Está en la página 1de 2

El amor de dos jóvenes ilusionados y románticos es un tema inagotable de historias y

películas y se hace más atractivo cuando los dos tienen que vencer circunstancias
imposibles. Si decido quedarme nos cuenta la historia de amor de Mia Hall (Chloë
Grace Moretz) y de Adam (Jamie Blackley), enfrentados a una situación inesperada de
vida y muerte. Mia está en el umbral del más allá, en estado de coma, luego de un
accidente, en el cual ha perdido toda su familia. Adam no se resigna a dejarla ir y
pulsa los hilos del amor en busca de un despertar imposible, mientras que su amada
todo lo atestigua como una presencia vital que solo ella y los espectadores conocen.
A base de juegos temporales, de esos que nos imaginamos que van a ocurrir a las
puertas de la muerte, estos amores de juventud vienen y van, adquiriendo un sentido
profundo y fortaleciéndose en la mente de la Mia fantasmal. Si bien solamente al final
del filme conoceremos el desenlace, casi con seguridad todos decidimos quedarnos
con el amor eterno como la mejor opción.

Las escenas de la película transcurren en la bella Portland, en el estado de Oregon, al


occidente de Estados Unidos, ciudad que se destaca por su cultura y civismo y por ser
muy agradable para vivir, rica en parques, en proyectos ambientales y culturales.
Además transcurre en buena parte durante el invierno, bajo la nieve o la lluvia suave,
todo lo cual permite crear una atmósfera de intimidad, en medio de un urbanismo
idealizado, en el cual los hospitales son dignos, los barrios amables y el trato de las
personas, cálido y cercano. Portland es también una ciudad amante de la música,
tanto clásica como de juventud y de ese ambiente musical surgen sus protagonistas,
Mia y su novio Adam, que son músicos. Ella es una talentosa violonchelista, que
desde niña ha mostrado un don singular para este instrumento y que finalmente va
ser admitida a la prestigiosa escuela de artes (música, danza y teatro) Juilliard, de
Nueva York. Adam es músico de rock, cantautor y solista de una banda de actualidad.

A través de la música se va tejiendo el romance de los dos. Una hermosa banda


sonora, abundante en canciones sentidas, se constituye en marco de una historia
melodramática que conmueve seguramente a buena parte de los espectadores con
esos cantos dulces y con la súbita tragedia que amenaza con terminarla injusta e
inesperadamente. Todos estos son elementos clásicos del melodrama: romance,
canciones de amor, música, promesas truncadas y algún resquicio de ilusión, por el
que se asoma la esperanza, como incentivo que mantiene en vilo la tensión narrativa.

Acá la esperanza se nos presenta en dos formas: Estamos en un hospital y Mia es la


paciente en coma. Una enfermera, de piel morena y cabeza calva, le susurra al oído
que la muerte solamente ocurre si ella renuncia a la vida. Mia es también un ser
desdoblado, invisible, que se ve a sí misma como paciente ya vencida, inerte en la
camilla y en la sala de cuidados intensivos, mientras se desplaza libremente por las
salas, repasando su vida. Así nos la va narrando, así nos mantiene inquietos hasta el
final, porque ella se resiste a morir. Adam, se mueve, se desespera y espera un
milagro, desde un plano realista, ya que en el fondo de su ser, ha perdido la
esperanza.
Es en el desdoblamiento de Mia en dos seres, uno casi muerto, el otro vivo y etéreo,
que se logra mantener el interés y la atención creativa. Sin esto, sería un filme común
y corriente, casi una telenovela que se olvidaría sin más, pues ya vendrán otras. En
esta vida paralela, especie de horas extras que deben terminar, Mia encuentra
muchas de las respuestas a sus preguntas de joven sensible e inquieta, que quiere ser
famosa y viajar por el mundo. Esos, que podríamos llamar diálogos del subconsciente,
los hacemos también nuestros, ya que la figura del recorrido de la vida como antesala
a la muerte es una imagen arquetípica que llevamos bien adentro.

Es interesante también la descripción de las relaciones que tiene Mia con sus padres.
Estos dos son una pareja poco usual, de sentimientos liberales y despreocupados,
producto de sus propias vivencias de juventud, pero cercanos y capaces de dar apoyo
y confianza, lo cual hace que la joven no acumule cargas de rebeldía egoísta ni de
negatividad, algo muy usual en las historias de jóvenes talentosos en el cine. Por eso
la muerte accidental de sus padres y de su pequeño hermano es un trauma notable
también para los espectadores, lo cual contribuye al sentido melodramático del filme,
ya que seguramente habían construido diversas expectativas sobre el papel familiar
en la trama, que se adivinaba intrigante y novedoso y que de pronto, se trunca,
obligando a un giro inesperado en la interpretación narrativa.

La clásica trágica historia de amor, a lo Romeo y Julieta, nos va mostrando cómo la


vida de los amantes se va deslizando hacia la muerte, llevada de la mano de hados
inflexibles y oscuros, que conducen a la fatalidad. Pero si la decisión es de quedarse y
no perder la esperanza, se abren caminos que llevan desde la muerte inevitable hacia
la vida posible.

También podría gustarte