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La Jornada: México y la Compañía de Jesús https://www.jornada.com.

mx/2012/09/10/opinion/029a2pol

B B V.

l rector de la Universidad Iberoamericana, don José Morales Orozco, al


rendir su informe anual, hizo referencia al incidente en que se vio
envuelto el candidato Enrique Peña Nieto con estudiantes; de él, el
abanderado priísta no salió bien librado, en cambio, los muchachos y
las muchachas de la Ibero demostraron dignidad, respeto por su casa de
estudios y valor civil.

En su discurso el pensador y rector se pregunta si “el modo jesuita de educar”


puede explicar algo del movimiento que acabó por denominarse #YoSoy132;
concluye que al respecto es prudente no vanagloriarse, tampoco condenar a
ciegas y sí, en cambio, reflexionar sobre lo ocurrido. Recordó que la formación
de los institutos educativos de la Compañía de Jesús se sustenta en principios de
utilidad, justicia, humanismo y fe.

Cabe aclarar que el primer concepto significa que los estudiantes se forman
para ser útiles a ellos y a los demás. “No se les entrena para adaptarse al mundo,
sino para transformarlo”, dijo el rector.

En México los jesuitas han influido durante mucho tiempo y en sectores


amplios de la población; han caminado al lado de nuestra nación. Los primeros
llegaron a la naciente Nueva España en 1572, a 40 años escasos de la fundación
de la orden por Ignacio de Loyola y a 50 de la caída de Tenochtitlán. Desde
entonces los caminos de los jesuitas han estado entrelazados a los del país y sus
obras materiales y espirituales, escuelas, misiones, templos, fundaciones, son
parte de la historia de México.

Muestras de su espíritu constructor las encontramos por todas partes: en la


ciudad de México, la Iglesia de la Profesa, el Colegio Magno de San Pedro y San
Pablo, en las Calles del Carmen, el famoso de San Ildefonso; en el estado vecino,
el bellísimo templo de Tepotzotlán, importante pinacoteca virreinal y ejemplo
inigualable del barroco; el Colegio Carolino, en Puebla, y muchos más en todo el
país.

Fundaron ciudades como San Luis de la Paz, en Guanajuato, y Parras, en


Coahuila; decenas de misiones en el norte y noroeste de México. Personajes muy
destacados de nuestra historia fueron alumnos de escuelas de la compañía;
durante el virreinato, tan ilustres como Juan Ruiz de Alarcón, Carlos Sigüenza y
Góngora y el mismo iniciador de la independencia, Miguel Hidalgo y Costilla.

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La conocida poeta Sor Juana Inés de la Cruz tuvo por director espiritual a un
sacerdote jesuita.

Como es sabido, la orden fue suprimida y sus integrantes expulsados de


España y sus colonias en 1767; más de ochocientos sacerdotes, hermanos y
estudiantes salieron del país bruscamente y por la fuerza, abandonando sin su
voluntad las escuelas en las que educaban a criollos y mestizos, sus misiones
entre pueblos indígenas y sus obras de cultura e investigación. Historiadores
diversos han señalado que el descontento provocado por esa decisión arbitraria
de Carlos III fue antecedente de las conspiraciones encaminadas a lograr la
independencia; en varias poblaciones, San Luis Potosí, Celaya, Pátzcuaro y otras,
hubo motines, aprehensiones y aun ejecuciones de indígenas y mestizos
indignados por el atropello.

Entonces, el virrey, refiriéndose precisamente al descontento popular, con


soberbia intolerable, definió el autoritarismo al decir: “De una vez, y para lo
venidero, deben saber los súbditos del gran monarca de España que nacieron
para callar y obedecer y no para discurrir y opinar en los altos asuntos del
gobierno”.

La sentencia del virrey, como en la Ibero, causó aún más enojo, y los
mexicanos a partir de entonces, y en buena medida por la formación recibida en
las escuelas y colegios de la compañía, no olvidaron el agravio y a la larga
lograron cambiar el régimen político y alcanzar la soberanía nacional.

Los jesuitas regresaron en plena guerra de independencia y reiniciaron poco a


poco su obra educativa y misionera; Francisco I. Madero fue alumno de una
escuela jesuita y a principios del siglo XX varios miembros de la orden, entre
ellos el ilustre Alfredo Méndez Medina, influyeron en la formación de sindicatos
obreros, en la famosa Dieta de Zamora, con propuestas de justicia social y de
avanzada, y fundaron en 1920 el Secretariado Social.

Actualmente los jesuitas cuentan con reconocido prestigio y tienen a su cargo


la Universidad Iberoamericana y el Instituto Tecnológico y de Estudios Sociales
(Iteso) de Guadalajara, editoriales, revistas y obras diversas, como el Centro
Prodh defensor de derechos humanos.

No debe, por tanto, asombrarnos que una institución en la que destacaron


sacerdotes como Juan Ma. Salvatierra, Eusebio Kino, Juan de Ugarte, Francisco
Xavier Alegre, Francisco Clavijero, Rafael Landívar, Joaquín Cardoso y muchos
más continúe en nuestros días formando para la justicia, la libertad y la
democracia.

Menéndez Pelayo calificó el decreto de expulsión de “vandálico”; esperamos


que en nadie rencarne Carlos III y que arbitrariedades como aquélla no vuelvan a
cometerse.

jusbbv@hotmail.com

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