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PROPÓSITO DE APRENDIZAJE: Lee textos bíblicos, desde el encuentro personal y comunitario con Dios y desde la fe
que profesa.
COMPETENCIA CAPACIDAD DESEMPEÑO EVIDENCIA
Asume la experiencia del encuentro Transforma su entorno desde el Expresa en su proyecto de vida Fichas informativas
personal y comunitario con Dios, en su encuentro personal y personal y comunitaria, y organizadores
proyecto de vida en coherencia con su comunitario con Dios y desde la coherencia entre lo que cree, dice gráficos.
creencia religiosa. fe que profesa. y hace a la luz del mensaje bíblico.
DIOS SANA LAS HERIDAS DEL CORAZÓN PARA QUE AMEMOS MÁS Y MEJOR
«De la abundancia del corazón habla la boca», nos enseña Jesús, en el Evangelio de Lucas
(6:45).
La esposa y su esposo dicen cosas que salen del corazón. Si se experimenta la dulzura del
amor, las palabras son dulces como el primer beso; si se experimenta amargura, las
palabras son lanzas y anzuelos que causan dolor. En últimas, el problema no es lo que
decimos, sino el porqué. Las palabras reflejan lo que llevamos dentro.
A veces sin saber por qué, nos pasamos los días escupiendo amargura a diestra y
siniestra. Pronunciando dolor, caiga quien caiga. Resoplando daño de sol a sol. Sin saber
que es nuestro corazón herido por los años, nuestro interior bañado en el descontento y
los pecados del alma, su única razón.
Nuestra pareja —simplemente por el hecho de compartir con nosotros el tiempo y el
espacio— termina pagando una cuenta que no debe.
Por eso, para decir con el alma que te amo, hay que sanar por dentro. Para decir de
corazón que te quiero, hay que sacar la amargura del alma. Así podremos amar de
verdad, expresando lo que sentimos de corazón, con dulces palabras, todo el tiempo.
Pronunciando bendiciones, diciendo frases cariñosas, sacando amor de la abundancia de
nuestro corazón.
Porque nos debemos a nosotros mismos —y a Dios— la deuda del amor, hay que preparar
el corazón para amar. La Palabra de Dios nos invita a acercarnos a Dios y traerle a Él
las heridas de la infancia, las experiencias pasadas, la amargura adquirida con los años;
y pedirle que nos permita tener un corazón nuevo para estrenarlo con la persona a quien
hemos prometido amar todos nuestros días. Dios es amor y es a través de su Palabra
como aprendemos a amar.