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Akrasía: la debilidad de la voluntad vs.

Intelectualismo moral

“Akrasía suele traducirse por «incontinencia», término que hace pensar al lector moderno en
una concreta y a menudo embarazosa pérdida de autodominio corporal; pero Aristóteles se
refiere a algo más general con esta palabra. Se trata de la bien conocida situación en que uno
sabe lo que debe hacer, lo que haría más plena su vida, pero elige pertinazmente la que sabe
que es su peor opción. A diferencia de la incontinencia médica, esta acción es voluntaria. Por
ejemplo, uno puede saber que la infidelidad matrimonial socavará la propia eudaimonía
[felicidad]; sin embargo, frente a un adulterio atractivo y accesible, puede que sucumba al
deseo, pese a darse perfecta cuenta de que el adulterio perjudicará las propias posibilidades de
eudaimonía y pese al hecho de que, como todos los seres humanos, uno persiga la
eudaimonía. Uno escoge lo que sabe que es peor para sí mismo. Influido por Platón,
Aristóteles ve un problema en el hecho de que se pueda realmente saber cuál sería la mejor
forma de comportarse y, sin embargo, no se opte por esa conducta. Para Platón, si uno conoce
el bien, es decir, si tiene conocimiento de la forma [idea de lo correcto, de lo que es bueno;
idea del bien], actúa automáticamente de acuerdo con lo que conoce. Según Platón, la genuina
akrasía no puede existir: cualquier ejemplo aparente de akrasía debe ser en realidad un caso
de desconocimiento del bien. Por el contrario, Aristóteles sostiene que, de hecho, ocurren
fenómenos de akrasía. Quienes la padecen saben, en un sentido general, que determinadas
clases de acciones no son buenas para ellos y no les conducirán a la plenitud. Incluso es
posible que reconozcan de boquilla estar comportándose mal en un determinado momento;
pero, aunque lo digan, en realidad no lo sienten y se limitan a repetir unas fórmulas
memorizadas. Sus apetitos son más fuertes y sucumben a la tentación del placer inmediato
en lugar de actuar del modo que conduce a la plenitud a largo plazo. Aunque en un
determinado plano sepan lo que les conviene, no escogen lo que les conviene porque no les es
posible deducir del principio general el comportamiento que corresponde al caso concreto.”
Nigel Warbuton, La caverna de Platón y otras delicias de la filosofía, pp. 35-6.

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