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Seminario Diocesano de Catequesis

Eleazar Alvarez Leiva


1) Catequesis y Kerygma – Ana María Cincunegui

El desafío que tenemos como Iglesia hoy, es hacer de la catequesis tradicional


una catequesis profundamente misionera. Frente a los cambios de época, de cultura,
de pensamiento, la catequesis de la Iglesia debe poder dar una respuesta a los
mismos. En primer lugar, asumiendo que no se puede dar por supuesto una fe inicial,
sobre la cual trabajar y profundizar, hoy la catequesis misionera debe hacer este
anuncio kerygmatico y la formación permanente casi en simultaneo. Esto es el cambio
de paradigma de la catequesis: de una concepción lineal casi estanca a una circular y
simultánea.

2)Catequesis kerigmatica o misionera

Frente a la pregunta: ¿por qué podemos hablar de una catequesis kerigmatica o


misionera?, habría que detenerse a desmenuzar cada uno de los términos que en la
pregunta aparecen, tan ricos y densos en sí mismos: allí, entonces, encontraremos la
respuesta que estamos buscando.

Hablamos, primeramente, de una catequesis. Sí, una catequesis. Que no es ni


una simple instrucción, ni una clase, ni un grupo de auto ayuda, ni una especie de
terapia. Lejos de ello, la catequesis se configura como la profundización de la fe, o en
su carácter kerigmatico, el inicio de la vida de la fe y su permanente formación. El rol
del catequista aquí es fundamental, y no debe de perder de vista ciertos elementos
para que la catequesis no pierda su esencia y logre así que el catecúmeno alcance un
verdadero encuentro con el Resucitado. El catequista ha de ser creativo para que el
mensaje de Jesús llegue con toda su belleza y esplendor al catecúmeno. Teniendo
siempre presente cual es la fuente y culmen de nuestra vida cristiana: todo confluye en
la liturgia.

Al pensar la catequesis como misionera, es inevitable traer a colación la


experiencia de Pablo. Lo que he recibido es lo que transmito: que Jesús murió por
nosotros y resucitó. Por lo tanto, la catequesis no es un trabajo, es un estilo de vida.
Es, en el fondo, un servicio pastoral de la Palabra. El catequista es un custodio de la
Palabra, que no se la guarda para sí, sino que, al modo de Pablo, quiere transmitirla
fielmente a su comunidad. Y, al hablar de estilo de vida, es menester resaltar que el
catequista, en primer lugar, tenga este encuentro personal con el Resucitado para el
anuncio (veamos la figura de María Magdalena).

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