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Apellido y nombre: García, Keren

CI: 28.676.634

Sección y fecha: Cp04/T2/F2,07/02/2022

Acontecimientos de la Venezuela del siglo XXI

La evolución geológica de nuestro territorio ha podido permitido la formación de


depósitos minerales la extracción de recursos minerales del suelo y subsuelo
facilito la satisfacción de las necesidades de la población, generando a su vez
ganancias para los explotadores de las minas, además de esto ingresos a la
nación que le sirve de asiento. La sustentabilidad de esta actividad debe
contemplar no sólo criterios económicos, sino también sociales y ambientales en
la toma de decisiones.

En el primer gobierno del presidente Chávez (2000-2006) ocurre la producción


más alta del período 1970-2014, con tasas de crecimiento por mineral entre el 30
% y el 95 %, a excepción de diamantes. El total extraído se resume así: 17 %
hierro, 29 % oro, 40 % carbón y 38 % bauxita. Hay que considerar que durante
ese período se observa un incremento del precio del barril de petróleo, inclusive
de los precios del oro.

Por el contrario, en el segundo periodo del presidente Chávez (2007-2012) se


produce un descenso significativo en las tasas de crecimiento de la producción
minera: el hierro descendió en 24 %, el oro 31 %, diamantes 93 %, carbón 49 % y
bauxita 42 %, respecto al período gubernamental anterior; aunque seguía
incrementándose el precio del barril de petróleo, salvo la caída en el año 2009,
pero comienza a disminuir nuevamente a partir de 2013, tendencia que se
mantiene hasta la actualidad. En el año 2009 también se inicia la crisis del sector
eléctrico, obligando al Estado a tomar medidas para reducir el consumo energético
en las empresas básicas, entre otras; al mismo tiempo se refuerza el control
cambiario, lo cual reduce paulatinamente la capacidad de importación del país.

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Cabe señalar, qué al pasar de los diez primeros años de la bonanza petrolera y
de explotación de minerales más prolongada de su historia, Venezuela atraviesa
una severa crisis económica de carácter drástico que nos afectó y nos seguirá
impactando por largo tiempo en todas las dimensiones de la vida social. En un
período el precio del petróleo pasó de $10/b a $100/b. A pesar de esto, nuestro
país nuevamente no supo aprovechar esa gran oportunidad para realizar las
reformas e inversiones necesarias para encaminarnos en una senda de
crecimiento sostenible y desarrollo. Hoy nuestro país presenta niveles
inflacionarios, de endeudamiento, de escasez de productos básicos, de recesión,
etc., que señalan a todas luces que la gravedad de la crisis es de muy hondo
calado, con graves consecuencias sobre el consumo básico, el salario y la
provisión de bienes y servicios públicos.

La Venezuela aparentemente rica y dispendiosa hemos pasado a la Venezuela


pobre de la década de los 90. Las distorsiones que arrastran las políticas
monetaria, fiscal y cambiaria, el alarmante declive que exhibe nuestra industria
petrolera, a lo que se une ahora la caída sin parada de los precios internacionales
del petróleo, generan un clima muy sensible de incertidumbre y desconfianza que
ahuyenta las posibilidades de inversión de capitales nacionales y extranjeros. Los
decisores de políticas públicas no quieren decirse la verdad de la crisis ni
plantearla.

Los decisores de políticas públicas no quieren decirse la verdad de la crisis ni


plantearla honestamente al país. Al contrario, hasta ahora, las medidas tomadas
son confusas y tímidas, salpicadas de mucha demagogia. Lo cierto es que
estamos en un foso muy hondo y quienes tienen la responsabilidad de guiarnos
para salir de él están entretenidos en hacernos pensar que la cosa.

Cabe destacar, que el libro que tenemos entre manos analiza en cada uno de
sus trabajos la crisis actual, la gestada entre 2012 y 2014, cuando aún los precios
del petróleo se mantenían en promedio a $100/b. Situación está que ya a

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comienzos del 2014 obligaba a tomar medidas urgentes de ajuste para
racionalizar el juego económico, estabilizar el mercado cambiario e incentivar la
producción interna. En el último trimestre nuestra crisis se agrava con la caída de
los precios internacionales de petróleo.

En el 2015, contaremos, siendo optimistas con la mitad del ingreso petrolero


del 2014. Los autores analizan nuestro problema económico desde distintos
ángulos, brindándonos un enfoque multidimensional de los distintos aspectos que
debe abordar una reforma integral de la economía del país. Además del
tratamiento de los temas estrictamente económicos (controles, ajustes, finanzas,
petróleo, productividad, crecimiento y desarrollo) se aborda el complejo tema de la
institucionalidad para hacer sostenible las reglas de juego claras, el impacto sobre
el mundo del trabajo, la relación entre políticas sociales y economía, las protestas
sociales y su relación con la crisis económica. Se ofrece pues una visión de la
complejidad de la crisis y de las dimensiones que debe tener una reforma de
carácter estructural. La reforma estructural que nuestra economía espera es
complicada pues supone actuar sobre nuestra resistencia como sociedad a la
modernización de sus relaciones económicas. Ciertamente, la crisis que vivimos
en la actualidad es muy grave, pero forma parte de un elenco de ciclos que se
repiten constantemente, con mayor o menor gravedad.

La sociedad venezolana, durante muchos años no vive de lo que produce, vive


de lo que recibe por un bien, que no es producido, que es un bien natural. Los
niveles de vida de la sociedad venezolana están por encima de su capacidad
productiva, gracias a ese plus que ofrece la renta petrolera, el derecho que da la
propiedad de un bien escaso, codiciado en el mercado capitalista internacional. El
petróleo es un bien nacional y la administración de la renta que produce la
colación de ese bien en el mercado internacional está en manos del Estado, que
representa a la nación. Se configura así un régimen económico estatista y
centralista, pues es el Poder Ejecutivo del Estado quien controla directamente las
decisiones de producción, comercialización y distribución. En el marco de nuestra

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tradición presidencialista, el presidente de la República termina siendo el decisor
último de la política petrolera y de la administración de la distribución de la renta
en la sociedad. La distribución de la renta petrolera no es un problema solo
económico, de justicia social, etc., sino que, además, se convierte en la manera
como se obtiene y se mantiene el apoyo político. La distribución de la renta se
convierte en la clave del discurso político y de la legitimidad.

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