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ECONOMÍA POLITICA ADELUR

Tema 14: MACROECONOMÍA Y CONTABILIDAD NACIONAL.

14.1 EL ENFOQUE MACROECONÓMICO.

LA MACROECONOMÍA.

El origen de la macroeconomía puede situarse durante la Gran Depresión en los años


30 (Keynes).

La macroeconomía, se refiere al análisis económico que centra su atención en el


comportamiento de la economía en su conjunto.

Aunque comparte con la microeconomía el mismo tronco e instrumental básicos de


análisis, la macroeconomía tiende a marginar el análisis de mercados concretos y de
sujetos individuales y supone que el equilibrio puede no vaciar los mercados
fundamentalmente por la existencia de rigideces en los precios, sobre todo a la baja.
Las dos ramas son complementarias y se has ido enriqueciendo mutuamente.

El problema que plantea el equilibrio macroeconómico es que constantemente está


variando algún precio en algún mercado, lo que genera constantes adaptaciones en
cadena de los restantes mercados sin que la cadena llegue nunca a detenerse.
El enfoque macroeconómico, especialmente el poskeynesiano, va a suponer, entre
otras diferencias, que no todos los mercados son tan flexibles, al menos en el corto
plazo, como para permitir esa vuelta natural al equilibrio.

Destacar que en macroeconomía los plazos de tiempo no tienen el mismo


significado que en microeconomía:

El corto plazo: período de tiempo de unos dos o tres años, en el que las variaciones de
las variables se entienden por espacios cortos (meses, trimestres). En los modelos de
análisis los precios tienden a considerarse resistentes a la baja.
En el largo plazo: períodos de 7 u 8 años, los precios se presuponen más sensibles
pero el capital, la fuerza del trabajo y la tecnología se consideran todavía fijos.
En el muy largo plazo todos los aspectos mencionados pasan a considerarse
variables, porque hablamos de espacios de tiempo que comprende varias décadas.

Cuanto más largo es el plazo de tiempo más relevante es el crecimiento de la


economía y los aspectos estructurales de la misma, es decir, los que se refieren a las
características estables de la economía nacional. Si nos fijamos en el corto plazo las
oscilaciones son muy relevantes y pondremos especial atención en los aspectos
coyunturales, es decir, cómo varían mes a mes las variables macroeconómicas más
rentables.

LOS CICLOS ECONÓMICOS

Las economías parecen evolucionar conforme a ciclos económicos, con períodos de


fuerte crecimiento (expansión) y períodos en que se ralentiza el crecimiento (recesión).
Dado que los períodos de auge excesivo pueden implicar presiones inflacionistas y los
recesivos incrementan el desempleo, los poderes públicos suelen arbitrar políticas
estabilizadoras, intentando amortiguar las oscilaciones cíclicas.

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VARIABLES Y POLÍTICAS.

Las variables más relevantes en las que se centra la atención de las políticas
económicas son la producción y el crecimiento, la inflación, el desempleo y el equilibrio
exterior.

La producción nacional
Su mayor o menor crecimiento en cada año nos permitirá detectar la marcha del ciclo
económico. Si el crecimiento es razonable, se mantienen los niveles de empleo o
incluso es posible reducir el desempleo. Un descenso en la tasa de crecimiento implica
que la fase expansiva está llegando a su techo. Un crecimiento casi nulo denota un
estancamiento productivo, que normalmente supone un incremento de las cifras de
paro.
El decrecimiento supondría ya una grave recesión.

El crecimiento en la economía nos lo indica el comportamiento en el largo plazo y de él


depende la evolución del empleo. Desde 1930 el pleno empleo es el objetivo principal
de las políticas económicas por la importancia social y porque ello supone tambien que
la economía se sitúa en su Frontera de Posibilidades de Producción.

La inflación provoca efectos redistributivos perversos e introduce inseguridad en las


relaciones comerciales. Dado que el pleno empleo genera fácilmente tensiones
inflacionistas, porque la oferta no puede responder con agilidad a la fuerte demanda,
puede ocurrir que el doble objetivo del pleno empleo y la estabilidad de precios sea
difícilmente alcanzable. En tales casos la política económica deberá optar por un
equilibrio razonable entre ambas metas.

La progresiva globalización de la actividad económica mundial resta eficacia a las


políticas nacionales y hace más importante la interrelación entre las distintas
economías.

Las políticas de demanda se centran en estimular o ralentizar, directa o indirectamente


la demanda agregada (las compras de bienes y servicios por parte del conjunto de los
agentes económicos). Para ello se cuenta con la política fiscal, que se concreta en la
utilización de los ingresos y gastos públicos, y con la política monetaria, que permite
regular la evolución de la cantidad de dinero en circulación y de los tipos de interés, y
la política cambiaria, que es el conjunto de actuaciones encaminadas a mantener el
equilibrio exterior y la estabilidad en la cotización de la moneda nacional respecto a las
de los restantes países.

Las políticas de ofertas inciden fundamentalmente sobre los costes de producción:


Políticas de rentas: controlando el crecimiento de las rentas por encima de los
aumentos en la productividad.
Políticas de mercado, en defensa de la competencia, liberalización y desregulación.
Políticas específicas presupuestarias y cambiarias: como inversiones públicas en
infraestructuras o en educación, que incrementen la productividad general del sistema;
reducciones de impuestos que incidan especialmente sobre la actividad productiva; el
mantenimiento deliberadamente alto de la cotización de la moneda para abaratar los
productos importados...

1.2 CONTABILIDAD NACIONAL: SECTORES Y OPERACIONES.

LOS SECTORES DE LA CONTABILIDAD NACIONAL.


La Contabilidad Nacional es el conjunto de registros contables que define, ordena y
cuantifica las magnitudes agregadas básicas de una economía, conforme a unos

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criterios que tienden a ser homogéneos en todos los países. Con el fin de posibilitar
las comparaciones internacionales, los organismos internacionales como la ONU o la
Unión Europea elaboran periódicamente directrices a las que van adaptándose los
sistemas nacionales.

Los agentes económicos que contempla la Contabilidad Nacional son los siguientes:
- Los hogares: Son las economías domésticas que detentan los factores productivos
y son los sujetos relevantes del consumo final de la economía. Se incluye en este
grupo a las instituciones privadas si fines de lucro (sindicatos, partidos, iglesias,
clubes sociales...).
- Sociedades y cuasi sociedades no financieras: es decir, las empresas destinadas a
la producción de bienes y servicios no financieros, privadas o públicas, nacionales
o bajo control extranjero.
- Instituciones de crédito (y empresas de seguro), que se dedican principalmente a
la intermediación financiera.
- Administraciones públicas: Admón. Central y territorial (Seguridad Social, CCAA...).
- Resto del mundo: agrupa el conjunto de relaciones que los residentes de un país
tienen con residentes extranjeros.

En la Contabilidad Nacional se entiende por unidades residentes a aquello agentes


económicos que realizan operaciones económicas en el territorio correspondiente
durante un año o más.
Las tablas intersectoriales (input-output) ofrecen la información desglosada de las
operaciones internas entre los distintos sectores económicos incluidos en el concepto
genérico de empresas, así como su relación con los restantes agentes que aparecen
en cuanto que sectores de demanda final o proveedores de inputs primarios. Estas
tablas constituyen un elemento muy importante en el sistema de la Contabilidad
Nacional y ofrece la información sobre el origen y el destino de las operaciones y
servicios y del reparto del valor añadido entre las distintas unidades funcionales.

LAS OPERACIONES.

En la contabilidad Nacional se definen y clasifican tres grandes categorías de


operaciones:
- Las operaciones de bienes y servicios: describen el origen y la utilización de los
bienes y servicios por las unidades residentes. Incluyen por tanto, las operaciones
ligadas a la producción, el consumo el intercambio con el resto del mundo.
- Las operaciones de distribución: describen, por una parte, el destino de las rentas
generadas durante el proceso productivo y la intercambiada con el resto del
mundo; describe también los flujos que dan lugar a la formación de la renta
disponible y el patrimonio (los recursos con los que cuentan las unidades
residentes).
- Las operaciones financieras: describen las modificaciones en los activos y pasivos
financieros de los sujetos, es decir, de las posiciones acreedoras o deudoras entre
los mismos.
Hay 7 categorías de activos financieros:
Oro monetario y Derechos Especiales de Giro (DEG); efectivo y depósitos; valores
distintos de acciones (letras, pagarés, bonos...); préstamos; acciones y otras
participaciones en la propiedad de sociedades; reservas técnicas de seguro; y, otras
cuentas pendientes de cobro/pago.

A cada activo financiero le corresponde un pasivo (salvo en el oro monetario y los


DEG) y una categoría de operación financiera.

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La variación neta de los activos financieros menos el aumento neto de pasivo


reflejan la capacidad (+) o necesidad (-) financiación del sector al que se refiera ese
saldo financiero.

14.3 PRODUCCIÓN Y RENTA

El flujo circular de la renta

Las empresas producen bienes y servicios que consumen los hogares


(mercado de bienes), utilizando los factores productivos que las economías
domésticas han aportado al proceso productivo y por los que son retribuidos (mercado
de factores).
(Gráfico 1.3 en página 14)
El producto nacional es el conjunto total de bienes y servicios generados en una
economía durante un período de tiempo determinado.
La producción de estos bienes se materializa en el pago a los factores
productivos que intervienen en ella, es decir, la renta nacional. El pago por los bienes y
servicios en los hogares es el gasto nacional o consumo total. Y la suma de todos los
factores productivos es el valor añadido bruto de la economía.

El producto nacional bruto, la renta nacional, el gasto nacional y el valor añadido


bruto son cuatro formas de medir la actividad económica nacional, según fijemos
nuestra atención en unas u otras de las corrientes que refleja el flujo circular de la
renta.

El valor añadido hace referencia a la necesidad de separar en la producción de


cada empresa lo que es aportación propia de lo que son bienes y servicios generados
por otras empresas, para evitar contabilizar varias veces el conjunto de bienes y
servicios intermedios. Puede calcularse por la adición de los pagos a los factores
productivos o por la sustracción de las compras a las ventas.

El cálculo del producto nacional

El valor del producto nacional se mide a precios de mercado y puede


expresarse en precios corrientes (los vigentes en el período de que se trate) o en
valores reales (a precios constantes en un año que se toma como base).
Tasa de crecimiento de la producción = (producto año 1 / producto año 0) – 1

Deflactar es la operación de descontar de una magnitud la parte de su variación


debida exclusivamente a la variación de precios.
El deflactor del PIB (producto interior bruto) es la variación media de los precios
de los
bienes y servicios que lo integran.
El primer problema que plantea la valoración del PIB de un país es la dificultad
de disponer de una información adecuada y de fuentes estadísticas suficientes.
Resulta difícil integrar en la valoración del PIB real las variaciones debidas las mejoras
de la calidad o fenómenos como la economía sumergida y el autoconsumo.
Muchas partidas se calculan acudiendo a imputaciones aproximadas como es el
caso de los bienes y servicios prestados gratuitamente o los alquileres imputados a la
vivienda propia.
Aunque son muchos los bienes de consumo duradero, es una convención
considerar que sólo la vivienda constituye una inversión para los hogares.

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Producto Nacional y Bienestar Nacional


Además de los problemas de medición y distribución, el PIB mide sólo unos
aspectos. Es un índice insuficiente para medir el bienestar ciudadano porque deja
fuera aspectos cualitativos. El PIB no mide aspectos de calidad de vida como el ocio o
la protección al medio ambiente. Por ello se han sugerido medidas complementarias
como el BEN o el IDH.
El BEN (Bien Económico Neto) resulta de añadir al PIB el autoconsumo, el ocio
y la economía sumergida y restar los daños del medio ambiente. Las Naciones Unidas
utilizan el IDH (Índice de Desarrollo Humano) que tiene en cuenta el poder adquisitivo
de la renta media, la esperanza de vida y el índice de alfabetización.
Estos índices son aproximaciones objetivas y fiables de la situación general de
un país, aunque son criticados por la forma de medir las variables y por no incorporar
aspectos cualitativos como la distribución de la renta y de la producción entre los
ciudadanos.

14.4LAS MAGNITUDES AGREGADAS Y EL FLUJO DE LA RENTA

Las magnitudes agregadas de la Contabilidad Nacional son las cifras de


síntesis que permiten medir el resultado de una economía nacional, la importancia de
sus componentes más relevantes y la evolución de todo ello.
El análisis parte del PIB que se calcula siempre a precios de mercado y que
equivale al Valor Añadido Bruto. El paso del PIB al PNB (Producto Nacional Bruto)
exige agregar las rentas de los factores nacionales en el exterior y restar las rentas de
los factores extranjeros en el interior.
El paso de un valor bruto a un valor neto implica restar el consumo de capital
fijo, es decir, la depreciación del mismo, puesto que la producción destinada a
reponerla no incrementa la capacidad productiva disponible, solo la mantienen. Este
resultado no se corresponde todavía al de Renta Nacional, hay que restar los
impuestos indirectos y sumarles las subvenciones de explotación para obtener la
Renta Nacional.
La Renta Nacional Disponible representa el volumen total de ingresos de que
disponen los hogares para utilizar libremente, ya en bienes de consumo o dedicándolo
al ahorro con vistas al consumo futuro. La Renta Disponible resulta de restar a la
Renta Nacional los impuestos indirectos y los beneficios empresariales no distribuidos
y de sumar los subsidios a los hogares. Para compararla con otros países se reduce a
términos per capita, es decir, se divide el total por el número de habitantes.
La ONU ha introducido el concepto de Renta Disponible Ajustada que se obtiene
sumando a la Renta Disponible la provisión pública de prestaciones en especie como
educación y sanidad gratuita.
(Cuadro 1.2 en página 23 y cuadros 1.3, 1.5 y 1.6 en páginas 26 y 27)

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TEMA 15. CONSUMO E INVERSIÓN

Introducción

1. La función de consumo
2. La función de ahorro
3. La función de inversión
4. La renta de equilibrio y el principio del multiplicador

Algunas preguntas iniciales:

 ¿Es bueno para la economía que se consuma?


 ¿Cómo afectan los cambios en el consumo a la renta de equilibrio?
 ¿Todas las economías destinan la misma proporción de su renta al consumo?
 ¿Es siempre preferible el ahorro al consumo?
 Si el tipo de interés cambia, ¿lo hace también la inversión? ¿y la renta de equi-
librio?

INTRODUCCIÓN

Al referirnos a la Contabilidad Nacional nos referíamos a la triple identidad


contable entre el producto nacional, el gasto nacional y la renta nacional.
Lo que se pretende explicar ahora al analizar los diferentes componentes de
la demanda agregada es ver cómo se componían los cuatro sectores que demandan
bienes, es decir que realizan gasto. Se trata de saber de qué factores depende la
cantidad total de bienes y servicios que todas las unidades de gasto de la economía
desean adquirir. Las economías domésticas demandan bienes de consumo, las
empresas demandan bienes de inversión y; tanto el sector público, como el resto del
mundo demandan bienes.
En este tema analizaremos cuales son las teorías que explican el comporta-
miento del consumo y de la inversión, dejando para un ulterior desarrollo el análisis del
sector público y del sector exterior. La supresión de las relaciones comerciales con el
resto del mundo confiere al modelo su calificativo de "cerrado".

15.1 LA FUNCIÓN DE CONSUMO Y LA PROPENSIÓN MARGINAL A CONSUMIR.

La renta personal disponible puede destinarse bien a consumir, bien a


ahorrar.
La función de consumo recoge la relación entre el consumo y ciertos factores
que condicionan su comportamiento.

La función de consumo describe la relación entre el gasto planeado por las familias y
el conjunto de variables que lo determinan, entre las cuales destaca la renta, ya sea
ésta corriente o permanente.

Las variables que afectan a esta función de consumo dependerán de la teoría


explicativa que se sustente. Se exponen a continuación las más representativas.

La función keynesiana

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El supuesto de partida de Keynes es relacionar el consumo corriente con la renta


corriente. La relación que Keynes establece entre uno y otra se lleva a cabo mediante
la inclusión de dos conceptos nuevos: la propensión marginal a consumir y la
propensión media a consumir.

La propensión marginal a consumir: mide la relación entre los cambios en la renta


disponible y los cambios en el consumo. Nos indica qué parte de cada unidad
adicional de renta dedicamos a incrementar el consumo. Su expresión sería la
siguiente:

PMC = C / Yd

La propensión marginal a consumir nos dice qué parte de cada unidad adicional de
renta disponible se destina a incrementar el consumo. Su valor está comprendido
entre 0 y 1.

La propensión media a consumir es la proporción de renta que se dedica al consumo.


Su expresión es:

PMeC= C /Yd

Según esta teoría, cuando se trata de describir cómo varía el consumo cuando cambia
la renta a lo largo del tiempo, la función de consumo tendría la siguiente expresión:

C = C0 + PMC x Yd

Siendo:
Yd = renta disponible.
C0 = consumo autónomo o mínimo de subsistencia que no depende del nivel de renta.
PMC = propensión marginal a consumir.

La función keynesiana de consumo depende además de otros factores. Son los


siguientes:

a) Las variaciones en la distribución de la renta

Si las economías domésticas tienen diferentes propensiones marginales a


consumir, el consumo agregado depende también de la distribución de la renta entre
las economías domésticas. Cualquier cambio en la distribución de la renta provocará
una variación en el consumo agregado correspondiente a cada nivel de renta. Sucede,
sin embargo, que los cambios en la distribución de la renta son bastante lentos a lo
largo del tiempo y por eso no afectan apenas a la relación estable entre consumo y
renta.

b) Los cambios en las condiciones de los créditos

Los cambios en el coste y disponibilidad de los créditos afectan al consumo. Esto es


especialmente obvio en el caso de la adquisición de bienes duraderos que se compran
a crédito. Cuando el crédito resulta más difícil o más costoso de obtener, las
economías domésticas suelen aplazar sus planes de compra financiados a crédito y,
por tanto, el gasto de consumo tiende a disminuir.

c) Los cambios en las existencias de bienes duraderos

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La demanda de bienes duraderos es bastante volátil y puede dar lugar a acusados


desplazamientos en el gasto de consumo ya que tras un período durante el cual estos
bienes son difíciles o imposibles de adquirir (por ejemplo, después de un conflicto
bélico o de un período de grave desempleo o de profunda crisis económica) suele
venir una explosión en el gasto de este tipo de bienes que da lugar a un aumento del
consumo agregado.

d) Las expectativas sobre los precios

Los cambios esperados en los precios alteran las pautas de consumo. Cuando
se espera que los precios suban se anticipa el consumo de bienes que de otro modo
se habrían adquirido en el futuro. Por el contrario, las expectativas deflacionistas
hacen retrasar el consumo de bienes, para aprovechar de este modo el descenso de
su precio. Ello es especialmente claro en el caso de los bienes duraderos.

La función de consumo keynesiana depende de la renta disponible, del


consumo autónomo, y de la propensión marginal a consumir, así como de los cambios
en la distribución de la renta, en las condiciones de los créditos, en las existencias de
bienes duraderos y en los precios.

La renta permanente

Esta hipótesis ha sido desarrollada por el profesor Milton Friedman. Se


sustenta en las tres variables siguientes: el consumo, el ahorro y la renta.

El consumo para esta teoría es considerado como consumo real, es decir, los
flujos reales de consumo de los servicios proporcionados por los bienes adquiridos por
las economías domésticas. En el caso de los bienes no duraderos el gasto en
consumo y el consumo real así entendido suelen coincidir, pero en el caso de los
bienes duraderos es necesario distinguir entre ambos conceptos ya que el gasto
realizado para adquirirlos no está sincronizado con el consumo de servicios que
proporcionan.

El ahorro tiene también ahora una nueva interpretación. El ahorro ya no se


considera la renta menos el gasto de consumo, sino la renta menos el valor del
consumo real. De este modo, la adquisición de bienes duraderos se contabiliza
como ahorro salvo la parte del valor de sus servicios realmente consumidos que
se contabiliza como consumo.

El concepto de renta manejado por esta teoría es el de renta a largo plazo, es


decir, el flujo de renta esperado por las economías domésticas durante toda su vida.
Su relación con la renta corriente puede observarse en el Gráfico 2.1 (pág. 38 del
libro).
En este gráfico se puede ver cómo mientras la renta real corriente aumenta
hasta un máximo y luego comienza a disminuir lentamente hasta reducirse brus-
camente a niveles muy bajos cuando llega la edad de retiro, la renta permanente tiene
siempre el mismo valor durante todo el período planificado.
La renta permanente se identificaría entonces con la cantidad que las eco-
nomías domésticas podrían consumir sin aumentar o reducir su fondo actual de
riqueza.

La teoría de Milton Friedman sobre la renta permanente relaciona el consumo


con el flujo de renta esperado por las economías domésticas durante toda su vida.

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La hipótesis del ciclo vital

Esta hipótesis desarrollada por E Modigliani, A. Ando y A. Brumberg comparte


los supuestos fundamentales con la anterior.

Así, la renta permanente vendría a identificarse con la cantidad máxima que


la economía puede gastarse en consumo cada año sin acumular deudas que se
trasladen a las generaciones futuras.
Si las economías domésticas consumen una cantidad constante igual a su renta
permanente cada año, aumentarán su deuda cuando la renta corriente sea inferior a la
renta permanente. Sin embargo, cuando la renta corriente sea superior a la
permanente, aumentarán sus activos o reducirán su deuda. No obstante, al final de su
vida no se acumularan activos ni se traspasaran deudas a los herederos.
Bajo las hipótesis de la renta permanente y del ciclo vital las unidades domésticas con
igual renta permanente consumirán lo mismo aunque sus rentas corrientes sean
diferentes.
¿Qué conclusión se puede desprender de estas dos hipótesis de cara a la
función de consumo?
La principal es que sólo cuando los cambios en la renta corriente alteren la
renta permanente tendrán un reflejo en el comportamiento del consumo. Es decir,
cualquier cambio en la renta corriente que se considere temporal no alterará la
renta permanente y, por lo tanto, no afectará al consumo.

La teoría del ciclo vital vincula el consumo con la renta entendida como la cantidad
máxima que la economía puede gastarse en consumo cada año sin acumular deudas
que se trasladen a las generaciones futuras.

Representación gráfica de la función de consumo agregado

Con independencia de que se considere que el consumo depende de la renta


corriente o de la renta permanente, lo que sí es cierto es que existe una estrecha
relación entre consumo y renta.
La función de consumo que se manejará a lo largo de las siguientes explicaciones
secunda la teoría keynesiana y, por lo tanto, son elementos consustanciales a la
misma la renta personal disponible y la propensión marginal a consumir.

Esta función de consumo se caracteriza por los siguientes elementos:

 Existe un umbral en el nivel de renta en el cual las familias planean consumir toda
su renta, es decir, el ahorro agregado de la economía sería nulo.
 Por debajo de ese umbral las familias realizan un consumo que excede su renta,
consumo financiado bien mediante préstamos, o bien gastando sus stocks de
riqueza acumulados. Esto daría lugar al componente autónomo del consumo o
mínimo de subsistencia.
 Por encima del umbral las familias planean consumir una parte de su renta y
ahorrar el resto.
 Cualquier cambio en la renta provoca un cambio en el consumo de menor cuantía,
es decir, la propensión marginal a consumir es menor que 1 (PMC <1).

Bajo estos supuestos podríamos representar la función de consumo según se refleja


en el Gráfico 2.2. (pág. 40 del libro)
¿Qué información podemos extraer a la vista de dicho gráfico?

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 La posición de la función de consumo depende de la cuantía del consumo


autónomo que determina su ordenada en el origen. Es decir, el consumo
autónomo nos dice cuánto vale el consumo cuando la renta corriente es nula.
 La posición también depende del valor de la propensión marginal a consumir.
Cuanto mayor sea ésta mayor será la pendiente de la función de consumo, tal y
como puede observarse en el Gráfico 2.3. (pág. 40 del libro)
 El movimiento lo largo de la función de consumo (paso del punto A al B) es debido
a que se ha producido un cambio en la renta (ésta pasa de Ya a Yb)
 Los desplazamientos de toda la función de consumo se deben a cambios en
alguno de los factores de los que depende el consumo, pero distintos de la cuota
(expectativas, condiciones de los créditos, etc.).

De la representación gráfica de la función de consumo keynesiana se desprende que


el consumo autónomo o mínimo de subsistencia es la ordenada en el origen, en tanto
que la propensión marginal a consumir es la pendiente de la función de consumo.
15.2 LA FUNCIÓN DE AHORRO

Resulta evidente que si, según hemos señalado al principio de este tema, la renta
personal disponible puede dedicarse al consumo o al ahorro, existe una estrecha
relación entre la función de ahorro y la función de consumo. Podemos considerar que
las economías domésticas realizan una elección entre consumo presente y consumo
futuro (ahorro) en función de cuál sea su nivel de renta. Ello determinará la existencia
de una función de ahorro agregado de toda la economía.
Los valores del ahorro que se corresponden con los distintos niveles de renta
se calculan teniendo en cuenta que la suma del consumo más el ahorro es igual a la
renta disponible.
De forma análoga a como se hizo para el caso del consumo, su pueden defi-
nir las propensiones media y marginal a ahorrar.
La propensión media a ahorrar su define como la parte de la renta total que
su dedica a ahorrar. Se calcula dividiendo el ahorro total entre la renta total disponible
de la economía. Su fórmula es:

PMeA = A / Yd

Dado que la renta disponible se destina al ahorro o al consumo, existe una


complementariedad entre uno y otro que se refleja en la forma de la función de ahorro
y en la propensión marginal a ahorrar.

La propensión marginal a ahorrar es la parte que de cada unidad adicional de renta


disponible se ahorra. Su expresión sería:

PMA= A / Yd

Obsérvese que, dada la complementariedad existente entre la función de con-


sumo y la función de ahorro, no es difícil deducir que PMA = 1 - PMC

A partir de esta información y teniendo presente la relación existente entre el


ahorro y el consumo, podemos obtener la representación de la función de ahorro
(Gráfico 2.4) (pág. 42).

Debido a esa complementariedad señalada, cuando la renta es nula el ahorro es


negativo y de cuantía igual a lo que hemos denominado consumo autónomo o mínimo
de subsistencia. Ello viene explicado por el hecho de que cuando las familias

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consumen por encima del umbral de renta lo hacen desahorrando, es decir, a costa de
endeudarse o de reducir el ahorro de períodos anteriores.
El ahorro depende, además de la renta disponible, de otros factores como son
la existencia o no de un mecanismo público de provisión de rentas para la vejez, la
enfermedad, el desempleo... En definitiva, la existencia de sistemas de seguridad
social puede afectar, no sólo al comportamiento individual de los agentes económicos
en relación con el ahorro, sino también en términos agregados.

De la representación gráfica de la función de ahorro se desprende que su


ordenada en el origen (negativa) coincide con el valor del consumo autónomo, y su
pendiente es la propensión marginal a ahorrar.

Aunque existen diversos estudios sobre el impacto de los sistemas de seguridad social
sobre el ahorro agregado de la economía, los resultados de los mismos no son
concluyentes pues su validez depende, no sólo de la función de consumo que asuman
como punto de referencia, sino de la forma en que se gestionen los recursos
generados por el propio funcionamiento de tales sistemas, es decir, que el impacto
final sobre el ahorro depende de la técnica actuarial que sustente los sistemas de
seguridad social (el reparto o la capitalización).
En un sistema de reparto, lo recaudado en el período se destina a pagar las
prestaciones devengadas en ese mismo período. Por el contrario, en los sistemas de
capitalización -ya sea ésta individual o colectiva- las prestaciones se pagan con las
cantidades que se han ido acumulando a lo largo del período de cotización y los
rendimientos que éstas hayan devengado si se han invertido adecuadamente. Los
efectos de uno y de otro dependen de que predominen unas reacciones u otras por
parte de los individuos (efecto sustitución, efecto herencia, efecto anticipo de
jubilación...) que no cabe analizar aquí en profundidad.
El ahorro también se ve afectado por otros factores económicos como la fa-
cilidad de acceso a los mercados de capitales, la evolución de la inflación y/o de los
tipos impositivos e, incluso, por otros factores sociológicos como las expectativas de
vida o el tránsito de una familia extensa a una familia nuclear, a veces monoparental.
Si trasladamos a un gráfico conjunto las funciones de consumo y de ahorro se
pueden observar mucho mejor las relaciones entre ambas. Esto es lo que se trata de
reflejar en el Gráfico 2.5. (pág. 43)

15.3 LA FUNCIÓN DE INVERSIÓN

Concepto y componentes

En las modernas economías, la inversión o formación de capital la ponen en


funcionamiento las empresas al producir bienes que no son aptos para el consumo
inmediato.

En este sentido, conviene señalar que el término inversión aquí manejado no


tiene nada que ver con el empleado en el lenguaje común al decir, por ejemplo, que
alguien invierte cuando compra unas acciones o cualquier otro tipo de propiedad
similar.

La inversión a la que aquí nos referimos trata de reflejar el aumento neto de


capital real de la comunidad (equipos, edificios, existencias de mercancías...).

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La inversión o formación neta de capital refleja el aumento neto (excluida la


depreciación) del capital real de una economía y esta formada por la adición de equipo
capital, la variación de existencias y las viviendas de nueva construcción.

Se considera que la inversión tiene, a su vez, tres componentes:

a) La adición de equipo capital (maquinaria, edificios...).

b) La variación de existencias. Se consideran existencias las materias primas, los


bienes utilizados en el proceso productivo y los ya terminados que las empresas tienen
en previsión de las ventas de sus productos. Las existencias de bienes ya producidos
se consideran inversión porque permiten a las empresas hacer frente a los pedidos y
evitar fluctuaciones temporales e inesperadas en la producción o en las ventas, y
porque les puede resultar más ventajoso adquirir grandes cantidades de inputs que
pequeñas cantidades con mayor frecuencia. Por tal motivo, suele tener un importante
componente planeado, pero cuando la empresa produce bienes que espera vender y
no vende, porque los pedidos esperados no se materializan, entonces la inversión será
no deseada o no planeada.

Este componente de la inversión se calcula como la diferencia entre las


existencias a 31 de diciembre y las que había el 1 de enero de ese mismo año. Esto
explica que si el 31 de diciembre las existencias son menores que las que había el 1
de enero, la variación de las mismas sea negativa. La inversión es negativa
(desinversión) cuando da lugar a una desacumulación de existencias al reducir el
fondo de bienes producidos en el pasado. No siempre una variación de existencias
positiva obedece a los planes preconcebidos del empresario. A veces puede ser
imprevista y tener su causa en un descenso inesperado del volumen de ventas. Por lo
tanto, la acumulación de existencias puede estar motivada tanto por un descenso de la
demanda agregada (inversión no planeada), como por la expectativa de un rápido
aumento de la misma, en cuyo caso forma parte de la estrategia empresarial (inversión
planeada).

c) Las viviendas, ya que al tratarse de un activo muy duradero que permite obtener
utilidad durante muchos años, su construcción se contabiliza como un gasto de
inversión en lugar de un gasto en consumo. Esta consideración supone que la
inversión la realiza la empresa que construye la vivienda y que la venta a los usuarios
es una mera transferencia de propiedad. De ahí que se computen como inversión las
nuevas viviendas y no la transmisión de las ya edificadas en períodos anteriores.
El carácter neto de la inversión aquí manejada hace necesario incluir una
referencia a la depreciación del capital.
La depreciación es la pérdida de valor que experimentan los bienes de capi-
tal como consecuencia del desgaste físico fruto de su uso o del envejecimiento, o de la
obsolescencia consecuencia del mero transcurso del tiempo o provocada por otras
razones como, por ejemplo, los cambios en los precios de los factores productivos
(así, una subida brusca del precio del petróleo provoca la obsolescencia de la
maquinaria que utiliza derivados de aquél como fuerza motriz).
En este sentido, conviene distinguir entre los términos de depreciación y
amortización. La depreciación hace referencia al proceso físico de desgaste, en tanto
que la amortización es la partida contable que refleja dicho desgaste.

Factores determinantes

Las oportunidades de realizar inversiones rentables dependen de los nuevos


descubrimientos, de la aparición de nuevos productos, del dominio de nuevos
territorios y fronteras, así como del control de nuevos recursos, de la propia evolución

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de la población y de la mayor producción y renta. De ahí que podamos colegir que la


inversión varía enormemente al estar sometida a la influencia de elementos dinámicos
y relativamente impredecibles o ajenos al propio sistema económico como son la
técnica, la política, las expectativas, etc. Es decir, la inversión es un componente de la
demanda agregada muy volátil en la medida en que los beneficios proporcionan el
incentivo básico para invertir, ya que se afrontará una nueva inversión cuando los
rendimientos derivados de la misma superen a sus costes. Por eso resulta de enorme
importancia saber qué elementos influyen en la determinación de las expectativas
relativas a los beneficios. Podemos concretarlos en los siguientes:
 El precio y la productividad de los bienes de capital.
 Las expectativas acerca de la futura demanda de output de los bienes de
capital y sobre los costes de producir este output.
 El desarrollo de nuevas técnicas y de nuevos productos.
 La cuantía de los beneficios obtenidos por las empresas disponibles para ser
reinvertidos.
 El tipo de interés.
 Las variaciones en la renta.

La inversión depende, entre otros factores, de: el precio y la productividad de


los bienes de capital, las expectativas sobre la demanda futura de dichos bienes, la
cuantía de los beneficios, los avances tecnológicos, las variaciones en el nivel de renta
y, especialmente, el tipo de interés.

Explicaremos brevemente a continuación cómo influyen estos factores sobre la


demanda de inversión.

 El precio y la productividad de los bienes de capital

Tanto el precio, como la productividad influyen en la rentabilidad de las inversiones. La


caída del precio, así como el aumento de la productividad hacen que las inversiones
sean más rentables y, por lo tanto, más atractivas.

 Las expectativas acerca de la futura demanda de output

Si se espera que la demanda vaya a crecer en el futuro, mejorará la


rentabilidad de las inversiones porque ésta depende de la posibilidad de vender el
output obtenido.
Las expectativas sobre los costes también afectan a la inversión ya que las empresas
persiguen la obtención de beneficios y éstos dependen, no sólo de la venta del output
producido, sino de los costes en que se incurre para su fabricación. Cualquier cambio
en los costes esperados contribuirá a crear expectativas más o menos favorables para
la inversión. En definitiva, tanto las expectativas sobre la demanda futura, como sobre
los costes determinan los beneficios esperados de la producción y éstos condicionan,
a su vez, la demanda de inversión.

 Las innovaciones

Ya sea la incorporación de nuevas formas de producir viejos productos


(innovaciones de proceso), como la obtención de nuevos productos (innovaciones de
productos) favorecen la inversión. En este sentido, hay que tener presente la
importancia que el fenómeno de la obsolescencia tiene en las decisiones sobre la
inversión.

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 Los beneficios

Se ha señalado anteriormente que la obtención de beneficios es el objetivo último


perseguido por los proyectos de inversión. Además, influye en las decisiones de
invertir porque en muchas ocasiones las empresas tienen que emplear sus propios
flujos de fondos disponibles para financiar los proyectos de inversión. Cuanto mayores
son los beneficios de las empresas, mayor será el flujo de fondos disponible para
reinvertir sin necesidad de recurrir al endeudamiento. Recordemos que el ahorro
empresarial se ha definido como la parte de los beneficios después de impuestos que
las empresas no reparten en forma de dividendos, sino que retienen para
autofinanciar su actividad.

 El tipo de interés

Existe una estrecha relación entre el tipo de interés y la inversión ya que aquél
representa el coste de oportunidad del capital para la empresa. Bajo la expresión
"coste de oportunidad" se recoge la idea de aquello a lo que se renuncia, es decir, el
coste de utilizar recursos para una determinada finalidad medido por el rendimiento al
que se renuncia al no emplearlos en su mejor uso alternativo. Cuando una empresa se
endeuda para financiar sus inversiones, asume el coste del tipo de interés que debe
pagar por los préstamos recibidos. Pero cuando la empresa reinvierte sus beneficios
(ahorro empresarial) en financiar su propia inversión, el tipo de interés al que renuncie
al no prestar a otros sus fondos no es un coste directo, sino "estimado" en términos de
ganancia alternativa. Así, cuanto mayor sea el tipo de interés, mayor será el coste del
capital y menores serán las inversiones. A medida que desciende el tipo de interés se
hacen rentables inversiones que antes no lo eran.
Podemos afirmar que la relación entre los tipos de interés y los diferentes
componentes de la inversión (equipo capital, existencias y vivienda) es inversa: cuanto
mayor es el tipo de interés, menor será el gasto en inversión. Evidentemente, el tipo de
interés considerado es el real, es decir, una vez descontada del tipo de interés nominal
la tasa de inflación.

 Las variaciones en la renta

La teoría del acelerador hace depender la inversión fundamentalmente de las


variaciones en el nivel de renta.

Esta influencia se recoge a través del denominado "principio del acelerador" en virtud
del cual el gasto en inversión varía proporcionalmente con las fluctuaciones de la
producción y no depende tan estrechamente del tipo de interés. Según esta teoría, la
función de inversión tendría la expresión siguiente:

I = α (Yt – Y t-1) = α Y

Es decir, la inversión es alta cuando la producción crece (Y t > Y t-1), mientras


que es baja o incluso puede ser negativa cuando la producción disminuye. El co-
eficiente α es el acelerador o relación capital-producto óptima.

Los inconvenientes de esta teoría son fundamentalmente los siguientes:

 Para que se cumpla, la economía tiene que estar en una situación tal que el
ajuste entre el stock de capital y el volumen de producción sea óptimo, es
decir, que las industrias no tengan exceso de capacidad, ya que si éste se

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produjera, cuando la demanda de sus productos aumenta no será necesario


invertir más, bastará con que la industria mejore la utilización de su capital,
rompiéndose así la relación que predice la teoría del acelerador.
 Esta teoría también sugiere que la relación entre cambios en el stock de capital
y en la producción se da, tanto cuando ésta aumenta, como cuando se reduce.
La evidencia demuestra que la desinversión es mucho más lenta, por lo que la
relación postulada quiebra en los descensos de la producción. No obstante,
esta teoría permite destacar que uno de los factores claves para explicar la
inversión es la evolución del nivel de renta. Después de todo, las expectativas
de demanda y de beneficios se refieren precisamente a cómo se espera que se
comporte el ciclo económico y el crecimiento de la renta.

Representación gráfica

Suponiendo que todas las demás influencias, excepto la del tipo de interés,
permanecen constantes, podríamos obtener una representación de la función de in-
versión (Gráfico 2.6) (pág. 47) que recoge la relación entre la inversión y el tipo de
interés o, sí se prefiere, la eficiencia marginal de la inversión. En ella se puede obser-
var cómo la demanda de inversión tiene pendiente negativa y cómo los cambios en el
tipo de interés producen movimientos a lo largo de la misma, mientras que los cambios
en cualquiera de los demás factores, distintos del tipo de interés, desplazan la función
de inversión hacia la izquierda o hacia la derecha, según los casos.

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