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Pasquali
Keywords :
oral history, documents, memory, experience, testimony
Palabras claves :
historia oral, documentos, memoria, experiencia, testimonio
Hasta los policías más ingenuos saben que no se debe creer sin más a los
testigos.1
1Son muchos los debates y discusiones desplegados sobre los problemas de la reconstrucción,
acceso y utilización de las fuentes escritas y editadas, como así también los debates sobre la
preservación, uso y custodia de los archivos y repositorios y sin embargo ello no supone que la
controversia esté saldada o en un marco de consenso. Otro cuerpo de problemas lo presenta la
disputa política y teórica sobre las metodologías de trabajo para interpelar a aquellos documentos.
Si las consideradas “fuentes tradicionales” exponen tales polémicas ante las y los historiadores, en
modo alguno presentan un panorama más conciliador las fuentes de más reciente aceptación en el
ámbito investigativo. En ese sentido, atraviesa este texto el supuesto de que las fuentes orales y
la historia oral son ámbitos más vastos que aquel que definiría a una metodología. Es esta idea la
que se destacará en este trabajo, desplegando algunos problemas en torno a las experiencias que
la entrevista proporciona a las y los historiadores orales2.
2Quienes investigamos el devenir de las izquierdas en Argentina desde la segunda mitad del siglo
XX, nos hallamos en un campo que presenta un arco importante de problemas y escollos. Entre
ellos, en primer lugar destacamos que el grueso de las fuentes con que se cuenta, han estado
construidas por y en base a perspectivas ideológicas conservadoras 3 que son las que por lo
general presentan las “historias oficiales” más generalmente difundidas; a esto se añade la falta
de documentación y de una política de conservación y de archivos, en otros casos la dificultad de
acceso a reservorios de fuentes policiales o judiciales4.
3No obstante, desde la última década del siglo XX el recurso de las fuentes orales ha sido una de
las vías de entrada para abordar problemas de la historia argentina. Desde entonces los
desarrollos de la historia oral en el país exhiben, junto a una notable capacidad de expansión,
algunas fuertes marcas de identidad. Por ejemplo, una de ellas remite a un campo temático que
ha sido y continúa siendo intensamente transitado: el del mundo de la militancia de los años 60 y
70. Se trata de aquellas y aquellos que han optado por hacer oír sus voces 5.
4Las experiencias de la entrevista proporcionan a los historiadores orales las evidencias de que
sus aportes que no se reducen a la obtención de más fragmentos de información, sino que se trata
de perspectivas nuevas enteras, evidencias y también interpretaciones de los puntos de vista de
varones, mujeres, niños y niñas comunes y corrientes acerca de lo que según ellos tenía más
importancia en sus vidas, y que antes estaban representados en forma incompleta. Paul
Thompson sostiene que son éstas las razones que han hecho de la historia oral no sólo un método
sino un movimiento y un movimiento cuyas ambiciones básicas tienen mucho en común con las de
la sociología de la historia de vida6. En ese sentido, se cuestionan en claves diversas, las tesis
acerca de los marcos conceptuales, especialmente porque con frecuencia los relatos de los
testimoniantes no son posibles de leer o encuadrar estrictamente en los más tradicionales
supuestos teóricos o historiográficos. Personalmente, considero que el testimonio directo y
voluntario se convierte en un elemento histórico de primerísimo orden. Ese conjunto de varones y
mujeres que legan su versión de la historia y de la vida trae consigo su propio equipaje: una
sensibilidad del mundo, ideología, sentimientos de clase y experiencias que, subjetivas y relativas
como la vida misma, frente al conjunto de la reflexión histórica promoverán una percepción más
amplia de las culturas contemporáneas7.
5Si bien el trabajo con los testimonios suele resolverse con la tarea de triangulación con otras
fuentes a los fines de establecer criterios de verificación, cuando los relatos de los protagonistas
no se consideran meros registros fácticos de los cuales hay que “descifrar su veracidad”, se hace
apropiado recurrir a los enfoques hermenéuticos, considerando que la materia prima de la historia
oral consiste no solo en información de hechos sino también expresión y representación de
experiencias, por lo que incorpora las dimensiones de la memoria y la ideología. Pero sabemos
que la situación de entrevista no involucra sólo al testimoniante, sino que se despliega también
ante el entrevistador un escenario en el que ve ponerse en juego la subjetividad, los saberes y los
preconceptos propios. Entendemos entonces que el papel del entrevistador en la historia oral
nunca es pasivo, sino siempre activo: busca recuerdos y provoca reflexiones y evaluaciones
significativas, desafía al entrevistado a nuevos exámenes y reflexiones. Esto proporcionará a quien
estudiará el documento posteriormente, pruebas internas de confiabilidad, validez y significación
que completarán y suplementarán a las que él mismo aporta en su tarea de investigación. En este
sentido, el resultado de la historia oral siempre es un texto particular.
6De hecho, el historiador oral asume que hay una permanente lucha por encontrar y entender los
procesos, con sus diversas verdades. Estamos dispuestos a hurgar, escarbar en el pasado de
manera que logremos conocerlo. Eso lleva a buscar otras vías para acceder a una información que
hasta el momento no era conocida o estaba oculta. Así los interesados en la historia
contemporánea y el tiempo presente, llegamos al encuentro del testimonio, a las historias de vida,
para integrarlos a las otras fuentes tradicionales que dan sustento a la tarea investigativa. La
historiadora mexicana Eugenia Meyer asume que “el gran debate de la historia y el historiador es
la cuestión de la verdad, no en el sentido de descubrirla, obtenerla o apresarla, sino de ser
capaces de permitirnos la libertad de interpretarla en formas diversas” 8. Precisamente, las fuentes
y documentos a las que acudimos cuando investigamos historia son piezas que vamos uniendo
hasta construir un todo, un universo que nos permita entender qué y cómo pasó, para luego
explicarlo a los otros. Por eso debemos aceptar que la verdad que parecen transmitir los testigos
presenciales no es igual a la que nos proporcionan los documentos y también es diferente la
verdad de los textos editados.
7Consiste en reconocer las diferentes verdades para de ahí construir las historias que resulten
comprensibles, es decir, humanas. Se trata finalmente de la insatisfacción y la necesidad de
buscar nuevos elementos con los que tenemos que trabajar.
9Del mismo modo, destacamos que la memoria que resulta luego de la entrevista, es una forma
de evidencia histórica y como cualquiera de ellas necesita ser evaluada como tal, no forzarla a
caber en los moldes de otras fuentes, sino que debe ser tratada como expresión cultural con todas
sus complejidades. Ahora bien, este punto amerita una advertencia: para comprender un relato
igualmente debemos buscar entender qué ha ocurrido, pues como advierte Alessandro Portelli, en
vez de errores positivistas, podríamos cometer otros de deconstrucción ingenua: todos los relatos
serían equivalentes, el mundo material no existe y entonces todos los textos son leídos
exclusivamente en términos de su propia dinámica intratextual. “Naturalmente, esto es falso
también en los términos de teoría literaria y narrativa, porque uno de los términos sobre el cual
texto se constituye en cuanto género es el pacto que declara respecto a su mayor o menor
referencialidad: una autobiografía y una novela son los dos relatos, pero la autobiografía afirma
ser verídica y la novela no. Por consiguiente la autobiografía no deja de serlo cuando no dice la
verdad, y la novela sigue siendo novela aún cuando relata hechos verdaderamente ocurridos,
porque lo que cuenta es el pacto que establecen con el destinatario” 9.
10La investigación histórica reclama estas reflexiones, pues los relatos orales también pueden
cumplir otras funciones, ya sea exploratoria, analítica, verificativa o expresiva. Es decir, no
existe una manera de utilizar un mismo relato de vida, sino varias. Incluso, según en que
momento de la investigación se lo utilice, puede cumplir una función diferente. Será siempre el
mismo relato, pero en contextosdiferentes10.
112. Desde hace unos años, observamos una coincidencia entre los cientistas sociales acerca de la
existencia de una relación entre determinados nuevos usos de la historia y la reciente eclosión de
las memorias o de los problemas que la acompañan. Para quienes han intentado sistematizar esos
nuevos usos, los problemas de la memoria y la construcción de las identidades constituyen un
“hilo conductor, una cuestión central” 11. Íntimamente relacionado a esto, y en una línea que
desmonta las concepciones esencialistas, señalemos algunas ideas acerca del concepto de
identidad, que aquí es pensada como construcción nunca acabada, “abierta a la temporalidad, la
contingencia, una posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las
diferencias”12. Y decimos esto porque uno de los elementos constitutivos de la identidad es
la experiencia, concepto que nos permite introducir la dimensión temporal, y también pensar a las
identidades como una posición relacional, que no depende directa y mecánicamente del
acontecimiento, sino que está mediada, matizada por el lenguaje y por el marco cultural
interpretativo en el que se expresa, se piensa y se conceptualiza.
12La experiencia también se refiere al proceso en el cual se construye la subjetividad 13. Sin
embargo, insistimos en que no estamos leyendo la realidad social como si fuese un texto; el
interés en la narración como soporte de las identidades y las memorias de los testimoniantes en el
momento en que se produce la entrevista es un modo de acercarnos a los procesos que queremos
explicar, es una de las estrategias con las que trabaja la historia oral. En principio, porque la
historia oral realiza una distinción entre hechos y relatos (entre historia y memoria) ya que
considera que las narraciones y las memorias son en sí mismos hechos históricos14 . Por eso, la
virtud última de la memoria no es lapreservación del pasado sino los cambios elaborados que
revelan el esfuerzo de los testimoniantes por darle un sentido al pasado y una forma a sus vidas,
colocando a la entrevista y al relato en su contexto histórico: en ellas apelamos a esa dimensión
de acción, incluso de práctica en las formas de relación con un pasado que se define en la
dimensión de la memoria, como un pasado que sigue cuestionando, planteando preguntas,
interviniendo sobre el presente.
13Uno de los más grandes e inspiradores historiadores orales, Alessandro Portelli, escribió un libro
iluminador sobre un tema sombrío: una matanza nazi perpetrada en Roma en el año 1944, en
represalia a un atentado partisano 15. Ese es un acontecimiento que ha quedado grabado de
modos complejos y problemáticos, aunque siempre dramáticos, en la memoria popular de Italia...
pero la permanencia en la memoria no es lo que lo torna “reciente”. Sin embargo en el prologo a
la edición española del libro, el autor traza los caminos que volvieron reciente a ese hecho: Erich
Priebke, uno de los responsables de la masacre fue identificado, arrestado en Bariloche y
extraditado y procesado en Italia. Y más aún, cuando la descendiente de una familia exterminada
en las Fosas Ardeatinas y en Auschwitz viajó a Buenos Aires a dar una conferencia en referencia a
ese tema, trabó relaciones con las Madres de Plaza de Mayo. Esas eran historias recientes. A partir
de esta observación, Portelli nos dice que la historia oral es un instrumento útil a esos fines,
porque sus historias empujan siempre hacia atrás, hacia comienzos profundos, y no se detienen
nunca en un final definitivo.
14El recurso a la historia oral no siempre implica que estemos ante problemas de historia reciente,
del mismo modo que es perfectamente posible investigar en historia reciente sin recurrir a las
fuentes orales. En términos formales no hay relación de necesariedad entre historia oral y
reciente... pero indudablemente se potencian y la investigación histórica que acude a las fuentes
orales tiene cualidades que la identifican y la vuelven sensible, humana. Veamos un ejemplo: en el
curso de una entrevista sobre conflictos laborales ocurridos en una pequeña localidad de Santa Fe
(Argentina) en 1974, el relato de la entrevistada se discontinua y de repente ya no habla de aquel
momento, sino que escuchamos procesos ocurrido en la primera mitad del siglo: se explaya sobre
el impacto que produjo en el pueblo la instalación de una acería hacia 1947... Ya no está
testimoniando sobre la historia reciente, pero de ese modo nos proporciona elementos clave para
comprender las luchas de esa misma localidad en los años setenta y también por qué nuestra
entrevistada actuó como actuó en esa coyuntura.
15De modo análogo, tampoco el uso de fuentes orales nos da acceso directo al pasado reciente.
Entrevistar a mujeres ancianas sobre las condiciones de trabajo, contratación o cuentapropismo de
las costureras y modistas a fines de los años ’30 no es hacer historia reciente. Pero en todos los
casos están presentes las operaciones de la memoria.
16Es normal que la Historia oral preste atención al tema de la memoria, pues el ámbito de la
memoria le reserva un papel privilegiado al testimonio. Pero también la memoria es el lugar donde
se dirime y reside el poder, y lo que era un medio para comprender las marginalidades y a los
excluidos se ha convertido en una expresión casi oficial. Desde que las sociedades empezaron a
sentir la necesidad de memorias, los gobiernos se han apropiado de ellas y se han erigido en
“gestores” de la memoria. Esta suerte de tensión alrededor de las interpretaciones colectivas de la
historia como marco de la memoria personal, también la experimentan los sujetos; se trata de
una lucha “desde arriba” en la que los gobiernos y sus aparatos se ocupan sistemáticamente de
describir el pasado y prescribir cómo deben experimentar la historia los miembros de la
sociedad16. Sostiene Ricoeur que actualmente, la cuestión del sujeto verdadero de las operaciones
de memoria tiende a ocupar un primer plano y contribuye a ese juego de presiones una
preocupación propia del campo: al historiador le urge saber cuál es su emulador, la memoria
individual de los testimoniantes o las memorias colectivas 17.
183. Ahora bien, las reflexiones anteriores no surgen únicamente de las cavilaciones individuales,
por el contrario son resultado de un proceso en el que intervienen, por lo menos, dos sujetos;
quizás un interrogante lo explicaría de un modo más preciso: ¿desde qué lugar y de qué modo son
convocadas esas memorias?
19Los historiadores orales trabajamos con narraciones, cuya posterior lectura nos permite
transformar las secuencias de hechos en una sucesión (en el mejor de los casos ordenada) de
ideas. Ayuda en esa tarea la narrativa, que si bien es una herramienta cognitiva muy importante
para el conocimiento histórico, es imprescindible en el trabajo con fuentes orales. Y aunque todos
tenemos capacidad de narrar, los resultados de las entrevistas dependen en buen grado de la
habilidad que tengamos de reflexionar sobre la experiencia y sobre la forma que adopta cuando la
provoca la memoria. Porque la memoria no es un archivo sino un ordenador que activa un proceso
de constante lectura y aprendizaje 19. Y porque de la experiencia aprehendemos un saber y lo
reconstruimos permanentemente a través de nuevos sentidos y significados que podemos darles;
en ese proceso, la entrevista y la intervención del entrevistador pueden ser potenciadores de
sentidos y de imágenes. Pero advirtamos que del mismo modo que la experiencia, la narración
también es temporal porque aunque siempre hay un principio, un desarrollo y un final, las formas
de experimentar, de recordar, de narrar son diferentes. Por ejemplo, las memorias de los y las
militantes políticos suelen estar estructuradas y marcadas por los recuerdos de la militancia en las
organizaciones de pertenencia, tenemos entonces que el registro del activismo tiende a coincidir
con la periodización del propio partido de pertenencia, o bien de alguna acción o proceso de
carácter espectacular. Esto se evidencia en algunas marcas de los relatos: “antes de la toma de la
fábrica “después que se desmoronó el partido”, “cuando me trasladaron a la Capital”, etc.
21Sin embargo, entendemos que el valor de la fuente oral como evidencia histórica debe ser
evaluado dentro de sus propias leyes de autenticidad. Discutir acerca de la superioridad de las
fuentes escritas sobre las orales o viceversa es tarea estéril. En todo caso es necesario someter a
todas las fuentes a sus propias reglas de credibilidad.
22Precisamente, uno de los temas de debate (y a veces de impugnación) acerca de las
metodologías de la historia oral es el rol del historiador/entrevistador en la creación del
documento y la interpretación del mismo. Al poner la mirada sobre la capacidad de la historia oral
para cambiar la tarea tradicional del historiador, no siempre se ha considerado el modo en que el
discurso disciplinar y su contexto influye en esa práctica. Se va desde una posición en la que el
historiador desaparece “para dar la palabra al pueblo” hasta la tradicional posición en la que el
investigador asume un lugar privilegiado como intérprete de los materiales aportados por los
entrevistados. Por supuesto que la presencia del entrevistador impregna el discurso del
informante; por eso hay una plena conciencia de los problemas teóricos que comprende el campo
profesional de la historia oral: la superposición del investigador como entrevistador, como
transcriptor y luego analista. De hecho, la situación de la entrevista podría ser considerada como
unafusión de horizontes21. Esto nos indica dos senderos. Por una parte nos puede conducir, en un
plano de reflexión general, a revisar la relación entre “objeto de conocimiento y sujeto
cognoscente”, sobre la que tanto se ha producido en las ciencias sociales. En un plano más
particular y de nuestro interés, nos permite destacar la dimensión subjetiva de la entrevista, la
particular relación que establece el entrevistador con los testimoniantes. Específicamente, para
quienes entrevistamos mujeres y varones que han pasado por situaciones traumáticas como la
cárcel, la persecución, el exilio, que han sufrido en sus cuerpos la tortura o han sido testigos de la
desaparición de compañeros, es prioritario tener especial cuidado en el modo de abordar el
tratamiento de esas experiencias. En las situaciones en que la propuesta de poner en palabra un
período tan fuerte para sus vidas implica también “pasar” por las experiencias traumáticas que
han signado nuestro pasado reciente, nos encontramos con frecuentes solicitudes de apagar el
grabador, acompañar los silencios y el llanto que se producían; aunque en algunos casos esto
implica la finalización de la entrevista y la imposibilidad concreta de volver a entrevistarlos, en
otros esta situación puede ser superada retomándose el curso de la entrevista 22.
25Después de algunas reflexiones sobre la lente con que la historia oral mira el mundo, no
podemos perder de vista que aquella no tiene un sujeto unificado; se la narra desde una multitud
de puntos de vista y la imparcialidad tradicionalmente reivindicada por los historiadores es
reemplazada por la parcialidad del narrador y testimoniante. Asimismo, cuando hacemos o
trabajamos fuentes orales notamos en los entrevistados una necesidad de presencia en la historia.
De esto deriva también una modalidad narrativa: la centralidad del punto de vista. El evento
histórico no es contado desde arriba, sino desde adentro. “Es lingüísticamente imposible hacer una
narración sin implicar una interpretación”25.
26En este sentido, el resultado de la historia oral siempre es un texto particular que nos propone
pensarnos como un sujeto cognoscente que no busca el poder sobre los fenómenos, sino que
reconoce los modos en que él/ella y su objeto se relacionan, así como los modos en que los
fenómenos mismos son interdependientes26.
27Insistimos en que el motivo principal por el que optamos por el modo de lectura, las estrategias
y herramientas de la historia oral es porque constituye una de las vías de entrada privilegiadas
para investigar procesos protagonizados por grupos sociales y políticos a los que se negó un
espacio en las versiones oficiales de la historia, y esa negación está en muchos casos vinculada
con los proyectos que portaban esos sectores. La incorporación del mundo cotidiano a la
investigación sociológica abre una perspectiva que nos permite reivindicar como objeto de estudio
el conjunto de relaciones interpersonales y actitudes de varones y mujeres que, aunque dependen
de patrones aprendidos, son reproducidos o modificados en la vida cotidiana a partir de
experiencias propias. Para Schutz27 la vida cotidiana se presenta como una realidad interpretada
por varones y mujeres, y para ellos y ellas tiene el significado subjetivo de un mundo coherente.
Las fuentes orales nos acercan también a las dimensiones de lo cotidiano 28, y con ello a las
formas en que construían las subjetividades mujeres y varones en el momento a que refiere la
entrevista.
29Indica Schutz que las producciones de las ciencias sociales son construcciones de segundo
grado, construcciones de las construcciones elaboradas por los varones y mujeres cuya acción
debe observar y explicar el historiador, según las herramientas de análisis de la disciplina. Esta
operación, al decir de Schutz, es la primera tarea de la metodología de las ciencias sociales 30. Lo
que encontramos fascinante en los posibles nexos entre esto y el trabajo con fuentes orales es
que notamos en los entrevistados una necesidad de presencia en la historia 31. El reclamo de una
generación a su antecesora sobre responsabilidades, oportunidades perdidas o decisiones
equivocadas, es una pregunta clave de la historia oral, porque interroga la relación entre nuestra
biografía y la historia, entre la experiencia personal y privada y la experiencia colectiva.
31Los vínculos con las y los entrevistados no siempre se circunscriben al ámbito de “nuestro”
trabajo. En varias ocasiones las diversas motivaciones que despierta la situación de entrevista ha
llevado, especialmente a quienes por años no habían hablado de su pasado militante, a contactar
viejos compañeros e incluso a escribir sus propias memorias, ya sea en forma individual o
colectiva.
32Debe haber plena conciencia de los problemas y desafíos implícitos en tomar testimonios como
materia prima. En el caso de la indagación sobre la historia reciente Argentina, el peso del
presente (del relato) ha sido determinante al momento de hacer historia oral. Las investigaciones
realizadas en medio de los años noventa y en un contexto de significativa fractura social y
económica a nivel nacional y regional tuvieron condiciones de posibilidad muy diferentes a
aquellas “beneficiadas” con el clima en el cual el tema de la militancia setentista y los derechos
humanos eran parte de la agenda gubernamental.
33En todos los casos, en forma explícita o no, el presente de la entrevista atraviesa los relatos
sobre el pasado, y ello nos advierte sobre la necesidad de considerarlo cuando evaluamos las
narraciones en forma integral. En suma, ninguna entrevista puede abstraerse de los años
transcurridos entre los procesos de los que se habla y el presente de la narración. No solamente
porque ese período ha impactado de diversos modos en la forma que se organiza el recuerdo, sino
porque esas experiencias han sido resignificadas en la cotidianeidad actual.
35Otra variable para estimar la relación de su pasado con su presente son las viejas relaciones
que aún conservan. Tempranamente llamó mi atención que algunos y algunas habían perdido el
rastro de sus antiguos compañeros, no recordaban sus nombres, incluso no sabían si eran
detenidos-desaparecidos. En otros casos también están quienes trasladaron al presente viejas
rencillas del pasado (aunque muchas veces es ostensible que no recuerdan qué las había
ocasionado). Observamos la persistencia de los más habituales debates en las izquierdas entre los
partidarios de la lucha armada y los que no, las discusiones en torno a la integración con otras
organizaciones o partidos, las internas en las direcciones sindicales y partidarias, las disputas
sobre las estrategias frente a la continuidad o no de una huelga. Pero existen otros motivos de
resentimientos, más difíciles de evidenciar puesto que nos remiten a conflictos personales, a veces
familiares, que no siempre responden a las explicaciones pasibles de ser generalizadas.
Indudablemente es frecuente encontrarnos con militantes que no objetan a otros militantes y que
aún conservan relaciones cordiales con sus viejos compañeros.
36Hace unos años34, yo concluía que entre mis entrevistados socialistas no había casos en que el
pasado militante no tuviese líneas de continuidad o se contradijese claramente con las opciones
políticas actuales, y sostenía además que eso era significativo si considerábamos que desde 2003
las estrategias del gobierno argentino hacia el tema derechos humanos ha funcionado como una
fuerza centrípeta, atrayendo las adhesiones de un amplio arco de la militancia setentista. Si
reescribiera ese texto, no podría aseverar lo mismo. ¿Eso ocurre porque la historia es una
construcción siempre pasible de renovarse? ¿Es una más de las particularidades de la Historia
reciente, por el carácter vivo de los testigos? ¿Quiere decir eso que en los proyectos de Historia
Oral sobre Historia Reciente debemos dar una mayor relevancia al peso del presente del relato? En
todos, todos estos casos, sobrevuela sobre nosotros el peligro de la ingenuidad o del
sentimentalismo que se aventura en la defensa de ciertas causas... y también la certeza de que no
podemos alcanzar la objetividad y que inevitablemente seremos parciales. Y de algún modo,
navegar en esas aguas le otorga sentido a nuestro oficio.
Notes
1 Marc Bloch Apología para la historia o el oficio de historiador. (Edición anotada por Etienne
Bloch). México DF, Fondo de Cultura Económica. 1993 [2001]. Pág. 97
2 Algunos temas propuestos en este artículo se hallan en Pasquali, Laura “Voces múltiples,
horizontes comunes. Las fuentes orales como posibilitadoras de la tarea historiográfica”. En:
Iurno, Graciela y Pasquali, Laura Resistencias al proceso de embate neoliberal en Argentina.
Aproximaciones desde la historia oral. Rosario. Prohistoria, 2012. Pp. 17-28
3 Y no está de más indicar que quienes asumen esa perspectiva al momento de investigar en
historia están menos conminados a documentar sus hipótesis profundamente. Referencias a esto,
y a los esfuerzos investigativos de los primeros historiadores de izquierda para el caso de Estados
Unidos se pueden encontrar en Pablo Pozzi y Roberto Elisalde, “Conflicto y consenso en la
historiografía norteamericana: una historia politizada”. En Pozzi, Pablo, Elisalde, Roberto, González
Chiaramonte, Claudio y Farran, Gabriela: Un pasado imperfecto. Historia de los Estados Unidos.
Buenos Aires, Recienvenida, 1992. Pp.11-29
4 En el análisis de una trama como la que abordamos aquí, se involucra un amplio arco de
problemas entre los cuales sobresalen la propiedad privada de los archivos documentales (aún en
los casos en que la consulta se permita a través de un pago, son privados); las defectuosas
condiciones de conservación (y por consiguiente de consulta) de aquellos que son públicos; la
destrucción de fuentes por parte de sus poseedores por atendibles razones de seguridad ante el
incremento de la represión ilegal en Argentina desde 1974.
5 Pasquali, Laura; Ríos, Guillermo; Viano, María Cristina “Culturas militantes”. En Necoechea
Gracia, Gerardo y Pozzi, Pablo (Comp.) Cuéntame cómo fue. Introducción a la historia
oral. Buenos Aires, Imago Mundi, 2008. Pp 109-116
6 Thompson, Paul “Historias de vida y cambio social”, en Aceves Lozano, JorgeHistoria Oral,
México DF, UNAM, 1993. Pp. 117-137
9 Portelli, Alessandro “El uso de la entrevista en la historia oral”, en Anuario, Nº 20. Rosario,
Escuela de Historia-Homo Sapiens, 2004. Pp. 35-48, pág. 37
10 De las dos grandes orientaciones que podemos reconocer entre quienes desarrollan el enfoque
biográfico, hay quienes se interesan por los significados y quienes se interesan en
los referentes. “La primera podría ser llamada ‘hermenéutica’, en tanto que el desciframiento de
los textos ocupa en ella un lugar central”. Bertaux, Daniel “Los relatos de vida en el análisis
social”. En Aceves Lozano, Jorge (Comp), Historia Oral. México, Instituto Mora, 1993. Pág. 141 y
142.
11 Pasamar, Gonzalo “Los historiadores y el uso público de la historia: viejo problema y desafío
reciente”, en Actas III Jornadas de Historia Moderna y Contemporánea, Rosario. 2000
12 Esta tesis pertenece a Stuart Hall, Questions of Cultural Identity. London, Sage, 1996, citado
en Arfuch, Leonor, (Comp) Identidades, sujetos y subjetividades. Buenos Aires Prometeo, 2002
13 Luisa Passerini propone comprender dentro del término subjetividad toda la gama de
actividades y expresiones culturales y psicológicas de conciencia individuales y colectivas que
toman forma en el lenguaje y en la conducta, así como también se expresan en formas más
‘espirituales’ como el pensamiento especulativo. Passerini, Luisa “Ideología del trabajo y actitudes
de la clase trabajadora hacia el fascismo”. En Schwarzstein, Dora, (comp.), La Historia oral,
Buenos Aires, CEAL, 1991.
17 Ricoeur, Paul La memoria, la historia, el olvido. Buenos Aires, FCE, 2004. Pág. 125
18 Esta es una situación que Joutard reconoce para Francia, pero que consideramos iluminador
para pensar otras latitudes. “Cuando la memoria se convierte en un poderoso instrumento de
reclutamiento y movilización [...] la tarea y el deber del historiador es hacer de la memoria un
objeto histórico para mostrar su carácter construido y desvelar sus flaquezas y su
instrumentalización.” Joutard, Philippe “Memoria e historia: ¿cómo superar el conflicto?”,
en Historia, Antropología y Fuentes Orales, núm. 38. Barcelona, 2007. Pp. 115-122
19 “Nunca pensamos en la memoria como un archivo, una heladera que preserva los datos y sus
significados, sino más bien como un procesador, que los transforma y elabora de una forma
osmótica y produce así nuevos datos y significados que incluyen a los viejos, aunque sea para
negarlos o librarse de ellos. Más tarde descubriría, en las enseñanzas de Juri Lotman, que olvidar
también es parte del recuerdo”. Lotman, Juri y Uspenskij, Boris “Sul meccanismo semiotico della
cultura”, en Tipologia della cultura, Milán, Bompiani, 1973, Pág. 46-48 traducción al italiano de
Remo Faccani. Citado en Portelli, Alessandro “Absalón, Absalón: La historia oral y la literatura”,
en Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política. Buenos Aires, Asociación de Estudios de Cultura
y Sociedad, Vol. 5, Nº 13, 1999. Pp. 9-24
20 Aquí, los preceptos rankeanos que indican que los historiadores debemos limitarnos a los
documentos guardados celosamente en archivos preservados de la manipulación y al análisis de
sus formas, sus contenidos y sus interrelaciones, ya que éstos constituyen una fuente inalterable y
fidedigna en contraposición a la memoria humana que tiende a ser complaciente consigo misma y
a contaminarse de los acontecimientos posteriores, parecen estar presentes más allá de lo que
muchos están dispuestos a admitir.
21 Plantear esto remite a lo que Gadamer sentencia como el momento en que la comprensión se
transforma en tarea científica, situación que puede ser caracterizada como hermenéutica. “Todo
encuentro con la tradición realizado con conciencia histórica experimenta por sí mismo la relación
de tensión entre nexo y presente. La tarea hermenéutica consiste en no ocultar esta tensión en
una asimilación ingenua, sino desarrollarla conscientemente.[...] La conciencia histórica es
consciente de su propia alteridad y por eso destaca el horizonte de la tradición respecto al suyo
propio”. Gadamer, Hans-George Verdad y Método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica.
Salamanca, Sígueme, 1997 [1960]. Pág. 377.
22 Pasquali, Laura; Ríos, Guillermo; Viano, María Cristina “Culturas militantes”. Op. Cit, Pág. 114
23 Algunas de estas ideas están presentes en Portelli, Alessandro “El uso de la entrevista en la
historia oral”. Op. Cit.
24 Stanley, Jo “Incluir los sentimientos: darse a conocer a uno mismo a través del testimonio
político personal”. Taller, Revista de Sociedad, Cultura y Política.Buenos Aires, Asociación de
Estudios de Cultura y Sociedad, Vol. 6, Nº 18, 2002, Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad.
Pp 135-155
27 El problema de la realidad social reúne varios estudios del autor sobre el problema de la
sociabilidad. Schutz encomendó a un discípulo preparar esta compilación de trabajos publicados
originalmente en revistas o como parte de diversos libros. Estos textos comprenden un arco que
va desde 1940 hasta 1959, año de la muerte del autor. Schutz, Alfred El problema de la realidad
social, Madrid, Amorrortu, 2003 [1962].
28 Sostiene Philippe Joutard que las fuentes orales contribuyen a la etnohistoria: una historia más
lenta, sin hechos notables, una historia de la vida cotidiana. Joutard, Philippe. Esas voces que nos
llegan del pasado. Buenos Aires, FCE, 1999 [1983]
32 James, Daniel, Doña María. Historia de vida, memoria e identidad política. Buenos Aires,
Manantial, 2004.
34 Pasquali, Laura “Historia oral del pasado reciente: observaciones y revaluaciones en los relatos
de las y los militantes socialistas”, en Pasquali, Laura, compiladora– Historia social e historia oral.
Experiencias en la historia reciente de Argentina y América latina, Homo Sapiens, Rosario, 2008.
Pp. 229-264
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Référence électronique
Laura Pasquali, « Más allá de la entrevista. Consideraciones sobre el uso de fuentes orales en la
investigación histórica », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Débats, mis en ligne le 26
novembre 2014, consulté le 02 février 2016. URL : http://nuevomundo.revues.org/67400 ; DOI :
10.4000/nuevomundo.67400