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¿Por qué leer Filemón?

A la señal del capataz, la bola gigantesca es liberada. Con la fuerza de la dinamita y un


choque estrepitoso, golpea la pared, parte ladrillos como si fueran ramas y desparrama trozos de
cemento. El poderoso péndulo acciona repetidas veces, y pronto la barrera ha sido reducida a
escombros. Una vez removidos, la construcción puede comenzar.

La vida tiene muchas paredes y cercos que dividen, separan y ponen comportamientos. No
están hechos de madera o piedra, son obstrucciones personales, bloques humanos que separan a
los individuos unos de otros también de DIos. Pero Cristo vino como una aplanadora, tiró abajo el
escollo del pecado que nos separaba de Dios y pulverizó las barreras que nos mantenían lejos unos
de otros. Su muerte y resurrección abrió el camino a la vida eterna para traer a todos los que creen a
la familia de Dios (Efesios 2:14-18).

La culturas romana, griega y judía, estaban atestadas de barreras. A la gente se le asignaba


una clase social y se esperaba que permaneciera allí: hombres, mujeres, esclavos y libres, ricos y
pobres, judíos y gentiles, griegos y bàrbaros, píos y paganos. Con el mensaje de Cristo las paredes
se desplomaron y Pablo pudo declarar: “no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro
ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todo” (Colosenses 3:11).

Esta verdad transformadora de vidas es el trasfondo de la carta a Filemón. La epístola a


Filemón es una de las tres cartas personales en la Biblia. Es una súplica personal de PAblo en favor
de un esclavo. Onésimo “pertenecía” a Filemón, el que era amigo de Pablo y posteriormente un
miembro de la iglesia en Colosas. Pero el esclavo Onésimo le robó a su amo y se escapó hacia
Roma, donde conoció a Pablo. Allí respondió a las buenas nuevas y creyó en Cristo (v.10). De modo
que Pablo escribe a Filemón y le vuelve a presentar a Onésimo, explicándole que lo envía de
regreso, no solo como un esclavo, sino también como un hermano en Cristo (vv. 11,12,16). Con
mucho tacto le pide a Filemón que acepte y perdone a su hermano (vv. 10,14,15,20). Las barreras
del pasado y las nuevas levantadas por la deserción y robo de Onésimo, no debieran ser ya motivo
de división, ahora son un en Cristo.

Este libro pequeño, es una obra maestra de gracia y tacto y es una demostración profunda
del poder de Cristo y del verdadero compañerismo cristiano en acción. ¿Qué barreras hay en su
hogar, vecindario e iglesia? ¿Qué es lo que lo separa de lo demás creyentes: raza, nivel social,
riqueza, educación, personalidad? Como en el caso de Filemón, Dios lo llama a la unidad, derribe
las barreras y abrace a todos sus hermanos y hermanas en Cristo.

http://www.indubiblia.org/filemon-1

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