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En primer lugar, debemos saber que la información sensorial, como el tacto, el olor, etcétera, es

detectada por neuronas que actúan como receptores y es enviada al sistema nervioso central
(médula espinal y encéfalo) para ser procesada. Existen neuronas sensitivas capaces de detectar
daño en nuestros tejidos y transmitir la información al sistema nervioso central donde se procesa y
hace que percibamos dolor.

Algunos aspectos de la teoría fueron modificados más tarde, pero la idea principal sigue siendo la
misma.  Se basa en que la señal de tacto que enviamos al sistema nervioso cuando frotamos la
zona interfiere con la señal de dolor y hace que esta sea menor.  Para ver cómo ocurre más
detalladamente debemos fijarnos en la interacción entre cuatro neuronas distintas en la médula
espinal. Las neuronas que detectan estímulos nocivos, como el daño en un tejido tras un golpe,
son llamadas nociceptivas o fibras C. Las fibras C envían la información a la médula espinal donde
se transmite a otras neuronas conocidas como neuronas de proyección. Estas transportan la señal
al resto del sistema nervioso central. Además, existen otras fibras, las no nociceptivas o fibras Aβ,
que detectan el tacto, y que también transmiten información a las neuronas de proyección. Por
último, hay otra neurona implicada, una interneurona (llamada así por funcionar como
intermediaria) que tiene efecto inhibidor sobre la neurona de proyección, es decir, la desactiva y
hace que no envíe señal al sistema nervioso central.

La clave del mecanismo está en que la interneurona inhibidora puede ser controlada por las
fibras C y las fibras Aβ: las fibras C (nociceptivas) la desactivan, haciendo que la neurona de
proyección transmita el estímulo; y las fibras Aβ (no nociceptivas) la activan, haciendo que se
transmita de forma más débil. En definitiva, cuando se recibe un estímulo dañino se pone en
funcionamiento la fibra C y su señal es enviada por la neurona de proyección al sistema nervioso
central donde se procesa y nos hace sentir dolor. Sin embargo, si simultáneamente se recibe un
estímulo de tacto, como ocurriría cuando frotamos la zona después del golpe, la fibra Aβ activa a
la interneurona inhibidora, aunque la fibra C la esté desactivando, por lo que la señal que se
transmite es menor y se percibe menos dolor.

De esta forma, las fibras nociceptivas abren la compuerta al dolor y las no nociceptivas, la


cierran. Es por ello que si nos frotamos una zona después de un golpe o si la sacudimos podemos
aliviar en parte el dolor.  También hay que tener en cuenta que desde las distintas zonas del
cuerpo se envía el estímulo nocivo y no nocivo a un segmento distinto de la médula espinal y por
ese motivo para aliviar el dolor en la pierna izquierda, por ejemplo, no es efectivo frotar la
derecha.

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