ATRIO CON CAPIUA POSA.
incierta/ 6 ha dejado las huellas de sus esta-
ciones en la cara interna de numerosos atrios
conventuales, al hilo de la vía procesional.
Nichos de este tipo quedan en los conventos
franciscanos de Huejotzingo (Puebla), Tzin-
tzuntzan y Zinapécuaro (Michoacán), Cem-
poala (Hidalgo) y Churubusco (México) y en
los agustinos de Yecapixtla y Totolapan (Mo-
relos), entre otros. Los nichos que marcan las
estaciones responden a formas barrocas en la
mayoría de las ocasiones, pero acaso se deban
a remodelaciones de estaciones ya existentes
en el siglo XVI; a esta centuria podrían corres-
ponder las sencillas estaciones de Totolapan,
por ejemplo (lámina 22).
De hecho, la finalidad de la capilla
abierta pasó relativamente pronto al olvido,77
76
Castro Morales: "La segunda estación". p.33. Afir-
ma que la introducción se produjo en el siglo XVII.
77
Todavía daba cuenta de este uso Fray Jerónimo
de Mendieta (1596), considerándolo prioritario:
" ...todos los monasterios de esta Nuwa España tie-
nen, delante de la iglesia, un patio grande, cerca-
do, que se hizo principalmente y sirve para que, en
..

LÁMINA 21. A TLATLAU/fCAN (MOREWS).
y, con ello, el carácter cultual del atrio. El
atrio también perdió su calidad de espacio
doctrinal. La utilización de las cuatro capillas
posas para enseñar a los naturales en cuatro
grupos separados por sexo y edad (hombres
mujeres, niños y niñas), tal y como lo expre-
só fray Diego de Valadés (1579),' 8 tampoco
perduró. La prueba de ello se encuentra en las
las fiestas de guardar, cuando todo el pueblo se jun-
ta, oyan misa y se les predique en el mismo patio,
porque, en el cuerpo de la iglesia, no caben sino los
que por su devoción vienen a oir misa entre sema-
na ..." (Mendieta: Historia. p.418).
78
" ••• En cada uno de los cuatro ángulos de este
atrio, están otras tantas capillas, de las cuales,
1
ATRIO CON VIA PROCESIONAL Y CAPILLA POSA.
cinco misiones alentadas por fray Junípero
Serra en la Sierra Gorda de Querétaro (Queré-
taro) a partir de 1750. Estos conjuntos resuci-
tan completa y asombrosamente el complejo
atrial del siglo XVI, incluidas las capillas posas
(visibles en Tancoyol y Tilaco) (lámina 23).
Sin embargo, consta que en 1758la práctica
común a todas ellas consistía en enseñar a los
indios la doctrina cristiana, " ... los hombres y
mujeres por la mañana y los muchachos y
muchachas por mañana y tarde separada-
sirve la primera para enseñar a las niñas; la se-
gunda, a los niños; la tercera, a las mujeres; y la
cuarta, a los varones ... " (Cit. Cómez: Arquitectu-
ra. p.85).
116
 LA.\IINA 22. ToroumN (MoREws). ESTACióN DE Vúl CRUCIS EN LA &\RD,\ ATRúiL.
mente ... " 79 Se había perdido, pues, la práctica
de utilizar las capillas posas para enseñar a los
indios de manera sincrónica y discriminada.
En aquel mismo contexto serrano, fray
Junípero fue recibido por unos indios que" ...pa-
saban de mil entre chicos y grandes ..." cuando
llegó a Landa en 1750.811 Esta circunstancia jus-
tifica, por sí sola, que la capilla abierta fuera
resucitada dentro del complejo atrial con todo su
significado, a pesar de que se le haya querido
negar tal uso. 81 Por otra parte, los mismos docu-
79
Cit. Gómez Canedo: Un típico enclave. Doc.8.
p.199.
8
°Cit. Gustin: El Barroco. 223.
81
0rtiz Lajous: Querétaro. p.67, cree, anacrónica-
117
mentos contemporáneos de las misiones se re-
fieren al atrio como cementerio. Sin embargo, el
uso procesional vuelve a descollar por encima de
los restantes. Según el cronista Palou (1787), con
motivo de la festividad del Corpus y en las mis-
mas misiones, " . .formábanse cuatro capillas
con sus respectivas mesas para que, en ellas,
posase el Señor Sacramentado ... "82
mente, que se trata de un portal de peregrinos y que
es un error la interpretación como auténtica capilla
abierta. Por nuestra parte, juzgamos errada la suya,
aunque sólo sea por el gobierno interno de la misión
como célula evangelizadora, que aseguraba el aisla-
miento total de los misioneros dentro de ella, sin
ninguna injerencia de extraños.
82 Cit. Gustin: El Barroco. p.129.
..
 LAMINA 23. TII.ACO (SIERRA GORDA DE QUERtTARo). ATRIO CON CRUZ Y CAPIUAS POSAS.
Incidentalmente, el testimonio de Palau
alude a un hecho nunca tenido en cuenta has-
ta ahora. En primer lugar, que muy probable-
mente no todas las misiones de la Sierra
Gorda tuvieron capillas posas permanentes en
sus atrios, sino que éstas podían ser estruc-
turas efímeras recreadas para cada procesión;
que sólo las veamos hoy en Tilaco y Tancoyol
no significa que hayan desaparecido en Lan-
da, Jalpan y Concá (no queda el menor rastro),
sino que nunca llegaron a adquirir consisten-
cia perenne. En segundo lugar y por exten-
sfón, que el mismo razonamiento puede ser
aplicado a numerosos atrios del siglo XVI en los
que no queda la más mínima huella de capi-
llas posas.
Sea como fuere, lo que ahora interesa
subrayar es que fue la procesional la función
del atrio que más viva se mantuvo en la me-
moria, gracias a la práctica ininterrumpida
precisamente. Cervantes de Salazar, en una
cita sobradamente conocida, daba cuenta de
ello en 1554, al definir el atrio como prolon-
gación expansiva del claustro y explicar la
existencia de las capillas posas dentro de tal
118
contexto. 83 Fray Francisco de Burgoa (1674) dice
del convento de Etla (Oaxaca) que tiene un patio
" ...bien cercado y almenado, y cuatro capillas
muy capaces, de tisera, en los ángulos, para las
procesiones ..."84 Y, todavía en 1802, al restaurar
el atrio del exconvento de Tetela del Volcán (Mo-
relos), se mandó " ...poner sus calzadas en los
cuatro costados, alrededor de las paredes, para
que ande la procesión en tiempo de Uu'Dias ..."85
83
Cuando Alfaro pregunta a Zamora por el sentido
de las " ...capillas u oratorios en las esquinas... "del
atrio del convento de Santo Domingo de México, éste
responde que "...tienen uno muy importante, a sa-
ber, que, en las .fiestas solemnes, como Natividad de
Nuestro Señor Jesucristo, su Muerte, Resurrección
y Ascensión, Concepción de la VirgenMaría, su Na-
tividad, días de los Apóstoles y de Santo Domingo,
por no ser el claustro bastante grande para que
quepan los 'Vecinos, salen rezando ellos y los reli-
giosos, precedidos de la cn.L.Z y delante de las imá-
genes, y 'Van dando 'Vuelta para detenerse a orar en
cada capilla... " Cervantes de Salazar: México. Diá-
logo 2. p.49.
s.tBurgoa: Palestra. T.11. Cap.XL. p.7.
85
Cit. Martínez Marín: Tetela. p.l78.
 La misma concepción del atrio, en tanto
que apéndice procesional del claustro, es la que
denota un elemento tan característico de las
iglesias franciscanas como es la portada de la
Porciúncula. A propósito del convento francis-
cano de Puebla, señala Veytia (1780) que, en el
lado del Evangelio, tiene la iglesia " ...otra puerta
grande que da salida al patio y se usa de ella
en las procesiones ... "86
Pero la mejor prueba de todo lo que ve-
nimos diciendo reside en la comparación del
atrio con el claustro. Por añadidura, al demos-
trar la derivación del atrio a partir del claustro
regular, estaremos probando, una vez más, la
ascendencia europea del conjunto atrial, pues
nunca nadie ha puesto en duda que el claustro
sea una estructura puramente europea.
Los claustros medievales europeos estu-
vieron presididos siempre por un carácter
procesional, siendo válida esta observación tan-
to para los monásticos y conventuales como
para los catedralicios. En principio, tal función
apenas tenía por qué dejar huella en la arqui-
tectura del recinto: un altar en cada uno de los
cuatro ángulos, a modo de estación procesional,
a veces en forma de nicho pero a veces, tam-
bién, como estructura completamente mueble.
Durante el periodo románico, el sistema de cu-
bierta imperante en los claustros fue el basado
en el uso de madera, sencillos alfarjes que no
daban lugar a la diferenciación de tramos. Du-
rante el periodo gótico, la introducción de la
bóveda de crucería impuso la compartimenta-
ción en tramos para cada una de las crujías. No
obstante, el tipo de bóveda de crucería era el
más simple, de una sola clave, sin posibilidades
de variación.
Un cambio de gran trascendencia se pro-
dujo, por lo que a los claustros españoles se
refiere, en la segunda mitad del siglo xv. Es el
momento en que España se ve literalmente in-
vadida por arquitectos y entalladores de origen
flamenco, alemán y francés. Lo que estos artis-
tas introducen son aires nuevos y revitaliza-
dores de la ya vieja tradición arquitectónica del
gótico, una propuesta de renovación que cono-
86Femández de Echeverría y Veytia: Historia. Lib.n.
Cap.x1x. p.299.
119
cernas como tardogótico. En el dominio tec-
tónico, lo más revolucionario fue la introducción
de la bóveda de crucería estrellada, primero sólo
con terceletes y cinco claves y, a partir de la
década de 1490, con la adición de una red de
nervaduras curvas (combados) que permitió
multiplicar el número de claves y los tipos de
diseños estrellados.
Estos cambios tuvieron un rápido reflejo
en la manera de abovedar los claustros, buscan-
do subrayar la existencia de esos cuatro tramos
angulares (rincones) donde se encontraban
los altares para las procesiones. Fueron aboveda-
dos con crucería estrellada que se diferenciaba de
todos los restantes por la mayor complejidad en
el diseño, por su marcada suntuosidad en defi-
nitiva. De este modo, fue posible dotar de expre-
sión física, tangible y visible a la mayor dignidad
que revestían los rincones del perímetro claustral
en tanto que contenedores de altares.
La solución compositiva más elaborada
y sistematizada dará lugar a la convergencia de
ocho diseños estrellados diferentes repartidos
en el conjunto del claustro: un diseño diferen-
te para cada uno de los rincones y otro repeti-
do en todos los tramos intermedios de cada
crujía y diferente de una crujía a otra. El bretón
Juan Guas, activo en el foco toledano, creó un
diseño canónico para el claustro de la catedral
de Segovia (1472-1491) y el del convento de San
Juan de los Reyes (Toledo, 1493-1504). En la
misma órbita toledana ha de enmarcarse el
claustro de la actual catedral de Badajoz, lige-
ramente más tardío que el segoviano. El alemán
Simón de Colonia, alma del foco burgalés, avan-
zó en este mismo sentido cuando trazó el claus-
tro del monasterio de San Salvador de Oña
(Burgos, 1495-1503), copiado en el claustro de
la catedral de Burgo de Osma (Soria, 1511-
1515). Pero el ejemplo más perfecto, no en
vano, se debió a Juan Gil de Hontañón, un ar-
quitecto hispano que se había formado con Juan
Guas y Simón de Colonia y que trazó el claus-
tro de la catedral de Palencia (1505): se trata
del claustro más suntuoso de los citados hasta
ahora, por el número de claves, y del más equi-
librado, por la perfecta sistematización de la
distribución de los ocho diseños diferentes en
cada uno de los tramos abovedados (lámina 24).
..
 CATEDRAL DE SEGOV/il
(JuAN GuAS, 1472-1491).
CATEDRAL DE BADAJOZ
(ANóNIMO, C. 1500).
LAMINA 24. CLAUSTROS ESPAÑOLES DE EN TORNO,\
El modelo claustral así definido es, en
esencia, una versión reducida del que iba a ser
atrio conventual novohispano y sus capillas
posas, equivalentes éstas a los tramos de los rin-
cones claustrales caracterizados por diseños
más ricos. En el caso del atrio, los rincones se
singularizan mediante la conformación de ca-
pillas posas (permanentes o efímeras), en tan-
to que los tramos restantes de las cuatro crujías
permanecen hípetros. No en vano el tipo de
claustro conventual novohispano del siglo XVI re-
produjo el modelo compositivo señalado en la
España de en torno a 1500. Van a ser claustros
en los que resalten·los tramos de los rincones,
con la apertura de un nicho en el muro y la
cubrición singular, más suntuosa, de esos sec-
120
CoNVENTO DE SAN JuAN DE ws REYES
(ToLEDO, JuAN GuAS, 1493-1504).
CATEDRAL DE PALENCIA
(JUAN GIL DE HONTiiRÓN, 1505).
1500.
tores (lámina 25). Citaremos sólo algunos ejem-
plos que ilustren la amplia gama de posibilida-
des admisibles.
En la Nueva España los claustros fran-
ciscanos son los más austeros . Sus iglesias apa-
recen íntegramente abovedadas por lo general,
pero los claustros, en cambio, se cubren con
elementales alfarjes. Con esta cubierta !ígnea,
las posibilidades de resaltar los rincones eran
escasas pero existían otros medios. El claustro
del convento de Huejotzingo (Puebla) es un
buen ejemplo de ello. El alfarje no distingue
tramos, pero los muros poseen un nicho en
cada rincón. Lo más significativo es que, so-
bre tales nichos, aparezca una decoración de
grisalla consistente en parejas de ángeles
 AcTOPAN E IXMIQUILPAN
(HIDALGO).
TErozrLAN (MoREws), ACTOP.-IN (Hw.-ILao).
SOBRECLAUSTRO EN AMBOS CASOS.
LAMINA 25. CLAUSTROS CONVENTUALES NOVOfllSP.-INOS DEL SIGLO XVI.
tenantes que es la misma esculpida en algu-
nos de los frentes de las capillas posas de su
atrio (láminas 26 y 27). La asociación funcio-
nal, estructural y formal entre claustro y atrio
es evidente.
Los claustros dominicos responden a la
misma fórmula, tanto cuando se cubren con ar-
madura de madera como cuando lo hacen con
bóveda. Al primer grupo corresponde el claustro
del convento de Coyoacán (México), cuyo alfarje,
con jácenas y tablas trabajadas en blanco, resal-
ta los cuatro rincones mediante un tratamiento
case tonado muy renacentista (putti, flores y cru-
ces flordelisadas) y polícromo (lámima 28). El
convento de Atzcapotzalco (México) repite la fór-
mula, esta vez con casetones octogonales en
121
CoroAcAN (MÉXIco).
LA CUBIERTA ES L{GNEA (CASETONADO).
/ ｾ＠lL
"'"'
/ V r'\.
"'"'
/
/
COIXTLAIIUACA
(0AXACA).
"'/
/ 1'-.
blanco para los rincones (lámina 29). Al segun-
do grupo pertenece el claustro del convento de
Coixtlahuaca (Oaxaca), dotado de crucería sim-
ple octopartita en los rincones y bóveda de me-
dio cañón reforzada por cruceros en el restante
espacio de las cuatro crujías (lámina 30). En el
caso del sobreclaustro de Tepoztlán (Morelos), la
combinación consiste en crucería estrellada de
terceletes con cinco claves para los rincones, y
medio cañón liso para el resto (lámina 31).
Los claustros agustinos son los más
abundantes y variados. Del convento de Cuit-
zeo (Michoacán) dice Matías de Escobar (1729)
que " .. .son sus claustros altos y bajos los
mejores y más dilatados de la provincia, to-
dos de bóveda y sillería, con las esquinas de
..
LÁMINA 26. HUE.JOTZINGo (PUEBLA). RINcóN DE CLAUSTRO.
cla'Vería ... ", 81 es decir, con crucería estrellada
sólo en los rincones. En el de Yuririapúndaro
(Guanajuato) nos encontramos con crucería es-
trellada (terceletes y cinco claves),en los rinco-
nes, y crucería simple (cuatripartita) en los
restantes tramos {lámina 32); en el sobreclaus-
tro la distinción se finge mediante los diseños de
las bóvedas de crucería pintados en el intradós
de bóvedas de medio cañón. Los conventos de
lxmiquilpan y Actopan (Hidalgo) repiten el mis-
mo sistema en claustro y sobreclaustro. En el
estado de Morelos, el claustro de Totolapan re-
curre a la fórmula del de Yuriria; el de Ocuituco
finge nervios pintados en los rincones, super-
87
Escobar: Americana Thebaida. p.l53.
122
LAMINA 27. HUE.JOTZ/NGO (PUEBLA). CAPlLLA POSA.
puestos a los casetones serlianos pintados a lo
largo del medio cañón que rodea todo el períme-
tro; y en el de Atlatlauhcan lo que se hace es
variar el diseño de los mismos casetones ser-
lianas a la altura de los rincones (lámina 33).
El atrio, por tanto, es una reproducción,
a mayor escala, del claustro procesional. No sólo
eso. En muchos casos, además, el atrio procesio-
nal fue reproducido, aún a más grande escala,
en el tejido urbano de la población. De este
modo, todo el pueblo de indios enfatizaba el
amplio carácter conventual que ya venía mar-
cado por la presencia de oratorios particulares
en cada vivienda y por la participación de los
naturales en los oficios de las horas canónicas,
como ya dijimos.
 LAMINA 28. COYOACÁN (Mtxico). RINCóN DE CLAUSTRO.

LAMINA 29. ATZCAPOTZALOO (Mtxico). RINCóN DE CLAUSTRO.

 LA.\IINA 30. COIXTLrVIUACA (OAXACA). RINCÓN DE Ck\USTRO.

LAMINA 31. TEPOZTLriN (MOREWS). RINCÓN DEL SOBRECLAUSTRO.

124
 LAMINA 32. YURfRJ¡\J'ÚNDARO (ÜUANAJUATO). PLANO Y RINCÓN DEL CLAUSTRO.
Cuenta fray Jerónimo de Mendieta que
con motivo de las procesiones celebradas du-
rante las principales festividades, las calles de
los pueblos de indios se cubrían de alfombras
y arcos florales " ...y, en las cuatro esquinas
que hace el circuito o 'Vuelta de la procesión,
levantan cuatro como capillas, muy entol-
dadas y adornadas de imágenes y de verjas
de flores, con su altar en cada una, a do el
sacerdote diga una oración, y, después de di-
cha, por vía de descanso y entretenimiento,
sale una danza de niños bien ataviados, al
son de algunas coplas o motetes que, junta-
mente con los menes triles, cantan los canto-
res. Otra capilla como éstas se hace a la
salida del patio, enfrente de la puerta de la
125
iglesia, que es el primer paradero o descan-
so de la procesión ... "88
Fray Juan de Torquemada repite el co-
mentario de Mendieta, pero añade y relata, de
manera más puntual, la procesión del Corpus
celebrada en Tlaxcala (Puebla) en 1536:
" ...avía, en el camino, seis capillas con sus
altares y retablos bien ataviados, para des-
cansar ... "89
Ambas citas se refieren a capillas posas
levantadas en el contexto urbano con carácter
efímero, como debió ser el caso, insistimos, de
88
Mendieta: Historia. Lib.IV. Cap.XJX. p.430.
89
Torquemada: Monarquía. T.m. Lib.xvu. Cap.vu.
p.224 .
..
 LAMINA 33. ATLATLAUHCAN (MOREWS). RINCÓN DE CLAUSTRO.
numerosas posas atriales de las que no queda
el menor rastro. Pero, al igual que en el atrio,
hubo ocasiones en que las capillas procesio-
nales urbanas sí alcanzaron una definición per-
manente. Así, el pueblo tarasco de Uruapan
(Michoacán, a.lSSS), fundado de acuerdo con
el habitual esquema reticular, " ...repartiendo
la población en sus calles, plazas y barrios,
con la mejor disposición que pudiera la aris-
tocracia romana ... ", quedó dividido en nueve
barrios, cada cual con su capilla, " ...y, como
cada capilla está en los remates de las calles,
unas a otras se están mirando y hermosean-
do la disposición del pueblo ..."90 Fray Francis-
co de la Rea (1643), que es el cronista, no
indica que la finalidad principal de esas nueve
capillas fuera la procesional. Sin embargo, la
simétrica disposición de las mismas (propicia-
da por la traza urbana) tuvo que acomodarse
perfectamente al recorrido de las procesiones,
con paradas en todas o en algunas, máxime
tratándose de un pueblo controlado por los
franciscanos.
Rea: Crónica. Cap.xxv. pp.52 y 54.
90
126
Las doctrinas de San Lucas de Xóloc y
San Andrés Cuexcontitlán (México) cuentan
con cinco capillas posas cada una, fuera del atrio
y estratégicamente ubicadas; en la de Santa
María del Pino (Hidalgo), las capillas son cua-
tro.91 En Tlayacapan (Morelos), pueblo presidi-
do por un convento agustino fundado en 1554,
por citar un último ejemplo, persisten .cuatro
capillas simétricamente colocadas alrededor del
convento92 (lámina 34). En todos estos casos de
capillas distribuidas alrededor del convento que
marcan un itinerario cuadrangular, nos encon-
tramos ante una ampliación del espacio atrial
en tanto que procesional. El número suele ser
de cuatro. Cuando aparecen cinco capillas, una
de ellas está frente a la portada atrial y consti-
tuía la primera parada de la procesión, como ex-
plicaba Mendieta. Dentro del atrio, el papel de
91
Artigas Hernández: "Arquitectura". pp.301-304.
Según este autor, obedecen al concepto prehispano
de vida al aire libre.
92 Ruisánchez Peinado: El convento. pp.74-75. La
autora las pone en relación con el sentido "simbóli-
co" de los cuatro ríos del Paraíso.
 LAMINA 34. TkiYACAPAN
esa quinta (o primera) capilla pudo correspon-
der perfectamente a la propia iglesia o, mejor
aún, a la capilla de indios.
Por último, nos resta mencionar un deta-
lle del atrio que siempre es citado como prueba
en contra de su supuesta capacidad defensiva.
Nos referimos a la tantas veces aludida ausencia
de puertas que aislasen completamente el recin-
to. Lo cierto es que la ausencia de puertas que
cerrasen las embocaduras del atrio parece ser
más una apreciación actual que una imagen con-
secuente con la realidad del siglo XVI.
En efecto, las ordenanzas redactadas por
fray Domingo de Ara al visitar el convento de
Guatemala, en 1548, insistían en el aislamiento
integral del perímetro conventual y de los reli-
127
(MoREws). CAPILLA URBANA.
giosos, poniendo puertas, incluso, a la capilla de
indios.'>3 En 1550 fue abovedada la conventual
franciscana de Puebla, que mira " ...a un gran
patio cercado con dos puertas [... ); éstas tenían
antes sus puertas de madera, hasta que el año
766, siendo guardián el muy reverendo padre
fray José Buitrago, se les puso rejas de hie-
93
" • •• Ponatur cerco in tota domo, et sit re ligio sus
circator, alius a portarlo, cuius sit circumire per
domum et .zelare religionem. Et porta qua itur ad
capellam indorum semper sit clausa et numquam
aperta remaneat propter exemplum seculorum ... "
(Remesa!: Historia. T.n. Cap.XIV. p.194).
Ｙ
ｾｆ･ ｲｮ￡､･ｺ＠ De Echeverría y Veytia: Historia.
Lib.n. Cap.x1x. p.287 .
..
 LAMINA 35. HUEJOTZINGO
rro ..."').l Y las actas capitulares de la orden de
predicadores, en 1564, prescribían que se tu-
vieran dos llaves en las puertas de los conven-
tos, especialmente " ...en las de la cerca ... "95
Por otra parte, las capillas posas del convento
de Huejotzingo (Puebla) conservan aún no sólo
los goznes de las puertas que cerraban sus va-
nos sino, incluso, algunos de los batientes de
madera (lámina 35).
Resulta, en definitiva, que el atrio no era
un espacio tan abierto, ni en su conjunto ni en
sus componentes particulares, como se ha ve-
nido afirmando.
95
Cit. Ulloa: Los predicadores. p.l73.
(PUEBLA). PUERTA DE CAPILLA POSA.
Otros espacios y formas
polifuncionales
La búsqueda del máximo rendimiento arqui-
tectónico llevó, en muchas ocasiones, a dotar
de múltiples funciones a determinados ámbi-
tos y elementos del conjunto conventual. Esta
observación, por completo coherente con la es-
tética austera buscada y necesitada por los
mendicantes, es apreciable en términos espa-
ciales y, también , al nivel de los detalles for-
males y estructurales.
En el dominio espacial el mejor ejemplo
lo constituye el complejo atrial, tal y como aca-
ba de ser analizado. Ahora sólo queremos lla-
mar la atención sobre la frecuencia con que la
128
 LA.\IINA 36. CUITZEO
portería conventual ofició, simultáneamente,
como capilla de indios. Se trata de un hecho
generalmente admitido por los investigadores
que han clasificado las distintas modalidades
adoptadas por tal ámbito96 y que es evidente en
multitud de conventos, tales como Jos de Yuriria
y Yanhuitlán, por citar dos de Jos más monu-
mentales (suntuosos en la terminología tradicio-
nal). En ciertas ocasiones quizá sería más exacto
hablar de capilla de indios con funciones de por-
tería, pues ésta está dotada de ábside, como en
Coyoacán y en Cuitzeo (lámina 36).
%García Granados: "Capillas". pp.J-29; Gante: La
arquitectura. p.58; Toussaint: Arte colonial. p.40;
McAndrew: The Open-AirChurches. pp.S91-597. En
algunos casos, se ha pretendido diferenciar e ntre
capilla de indios, cuando la estructura está dotada de
altar, y capilla abierta cuando no (Kubler: Arquitec-
tura. p.372; Baird: The Churches. p.62). A nuestro
juicio, tal distinción carece de sentido desde el mo-
mento en que la expresión capilla abierta es de nue-
va acuñación y nunca aparece en la documentación
colonial. Poco sentido y menor fundamento guarda
la idea, muy extendida, de considerar las porterías
como "portales de peregrinos".
(MlCHOAcAN). CAPILLt\ DE INDIOS.
Igualmente difundido, en el orden espa-
cial, fue el uso de la sacristía como sala capitu-
lar y baptisterio o de la sala capitular como
capilla funeraria. Es el caso del ya aludido con-
vento de Yanhuitlán.
A nivel de formas y elementos arquitec-
tónicos concretos, los principios de economía
y polifuncionalidad arquitectónicas son aún
más evidentes y abundantes. El criterio econó-
mico, en estado puro y absoluto, se aprecia per-
fectamente en una práctica muy difundida y
característica del medio conventual novohispano.
Nos referimos a la representación de elementos
arquitectónicos que deberían ser tridimen-
sionales en sólo dos dimensiones. Este autén-
tico efecto de trampantojo, lejos del ánimo
lúdico que inspiró ejercicios de la misma índo-
le en la Italia manierista, adquiere un aspecto
perentorio a manos de los mendicantes en la
Nueva España. Las ménsulas pintadas en el
convento franciscano de Cuernavaca (lámina
3 7) y en otros establecimientos de la misma
orden quedan empequeñecidas ante los fin-
gimientos tectónicos obrados por los tópica-
mente suntuosos ermitaños de San Agustín: las
129
..
LAMINA 37. CUERNAVAC\ (MoREWS) . MÉNSUL\ PINTADA EN EL
CUUSTRO.
masivas bóvedas de medio cañón que imitan
armaduras de lazo o de casetones en los con-
ventos de esta orden localizados en el estado de
Morelos (lámina 38), o las igualmente fingidas
crucerías estrelladas y casetones serlianos de los
establecimientos en el estado de Hidalgo (lámi-
nas 39 y 40), son suficientemente expresivas al
respecto. Los hijos del Poverello de Asís, aun-
que acostumbraron abovedar la nave de sus igle-
sias con crucería real también recurrieron a este
tipo de ejercicios, si bien con menor asiduidad
que los agustinos: valga como ejemplo el medio
cañón con crucerías pintadas que cubre la nave
de la ya citada conventual de Cuernavaca.
Análogo razonamiento. es el que llevó a
la incorporaciÓn de los confesionarios en el
130
LA,\IINA 38. ÜCU/TUCO (MOREWS). CASETONES SER/,LWOS FINGIDOS
EN LA B0 VEDA DEL CLWSTRO.
muro de la iglesia con acceso para el religioso
desde el claustro (Tecali, Yanhuitlán, Yuriria)
(lámina 41).
Menos conocido puede ser el eventual
empleo de las ventanas del coro como púlpitos,
claro en Tepeaca (Puebla) (lámina 42) y aventu-
rable en otros ejemplares que, análogamente,
rasgan ese vano hasta el nivel del suelo del coro
alto (Huejotzingo).
A la luz de esta valoración se comprende
más fácilmente que un camino de ronda tan con-
trovertido historiográficamente como el del con-
vento de Tepeaca (lámina 43) pudiera servir de
andén sin descrédito de sus atribuciones defen-
sivas; andenes mucho más simples existen en
conventos no fortificados como el de Tecali (lá-
LAMINA 39. ACTOPAN (HJD,\LGO). CRUCER!A ESTRELLr\DA FINGIDA EN LA BÓVEDA DEL CLr\USTRO .

131
..
 LAMINA 41.
mina 44). Difícil, en cambio, se hace mantener
una lectura de los merlones como elementos de-
corativos, gratuitos en definitiva (lámina 45).
El tipo de cubierta empleado en los esta-
blecimientos conventuales, aterrazado y con las
bóvedas trasdosadas, también es susceptible de
albergar una lectura múltiple (lámina 46). Si-
gue siendo perfectamente válida la utilidad su-
puesta por Kubler, es decir, como superficie
recolectora del agua de lluvia. Al fin y al cabo,
las mismas connotaciones pluviales se observan
en Andalucía y las Islas Canarias, donde este
tipo de solución era ya algo secular y desde
donde pasó a la Nueva España. Sin embargo, la
misma función era satisfecha, igualmente, por
una cubierta a dos aguas con teja sobre arma-
TECALI (PuEBLA). CoNFESIONARIO.
dura de par y nudillo. Ésta hubiera sido una so-
lución más normal pero, también, más cara; a
los mendicantes les interesó, lógicamente, la
respuesta más económica. Pero la cubierta ate-
rrazada, además de económica, permitía la li-
bre circulación por las partes altas del edificio,
algo imprescindible si se trataba de incorporar
una función defensiva al mismo. Recuérdese
acerca de este particular la nota añadida a la
Tercera Carta de Relación de Hernán Cortés,
acaso debida al arzobispo Lorenzana (c.l770)
y referida a la conventual de Yecapixtla: " ...en
tiempo de Cortés, se hizo la magnífica iglesia
parroquial, tan.fuerte que, encima, puso arti-
llería y, después, se mandó apear y fundir los
cañones; he visto adonde estaban asentados y
132
L"'\liNA 42. TEPE.i\C,\ (PUEBLil). VENTANA DE CORO.

LAMINA 43. TEPE.i\CA (PUEBLA). CAMINO DE ROND;\.

133
..
 LAMINA 44. TECALt (PUEBLA). ANDÉN.

LAMINA 45. CuowLA (PuEBLA). MERLONEs DE M &\RDA ATRI11L.

134
 LA.\IINA 46. Acror.w (Hw.ILou).
es un castillo muy fuerte la iglesia ..."'17 La ob-
servación podría hacerse extensiva a su herma-
no y vecino convento de Atlatlauhcan (lámina
47).
Incluso, puestos a añadir eventuales posi-
bilidades defensivas a la arquitectura conventual,
puede aun señalarse la generalizada preocupa-
ción de los mendicantes por dotar de agua a los
conventos, tan intensa como atestiguan los es-
fuerzos ingenieriles de las tres órdenes (acue-
ductos, fuentes, aljibes). El programa urbano
aristotélico-tomista prescribía, de hecho, que la
ciudad " . ..debe poder contar, además, con
abundantes depósitos de agua y manantiales
naturales, cuya falta ha Llegado a remediarse
con la construcción de grandes y numerosos
depósitos para las aguas de lluvia, con el ob-
jeto de que nunca falte el agua si, durante una
guerra, no pueden comunicarse los habitan-
tes de una ciudad con el resto del territorio ..."98
Desde este mismo punto de vista, muy
grandes dificultades acarrea superponer el
7
" Cit. Toussaint y Ritter: Paseos. pp.l07-110.
98
/nAristotelis . Lib.vn. Lec.Jx. p.457.
135
TER&IZ;\ DE L.,\ IGLESIA.
significado simbólico que la tradición medieval
asociaba con la fuente claustral al hilo de una
cita como la que habla de este elemento en el
convento de Cuitzeo: " ...en m edio del referido
claustro, hicieron próvidos nuestros venera-
bles padres un crecido algibe en forma de ti-
naja, apta para guardar todas las aguas de las
azoteas de la iglesia y convento, toda la cual
se descuelga al claustro por vistosísimas ca-
nales de leones, águilas y sirenas ... "<J9
Ni siquiera apelando a la triple y jerarqui-
zada funcionalidad señalada por Aristóteles y
santo Tomás para las fortificaciones urbanas,
tendría cabida la lectura simbólica. Las funcio-
nes defensiva, decorativa y disuasoria, en cam-
bio, sí podrían convenir, por ese orden, a unos
elementos tan característicos como los merlones
y las almenas. Ciertamente, ningún documento
contemporáneo de las obras conventuales alu-
de a la función de los elementos fortificados de
manera explícita. Los testigos que vieron alzar-
se estas magníficas fábricas lo fueron también
de una serie de acontecimientos históricos lo
""Burgoa: Palestra. p.671.
..
 LA.\IINA 4 7. ATLATLAU/JCIN (MORELOS). T ERRAZAS DE LA IGLES/;\ Y DEL CONVENTO.
suficientemente explícitos, por cercanos y vívi-
dos, como para prescindir de cualquier tipo de
comentario explicativo al respecto. La valora-
c ión histórica de los conventos fortificados iba
a exigir un distanciamiento temporal.
Los juicios sobre los conventos fortifi-
cados provendrán pues, de personalidades
ajenas al contexto histórico que los originó.
Así, para fray Bias de la Torre (c .1650), la con-
ventual franciscana de Cholula es " ...una her-
mosa fábrica y fortí sima, de un solo cañón
cubierto de cuatro grandes y singulares bó-
vedas, con doce estribos por de juera, de cin-
co pasos en cuadro, que la aseguran; y, por
lo alto, rodeada de almenas y torreoncillos
que la hermosean .... " 11x1 El juicio de fray Fran-
cisco de Ajofrín ( 1764-17 6 7) sobre la misma
iglesia, más rotundo, afirma que" ...está rodea-
da toda de torreones, troneras y baluartes
que indican se fabricó también con la mira
de que sirviese de fortaleza si hubiese nece-
sidad ... "101
10
nCit. Maza y Cuadra: La ciudad. p.142.
101
Ajofrín: Diario. T.11. p.203.
136
Ajofrín ve únicamente la función defensi-
va, si bien, pese a su convencimiento, evita pre-
cisar frente a quién serviría de defensa "si
hubiese necesidad". En el caso de fray Bias de la
Torre, la valoración defensiva queda velada bajo
la expresión de fuerza y seguridad emanada del
conjunto, por una apreciación estética, decorati-
va, de los detalles militares. ¿Sería lícito suponer
que la objetividad derivada del distanciamiento
temporal pudo haber propiciado, igualmente, la
incomprensión del contexto original que generó
ese tipo de conventos y que, en suma, se trata
de apreciaciones subjetivas? Creemos que no. La
omisión de Ajofrín respecto a la identidad del
supuesto agresor acaso se deba a que sabía per-
fectamente, tal y como hemos insistido con an-
terioridad, que los naturales del valle de Puebla
fueron los que con mayor solicitud colaboraron
con los españoles y que el de Cholula, como sus
congéneres poblanos, fue fundado en un clima
de acusada tensión entre los mendicantes y los
civiles hispanos. La función decorativa, por su
parte, nace de una percepción puramente sub-
jetiva y no contrastada por escrito entre los pro-
motores de los objetos juzgados.
 Uu\IINA 48. YURIRL\POND,\RO (ÜWNMUATO). FRENTE ORIENTAL.
Para aclarar esta cuestión, a falta de do-
cumentos escritos coetáneos existe un convento
paradigmático que constituye un excelente do-
cumento constructivo acerca de la finalidad o
finalidades de la morfología militar: el conven-
to agustino de Yuririapúndaro. Ya hemos trata-
do la unanimidad con que su carácter defensivo
ha sido aceptado tanto por los cronistas de la
colonia como por los historiadores contempo-
ráneos, matizando, asimismo, la condición de
la amenaza chichimeca. ¿Dónde reside tal ca-
racterización? Básicamente, en dos aspectos: la
solidez, opacidad y masividad de sus muros y
estribos y en su silueta almenada (lámina 48).
Teniendo en cuenta que ambas características
son compartidas por el resto de los conventos
fortificados, no deja de resultar incongruente
aceptar la finalidad defensiva en aquél y des-
echarla en éstos.
Aparte de esas notas, existen en Yuriria
otras dos que han pasado inadvertidas para los
investigadores y que contribuyen a esclarecer,
definitivamente, la naturaleza funcional de la
morfología fortificada. La primera enfatiza la
finalidad defensiva. Se trata de un paso eleva-
137
do que ciñe el lienzo nororiental del convento
(excepcionalmente, el convento se extiende al
norte de la iglesia); se eleva, sobre arcos, hasta
la altura de las ventanas del sobreclaustro, pero
éstas son inaccesibles desde él, pues se encuen-
tra separado del muro (lámina 49). Estamos,
pues, ante un camino de ronda muy singular y
ante el que no cabe apelar a un uso adicional
como andén. A diferencia de los habituales ca-
minos de ronda, no sólo está separado del muro,
sino que ese muro pertenece al convento, no a
la iglesia, y sólo ocupa uno de los lienzos, el más
desprotegido por su menor altura y su mayor
número de vanos; el largo lienzo septentrional
pudo prescindir de él por su mayor altura (des-
nivel del terreno) y por el menor número de
ventanas (vertiente de umbría), ausentes en la
planta baja (lámina 50) . La segunda nota dela-
ta un aprovechamiento ornamental sobrepues-
to al defensivo. Nos referimos al hecho de que
la secuencia de merlones y almenas aparezca
resaltada por una línea ocre que va subrayando
el contorno sobre el fondo blanco del enfoscado
(lámina 51). Posiblemente, este tipo de solu-
ción, aún apreciable en Yuriria, fuera algo más
..
 LA.\UNA 49. Y uRIRJAPúND,\RO (Gu,wAJUATO).
PASO ELEVrWO.
generalizado, aunque no conservado. El caso
es que ciertos conventos agustinos del estado
de Morelos conservan restos de decoraciones
sumarias y geométricas aplicadas con trazos
rojizos sobre las superficies enfoscadas y
blanqueadas de los exteriores (lámina 52). Re-
calcamos que la intención decorativa se super-
pone a la defensiva, no a la inversa, y que, en
tal sentido, se halla en perfecta consonancia
con la rica fachada sobrepuesta a los pies de
la iglesia de Yuriria.
En la búsqueda de connotaciones simbó-
licas de poco sirve que fray Matías de Escobar
(1729) diga de esta iglesia que era, " ... en lo in-
terior, una pacifica Jerusalén, pero, en el ex-
terior, era todo un formidable castillo desde
138
L AMINA 50. Y UR/RJ,\PÚNDJ\RO ( G UM'AJUATO).
FRENTE SEPTENTRIONAL.
adonde se defendían de los chichimecos los
naturales de este pueblo ... "102 Para las fechas en
que escribía el cronista , y ya desde bastante
tiempo antes, la apelación a prototipos hieroso-
limitanos era un recurso obligado entre los
panegiristas.
De acuerdo con la re tórica barroca, nin-
guna iglesia que se preciase era suficientemen-
te ponderada si no se la comparaba con el
templo de Salomón o con Jerusalén. El sermón
predicado en 1680, con motivo de la dedicación
del sagrario de la Santa Vera Cruz en la ciudad
de México insistía en cuestiones tales como que
el tal sagrario era una estancia funcionalmente
w 2 Escobar: Americana Thebaida. p.553.
-
LAWNA 51. YURIRJAP0NDARO (GUANAJUATO). MERLONES DECORADOS.
análoga al Sancta Sanctorum del Templo de
Salomón o que Cristo, al transfigurarse, " ...que-
ría que los templos del alma se le o.freciessen y
los materiales templos de su iglesia se lejabrica-
ssen ...", y " ...este material edificio en que esta-
mos guarda [como guarda] correspondencia
devida con el espiritual ..."103 Cuando fue dedi-
cado el nuevo y modesto templo del Cerro de la
Bufa, en Zacatecas (1795), el predicador transi-
taba los mismos lugares todavía: " .. jamás cree-
ré yo que os sea menos acepto y agradable este
pequeño templo que lo que a Dios el m.agnificen-
tísimo de Salomón, porque, a la verdad, ¿qué
hubo en aquél de grande y de m.agnífico que no
se vea con ventajas en éste? ... Ｂ ｾ＠ Ｑ
Hecho aún más significativo: en 1682 fue
colocado un traslado de la Jerusalén triunfan-
te en la portería del convento de San Francisco
de Puebla. El panegírico que lo celebró ambien-
taba la obra explicando cómo " ... pinta el Evan-
gelista San Juan, al veinte y uno del Apocalipsis,
vna hermosa Ciudad que baxa al pauimento,
103
Ávila: Sermón. slf.
0liva: Sermón. p. 7.
ll14
139
con do9e puertas y vn ángel para que tome el
tamaño y reconosca la medida de esta Ciudad
Celeste y de sus bienfortificados fundamentos,
inexpugnables muros que la defienden y defen-
sores inuencibles que la amurallan [... ]. Todo
lo qual haUo ser expressa figura de la coloca-
ción de esta portería, sin que apenas aya cir-
cunstancia en la Jerusalén Triunphantey en la
Militante Iglesia que no se vea trasladada al
breue espacio de esta porteria ..." 105 El artificio
que sirvió para transmitir esta imagen fue barroco
en su ingenio e ingenioso en su sencillez. Fueron
doce lienzos con retratos de santos franciscanos
(desde san Francisco a san Diego de Alcalá) que
se identificaban con las doce puertas y las doce
piedras de la Jerusalén Celeste (iglesia triunfan-
te) y con los doce apóstoles (iglesia militante).
Otras dós citas (tampoco tenidas en
cuenta, y con justicia, por los defensores de
esta corriente interpretativa) pueden bastar
para apreciar el mismo modo de razonar, centra-
do ahora en la imagen de la iglesia conventual
como fortaleza de la fe.
wsTorres Pezellín: /erusalén. ff.l v0 -2v".
..
 LAMINA 52. YECAPIXTLA (MOREWS). DECORACIÓN CROMÁTICA EN EL CLAUSTRO.
Al dominico Antonio de Remesa! (1619),
ante la oposición ejercida por los encomende-
ros al convento de Ciudad Real de Chiapa, en
1548, le parecía que " ...impedir que no se edi-
fique y ser ocasión que no se haga un conven-
to de religiosos es quitar un alcázar o presidio
contra el demonio ... " La cita es clara y simple-
mente metafórica, por lo que atribuir connota-
ciones "simbólicas" al propósito del autor o a
los edificios por él referidos equivaldría a des-
quiciar la realidad y exigiría la presencia de la
morfología fortificada en la totalidad de los
conventos. Recuérdese, precisamente, que los
conventos chiapanecos carecen del menor sig-
no de fortificación.
140
Caso semejante, para el carmelita descal-
zo fray Agustín de la Madre de Dios (1646-
1653), la primera iglesia de su orden en México
fue " ...la primera como fortaleza donde contra
el infierno y el vicio enarbolaron sus estandar-
tes la religión y la virtud de nuestra humilde
reforma ..." 106 El lenguaje figurado, propio del
momento barroco, no pretende ir más allá del
símil como figura literaria. Por eso sería aven-
turado interpretar "simbólicamente" como for-
talezas de la fe ésta o cualquier otra iglesia
carmelitana, independientemente de que ten-
gan o no apariencia física de tales. La aludida
106
Madre de Dios: Tesoro . Lib.I. Cap.xxm. pp. 72-73.
por el cronista era una antigua doctrina francis-
cana cedida a los recién llegados descalzos,
construida con materiales perecederos y no
fortificada.
Las citas seleccionadas, cinco entre tan-
tas, reúnen todos los valores "simbólicos" que
la historiografía contemporánea ha querido pro-
yectar sobre los conventos fortificados. Con ello,
deberían quedar claras dos cosas. La primera,
que se trata de imágenes características de la
cultura del barroco, sin valor retroactivo. La
segunda que, en ninguno de los casos, fue ne-
cesario recurrir a elementos fortificados para
crear una imagen que era sólo eso, una proyec-
ción mental emanada del culteranismo barro-
co. Por la misma razón, si aún se quisiera aplicar
esa proyección mental al contexto conventual
del siglo XVI, considerando accidental la falta de
documentos probatorios, ha de tenerse en cuen-
ta que tampoco implicaría forzosamente el re-
curso a la fortificación física.
Traza moderada ¿por quién?
Una última cuestión queda por analizar al hilo
de las consecuencias arquitectónicas de los
ideales de pobreza y austeridad mendicantes.
Se trata de la tan manida "traza moderada" de
los conventos, atribuida, ya lo hemos visto, a
Hernán Cortés y, sobre todo, al virrey Antonio
de Mendoza a partir de la Instrucción redacta-
da para su sucesor hacia 1550 y tantas veces
citada. 107 Esta recomendación surge en el mo-
107
" ••. En lo que toca a los edificios de monasterios
y obras públicas, ha habido grandes yerros, porque
ni en las trazas ni en las demás no se hacía lo que
convenía, por no tener quién los entendiese ni su-
piese dar orden en ello. Para remedio de esto, con
los religiosos de San Francisco y San Agustín con-
certé una manera de traza moderada, y conforme
a ella se hacen todas las casas. Es necesario que v.s.
haga lo mismo con los de Santo Domingo, porque
comienzan ahora muchos monasterios y hánseles
de hacer más. v.s. mande buscar dos o tres perso-
nas que sean buenos oficiales y deles salarios en
quitas, vacaciones y corregimientos para que an-
den por toda la tierra visitando las obras y enmen-
dando los defectos, que son muchos (... ). Toribio de
141
mento en que las fábricas conventuales comien-
zan el proceso de renovación con visos de
perennidad, que no implica otra cosa más que
la petrificación de estructuras largo tiempo atrás
definidas en una versión perecedera.
Los diferentes ámbitos que componen el
complejo conventual novohispano del siglo XVI
habían quedado definidos desde el comienzo
del proceso evangelizador, como consecuencia
de la adaptación de los usos conventuales eu-
ropeos a las necesidades y posibilidades del
Nuevo Mundo. Nadie mejor que los propios
frailes había experimentado aquellos usos pre-
vios y nadie mejor que ellos conocía las deman-
das novohispanas.
Por lo que respecta al espacio atrial, re-
cuérdese su presencia en el convento de San
Francisco de Acámbaro (1526) y en la todavía
más temprana doctrina franciscana de San
Sebastián de Tumatlán, así como las connota-
ciones netamente europeas de tal ámbito, en
tanto que paráfrasis claustral. En cuanto al tipo
de iglesia, la nave única es demasiado cartuja
como para haber venido inspirada desde fuera
del medio conventual. Si fray Diego Valadés
(1579) pudo decir de los templos conventuales
que " .. .la mayor parte de ellos es enteramente
de cantería y guardan casi todos la misma
traza ... ", 108 fue más por la convicción con que
los mendicantes sobrellevaron sus principios y
objetivos que por injerencias externas.
Lo que le preocupaba al virrey Mendoza
no era la morfología del convento sino la racio-
nalización de los recursos, tanto más cuanto que
entre uno y dos tercios del costo de las obras eran
sufragados por las arcas reales. El incoveniente
que intentaba atajar era la falta de maestros ar-
quitectos profesionales, que derivaba en deficien-
cias técnicas de las construcciones, como pone
de relieve la concreta ejemplificación en los
Alcaraz, que estaba en el puerto cuando v.s. vino,
lo ha hecho muy bien muchas veces, así en los mo-
nasterios y puentes como en los demás edificios,
puede ser uno de ellos ( ... ).En Yanhuitlán se hace
una buena casa y de muy ruin mezcla, habiendo
mucha cal y muy buenos materiales, sólo por falta
de oficiales ..." (Instrucciones. p.llS).
108
Valadés: Rethorica. Cap.XIV. p.278.
..
 conventos de Teposcolula y Yanhuitlán, pero eso
no evitó que continuaran siendo los frailes los
directivos responsables de las obras.
Si la traza moderada del virrey persi-
guió algo más que eso, hubo de referirse a la
incardinación de esa buscada sistematización
del proceso constructivo dentro de un esque-
ma planimétrico establecido de antemano. En
este mismo sentido debe ser entendida la lla-
mada a la humildad, hecha durante una junta
de los dominicos en 1555: entre otras cosas,
pedían a los provinciales de cada orden " ...den
trazas moderadas de todo lo que se ha de edi-
ficar ... " 1()? De ahí, también, las constantes Ua-
madas de atención, desde las esferas oficiales,
para moderar las obras y, en consecuencia, los
gastos, especialmente en tiempos de Felipe n,
quien seguía insistiendo en suministrar una
"traza moderada" a los religiosos bastantes años
después de la advertencia virreina!. 110
Por lo que respecta a las estrategias de-
fensivas, tampoco cabe suponer una definición
desde fuera de la esfera conventual. Para ser
más exactos, los modelos sí eran de proceden-
cia ajena, pero los mendicantes los incorpora-
ron a su programa constructivo cuando el
proceso de evangelización precisó ensayar nue-
vas estrategias para lograr su viabilidad.
No hay constancia cierta de que los con-
ventos levantados en el Caribe contaran con
dispositivos fortificados. Se conoce la presencia
de almenas en dos edificios pero en ambos ca-
19
H Cit.: Vences Vidal: La obra. T.u. p.558.
110
En 1509, el Almirante Diego Colón llevó a La
Española instrucciones precisas de Fernando el Ca-
tólico " ...para que con la mayor brevedad se fabri-
quen iglesias y monasterios que no fuesen muy
suntuosas sino que tuviesen la decencia correspon-
diente ... " (Beaumont: Crónica. T.1. Cap.xx1. p.254).
Felipe u, en 1565, envía al visitador Valderrama a
Nueva España para que los conventos se edifiquen
con un mínimo de seis leguas de separación, " ...dán-
doles primero traza humilde y moderada ... " (Cit.
Cuevas: Historia. T.n. Cap.vn. p.186). Las Leyes de
Indias, recopiladas en 1681, aún recogen dos cédu-
las enviadas por el mismo monarca, en 1563 y 1568,
sobre lo mismo, para que " ...sean las casas mode-
radas y sin exceso ... " (Recopilación. T.1. Lib.J. Tít.nJ.
Ley rv. fol.11).
142
sos parece tratarse de añadidos tardíos con
posterioridad a que la fórmula fuera ensayada
y definida en la Nueva España. Además, las fuen-
tes escritas no aluden a la existencia de tal ca-
rácter en aquellas tempranas manifestaciones
de arquitectura conventual, y los conventos
primitivos de los que quedan restos carecen de
tales detalles (Santo Domingo, d.1524; laMer-
ced, d.1527; San Francisco, 1544).
El primer ejemplo corresponde a la igle-
sia franciscana de Jacagua, en la antigua San-
tiago de los Caballeros, fundada en 1511 y
abandonada tras el sismo de 1562. No se con-
serva el edificio pero sí un plano levantado en
174 7 donde figuran, sobre el muro testero, sie-
te merlones prismáticos con remate piramidal
como los de los conventos novohispanos. Palm
opina que puede tratarse de la obra original
anterior al terremoto. 111 Tal suposición no sig-
nificaría, necesariamente, la precedencia de
estos merlones sobre los novohispanos, pues los
conventos fortificados de la Nueva España es-
taban configurados antes de 1562. Por otra par-
te, el hecho de que la iglesia contara con una
bóveda ya indica que el edificio estaba lejos de
la precaria obra original y, además, el clasicis-
mo de la portada remite a una hipotética inter-
vención posterior a la fecha del sismo.
El segundo es la catedral de Santo Domin-
go comenzada en 1523. Posee un atrio almenado
como el que "había de popularizarse en las
iglesias conventuales de México", según el
mismo autor. 112 Nos parece, igualmente, un
añadido tardío, máxime teniendo en cuenta que
el edificio catedral carece de merlones en todo
su perímetro salvo en la sala del cabildo, rehe-
cha tras el saqueo que sufrió la isla en 1586.
Los únicos merlones existentes en los
primeros edificios de La Española se encuentran
111
Palm: Los monumentos . T.11. pp.21-22.
112
ld. T.n. p.36. Parece como si , en este juicio, es-
tuviera siguendo a Angulo Íñiguez: Historia. T. J. p.86,
quien había dicho que esta Catedral contaba con "un
gran atrio o compás rodeado por un muro con al-
menas, como veremos en la arquitectura m exica-
na del siglo xw"; sin embargo, este autor no alude en
absoluto a antecedentes isleños cuando pasa a estu-
diar los conventos novohispanos.
en el dominio de la fortificación civil. En 1499,
cuando Francisco de Bobadilla intentó tomar por
la fuerza la fortaleza que el almirante Cristóbal
Colón había hecho en La Española, su alcaide
recibió la notificación de las provisiones reales
" ...desde las almenas ... " 113 Y al año siguiente, el
hijo del Almirante, para castigar el intento de
sedición encabezado por Adrián Mojica, " .. .le
mandó echar de una almena abajo ..." 1H No se
conserva esa fortaleza, pero sí la construida en
1503, conocida como Torre del Homenaje, un
cubo cuadrangular rematado por merlones.
En Nueva España es sobradamente cono-
cido el tono fortificado con que fueron levanta-
das las primeras casas para los españoles sobre
las ruinas de antigua Tenochtitlan. En la Pue-
bla de los Ángeles, pese al talante inicial del ex-
perimento, la presencia de conquistadores entre
sus pobladores dio lugar a la aparición de la
misma tipología doméstica: en 1533, presidien-
do uno de los lados de la plaza mayor, Gutierre
Maldonado " ...labró su s casas, que fueron las
primeras que tuvieron almenas con permiso
de la Ciudad ..." 115
Era este tipo de arquitectura fortificada
el que en ese momento los frailes tenían a la
vista cuando definieron los conventos fortifica-
dos. Carece por entero de sentido, pues, preten-
der invalidar la calidad defensiva de los mismos
por la no incorporación de las técnicas de
fortificación renacentistas. Las estrategias me-
dievales estaban a la orden del día, y aquéllas
no se conocían aún ni en la propia España. Por
otro lado, el ya citado Dionisio el Cartujo, en su
De vita militari, remitía a fuentes tradiciona-
les para mayores precisiones acerca de los dis-
positivos tácticos: el Libro de arte et re militari,
de Vegetius, explicaría al interesado" ...las pre-
visiones adecuadas ·para la defensa de los
muros ... " 116
La primera iglesia fortificada de la que
tenemos noticia se levantó en la Nueva España,
mHerrera y Tordesillas: Descripción. T.1. Lib.rv.
Cap.vm. p.J78.
Ｑ
ｾｂ･｡ｵｭｯｮｴＺ＠ Crónica. T.1. Cap.Ix. p.165.
115 Fernández de Echeverría y Veytia: Historia .
Lib.11. Cap.11. p.JJ.
Ｑ
ｾ ｒｩ｣ｫ･ｬＺ＠ "De vita". fol.296 V
0
• msenavente: Memoriales. Pte.l. Cap.LII. p.202 .
143
en 1530, a instancias de Nuño de Guzmán y,
por tanto, impregnada por el espíritu de la con-
quista militar, es decir, como defensa frente a
los indios. Aquel año el tiránico presidente de
la primera Audiencia llegó al río de Nuestra
Señora de la Purificación, en el límite septen-
trional de la provincia michoacana (tierra
chichimeca) , tomó posesión del sitio " ...y allí
fundó una ermita cercada de su muro y al-
menas ... ", según la Relación de Juan de Sá-
mano; la Cuarta relación anónima de la
jornada que hizo Nuño de Guzmán a la Nue-
va Galicia, más explícita, cuenta que" ...man-
dó hacer, en un promontorio, una iglesia a los
amigos, con su adarve alrededor almenado y
puertas comofortaleza ..." 117
Los frailes adoptaron pronto ese mismo
criterio, aunque con otras intenciones, lógica-
mente. Según Motolinía (c.1535-1543), los in-
dios habían hecho ya varios cientos de iglesias
en la comarca de México, y " . ..están estas
iglesas, de dentro, hermosas, limpias y devo-
tas y, de fuera, lucidas y almenadas ... " 118 Es-
tos templos, construidos por los naturales para
su culto y el de los frailes (serían pequeñas ca-
pillas y algunas de las primeras conventuales),
difícilmente estarían almenados para proteger-
los de los otros indios, por muy refractarios que
fueran a la cristianización. Mucho más difícil
aún resulta creer que esos centenares de igle-
sias, precarias por lo temprano de las fechas
pero ya militarizadas, fueran otras tantas prefi-
guraciones de la Jerusalén Celeste o de la for-
taleza de la fe.
Aceptado el origen netamente conventual
de la traza abstracta que unifica a todos los es-
tablecimientos de este tipo levantados en la
Nueva España del siglo XVI, es preciso puntuali-
zar otros aspectos secundarios. Los codificado-
res tuvieron que ser los franciscanos, atendiendo
a su precedencia cronológica y las fechas tan
tempranas en que aparecen consignadas las so-
luciones que iban a caracterizar a los conventos
definitivos. En esos momentos, por otra parte, los
maestros constructores venidos de España eran
escasos. Las crónicas están repletas de alusio-
García Icazbalceta: Colección. T.11. pp.262 y 464.
117
•
nes a frailes peritos en las tareas constructivas
y artísticas en general y, aunque algunos ca-
sos parecen fruto de exageraciones internas,
otros muchos no ofrecen lugar a dudas.
A diferencia de lo ocurrido con los con-
ventos, las catedrales fueron el fruto de un pro-
grama enteramente institucionalizado, no sólo
porque las trazas fueran enviadas desde Espa-
ña y puestas en ejecución por arquitectos tam-
144
bién importados. Es también así porque, antes
de que eso ocurriera, consta que los primeros
obispos pasados a Indias, en las primeras dé-
cadas del siglo, embarcaron en compañía de
maestros especializados en el arte de construir,
algo desconocido en el ámbito conventual pa-
ralelamente. Son cuestiones que aquí sólo
apuntamos y que esperamos desarrolla r en
otro lugar.
 CoNCLUSIONES
L os conventos construidos en la Nueva
España del siglo XVI, fortificados en su
mayoría, se erigen como testigos excepciona-
les de un tiempo en que la vida de la colonia,
entre la sorpresa y la incertidumbre asociadas
a la novedad, se esforzaba por hallar la fórmu-
la óptima para su desenvolvimiento como do-
minio español. Pero se trata de testigos mudos.
Para hacerles hablar es preciso reconstruir el
complejísimo entramado social y cultural que
los generó. Sólo así adquirirán una dimensión
mucho más profunda y rica en matices, que es
la que les corresponde dentro de una historia,
la novo hispana, de la cual ellos son juez y par-
te al mismo tiempo. Sin este presupuesto, esos
monumentos sólo mostrarán una mínima par-
te de su valor, serán considerados de manera
demasiado simple y, por lo mismo, los aconte-
cimientos históricos que los explican y que
afloran a cada palmo de sus muros se verán re-
ducidos a expresiones lineales, unívocas y sim-
ples. Éste es el círculo vicioso del que no han
podido escapar muchos investigadores que se
han acercado a tales documentos arquitectó-
nicos. Para romperlo, es preciso replantear
principios históricos fundamentales que no
han sido tenidos en cuenta o que han sido
malinterpretados.
La primera cuestión que debe tratarse es
la configuración de los diferentes grupos socia-
les integrantes de la Nueva España. Diferenciar
exclusivamente, como se ha hecho, entre espa-
ñoles (personificación del mal) y naturales (per-
sonificación del bien) es negar una realidad
mucho más compleja. Los españoles (europeos
más genéricamente) , en efecto, han de ser des-
critos con adjetivos negativos, pero no indiscri-
minadamente. Los intereses de todos ellos
convergían en el control de los indios, clave para
la supervivencia de la vida colonial, pero no to-
dos los intereses eran idénticos.
145
Los españoles civiles (conquistadores pri-
mero y colonos después), en general, buscaban
el mayor beneficio personal en el menor tiempo
y con el menor esfuerzo, y eso sólo era posible a
costa de los naturales. El clero secular llevó al
Nuevo Mundo el estigma de la corrupción que se
había ganado en toda Europa a lo largo de los
últimos siglos: perpetuar las viejas estructuras
eclesiásticas era su objetivo prioritario, viable
únicamente con la condición de que los indios
las sustentasen como contribuyentes.
Frente a estos dos bloques sociales se
encontraba un tercero integrado por el clero
regular y enfrentado abiertamente con ellos. El
motivo del enfrentamiento fue su actitud ante
los naturales. Buscaban protegerlos y preservar-
los de los destructivos intereses abrigados por
civiles y eclesiásticos seculares, y el empeño
manifestado en ello radicaba en que la pobla-
ción indígena, inofensiva, ingenua e inmacu-
lada, constituía la materia prima perfecta para
cultivar un magno y utópico proyecto.
El utopismo de los mendicantes novo-
hispanos no revestía, a nuestro juicio, un ca-
rácter tan acusadamente escatológico como el
que se le ha pretendido atribuir y que ha ser-
vido para justificar paralelismos entre los con-
ventos y la Jerusalén Celeste o el Templo de
Salomón. Era algo más "terreno" y, en ese sen-
tido, más inmediato: pretendía regenerar la
estructura eclesiástica en su conjunto, propo-
nía un modelo estructural alternativo para
acabar con la degeneración ampliamente de-
nunciada en el seno de la iglesia europea y lla-
mada a reproducirse en el Nuevo Mundo si ellos
no lo evitaban.
La estructura eclesiástica soñada por los
religiosos regulares no podía construirse con la
población civil española y con el clero secular,
nefastamente marcados por todas las taras
moralmente imaginables. Debía conformarse a
..
partir de los propios frailes y el nuevo género
de cristianos por ellos modelado en las perso-
nas de los naturales. Si éstos eran un dechado
de cualidades positivas, sus "creadores" no po-
dían ser muy diferentes.
En efecto, el clero regular de la Nueva
España se esforzó en encarnar la suma de las
perfecciones eclesiásticas, logrando una carac-
terización sumamente pintoresca y polifacética.
En principio, pertenecían a un ciclo reformador
que, en la Europa del siglo xv y principios del
siglo XVI, había venido buscando la repristina-
ción de todo el orden eclesiástico desde el
estamento regular. El fenómeno no era nuevo.
De manera recurrente y periódica, la iglesia
medieval cristiana se había visto sacudida por
movimientos reformadores que, curiosamente,
siempre habían partido de la facción regular, no
de la secular (Cluny, el Císter, etc.) . Esta últi-
ma pulsión, a diferencia de las precedentes,
encontró en el Nuevo Mundo posibilidades nun-
ca antes imaginadas para llevar a cabo la desea-
da regeneración.
Así fue como estos mendicantes pudieron
encarnar una serie de atribuciones que sobre-
pasaban, con creces, sus cometidos estricta-
mente conventuales hasta el punto de cargar
sobre sí las funciones propias de las restantes
modalidades de vida eclesiástica. Sumaron, si-
multáneamente, la actividad parroquial que
debería corresponder al clero secular, las aspi-
raciones eremíticas y contemplativas propias
del clero regular monástico, la filantropía cari-
tativa de las órdenes hospitalarias y, llegado el
caso, el espíritu combativo (defensivo) de las
órdenes militares. Por supuesto, este cúmulo de
valores fue el mismo que pretendieron inculcar
en los naturales.
Las dificultades para crear esa iglesia
perfecta, tan pura como aquélla encarnada por
los apóstoles, pronto se evidenciaron. Los pri-
meros intentos llevados a cabo en el Caribe de-
mostraron que la codicia de los españoles hacía
inviable no sólo la ilusión de una república so-
lidaria formada por las dos razas. La nueva igle-
sia debía prescindir de los españoles y, más aún,
protegerse de ellos. Ya a partir de entonces, el
proceso de evangelización se convirtió en una
sucesión de propuestas experimentales que
146
permitieran mantener a los indios fuera del al-
cance de los españoles y bajo el control exclu-
sivo de los frailes . Y, ya en estos momentos,
algunas de las propuestas pretendían fortificar
los establecimientos conventuales, armar a los
frailes e, incluso, crear órdenes militares para
defenderse de la animadversión hispana. El pro-
yecto del todavía licenciado Bartolomé de Las
Casas fue el más explícito.
Eso, precisamente, fue lo que se hizo
cuando el proceso de evangelización llegó a la
Nueva España. Los conventos fortificados fue-
ron un ensayo, una respuesta más en la cadena
experimental que persiguió defender el proyec-
to utópico de los mendicantes y, por tanto, de-
fender a la población indígena. Para entonces,
ya había fracasado un experimento previo que
perseguía la regeneración de los españoles ci-
viles: la fundación (franciscana) de la Puebla de
los Ángeles, que pretendió ser una materializa-
ción de la república aristotélica reinterpretada
por santo Tomás de Aquino. Además, el clero
secular había cobrado fuerza y reivindicado sus
derechos, emprendiendo una dura y violenta
campaña en contra de los mendicantes y en
alianza con la población civil hispana. Había
pasado el tiempo en que los obispos eran elegi-
dos entre el reformado clero regular y se aproxi-
maba el momento en que el clero secular iba a
encabezar su propia reforma.
Los conventos fortificados intentaron dar
respuesta, de la manera más adecuada posible,
a todas estas circunstancias históricas, hacien-
do uso de aquellos recursos que la memoria ar-
quitectónica de los frailes tenía disponibles, pues
sólo los frailes estaban en condiciones de respon-
der a una situación solamente por ellos sufrida
y conocida en profundidad. En su conjunto, la
arquitectura conventual de la Nueva España
durante el siglo XVI buscó satisfacer las funcio-
nes requeridas por la tarea de "modelar" a los
naturales, y por la necesidad de defenderlos y
defender a los propios frailes de los grupos
opuestos a su proyecto, y logró hacerlo al recu-
rrir a una pasmosa economía de medios, perfec-
tamente consecuente con el espíritu reformador
que los inundaba.
Los tipos de iglesia conventual , ya sea
basilical o de nave única, se ajustaron perfec-
tamente a esos presupuestos, tanto en su con-
figuración como por lo que respecta a la se-
cuencia alterna con que fueron utilizadas una
u otra modalidades. Basílicas provisionales,
iglesias de nave única y basílicas permanentes
se sucedieron en el tiempo al son que marca-
ron los acontecimientos históricos. De este
modo, el desarrollo de la iglesia de una nave
coincide con el momento de mayor pujanza
conventual, cuando mayor empeño pusieron los
frailes en defender su programa evangelizador:
representa la solución más simple y más bara-
ta que tenían a su disposición para crear un
edificio "fuerte", es decir, abovedado.
El complejo atrial, con todas sus peculia-
ridades, se revela como una versión sincopada,
abreviada y esencializada del tradicional claus-
tro conventual, concebido, por tanto, a partir de
prototipos europeos. Es, a la vez, el paradigma
por antonomasia del espacio polifuncional,
acorde con otros ámbitos y formas que, dentro
del conjunto conventual, persiguen la máxima
rentabilidad arquitectónica imaginable.
Los dispositivos para la defensa, por más
que se quiera subrayar su medievalismo, eran
los únicos disponibles en el contexto hispano de
ese momento, y se ciñeron al mismo criterio
polifuncional que recorre todo el organismo
conventual. Además, ha de tenerse en cuenta
que hablamos, en primer lugar, de conventos y,
en segundo, de fortalezas, no a la inversa. Y aun
es preciso recalcar que se trata de estableci-
mientos conventuales fortificados para defen-
der, no para ofender o atacar.
Carece de sentido suponer que sirvieron
para defender a los españoles, en su conjunto,
frente a las supuestas amenazas de los indios,
conociendo la naturaleza de cada uno de los gru-
pos sociales. Además; los fortificados son con-
ventos establecidos en pueblos indígenas. Sí
resulta perfectamente lógico, por lo mismo,
creer que sirvieron para defender a los indios y
a los frailes de los hostigamientos protagoniza-
dos por los españoles civiles y por el clero secu-
lar en su pugna por el control espiritual y
material de la Nueva España.
A esta función defensiva primordial cabe
asociarle una intención coercitiva, enteramen-
te deseable y dirigida a aquellos enemigos; final-
147
mente, se trata de una forma de defensa. A
continuación, se le puede sumar una aplicación
funcional de diferente índole, mecánica (garito-
nes colocados sobre los estribos) o de manteni-
miento (caminos de ronda-andenes). Por último,
sería lícito añadir la calidad decorativa inheren-
te a las almenas y los restantes términos extraí-
dos del léxico militar, teniendo bien en cuenta
que se trataría de un valor añadido, no de un
uso primordial ni mucho menos exclusivo. Pre-
tender sumar un valor "simbólico" o meramente
referencial supera ya las posibilidades ofrecidas
por las fuentes: probablemente es algo que ellas
no van a demostrar y que dependerá, en últi-
ma instancia, de la capacidad de sugestión del
observador.
¿Fueron eficaces los conventos fortifica-
dos? Dentro de las estrategias de evangelización
sucesivamente ensayadas, representan la solu-
ción más compleja y comprometida adoptada
por los mendicantes. El final de los conventos
fortificados no se debió a que fracasaran como
estrategia de evangelización, sino a que falló
todo el proyecto de evangelización. Por lo que
a América se refiere, nacieron y murieron en la
Nueva España del siglo XVI. Cuando la evangeli-
zación avanzó hacia el sur y hacia el norte,
durante los dos siglos siguientes, ya no fueron
necesarios. Las aguas habían tomado otro cau-
ce, el insólito organigrama pretendido por los
primeros evangelizadores para todo el estamen-
to eclesiástico había naufragado.
A los conventos fortificados de los men-
dicantes novohispanos les ganó el tiempo. Las
obras de los edificios definitivos más tempranos,
los conventos franciscanos del Valle de Puebla,
habían comenzado en la década de 1540. Para
entonces, los enfrentamientos más serios que
afectaron a los religiosos regulares habían teni-
do como oponentes a las autoridades y a la po-
blación civiles. Las tres órdenes mendicantes
eran todavía víctimas de divergencias respecto
al método evangelizador, la distribución terri-
torial y aun la actitud frente a los españoles ci-
viles. Los franciscanos fueron pioneros en todos
estos sentidos, por su precedencia cronológica
y mayor conciencia de su comprometida labor.
Los restantes establecimientos conven-
tuales, es decir, la inmensa mayoría, iniciaron
..
su edificación perenne en la década de 1550,
coincidiendo con la manifestación de conflic-
tos más serios. El principal opositor de los frai-
les será ahora el clero secular, apoyado por la
población hispana civil. La amenaza fue de tal
magnitud que las tres órdenes mendicantes ol-
vidaron pasadas diferencias para unirse en un
frente común.
La explosión del conflicto con el clero
secular, así como sus hitos cruciales, recorren
toda la década central del siglo XVI, al tiempo
-insistimos- que salía de los cimientos lama-
yoría de los actuales conventos fortificados. Los
edificios así concebidos fueron concluidos a lo
largo de las décadas siguientes, cuando la pug-
na se definía, cada vez en mayor medida, a ni-
vel de autoridades y la victoria de los seculares
ya estaba sentenciada. A los mendicantes no les
quedaba ya otra cosa más que replegarse y tra-
tar de finalizar los proyectos que habían comen-
148
zado a materializar, aunque la esperanza de
mantener o recuperar algo que defender fuese
cada vez más remota.
Felipe 11 se tomó todas las molestias ne-
cesarias para que las atribuciones de los men-
dicantes se redujeran a las que tradicionalmente
habían ostentado en la historia europea, regu-
lando por escrito y sancionando legalmente las
condiciones que habrían de regir el proceso
evangelizador del Nuevo Mundo a partir de en-
tonces y dando lugar a lo que pasó a denomi-
narse misión. La iglesia romana, por su parte,
se encargó de regenerar al clero eclesiástico
secular para que estuviera en condiciones mo-
rales de recuperar el terreno ganado por los
regulares. La clave que vinculó las acciones de
Felipe 11 y de la iglesia romana, la razón última
del fracaso de la utopía mendicante en el Nue-
vo Mundo, tuvo un nombre tan breve como
contundente: Trento.
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..
Fortalezas mendicantes se terminó de
imprimir en el mes de marzo de 1997
en los talleres de Grafía.
El tiraje fue de 500 ejemplares más
sobrantes para reposición.

Edición: Salvador Rueda S.

Diseño: Laura Novelo Q.
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