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Mario Salas

Hobbes: sobre la naturaleza de la obligación política

Abstract: This paper examines the pro- en el pacto que instituye el Estado: los humanos,
blem of the foundation of political obligation aguijoneados por las incertidumbres de un “esta-
in hobbesian thought; it reviews critically some do de naturaleza” en el cual la vida es, inevita-
solutions that have been given to this problem blemente, “solitaria, pobre, desagradable, brutal
and proposes an alternative solution, grounded y corta”2, se apresuran a renunciar a un ilimitado
on the searlean theory of speech acts. derecho natural que les resulta más una carga que
una bendición y, así, cada uno transfiere su dere-
Key Words: Hobbes, natural law, political cho a un “hombre o a una asamblea de hombres”3,
philosophy, speech acts. siempre que los demás hagan lo mismo. De esta
manera asumen voluntariamente la obligación
Resumen: En el presente artículo se exami- de obedecer a aquél –o aquellos- a quienes han
na el problema del fundamento de la obligación obsequiado su originaria libertad; y si ahora nos
política en el pensamiento de Thomas Hobbes preguntamos cuál es el fundamento último de
-la obligación moral que tendrían los súbditos de esta obligación, parece evidente que éste reside en
obedecer al soberano-, repasando críticamente la ley natural: la tercera ley de naturaleza, tal y
algunas de las diversas soluciones que se han como la consigna el Leviatán, prescribe, en efec-
pretendido dar a dicho problema y, finalmente, to, “que los hombres deben cumplir los convenios
proponiendo una solución alternativa, deudora que han hecho” 4 .
de la teoría searliana de los actos de habla. El problema sin embargo se complica por el
hecho de que Hobbes, después de haber definido
Palabras clave: Hobbes, iusnaturalismo, la ley natural al principio del capítulo 14 de su
filosofía política, actos de habla. Leviatán como “un precepto o regla general,
descubierto mediante la razón, por el cual a un
hombre se le prohíbe hacer aquello que sea des-
Un problema que ha ocupado a los estudiosos tructivo para su vida, o elimine los medios de
de Hobbes durante décadas es el de los funda- conservarla”5, nos dice –en las últimas líneas del
mentos de la obligación política1: ¿por qué no sólo capítulo 15 de la misma obra- que:
estamos constreñidos –en virtud de la fuerza que
el Estado posee- a obedecer al soberano, sino tam- Los hombres han solido dar el nombre de
bién moralmente obligados a hacerlo? ¿Por qué la leyes a estos dictados de la razón, pero lo han
dominación política ejercida por el Estado es no hecho impropiamente. Porque los dictados
de la razón sólo son conclusiones o teoremas
sólo efectiva, sino también legítima, y por lo tanto
que se refieren a todo aquello que conduce
no sólo es imprudente desobedecer a quien ostenta
a la conservación y defensa de uno mismo,
la soberanía, dadas las consecuencias que de ello mientras que la ley, propiamente hablando,
se siguen para el trasgresor, sino también injusto? es la palabra de quien, por derecho, tiene
La respuesta que surge casi inmediatamente mando sobre los demás. No obstante, si
de una primera lectura de la obra hobbesiana es consideramos esos mismos teoremas como
que la obligación política tiene su fundamento algo que nos ha sido dado en la palabra de

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Dios, el cual tiene, por derecho, mando sobre no hay justicia natural a la que apelar por encima
todas las cosas, entonces sí podemos darles de los decretos del soberano. ¿Cual es entonces la
propiamente el nombre de leyes6. función de la ley natural en su sistema?
La argumentación que Bobbio desarrolla en
Si la ley natural no es ley, ¿cómo puede este capítulo puede resumirse así: la ley natural
entonces considerarse como fuente de una obli- fundamental –aquella en la cual están contenidas
gación? ¿Dependería entonces la legitimidad del todas las demás como consecuencias o especifica-
orden político, en último término, del hecho de ciones suyas- prescribe buscar la paz; la primera
que Dios nos ordena respetar los pactos, de modo ley natural derivada8 –la primera especificación
que si prescindimos de esta hipótesis la obliga- de la anterior- es la que prescribe la renuncia al
ción política desaparece? Y si la ley natural sólo derecho natural ilimitado: el derecho que nosotros
llegara a ser ley en virtud de una sanción divina, los humanos tendríamos a todas las cosas y que
¿cómo podemos saber que esos “teoremas y con- sería la fuente de la guerra, en la medida en que
clusiones” son algo más que eso: meros teoremas conlleva una colisión de los diversos derechos;
y conclusiones?, ¿cómo sabemos que son efectiva- renuncia que implica la transferencia de parte de
mente mandatos de Dios? Y aun suponiendo que (o de todo) este derecho a otros. Esta primera ley
lo fueran, ¿en qué se fundaría nuestra obligación se concreta en la existencia del Estado –pues sólo
de obedecer a Dios? en virtud de la espada del soberano existe garantía
Son estas las cuestiones que nos proponemos de que los contratos, mediante los cuales se efec-
examinar aquí. Iniciaremos nuestra indagación túa aquella transferencia, serán respetados-. Puede
de la mano de Norberto Bobbio, discutiendo un entonces decirse –Bobbio lo hace- que la primera
capítulo de su obra sobre Hobbes7 en el cual ley de naturaleza (derivada) es la que prescribe la
busca esclarecer la función que la ley natural constitución del Estado. En vista de lo anterior,
desempeña en la construcción teórica hobbesiana la ley natural fundamental: buscar la paz, se
(I); esto nos ayudará a examinar los diversos concreta en obedecer al Estado, “lo que significa
matices del vínculo existente entre ley natural que el hombre alcanza mediante el Estado –lo que
y legitimidad política. Luego consideraremos equivale a decir mediante el órgano encargado de
críticamente diversas respuestas que se han dado producir leyes positivas- el fin supremo planteado
al problema que aquí consideramos (II) y, final- por la ley natural9”. La ley que prescribe respetar
mente (III), nos aventuraremos a proponer una los pactos10 (tercera ley de naturaleza según el
solución alternativa. Leviatán, segunda ley natural derivada) es, señala
Bobbio con razón, un corolario de la ley que pres-
cribe la renuncia al derecho ilimitado y se refiere,
I también, a la constitución del Estado civil.
Pero son las otras dieciséis leyes naturales11
En el capítulo cuarto de su obra Thomas las que parecen plantear un problema, pues
Hobbes (que lleva por título Ley natural y ley éstas prescriben comportamientos válidos por
civil en la filosofía politica de Hobbes), Bobbio sí mismos, necesarios para mantener o resta-
llama la atención sobre el hecho –paradójico- de blecer la paz: la gratitud, el acomodo mutuo, la
que Hobbes pertenezca tanto a la historia del disposición al perdón, la búsqueda en los actos
iusnaturalismo como a la del positivismo jurídi- de venganza del bien futuro antes que de la satis-
co. En otras versiones del iusnaturalismo, tanto facción de dañar al otro, la evitación del orgullo
anteriores como posteriores, la ley natural sirve o la arrogancia, la equidad, el uso igual de cosas
como instancia crítica para juzgar sobre la justicia comunes y otras. Si las tres primeras leyes natu-
o injusticia de la legislación positiva: ninguna ley rales anteriormente consideradas se traducen –se
o institución humana puede considerarse justa si agotan, podríamos decir- en la obediencia a las
está en contradicción con la eterna ley de la natu- leyes positivas, ¿no podrían entrar estas otras
raleza; mas para Hobbes no es concebible una jus- leyes en conflicto con las leyes positivas? Y si
ticia que sea independiente de las leyes positivas: es así, ¿qué pasa en caso de conflicto? ¿Han de

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subordinarse las leyes positivas del soberano a sí –en tanto que no sometidos a un poder humano
las leyes naturales? superior- en estado de naturaleza, y ya vimos que
Bobbio argumenta –y nosotros coincidimos en tal situación las leyes naturales no obligan
con él- que estas leyes no tienen validez fuera del realmente. Y en lo que respecta a las relaciones
Estado civil: el mismo Hobbes admite que tales entre el soberano y sus súbditos, Hobbes es siem-
leyes sólo obligan en conciencia12, pero que en pre enfático al establecer que, aunque aquél debe
el estado de naturaleza sólo deberían seguirse acatar la ley natural, el súbdito no puede en justi-
si hubiera seguridad de que los demás también cia reclamarle nada, pues ha avalado de antemano
se avienen a comportarse de acuerdo con ellas –mediante el pacto fundacional del Estado- todas
–de lo cual, siendo la naturaleza humana como sus acciones. De este modo la ley natural tampo-
es, nunca hay garantía-. Pero ¿qué sucede en el co sirve como instancia de apelación para que los
Estado civil? Bobbio analiza las diversas alter- súbditos puedan reclamar algún derecho frente
nativas, algunas de las cuales parecen sustentarse al Estado o juzgar su modo de actuar; sólo Dios
en varios pasajes de Hobbes: una de ellas es que puede juzgar los actos del soberano.
en el Estado civil la ley positiva proporciona la Así llega Bobbio al núcleo de su argumenta-
forma –esto es, la forma de la ley: la forma de un ción: la única función que la ley natural cumple
mandato que no obliga, entonces, sólo “in foro en la construcción teórica hobbesiana es la de
interno”, sino que obliga sin más-, mientras que servir de fundamento al ordenamiento jurídico
la ley natural proporciona el contenido13. Bobbio positivo, que de este modo se convierte en el
muestra, sin embargo, que esto es problemático, único ordenamiento jurídico válido, no subordi-
pues en realidad el contenido mismo de la ley nado a ninguna instancia exterior. La ley natural
natural –y no sólo la forma- vendría determina- no ordenaría, en último término, otra cosa que
do por la ley civil, por lo cual aquella no tendría la obediencia a las leyes positivas, cualesquiera
en sí misma un contenido independiente14: “Las que estas sean; ella sólo proporcionaría –y en ello
leyes naturales existen, pero son tan indetermi- agotaría su papel- el fundamento último sobre el
nadas que son inaplicables15”. Otra alternativa, que descansa la legitimidad del poder político:
también avalada por pasajes de la obra de Hob- el fundamento de la obligación que tienen los
bes, atribuye a la ley natural la función de rellenar súbditos de someterse al Estado. La genialidad de
las lagunas del ordenamiento jurídico: las leyes Hobbes estribaría, entre otras cosas –así lo afirma
naturales son obligatorias cuando callan las Bobbio-, en haberse servido de las armas de los
leyes positivas16 . Bobbio muestra, sin embargo, adversarios del absolutismo para defender tesis
basándose en otros pasajes de la obra hobbesiana, absolutistas19: el iusnaturalismo y el contractua-
que la ley natural misma no puede aplicarse en un lismo eran, en efecto, las correas con las que los
caso imprevisto sin ser interpretada; ahora bien, adversarios del poder absoluto habían pretendido
¿quién es el intérprete de la ley natural? El Estado embridarlo; Hobbes, en cambio, habría utilizado
es el único juez de lo que la ley natural prescribe: el contractualismo para apuntalar el absolutismo,
la autoridad del Estado, personificada en el juez, y el iusnaturalismo… ¡para fundamentar el posi-
es el único intérprete autorizado17. Así, depende tivismo jurídico!
sólo del juez –es decir, en último término del Pero aquí surge un problema: las leyes natu-
soberano- establecer si en el caso concreto una rales, según ya hemos visto, no son para Hobbes
ley positiva ha de ser regulada o no por la ley de propiamente leyes, sino “teoremas de la razón”.
naturaleza, y, en caso afirmativo, qué es lo que la
En palabras de Bobbio:
ley natural dispone.
Por último Bobbio considera el problema de no son normas jurídicas sino principios cien-
la sumisión del soberano a las leyes naturales: el tíficos. No mandan, sino que demuestran.
Leviatán afirma que el soberano ha de respetar No obligan (o constriñen), sino que tienden
esas leyes18. Bobbio muestra cómo esta obliga- a convencer. No pertenecen a la esfera del
ción desaparece de hecho en las relaciones entre deber ser (para adoptar también aquí la ter-
los diversos soberanos, pues éstos se hallan entre minología kelseniana) sino del ser. Las leyes

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naturales no tienen validez como normas instituir un poder soberano- ha de tener una carác-
jurídicas sino como demostración, que dan, ter normativo y no meramente descriptivo; en
de la validez de un determinado sistema de otras palabras, ha de ser una ley en sentido propio:
normas jurídicas. Pero, una vez más, esto
significa la disolución del derecho natural Pero, aunque sea con la reducción del siste-
en el sentido clásico del término, es decir, en ma de leyes naturales a sistemas de propo-
el sentido de un sistema de normas jurídicas siciones científicas con valor no normativo
válidas. Pero aunque sea con la reducción del sino demostrativo, el sistema jurídico ha
sistema de las leyes naturales a sistemas de de quedar normativamente fundado y no
proposiciones científicas con valor no nor- sólo racionalmente justificado. Como para
mativo sino demostrativo, el sistema jurídico Kelsen, también para Hobbes el ordena-
positivo ha de quedar normativamente fun- miento jurídico remite a una norma fun-
dado y no sólo racionalmente justificado20. damental. Y esta norma fundamental no es
para Hobbes una mera hipótesis normativa,
sino una ley natural. Lo que significa que
Si las leyes naturales no son propiamente la reducción de las leyes naturales a25 teo-
leyes, esto es, mandatos obligatorios de una auto- remas no está completa y que el derecho
ridad con potestad para ordenar, son, a lo sumo, natural tiene valor normativo al menos en
imperativos hipotéticos que nos muestran las un punto, que es el punto de apoyo de todo
consecuencias que se siguen de actuar de cierta el sistema..Se puede añadir que esta norma
forma, pero que nos dejan en libertad de seguir, fundamental natural que establece un con-
trato en favor de terceros como fundamento
una vez informados sobre dichas consecuencias,
normativo del ordenamiento jurídico estatal
el curso de acción que queramos. Recurriendo a implica por su propia validez también la
una distinción hobbesiana, bien podríamos decir validez de otra norma, de la norma sobre
que serían más bien consejos de la razón y no cuya base han de respetarse los contratos
mandatos, pues, dejando aparte el hecho de que (pacta sunt servanda)26.
hablar de la razón (o de la naturaleza) como una
instancia que prohíbe y cuya “palabra”, en conse- La norma que ordena respetar los pactos es,
cuencia, es un mandato, implica un imperdonable como ya vimos, un corolario de la norma que
abuso del lenguaje –precisamente de aquel tipo ordena renunciar al derecho natural en favor de
contra el cual Hobbes ya nos ha prevenido en el la paz; sólo estos dos preceptos serían –según
capítulo cuarto de su Leviatán-, cabría decir al Bobbio-, leyes en sentido estricto, esto es, prin-
menos que tales “conclusiones y teoremas” serían cipios normativos que, como tales, generan obli-
más asimilables a los consejos (counsels)21 que gación. Las demás “leyes” naturales serían sólo
a los mandatos (commands), pues un consejo es meros “teoremas de la razón” –meras reglas
algo que estamos en libertad de seguir o no seguir, prudenciales, por decirlo así- que no generarían
ya que tiene como fundamento nuestro propio obligación alguna.
beneficio y no, como el mandato, el beneficio de Pues bien, la solución que propone Bobbio
quien lo formula22. Ahora bien, como todo impe- nos parece antojadiza. ¿Por qué considerar preci-
rativo meramente hipotético, las “leyes” naturales samente la segunda ley natural como ley en senti-
pertenecerían al ámbito de lo descriptivo y no do estricto y no la primera –la que ordena buscar
de lo normativo23; pero un sistema de normas no la paz y en la cual se hallan contenidas todas las
puede tener como fundamento un principio no demás-? ¿Cómo conciliar esto con el hecho de que
normativo24. Para resolver este problema, Bobbio Hobbes afirma que las leyes naturales –todas sin
afirma que la reducción de las leyes naturales a excepción- son llamadas impropiamente leyes,
teoremas en Hobbes no es completa, que al menos pues se trata de meros teoremas o conclusiones
una de las leyes naturales –la segunda (primera de la razón relativos a los medios para preservar
ley natural derivada), que prescribe renunciar al mejor la propia vida, o con el hecho de que sólo
derecho natural, lo que en opinión de Bobbio se las podemos llamar propiamente leyes si las con-
traduce, como hemos visto, en la necesidad de sideramos –a todas sin excepción y no sólo a la

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segunda y tercera- como mandatos de Dios? Bob- tengan ese carácter; pero ya sean sólo dos o
bio no fundamenta suficientemente su conclusión diecinueve las leyes naturales, Bobbio no aclara
en el texto hobbesiano; hay sólo un tímido intento dónde estaría, para Hobbes, el fundamento de
de fundamentación –insuficiente desde nuestro nuestra obligación de acatar tales preceptos, es
punto de vista-: Bobbio argumenta que: decir, de dónde le vienen a estos “teoremas y
conclusiones” su carácter de ley. Admitir que al
Para Hobbes, tanto la norma que establece el menos la segunda y tercera leyes naturales han
contrato de unión como la norma pacta sunt de ser leyes en sentido propio se vuelve necesa-
servanda son leyes naturales. Lo confirma rio, desde su punto de vista, para fundamentar
el hecho de que el delito de lesa majestad,
normativamente el orden jurídico positivo; pero
como se nos presenta en un pasaje del De
Cive, un delito que consiste no en desobe-
¿qué hace que la ley natural sea efectivamente
decer esta ley o aquella sino en la infracción una ley y no un mero “teorema de la razón”?
del pacto inicial, se considera un pecado En lo que hemos dicho acerca del pecado
contra la ley natural, “transgresión de la pareciera estar ya la respuesta: actuar contra la
misma ley natural, no de la civil”, lo que ley de naturaleza sólo puede ser pecado si ésta es
tiene como consecuencia que el culpable de efectivamente una ley. Hobbes ha caracterizado
lesa majestad no deberá ser castigado según la ley natural como meros “teoremas y conclu-
el derecho civil, sino según el natural, es siones”, sin carácter vinculante a menos que los
decir, no como un mal ciudadano, sino como
consideremos como mandatos de Dios; de hecho
un enemigo del Estado27
Hobbes parece asumir siempre que tales leyes
–todas ellas- son efectivamente mandatos divi-
Pero en el contexto de la obra hobbesiana no
nos y, en consecuencia, su carácter de auténticas
es sólo la infracción de la ley que ordena respetar
leyes tendría ahí su fundamento. No obstante,
los pactos –o de la que ordena renunciar al dere-
esto –que parece una solución conveniente a la
cho natural- la que aparece caracterizada como
cuestión que aquí consideramos y que puede,
un pecado, sino el acto –o intención- de infringir
además, apoyarse en innumerables pasajes de la
la ley (natural o positiva) en general28. El sobe-
rano que trata a su pueblo de manera arbitraria obra hobbesiana- plantea, como veremos a con-
y cruel peca contra la ley que ordena la gratitud, tinuación, problemas todavía más arduos que los
esto es, contra aquella ley de naturaleza, la cuar- que hasta ahora se han discutido aquí.
ta, que busca que los humanos no se arrepientan
de los regalos que han hecho –pues el soberano
ha recibido el poder como un don o gracia de su II
pueblo29-. David, ciertamente –afirma Hobbes-,
no cometió injuria alguna contra Urías cuando A partir de la década de los treinta del siglo
tomó no sólo su mujer, sino también su vida, pasado, y a contrapelo de una exégesis tradicional
pero sí pecó contra Dios “porque David era que pretendía encontrar en Hobbes una filosofía
súbdito de Dios”30. Los soberanos que actúan sin solución de continuidad entre el materialismo
de manera inicua y arbitraria, satisfaciendo sus mecanicista de De Corpore y la teoría moral y
propias pasiones en vez de velar por lo que es política expuesta en De Cive y en el Leviatán,
útil al Estado, han de responder ante Dios, pues aparecieron nuevas líneas interpretativas que
han violado la ley natural. Bobbio dice que el pretendían resaltar la autonomía de la filosofía
conjunto de los preceptos denominados “leyes práctica de nuestro autor frente a su física. Leo
naturales” ha de tener carácter de auténtica ley Strauss, en su obra de 1935 The Political Philo-
al menos en un punto –el que sirve de funda- sophy of Thomas Hobbes, its Basis and its Gene-
mento a la legitimidad del orden legal positivo-. sis, nos presenta un Hobbes más dependiente en
Si lo interpretamos con generosidad, nos deja cuanto a su teoría moral y política de una apropia-
abierta la posibilidad de que los demás preceptos ción crítica de la tradición humanista de los clási-
que constituyen la “legislación” natural también cos –por los que se apasionó en su juventud- que

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de la nueva física de Galileo. Las líneas generales de las pasiones. Su ética es una ética estrictamen-
de su pensamiento moral y político estarían ya te deontológica basada, en último término, en la
fijadas, según Strauss, con anterioridad a su interés voluntad divina. Otro autor que ha seguido esta
por las matemáticas y la ciencia natural: serían el línea de interpretación es H. Warrender en su
producto de un ajuste de cuentas con la tradición libro de 1957 The Political Philosophy of Thomas
del humanismo clásico, y se sostendrían con inde- Hobbes. His Theory of Obligation.
pendencia de su doctrina acerca de la naturaleza, no Y en este punto empalma entonces la historia
debiéndole a ésta nada esencial sino sólo una mera de las interpretaciones del pensamiento hobbe-
forma expositiva. El método de la investigación siano con el resultado al que habíamos llegado
concerniente a temas morales y políticos debería al final del apartado anterior. No es este el lugar
más a una observación de la naturaleza humana para extendernos en los detalles de la tesis de
fundamentada, entre otras cosas, en sus estudios Taylor –algunos de ellos bastante discutibles,
históricos y humanísticos –Tucídides, la retórica de como es el caso con su casi asimilación de la
Aristóteles- y en la observación introspectiva –la ética hobbesiana a la ética kantiana-. Pero sí hay
experiencia que cada quien tiene de sí mismo- que a un punto importante a considerar para lo que aquí
su concepción mecanicista del mundo. La observa- nos concierne: Taylor se pregunta cómo podría-
ción de las pasiones mostraría una inclinación ínsi- mos saber que los “teoremas de la razón” son
ta en el ser humano a obtener precedencia sobre sus mandatos de Dios; nos dice que la respuesta de
semejantes: el orgullo, la vanidad, la aspiración al Hobbes a esta cuestión parece variar de una expo-
reconocimiento; inclinación que fatalmente condu- sición a otra: en los Elements of Law, el carácter
ce a la guerra de todos contra todos. Y esta hybris divino de la ley natural parece derivarse del
sólo sería contrarrestada por una pasión de signo hecho de que se hallan consignados como man-
contrario generada por la experiencia de la posi- damientos en la Sagrada Escritura; pero si esta
bilidad de la muerte a manos de otros –el miedo fuera la única razón, podría argumentarse que
a la muerte violenta- que sería, así, el fundamento las leyes naturales permanecerían siendo simples
del impulso moral que nos lleva a buscar la paz y “teoremas” sin carácter obligatorio, excepto para
a fundar el orden político. En su interpretación de quienes se hallan incluidos en el “reino de Dios
la filosofía práctica hobbesiana, Strauss recalca la por pacto”, esto es, para los judíos y cristianos,
primacía del derecho –básicamente del derecho quienes reconocen la autoridad de las Escrituras.
de autoconservación, expresión de la pulsión más En De Cive32 aparece sin embargo otra explica-
básica y universal de los humanos- frente a la ley ción –que también se encuentra en el capítulo
y al deber: no existe un orden moral suprahumano, 31 del Leviatán-: Dios tiene un doble reino: el
fundado en la naturaleza de las cosas, sino sólo natural, en el cual gobierna según los dictados de
un orden producido por nosotros; y los deberes y la recta razón, y el profético, en el cual gobierna
obligaciones sólo empiezan a existir a partir de los mediante la palabra profética (mediante la cual
pactos que realizamos motivados por el miedo a la da leyes positivas a su pueblo particular)33. En el
muerte violenta. Todo el orden social descansaría reino natural, Dios gobierna sólo en virtud de su
únicamente en la voluntad, siendo así el derecho poder irresistible; en el reino profético, gobierna
anterior a la ley. en virtud de un pacto. De acuerdo con esta ver-
Pero el carácter deontológico de la filosofía sión, la ley natural es ley para todos los humanos,
moral hobbesiana, así concebida, sigue siendo excepto para los ateos34, quienes serían extranje-
problemático. En otro intérprete de este período ros y estarían fuera del reino (natural) de Dios.
–en A.E. Taylor-, encontramos una concepción Por lo tanto, concluye Taylor, el conocimiento de
bastante diferente de la moral hobbesiana; en un que la ley natural es un mandato de Dios debería
célebre ensayo titulado The Ethical Doctrine of poder alcanzarse con independencia de nuestra
Hobbes31, enuncia la que desde entonces se cono- familiaridad con las escrituras judías y cristianas.
ce como “la tesis de Taylor”: la filosofía moral de Taylor declara no saber si hay alguna manera de
Hobbes no sólo no depende de su física mecani- conciliar los diversos pasajes. Hobbes supondría
cista, sino que tampoco depende de su psicología que los seres humanos no familiarizados con la

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Escritura han descubierto que la ley natural es Remontando la cadena de causas tenemos que lle-
un mandato de Dios, pero no queda claro por qué gar, piensa Hobbes, a la conclusión de que existe
medios. En una nota al pie de página35, Taylor una causa primera; la palabra “Dios” no designa
confiesa además que encuentra difícil entender otra cosa que esa primera causa y nuestro cono-
cómo puede Hobbes sostener, como de hecho cimiento racional de él se agota ahí40. Hobbes,
hace, que el mero poder irresistible de Dios –su en efecto, es enfático al afirmar que no podemos
omnipotencia- pueda ser la fuente de una obli- tener ninguna idea positiva de la divinidad, que
gación moral (sobre esto volveremos dentro de no puede haber una teología racional –para no
poco, aunque anticipamos nuestro pleno acuerdo hablar de la teología de los escolásticos que no
con Taylor en este punto). Taylor sugiere en la es, para él, más que una colección de absurdos-.
misma nota que el carácter legal de la ley natural, Siendo esto así no podemos saber por medios
fundado en la autoridad divina, debería entonces, puramente racionales si a esta causa primera
en contra de lo que Hobbes propone, restringirse le interesa el destino humano o si, más bien,
a los israelitas y cristianos, y tendría su razón de le somos indiferentes. No podemos saber, en
ser solamente en virtud del pacto. Como señor consecuencia, mediante la sola razón, si Dios
omnipotente de todas las cosas –apunta Taylor ha dado o no leyes a la humanidad –si aquellos
con razón- Dios reinaría sobre los “infieles” en el “teoremas y conclusiones” que Hobbes nos ha
mismo sentido en el cual reina sobre las bestias, presentado en el capítulo 14 del Leviatán son
cuya sujeción a su poder irresistible no se supone además mandatos divinos, y por lo tanto leyes en
que dé origen a obligación moral alguna36. sentido propio-. Oakeshott señala –acertadamen-
Si los argumentos a favor del fundamento te, creemos- que la idea de un Dios providencial
divino de la ley natural no son tan inconmovibles, –un Dios que se ocupa de nosotros- no sería un
¿por qué la existencia de tal fundamento habría fruto de la razón, sino del deseo: precisamente
llegado a parecerle tan evidente a Hobbes37? de aquel deseo que es la fuente de donde brotan
Taylor sugiere que tal evidencia residiría para todas las religiones: el deseo de seguridad frente
nuestro autor en el testimonio interior de la obli- a lo incierto del futuro41.
gación imperativa (en nuestro sentido del deber, De este modo, al no ser la creencia en un Dios
para hablar en términos kantianos), además de providencial manifiestamente común a todos los
residir en la coincidencia de los “teoremas de la humanos –como lo sería si efectivamente tuviese
recta razón” con los preceptos de la Escritura. una base racional- los súbditos naturales de Dios,
La razón principal sería, en opinión de Taylor, la argumenta Oakeshott convincentemente, serían
“inusual profundidad de su propio sentido –el de sólo aquellos que –equivocados o no- han deci-
Hobbes- de la obligación moral”, pues, para un dido reconocer un Dios con estas características:
hombre así, “el pensamiento de que tal deber es un Dios interesado en nuestra conducta, cuyas
un mandamiento divino es tan natural que es casi recompensas esperan y cuyos castigos temen. Son
imposible no llegar a tenerlo”38. estos súbditos los que se han obligado a sí mis-
La teoría del fundamento divino de la ley mos a obedecer las leyes de naturaleza –que, así,
natural, que como ya dijimos ha sido también devienen para ellos más que meros “teoremas y
defendida por Warrender en la obra arriba men- conclusiones”-. Son ellos, y sólo ellos, quienes no
cionada, ha sido sometida a crítica por Michael sólo juzgarían conveniente a sus intereses buscar
Oakeshott en su ensayo de 1962 La vida moral en y mantener la paz, sino que, además, tendrían el
la obra de Thomas Hobbes39. Oakeshott señala deber de hacerlo.
que es dudoso que nuestro conocimiento natural, Pero otra cuestión a considerar es no sólo
si nos atenemos a la manera en como Hobbes lo cómo podemos saber que hay un Dios dador de
concibe, incluya o pueda incluir un conocimiento leyes, sino también establecer –una vez admitido
de Dios como autor de leyes imperativas. La esto- en qué se basaría su autoridad para legislar,
existencia de Dios, en efecto, es para Hobbes es decir, en virtud de qué estaríamos moralmen-
una exigencia de la razón humana en tanto ésta te obligados a obedecerlo. La argumentación
se pregunta por las causas de los fenómenos. de Oakeshott apunta a establecer que el único

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fundamento de esta obligación, no sólo en lo que característica de Dios en tanto que primera causa
respecta a lo que Hobbes llama reino de Dios por de todas las cosas; pero Dios, así entendido, no
pacto, sino incluso en lo que denomina reino de es un legislador o gobernante: el mismo Hobbes
Dios por naturaleza, únicamente podría residir en admite que hablar de Dios como rey del universo
un pacto, esto es, en el reconocimiento por parte es hablar metafóricamente, pues sólo es rey aquel
de los humanos de la autoridad de Dios. No obs- que gobierna mediante la palabra (lo cual supone
tante, como ya anticipamos, Hobbes nos dice otra que sus súbditos son seres que pueden entender la
cosa: en el capítulo 31 del Leviatán afirma que el palabra). Para Oakeshott:
derecho de Dios para regirnos se basa en el hecho
su poder es irresistible: El Dios que aparece como un “gobernante”
en el sentido apropiado (el que impone obli-
El derecho de naturaleza por el cual Dios gaciones auténticas) no es el “gobernante”
reina sobre los hombres y castiga a quienes de todos y todo el mundo, sino sólo de los
quebrantan sus leyes, se deriva, no del hecho “seres humanos que reconozcan su providen-
de que Él los creo y de que exige de ellos cia”. En el reconocimiento de Dios como su
obediencia y gratitud por los beneficios gobernante se conoce a Dios cono el autor
recibidos, sino de su poder irresistible. He de la ley propiamente dicha; este reconoci-
mostrado antes cómo el derecho soberano miento es el “acto” necesario del que “surge”
surge de un pacto. Para mostrar cómo ese toda obligación, porque es el acto sin el cual
mismo derecho puede surgir de la natura- el gobernante permanece desconocido. Así
leza, sólo hace falta mostrar en qué caso pues, la fuente de la autoridad de Dios para
tal derecho no puede ser nunca desposeí- hacer leyes en sentido apropiado no es la
do. Considerando que todos los hombres, omnipotencia sino un convenio o un reco-
por naturaleza, tenían derecho a todas las nocimiento43
cosas, también tendría cada uno el derecho
de reinar sobre los demás. Pero como ese Más allá de las razones que da Oakeshott
derecho no pudo ser obtenido por la fuerza, creemos que, aún si admitiéramos que los huma-
fue conveniente para la seguridad de cada nos en el “reino de Dios por naturaleza” pudieran
uno renunciar a su derecho particular y conocer de algún modo que las leyes naturales
entregárselo, por común consentimiento, a son decretos divinos que pretenden imponérsenos
unos hombres que, con autoridad soberana, solamente en virtud del poder irresistible de su
pudieran gobernarlos y defenderlos. Mas si
autor, la obligación moral por parte de los huma-
hubiera existido desde un principio un hom-
nos de obedecer esas leyes no podría fundamen-
bre con poder irresistible, no hay razón para
que no usase de ese poder para defenderse tarse coherentemente en el contexto del sistema
a sí mismo y a los demás según su propia hobbesiano. Para entender el por qué, permíta-
discreción. Por tanto, a quienes poseen un senos primero algunas consideraciones previas.
poder irresistible, va naturalmente anejo el Recordemos la forma en cómo Hobbes jus-
dominio sobre todos los hombres, en virtud tifica la autoridad paterna (habría que decir más
de la excelencia de ese poder42. bien parental) en el capítulo del Leviatán dedicado
a este tema44 . Nos dice ahí que la autoridad del
Así entonces, si nos atenemos a la letra de padre –o de la madre- sobre el hijo no se deriva del
Hobbes, el derecho de Dios para gobernar en el hecho de haberlo engendrado –no hay, en efecto,
“reino de Dios por naturaleza” no se basaría en ningún vínculo lógico entre la premisa (fáctica) “A
pacto alguno, sino solamente en su poder irresis- engendró a B” y la conclusión (normativa) “por lo
tible. Ya hemos visto cómo Taylor se mostraba tanto B debe obediencia a A”45-. Hobbes establece,
perplejo ante esta explicación. Oakeshott argu- por el contrario, que la única fuente de la obliga-
menta, basándose en las razones que ya hemos ción que tienen los hijos de prestar obediencia a
expuesto, que esta conclusión es incompatible sus padres o tutores radica, por sorprendente que
con los supuestos fundamentales del sistema pueda parecer, en la aceptación voluntaria de este
hobbesiano. Señala que la omnipotencia es la vínculo por parte de los hijos: siendo el infante

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HOBBES: SOBRE LA NATURALEZA DE LA OBLIGACIÓN POLÍTICA 35

incapaz de sobrevivir por sí mismo, al aceptar la simplemente se verían forzados a hacerlo, pero
protección del progenitor (o del tutor) renuncia a no por ello estarían moralmente obligados a ello.
su libertad a cambio de esa protección. La autori- La distinción que hace Hobbes –en el capí-
dad parental se fundaría entonces en el convenio tulo 20 del Leviatán- entre el esclavo y el siervo,
mediante el cual los hijos, libremente, transferirían es útil para aclarar este punto: el esclavo es aquel
a sus padres o tutores el derecho a gobernarlos. De que se ve forzado a obedecer, pues se halla a
modo similar, la obligación que tendríamos los merced de quien lo ha capturado, pero no está
humanos de obedecer a la legislación divina no obligado (moralmente) a obedecer a su amo:
podría basarse en el hecho de que Dios nos hubiese si le desobedece o, incluso, si intenta fugarse o
creado –de lo cual tampoco podría derivarse la aun matarlo, se atiene a las consecuencias, pero
conclusión normativa: “por lo tanto le debemos no comete ninguna injusticia: no falta por ello
obediencia”-. Sin embargo, parece que la analogía a ninguna obligación o deber para con su amo,
con el caso del derecho parental sobre los hijos pues no ha adquirido con él ningún compromiso.
termina aquí, pues la obligación –moral- de obede- El siervo, en cambio, es aquél que, para obtener
cer la legislación divina parece basarse solamente libertad de movimientos, ha reconocido a su
en la circunstancia de que su poder no puede ser amo como su señor, es decir, ha renunciado a su
resistido, y no en convenio alguno. Examinemos derecho natural transfiriéndoselo al amo. Por esta
esto ahora con mayor detalle46. razón ha asumido una obligación para con él, de
El derecho natural, según Hobbes lo con- suerte que si le desobedece, o intenta fugarse o
cibe, consiste en nuestro derecho a hacer todo matarlo, comete una injusticia.
aquello que consideremos que contribuye a la Estas consideraciones, nos parece, pueden
preservación de nuestra naturaleza. Esto puede aplicarse al caso del derecho divino a reinar
interpretarse en el sentido de que no hay ninguna sobre los humanos: un Dios todopoderoso no sólo
razón por la cual estemos obligados a no hacer tendría un derecho natural a someter a la huma-
lo que queramos47; pero tal derecho no conlleva, nidad –como lo tendría también cualquiera de
en modo alguno, la obligación por parte de los nosotros-, sino que, en vista de lo irresistible de su
demás de dejarnos hacer nuestra voluntad sin poder, éste coincidiría con su derecho: él sí podría
oponer resistencia. En este sentido, como bien lo –a diferencia de nosotros, débiles mortales- hacer
admite Hobbes en el pasaje anteriormente citado, efectivo ese derecho; pero –y este es el punto que
tengo derecho a reinar sobre todos mis congéne- nos interesa defender aquí- esto no implicaría
res, es decir, no hay nada que pueda obligarme a un deber por parte nuestra de obedecerle. Un
no pretender imperar sobre el resto de la humani- Dios así concebido podría, ciertamente, herir o
dad; pero ello no implica que los demás –quienes destruir a quienes se opongan a su voluntad (o
también tendrían ese derecho- deban someterse a incluso a quienes no se le opongan: recordemos
esa pretensión mía. En el contexto del pensamien- las penas del justo Job), pero estaría en este caso
to hobbesiano –y en esto se diferencia Hobbes de en igual posición que el amo que tiene derecho
un autor como Spinoza con quien, por otra parte, a azotar o matar al esclavo rebelde, sin que ello
tiene tanto en común-, una cosa es tener derecho a implique, por parte del esclavo, una obligación –
algo y otra es tener el poder de hacer efectivo ese un deber- de dejarse azotar o matar. Sólo estarían
derecho48. La igualdad natural de los seres huma- moralmente obligados a obedecer los mandatos
nos, tal y como Hobbes la piensa, consiste preci- divinos aquellos que, previamente, hayan recono-
samente en el relativo equilibrio de poderes que cido a Dios como su señor, es decir, aquellos que,
éstos tienen para realizar el derecho absoluto de para evitar su ira y para obtener las recompensas
cada uno a todas las cosas. Si hubiera alguien tan que, al parecer, se seguirían de sometérsele, se
poderoso que pudiera imponerse sobre todos los hubiesen comprometido mediante convenio a
demás, su derecho a imperar sobre la humanidad convertirse en sus súbditos.
no podría ser resistido –y, en este caso, el poder y El reino de Dios por naturaleza del que
el derecho coincidirían-; pero ello no implicaría nos habla Hobbes resultaría así, en nuestra opi-
que los demás tuvieran el deber de obedecerlo: nión, una variedad del Estado por adquisición49:

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aquellos que temen el poder de Dios, es decir, es solo en virtud de ese mismo pacto por el cual
aquellos que creen (pues tal cosa no sería obje- hemos reconocido un Dios como señor nuestro
to de demostración racional) que Dios puede –y que nos ha llevado a reconocerla como su
destruirlos si no le obedecen, le transfieren su mandato-, estamos entonces ante una petición
derecho natural a gobernarse a cambio de que no de principio: resultaría en efecto que dicha ley
los destruya, esperando además las recompensas sería un supuesto de su propia fundamentación.
que, según creen, Dios les dará como premio a Buscando fundar la validez normativa del pre-
su obediencia. Sólo para estos congéneres sería cepto que prescribe respetar los pactos (de la cual
ley la ley natural; sólo para ellos sería un acto de parece depender toda posible autoridad legítima,
injusticia –una falta a sus obligaciones- no seguir incluida la divina) en el carácter de ley en senti-
aquellos “teoremas y conclusiones” que condu- do propio de la ley natural, hemos llegado así al
cen a la paz; sólo para quienes han reconocido a resultado –paradójico- de que tal carácter sólo
un Dios como su señor y, además, creen que los podría derivarse del mismo precepto cuya vali-
preceptos racionales que producen y mantiene dez, mediante él, se pretendía fundamentar.
la paz son mandatos de su voluntad, es ley en
sentido propio la ley natural. Para el resto de la
humanidad se trataría solamente, por decirlo así, III
de “consejos” de la propia razón; no de mandatos.
Parece entonces que la obligación de obedecer
El intento de fundar el carácter obligatorio
a un Dios de quien, además, no tenemos la seguri-
de la ley natural en la voluntad de un supuesto
dad, sino solamente la creencia de que su voluntad
legislador divino parece habernos llevado a un
coincide con la “ley” de naturaleza, existiría sólo
callejón sin salida. Cabría sin embargo considerar
para quienes creen que, aparte de ser la causa
una nueva posibilidad, a saber: que el precepto
primera, es también un Dios providencial que se
que prescribe respetar los pactos no necesite de
interesa por nuestra conducta. De esto se seguiría
fundamentación –que sea de algún modo autosu-
entonces que para los ateos, o para quienes no
ficiente-. Si así fuera, quizá no andaría del todo
crean que a Dios le preocupe en lo más mínimo lo
que hagamos o dejemos de hacer, las pretendidas desencaminada la intuición de Bobbio de que al
leyes naturales seguirían siendo meras recomenda- menos tal precepto, junto con el que prescribe la
ciones de la razón y no preceptos obligatorios. Pero renuncia al ilimitado derecho natural, serían los
si la obligación de obedecer al soberano se funda únicos que poseerían el carácter de una auténtica
en la supuesta obligación de respetar los pactos, y ley. Pero ¿cómo podría un precepto ser autosufi-
si el precepto que nos prescribe respetarlos no es ciente en cuanto a su fundamentación?
una auténtica ley –algo que estemos moralmente Nuevamente es Hobbes quien parece darnos
obligados a cumplir-, entonces la obligación de una pista: en el capítulo 14 del Leviatán, después
obedecer al Estado no existiría para los ateos ni de haber introducido la segunda ley de naturale-
para quienes no creen en un Dios providencial: za, nos dice que
ellos podrían, libremente, obedecer o desobedecer
al soberano según su conveniencia, sin cometer Mediante la TRANSFERENCIA de un dere-
por ello injusticia alguna50. cho se intenta que el beneficio recaiga sobre
alguna persona o personas en particular. Y
Pero hay más –y con ello llegamos al final
cuando un hombre ha abandonado o cedido
de nuestro examen del posible fundamento divino
su derecho de una de estas dos maneras51,
de la obligación política-: afirmamos que tampo- se dice entonces que está OBLIGADO a no
co para quienes creen en un Dios que se ocupa de impedir que aquellos a quienes se ha con-
nosotros y que, además, han convenido recono- cedido o dejado este derecho, se beneficien
cerlo como su amo y señor, existiría obligación de él; y que debe y es su deber no anular
alguna, pues tal reconocimiento sería un pacto, y este acto suyo que ha realizado por propia
la validez de los pactos depende de la ley natural voluntad; y que si causa algún impedimento,
que nos prescribe respetarlos; pero si esta ley lo incurre en INJUSTICIA e INJURIA.

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HOBBES: SOBRE LA NATURALEZA DE LA OBLIGACIÓN POLÍTICA 37

Ahora bien ¿Cuál es el fundamento de esta una patente contradicción, pues la segunda pro-
obligación? Hobbes continúa: posición es la negación de la primera.
Sin embargo, ninguno de estos casos es rele-
Pues está ya sine iure al haber renunciado vante para entender la relación entre la emisión
o transferido antes su derecho. De modo de una promesa y la obligación que se deriva
que injuria o injusticia en las controversias del hecho de emitirla. Pero supongamos que
del mundo, es algo así como lo que en las digo ahora:
disputaciones de los escolares es llamado
absurdo. Pues lo mismo que se dice que es
“mañana te pagaré lo que te debo, pero decir
un absurdo contradecir lo que uno mismo
esto no me obliga a pagártelo”.
ha mantenido en un principio, así también
se dice en el mundo que la injusticia y la
injuria consisten en deshacer voluntaria- Parece que ahora sí estamos ante una con-
mente lo que voluntariamente se ha hecho tradicción; hay sin embargo un nivel del uso del
en un principio. El modo por el cual un lenguaje –el nivel meramente descriptivo- en
hombre simplemente renuncia o transfiere su el que esto todavía no es una contradicción. La
derecho, es una declaración o significación, proposición “mañana te pagaré lo que te debo”,
mediante un signo voluntario y suficiente, de aislada de cualquier otra consideración, describe
que efectivamente renuncia o transfiere, o de un estado de cosas que bien podrá tener lugar o
que ha renunciado o transferido ese derecho no. Será verdadera si, efectivamente, el día de
a otro que lo ha aceptado (la última cursiva mañana ocurre el pago que ella describe, y, en
es nuestra)52. caso contrario, falsa. “Decir esto no me obliga a
pagártelo” podría también considerarse como la
El absurdo es algo que pertenece al ámbito descripción de un estado de cosas –en este caso,
del lenguaje; Hobbes apela aquí a la significación perteneciente al ámbito de las obligaciones, sin
de las palabras: renunciar significa obligarse a entrar a considerar ahora cuál pueda ser el estatus
no reclamar nuevamente aquello a lo que se ha ontológico de éstas. Ahora bien, si consideramos
renunciado. Si renuncio a algo y aún así preten- “mañana te pagaré lo que te debo” solamente
do que sigo teniendo derecho a lo que renuncié, como la descripción de un estado de cosas,
entonces mi emisión es sólo un conjunto de entonces no hay ninguna contradicción entre esta
sonidos huecos sin significado, un absurdo53. El proposición y la que afirma que no existe en este
precepto en cuestión –el que obliga a respetar caso la obligación de pagar lo que se debe: esta
los pactos- es, así, análogo a una proposición última proposición podría ser verdadera o falsa,
analítica y, en tanto que tal, carece de alterna- independientemente de que la primera –que solo
tiva: no sería posible negarlo sin incurrir en describe la ocurrencia de un hecho el día de
contradicción. mañana- lo sea o no.
Ahora bien, ¿estamos realmente aquí ante Pero si ahora consideramos las circuns-
una contradicción? La contradicción es un vicio tancias en la cual la proposición es emitida –si
del lenguaje, no de las cosas o de los actos huma- desviamos nuestra atención del contenido de la
nos; la contradicción es una relación entre dos proposición a la emisión misma, entonces todo
proposiciones. Si le digo a alguien, por ejemplo, aparece bajo otra luz: esta emisión cuenta, en
“mañana te pagaré lo que te debo”, y no obstan- estas circunstancias, como una promesa. Y ahora
te luego no se lo pago, no estoy, estrictamente es cuando se hace patente la contradicción: ésta
hablando, ante una contradicción, aunque en un sólo aparece cuando atendemos a la estructura
sentido que Hobbes identificaría inmediatamen- ilocucionaria de la emisión, esto es, cuando la
te como metafórico nos inclinemos a decir que consideramos no sólo como la mera descrip-
nuestros actos “contradicen” nuestras palabras. ción, gramaticalmente impecable, de un posible
Si, en cambio, después de decir “ayer prometí estado de cosas, sino –siguiendo a Austin y a
pagarte lo que te debo” yo dijera “ayer no prometí Searle- como un acto de habla, es decir, como un
pagarte lo que te debo”, estaríamos, ahora sí, ante género de acción que tiene consecuencias en el

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ámbito del mundo social. Cuando digo “prometo Siguiendo a Searle, mediante la emisión de
que p” (donde p es la descripción de un estado la oración subordinada –en este caso “mañana
de cosas), no sólo emito un conjunto de sonidos se publicará el artículo”57- se realizan los actos
gramaticalmente correctos y significativos –no proposicionales de referir (identificamos una
sólo digo algo-, sino que esta emisión constituye entidad en el mundo, en este caso, un artículo)
por sí misma una acción: mediante ella hago y predicar (decimos del artículo que se publica-
una promesa, esto es, asumo un compromiso, rá mañana); mientras que mediante la oración
contraigo una obligación. Y la existencia de esta principal se realiza un acto ilocucionario, esto
obligación no necesita derivarse de ninguna auto- es, mediante ella se determina el tipo de acción
ridad exterior –divina o humana-, ni de ninguna que yo ejecuto con mi emisión (afirmar, ordenar,
otra circunstancia: ella se halla contenida en el pedir, prometer, etc.)
significado del acto mismo de prometer. Ahora bien, hay reglas constitutivas de estos
Hablar un lenguaje, nos ha dicho Searle, es diversos géneros de acción –reglas sin las cuales
participar en una forma de conducta goberna- ellas no serían lo que son-. Por ejemplo, es una
da por reglas54; reglas que no atañen sólo a la regla constitutiva del acto de afirmar el que yo
manera en como se combinan las palabras o a efectivamente crea lo que afirmo, lo cual se revela
cómo unas palabras pueden sustituirse por otras en el sinsentido de una expresión como “afirmo
equivalentes, sino que atañen también a las con- que Dios existe, pero no lo creo”: resulta obvio
secuencias sociales, a una trama de actividades y que la segunda parte de mi emisión cancela la
expectativas dentro de las cuales –y sólo dentro afirmación, pues en estas condiciones no puede
de las cuales- las palabras adquieren su significa- ser tomada en serio: es esencial al acto de afirmar
do; y algunas de estas reglas son constitutivas del una pretensión de veracidad, incluso si mi secreta
significado mismo de la emisión. Consideremos intención es engañar acerca de lo que realmente
esto más detenidamente. creo, pues tal engaño sólo es posible preten-
Emisiones lingüísticas como las promesas, y diendo que sí creo lo que afirmo. Es también
no solo ellas, sino también las aseveraciones, las constitutivo del acto de afirmar la pretensión de
órdenes, las peticiones, las preguntas y una gran verdad para lo afirmado, lo cual se revela cuando
variedad de actos de habla, pueden parafrasearse consideramos una emisión como “afirmo que
mediante una oración compuesta que contiene Dios existe, pero lo que afirmo es falso”. También
una oración principal y una subordinada55. La en este caso la aseveración de que lo que digo no
oración principal explicita el sentido pragmático es verdad cancela la afirmación.
En el caso de la promesa –y los pactos,
de la emisión –afirmación, promesa, orden, pro-
para volver al tema del presente artículo, pueden
hibición, ruego, expresión de sentimientos, etc.56 -;
considerarse como una especie del género de las
la oración subordinada, por su parte, presenta un
promesas58-, es una regla constitutiva del acto
estado de cosas posible en el mundo objetivo –el
de prometer –una regla sin la cual una promesa
estado de cosas afirmado, ordenado, prohibido,
no puede ser entendida como tal- el asumir el
pedido, etc.-. Por ejemplo:
compromiso de cumplirla. Decir “por la pre-
sente prometo que mañana te pagaré lo que te
Por la presente afirmo que mañana se publi-
cará el artículo (afirmación) debo, pero afirmo que no por ello estoy obligado
a pagártelos”, es anular la promesa como tal:
Por la presente ordeno que mañana se publi- equivale a no hacer una promesa. La emisión se
que el artículo (orden) vuelve ininteligible –absurda, diría Hobbes- pues
alberga una contradicción: la que se da entre la
Por la presente pido que mañana se publique proposición “no estoy obligado a pagarte lo que
el artículo (petición). te debo” y una de las condiciones constitutivas
para que la emisión “por la presente prometo
Por la presente prometo que mañana se que te pagaré mañana lo que te debo” cuente
publicará el artículo (promesa) efectivamente como una promesa, a saber, que

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HOBBES: SOBRE LA NATURALEZA DE LA OBLIGACIÓN POLÍTICA 39

quien promete algo se compromete a –asume la E. Taylor, Howard Warrender, Michael Oakeshott,
obligación de- cumplirlo. Una contradicción de Norberto Bobbio y C. B. Macpherson, entre otros.
este tipo entre el contenido de un acto proposi- 2. Cf. Hobbes, Thomas: Leviatán, Alianza Edito-
rial, Madrid, 1992, p. 108.
cional y las reglas constitutivas del significado
3. Cf. Hobbes, Thomas, op.cit, p. 145.
de un acto ilocucionario, es lo que se llama una
4. Ibíd, p. 121. En De Cive la numeración de las
contradicción realizativa 59. leyes naturales muestra diferencias con la que
Hobbes, filósofo analítico avant la lettre, aparece en el Leviatán: la primera ley natural
no disponía en su época del aparato teórico para –la que prescribe buscar la paz cuando se puede
tratar apropiadamente esta especie de la contra- conseguir (y cuando no, prepararse para la gue-
dicción –esta variedad del absurdo-, pero en su rra)- es idéntica en ambas obras, aunque en De
obra está contenida la intuición de que la validez Cive recibe, además, la denominación de ley fun-
de la tercera ley de naturaleza –la raíz de la toda damental. Sin embargo, la que en el Leviatán se
obligación- se basa de algún modo en el principio consigna como segunda ley natural –aquella que
prescribe la renuncia al derecho originario a todas
de no contradicción y éste, a su vez, en la signifi-
las cosas- es llamada en De Cive “primera ley
cación de las palabras60. Hacer un convenio signi- natural derivada”. Asimismo, aquella que para el
fica “asumir la obligación de…”; así que, ante la Leviatán es la tercera ley natural –la que ordena
pregunta: “¿por qué estamos obligados a cumplir respetar los pactos- es denominada en De Cive
los pactos?”, la única respuesta posible es: “porque “segunda ley natural derivada”.
hacer un pacto significa asumir la obligación de 5. Ibíd., p. 110. Cursiva nuestra.
cumplirlo”61. Y en el contexto de la obra hobbe- 6. Ibíd., p. 133.
siana la inversión de esta afirmación es verdadera: 7. Bobbio, Norberto: Thomas Hobbes. Fondo de
tener una obligación –de cualquier género que sea- Cultura Económica, México, 1992.
8. Cf. la nota número 4 del presente artículo.
significa “haberse comprometido (mediante un
9. Bobbio, Norberto, op. cit., p. 108.
convenio) a hacer u omitir algo”. En ninguna otra 10. Precisamente en esto consiste para Hobbes la
parte se hallaría, para Hobbes, la fuente, no sólo justicia. No hay justicia ni injusticia antes de los
de la obligación política, sino de toda obligación62. convenios, pues “donde no ha tenido lugar ningún
Contra Hobbes y su gramática de la sumisión convenio, no se ha transferido ningún derecho a
cabría decir, sin embargo, que las condiciones para todo; y, en consecuencia, ninguna acción puede
que una promesa sea aceptable dependen de otras ser injusta.” (Leviatán, ed.cit. p. 121).
consideraciones normativas. Él mismo admite 11. Siguiendo la numeración del Leviatán.
límites a aquello a lo que uno se puede compro- 12. “Las leyes de naturaleza obligan in foro interno,
es decir, nos ligan a un deseo de que se cumplan.
meter; nuestros límites hoy en día serían mucho
Pero in foro externo, es decir, cuando llega la hora
más amplios: no puede, por ejemplo, justificarse
de ponerlas en práctica, no siempre es así. Porque
mediante un discurso práctico –uno que pretenda el que es hombre modesto, tratable y cumple con
dilucidar la cuestión de la rectitud de una norma- todo lo que promete en un tiempo y lugar en que
aquello que pone fin a los discursos prácticos63; nadie hace lo mismo, sólo logrará convertirse
no puede fundamentarse racionalmente lo que en presa fácil para los demás, procurando así su
pondría fin a la racionalidad misma, esto es, a la propia destrucción, lo cual es contrario al funda-
posibilidad de examinar argumentativamente las mento común de todas las leyes de naturaleza, las
pretensiones de validez –teóricas o prácticas-. Pero cuales tienden a la preservación de la naturaleza.”
esto va más allá de los límites del presente artículo. (Leviatán, ed. cit., p. 132). Ahora bien, como
en el estado de naturaleza no existe garantía de
que los convenios –condición sine qua non de la
paz- serán efectivamente cumplidos, la ley natu-
Notas ral nunca tiene verdadera vigencia en ese estado
previo a la constitución del orden político.
1. Sobre todo a partir de la década de los treinta 13. Hobbes afirma en el capítulo 26 del Leviatán (De
del siglo pasado. Hitos en el tratamiento de este las leyes civiles) que la ley natural y la ley civil –
tema lo constituyen las obras de Leo Strauss, A. la ley positiva- “están contenidas la una en la otra,

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y tienen igual extensión. Pues las leyes de natura- 19. Cf. Bobbio, N., op cit., p.p. 108-109.
leza, que son la equidad, la justicia, la gratitud y 20. Ibíd., p. 125.
demás virtudes morales que de ellas dependen en 21. Se trata por supuesto de un uso metafórico de
una condición meramente natural, no son, como la palabra consejo, pues tanto el consejo como
ya dije al final del capítulo 15, propiamente leyes, el mandato suponen un ser dotado de razón y
sino cualidades que disponen a los hombres a la voluntad que ordena o aconseja, y ni la naturaleza
paz y a la obediencia. Una vez que un Estado ha ni la razón llenan estos requisitos. Pero se trata
sido establecido, es cuando de hecho aparecen las no obstante de una metáfora iluminadora. Lo más
leyes, y no antes (…) En las querellas entre indivi- que se puede decir es que estos “teoremas de la
duos particulares, para declarar qué es la equidad, razón” son análogos a los consejos, en tanto que
qué es la justicia y qué es la virtud moral, y para carecen de carácter obligatorio y sólo muestran
hacer que estos principios tengan fuerza obligato- las consecuencias, deseables o indeseables, que
ria, son necesarias las ordenanzas del poder sobe- se siguen de determinado curso de acción.
rano” (Hobbes, T. Leviatán, ed. cit., p. 217). Este 22. Cf. Hobbes, T., Leviatán, ed.cit., p. 208.
pasaje parece apoyar la interpretación que aquí 23. En tanto que sólo describirían las consecuen-
se discute: el contenido de la ley positiva sería cias que se seguirían de actuar de cierta forma;
aportado por la ley natural, pero ésta, al no ser describirían en último término una regularidad
propiamente una ley, sólo obtendría su carácter de de la naturaleza: “si se quiere que se produzca la
auténtica ley de la legislación positiva. situación X (que haya paz, por ejemplo), se debe
14. En la misma cita que aparece en la nota anterior actuar –tal y como lo enseña la experiencia- del
se dice que “en las querellas entre individuos par- modo Y”. Pero no habría ninguna norma –ningún
ticulares, para declarar qué es la equidad, qué es principio vinculante- que nos obligara a actuar de
la justicia y que es la virtud moral, y para hacer ese modo.
que estos principios tengan fuerza obligatoria, 24. Pues de otro modo se incurriría en la falacia
son necesarias las ordenanzas del poder sobera- naturalista: de una mera descripción de cómo las
no”: el contenido concreto de la ley natural parece cosas son, no se puede derivar –como ya lo notaba
ahora quedar determinado por la ley positiva. A Hume en el Tratado de la naturaleza humana-
esto se añade el hecho de que la interpretación p.464, una prescripción de cómo las cosas debe-
de la ley –natural o positiva- depende en último rían ser.
término del poder soberano, pues por el pacto 25. En este punto la traducción de Manuel Escrivá de
fundacional del Estado, los individuos renuncian Romaní contiene la conjunción “o” en vez de la
también a su juicio privado: en el capítulo 18 del preposición “a”: “lo que significa que la reducción
Leviatán se afirma que el soberano es “juez de de las leyes naturales o teoremas no está comple-
doctrinas” (Cf. Leviatán, ed. cit., p. 147). Véase ta”. Creemos, basándonos en el sentido total del
al respecto también la cita contenida en la nota 17 pasaje, que se trata de un error de imprenta.
del presente artículo. 26. Bobbio, N., op.cit, p. 125-126.
15. Bobbio, Norberto, op.cit., p. 115. 27. Bobbio, N., íbid., p. 126.
16. Cf. Leviatán, ed. cit., p.p. 220-221. 28. Más allá de la connotación predominantemente
17. Cf. Leviatán, ed. cit., p. 224: “La interpretación religiosa que ha adquirido este término (aunque
de la ley de naturaleza es la sentencia del juez incluyéndola), pecado es para Hobbes tanto la
que ha sido constituido por la autoridad soberana, transgresión efectiva de la ley –humana o divi-
y al que se le ha dado la misión de escuchar y na- como la intención de transgredirla: “Un
decidir acerca de toda controversia que dependa PECADO no sólo es una transgresión de la ley,
de dicha ley (…) Y esa interpretación es auténtica, sino también un desprecio al legislador. Pues tal
no porque sea su sentencia personal, sino porque desprecio constituye un quebrantamiento de todas
él la dicta por autoridad del soberano, lo cual la sus leyes a la vez. Y, por tanto, puede consistir no
convierte en sentencia del soberano mismo”. sólo en la perpetración de un hecho, o en pronun-
18. En el capítulo 30 del Leviatán se afirma que ciar palabras que la ley prohíbe, o en la omisión
la función del soberano consiste en procurar la de lo que la ley ordena, sino también en la inten-
seguridad del pueblo, “a lo cual está obligado por ción o propósito de transgredirla.” (Leviatán,
ley de naturaleza, así como a rendir cuenta de ello ed. cit., p. 234). En cuanto a la transgresión de la
a Dios, que es el autor de dicha ley, y sólo a Él. ley natural, Hobbes afirma expresamente que se
(Leviatán, ed. cit., p. 267). trata de un pecado: “allí donde la ley desaparece,

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desaparece el pecado. Pero como la ley de natu- para los cristianos de reconocer la autoridad de
raleza es eterna, la violación de convenios, la las Escrituras tendría, para Hobbes, su fundamen-
ingratitud, la arrogancia y todos los hechos que to en el hecho de que sus soberanos han impuesto
son contrarios a alguna virtud moral, nunca dejan a sus súbditos ese reconocimiento (cf. el capítulo
de ser pecado.” (ibíd., p. 235). 33 del Leviatán).
29. “Todo castigo de súbditos inocentes, ya sea que se 34. Pues “hablando con propiedad, sólo puede decir-
trate de un castigo grande o pequeño, va contra la se que reina quien gobierna a sus súbditos
ley de naturaleza porque el castigo es sólo debido mediante la palabra, y por la promesa de recom-
a una transgresión de la ley, y, por tanto, no puede pensar a quienes le obedecen, y por la amenaza
castigarse al inocente. Ello es, en primer lugar, de castigar a quienes no lo hacen así”, pero los
una violación de esa ley de naturaleza que prohí- ateos “no reconocen ninguna palabra como pala-
be a todos los hombres, en sus venganzas, poner bra de Dios, ni tienen esperanza en su premio o
los ojos en otra cosa que no sea un bien futuro; y miedo de sus amenazas.” (Leviatán, cap. 31; ed.
el Estado no puede recibir ningún bien de castigar cit, p. 283)
a un inocente. En segundo lugar, es también una 35. Cf. K.C. Brown (editor), op. cit, p. 50.
violación de esa ley de naturaleza que prohíbe la 36. Para Hobbes, cuando la palabra ʻreinoʼ se aplica
ingratitud, pues si consideramos que todo poder al dominio de Dios sobre las bestias y sobre los
soberano es originalmente dado por el consenti- seres inanimados, se usa en sentido metafórico,
miento de cada uno de los súbditos a fin de que, pues, como señalábamos en la nota 34, sólo reina
mientras sean obedientes, sean protegidos por aquel que gobierna a sus súbditos mediante la
dicho poder, el castigo de un inocente constituye palabra, cosa que no sucede en el caso de los
una devolución de mal por bien.” (Leviatán, ed. animales y los objetos inanimados. Este poder
cit., p. 253). irresistible –la divina omnipotencia- “gobernaría”
30. “No fue aquella una injuria contra Urías, sino también sobre los infieles como lo hace sobre los
contra Dios. No fue contra Urías, porque el dere- animales y objetos inanimados: mediante la mera
cho de David para hacer lo que quisiera le había constricción física, de la cual no se puede derivar
sido concedido por Urías mismo; pero sí fue una ninguna obligación moral.
injuria contra Dios, porque David era súbdito de 37. Suponiendo que lo fuese, cosa que otros autores,
Dios, y por la ley de naturaleza le estaba prohi- como Oakeshott, ponen en duda.
bido cometer toda iniquidad. Esta distinción la 38. “The unusual depth of his own sense of moral
confirmó el propio David de manera manifiesta obligation (…) To such a man the thought that
cuando, al arrepentirse de su acto, dijo: Sólo con- duty is a divine command is so natural that it is
tra ti he pecado.” (Leviatán, ed. cit., p. 176). almost impossible not to form it”. A. E. Taylor:
31. Publicado en 1938. El ensayo de Taylor aparece The Ethical Doctrine of Thomas Hobbes, en K.C.
incluido en K.C. Brown (compilador) Hobbes Brown (editor), op. cit, p. 53.
Studies. Harvard University Press, Cambridge, 39. Incluido en El racionalismo en política y otros
Masachussets, 1965, p.p. 35-55. ensayos. Fondo de Cultura Económica, México,
32. Concretamente en el capítulo 15. 2000, p.p. 276-325.
33. Este es precisamente el reino de Dios por pacto 40. Cf. el capítulo 11 del Leviatán: “La curiosidad o
que se acaba de mencionar, es decir un reino en el el amor al conocimiento de las causas, lleva a un
cual los súbditos se han comprometido con Dios hombre a buscar una causa partiendo de la consi-
a reconocerlo como su soberano y a obedecer sus deración de un efecto; y una vez encontrada esa
mandatos positivos. Estrictamente hablando, tal causa, a buscar la causa de ésta. Y así, hasta llegar
reino es, para Hobbes, el antiguo Estado hebreo. al pensamiento de que debe haber necesariamente
Éste tendría su origen en el pacto entre Dios y alguna causa primera, incausada y eterna. A esto
Abraham, renovado después por Moisés en el es a lo que los hombres llaman Dios.” Y luego
monte Sinaí, mediante el cual el pueblo de Israel añade “sin embargo, no podemos tener de Él
reconoció a Dios como su soberano, y terminaría ninguna idea que nos diga algo de su naturaleza,
en el momento en que los hebreos reconocieron a pues lo mismo que un ciego de nacimiento, cuan-
Saúl como su rey (cf. Leviatán, capítulo 35). Con- do oye hablar del fuego y es llevado hasta el calor
trariamente a lo que dice Taylor, los cristianos producido por éste, puede concebir fácilmente
no pertenecerían al reino de Dios por pacto (ni que hay allí algo que los hombres llaman fuego y
tampoco los judíos a partir de Saúl): la obligación que es la causa del calor que él siente, no puede,

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sin embargo, imaginar cómo es, ni tener de ese 72; la última cursiva es nuestra). El onus probandi
fuego una idea como la que tienen los que ven, así recaería sobre quien defienda la existencia de una
también, partiendo de las cosas visibles de este obligación; el derecho, entendido como libertad
mundo (…) puede un hombre concebir que esas para hacer u omitir, sería así más básico que la
cosas tienen una causa, que es lo que llamamos obligación, que sólo podría surgir de la limitación
Dios; pero no tiene en la mente una idea o imagen voluntaria del propio derecho.
de éste. (Cf. Leviatán, ed.cit., p. 92). 48. “Pero la potencia universal de toda la naturaleza
41. Hobbes identifica, en el capítulo 12 del Leviatán no es sino la potencia de todos los individuos
la ansiedad por el tiempo venidero como la causa reunidos; se deduce, por tanto, que cada individuo
natural de la religión. (Cf. Leviatán, ed.cit., p. 94). tiene un derecho sobre todas las cosas que puede
42. Hobbes, T., Leviatán, ed. cit., p. 284. alcanzar, es decir, que el derecho de cada uno se
43. Oakeshott, M. La vida moral en la obra de extiende hasta donde se extiende su poder deter-
Thomas Hobbes, en El racionalismo en política minado.” (Spinoza: Tratado teológico-político,
y otros escritos. Fondo de Cultura Económica, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1976, capítulo
México, 2000. p. 305. 16, apartado 4, p. 276).
44. El capítulo 20. La observación que aquí hace- 49. En el capítulo 20 del Leviatán, Hobbes define el
mos acerca de que debería hablarse más bien de Estado por adquisición como “aquél en el que el
dominio parental remite a la circunstancia de poder soberano es adquirido por la fuerza; y se
que Hobbes no privilegia especialmente el papel adquiere por la fuerza cuando los hombres, ya
del progenitor varón: señala por el contrario que singularmente, ya unidos por una pluralidad de
en el estado de naturaleza, si no hay contrato votos, o por el miedo a la muerte o a la esclavitud,
matrimonial, el dominio sobre el hijo pertenece autorizan todas las acciones de aquel hombre
naturalmente a la madre, pues en tal condición, o asamblea que tenga en su poder el salvar sus
donde no hay leyes matrimoniales, “no puede vidas y su libertad”. Y luego añade “Esta clase de
saberse quién es el padre, a menos que la madre soberanía o dominio difiere de la soberanía por
lo declare”. (Leviatán, ed.cit., p 167). institución en esto: que los hombres que eligen a
45. Como tampoco lo habría –para volver a la cuestión su soberano –se refiere aquí al caso del Estado por
de la omnipotencia como fundamento de la obli- institución–, lo hacen porque tienen miedo unos
gación- entre la premisa “A es todopoderoso” y la de otros, y no de quien es instituido; en este segun-
conclusión “por lo tanto, B le debe obediencia a A”. do caso –el Estado por adquisición– se someten a
46. El mismo Hobbes parece contraponer en el pasaje aquel a quien temen”. (Leviatán, ed. cit., p. 165).
citado la autoridad originada por convenio a la 50. Oakeshott propone la tesis de que en Hobbes
autoridad natural. Sin embargo, aquí nos valemos habría dos doctrinas acerca de la ley natural, una
de lo que nos gustaría llamar la lógica profunda “esotérica”, compatible con sus supuestos filosó-
del sistema: aquí argumentamos con Hobbes con- ficos generales y con su interpretación de la natu-
tra Hobbes. raleza humana, y otra “exotérica”, motivada por la
47. Macpherson señala, en La teoría política del intención de mostrar a sus contemporáneos dónde
individualismo posesivo, que, para Hobbes, la residen sus deberes civiles, la cual solo podía
igualdad de derechos de que disfrutan los huma- tener éxito si se asimilaba a los prejuicios corrien-
nos en el Estado de naturaleza se sigue del hecho tes acerca de la conducta moral. La doctrina del
de que los hombres tienen igual capacidad e igual fundamento divino de la ley natural pertenecería
expectativa de satisfacer sus deseos: “Se sostiene a la doctrina “exotérica” (Cf. Oakeshott, M., op.
que de la señalada igualdad se sigue que los hom- cit, p. 309 ss.).
bres deben admitir entre ellos la igualdad (…) que 51. La otra manera es la simple renuncia, sin declarar
no hay razón alguna para que un hombre se con- el beneficiario. Cf. Leviatán, ed. cit., p. 112.
sidere superior a los demás (…) que un hombre 52. Íbid., p. 112.
no puede pretender (con derecho) un beneficio 53. Podría objetarse entonces que la validez del pre-
cualquiera al que otro no pueda aspirar”. Hobbes cepto pacta sunt servanda no se fundamenta en sí
“no prueba que el hecho implique derecho; supo- misma, sino que pende de un principio normativo
ne simplemente que lo implica porque no hay superior, aunque no jurídico ni ético, sino lógico:
razón alguna en sentido contrario” (Macpherson, el principio de no contradicción; pero habría que
La teoría política del individualismo posesivo: de aclarar que, en todo caso, tal principio no opera
Hobbes a Locke. Fontanella, Barcelona, 1970, p. como una premisa de la cual pueda derivarse

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lógicamente, junto con otras, la tercera ley de naturalista-. Macpherson, en La teoría política
naturaleza, pues este mismo principio estaría del individualismo posesivo, ha defendido la tesis
supuesto en tal derivación. de que la obligación moral se deriva directamente
54. Cf. Searle, John: Actos de habla. Cátedra, Madrid, del hecho de que los seres humanos desean la paz,
1990, p. 31. siendo las llamadas “leyes naturales” las condi-
55. Esto sería una consecuencia del principio de ciones sin las cuales no es posible alcanzarla; es
expresabilidad postulado por Searle: “Podríamos decir, que aquella obligación que a ojos de otros
expresar este principio diciendo que para cual- autores sería meramente prudencial es de hecho
quier significado X y para cualquier hablante H, una obligación moral. Macpherson rechaza el
siempre que H quiere decir (intenta transmitir, punto de vista de que una obligación basada en
desea comunicar) X entonces es posible que exis- el interés propio no pueda considerarse una obli-
ta alguna expresión E tal que E es una expesión gación moral, punto de vista que supondría que
exacta de, o formulación de X. ( Searle, J., op. cit, una “obligación moral” es, por definición, algo
p. 28-29). “Dondequiera que la fuerza ilocuciona- cuyo fundamento no puede ser el interés propio.
ria de una emisión no sea explícita, puede siempre Macpherson se pregunta: “¿hay más razones
hacerse explícita. Constituye esto una instancia para aceptar esta definición que para rechazarla,
del principio de expresabilidad” (Ibíd., p. 76). y rechazar con ella la distinción estricta entre
56. La oración principal presenta explícitamente lo obligación moral y regla prudencial así como la
que Searle denomina indicador de fuerza ilo- implicada superioridad de la obligación moral?”
cucionaria. Este indicador muestra cómo ha Arguye que el alegato de los moralistas a favor
de tomarse la proposición expresada en la ora- de la distinción “parece basarse en una diferencia
ción subordinada: si como afirmación, promesa, supuestamente seria en la efectividad probable
orden, ruego, etc. (Íbid, p. 39). de ambas clases de obligaciones. Se dice que una
57. Para los efectos del análisis, el uso de los diferen- obligación basada solamente en el interés propio
tes tiempos y modos verbales es indiferente. ilustrado no puede considerarse vinculante cuan-
58. Cf. Leviatán, Capítulo 14. (Ed. cit, p. 113). do entra en conflicto con un interés propio a corto
59. Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas se han ocupa- plazo, mientras que una obligación propiamente
do de este tipo de contradicción en relación con moral no está sujeta a esta debilidad porque se
la posibilidad de una fundamentación última de basa en algún principio situado más allá del
la ética del discurso. Cf. Apel, K.O.: Das Pro- interés egoísta”(Macpherson, op. cit., p.70) ; pero,
blem der philosophischen Letzbegründung im a menos que pueda mostrarse que la obligación
Lichte einer transzendentalen Sprachpragmatik. “moral” no encierra igual o mayor debilidad que
Versuch einer Metakritik des „kritischen Ratio- la “prudencial”, esta distinción, afirma Macpher-
nalismus“. En Bernulf Kanitscheider (editor): son, no es significativa; la fuerza de una u otra
Sprache und Erkenntnis. Festschrift für Gerhard forma de obligación descansaría solamente, para
Frey zum 60 Geburstag. Amoe, Insbruck, 1976, él, en su capacidad de conseguir aceptación. En
p.p. 55-82. un momento de su exposición, Macpherson se
60. La negación del principio de no contradicción refiere al pacto que instituye la soberanía y señala
brinda un claro ejemplo de contradicción realiza- que la obligación política se crea por la cesión de
tiva, pues negarlo equivale a afirmar que es falso, los derechos naturales: “Esta cesión de derechos
y no que es a la vez falso y verdadero –falso y no es la que crea la obligación para con el soberano”
falso-; con lo cual no puede menos que reconocer- (ibíd., p. 69). Creemos sin embargo que Macpher-
se el principio que se pretende negar. son no comprende la lógica propia del concepto
61. De nada vale acudir, como hemos visto, a cual- “obligación” cuando se utiliza en contextos éti-
quier género de autoridad –humana o divina-, cos: el tránsito de la “obligación” meramente
pues ello genera nuevamente la pregunta por el prudencial basada en el interés propio -estratégica
fundamento de legitimidad de esa autoridad. en último término- a la obligación basada en la
62. Otra manera de abordar el problema del funda- aceptación de un pacto permanece inadvertido
mento de la obligación política es negando un para él. Ciertamente creemos –y en esto concor-
supuesto que estaría implícito en las posiciones damos con Macpherson- que sí se pueden derivar
que hemos discutido en las secciones I y II, obligaciones de hechos; pero sólo de un tipo parti-
a saber, que no es posible derivar obligacio- cular de hechos, específicamente de un tipo parti-
nes de hechos –la prevención contra la falacia cular de hechos sociales que tienen que ver con la

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naturaleza lingüístico-comunicativa de los seres Bibliografía


humanos, pues el lenguaje es, como dice Apel,
“la metainstitución (trascendental) de todas las
Apel, K.O.: Das Problem der philosophischen Letz-
demás instituciones humanas”. (Cf. Apel, K.O.: begründung im Lichte einer transzendentalen
Sprechakttheorie und transzendentale Sprach- Sprachpragmatik. Versuch einer Metakritik des
pragmatik zur Frage ethischer Normen. En Apel, „kritischen Rationalismus“. En Bernulf Kanits-
K.O. (editor): Sprachpragmatik und Philosophie. cheider (editor): Sprache und Erkenntnis. Fests-
Suhrkamp, Fráncfort del Meno, 1976, p.p. 102. chrift für Gerhard Frey zum 60 Geburstag.
63. Hobbes mismo admite que un pacto por el cual Amoe, Insbruck, 1976, p.p. 55-82.
alguien se comprometa a no oponer resistencia a Sprechakttheorie und transzendentale Sprach-
quien lo ataca o a permitir cualquier daño físico pragmatik zur Frage ethischer Normen. En Apel,
o, incluso, a ser reducido voluntariamente a pri- K.O. (editor): Sprachpragmatik und Philosophie.
sión no es válido; pues todo ser humano actúa Suhrkamp, Fráncfort del Meno, 1976, p.p. 102.
buscando algún bien para sí mismo y no se ve qué Bobbio, Norberto: Thomas Hobbes. Fondo de Cultura
ventaja pueda seguirse de no resistirse a este tipo Económica, México, 1992.
de cosas. Locke y Rousseau van más allá y recha- Hobbes, Thomas: Del Ciudadano. Instituto de Estu-
zan -por diversos motivos- la validez de cualquier dios Políticos, Facultad de Derecho, Universidad
pacto que implique la sumisión incondicional de Central de Venezuela, 1966.
un ser humano a otro, ya se trate de un individuo Elementos de derecho natural y político. Cen-
privado (esclavitud) o de un pueblo (despotismo), tro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1979.
con la única excepción, en el caso de Locke, de Leviatán. Alianza Editorial, Madrid, 1992.
aquel o aquellos que se han hecho merecedores de Leviathan, or the Matter, Forme and Power of a
la muerte por atentar contra la vida o libertad de Commonwealth Ecclesiasticall and Civil. Collier
otros. Los límites de aquello a lo que legítimamen- Macmillan Publishers, Londres, 1962.
te podamos comprometernos estarían establecidos Macpherson, C.B.: La teoría política del individua-
por los límites de una vida humana digna –aunque lismo posesivo: de Hobbes a Locke. Fontanella,
el concepto de qué cosa sea una vida humana Barcelona, 1970.
Oakeshott, Michael: La vida moral en la obra de Tho-
digna varía según el horizonte histórico de los
mas Hobbes. En Oakeshott, Michael: El racio-
seres humanos y los proyectos específicos de las
nalismo en política y otros ensayos. Fondo de
fuerzas sociales que conforman ese horizonte
Cultura Económica, México, 2000, p.p. 277-325.
histórico-. No obstante, la referencia que aquí
Searle, John Actos de habla. Cátedra, Madrid, 1990.
hacemos a los discursos prácticos –en el sentido
Spinoza, Baruch Tratado teológico-político. Ediciones
en que Habermas utiliza este término- tienen que
sígueme, Salamanca, 1976.
ver con el intento –paradójico- por parte de Hob- Strauss, Leo. On the Spirit of Hobbes Political Phi-
bes de justificar racionalmente una forma de vida losophy. En K.C. Brown (editor): Hobbes Studies.
que implica la renuncia a la racionalidad, esto es, Harvard University Press, Cambridge, Massachu-
al examen crítico de las pretensiones de validez setts, 1965. The Political Philosophy of Hobbes,
(verdad, veracidad, rectitud normativa) implícitas Its Basis and Its Genesis. Clarendon Press,
en la actividad comunicativa y en la vida social Oxford, 1936.
de los seres humanos, algo que desde nuestro Taylor, A.E. The Ethical Doctrine of Hobbes. En. K.C.
horizonte histórico consideramos incompatible Brown (editor) Hobbes Studies. Harvard Univer-
con una vida humana digna. El pacto de sumisión sity Press, Cambridge, Massachusetts, 1965.
de Hobbes, que implica que el soberano es juez de Warrender, Howard: The Political Philosophy of
doctrinas y que todo juicio privado ha de avenirse Hobbes, His Theory of Obligation. Clarendon
al suyo, conlleva una renuncia de este tipo. Press, Oxford, 1957.

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, LII (132), 27-44, Enero-Abril 2013 / ISSN: 0034-8252

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