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Juan Camilo Ciro Daza

Gonzalo Soto Posada

19/02/2021

Sobre la voluntad de ser feliz

Todo y nada es certero cuando se trata de definir un concepto como la felicidad, y se hace
más problemático cuando se trata de concertar el camino hacia ella. Sabiendo esto, es
aquella voluntad de conocer la que nos lleva a darle una forma al ideal, en este caso el de la
felicidad. En ella se agrupan cantidad de virtudes, estas no la definen, tampoco la
desmienten; es una búsqueda constante donde tienen lugar diversas concepciones tal cual
sea la experiencia de cada individuo. ¡Profundo error!, enfatizan los del diálogo al
considerar que nada tiene que ver la felicidad con el vivir como se quiere pues en este
querer se halla una voluntad desmesurada. También es voluntad perversa aquella que desea
lo que no le conviene pues pasa a ser dañina y vacía. Entonces, ¿qué se tiene para decir
sobre este ideal?

Parece ser que la sabiduría es el camino más sensato, además de estoico. Es así, prevalece
una lumbre del estoicismo en el pensamiento agustiniano: “el sabio no teme a la muerte
corporal ni al dolor”, o también: “evitará la muerte y el dolor cuanto puede y conviene; si
no puede evitarlas a pesar del empeño no se siente desgraciado”. Y rematando esta parte del
diálogo San Agustín se refiere a aquel dicho: “pues no puede verificarse lo que quieres,
quiere lo que puedas”. Estoicismo en su estado más contemplativo sin duda alguna. Así
pues, nos encontramos frente a la voluntad como fundamento para alcanzar la plenitud,
concebida como el estado perfecto del ánimo, donde la moderación y la templanza logran la
imperturbabilidad, por tanto un bienestar del equilibrio. San Agustín lo menciona como una
moderación del ánimo, o en otras palabras: “amar la moderación en todo”.

Reconociendo esto, el hombre sabio es aquel que busca la coherencia en acto y palabra. El
hombre dichoso es un hombre sabio, el hombre sabio es un hombre moderado, nada le falta.
¿Qué irradia este hombre? La razón plena; véase en el diálogo: “aquél sol escondido irradia
esta claridad en nuestros ojos interiores” Aquella razón se nos revela como lumbre de la
verdad, esta a su vez es Dios contemplado con aquellos ojos del alma. Así pues, es claro
que la voluntad nos congrega a vivir en la plenitud, una que es perfecta y suficiente, FELIZ.

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