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Cuentos
haz una carrera con Bambi y Tambor; monta
en trineo con Reina y Golfo; juega en la nieve
con la Bella y la Bestia, ¡y mucho más!
365 historias llenas de magia y aventura
clásicos
de tus personajes favoritos de Disney.
ENERO
Carpintero y el señor Morsa daban un Carpintero se emocionó pensando en su
paseo para hacer la digestión. Acababan estofado. ¿Le permitiría el señor Morsa
de zamparse un festín de algas asadas con prepararlo algún día? Hasta entonces,
crustáceos a la vinagreta, y ya estaban nunca había aceptado.
pensando en el almuerzo. Por fin llegaron a palacio, donde el
—¡Sugiero un estofado de momerat con Conejo Blanco los llevó ante la Reina.
salsa de espinacas! —dijo el Carpintero, a —Venimos a rogarle a Su Majestad que
quien se le hacía la boca agua. nos dé unos caracoles —susurró el señor
—No es un plato de temporada, ni Morsa.
tampoco refinado —dijo el señor Morsa, —¿Caracoles? ¡Qué amabilidad! ¡Me
rechazando la propuesta. encantan con mantequilla salada!
—¡Pero si ya no existen las estaciones El Rey de Corazones, desde su rincón,
del año! —replicó el Carpintero—. En el carraspeó y le aclaró:
País de las Maravillas, ¡diciembre es lo —No, querida. Nuestros súbditos no
mismo que agosto! te traen caracoles. ¡Te piden algunos para
El señor Morsa hizo girar su bastón con comérselos ellos!
aire pensativo. Su mala fe no siempre bas- Ante estas palabras, la Reina enrojeció
taba para convencer a su amigo… de ira.
—Pues zanjemos el asunto con un —¿Comerse mis preciosos caracolitos?
menú de gala que nos complazca a los dos —espetó—. ¡Qué horror! ¡Que les corten
—respondió el señor Morsa, con una gran la cabeza a estos criminales!
sonrisa en los labios—. ¡Sopa de caracoles El Carpintero y el señor Morsa salieron
a la canela! corriendo, ¡piernas, para qué os quiero! El
El Carpintero, que detestaba los cara- Carpintero había corrido un gran riesgo
coles, asintió sin más. Sabía que solo se para que a su amigo se le quitaran las
encontraban en el palacio, y a la Reina ganas de comer caracoles.
de Corazones le gustaban tanto que no —¡Tu glotonería será nuestra perdición,
los compartía jamás. Así que, como no señor Morsa! —se burló el Carpintero.
podrían conseguirlos, el hipócrita del —En todo caso, no mientras tú estés
señor Morsa no podría hacer nada. conmigo… —dijo este, al
Cruzaron el bosque a paso tranquilo. darse cuenta del engaño
Cuando llegaron a un prado donde unos del Carpintero.
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ENERO
ha nacido un principito, —dijo Tambor—.
en medio de un claro, El Príncipe del Bosque
al abrigo de un arbolito. por fin nació.
El primero de todos en verlo
ha sido un avispado mirlo. Y todos los animales
echaron a andar.
—¡Qué sorpresa! —exclamó. Unos llevaban unas bayas
Y rápidamente avisó jugosas a rabiar.
a todos los animales que halló. Otros un puñado de hojas
A una urraca despertó, más tiernas que el pan.
y le dijo con emoción:
—¡Despiértate! ¡Ya llegó! Los pinzones gorjeaban,
—¿Quién? —la urraca preguntó. los mirlos silbaban,
—¡El cervatillo ya nació! las urracas cotorreaban,
y todos los animales se apresuraban,
La urraca dio la noticia con el corazón lleno de goce
a unos blancos conejitos hacia el claro del bosque.
que retozaban en la hierba
entre saltos, risas y gritos. Cuando llegaron,
Tambor se acercó a Bambi
—¡Vamos a ver si quiere jugar! para saludarlo.
—propuso Tambor con entusiasmo. Después se fue a buscar
Y con sus hermanas detrás, brotes y dientes de león
se fue corriendo hacia el claro. para agasajarlo.
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ENERO
—¡Jasmine! ¡Levántate, de prisa! ¡Abú ha pasado al otro lado del espejo!
¡Está pasando algo raro! —¡Sigámosle! —decidió Aladdín.
Jasmine se percató de su inquietud y se Tomando a la princesa de la mano,
levantó de entre los almohadones de seda. avanzó hacia su reflejo. En lugar de cho-
El sol matutino inundaba la alcoba. car, se hundió en él y, en un abrir y cerrar
—¿Aladdín? ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? de ojos, Jasmine y Aladdín se encontraron
—Yo sí, pero mira a tu alrededor… junto a Abú.
—¡Caramba! —exclamó Jasmine, sal- —¡Uf! Todo vuelve a estar en el lugar
tando de la cama. correcto —dijo Aladdín con un suspiro
La joven pareja contempló con sorpresa de alivio—. Supongo que este espejo es
el aposento. No faltaba nada, ¡pero todos una especie de puerta…
los muebles estaban del revés! El día ante- —Ya entiendo… —razonó Jasmine—.
rior, mirando desde el balcón, la ciudad Ayer nos acostamos en medio de la oscu-
de Agrabah quedaba a la derecha, ¡no a ridad. ¡Debimos de atravesar el espejo sin
la izquierda! Jasmine corrió hasta el gran darnos cuenta!
espejo de cuerpo entero que Aladdín le —¡Buenos días! —exclamó de pronto el
había regalado la noche anterior. Genio.
—¡Mi lunar está ahora en la otra mejilla! —¡Buenos días! ¡Acabamos de tener
—Y yo… ahora soy zurdo… —comentó una extraña aventura! —le contó Aladdín.
Aladdín—. Esto me da mala espina… —¡Oh, creo que ya sé de qué se trata!
—¡Aladdín! ¿Y si se trata del espejo? —dijo el Genio—. La Puerta de los Sueños
El muchacho lo examinó. Instalado se encuentra en vuestro poder. Creía
contra una pared, adornado por un marco que había desaparecido hacía siglos…
de oro cincelado, le pareció incluso más ¡Estupendo! Si algún día tenéis un pro-
bello que cuando se lo compró a aquel ex- blema, siempre os podréis refugiar en
traño mercader ambulante, que se jactaba el otro lado. Solo el propietario de esta
de su perfección. puerta y sus allegados pueden uti-
—Tendría que haber desconfiado… lizarla. Para los demás, no es más
—murmuró. que un simple espejo.
En ese instante, Abú, encaramado a su —¡Otro hallazgo maravilloso de
hombro, saltó sobre el espejo… ¡y lo atra- Aladdín! —apostilló Jasmine, con
vesó como si fuera un lago cristalino! una sonrisa radiante.
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ENERO
calentito y agradable, había noventa y —preguntó Rolly.
nueve cachorritos agotados y hambrien- —No, pero sí aprovechamos los pro-
tos. Por turnos, bebían la cremosa leche ductos locales y estoy seguro de que son
de unas vacas muy generosas. más nutritivos que vuestras comidas enla-
—Casi habíamos perdido la esperanza tadas. ¡Como debe ser! Nuestros trabaja-
de veros aquí —les dijo Collie, el amable dores necesitan alimentos sustanciosos.
perro pastor, a Pongo y Perdita, que aca- —¿Y siempre hace tanto frío en el
baban de llegar con los pequeños. campo? —le preguntó Patch.
—Os estamos muy agradecidos por —¡No, no siempre! —respondió
vuestra hospitalidad —murmuró Perdita, Collie—. Supongo que muchos de voso-
extenuada. tros venís de la ciudad. Hay muchas dife-
—Fijaos en estos pequeñuelos —dijo rencias entre la vida de campo y la vida
una de las vacas—. Jamás había visto tan- de ciudad. Por ejemplo, el collar. Aquí los
tos cachorros juntos. perros no llevan collar. Tienen espacio
Pongo, Perdita y los cachorros habían para correr y deambular por donde quie-
recorrido un largo y agotador camino ran. No hay tantos perros aquí como en
con un tiempo muy frío. Era tarde, y vuestra ciudad, pero sí muchos otros ani-
a los cachorros que todavía no habían males que viven en libertad y que nunca
tomado leche les costaba mantener los veréis en vuestras calles, como vacas, cor-
ojos abiertos. deros, caballos, gansos…
Horacio y Gaspar, los dos terribles esbi- De repente, Collie se calló. Había oído
rros de Cruella, los habían secuestrado, un pequeño ronquido. Echó una ojeada a
pero por suerte Pongo y Perdita habían su alrededor y se dio cuenta de que todos
conseguido salvarlos por los pelos. Al los cachorros, e incluso Pongo y Perdita,
menos ahora no acabarían siendo abrigos estaban profundamente dormidos.
de piel. ¡Eso seguro! —Pobrecitos —murmuró—, el viaje ha
Los cachorros, ya satisfechos, rodearon sido muy duro. ¡Ojalá puedan estar pron-
al perro de la granja y se pusieron a ladrar to de vuelta a casa con sus fieles com-
para darle las gracias. pañeros!
—De nada, pequeños, de nada —les
respondió el gran perro pastor con una
sonrisa.
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dido a casa de Geppetto y había dado ¡Fíjate cómo corre hacia la puerta!
vida al muñeco de madera. —Hijo mío… ¡tienes mucho que apren-
—¡Qué feliz soy! ¡No acabo de creerme der! —dijo Geppetto con un suspiro—.
que mi marioneta esté viva! —exclamó el Bueno, para hacer algo útil, antes de ir a
anciano, lleno de alegría—. Pinocho, pe- la escuela podrías ayudarme a arreglar un
queño, ¡tienes que prepararte para ir a la poco la casa.
escuela! —¡Enseguida, papá! —le respondió
—¿Por qué tengo que ir a la escuela, Pinocho. Y salió corriendo a la calle.
papá? —le preguntó Pinocho. —Pero ¿a dónde va? —se dijo Geppetto
—Para estudiar —le respondió—. En- en voz alta mientras iba tras él.
tretanto, sé un niño bueno y hazte la cama Encontró a Pinocho sentado frente a la
mientras yo friego los platos. casa, intentando reparar la escalera.
Deseoso de ayudar a su padre, Pinocho —¿Qué haces?
se levantó de la mesa y se dirigió al banco —¡Estoy intentando arreglar la esca-
de trabajo de Geppetto. Cogió un mar- lera, papá! —le contestó Pinocho.
tillo, un clavo y un trozo de madera y se Geppetto le sonrió con ternura y lo hizo
puso a dar martillazos. entrar en casa.
—¡Pinocho! ¿Qué haces? —exclamó —Hijo mío, me parece que será mejor
Geppetto. que te vayas ahora mismo a la escuela.
—Me has dicho que me haga la cama, ¡Tienes mucho que aprender! —le dijo.
¿no? ¡Pues estoy tratando de construirme Después de ponerle un sombrero y de
una de madera! darle un libro, además de una manzana
Geppetto le dio una palmadita afec- para el maestro, lo acompañó hasta el
tuosa en la cabeza. umbral.
—Veamos, en lugar de ello, ¿por qué no Mientras observaba cómo se alejaba en
sacas al gato? —le dijo. dirección a la escuela, Geppetto hizo un
Pinocho corrió al fregadero y llenó una gesto de preocupación con la cabeza.
jarra con agua… que echó sobre la cabeza «Espero que hoy no haga ninguna ton-
de Fígaro. tería —se dijo—. ¡Mi pobre hijito tiene
—¡MIAAAUUUUU! tantas cosas que aprender!».
—¡Pinocho! —gritó Geppetto—. ¿Qué
modales son esos?
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ENERO
habían criado a Aurora con mucho Primavera—. Por ahora ocupémonos de
cariño, y ahora la joven se preparaba las invitaciones.
para casarse con el príncipe Felipe. Por Pero había tantos papeles, y de colores
supuesto, las Tres Ilustres Hadas pidieron tan bonitos… ¿Cuál elegir?
permiso para organizar la ceremonia. —Ya lo decidiremos después —dijo
—Será un honor —aceptaron de buen Fauna—. Ocupémonos del pastel.
grado el rey y la reina—. La boda tendrá Pero había de vainilla, de fresa, de nata
lugar dentro de un mes. montada, de chocolate… ¿Cuál elegir?
Las hadas se echaron a reír: ¡un mes! Entre una cosa y otra, transcurrió un
¡Era mucho más tiempo del que necesita- mes… ¡y aún no tenían nada listo! Qué
ban! Pero tenían prisa por empezar. Esa vergüenza para las hadas: el mismo día de
misma tarde confeccionaron una lista de la boda tuvieron que recurrir a la magia.
las cosas que tenían que hacer… ¡y que no Pero todo resultó tan precipitado que
debían olvidar de ninguna manera! la magia se aceleró: el pastel medía diez
—Hay que pensar en las invitaciones metros de alto, las invitaciones estaban
—comentó Flora. escritas del revés, la cola del vestido atra-
—Y en el ramo de la novia —añadió vesaba todo el bosque…
Fauna. —No nos pongamos nerviosas —espetó
—Y en el pastel —recordó Primavera. Flora—. ¡Usemos el hechizo mágico de la
Por supuesto, el baile sería espectacular. última oportunidad!
Tendría la mejor orquesta de la región y Con un golpe de varita mágica, las
unos fuegos artificiales creados especial- hadas hicieron retroceder el tiempo. El
mente para la ocasión. reino retrocedió un mes, ¡y nadie se dio
—¡Y no olvidemos el vestido de novia! cuenta de nada!
—exclamó de pronto Flora—. ¡Nuestra —¿Van bien los preparativos, queridas
princesita tiene que estar radiante! hadas? —les preguntó la reina.
A la mañana siguiente, las hadas madri- —Van muy bien —aseguraron las tres
nas de Aurora decidieron concretar un al unísono—. Siendo nosotras
poco más sus planes. Había tantas flores las encargadas, ¡todo estará a
hermosas con las que podían hacer el punto a tiempo!
ramo… ¿Cuáles elegir?
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