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365 cuentos clásicos


Cuentos clásicos
En este fantástico libro
encontrarás un cuento para
cada día del año.
Ve de pesca con Mowgli y Baloo;

Cuentos
haz una carrera con Bambi y Tambor; monta
en trineo con Reina y Golfo; juega en la nieve
con la Bella y la Bestia, ¡y mucho más!
365 historias llenas de magia y aventura

clásicos
de tus personajes favoritos de Disney.

PVP 12,95 € 10252751

© 2020 Disney Enterprises, Inc.


www.planetadelibrosinfantilyjuvenil.com
Todos los derechos reservados www.disney.es
Publicado en España por 9 788499 519876
Editorial Planeta, S. A., 2020
365
Cuentos
clásicos

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© 2020 Disney Enterprises, Inc.
Todos los derechos reservados
101 Dálmatas está basada en el libro The Hundred and One Dalmatians,
de Dodie Smith, publicado por Viking Press.
Los Aristogatos está basada en el libro de Thomas Rowe.
Publicado en España por Editorial Planeta, S. A., 2020
Avda. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (España)
www.planetadelibrosinfantilyjuvenil.com
www.planetadelibros.com
Primera edición: marzo de 2020
ISBN: 978-84-9951-987-6
Depósito legal: B. 2.564-2020
Impreso en España
El papel utilizado para la impresión de este libro está calificado como
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Menú de gala
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C omo cada martes por la mañana, el momerats andaban muy atareados, el

ENERO
Carpintero y el señor Morsa daban un Carpintero se emocionó pensando en su
paseo para hacer la digestión. Acababan estofado. ¿Le permitiría el señor Morsa
de zamparse un festín de algas asadas con prepararlo algún día? Hasta entonces,
crustáceos a la vinagreta, y ya estaban nunca había aceptado.
pensando en el almuerzo. Por fin llegaron a palacio, donde el
—¡Sugiero un estofado de momerat con Conejo Blanco los llevó ante la Reina.
salsa de espinacas! —dijo el Carpintero, a —Venimos a rogarle a Su Majestad que
quien se le hacía la boca agua. nos dé unos caracoles —susurró el señor
—No es un plato de temporada, ni Morsa.
tampoco refinado —dijo el señor Morsa, —¿Caracoles? ¡Qué amabilidad! ¡Me
rechazando la propuesta. encantan con mantequilla salada!
—¡Pero si ya no existen las estaciones El Rey de Corazones, desde su rincón,
del año! —replicó el Carpintero—. En el carraspeó y le aclaró:
País de las Maravillas, ¡diciembre es lo —No, querida. Nuestros súbditos no
mismo que agosto! te traen caracoles. ¡Te piden algunos para
El señor Morsa hizo girar su bastón con comérselos ellos!
aire pensativo. Su mala fe no siempre bas- Ante estas palabras, la Reina enrojeció
taba para convencer a su amigo… de ira.
—Pues zanjemos el asunto con un —¿Comerse mis preciosos caracolitos?
menú de gala que nos complazca a los dos —espetó—. ¡Qué horror! ¡Que les corten
—respondió el señor Morsa, con una gran la cabeza a estos criminales!
sonrisa en los labios—. ¡Sopa de caracoles El Carpintero y el señor Morsa salieron
a la canela! corriendo, ¡piernas, para qué os quiero! El
El Carpintero, que detestaba los cara- Carpintero había corrido un gran riesgo
coles, asintió sin más. Sabía que solo se para que a su amigo se le quitaran las
encontraban en el palacio, y a la Reina ganas de comer caracoles.
de Corazones le gustaban tanto que no —¡Tu glotonería será nuestra perdición,
los compartía jamás. Así que, como no señor Morsa! —se burló el Carpintero.
podrían conseguirlos, el hipócrita del —En todo caso, no mientras tú estés
señor Morsa no podría hacer nada. conmigo… —dijo este, al
Cruzaron el bosque a paso tranquilo. darse cuenta del engaño
Cuando llegaron a un prado donde unos del Carpintero.

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El regalo
de Geppetto
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U n buen día, Geppetto estaba pin- —Mi amiga necesita que le dibuje los
ENERO

tando un reloj en su taller cuando se ojos —dijo Geppetto, señalando a la ma-


le ocurrió una idea. rioneta—. ¡Pero no sé qué color elegir!
—¡Ya sé qué voy a hacer con el tronco —¡Verdes! —respondió la niña, tras
que me he encontrado! —le dijo a su gato unos instantes de reflexión.
Fígaro—. ¡Una bonita marioneta! Geppetto tomó el bote de pintura de ese
Dejó el reloj a un lado y se puso manos color y pintó unos grandes ojos verdes en
a la obra. Una vez terminada la marioneta, el rostro de madera.
se fue a buscar unos botes de pintura y —¿Y el cabello?
unos retazos de tela. —¡Castaño! —dijo la niña, sonriendo.
—Veamos, Fígaro, ¿los ojos de la Geppetto pintó con delicadeza unos
muñeca serán verdes o azules? El cabello, rizos castaños en la cabeza de la muñeca.
¿castaño o rubio? ¿Y la ropa? —¡Necesita un vestido! ¿Rojo o violeta?
De repente oyó un ruido. Se acercó a la —Violeta —dijo la niña, tras echar una
ventana y vio a unos niños que regresaban ojeada a su propia ropa.
de la escuela, riendo a carcajadas. Geppetto confeccionó un trajecito vio-
—¡Cómo me gustaría tener un hijo! leta para la marioneta y le añadió una
—exclamó con un suspiro. bonita boca sonriente.
Una niña caminaba tranquilamente —Una cosa más… —dijo—. Estoy todo
con su madre y, al pasar junto a un grupo el día ocupado en mi taller y me temo que
de niñas, las miró con aire tímido. esta señorita se aburrirá. ¿Me podrías
«Debe de ser nueva en el lugar —pensó hacer un último favor? ¿Querrías cuidar
Geppetto—. Supongo que le gustaría de ella?
tener una amiga». Con la muñeca entre sus brazos, la niña
Asomándose a la ventana, le dijo a la salió del taller.
chiquilla: —¡Se lo agradezco! —dijo su madre—.
—Perdona, creo que necesito tus con- ¡Sería usted un papá excelente!
sejos… Geppetto sonrió y pensó: «¡Ojalá eso se
La niña tiró de la mano de su madre y hiciera realidad!».
aligeró el paso en dirección a la casa del
carpintero. Una invitación para visitar el
taller de Geppetto, ¡qué honor!

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El poema
de Tambor 3
E sta mañana, en el bosque, —¡Venga con nosotros!

ENERO
ha nacido un principito, —dijo Tambor—.
en medio de un claro, El Príncipe del Bosque
al abrigo de un arbolito. por fin nació.
El primero de todos en verlo
ha sido un avispado mirlo. Y todos los animales
echaron a andar.
—¡Qué sorpresa! —exclamó. Unos llevaban unas bayas
Y rápidamente avisó jugosas a rabiar.
a todos los animales que halló. Otros un puñado de hojas
A una urraca despertó, más tiernas que el pan.
y le dijo con emoción:
—¡Despiértate! ¡Ya llegó! Los pinzones gorjeaban,
—¿Quién? —la urraca preguntó. los mirlos silbaban,
—¡El cervatillo ya nació! las urracas cotorreaban,
y todos los animales se apresuraban,
La urraca dio la noticia con el corazón lleno de goce
a unos blancos conejitos hacia el claro del bosque.
que retozaban en la hierba
entre saltos, risas y gritos. Cuando llegaron,
Tambor se acercó a Bambi
—¡Vamos a ver si quiere jugar! para saludarlo.
—propuso Tambor con entusiasmo. Después se fue a buscar
Y con sus hermanas detrás, brotes y dientes de león
se fue corriendo hacia el claro. para agasajarlo.

—¡Despierte, señor Búho! Y cuando anocheció,


—le gritó Tambor al viejo búho, todo el mundo se retiró
que dormía en una rama de ciprés. sin hacer ruido
—¡Qué algazara! porque el cervatillo
¡A ver! ¡Un poco de calma! se había dormido.
—exclamó el búho muy poco cortés.

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¡Nos vamos
de pesca!
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B aloo había llevado a Mowgli al río. —Bueno, pasemos al plan C —dijo
ENERO

—Bueno, renacuajo —le dijo—. Baloo después de sacar de nuevo a Mowgli


¡Hoy te enseñaré a pescar como un oso! del agua—. Te llevaré a la gran cascada.
Mowgli estaba encantado. Adoraba a su Allí los peces te caen literalmente en las
nuevo amigo. Lo único que le preocupaba patas. ¡Solo tienes que levantar los brazos
a Baloo era pasarlo bien en la selva, igual para atrapar uno!
que a Mowgli. Mowgli siguió a Baloo hasta la gran cas-
—Observa, pequeño —dijo Baloo acer- cada. Era cierto, los peces caían desde el
cándose a la orilla—. Todo lo que tienes salto de agua. ¡Sería muy fácil!
que hacer es esperar a que pase un pez En un abrir y cerrar de ojos, Baloo
nadando y entonces… ¡Zas! atrapó un pez, despertando la admiración
Rápido como un rayo, Baloo atrapó un de Mowgli.
pez que se retorcía en el agua. —Esta vez lo conseguiré. ¡Mírame,
—¡Te toca a ti! Baloo! —exclamó Mowgli, emocionado.
Mowgli se sentó y se quedó inmó- Puso cara de concentración. A conti-
vil, esperando a que pasara un pez. Y de nuación… ¡Sorpresa! Mowgli sostenía un
pronto… ¡Chaf! Se cayó de cabeza al agua. pez entre las manos. Pero un segundo des-
—Mmm… —dijo Baloo, después de pués, el pez se le escapó y volvió a caer al
sacar a Mowgli del agua y que este se agua. Mowgli se miró las manos vacías y
hubiera secado y recuperado—. Voy a dio un profundo suspiro.
enseñarte mi técnica número dos. —¿Sabes qué, pequeño? —dijo Baloo,
Baloo y Mowgli se acercaron a una dando un golpecito en los hombros fla-
pequeña cascada. Esta vez, cuando nadara cuchos de Mowgli con su enorme pata—.
hacia la cascada, el pez tendría que saltar Creo que te esfuerzas demasiado. ¡La vida
fuera del agua y les sería mas fácil atra- en la selva no debería ser así! Debería
parlo. Baloo avanzó unos pasos, esperó a ser divertida, alegre y despreocupada.
que un pez saltara y entonces… ¡Zas! Lo Vámonos. En lugar de pescar, ¡vamos a
atrapó en el aire. sacudir un buen banano!
—¡Te toca a ti, pequeño! Y Mowgli aceptó el nuevo plan con
Mowgli avanzó por el agua, como alegría.
Baloo. Esperó a que saltara un pez y se
abalanzó sobre él. ¡Chaf!

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La puerta mágica
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A laddín le susurró a Jasmine: —¡Pero bueno! —exclamó Jasmine—.

ENERO
—¡Jasmine! ¡Levántate, de prisa! ¡Abú ha pasado al otro lado del espejo!
¡Está pasando algo raro! —¡Sigámosle! —decidió Aladdín.
Jasmine se percató de su inquietud y se Tomando a la princesa de la mano,
levantó de entre los almohadones de seda. avanzó hacia su reflejo. En lugar de cho-
El sol matutino inundaba la alcoba. car, se hundió en él y, en un abrir y cerrar
—¿Aladdín? ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? de ojos, Jasmine y Aladdín se encontraron
—Yo sí, pero mira a tu alrededor… junto a Abú.
—¡Caramba! —exclamó Jasmine, sal- —¡Uf! Todo vuelve a estar en el lugar
tando de la cama. correcto —dijo Aladdín con un suspiro
La joven pareja contempló con sorpresa de alivio—. Supongo que este espejo es
el aposento. No faltaba nada, ¡pero todos una especie de puerta…
los muebles estaban del revés! El día ante- —Ya entiendo… —razonó Jasmine—.
rior, mirando desde el balcón, la ciudad Ayer nos acostamos en medio de la oscu-
de Agrabah quedaba a la derecha, ¡no a ridad. ¡Debimos de atravesar el espejo sin
la izquierda! Jasmine corrió hasta el gran darnos cuenta!
espejo de cuerpo entero que Aladdín le —¡Buenos días! —exclamó de pronto el
había regalado la noche anterior. Genio.
—¡Mi lunar está ahora en la otra mejilla! —¡Buenos días! ¡Acabamos de tener
—Y yo… ahora soy zurdo… —comentó una extraña aventura! —le contó Aladdín.
Aladdín—. Esto me da mala espina… —¡Oh, creo que ya sé de qué se trata!
—¡Aladdín! ¿Y si se trata del espejo? —dijo el Genio—. La Puerta de los Sueños
El muchacho lo examinó. Instalado se encuentra en vuestro poder. Creía
contra una pared, adornado por un marco que había desaparecido hacía siglos…
de oro cincelado, le pareció incluso más ¡Estupendo! Si algún día tenéis un pro-
bello que cuando se lo compró a aquel ex- blema, siempre os podréis refugiar en
traño mercader ambulante, que se jactaba el otro lado. Solo el propietario de esta
de su perfección. puerta y sus allegados pueden uti-
—Tendría que haber desconfiado… lizarla. Para los demás, no es más
—murmuró. que un simple espejo.
En ese instante, Abú, encaramado a su —¡Otro hallazgo maravilloso de
hombro, saltó sobre el espejo… ¡y lo atra- Aladdín! —apostilló Jasmine, con
vesó como si fuera un lago cristalino! una sonrisa radiante.

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El día de Reyes
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H oy es el día de Reyes. Todo el mundo sala del tesoro—. ¡Qué gran idea! Cuantas
ENERO

come roscón de mazapán ¡y quien más tengo, mejor me siento…


encuentra la figura es el rey! En el casti- De hecho, se siente tan bien que se sube
llo, el príncipe Juan y sir Hiss se lo están a la montaña de oro y se adormece chu-
pasando de maravilla. pándose el dedo. Ni se imagina que Robin
—Una parte para ti y tres para mí —dice Hood lo está vigilando desde una esquina
el avaricioso soberano, mofándose, mien- de la ventana.
tras corta los roscones. —¡Vía libre! —grita Robin a sus
—¡Así vos tenéis más probabilidades de compañeros.
encontrar la figura! —le reprocha sir Hiss. Todos entran a hurtadillas en la sala. El
—Es el día de Reyes, ¡no de las viles ser- guardia, apostado al otro lado de la puerta,
pientes! —le contesta el príncipe Juan. no se da cuenta de nada. De pronto, el
Pero la situación en la aldea es muy dis- príncipe Juan se agita un poco… Robin
tinta. El fraile Tuck visita a los más nece- hace una seña a sus amigos para que no
sitados y constata que ninguno de ellos se muevan. Cuando el príncipe vuelve a
puede celebrar el día de Reyes. roncar, nuestros queridos ladrones se dis-
—Las almendras para el mazapán son ponen a llevar a cabo su cometido.
muy caras —le explica una aldeana. —Dos sacos por persona, con eso basta
—¡Y el sheriff vino ayer a recaudar más —susurra Robin.
impuestos! —le dice un hombre a Robin Antes de marcharse, se acerca al prín-
Hood—. ¡Ni siquiera tenemos para com- cipe Juan y coge un saquito que tiene justo
prar una libra de alubias! detrás… ¡Es el de las habas de oro!
La banda de Robin decide actuar sin Cuando los ladrones regresan a la aldea
tardanza. cargados de sacos de oro, ¡todo el mundo
—¡Al castillo! —ordena Robin. los recibe con los brazos abiertos! Los
Mientras tanto, el príncipe Juan y sir aldeanos preparan roscones, se los comen
Hiss, ya saciados, digieren los trozos de todos juntos y se maravillan ante las habas
roscón que se acaban de zampar. tan especiales que les ha traído Robin…
La serpiente ronca feliz, mientras —¡Esto sí que es un día de Reyes! —dice
el soberano admira las figuras Robin, riéndose a carcajadas al encon-
que ha encontrado… trarse un haba de oro en su trozo de ros-
—¡Habas de oro! —exclama cón… ¡y al imaginar la cara que habrá
contento, mientras las lleva a la puesto el príncipe al despertarse!

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Muchas gracias
por la ayuda
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C ómodamente instalados en un establo —¿Aquí cenáis leche todos los días?

ENERO
calentito y agradable, había noventa y —preguntó Rolly.
nueve cachorritos agotados y hambrien- —No, pero sí aprovechamos los pro-
tos. Por turnos, bebían la cremosa leche ductos locales y estoy seguro de que son
de unas vacas muy generosas. más nutritivos que vuestras comidas enla-
—Casi habíamos perdido la esperanza tadas. ¡Como debe ser! Nuestros trabaja-
de veros aquí —les dijo Collie, el amable dores necesitan alimentos sustanciosos.
perro pastor, a Pongo y Perdita, que aca- —¿Y siempre hace tanto frío en el
baban de llegar con los pequeños. campo? —le preguntó Patch.
—Os estamos muy agradecidos por —¡No, no siempre! —respondió
vuestra hospitalidad —murmuró Perdita, Collie—. Supongo que muchos de voso-
extenuada. tros venís de la ciudad. Hay muchas dife-
—Fijaos en estos pequeñuelos —dijo rencias entre la vida de campo y la vida
una de las vacas—. Jamás había visto tan- de ciudad. Por ejemplo, el collar. Aquí los
tos cachorros juntos. perros no llevan collar. Tienen espacio
Pongo, Perdita y los cachorros habían para correr y deambular por donde quie-
recorrido un largo y agotador camino ran. No hay tantos perros aquí como en
con un tiempo muy frío. Era tarde, y vuestra ciudad, pero sí muchos otros ani-
a los cachorros que todavía no habían males que viven en libertad y que nunca
tomado leche les costaba mantener los veréis en vuestras calles, como vacas, cor-
ojos abiertos. deros, caballos, gansos…
Horacio y Gaspar, los dos terribles esbi- De repente, Collie se calló. Había oído
rros de Cruella, los habían secuestrado, un pequeño ronquido. Echó una ojeada a
pero por suerte Pongo y Perdita habían su alrededor y se dio cuenta de que todos
conseguido salvarlos por los pelos. Al los cachorros, e incluso Pongo y Perdita,
menos ahora no acabarían siendo abrigos estaban profundamente dormidos.
de piel. ¡Eso seguro! —Pobrecitos —murmuró—, el viaje ha
Los cachorros, ya satisfechos, rodearon sido muy duro. ¡Ojalá puedan estar pron-
al perro de la granja y se pusieron a ladrar to de vuelta a casa con sus fieles com-
para darle las gracias. pañeros!
—De nada, pequeños, de nada —les
respondió el gran perro pastor con una
sonrisa.

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Pinocho ayuda
a su papá
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E l día anterior, el Hada Azul había acu- —¿No me has dicho que sacara al gato?
ENERO

dido a casa de Geppetto y había dado ¡Fíjate cómo corre hacia la puerta!
vida al muñeco de madera. —Hijo mío… ¡tienes mucho que apren-
—¡Qué feliz soy! ¡No acabo de creerme der! —dijo Geppetto con un suspiro—.
que mi marioneta esté viva! —exclamó el Bueno, para hacer algo útil, antes de ir a
anciano, lleno de alegría—. Pinocho, pe- la escuela podrías ayudarme a arreglar un
queño, ¡tienes que prepararte para ir a la poco la casa.
escuela! —¡Enseguida, papá! —le respondió
—¿Por qué tengo que ir a la escuela, Pinocho. Y salió corriendo a la calle.
papá? —le preguntó Pinocho. —Pero ¿a dónde va? —se dijo Geppetto
—Para estudiar —le respondió—. En- en voz alta mientras iba tras él.
tretanto, sé un niño bueno y hazte la cama Encontró a Pinocho sentado frente a la
mientras yo friego los platos. casa, intentando reparar la escalera.
Deseoso de ayudar a su padre, Pinocho —¿Qué haces?
se levantó de la mesa y se dirigió al banco —¡Estoy intentando arreglar la esca-
de trabajo de Geppetto. Cogió un mar- lera, papá! —le contestó Pinocho.
tillo, un clavo y un trozo de madera y se Geppetto le sonrió con ternura y lo hizo
puso a dar martillazos. entrar en casa.
—¡Pinocho! ¿Qué haces? —exclamó —Hijo mío, me parece que será mejor
Geppetto. que te vayas ahora mismo a la escuela.
—Me has dicho que me haga la cama, ¡Tienes mucho que aprender! —le dijo.
¿no? ¡Pues estoy tratando de construirme Después de ponerle un sombrero y de
una de madera! darle un libro, además de una manzana
Geppetto le dio una palmadita afec- para el maestro, lo acompañó hasta el
tuosa en la cabeza. umbral.
—Veamos, en lugar de ello, ¿por qué no Mientras observaba cómo se alejaba en
sacas al gato? —le dijo. dirección a la escuela, Geppetto hizo un
Pinocho corrió al fregadero y llenó una gesto de preocupación con la cabeza.
jarra con agua… que echó sobre la cabeza «Espero que hoy no haga ninguna ton-
de Fígaro. tería —se dijo—. ¡Mi pobre hijito tiene
—¡MIAAAUUUUU! tantas cosas que aprender!».
—¡Pinocho! —gritó Geppetto—. ¿Qué
modales son esos?

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¡Qué difícil
es elegir!
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L as hadas Primavera, Fauna y Flora —Tenemos tiempo de sobra —comentó

ENERO
habían criado a Aurora con mucho Primavera—. Por ahora ocupémonos de
cariño, y ahora la joven se preparaba las invitaciones.
para casarse con el príncipe Felipe. Por Pero había tantos papeles, y de colores
supuesto, las Tres Ilustres Hadas pidieron tan bonitos… ¿Cuál elegir?
permiso para organizar la ceremonia. —Ya lo decidiremos después —dijo
—Será un honor —aceptaron de buen Fauna—. Ocupémonos del pastel.
grado el rey y la reina—. La boda tendrá Pero había de vainilla, de fresa, de nata
lugar dentro de un mes. montada, de chocolate… ¿Cuál elegir?
Las hadas se echaron a reír: ¡un mes! Entre una cosa y otra, transcurrió un
¡Era mucho más tiempo del que necesita- mes… ¡y aún no tenían nada listo! Qué
ban! Pero tenían prisa por empezar. Esa vergüenza para las hadas: el mismo día de
misma tarde confeccionaron una lista de la boda tuvieron que recurrir a la magia.
las cosas que tenían que hacer… ¡y que no Pero todo resultó tan precipitado que
debían olvidar de ninguna manera! la magia se aceleró: el pastel medía diez
—Hay que pensar en las invitaciones metros de alto, las invitaciones estaban
—comentó Flora. escritas del revés, la cola del vestido atra-
—Y en el ramo de la novia —añadió vesaba todo el bosque…
Fauna. —No nos pongamos nerviosas —espetó
—Y en el pastel —recordó Primavera. Flora—. ¡Usemos el hechizo mágico de la
Por supuesto, el baile sería espectacular. última oportunidad!
Tendría la mejor orquesta de la región y Con un golpe de varita mágica, las
unos fuegos artificiales creados especial- hadas hicieron retroceder el tiempo. El
mente para la ocasión. reino retrocedió un mes, ¡y nadie se dio
—¡Y no olvidemos el vestido de novia! cuenta de nada!
—exclamó de pronto Flora—. ¡Nuestra —¿Van bien los preparativos, queridas
princesita tiene que estar radiante! hadas? —les preguntó la reina.
A la mañana siguiente, las hadas madri- —Van muy bien —aseguraron las tres
nas de Aurora decidieron concretar un al unísono—. Siendo nosotras
poco más sus planes. Había tantas flores las encargadas, ¡todo estará a
hermosas con las que podían hacer el punto a tiempo!
ramo… ¿Cuáles elegir?

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