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“ZAPATILLAS DE

DEPORTE EN EL
TEMPLO”
Por Brian Zimmerman

¿Me juzgarían los demás como yo había juzgado


Injustamente a otra persona?
Durante una reunión del sacerdocio, observé que un miembro del cuórum llevaba
pantalones de mezclilla y zapatillas de deporte. Me pregunté: “¿Por qué vendría a
la Iglesia con ropa informal? ¿Está siendo rebelde? ¿Es duro de corazón? ¿No
siente el Espíritu en su vida?”. Si, en verdad, tuviera un testimonio vibrante,
ciertamente mostraría más respeto por las reuniones y lugares sagrados. Una
semana después, mientras mi esposa y yo visitábamos a nuestra hija, quisimos ir
al templo con ella. Al abrir la maleta, ¡me sorprendió descubrir que había olvidado
mis zapatos de vestir! Como la sesión del templo empezaba pronto, no tenía
tiempo de comprar un par nuevo, de modo que decidí ponerme las zapatillas de
deporte. Mientras me ponía las zapatillas, inmediatamente recordé la reunión del
sacerdocio. Ahí estaba, preparándome para ir a uno de los lugares más sagrados
de la tierra, vestido con zapatillas de deporte. Me pregunté qué pensarían los
demás. ¿Me juzgarían por ser rebelde y duro de corazón o por mi falta del Espíritu
o de un testimonio vibrante? Estaba avergonzado de mi previo juicio rápido e
injusto. ¿Quién era yo para cuestionar el testimonio de alguien por su ropa? No
sabía nada de sus circunstancias. El Salvador se centró en el progreso espiritual
de todos los hijos de Su Padre. Como Él le recordó a Samuel: “Jehová no mira lo
que el hombre mira, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7). La ropa, la apariencia, la raza o el sexo
de una persona no debería importar. Todos somos hermanos y hermanas. El
hecho de que ese hermano estuviera asistiendo a la Iglesia debería haber sido el
centro de mi atención. Siempre debemos tratar de llevar nuestra mejor ropa
cuando vamos a la Iglesia o al templo1. Sin embargo, no debemos juzgar a los
demás por lo que llevan puesto, porque nunca sabemos cuáles son sus
circunstancias. Todos los que nos rodean realmente tienen un potencial divino.
Debemos ofrecer un amor semejante al de Cristo a todos nuestros hermanos y
hermanas sin importar su apariencia externa, ¡incluso si llevan zapatillas de
deporte al templo! (“Zapatillas de deporte en el templo” liahona del agosto
del 2021 Pag. 41).

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