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Ángel Álvarez Vilariño Filosofía II

Stuart Mill, redes sociales y capitalismo

Stuart Mill, filósofo y economista inglés, reconocido como padre del liberalismo
político y defensor del utilitarismo, propone en este texto la libertad de expresión como
herramienta del progreso de la humanidad, y la única manera de comprobar la verdad y la
utilidad de una opinión. En primer lugar, crítica cualquier gobierno que pretenda actuar
amparándose en la opinión pública, tachándolo de opresor de la verdad. Según Mill “Si toda
la humanidad, menos una persona, fuera de una misma opinión, y esta persona fuera de
opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase como ella misma
lo sería si teniendo poder bastante impidiera que hablara la humanidad”1, lo que expresa que
el número de seguidores que tenga una opinión es completamente irrelevante a la verdad y
utilidad de esta, y que por lo tanto sigue pudiendo ser objeto de revisión y crítica. Esta idea la
defiende afirmando que toda crítica a una opinión va a tener un efecto positivo para la
humanidad, en caso de ser refutada al crítica, reforzará la certeza que tenemos sobre la
opinión en cuestión - y en caso de refutar de manera total o parcial la opinión, la humanidad
habrá progresado. Este método, abierto a la discusión desde cualquier punto de vista, es la
única manera que tenemos de confiar en unas opiniones más que en otras, ya que Mill
establece que no podemos tener certeza absoluta en ningún ámbito. Al afirmar esto último, el
autor británico habla de que uno no puede actuar siempre con miedo a que sus opiniones y
convicciones sean falsas, al contrario, debemos actuar como si estas fueran verdaderas. Sin
embargo, hay algo muy importante que también hemos de tener en cuenta al actuar, y es que
nuestras opiniones son verdades porque no han sido refutadas todavía, y debemos estar
abiertos a esta posible refutación. En estos términos establece también el paralelismo entre
alguien de opinión confiable, abierto a todas las opiniones y un buen gobierno, que
reflexiona sobre todas las posibilidades antes de tomar una decisión.

Es difícil argumentar en contra de la libertad de expresión leyendo a Mill, nos


encontramos ante una filosofía cuyo núcleo es una igualdad que se defiende a sí misma, y
aunque se podría tachar de idealista, la sociedad que propone resulta casi paradisíaca: una
sociedad en la que reina la tolerancia y el reconocimiento de todas las opiniones está
implementado radicalmente en cada persona, en la que la verdad se halla debatiendo de
manera respetuosa y las refutaciones u opiniones contrarias no se toman como ataques. Es
evidente que si siguiéramos este modelo los humanos ganaríamos muchísimo en todos los
aspectos de nuestra vida. Sin embargo, por muy idílico y apetecible que pueda parecer este

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modelo de sociedad, lo cierto es que nos alejamos de él cada vez más. Como David van Mill
expresa en su análisis de la libertad de expresión de S. Mill, todas las sociedades establecen
ciertos límites en el ejercicio de la libertad de expresión porque ésta siempre tiene lugar
dentro de un contexto de competitividad (2021: 2). Esta competitividad es inherente al
sistema de vida neoliberal tardocapitalista que mantenemos en occidente. Es inevitable la
confrontación de opiniones, y la tolerancia es algo poco común en nuestra sociedad. Y, como
ya he expresado, cada vez es más difícil vislumbrar este paraíso en la Tierra.

Una de las causas más importantes de esto a mi parecer es la ascensión de las redes
sociales, las cuales promueven la competitividad, la agresividad y como lo llama Kane X.
Faucher el “narcisismo digital” (Digital Narcissism) (2018: 90). Tal y como indica Faucher, lo
novedoso y clave en este tipo de narcisismo no es el mecanismo del narcisismo en sí, sino lo
que él llama el efecto “megáfono”, que se define como un aumento de las oportunidades para
perseguir metas narcisistas provocado por el diseño estructural de las redes sociales, e
incluso una presión competitiva para ser visto y oído en el vasto océano de “social media
noise” (2018: 91). Esto lleva inevitablemente a un aumento de competitividad, a la
transformación del cuerpo en una especie de “cuerpo digital” que habitamos, controlamos,
administramos, fetichizamos y sobre el que capitalizamos (2018: 94) y a la creación de
territorios digitales infantilizados, que estos narcisistas digitales defenderán con fiereza de
cualquier aparente amenaza (2018: 97-98). Herbert Marcuse en su obra Towards a Critical
Theory of Society hablará de cómo la energía destructiva se torna útil en la sociedad como
energía agresiva, y este comportamiento agresivo conlleva crecimiento de poder económico,
político y técnico, y cuanto más poder se tiene, y más tecnológica es la agresión, menos capaz
es de satisfacer este impulso primario, y tiende cada vez más hacía la repetición e
intensificación (Marcuse 2001, 257, 264).

Todo lo descrito anteriormente nos lleva a culpar a las redes sociales y al sistema
capitalista y neoliberal en las que éstas se han desarrollado. Por último y como conclusión
podemos afirmar entonces que el sistema y la configuración de la sociedad es culpable de que
el idílico modelo de Mill no pueda cumplirse ni llevarse a la práctica. No iría tan lejos de
tacharlo de utópico, pero sí como algo cada vez más lejano. Creo que la tolerancia es
accesible para todos los humanos, pero que ésta sea la ley ordenadora en las relaciones
humanas es en estos momentos inalcanzable. Somos meros productos ante las descomunales
empresas que rigen el mercado y el mundo, y a estas no les interesa la concordia entre los
humanos. La agresividad, la crispación y la discusión entre usuarios lleva a estos a crear
grupos que actúan de refugios y fuentes de validación para las opiniones propias, y es aquí
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donde prolifera una mayor cantidad de relaciones sociales digitales, y a la larga, crea más
dependencia y adicción a la aplicación que se trate. Esto es lo que resulta rentable y es lo que
las empresas intentarán crear diseñando todo de manera que facilite la colisión de opiniones
primordial.
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Bibliografía
van Mill, David, "Freedom of Speech", The Stanford Encyclopedia of Philosophy
(Spring 2021 Edition), Edward N. Zalta (ed.)

Faucher, K. X. (2018). Social Capital Online: Alienation and Accumulation. Pp.


87–108. London: University of Westminster Press. DOI:
https://doi.org/10.16997/book16.f.

Marcuse, H. (2001). Towards a Critical Theory of Society. Londres: Routledge

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