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Tomás Eduardo Serje Suárez

Sofía Monsalve
Principios de la actuación
Grupo 1

Sonrisa que desvanece


Quiero morirme de manera singular
Quiero un adiós de carnaval
Quiero tu voz negra canela escuchar
Con su frescura natural sincera

Cesar Mora
María Canela

Una risa desaparecida; un dolor que no calla; una canción que evoca, ideas que
simplemente sobrevuelan el cielo y palabras que complacen. Dicha imagen nunca desapareció
para Illariy, una mujer que disfrutaba de las historias de antaño, cuentos contados por su familia
y que entretenían a cualquiera que los escuchara. Esa preciosa mujer casi nunca se afligía,
siempre sonriente, divertida, cuidaba de todos, de su gente, de los que le importaban, era
cariñosa, bondadosa, gentil, amable, con un gran sentido del humor, sensible, pero muy valiente;
su carácter también le hacía honor a su nombre, un nombre que demuestra el resplandor de su
alma. Merodeaba el bosque entero buscando misterios, le causaba impresión la grandeza del
mundo, pues conocía perfectamente cada relato narrado por sus viejos, mas, existía uno en el que
se sumergía completamente, por el que formó y construyó su propio sistema de valores, una
historia que recordará toda su vida y la cual defenderá con gallardía toda su vida.

Un líder conocido y aclamado por muchos, servicial y lleno de bondad; reunía a un


pequeño grupo de personas para platicarles de diversos temas, la vida, las experiencias de las que
hacía parte, pregonar el conocimiento tan amplio que tenía, todo era trabajado por este
excepcional personaje, grandilocuente y hábil en su oratoria y por más que hablará de tópicos de
gran variedad tenía uno del cual ‘sacaba bastante provecho’, el poder, y no se refería a una fuerza
otorgada por la Pachamama, hablaba específicamente de aquella cualidad que tenían caciques y
gobernantes, jeques y sacerdotes, y especialmente del poder que el Nak'aq había conseguido; al
reunir a su pequeño grupo, conformado por menos de 20 discípulos, les comunicaba sobre los
problemas que aquejaban a la comunidad entera, problemas muy asociados al exceso de poder
de los que se encuentran en lo más alto con ese tema tan exquisito para Yachay, nombre del líder
que tanto respetaba Illariy, protagonista de su historia preferida. Yachay se consideraba un
puente, un vínculo con Viracocha, Dios ordenador del universo, quien le expresaba preocupación
por desastres venideros, problemas a razón de la malicia de quienes gobernaban y controlaban a
la comunidad y estos mensajes eran transmitidos por el ‘héroe’ de la narración de una forma
harto entretenida, con humor mordaz y satírico, interpretando escenarios, creando personajes y
burlándose de esos que lastiman la esencia del común, le enseñaba a todos el comportamiento
malicioso de estos, fue un ejemplo para muchos, una molestia para otros tantos, colaborando con
su cordialidad característica en distintos ámbitos, era amado y adorando por las personas. En las
noches en las que reunía a sus discípulos frente al fuego para ‘jugar’ y deshonrar la imagen del
“buen cacique”, utilizaba múltiples herramientas para hacer de bufón; eran tres los objetos
simbólicos usados para encarnar a sus personajes tan apreciados: un sombrero que era común y
representativo de los vigilantes que custodiaban y guardaban el territorio de la comunidad y
simbolizaba el deseo de cuidar a su gente; uno similar a unos anteojos, que representaba de un
modo muy contradictorio la ignorancia obstinada disfrazada de sabiduría de aquellas personas
que defendían por privilegio a los peores emperadores; por último un cepillo, que simbolizaba la
limpieza necesaria del alma y del ser para convivir con los demás y ser acogido por los dioses.
Yachay no era un ser prefecto, pero estaba preocupado por todos y aseguraba la integridad de
todos; muchos caciques lo maldijeron, lo tildaron de desleal e insidioso y la desdicha no tomó
descanso alguno; Yachay fue condenado a muerte, y los rezos de los caciques fueron escuchados,
encontrado a las orillas del río en el que reposaba y reflexionaba, yacía con una herida en el
cuello y en la cabeza, heridas de las que no se sabe qué o quién pudo haber sido el causante;
muchos de sus discípulos dolidos por este acto, recordaban con coraje la imagen del líder bufón
y transmitieron del mismo modo que él lo hacía, sus enseñanzas de vida, Illariy no se queda
atrás, ella es una defensora de su pueblo que siempre se dirige a la tumba de este líder para
rogarle por fuerzas y sabiduría frente al oscuro y vasto mundo, para ella Yachay comparte un
puesto parecido al de un dios.

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