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La protesta social no se encuentra expresamente reconocido en los tratados internacionales de

derechos humanos. No obstante, se ha entendido que es un derecho que se desprende de otros


derechos consagrados en los tratados, esto es, del derecho de reunión y de la libertad de
expresión2.

También la protesta social, juega el rol de exigir al Estado respuestas concretas ante sus
demandas. En otras palabras, sirve como rendición de cuentas por parte de la autoridad hacia la
ciudadanía. La protesta social –pacífica y sin armas- es un medio legítimo de presión hacia la
autoridad y una forma de control democrático legítimo.

Además, es importante para la consolidación de la vida democrática y que, en general, dicha


forma de participación en la vida pública, en tanto ejercicio de la libertad de expresión, reviste un
interés social imperativo. Es ejercida frecuentemente por grupos y colectivos que se encuentran
marginados del debate público

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