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Padres: ¿Cómo actuar ante las mentiras de hijos?

Generalmente, a los ocho años de edad la intencionalidad de la mentira se vuelve más


pronunciada. Antes de esta edad la realidad e imaginación no están tan definidas en la
mente del niño.

Es precisamente la mentira intencionada la que necesita orientación de los padres para ser
corregida. Hay que tener en cuenta que en ocasiones la mentira puede ser utilizada por el
niño con la intención de captar la atención de los padres.

Es por esto que es indispensable, al descubrir que el niño ha mentido, intentar hacer que él
mismo explique voluntariamente las razones que lo han empujado a mentir.

Será necesario evaluar tanto su conducta como su respuesta, ya que a través de ésta podrá
diferenciarse si se trata de un genuino deseo del niño de usar la mentira como un
mecanismo de defensa ante una situación desagradable o, por el contrario, se trata de una
acción del niño motivada por la falta de cariño o atención por parte de los padres.

Si, por ejemplo, el niño ha mentido al negar que pegó a su hermano menor, se trataría de
una mentira utilizada como mecanismo de defensa para evitar un castigo. En cambio, si la
mentira no está orientada a evitar alguna experiencia desagradable, sino a llamar la atención
de los padres, será necesario atender porqué se da esa conducta.

Ahora bien, se deben tener en cuenta ciertas claves para corregir la mentira en niños
correctamente cuando la mentira está dirigida a evitar una experiencia desagradable:

Evitar que el niño se sienta humillado

Es posible que el niño presente argumentos inverosímiles para no reconocer que está
mintiendo. En caso de que esto ocurra será indispensable evitar dejar al niño en ridículo.
Los padres deben comunicarse con él desde una perspectiva amable y comprensible, pero
sin perder la firmeza y la autoridad.

Además, tampoco se debe compartir con terceras personas que el niño ha adquirido la
costumbre de mentir, ya que esto podría afectar negativamente a su autoestima.
Asimismo, se debe evitar dejarse llevar por emociones de enfado cuando se va a corregir la
conducta de la mentira infantil. El mantener un ánimo neutral hará más fácil que el niño
comprenda que estamos conscientes de que nos está mintiendo.

La disciplina no debe estar sólo sustentada en la moralidad y el deber

Para que el niño reconozca su mentira, el mensaje en el discurso orientador de los padres es
importante, pero no debe ser el único factor sobre el cual puede fundamentarse los
argumentos de los padres.

Debe existir un equilibrio entre los argumentos morales y los argumentos relacionados con
las consecuencias de la mentira. El objetivo no es sólo hacer que el niño aprenda que la
mentira no es un acto correcto, sino que también debe aprender que tiene consecuencias
negativas.

Educar con el ejemplo

Cuando el niño haya reconocido que ha mentido, si los padres actúan de forma asertiva,
podrán hacer que aprenda que debe evitar la mentira. La comprensión es un valor muy
importante en este punto. Sin embargo, para lograr que el niño sea consciente de que debe
evitar las mentiras, debe percibir en sus padres un ejemplo de honestidad, pues lo padres
son el ejemplo de actuación más importante de los niños.

Conclusiones:

La mentira infantil, no son algo muy extraño. La mentira es un recurso común en niños de
diferentes edades, por lo cual no siempre se trata de un tema que deba preocupar a los
padres a no ser que se convierta en una conducta muy frecuente e inecesaria, o que se dé
sólo y siempre en un determinado “escenario”: escuela, parque, abuelos, en relación con la
alimentación, al deporte, etc…
En ocasiones la mentira sólo presenta como una característica evolutiva normal de los
niños, ya que descubren que pueden utilizarla como un recurso para conseguir las cosas que
desean.

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