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La construcción
de la noticia
Ediciones Paidós
Barcelona- Buenos Aires- México
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Cubiert a de Mario Eskenazi
2 a edición, 1993
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parcial de est a obra por cualquier m ét odo o procedim ient o, com prendidos la
reprografía y el t rat am ient o inform át ico, y la dist ribución de ej em plares de ella
m ediant e alquiler o prést am o públicos.
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Para Inma Garijo Sánchez-Barcáiztegui
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SUMARIO
INTRODUCCIÓN ............................................................................................9
I. EL ESTUDIO DE LA NOTICIA
1. BASES EPISTEMOLÓGICAS.....................................................................15
1.1. Metodología .......................................................................................15
1.1.1. De la semiótica del enunciado .....................................................16
a la semiótica de la enunciación ............................................................16
1.1.2. ¿Semiótica versus sociología? Sociosemiótica...............................16
1.2. Delimitación del objeto: la noticia.......................................................18
1.2.1. Del acontecimiento a la noticia ....................................................18
1.2.2. La noticia como construcción social de la realidad .......................20
1.2.3. La noticia y la realidad social.......................................................22
3. EL CONSUMO DE LA NOTICIA.................................................................40
3.1. Los efectos de la comunicación de masas ...........................................40
3.2. Las primeras teorías: la omnipotencia de los medios ..........................42
3.3. El estudio de la audiencia: la minimización de los efectos...................44
3.4. Las últimas teorías: la construcción de temario..................................46
3.4.1. La construcción del temario: problemas.......................................50
3.4.2. La construcción del temario: ventajas ..........................................53
3.5. Los efectos de la noticia .....................................................................54
3.6. Prospectiva sobre las teorías de los efectos .........................................56
1. EL ACONTECIMIENTO .............................................................................62
1.1. Evolución histórica del acontecimiento...............................................63
1.1.1. Antes de la prensa de masas ......................................................64
1.1.2. En la época de la gran prensa de masas ......................................67
1.1.3. El acontecimiento y la comunicación de masas ............................68
1.2. La naturaleza del acontecimiento .......................................................70
1.3. Las características del acontecimiento ...............................................74
1.3.1. Características generales del acontecimiento ..............................74
1.3.2. El acontecimiento en los mass media..........................................76
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2.1. La relación acontectmiento-mass media ............................................84
2.2. Las reglas de selección de los acontecimientos ...................................85
6. LA PROFESIONALIDAD PERIODÍSTICA..................................................117
6.1. El «gatekeeper».................................................................................118
6.2. El «advocate»....................................................................................120
6.3. El productor de la realidad social .....................................................123
7. LA OBJETIVIDAD ..................................................................................130
7.1. Críticas a la objetividad periodística .................................................130
7.2. Crisis de la objetividad periodística ..................................................132
7.3. La objetividad como ritual estratégico ..............................................133
7.4. Propuestas para una objetividad periodística ...................................135
7.5. La función cognoscitiva del periodista ..............................................139
BIBLIOGRAFÍA ..........................................................................................153
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INTRODUCCIÓN
Cada m añana, de form a rut inaria, los ciudadanos que desean inform arse
leen el diario, escuchan la radio o ven la t elevisión. Est os individuos realizan el
consum o de una m ercancía un t ant o especial: las not icias. A cam bio de un
desem bolso económ ico, de form a grat uit a o m ediant e el pago de la at ención, que
se com put a en barem os de audiencia para el m ercado publicit ario, reciben una
serie de m ensaj es. Est a inform ación va a delim it ar, en ciert a m edida, su horizont e
cognit ivo.
Los propios m edios de com unicación son los prim eros que se present an
com o los t ransm isores de la realidad social. La virt ualidad del discurso periodíst ico
inform at ivo est á en sus pret ensiones referencialist as y cognit ivas. Est e t ipo de
discurso se aut odefine com o el t ransm isor de un saber m uy específico: «la
act ualidad». Est e acont ecer social cot idiano que se ha definido com o «la
act ualidad» debe ser obj et o de una pront a desm it ificación. Sí concept uam os «la
act ualidad» no ya com o t odo aquello que sucede en el m undo y que pudiera ser
t ransform ado en not icia, sino únicam ent e los acont ecim ient os a los que t ienen
acceso los m ass m edia, aun así «la act ualidad», t ransm it ida en form a de not icias,
no es m ás que una pequeña part e de est os acont ecim ient os. SCHRAMM ( 1982, pág.
163) recoge al respect o los siguient es dat os: De 100.000 a 125.000 palabras que
llegan a la A.P., la agencia de not icias selecciona unas 57.000 palabras que se
dist ribuyen por EE.UU. La oficina de A.P. de Wisconsin selecciona de est as not icias
unas 13.352 palabras, añadiendo not icias locales; dicha oficina envía 19.423
palabras a 4 diarios represent at ivos de Wisconsin, que seleccionan y ut ilizan 12.848
palabras. Por m i part e m e at revo a plant ear: ¿Cuánt as palabras leen los lect ores?
Todos nos vem os obligados a acceder al conocim ient o de ciert o ent orno a
t ravés de esa «act ualidad». La t eoría de la const rucción del t em ario ( agenda-
set t ing) apunt a claram ent e que es m uy posible que los m ass m edia no t engan el
poder de t ransm it irle a la gent e cóm o deben pensar o act uar, pero lo que sí
consiguen es im poner al público lo que han de pensar. Por ello, en principio, se
puede afirm ar que la efect ividad del discurso periodíst ico inform at ivo no est á en la
persuasión ( hacer creer) o en la m anipulación ( hacer hacer) , sino sencillam ent e en
el hacer saber, en su propio hacer com unicat ivo.
En el est udio de est e hacer com unicat ivo del discurso periodíst ico
inform at ivo, hay que t ener en cuent a que nos encont ram os ant e un discurso social
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y, com o t al, insert o en un sist em a product ivo. Est e sist em a product ivo t iene sus
propias caract eríst icas que se deben est udiar. Pero hay que recordar que la
const rucción de la not icia es un proceso de t res fases: la producción, la circulación
y el consum o.
El est udio t radicional de la not icia lim it a el papel de los m ass m edia al de
m eros t ransm isores de m ensaj es. El periodist a sería un m ensaj ero. Tam bién se ha
plant eado el consum o de la inform ación, pero sin t ener en cuent a que es una fase
del proceso de const rucción de la not icia. Em pero, la producción es, sin duda, el
aspect o m enos t rat ado. Por m i part e, considero que la const rucción de la
inform ación sólo puede ent enderse si se t ienen en cuent a las t res fases, aunque yo
m e cent re en la producción.
En prim er lugar, la producción de la inform ación es una act ividad com plej a
que se realiza, de form a indust rial, en el seno de una inst it ución reconocida
socialm ent e. Sin em bargo, nos encont ram os ant e la fase ocult a de la const rucción
de la not icia. Los propios m edios de com unicación son los prim eros que no
m uest ran fácilm ent e su proceso de producción. La aut oim agen que pret enden
t ransm it ir de su t rabaj o es la de recolect ores y t ransm isores de la inform ación. Su
act ividad se reduce, así pues, a la búsqueda de las not icias y a la ut ilización de una
t ecnología para su difusión.
En segundo lugar, no se puede desligar la producción del consum o
inform at ivo. Desde una perspect iva est rict am ent e sem iót ica cabría hablar de
reconocim ient o, sin em bargo el concept o consum o m e perm it e plant ear t am bién los
efect os de la com unicación. El lect or act ualiza el discurso periodíst ico enm arcándolo
en el género inform at ivo correspondient e. Toda act ividad discursiva presupone un
hacer int erpret at ivo por part e del enunciat ario. Evident em ent e, el aut or puede
prever una lect ura m odélica ( Eco, U., 1981) del dest inat ario. Sin em bargo, el lect or
em pírico, de acuerdo con sus subcódigos, puede llevar a cabo lo que Eco ( 1982,
pág. 292) denom ina una «descodificación aberrant e». Es decir, el lect or t iene la
posibilidad de int erpret ar el t ext o de form a personal. En ciert a ocasión Gabriel
García Márquez recordaba en un art ículo que sus hij os le com ent aban una clase de
lit erat ura recibida en la escuela sobre la obra de su padre. En la m ism a el profesor
explicaba que en la novela El Coronel no t iene quien le escriba el gallo que aparecía
represent aba a la revolución. García Márquez se sorprendía de la perspicacia del
m aest ro que había descubiert o un sim bolism o nuevo para él.
Volviendo a la not icia, dent ro de la perspect iva de la const rucción social de
la realidad, concibo la const rucción de la not icia com o un t ipo especial de realidad:
es la realidad pública. Desde est e punt o de vist a habría que hablar de la
const rucción de la realidad social. Los periodist as son, com o t odas las personas,
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const ruct ores de la realidad de su ent orno. Pero adem ás dan form a de narración a
est a realidad y, difundiéndola, la conviert en en una realidad pública.
Debo dest acar t am bién la im port ancia de est a aproxim ación t eórica que se
ha dem ost rado —en est o est án de acuerdo los principales invest igaciones
int ernacionales— la m ás acert ada para est udiar los procesos de const rucción del
sent ido. Por m i part e he dest acado sobre t odo el aspect o de la producción
inform at iva.
El libro est á dividido en dos part es. La prim era lleva por t ít ulo El est udio de
la not icia. En ella est ablezco las bases epist em ológicas que cim ent an est a obra.
Delim it o la m et odología ut ilizada. No es avent urado augurar a la sociosem iót ica un
papel fundam ent al en las fut uras invest igaciones de la com unicación de m asas. Con
ello se concret a el caráct er int erdisciplinar que dem anda est e obj et o de análisis.
Dent ro de la com unicación de m asas, m e he cent rado en la not icia. La not icia la
ent iendo com o const rucción de la realidad social. Sin em bargo, m e apresuro a
señalar su especificidad, ya que no es la única inst ancia en que se produce la
const rucción social de la realidad.
En est a prim era part e t am bién doy cuent a de dos de las fases del proceso
de const rucción de la not icia: la circulación y el consum o. Por lo que respect a a la
circulación, después de dibuj ar el panoram a del m ercado de la inform ación, m e
cent ro en el uso de los dist int os canales de la com unicación. Sin em bargo, creo que
t odavía est á por invest igarse cuál es el uso inform at ivo de los dist int os m edios. Un
ej em plo puede ser bast ant e esclarecedor. Pensem os en un ciudadano que una
t arde de dom ingo escucha la ret ransm isión radiofónica de un part ido de fút bol.
Recibe la inform ación sobre el part ido, los goles m arcados, las declaraciones de los
prot agonist as, et c. Por la noche el m ism o ciudadano ve el program a t elevisivo de
deport es en el que visualiza las j ugadas que ya le fueron descrit as, los m ism os o
sem ej ant es com ent arios, et cét era. El lunes por la m añana nuest ro ciudadano
com pra un periódico deport ivo en el que se reincide en lo que ya sabe. Cada m edio
de com unicación cum ple una función que no es est rict am ent e inform at iva. Hay algo
m ás que una, aparent em ent e inút il, redundancia com unicat iva en el consum o que
ha llevado a cabo. Me at revería a apunt ar por m i part e a la grat ificación com o m óvil
de est e consum o inform at ivo m ult im edia.
El plant ear el consum o de la not icia m e perm it e adent rarm e en el est udio
diacrónico de las t eorías de los efect os. Con ello m e int eresa dest acar la im agen
social que se ha t enido de los m edios de com unicación. Adem ás incluyo una am plia
explicación crít ica sobre la t eoría de la const rucción del t em ario ( agenda- set t ing) ,
que hoy por hoy es la post ura m ás avanzada en est e ám bit o. Sin em bargo, la
dinam icidad de la com unicación de m asas obliga a la m odificación de las
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perspect ivas de invest igación. La prospect iva que llevo a t érm ino pret ende
descubrir los cauces por los que se desarrollarán los fut uros avances.
La segunda part e de m i obra lleva por t ít ulo La producción de la not icia. La
not icia es la narración de un hecho o la reescrit ura de ot ra narración, m ient ras que
el acont ecim ient o es la percepción del hecho en sí o de la not icia. La em presa
inform at iva puede ent enderse com o una indust ria que t iene com o input s los
acont ecim ient os y out put s las not icias. Sin em bargo, hay que punt ualizar que un
acont ecim ient o no es una realidad obj et iva, ext erior y aj ena al suj et o percept or del
m ism o. En prim er lugar, porque los m ass m edia t rabaj an con not icias que les sirven
las agencias de not icias. En segundo lugar, aunque se dé la percepción direct a del
hecho por un periodist a, ést e siem pre int erpret ará la realidad de acuerdo con su
enciclopedia. Jorge Luis Borges inicia uno de sus m ej ores relat os de El libro de
arena con las siguient es palabras: «Mi relat o será fiel a la realidad o, en t odo caso,
a m i recuerdo personal de la realidad, lo cual es lo m ism o.» Debo recordar que la
t eoría de la const rucción social de la realidad ( BERGER, P. y LUCKMANN, T., 1979)
hace referencia a la vida cot idiana. Adem ás hay que t ener en cuent a que los
acont ecim ient os son «realidades» hist óricas det erm inadas sociocult uralm ent e,
com o puede apreciarse en la variación hist órica que en los m ism os se han
producido. En la act ualidad los m ass m edia est ablecen unos parám et ros para
delim it ar los hechos que cabe considerar com o acont ecim ient os.
En relación a la producción de la not icia recoj o los elem ent os
fundam ent ales. Las fuent es inform at ivas desem peñan un papel principal en la
fabricación de la not icia. En el periodism o de invest igación se pone m ás de
m anifiest o est a circunst ancia. Pero adem ás se puede apreciar cóm o hay unas
fuent es privilegiadas que se consult an priorit ariam ent e. Est o, inevit ablem ent e, va a
det erm inar el sesgo de la not icia.
Por ot ra part e, describo las fases del t rabaj o periodíst ico, dedicándole una
especial at ención a la t em at ización. Hay que pensar que la m orfología de los m ass
m edia exige el dest acar unos asunt os en «prim era página». Est os t em as son los
que van a t ener una m ayor repercusión en la audiencia. Tengam os en cuent a,
adem ás, que nuest ro m uy bien inform ado ciudadano hace una selección de las
not icias que le aport an los m ass m edia. La opulencia inform at iva de nuest ra
sociedad obliga a delim it ar los cam pos de at ención de los t em as. Sin em bargo, hay
una serie de t em as dest acados por el sist em a de los m ass m edia que se im ponen
com o los asunt os m ás relevant es del día.
Ot ro elem ent o que dest aco es la organización inform at iva. Es int eresant e
desenm ascarar el discurso sobre el poder de form ación de las em presas
inform at ivas. Se argum ent a que el periodist a donde realm ent e aprende su oficio es
en las redacciones periodíst icas. De est a form a se pret ende que el aprendiz del
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oficio de periodist a no acceda a la profesión con un bagaj e de conocim ient os
previos que pudieran hacerlo m enos dócil para una socialización por part e de la
em presa. El int erés por el cont rol del personal se pone de m anifiest o cuando los
propios periódicos se conviert en en escuelas de periodism o. No hay que olvidar que
nos encont ram os ant e aparat os ideológicos que const ruyen la realidad social.
Dos de las problem át icas m ás candent es sobre la producción de la not icia
son la de la profesionalidad periodíst ica y la de la obj et ividad. No es un debat e
baladí el que se plant ea. Nos encont ram os ant e dos de las claves que sost ienen el
concept o liberal de la inform ación. Por m i part e defino al periodist a com o un
product or de la realidad social. Obviam ent e est a concepción choca front alm ent e con
el t ópico t radicional de la obj et ividad periodíst ica. En el m undo de los m ass m edia,
la obj et ividad sigue siendo uno de los m it os m ás difíciles de derrocar. I ncluso en un
fallido periódico ( ABB) , aut odeclarado am arillo por su direct or ( El País, 19- 2- 1986) ,
ést e afirm aba: «Lo publicarem os t odo, siem pre que sea verdad y vendible». En los
m edios de com unicación se liga indisolublem ent e la credibilidad a un concept o
obsolet o de obj et ividad.
Por últ im o, ent ro en el result ado final de est e proceso product ivo: las
not icias. Evident em ent e, el concept o de not icia variará de acuerdo con las
caract eríst icas que se est ablezcan del proceso product ivo. La definición de not icia
que propongo es la siguient e: «Not icia es una represent ación social de la realidad
cot idiana producida inst it ucionalm ent e que se m anifiest a en la const rucción de un
m undo posible». Mediant e est a definición pret endo poner de m anifiest o, en prim er
lugar, la const rucción de la not icia a part ir de los acont ecim ient os que diariam ent e
se seleccionan. En segundo lugar, hay una doble inst it ucionalización. La not icia se
produce en una inst it ución inform at iva que supone una organización com plej a. Pero
adem ás el rol de los m as m edia est á inst it ucionalizado y t iene la legit im idad para
producir la realidad socialm ent e relevant e. Por últ im o, recalco que la not icia es una
producción discursiva y, com o t al, t iene un proceso de elaboración t ext ual.
Finalm ent e no puedo dej ar de punt ualizar que est a obra se halla insert a en
la invest igación y el debat e int ernacional act ual sobre la com unicación de m asas. En
la m ism a t om o part ido, apunt o expect at ivas, rebat o concepciones obsolet as,
plant eo dudas... El t rabaj o cient ífico y pedagógico de est e libro se cim ent a en los
años de invest igación y docencia im part ida en la Facult ad de Ciencias de la
I nform ación de Barcelona. La discusión con am igos, colegas y alum nos ha
cont ribuido al esclarecim ient o de m is ideas iniciales. Por ello deseo hacer const ar m i
agradecim ient o a t odos ellos.
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I
EL ESTUDIO DE LA NOTICIA
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1. BASES EPISTEMOLÓGICAS
1.1. Metodología
El est udio sem iót ico de los discursos generados por los m ass m edia es uno
de los ám bit os que ha t enido un desarrollo m ás im port ant e, en los últ im os años, en
España.
La sem iót ica de la com unicación de m asas se ha consolidado com o una de
las disciplinas de m ayor int erés, t ant o a nivel académ ico docent e com o
invest igador. Est e proceso de consolidación ha debido sort ear diferent es obst áculos.
Algunos de ellos hay que buscarlos en el desarrollo de la sem iót ica. Ot ros, en las
propias caract eríst icas de los fenóm enos com unicat ivos a est udiar. El caráct er
het eróclit o, com plej o y dinám ico de los m ass m edia obliga a replant ear no sólo los
result ados de las invest igaciones pasadas, sino incluso la m et odología ut ilizada.
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1.1.1. De la semiótica del enunciado
a la semiótica de la enunciación
Desde la aparición en 1964 de Elém ent s de sém iologie de Roland Bart hes
las aport aciones de la sem iót ica al est udio de la com unicación de m asas han ido
evolucionando de acuerdo con los nuevos desarrollos de la disciplina sem iót ica. Se
producía así una especie de dependencia m et odológica. Sin em bargo, pront o el
propio obj et o de est udio em pezó a est ablecer sus exigencias. De la sem iót ica del
signo se pasó a la sem iót ica discursiva. El enunciado se había am pliado, pero la
com unicación de m asas exigía dar cuent a, asim ism o, del ám bit o de la enunciación.
La enunciación ent endida com o la realización de un proceso com unicat ivo. Se t rat a
de est udiar no sólo signos, ni t an siquiera discursos, sino los procesos de
producción, de circulación y de consum o de la inform ación.
Est a perspect iva det erm ina algunas variaciones m et odológicas. La m ás
im port ant e, sin duda, es la que hace referencia a la inm anencia del análisis
sem iót ico. Para «l’Ecole de Paris» ( COQUET, J. Cl., 1982) el principio de inm anencia
supone que cualquier rem isión a los hechos ext ralingüíst icos debe ser rechazada
por perj udicar la hom ogeneidad de la descripción ( GREI MAS, A. J. y COURTES, J.,
1979, pág. 181) . Sin em bargo es necesario, com o apunt a CHABROL ( 1983, pág. 67) ,
«una aproxim ación no inm anent e que relacione las descripciones est ruct urales de
cada nivel del análisis sem iót ico discursivo de un t ext o ( o de un corpus de t ext os)
con ciert as caract eríst icas de las est ruct uras sociales y/ o físicas pert inent es, desde
el punt o de vist a de las " condiciones de producción" o de " int erpret ación" , o aún
m ás, " de reconocim ient o" ». Com o señalé ant eriorm ent e, la sem iót ica t opa con un
obj et o de análisis que le exige unos nuevos crit erios de pert inencia. Com o nos
recuerda VI LCHES ( 1986, pág. 103) : «Salvo que se renuncie de ant em ano a que la
sem iót ica se ocupe de ciert os obj et os, la relación del espect ador con el t ext o no
puede basarse exclusivam ent e en un m odelo inm anent e».
Ot ra caract eríst ica de la sem iót ica de la com unicación de m asas es que
debe t rat arse de una sem iót ica sincrét ica. Sobre t odo en la radio y en la t elevisión
podem os apreciar dist int os planos expresivos no lingüíst icos: prosódicos, cinésicos,
crom át icos, et c. De nuevo el obj et o de análisis fuerza a la sem iót ica a dar cuent a
del efect o de sent ido result ant e de est e haz significant e.
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En 1973, Paolo FABBRI , en su conocido art ículo de la revist a Versus, «La
com m unicazioni di m asse in I t alia: sguardo sem iot ico e m alocchio de la sociologia»,
anunciaba la decadencia de la perspect iva sociológica frent e a la sem iót ica en el
est udio de la com unicación de m asas. Para Fabbri la sociología t radicional ent ra en
crisis al pasar de la ciencia de los hechos a la ciencia del sent ido. Por ello la
sem iót ica es la disciplina m ás idónea para el est udio de la com unicación de m asas.
Est a confront ación ent re la sem iót ica y la sociología en el est udio de la
com unicación de m asas debe m at izarse. En prim er lugar, no es pert inent e concebir
un cam po de est udio com o un cam po de bat alla en el que se enfrent an dist int as
disciplinas. Por el cont rario, pueden apreciarse bast ant es punt os en com ún ent re
ciert a sociología y la sem iót ica. Com o señala ROSI TI ( 1980, página 343) , en los
últ im os diez años la producción cient ífica de la Teoría de la Com unicación apunt a a
una especie de «herm enéut ica del acont ecim ient o». Edgar MORI N ( 1975, pág. 31 y
sigs.) propugna, por su part e, una «sociología del present e» de m at riz
fenom enológica.
Tengam os en cuent a asim ism o las t eorías de la const rucción social de la
realidad ( BERGER, P. y LUCKMAN, T., 1979) y de la agenda- set t ing ( Mc COMBS, M. E. y
SHAW , D. L., 1972) , ent re ot ras, que son de ext rem a ut ilidad para explicar t ant o la
producción del discurso com o su consum o por el enunciat ario. De hecho, com o
apunt a GEERTZ ( 1976, pág. 34) , «la sociología del conocim ient o debiera llam arse
sociología del significado, pues lo que est á socialm ent e det erm inado no es la
nat uraleza de la concepción, sino los vehículos de la concepción».
En segundo lugar, debem os recordar que una de las clásicas
cont raposiciones es la del análisis de cont enido cuant it at ivo con el análisis sem iót ico
cualit at ivo. Est a confront ación no es nueva en las ciencias sociales ( ALVI RA, F.,
1983) . Sin em bargo, deberíam os señalar que nos encont ram os ant e una falsa
dicot om ía. No son dos m ét odos incom pat ibles, sino com plem ent arios. Obviam ent e,
el análisis de cont enido es un m ét odo m ás idóneo para corpus am plios ( GLASGOW
MEDI A GROUP, 1977 y 1980) , m ient ras que la sem iót ica da lugar a est udios m uy
desarrollados de corpus reducidos ( GREI MAS, A. J., 1976) . Pero t am bién es posible
realizar análisis de cont enido ut ilizando en las variables cat egorías sem iót icas
( RODRI GO, M., 1986) .
Por últ im o, desearía apunt ar que el est udio de la com unicación de m asas
ha post ulado siem pre una perspect iva int erdisciplinar. Por ello es absolut am ent e
pert inent e que la base de las fut uras invest igaciones en est e cam po sea la
sociosem iót ica, ya que en ella se sint et izan las dos corrient es fundam ent ales,
sem iót ica y sociología, aunque debam os t ener t am bién en cuent a las aport aciones
de la psicología.
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Hay que reconocer que los m árgenes de la sociosem iót ica pueden parecer
de difícil definición. PÉREZ TORNERO ( 1986, pág. 438) considera que son t res las
dim ensiones de análisis de un proceso sem iót ico:
Com o ya he apunt ado, una de las dificult ades de la invest igación social
puede est ar en la det erm inación del obj et o de est udio. La com unicación de m asas,
y la not icia en concret o, es una realidad com plej a, diversa y cam biant e. Nos
encont ram os ant e una realidad poliédrica de la que sólo dam os cuent a de algunas
de sus caras. En est e t rabaj o pret endo est udiar la not icia com o un product o de la
indust ria inform at iva.
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1. Debe ser fenom enológica. Concept o que nos envía a:
a) el fenóm eno es concebido com o un hecho relat ivam ent e aislado;
b) la t eoría concebida va m ás allá de los lím it es disciplinarios. Est a
necesidad int erdisciplinaria supone la aproxim ación de ést a al
fenóm eno y no a la inversa.
2. El acont ecim ient o, que significa im previsibilidad, lo singular, es el
m onst ruo de la sociología. Pero es posible est udiar el acont ecim ient o a
part ir de la sociología clínica que considera:
a) el ám bit o hist órico m undial es el único ám bit o experim ent al posible;
b) una t eoría puede est ablecerse no sólo a part ir de regularidades
est adíst icas, sino a part ir de fenóm enos y sit uaciones ext rem as,
«pat ológicas», que desem peñan un papel revelador.
3. El acont ecim ient o, desde el punt o de vist a sociológico, es t odo lo que no
est á inscrit o en las regularidades est adíst it icas. El acont ecim ient o es,
por principio, desest ruct urant e.
4. El acont ecim ient o es accident e; es decir, pert urbador- m odificador.
Aparece una dialéct ica evolut iva- involut iva.
5. Las crisis son fuent e de ext rem a riqueza para una sociología no
est adíst ica. En ellas se une el caráct er accident al ( cont ingent e) , el
caráct er de necesidad ( puest a en práct ica de las realidades m ás
profundas) y el caráct er conflict ual.
Así pues, para MORI N ( 1975, pág. 258) : «Para com prender la crisis hacía
falt a pues reform ular m ás radicalm ent e la t eoría sociológica, concebir la sociedad
baj o sus dos aspect os, el aspect o generat ivo ( concernient e a su " inform ación" , es
decir su saber, sus reglas, sus norm as, sus " program as" ) y el aspect o fenom énico
( concernient e a su organización concret a hic et nunc, su práct ica, su exist encia en
un ent orno det erm inado) .»
La post ura de Morin debe com prenderse en el " m arco de la crisis de la
sociología a finales de los años sesent a. Algunas de sus ideas son realm ent e
int eresant es sobre t odo para la t em át ica de est e libro. Téngase en cuent a que la
concepción de not icia, com o t radicionalm ent e se ha acept ado, es lo opuest o a la
noción hist órica o cient ífica del hecho significat ivo, que es repet it ivo y const ant e, no
excepcional. Por, ello est a «sociología del present e» quizá pudiera denom inarse
t am bién «sociología de la not icia».
Siguiendo, pues, est a sint onía del est udio fenom enológico del
acont ecim ient o, enm arco la explicación del m ism o en la t eoría de la const rucción
social de la realidad ( BERGER, P. y LUCKMAN, T., 1979) . Est a realidad fenom énica no
sólo no t iene sent ido m ás allá del individuo, sino que adem ás, lógicam ent e, no es
19
inm ut able. Por ello doy cuent a de la evolución de la cat egorización del
acont ecim ient o en el sist em a de la com unicación social, porque un acont ecim ient o
siem pre hace relación a un sist em a. Así, al est udiar la nat uraleza del
acont ecim ient o, const at o las int errelaciones del m ism o con el sist em a que le da
sent ido. Com o es nat ural, siem pre m e rem it o, en últ im a inst ancia, al sist em a de los
m ass m edia. Al det erm inar las caract eríst icas del acont ecim ient o hago referencia
expresa a los m edios de com unicación. .
En el paso del acont ecim ient o a la not icia, la diferencia prim era que
est ablezco es que el acont ecim ient o es un fenóm eno de percepción del sist em a,
m ient ras que la not icia es un fenóm eno de generación del sist em a. Dent ro de las
t écnicas del periodism o, en ocasiones se ha sim plificado excesivam ent e el paso de
acont ecim ient o a not icia ( GAI LLARD , P., 1972, pág. 25- 33) . Est e error se debe a que
se concept úa est e fenóm eno de generación del sist em a desde un punt o de vist a
puram ent e m ecánico. Por m i part e, he relacionado el acont ecim ient o- not icia con la
realidad social a part ir de la noción de la const rucción de la realidad, com o
producción de sent ido a t ravés de la práct ica product iva y las rut inas organizat ivas
de la profesión periodíst ica. Por consiguient e, la concepción de est a const rucción de
la realidad variará según el caráct er que se le ot orgue a la propia realidad social.
20
concepciones se finaliza por reint roducir, al m enos im plícit am ent e, la concepción de
la realidad social com o algo ext erior y aut ónom o de la práct ica periodíst ica.
Por ot ro lado se post ula la hiperrealización de la realidad social a part ir de
una referencia expresa a la sociosem iót ica y la et nom et odología ( W OLF, M., 1982) .
Los m ass m edia son los que crean la realidad social. Los acont ecim ient os son
conocidos gracias a los m ass m edia y se const ruyen por su act ividad discursiva. En
nuest ra sociedad son los m ass m edia los que producen la realidad social ( VERON, E.,
1981) . Así pues, el proceso de la const rucción de la realidad social depende
ent eram ent e de la práct ica product iva del periodism o.
Est e m odelo, que en principio se pudiera decir que es el que sost engo,
puede cont ener algunas aporías. En prim er lugar, no debe asim ilarse el concept o
«const rucción de la realidad» única y exclusivam ent e con la práct ica periodíst ica. La
noción «const rucción social de la realidad» t al com o la definen BERGER y LUCKMAN
( 1979) se sit úa a nivel de la vida cot idiana; en la que se da, sin em bargo, un
proceso de inst it ucionalización de las práct icas y los roles. Est e proceso es al m ism o
t iem po socialm ent e det erm inado e int ersubj et ivam ent e const ruido. Est o nos lleva a
caract erizar la act ividad periodíst ica com o un rol socialm ent e legit im ado para
producir const rucciones de la realidad públicam ent e relevant es. Así pues, podem os
est ablecer que los periodist as t ienen un rol socialm ent e legit im ado e
inst it ucionalizado para const ruir la realidad social com o realidad pública y
socialm ent e relevant e. Est as com pet encias se realizan en el int erior de aparat os
product ivos especializados: los m ass m edia. Com o apunt a ALTHEI DE ( 1976, pág.
25) , «la inst it ucionalización de los not iciarios inform at ivos se ha convert ido en una
act ividad sancionada».
En segundo lugar, est e m odelo puede caer en la falacia de considerar a los
m ass m edia com o los const ruct ores de la realidad sin t ener en cuent a la int eracción
de la audiencia. Por ello debe quedar bien claro que la const rucción social de la
realidad por los m ass m edia es un proceso de producción, circulación y
reconocim ient o. Pensem os que la act ividad periodíst ica es una m anifest ación
socialm ent e reconocida y com part ida. I ncluso hist óricam ent e, se han producido
variaciones en la producción periodíst ica que el consum idor va conociendo. Com o
nos recuerda VÁZQUEZ MONTALBÁN ( 1980, págs. 172- 173) , «fue el Herald quien
int roduj o sist em át icam ent e la crónica direct a, el em brión del " report aj e" en los
diarios, proporcionando al lect or la ilusión int elect iva de que " asist ía" al
acont ecim ient o del m ism o m odo que la " int erview" proporcionaba la ilusión de que
" veía" al personaj e».
Por consiguient e, est a relación ent re el periodist a y sus dest inat arios est á
est ablecida por un cont rat o fiduciario social e hist óricam ent e definido. A los
periodist as se les at ribuye la com pet encia de recoger los acont ecim ient os y t em as
21
im port ant es y at ribuirles un sent ido. Est e cont rat o se basa en unas act it udes
epist ém icas colect ivas que se han ido forj ando por la im plant ación del uso social de
los m edios de com unicación com o t ransm isores de la realidad social de im port ancia
pública. Los propios m edios son los prim eros que llevan a cabo una cont inua
práct ica de aut olegit im ación para reforzar est e rol social.
Si no se t ienen en cuent a est os dos punt os se cae en una concepción
idealist a que no t iene en cuent a, por ej em plo, la posibilidad de verificación de la
realidad const ruida. Com o apunt a GROSSI ( 1985b, pág. 383) , «es im product ivo
elaborar una t eoría de la realidad inform at iva com o product o del t rabaj o
periodíst ico para concluir después que a m enudo ést e se present a com o
pseudorrealidad; t am bién es aporét ico fundam ent ar ent eram ent e en la sola práct ica
organizat iva de los aparat os los recorridos del sent ido de la realidad inform at iva y
después denunciar que est os result ados discursivos sirven sólo para legit im ar el
orden exist ent e o reforzar los valores dom inant es o producir una im agen
" int eresada" de la realidad social».
Toda est a discusión m e lleva a la necesidad de plant earnos dos cuest iones.
En prim er lugar, habría que profundizar en est a específica const rucción social de la
realidad inform at iva en com paración a ot ras. En segundo lugar, se t rat aría de
descubrir el proceso de producción de la m ism a a t ravés del sist em a especializado
de los m ass m edia.
Por lo que respect a a la prim era cuest ión, no va a ser obj et o de at ención
en est e libro. Pero puedo esbozar algunas propuest as int eresant es. ADONI y MANE
( 1984) se plant ean el rol de los m ass m edia en el proceso de const rucción social de
la realidad. Dicho proceso lo cont em plan desde un punt o de vist a dialéct ico ent re
t res t ipos de realidad:
1. La realidad social obj et iva. Es experim ent ada com o el m undo obj et ivo
que exist e fuera del individuo. Est a realidad es aprehendida por los
individuos com o algo que no necesit a verificación y no dudam os de ella,
perm it iéndonos llevar a cabo los act os de exist encia cot idianos.
2. La realidad social sim bólica. Consist e en las dist int as form as de
expresión sim bólica de la realidad obj et iva. En est e apart ado ent rarían
los m ass m edia, aunque hay m ult it ud de realidades sim bólicas con
diferent es sist em as de sím bolos. Sin em bargo, el individuo puede
diferenciar las dist int as esferas de realidad sim bólica.
22
3. La realidad social subj et iva. Est a realidad t endría com o input s a las ot ras
dos. Es decir, el m undo obj et ivo y las represent aciones sim bólicas se
han fundido en la realidad social subj et iva. Las const rucciones
individuales de la realidad se basan, en las acciones sociales
individuales, la exist encia en la realidad obj et iva y el significado en
expresiones sim bólicas.
Est a realidad subj et iva individual est á organizada en t érm inos de «zonas
de relevancia» que difieren del aquí y ahora de la esfera individual inm ediat a de
act ividad. La realidad social se percibe a t ravés de un cont inuum basado en la
dist ancia de est os elem ent os. Los elem ent os sociales con los que el individuo
int eract úa frecuent em ent e cara a cara son la part e «cercana» de las zonas de
relevancia. Lo «rem ot o» de las zonas de relevancia est á com puest o, en general, por
elem ent os sociales m ás abst ract os que no son accesibles a la experiencia direct a. A
t ravés de est e cont inuum cercano- rem ot o y de los t res t ipos de realidad descrit os
ADONI y MANE ( 1984) pret enden clasificar y explicar los m icro y m acroniveles de la
vida social.
Recordem os que ya D E FLEUR y BALL- ROKEACH ( 1982, pág. 319 y sigs.)
apunt an que el grado de cont ribución de los m edia a la const rucción de la realidad
social del individuo est á en función de la experiencia direct a con los fenóm enos y de
la dependencia de la inform ación de los m edios sobre est os fenóm enos. Para ADONI
y MANE ( 1984) el proceso dialéct ico de la const rucción social de la realidad puede
definirse com o un sist em a de dos dim ensiones: a ) los t ipos de realidad ( obj et iva,
sim bólica y subj et iva) ; b ) la dist ancia de los elem ent os sociales frent e a la
experiencia direct a.
Volveré a cont inuación sobre la segunda cuest ión que había plant eado, a
saber: las caract eríst icas de la producción de la realidad social por los m ass m edia.
Est e ha sido el obj et o de est udio principal de est e libro. Enlazándolo con el t em a del
acont ecim ient o, recoj o las caract eríst icas que van a concret ar la at ención de los
m ass m edia sobre det erm inados acont ecim ient os. Un elem ent o fundam ent al en el
proceso de producción inform at iva son las fuent es. La relación ent re
acont ecim ient o- fuent e- not icia es esencial para la com prensión de la const rucción
social de la realidad inform at iva. Seguidam ent e vem os cuáles son las caract eríst icas
generales del t rabaj o periodíst ico que se realiza en el seno de una organización
det erm inada, de la cual t am bién dam os cuent a. Es indudable que la organización
condiciona la producción. Pero no sólo a nivel t écnico, sino t am bién ideológico. La
propia profesión periodíst ica se aut olegit im a en su rol de puros t ransm isores de la
realidad social. Pero difícilm ent e los periodist as reconocen que llevan a cabo una
const rucción de la realidad social, com o si est o fuera reconocer una especie de
23
«pecado original» del periodism o. Las concepciones sobre la propia profesionalidad
periodíst ica son diversas, cuando no cont rapuest as. Uno de los t em as claves en
est e debat e, sobre el que t am bién vuelvo a insist ir, es el de la obj et ividad.
Finalm ent e, abordo el caráct er del product o elaborado: las not icias.
Por últ im o, quisiera recordar una vez m ás que, si bien en est e libro se
part e de la not icia com o realidad social const ruida, ést a no es m ás que una de las
realidades que los individuos const ruim os cot idianam ent e Se puede discut ir la
im port ancia o relevancia de las dist int as realidades socialm ent e const ruidas. Pero
no hay que caer en la falacia de la unicidad de la realidad social.
24
2. LA CIRCULACIÓN DE LA NOTICIA
25
4. Cada m edio deberá buscar su propia part icularidad, ident idad y
especificidad de funciones, adem ás de individualizar m ás exact am ent e
los propios cont enidos, m edios expresivos…
5. Por lo que se refiere a la prensa, m ás que la am enaza de los ot ros
m edios deben t enerse en cuent a las propias cont radicciones y
problem as, sobre t odo los nuevos m odos de concent ración de la
propiedad, las crecient es dificult ades de gest ión y económ icas, la
incorrect a int roducción de las nuevas t ecnologías…
6. Se deben solucionar en la prensa algunos problem as est ruct urales: la
dist ribución de la prensa, la polít ica publicit aria, la profesionalidad de los
periodist as...
En algunos de est os punt os no creo que Livolsi aciert e con su diagnóst ico.
Para est e aut or una de las caract eríst icas principales de los m ass m edia es que
t ransm it en not icias aisladas, no dando el com plem ent o de la clave de lect ura o
int erpret ación ( LI VOLSI , M., 1979, pág. 34) . Desde est a prem isa no concibe la
obj et ividad com o la enunciación de la verdad absolut a, sino m ás bien com o el
esfuerzo para perm it ir que la not icia recibida pueda ser descodificada. «Así pues no
se t rat a sólo de dar not icias ciert as, sino t am bién de present arlas de m odo que su
correspondient e valoración sea posible por part e de los fruidores» ( LI VOLSI , M.,
1979, pág. 39) .
Livolsi desplaza el problem a de la obj et ividad del product or de la
inform ación al consum idor de la m ism a, adem ás apunt a a la int erpret ación com o
sist em a para soslayar la problem át ica de la obj et ividad.
Por últ im o, t am bién olvida Livolsi el fenóm eno de los m ult im edia en la
est ruct ura del sist em a de los m ass m edia. No sólo se produce una concent ración en
la prensa, sino que las em presas com unicat ivas diversifican sus m edios de
t ransm isión; así se dibuj a la t endencia de grandes em presas com unicat ivas t ant o
de prensa y radio com o de t elevisión.
Pero, por ot ra part e, Livolsi señala claram ent e la int erdependencia de los
dist int os m edios de com unicación form ando un sist em a que funciona m uy
int errelacionadam ent e.
Nos encont ram os con un sist em a het eróclit o, ya que cada m edio de
com unicación t iene unas caract eríst icas t ecnológicas que condicionan su m odo de
producción, de circulación y de consum o. Sin em bargo, y por ot ro lado, es un
sist em a bast ant e hom ogéneo que viene a cum plir las m ism as funciones sociales.
Adem ás las int errelaciones ent re los dist int os m edios son indiscut ibles.
Por ot ra part e, el sist em a de los m ass m edia t am bién es lugar de
confront ación ent re diferent es act ores. Los t res act ores principales que ent ran en
26
j uego con diferent es int ereses son: a ) los product ores de la com unicación, b ) las
fuerzas polít icas, c ) los grupos económ icos int ernos y ext ernos del sect or. Todos
ellos int ervienen t ant o en la producción com o en la circulación de la inform ación.
Com o apunt a HALL ( 1981, pág. 366) , «el m ercado represent a un sist em a
que requiere producción e int ercam bio com o si consist iese sólo en int ercam bio». En
el m ercado de la inform ación la producción inform at iva es t am bién la cara ocult a de
la luna. Los m edios de com unicación se present an com o m eros t ransm isores de
inform ación. La t ransm isión se significa com o la t ot alidad de la act uación
com unicat iva de los m ass m edia. Así, m ediant e un efect o de ocult am ient o, la
producción desaparece de la vist a del consum idor. Tam bién por ello he dedicado
m ucha m ayor at ención al apart ado de la producción que al de la circulación.
El conocido libro de Olivier BURGELI N ( 1974) La com unicación d e m asas
dedica la prim era part e del m ism o al m ercado de la not icia. Con ánim o m uy est rict o
de sínt esis recoj o algunos de los punt os m ás dest acados.
Dist inguiendo ent re la dem anda y la ofert a, nos recuerda est e aut or que la
acción de la dem anda es m uy eficaz en el cam po de la com unicación de m asas.
Tengam os en cuent a que «t odo hom bre es, en un m om ent o u ot ro de su vida,
consum idor de m ensaj es, y est o en cualquier sociedad. Desde que aparecen, en el
seno de la división del t rabaj o, profesionales de la com unicación, t rovadores,
narradores o com ediant es, est a dem anda recibe una expresión económ ica. La
originalidad de la sociedad indust rial avanzada, en relación a la dem anda de
m ensaj es, no reside, pues, en est o, sino sim plem ent e en el caráct er m asivo de la
dem anda que se hace diariam ent e» ( BURGELI N, O., 1974, pág. 26) .
En est e m ercado cult ural de la inform ación se descubren dos t endencias
opuest as, consecuencia de la m asificación de la indust ria de la inform ación. Por un
lado se da una t endencia a la dispersión cult ural, a la diversidad. Cada grupo social,
cada nacionalidad, et c., t iene form as cult urales diferent es. Pero frent e a est as
fuerzas cent rífugas se da la t endencia cent rípet a de unidad y hom ogeneidad de la
dem anda. «Por fuert es que sean las barreras lingüíst icas y las diferencias ent re las
cult uras nacionales, el desarrollo de un consum o cult ural com ún confirm a la
exist encia de una dem anda com ún, incluso si la ofert a aparece com o un fact or m ás
decisivo que la dem anda» ( ibíd., pág. 30) .
Por ot ro lado, las nuevas t ecnologías no parecen haber rot o est a disyunt iva
ent re la cent ralización y la descent ralización ( Mc HALE, J., 1981, págs. 108- 109) .
27
Burgelin señala la libert ad de elección en el m ercado com o una de las
caract eríst icas del m ism o, aunque luego recoge las crít icas al m ism o. «La libert ad
en las elecciones individuales se ej erce, en part icular, a la vist a del oponent e en el
int ercam bio, del obj et o a int ercam biar, del cost e, y, en fin, del m om ent o del
int ercam bio o, m ás concret am ent e, de la recepción del m ensaj e» ( BURGELI N, O.,
1974, pág. 30) . Las crít icas a est as supuest as libert ades son básicam ent e las
siguient es:
28
GI FREU, J., 1983) . No voy a profundizar en est e punt o, dot ado de un grado de
obsolescencia m uy elevado. Apunt em os sim plem ent e la t endencia a la creación de
m ult im edias com o nuevo desarrollo de la sit uación oligopólica. La concesión de
t elevisiones privadas en el Est ado español no hará m ás que acrecent ar est a
t endencia.
De la indust ria inform at iva m e int eresa dest acar t am bién el efect o social
que produce la not icia. Com o señala Eco ( 1978, pág. 29) , «la indust ria de la
inform ación, por el puro razonam ient o del beneficio, lleva a m agnificar
acont ecim ient os m inorit arios para hacer not icias excepcionales y a repudiar hechos
cont inuos y repet it ivos com o ant iperiodíst icos. Por ot ra part e, la m ism a nat uraleza
del m edio ( un periódico t iene cada día el m ism o núm ero de páginas, haya pasado o
no alguna cosa int eresant e) im pone a la indust ria de la inform ación el crear
acont ecim ient os aun cuando no exist en».
Es decir, que m ient ras que, por un lado, la indust ria de la inform ación
desarrolla una serie de product os con est as caract eríst icas, por ot ro lado, los
recept ores llevan a cabo una act ividad com unicat iva con unos efect os
det erm inados. Com o apunt a BURGELI N ( 1974, pág. 29) , aunque no haga excesivo
hincapié en ello, «queda claro que la lect ura del diario procura, al m enos a ciert os
lect ores, la sensación de una part icipación im aginaria en los acont ecim ient os del
universo». Desde est a perspect iva, el consum o de inform ación se t orna un rit ual en
sí. Desde est e punt o de vist a podríam os decir que la com unicación com o fenóm eno
de inform ación es m enos significat iva que com o part icipación rit ual del público.
29
Relaciones ent re gobierno y m edios
Sist em as polít icos poco diferenciados El m edio es un m onopolio del ám bit o
gubernam ent al y exist en pocos canales
alt ernat ivos
Sist em as polarizados Los m edios est án en aparat os
ideológicos cont rapuest os
Sist em as diferenciados o com plej os Hay una int eracción y com pet encia
ent re los m edios y los aparat os polít icos
en los procesos de t em at ización
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Sist em as poco difer enciados con Sist em as m uy diferenciados, con
Orient ación de la com unicación Fenóm enos de blackout Producción de acont ecim ient os
al cont rol polít ico del periodíst icos «oficiosos» accesorios a t r avés de la polít ica
Orient ación de la com unicación Cam paña alarm ist a law and Producción del acont ecim ient o
al uso sim bólico del order con la función de espect áculo por part e de los
acont ecim ient o m anipulación de las relaciones m edios y de los polít icos
sociales
Los sist em as diferenciados hacen pensar que, com o apunt a Oct avio PAZ ( E l
País 11- 4- 1986) , «la palabra de la sociedad no es un discurso único y hom ogéneo,
sino m últ iple y het erogéneo. Los m edios de com unicación pueden ocult ar a est a
palabra original con la m áscara de la unanim idad o, al cont rario, pueden rescat arla
y m ost rarnos, en las m il versiones siem pre nuevas que nos ent rega la lit erat ura, la
viej a im agen del hom bre- criat ura a un t iem po singular y universal, único y com ún».
Si bien est oy, en part e, de acuerdo con Oct avio Paz, no conviene olvidar
las caract eríst icas de la producción de la not icia. La lógica del sist em a de la
producción de la inform ación en el m undo occident al nos lleva a est ablecer com o
result ado del m ism o, un discurso hom ogéneo, si bien es posible que cada m edio, de
acuerdo con su polít ica edit orial, dé una visión diferenciada de los asunt os, aunque
los asunt os que t rat an los dist int os m edios son práct icam ent e los m ism os, con lo
que se consigue crear est a im agen de realidad única que t ransm it en los m ass
m edia. Pero si analizam os el com port am ient o com unicat ivo no de los m edios de
com unicación, sino de los individuos, hay que señalar que los m ass m edia no son
m ás que uno, quizás el m ás im port ant e, de los canales posibles a los que t iene
acceso el individuo.
Um bert o Eco y Paolo FABBRI ( 1978) est ablecieron las caract eríst icas de la
inform ación am bient al que rodea al individuo y lo circunscribieron al m odelo
urbaníst ico en la civilización occident al avanzada. Dist inguían Eco y FABBRI ( 1978,
págs. 556- 557) dos t ipos de com unicación:
31
1. Com unicación est repit osa:
a) Prensa nacional.
b) Televisión y radio de difusión nacional.
c) Publicidad de difusión nacional.
d) Cine.
e) Teat ro.
f) Música reproducida.
g) Obj et os y m ercancías.
h ) Prensa local.
i) Radio y t elevisión locales.
j ) Publicidad local.
k ) Siñaléct ica vial.
l ) Com unicaciones verbales inst it ucionalizadas y colect ivas ( prédica, et c.) .
m ) Fiest a que t enga caract eríst icas de com unicación est repit osa.
n ) Oct avillas y ot ro m at erial de propaganda polít ica ( g r a f f i t i , m urales,
et c.) .
o ) I m ágenes no- est ándar ( cuadros, est at uas) .
En est e cont ext o com unicat ivo que rodea al individuo Eco y FABBRI ( 1978,
págs. 570- 571) punt ualizan que:
a) El dest inat ario no recibe m ensaj es sino conj unt os t ext uales.
b) El dest inat ario no rem it e el m ensaj e a un código sino a un conj unt o de
práct icas t ext uales deposit adas.
c) El dest inat ario no recibe nunca un solo m ensaj e, sino m uchos, ya sea en
sent ido:
32
- sincrónico: un m ism o acont ecim ient o puede venir t ransm it ido por la
radio, TV, prensa…, o bien:
- diacrónico: el m ism o t ipo de inform ación es redundant e, pero de un
m odo dist int o, porque m ás que repet ición es acum ulación y variación.
En est e punt o nada m ej or que com ent ar la obra de Manuel MARTÍ N SERRANO
( 1982) que ha est udiado precisam ent e est e aspect o de la com unicación de m asas.
Dada la am plit ud del est udio, sólo recoj o algunos de los dat os m ás int eresant es.
Una const at ación prim era es que no t odos los m edios t ienen la m ism a
consideración social. No t odos los m edios son sólo m edios de inform ación. MARTÍ N
SERRANO ( 1982, pág. 43) punt ualiza que en España la t elevisión y la radio cum plen
la función de refuerzo de la ident idad social. Est a función se da cuando el hecho de
que el m edio com unique significa que el m undo sigue funcionando regularm ent e,
independient em ent e del cont enido de los m edios. MARTÍ N SERRANO ( 1985, pág. 45)
sigue dist inguiendo est a función en la t elevisión y en la radio: «El funcionam ient o
de la t elevisión ofrece la seguridad em ocional de que el m undo cot idiano
perm anece; el funcionam ient o de la radio, la seguridad em ocional com plem ent aria
de que el m undo por venir se va const ruyendo por sus pasos, y no será dem asiado
diferent e respect o al present e».
Por ot ro lado es clara y conocida la preferencia del público por los m edios
audiovisuales en det rim ent o de los im presos. Adem ás de las conocidas razones de
est e t ipo: el m edio im preso no im pone su presencia y los audiovisuales sí, o el
m ayor esfuerzo de la lect ura, MARTI N SERRANO ( 1982, pág. 46) apunt a: «A nuest ro
j uicio, el problem a de los efect os negat ivos que sobre la audiencia de los m edios
im presos ha t enido la generalización de los m edios audiovisuales podría
com prenderse en t érm inos de las t asas m ínim as de inform ación que un grupo social
necesit a m anej ar para desenvolverse en sus relaciones cot idianas».
Sin em bargo, MARTÍ N SERRANO ( 1982, pág. 49) const at a que hay un m ayor
int erés por la prensa que en el pasado. Adem ás las relaciones de uso ent re m edios
im presos y audiovisuales no son siem pre excluyent es. «Quienes ahora dedican m ás
t iem po a la lect ura de prensa y revist as, coinciden m uy frecuent em ent e con
33
quienes m ás t iem po dedican a la audiencia de t elevisión y radio. [ ... ] Cabe incluso
afirm ar que una at ención int ensa a los m edios im presos es un fact or generador de
at ención m ás int ensa a t odos los ot ros m edios. En cam bio, lo cont rario no es
verdadero. [ ...] Si se desease aum ent ar el t iem po consum ido por la población en
inform arse se debería de est im ular la lect ura de prensa, com o fact or m ult iplicador
de los ot ros consum os; en t ant o que est im ular el consum o de t elevisión y radio no
t ransform aría las cosas» ( ibíd., pág. 50) .
Sin em bargo se pueden apreciar claras diferencias ent re los dist int os
usuarios de los m edios: «La preferencia por la t elevisión es un indicador de la
est abilidad social, de las vidas ya hechas y de la vida en el hogar; la radio se
m uest ra com o la preferencia de aquellos que t odavía est án const ruyendo su
universo social. La preferencia por la prensa diaria denot a que est e m edio cum ple
t odavía una función de st at us ( se asocia con un nivel cult ural m ás alt o) y de
diferenciación de rol ( se asocia con int ereses m asculinos) ...» ( ibíd., págs. 53- 54) .
Ot ros dat os int eresant es son los que det erm inan la dedicación a un m edio.
Es lógico que en una ofert a com unicat iva rica y, en principio, plural se dé una
selección de los m edios ut ilizados por los ciudadanos. Est e dat o es de capit al
im port ancia para com prender por ej em plo, el efect o de eco o de adición que van a
ej ercer los t em as de im port ancia en los individuos. La exposición a un solo m edio le
ot orgaría a ést e un gran poder, m ient ras que si la exposición es plural será
precisam ent e la lógica del sist em a de la producción de la not icia la que det erm inará
los t em as im port ant es recogidos com o t ales por una pluralidad de m edios.
MARTI N SERRANO ( 1982, pág. 139) apunt a: «Es m uy raro que se produzca la
falt a de exposición, o la exposición a un único m edio. Pero est e hecho se debe a la
presencia de la t elevisión, y, en m enor m edida, de la radio. Es claro pues que, de
hecho, se produce una exposición a varios m edios de com unicación, con lo que se
puede claram ent e plant ear un efect o de adición de los dist int os m edios. Com o
señalam os ant eriorm ent e, será precisam ent e est e efect o de orquest ación del
sist em a com unicat ivo el que det erm inará la const rucción de los t em as de debat e
públicos».
Cuant o m ás se inform a un individuo, m ás canales ut iliza. «La dedicación de
un m ayor t iem po de audiencia a un m edio suele asociarse con la m ayor dedicación
a ot ros en proporciones elevadas de la audiencia. El est udio cont radice una
hipót esis bast ant e generalizada según la cual quienes dedican m ás t iem po a los
m edia im presos, dedican m enos a los audiovisuales» ( ibíd., página 140) .
Finalm ent e recoj o algunas de las conclusiones del est udio de MARTÍ N
SERRANO ( 1982, pág. 77 y sigs.) . Por lo que respect a a las funciones de los m edios
de com unicación afirm a que la sociedad española est á m uy m ediat izada, t ant o en
su organización com o en su desenvolvim ient o, por los m edios de com unicación de
34
m asas. Por un lado, los m ass m edia condicionan la form a de organización social
part icipando en las propuest as y en la evaluación de un m odelo det erm inado de
diferenciaciones sociales. El m odelo social que t ransm it en los m ass m edia no t iene
por qué ser t ot alm ent e verdadero, pero es el que se ofrece com o t al a los usuarios
de la com unicación.
Por ot ro lado, la población le suele dedicar un t iem po apreciable a
proveerse de la inform ación de los m ass m edia. «Est e hábit o indica que en nuest ra
sociedad es m uy difícil desenvolverse com o un ser social desconociendo la im agen
del ent orno que ofrecen los m edios. [ ...] Las form as de vida act uales son propias de
una sociedad que, para funcionar, depende cada vez m ás de la m ediación social
que se encom ienda a las inst it uciones com unicat ivas; a su vez, la crecient e
im port ancia de la m ediación de m asas en la vida cot idiana señala la exist encia de
una sociedad cada vez m ás com plej a y m ás organizada, la cual ya no puede
sat isfacer las necesidades de part icipación social de sus m iem bros con las vías que
ofrece la com unicación direct a...» ( ibíd., págs. 78- 79) .
Por su part e HALL ( 1981, págs. 384- 386) recoge t res funciones ideológicas
de los m ass m edia:
1. Sum inist ro y const rucción select iva del conocim ient o social. El
conocim ient o social depende de la m ediación de los m edios de
com unicación. Por un lado, sum inist ran la inform ación sobre grupos y
clases, de form a que los grupos const ruyen una im agen de las cosas,
significados, práct icas y valores de ot ros grupos y clases. Por ot ro lado,
se sum inist ran im ágenes y represent aciones e ideas sobre la t ot alidad
social. Es decir, que las piezas fragm ent adas que se t ransm it en pueden
ser capt adas coherent em ent e com o una t ot alidad.
2. Reflej ar y reflej arse en la pluralidad social. Los m ass m edia sum inist ran
un invent ario de léxicos, est ilos de vida e ideologías. Los dist int os t ipos
de conocim ient o social son calificados, ordenados y asignados en sus
cont ext os referenciales, dent ro de los m apas de la realidad social
problem át ica prom ovida. Por ej em plo, det erm inados act os son
calificados com o t errorism o, m ient ras que ot ros no. Est as calificaciones
son evaluat ivas y norm at ivas, pero no sólo sirven para saber m ás sobre
el m undo sino para darle un sent ido.
3. Organizar, orquest ar y unir lo que se ha represent ado y clasificado
select ivam ent e. Hay que señalar que lo calificado y represent ado se
m ueve dent ro de un orden reconocido. «El t ercer aspect o clave del
efect o ideológico de los m edios de com unicación est á const it uido por la
producción del consenso y la const rucción de la legit im idad no t ant o el
35
art ículo acabado, sino t odo el proceso de argum ent ación, int ercam bio,
debat e, consult a y especulación m ediant e el cual em erge» ( HALL, S.,
1981, pág. 386) .
En relación al uso de los cont enidos de los m edios hay que recordar que los
m ediadores son los que est ablecen los t em as. «Sin em bargo, la m ayor part e de las
audiencias adopt an una act it ud act iva frent e a la ofert a de com unicación a la que
t ienen acceso, eligiendo los m edios y los t em as de acuerdo con crit erios propios, los
cuales pueden o no coincidir con los crit erios que ha t om ado en cuent a el
m ediador» ( MARTÍ N SERRANO, M., 1982, página 291) .
«Las audiencias españolas se sirven de los m edios y de los cont enidos que
ofrecen para obt ener una inform ación sobre su ent orno que sea confiable; [ ...] En
segundo lugar, los usuarios est án int eresados en que la com unicación social les
capacit e para m anej ar su ent orno cot idiano. [ ...] En t ercer lugar, los públicos
esperan que la com unicación que les ofrecen los m edios sea accesible para ellos, es
decir que pueda ser fácilm ent e com prendida, que les dist raiga y les ayude a
evadirse de las preocupaciones cot idianas. En cuart o lugar, las audiencias desean
que la com unicación les sirva para el día. [ ... ] Finalm ent e, los usuarios desean que
la com unicación sea económ ica, es decir, que no repercut a sobre sus gast os
cot idianos de m anera apreciable» ( ibíd., pág. 298) .
No voy a ent rar, a cont inuación, a porm enorizar las caract eríst icas
peculiares de cada uno de est os m edios. Pero no puedo dej ar de señalar, por
ej em plo, el papel que desem peña la t elevisión com o una inst it ución cult ural cent ral
de nuest ra sociedad, que vehicula un discurso, según algún aut or ( SI LVERSTONE, R.,
1981) , m ít ico que const ruye una realidad social. Sin em bargo, dadas las
caract eríst icas t ecnológicas del m edio t elevisivo, el inform ador debe probar con
im ágenes lo que est á diciendo. Las im ágenes de los acont ecim ient os hacen m ás
difícil el cont rol de ést os por part e del m ediador. Est am os ant e lo que MARTÍ N
SERRANO ( 1977) denom ina m edia index, que son m edios icónicos sincrónicos, y que
ut ilizan códigos generales, por lo que producen m ensaj es cuyos referent es se
resist en al cont rol del m ediador.
Violet t e MORI N ( 1978) , en un int eresant e art ículo, recoge precisam ent e est a
relación dialéct ica que se est ablece en el discurso t elevisivo ent re lo vist o y lo
dicho. Est a aut ora est ablece la cuadrat ura del discurso t elevisivo a part ir de la cual
est udia porm enorizadam ent e est a relación dialéct ica.
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La radio t am bién const ruye su discurso m ediant e los inst rum ent os
significat ivos que le son propios ( RODRI GO, M., 1980) . Pero m ás que ent rar en las
caract eríst icas sem iót icas de la radio, veam os algunas de sus caract eríst icas
com unicat ivas en general. A part ir de un est udio com parat ivo ( HERMELI N, Ch.,
1983b) de las not icias radiofónicas y periodíst icas se est ablecieron las siguient es
conclusiones:
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Por ot ro lado, desde una perspect iva sem iót ica podem os señalar que el
periódico, com o los dem ás m ass m edia, es una inst ancia de producción de lo real.
Aunque, com o señala I MBERT ( 1984c) , el sent ido varía según la m at eria significant e
( código de escrit ura periodíst ica, et c.) y el caráct er plural del suj et o de la
enunciación. En relación a est e últ im o punt o, m ient ras que el discurso individual
est á condicionado por la alt eridad, en el plural se ponen en j uego inst ancias de
legit im ación.
I MBERT ( 1984 C) est ablece el est at ut o act ancial del periódico. Por un lado, el
ser del periódico: es un act ant e colect ivo con com pet encia em isora. El periódico
t iene una im agen de m arca que lo define com o dot ado de una ident idad pública.
Por ot ro lado, el hacer del periódico es un hacer program ado: la const rucción social
de la realidad. Const rucción social que est á basada en una producción
reglam ent ada. Adem ás est a codificación norm at iva del acont ecer t am bién est á
reglada por el libro de est ilo que algunos diarios est ablecen. Por últ im o, la ident idad
del periódico t am bién est á definida por un poder, basado en su est ruct ura
financiera, y por un querer, que es la vocación social y polít ica del m ism o. Est as son
las m odalidades, sigue I m bert , const it ut ivas de la com pet encia del periódico. De
ellas dependerá la perform ance, el hacer ser del periódico.
Para finalizar habría que dej ar const ancia del papel de la com unicación
int erpersonal, no ya en los procesos de influencia de los m edios de com unicación
( KATZ , E. y LAZARSFELD , P. F., 1979) , sino en la circulación de not icias. Al respect o,
podría señalar que, si bien es lógico pensar que los m ass m edia son el principal
product or de not icias, no siem pre se reciben, en prim er lugar, las m ism as a t ravés
de dichos canales. La com unicación int erpersonal puede llegar a desem peñar en
det erm inadas circunst ancias, un papel im port ant e.
Recordem os el m odelo propuest o por Greenberg «Person- t o- person
com m unicat ion in t he diffusion of new event s* Journalism Quart erly n. 41, 1964.
Greenberg ( cit ado por Mc QUAI L/ W I NDAHL, 1984, págs. 115- 121) señala que los
acont ecim ient os que van a producir las not icias son de t res t ipos:
Tipo I . Los acont ecim ient os que t ienen poca im port ancia general, pero que
son m uy significat ivos para unos pocos. Est os acont ecim ient os no t ienen un
t rat am ient o im port ant e por part e de los m ass m edia. Sin em bargo, para la m inoría
int eresada serán acont ecim ient os im port ant es, y una proporción bast ant e alt a de
est a m inoría se ent erará por la com unicación int erpersonal con los ot ros
int eresados.
Tipo I I . Son los acont ecim ient os a los que los m ass m edia les dan una
im port ancia pública general por lo que consiguen un t rat am ient o de im port ancia, y
son advert idos direct am ent e por la m ayoría del público. Est as inform aciones
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probablem ent e no serán difundidas por canales int erpersonales, aunque es posible
que se hable sobre ellos.
Tipo I I I . Los acont ecim ient os m uy urgent es, im port ant es, que reciben
m ucha y rápida at ención por part e de los m ass m edia. Sin em bargo, hay que
señalar que una gran proporción de personas recibirá est a inform ación a t ravés de
canales int erpersonales.
De acuerdo con est e m odelo se puede señalar que, en prim er lugar, hay
una audiencia prim aria de los m edios de com unicación de m asas que reciben la
inform ación direct am ent e de ést os. En segundo lugar, hay una audiencia
secundaria que recibe la inform ación a t ravés de canales int erpersonales de
personas que direct a o indirect am ent e recibieron la inform ación a t ravés de los
m ass m edia.
Para corroborar lo que acabo de exponer recoj o los dat os del est udio
núm ero 1280 del Cent ro de I nvest igaciones Sociológicas, que no ha sido publicado.
Dicho est udio es una encuest a que hace referencia al «Asalt o al Banco Cent ral» de
Barcelona que se produj o el 23- 5- 1981.
A la pregunt a de la encuest a «¿A t ravés de qué m edio t uvo la prim era
not icia?» el result ado es: radio 37,2% , T.V. 40,3% , periódico 1,6 % , conversación
con am igos 18,1 % , no recuerda 2,4 % , no cont est a 0,3 % . Com o puede
apreciarse, el porcent aj e que recibe la prim era not icia por vía de la com unicación
int erpersonal es bast ant e alt o.
Así pues, la relación int erpersonal no sólo es un elem ent o im port ant e en la
reint erpret ación de los m ensaj es com part idos colect ivam ent e, sino t am bién com o
canal de inform ación. De hecho, en los acont ecim ient os m uy im port ant es, am bos
canales funcionan práct icam ent e al unísono. Así, m ient ras Edgar MORI N ( 1964)
describe el asesinat o del president e Kennedy com o una t ele- t ragedia planet aria,
STREATSLEY ( 1965) dem uest ra, por el cont rario, que la m it ad del público
nort eam ericano recibió la not icia por canales int erpersonales.
39
3. EL CONSUMO DE LA NOTICIA
La hist oria de la Mass Com m unicat ion Research est á dom inada por el
aforism o posit ivist a: «Saber para prever, prever para poder». Por ello, desde sus
orígenes, una de sus áreas de est udio privilegiada ha sido la t eoría de los efect os.
Conocer cuáles eran las reacciones del público al recibir los m ensaj es m ass
m ediát icos ha sido una de las m et as de las invest igaciones de la com unicación de
m asas, obt eniendo así el supuest o poder de conducir el com port am ient o colect ivo.
Afort unadam ent e, la hist oria de la com unicación nos dem uest ra, t ant o a
nivel t eórico com o em pírico, que las predicciones no han sido siem pre acert adas. La
det erm inación del poder de los m ass m edia ha fluct uado de la om nipot encia a la
casi irrelevancia.
40
En un int eresant e art ículo BONFANTI NI ( 1984) , para est udiar la int eracción
ent re los m ass m edia y la opinión pública, est ablecía una t ipología de m odalidades
de im pact o de los m ass m edia, crit icando, asim ism o, las insuficiencias de cada una.
1. Los m ass m edia pert enecen a la esfera est ruct ural de la econom ía. Las
not icias son m ercancías fabricadas y dist ribuidas según la lógica del
m ercado.
2. Los m ass m edia son obj et o de recepción- fruición según las m odalidades
específicas de cada m edio. Est os m edios m odelan y canalizan la fruición:
a ) incidiendo en ciert as form as det erm inadas de organizar direct a o
indirect am ent e la percepción;
b) est ruct urando y dist ribuyendo;
c ) int eraccionando con la com unicación int erpersonal y, en general,
ocupando ciert o t iem po m ediant e la im posición de hábit os que t ienen
su reflej o en el rest o de las act ividades.
3. Los m ass m edia t ienen un cont enido que int erpret a, según explícit as o
im plícit as concepciones del m undo o ideológicas, la realidad social
represent ada.
41
3. Los años set ent a son los de la crisis del sist em a, que t iene sus inicios a
finales de los sesent a. Aparece la inform ación alt ernat iva, la
cont rainform ación.
Por ot ra part e hay que recordar que en cada período hist órico ha exist ido
una concepción de los efect os de los m edios de com unicación dom inant e. Est e
hecho de la asunción social del poder de los m ass m edia m e parece suficient em ent e
im port ant e com o para hacer un breve recordat orio de las dist int as t eorías.
42
individuos. El psicólogo pasó a form ar part e de los equipos de inst ruct ores
m ilit ares. La indust ria pront o se percat ó de que t enía int ereses sem ej ant es a los del
ej ércit o. Es decir, cóm o seleccionar hom bres que desem peñen con éxit o diferent es
em pleos, y cóm o adiest rarlos para hacer m ej or el t rabaj o. La psicología indust rial
se consolidó com o una disciplina im port ant e. Adem ás, con la aparición de los m ass
m edia, la indust ria se dio cuent a de que la psicología podía ser ut ilizada en la
publicidad y en la polít ica de vent as del product o de la em presa. El psicólogo va
int eresándose por las t écnicas de persuasión. Con el paso de la publicidad a la
propaganda polít ica, sólo se cam bia el m undo de los negocios por el de la polít ica.
La Adm inist ración em pieza a t ener m uy en cuent a los est udios de la opinión
pública. El ej ércit o, la indust ria, el poder polít ico, en su m aridaj e con la psicología,
la consolidarán com o una ciencia socialm ent e út il para el poder.
En est e cont ext o no es ext raño que las prim eras aproxim aciones a los
efect os de los m ass m edia se hicieran a part ir de una perspect iva biopsicológica. Se
part ió del principio de que la conduct a del suj et o est aba regida en gran part e por
m ecanism os biológicos heredados que int ervenían ent re el est ím ulo y las
reacciones. Sum ando a est os m ecanism os biológicos, cuya nat uraleza se
consideraba irracional y em ocional, en la concepción de la sociedad de m asas ant es
apunt ada es absolut am ent e congruent e que se consideraran los m ass m edia
capaces de m anipular a est os individuos.
Así se desarrolló la idea de la om nipot encia de los m edios a t ravés de
t eorías que recibían dist int as denom inaciones: «t eoría de la bala m ágica», «t eoría
de la aguj a hipodérm ica», «t eoría de la t ransm isión en cadena», et c. En t odas ellas
se part ía de la idea básica de que los m ensaj es incidían direct am ent e sobre el
individuo, y que est os est ím ulos eran recibidos de m anera uniform e por t odos los
m iem bros del público que reaccionaba inm ediat am ent e a los m ism os.
No se puede olvidar la incidencia, en est os post ulados, del descubrim ient o
del m ecanism o del reflej o condicionado por Pavlov, y en general de la corrient e
conduct ist a, de clara im pront a posit ivist a.
Adem ás, se t om aron com o verificación de est as t eorías los efect os de la
propaganda nazifascist a. Así, unas t eorías que no t enían ninguna base em pírica,
consideradas válidas a part ir de unos supuest os t eóricos generales, se vieron
supuest am ent e confirm adas por la acción de la propaganda bélica ( TCHAKHOTI NE, S.,
1952) .
El elem ent o quizá m ás caract eríst ico de est as t eorías era su preocupación
por el em isor. Lo que se t rat aba de averiguar eran las est rat egias ut ilizadas por el
em isor para llevar a cabo la m anipulación de los recept ores. Com o apunt a
D OMENACH ( 1963, pág. 43) , «la aport ación de Hit ler y Goebbels a la propaganda
43
m oderna ha sido enorm e». Los est udios se cent ran en la det erm inación de las
caract eríst icas de los est ím ulos que iban a incidir direct am ent e en los recept ores.
Desde est a perspect iva, los m ass m edia se consideraban com o m aquinarias
om nipot ent es y t erribles de m anipulación. Se produce pues una m axim ización de la
influencia de los m ass m edia en los est udios sobre la com unicación de m asas.
Em pero, hay que t ener en cuent a que la Mass Com m unicat ion Research
est aba en sus inicios y com o afirm an D E FLEUR y BALL- ROKEACH ( 1982, pág. 229) , «el
prim er conj unt o de creencias sobre la nat uraleza y el poder de las com unicaciones
de m asas no fue form ulado de hecho en su m om ent o por ningún est udioso de las
com unicaciones».
44
ej em plo, se form uló el principio de la exposición, percepción y ret ención select ivas.
Los individuos t ienden a exponerse a las com unicaciones que concuerdan con sus
opiniones e int ereses. Adem ás int erpret an los m ensaj es de acuerdo con sus
predisposiciones. Por últ im o, los individuos recuerdan predom inant em ent e aquellos
m ensaj es que les son favorables. La t eoría del supuest o im pact o direct o de los
m ensaj es m assm ediát icos es, obviam ent e, descart ada.
Por ot ra part e, Leon Fest inger aport ó, asim ism o, una m ayor luz en est a
conduct a select iva del recept or. En 1957, Fest inger exponía la t eoría de la
disonancia cognit iva. Según ést a, el individuo se caract eriza por ciert o est ado de
coherencia int erna; sus act it udes, sus principios, sus conocim ient os y sus acciones
t ienen ciert a congruencia. Así, cuando se ve enfrent ado a un m ensaj e que rom pe
est a coherencia, se crea una disonancia cognit iva. Por lo que el individuo va a
int ent ar rest ablecer el equilibrio, por ej em plo rechazando la inform ación o
int erpret ándola en un sent ido m ás conform e a sus opiniones.
En el est udio de la audiencia, ot ra perspect iva que se est ableció fue la de
las cat egorías sociales ( D E FLEUR, M. L. y BALL- ROKEACH, S., 1982, págs. 254- 257) .
Teniendo en cuent a la ant erior diferenciación de los m iem bros de la audiencia se
pret ende ver las sim ilit udes de conduct a de individuos en sit uaciones sociales
análogas. En definit iva, la t eoría de las cat egorías sociales afirm a que personas con
caract eríst icas sociales sem ej ant es m ost rarán un com port am ient o sim ilar ant e los
m ensaj es de los m ass m edia.
Se habían descubiert o las caract eríst icas personales y sociales del público.
Pero, indudablem ent e, un hit o im port ant e fue el hallazgo de la influencia del grupo.
Diferent es invest igadores se preocuparon de su est udio. Jacob Levy Moreno fue el
invent or de la sociom et ría. Kurt Lewin se int eresó por las relaciones personales en
los grupos pequeños y la influencia y la com unicación en el grupo.
Sin em bargo, en el ám bit o específico de la Mass Com m unicat ion Research
hay que rem it irse a la conocida invest igación de Paul F. LAZARSFELD , Bernard
BERELSON y Hazel GAUDET, The People's Choice. En est e est udio, realizado en 1940,
se const at a la influencia del grupo, que se concret ará en la fam osa «t eoría de los
dos escalones de la com unicación». En ella se evidenció la im port ancia de los
llam ados «líderes de opinión» en los m ecanism os de influencia int erpersonal ( K ATZ ,
E. y LAZARSFELD , P. F., 1979) .
Por consiguient e, para la t eoría de la com unicación la audiencia no es
hom ogénea, ni el individuo se encuent ra aislado psicológicam ent e. Adem ás hay que
apunt ar que, post eriorm ent e, la caract eríst ica de pasividad del público fue
definit ivam ent e descart ada por la m ás recient e «t eoría de los usos y
grat ificaciones» ( KATZ , E.; BLUMLER, J. G. y GUREVI TCH, M., 1982) . Est a t eoría
sost iene que la int eracción de las personas con los m ass m edia puede explicarse
45
por el uso que los individuos hacen del cont enido de los m edios m asivos y las
grat ificaciones que de los m ism os reciben.
La im agen t odopoderosa de los m edios fue derrum bándose a m edida que
se avanzaba en el est udio de las caract eríst icas de la audiencia.
En 1960, Joseph T. KLAPPER publicó su libro The effect s of m ass
com m unicat ion en el que se desarrollaba la t eoría de los efect os lim it ados de los
m ass m edia. Klapper am plía el m arco del esquem a est ím ulo- respuest a
int roduciendo una serie de fact ores int erm edios que condicionan el efect o del
est ím ulo en el recept or. Los post ulados básicos de est a t eoría son los siguient es:
«1. Las com unicaciones de m asas no const it uyen, norm alm ent e, causa
necesaria y suficient e de los efect os que producen sobre el público, sino que act úan
dent ro y a t ravés de un conj unt o de ot ros fact ores e influencias.
2. Los fact ores int erm ediarios son t ales que conviert en t ípicam ent e las
com unicaciones de m asas en agent e cooperador, pero no en causa única, en el
proceso de refuerzo de las condiciones exist ent es [ ...] .
3. En las ocasiones en que las com unicaciones de m asas favorecen los
cam bios, probablem ent e se dará una de est as dos condiciones:
a) los fact ores int erm edios serán inoperant es y el efect o de los m edios de
com unicación de m asas direct o, o bien
b) los fact ores int erm ediarios, que norm alm ent e refuerzan las condiciones
exist ent es, est arán en est a ocasión act uando a favor del cam bio...»
( KLAPPER, J. T., 1974, págs. 9- 10) .
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En los últ im os años, aunque no se pone en duda la influencia de las
relaciones int erpersonales en la form ación de las opiniones, se em pieza a
cuest ionar la exclusividad del grupo com o product or, prom ot or y legit im ador de las
decisiones. BOCKELMANN ( 1983, págs. 138- 143) apunt a algunas razones:
1. Los m ensaj es de act ualidad im port ant es llegan a los recept ores casi
exclusivam ent e a t ravés del cont act o direct o con los m ass m edia.
Aunque con post erioridad sean obj et o de discusión en el seno del grupo,
los t em as de discusión llegan desde fuera del grupo.
2. Dos fenóm enos hist óricos, que no se daban en los años 40, relat ivizan la
im port ancia de las relaciones grupales. Est os fenóm enos son la
t elevisión y la m ovilidad social horizont al ( los cam bios de país,
residencia, et c.) .
3. Los t em as públicam ent e inst it ucionalizados son el obj et o de las
relaciones int erpersonales de form ación de opinión. Es decir, los
procesos int erpersonales son la cont inuación de los procesos públicos de
influencia.
4. Hay una dependencia de los grupos prim arios con respect o a las
organizaciones form ales.
Est a desm it ificación del rol de los grupos no supone una rehabilit ación del
m odelo est ím ulo- respuest a, sino que se cuest iona la t eoría de los efect os lim it ados,
por lo que se infiere una vuelt a a la im port ancia de los m ass m edia en los procesos
de influencia.
A part ir de los años set ent a, algunos est udiosos se plant ean la revisión del
est udio del im pact o. Es lo que MAZZOLENI ( 1979) denom ina la New Look, en la que
incluye aut ores com o J. G. BLUMLER ( 1979 y 1980) , G. TUCHMAN ( 1981) , Mc QUAI L
( 1985) , E. NOELLE- NEUMANN ( 1977 y 1979) , ent re ot ros. Para definir básicam ent e su
post ura bast ará con recoger la siguient e cit a: «Resum iendo la t esis de Blum ler, se
puede decir que la t elevisión, la radio y la prensa poseen un not able poder en el
cam po del conocim ient o, dada su enorm e capacidad de influir en la form ación de la
" visión del m undo" de los suj et os, y al nivel inst it ucional, gracias al enorm e público
que t ienen, y con el que los polít icos deben cont ar» ( MAZZOLENI , G., 1979, pág. 65) .
Em pero, donde el nuevo enfoque de la influencia de los m edios se concret a
m ucho m ás claram ent e es en el m odelo om nicom prensivo e int egrador de la «t eoría
de la const rucción del t em ario» ( agenda- set t ing) .
Predom inant em ent e la t eoría de la const rucción del t em ario se basa en la
invest igación de las relaciones ent re los t em as que han sido enfat izados com o
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dest acados por el m ass m edia y los t em as que son im port ant es para el público. Se
afirm a que exist e una relación direct a y causal ent re el cont enido de los m edios y la
percepción por part e del público de lo que es el asunt o m ás im port ant e del día. Es
m uy posible que los m ass m edia no t engan el poder de t ransm it irle a la gent e cóm o
debe pensar, pero lo que sí consiguen es im poner al público en lo que ha de pensar.
El art ículo iniciador de dicha t eoría fue el de Mc COMBS y SHAW ( 1972) «The
Agenda Set t ing Funct ion of t he Mass Media». En los últ im os años su im pact o en el
cam po de la Mass Com m unicat ion Research ha sido considerable. Han proliferado
gran cant idad de t rabaj os, invest igaciones, t esis doct orales, et c. Sin em bargo est e
éxit o t iene t am bién su cost e. La t eoría de la const rucción del t em ario ha dado lugar
a docenas de subhipót esis, m anifest ándose una ciert a t endencia al caos en el
conj unt o de las invest igaciones.
En cualquier caso, en el m arco de la invest igación podem os encont rar los
siguient es com ponent es: el t em ario de los m edios ( Media Agenda) , el t em ario del
público ( Public Agenda) y el vínculo ent re am bos.
Los m edios de com unicación de m asas hacen una cobert ura de la
act ualidad a t ravés de las not icias, dest acando, adem ás, algunas de est as not icias
com o las m ás im port ant es de la j ornada. De acuerdo con la t eoría de la
const rucción del t em ario, est e t em ario de los m edios va a t ener su im pact o en el
t em ario del público. Pero a la hora de est udiar est a influencia nos encont ram os con
algunos elem ent os a t ener en cuent a. Por ej em plo, ¿cuál es la influencia de los
dist int os m edios? En su est udio inicial, Mc COMBS y SHAW ( 1972) no diferenciaban el
m edio t elevisivo de la prensa, ot orgándoles la m ism a eficacia. En ot ras
invest igaciones se ha pret endido diferenciarlos, aunque los result ados no parecen
t odavía dem asiado convincent es. En algunos supuest os la t elevisión parece ser m ás
efect iva que el periódico, m ient ras que en ot ros es a la inversa. Por ej em plo, en los
asunt os locales los periódicos t ienen una influencia m ás fuert e, m ient ras que en
t em as nacionales le corresponde a la t elevisión una m ayor efect ividad. En cualquier
caso, es evident e que no es posible considerar t odos los m edios com o iguales. Cada
m edio cum ple dent ro del ecosist em a com unicat ivo una función propia. Quizás, una
de las m ayores preocupaciones, y de los m ás im port ant es ret os para el fut uro de la
t eoría de la com unicación, sea la descripción y explicación de la est ruct ura
com unicat iva de form a global y diferenciada. No hay que quedarse en sim ples
aforism os int uit ivos com o el que afirm a que la radio inform a, la t elevisión ilust ra y
la prensa explica.
En m i opinión, a la hora de analizar el t em ario de los dist int os m edios se
deben t ener en cuent a t res elem ent os que est án fuert em ent e relacionados:
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1. La nat uraleza t ecnológica de cada m edio. No es que el m edio sea el
m ensaj e com o sent enciaba McLuhan. Pero ciert am ent e, la nat uraleza t ecnológica
del m edio no sólo condiciona la m orfología del m ensaj e, sino t am bién el propio uso
del m edio. El lect or del diario puede usarlo cuando le apet ezca, recreándose en la
lect ura, puede reexam inar una inform ación, hacer su propio archivo, et cét era. El
oyent e de la radio t iene un t iem po est ablecido por la em isora para la inform ación y
la sucesión t em poral de not icias im pide la búsqueda direct a y select iva de una
inform ación. Aunque la radio perm it e un com port am ient o paralelo a la escucha. El
espect ador de la t elevisión t iene que dest inar un t iem po exclusivo a la recepción de
inform ación que se le brinda com o una serie de not icias present adas en rápida
sucesión. El lect or, el oyent e y el espect ador llevan a cabo com port am ient os
com unicat ivos dist int os.
2. Morfología y t ipología de la inform ación. La duración/ espacio de la
not icia, su sit uación en el co- t ext o inform at ivo, la form a de present arlo, la
im port ancia ot orgada por los m ass m edia, et c., son elem ent os coadyuvant es en la
creación de la agenda de los m edios.
Ot ro elem ent o es la nat uraleza del t em a. El t ipo de inform ación es una
variable que no siem pre ha recibido la consideración que debiera. Hay una serie de
caract eríst icas que pueden condicionar la im port ancia del t em a: la proxim idad, la
espect acularidad, la anorm alidad, la im previsibilidad, et c.
3. Modelos de uso de los m edios. El uso de los m ass m edia es sin duda una
de las claves para la com prensión del proceso com unicat ivo.
La duración de la exposición, los hábit os de consum o inform at ivo, et c., son
circunst ancias im port ant es. Sin em bargo, el elem ent o fundam ent al para la
acept ación del t em ario de los m edios es la credibilidad. Aunque se podrían
dist inguir dist int os niveles de credibilidad.
a) El cont rat o enunciat ivo. En la com unicación de m asas se est ablece un
cont rat o por el cual el usuario de la inform ación la adquiere a cam bio de un ciert o
desem bolso económ ico y/ o de su at ención, que t iene su precio a t ravés de los
m ecanism os publicit arios. En cualquier caso, en la adquisición de la inform ación se
debe producir una relación fiduciaria por la cual el usuario cree que los m ass m edia
venden una inform ación fiable. En los regím enes en los que la censura est á
inst it ucionalizada, la credibilidad de los m ass m edia con los que se est ablece un
cont rat o enunciat ivo es m uy baj a.
b) La enunciación. La inform ación debe ser present ada en un co- t ext o y
con una m orfología que la haga creíble. En est e apart ado, el prest igio del suj et o de
la enunciación ( el m edio de com unicación) desem peña un papel m uy im port ant e en
la habilidad de la inform ación.
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c) El enunciado. La propia inform ación, aunque sea ext raordinaria y se
desvíe de la norm alidad, debe est ar dent ro de unos m árgenes de credibilidad.
Aunque hay que señalar que exist en com plej as relaciones ent re los dist int os
niveles, que pueden producir com pensaciones o desequilibrios.
No se puede decir que la t eoría de la const rucción del t em ario sea una
t eoría perfect am ent e acabada, quizás en los dos sent idos del t érm ino. Hay una
serie de problem as no resuelt os a los que ha de hacer frent e. Sin ánim o de
exhaust ividad, m encionaré algunos de ellos.
Por lo que hace referencia al est udio de la audiencia se pueden señalar
dist int os problem as. Uno de los principales es el de la individualidad, ya que nos
encont ram os que lo que una persona percibe com o im port ant e ot ra lo puede ver
com o m uy poco im port ant e.
Ot ro elem ent o es la relación ent re la com unicación int erpersonal y la
const rucción del t em ario. En est e punt o sigue habiendo polém ica ent re los dist int os
aut ores. Unos afirm an que la com unicación int erpersonal t iende a filt rar o a reducir
la influencia de los m edia, de form a que la const rucción del t em ario decrece cuando
la com unicación int erpersonal crece. Mc COMBS y SHAW ( 1972) se inclinan m ás bien
hacia est á post ura.
Ot ros aut ores, por su part e, señalan que la com unicación int erpersonal
facilit a o incluso es la que lleva a cabo el efect o del t em ario. Para ellos es en las
discusiones int erpersonales donde se lleva a efect o precisam ent e la función de la
const rucción del t em ario.
A la hora de est udiar la audiencia t am bién es im port ant e el t ipo de
exposición a los m ass m edia a la que se som et e el individuo. Por una part e,
obviam ent e, el efect o aum ent a cuant o m ayor es la exposición. Aunque en m uchos
casos no es adecuado em parej ar est rict am ent e la t ot alidad del t em ario de los
m edios con la t ot alidad del t em ario del público. Es necesario especificar t ant o la
fuent e de la inform ación com o el nivel de exposición. En una ponencia present ada
en la convención anual 1978 de la Midwest Associat ion for Public Opinion Research,
t it ulada «Vot ers'Need of Orient at ion and Choice of Candidat es: Mass Media and
Elect oral Decision Making», y cuyos aut ores son D. H. Weaver, L. Becker y M. E. Mc
Com bs ( W I NTER, J. P., 1982) , se dist inguían: a ) individuos que est án relacionados
con la inform ación polít ica principalm ent e a t ravés del periódico; b ) individuos que
ut ilizan preferent em ent e la t elevisión; c ) aquellos que usan igualm ent e am bos
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m edios. La cant idad, preferencia y pluralidad del t ipo de exposición es pues un
elem ent o sust ancial en el est udio de la audiencia.
Ot ro elem ent o im port ant e en la ut ilización de la inform ación por part e de la
audiencia es la necesidad de orient ación del público. Los individuos t ienen el deseo
de cont rolar lo que sucede en el m undo y sient en la necesidad de inform ación út il
para la vida diaria. Los m ass m edia van a cubrir, en part e, est a necesidad de
orient ación t ant o a nivel part icular com o general. Ot ras variables son, por ej em plo,
la experiencia previa que t enga el individuo sobre el t em a o el nivel de int erés que
t enga por el m ism o.
Com o se ha podido apreciar, uno de los problem as m et odológicos a los que
se enfrent a la t eoría de la const rucción del t em ario es la m ult iplicidad de variables
que pueden ent rar en j uego. Tant o por lo que hace referencia a las caract eríst icas
del m edia com o a las de la audiencia, el núm ero de elem ent os cont ingent es
( W I NTER, J. P., 1982, pág. 237 y sigs.) es bast ant e elevado.
Pero quizás el problem a fundam ent al no sea ést e, sino com o apunt a Chaim
H. EYAL ( 1982, pág. 226) , las dist int as m et odologías y concept ualizaciones en las
diferent es invest igaciones. A guisa de ej em plo, recoj o las dificult ades a la hora de
est ablecer el lapso de t iem po ópt im o en la const rucción del t em ario. Se han
ut ilizado dist int as m arcas t em porales en las invest igaciones ( EYAL, Ch. H.; W I NTER,
J. P. y D E GEORGE, W. F., 1982) . En dicha t eoría podem os dist inguir 5 m om ent os:
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Recordem os que Mc COMBS y SHAW ( 1972) est ablecieron un m arco t em poral
de t res sem anas y m edia, siendo la m edida de la duración del t em ario de los
m edios de t res sem anas y m edia. La duración del t em ario del público, por el
cont rario, era de dos sem anas y m edia, coincidiendo ést as con las dos sem anas y
m edia últ im as del t em ario de los m edios. Sin em bargo ha habido m uchas
variaciones por lo que respect a a est os plazos.
Est as diferencias m et odológicas son t am bién frut o de las m últ iples
invest igaciones que se han realizado en el m arco de est a t eoría. El im pact o de la
t eoría de la const rucción del t em ario ( agenda- set t ing) en la Mass Com m unicat ion
Research ha sido considerable, por lo que han proliferado gran cant idad de t rabaj os
de los que hem os t enido en cuent a una m uy pequeña part e: ASP ( 1983) ; ATWOOD ,
SOHN y SOHN ( 1978) ; BECKER ( 1982) ; BEHR y I YENGAR ( 1985) ; BENTON y FRAZI ER
( 1976) ; D E GEORGE ( 1982) ; EYAL ( 1982) ; EYAL, W I NTER y D E GEORGE ( 1982) ;
FUNKHOUSER ( 1973) , GADZI ALA y BECKER ( 1983) ; Mc COMBS ( 1981 y 1982) ; SHAW
( 1977) ; W I LLI AMS, SHAPI RO y CUTBI RTH ( 1983) ; W I NTER ( 1982) y W I NTER y EYAL ( 1981) .
Toda est a gran cant idad de est udios ha dado lugar a dist int as
invest igaciones que Mc COMBS ( 1981, págs. 122- 126) ha sint et izado en cuat ro t ipos
de est udios. En prim er lugar, hay que t om ar varias decisiones. Prim ero, si se va a
est udiar el im pact o de un solo t em a o de una pluralidad de t em as, est ableciendo los
t em as m ás sobresalient es. A cont inuación, si se van a est udiar los efect os del
t em ario en un lect or individual o con un grupo de lect ores. Así pues, los 4 t ipos de
est udio son:
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t em as a publicar. Est o supone, obviam ent e, el hacer un análisis
exhaust ivo del suj et o int errogado: edad, int ereses polít icos, et c.
3. El efect o de un t em a en un grupo de lect ores o en la opinión pública. Se
plant ea el efect o que produce sobre la opinión pública un t em a en
concret o. Por ej em plo, el est udio de W I NTER y EYAL ( 1981) sobre el
análisis del t em a de los derechos hum anos en la prensa de 1954 a 1976.
4. El efect o de un t em a en concret o en un lect or individual. Est e t ipo de
invest igación est á práct icam ent e inexplorado, pero correspondería al
est udio del efect o de un t em a en un individuo det erm inado que,
previam ent e, ha sido bien est udiado.
Hay que reconocer que la t eoría de la const rucción del t em ario abre
m uchas posibilidades de est udio y present a una serie de caract eríst icas que la
hacen una de las t eorías m ás int egradoras de la invest igación de la com unicación
de m asas.
Una de las virt udes m ás dest acadas de est a t eoría es que no ha fom ent ado
la, aparent em ent e inexorable, ley del péndulo. Después de la m axim ización de los
efect os de los m ass m edia, en una prim era et apa, hem os vist o cóm o se pasa a la
m inim ización de los m ism os. Después de la om nipot encia del em isor hem os pasado
a la prepot encia del recept or y de la relación int erpersonal. La t eoría de la
const rucción del t em ario es ecuánim e en la dist ribución de poderes. Aunque el
t em ario de los m edios t iene com o efect o el est ablecim ient o del t em ario del público,
est a t eoría no afirm a que los m ass m edia sean la única influencia recibida. Los
m ass m edia t ienen el poder de t ransm it ir su t em ario, y los recept ores el de crear el
suyo propio. La t eoría de la const rucción del t em ario es equidist ant e del polo em isor
y del polo recept or. Am bos act úan en el proceso com unicat ivo, por lo que es
absurdo m inim izar uno en favor del ot ro. Ent re am bos polos podem os decir que se
produce un ciert o equilibrio inest able. No sólo hay un fluj o com unicat ivo del em isor
al recept or sino que es una int errelación ent re los m ass m edia y los individuos de
su audiencia, aunque BÖCKELMANN ( 1983, págs. 189- 192) crit ica el m odelo
t ransaccional de Baüer, que est ablece un m odelo de proceso de influencia de dos
carriles. Baüer apunt a que el público, si bien depende de la ofert a exist ent e de
product os com unicat ivos, a su vez decide el rol del com unicant e a t ravés de sus
expect at ivas y de sus sanciones. La crít ica de Böckelm ann se cim ent a en la
apreciación de asim et ría en la relación ent re los m ass m edia y el público. A pesar
de que la punt ualización de est e aut or es acert ada, no se puede dej ar de reconocer
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que el cont enido de los m ass m edia es, de alguna m anera, result ado de un cont rat o
ent re dos part icipant es: los m ass m edia y la audiencia ( Mc COMBS, M. E., 1981, pág.
133) .
Por ot ro lado, la m ayor virt ud de la t eoría de la const rucción del t em ario es
que es una t eoría int egradora de ot ras t eorías. En el est udio del t em ario del público
podem os incluir t ant o los problem as de la com unicación grupal com o el im pact o
direct o en la audiencia, las t eorías clásicas de los dos escalones de la com unicación
o la de los usos y grat ificaciones.
Pero no sólo se pueden int egrar los est udios específicos de la t eoría de la
com unicación de m asas. En el est udio del t em ario int rapersonal cabe plant earse el
procesam ient o hum ano de la inform ación, el est udio de los t ipos de m em oria, et c.,
que ha desarrollado la psicología cognit iva. Adem ás, el est udio del t em ario de los
m edios nos perm it e cuest ionar el concept o de not icia y el valor que ést a t iene. Con
ello podem os plant ear perfect am ent e, dent ro de la t eoría de la const rucción del
t em ario, las act uales t eorías sobre la const rucción de la realidad social.
Las últ im as aport aciones de la sociología del conocim ient o, la
m icrosociología, la et nom et odología, et c., pueden t am bién incardinarse en la t eoría
de la const rucción del t em ario. Yo m e at revería a afirm ar incluso que es
im prescindible su colaboración, ya que los plant eam ient os son idént icos: «La
com unicación social de m asas no legit im a las opiniones y las act it udes, sino la
im port ancia de los t em as sancionados y la irrelevancia de los previam ent e
descart ados» ( BÖCKELMANN, F., 1983, pág. 49) .
La t eoría de la const rucción del t em ario es un m odelo en est udio y
evolución perm anent e que puede, dent ro del m arco definido, ir asum iendo
m odificaciones a part ir de las nuevas aport aciones t eóricas al paradigm a
est ablecido.
En la t eoría de los efect os podem os adm it ir que no est á claro, cóm o los
m ass m edia im ponen unos t ipos de com port am ient o, pero lo que sí es ciert o es que
los m edios plant ean los t em as e inician las opiniones. Pero la im port ancia de est os
efect os no est á sólo en los t em as t rat ados, sino t am bién en las inform aciones
«ocult as», en los problem as a los que no se da publicidad. De est a m anera se
sust raen a la at ención general algunos t em as y post uras.
Com o apunt a FOUCAULT ( 1981, pág. 143) , «cada sociedad t iene su régim en
de verdad, su " polít ica general" de la verdad: es decir, los t ipos de discurso que
acoge y hace funcionar com o verdaderos o falsos, el m odo com o se sancionan unos
54
y ot ros; las t écnicas y los procedim ient os que est án valorados para la obt ención de
la verdad; el est at ut o de quienes est án a cargo de decir lo que funciona com o
verdadero».
En nuest ras sociedades los m ass m edia son, en gran part e, los
const ruct ores de realidad social ( ALTHEI DE, D., 1976 y 1985) . Pero hay que t ener en
cuent a que no nos encont ram os ant e un proceso unilat eral, sino que se produce un
reconocim ient o de est a función por el recept or del discurso. Las not icias ayudan a
const ruir la sociedad com o un fenóm eno social com part ido, puest o que en el
proceso de describir un hecho relevant e la not icia lo define com o t al y le da form a.
Para que los m ass m edia puedan desarrollar est a función es im prescindible
que posean sobre t odo un elem ent o: credibilidad. La Revist a Española de la
Opinión Pública ( 1976) recoge un sondeo sobre la im agen de la profesión
periodíst ica. A part ir de los result ados del m ism o se puede decir que la im agen de
los profesionales del periodism o es posit iva. En un ranking de dist int as profesiones
los periodist as ocupan un lugar int erm edio. Un 70% dice que los periodist as se
esfuerzan por conocer t oda la verdad sobre las cosas en que se ocupan. Un 62%
declara que, en general, los periodist as, cuando escriben, expresan lo que ellos
creen que es la verdad. En est e m ism o art ículo se com ent a un sondeo realizado en
Francia con result ados sem ej ant es.
La credibilidad de un m edio puede depender de las caract eríst icas de la
audiencia y de los cont enidos de la inform ación ( MARHUENDA, J. P., 1979, pág. 55) .
Sin em bargo algunos est udios, que recoge MARHUENDA ( 1979) , est ablecen la
credibilidad en general de los dist int os m edios. La m ayoría de est udios de los que
da cuent a est e aut or apunt an a una m ayor credibilidad de la t elevisión en relación a
los ot ros m edios de com unicación.
Pero ot ro est udio recogido por El Periódico ( 16- 2- 1985) señala que los
profesionales de la radio ( 77% de aprobación) son los periodist as que despiert an
una m ayor confianza ent re los encuest ados. Les siguen los de prensa escrit a ( 62% )
y los de t elevisión ( 60% ) .
Finalm ent e ot ro est udio recogido por La Vanguardia ( 13- 1- 1985) recoge
dat os dist int os. Según el m ism o, la prensa es la que t iene una m ayor credibilidad
( 52% ) seguida por la radio ( 51% ) , las revist as ( 41% ) y la t elevisión ( 31% ) .
En cualquier caso no m e int eresa t ant o discrim inar qué m edio posee una
m ayor credibilidad com o dest acar la necesidad de su exist encia para que las
not icias t engan algún efect o.
Pero ¿cuáles son pues los efect os de las not icias? Ya Park ( cit ado por
GOULDNER, A. W., 1978, pág. 159) , en 1940, apunt aba que las not icias son la fuent e
principal para definir la realidad social en el m undo m oderno: «La m era
" publicación" de not icias, con relat os que cont ienen nom bres reales, fechas y
55
lugares específicos, genera la im presión de que " es posible verificarlas por cualquier
int eresado en ello..." , y, por ende, da origen a un supuest o no verificado a favor de
su verdad. Park exam inó expresam ent e el proceso por el cual el periodism o
const ruye una descripción convincent e de la realidad social: " La not icia queda m ás
o m enos aut ent ificada por el hecho de que ha sido expuest a al exam en crít ico del
público al que se dirige y a cuyos int ereses concierne... El público... por
consent im ient o com ún o ausencia de prot est as, pone su sello de aprobación a un
inform e publicado" ».
Est e efect o de realidad y la const rucción del t em ario m e parecen
incuest ionables: «Si los m edios de com unicación son capaces de t ransm it ir una
apreciación de las prioridades y de dirigir la at ención select ivam ent e ent re los
t em as y problem as es que pueden hacer m ucho m ás. El paso que va del proceso de
clasificación al de form ación de opiniones generales no es grande y la t eoría de la
socialización de los m edios de com unicación incluye ese elem ent o» ( Mc QUAI L, D.,
1985, pág. 251) .
En la form ación de opiniones nos encont ram os con la conocida t eoría de
NOELLE- NEUMANN ( 1977) de la «espiral del silencio». Los periodist as pueden
est ablecer el «clim a de opinión» que hay en un m om ent o dado sobre un t em a
concret o y que la audiencia busca sum arse a la t endencia m ayorit aria.
Com o ya he apunt ado es realm ent e difícil el est ablecer con seguridad
cuáles son los efect os de los m edios de com unicación. Los m ass m edia no son
om nipot ent es, pero su influencia t am poco es deleznable. Su influencia dependerá
de dist int os elem ent os cont ingent es. Si se m e perm it e una post ura ecléct ica, yo
diría que el dom inio de los m asa m edia est á en el poder que le ot orgue el individuo
a part ir del uso que haga de ellos.
Por ot ro lado, en las fut uras invest igaciones sobre los efect os de los m edios
de com unicación se han de t ener en cuent a una serie de circunst ancias
condicionant es.
En prim er lugar t enem os la exist encia de nuevos m edios de com unicación.
Pero ant es de ent rar en el ám bit o de las denom inadas nuevas t ecnologías hay que
reseñar el papel de la t elevisión en algunas de las m ás célebres t eorías sobre los
efect os. Algunas de est as t eorías no t uvieron en cuent a el m edio t elevisivo. Por
ej em plo, el m odelo de los dos escalones de la com unicación se form uló en los años
cuarent a, ant es de que la t elevisión llegara a ser un m edio de m asas. Recordem os
que hast a 1960 no había en EE.UU. un t elevisor por hogar. Por ello la crít ica que se
56
hace de est a t eoría es que el papel del líder de opinión funcionaba en una sit uación
com unicat iva en la que la t elevisión no part icipaba. Con la expansión de est e m edio
se da una reducción de la influencia int erpersonal y un aum ent o de la influencia de
los m ass m edia.
I ncluso BÖCKELMANN ( 1983, pág. 133 y sigs.) no propone un fluj o
com unicat ivo de dos escalones ( t wo- st ep- flow) , sino por m últ iples et apas ( m ult i-
st ep- flow) . Es decir que part iendo de los m ass m edia hay m últ iples escalones
int erm edios, form ados por líderes de opinión que t am bién buscan consej o de ot ros
líderes. Se produce un cam bio de papeles const ant es ent re los t ransm isores y los
consum idores de inform ación.
Ot ro hecho incont est able es el aum ent o del uso del m edio t elevisivo en los
países indust rializados. Según una encuest a del sem anario Tim e, los
nort eam ericanos dedican a ver la t elevisión por t érm ino m edio 6 horas y 48
m inut os al día ( El País 20- 6- 1983) . Si t om am os est os dat os com o buenos,
supondría que un nort eam ericano dedica en un año 3 m eses y 13 días a ver
inint errum pidam ent e la t elevisión. Est o no sólo supone la gran cant idad de t iem po
que se dedica al consum o de est e elect rodom ést ico, sino t am bién la inevit able
reducción en ot ras act ividades.
Por lo que hace referencia a las nuevas t ecnologías, qué duda cabe de que
la nueva sociedad inform at izada supondrá un cam bio m uy im port ant e en el uso de
los m edios de com unicación. El videot ext o, el t elet ext o, et c., producirán una
not able alt eración en el ecosist em a com unicat ivo. Lo que es m ás difícil es
det erm inar las caract eríst icas de est e cam bio.
Hay opiniones divergent es. Por un lado se apunt a ( MOSCO, V., 1986) que
las nuevas t ecnologías se van a ut ilizar para j ust ificar la cont inuación de la
dom inación del capit alism o t ransnacional. Por ot ra part e se habla de una
com put opía ( MASUDA, Y., 1984) com o una fase superadora del capit alism o act ual.
De hecho nos encont ram os de nuevo con la viej a disyunt iva ent re las
posibilidades com unicat ivas de los m edios y el cont rol de uso y polít ico al que est án
som et idos. ENZENSBERGER ( 1974, pág. 43) est ablecía un resum en sobre el uso
represivo y em ancipador de los m edios. Con las nuevas t ecnologías es posible que
las diferencias ent re los poseedores de inform ación y los no poseedores aum ent en.
Sin em bargo, m e at revería a afirm ar que al igual que con los act uales m edios de
com unicación se producirán funciones y disfunciones. Mc HALE ( 1981, pág. 44)
recoge los posibles im pact os posit ivos y negat ivos de las nuevas t ecnologías sobre
los individuos:
POSI TI VOS
- Am pliación de las capacidades sensoriales.
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- Mayor m ant enim ient o de los rasgos personales en la com unicación.
- Mej ora de las posibilidades de diálogo int erpersonales y ent re grupos.
- Acceso m ás flexible e igualit ario al conocim ient o disponible.
- Capacidad de ut ilizar el proceso inform át ico en orden a:
a ) conocer m ás y llegar a ser m ás uno m ism o,
b) perm it ir elecciones m ás libres y volunt arias,
c) incorporar nuevas form as en el proceso social,
d) evit ar t rabaj os y cost es innecesarios de experiencias haciendo uso de la
sim ulación.
NEGATI VOS
- Sobrecarga de inform ación.
- I nvasión de la vida privada de diversas form as.
- Manipulación adversa del cont enido de la inform ación y de los m edios para
cont rolar las not icias y m odular las corrient es de opinión.
- Mayor vigilancia y cont rol de los dat os personales en aras del «int erés
com ún de la sociedad».
- Menor cohesión social con m ayor fragm ent ación de act it udes y
m ot ivaciones.
- Aum ent o de la discrim inación por desigualdades en las posibilidades de
acceso a las t écnicas necesarias para un uso efect ivo de las inform aciones
y com unicaciones.
En cualquier caso debe quedar bien claro que aún no poseem os la dist ancia
hist órica suficient e para decir cuáles serán los efect os de las nuevas t ecnologías.
Ot ro de los elem ent os que, en segundo lugar, se ha de t ener en cuent a al
est udiar los efect os de los m edios es el cont ext o sociopolít ico. La crisis de la
sociedad indust rial avanzada t iene t am bién sus repercusiones en la influencia de los
m ass m edia. En los casos de crisis de los sist em as polít icos t radicionales, en los que
aum ent a la inest abilidad de los m ecanism os de consenso y se da el descenso de la
fidelidad a los part idos t radicionales, según Blum ler ( cit ado por MAZZOLENI , G., 1979,
pág. 62) aum ent a el poder de los m edios de com unicación. Adem ás hay que t ener
en cuent a que los efect os de los m ass m edia no sólo t ienen com o dest inat ario al
público en general, sino que t am bién se dan sobre las inst it uciones polít icas.
I ncluso se puede hablar de una adapt ación de las inst it uciones polít icas a los
m edios, principalm ent e a la t elevisión. Com o señala ROSI TI ( 1980, pág. 336) ,
«algunos aspect os de la vida polít ica parecen const it uirse cada vez m ás en función
de su represent ación en los m ass m edia». La espect acularización de la polít ica
confiere una preem inencia a los m ass m edia, sobre t odo a la t elevisión. La
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t elevisión im pone su lenguaj e, que es el lenguaj e del espect áculo. La polít ica
nort eam ericana es el ej em plo m ás claro ( Mc GI NNI SS, J., 1972) .
Adem ás, en una sociedad en crisis aparecen los discursos
aut olegit im adores por part e del poder polít ico y «la com unicación social de m asas
t iene act ualm ent e una im port ant e m isión legit im ant e» ( BÖCKELMANN, F., 1983, pág.
57) . Los problem as de legit im ación at raviesan la sociedad act ual desde el sist em a
polít ico hast a las inst it uciones del saber ( LYOTARD , J.F., 1984) .
La evolución de la sociedad es ot ro elem ent o condicionant e de los efect os
de los m edios de com unicación. De hecho, en el est udio diacrónico de las t eorías de
los efect os puede apreciarse la correlación ent re ést as y la concepción dom inant e
de la sociedad. A lo largo de la hist oria las concepciones de la sociedad han variado
not ablem ent e ( CAMPBELL, T., 1985) . El concept o que se t enga de la sociedad es
fundam ent al para explicar los procesos que en ella se desarrollan.
Por últ im o, y en t ercer lugar, el est udio de los efect os de los m edios de
com unicación t am bién est ará condicionado por los nuevos m odelos de
invest igación. Recordem os que «los m odelos son en t odo caso const rucciones
racionales, o const ruct os, que fundam ent alm ent e se form an aprioríst icam ent e a
part ir de ot ros concept os y no direct am ent e de la observación de la realidad»
( SI ERRA BRAVO, R., 1984, pág. 130) . De hecho un m odelo es una descripción
esquem at izada que dest aca las relaciones significat ivas de un fenóm eno o proceso
det erm inado. Evident em ent e, la det erm inación por el invest igador de cuáles son los
elem ent os significat ivos condicionará not ablem ent e el caráct er del m odelo.
Por ot ro lado hay que recordar las vent aj as de los m odelos en las ciencias
sociales. Son varias las funciones que cum plen. En prim er lugar t ienen una función
organizadora, ya que dan una visión general de un fenóm eno. Tam bién es de
dest acar su función heuríst ica, porque pueden aport ar nuevas ideas sobre el obj et o
de est udio. Finalm ent e, el m odelo cum ple una función de predicción del proceso
est udiado.
A lo largo de la hist oria de la t eoría de la com unicación de m asas se puede
apreciar una prolífica aparición de dist int os m odelos ( Mc QUAI L, D. y W I NDAHL, S.,
1984) .
Est a t endencia a la m odelización se ha m anifest ado con dist int a fort una.
Pero no puede dudarse de la ut ilidad de los m odelos com o inst rum ent os
cognoscit ivos. La evolución de los m odelos en la t eoría de la com unicación pone de
m anifiest o la com plej idad inherent e al fenóm eno de la com unicación de m asas.
En la act ualidad los m odelos de invest igación t ienden a dar cuent a de la
const rucción de la realidad social. En est e ám bit o el m odelo que t iene una m ayor
influencia es el de la const rucción del t em ario ( agenda- set t ing) . Com o apunt a W OLF
( 1985b) , el m odelo de la const rucción del t em ario, que describe la influencia de los
59
m edios en el m odo en que el dest inat ario organiza su propio conocim ient o y la
im agen de la realidad social, est á m uy próxim o a la sem iót ica. Hay una serie de
cuest iones com unes com o son, por ej em plo, el est udio de las est rat egias t ext uales
y su t ipología o los procesos de com prensión y m em orización de los t ext os.
Mediant e la cooperación del m odelo de la const rucción del t em ario y la sem iót ica se
debe poder describir y explicar cóm o la inform ación de los m ass m edia se
t ransform a en part e de la enciclopedia del dest inat ario.
W OLF ( 1985b, pág. 37) señala: «El m odelo sem iót ico- t ext ual perm it e, por
consiguient e, concret ar el m odo en que un dat o est ruct ural de los aparat os se
t ransform a en un m ecanism o com unicat ivo que, a su vez, incide en los procesos
int erpret at ivos de adquisición de conocim ient o y, en definit iva, en los efect os de los
m edia. Un m odelo com unicat ivo de orient ación sem iót ica puede, en ot ros t érm inos,
aport ar a la invest igación de los m ass m edia algunas de las necesarias m ediaciones
a t ravés de las cuales los efect os sociales de los m edia se producen y reproducen.»
De hecho Wolf apunt a, sin nom brarla, la necesidad de una perspect iva
sociosem iót ica en el est udio fut uro de la t eoría de la com unicación en general y de
los efect os de los m edia en part icular. Se t rat aría de superar el crit erio de
inm anencia de la sem iót ica t ext ual, ya que la sem iót ica se ha lim it ado
práct icam ent e al análisis del m ensaj e. No hay duda alguna de que en el fut uro de la
invest igación de la com unicación de m asas la sociosem iót ica desem peñará un papel
relevant e y renovador.
60
II
LA PRODUCCIÓN DE LA NOTICIA
61
1. EL ACONTECIMIENTO
1. Los acont ecim ient os se generan m ediant e fenóm enos ext ernos al suj et o.
2. Pero los acont ecim ient os no t ienen sent ido al m argen de los suj et os, ya
que son ést os los que le dan el sent ido.
3. Se da una relación de inclusión, por la que los fenóm enos ext ernos
percibidos por el suj et o se conviert en en acont ecim ient os por la acción
de ést e sobre aquéllos. Los acont ecim ient os est án com puest os por los
caract eres de los elem ent os ext ernos a los que el suj et o aplica su
conocim ient o.
62
Por últ im o, la int errelación ent re fenóm enos e individuos es el corolario de
las dos ant eriores prem isas. Com o apunt a BERGER ( 1981, pág. 15) , «la sociedad
deviene una realidad sui generis a t ravés de la obj et ivación, y el hom bre es un
product o de la sociedad a t ravés de la int eriorización».
El acont ecim ient o es un fenóm eno social y, t al com o verem os a
cont inuación, det erm inado hist óricam ent e. Adem ás, en la det erm inación de los
acont ecim ient os se da un ineludible proceso de int ert ext ualidad. «El acont ecim ient o
es el result ado de la brut al puest a en relación de un hecho con ot ros hechos,
ant eriorm ent e aislados los unos de los ot ros, por m edio de la inform ación» ( LEMPEN,
B., 1980, pág. 50) .
Una vez sent adas est as prem isas se puede seguir hablando de
acont ecim ient os com o algo ext erno a un sist em a det erm inado, si bien const ruido
por el sist em a en cuest ión. Est o m e lleva a plant ear la incidencia del sist em a en el
acont ecim ient o o, m ej or dicho, cóm o lo que se podría denom inar «el sist em a de la
com unicación inst it ucionalizada» ha ot orgado select ivam ent e el caráct er de
acont ecim ient os a diferent es fenóm enos según las épocas.
63
cult ura occident al el acont ecim ient o no ha sido una cat egoría inm ut able a lo largo
del t iem po.
TUDESQ ( 1973) apunt a el caráct er subj et ivo de lo que en el m arco de la
com unicación se ent iende por «acont ecim ient o», y cóm o a lo largo de la hist oria de
la com unicación se m odifica la nat uraleza m ism a del acont ecim ient o. Est e aut or
diferencia t res períodos que son:
1. Desde sus orígenes hast a 1815: las prim eras edades de la prensa.
2. De 1815 a 1914: im pulso y apogeo de la prensa.
3. De 1914 hast a nuest ros días: la inform ación m oderna.
El conocim ient o del acont ecer era un privilegio de las clases dom inant es y
de aquellas que, para la consolidación de su incipient e dom inio, necesit aban la
inform ación. Ant es de la invención de la im prent a, com erciant es y banqueros
europeos recibían inform aciones m anuscrit as sobre el t ráfico m arít im o, event os
polít icos, et c.; el t ipo de inform ación t enía una función com ercial- financiera. Ot ro de
los client es fij os que recibían not icias era el est rat o de los nobles que no habit aban
en la capit al. Siendo las m onarquías renacent ist as esencialm ent e cent ralist as, los
nobles alej ados de la Cort e eran t am bién dem andant es de inform ación sobre los
acont ecim ient os polít icos de la capit al. La aparición de la im prent a no supuso un
gran cam bio en el espect ro de los usuarios de la inform ación. El nivel de
64
analfabet ism o era m uy alt o, de ahí la pequeñez del m ercado pot encial de la
inform ación escrit a.
Así pues, se puede decir que el conocim ient o de los acont ecim ient os es un
privilegio de las clases dom inant es; la gran m asa debe cont ent arse con el rum or o
con el acont ecim ient o local. La dist ancia condicionaba fundam ent alm ent e el
conocim ient o de los hechos. El pueblo llano sólo podía dom inar los acont ecim ient os
que est aban al alcance de su com unidad geográfica, pueblo, ciudad, et c. y que se
t ransm it ían oralm ent e. A m edida que aum ent aba la dist ancia, est e dom inio
dism inuía. Eran las clases dom inant es las que pasaban a dom inar el
acont ecim ient o. Aunque el acont ecim ient o t enía ot ro condicionam ient o: el
t em poral. El acont ecim ient o lej ano llegaba con gran ret raso con relación al hecho
que lo m ot ivaba.
Sin em bargo, en el dom inio del acont ecim ient o no sólo int ervenían los
fact ores espacio- t em porales, sino que el acont ecim ient o est aba const reñido por el
poder polít ico en su int ent o de cont rolarlo. Aunque ést a podríam os decir que es una
de las const ant es del poder: la de ej ercer el cont rol sobre el acont ecim ient o. Com o
afirm a Pierre NORA ( 1972, pág. 167) , «los poderes inst it uidos, las religiones
est ablecidas t ienden a elim inar la novedad, a reducir su poder corrosivo, a digerirlo
por el rit o. Todas las sociedades est ablecidas buscan así perpet uarse por un
sist em a de not icias que t ienen por finalidad últ im a negar el acont ecim ient o, ya que
el acont ecim ient o es precisam ent e la rupt ura que pondría en cuest ión el equilibrio
sobre el cual ellas se fundam ent an. Com o la verdad, el acont ecim ient o es siem pre
revolucionario». Con la aparición de la im prent a el poder se dio t odavía m ás cuent a
de la im port ancia de la inform ación.
Al principio, la im prent a era un inst rum ent o de desarrollo de la cult ura y
del com ercio, pero pront o se convirt ió en un inst rum ent o de las luchas de religión.
Recordem os que el prim er libro im preso fue la Biblia. Al adquirir im port ancia
polít ica, la inform ación pasó a ser celosam ent e cont rolada por el poder religioso y
civil. Pero est e cont rol no sólo hay que ent enderlo com o la censura de
det erm inados acont ecim ient os, sino t am bién com o elem ent o capit al en la creación
de acont ecim ient os «convenient es». Com o afirm a VÁZQUEZ MONTALBÁN ( 1980, pág.
90) , «la im port ancia de la sim ple inform ación com o inst rum ent o polít ico fue
inm ediat am ent e capt ada. Los Tudor hicieron im prim ir not icias que les ayudaran a
crearse una " im agen pública" : bodas, funerales, gest as de príncipes de la fam ilia».
La const rucción del acont ecim ient o, com o podem os apreciar, no es sólo una
est rat egia de dom inio de los act uales m ass m edia.
Con los avances t écnicos los condicionam ient os espacio- t em porales del
acont ecim ient o dism inuyen, pero se consolidan los polít icos. Es curioso señalar que
hay gran t olerancia por lo que respect a a los acont ecim ient os del ext erior de la
65
nación, m ient ras se ej erce un severo cont rol del acont ecer int erior. La paradoj a
propiciada por el poder es que la proxim idad no lleva parej a una m ayor
inform ación. Com o podem os apreciar, la cont radicción ent re la t ecnología y los fines
inst it ucionales t am poco es una caract eríst ica exclusiva de la com unicación de
m asas.
Un ej em plo ilust rat ivo del cont rol del acont ecim ient o son las caract eríst icas
polít icas ( VÁZQUEZ MONTALBÁN 1980, pág. 103) de la Gacet a de Francia, periódico
cont rolado por el Cardenal Richelieu:
1. Se pract ica t odo el ocult ism o posible sobre lo que ocurre en el propio
país.
2. Se t ransm it en las razones de Est ado en t odo lo que afect a a la polít ica
int ernacional.
3. Se crean unos crit erios hist óricos de valoración de los hechos, sobre
t odo en lo que se refieren a la vida de la com unidad nacional.
4. Se m it ifica t odo lo que da «la im agen del poder», desde el est ado de
buena esperanza de la reina hast a el anecdot ario galant e de los
cort esanos.
66
región del alm a que sea o del m undo... I niciarem os nuest ro periódico por el act o
principal del género hum ano... Si, en est os días inesperados, llega un día ordinario,
que sería el m ás ext raordinario de t odos, si, por im posibilidad, el acont ecim ient o
nos fallara una vez, est a vez reuniríam os en el m ism o núm ero, y com o una
const elación deslum brant e, t odos los nom bres ilust res que est rellan nuest ra
redacción, e int ent aríam os est e día que nuest ro periódico fuera él m ism o el
acont ecim ient o».
De est e m anifiest o de int enciones hay que dest acar dos not as int eresant es:
a) «El acont ecim ient o del día»; de t odos los hechos uno será concept uado
com o el acont ecim ient o del día. Es decir que según una escala, cada
hecho sufrirá una valoración que le dará un puest o en el ranking de
acont ecim ient os.
b) «Nuest ro periódico fuera el m ism o acont ecim ient o», es decir, que el
propio periódico es el acont ecim ient o por los aut ores de los art ículos. El
acont ecim ient o se sigue const ruyendo...
67
anónim o cuyas circunst ancias puedan ser ut ilizadas por la prensa para la
const rucción del acont ecim ient o.
Com o concret an D E FLEUR y BALL- ROKEACH ( 1982, pág. 60) , con la aparición
de la prensa sensacionalist a hay una redefinición del acont ecim ient o: «Hast a ese
m om ent o las " not icias" , generalm ent e, se lim it aban a not as sobre hechos sociales o
polít icas de genuina im port ancia, o de ciert os sucesos que t uvieran significado para
un público am plio. Sin em bargo Benj am in Day llenó su periódico ( se refieren al
Sun) con not icias de ot ro caráct er —relat os de delit os, hist orias de pecado,
cat ást rofe o desast re— que la gent e de la calle consideraba excit ant es, ent ret enidas
o divert idas». El paradigm a del acont ecim ient o es el suceso.
Com o señala SCHI TDSON ( 1978, pág. 88 y sigs.) en 1890, en EE.UU.,
podem os dist inguir dos t ipos de periodism o: el periodism o com o ent ret enim ient o
represent ado por el Sun o el New York World, de Joseph Pulit zer, y el periodism o
com o inform ación, en el que t ienen cabida periódicos del t ipo del New York Tim es.
En el m arco de la t eoría liberal de la prensa, los excesos de la prensa
sensacionalist a y el t em or de la int ervención est at al para cont rolarlos hacen que los
propios edit ores reaccionen. Se gest a así, a part ir de los propios product ores de la
inform ación, la t eoría de la responsabilidad social de la prensa, que se desarrolla en
el siglo XX en los países dem ocrát icos liberales.
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sucesos. El acont ecim ient o ha pert enecido a una cat egoría hist órica bien
det erm inada: el acont ecim ient o polít ico, social, lit erario, cient ífico, et c. Es decir, el
acont ecim ient o viene definido por la im port ancia del m ensaj e. En cam bio, el suceso
ocupa un lugar opuest o dent ro de las cat egorías de im port ancia. El suceso nos
rem it e a unas convenciones sociales que han sido vulneradas. Se produce la
rupt ura de la lógica de lo cot idiano. Un fam oso aforism o periodíst ico señala que el
acont ecim ient o es que un hom bre m uerda a un perro y no a la inversa.
AUCLAI R ( 1970, pág. 11) sigue dist inguiendo, por su part e, dos t ipos de
acont ecim ient os:
a) los relat ivos a la res publica, que suponen un cam bio, por m ínim o que
sea, del cuerpo social. Se inscriben en una cont inuidad hist órica.
b) los relat ivos a la esfera privada, que afect an a personas privadas, son
hechos cont ingent es que podrían haberse producido t ant o ayer com o
hoy, no pasan a form ar part e de la hist oria.
Sin em bargo, para ot ros aut ores, en la sociedad de los m edia est a
diferencia t eórica se diluye. No es que no haya dist inciones aún ent re am bos, pero,
com o apunt a NORA ( 1972, pág. 165) , «en t odo acont ecim ient o en el sent ido
m oderno de la palabra, lo im aginario de las m asas quiere poder incorporar alguna
cosa de los sucesos, su dram a, su m agia, su m ist erio, su rareza, su poesía, su
t ragicom edia, su poder de com pensación y de ident ificación, el sent im ient o de
fat alidad que t iene, su luj o y su grat uidad». Se produce, por consiguient e, un
desplazam ient o del cont enido narrat ivo a sus virt ualidades im aginarias.
El acont ecim ient o es lo m aravilloso de las sociedades dem ocrát icas.
Mediant e la ret ransm isión en direct o de los principales acont ecim ient os se les
arranca a ést os su específico caráct er hist órico para proyect arlos a las vivencias
cot idianas de las m asas. Paralela a est a dem ocrat ización del acont ecim ient o se
produce una espect acularización del m ism o. Se im pone a los acont ecim ient os la
t ot alit aria ley del espect áculo.
Com o afirm a Jean BAUDRI LLARD ( 1978a, pág. 13) , «las m asas se resist en
escandalosam ent e a est e im perat ivo de la com unicación racional. Se les da sent ido,
quieren espect áculo».
En relación con la hist oria, los m edia arrancan a det erm inados
acont ecim ient os su específico caráct er hist órico. Pero, por ot ro lado, el
acont ecim ient o aproxim a la hist oria al individuo. Le hace «part ícipe» de la hist oria
de m odo inm ediat o.
Pero no sólo est o, adem ás los m ass m edia aproxim an al individuo a la
realidad de una form a especial. La represent ación por part e de los m edia de la
69
realidad va m ucho m ás allá de la propia realidad percept ible. Es decir, el oj o
elect rónico llega donde no puede llegar el oj o hum ano. Un caso paradigm át ico es la
m oviola de los program as deport ivos de t elevisión. Es el oj o elect rónico el que nos
va a perm it ir dilucidar lo que no pudim os ver en la realidad. Los m ass m edia nos
aproxim an así a los acont ecim ient os de una form a absolut am ent e dist int a para el
individuo. No sólo porque nos m uest ran acont ecim ient os en los que no podríam os
part icipar, sino porque, en los que hem os part icipado, nos aproxim an a los hechos
de una form a nueva, m ás «real».
Adem ás los m ass m edia operan en ot ro sent ido sobre los acont ecim ient os.
Los acont ecim ient os, que de por sí son evanescent es, se conviert en en su
represent ación en los m edia en m anifest aciones perdurables, en docum ent os. Los
m ass m edia conviert en los acont ecim ient os en un m at erial de virt ual consum o
repet it ivo.
Por últ im o, se est ablece en el público la sensación de part icipación en el
acont ecim ient o. Se produce una part icipación afect iva. Sin em bargo, de hecho, es
una part icipación alienada, aj ena al acont ecim ient o en sí.
Est o m e lleva a plant ear hast a qué punt o hay acont ecim ient os falsos y
verdaderos. Pensem os que el art ificio es la verdad del sist em a. Es conocido por
cualquier radiofonist a que el ruido del fuego es m ucho m ás efect ivo, se aproxim a
m ucho m ás a la «realidad», m ediant e un efect o especial que m ediant e la grabación
en direct o de un fuego. La verdad o m ent ira del acont ecim ient o aquí no es
pert inent e. La represent ación casi viene a ser la única realidad del sist em a
inform at ivo.
Pero est o no significa que los acont ecim ient os sean lo irreal. Muy al
cont rario, por un lado, los acont ecim ient os t ransm it en el im aginario colect ivo;
em ociones, hábit os, represent aciones, et cét era. Por ot ro, es el cont inuum de
acont ecim ient os la expresión superficial de una sociedad, el lugar de proyecciones
sociales y de los conflict os lat ent es.
De alguna m anera, los acont ecim ient os van a definir una sociedad. En
prim er lugar, porque el sist em a de valoración del acont ecer quedará im plícit o en la
t ransm isión de det erm inados acont ecim ient os. En segundo lugar, porque los
acont ecim ient os serán la im agen que dará la propia sociedad de sí m ism a, y a su
vez cada sociedad vendrá a definir lo que es acont ecim ient o.
Para diferenciar el acont ecim ient o de la not icia hay que est ablecer en
prim er lugar el punt o de referencia. Lo que es not icia para un sist em a puede ser
70
acont ecim ient o para ot ro. Podríam os diferenciar el acont ecim ient o de la not icia
señalando que el acont ecim ient o es un m ensaj e recibido, m ient ras que la not icia es
un m ensaj e em it ido. Es decir, el acont ecim ient o es un fenóm eno de percepción del
sist em a, m ient ras que la not icia es un fenóm eno de generación del sist em a. Sin
em bargo, lo que para un sist em a son not icias, para ot ro sist em a son
acont ecim ient os.
Por t odo lo dicho podríam os considerar a los m ass m edia un sist em a que
funciona con unos input s, los acont ecim ient os, y que produce unos out put s que
t ransm it en: las not icias. Y est as not icias son recibidas com o acont ecim ient os por
los individuos recept ores de la inform ación. Es decir, t odo out put puede ser a la vez
un input de ot ro sist em a, y t odo input puede haber sido t am bién un out put de un
sist em a ant erior. Por consiguient e, el punt o de referencia a part ir del cual podem os
definir un acont ecim ient o o una not icia es el sist em a con el que est án relacionados.
Com o señala Edgar MORI N ( 1972 C , pág. 173) , «la noción de acont ecim ient o sólo
t iene sent ido con relación al sist em a al que afect a».
Com o corrobora BÖCKELMANN ( 1983, págs. 42- 43) , «los lím it es de sent ido de
un sist em a se fij an m ediant e sus est ruct uras y se definen m ediant e la relevancia
y/ o irrelevancia de las acciones respect o al sist em a, en el plano de las expect at ivas
de conduct a sancionadas que pueden ser m ant enidas const ant es por un t iem po
det erm inado facilit ando de est a m anera la orient ación. ( Los sist em as sociales no
const an de personas, sino de acciones, que se ponen de m anifiest o en t ant o que
int ercam bio de " roles" .) »
Por ello, para est udiar los acont ecim ient os en los m edia hay que invest igar
la est ruct ura funcional de las inst it uciones com unicat ivas. Edgar MORI N ( 1972 C,
págs. 178- 180) est ablece una dist inción int eresant e para com prender el papel del
sist em a en relación con el acont ecim ient o. Aunque Morin se refiere
fundam ent alm ent e al procesam ient o hum ano de la inform ación, creo que es
perfect am ent e ext rapolable a lo que podríam os llam ar el «procesam ient o
inst it ucional de la inform ación», procesam ient o que es llevado a cabo por los m ass
m edia.
Morin hace una dist inción ent re sist em a abiert o y sist em a cerrado. La not a
diferencial est á en que el prim ero necesit a el ecosist em a para funcionar. A los
sist em as abiert os los denom ina t am bién sist em as aut oorganizadores y se
caract erizan por ser sist em as com plej os que im plican m últ iples subsist em as y
elem ent os diferenciados y j erarquizados. El est udio de la inst it ución com unicat iva
de los m edia nos va a perm it ir descubrir el com plej o proceso de elaboración de la
not icia a part ir de los acont ecim ient os. El sist em a de los m ass m edia es un sist em a
abiert o.
71
La not a m ás caract eríst ica de los sist em as aut oorganizadores es su relación
con el ecosist em a: «t odo input es pot encialm ent e acont ecim ient o para el sist em a,
t odo out put es pot encialm ent e acont ecim ient o para el ecosist em a» ( MORI N 1972c,
página 179) . Es decir, t odo hecho social es pot encialm ent e acont ecim ient o para los
m ass m edia y t oda not icia es pot encialm ent e un acont ecim ient o para la sociedad. A
part ir de est a perspect iva podem os com prender m ucho m ej or la int eracción ent re
m ass m edia y sociedad. Est os ut ilizan com o m at eria prim a unos acont ecim ient os
sociales y, a su vez, const ruyen y t ransm it en un product o que puede llegar a
convert irse en acont ecim ient o social.
Según Morin, la apt it ud de los sist em as aut oorganizados o abiert os para
regular la relación acont ecim ient o/ ent orno se basa en el doble principio de la
relación ecosist ém ica:
La relación del sist em a con el ecosist em a es dialéct ica, y en ella cada uno
int ent a im poner su det erm inism o sobre el ot ro.
Evident em ent e, com o señala MOLES ( 1972, pág. 90) , los acont ecim ient os
son «t ipos de variaciones percept ibles del ent orno que no han sido previst as por el
ocupant e del cent ro de est e ent orno». Es decir, que el azar del ecosist em a es un
elem ent o esencial del acont ecim ient o; sin em bargo, frent e a est e azar im previst o el
sist em a cont rola o encauza el acont ecim ient o.
¿Cóm o cont rola el acont ecim ient o el sist em a de m edios de com unicación?
La respuest a es sim ple: el sist em a im pone su det erm inism o sobre el acont ecim ient o
del ecosist em a en la const rucción de la not icia. La not icia es product o de la
m ediación de la inst it ución com unicat iva.
Sin ent rar a fondo en la cuest ión de la m ediación se puede recordar la
definición de MARTÍ N SERRANO ( 1977, pág. 54) : «La m ediación se define com o la
act ividad que im pone lím it es a lo que puede ser dicho y a las m aneras de decirlo,
por m edio de un sist em a de orden». Hay que decir que t odo sist em a supone un
orden de por sí. Los m ass m edia van a enm arcar los acont ecim ient os y de est a
72
form a van a expresar una valoración del hecho. El cont rol supondría aplicar al
acont ecim ient o un m arco det erm inado. En últ im a inst ancia, la form a m ás clara de
la im posición del det erm inism o del sist em a se da cuando el acont ecim ient o es
sencillam ent e excluido, aunque puede haber acont ecim ient os que lleguen a
im ponerse al sist em a de m edios. Tengam os en cuent a que cada m edio de
com unicación est á int errelacionado con ot ros m edios de m anera que ent re t odos
form an un sist em a com unicat ivo det erm inado dot ado de una ciert a hom ogeneidad.
Un m edio de com unicación en concret o no puede im poner sencillam ent e su libert ad,
en t odos los casos, al det erm inism o del ecosist em a. En un acont ecim ient o de ciert a
im port ancia es m uy posible que su iniciat iva de no recoger el acont ecim ient o no
fuera seguida, en la est ruct ura com unicat iva occident al, por ot ros m edios del
sist em a com unicat ivo inst it ucionalizado. Ant e est a circunst ancia, su silencio sería
m ucho m ás significat ivo que la propia publicación. Por eso hay un ciert o
det erm inism o del ecosist em a que se im pone al sist em a de los m edios ya sea por la
propia t rascendencia del acont ecim ient o, ya sea por el com port am ient o
com unicat ivo de los m ass m edia del sist em a, aunque obviam ent e am bas
circunst ancias est án int errelacionadas. Ent re los m ass m edia se produce una
especie de relación de sim pat ía por la que, por ej em plo, una not icia que t ransm it e
la radio es un acont ecim ient o que puede ser recogido por la prensa y por la
t elevisión. Por supuest o, no m e refiero a t odo t ipo de not icias. Hay unos t ipos de
not icias que se im ponen a los m ass m edia, por ej em plo los at ent ados t errorist as.
I ncluso, a pesar de las reuniones ent re los responsables de los dist int os m edios
para t rat ar el t em a de la conveniencia de publicar los act os de t errorism o, el
acont ecim ient o ha seguido im poniéndose a la libert ad del sist em a. Se im pone por la
propia est ruct ura del sist em a y por el propio det erm inism o del ecosist em a.
Por ot ro lado, en un est udio ( RODRI GO, M., 1986) de la t em át ica de las
port adas de prensa he podido apreciar m uy claram ent e lo apunt ado hast a ahora.
En prim er lugar, hay una clara hom ogeneidad, a grandes rasgos, ent re las port adas
de los dist int os diarios. Los punt os clave de la m ism a se podrían resum ir en: 1) una
m ayor im port ancia del ám bit o nacional ( polít ica, econom ía y t errorism o) sobre el
int ernacional; 2) el acont ecer polít ico ( sobre t odo el nacional) com o t em át ica
j erárquicam ent e superior; 3) im port ancia sim ilar en t odos los diarios de los t em as
de econom ía y t errorism o nacionales.
Em pero, el det erm inism o del ecosist em a queda bien claro a part ir del
est udio de la desviación est ándar y del coeficient e de variación. Salvo la t em át ica
de polít ica nacional y varios ( debido sobre t odo a la publicidad) en algún diario, no
puede decirse que los diarios est udiados dediquen, a priori, un espacio det erm inado
a los dist int os t em as en las port adas. Es decir, hay una clara dependencia de las
caract eríst icas del acont ecim ient o a la hora de int roducirlo en la port ada.
73
Se est ablece, por consiguient e, una relación dialéct ica ent re el sist em a y el
ecosist em a, en la que cada uno pret ende est ablecer su predom inio. Em pero, com o
señala Edgar MORI N ( 1972c, pág. 180) , el doble principio del sist em a
aut oorganizador ant es m encionado supone que el sist em a aut oorganizador t iende a
ut ilizar los acont ecim ient os aleat orios del ecosist em a y a ser product or de
acont ecim ient os para el ecosist em a. Es decir, los m ass m edia ut ilizan com o m at eria
prim a los acont ecim ient os sociales y, a su vez, son product ores de not icias que se
van a convert ir en acont ecim ient os sociales. De hecho, est os principios t am bién son
recogidos por Carlo MARLETTI ( 1985, pág. 78) al est udiar la relación ent re los
acont ecim ient os y el sist em a en los procesos de t em at ización.
Hem os vist o que lo que se considera acont ecim ient o inform at ivo evoluciona
a lo largo de la hist oria. Quizás el análisis diacrónico del acont ecim ient o nos puede
hacer pensar que la evolución del concept o se basa en las caract eríst icas de los
dest inat arios. Sin em bargo, aunque sea en part e ciert o, hay que t ener en cuent a
que los m ass m edia son uno de los Aparat os I deológicos de Est ado. ALTHUSSER
( 1974) señala que el Aparat o I deológico de Est ado dom inant e en las form aciones
capit alist as avanzadas es el escolar. Sin em bargo, habría que t ener en cuent a la
im port ancia cada vez m ayor de los m ass m edia en los procesos de socialización de
los individuos.
En cualquier caso, ant es de ent rar en las caract eríst icas del acont ecim ient o
en el sist em a com unicat ivo inst it ucionalizado capit alist a, voy a definir las
caract eríst icas generales del acont ecim ient o.
Abraham MOLES ( 1972, pág. 90) define el acont ecim ient o com o t ipos de
variaciones percept ibles de un ent orno que no ha sido previst o por el ocupant e del
cent ro del ent orno.
De est a definición podem os ext raer, en principio, cinco elem ent os:
74
5. I m previsibilidad de la variación.
Por lo que respect a al acont ecim ient o periodíst ico hay que señalar que la
caract eríst ica de im previsibilidad no es im prescindible. Por ej em plo, hay
acont ecim ient os absolut am ent e previsibles: visit a de una aut oridad, coronaciones,
bodas de personalidades, et c.
Por su part e, Edgar MORI N ( 1972 C, pág. 177 y sigs.) est ablece la noción de
acont ecim ient o a part ir de dos caract eríst icas: a) es t odo lo que sucede en el
t iem po; b ) es t odo lo im probable, singular, accident al.
Sin em bargo, el propio Morin recuerda t am bién que el acont ecim ient o t om a
sent ido con relación al sist em a que afect a.
Por lo que respect a a la dim ensión t em poral del acont ecim ient o hay que
apunt ar que cualquier hecho es acont ecim ient o con relación al t iem po. Si t om am os
el m undo com o una sit uación de relat iva est abilidad, acont ecim ient o es lo que
aparece y desaparece en el seno de est a est abilidad.
75
Cuando se afirm a que acont ecim ient o es lo im probable, lo singular, et c., se
hace referencia a la separación del hecho con relación a la norm a. A part ir de est o
se ent iende el acont ecim ient o com o lo anorm al, lo desviado.
Con relación a los obj et os o sist em as a los que afect a acont ecim ient o, en
sent ido lat o, es t oda m odificación que viene a afect ar un sist em a dado. En sent ido
est rict o es el efect o profundo y duradero surgido de un encuent ro ( dest rucción o
at racción) ( MORI N, E., 1972c, pág. 178) .
El acont ecim ient o periodíst ico es t oda variación com unicada del sist em a
por la cual los suj et os del m ism o se pueden sent ir im plicados.
A part ir de est a definición se pueden est ablecer com o elem ent os esenciales
del acont ecim ient o:
a) la variación en el sist em a,
b) la com unicabilidad del hecho,
c) la im plicación de los suj et os,
a) La va r ia ción e n e l sist e m a
Com o ya he señalado ant eriorm ent e, t odo acont ecim ient o lo es con
relación a un sist em a. El sist em a sirve de punt o de referencia a part ir del cual
podem os est ablecer la exist encia de los acont ecim ient os. El sist em a, o m ej or dicho
las norm as del sist em a, son fundam ent ales para definir un hecho com o
acont ecim ient o. Por ej em plo, ent re una t ribu de la selva am azónica puede ser un
acont ecim ient o im port ant e la aparición de un avión. En un aeropuert o la aparición
de un avión es la norm a, por lo que no const it uye un acont ecim ient o. Por ot ra
part e, la aparición de un caim án es un acont ecim ient o en una ciudad occident al,
pero no en una selva en la que los caim anes se reproducen norm alm ent e.
Así pues se puede afirm ar que la variación del sist em a supone, en sent ido
am plio, la rupt ura de la norm a. Aunque al profundizar se pueden ir apreciando
algunas de las posibles caract eríst icas de est a variación.
76
norm a. El nuevo acont ecim ient o sería el que se dem ost rara que Venecia ya no se
hunde. Est a sería una variación. Así pues, se puede concluir que t oda variación del
sist em a que se da en el t iem po, o acaba por int egrarse en el sist em a com o norm a o
desaparece rest ableciéndose el ant erior est ado de cosas. Est o m e lleva a plant ear la
rapidez de la variación.
2. Com o indiqué ant eriorm ent e, un acont ecim ient o que dure
excesivam ent e en el t iem po pierde su cat egoría de acont ecim ient o. La rapidez del
acont ecim ient o significa que el m ism o debe aparecer y variar rápidam ent e. El
acont ecim ient o t iene su índice de caducidad, porque la variación, con el paso del
t iem po, se t ransform a en «lo norm al». Podríam os hablar de una t ransform ación del
acont ecim ient o en norm a consuet udinaria. El grado de obsolescencia o caducidad
de un acont ecim ient o variará según su im port ancia, espect acularidad, et c. No t odos
los acont ecim ient os t ienen el m ism o grado de obsolescencia; en ciert as ocasiones,
un hecho m ant iene su cat egoría de acont ecim ient o a raíz de las nuevas variaciones
que se vayan int roduciendo sobre el acont ecim ient o prim igenio.
3. Est a variación del sist em a para obt ener la cat egoría de acont ecim ient o
debe ser espect acular. La espect acularidad es ot ra de las caract eríst icas de la
variación. Un acont ecim ient o es algo ext raordinario, es decir, un hecho que va m ás
allá de lo ordinario, de la norm alidad. Una variación supone una rupt ura de la
norm alidad y cuant o m ayor sea est a rupt ura m ás espect acular será el
acont ecim ient o.
4. Una cat egoría aprioríst ica con relación al acont ecim ient o es la
im previsión. La variación del sist em a puede ser previst a o im previst a por el suj et o.
Si la variación es previst a, ést a deberá t ener ot ras caract eríst icas para que pueda
ser considerada acont ecim ient o. Por ej em plo, la espect acularidad: las olim píadas,
no por ser un espect áculo previst o dej an de ser un acont ecim ient o. Hay que señalar
adem ás que en cualquier variación, por m uy previst a que sea, siem pre hay un
ciert o grado de im previsión. En las propias olim píadas no se sabe quién va a ganar
las dist int as pruebas.
Así pues, debe t enerse en cuent a que exist en diferent es grados de
im previsibilidad según las caract eríst icas de cada acont ecim ient o.
Si la variación es im previst a, com o t al novedad ya puede pasar a form ar
part e de la cat egoría de acont ecim ient o. Est o siem pre y cuando se den t am bién las
ot ras dos caract eríst icas del acont ecim ient o periodíst ico.
77
est a perspect iva, sólo sería necesaria la percept ibilidad. El acont ecim ient o t iene que
ser percibido. Pero si t rat am os del acont ecim ient o periodíst ico, la com unicabilidad
del m ism o es condición necesaria, adem ás, si consideram os el acont ecim ient o
periodíst ico com o un hecho social. Podem os est ablecer que, obviam ent e, un
acont ecim ient o social no puede ser considerado com o t al por la percepción de los
suj et os individuales sino por su conocim ient o público. Con lo cual se afirm a que un
acont ecim ient o no com unicable o secret o no sería en ningún caso, m ient ras
m ant uviera est a caract eríst ica, un acont ecim ient o periodíst ico.
Si se afirm a que un acont ecim ient o cobra sent ido por su relación con el
sist em a, su corolario es que el acont ecim ient o periodíst ico cobra sent ido en el
sist em a com unicat ivo inst it ucionalizado. Por eso, por lo que hace referencia al
m ism o, el acont ecim ient o debe ser com unicable, independient em ent e de si luego se
com unica o no en form a de not icia. Para el sist em a de los m ass m edia el
acont ecim ient o debe ser sim plem ent e com unicable, si no no puede ser t enido en
cuent a com o t al acont ecim ient o para la const rucción de la not icia.
Si se t rat a el acont ecim ient o desde el punt o de vist a del dest inat ario de la
com unicación de m asas, habría que hablar no de com unicabilidad, sino de
publicidad. Para el individuo que capt a los acont ecim ient os a part ir de las not icias
que recibe de los m ass m edia, el acont ecim ient o debe ser publicado en form a de
not icia. En ese caso la publicidad del m ism o es condición indispensable, si bien hay
que señalar que com unicabilidad y publicidad est án int errelacionadas. Es decir, lo
que no es com unicable no se publica, luego dej a de ser acont ecim ient o t ant o para
el sist em a de los m ass m edia com o para el público. Así se podría decir que la
llegada del hom bre a la Luna fue un acont ecim ient o en China a part ir de que fue
com unicable y por ello publicado, y no ant es, independient em ent e de que el hecho
se produj era con ant erioridad.
Est a caract eríst ica de com unicabilidad plant ea por ext ensión una serie de
problem as.
Decía que el acont ecim ient o debe ser ext raordinario, pero aquí se plant ea
si lo ext raordinario hace el acont ecim ient o o si el acont ecim ient o hace lo
ext raordinario. Es decir, la disyunt iva es si la realidad ext raordinaria pasa a ser
acont ecim ient o o si lo que se da es un hecho present ado de form a ext raordinaria
com o acont ecim ient o. Apunt o algunos elem ent os con relación a est a problem át ica.
Ya se vio ant eriorm ent e cóm o desde el poder polít ico se creaban
acont ecim ient os, práct ica que sigue siendo com ún hoy en día. Com o señala Noam
CHOMSKY ( 1986) por lo que hace referencia a las relaciones ent re los Est ados Unidos
y Nicaragua, «uno de los m ej ores m edios de cont rolar las not icias era inundar los
canales de not icias de hechos, o lo que equivalía a inform ación oficial...».
78
Así pues, norm alm ent e se plant ea si los m ass m edia pueden crear el
acont ecim ient o- not icia. Pero la pregunt a debería ser: ¿Los m ass m edia pueden
dest ruir el acont ecim ient o? Porque los m ass m edia son los que crean los
acont ecim ient os periodíst icos.
La pregunt a es, por consiguient e: ¿Pueden los m ass m edia dest ruir el
acont ecim ient o? La respuest a, en principio, debería ser afirm at iva. Si se puede
crear el acont ecim ient o t am bién se puede dest ruir. Pero ant es se debe
cont ext ualizar la respuest a.
En una sociedad aut orit aria, cuyos m edios de com unicación est án baj o un
cont rol est rict o, es evident e que, en la práct ica, cualquier acont ecim ient o puede ser
censurado, dest ruido. El desconocim ient o social de un hecho lo descalifica com o
acont ecim ient o periodíst ico.
Cabría pensar que los acont ecim ient os periodíst icos pueden ser creados y
dest ruidos por los m ass m edia. Sin em bargo, en un sist em a en el cual los m ass
m edia, o al m enos algunos de ellos, no est án baj o el cont rol direct o de un único
poder polít ico, los m ass m edia no pueden dest ruir t odos los acont ecim ient os. Hay
acont ecim ient os que se im ponen al propio sist em a de com unicación
inst it ucionalizada al t ener unas caract eríst icas det erm inadas. Un claro ej em plo son
los acont ecim ient os t errorist as ( RODRI GO, M., 1986) .
Se debe señalar t am bién, con relación a la com unicabilidad y publicidad de
los acont ecim ient os, que el acont ecim ient o- not icia es un m ensaj e y com o t al puede
ser a su vez desencadenant e de ot ros acont ecim ient os- not icia.
Ot ra caract eríst ica de la com unicación del acont ecim ient o- not icia insert o en
el sist em a de los m ass m edia es el de su redundancia. El acont ecim ient o
periodíst ico es un eco. Un eco con diferent es voces. El sist em a de com unicación
inst it ucionalizada es un solo m undo con voces m últ iples. Cuando un hecho es
considerado acont ecim ient o por la m ult iplicidad de m edios y se t ransm it e en form a
de not icia en el m ercado com unicat ivo se produce un efect o m ult iplicador, de
orquest ación. El acont ecim ient o- not icia t iene com o caract eríst ica la de ser
repet it ivo. Así pues, cuando un acont ecim ient o es al m ism o t iem po t ransm it ido
79
com o not icia por un gran conj unt o de m edios, podem os valorar claram ent e la
t rascendencia social del m ism o.
Dent ro de est e apart ado de la com unicabilidad t am bién debería incluirse la
espect acularidad. Si bien hablam os de espect acularidad al t rat ar la variación del
sist em a, debem os recogerla de nuevo aquí por lo que hace referencia al
t rat am ient o espect acular de la variación. Es decir, cuando la espect acularidad no
est á en el hecho en sí, sino en la publicidad que se da al m ism o.
Est o llevaría a t rat ar el t em a clásico de la sociedad del espect áculo
( D EBORD , G., 1976) . La form a espect acular de com unicación del acont ecim ient o-
not icia parece ser consust ancial al sist em a de los m ass m edia.
Todo act o com unicat ivo se realiza para incidir sobre el dest inat ario. Pero
para que se produzca est a incidencia hay que t ener en cuent a la im plicación del
m ensaj e en el dest inat ario. Si ést e no se sient e im plicado en absolut o, el efect o
será nulo.
La im plicación puede ser cont em plada desde dos perspect ivas dist int as:
80
4. No im plicación. El individuo se sient e indiferent e a la inform ación
recibida. Por ej em plo, la baj a de la cot ización de Siem ens en la Bolsa de
Francfort .
Hay que advert ir inm ediat am ent e que t odos est os grados de im plicación se
dan en relación a un suj et o específico. Así, un m ism o hecho, en personas dist int as,
t iene grados de im plicación diferent es. Por ej em plo, un evasor fiscal no se sient e
im plicado por la subida de los im puest os, m ient ras que la baj a de Siem ens es de
gran im plicación para sus accionist as.
Sin em bargo para no caer en una casuíst ica, podem os est ablecer que
algunos ciudadanos perciben algunos t em as com o m ás im port ant es que ot ros.
Com o ha desarrollado la t eoría de la const rucción del t em ario ( agenda- set t ing) el
público est ablece un t em ario de los asunt os m ás im port ant es. Aunque hay una
serie de caract eríst icas que pueden condicionar la im port ancia del t em a: la
proxim idad, la espect acularidad, la anorm alidad, la im previsibilidad, et c. Eyal, en su
t esis doct oral ( Mc COMBS, M. E., 1981, pág. 132) , dist ingue dos t ipos de t em as:
81
asunt os públicos que nosot ros consideram os m ás im port ant es son aquellos que
discut im os m ás con ot ras personas.
El t em ario de la percepción com unit aria ( perceived com m unit y)
correspondería al ám bit o de la opinión pública. Se t rat aría de exam inar no lo que
las personas piensan que es im port ant e o lo que hablan ent re sí, sino lo que las
personas piensan que los ot ros est ablecen com o m ás im port ant e. FUNKHOUSER
( 1973) al analizar los cat orce t em as m ás im port ant es de la década de los sesent a,
com parando la cobert ura de la prensa y las encuest as de opinión, dem ost ró la
convergencia ent re lo que el público percibe com o im port ant e y lo que la prensa
dest acó com o t al.
Así pues, es bast ant e claro el papel de los m ass m edia al respect o. Por ello
la im plicación puede cont em plarse desde una segunda perspect iva com o ya señalé.
82
Est a est rat egia pasa por est ablecer un t em ario en los propios m edios de los
asunt os m ás relevant es del día. Est e punt o quizá sea el m ás deficient e de la t eoría
de la const rucción del t em ario ( agenda- set t ing) . Mc COMBS ( 1982, págs. 210- 221)
señala los dos punt os de la est rat egia t eórica necesaria de la const rucción del
t em ario:
1. La relación direct a y causal ent re el cont enido del t em ario de los m edios
y la subsiguient e percepción del público de lo que es el asunt o m ás
im port ant e del día.
2. Descripción de cóm o la gent e organiza y est ruct ura el m undo que le
rodea.
83
2. DETERMINACIÓN DEL ACONTECIMIENTO
POR LOS MASS MEDIA
El acont ecim ient o no es un fenóm eno ext erior a un sist em a det erm inado,
sino que es ést e el que ot orga t al cat egoría a dist int os fenóm enos.
HAUSSER ( 1973, págs. 174- 175) , com o conclusión a su est udio, llega a
est ablecer que «el periódico no se adapt a al acont ecim ient o, es el acont ecim ient o el
que es llevado a adapt arse al periódico. Un est udio de la enunciación nos lleva a
evaluar el grado de adecuación de un acont ecim ient o al com port am ient o habit ual
de un periódico y no a la inversa». En m i opinión, la relación acont ecim ient o-
periódico es m ás dialéct ica.
Cent rándonos, pues, en el sist em a de com unicación de m asas de la
sociedad liberal- burguesa se pueden descubrir algunos elem ent os det erm inant es en
el est ablecim ient o del acont ecim ient o periodíst ico.
En prim er lugar hay que señalar el caráct er negociado de est a
det erm inación de los acont ecim ient os. Cuando hablam os de la relación ent re el
ent orno y el sist em a ya indiqué est a int errelación ent re am bos. Así pues, m ediant e
est a negociación se est ablece una racionalidad, que será en definit iva la del propio
sist em a inform at ivo, que es la result ant e de la necesidad product iva del sist em a y
de la aparición de unos det erm inados acont ecim ient os.
Para que est a relación negociada se lleve a efect o hay que det erm inar
precisam ent e aquello que va a perm it ir que un acont ecim ient o sea not icia. Es lo
que W OLF ( 1981, pág. 284) denom ina «um bral de not iciabilidad», señalando que en
su det erm inación, los fact ores est ruct urales y las rut inas product ivas ent ran en
j uego con los valores de las not icias.
TUCHMAN ( 1983, pág. 51) t am bién apunt a m uy claram ent e en est e sent ido;
«En sum a, la evaluación de la not iciabilidad es un fenóm eno negociado, const it uido
por las act ividades de una com plej a burocracia diseñada para supervisar la red
inform at iva».
Sin em bargo hay que decir que en ciert os casos los acont ecim ient os
pueden im ponerse a est a «com plej a burocracia». Se t rat aría de los acont ecim ient os
84
excepcionales. No hay que ent ender que est os hechos se im ponen per se, sino que
lo hacen por el caráct er de excepcionalidad est ablecido socialm ent e. Recordem os
que un acont ecim ient o excepcional lo es en función de una significación
preexist ent e y que ést e act ualiza. Pensem os que un asesinat o polít ico no sería
concept uado com o asesinat o en una sociedad que no condenara t al act o com o
hom icidio, sino que lo acept ara com o una form a de det erm inar el caudillaj e. Con
relación a la producción inform at iva GROSSI ( 1981, pág. 73) considera que el caso
excepcional «no es sólo el sim ple acont ecim ient o excepcional, el puro hecho-
rupt ura, sino un t ipo part icular de acont ecim ient o que es, adem ás, polít icam ent e
relevant e para la dinám ica social de un det erm inado país, en cuant o que por su
gravedad y/ o cent ralidad im plica el problem a del cont rol social, de la lucha polít ica,
de la legit im ación de las inst it uciones, de la ident idad y de las im ágenes
colect ivas». En est a m ism a definición puede apreciarse la incidencia de lo social en
el acont ecim ient o.
Por ello se puede decir que de hecho la not iciabilidad de los
acont ecim ient os es una valoración asum ida socialm ent e, aunque no
necesariam ent e com part ida. Así lo afirm a t am bién BÖCKELMANN ( 1983, pág. 63) :
«Que t odos los individuos que t om an part e en la com unicación de m asas
" reconozcan" las reglas inst it ucionalizadas de la at ención no significa que est én de
acuerdo con ellas, que las j ust ifiquen, et c. Pero lo que sí significa ciert am ent e es
que " ent ienden" dichas reglas y seleccionan de acuerdo con ellas».
85
5. La dist inción ent re norm alidad y anorm alidad, acuerdo y discrepancia
con respect o a la orient ación de la conduct a individual y su valoración.
6. La violencia, la agresividad, el dolor y los sucedáneos del dolor en
nuest ra civilización, com o pruebas docum ent ales del est ar
const ant em ent e am enazado ( inm ensidad) y de la fat alidad del dest ino,
así com o en los aspect os de la «delegación» ( proyección en los aut ores
y en las víct im as, la experiencia de haber escapado con vida de un gran
peligro) .
7. La consideración de las form as de la com pet ición baj o el aspect o de
lucha con connot aciones afect ivas de com pet encia de st at us y de
rivalidad personal.
8. Referencia al increm ent o de la propiedad en el aspect o de los ingresos y
haberes personales y del enriquecim ient o de la vida individual.
9. Las crisis y los sínt om as de crisis baj o el aspect o del afianzam ient o de
una «est abilidad del sist em a», det erm inada form alm ent e, frent e a las
act uales am enazas.
10. La observación de lo ext raordinario, de lo singular y de lo exót ico en el
sent ido de desm arcar y de confirm ar lo propio, en el sent ido de disponer
de alt ernat ivas fict icias a la vida cot idiana, en el sent ido de la proyección
cult ural y de la asim ilación consum ist a.
Norm alm ent e un asunt o debe cum plir varias de est as reglas para su
selección. No voy a ent rar a fondo en el com ent ario de est as reglas de at ención,
que el m ism o Böckelm ann considera un cat álogo abiert o a rem odelaciones.
Sim plem ent e deseo dej ar const ancia de las m ism as.
Sin em bargo, m e parece obligado resalt ar las consecuencias en la
producción del sent ido de est as reglas de at ención. En un est udio sobre la
producción t elevisiva Franco ROSI TI ( 1980) se pregunt a por qué ést a t iene, a nivel
explícit o, el caráct er de una enum eración sin nexos ni explicaciones. La respuest a la
encuent ra est e aut or en la concepción relat ivist a de la ideología capit alist a que
sint et iza en las siguient es proposiciones:
86
3. En consecuencia, la definición y la int erpret ación de est as grandes
regularidades, de est as grandes agregaciones de int ereses y de est as
grandes reglas coinciden con su m ism a producción; sólo los suj et os que
las producen, o bien los suj et os en general, est án aut orizados a
definirlas y a int erpret arlas cada uno de ellos de m anera subj et iva.
»Para est a concepción fundam ent alm ent e relat ivist a, no es posible una
int erpret ación obj et iva, sólo se puede inform ar acerca de concret as acciones-
acont ecim ient os o bien int erpret ar a part ir de int ereses o de " punt os de vist a" »
( ROSI TI , F., 1980, pág. 292) .
Volviendo de nuevo a la det erm inación del acont ecim ient o en el sist em a de
los m ass m edia se pueden recoger las condiciones que deben sat isfacer los
acont ecim ient os para ser not icias. La relación que recoj o a cont inuación es de
GALTUNG y RUGE ( 1980, pág. 120) y est á basada en la psicología de la percepción.
Com o podrá apreciarse, no se t rat a de t em as com o en el caso de Böckelm ann, sino
de una serie de fact ores que det erm inan la selección de las not icias. Est os son:
87
t am bién se seleccionan con relación a la com posición general del m edio.
De est a form a, en unas circunst ancias det erm inadas, un acont ecim ient o
puede t ener cabida en un m ass m edia y en ot ras no.
9. Valores sociocult urales. Referencia a personas, a naciones de élit e, a
personas de élit e, o a cualquier cosa negat iva.
Asim ism o est ablecen t res hipót esis sobre la acción conj unt a de est os
fact ores.
Así, por ej em plo, cuant o m enor sea la im port ancia int ernacional de una
nación, los acont ecim ient os que en ella se produzcan deberán t ener un m ayor
núm ero de condiciones para ser not icia.
A pesar de las crít icas que ha recibido, principalm ent e por su visión
fundam ent alm ent e psicológica, est e esquem a ha dem ost rado su ut ilidad en el
análisis de los crit erios de not iciabilidad en la t elevisión holandesa ( BERGSMA, F.,
1978) .
De lo expuest o en est e apart ado debería quedar claro que en el sist em a de
los m ass m edia se da una det erm inación de lo que van a ser los acont ecim ient os
dignos de at ención para const it uirse en not icia. Est os acont ecim ient os t endrán unas
caract eríst icas det erm inadas que son asum idas t ant o por los product ores com o por
los consum idores de not icias.
88
3. LAS FUENTES PERIODÍSTICAS
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Hechos realizados Hechos r ealizados no
int encionalm ent e int encionalm ent e
Prom ovidos por las fuent es Rut ina Hallazgo ( Serendipit y)
Prom ovidos por periodist as Escándalos I ncident es
1. La rut ina corresponde a los acont ecim ient os rut inarios producidos
int encionalm ent e por las fuent es de los m ism os. Por ej em plo, una rueda
de prensa. La posibilidad de acceso a est e t ipo de acont ecim ient os
puede ser:
2. Escándalo. Es un acont ecim ient o de rut ina que por una cuest ión u ot ra
no sigue la est rat egia de creación del acont ecim ient o de las fuent es del
m ism o.
3. Los incident es. Se diferencian de los ant eriores acont ecim ient os en que
el hecho no se ha realizado en principio int encionalm ent e y en que
aquellos que prom ueven el acont ecim ient o público no coinciden con
aquellos cuya act ividad ha causado el hecho.
4. Hallazgo —Serendipit y—. Est a palabra viene de un ant iguo nom bre de
Ceilán ( Sri Lanka) . Periodíst icam ent e señala la fort una y/ o habilidad de
realizar un act o casualm ent e que int eresa que se conozca.
90
son per se acont ecim ient os excepcionales, pero que form an part e de un m ism o
clim a de opinión. Est os hechos secundarios se producen a causa de los hechos
prim arios iniciales, y progresivam ent e los van sust it uyendo en el t rat am ient o que
se hace del caso. Adem ás, est os hechos secundarios ( definidos así desde un punt o
de vist a est rict am ent e t em poral) asum en la función de fuent es vicarias, en el
sent ido de que se conviert en en «acont ecim ient os que explican ot ros
acont ecim ient os» y acaban por t ransform arse en las fuent es inform at ivas de los
periodist as con relación a los casos excepcionales.
GROSSI ( 1981, pág. 75) const at a que el suj et o product or de los hechos
secundarios con el valor de fuent es vicarias es siem pre el m ism o: el sist em a
polít ico. Por lo cual señala que el poder polít ico t iene la capacidad de influir en la
inform ación m ediant e la producción de acont ecim ient os art ificiales dot ados de
sent ido y m ediant e una nueva definición de la realidad. Adem ás, el periodist a que
t iene necesidad de recont ext ualizar rápidam ent e el acont ecim ient o excepcional
t iende a privilegiar las int erpret aciones est ablecidas por el sist em a polít ico y est o le
lleva a m ezclar la relevancia pública del acont ecim ient o con la valoración
est ablecida por el sist em a polít ico.
Así pues, según est e aut or, el t rabaj o periodíst ico se encuent ra ant e dos
acont ecim ient os m uy relacionados aunque est án en diversos «niveles de realidad».
El prim ero se m anifiest a im previsiblem ent e y de m odo anóm alo, por lo que debe
ser recont ext ualizado. Es decir, ant e un acont ecim ient o excepcional, el periodist a
debe recont ext ualizar el acont ecim ient o lo m ás rápidam ent e posible y debe
descubrir el valor polít ico y cult ural del m ism o. GROSSI ( 1981, pág. 75) señala al
respect o que la función periodíst ica no consist e t ant o en la capacidad de
com prender y/ o seleccionar el hecho sensacional, sino en la com pet encia
cont ext ualizant e del m ism o hecho. El segundo acont ecim ient o se produce de form a
volunt aria y ya est á preest ruct urado de m odo funcional a las exigencias del caso
excepcional. Es decir, cont iene los elem ent os de valor, axiom as de legit im idad, la
«racionalidad» y la coherencia m edio- fines. En definit iva, poniendo de m anifiest o
algunos elem ent os, com prende la t ot alidad del acont ecim ient o.
Por consiguient e, el segundo nivel viene a sobredet erm inar el prim ero. A lo
largo de los días, desde que se produj o el acont ecim ient o excepcional, es el sist em a
polít ico el que va recuperando su capacidad de cont rol de la sit uación. Aunque,
com o señala GROSSI ( 1981, pág. 78) , no se puede afirm ar en absolut o que sea una
caract eríst ica del sist em a polít ico- inst it ucional la de producir siem pre hechos
art ificiales dot ados de sent ido con el fin de cont rolar el im pact o de la inform ación
periodíst ica.
Para GROSSI ( 1981, pág. 82) la relación ent re las fuent es de inform ación y
la profesionalidad periodíst ica debe ser descrit a de form a am bivalent e, en t érm inos
91
de las t eorías de sist em as. Es una relación ent re un sist em a ( la em presa
periodíst ica) y el am bient e ( la realidad de los acont ecim ient os) . Las fuent es
represent an los confines m ut ables, en ocasiones inest ables, que regulan el
equilibrio ent re los dos ám bit os. La fuent e sería el m arco con la función de recurso
y const ricción al m ism o t iem po a la cual el periodist a recurre con diversas
int encionalidades para concret ar su com pet encia cont ext ualizadora del
acont ecim ient o- not icia. El nexo que se est ablece ent re la fuent e y el periodist a es,
com o verem os a cont inuación, int eract ivo y reflexivo; est á suj et o a negociación
ideológica y lingüíst ica y sobre t odo a influencias ext eriores al cam po inform at ivo.
Est e nexo ent re fuent es y periodist as no puede ser, según GROSSI ( 1981, pág. 83) ,
elim inado ni a t ravés del privilegio asignado a fuent es alt ernat ivas ( las cuales
usualm ent e t ienden a preest ruct urar el acont ecim ient o) , ni post ulando una
«polit ización» del periodist a com o garant ía sobre la validez de las fuent es ( sería
una preest ruct uración a nivel ideológico) , ni t an siquiera auspiciando la elim inación
del rol del periodist a ( si la m ediación no la desarrolla el periodist a, ést a se realizará
en ot ros ám bit os sociales m ucho m enos cont rolables) .
«Fuent e y com pet encia son por eso dos aspect os o fases del m ism o
proceso de definición de la realidad, caract erizados, no obst ant e, por
procedim ient os y rut inas diversas y est ruct uradas diversam ent e en el ám bit o
social» ( GROSSI , G., 1981, pág. 83) .
Una invest igación, que t iene ciert am ent e int erés, es la que llevan a cabo
Gieber y Johnson t it ulada «The Cit y Hall beat : a st udy of report er and source roles»
en el Journalism Quart erly n. 38, 1961 ( cit ada en Mc QUAI L y W I NDAHL, 1984, págs.
181- 185) . En ella se est udian los papeles del inform ador y de sus fuent es. La
invest igación em pírica se basa en el m odo en que el report ero realiza est a función
al cubrir la inform ación polít ica local. Se descubren t res t ipos de relaciones.
92
3. La fuent e es la que práct icam ent e hace la not icia. Sería el caso de los
com unicados oficiales.
Com o com ent an acert adam ent e Mc QUAI L y W I NDAHL ( 1984, págs. 184-
185) , «el m odelo sirve com o un recordat orio út il de que el " select or" ( gat ekeeper)
es una part e de un sist em a m ás am plio de relaciones sociales y de cont roles
norm at ivos. [ ...] Se t rat a de una relación que surge de una negociación en la que
los int ereses profesionales de los part icipant es, las m et as de la fuent e original y de
los int ereses de los lect ores pot enciales desem peñan un ciert o papel».
Es im port ant e señalar, por un lado, est a int errelación ent re las fuent es y
los periodist as principalm ent e, y, por ot ro lado, la im port ancia de las fuent es en la
producción de la not icia. Con relación a est e últ im o punt o W OLF ( 1981, pág. 279)
señala que al analizar la producción de la not icia se const at a que la act ividad
realizada no es dar una inform ación según los valores profesionales, sino que se ha
de respet ar, por ej em plo, la form a espacio/ t em poral del m edio o incluso, y est o es
lo que deseo dest acar, sacrificar alguna not icia para m ant ener unas buenas y
product ivas relaciones con las fuent es.
Donde las fuent es adquieren un papel m ás im port ant e, si cabe, es en el
periodism o de invest igación. AGOSTI NI ( 1985, páginas 432 y 434) se plant ea cóm o
una fuent e puede const it uirse y legit im arse com o t al, para afirm ar a cont inuación
que la ut ilización de una fuent e variará en función de «la colocación de la fuent e en
la est ruct ura del poder económ ico, polít ico y social, de su hom ogeneidad cult ural
con los redact ores, de su econom ía y de su product ividad» ( ibíd., pág. 432) . Es
decir, que las fuent es deben ser fácilm ent e accesibles y proporcionar inform ación
út il al periodist a. Aunque hay que dej ar const ancia de que est e t ipo de
generalizaciones son aproxim at ivas.
AGOSTI NI ( 1985, págs. 432433) plant ea dos consideraciones de int erés:
«Prim ero, las fuent es m ej or sit uadas en el orden y en la j erarquía de la sociedad
condicionan a los periodist as porque son las m ás sist em át icam ent e consult adas.
[ ... ]
«Segundo, la m ism a organización del t rabaj o periodíst ico cot idiano im pone
lím it es y condiciones a la red de fuent es y, por consiguient e, a la profundización del
periodist a.»
Hay, con relación al prim er punt o, com o afirm a LI VOLSI ( 1985, pág. 393) ,
una inst it ucionalización de las fuent es. Una serie de act ores sociales t ienen una
especie de derecho de acceso sem iaut om át ico a los m edios de com unicación.
Por lo que respect a al segundo punt o hay que señalar t am bién la exist encia
de unas fuent es de rut ina que son las consult adas habit ualm ent e ant e
det erm inados acont ecim ient os. Para no caer en un equívoco hay que punt ualizar
93
que est as fuent es de rut ina suelen ser, en det erm inados acont ecim ient os, las
fuent es privilegiadas que hem os señalado. Es decir, no nos encont ram os ant e dos
t ipos de fuent es dist int as.
Tam bién hay fuent es no habit uales, no rut inarias, que deben ser buscadas
por los periodist as. Fundam ent alm ent e sería en los casos del periodism o de
invest igación, cuando hay que ir m ás allá de la inform ación de fácil acceso.
En una invest igación que he realizado ( RODRI GO, M., 1986) dist ingo dos
t ipos de fuent es. Por un lado, las fuent es ut ilizadas y por ot ro las fuent es
m encionadas. En principio las fuent es m encionadas son t am bién fuent es ut ilizadas,
pero no t odas las fuent es ut ilizadas son m encionadas. Es decir, nos encont ram os en
dos niveles dist int os, uno el de la producción y el ot ro el de la m anifest ación.
Con relación a las fuent es ut ilizadas por los periodist as hay que recordar el
est ablecim ient o de redes inform at ivas. Los m edios de com unicación sit úan a sus
periodist as en una serie de inst it uciones legit im adas com o fuent es, pero a su vez la
sit uación de los periodist as en est as inst it uciones refuerza la legit im ación pública de
las m ism as.
Com o m anifiest a TUCHMAN ( 1983, pág. 36) , «la red inform at iva im pone un
orden al m undo social porque hace posible que los acont ecim ient os inform at ivos
ocurran en algunas zonas pero no en ot ras». Para el est ablecim ient o de est a
ordenación social la red inform at iva est ablece t res presunciones sobre los int ereses
de los lect ores:
1. Los lect ores est án int eresados en sucesos que ocurren en lugares
específicos.
2. Les im port an las act ividades de organizaciones específicas.
3. Se int eresan por t ópicos específicos ( TUCHMAN, G., 1983, pág. 38) .
Parece bast ant e claro que las redes inform at ivas est ablecidas
inst it ucionalizan la ut ilización de unas fuent es. Ret om em os la dist inción hecha
ant eriorm ent e ent re fuent es ut ilizadas y m encionadas. Dado que las prim eras no
pueden ser est udiadas exhaust ivam ent e m ediant e el análisis de cont enido, m e
lim it é en m i invest igación a las segundas.
Las fuent es que aparecen en los discursos inform at ivos son im port ant es
porque son las que se inst it ucionalizan socialm ent e. I ncluso cabría apunt ar que son
elem ent os esenciales para el est at ut o veredict orio de est os discursos. Con relación
a la veredicción véase BRANT ( 1982) y GREI MAS y COURTÉS ( 1979 y 1986) .
Las fuent es m encionadas han sido obj et o de est udio de m i análisis de
cont enido ( RODRI GO, M., 1986) , de cuyos result ados se pueden dest acar una serie
de dat os int eresant es.
94
Hay que reseñar que est os dat os hacen referencia a la t ot alidad de los
casos sin diferenciar los diarios.
1. La fuent e cit ada con un m ayor porcent aj e ( 49,7% ) es «Ot ros m ass
m edia». Com o explica TUCHMAN ( 1983, página 36) , los principales
redact ores noct urnos de los periódicos de la m añana reciben una copia
del diario de la com pet encia para com probar si se han olvidado alguna
not icia im port ant e. Evident em ent e, el sist em a de los m ass m edia se
aut orrealim ent a. Los dist int os m edios se proporcionan inform ación ent re
sí. Pero adem ás, com o aquí se const at a, se cit a a los ot ros m edios de
com unicación de m asas com o fuent e de inform ación de form a
reit erat iva.
De est a circunst ancia podem os sacar com o m ínim o dos consideraciones:
a) Se da una aut olegit im ación del sist em a inform at ivo com o fuent e
principal en la const rucción del discurso periodíst ico.
b) Se da una ciert a hom ogeneidad en los acont ecim ient os publicados,
produciéndose un efect o de adición o de eco que afianza el t ipo de
realidad descrit a por el sist em a inform at ivo.
2. Ot ras fuent es con un alt o porcent aj e son las polít ico- inst it ucionales
( «part idos polít icos», «Adm inist ración Cent ral», et c.) . Est as son fuent es
que aparecen a t ravés, predom inant em ent e, de sus propios
com unicados y que
suelen t ener un acceso direct o a los m edios. Una breve reflexión que
quisiera hacer al respect o es que precisam ent e la predom inancia
explícit a de est e t ipo de fuent e viene a det erm inar de alguna m anera el
caráct er polít ico de ciert a inform ación. Por ej em plo, las inst it uciones
polít icas no reaccionan igual ant e un act o de delincuencia com ún que
ant e un act o t errorist a.
3. El t ipo de act o condiciona t am bién las fuent es com únm ent e cit adas. Es
el caso del port avoz de la fam ilia que en los secuest ros se conviert e en
la principal fuent e de not icias.
4. Un dat o a t ener en cuent a es el papel de los t errorist as com o fuent e
inform at iva. Los dat os de m i invest igación m e llevan a considerar que
los t errorist as se present an com o fuent es inevit ables aunque sea
sim plem ent e para la reivindicación de la aut oría m ediant e un
com unicado. De hecho son fuent es privilegiadas com o prom ot ores in-
t encionales de los hechos.
95
Siguiendo la clasificación de MOLOTOCH y LESTER ( 1980, página 222) cabría
incluir los act os t errorist as en los acont ecim ient os de rut ina que t ienen acceso al
sist em a com unicat ivo m ediant e la rupt ura que suponen. Con relación a la
clasificación de Gieber y Johnson, que hace referencia a la relación ent re los
periodist as y sus fuent es, hay que decir que práct icam ent e se pueden dar los t res
t ipos de relación est ablecidos.
En cualquier caso hay que afirm ar que las fuent es t errorist as han
inst it ucionalizado t am bién su com port am ient o, de form a que después de un
at ent ado, generalm ent e, se espera el com unicado reivindicat ivo de la organización
aut ora.
96
4. EL TRABAJO PERIODÍSTICO
1. Los hechos relevant es para los m ass m edia son los hechos
excepcionales, es decir, los que rom pen la norm alidad, la cont inuidad.
Son los hechos- rupt ura los que se conviert en en not icia. Se t rat a pues
de not icia- rupt ura.
2. Com o excepción a la prim era proposición, recoge ot ra cat egoría de
hechos: los hechos- not icia. Se t rat a de los hechos que han sido
realizados precisam ent e para ser not icia. De est as dos proposiciones se
derivan ot ras dos que hacen referencia a los suj et os sociales ( las
fuent es) que en el m odelo liberal- burgués de la inform ación son los pro-
duct ores de los hechos- rupt ura y de los hechos- not icia.
3. No t odos los suj et os sociales son com pet ent es para producir hechos-
rupt ura y hechos- not icia. Adem ás, no t odos los hechos- rupt ura y
hechos- not icia t ienen el m ism o significado desde el punt o de vist a del
st at u quo.
4. El sist em a polít ico recibe una at ención privilegiada por part e de los m ass
m edia: «ent re los suj et os sociales product ores de hechos- rupt ura y de
hechos- not icia em erge en los m ass m edia un suj et o privilegiado —la
clase polít ica— deposit aria de la función de cont inuidad y m ant enim ient o
del orden».
97
Est a reducción de la discrecionalidad da lugar a que los discursos
periodíst icos inform at ivos de los dist int os m edios sean sem ej ant es. Est o denot a
que, por encim a de las diferencias ideológicas de diarios, las norm as de producción
de los discursos periodíst icos inform at ivos son asum idas por los m ism os. La
det erm inación del acont ecim ient o, las fuent es, el t rabaj o periodíst ico en sí, son
elem ent os de un proceso de producción inst it ucionalizado. El cam bio radical de
alguno de est os elem ent os supondría la alt eración del t ipo de prensa.
Ant e un acont ecim ient o que rem it a, por ej em plo, al m undo del t errorism o,
el t rabaj o periodíst ico se desarrolla de acuerdo con unas paut as est ablecidas. De
ahí que los discursos producidos t engan, en general, unas sim ilit udes const at ables.
Pero adem ás las caract eríst icas de est os discursos son, a su vez, reconocidas por
los dest inat arios. I ndependient em ent e de que en ocasiones se t em at ice, el
dest inat ario det erm ina claram ent e que se encuent ra, por ej em plo, ant e un discurso
periodíst ico inform at ivo sobre un act o t errorist a e incluso puede valorarlo com o t al.
Por ot ro lado, est a hom ogeneidad discursiva refuerza la ilusión referencial
( RODRI GO, M., 1984) creada por los m ass m edia. Al com parar la inform ación de
dist int os m edios aparecen, salvo m at ices, las m ism as fuent es, se ut iliza una
t erm inología sem ej ant e, et c. La discrecionalidad en la producción discursiva es
reducida.
Com o est am os viendo, a lo largo de m i exposición hay una serie de
condicionant es que hacen de la act ividad periodíst ica un com port am ient o reglado
en el que lo m ás difícil es precisam ent e la rupt ura del m ism o, aun en casos
excepcionales.
Un elem ent o que considero de int erés m encionar y que cont ribuye de
form a consuet udinaria al est ablecim ient o del t rabaj o periodíst ico son las llam adas
rut inas inform at ivas.
Com o observa TUCHMAN ( 1983, pág. 226) , «el procesam ient o de la not icia
se hace rut ina de acuerdo con la m anera com o se piensa que se desarrollan los
sucesos en las inst it uciones legit im adas; predecir el curso que seguirán los relat os
de secuencias en inst it uciones legit im adas perm it e a los j efes de sección planificar
qué report eros quedarán disponibles, cada día, para cubrir las not icias súbit as».
Hay que decir, no obst ant e, que las rut inas no sólo perm it irán predecir las
not icias en secuencia, sino t am bién que serán ut ilizadas por el periodist a a la hora
de enfrent arse a una not icia súbit a.
98
Recordem os al respect o las t ipificaciones que TUCHMAN ( 1983, pág. 64)
est ablece, dist inguiendo not icias blandas, duras, súbit as, en desarrollo y de
secuencia.
preprogram ado
99
La post ura de Tunst all, com o puede apreciarse, se basa principalm ent e en
las caract eríst icas de los acont ecim ient os m ás que en la labor del t rabaj o
periodíst ico. Su argum ent ación se vuelve cont ra sí m ism a ya que si lo habit ual en
los m edios de com unicación es lo anorm al se puede afirm ar que en los m ism os lo
anorm al es lo norm al.
En cualquier caso, una de las principales funciones de los m ass m edia es la
de dom inar el acont ecim ient o. Precisam ent e en la const rucción social de la realidad
las rut inas inform at ivas desem peñan un papel clave.
Adem ás, com o señala TUCHMAN ( 1983, pág. 205) , «el t rabaj o inform at ivo
est á em pot rado de m anera reflexiva en el cont ext o de su producción y
present ación. Se basa en la est ruct ura polít ica y, a la vez, la reproduce, del m ism o
m odo que se basa y reproduce la organización del t rabaj o inform at ivo».
El t rabaj o periodíst ico inform at ivo es una t area organizada que se realiza
en una inst it ución que t iene su propia norm at iva product iva.
ROSI TI ( 1981, págs. 106- 107) hace una det allada relación de las
operaciones principales del desarrollo del t rabaj o periodíst ico que se dan en la
est ruct ura organizada de la em presa inform at iva:
100
i) valoración ( asignándoles valores posit ivos o negat ivos a los
acont ecim ient os seleccionados, respect o a crit erios del em isor, del
público o de am bos) .
1. Planificación. Se fij an a largo plazo los acont ecim ient os previsibles para
prever los recursos y asignarlos. A cort o plazo se fij a la cobert ura de las
not icias del día.
2. Recopilación. Los report eros y corresponsales recogen m at erial para
not icias y lo llevan a la redacción.
3. Selección. Se recoge el m at erial de los report eros, corresponsales, el
difundido por las agencias y se criba hast a un núm ero lim it ado de ít em s
para la t ransm isión final.
4. Producción. Los ít em s seleccionados se ordenan y se t rat an para una
present ación adecuada y se preparan para salir en el program a.
Hay que señalar t am bién que la producción de los m ass m edia no es sólo
un m ecanism o que act úa por condicionam ient os int ernos. Com o ya señalé
ant eriorm ent e, se da una int errelación ent re las fuent es, los m ass m edia y el
público. A est e respect o GOLDI NG y ELLI OT ( 1979, pág. 114) señalan que la valoración
y la producción de las not icias se hace en base a t res fact ores: la audiencia, la
accesibilidad y la conveniencia.
El periodist a se debe plant ear si conseguirá at raer la at ención de la
audiencia. No sólo es necesario que el t em a sea considerado im port ant e por el
101
periodist a, sino que debe ent rar en sint onía con lo que el público puede llegar a
considerar, asim ism o, im port ant e.
La accesibilidad de la inform ación est á ineludiblem ent e ligada a la t em át ica
de las fuent es y a las redes inform at ivas est ablecidas por los propios m ass m edia.
Por conveniencia hay que ent ender si la inform ación es consonant e con las
rut inas de producción de m ass m edia. Tam bién hace referencia a las posibilidades
organizat ivas y t écnicas del m edio. En definit iva, cada m ass m edia t iene unas
caract eríst icas y unas lim it aciones que det erm inan la producción de las not icias.
Evident em ent e, cada m edio de com unicación, dadas sus caract eríst icas
t ecnológicas, t endrá sus part icularidades product ivas. I ncluso dent ro de cada m edio
de com unicación cada program a requiere una act ividad product iva diferent e. En
declaraciones de un realizador de t elevisión de ret ransm isiones deport ivas a El País
( 7- 3- 1986) : «At ender a t odos los planos, seleccionar en cada m om ent o y ant icipar
lo que va a ocurrir en el inst ant e post erior es un ej ercicio único. En la unidad m óvil,
el present e ya es pasado. Según est á ocurriendo algo, dej a de t ener im port ancia.
La t area del realizador es prevenir lo que viene. Lo que est á saliendo en la pant alla
ya no t iene valor».
Sin em bargo, aunque no ent raré a porm enorizar est as diferencias, las
caract eríst icas generales señaladas se dan en t odos los m edios de com unicación.
Ant onio Franco, direct or adj unt o de El País, al explicar la act ividad de su diario ( El
País, 21- 6- 1985) , recoge las dist int as et apas: «El País, diariam ent e prom ueve,
prim ero, la cobert ura de los t em as de int erés; selecciona y valora, después, las
not icias ya elaboradas, y realiza, finalm ent e, los cont roles de calidad sobre lo que
va a ser publicado. [ ...] Est e m ism o Consej o ( se refiere al Consej o de Edit oriales)
est ablece crit erios y líneas generales de act uación sobre los art ículos de
colaboración lit eraria o polít ica, así com o las t ribunas de opinión que deben
acom pañar a las inform aciones, asesorando a los encargados específicos de est as
parcelas».
Básicam ent e t oda la producción inform at iva se reduce a dos procesos: el
de selección y el de j erarquización. Se t rat a de seleccionar la inform ación y de
det erm inar la im port ancia de cada una de las inform aciones est ableciendo una
j erarquización de las m ism as. Qué duda cabe que la selección de la inform ación es
socialm ent e una operación m ás problem át ica que la j erarquización inform at iva.
ROSI TI ( 1981, págs. 110- 111) dist ingue dist int os grados de selección, en
sent ido am plio del t érm ino:
102
2. La función de selección de segundo grado, o función de j erarquización,
supone la at ribución de una m ayor o m enor im port ancia a los
acont ecim ient os.
3. La selección de t ercer grado, o la función de t em at ización. Es la
operación de selección ult erior, del universo inform at ivo dos veces
seleccionado, de los grandes t em as en los cuales concent rar la at ención
pública y m ovilizarla hacia decisiones. El t em a puede ser, a su vez,
colocado en un m arco ( fram e) .
Asim ism o ROSI TI ( 1981, pág. 113) est ablece cuat ro dim ensiones de las t res
funciones: selección ( exclusión/ inclusión) , j erarquización y t em at ización.
Tipos de funciones
Exclusión/ I nclusión Jerarquización Tem at ización
Grado de Selección 1º 2º 3º
1. Grado de
dependencia de los
periodist as a las
++ + -
presiones ext ernas
2. Grado de
cont rover t ibilidad
pública de las
- + +-
selecciones
3. Grado de rut ina ++ + -
4. Grado de ex periencia
aleat oria por part e del
++ + -
público
103
m ás posible el t rat am ient o de im port ancia diferenciado en cada m edio. En la
selección de t ercer grado es t odavía m ás explícit a la act uación del m edio de
com unicación, que puede dar lugar t ant o a im port ant es efect os sobre la opinión
pública com o a un clam oroso fracaso. Sin em bargo, la selección de t ercer grado no
debe circunscribirse únicam ent e a los casos excepcionales.
De los result ados de su invest igación sobre la inform ación t elevisiva ROSI TI
( 1981, pág. 121) est ablece las siguient es conclusiones:
Aunque la selección de prim er grado ya ha sido com ent ada ant eriorm ent e,
será int eresant e profundizar en ella. LEMPEN ( 1980, págs. 72- 75) afirm a que los
crit erios de selección son m uy num erosos y variables según cada m ass m edia, pero
se escogen a part ir de dos principios: a ) el principio de aut oridad, y b ) el principio
del rol social.
104
com unicación social: la violencia que perm it e invest irse episódicam ent e
de un poder usurpado» ( LEMPEN, B., 1980, pág. 73) , La violencia
t ransgrede los crit erios de selección norm ales. Los act os violent os, el
t errorism o, se im ponen al sist em a de selección de los m ass m edia. Est o
t am bién explicaría que la violencia est é om nipresent e en los m ass
m edia.
«Los m ass m edia prefieren dar cuent a de la violencia social m ás que
revisar sus crit erios de selección y de m ej orar la com unicación, porque
la violencia es condenada por el cuerpo social y el sist em a no est á
direct am ent e am enazado. [ ...] El uso de la violencia t raduce, de hecho,
una doble insuficiencia: la de la sociedad, incapaz de perm it ir a cada
uno realizarse, y la de la inform ación, que no lleva a cabo su función de
adapt ación al sist em a social. Est a const at ación nos lleva a una nueva
paradoj a del funcionam ient o de la inform ación con relación a sus
propiedades t eóricas: est e funcionam ient o lleva a la ut ilización de la
violencia para im poner ciert os m ensaj es rechazados por los crit erios
corrient es que presiden la selección de la inform ación; en lugar de
preservar el sist em a, un funcionam ient o t al de la inform ación conduce a
desafiarlo y a buscar su dest rucción» ( LEMPEN, B., 1980, pág. 73) . Est a
argum ent ación es la que sigue el art ículo del diario Egin que he
analizado sem iót icam ent e sobre el caso Mart ín Barrios ( RODRI GO, M.,
1986) . El aut or del art ículo replant ea la problem át ica suscit ada en los
m edios de com unicación argum ent ando que «lo que habría que discut ir
es si en una com unidad, en la que se presum e exist e libert ad de
expresión, los m edios de com unicación deben o no recoger los punt os de
vist a de unas organizaciones arm adas que luchan desde la
clandest inidad».
Por su part e Lem pen, para llegar a est as conclusiones, considera que la
violencia social y el t errorism o se explican por una sit uación de inj ust icia social. Los
m ass m edia deberían, según est e aut or, est ar concebidos de m anera que
perm it ieran conocer est as inj ust icias, para hacer inút il el recurso a la violencia. Pero
los m ass m edia est án encuadrados por los poderes de m anera que no dej an
em erger m ensaj es que puedan cuest ionar su polít ica y acent úan así las inj ust icias
exist ent es e inducen al recurso de la violencia. Desde est a perspect iva, com o puede
apreciarse, los m ass m edia son la causa de la violencia.
2. El principio del rol social es com plem ent ario al de aut oridad. Según est e
principio el valor de la inform ación est á en función del origen social del
105
individuo y del rol que desem peña en la sociedad. «El individuo es consi-
derado por el sist em a de inform ación en función de su rol social: hace
falt a que est é int egrado en un grupo, que respet e sus reglas y sus
norm as» ( LEMPEN, B., 1980, pág. 74) . Así " el individuo asocial est á al
m argen del circuit o de la inform ación. Todo lo que no t iene una ut ilidad
social queda excluido y queda lim it ado a la com unicación int erpersonal.
En los m ass m edia se est im ulan las necesidades que favorecen el
crecim ient o económ ico. Adem ás, anim an al individuo a un
com port am ient o de confianza en las aut oridades, de sum isión a la
organización social. Glorifican el t rabaj o product ivo, la ej ecución de los
deberes de ciudadano y su act ividad en el seno de las est ruct uras
sociales est ablecidas, m ient ras silencian las m anifest aciones m arginales.
4.3. La tematización
106
asocian a t érm inos m ás generales. Mediant e la t em at ización se desarrolla el nivel
cognoscit ivo valorat ivo sobre los acont ecim ient os y los problem as que im plican. En
la t em at ización se da claram ent e una est rat egia de int eracción polít ica.
«Tem at izar, desde un punt o de vist a m ás concret o, significa disponer de
crit erios no sólo argum ent at ivos, sino de conveniencia út il y de influencia práct ica
en base a la cual un det erm inado t em a debe inscribirse en la " agenda polít ica" de
una colect ividad nacional» ( MARLETTI , C, 1985, pág. 25) .
La t em at ización supone un proceso lim it ado que sólo se da en un núm ero
rest ringido de t em as. En las sociedades post indust riales, según Marlet t i, los m ass
m edia y los aparat os polít icos son los que desarrollan fundam ent alm ent e los
procesos de t em at ización. «Polít icos y m edios desarrollan, obviam ent e, una
est rat egia de cont rol y lim it ación del acceso respect o a los procesos de
t em at ización. [ ...] Pero si est e acceso es im pedido dem asiado t iem po una sociedad
se anquilosa» ( MARLETTI , C, 1985, pág. 29) .
Lo que es int eresant e dest acar es que en la t em at ización es necesario el
concurso del sist em a inform at ivo. No se puede afirm ar que un m edio de
com unicación t em at iza un acont ecim ient o. Quizás est o no haya sido dest acado
suficient em ent e por los aut ores est udiados. Las selecciones de prim ero y segundo
grado ( ROSI TI , F., 1981) sí que pueden depender de la producción de un m edio de
com unicación en concret o; sin em bargo creem os que a la hora de hablar de
t em at ización habría que sit uarse al nivel del sist em a inform at ivo en general. Un
t em a repet ido por dist int os m edios ent ra en el círculo de at ención pública por el
efect o de adición o de eco.
Obviam ent e, para concret ar las caract eríst icas de est as relaciones del
sist em a inform at ivo sería necesario un est udio específico; sin em bargo no renuncio
a recoger un caso m uy ilust rat ivo al respect o.
Se t rat a del conocido «Caso Brouard». Sant iago Brouard, m iem bro
dest acado de la coalición Herri Bat asuna, m urió en un at ent ado t errorist a. El fiscal
encargado del caso, Em ilio Valerio, pret endió invest igar a los servicios de
inform ación del Est ado. El diario El País del 25 de enero de 1985 explica el proceso
a t ravés del cual se gest ó la inform ación que dio lugar a la t em at ización de est e
asunt o.
«A prim era hora de la m añana del lunes 7 de enero est allan las
discrepancias ent re Valerio y su j efe, Ferm ín Hernández. Sobre las once de la
m añana, el fiscal j efe de Bilbao se reúne con Valerio y le explica que est á decidido a
seguir personalm ent e el asunt o Brouard, aunque le pide que, acept ando unas
condiciones, cont inúe colaborando en la invest igación del caso. Valerio [ ...] se niega
a seguir t rabaj ando en el caso si no es el m áxim o responsable.
107
«Durant e m ás de hora y m edia Valerio charla con un periodist a am igo suyo
de la agencia Vasco Press y le com ent a el asunt o. Le dice que querían m ediat izarle
y que prefiere renunciar al caso a colaborar condicionadam ent e si no es el
responsable de las invest igaciones. Esa t arde la agencia Vasco Press —ent re cuyos
client es se encuent ra el Minist erio del I nt erior, [ ...] — da la not icia de la ret irada del
caso Brouard del fiscal Valerio, que es recogida en m uy pocos periódicos vascos y
pasa casi desapercibida. [ ...] El 8 de enero buscó la not icia en la prensa de Madrid,
en donde no la encont ró. [ ...] Ese m ism o día 8 de enero, el fiscal Em ilio Valerio no
fue al palacio de Just icia. Llam aron desde su casa diciendo que se encont raba
enferm o y no podía ir al t rabaj o. Valerio, sin em bargo, quería observar en esas 24
horas la reacción de la prensa y los m edios de inform ación sobre su relevo, pero el
eco fue m ínim o: casi ningún periódico vasco había valorado la not icia. El Correo
Español la recogió en últ im a hora m uy poco dest acada.
»El m iércoles día 9 volvió a su despacho en la fiscalía. Radio Bilbao busca
el seguim ient o del caso y obt iene unas polém icas declaraciones del fiscal, que se
rat ifica en sus t esis. La prensa recoge al día siguient e am pliam ent e esas
declaraciones».
Est e ej em plo ilust rat ivo, y no dem ost rat ivo, m e hace suponer que es la
adición de dist int os m edios lo que perm it e que un acont ecim ient o se conviert a en
un t em a.
Por ot ro lado, AGOSTI NI ( 1984) define la t em at ización com o la act ividad de
los m ass m edia concret ada por la selección de los t em as y la discusión de la
m odalidad de m em orización de los m ism os por el público. Así pues, la selección y la
m em orización de la inform ación periodíst ica son dos caras de una m ism a m oneda.
La m em orización por el público es condicio sine qua non de la t em at ización.
AGOSTI NI ( 1984, pág. 539) part e de la t eoría de la const rucción del t em ario
( agenda- set t ing) , pero señala que la t em at ización va m ás allá de est a t eoría. Según
est e aut or, t an sólo en una invest igación de las realizadas en el m arco de la
const rucción del t em ario ( BENTON, M. y FRAZI ER, P. J., 1976) se est udia cóm o el
público art icula la inform ación recibida. Est os aut ores est ablecen t res niveles de
cóm o es recordada la inform ación:
108
Señalan com o result ados de su invest igación que los efect os del t em ario en
est os t res niveles se dan en la prensa, m ient ras que por lo que respect a a la
t elevisión sólo se da el prim ero. Con lo que nos encont raríam os que la t em at ización
es una de las funciones de la prensa frent e a los m edios audiovisuales.
Por cont ra, W I LLI AMS, SHAPI RO y CUTBI RTH ( 1983) señalan en su invest igación
que los efect os de la t elevisión son aproxim adam ent e iguales, aunque habría que
dest acar que de hecho se sit úan en el prim er nivel que est ablecen BENTON y FRAZI ER
( 1976) .
Para AGOSTI NI ( 1984, pág. 548) la t em at ización es una especie de
inform ación añadida de la cual el periódico es el prom ot or aut ónom o. Señalando, a
cont inuación, que es posible cuant ificar el coeficient e de aut onom ía de cada
t em at ización.
En la t em at ización se dan com plej as consideraciones que, sin em bargo,
AGOSTI NI ( 1984, pág. 549) agrupa en t res grandes órdenes: a) consideraciones
relat ivas a la cualidad de la inform ación ofrecida a los lect ores, b ) a la polít ica
edit orial ( la concurrencia en las vent as, en el m ercado publicit ario) y c ) a la línea
polít ica del periódico.
Ot ra variable a t ener en cuent a es la t em at ización de la prensa de ám bit o
nacional y la prensa local o com arcal. AGOSTI NI ( 1984, pág. 552) habla en est e
últ im o caso de una especie de m icro t em at ización.
Por últ im o, AGOSTI NI ( 1984, págs. 553- 557) , sin pret ensiones de
cient ificidad, com o reconoce, est ablece una t ipología de los casos en los que puede
producirse un proceso de t em at ización:
1. Los casos excepcionales. Ya he t rat ado ant eriorm ent e est e t ipo de
acont ecim ient os ( GROSSI , G., 1981) . Est os casos, por lo dem ás,
cont radicen el caráct er pot encialm ent e racional de la t em at ización. Nos
encont ram os, según Agost ini, ant e una «t em at ización involunt aria». Se
produce una selección ideológica e irreflexiva propia de las rut inas
profesionales de los periodist as.
2. Las grandes cuest iones de la vida colect iva. Problem as polít icos,
económ icos, cult urales, de cost um bres y m orales. Son t em as que se
pueden t rat ar inform at ivam ent e o de form a espect acular.
3. Todas las iniciat ivas que un periódico puede t om ar para profundizar de
m odo aut ónom o en un det erm inado t em a ( ent revist as, servicios
especiales, dossiers, sondeos, et c.) .
Tant o en el prim ero com o en el segundo punt o nos encont ram os con casos
de inform ación obligada. La ley de la concurrencia del sist em a occident al de la
109
prensa im pone que no se pueda ignorar la inform ación. Pero en el t ercer caso es
dist int o, ya que son hechos no det erm inados por la act ualidad acuciant e. En est e
caso, la organización del t rabaj o periodíst ico est á m ás preprogram ada y es m ás
aut ónom a con relación al acont ecer.
110
5. LA ORGANIZACIÓN INFORMATIVA
Debo recordar que el ám bit o de los m ass m edia es het eróclit o, lo que hace
difícil la generalización. Los m edios de com unicación de m asas son inst it uciones
m uy dinám icas sobre las que inciden dist int os fact ores. «Por un lado est án las
fuerzas const it ut ivas del m ercado, de las innovaciones t ecnológicas, de las
const ant es organizat ivas que son fact ores de unificación de las reglas básicas del
funcionam ient o en el int erior del sist em a; por ot ro lado est án las fuerzas de los
sist em as polít icos de las t radiciones cult urales ét nicas y nacionales, de la hist oria y
de la especificidad de cada m edio, género o subgénero que t ienden a acent uar las
diferencias» ( BECHELLONI , G., 1986, pág. 381) .
111
Sin em bargo, el propio BECHELLONI ( 1986, pág. 379) considera que t res son
los principales t ipos de lógica product iva: la lógica de la cult ura de m asas ( m edia
logic) , la lógica del periodism o de act ualidad ( newsm aking) y la lógica del servicio.
Las prim eras dos lógicas se caract erizan, con relación a la t ercera, por una m ayor
orient ación hacia el m ercado y la audiencia. La ficción y el ent ret enim ient o son los
géneros que caract erizan la cult ura de m asas y que t ienen en la serialización
( ANÁLI SI , 1984) su específico m ecanism o product ivo. La producción del periodism o
de act ualidad se art icula a t ravés de los géneros: not icias y t em as de act ualidad. La
credibilidad es su específico m ecanism o regulador que det erm ina lo que es
publicable.
La lógica del servicio se inspira en ideas pedagógicas y no asum e las
dem andas del m ercado y de la audiencia. La dosificación variable de est as t res
lógicas dibuj ará las dist int as polít icas cult urales.
Por ot ro lado, hay que señalar que la organización inform at iva en el ám bit o
de lo que se denom ina países occident ales se halla insert a en el cont ext o
product ivo capit alist a. Com o dice TUNSTALL ( 1980, pág. 88) : «Desde nuest ro punt o
de vist a, la organización periodíst ica persigue al m ism o t iem po t res t ipos de
obj et ivos:
En est e últ im o punt o incluye, por ej em plo, la m ayor influencia polít ica,
obj et ivos cult urales o educat ivos, aum ent ar el propio prest igio... Realm ent e habría
que m at izar est e t ercer punt o. Qué duda cabe que si bien es posible que los
m ism os no den un beneficio económ ico inm ediat o, est os obj et ivos redundarán en el
poder com unicat ivo del m edio por su capacidad de influencia en det erm inados
sect ores sociales.
Teniendo en cuent a t ales obj et ivos generales de la organización
inform at iva se puede deducir fácilm ent e que ést a, en definit iva, com o cualquier
ot ra organización, condiciona ciert as act it udes de sus m iem bros.
SI GELMAN ( 1980, pág. 69) nos recuerda que «en los periódicos sucede lo
que acaece en ot ras organizaciones: por lo que hace referencia al est ablecim ient o
de act it udes, las organizaciones deben escoger personal que est é de acuerdo con la
línea operat iva del periódico y deben favorecer act ivam ent e la socialización
cent rípet a de los periodist as de m odo que desarrollen act it udes favorecedoras en
las m ism as confront aciones».
112
5.2. La influencia de la organización informativa
Es bien conocido el est udio de EPSTEI N ( 1974) sobre los efect os de las
práct icas y de la organización de los m edios de com unicación. Epst ein part e de la
hipót esis de que en los m ass m edia los periodist as adapt an sus punt os de vist a y
sus valores a las exigencias de la organización laboral y que, consecuent em ent e,
para explicar el t ipo de cont enido de los m edios de com unicación hay que
det erm inar ant e t odo las caract eríst icas de la organización, caract eríst icas que
precisam ent e son est udiadas por ENGWALL ( 1978) , referidas a periódicos ingleses y
nort eam ericanos.
Para hacer referencia a periódicos de nuest ro país, recordaré lo que
señalan CASASÚS y ROI G ( 1981, pág. 161) : «Els m ecanism es de valoració dels fet s
d'act ualit at que cal t ransform ar en m at èria inform at iva cal que, obviam ent , est iguin
t am bé m olt aj ust at s a les exigències del m odel del diari. De fet , la valoració i la
selecció dels t em es de cada dia en funció de l'escala de valors est ablert a segons
l'est il del periòdic són uns fact ors que venen a const it uir el nucli que configuri m és
acusadam ent el conj unt de caract eríst iques que ident ifiquin el t ipus de cont ingut
m és genuí de cada m odel de diari». *
Un t rabaj o m uy int eresant e es el de HI RSCH ( 1977) en el que da cuent a de
la adm inist ración de las organizaciones inform at ivas, del cont rol de los
subordinados, de la organización de los niveles de aut oridad, de las condiciones de
t rabaj o, de los colect ivos profesionales, et c. Todo ello part iendo de t res
aproxim aciones dist int as: desde el punt o de vist a de la profesionalidad, de la
organización inform at iva y de la inst it ución de los m ass m edia enm arcada en el
ám bit o de la sociedad nort eam ericana.
Por ot ra part e, SI GELMAN ( 1973) ha est udiado t am bién el sesgo del product o
periodíst ico en relación con la organización inform at iva. En su invest igación t om a el
caso de los periodist as del ám bit o de la polít ica local de dos diarios com pet idores en
una región m et ropolit ana de EE.UU.
Debo señalar que el concept o de sesgo ut ilizado por Sigelm an es en
sent ido lat o. Toda inform ación t iene las m arcas de su proceso de producción, es
decir, t iene un sesgo.
*
Los m ecanism os de valoración de los hechos de act ualidad que hay que t ransfor m ar en m at er ia
inform at iva, obviam ent e, t ienen que est ar t am bién m uy aj ust ados a las exigencias del m odelo del diario.
De hecho, la v aloración y la selección de los t em as diar ios en función de la escala de valores est ablecida
según el est ilo del diar io son unos fact ores que v ienen a const it uir el núcleo que configura m ás
acusadam ent e el conj unt o de caract eríst icas que ident ifican el t ipo de cont enido m ás genuino de cada
m odelo de diario.
113
Según est e aut or las est ruct uras sociales de la producción de la
inform ación se m anifiest an en t res form as:
114
proceso para evit ar las t ensiones». Es decir, en est e cont rol, aunque funciona com o
t al, hay m ás de cooperación que de confront ación.
Tam bién desearía hacer especial hincapié en cóm o puede percibir el propio
periodist a est a serie de const ricciones de la organización periodíst ica. SI GELMAN
( 1980, pág. 74) afirm a m uy acert adam ent e que «... la selección de personal, la
socialización y el cont rol est án est ruct urados de un m odo t al que se preserva para
el periodist a la m it ología inst it ucional de la obj et ividad periodíst ica asegurando al
m ism o t iem po a los dirigent es del periódico act it udes y product os favorables».
BECHELLONI ( 1986) dest aca dos variables para el est udio del ej ercicio del
poder en los m edios. Por un lado est án los est udios m acrosociológicos que hacen
referencia al ám bit o inst it ucional y a la lógica product iva de los m edios. Por ot ro
lado est án los est udios m icrosociológicos que se int eresan por la organización
específica de los m ass m edia.
Las diversas disposiciones inst it ucionales y la lógica product iva dom inant e
t ienen el efect o de dist ribuir de m odo dist int o el poder de decisión y de influencia
de los diversos grupos de act ores sociales, que int eract ivam ent e hacen funcional el
sist em a de los m ass m edia en una nación y en el int erior del sist em a m undial.
Est os act ores son: act ores polít icos, act ores económ icos, profesionales y
t rabaj adores de los dist int os sect ores de los m edios y la audiencia.
Para BECHELLONI ( 1986, págs. 382- 383) el poder en las organizaciones
inform at ivas puede ser em píricam ent e observado a part ir de un ent ram ado de
fact ores: disposiciones inst it ucionales, lógica product iva, cult ura del t rabaj o, clim as
cult urales present es en una sociedad hist órica concret a, clim as organizat ivos.
Las disposiciones inst it ucionales, que reconducen a m odelos de aut onom ía
relat iva y de int erdependencia, y los clim as cult urales y organizat ivos perm eables a
la com plej idad dan lugar a lo que est e aut or denom ina «organizaciones híbridas».
En est e t ipo de organizaciones el poder se present a en dos m odalidades:
115
El prim er t ipo de poder hace referencia a los concept os de not iciabilidad, de
espect acularidad, et c. que en el seno de las organizaciones periodíst icas son los
m ecanism os que presiden la producción.
El segundo t ipo de poder no puede ent enderse com o el sim ple organigram a
form al de la organización. Se t rat a de individualizar el poder ej ercido por los
act ores sociales concret os que act úan dent ro y en t orno a los m ass m edia. Para
Bechelloni, m ient ras que el prim er t ipo de poder se incorpora en las rut inas
product ivas, el segundo t ipo de poder es el que det erm ina principalm ent e las
caract eríst icas t ant o de la m áquina organizat iva com o del product o.
116
6. LA PROFESIONALIDAD PERIODÍSTICA
De acuerdo con GROSSI ( 1985b, pág. 376) , creo efect ivam ent e que la
profesionalidad periodíst ica se caract eriza sobre t odo por el rol social de
com pet encia que se les at ribuye a los periodist as en la producción de im ágenes de
realidad colect ivas. Las t res razones que cim ent an est a post ura son:
1. A part ir del análisis de los efect os de los m ass m edia, se puede apreciar
que la eficacia de los m ism os est á m ás en la dim ensión cognit iva que en
el com port am ient o del dest inat ario. Es decir, m ás en la const rucción de
una «visión del m undo» que en el cam bio de act it udes.
2. Cada día aparece con m ás claridad la dim ensión em blem át ica de la
act ividad periodíst ica de los m ass m edia. El ej em plo clásico son los
denom inados m edia event s, que vienen a ser segm ent os de realidad que
est án caract erizados por el hecho de asum ir una dim ensión de
referencialidad y de sim bolism o colect ivo en virt ud de la presencia de los
m ass m edia y del t rat am ient o periodíst ico.
3. La aproxim ación m et odológica de la «const rucción social de la realidad»
se ha convert ido en el m odo m ás convincent e para resolver el viej o
problem a de la relación de la realidad y el periodism o.
A part ir de est a t om a de post ura sería int eresant e ver el dist int o
t rat am ient o que se ha venido dando a la profesionalidad periodíst ica.
Desde una dim ensión diacrónica se puede apreciar cóm o ha ido variando la
concepción del rol del periodist a en la lit erat ura sociológica.
Com o ya es conocido, las prim eras invest igaciones sobre la profesionalidad
periodíst ica son de m at riz est adounidense. A est e respect o GRANDI ( 1985, pág. 363)
afirm a que «... la invest igación de los m edios de com unicación sobre la
profesionalidad periodíst ica est adounidense y brit ánica ha nacido com o
invest igación sobre det erm inados niveles de análisis a part ir del com port am ient o
individual del gat ekeeper para luego, sucesivam ent e, añadir com paraciones
int ernas de cada nivel e int eresarse en los nexos ent re los diversos niveles,
ut ilizando t écnicas de invest igación cuant it at ivas y cualit at ivas, cargando de un
cont enido de com plej idad sucesivam ent e superior la «m et áfora indust rial».
117
En los prim eros t iem pos de la Mass Com m unicat ion Research el m odelo de
profesionalidad dom inant e era el denom inado gat ekeeper; hacia los años sesent a
surgió frent e al gat ekeeping el m odelo del advocat e. Mient ras, t am bién en la órbit a
anglosaj ona em pieza a sit uarse el rol del periodist a dent ro de lo que sería el
proceso de producción de la not icia, lo que Grandi califica com o «m et áfora
indust rial», est aríam os en lo que se ha venido a llam ar la news m aking. En est a
últ im a perspect iva se pueden diferenciar claram ent e dos t ipos de est udios. Por un
lado, el est udio de las organizaciones form ales y el com port am ient o de la
est ruct ura adm inist rat iva, poniendo m ás o m enos énfasis en la int roducción de las
nuevas t ecnologías en el proceso de producción de la not icia. Por ot ro lado, el
periodist a es t rat ado com o el const ruct or de la not icia, enm arcando dicha act ividad
en la const rucción social de la realidad ( BERGER, P. L. y LUCKMANN, T., 1979) .
6.1. El «gatekeeper»
Com o es sabido, el concept o de gat ekeeping est ablecido por Kurt Lewin en
1947 fue aplicado por David Manning Whit e en un art ículo de 1950 a la act ividad
periodíst ica. W HI TE ( 1973) part e de dos prem isas:
Es decir que en las cadenas de la com unicación hay varios gat ekeeper,
guardabarreras o seleccionadores. En su est udio, Whit e, después de det allar las
caract eríst icas personales del gat ekeeper, del periódico y del cont ext o, pret ende
definir las razones por las que ést e selecciona las not icias.
De las 56 anot aciones sobre el rechazo de las not icias por el m ism o, Whit e
est ablece dos cat egorías principales:
Tam bién se apunt a, no obst ant e, el «no hay sit io» para la not icia. En
cualquier caso, Whit e concluye que la com unicación de not icias es, en realidad,
subj et iva, y depende de las propias experiencias, act it udes y expect at ivas del
gat ekeeper.
118
Diecisiet e años después de est e est udio, Paul B. Snider llevó a t érm ino un
est udio de replicación. En principio se puede decir que los result ados de am bas
invest igaciones son parej os, aunque el gat ekeeper se int eresa m ás en 1966 por las
not icias serias y en 1949 por las sensacionalist as. Sin em bargo, a pesar de est a
verificación, SNI DER ( 1973, pág. 226) afirm a: «Se deberían est udiar m ás
m inuciosam ent e los ant iguos y conocidos fact ores de prioridad, oport unidad y
proxim idad. Válidos desde el t iem po de Pulit zer y de Hert z, ¿lo son aún act ualm ent e
o por cont ra se han vuelt o anacrónicos? En ot ros t érm inos, ¿cuáles son las reglas
del periodism o aplicables no sólo a las not icias t elegrafiadas sino t am bién a t odas
las not icias?»
Las crít icas habit uales al m odelo gat ekeeper son las que recogen Mc QUAI L
y W I NDAHL ( 1984, págs. 186- 187) :
1. «El m odelo no t iene en consideración los fact ores organizat ivos que
const riñen y dirigen el proceso, y se prest a m ás bien a int erpret aciones
personalist as».
2. «El m odelo sugiere que sólo hay una " área principal de paso
obligat orio" ».
3. «El m odelo im plica una act ividad m ás bien pasiva en lo que se refiere a
la circulación de las not icias: da la im presión de que hay una circulación
cont inua y libre de un gran elenco de not icias, del que solam ent e se
ut ilizará una part e, en conform idad con las pret ensiones de un periódico
det erm inado.»
De hecho son m uchas m ás las crít icas que ha sufrido est e m odelo. La
principal que se le podría hacer es que el procedim ient o de selección y la
elaboración de not icias no deben ser considerados com o fases aisladas, sino com o
el result ado de la int eracción de varios act ores: las fuent es inform at ivas, el público
y el periodist a com o m iem bro de una organización que im pone una m odalidad de
producción.
Em pero, a pesar de est as crít icas son varios los est udios que han ret om ado
el m odelo para m odificarlo en un int ent o de perfeccionam ient o. Ent re ellos hay que
dest acar el art ículo de Bass «Refining t he gat ekeeper concept » en Journalism
Quart erly 1969, n. 46, págs. 69- 71, cit ado por Mc QUAI L y W I NDHAL ( 1984, págs.
190- 191) . Bass dist ingue dos et apas principales de act uación de los gat ekeepers.
Por un lado la et apa de recolección de not icias y, por ot ro, la et apa del t rat am ient o
periodíst ico de est as not icias. En la prim era et apa se t ransform an lo que denom ina
las «not icias brut as» en relat os not iciosos. Pero es en la segunda et apa cuando se
procesan est as not icias hast a est ablecer el product o final.
119
6.2. El «advocate»
120
ut ilizar su nom bre al pie de una convocat oria. Por su part e Richard Lest er,
corresponsal en Madrid de The Tim es afirm a: «Mis colegas t ienen claro que si t ú
t om as una posición haces daño a la im parcialidad del periódico, que es algo que los
periodist as deseam os m ant ener. [ ...] En The Tim es es cost um bre que cuando un
periodist a se vincula a alguna cam paña polít ica se t om e una vacaciones hast a que
pase el acont ecim ient o».
Por lo que respect a al propio diario El País, su direct or Juan Luis Cebrián
afirm a: «Est e es un periódico pluralist a y no puede cercenar los derechos
ciudadanos de sus redact ores. [ ...] En cualquier caso, t odos han firm ado los
m anifiest os a t ít ulo personal y no com o m iem bros int egrant es del equipo int elect ual
del periódico».
Se pret ende, en últ im a inst ancia, dej ar a salvo la «honorabilidad»
inform at iva del diario. Pero al m enos no plant ea la aberrant e sit uación de lim it ar la
libert ad de expresión de los periodist as.
La repercusión int erna en El País a t oda est a polém ica es sint om át ica. El
periodist a Javier Pradera, j efe de opinión de dicho periódico, present a su dim isión
por haber firm ado un m anifiest o a favor del sí a la OTAN.
Dicha dim isión se conviert e en not icia ( El País 26- 2- 1986) . En la cart a al
direct or de Javier Pradera, después de una declaración de principios: «Siem pre he
creído, com o t ú, que la soberanía de un periódico se halla, en últ im a inst ancia, en
m anos de sus lect ores» ( en cualquier caso, est á claro que los cauces para ej ercit ar
est a soberanía no son m uy explícit os) , argum ent a su decisión: «... no es lo m ism o
que un colaborador habit ual de prensa firm ant e de sus propios art ículos apoye una
det erm inada opción polít ica a que lo haga una persona cuyo nom bre figura en la
m anchet a de un periódico, sobre t odo si t iene a su cargo la j efat ura de la sección
de opinión». En el m ism o art ículo el Com it é de Redacción de El País, en un
com unicado, adem ás de pedir que Javier Pradera reconsidere su decisión afirm a
«que su dim isión sólo sirve para poner en cuest ión los derechos y libert ades de los
periodist as para m anifest arse sobre cualquier acont ecim ient o sin que por ello se
hayan de poner en duda los principios de im parcialidad y obj et ividad a que est án
obligados por el Est at ut o de la Redacción».
Ant e est a relación de buenas int enciones, pero que van cont ra una
concepción ideológica t radicional de la prensa, se im pone días después la solución
al conflict o. Desaparece de la m anchet a de El País la figura del j efe de opinión y,
por consiguient e, el nom bre de Javier Pradera.
En la post ura defendida por Janowit z, y que vem os que t iene eco en
dist int os m edios de com unicación, se part e de la ficción del caráct er apolít ico de los
periodist as o, com o m ínim o, de la represión de su ideología a lo largo del ej ercicio
de su profesión.
121
Diferent es aut ores siguen negando el conflict o ent re el vért ice y la base
redaccional, y se sigue asociando la profesionalidad a la inform ación obj et iva. Pero
em pieza a aparecer el periodism o de denuncia o de crít ica en el que se enfat iza el
rol de vigilancia del poder por la prensa.
Se afirm a el papel m anipulador de la prensa en los países capit alist as.
SCHI LLER ( 1974, pág. 39 y sigs.) recoge dos form as en que se m at erializa est a
m anipulación en los m ass m edia:
122
t rabaj an en los m edios de com unicación burgueses que, at rapados com o est án en
los m arcos de la ideología dom inant e, insist en en que su función es " profesional" y
" no polít ica" . Muchos de ellos lo hacen de buena fe e, incluso, son los periodist as
burgueses m ás honest os los que insist en en su " profesionalism o" y " apolit icism o" »
( TAUFI C, C, 1973, págs. 190- 191) .
Est as post uras adolecen de una ciert a ingenuidad, ya que sit úan el
problem a de la profesionalidad a un nivel sobre t odo m oral.
123
enm arca en la relación ent re los m ass m edia y el sist em a polít ico financiero. Est o
det erm ina, com o en cualquier análisis, el pot enciar algunos aspect os frent e a ot ros.
El est udio de la profesión periodíst ica lleva a discut ir desde el concept o de
obj et ividad, com o verem os en el capít ulo siguient e, hast a el m odelo de inform ación.
Asim ism o se individualiza el rol del periodist a en el ám bit o del m odelo liberal-
burgués cuyo núcleo fundam ent al est á represent ado principalm ent e por la ideología
de la not icia.
Un ej em plo m uy claro de est a perspect iva est á en los cuat ro m odelos del
periodism o que recoge BECHELLONI ( 1982a) :
124
Sin em bargo, Bechelloni no recoge precisam ent e un quint o m odelo que es
el que pret endo dest acar, el de la const rucción social de la realidad, y que
desarrollo m ás adelant e.
Por su part e, Claudia TRI NCHI ERI ( 1977a, págs. 103- 104) , en su est udio del
rol del periodist a en la lit erat ura sociológica, señala que, aunque los est udios son
m uy het erogéneos desde el punt o de vist a form al, podem os est ablecer dos grupos:
a ) A part ir de est a post ura se define posit ivam ent e el rol del periodist a,
recualificando la función y la aut onom ía de la figura profesional. Est e
suele ser frecuent em ent e el discurso que desde los propios m edios se
const ruye. Se t rat a por un lado de una referencia sim bólica, pero al
m ism o t iem po inst rum ent al de la profesionalidad. Com o afirm an
GUREVI TCH y ELLI OT ( 1980, pág. 50) , «la profesionalidad no represent a un
m edio para asegurar la aut onom ía com plet a, sino m ás bien un m edio
por el cual la élit e dom inant e consigue m ant ener la producción cult ural
en el ám bit o de un cuadro ideológico que apoye sus int ereses». Por ot ro
lado se concibe la profesionalidad com o una cualidad personal. «Hablar
de profesionalidad en t érm inos de dest reza significa analizarla e
int erpret arla com o pat rim onio de conocim ient o y capacidad, elaborados
o adquiridos dent ro de la lógica product iva de los aparat os ( y no cont ra
125
ést os) plasm ados en ellos y que a la vez refuerzan est a lógica» ( W OLF,
M., 1985a, pág. 372) .
En el m ej or de los casos se concibe la profesionalidad desde un punt o de
vist a puram ent e t écnico. Se plant ea la com pet encia del periodist a com o
un m ero servicio funcional. Est o da lugar a t oda una m et odología
profesional, la vocación, las cualidades personales, el «olfat o» perio-
díst ico, et c. W OLF ( 1985a, pág. 372) afirm a al respect o que el «olfat o»
periodíst ico no es una capacidad m ist eriosa de det erm inar not icias, sino
«una capacidad rut inaria [ ...] y pract icada al am paro de parám et ros
ident ificables ( los valores/ not icia, por ej em plo) , capacidad de com binar
" inst ant áneam ent e" en un punt o de equilibrio fact ores en sí diversos».
Debem os observar en est e cont ext o que est a post ura es t am bién la de
quienes crit ican la enseñanza universit aria del periodism o, dej ando a la pura
socialización que se produce en la práct ica del t rabaj o el m ecanism o fundam ent al
para aprender el «oficio».
Est a post ura t iene unas claras consecuencias ideológicas: «el aprendizaj e
" sobre el cam po" represent a un m odo part icularm ent e eficaz de adquirir la ideología
y la práct ica de la profesión» ( GUREVI CH, M. y ELLI OT, P., 1980, pág. 52) .
126
3. Dist ancias cult urales ent re los com unicadores, con un st at us m ás
alt o, y el público.
Part iendo de est a dist ancia inicial se dan t res t ipos básicos de relación
ent re el com unicador y el público:
Respect o al rol del periodist a com o product or de not icias con relación al
público TUCHMAN ( 1983, pág. 13) afirm a que «la not icia t iende a decirnos qué
querem os saber, qué necesit am os saber y qué deberíam os saber».
Hay que subrayar t am bién que, lógicam ent e, la profesionalidad periodíst ica
t endrá sus propias caract eríst icas en cada país específico.
Sin em bargo, puedo hacer m ía la definición de la profesionalidad
periodíst ica que est ablece GROSSI ( 1985b, pág. 384) com o «aquella act ividad
especializada en la const rucción de la realidad social que se present a com o una
obj et ivización de segundo grado ( de rut inas cognit ivas, de esquem as
int erpret at ivos y de significados) , es decir com o una ult erior const rucción de la
127
realidad que se sum a a ot ras const rucciones de realidad, int egrándola y
generalizándola en razón de una referencialidad pública y colect iva».
ALTHEI DE ( 1976, pág. 179) explica el proceso inform at ivo com o una
descont ext ualización de un acont ecim ient o para poderlo recont ext ualizar en los
form at os inform at ivos. Luego, cont inúa, si un acont ecim ient o hay que
descont ext ualizarlo para t ransform arlo en acont ecim ient o- not icia significa que el
acont ecim ient o ya había sido «const ruido», había sido cognit ivam ent e est ruct urado
por alguien en la sociedad, en la vida cot idiana.
GROSSI ( 1985b, págs. 385 y sigs.) , que explica su deuda a las t eorías de
Berger y Luckm an, dice que se puede reducir y definir sint ét icam ent e la nat uraleza
y la especificidad de la const rucción de la realidad a t ravés de los m edia por la
int errelación de t res elem ent os:
De m odo part icular est e aut or punt ualiza algunos elem ent os
im prescindibles, desde m i punt o de vist a, para una buena com prensión de la t eoría
de la const rucción social de realidad por los m ass m edia.
En prim er lugar, para la const rucción de la realidad inform at iva debe darse
un vínculo ent re quien la produce y quien la consum e, reconociéndola. Para que se
produzca est e efect o de realidad se debe t ener un punt o de referencia norm at ivo,
una especie de «horizont e social cognit ivo».
En segundo lugar, la const rucción de la realidad social de los m ass m edia
opera y se est ruct ura gracias a ot ras const rucciones de la realidad que est án
present es en un prim er nivel de la experiencia social. La especificidad de la
const rucción social de la realidad de los m edia est á en el reobj et ivar, en el redefinir,
en el reconst ruir en función de la dim ensión pública y colect iva de la inform ación de
m asas de una det erm inada realidad que se present a ya obj et iva, definida y
const ruida de m odo individual privado y colect ivo.
En t ercer lugar, com o product o de una com pet encia específica, est e
proceso de obj et ivización pública puede present ar m árgenes de relat iva aut onom ía
respect o a los cuadros cognit ivos y a la com pet encia de los dest inat arios, ya que
viene a llevar a cabo una generalización colect iva de segm ent os de realidad
fragm ent ados no siem pre usualm ent e com part idos.
De est a últ im a caract eríst ica, Grossi est ablece dos elem ent os:
128
1. Todo rol de especialist a en el que cabe el periodist a t iende a elaborar
est ilos expresivos, ideología norm at iva y esquem as de referencia que lo
legit im an y lo diferencian de ot ros roles sociales.
2. En la const rucción social de la realidad de los m edios de com unicación,
ést os m uest ran acont ecim ient os y procesos sociales que se dan fuera de
la experiencia direct a de los dest inat arios, haciendo difícil el cont rast e
ent re los dos cont ext os: individual y público.
Adem ás, el caráct er problem át ico, am biguo o am bivalent e de det erm inados
acont ecim ient os hace necesaria la int ervención de un saber especializado, para
int erpret ar y recont ext ualizar, que en m uchos casos puede generar desigualdad
ent re la const rucción de la realidad inform at iva de los m edios y la enciclopedia de
los dest inat arios. De ahí que sólo a est e nivel de la m ediación referencial y
sim bólica se pueda m anifest ar una función de reorient ación de la «const rucción de
la realidad inform at iva» respect o a ot ras const rucciones sociales de la realidad. Se
t rat aría de una especie de sobredet erm inación de los cuadros cognit ivos que
pueden producir alt eraciones en la im agen de la realidad en los dest inat arios.
Pero para individualizar e int erpret ar est a m odalidad de const rucciones
unilat erales por los m ass m edia es necesario reconocer la propia «const rucción de
la realidad» com o un proceso con diversos niveles de art iculación. Algunos
relat ivam ent e est ables y codet erm inados en cuant o est án est recham ent e
vinculados al rol inst it ucionalizado del periodist a com o const ruct or de esquem as de
realidad públicam ent e reconocidos y reconocibles. Mient ras que ot ros, dot ados de
una m ayor negociabilidad cognit iva y sim bólica, dependen de la nat uraleza de los
acont ecim ient os- not icia, de la capacidad del cont rol del cont ext o por part e del
dest inat ario, del grado de int ervención del especialist a de la com unicación y, en
definit iva, de la int errelación ent re el sist em a de inform ación y ot ros subsist em as
present es en una det erm inada sociedad.
Desde est e punt o de vist a se podría decir que la profesionalidad supondría
la capacidad de recat egorizar sociocognit ivam ent e los acont ecim ient os en las
not icias. Los m ass m edia recogen unas const rucciones sociales est ablecidas ( que
m ás adelant e definiré com o «m undos de referencia») y ant e los acont ecim ient os,
que son realidades socialm ent e const ruidas, los recat egorizan por m edio de unos
especialist as de la creación del saber social que son los periodist as.
129
7. LA OBJETIVIDAD
El concept o de la obj et ividad periodíst ica, a pesar de las m últ iples crít icas
que ha recibido, sigue siendo uno de los elem ent os clave para com prender la
ideología que sost iene el m odelo liberal de la prensa. Sin em bargo, hay que apunt ar
que el concept o de obj et ividad no ha sido inm ut able a lo largo de la hist oria de la
prensa ( véase, SCHUDSON, M., 1978) .
Com o observa CAREY ( 1980, pág. 26) , «el report aj e obj et ivo se convirt ió en
el fet iche del periodism o am ericano en el período de la rápida indust rialización».
Pero en los años sesent a, ya se em pezó a crit icar el concept o de obj et ividad
basándose fundam ent alm ent e en la m anipulación de la inform ación y en los
condicionam ient os diversos que la m ism a sufría. Est e t ipo de crít ica ha durado
hast a nuest ros días. Básicam ent e se part e del principio de la obj et ividad com o un
bien alcanzable, un desiderat um , pero de difícil acceso por una serie de causas.
Por un lado est án los que señalan que la ausencia de obj et ividad no es
im put able a los periodist as o a los propios m edios de com unicación, sino a ot ras
razones:
Así pues, para BECHELLONI ( 1982, pág. 37- 38) , el problem a de la obj et ividad
periodíst ica no est á en que los m edios de com unicación dan una versión subj et iva
de la realidad, sino que es el propio m odelo liberal- burgués de la prensa el que
lim it a la obj et ividad.
130
Por ot ro lado t am bién se considera la falt a de obj et ividad com o causa,
precisam ent e, no t ant o del m odelo en general del sist em a inform at ivo, com o de la
producción específica de la not icia, y en la act ividad, en concret o, de los
periodist as. KLI NE ( 1982) , en un análisis que realiza de varios t elediarios brit ánicos,
canadienses y nort eam ericanos, est ablece cuat ro t ipos de sesgos:
Una de las conclusiones a las que llega KLI NE ( 1982, pág. 155) en su
est udio es especialm ent e relevant e: «La t radición periodíst ica de cada país parece
poseer su propia versión de una im parcialidad que sost iene el ám bit o de la
expresión de las not icias y de la expresividad de sus report aj es.»
Es decir, que no sólo el concept o de obj et ividad sufre una variación
t em poral ( en las dist int as épocas) sino t am bién espacial ( en los dist int os países) .
Est o m e inclina a punt ualizar ya ant icipadam ent e la inexist encia de un único
concept o de obj et ividad. La obj et ividad es un concept o social dist int o según sean
las cult uras est udiadas.
131
7.2. Crisis de la objetividad periodística
132
it aliano, «si non é vero é bene t rovat o». Hay que t ener en cuent a, por consiguient e,
que la const rucción social de la realidad difícilm ent e será universal.
133
2. Present ación de pruebas suplem ent arias ult eriores que reafirm en un
hecho. Se puede hacer un acopio de afirm aciones por el periodist a sobre
unos hechos com probados.
3. El uso de las com illas. Se pone el t ext o en boca de ot ro. Supone un
dist anciam ient o del periodist a, con lo que no es el periodist a el que est á
haciendo una afirm ación de la verdad. Por ot ro lado se puede afirm ar
que se da el uso de la cit a para apoyar hipót esis personales, presen-
t ándolas com o sacadas de la lógica «nat ural» de los acont ecim ient os.
4. Est ruct uración de la inform ación de una form a adecuada. Es decir, se
present an en prim er lugar los hechos esenciales.
5. Separación de la inform ación de la opinión, los hechos de los
com ent arios.
«Parece que los procedim ient os periodíst icos que se m anifiest an com o
caract eríst icas form ales de los periódicos son, en realidad, la est rat egia a t ravés de
la cual los periodist as se prot egen de las crít icas y reivindican el caráct er obj et ivo
de su profesión», así pues TUCHMAN ( 1980b, pág. 200) señala t am bién que «no hay
una clara relación ent re los fines perseguidos ( obj et ividad) y los m edios em pleados
( el procedim ient o periodíst ico) », ya que m ediant e los procedim ient os ant es
señalados:
En definit iva, para TUCHMAN ( 1980b, pág. 202) , «la obj et ividad est á referida
a los procedim ient os de rut ina que pueden ser considerados com o caract eríst icas
form ales [ ...] que prot egen a los profesionales de errores y crít icas. Dest aca el
hecho de que el t érm ino " obj et ividad" se ut iliza com o rit ual est rat égico de
defensa».
Est a concepción de la obj et ividad, o m ej or de su funcionalidad en el seno
de las organizaciones inform at ivas, si bien es int eresant e, quizá no dé cuent a de
t odos los elem ent os que int ervienen. En est e sent ido TRI NCHI ERI ( 1977b, pág. 94)
señala que Tuchm an no int ent a dar cuent a de las relaciones ent re el sent ido com ún
134
y la concepción que el periodist a t iene del propio público, de las específicas
dem andas de la organización, de las relaciones que se est ablecen con las fuent es y
de la posición del periodist a en la j erarquía redaccional, su st at us y rol.
Por su part e, GROSSI ( 1981, pág. 80 y sigs.) a part ir del est udio de los
casos excepcionales crit ica las conclusiones est ablecidas por Tuchm an: la profesión
periodíst ica no puede ser descrit a sim plem ent e com o rit uales est rat égicos que
sirven para reafirm ar lo exist ent e, el st at us quo, por los m ot ivos siguient es:
Es t aut ológico y aporét ico al m ism o t iem po ver en los esquem as colect ivos
de socialización un fact or de int egración, y por eso de dom inio. Est a
equivalencia ent re int egración y dom inio es poco probable, aunque t ant o
en la concepción del t rabaj o periodíst ico y, en general en la concepción
cult ural del det erm inism o socioeconóm ico, se asum a frent e a la t eoría de la
const rucción social. La diferencia fundam ent al ent re est as dos
concepciones consist e, en prim er lugar, en el peso asignado al com ponent e
subj et ivo- pasivo en el prim er caso, y socialm ent e reflexivo en el segundo,
t odo ello, por ot ro lado, en la diversa concepción de la linearidad o
com plej idad de los procesos sociales de producción sim bólica.
135
darles la int erpret ación subj et iva que quiera en la página edit orial, am parada por la
bandera pirat a de que " los hechos son sagrados; el com ent ario es libre" » ( TAUFI C,
C., 1976, pág. 203) . Se da un reflej o falseado de la realidad. Adem ás, la aut ént ica
obj et ividad no es ni neut ral ni im parcial.
Responderé a est a concepción de la obj et ividad con palabras de GOULDNER
( 1978, pág. 73) : «El obj et ivism o es un discurso que carece de caráct er reflexivo;
enfoca unilat eralm ent e el " obj et o" , pero ocult a al " suj et o" hablant e para quien es
un obj et o; así, el obj et ivism o ignora el m odo en que el obj et o m encionado
depende, en part e, del lenguaj e en que es m encionado, y varía de caráct er según el
lenguaj e o la t eoría usados». Asim ism o dist ingue ( ibíd., pág. 73) dos form as de
obj et ivism o que vienen a corresponder a dos t ipos de ideología: «Uno de ellos es el
" obj et ivism o idealist a" , que subraya las bases lógicas, int elect uales o lingüíst icas
del discurso, y sim ult áneam ent e da por sent ado el fundam ent o " m at erial" o
sociológico del hablant e. La segunda es el " obj et ivism o m at erialist a" , cuya at ención
se concent ra en el basam ent o sociológico del hablant e, pero ocult a la nat uraleza del
discurso com o fundado en el lenguaj e, o t eoría, y dependient e de él».
En definit iva, «el obj et ivism o es una pat ología de la cognición que supone
el silencio sobre el hablant e, sobre sus int ereses y sus deseos, y sobre cóm o se
sit úan ést os socialm ent e y se m ant ienen est ruct uralm ent e» ( GOULDNER, A. W.,
1978, pág. 78) .
A pesar de las crít icas que se han hecho al concept o de «obj et ividad», sin
em bargo m uchos aut ores buscan aún en el cam po de la com unicación de m asas
una salida a la sit uación que provoca la crisis del concept o. Se t rat a de una especie
de búsqueda de la «buena» obj et ividad para su aplicación a la producción de la
realidad inform at iva. Veam os algunas de est as post uras.
Um bert o Eco en un im port ant e art ículo: «Obbiet t ivit à dell'inform azione: il
dibat t ut o t eórico e la t rasform azione della societ à it aliana» reduce la problem át ica
de la obj et ividad a dos afirm aciones aparent em ent e cont radict orias: I. La
obj et ividad es una ilusión, I I . Se puede ser obj et ivo.
El um bral m ínim o de la obj et ividad sería dist inguir y separar la not icia del
com ent ario; recordem os que la m áxim a fundam ent al del periódico liberal es «la
not icia es sagrada, el com ent ario es libre».
Eco ( 1979, pág. 19 y sigs.) recoge 4 fact ores que han incidido en el t em a
de la obj et ividad en los años set ent a. Hay que t ener en cuent a que Um bert o Eco
hace explícit a referencia al caso it aliano. Sin em bargo, algunos de los fact ores son
ext rapolables a ot ros países. Los 4 fact ores son:
1. La presión de las m asas. En los años set ent a se da un gran crecim ient o
de la part icipación popular y una inim aginable t ransform ación de las
136
cost um bres. A pesar de su localización geográfica en Francia, el m ayo
del 68 supuso grandes cam bios ( MORI N, E., 1975) en la sociedad euro-
pea. En est e cont ext o la audiencia se t orna m ás exigent e con relación a
los m ism os m edios que deben adapt arse a est as nuevas exigencias. Eco
( 1979, pág. 19) dice que «de la práct ica real de la lect ura del periódico
en la escuela ( si no en t odas, sí en m uchas) ha nacido un público m ás
exigent e». En España, recient em ent e, se em pieza a generalizar la
ut ilización del periódico en la escuela com o inst rum ent o didáct ico.
2. La concurrencia de la inform ación alt ernat iva. Aparecen periódicos
alt ernat ivos en m edio de la indust ria de la inform ación. Est a
circunst ancia es det erm inant e, ya que la com pet it ividad ent re los
dist int os m edios hace que si uno no da la inform ación, la dé el ot ro con
el posible aum ent o de audiencia por su part e. Est o se puede apreciar
con bast ant e claridad en la problem át ica del black out . En el cam po de
la com unicación aparece com o un t em a det erm inant e: el de la
cont rainform ación. Recordem os que en el prim er núm ero de la revist a
Versus ( sept iem bre, 1971) el t em a de discusión del m ism o fue «Cont re-
inform at ion et com m unicat ion de m asse».
3. La t om a de conciencia de los periodist as. El propio Eco señala que est e
fact or no t iene paralelo en ot ros países. De est a t om a de conciencia se
aclarará al público que un periódico no es un lugar m onolít ico donde una
sola volunt ad adm inist ra una sola verdad. Hay que señalar que en I t alia
la discusión sobre el papel del periodist a ha sido m uy am plia ( W OLF, M.,
1985) .
4. La producción del hecho- not icia. Para Eco ést e es un problem a que ha
m adurado en los últ im os t iem pos, pero que ha cam biado la ideología del
periodism o y de la not icia. Nos encont ram os ant e la producción de
m ensaj es por m edio de m ensaj es. «Con el nacim ient o de los grandes
circuit os de inform ación, gest o sim bólico y t ransm isión de la not icia se
han convert ido en herm anos gem elos: la indust ria de la not icia necesit a
gest os excepcionales y los publica, y los product ores de gest os
excepcionales t ienen necesidad de la indust ria de la not icia para dar
sent ido a su acción» ( Eco, U., 1979, pág. 23) .
137
em bargo, sigue Eco, la fuent e no est á hecha de realidad obj et iva independient e,
sino que se hace siem pre de ot ros m ensaj es. El periodist a que parece que explique
un hecho, en realidad lo que hace es explicar el t est im onio de un presunt o hecho.
Nos podem os encont rar pues ant e la producción de not icias por m edio de not icias,
que producirá, según Eco ( 1979, pág. 27) , una «sit uación de idealism o obj et ivo».
Nos encont ram os ant e una serie de hechos que son producidos precisam ent e para
ser not icias, por ej em plo ciert os act os t errorist as. Ant e est os hechos la prensa debe
t om ar part ido, buscar las m ot ivaciones, desvelar lo ocult o, int erpret ar el valor
sim bólico... Ant e los m ism os la noción de obj et ividad ent ra en crisis. «Frent e a un
hecho- not icia la obj et ividad consist e en asum ir la responsabilidad de no ser
obj et ivos, de m anifest ar la propia posición. Cosa que se hace t am bién con las
not icias " t ranquilas" , pero sin decirlo» ( Eco, U., 1979, pág. 28) .
En est e m ism o sent ido Bechelloni propugna un nuevo m odelo de
inform ación que gire en t orno a la int erpret ación. «Por int erpret ación se debe
ent ender la capacidad de dist inguir ent re los hechos relevant es desde el punt o de
vist a no de la ideología de la not icia sino del desarrollo obj et ivo» ( BECHELLONI , G.,
1978, pág. 178) . Se t rat a pues de cont ext ualizar la inform ación en una cadena de
acont ecim ient os precedent es y paralelos. Es decir, se t rat a de const ruir una nueva
«obj et ividad» ya que com o sigue afirm ando BECHELLONI ( 1978, pág. 177) ,
«renunciar a la posibilidad de un periodism o obj et ivo significa negar los
fundam ent os del m ism o periodism o que, a pesar de t odas sus deform aciones, ha
t enido del principio al final una saludable t ensión hacia la verdad, la obj et ividad».
Es decir, para Bechelloni la obj et ividad no exist e com o t al, pero sí se da una
t endencia hacia ella. «La obj et ividad es un concept o ideal- t ípico, com o t al no exist e,
pero su presencia es reconocible: una t ensión perm anent e hacia la verdad» ( ibíd.,
pág. 178) .
Est o nos llevaría a sit uar práct icam ent e la obj et ividad com o un problem a
de volunt ad del individuo. Com o afirm a MARLETTI ( 1982, pág. 190) la obj et ividad «es
el result ado que sólo se puede conseguir gracias a un preciso em peño profesional, a
la com prensión de los hechos y a la evolución t endencial de los m ism os, en la
relación ent re la experiencia y la m em oria colect iva». Marlet t i se aproxim a m ás a la
post ura que sost engo ya que recoge el caráct er cult ural y social de lo que se
denom ina obj et ividad.
Por su part e, Um bert o Eco propone com o solución t ransit oria a la
problem át ica de la obj et ividad «saber const ruir por la inform ación un cont inuo
discurso crít ico sobre la propia m odalidad, reflexión sobre las condiciones fict icias y
reales de la obj et ividad, análisis de la not icia en cuant o t al, reconocim ient o explícit o
de los casos en que la not icia previene de hechos y en aquellos en que ést a habla
de ot ras not icias». Post ula Eco la necesidad de una inform ación obj et iva y
138
com plet a. «Com plet a no significa dar t odos los hechos, sino dar t odos los hechos y
t odos los com ent arios, com prendidos aquellos que desenm ascaran la falsa
nat uraleza del hecho, de m uchos hechos aparent es» ( Eco, U., 1979, pág. 32- 33) .
¿Nos encont ram os, acaso, ant e la obj et ividad por acum ulación?
Llegados a est e punt o m e parece int eresant e dist inguir, por un lado, lo que
es la obj et ividad y, por ot ro, qué función social cum ple. Respect o al prim er punt o,
m e sum o a la afirm ación de BECHELLONI ( 1978, pág. 178) : «La obj et ividad, en su
versión liberal- burguesa, es un m it o, una m ent ira subj et iva t ravest ida». Pero en
est a m ism a sociedad «los m edios inform at ivos son el lugar donde las sociedades
indust riales producen nuest ra verdad» ( VERON, E., 1981, pág. 8) . Aunque los m ass
m edia no son los únicos aparat os product ores de verdad en nuest ra sociedad, sí
son el m ás im port ant e. Así el periodist a se conviert e en «una de las principales
figuras sociales encargadas de aquello que podríam os llam ar " la cert ificación
inst it ucional de la verdad" » ( MARLETTI , C., 1982, pág. 196) .
Me parece m uy esclarecedor al respect o la post ura de Edgar Morin: «No
hay una recet a para la obj et ividad, el único recurso es la t om a de conciencia
perm anent e de la relación observador- fenóm eno, es decir la aut ocrít ica
perm anent e», porque no hay que olvidar que no sólo el observador m odifica con su
m irada lo observado sino que t am bién «la m irada del invest igador es m odificada
por el fenóm eno observado» ( MORI N, E., 1975, pág. 36) . «El discurso nace de la
cooperación, de la com binación ent re ecosist em a y percept or» ( MORI N, E., 1975,
pág. 248) .
Hay que dist inguir el concept o de obj et ividad ent re los periodist as y los
cient íficos sociales. Me parece im prescindible el deslindar claram ent e las dos
funciones cognoscit ivas. Sin em bargo, en ocasiones se equipara el periodist a a un
int elect ual. Evident em ent e, com o apunt a GROSSI ( 1981, págs. 83- 84) , los
periodist as deben poseer un bagaj e cult ural que les perm it a recont ext ualizar la
inform ación recibida. En los casos excepcionales est a com pet encia se concret a en la
cult ura polít ica que le perm it e at ribuir el valor polít ico al hecho.
En cualquier caso puede acept arse que un periodist a debe t ener una am plia
base cult ural. Recordem os que el problem a de la ident idad de los int elect uales nace
del paso del ant iguo régim en a la sociedad indust rial burguesa. En la sociedad
post indust rial se em pieza a dibuj ar el paso del ideólogo al especialist a. Frent e a
est a especialización se m ant endría t odavía el caráct er universal del saber
139
periodíst ico. Es lo que FOUCAULT ( 1981, pág. 138 y sigs.) dist inguía ent re
«int elect ual específico» ( sería el especialist a) y el «int elect ual universal».
Pero una cosa es el background, y ot ra es su act ividad cognoscit iva. Es en
est a últ im a donde se debe apreciar la obj et ividad que el propio discurso periodíst ico
suele reclam ar de form a insist ent e.
La m ayoría de los periodist as definen su act ividad a part ir de la obj et ividad.
En una int eresant e invest igación, PHI LLI PS ( 1977) sugiere que los periodist as t ienen
hábit os m ent ales, act it udes y caract eríst icas personales que est án est ruct urados
alrededor del ideal de la obj et ividad periodíst ica.
Por ot ro lado, com o nos recuerdan W EAVER y Mc COMBS ( 1980) , en la
t radición int elect ual del periodism o y de las ciencias sociales hay desde un punt o de
vist a hist órico sim ilit udes y diferencias.
Evident em ent e am bos int ent an describir la realidad, pero sus act ividades
son dist int as. En prim er lugar, podríam os describir t oda act ividad cognoscit iva com o
la relación ent re un suj et o cognoscent e y el obj et o conocido. Est a relación
cognoscit iva se basa en la propiedad de las cosas del m undo ext erior de ser
int eligibles y la capacidad de su conocim ient o por el hom bre. A est e nivel,
indudablem ent e se pueden equiparar am bos com port am ient os cognoscit ivos.
Pero la función periodíst ica se basa, en principio, en la selección de
acont ecim ient os que se consideran periodíst icam ent e im port ant es. El cient ífico
pret ende descubrir nuevos conocim ient os, leyes hast a ciert o punt o universales. La
ciencia busca lo general, el periodism o lo singular. Por ej em plo, en el est udio de la
violencia los m ass m edia cent rarían su int erés en experiencias individuales con las
que el público pudiera ident ificarse rápidam ent e. La ciencia t om a las experiencias
individuales com o casos. El periodist a ve un núm ero m uy pequeño de casos que
describe en los m ínim os det alles. Casos en ocasiones poco significat ivos pero
curiosos. Si el periodist a t om a un núm ero m ayor de act os de violencia, sería lo que
se denom ina una «ola de violencia», y suele generalizar a t ravés de est adíst icas e
incluso int erpret ar, a t ravés de edit oriales, est os dat os. Nos encont raríam os así
ant e el m ont aj e de una ola de violencia ( FI SHMAN, M., 1983) .
En ciert a m edida podríam os ver la sim ilit ud ent re el periodism o y los
m ét odos cient íficos. Am bos pret enden describir la realidad, part en de una base
em pírica y m anifiest an profesar una act it ud de obj et ividad. Pero ¿hast a qué punt o
el propio conocim ient o cient ífico es obj et ivo?
Para SI ERRA BRAVO ( 1984, págs. 64- 70) la obj et ividad no sólo depende del
obj et o y del suj et o, sino t am bién del proceso de producción del conocim ient o.
Reflexión que m e parece esencial para diferenciar la ciencia del periodism o, ya que
se da un proceso de producción dist int o.
140
Volviendo al conocim ient o cient ífico, por lo que respect a a las ciencias
sociales, SI ERRA BRAVO ( 1984) , recoge los siguient es obst áculos epist em ológicos,
según afect en el obj et o, el suj et o y el proceso de conocim ient o. Con relación al
obj et o hay que señalar que lo social es una realidad m uy diversa, com plej a,
cam biant e y sensible. El suj et o cognoscent e, por su part e, form a part e del obj et o
conocido, porque es part e int egrant e del m ism o. De form a que el dist anciam ient o
necesario en la invest igación cient ífica se hace m ás difícil. Por lo que respect a al
proceso de conocim ient o debem os señalar varias circunst ancias de int erés. En
prim er lugar es precisam ent e en est e procedim ient o, com o ya he dicho, donde se
da la diferencia fundam ent al ent re periodism o y ciencia. En segundo lugar, hay que
recordar lo que señalaba PI AGET ( 1979, pág. 71) : «Recíprocam ent e, el sociólogo
m odifica los hechos que observa», al igual que Edgar MORI N ( 1975) , pág. 36) . En
t ercer lugar, t am poco el procedim ient o cient ífico garant iza la obj et ividad absolut a.
Tengam os en cuent a que difícilm ent e los invest igadores dan cuent a de t odas las
dim ensiones de un fenóm eno. Norm alm ent e se cent ran en un aspect o del m ism o
que se considera de int erés. Es decir, que el conocim ient o cient ífico es select ivo.
Hay que asum ir t am bién la posibilidad de errores en los análisis cient íficos. En
definit iva, hay que asum ir que el procedim ient o cient ífico no asegura t am poco la
obj et ividad absolut a.
Por últ im o, con pret ensión sim plem ent e com probat oria, quiero recordar la
problem át ica que se da en las ciencias sociales en la conflict iva relación ent re la
ciencia y la ideología, con especial incidencia en el papel del lenguaj e ( véase Adam
SCHAFF [ 1969] y [ 1976] , Clifford GEERTZ [ 1976] y Olivier REBOUL [ 1980] ) .
Así pues, si en el propio conocim ient o cient ífico se descubren obst áculos
para conseguir la obj et ividad, en el ám bit o del periodism o est os obst áculos
deberían reconocerse com o aún m ayores. Sin em bargo el periodism o se reclam a a
sí m ism o com o un m odo de conocim ient o obj et ivo, ut ilizando una serie de falacias
periodíst icas, com o apunt a TANKARD ( 1976, pág. 51) , en su aproxim ación a la
realidad social. Est as falacias son:
141
Adem ás, hay que t ener en cuent a que la com paración ent re sociólogos y
periodist as es engañosa, porque llevan a cabo act ividades diferent es. El sociólogo
es un pensador que puede plant earse los problem as epist em ológicos de su propio
t rabaj o. El periodist a se podría decir que es un hom bre de acción que debe producir
un discurso con las lim it aciones del sist em a product ivo en el que est á insert o.
Con relación al periodist a, TUCHMAN ( 1980b) señala: «Est e últ im o debe
t om ar decisiones inm ediat as a propósit o de la validez, de la im port ancia y de la
" verdad" , para afront ar los problem as que le pone la propia nat uraleza de su
t rabaj o, es decir elaborar la inform ación denom inada not icia: product o de consum o
det eriorable const ruido cada día. La elaboración de la not icia no dej a t iem po para
hacer una reflexión epist em ológica».
Sin em bargo, t am bién hay que const at ar que los periodist as suelen
int erpret ar la descripción de su elaboración product iva com o un at aque a su
profesionalidad, cuando en realidad sim plem ent e es la descripción de su
com port am ient o.
Adem ás hay que señalar que periodist as y sociólogos t ienen una
perspect iva dist int a ant e las not icias. GOLDI NG ( 1981, págs. 66- 67) nos recuerda
que los periodist as est án int eresados por los acont ecim ient os a cort o plazo, por
t oda la problem át ica de la m anipulación deliberada de las not icias y por el efect o
inm ediat o de la inform ación en el público. El sociólogo est á m ás int eresado por los
acont ecim ient os a largo plazo, por las rut inas inform at ivas y la producción de la
not icia y por la influencia acum ulat iva de la inform ación.
GOLDI NG ( 1981, pág. 67) est ablece el siguient e cuadro:
Los periodist as est án int eresados por el punt o A y ocasionalm ent e por el B.
Los sociólogos se int eresan por el C y m ás recient em ent e por el D.
Com o puede apreciarse, periodist as y sociólogos t ienen perspect ivas
dist int as, por ello t iene poco sent ido com parar las dos act ividades que im plican
procesos de conocim ient os dist int os.
142
Sin em bargo, no est á de m ás insist ir en el rol social que cum ple el
periodism o com o t ransm isor de un ciert o t ipo de saber. El periodist a es el enlace
del conocim ient o de polít icos, filósofos y cient íficos con el ciudadano. El periodist a
t iene un rol social inst it ucionalizado y legit im ado en la t ransm isión del saber
cot idiano y com o t raduct or del saber de los especialist as para el gran público.
143
8. LAS NOTICIAS
«La not icia es lo que los periodist as creen que int eresa a los lect ores, por
t ant o, la not icia es lo que int eresa a los periodist as» ( HERRAI Z , L., 1966, pág. 19) .
Las cont roversias sobre qué son las not icias han sido frecuent es en el
est udio de la com unicación de m asas ( FONTCUBERTA, M., 1980) . No ent rarem os
exhaust ivam ent e en las m ism as. Pero se hace difícil resist ir al deseo de hacer
algunas punt ualizaciones.
La not icia, o m ej or la ideología de la not icia, se conviert e en el elem ent o
nuclear del m odelo del sist em a de la com unicación de m asas liberal- burgués. A lo
largo de los ant eriores capít ulos se habrá podido apreciar precisam ent e cóm o la
producción de la not icia define una aproxim ación det erm inada a la realidad.
144
«Para que haya not icia periodíst ica, para que se produzca ese fenóm eno
social que llam am os periodism o, el prim er requisit o es que unos em isores-
codificadores seleccionen y difundan unos det erm inados relat os para hacerlos llegar
a unos suj et os recept ores, que guardan dichos m ensaj es con la esperanza de hallar
en ellos una sat isfacción inm ediat a o diferida, m ediant e la cual consiguen elaborar
un cuadro de referencias personales válido para ent ender el cont ext o exist encial en
el que viven. Convert ir un hecho en not icia es una operación básicam ent e
lingüíst ica, que perm it e cargar de det erm inado significado a una secuencia de
signos verbales ( orales o escrit os) y no verbales, es la t area específica de unos
hom bres y m uj eres que act úan com o operadores sem ánt icos: los periodist as.
»El segundo requisit o de la not icia es que la difusión por part e de los
suj et os em isores debe realizarse con ánim o de obj et ividad. Dicho de ot ra form a: la
necesaria m anipulación int erpret at iva ha de llevarse a cabo con una evident e
disposición psicológica de no int encionalidad at ribuible al codificador».
Mart ínez Albert os reconoce la int ervención del periodist a en la not icia, y la
subj et ivación de la not icia a part ir de est a int ervención. Sin em bargo, int roduce un
j uicio de int enciones. El periodist a debe act uar con «ánim o de obj et ividad», y la
necesaria m anipulación int erpret at iva debe llevarse a cabo «con una evident e
disposición psicológica de no int encionalidad». La duda surge por sí sola. De no
darse est e «ánim o de obj et ividad» o est a «disposición psicológica de no
int encionalidad», ¿acaso podem os afirm ar que no será una not icia? ¿Cóm o se
puede descubrir el «ánim o» o la «disposición psicológica» para poder sancionar un
relat o com o not icia?
Det rás de est as obligaciones en el com port am ient o del periodist a, que
est ablece Mart ínez Albert os, lo que hay es una preocupación por la pérdida de
credibilidad de las not icias y la rupt ura del cont rat o fiduciario de la relación
com unicat iva m ass m edia- público.
La producción de la inform ación se sit úa, según algunos, a nivel de la ét ica
( I GLESI AS, F., 1984, págs. 128- 169) . Más acert adam ent e COLOMBO ( 1983, pág. 91)
afirm a: «La verdad, o bien se garant iza a sí m ism a a t ravés de una relación de fe, o
no es garant izable ni por la claridad ni por ninguna ot ra cualidad m et odológica. De
hecho, ella sólo puede ser fe o ideología. En uno u ot ro caso, cont iene en su int erior
las pruebas de sí m ism a, y no es verificable para quien se sit úe fuera de la fe o de
la ideología».
Lo que sí hay que adm it ir es que no es fácil definir concluyent em ent e el
concept o not icia. COLE y GREY ( 1976, pág. 309) reconocen que «una sola sent encia
definit oria de la not icia es inadecuada». Sin em bargo ellos t am bién lo int ent an: «La
145
not icia es una com unicación product o cult ural, social, psicológico, físico, y ot ras
variables de la sociedad» ( ibídem , pág. 308) .
Hay que t ener en cuent a que no exist e un concept o universal de not icia,
sino que la not icia es el product o de una sociedad m uy concret a. «Con la difusión
de la alfabet ización, la t écnica de la im prent a y el surgim ient o del periódico
m oderno se produj o el desarrollo de la noción m oderna de " not icia" . En verdad,
ent re, digam os, 1780 y 1830 aproxim adam ent e, el crecim ient o de los periódicos,
bolet ines e inform at ivos fue t an grande en Europa que apareció un fenóm eno social
fundam ent alm ent e nuevo: el público lect or de " not icias" » ( GOULDNER, A. W., 1978,
pág. 128) . Est e es un elem ent o im port ant e ya que se van est ableciendo unos
hábit os com unicat ivos sociales. Así «la t ipografía y la com posición se convirt ieron
en m odos visuales de organizar significados y públicos» ( GOULDNER, A. W., 1978,
pág. 129) .
Pero es que adem ás «el concept o de not icia t iene significados m uy diversos
ya sea ent re periodist as que t rabaj an en una m ism a nación y cult ura, ya sea ent re
dos que t rabaj an en ám bit os cult urales diferent es» ( Mc COMBS, COLE, STEVENSON y
SHAW , 1983, pág. 89) . Con relación a est e últ im o punt o hay que recordar la
invest igación de MANCI NI ( 1984) que dist ingue el periodism o t elevisivo
nort eam ericano del it aliano.
146
adm it ir es la posibilidad de que en las not icias aparezca ineludiblem ent e el punt o de
vist a del periodist a ( STAMM, K. R., 1976) . De form a que se acept a que la not icia sólo
dé cuent a de algunos elem ent os del acont ecim ient o. Ya Walt er Lippm an en 1922,
cit ado por Mc QUAI L ( 1985, pág. 171) , señalaba que «la not icia no es un espej o de
las condiciones sociales, sino la const at ación de un aspect o que se ha vuelt o
sobresalient e».
Evident em ent e, en est a prim era concepción de la not icia queda ocult a la
act ividad product iva de la not icia, present ándose la not icia com o algo ya realizado.
En la segunda concepción, en cam bio, se t rat a de est udiar la act ividad de
los inform adores y de las organizaciones de los m ass m edia. «La not icia no espej a
la sociedad. Ayuda a const it uirla com o fenóm eno social com part ido, puest o que en
el proceso de describir un suceso la not icia define y da form a a ese suceso. [ ...] La
not icia est á definiendo y redefiniendo, const it uyendo y reconst it uyendo
perm anent em ent e fenóm enos sociales.» ( TUCHMAN, G., 1983, págs. 197- 198) . Est a
segunda concepción ha sido desarrollada a lo largo de los dist int os capít ulos.
Me parece casi ineludible el int ent ar definir, por m i part e, la not icia. Com o
afirm a D URKHEI M ( 1982, pág. 65) : «La prim era t area del sociólogo debe ser por ello
definir las cosas de que él t rat a a fin de que se sepa —y lo sepa él t am bién— cuál
es el problem a.»
La definición que propongo es la siguient e: Not icia es una represent ación
social de la realidad cot idiana producida inst it ucionalm ent e que se m anifiest a en la
const rucción de un m undo posible.
Por supuest o, est a definición m e lleva a concret ar la significación de cada
uno de los t érm inos que la com ponen.
1 . La r e pr e se n t a ción socia l
147
nuest ros días y con j ust ificación m erced a un precedent e, proporciona un m odelo
ret rospect ivo de valores m orales, orden sociológico y creencias m ágicas».
En psicología quizás est e concept o se desarrolló m ás t ardíam ent e a causa
del dom inio en est e ám bit o del conduct ism o.
La prim acía de los procesos sociales en la conduct a individual se em pieza a
plant ear a t ravés del int eraccionism o sim bólico ( BLUMER, H., 1982) .
Pero la aproxim ación psicosociológica a la represent ación supone
reint roducir el est udio de los m odos de conocim ient o y de diversos procesos
sim bólicos en su relación con las conduct as.
En definit iva, podem os asum ir com o buena la siguient e definición de
represent ación social: «Com o m odalidad de conocim ient o, la represent ación social
im plica, en principio, una act ividad de reproducción de las propiedades de un
obj et o, efect uándose a un nivel concret o, frecuent em ent e m et afórico y organizado
alrededor de una significación cent ral. Est a reproducción no es el reflej o en el
espírit u de una realidad ext erna perfect am ent e acabada, sino un rem odelado, una
verdadera " const rucción" m ent al del obj et o, concebido com o no separable de la
act ividad sim bólica de un suj et o, solidaria ella m ism a de su inserción en el cam po
social» ( HERZLI CH, C, 1975, pág. 394) . Desde est a perspect iva psicosociológica la
represent ación es una organización psicológica part icular que cum ple una función
específica. No es, com o dirían los sociólogos m arxist as, una superest ruct ura
ideológica, det erm inada por una red de condiciones obj et ivas, sociales y
económ icas. La represent ación social sería un inst rum ent o gracias al cual el
individuo o grupo aprehende su ent orno. Es obvio que la represent ación desem peña
un im port ant e papel t ant o en la com unicación com o en las conduct as sociales. No
hay que ent ender la represent ación desde un punt o de vist a est recham ent e
psicologist a sino com o señala H ERZLI CH ( 1975, pág. 411) : «La represent ación,
definida para cada cont ext o, engloba ent onces sim ult áneam ent e a los
prot agonist as, la acción y el obj et ivo puest o en j uego así com o a los t ipos de
elección a realizar.»
Mediant e el concept o de represent ación social se pone de m anifiest o la
const rucción de la not icia a t ravés de los acont ecim ient os t al y com o los he definido
ant eriorm ent e. Sin em bargo, la caract eríst ica de la not icia t al y com o es est udiada
aquí nos lleva a concret ar con m ayor exact it ud cóm o se produce est a
represent ación social.
W OLF ( 1981, págs. 277- 278) afirm a que la not icia «es concebida a la vez
com o un product o result ado de la organización com plej a y coordina a m uchos
148
fact ores que se condicionan recíprocam ent e». No voy a ent rar en la producción de
la not icia, ya que en su m om ent o ha sido desarrollada am pliam ent e.
Por ot ra part e hay que recordar los dos niveles de obj et ivación social en
BERGER y LUCKMANN ( 1979) . Est os son la inst it ucionalización y la legit im ación.
«La inst it ucionalización aparece cada vez que se da una t ipificación
recíproca de acciones habit ualizadas por t ipos de act ores. [ ...] Las t ipificaciones de
las acciones habit ualizadas que const it uyen las inst it uciones, siem pre se
com part en, son accesibles a t odos los int egrant es de un det erm inado grupo social,
y la inst it ución t ipifica t ant o a los act ores com o a las acciones individuales» ( BERGER
y LUCKMANN, 1979, pág. 76) .
«La función de la legit im ación consist e en lograr que las obj et ivaciones de
" prim er orden" ya inst it ucionalizadas lleguen a ser obj et ivam ent e disponibles y
subj et ivam ent e plausibles» ( BERGER y LUCKMANN, 1979, pág. 120) .
Conviene recordar finalm ent e que he insert ado est a producción
inst it ucional en el m arco de la t eoría de la const rucción social de la realidad. Se ha
de t ener en cuent a que, desde est a perspect iva, t iene t ant a im port ancia o m ás, la
propia producción de la not icia com o el reconocim ient o de la m ism a. El periodist a
cum ple en la sociedad un rol socialm ent e inst it ucionalizado que lo legit im a para
llevar a cabo una det erm inada act ividad.
Hay que señalar que la const rucción del discurso periodíst ico inform at ivo
supone la creación discursiva de un m undo posible ( RODRI GO, M., 1985) .
Desde un punt o de vist a narrat ivo se puede decir que nos encont ram os
ant e la creación de un m undo posible. La Teoría de los Mundos Posibles, t al com o la
ha descrit o Um bert o Eco ( 1981, pág. 157 y sigs.) , hace referencia, principalm ent e,
a los est ados de cosas previst os por el lect or. Sin em bargo, t om o el concept o de
m undo posible para explicar el proceso de producción del discurso periodíst ico
inform at ivo. De algún m odo se puede com parar al periodist a con una especie de
lect or privilegiado de acont ecim ient os, a part ir de los cuales va const ruyendo
m undos posibles que luego t ransm it irá al audit orio.
El periodist a es el aut or de un m undo posible que se m anifiest a en form a
de not icia. En la const rucción de la not icia int ervienen t res m undos dist int os e
int errelacionados, que son:
- El m undo «real»
- El m undo de referencia
- El m undo posible
149
No voy a ent rar en el caráct er ont ológico del denom inado m undo «real».
Aunque podem os considerar al m undo «real» com o una const rucción cult ural. Eco
( 1981, págs. 186- 187) : «Est as observaciones no t ienden a elim inar de m anera
idealist a el m undo " real" afirm ando que la realidad es una const rucción cult ural
( aunque, sin duda, nuest ro m odo de describir la realidad sí lo es) : t ienden a
est ablecer un crit erio operat ivo concret o dent ro del m arco de una t eoría de la
cooperación t ext ual. [ ...] Est o explica la necesidad m et odológica de t rat ar al m undo
" real" com o una const rucción e, incluso, dem ost rar que cada vez que com param os
un desarrollo posible de acont ecim ient os con las cosas t al com o son, de hecho nos
represent am os las cosas t al com o son en form a de una const rucción cult ural
lim it ada, provisional y ad hoc».
Para una m ej or com prensión hay que señalar que el m undo «real» es la
fuent e que produce los acont ecim ient os que el periodist a ut ilizará para confeccionar
la not icia. El m undo «real» correspondería al m undo de los acont ecim ient os.
Los m undos de referencia son t odos aquellos en los cuales se puede
encuadrar el acont ecim ient o del m undo «real». Es im prescindible, para la
com prensión de un acont ecim ient o, su encuadram ient o en un m odelo de m undo
referencial.
Adem ás est e m undo de referencia t am bién nos perm it irá det erm inar la
im port ancia social del acont ecim ient o. Com o señala MARLETTI ( 1982, págs. 188- 189)
debem os part ir de «la exist encia de una est ruct ura referencial fij a, o sea de un
m odelo social que est ablece la im port ancia m ayor de unos hechos en relación con
ot ros, y del exam en de la posibilidad que est os hechos vengan om it idos o t rat ados
con una im port ancia m enor y de las consecuencias que ello puede producir. [ ... ] El
hecho de que una ciert a est ruct ura referencial, un esquem a de j uicio haga
considerar ciert os hechos com o m ás im port ant es y por t ant o deba ser necesario
llevarlos al conocim ient o del m ayor núm ero de gent es, est á profundam ent e
inst alado en nuest ra experiencia cot idiana [ ...] no significa que aut om át icam ent e
cualquier periodist a est é en condiciones de capt ar y de dar la j ust a im port ancia a
los " grandes hechos" cada vez que se dan».
Por últ im o, est á el m undo posible. Est e será aquel m undo que const ruya el
periodist a t eniendo en cuent a el m undo «real» y un m undo de referencia escogido.
Aunque, en definit iva, el periodist a no puede est ablecer cualquier m undo posible,
sino que ha de t ener en cuent a los hechos que conoce del asunt o que pret ende
relat ar, y las caract eríst icas del m undo de referencia a que le rem it en los hechos. El
m undo posible así const ruido recogerá las m arcas pert inent es del m undo de
referencia.
150
Com o señalé ant eriorm ent e, cada uno de est os m undos diferenciados est án
necesariam ent e int errelacionados. El m undo que hem os denom inado «real»
correspondería a los hechos, dat os y circunst ancias que son conocidos por el
periodist a. Hechos, por así decirlo, sin calificación. Hechos que nos rem it irán a un
núm ero det erm inado de m undos de referencia. Y a part ir de est os m undos de
referencia será com o el periodist a podrá det erm inar el t ipo de acont ecim ient o que
t iene que relat ar. Adem ás, hay que señalar que en el m undo «real» es donde se
puede producir la verificación del m undo posible narrado. Verificación por la que el
hipot ét ico m undo posible const ruido es confront ado con los nuevos dat os que se
vayan aport ando sobre el acont ecim ient o. Evident em ent e, est a verificación va a
perm it ir confirm ar, invalidar o corregir la elección del m undo de referencia.
Los m undos de referencia son m odelos en los cuales se encuadran los
hechos conocidos para una m ej or com prensión de los m ism os. Los m undos de
referencia son const rucciones cult urales que est ablece el periodist a según su
enciclopedia. Ant e un hecho det erm inado se puede escoger ent re un núm ero
lim it ado de m undos de referencia. El m undo de referencia escogido para la
explicación de un hecho debe ser el de m ayor verosim ilit ud. Es decir, debe poder
ser creído por el enunciat ario.
El m undo de referencia es esencial en el est udio de la rut ina, de la práct ica
periodíst ica insert a en la organización indust rial com unicat iva. Se han est udiado,
desde la perspect iva sociológica, los efect os de la práct ica periodíst ica y la
organización de los m edios sobre la inform ación. Se ha dem ost rado que los co-
m unicadores adapt an sus punt os de vist a a la exigencia de la organización y est o
explica el t ipo de cont enido producido por un m edio ( EPSTEI N, P., 1973 y ALTHEI DE,
D., 1976) . Desde una perspect iva sociosem iót ica, en el est udio de la rut ina
inform at iva se t iene que t ener en cuent a la const rucción sem iót ica de los discursos
periodíst icos, y en concret o la exist encia de los m undos de referencia, com o uno de
los elem ent os de producción de las not icias.
Para la elección del m undo referencial se t iene en cuent a no sólo que sea
verosím il con los hechos conocidos, sino que adem ás se den procesos de
int ert ext ualidad. Se t om an ot ros dat os de ot ros hechos que perm it an corroborar la
correct a elección o no del m odelo. De hecho nos encont ram os ant e lo que GROSSI
( 1985b, pág. 384) denom inaba una obj et ividad de segundo grado.
Es fundam ent al est a elección del m undo de referencia, pues a part ir de él
se va a buscar la verificación del m ism o en los acont ecim ient os. Adem ás, la
elección de un m undo de referencia condiciona los fut uros dat os que se recopilarán
de ese acont ecim ient o. Es decir, part iendo de un m undo de referencia se van a
t ener en cuent a unos hechos y se descart arán ot ros. Por últ im o, hay que recordar
151
que el m undo de referencia va a ser la m at riz en la que se const ruya el m undo
posible narrado.
El m undo posible es el m undo narrat ivo const ruido por el suj et o enunciador
a part ir de los ot ros dos m undos cit ados. Si en el m undo «real» se producía la
verificación y en el m undo de referencia se det erm inaba la verosim ilit ud, en el
m undo posible se desarrolla la veridicción. El enunciador debe hacer parecer verdad
el m undo posible que const ruye. Para ello se vale de las m arcas de veridicción que
perm it en crear una ilusión referencial que es condición necesaria para la virt ualidad
del discurso ( RODRI GO, M., 1984) .
152
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