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CAPITULO 1 Descubriendo la Antigiiedad humana Las preguntas que suscita la Unidad de tiempo I son el tema principal de este libro. ;Por qué emprendié un viaje tan arriesgado la persona de hace 13.000 y més afios? Qué emociones experiment6? :Pra la persona un hombre, como con tanta facilidad suponemos, o era una mujer? ;Qué edad tenia esa persona? ;Por qué creia él o ella, que sd de la cueva? Ese no fue el tinico ob: también hay fragmentos de huesos, uten: era importante colocar el diente de oso en la jeto que se colocé en las paredes de la cut silios de piedra y micleos de piedra?. ;Qué crefa él o ella sobre las imagenes de las pa- redes? :Qué «hacia» el viaje subterréneo por él o por ella? Estas preguntas no solo tienen que ver con la historia antigua. Ellas nos conducen al meollo de lo que consiste en ser un ser humano en la actualidad. No es solamente que seamos més inteligentes que otras criatufas, que dominemos una tecnologia comple, ni siquiera que tengamos un lenguaje complejo. Estas son joyas brillantes en la corona anidad con las que nos sentimos cmodos. Al contraro, la esencia de ser hu- mano es tina incémoda dualidad de tecnologia «racional» y creencia «irracional. To- dela hun davia somos una especie en transicién, La persona desconocida de la Unidad de tiem: po I poseia el conocimiento racional y «cientifico» y la técnica necesarios para hacer un: 0 y también un conjunto de creencias que constitu kimpara de n el imperativo par. su viaje subterréneo y aparentemente irracional. Bsa dualidad present nel comporta- miento humano no desaparecié al final de la Edad de Piedra. Incluso en el siglo xx, la gente era lo suficientemente «racional» para hacer un viaje de ida y vuelta a la luna y no lo suficientemente sirracional» como para creer en entidades y fuerzas obstante todavi sobrenaturales que trascienden y que de hecho dejan en ridiculo a todas las eyes de la fisica de las que dependia su viaje a la luna, ;Construye el cerebro humano naves espa ciales y moldea la mente humana fuerzas y espiritus invsibles? Que diferencia hay en ‘Bégovdn y Clots (198 1987) para mas informacion sobre halagns importants en esas euvas, vase Be 20 Lamente en la caverna tre cerebro y mente? sncia y qué es la conciencia humana? Como Ile 6 la gente primitiva a una fase de evolucién que les permitié realizar imagenes y en tenderlas? fstas son s6lo algunas de ccuestiones que tendremos que intentar re tea la Unidad de tiempo 1 do tratemos de contestar a las preguntas que pla ‘No sabemos lo que la gente del siglo xvu de la Unidad de eran las imagenes de Niaux 0 quiénes crefan que las habian hecho. Quiz Ruben de la Vialle y otros que habfan estado alli antes que él creyeran que las image cho visitantes recientes como él mismo, y por eso él anadié una contribucién suya 0 el pensamiento occidental no tenia ningun historia: la idea aceptada era que el mundo habia sido creado por Dios. concepto dk (6), este hecho milagroso ocurrié el ano Seguin el arzabispo James Ussher (1581-1 401 nuncié que la creacién habii LC. Posterio htfoot afind los caleulos de Ussher y te, el obispo John L fenido lugar a las nueve en punto de la mafana del 23 de octubre del 4004 a.C. Puede que no todo el mundo, ni siquiera en aquella época, aceptara que la feliz casualidad de la creacién hubiera coincidido de forma ta n precisa con el comienzo del afio académico de la Universidad de Cambridge, pero préctica umana habia comenzado milagrosamente mente todo el mundo creia que la historia le no dis en un momento que no habia sucedido hacia demasiado tiempo. De la V ponfa de un marco conceptual en el que encajar la relevancia de lo que estaba viendo, asi que, en la prictica, no lo «vio» en absoluto. Qué sucedi6 durante los afos transcurridos entre la Unidad de tiempo Il y la Unidad de tiempo [IF? ;Por qué vieron Jean-Marie Chauvet y sus amigos lo que De Vialle no vio? La respuesta es al mismo tiempo sencilla y trascendental. EI mundo occidental se habia enterado de que tenia un hondo pasado, su concepto de la hu: manidad habfa experimentado profundos cambios, y su anhelo de conocer la verdad sobre sus origenes habia crecido hasta aleanzar un nivel de intepsidad sin preceden tes: encontrar pruebas de los «Origenes humanos», ya fueran artefactos de piedra, siles 0 genes, se habia convertido en una pasion absorbente. El abismo creado por el transcurso de, no simplemente los 6.000 aos, o aproximadamente, del arzobispo Ussher, sino de 30.000 aftos, de repente se cerrd. Como escribié el propio Chauvet, «El tiempo quedé abolido», Pese al enorme intervalo de tiempo, él y sus amigos sin tieron que podian percibir cémo los rodeaban las «almas y espiritus» de los artistas las imagenes ocultas no sélo provocaban «asombro cientifico», sino tambien temor pirituales». Emplearon palabras como «artistas» y «obras macs: tras», Se estaban id: tificando con personas a quienes tomaron por sus antepasados emotos. a conciencia compartida, creian, era un puente hacia esos antepasados. Esta- ban en lo cierto, aunque quizé de una forma que ellos no habrian reconocido. Una revolucién en el pensamiento occidental La historia del cambio radical en el pensamiento occidental que tuvo lugar entre las Unidades de tiempo Il y Ill comenz6 en la primera mitad del siglo XIX. En esa época Ruben de la pes las habian do por Dios. jecurrio el ano del 23 El mundo eto de la hu- la verdad ide los artistas Sess antepasado ar entre las En esa 6poca Descubriendo la Antigiedad humana 21 comenzaba a sentirse la influencia de escritores como sir Charles Lyell (1797-1875). fe Londres, publicd su enormemen- en el King’s College logy en 1830, Sostenia que las rocas sedimen Ja tierra tenfa una antig Lyell, catedratico de Geologt tratificadas y los fésiles que contenfan apu uedad nsospechada hasta entonces. En un primer momento, los cristianos conservadores te importante Principles of fundamentalistas, y no pocos gedlogos, resolvieron la cuestidn de los fésiles propo- niendo que se habfan originado en un periodo bérbaro antediluviano. Para ellos, los scripcién biblica del di fosiles simplemente confirmaban la exactitud hist6rica de Iuvio catastréfico al que habian sobrevivido Nog y su familia. La Iglesia se convirtié en paladin de esta idea porque encajaba bien con la narracién biblica. Dado el breve pe- riodo de tiempo que se admitia para la historia humana, habia que recurrir a catéstro: fes, y los llamados diluvialistas debatian no slo acerca del diluvio de Noé sino también acerca de la cantidad de diluvios anteriores a Noé Sin embargo, Lyell rechazaba rotundamente este tipo de catastrofismo y defendia, n su lugar, la accin de procesos graduales: los mismos procesos erosivos, depositivos, volednicos, de formacién de fallas y plegamientos que hoy son evidentes, habjan es taba encerrada en el largo titulo de el principio. Esta id ogy, Being an Attempt to Explain the Former Changes of the culpido la tierra desdi gran obra: Principles of 's Surface by Reference to Causes Now in Action, Posteriormente, Lyell admitié que la intensidad del cambio podia haber variado, pero habia nacido la idea del wniformi tarismo: al menos en términos geol6gicos, el pasado no habia sido distinto del presen 004 te, los registros fésiles demostraban que habian sucedido muchas cosas antes del 4.C. Los frentes de combate quedaron trazados de inmediato. Sin embargo, pese ala resistencia conservadora, la antigua forma de ver la historia hu- 2 idea de un lento cambio evolutivo taba en mana estaba comenzando a derrumbars J aire. En 1844 aparecié un anénimo opisculo evolutivo que caus6 sensacion; se titlabs 1 History of Creation. Mucho tiempo més tarde, el autor result6 ser Vestiges of the Robert Chambers, que habia trabajado para sir Walter Scott y que, con el tiempo, junto con su hermano William, fund en Edimburgo la editorial W. & R. Chambers. Vestiges cosa, pasando por los registros fosiles y sumia la historia del mundo desde una nube g hasta la transformacién de los monos en seres humanos. Chambs un escéptico,insistia no obstante en la presencia de Dios y crefa en la frenologia y en el es que en privado era pirtismo. Aun asf; muchos lectores consideraron el libro peligrosamente ateo. De lo que realmente carecia la idea de Chambers era de un mecanismo que explicara las transfor maciones que describfa. sa clave la proporciond un pensador mucho mas riguroso. Charles Robert Darwin (1809-1882), quien de joven habia circunnavegado el globo y cestudiado tna amplia variedad de temas botinicos y zool6gicos, fue el catalizador (ig. 4 cel mundo haba sido, efectiva Darwin se embatcé en ese viaje sosteniendo la idea de mente, crcado por Dios, y de que las especies eran creaciones independientes. Comenz6 a perfeccionar sus ideas mas cientificas en debates con el capitan del Beagle, Robert Fitzroy, » Darwin tenia las suficientes cosas en comin un fanético proselitista, pero en ese mom con él para publicar un articulo escrito conjuntamente con él en el South Afriaan Christian La mente en ta caverna no, Fueron sus penetrante ideas sobre el. Recorder en 1836". E]articulo era una peticién. para que se enviaran mas misioneros al Pacif co, La afable relacién de Darwin con Fitzroy estaba, no obstante, cond snada a romperse Muy pronto, Darwin se dio cuenta de que lo que le faltaba al pensamiento biolégico era tuna explicacin convincente del mecanismo del cambio: jcémo habia podido una especie evolucionar a otra? Ya en 1844 preparé un ar ticulo que encerraba el principio més impor tante de su respuesta a esta pregunta: la selec in natural. Pero no publicé su obra; solo se Ja mostré a un amigo, el aclamado botiinico Joseph Hooker. Tras 1844 Darwin continus recopilando datos que apoyaran su teorfa, Como parte de este trabajo, produjo un estu- dio extremadamente detallado y definitive sobre los percebes. No contiene ni una sola La teoria de la evolucién de Darwin no se le aparecié plenamente formada mien- tras se encontraba en las costas de las islas Galépagos. Mas bien, su conversién se pro. dujo gradualmente y en estrecha cooperacién con numerosos aclamados especialistas de la taxonomia y la sistemitica, Pero fue él, y no ellos, quien percibié el bosque y no s6lo unos cuuantos arboles desperdigados. Al comienzo de su trabajo tenia tantos pre- juicios respecto a las ideas evolutivas como ellos, pero algo peculiar a su constitucién, algiin tipo de «genialidad cie ica» dificil de definir, le permitis ver conexiones que escapaban a la meticulosa inspeccion de otros, Entonces sayo de Alfred Russel Wallace ( 6 tun momento decisivo. El 18 de junio de 1858 Darwin recibié un en- mento se en- 23-1913), un naturalista que en ese contraba a 12.000 millas de distancia en las islas Molucas. El ensayo de Wallace se titu- laba Ont the Tendencies of Varieties to Depart Indefinitely from the Original Type. La correspondencia previa de Darwin con Wallace no le habia preparado para el conteni- do del articulo. Para Darwin fue «como una bomba». Se dio cuenta de que las ideas de Wallace acerca de como las especies cambiaban y evolucionaban a otras especies eran muy similares, incluso idénticas, a aquelas a las que él habia dado vueltas durante tan- to tiempo. Temié que Wallace estuviera a punto de tomar la iniciativa, pero, al ser un hombre de gran magnanimidad, no quiso privarle de lo que merecia. Inmediatamen- me posible ‘con Fitzroy omperse. ade que BBeelogico era sana especie sms impor- aa selec: jebra; solo se continud Iso un estu- iuna sola |specialistas Bosque y no tantos pre: Ins ideas de i@urante tan. fiatamen- Descubriendo la Antigiedad humana 23, te Darwin consulté a Lyell, quien, siempre activo ¢ influyente en este tipo de asuntos, facilité la lectura de ensayos sobre la seleccién natural escritos tanto por Darwin como por Wallace en la Linnean Society de Londres. El acontecimiento se program6 para el 1 de julio de ese mismo ano. En dicho acto, los ensayos no ls leyeron sus autores, sino el secretario de la Society y Wallace estaba en las Mo Darwin, como se convirti6 lucas. Sorprendentemente, al parecer a pocos de los presentes la ocasién les parecié es sn su habito, se qued6 en su cas pecialmente notable. Puede que la lectura del secretario fuera soporifera. El presidente .punt6 en su informe anual que los ensayos no trataban de uno de esos simpresionan tes descubrimientos que inmediatamente revolucionan, por asi decirlo, el mbito cienti 5, Esta evaluacién pasmosamente banal del material explosivo que fico al que se refier contenian los dos ensayos dice algo acerca de la impredecible naturaleza d ario asestar un golpe mas decisive. la receptivi dad de las mentes «cientificas», Era n Ese golpe llegé en 1859 con la publicacién del libro, terminado apresuradamente s por medio de la selec pero como sie dito, El origen de las espe cidn natural (fig. 5). Pese a sus mas de 400 paginas, Darwin lo consideraba un «rest men»°, Lo subtitulé La preservacién de las ra- zas favorecidas en la lucha por la vida, y la - popular fra tos» pasé a formar parte del pensamiento oc se «supervivencia de los més ap- THE ORIGIN OF SPECIES cidental, junto con una serie de ideas racistas concomitantes que naturalmente Darwin no 3 ms OF HATORAL SLECTON, habria aprobado. La frase concreta, «super vencia de los mis aptos», la utiliz6 por pr cl filsofo inglés Herbert Spencer | "™*="*™*° run gam mn emma y Darwin lo reconocié en la edicién de 1869 de El origen de las especies. El propio Darwin resumié de forma muy precisa su ry ORARLES DARWEN, MA idea principal de esta manera: «La teoria de la descendencia con modificacion mediante la seleccién natural’, La primera tirada de 12 agoto el primer dia, un logro que pocos e 0 ejemplares de El origen de las especies se critores cientificos posteriores han sido capa: bide nud pore ela 2OnM MUNRAY, AUREMARLE 6THEET EL origen de las especies. 24 La mente en la caverna ces de igualar -si es que alguno lo ha hecho-. En 1872 ya se habfan publicado seis edi ciones y 24,000 ejemplares; en 1876 el libro ya se habia traducido a todos los idiomas. europeos, Aqui estaba el marco conceptual del que habia carecido De la Vialle, un mar- co que inauguraba una perspectiva completamente nueva sobre la humanidad. De pente, los occidentales que tuvieron acceso a las ideas de Darwin pudieron «ver» cosas cen las que nunca antes habjan reparado. El conflicto puiblico més famoso tuvo lugar en 1860 en una reunién en Oxford de la British Association. De nuevo, Darwin no estaba presente, Habia una gran expecta ién, ya que era del dominio pablico que la Iglesia, personificada en el obispo Samuel Wilberforce, se disponia, como el propio obispo decia, a aplastar a Darwin». El acon- tecimiento sobrepasé hasta las expectativas de los bulliciosos estudiantes. En uno de Jos disparates mas infames de la ciencia, Wilberforce pregunt6 a Thomas Henry Hux: ley si descendia de un mono a través de su abuela 0 de su abuelo. Huxley (1825-1895), formado como cirujano, era en esa época catedritico de His. toria Natural en la Royal School of Mines; era un profesor popular, capaz de aclarar cuestiones abstrusas a gente corriente. El acu la palabra «agnéstico» para describir su postura acerca de los asuntos religiosos y gustaba de llamarse a si mismo «el perro guardién de Darwin». Cuando le fue planteada esa absurdamente chistosa pregunta, se le oyé murmurar, «El Sefior lo ha puesto en mis manos». Cuando se levant6 para res ponder al obispo, Huxley dijo que preferia descender de un mono a hacerlo de un bis po que prostituia los dones de la cultura y Ia elocuencia al servicio de la falsedad. De inmediato se produjo un tumulto. A los estudiantes les encanto, pero a Fitzroy, el an tiguo capitin del Beagle, que daba la casualidad que estaba presente, se le oy6 gritar por encima del alboroto que ya le habia advertido al joven Darwin acerca de sus peligrosas ideas, El resto de sus palabras quedaron ahogadas por el tumulto. Menos de cinco anos més tarde, abrumado por la desesperacién religiosa, Fitzroy se quit6 la vida. El afo siguiente, también en Oxford, Benjamin Disraeli acuné una frase duradera* Primero, pregunt6: «;Cual es la pregunta, con fil certeza mas pasmosa, que actual- ‘mente se le plantea a la sociedad? Esta es la pregunta: 2Es el hombre un mono o un én elf», Su respuesta a su propia pregunta results ser memorable: «Sefior mio, yo estoy del lado de los angeles» En ese libro suyo que hizo época, Darwin pasaba de puntillas sobre icacio- nes de su teoria para la evolucién humana, aunque si que expresaba brevemente que la teoria de la evolucion mediante la seleccién natural arrojaria luz sobre el origen del hombre y su historia», y que la psicologia demostraria «la necesaria adquisicion de cada poder y capacidad mental por gradacién»?. Su circunspeccién era prudente, ya que en ese momento no habia précticamente ninguna prueba fosil de la evolucién hu mana, No obstante, éste era un tema sobre el que volvié en su libro de 1871 El origen del hombre y de la seleccién en relacién al sexo, No hufa de las profundas implicaciones i== Oxford de expecta: samuel El acon: uno de Henry Hux pars describir cl perro rraderat ual reque la sicion de Pradente, y jerolucién hu Descubriendo la Antigiedad humana 2 de su obra. Pero otros también habfan visto esas implicaciones. En 1863, Huxley, el xran defensor de Darwin, publicé Man's Place in Nature, ya este libro lo siguié en 1864 el articulo de Wallace en la Anthropological Review, que defendia de forma similar la evolucién humana mediante s -ccién natural Yaa finales de la década de 1870 para mucha gente estaba claro que la historia huma. na, exactamente de la misma manera que la geologia y las especies animales, no estaba exenta de los con: os de uniformitarismo y evolucién. De hecho, ya en una fecha tar temprana como el ao 1836, arquedlogos daneses habian dividido la antigdedad huma- na en las ahora tan conocidas Edades de Piedra, de Bronce y de Hierro, Estas etapas de! desarrollo humano encontraron acomodo en la teoria darwiniana, Después, tras la sen saci6n que cre6 El 07 apropiadament lord Avebury) publied su enormemente popular libro Prehistoric Times (1865). En él sub de las especies, sit John Lubbock (més tarde, dividia la Edad de Piedra en dos partes y acufiaba los términos Paleolitico y Neolitico. E Paleolitico habia sido un periodo de artefactos de piedra tallada y de caza y recolecci6r como forma de vida. El Neolitco, por contras Childe (18 vio la introduccién de hhachas de pie- ada y los comienzos de l 1957), un influyente arquedlogo australiano que adopt una perspectiva marxista, describié el cambio del Paleoltico al Neolitico como la «Revolucién Neolitica» agricultura. Mucho tiempo més tarde, Gordon 76 ast una linea de pensamiento arqueolégico acerca de la naturaleza del proce so del llegar a ser humano”, De acuerdo con la teorfa social marxista, sostenta que a l sociedad la empujaban sus «fundamentos materiales», y que través de procesos evolu tivos, se desarrolaban «contradiccionesy. Estas contradieciones se resolvian me nte pe riodos de cambio relativamente bruscos: revoluciones. Fue asi como Childe propuso tam bign una «Revolucién urbana»'', Volveremos sobre la supuesta naturaleza revolucionaria del cambio en capitulos posteriores. Se ha convertido en un tema fundamental ~y reba- tido~ en las discusiones sobre la evolucién Ia conciencia y el arte humans, Qué gra- do de rapidez ha de tener la evolucién par que podamos llamarla revolucién? Como sabemos, la polvareda levantada por todos los debates que provocé la obra de Darwin atin no se ha asentado del todo. La mayor parte de la gente todavia acepta tanto las leyes de la fisica como la existencia de fuerzas sobrenaturales que actian mas alla de esas leyes. Otros contindan poniendo en duda la idea misma de la evolucién. La ualidad humana de lo material y lo «espiritual» ha demostrado ser més terca de lo que esperaban algunos cientificos del siglo xix. De este modo, hay dos preguntas que po- demos hacernos: qué es lo que lleva a algunas personas a aceptar una idea revolucio- naria!? como la de la evolucién? En segundo lugar, zpor qué se empefia much gente en creer en una dimensién invisible habitada por seres espirituales? Ambas cuestiones nos ocupariin en varios puntos de este libro cuando pensemos en explicaciones para ideas tan dificiles como las de conciencia o arte Childe 1942 26 Lamente en la caverna ‘Como respuesta provisional a la primera pregunta podlemos decir, no por tltima vez, que wdemostracién es tun concepto inapropiado en discusiones de este tipo. El filésofo John Stuart Mill se dio cuenta de esto y sefialé: «El sefior Dawin jamas ha pretendido que st teoria estuviera demostrada»”. No estaba diciendo que rechazara las ideas de Darwin, sélo que «demostracién» es un concepto escurridizo en este tipo de contextos. Mas que la diversidad y el peso de las buscar «demostraciones», deberiamos hablar de ~y evalua pruebas que puedan respaldar una propuesta El propio Darvin proporcion6 una parte fundamental de la respuesta. En el Origen escribid: «Esta hipétesis... explica varias clases de hechoss"* Repitio esta importante idea en un libro posterior, amplias e independient Variations of Animals and Plants under Domesticatiov: «Creo en la verdad de la teoria, por {que redne bajo un solo punto de vista muchas clases independientes de hechos, y ofrece tuna explicacién racional para ellos»'®, Estaba destacando la elegancia y la parsimonia de la teoria de la evolucién, No solamente cubre todas las especies de plantas, sino también todas las especies de criaturas. A medida que avancemos en nuestra buisqueda de una ex: plicacién para el arte mas antiguo y de por qué la mente humana funciona como lo hace, ‘examinaremos, al gual que Darwin, conjuntos dispares de datos. Si podemos encontrar ‘una hipdtesis que explique y coordine estos conjuntos de datos, nos aproximaremos a ella decir acerca de las hipotesis. En Darwin tenia algo mds, y de igual importancia, q tuna carta de 1860 a Lyell, escribi6: «...sin la formulacién de teorias, estoy seguro de que no habria observacién»'®, De la Vialle no vio las imgenes pintadas en Niaux porque \guna «teoria» para poder enfocarlas. Muchos filésofos de la ciencia poste os al azar y no tenia nin acuerdo con Darwin, Los cientificos no retnen di riores se mostraron de forma totalmente exhaustiva. Los datos que retinen son s6lo aquellos que conside- ran relevantes para alguna hipétesis o teoria, De lo contrario, ni siquiera reconocerian, como le sucedié a De la Vialle, que algunas de sus observaciones (las cosas en las que reparan en el transcurso de su trabajo), no todas, pueden utilizarse como datos en una argumentacién prolongada, Sin duda, los cientificos no reiinen datos «irrelevantes Fate es actualmente uno de los problemas que obstaculizan la investigacién sobre los vestigadores tienen miedo a las temas que se discuten en este libro. Por un lado, muchos i teorfas, Dicen que es «demasiado pronto» para formular hipotesis acerca de la realizacién del arte del Paleolitico superior. En primer lugar, afirman, deben reunir «todos» los datos dle forma indiscriminada. Pero sabemos, los filsofos de la ciencia lo han sefalado una y otra vez, que las explicaciones (o las hipétesis) no surgen de forma inexplicable ¢ inexo- rable a partir de los datos. La perspicacia humana es lo que discierne las explicaciones. ndo ‘met6dicamente datos exentos de teorfa deberian darse cuenta de que no pueden hacer ob- Aquellos investigadores del arte del Paleolitco superior que dicen que estén reuni servaciones y distinguir datos relevantes sin tener alguna teoria en mente. Al comienzo de Darwin (1859) ULE URAL AHHH ill HH pendido que Esse Darwin, Eetos. Mis que Beet peso de las jes una parte as clases phos, y ofrece ipersimonia de Seo también jgomo lo hace feeguro de que Beaux porque isiencia poste fdstos al azar y sque conside- las que atos en una melevantes sobre los miedo alas Bs realizacion ssefalado una ble inexo- sexplicaciones. fein reuniendo rien hacer ob- Alcomienzo de Descubriendo la Antigiedad humana nuestra investigacién necesitamos ser conscientes de que la teoria dirige la observaci6n, al ‘menos en un grado considerable, Pero la moneda tiene otra cara. En la inves tidiana, la teoria y los datos deben interactuar; deben arrojarse luz mutuamente. Cuando reparamos en, quizd hasta nos tropezamos con, observaciones que no concuerdan con la teoria aceptada, y efectuamos entonces el salto a una nueva hipétesis, somos realmente afortunados. Puede que estemos incluso a las puertas de una «revolucién» Teniendo en cuenta estas importantes ideas sobre el descubrimiento, la teoria y las la antigiiedad y la evolucién de la humanidad a otro descu brimiento que a muchos les parecié dificil de asimilar, aun cuando tenian un marco conceptual en el que deberian haber sido capaces de pruebas, podemos pasar de ncajarlo, La aceptacién del arte de Ja Edad de Piedra, incluso en el aventurado clima intelectual de finales del siglo x1x, era otra cuestion totalmente distinta. La mera idea de un arte paleolitico era profunda: mente perturbadora, No era el arte uno de los grandes logros de la alta civilizacion? Arte polémico Las primeras muestras de arte del Palcolitico superior salieron a la luz en una fecha tan lejana como la década de 1830 en la cueva de Chaffaud (Vienne) en Francia, pero no se reconocié su antigiedad; el pensamiento occidental era todavia del tipo que habia manifestado De la Vialle en 1660”. Atin no se habfa cruzado el Rubicén darwiniano. Las piezas eran pequefios objetos adornados que las gentes antiguas podrian haber llevado con ellos. Hoy dia sabemos que el arte mueble (art mobilier), como se conoce a estos objetos, comprendia una amplia variedad de articulos: abalorios, colgantes, propulso- res de azagayas tallados, splaquetas») inscritos con imagenes y multitudes de lineas rayadas, bastones adorna atuillas, fragmentos planos de piedra (conocidos como dios hechos con huesos largos, etc." Muchas de estas piezas llevan imagenes grabadas ser figuras humanas, asi como complejas combinaciones de lineas paralelas, ornamentos en for 6). Estos objets d estaban hechos de hueso, piedra, marfil de mamut, ambar y cuerno. Las piezas espect , peces, pajaros, yr mas raramente, de lo que pare ma de uve, y muescas (fi como la gente tiende a considerarlos, ficas que se encontraron en la década de 1830 estaban hechas de hueso y cuerno y es taban adornadas con grabados de fbice, una cabeza de caballo y ciervas. Unos treinta afios mas tarde, a comienzos de la década de 1860 y de este modo inme- diatamente después de la publicacion de On the Origin of Species, el arquedlogo francés Edouard Lartet estaba excavando en la cueva Massat en el departamento de Aridge de Francia, El encontré més arte mueble grabado. Entre los articulos se eneontraba un her moso bastén de hueso perforado grabado con una cabeza de oso y algunos motivos mas. Para una vision general recente informa del arte del Paleoltic superior vase Clots (201). Véae tam tin Costes Lewit Wiliams (1988), Sobre dsincionentecl arte dela eves profndas ys imnigenesen cas fs ilaminadss vane Clots (1997), Pra ans recientes vase Clots y Les Willams (1996) ‘Varagnacy Chllot (196; Cote (1990); Sieveking (1991 28 La mente en la caverna 6.ante ide hues tll En ese momento los progresos en la geologia ya habian establecido la existencia de un pe- riodo glacial poblado por animales ahora extinguidos, incluyendo enormes sos de las ca cernas (Ursts spelaeus)", mamuts con largos pelos lanosos para protegerse del fro, yt res con dientes de sable. La asociacién de las piezas grabadas con fésiles de especies extinguidas confirmaba irrefutablemente la gran antighedad del «arte». Cuando, en 1861, a de un pe: 80s de las ca 1 rio, y ti des de especies KEsando,en 186 Descubriendo la Antigiedad humana artet publico sus descubrimientos, incluyé un dibujo de una pieza que se habia descu 0 casi una década antes, pero que no se habia reconocido como lo que era. Inmedia- tamente se produjo una oleada de reevaluacién de descubrimientos anteriores y un de- bate sobre la antigtiedad de los seres humanos, y, especialmente, sobre su supuesto estado nental salvaje primitivo, Sin duda, pensaron muchos, su conciencia no era la misma que ja nuestra, Como sefialé una dama victoriana, probablemente apécrifa, «Esperemos no sea cierto, pero silo es, recemos para que no llegue al conocimiento general». Su legaria no obtuvo respuesta, y siguieron realizandose més descubrimientos. No obstante, ja discusién en torno al arte mueble no fue nada en comparaci6n con tacién del arte parietal -im: que precedié a la a igenes pintadas o grabadas en las edes y techos de las cuevas-. Hoy dia sabemos que el arte parictal no se limita a las s profundas; eso s6lo era cierto en relaci6n a los primeros descubrimientos. Pai te de ese arte se hizo al aire libre en superficies verticales de rocas, parte se halla en abri- g0s abiertos, y parte se halla en las entradas de las cuevas pero no mds alld del alcance e la luz del dia. La Unidad de tiempo | nos devolvié a la época en la que la traba a mas de un kilometco bajo tierra para crear imagenes profundas y aparente mente ocultas. El hecho de que la mayoria del arte parietal conocido actualmente sea este tipo puede ser consecuencia de los efectos de la exposicién a la intemperie del ¢ en lugares al descubierto, aunque no podemos estar seguros sobre esta cuestién Las imagenes parietales se hicieron mediante diversas técnicas, algunas de las cuales, se combinaban como las de la Sala de n. Ciertas imagenes pintad Toros en Lascaux, miden nada menos que 2 metros de largo y estén ejecutadas en va 1s colores brillantes (Lim. 1); otras tienen una longitud de solo unos pocos centimetros n realizadas mediante unos pocos trazos habiles en un color solamente (lim. 12 fig. 44), Parte del allado en las paredes Dtras se grabaron o rayaron sobre la superficie, sin emplear pintur. 2 parietal no esta simplemente grabado, sino profundament crear bajorrelieves. Con frecuencia, asimismo, se hacian imagenes arrastrando los Esta distincién puede tener cierto valor, pero la dicotomia entre secular y sagrado 8, en gran medida, una construccién occidental; no es una distincion que la gente del Pa- Ieolitico superior probablemente reconociera. En lugar de asumir de forma irreflexiva tuna idea occidental como esta, deberiamos intentar ser mas explicitos acerca de lo que queremos decir; invocar sencillamente la dicotomia secular/sagrado no es proporcio- nar una explicaciOn de los datos en toda su complejidad. Sin duda, no deberiamos ig norar las importantes similitudes entre las imagenes del arte mueble y del arte parie- tal. En el momento en que los investigadores empiezan a recurrir a una clara analogia ‘occidental para explicar el arte del Palcolitico superior, deberiamos empezar a sentir: nos incémodos. Descubrimiento y debate La historia del primer descubrimiento de arte parietal es muy conocida®. Impresio- nado por las piezas de arte mueble que habja visto en la Exposicién Universal de Pa~ ris de 1878 y por las discusiones que alli habia mantenido con el gran prehistoriador francés Edouard Piette, don Marcelino Sanz de Sautuola comenz6 a explorar una cue- vaen su finca de la costa norte de Espafia. En 1879, segiin se cuenta, se encontraba buscando artefactos de piedra y piezas de arte mueble en su excavacién en la cueva de Altamira cuando su joven hija Maria descubrié las ahora famosas imagenes de bison- tes, algunos de los cuales estaban pintados sobre protuberancias que sobresalian ‘Vase, por empl, Kahin (1998), Uchoy Rosenfeld (167: Slevekng (1979); Bal (1997 pp. 17-22). Descubriendo la Antigiedad humana 31 pelaba pintura arla mano, e, hay mul a forma de a irreflexiva ca de lo que aeberiamos ig gp del arte parie lara analogia a sentir Impresio: Daiversal de Pa prehistoriador Ja cueva de 1 de bison- omer vez el arte parietal del Pa 32 Lamente en la caverna abajo desde el techo de la cueva (fig. 7; lim. 2)*, £1 habia mantenido sus ojos fijos en cl suelo; ella miraba hacia arriba, Aftos después, Picasso dirfa: «Ninguno de nosotros podria pintar asf» De Sautuola qued6 sin habla. Pero las similitudes entre el arte mueble que él cono- cia por la exposicién de Paris y sus propias pinturas de Altamira le convencieron de que 4, 0 més bien su hija, habia descubierto un tipo de arte antiguo desconocido hasta el momento. Al principio hubo un enorme interés por el hallazgo. Hasta el rey de Espa- fia acudié para echar un vistazo a las pinturas. Siguiendo inconscientemente el ejem= plo de De la Ville, el monarca permitié a un criado trazar con humo de vela la ins- cripcion «Alfonso XIb»* En 1880 De Sautuola publicé un folleto con el sobrio titulo de Breves apuntes sobre algunos objetos prehistéricos de la provincia de Santander. En él describia los utensiliog de piedra, los ornamentos de hueso, los pigmentos y los restos de comida que habia en: contrado en su excavacién en la entrada de Altamira. Al ocuparse de las pinturas, iden- tificaba los bisontes extinguidos y destacaba sus méritos artisticos. También conectaba las piezas de arte mueble que habia visto en Francia con las pinturas de Altamira y de- laraba que las pinturas espaftolas databan del Paleolitico™. Considerindolo todo, el folleto era un ejemplo de pensamiento sensato, muy adelantado a su tiempo. Aftos después, Maria de Sautuola comentaria a Herbert Kahn, catedritico de Prehistoria y Protohistoria en la Universidad de Maguncia, que el descubrimiento del techo pintado habia sido «la mayor aventura de mi vida... y también, mi més amarga decepcién»””, El camino no iba a ser facil, Ya en 1880 el interés en las pinturas de Alta- mira se habfa agotado. En ese afto, Juan Vilanova y Piera, catedratico de Paleontologa ‘en Madrid, organiz6 una visita a Altamira para los delegados asistentes al Congreso de Arqueologia Prehistorica de Lisboa, pero nadie quiso ir”. De Sautuola no iba a disfru- tar del tipo de éxito que Darwin habia cosechado con El origen de las especies. Al con- trario, el implacable y virulento escepticismo con el que se enfrenté esta considerado actualmente como uno de los grandes esciindalos del estudio del arte del Paleolitico su- perior. El arte cuidadosamente ejecutado sobre el techo de la cueva de Altamira no en- cajaba en las ideas aceptadas en ese momento acerca del «salvajismo» del Paleolitico; era demasiado vavanzado» para el periodo. Por consiguiente, miembros de la elite ar- queoldgica no tardaron en denunciar Altamira como un fraude, En 1882 Edouard Harlé, un erudito francés, confirms esta opinién tras una visita a Altamira. Sostuvo que las imagenes habian sido realizadas entre las dos visitas de Sautuola a la cueva, €s decir, entre 1875 y 1879. La implicacién era obvia: o De Sautuola habia sido engafiado, © mismo era un falsificador. En este punto, el rechazo a Ja autenticidad de Altamira Para ain de Altamira vase Freeman (1987) y De Kahn (3955p hn (1955 9.45) de nosotros do hasta el eirey de Espa te el ejem los utensilios que habia en ras, iden- dolo todo, ¢ sdritico de eubrimiento del ras de Alta leontologia ongreso de ibaa distru ies. Al con: Paleolitico su ® del Paleolitico le la elite ar 882 Edouard a, Sostuve ela a la cueva, es sido enganado, lad de Altamir: Descubriendo la Antigiedad humana 33 recuerda a la incomprensién a la que se enfrentaron los ensayos de Darwin y Wallace ncuentro de la Linnean Society de 1858. Treinta aos después, las mentes de los ificos no eran mas capaces de «ver» algo nuevo. De Sautuola murié en 1888, amargado y desacreditado. Inmediatamente desde su primer descubrimiento, © mas bien desd jc imagenes que vimos en la Unidad de ti asombrar, pero también para inflamar. El pensamiento occidental se encontraba sus reconocimiento de su antigtiedad, el tipo -mpo I tuvo el poder para emocionar y pendido al borde de una revolucién tan profunda como el cambio de creencia de un .céntrico a uno heliocéntrico, pero los escépticos exigian mas pruebas. Aunque el propio Piette acepté la autenticidad de Altamira, otro destacado prehis. oriador francés, Emile Cartailhac, se situ en el candelero con sus estridentes denun as de De Sautuola y de cualquier otro que osara entre arse a él. La posicidn persona los sentimientos religiosos, mas que el pensamiento racional y objetivo, emponzoia on el debate. Después, finalmente, en 1902 iando ya no pudo soportar el creciente eso de las pruebas, Cartailhac dio astutament ro a los ac ccimientos en su rovecho y publicé un articulo titulado, en parte, Mea culpa d'un sceptique. Admitia un error, cometido du te veinte allos, una injusticia que debe reconocerse y que merece un desagravio publico... Por mi parte debo inclinarme ante la realidad, y hacer Justicia al sefior De Sautuola, Quizé la prueba mas influyente que lev a Cartailhac a cambiar de opinién provino una cueva relativamente pequefia en el departamento francés de Dordona. En 189. a La Mouthe, un granjero habia rtirado unos escombros de un pequeno abrigo que de seaba utilizar para sus actividades agricola, f revelé la existencia de un tine! tras el re leno. Poco despues, cuatro muchachos entraban en el pasae subterranco y descubrian na imagen de un bisonte. Entonces, Emile Riviere, un prehistoriador francés, comenz6 ealizar excavaciones en la cueva, En 1899 encontr6 una piedra que habia sido vaciada para usase como limpara y en cuya parte inferio tenia grabaa la cabeza de un ibice (ig 8). Pa recia como si el arte se uilizara para realzar, o embellecer, la tecnologia. A un nivel mis 34 La mente en la caverna prictico, descubrimientos como éste revelaban a los investigadores la forma en que la per sona de la Unidad de tiempo 1 lograba avanzar a tientas a través del laberinto de pasajes cimaras subterraneas: la gente de esa época no sélo empleaba grandes y lameantes an- torchas, sino también delicadas limparas de sebo. De suma importancia era que la forma en que la entrada al pasaje subterraneo habia quedado bloqueada por antiguos detritos acumulados dejaba claro que las imagenes de las paredes de la cueva debian de datar del Paleolitico. Puede que esta situacién no constituyera tna «demostracién», pero el peso de las pruebas era enorme. No obstante, como era de esperar algunos arqueslogos afirma ron que Rivigre habia sido engaiiado. Posteriormente, en 1901, Louis Capitan y el abate Henri Breuil publicaron las imagenes que habian copiado en la cueva de Les Combare- les, también en la Dordona, afirmando que databan del Paleoitico superior. Cartailhac y otros ya no podian resistir més: las pruebas de la existencia de un arte sofisticado del Pa leolitco eran ya abrumadoras. Tras reconocer la habilidad de Breul para la copia de ima genes en Marsoulas, Cartailhac le invito a acompafarle en una visita a Altamira, «Lo que vyimos nos sumié en un profundo asombro»". La «mente salvaje» de la gente de la Edad de Piedra no era de ningiin modo tan primitiva como se habia supuesto. El abate Henri Breuil (1877-1961), cuyo nombre aparecerd en posteriores capi- tulos, pronto fue reconocido como un investigador de primera linea (figs. 9 y 10). Se le conocia como el «Papa de la Prehistoria», un apodo que se ajustaba a su conducta, Por ello no es sorprendente su papel fundamental en el emocionante descubrimiento, en 1912, de una forma de arte que en cierto modo se situaba entre el arte mueble y el pa~ rietal. Los tres hijos del conde Henri Bégouen habian estado explorando un sistema de cue fas en la finca de su padre en el departamen- to de Aridge, cerca de las estribaciones de los Pirineos. Las cuevas, dos de las cuales figuran cn la Unidad de tienipo I estin asociadas con el rio Volp, que fluye profundamente bajo tierra durante parte de su curso, Max, Jac {ques y Louis emplearon una barea de fabri cacién casera, «un artilugio hecho de cajas y de latas de gasolina vacias»” para entrar en tuna cueva desde la que fluye el rio Volp. Esta parte del sistema de cuevas se conoce como Tuc d’Audoubert, y, actualmente en todo aso, no parece estar conectada mediante en que la per to de pasajes jp lameantes an xa que la forma Batiguos det jan de datar del peso de s afirma SGapitan y el abate artailhac eisticado del Pa opia de im Lo que de la Edad osteriores capi- 5.9 y 10). Se le fess conducia. Por nti Bégouen ca de fabri de cajas y fo Volp. Esta lmente en todo da mediante Descubriendo la Antigiedad humana 3% asaje con las cuevas adyacentes de la Unidad de tiempo I. Los tres muchachos n la barca y la abandonaron tras haber penetrado cierta distancia en la oscuridad. ronto hallaron pasajes con grabados del Paleolitico superior; una inscripeién del siglo xv primeras personas de tiempos modernos en penetar en esos pasajes. El acontec nnto de la Unidad de tiempo II también habia tenido lugar aqui ero era hora de volver a casa. Estaban impacientes por volver a la cueva Posteriormente, el 12 de octubre de 1912, Max Bégouén, actuando conforme a un: orazonada que Ie hacia pensar que mas maravillas esperaban, decidié que habia que tirar un muro de material estalagmitico translicido que les impedia penetrar en un pasaje més profundo (fig. 11). Pusieron manos a la obra con hachas?2, Una vez abierto el boquete, encontré una estrecha abertura, una «gatera», como la llaman los franceses, a través de la cual uno puede meterse aun con dificultad solamente, Conducia hacia a un nuevo pasaje en un nivel superior. Unas cuantas horas mas tarde, Max y us, ya en el nivel superior, descendieron por un largo tinel sembrado de esqueletos le antiguos osos de las cavernas. Repararon en que a los créneos se les habian quitado s colmillos, quiza para hacer colgantes, Hacia el final, el techo se hacia ms bajo, y all ontraron dos magnificos bisontes modelados en arci- :bra. Cada uno de ellos mide un poco mé em de lon: Ha, uno mache ‘ontra una gran roca. El agujero del cual los creadores. gitud, y ambos estin apoyado: de los bisontes habian raspado la arcilla podia verse a escasa distancia De inmediato, su padre, que era amigo tanto de Emile Cartalhac como de Henri Breuil, dalenienses modelaban en barro!». vid durante la de Dordo- Su tele- envid el ahora famoso telegrama a Breuil: «(Los m: ‘Magdalenienses» es el término que se utiliza para referirse ala gente qu “ltima parte del periodo Paleolitico superior; el nombre se deriva de una cue fia conocida como La Madeleine. Breuil inmediatamente respondi6, srt ve conserva en el museo de la familia Bégouen, Cuatro dias después Breil y Carta ac avangaban a través del ro subterrneo, desembarcaban en la oscuridad, y trepaban al Largo pasaje superior para ver, en el otro extrem, el nuevo hallzgo Se habia descubieno un tipo de arte desconacdo hasta entonces. Actualmente no existe vision més conmoveeer ta quela contemplacin de os bisontes de barto de Tuc D’Audoubert luminados como lo sor una lémpara solitaria al final del oscuro pasaje. La va- aban en tiempos paleoliticos, p otables ‘edad, fecundidad y misterio del arte del Paleoltico superior parece La relevancia de Altamira En las décadas que siguieron a la autentificacién del arte de! Paleolitico superior se rea Tigaron nuevos hallazgos en rapida sucesion, y la diversidad del arte se hizo cada vez Descubriendo la Antigledad humana 37 zaron descubrimientos de imagenes, y hasta de cémaras enteras, que habian pasado desapercii Niaux, la cueva que De en cuevas como la de Altamira, También Vialle y muchos visitantes posteriores habian explorado, pro es que hasta entonces habfan pasado inadvertidas, Hoy dia, al recor ar aquellos vertiginosos dias de descubrimientos, podemos ver que Altamira, la cue donde empez6 todo, encierra muchos te de las cuevas del Paleolitico superior, rasgos que adquiri cemos. Ahora necesitamos examinarlos brevemente para poder tener un marco men las cuestiones que surgirén, Una de las caracteristicas mas notables de las cuevas del Paleolitico superior es st rersidad en cuanto a la forma, Algunas tienen una tinica entrada; otras tienen muh ples entradas. Algunas entradas son enormes arcos de pied que permiten que pe etre la luz hasta cierta distancia; otras son pequcfias aberturas a través de las cuales puede introducirse con dificultad una persona cada ver y que dejan pasar muy natural. Algunas so pasajes estrechos, largos y completamente oscuros; algu algunas partes que en otras". La cimara lateral en la que ria de Sautuola realiz6 su sensacional descubrimiento esté ala izquierda, a unos 30 m la entrada; puede que se fil algo de luz hasta ella en tiempos paleoliticas, La rcién central de la cueva es un corredor sinuoso con unas cuantas extensiones late less hay imagenes en las partes més est rechas. Desp s la cueva de repente se estre forma pronunciada en la seccién final, un pasaj joce como la Cola de Caballo (fig. 7) 0, el techo profusamente adornado estaba mu 10 mas bajo de lo que esta ahora; De Sautuol arquedlogos posteriores exeavaron el ilo extensamente, Hay 25 im es policromas y varias pinturas negras, Algunas de 1acabadas». Los muy conocidas bisontes policromos se encuentran en protuberancias de roca que «cuelgan» del techo, de forma muy pareci a la de las protuberancias decoradas de las bévedas géticas (lin La realizacion stas imagenes de bisontes no fue un proceso sencillo y rapido. Parece que primero 6 la pintura. Finalmente se grabaron algu detalles, como ojos, orificios nasales y cuernos, Las posturas acurrucadas de jc los bisontes, ¢ terminadas, al menos en parte, por la forma de las protuberancias, etado de diversas, ormas ~como que se encuentran durmiendo, dando a 0 muriendo-. También se ha afirmado que la combinacién de machos y hembras giere la época de celo, Se trate d » que se trate, resulta interesante que los pintores ran de encajar los animales sobre las protuberancias, y, al mismo, tiempo, de re nibles; si h nar los espacios disp efias podrian haber representado a los animal en la posicién erguida mas normal. bvio que hubo algun tipo de int nes rocosas. Los pintores transformaron las formas de la roca. Quiaé la persona desco- nocida de la Unidad de tiempo I estuviera implicada en un proceso relacionado de in- teraccién con la pared de roca cuando colocé el diente de oso en el hueco. Volveré s0- bre esta intrigante idea en un capitulo posterior. En el techo de Altamira, junto con los extraordinarios bisontes, hay representacio- nes de caballos,ciervas (kim. 3) y signos en forma de puntos, cuadriculas y claviformes (lineas verticales con una protuberancia descentrada en uno de sus lados). La cueva también contiene huellas de manos y dibujos serpenteantes trazados con los dedos en Iaarcilla blanda. Algunos de estos trazados abarcan imagenes, como la de la cabeza de un toro. Estos y otros ejemplos llevaron a la idea de que las imagenes figurativas se desa rrollaron a partir de marcas realizadas al azar, otra idea sobre la que volveré. a parte ms profunda de la cueva de Altamira, la Cola de Caballo, tiene muchas imé- genes, principalmente pero no exclusivamente grabados. Resulta especialmente interesan- te por las supuestas «mascarasy (lms. 4 y 5). Algunas protuberancias de las paredes se han marcado con pintura para que parezcan ser caras que sobresalen y miran al visitante; al menos tna parece ser la cara de un animal. No se encuentran en otras partes de la cueva, He aqui otro ejemplo de interaccion entre creador de imagen y pared de cueva. Se dio re- levancia ala propia pareds no era simplemente un soporte neutral para una imagen. ‘Tras haber atravesado los pasajes y cimaras de Altamira y haber legado al final de la Cola de Caballo nos enfrentamos a uno de los problemas més profundos de la in- vestigacién en torno al arte del Paleolitico superior. ;Reconocia la gente que utilizaba las cuevas areas especificas en las cuales, quiz, realizaban rituales apropiados para cada una de las éreas? Si hemos de intentar distinguir secciones de cuevas que pueden haber significado co- sas en cierta forma distintas para la gente del Paleolitico superior, nuestros resultados de- penderan de los criterios que elijamos como relevantes, ;Tenemos en cuenta la distribu- ci6n de las especies animales, o de las técnicas de representacidut (Por ejemplo, grabado 6 pintura), los tamatios de las imagenes, o las cantidades totales de imagenes indepen- dlientemente de sus temas, 0 que? Los criterios posibles parecen infinitos; cambiemos de criterio y cambiaremos nuestra division de la cueva en dreas hipotéticamente significati- vas. ;Cuinta importancia deberiamos otorgar ala configuracién de la propia cueva? :De qué formas interactan las imagenes con las cuevast jExiste alguna prueba, aparte de las imagenes parietales, que nos aporte claves sobre los tipos de actividades que la gente lle vaba a cabo en las cuevas? Estas serdn preguntas recurrentes a medida que avancemos. Observando las diversas imagenes de Alta reuil, que las registr6 en una fecha tan temprana como el aito 1902, comenté: «Buscamos en vano una escena compuesta, pero la mayoria de las figuras estén situadas juntas, cercanas unas de otras, en grupos: més o menos amplios...»**. Estaba planteando un problema al que se enfrentarian mus cchos investigadores desde diversos puntos de vista: ;hasta qué punto puede decirse que las imagenes del arte del Paleolitico superior estén «situadas» en combinaciones signi- Bepersona desco- ionado de in. go. Volveré so- representacio- iy laviformes Gon los dedos en ide la cabeza de un rativas se desa- Gene muchas imé- as paredes se han in al visitante; al partes de la cueva Be cueva. Se dio re- Begado al final de fundos de la in: geste que utilizaba significado co- 9s resultados de leventa la distribu siemplo, Eenigencs indepe ps; cambiemos de smente significa propia cueva? ;De aparte de las aque la gente ll. cen una fecha jexena compuesta, ge otras, en grupos ede decirse que inaciones signi Descubriendo la Antigiedad humana 39 ficativas? {Contienen las cuevas «conjuntos» de imagenes? ;Por qué alguna: imagenes estén superpuestas sobre otras? Breuil no hall6 ningiin patron repetido y lego a la con clusién de que, en general, las imagenes deberian verse como articulos dispares dis persos, Pero, jestaba en lo cierto? Periodos y fechas Breuil, Cartailhac, Piette, Riviere spitan, todos esos primeros investi: dad, empleaban palabras como «Paleolitico» sin tener la menor idea de a qué se referian en términos de anos. :Hace cudntos afios tuvo lugar el Paleolitico? ;Cudnto duré? Po dian asignarse fechas relativas alos estratos de las cuevas: cuanto mas inferior el estra 10, més antiguo ha de ser. Pero una datacién ofrecida en niimeros de anos parecia impo- sible. El problema se resolvi6, al menos en parte, en la década de 1950. Willard P. Libby, in fisico norteamericano que habia trabajado en el Proyecto Manhattan que llev6 a la detonacién de la primera bomba atémica en Nuc’ México en 1945, descubrié la técni 2 de datacién por carbono radiactivo (carbono-14). La arqueologia qued6 transforma da, y a Libby se le concedié el premio Nobel de Fisica en 1960. Muy brevemente, la tée \diocarbono se basa en el hecho de que toda ma viviente, ya sea planta 0 imal, ontiene un isétopo radiactivo de carbono conocido como carbono-14, Se ab- sorbe de la atmésfera y se ingiere con la comida. El ritmo al que se desint ra este car pono es constante, Midiendo tanto el carbono-14 desintegrado como el restante, los in tigadores pued calcularla fecha en la que murié el organismo, esto es, en la que dej6 deseubierto un 0.000 y 50. de absorber carbono-14, Libby hi eloj natural. Pero la técnica tiene mites practicos: deja de ser eficaz en imitacién ha situado un interro nte sobre la fecha de comienzo del Paleolitico superior. Sin embargo, la datacién por carbono radiactivo indica firmemente que el periodo Paleolitico superior, la parte del Paleolitico en la que la gent comenzé a hacer arte, 000 afios (fig. 12). Desde | ada de 1950, otras técnicas de datacién han tendido a confirmar estas fechas. Debo duré aproximadamente desde hace 45.000 ha: dir al mismo tiempo que las fechas se re eren a Europa occidental; mas adelante mos la importancia de esta restriccién. El Pal en Europa occiden fue un periodo de seres totalmente humanos desde el punto de vista anatémico, in 0 superios stintos a nosotros mismos, el periodo del Homo sapiens. Tenian los mismos cuerpos lo que es mas importante, los mismos cerebros que nosotros. Todo el arte sobre él hemos estado hablando viene de este periodo. periodo q ie precedié al Paleolitico superior en Europa occidental se conoe no Paleolitico medio. Se caracterizé por el Homo neandertha hombre de Neandertal» Los neandertales no hacian arte, fan un equipo de uten- jos de piedra més simple, y eran mas oportunistas en su modo de cazar que el Homo sapiens. Técnicas distintas a la de carbono radiactivo indican que el Paleolitico medio xr desde quiz 220,000 aos hasta hace aproximadamente 45,000 af s son aproximadas, Todas e El periodo que precedié al Paleolitico medio se conoce como Paleolitico inferio duré desde unos casi tres millones dependiendo dea afios hasta hace 130,000 afi El Paleolitico inferio i26 por la presencia de diversos hominidos, incluyen do el Homa erectus y habilis, cuyos fésiles se han encontrado en Africa Home gionales y subdivisiones mas precisas de los tres periodos principales. Lo unico que de hac te momento es sefalar lo que se ha ll del Paleolitico medio al superior. En Europa occidental esta transicién se extiende en tre hace 45,000 y hace 35.000 afios. Durante este periodo los neandertales dieron paso | Homo sapiens después de que las dos formas hubieran convivido juntas, al menos d ‘minadas dreas, durante algunos miles de afos, Sin duda, esta transicién fue w ante mucho tiempo se ha crefdo, de forma, como veremos, no del todo correcta, que el «arte» comenz6 en este lugar y en ese m mento. Siguiendo los pasos de Childe, los investigadores han denominado la transicién Jel Paleolitico medio al superior como la «RevoluciGn del Paleolitico superior», 0, mas dramsticamente incluso, come n creativay. De repente, 0 es0 muchos investigadores, el arte apareci6 sas partes del mundo y se les diera la oportunidad de vivir con los neandertales, estu Jiarlos y aprender st idioma, creo que se sentirian perdid diendo dea nico que de la transicion do, de forma, do la transiciGn le pareja de antropé scala en diver Descubriendo la Antigiedad mana 4 incomprensible. Pero si a esos mismos antropélogos se les permitiera transportars nos cuantos miles de aftos adelante, hasta el Paleolitico superior, inmediatament pondrian a apren el idioma, a estudiar los sistemas de parentesco y otras relaciones amanas, la economia, y hasta la religidn de sus anfitriones. En pocas palabras, se sen rian tan «eémodos» como lo estarian entre cualquier com quier parte del mundo de hoy dia, unidad humana de cual 2Qué fue lo que ocurri6 durante la transicién del Paleolitico medio al superior para tan de responder esa p nta y, al mismo tiempo, demuestran que lo que parece ser una «revolucién» fixe algo ese estableciera esa diferencia? Los capitulos que -cesitamos hacernos preguntas mas amp 1s que las que nor Imente se plantean. Fundamentalmente, necesitamos saber cémo evolucioné la nteligencia. ;En qué sentidos esta relacionada Ia con ncia con la ereacién de arte? O, antear la pregunta de otra manera, jes la crea mn de arte simplemente una parte de lo que ¢s ser humano, como parece ser el len consiguiente apenas necesita una explicacién (aunque se discute el cmo donde y el cuindo de la adquisicion del lenguaje)? Las maneras en las que distintos uantas y explicar el arte del Paleolitico supe nos Hlevan a través de los laberintos del pensamiento, las circ nstancias sociales y filosofia occidentales.

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