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"Yo me prostituyo igual que ustedes"

Memorias de un debate en La Plata sobre la represión sexual


Este artículo reconstruye el clima de época de un debate llevado a cabo en el salón de actos
de la Facultad de Bellas Artes de La Plata, el 17 de mayo de 1984. La charla contó como
principales orador*s a Ruth Mary Kelly y a Marcelo Benítez. Para amb*s protagonistas implicó
una oportunidad que no fue desaprovechada para dialogar sobre la represión a las prácticas
sexuales por fuera de las normas.

Belluci, Mabel y Queiroz, Juan.


Moléculas Malucas, diciembre de 2020.
Afiche realizado por Morris Tidball-Binz para la charla sobre "La represión sexual en Argentina" en la Facultad de Bellas Artes
de La Plata. Mayo de 1984. Fuente: Archivos Desviados.

En la Argentina, la derrota de la guerra de las Malvinas, en junio de 1982, aceleró el final de una
prolongada noche de terror y muerte. Luego del derrumbe de la dictadura cívico militar y el retorno de
la democracia en diciembre de 1983, los organismos de Derechos Humanos ocuparon un lugar
protagónico que diseñó la política de esa década. La ausencia del Terrorismo de Estado se
presentaba como un momento óptimo para reconstituir las urgencias políticas con una significativa
participación en el espacio público y privado. Hasta esa época, pese a los efectos devastadores de
los años anteriores, un ciclo de reorganización económica, social y cultural no había suscitado tantas
expectativas en el país. La noción de democracia iba de la mano con la de derechos humanos,
conciencia sumamente ajena a la retórica de la década anterior.

Aun así, la vigencia vital del aparato represivo heredado provocaba un clima de intimidación
permanente a las minorías sexuales llevado a cabo por la División Moralidad de la Policía Federal.
Homosexuales, lesbianas, travestis y prostitutas eran víctimas de una persecución sistemática y las
razias que irrumpían en bares y boliches gays continuaban siendo moneda corriente. Ya en los dos
últimos años de la dictadura, un puñado de militantes homosexuales y lesbianas comenzaron a
pensar estrategias de acciones aun dentro del panorama de terror en que vivían. Tal es el caso de la
militante lesbiana Elena Napolitano, quien por las noches repartía de mano en mano por las calles
céntricas de Buenos Aires la “Carta de Persona a Persona”, un texto suyo donde comunicaba y
denunciaba:

"[...] Un grupo de personas gay, cansados de la suerte que arbitrariamente nos echaron encima,
estamos tratando de organizar un movimiento de liberación. La organización consiste en empezar
otra vez a juntarnos, concientizarnos: empezar otra vez a comprometernos con lo que somos y a
reclamar lo que nos pertenece: el derecho a vivir como hemos elegido sin persecuciones de ningún
tipo. […] Porque ahora mismo hay un hombre gay encarcelado 21 días y cada día violado por todos
sus compañeros de encierro. Hay una lesbiana a quien se están cogiendo en una comisaría. Hay un
chico de 17 años que tiene miedo y pide perdón" [1].

El movimiento de liberación al cual se refería Napolitano era la secreta Coordinadora de Grupos


Gays, que pudo salir a la luz con el retorno de la democracia . Esta coordinadora congregaba a las
minúsculas agrupaciones de ese momento, algunas de ellas surgidas en la clandestinidad en Buenos
Aires en 1982 [2].
Grupos que formaron parte de la Coordinadora de Grupos Gays pegaron este afiche a lo largo de las avenidas Santa Fe y
Corrientes, en el centro de Buenos Aires, luego de una razia en 1984. Fuente: Archivos Desviados.

El reclamo constante de las minorías sexuales de la época se centraba en poner fin a las razias, los
edictos policiales, los códigos contravencionales y la Ley de Averiguación de Antecedentes. No
obstante, hacia marzo de 1984, el activismo entró en un proceso de distensión por considerar que el
clima represivo había menguando. Fue un corto respiro. Luego del breve impasse, las fuerzas
policiales tomaron ímpetu y salieron al ruedo y a la caza. Así fue como el 22 de marzo de ese año
una razia irrumpió en el bar Balvanera, llevando a cincuenta homosexuales detenidos que fueron
forzados a subir a los celulares estacionados en la puerta del local. Este episodio, sumado a una
serie de detenciones arbitrarias, colmó la paciencia militante e impulsó a integrantes de la recién
disuelta Coordinadora de Grupos Gays a convocar para el 16 de abril de 1984 a una asamblea
abierta en la discoteca porteña gay Contramano. Ese día nació la Comunidad Homosexual Argentina
(CHA), que el 28 de mayo de 1984, publicó en el diario Clarín su primera solicitada bajo el lema “Con
discriminación y represión no hay democracia”.

Al abrir la caja de Pandora las minorías sexuales no corrían la misma suerte que los feminismos, que
registraban una explosión a lo largo de América Latina y el Caribe. En Occidente estos movimientos
ensanchaban sus fronteras como pocas veces en su historia. Sus debates intervenían en medios de
comunicación propios y ajenos a nivel nacional e internacional. En Argentina, con una presencia
activista, el feminismo había organizado en Buenos Aires, el 8 de marzo de 1984 la primera
movilización por el Día Internacional de la Mujer que se conmemoraba en democracia [3]. Por otra
parte, militantes polític*s, sociales, gremiales, estudiantiles y de organizaciones político armadas
retornaron de sus exilios forzosos al mismo tiempo que l*s que resistieron desde el insilio
comenzaron a salir de sus refugios. Otr*s, sin trayectoria política anterior, también se sintieron
atraíd*s por esa coyuntura tan esperanzadora como fue la etapa de la postdictadura.

El Porteño, una revista abierta a las voces de l*s oprimid*s

El clima de “cambio de época” de los años 80 funcionó como una etapa inaugural en la que temas
latentes en la sociedad argentina reprimidos hasta el momento encontraron un lugar para salir a la
luz. Implicó un momento de quiebre y una oportunidad que no fue desaprovechada. Los dispositivos
de comunicación contraculturales promovían aggiornarse a los nuevos reclamos y se ampliaban con
laxitud los bordes de prácticas sexuales desviadas de las normas.
Ruth Mary Kelly. Entrevista en El Porteño. Mayo de 1983. Fuente: Archivos Desviados.
En enero de 1982 salió a la calle el primer número de la revista El Porteño, un bastión de la
resistencia cultural para hacer frente al terrorismo de la dictadura. A partir de ese momento, esta
publicación se destacó por abordar y denunciar temas que el resto de las publicaciones omitían. Así,
entre otras cosas, El Porteño brindaba espacio a las voces que no encontraban lugar en otras
publicaciones masivas y también catalizaba las polémicas internas entre los grupos homosexuales
cuyos enfrentamientos quedaron plasmados en artículos y cartas de lectores de tono virulento. En
abril de 1984, la revista publicó una investigación titulada La Represión a la Sexualidad en Argentina,
escrita por Marcelo Benítez, histórico militante del Frente de Liberación Homosexual. No había duda
de que este artículo no pasaría desapercibido, todo lo contrario, provocó un significativo interés [4].

Al mes siguiente de la publicación, mientras que el presidente Raúl Alfonsín se esmeraba en


anunciar garantías institucionales donde la libertad y el respeto por los derechos humanos serían
finalmente el reaseguro de su administración, su ministro del Interior, Antonio Tróccoli, hacía
declaraciones homofóbicas en una entrevista para El Porteño realizada por el periodista Enrique
Symns [5]. Allí, el ministro se pronunciaba sobre las detenciones de homosexuales: “si la Policía ha
actuado es porque existieron exhibiciones o actitudes que comprometen públicamente las reglas del
juego de una sociedad que quiere ser preservada de manifestaciones de este tipo. De manera que
no hay persecución, por el contrario, hay que tratarla como una enfermedad”. Las palabras de
Tróccoli daban cuenta de que el germen represor seguía vigente en muchos estamentos políticos de
la Argentina de ese entonces.
Tapa de la revista "El Porteño" que publicó al polémica entrevista al ministro Antonio Tróccoli. Mayo de 1984. Fondo Juan
Queiroz. Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexogenéricas, CeDInCI.

Los derechos humanos en la ciudad de las diagonales


En La Plata, apodada como la «Ciudad de las diagonales» debido a su particular trazado urbano,
planificada y diseñada para la vida universitaria, existía la mítica librería Libraco, de Emilio Pernas y
Teddy Pelayo [6]. Era un local largo y estrecho en la entrada de una galería oscura de la calle 6 entre
44 y 45. Por una pequeña escalera se accedía a un altillo con diván, libros, discos y tocadiscos [7].
Emilio Pernas, de convicciones socialistas, era periodista, publicitario y el clásico librero autodidacta
con una cultura aluvional que ponía a disposición sus consejos para quienes necesitaban. Aún en
años de la dictadura fundó el Centro Cultural José Luis Romero, un ámbito de encuentro casi
clandestino donde asistían aquell*s platenses apremiad*s por el debate y la discusión, pero además
para compartir el miedo y la soledad. Tanto un espacio como el otro significaron refugios de vitalidad
cultural para el público platense, y fueron terreno por excelencia de la más politizada de las
izquierdas heterosexuales que concurrían y pasaban horas conversando de literatura y de política.

Los ejemplares de El Porteño junto con el artículo de Benítez y la reciente entrevista a Tróccoli
llegaron a manos de Morris Tidball-Binz [8], un joven empleado de Libraco y responsable cultural del
Centro Romero. A partir de ahí, Morris sintió la necesidad de organizar una pequeña actividad sobre
la represión a la sexualidad en Argentina, que contó con el aval incondicional de Pernas. Enseguida
invitaron a dar una charla en el Centro Romero a Marcelo Benítez y a la profesional del sexo Ruth
Mary Kelly, a quien Morris había conocido en La Boca mientras visitaba a sus conocid*s del
movimiento anarquista. Se necesitó de poca organización, solo unas sillas y una mesa, y se convocó
a jóvenes vinculad*s a los organismos de derechos humanos. En palabras de Tidball-Binz:

"Yo estudiaba medicina en La Plata y era docente alumno. Mantenía una actividad casi sindical en la
facultad y estaba muy metido en el movimiento de derechos humanos. En aquellos años de
"destape" mucho se hablaba y denunciaba (justamente) sobre la represión política sufrida por
activistas políticos en la Argentina, pero poco y nada sobre otros grupos victimados y perseguidos
por su identidad o actividad sexual. Por una sencilla razón de coherencia me parecía necesario
ayudar a visibilizar esa realidad y ofrecer espacios a representantes de dichos grupos para dar a
conocer la misma y generar así debates a su favor frente a sectores 'progresistas' que poco se
preocupaban por estas materias. Emilio Pernas compartía conmigo la visión abierta de que también
existían otras víctimas de los de derechos humanos. Cuando yo le plantee la idea de invitar a gente
que pudiese compartir la visión del movimiento gay como víctima de la represión él estuvo muy de
acuerdo".
Folleto publicado por el Centro Cultural José Luis Romero con motivo de su primer aniversario. La Plata, diciembre de 1982.
Archivo Carlos Hugo Alberto.

El encuentro realizado en el Romero fue el trampolín para otra charla que, a las apuradas y con
dificultades, Tidball-Binz organizó para el 17 de mayo de 1984 en el salón de actos de la Facultad de
Bellas Artes de La Plata. Bajo el nombre “La represión sexual en Argentina”, el evento fue convocado
por el Centro de Estudiantes de Bellas Artes de la Universidad de La Plata y auspiciado por las
revistas El Porteño y Cerdos y Peces, dirigidas por Gabriel Levinas y Enrique Symns
respectivamente.

La actividad de derechos humanos resultaba prioritaria en el movimiento estudiantil de La Plata, y el


Centro de Estudiantes de la Facultad de Bellas Artes era uno de los más implicados en la cuestión.
Aun así, Tidball-Binz tuvo que insistir y debatir bastante la propuesta puesto que ésta generaba una
fuerte oposición. Según recuerda:

"Lo que yo intentaba era crear un debate, porque me parecía muy importante escuchar y luego iniciar
un diálogo sobre la inclusión de los otros sectores victimados por la dictadura y por la sociedad
represora argentina. No todo el mundo estaba de acuerdo, para nada, pero finalmente primó la razón
de que efectivamente había que darle un espacio a esas otras víctimas que no eran necesariamente
de la militancia partidaria o por razones políticas. Eran también años de muchísimo temor en torno a
la pandemia del hiv-sida y a mí me interesaba no solo desde el punto de vista médico sino también
desde el punto de los derechos humanos. Haciendo guardias médicas yo veía la terrible
discriminación contra las personas diagnosticadas hiv positivo, que, en general, recibían un muy mal
trato, algo inaceptable, por eso me pareció importante incorporar esta dimensión en la charla".

Morris Tidball-Binz, organizador de la charla-debate. La Plata, 1984. Archivo personal de Morris Tidball-Binz.
Tidball-Binz no solo coordinó la charla debate sino también diseñó el afiche en su casa y se encargó
de pegarlo en las paredes de las facultades. A diferencia del encuentro en el Romero, esta vez el
salón convocó a un masivo público. Asistieron alrededor de 500 personas. Acompañaban a Ruth
Mary Kelly y a Marcelo Benítez el polémico doctor Ricardo Leschot, médico sexólogo, cuyas teorías
en torno al hiv/sida generaron fuertes debates en la época. Enrique Symns y el escritor Oscar
Hermes Villordo, que habían sido convocados a disertar, finalmente no pudieron concurrir. Sobre la
charla, Marcelo Benítez rememora:

"Ese día Ruth y yo fuimos juntos hasta La Plata en micro. Nos recibió Morris, que era un bombonazo
con cara de angelito pero que se expresaba con una postura firme y rotunda sobre los derechos
humanos, tema con el que estaba muy comprometido. Él fue un milagro inesperado por su
compromiso con la lucha homosexual y la de las trabajadoras sexuales en una época en la que la
mayoría de los heterosexuales, que se la daban de progres, en el fondo eran homofóbicos y no les
importábamos nada. La charla desbordó el salón de actos, con gente parada al fondo, algo muy
emocionante. Ricardo Leschot llegó tardísimo y habló sobre sus teorías rarísimas sobre el sida. Poco
antes de empezar la charla hubo una llamada telefónica de un grupo de derecha amenazando de
bomba, pero Ruth, que no le tenía miedo a nada ni a nadie, pidió que no les demos bola y todo siguió
de lo más bien".

Morris tiene presente a Ruth como una mujer muy excéntrica, inteligente, pero muy golpeada por la
vida, "y esos golpes los reflejaba en ciertos aspectos de su personalidad. Ella descubrió una veta
para esos años como abanderada de las trabajadoras del sexo. Por momentos se hacía vocera de
ese movimiento, pero a veces no era consecuente con las necesidades de estar presente en ciertos
espacios, ella iba y venía. Tenía muchas crisis y unas depresiones tremendas, entonces pasaban dos
o tres semanas donde no aparecía y perdía oportunidades. En la charla en La Plata demostró lo
brillante que era".

Frente a un salón de actos repleto y expectante, la intervención de Ruth Mary Kelly irrumpió con la
potencia y luminosidad de un fuego de artificio. En palabras de Benítez :

"Cuando le tocó el turno a Ruth, agarró el micrófono, se presentó como 'profesional del sexo' y
mirando al público dijo enfática: todos ustedes, todos los presentes aquí, mujeres y hombres, si
trabajan, se prostituyen. La secretaria se prostituye, el empleado se prostituye, el cadete se
prostituye, la dentista se prostituye. Entonces, ¿qué me van a venir a decir a mí? ¿qué me vienen a
hacer quilombo por vender mi cuerpo? Déjense de joder con la sacralización de la vagina. Que les
quede bien claro, ustedes también venden su cuerpo. Yo me prostituyo igual que ustedes. Así,
empezó la charla Ruth. Fue bárbara, maravillosa. El público, la mayoría joven, se quedó paralizado,
embelesado".
La revista sensacionalista Shock no demoró en hacerse eco de la actividad. Bajo el título "La
represión de la sexualidad. Por primera vez en un claustro universitario un gay y una prostituta se
enfrentaron ante una platea", el artículo relataba:

"Un hecho prácticamente sin antecedentes en el país, sucedió en una casa de altos estudios. Por
primera vez en un claustro universitario se debatió sobre la “represión de la sexualidad” […] En
primer término, el licenciado Marcelo Benítez efectuó una extensa exposición, que fuera interrumpida
por estruendosas carcajadas ante algunas acotaciones del disertante y de Ruth Mary Kelly. El
profesional integrante del frente homosexual acusó de manera directa a "las Fuerzas Armadas como
los grandes represores del sexo en Argentina". […] Antes de iniciar una suerte de “análisis político”
acerca de la represión del sexo en el país, Benítez contó algunas anécdotas sobre la corrupción de
menores y la prostitución. En este punto fue interrumpido por su compañera de panel, quien le exigió
que “la palabra prostituta sea reemplazada por la de profesional del sexo” a lo que el disertante
accedió y el público volvió a estallar en risas. […] A esta altura de la exposición, las risas y los
aplausos confundían el encuentro con una obra teatral de singular éxito. Luego de las palabras del
miembro de “Frente de Liberación Gay” comenzó su disertación el doctor Ricardo Leschot, cuyas
palabras iniciales fueron acompañadas por gestos de Ruth Mary, que siguieron divirtiendo a los
asistentes. Al hablar de las “casas de masajes” como una nueva forma de prostitución, la profesional
del sexo se sonrojó y blandió su puño en seña de aprobación a esta modalidad que se impuso en los
últimos tiempos en la Argentina" [9].
Marcelo Benítez durante una segunda charla sobre la Represión sexual en Argentina realizada por la revista El Porteño en
Buenos Aires en 1984.

La participación de Benítez en La Plata tendría un costo. Alguien se encargó de distribuir fotocopias


del artículo de Shock por los escritorios de jef*s y compañer*s de su trabajo y a las pocas semanas
de finalizada la charla él perdió su trabajo.
La represión a la sexualidad, una pesadilla sin fin

En 1998, luego de catorce años de democracia, se derogaron los edictos policiales en la ciudad de
Buenos Aires. No obstante, esto no significó el fin de las persecuciones. Ese mismo año fue
sancionado el Código Contravencional, inicialmente llamado Código de Convivencia Urbana.
Automóviles de civil con fiscales patrullaban las calles porteñas filmando travestis mientras ejercían el
trabajo sexual. Con esas evidencias en la mano se las llevaban detenidas para luego ser juzgadas y
condenadas a realizar "trabajos comunitarios". Una de ellas, la trabajadora sexual trans y archivista
Ivana Tintilay, tuvo que presentarse durante dos meses a realizar trabajos de limpieza los fines de
semana en la estación de trenes Luis María Drago, "no me quedó otra que cumplir con la condena,
pero yo caía divina y provocativa a limpiar los andenes en taco aguja", recuerda orgullosa Ivana [10].

Luego de ser derogados los edictos en Buenos Aires las razias disminuyeron significativamente,
aunque continuaron en menor escala. En abril de 2006, al grito de “putos de mierda”, la Policía
Federal sin orden de allanamiento irrumpió en una fiesta gay organizada en la disco Cero
Consecuencia, en el barrio porteño de Palermo. Centenares de asistentes fueron obligad*s a formar
fila contra la pared entre gritos e insultos homofóbicos [11]. La CHA accionó judicialmente contra la
policía y ganó el juicio. Ese fue el punto final de las razias en bares y boliches porteños. En el resto
del país las detenciones arbitrarias a las disidencias sexuales siguieron su curso, un claro ejemplo de
esta violenta persecución puede leerse en el artículo "Contraventoras del miedo", de Marce Butierrez.

En la actualidad, durante la pandemia, con la excusa de "violar la cuarentena" trabajadoras sexuales


travestis de la zona de Constitución en situación de emergencia habitacional y de salud, al regresar
de sus compras fueron detenidas y tiradas al suelo esposadas por la Policía de la Ciudad quien se
refería a ellas como "los travestidos". Como alertaba Marcelo Benítez, “Nunca debemos bajar la
guardia, el fascismo, aunque con otros nombres, no descansa jamás. La represión a la sexualidad en
la Argentina siempre se caracterizó por ser global, no persigue a una forma en especial sino a toda
forma de goce sexual”.

Referencias

Los testimonios de Marcelo Benítez y de Morris Tidball-Binz fueron extraídos de entrevistas inéditas
realizadas a ambos por Juan Queiroz en 2015 y 2020 respectivamente.

[1] La Carta de Persona a Persona fue escrita, sin firma, por Elena Napolitano en agosto de 1983.
Elena fue cofundadora, junto a Marcelo Benítez y a Zelmar Acevedo, del Grupo Federativo Gay,
integrante de la Coordinadora de Grupos Gays.
[2] La Coordinadora de Grupos Gays fue impulsada principalmente por la abogada Gladys Croxatto.
Entre los distintos grupos que la conformaban se encontraban el Oscar Wilde, Pluralista, Grupo de
Acción Gay, Grupo Federativo Gay, Venezuela, Contacto, Dignidad, Nosotros, Camino Libre y
Liberación. Luego de un año y medio de reuniones secretas el primer plenario público de la
Coordinadora, organizado por Croxatto y Jorge Ferrari, se realizó el 14 de enero de 1984 en el
subsuelo de una librería ubicada en la calle Montevideo al 400, en la ciudad de Buenos Aires.
[3] http://revistafurias.com/8-de-marzo-de-1984/
[4] Benítez, Marcelo, "La represión a la sexualidad en Argentina" (Primera parte), El Porteño, Año
III/No. 28, abril de 1984. Cabe aclarar que la segunda parte de este artículo no fue publicada.
[5] Symns, Enrique, "Tróccoli responde", El Porteño Año III/No. 29, mayo de 1984
[6] http://socompa.info/historias/el-libro-del-che-va-por-cuenta-de-la-casa/
[7] https://www.eldia.com/nota/2011-5-6-el-librero/amp
[8] Morris Tidball-Binz, nacido en Chile, es médico y vive actualmente en Prévessin-Moëns, Francia.
En su juventud comenzó a participar activamente en los movimientos de derechos humanos de La
Plata, por ejemplo en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) -de la que fue
miembro cofundador-, y en Abuelas de Plaza de Mayo. Es experto en ciencias forenses aplicadas a
los derechos humanos y a la acción humanitaria. Ha sido miembro fundador y primer director del
Equipo Argentino de Antropología Forense; trabajó para Amnistía Internacional y otras ONG y, entre
2004 y 2020, para el Comité Internacional de la Cruz Roja, en Ginebra, Suiza, donde ayudó a crear y
luego dirigió la Unidad Forense de la organización. Actualmente, es profesor de las Universidades de
Milán, Italia, Coimbra, Portugal y Monash (Australia) y sigue activo en la defensa y promoción de los
derechos humanos en todo el mundo.
[9] "La represión de la sexualidad. Por primera vez en un claustro universitario un gay y una prostituta
se enfrentaron ante una platea", revista Shock, mayo de 1984, nro. 45, página 15.
[10] Conversación de Ivana Tintilay con Juan Queiroz, noviembre de 2020.
[11] https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-69093-2006-06-27.html

Agradecimientos
A Morris Tidball-Binz, Marcelo Benítez, Ivana Tintilay y Carlos Hugo Alberto por sus valiosos
testimonios que posibilitaron este trabajo.
A Jorge Beloqui, Marcelo Ferreyra, Eugenia Sik y a Maximiliano Vernazza por su amable
colaboración.

Fotografía en página de inicio


Travestis en la zona del barrio porteño de Palermo en 1998, año en que se derogaron los edictos
policiales. Fotografía © Maximiliano Vernazza.

Publicado originalmente en Moléculas Malucas

Belluci, Mabel y Queiroz, Juan.


"'Yo me prostituyo igual que ustedes'. Memorias de un debate en La Plata sobre la represión
sexual".
https://www.moleculasmalucas.com/post/yo-me-prostituyo-igual-que-ustedes
Moléculas Malucas, diciembre de 2020.

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