Mirada crítica a la interseccionalidad: Una aproximación situada a la dominación
desde el no sitio y la ciencia ficción afro futurista feminista. The war of great heroic deeds
confirms the [debt/death/depth] of inhuman ...
People now can fill their needs ... Of truth and reason now we ...
We are born in flames
(Red Krayola)
Aún se contempla con excesivo optimismo la pseudo promesa de la “izquierda posibilista”
de un horizonte de igualdad absoluta, que con su estupendo ideario de sociedad del bienestar ,basado en un progreso económico sin control de las fuentes de producción y de capital, anunciaba la igualdad de oportunidades, de posibilidades y casi también de probabilidades y porcentajes en la participación y toma de decisiones sociales y políticas económicas tanto en hombres como en mujeres, al igual que su ilusoria y efímera bandera de liberación sexual y respeto por todas las diversidades y minorías. No obstante, lo que sucedió hasta hoy tanto con las experiencias “revolucionarias socialistas” de la izquierda latinoamericana, así como con su contraparte liberal progresista de derecha, anticiparon su derrumbe ideológico (que en el fondo no es otro que el social demócrata). El mismo que la directora estadunidense feminista Lizzie Borden desenmascara agresivamente y a manera de documental con su película icónica Born in Flames de 1983, en la que 10 años después de una revolución "socialista" pacífica en los Estados Unidos, el gobierno, liderado por el primer presidente negro, parece tener todos los disturbios sociales bajo control. Pero cuando la fundadora del grupo guerrillero feminista, el Ejército de la Mujer, es misteriosamente asesinada bajo custodia policial, mujeres de todas las razas, sexos, clases y sexualidades se levantan para hacer explotar el sistema. Un escenario distópico en el que da lo mismo un Presidente de izquierdas, un alcalde negro, todos ellos, con el FBI, la policía, forman un complejo de poder dominado por hombres que piden tiempo, paciencia, una revolución paso a paso sin dejar de desear esa cacareada igualdad, pero sin atreverse a llevarla a cabo de manera real, para no perder ese corral de poder casi exclusivo. «Deberían convertir a todas las mujeres en hombres y a todos los hombres en mujeres y se acabaría el problema» dice la revolucionaria y líder negra Adelaide Norris, en el punto de mira del aparato secreto y sucio del estado. De fondo lo que Borden está demostrando, desde su punto de vista feminista y homosexual, es que los patrones de conducta de los hombres respecto a las mujeres se perpetúan cualquiera que sea la ideología de base que sustente al poder. Una idea que me parece muy visionaria dada la vigencia de las miopes ideologías liberales que terminan por optar por una revolución pasiva ejecutada desde arriba, es decir desde la institucionalidad, y la frialdad e inmutabilidad de ley, desde el cinismo discursivo de sus peones políticos (casi todos hombres, además) antes que una verdadera reforma moral e intelectual de base que transforme el ejercicio patriarcal dominante y constitutivo de nuestras “sociedades libres”. En definitiva, todo se reduce a la famosa formula de adapta por Antonio Gramsci del siguiente modo: “que todo cambie para que todo siga igual.” La igualdad situacional es la única por la que parece optar el espectro político actual en la región: primero como tragedia de la mano de una serie de ideologías populistas que disfrazaron con el ahora viejo * socialismo del siglo XXI, al mismo modo que en la película de Borden, lo socialmente instituido e históricamente reproducido1; y segundo como farsa expresada con la vulgar promesa de cambio y de progreso (retroceso) por parte de la derecha reaccionaria reinstalada en la región que si bien no conoce el complejo griego de Filomena no se escandaliza en violar y silenciar a la mujer pública y mediáticamente como herramienta de campaña política.2 Lizzie Borden como no es ciega a los debates feministas de su época crea su película como un falso documental en el que se mezclan imágenes presuntamente grabadas por los servicios secretos, reuniones y asambleas femeninas donde las diferentes corrientes de opinión van confluyendo, desde la contención de las mujeres socialistas convencidas de que el partido está luchando por la igualdad, a las radicales que reniegan de la lucha armada por considerarla un error de propaganda que va a incrementar la represión; todo con una fantástica mezcla de razas, colores, sabores, particularidades y diferencias que alzan su voz desde distintos horizontes de resistencia que con el tiempo y la circunstancias irán provocando un progresivo acercamiento de todas las posturas hasta que las juventudes femeninas socialistas (en su mayoría negras, afros, trabajadoras y homosexuales) abandonen el partido asqueadas de su doble moral pese a que su líder les amenace con un «aténganse a las consecuencias». Borden se fascina por mostrar que la igualdad dentro del cuerpo político de las mujeres es un gran absurdo que recrea jerarquías y nuevas formas de represión simbólicas, de clase y de raza que instrumentalizan la organización feminista en pro del régimen “revolucionario.” Las mujeres se tornan así, imagen de igualdad de una revolución que en esencia está en contra de ellas. No hacen más que negar su diferencia en pro de construir la imagen que el partido socialista quiere de ella; una mujer subsumida a la revolución patriarcal. Me parece importante resaltar, sin ánimo de contar toda la película, el papel que juegan los medios de comunicación como sitios de resistencia donde se constituyen, bajo distintas emisoras, las distintas imágenes que representan a cada agrupación femenina. Desde las blancas que defienden la posición patriarcal del partido, hasta las negras trabajadoras. Cada una se arma de discursos combativos e insurgentes que, mientras cada imagen desfila delante de nuestros ojos repitiendo desde el pasado las realidades del presente (abrumadora constatación de que casi nada ha cambiado, como los feminicidios, la hipocresía de la igualdad inexistente, los trabajos mal retribuidos sumados a las tareas domésticas, el acoso 1 El número de feminicidios en Brasil creció un 21 % en 10 años, desde 3.937 en 2003 hasta 4.762 en 2013, lo que sitúa al país con la quinta mayor tasa de muertes violentas femeninas en el mundo, con 4,8 asesinatos por cada 100.000 mujeres. 2 Perversamente la estrategia funciona: véase las múltiples declaraciones de campaña de ahora electo presidente Jair Bolsonaro en Brasil. sexual indisimulado en las calles); la banda sonora golpea desde todos los ritmos y todas las direcciones remarcando esta realidad muy dolorosa con unas letras cargadas de simbolismo político y rabia indisimulada. A ritmo de rap, de heavy, de punk, de soul, de funky, de blues, de jazz, un catálogo de cantantes y grupos femeninos hablan desde el nacimiento en llamas de un mundo destinado a desaparecer por la furia de las mujeres con el leit motiv cantado por «The red crayole», o «The blondes», o Isabelle, o O,Jays, o Billie Holiday, una banda sonora en la que sólo dos hombres tienen derecho a aparecer para cantar sumados a la revolución de ese ejército de liberación femenino, Bob Marley y Jimmy Hendrix. Finalmente, la película me parece que deja larga y profunda constancia de una agrupación de mujeres que combaten todo un escenario social, resignificando desde sus experiencias particulares, con música, poesía y vida principios de igualdad y libertad tan minados y engendrados por y para el servicio patriarcal. De lo que se trata, contrario a la ideología social demócrata que busca impartir su definición de la historia y su forma de participar políticamente en ella (la cual no deja de ser una forma de participación al servicio del capitalismo y que por ende reproduce históricamente el papel que le ha dado a la mujer en sus dinámicas de trabajo y acumulación) , es que cada una sea libre de escribir su propia historia. En efecto algunas están de pie tomando la palabra, y otras miran desde la pantalla y critican, y otras hacen música y filman películas; y sí, ellas ya no siempre se ponen de acuerdo. Al contrario, todas son un poco diferentes y mucho más diferentes que antes; y eso les alegra, pues de no haber tantas diferencias, solo menearían la cabeza al unísono y de seguro se aburrirían. Solo ellas decidirán cómo continua su historia; pues es de ellas …y serán ellas quienes la hagan.
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