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Quédate
quieto... en silencio... mira de cerca, saborea este momento, este
trozo de vida. Deléitate en esta mariposa, y en la belleza increíble
que se suma a tu vida, la bendición de su gracia. Ella es tu regalo, tu
musa, tu inspiración. Todo lo que puedes hacer, y lo único que te
pide que hagas, es mantenerla en alto ante ti, alabar sus bonitas alas,
iridiscentes a la luz, manteniendo tu mano firme, doblando los dedos
hacia arriba muy ligeramente para protegerla del viento y permitirle
que descanse allí, donde sabe que está a salvo, cálida, y donde sepa
sobre todo, que es deseada. Ella puede quedarse para siempre.
O puede volar. En cualquier momento y por razones que un hombre
nunca podrá entender -o incluso sin ninguna razón en absoluto. Es
un regalo, pero nunca un hecho. Él estará triste. Ella va a estar triste.
Y él la perderá por siempre. Pero el recuerdo de la belleza y la
gracia que se infunde en su vida nunca podrá ser eclipsado por la
nube de veneno de las relaciones deterioradas; es una hermosa y
profunda realización.
Una cosa es segura... ella va a volar de inmediato si no se siente
hermosa en su presencia, si no siente su atención, si ya no es vista
como un regalo a su vida. En el momento en que él la da por
sentada, en el momento en que quita sus ojos de ella, en el momento
en que se distrae con frivolidades y cosas innecesarias, ella lo sentirá
y si lo alarga suficiente tiempo, va a volar lejos para siempre.
A veces un hombre, porque no puede soportar la idea de que podría
volar lejos, intentará contenerla, frenar su rapidez. Él cierra su mano
con fuerza alrededor de ella, para retenerla a toda costa, para
restringir sus movimientos, hasta que apenas pueda respirar y sus
alas sean aplastadas. Como escribió Blake: “quien a si encadene una
alegría... destruirá una vida alada... pero quien a la alegría bese en su
aleteo... vive un eterno amanecer.” Una mujer debe tener la libertad
de irse. Sólo entonces podría quedarse.
Hay una armonía en la vida, una alineación, cuando un hombre se
dirige hacia su visión del futuro, cuando dedica su vida a un amor a
la belleza, mientras se deleita en la mariposa que se posa en su
mano. Ella nunca puede ser su propósito en la vida, su razón de ser...
pero es una parte insustituible de su magnífico viaje, añadiéndola al
mismo de una manera impecable.