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La Inteligencia de Una Máquina (El Quid Pro Quo Del Continuo y Del Discontinuo)
La Inteligencia de Una Máquina (El Quid Pro Quo Del Continuo y Del Discontinuo)
Jean Epstein
Ediciones Nueva Visión.
1960, Buenos Aires - Argentina.
Los puntos más oscuros de esta poesía se encuentran en los pasajes y en las
superposiciones del continuo superficial al discontinuo medio, y de éste al
continuo pre-material, que sólo tiene aún existencia matemática. El hecho de
que una realidad pueda acumular continuidad y discontinuidad; de que una
serie sin fisuras sea una suma de interrupciones; de que la adición de
inmovilidades produzca el movimiento, son cosas ante las cuales se asombra
la razón desde el tiempo de los eleáticos.
Todo film nos brinda así el claro ejemplo de una continuidad móvil, que no está
formada (en lo que puede llamarse su realidad un poco más profunda) más que
por inmovilidades discontinuas. Zenón tenía entonces razón al sostener que el
análisis de un movimiento da como resultado una colección de detenciones;
sólo se equivocó al negar la posibilidad de esta síntesis absurda que
recompone efectivamente el movimiento al adicionar los descansos, y que el
cinematógrafo realiza gracias a imperfecciones de nuestra vista. "El absurdo no
es posible", señalaba Faraday. La consecuencia natural de los fenómenos no
es necesariamente lógica, como se advierte también cuando la luz, sumada a
la luz, produce oscuridad en las zonas de interferencia.
¿De dónde proviene esta discontinuidad considerada más real? Por ejemplo,
en el proceso cinematográfico, ¿dónde y cómo se captan las imágenes
discontinuas que sirven al espectador para elaborar la continuidad subjetiva del
film? Estas imágenes son captadas en el espectáculo en movimiento perpetuo
del mundo; espectáculo que se encuentra fragmentado, recortado en breves
secciones por un obturador que no tapa el objetivo, en cada rotación, más que
por un tercio o un cuarto del tiempo que le es necesario. Esta fracción es lo
bastante breve como para que las instantáneas obtenidas adquieran tanta
nitidez como las fotografías de personas en reposo. La discontinuidad y la
inmovilidad de los clisés cinematográficos, consideradas en sí mismas, resultan
entonces una creación de la cámara filmadora, una interpretación en extremo
inexacta del aspecto continuo y móvil de la naturaleza, aspecto que tiene aquí
el papel de realidad esencial.