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MENGES José Amicola MANUEL PUIG Y LA TELA QUE ATRAPA AL LECTOR ESTUDIO SOBRE EL BESO DE LA MUJER ARANA EN SU RELACION CON LOS PROCESOS RECEPTIVOS Y CON UNA CONTINUIDAD LITERARIA CONTESTATARIA Con el texto inédito del encuentro de Manuel Puig con los estudiantes alemanes llevado a cabo en la Universidad de Gottingen (Alemania) en 1981 Grupo Editor Latinoamericano Coleccién TEMAS 8 60(e2) -31.09 AM mn Escaneado con CamScanner «Dp LA TRAICION A LA CAIDA DE L& NOCHE” 21 fa rodeado de una lengua castiza en Arlt, la ya ma: davfucein de) habla portefia en Cortdzar, hasta leper cee Fe Gesenfadada de Puig. Asi estos tres autores, cuyos nacimientos eo escalonan desde 1900 y 1914 a 1932, marcan pautas generacionsles que pueden considerarse hitos en la historia cultural argentina, aun guando el hecho de que Cortézar haya realizado su carrera literaria relativamente tarde, lo acerque en el tiempo a la produccién de Puig, sobre la que se yuxtapone también la suya. Ya veremos, sin embar. go, por qué la produccién de Cortazar en su espiritu aparece como punto intermedio entre los otros dos autores. Boquitas Como en la novela anterior, que en cierto modo era bosquejo y pre- paracién para la segunda, la accién se desarrolla en el pueblo de ficcién Coronel Vallejos. Alli continua la accién y alli se sigue respi- rando la atmésfera provinciana resumida en los prejuicios puebleri- nos. La separacién de las clases sociales, eierta dosis de racismo y, especialmente, una moral sexual que impone una doble conducta, siguen siendo los médulos de comportamiento de toda esa aglome- racién social, que aparece descrita en los mismos afios, décadas del 30 y 40, que en Ja primera novela. En el centro de Boquitas aparece el tema del noviazgo construido y sacramentado, como institucién apa- rentemente asexuada por la sociedad y, en particular, la familia. La pureza del periodo del noviazgo oculta, sin embargo, una conducta desviada en la sexualidad masculina que colabora al sistema de la prostitucién, como se verd mds claramente en un préximo ejemplo tomado de Cortdzar. Pero primeramente veamos un episodio tomado del cuento de Roberto Arlt titulado “El jorobadito” (1933), publicado Juntamente con el cuento mencionado antes, en el ejemplo anterior: “Familiarizado, como les cuento, con mi ‘idea’, si a algo tan magnifico se puede llamar idea, me dirigi al café en busca de Rigoletto, Después que se hubo sentado a mi lado, le dije: —Querido amigo: muchas veces he pensado que ninguna mujer lo ha besado ni lo besard. {No me interrumpa! Yo la quiero mucho a mi novia, pero dudo que me corresponda de corazén. Y tanto la quiero que para que se dé cuenta de mi carifio le diré Que nunca la he besado. Ahora bien: yo quiero que ella me dé una prueba de su amor hacia mi... y esa prueba consistird en ue lo bese a usted. {Estd conforme? : Respingé el corcovado en su silla; luego con tono enfatico me replic6: —é¥ quién me indemniza a mi caballero, del mal rato que voy a pasar? Escaneado con CamScanner INTRODUCCION A LA OBRA DE uIG _—;C6mo mal rato —Aetoralmente! 4O usted se cree que yo puedo prestarme ser jorobado a farsas tan innobles? vied me va a llevar a jg casa de su novia y como quien presen un monstruo, le dird: ‘Querida, te presento al dromedario’. —iYo no la tuteo $ mi nee tanto : —Para el caso es lo mismo. Y yo en tanto, équé voy a que. sara naar caballero? ¢Abriendo la boca como un imbéel mientras disputan sus tonterias? jNo, sefior; muchas gracias! Gracias por su buena jntencién, como le decia la liebre al caza- dor, Ademés, que usted me dijo que nunca Ja habia besado a su novia. —Y eso, {qué tiene que ver? —jClaro! Usted sabe si a mf me gusta que me besen? Pue- de no gustarme. Y si no me gusta, ¢por qué usted quiere obli- garme? {0 es que usted se cree que porque soy corcovado no tengo sentimientos humanos? ‘La resistencia de Rigoletto me enardecié. Violentamente le dije: Pero, gno se da cuenta de que es usted, con su joroba y fi- gura desgraciadas, el que me sugirié este admirable proyecto? iPiense, infeliz! Si mi novia consiente, le quedaré a usted un re- cuerdo espléndido. Podrd decir por todas partes que ha conocido a la criatura mas adorable de la tierra. {No se da cuenta? Su primer beso habra sido para usted. —{¥ quién le dice a usted que ése sea el primer beso que haya dado? Durante un instante me quedé inmévil; luego, obcecado por ese frenes{ que violentaba toda mi vida hacia la ejecucién de la ‘dea’, le respondi: —Y a vos, Rigoletto, gqué se te importa?”.”° po En este fragmento en gran parte dialogado y sin acotaciones de didlogo, el narrador —que coincide con el protagonista— se encare® de pautar la marcha de la conversacién sin dar posibilidad de com fandir las dos personalidades. El paso al tratamiento de ‘vos’ al rvs del fragmento manifiesta la repugnancia del personaje central ante 7 idea de la novia desidealizada, en la que el beso seria Ia pérdida tr la vitpinidad, El‘Leitmotiv arltiano de la humillacién se cumple to doblemente con los indefensos de la sociedad: el deforme y la El final del relato apuntard en definitiva a quebrar la sacrosunta F. de la sala pequericburguesa, haciendo tambalear los pedestale Ty. valores morales, Este no es, sin ernbargo, el tinico texto die sta za el noviazgo en Arlt, Mds importante, quizés, por su amplitie d® tiltima novela-de este autor, Bl amor brujo, de 1932; 2082 “pra cuenta brutalmente de la sexualidad oculta en la sala."* Bn ¢ Escaneado con CamScanner 5 LA TRAIGION A LA CAIDA DB LA NOCHE” 23, se trata del personaje Estanislao Balder y de Irene, ‘Tomemos un ejemplo: “_4Estds disgustado conmigo, chiquito? —No, piba. ,Cémo me voy a disgustar con vos? Sos una rucdita del mecanismo.,. nada més. Qué podés hacer? ;Oht, tata esto... Antes éramos libres... salfamos.... nos vefamos en’cwsl, quier parte. Ahora en nombre de la moral... porque la moral de Ia ciudad es la moral de tu madre, no debemos salir solos... pere si en cambio estamos autorizados a hacer todo lo que es posible dentro de la sala... —Tené paciencia, querido...”"” No encontraremos en Cortézar este tipo de didlogos, pero si la narracién del contradictorio comportamiento que interesa destacar. *B] otro cielo” es un cuento aparecido en el libro Todos los fuegos ef fuego en 1966 y alli dice el narrador-personaje: “Mi novia, Irma, encuentra inexplicable que me guste vagar de noche por el centro o por los barrios del sur, y si supiera de mi predileccién por el Pasaje Giiemes no dejaria de escandalizarse, Para ella, como para mi madre, no hay mejor actividad social que el sofa de la sala donde ocurre eso que llaman la conversacién, el café y el anisado, Irma es la més buena y generosa de las mu- Jeres, jams se me ocurriria hablarle de lo que realmente cuenta para mi, y en esa forma legaré alguna vez a ser un buen marido y un padre cuyos hijos serdn de paso los tan anhelados nietos de mi madre. Supongo que por cosas asf acabé conociendo a Josia- ne...” Aunque los bbjetivos de Arlt y de Cortazar son similares en los dos fragmentos apuntados, es lamativo ver cudnto ha cambiado entre ambos textos. La seriedad de Arlt en una situacién mas que ambigua (en la que el personaje trata de sacar partido para si) ha dejado lugar a una fina ironfa, no por ello menos critica, Contra este trasfondo en cuanto a la institucién santificada del Noviazgo, se recorta el texto de Puig siguiente: “{Mabel] —{Y hace mucho que est en la policfa, usted? {Francisco Catalino Péez] —Entre que fui a la escuela en La Plata y que legué acd como un aio y medio, —Y a las chicas les debe gustar el uniforme {no? La Raba vuelve de Buenos Aires jel negro salta el tapial para forzarla otra vez? —No, es macana eso. {A usted quién se lo dijo? las blancas st, que las criollas son negras y peludas, , —Yo sé que algunas chicas tienen debilidad por los unifor- Escaneado con CamScanner 24 INTRODUCCION A LA oBRA DE Puig taba pupila en Buenos Aires mis Compariera S, mes, Cuand ¥° Compre de los eadetes. un cadete, no yh neg se enamoral ro oficial cualauicra, | / at ated ey 6 yo me portaba bien, yo era una santa, —S6 yo eupe porque yo tengo novio, y en serio, buen mu. peepee neo comparado con un negro grandote. Chae eT hada que vino en el verano de la capital? q ™ petiso lo dejo sentado de una pitta. —Si, qué otro quiere que sea... . —Uno medio petiso el hombre... zorra gdénde tenés el os. 2 * aaa tione que gustar a mi y no a usted, —iQuiere que le corte mas higos? —Bueno, esos que estén mds arriba. no te vayas todavia... a la madre? jdénde esta? Pero no aleanzo, Tendes. que bajar a su patio y subirme por el Arbol équiere? —No, porque si lo ve mi mamé me v, alguna otra vez que esté en la Comisaria, que no tenga nada que hacer, puede bajarse y trepar por el 4 rbol, cuando lo vea mi mama mejor que no, mi mamd. no dice nada, nada, nada, y Iq Raba llega dentro de pocos dias. ~Pero su mam esta siempre go no? a la zorra la agarro de la cola, —Si, mi mamé esta siempre, no sale casi, —Entonees... eudndo voy a poder bajar? de noche, de no- che... —De noche, de noche... No sé, mi mamé est siempre, —dElla no duerme la siesta? —No, no duerme la siesta. —Pero a la noche deb hago ruido, las Gallinas e dormir... cuando salto el tapial no no se van a despertar, Si, pero de noche no se ve bien para trepar al drbol. un tipo forzudo se trepa como quiere a una higuera, —Si que puedo ver. A +Pero no puede ver qué higo est4 maduro, y qué higo esta verde. vent, vent. —Si, porque los toco largan una Gotita de mie Solo, si ya la y estan més blandos los maduritos y I, me parece que me los voy a comer yo 8! me vengo esta noche, éA qué hora se duerme su mami? garré y no la suelto, —A eso de |, ida... gla habrd forzado 28 doce ya seguro que esté dormida... j 6, ft Raba? stendrd tanta fuerza page ei say Hae les ¥ me encuentra con un negro orillero, ia ntonces a es; in falta, la nov del petisa a hora esta noche vengo sit Escaneado con CamScanner {Dp LA TRAICION A LA CAIDA DE LA NOCHE” 25 Nos encontramos aqui con un diélogo donde se ejercen los me- eanismos de seduccién en doble direccién y en varios planos: un plano comunicativo real; el segundo, en clave (donde palabras como “higo”, “miel”, “blandos”, “maduritos”, “trepar’, “bajar a su patio” apareeen semantizadas eréticamente) y un tercer plano en cursiva— que re- produce el nivel de conciencia de los dos interlocutores, Muy lejos ha quedado la reprobacién moral ante la seduccién, implicita en el did- logo de Leonilda y Eugenio de Arlt. El narrador que aqui mueve los hilos permitiendo expresarse a los personajes, nos deja penetrar en ellos alternadamente, cambiando asf el enfoque y la posibilidad de identificacién del lector. Se trata de un didlogo donde las fuerzas aparecen presentadas en equilibrio. Las contradicciones y engarces entre habla y pensamiento Iegan a un nivel que ningin autor an- terior podia haber logrado, pues no contaba todavia con la agilidad mental necesaria por parte de sus lectores para seguirlo, asi como tampoco poseia el acostumbramiento a una técnica mixta como la que aqui se desarrolla. Estos aspectos formales estan, ademas y princi- palmente, al servicio de la descripcién indirecta de la personalidad de los hablantes. Sus perfiles como seres humanos estan tan acabados a pesar de la concisién del texto, 0 gracias justamente a ello, que un lector que no conozca el resto del texto puede apreciar la totalidad del sentido del fragmento. La separacién racial del pueblo descrito entre los mestizos (aquellos “cabecitas negras” que empiezan a cobrar poder en la década del 40) y los blancos siempre en posiciones privilegiadas esté también sintetizada en los pocos pensamientos de Mabel y Francisco, un fluir de conciencia rico en metéforas y connotaciones eréticas (“zorra”, “escondite”, “cola”). Detras de este tejido de signifi- caciones hay un ‘topos’ ya conocido en la tradicion literaria argentina: la novia paciente de conducta irreprochable que recibe al novio al atardecer como mandan las reglas sociales y familiares. Natural- mente que aqui semejante lugar comin cultural y literario esta sa- biamente socavado por el narrador que pone asf en entredicho toda la estructura familiar. En Puig ya no es el ser débil, Ja mujer en este caso, quien aparece como indefensa 0 burlada. La intriga de la novela le permite a Maria Mabel Séenz hacer uso “en legitima defensa” de las armas de la argucia femenina, un elemento que la misma socie- dad le ha puesto en las manos. El edificio social trastrabilla, pero no es la mujer la que aqui resulta perdedora, ni humillada ni engafiada, como era el caso en los fragmentos citados de Arlt o Cortézar. Y, en este sentido, hemos dado un paso cualitativo que significa una am- pliacién del horizonte de expectativas del lector argentino medio de nuestra época. El éxito de venta del libro pudo haberse debido, por ello, en gran parte, al modo como supo satisfacer las exigencias de un publico que ya no se veia reflejado en el ‘topos’ literario fijado por Arlt en su novela de 1932 y analizado por Sebreli en 1965 en su Buenos Aires, vida cotidiana y alienacién: la novia pura que mas- turba al novio en la sala. En Boquitas la novia (Mabel) pasa, por Escaneado con CamScanner 26 T, Pero se by Ja ceremoni: e burl g let voce a sus propias pulsiones. Aqui es al novig estancigt ey se le adjudica el rol mas pasivo y menos ventajoso, m0 q The affair iguiendo el parangén de los tres autores claves de este esta: oats a producciones respectivas de la Mécada del 20, de} soy 70. En este caso me referiré a una relacién tematica a través de 4, asunto delictivo, real o aparente. En los tres casos el desenlace he trativo depende, en gran medida, de una denuncia, La delacién ere ' en efecto, una constante en la obra de Arlt Y ya aparece en sy Dri. mera novela de 1926, El juguete rabioso, De ella tomo el gi tients didlogo, que se presenta con cierta modernidad, al carecer de ins. tancias acotadoras: “—Sefior, he venido a decirle que esta noche intentarén ro. barle. Esperaba sorprenderlo, pero me equivoqué, —iAn! si... gy cémo sabe usted eso? —Porque he sido invitado Por el ladrén. Ademds usted ha sacado una fuerte suma de dinero del banco y la tiene guardada en la caja de hierro, —Es cierto... —De esa caja, como de la habitacién en que est, el ladrén tiene la lave.” El siguiente texto que he elegido pertenece al cuento “El mévil’, Julio Cortézar, y se halla en el libro Final del juego (1964). No se trata aqui de un didlogo, estrategia escriturarin que Cortazar no explota demasiado, sino de un Mondlogo que presupone oyentes que en algunos momentos se impacientan por la narracién: “Barros que era una luz hizo lo imposible para que le ers quién habia sido. Montes queria hablar pero con un plomo en . cabeza no debe ser nada facil, asi que Barros no Te pudo sacar &ran cosa. De todas maneras Montes le alcanzé a deci, ene Que es el delirio de un moribundo, algo asi como el dal ore azul’, y después dijo una palabra que debfa ser ‘tatuaje’, y ts eon Sacamos que el mozo era marinero y gracias. Dénse cunt ine lo facil que era decir Lopez o Fernandes, pero con un at Tee 2, Cualauiera se la doy. A lo mejor Montes no sable Hamaba el otro, los tatuajes se ven pero un nombre averiguarlo y en una de ésas es de grupo. . ocho dias Ahora ustedes se van a reir cuande les diga que oer del después Barros y yo lo localizamos al tipo, mientras 18 or todas mundo segufa meta batidas al euete en el puerto Y P Escaneado con CamScanner José Amicola MANUEL PUIG Y LA TELA QUE ATRAPA AL LECTOR ESTUDIO SOBRE EL BESO DE LA MUJER ARANA EN SU RELACION CON LOS PROCESOS RECEPTIVOS YY CON UNA CONTINUIDAD LITERARIA CONTESTATARIA, Con el texto inédito del encuentro de Manuel Puig con los estudiantes alemanes llevado a cabo en la Universidad de Gottingen (Alemania) en 1981 Grupo Editor Latinoamericano 86o() 3). oo TEMAS nis Escaneado con CamScanner Capitulo 2 “DEL FOLLETIN A LA CIENCIA-FICCION” (De Boquitas a Pubis) La aparicién de Rayuela en 1963 significé, en gran medida, el acta de defuncién de la novela decimonénica en la Argentina. Ella expresaba el sintoma de un malestar en la relacién autor-lector que en la na- rrativa mundial imperaba desde 1922, fecha de la aparicién de Ulysses de James Joyce. El mismo Cortdzar habia sentido su propia novela como acto de protesta seguin lo declaraba cuatro afios des- pués.' A nivel hispanoamericano estaban los aportes de otros escri- tores y en la Argentina ya existian antecedentes con la obra de Arlt. Este autor declaraba en el prélogo a Los lanzallamas en 1931, a modo de manifiesto literario, también su protesta. En respuesta a las cartas de sus lectores del diario “El Mundo”, Arlt les decia en sus “Aguafuertes portefias” que su ciclo novelistico no,estaba hecho para el publico femenino,? por lo menos as{ como. se;lo imaginaba este autor: un tipo de piblico que consumia argumentos.roménticos, cuyas bases Arlt trataba justamente de socavar. Cortdzar, mas tarde, también se declaré en contra de lo que denominaba “lector-hembra”. Cuando entre 1968 y 1969 aparecen las dos primeras novelas de Puig, ellas son, en algin modo, respuesta a una vieja, polémica que se habia iniciado mucho antes, tal vez en la década del 20 entre los Srupos de Florida y Boedo, cuando Arlt no habia podido ser encasi- lado ni entre los apologetas de la forma ni entre los del contenido. tol Primera novela de Puig construye una intriga donde la cro- ag aparece como la lave maestra para la comprensién de toda la alter o91¢,du¢ ¢l ordenador del material —o narrador eneubierto— oi a final el orden y coloca el documento que faltaba (la. carta no 'ada), que habriamos esperado encontrar al principio. El lector se 45 Escaneado con CamScanner JnTRODUCCION A LA OBRA DE Pug 46 a la narrati frente a una nueva tarea, con TeSDege 7 Ne i halla, pues, Wretio que se le encomienda une Pott. insiste tradicional, puesto ar, En esta primers Me eion®, cuyo sentido per que pregonal ta oxi i ral a ieee i la existencia desde el titulo con 1a or mbjgua hasta para el lector nls despierto, rane oe inbiciog para su develamiento son peazella de cine debe Fe eatea, sin embargo, que la traicién de To nbrir en le escapa, sin | elismo oculto, aunque NO Tlegue : 1 qué encerrar un simbol persigue a la mayoria de consiste, La obsestin inematoare aesde el primer momento como i i revela, y personajes de Puig se i aa ser mas explotada en Jas obras una rien vets, ques on ue Fechas, Vista en el conjunto de eu eriucaon Le araicién parece en muchos sentidos una preparacién vial novela siguiente.’ El titulo de la primera noses Dues, un ‘Leitmotiv’ de esa obra y, en sentido general, de toda la produccién de este autor. Boquitas En este capitulo se verén, pues, las estrategias novelisticas de las obras centrales de Puig, que tienen como caracteristica la reutiliza- cién de un material de segunda mano (0 presentado como tal). En Boquitas son los tangos el elemento supratextual. Ellos tienen la propiedad de funcionar no sélo como ‘Leitmotiv’, sino también como amalgama de lo heterogéneo, en una funcién parecida a aquella en que los mitos homéricos sirven de patrén para la novela de Joyce antes mencionada. En la obra de Puig, con todo, el contraste entre los dos textos no se da para combatir la epicidad de los mitos, sino para desbaratar la ideologia oculta tras la fijacién de los roles sexuales. En efecto, Boquitas representa un mundo de adoracién e idealizacion de la femineidad —y he aqui una intima relacién con el titulo—, pero el sentido latente del texto encierra una fuerza de ataque a los cdnones morales de la sociedad que pinta. E] engarce entre letras de tangos y ‘ ipitulos muestra una trama mds compleja de lo que el subtitulo de a novela —Folletin’— podria hacer esperar. 1a complejidad de que el subtitulo pudo haber forjado. Se trata aqui, en verdad, de un |ruptur ra tr @ que no hay nin ibilidad de presenta’ la iusién que ella crea. Sentimentafeme © mrterom 5° Pues, Sajo la mirada implacable de un ordenador de los Escaneado con CamScanner 47 mientos que en su manera de organizarlos los est, al mi: , i , al mi; esbaratando, es decir: les est quitando su ingenuidad, aconteci tiempo, fecinéi Boguitas se compone, pues, de dieciséis capitulos 0 “Entregas”, on una cesura mayor después de la octava, lo que gepecto de simetria. Las dieciséis “entregas” tienen como eneabene miento versos tomados en su mayoria de tangos de Alfredo Le Pera. Sugrata, entonces, de tangos sin elementos lunfardos, sino del tipo Fiosdfico.sentimental (“Cuesta abajo”, “Volvié una noche”, ete.) En la tpecimosexta Entrega” se documenta, por ejemplo, Ia muerte de Nené, uno de los personajes importantes de la accidn; los versos que dneabezan ese capitulo evocan la preeariedad de la existencia: “Sentir que es un soplo de vida...”), Veamos, ahora, uno de los textos. Se thata de “Volvié una noche” (1932): “Volvié una noche, no la esperaba, habja en su rostro tanta ansiedad, que tuve pena de recordarle su felonfa y su crueldad. Me dijo humilde: Si me perdonas el tiempo viejo otra vez vendré; = la primavera es nuestra vida, verds que todo nos sonreird. Mentira, mentira, yo quise decirle, las horas que pasan ya no vuelven mds y asi mi carifio al tuyo enlazado es sélo un fantasma del viejo pasado que ya no se puede resucitar. Callé mi amargura y tuve piedad, sus ojos azules muy grandes se abrieron, mi pena inaudita pronto comprendieron y con una mueca de mujer vencida me dijo: Es la vida, y no la vi mas. Volvié esa noche, nunca la olvido, con la mirada triste y sin luz y tuve miedo de aquel espectro que fue locura en mi juventud. Se fue en silencio, sin un reproche, busqué un espejo y me quise mirar, haba en mi frente tantos inviernos que también ella tuvo piedad.” La “Décima Entrega” utiliza los versos finales de la segunda es trofa. Esa “entrega” finaliza con el didlogo entre Francisco y Mabel, del que hemos citado un fragmento en el capitulo anterior. Necesa- riamente el tango arroja una luz ambigua sobre Ja relacién de los Escaneado con CamScanner INTRODUCCION A LA OBRA DE Puig 48 i idad de la mujer, lo que es —yq tee eee es de tangos de esa época. La se sabe alfredo Le Pera, que el narrador prefiere, muestra la mane 7 a la busqueda del estilo elevado por la seleccién de pa. Taras eultas Celonia”, “espero”, Sibeuai pet nen oe aug s \eviten términos lunfardos hizo de estos tex los preferidos po fi i constituia por aquellos afios. En cierto |penido ets tentosrevelan on afén de copia dela literatura prest giosa, To que los ubica, hoy en dia, entre las manifestaciones aos vertidas imitadoras del buen gusto que se suponfa consumfan las clases superiores. Esto también es parte del atractivo que despiertan * ae ahora, la sucesién cronolégica de los hechos de ficcién en Boquitas: Primera Tereera/_Octaval. Undécima ~Decimo- Decimo- Decimo- cuarta —novena tereera quinta sexta 1947 1937 1938, 1939 ioso/1941 1947 1968 Seguin el profesor Dieter Reichardt de la Universidad de Ham- burgo,* la tematica de esos tangos forma tres arcos que mantienen la coherencia de la “Primera entrega” hasta la “Decimosexta”, por en. cima de la cesura después de la parte octava. Los tangos del supra- texto no estén elegidos por azar, sino que estén intimamente ligados a la atmésfera melancélica transida de un sentimiento de decadencia y de nostalgia por un pasado que ha sido vivido como idilico.* Como en el caso de La traicién (donde se daba la secuencia cronolégica de los afios 1933-1939-1941-1942-1943// 1944-1945-1946-1947-1948-1933), } en el capi- ; en Boquitas se trata del afio 1947. Este ato tratara del “racconto” de un guién cinematogréfies, Le conelusividad | fronolégiea en 1947 (en La traicién, 1948) indica 9 las claras —con- | waco tradicién folletinesea— que no podra haber os nueva) Entrega”. El narrador, que narra desde In Perspectiva de 20 afios! mas tarde, ha elegidd concluir su relato en un ajio clave para la Pepe de esa mujer, que en su obra aparecia como arquetipo sancions ndencia: en 1947, a instancias de la aceién de Eva Perén se anciona el voto femenino en la Argentina. Lo que ‘en su momento por la oposicién politica del peronisme como una velaria haber sido, més tarde, una medida ito di rama 4 a les del pais, No disent 0 de modernizacién de las es intento fue coh ‘{scutiremos aqui en qué medida ese derado un hito en myer? |© cierto es que ese aito puede ser consi- en muchos'sentidos Para la Argentina. Las dos pri- Escaneado con CamScanner per FOLLETIN A LAC NCIA-FICCION” 49 meras novelas de Puig tematizan justamente los momentos previos a moras ambios, donde las clases sociales se encuentran en pleno pro- ceso de enfrentamiento sin saberlo, como se pone en evidencia en el ges frso mentido entre Francisco y Mabel, analizado en el capitulo anterior. Francisco es el mestizo machista que arremete dentro de las eyes de su sexo y Mabel es Ja “nifia de su casa”, deslumbrante en la blancura de su piel, pero igualmente agresiva en su cosmovisién ra- cial. Si no se trata de carriles folletinescos en la profundidad del tratamiento de los problemas raciales, tampoco puede hablarse aqui de folletin, cuando se considera la sabia interrelacién cronolégica de Jos sucesos, ni tampoco el engarce de esos hechos con un supratexto. Mucho menos puede tratarse de folletin en Boquitas, cuando se analizan las expectativas tradicionales del lector de la literatura trivial y las que aqui se ponen en movimiento. En efecto, Boguitas no} - permite ningun proceso de identificacin con héroe alguno. Tampoco ~ hay en esta novela la singular imitacién del folletin ante el lenguaje: elevado de la literatura que le sirve de modelo.’ En Boquitas todo se mueve —salvo las comunicaciones oficiales (por ejemplo: en torno del” siguiente tipo: “... sélo anticiparemos que durante ese dia acontecié un hecho tan inesperado, y, a juzgar por la impresién que produjo entre los monjes, asf como en la ciudad, hasta tal punto extrafio y desconcertante, que todavia hoy, después de tantos afios, se conserva en nuetra ciudad el més intenso recuerdo de aquella jornada de pe- ripecias...”,° que inducfan a comprar la siguiente entrega. Si Boquitas establece una contravencién contra tantas de las reglas del folletin y, especialmente, contra aquella que prescribe que alli se trata de un deborde sentimental, sin ningun freno del intelecto,® gpor qué la pretensién del narrador de presentarnos “Entregas” folletinescas, que, ademas, el lector tiene en su mano en su totalidad? Es evidente que el folletin irradia una magia genérica para este autor argentino; esta situacién es subsidiaria del fenémeno que los alemanes han bautizado con el nombre dé “Kitsch”, una manifestacién cultural afectada, qué imita, formas prestigiosas en decadencia." De alli la relacién del folletin con el tango sensiblero que aparece dada en yuxtaposicién en Boquitas. Todos estos elementos poseen, en ngor, para Puig un gran poder evocador y son, sobre todo, visualizables, En efecto, los tangos mencionados en Boquitas son tangos que Gardel ha cantado en algunas de sus memorables peliculas. Tangos aqui sig- uales. La visualizacién es tan nifican mds que sonidos, efectos vis saliz imperiosa en Puig, que en esta novela y en las siguientes los su- pratextos o los textos insertados serdn, en realidad, guiones: cine- Matogrdficos. Ellos detienen el tiempo en la época feliz de la infancia y adolescencia del autor —siempre las décadas del 30 y 40—. De esas Escaneado con CamScanner INTRODUCCION A LA OBRA DE Puig 50 . tangos y las peliculas de Gardel, las peliculas mismas fechas the Aa digunas de las de El beso. Volviendo a Ta funeidn de los tangos en la segunda novela de Puig, digamos que ya Arlt y Cortazar habian sentido la fuerza de sintesis que las letras de esa cancién rioplatense resumia. Sélo que cada uno de ellos habia tenido en cuenta diferentes razones para ello.’* . Para Puig el tango es, ante todo, un medio de evocacién, de conjuracién del pasado; algo que ya encerraba en si la nostalgia por el pasado, ahora doblemente nostalgioso. Se trata de fantasmas que Puig convoca para retrotraer a los lectores y a sus personajes a un tiempo ido para siempre, como dicen las letras de esos mismos tangos. , Pero hay algo mds: los tangos que arrojan una luz ambigua sobre la mujer destruyen la otra imagen de aquellos como los que dan el titulo al libro. Las boquitas pintadas no son sélo las del “bibelot” de un tipo de imagen femenina. La ficcién construye otra en el personaje de Mabel. Como de costumbre en Puig, cada realidad —y cada fic- cién— tiene su antagonista. Pero veamos ahora otro aspecto. Boqui- tas y The Affair son las dos tnicas novelas de Puig donde se pre- senta un asesinato. Los méviles y su autor son pronto conocidos por el lector. La ironfa es que en ambos casos se trate de crimenes per- fectos que nadie alcanza a descubrir, salvo el lector que se transfor- ma en eémplice, al estilo de Crimen y Castigo. De las dos obras sélo The Affair recurre al artificio de postularse como “novela policial”, ya sea porque Boquitas tenfa ya una saturacién de adscripciones sub- genéricas (folletin, tango), ya sea porque el crimen no ocupa el centro de la intriga ni hay preparacién de pistas falsas (como en The Affair). 7De hecho la tercera novela de Puig tampoco cumple con los postulados que se propone: la ingeniosidad para descubrir al asesino y la consecuente sorpresa del lector en el camino seguido. La novela policial ha sido desde su origen en Poe uno de los tipos menos rea- listas y mds pautados y convencionales de aquellos nacidos en el si- glo pasado,}* aunque en sus ejemplos mixtos ha dado narraciones tan particulares como las de Dostoievski o Borges. El caso es que The Affair se adscribe, por una parte, a la novela policial en cuanto al punto de partida: tensién creada por una desaparicién; pero contiene tun supratexto tomado de peliculas de Hollywood en su mayoria, que no son precisamente del género detectivesco, sino del mas puro ex. hibicionismo de lo que se autodenominé “glamour”, que hoy no deja de tener una patina de “Kitsch”, 0, al menos, de ese sabor “camp” gusto por el reciclaje de un “Kitsch” de las décadas del 30 y 40). ¢Qué relacién hay aqui entre la tensién de lo policiaco pretendida por la novela y la brillantez de las produeciones de Hollywood? La rela- by per ooe eet nuevamente de ruptura. De la misma manera que a ig-narrador le apasiona imitar un estilo lingiifstico acorde a un género determinado para luego violarlo abruptamente con- una ex- Presién o una acotacién que permita tomar conciencia de la funcién Escaneado con CamScanner “pp, FOULETIN A LA CIENCIA-FICCION” 61 dica del conjunto," asf también juega, a mi entender, el narra- Gor al presentarnos en The Affair un supratexto que desdice estilis- ticamente con el texto. Este “Verfremdungseffekt” (efecto de ruptura de la ilusién) se produce, en gran medida entre el supratexto y el fexto de The Affair. En muchos sentidos es esta novela una obra de pasqueda de nuevos medios de expresién, de tanteos de técnicas y de intento “snob” de renovacién, Su resultado se verd en la mas decan- tada cuarta novela. Esta situacién en la gestacién de The Affair no es, en mi parecer, ajena a la nueva situacin de Puig en aquel mo- mento como autor festejado finalmente en la metrépolis cultural de la Argentina, En cuanto al proceso de gestacién de una obra, algo que esta siendo objeto de estudios en todo el mundo bajo el nombre de “productividad artistica”,* es necesario acotar que no es el aspecto en el que la presente investigacién se propone ahondar; con todo, si- tuemos al autor Puig en el momento de produccién de su tercera novela: se asienta en Buenos Aires y se ve atraido por el torbellino de un submundo “snob” de pintores y literatos; ellos aparecen nucleados en la progresista Editorial Jorge Alvarez que significé un punto obligatorio de referencia para la cultura argentina en la década de remanso previa a la violencia politico-social del 70. Este ambiente, manifiestamente deformado, aparece retratado en The Affair. Diga- mos también que lo pesimista de la pintura de los personajes en- yueltos en un crimen y en intrigas profesionales pareceria una se- creta venganza contra la superficialidad de un estilo de vida. La misma superficialidad, por otro lado, del supratexto: las peliculas de Hollywood. Lo experimental de una forma’ es, a mi juicio, la otra cara de la medalla de un contenido sexualmente osado, aunque también surcado de saltos abruptos que el narrador no ha querido alisar. Veamos ahora un esquema de las relaciones entre el supratexto (los didlogos de las peliculas citadas) y la trama del texto de The Affair: par6 Capitulo I “ : “La dama de las camelias” (Greta Garbo): el didilogo subraya “ner- viosa-enferma” Neurosis de Gladys Capitulo IL ‘La princesa de la selva” (Dorothy Lamour) Peligros en la “jungla” de Buenos Aires para Gladys Capitulo I El suplicio de una madre” (Joan Crawford) Antagonismo de Gladys con su madre Escaneado con CamScanner JNTRODUCCION A LA OBRA DE Puig 52 eT de Shanghai” (Marlene Dietrich) Gladys como objeto sexual Capitulo V las ocho” (Jean Harlow) Cena sibilidad de traicién entre Leo-Gladys Capitulo VI De corazén a corazén” (Greer Garson) Posesividad materna en la vida de Leo Capitulo VII “Mujeres” (Norma Shearer) Gladys como mujer-‘bibelot” Capitulo VIII “Argelia” (Hedy Lamarr) Entrega de Leo al analista Capitulo IX “Mafiana lloraré” (Susan Hayward) Relacién enferma-enfermera Leo en manos de Marta Esther Vila Capitulo X “Les Follies de Ziegfeld” (Lana Turner) Presagio funesto Capitulo XI “La loba” (Bette Davis) Crimen de Leo sin testigos Capitulo XII “El canto del cisne” (Mecha Ortiz) Dominaci Inacién por un secreto Terror de Leo por la denuncia que anuncia su fin i Sapitulo XII “Patalidad” (Marlene Dietrich) Fri i jaldad ‘ant i Leo en la cama con Gladys y Marta rae ae Capitulo XIV “Tierna camarada” (Gi; 4 ‘Accidents suid Poeers) Mencién de la muerte Escaneado con CamScanner |A-FICCION” 53 “Dew FOLLETIN A LA CU itulo XV Cerin Hotel” (Greta Garbo) Muerte no conoeida por Ia protagonista Gladys ignora muerte de Leo Capitulo XVI “Gilda” (Rita Hayworth) Gilda/Gladys supera el dolor Las catorce “stars” absolutas de los dieciséis supratextos (Greta Garbo y Marlene Dietrich aparecen dos veces —lo que no es tampoco casual—) marcan la predileccién del narrador no sélo por el elemento femenino (los interlocutores varones son opacos e innominados), sino por la gran actriz. de carrera con una refulgente caracterizacién —por ello figura inclusive Mecha Ortiz entre las extranjeras, como lo se- fialaba Choli en La traicién—. En el sistema altamente jerarqui- zante de Hollywood de los afios 30 y 40 —la peliculas elegidas se ubican entre 1931 y 1946— el divismo era fomentado por el halo de una personalidad que desbordaba el cardcter asumido en los filmes, aunque se las asociaba a uno determinado 0 a varios similares, lo que determinaba toda su carrera cinematografica. Asi Lana Turner y Rita Hayworth eran la encarnacién de “the treacherous woman!” y Gre- ta Garbo junto a Marlene Dietrich representaba la condicién andré- gina de la belleza," mientras que Jean Harlow personificaba el tipo de “predatory female”. Seguin lo documenta Georges Sadoul, a par- tir de 1935 obraba, a instancias del Papa, la asi llamada “Legion of Decency” la cual tiene naturalmente mucho que ver con estas su- tiles simbologias qoe ocultaban costados desenmascaradamente sexuales. Pero ella trajo consigo no sélo la anulacién de las referen- cias directas al sexo y a la violencia, sino también cualquier trata- miento profundo de temas clave.” La quintaesencia de esa sabia manera de callar de Hollywood esté documentada en una pelicula que aparece mencionada en las tres primeras novelas de Puig: “The Women” (“Mujeres”), 1939, la que se caracteriz6 por la ausencia de varones en su elenco.” Como sucedia en el drama de Garefa Lorca de 3 afios antes, “La casa de Bernarda Alba”, la ausencia del varén hace Su presencia mas omnipotente, sélo que en la comedia de Hollywood €sa omnipotencia no es de ningtin modo desenmascarada. En defi- nitiva, en la sobrerrepresentacién del divismo femenino, ya sea en la “sophisticated comedy” o en el melodrama sensiblero, ambos tipos manifiestan la intencién de subrayar algo que Puig elabora desde su Primera obra: la adseripcién fija a pautas de conducta en roles Sexuales prescritos. I] hecho de que se produzca en la mujer de clase media (en The Affair Gladys) una imitacién de los comportamientos fijados y predicados por Hollywood muestra asimismo la peligrosidad le sus mensajes (como lo demuestra, por otro lado, la influencia del ¢ine estadounidense en la juventud actual). Las actitudes de las pe- Kreulas de los supratextos parecen, asi, espejos donde se miran los Escaneado con CamScanner INTRODUCCION A LA OBRA DE Pug 54 ‘almente en algunos casos, como, por ejemplo, cuando al tomar sus pastillas en forma simétrica a la es. sona-que muestra a Greta Garbo en "Grand Hotel”. Bn algunos casos se trata de espejos deformantes que boicotean la imagen eel os en el capitulo IV esa “class-sophistication” de Marlene Dietrich gparece contrapuesta a un crudo episodio de masturbacién de Gla- dys, que, de algiin modo, echa por tierra el edificio que el supratexto construye. El teiangulo amoroso Leo (un leén impotente) - Gladys (una es pada clit6rica) - Marfa Esther (la imagen materna que acuna), presentado en toda su promiscuidad sexual compite con el purita- nismo de la “Legién de Decencia”, que encabeza cada capitulo. Por ello puede decirse que el juego de relaciones que el supratexto esta- blece con el texto es mucho mds complejo que lo que una lectura superficial podria descubrir. En rigor, Gladys, ese objeto sexual, que imita a las divas del cine de Hollywood, es tratado en forma extrema, desde la reverencia a la violacién, como sostiene el titulo del estudio de Molly Haskell, nunca como ser humano, y he aqué, a mi juicio, Ia relacién mds intima entre cine rosa y violencia policiaca.* A partir de la cuarta novela, Puig deja de crear sus obras en base aun supratexto, para preferir algo que denominaré “intratexto”2” La complejidad de construccién estructural no abandona las obras de Puig, pero es The Affair, tal vez, la que acusa con mayor intensidad esa “ulisificacién” de la novela moderna; es en-The Affair donde se concentra la mas variada heterogeneidad formal, seguida de cerca por Boquitas y Pubis, las tres inusualmente vinculadas al fenémeno de la imagen de la mujer. textos; especis Gladys reflexiona El beso La cuarta novela de Puig, El beso de | je fi t ¢ , , ‘a mujer arafa, personaje Molina, quien le cuenta, en la soledad de la rode de it pris ineo belleulas a su compaiiero Valentin. No es la primera que, en la secuencia de obras de Pui 6 meno tan tipicamente argentino, de co eligi orator 1» ntar una pelicula para tender Ey Puente, a Bosenmple realmente la funcién Gorin catia, sino racine, aauella “fétia” de la que habla Roman Jakobson.” fin La ‘oto quien se enamoraba de las divas hasta la identifi- peliculas cca age Sess ¥ atitudes.™ Pero alli no tenfan todavia las Y, especialmente, en El bese a que empiezan a tener en The Ajfair muestra, en i ‘5 ste rasgo de la personalit Toto la infangia de Tagnetid@, una continuidad en ‘a ae eee asf como en Arlt fa eqmesenta. como la infancia posible de Molina, bioso parece e} al adolescencia de Silvio Astier en El juguete ra- novelas siguientes Taw © la personalidad de Erdosain en las dos » Toto no sélo cuenta una pelicula en Ia composicion Escaneado con CamScanner

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