Está en la página 1de 20

CONSIDERACIONES IMPORTANTES

SOBRE EL

CÓLERA EPIDÉMICO
Y

DEMOSTRACIÓN PRACTICA

DE LA SUPERIORIDAD DE LA HOMEOPATÍA
EN EL TRATAMIENTO DE ESTA AFECCIÓN

poi-

don PIO HERNÁNDEZ Y ESPESO


Médico homeópata, redactor constatile de la Gacela .Homeopática y
catedrático de homeopatía en el instituto español y Ateneo, etc., etc.

— —

MADRID :
IMPRENTA dt D. JOSÉ TRUJILLO, HIJO, MINISTERIOS, 3 .
1854.
<261447

DEMOSTRACIÓN PRACTICA

D E LA S U P E R I O R I D A D D E LA H O M E O P A T Í A

EN EL TRATAMIENTO DE ESTA AFECCIÓN.

Por

D O N P I Ó H E R N Á N D E Z ¥ ESPESO,
MÉDICO HOMEÓPATA, REDACTOR CONSTANTE DE LA GACETA HOMEOPÁTICA.
Y CATEDRÁTICO DE HOMEOPATÍA EN EL INSTITUTO ESPAÑOL
Y ATENEO, ETC., ETC..

MADRID:
IMPRENTA DE DON JOSÉ TRÜJILLO, HIJO,
plaza de los Ministerios, 3 .
1854.
INTRODUCCIÓN
Pon deber y gratitud vuelvo á llamar la atención general para p r o -
clamar la verdad (le la doctrina homeopática , si bien circunscrita ahora
á los estrechos limites de un breve y sucinto examen de una enfermedad
determinada.
En circunstancias tan críticas para la salud pública como las que nos
rodean; cuando el azote epidémico esta sembrando el luto y consterna-
ción en varios puntos de la península, y cuando la duda en la elección
de los medios curativos mas eficaces contrista el ánimo, juzgo un deber
en todo homeópata de buena fe, ilustrar la opinión estraviada con los
exagerados temores que sobre la epidemia se abrigan, y devolver en
gran parte la tranquilidad, esponiendo los eficacísimos recursos con que
cuenta la doctrina de Hahnemann para combatir la grave dolencia de
que voy á ocuparme; recursos superiores sin género d e duda á los tan
numerosos como contradictorios de que se ha valido hasta ahora m m e -
dicina alopática.
Instado ademas por muchísimas personas que me honran con su
amistad y me dispensan años há su confianza para el tratamiento de sus
dolencias, á fin de que les dé por escrito una instrucción clara y sucin-
ta sobre las prescripciones y preceptos á que han de atenerse en el caso
probable de que la epidemia invada esta Capital, me ha parecido corres-
ponder mejor á las reiteradas pruebas de afecto y estimación componien-
do un tratadito que llene sus deseos, y sirva también de medio de propa-
gación de la doctrina homeopática,
Es una verdad reconocida entre los profesores imparciales que la
alopatía ha sido poco eficaz en el tratamiento de la epidemia colérica.
Si á esta consideración se agrega la de que en el caso de invasión la
asistencia facultativa no podria ser tan asidua y esmerada como exige la
dolencia y que muchas personas se hallarán distantes por el punto de su
residencia para recibir con oportunidad los auxilios convenientes, se con-
vendrá en la utilidad que ha de reportar tener á la vista una instrucción
concisa y clara del modo y forma en que se deben usar los medicamentos
que la homeopatía recomienda.
Últimamente, la prensa política ha preconizado con mas ó menos
entusiasmo ciertos medios reputados por específicos, y como desgraciada-
mente no conoce la ciencia medicamento alguno que tenga tal carácter
en el sentido al menos en que se les ha preconizado, natural parece se
den esplicaciones cumplidas á fin de que no recaiga sobre la ciencia el
descrédito consiguiente por la observación mal apreciada quizá de indi-
vidualidades aisladas, sin vínculo que las enlace y sin ley general que
presida á su producción.
4
DESCRIPCIÓN DEL CÓLERA EPIDÉMICO, y ESPOSICION SUCINTA DE LOS MÉTODOS
PREVENTIVO Y CURATIVO QUE POSEE LA HOMEOPATÍA.
Imposible seria, en atención á los estrechos limites que me he pro-
puesto dar á este trabajo , entrar á dilucidar puntos que por mucho inte-
rés que inspiren, poco ó nada inihiyen en lo mas esencial de la enfer-
medad, que es reducir su desarrollo'al menor número de individuos po-
sible , y curarla cuando se ha desenvuelto del modo mas pronto y seguro.
En esta atención describiré clara y sucintamente la enfermedad por
sus síntomas, marcha, etc., para que"se puedan aplicar con oportunidad
los medicamentos que se propongan.
Pero antes de empezar la esposicion detallada de los periodos diferen-
tes del mal y las formas especiales de algunos de estos , consagraré unas
líneas á la apreciación de las causas ocasionales mas notables, ya que no
sea dable decir nada formal sobre las directas, acerca de las que, solo
existen congeturas, dudas y opiniones contradictorias.
Sabido es con que facilidad los desvíos de un buen régimen dan lugar
á alteraciones é indisposiciones determinadas; indisposiciones que por li-
geras é insignificantes que sean y por mas que muchas veces se las mire
con indiferencia adquieren en la actualidad un valor real y positivo, por
dar ocasión á que descompuesta la máquina y alterada la"salud, tenga
fácil entrada la acción del miasma colérico.
Si pues no hay sexo, edad, ni condición orgánica alguna que tenga
elementos suficientes para impedir la acción deletérea del miasma p r o -
ductor de la afección epidémica, es lógico convenir en la necesidad de
evitar todas las ocasiones posibles que puedan dar lugar al desenvolvi-
miento del mal, y prevenir toda causa que turbando el equilibrio funcio-
nal, coloque al individuo en una escala de mayor probabilidad para con-
traer la misma afección de la que se quiere sustraer.
Consignados están en la historia de la epidemia del cólera los funestos
estragos que ha producido el abuso de la venus, la embriaguez y el uso
empírico y rutinario de purgantes, fundado en la mayoría de casos en
tina tradición errónea y mal apreciada. Igualmente consta la sin razón
con que proceden los que prevalidos de la costumbre, siguen haciendo
uso de sustancias muy poco alimenticias ó refractarías á la acción del
estómago, porque si en el orden normal, ó cuando no existe constitución
epidémica, sus efectos son nulos ó se concretan á irritaciones comunes
mas ó menos pronunciadas, no sucede lo mismo cuando reina una enfer-
medad que como el cólera elige por punto de espresion el estómago é
intestinos en los que desarrolla una irritación especial caracterizada por
vómitos, diarrea y otros síntomas.
¿Comprenderá ahora el lector porqué da hoy la ciencia tanto valor á
las mas pequeñas alteraciones producidas generalmente por la intempe-
rancia en el régimen ó el desbordamiento de las pasiones? ¿Se con-
vencerá el público de que el rigorismo que la ciencia aconseja siempre y
en la actualidad con mas motivo, no es en vano temor, y si la necesi-
dad en que está el médico de que se eviten las causas ocasionales que
indudablemente favorecen el desarrollo de la afección?
5
Entre las muchas descripciones del cólera que poseo, he meditado bas"
tante para elegir la mas conveniente, pues unas son demasiado científicas
para profanos, y otras pecan de difusas, por cuya razón me he visto
en la precisión de formar un cuadro que llene el objeto que me he pro-
puesto. "
No se distinguen periodos marcados en esta enfermedad y aun cuan-
do existiesen no tendrían mucho valor práctico, por lo menos en los casos
peligrosos; sin embargo como todos los autores los admiten, lo haré yo
igualmente no solo por imitarles, sino porque en muchos enfermos se pre-
sentan y porque afortunadamente en el cólera actual se ha observado que
los casos agudísimos ó fulminantes son poquísimo frecuentes, relativa-
mente á ló que sucedió eu las dos invasiones anteriores.
Se ha convenido en llamar colerina á la diarrea que precede al cóle-
ra. La forma que voy á describir, no es un mero preludio, sino la mis-
ma enfermedad bajo el aspecto menos grave, es en fin, el cólera morbo
epidémico.
Aunque para este periodo de la enfermedad se han reconocido hasta
seis formas distintas; trazaré un cuadro general que comprenda lo nías
característico y esencial, y cuando entre en el tratamiento, marcaré los
síntomas que requiere cada medicamento.

COLERINA.

Debilidad general, mal estar, abatimiento, tristeza, ansiedad en la r e -


gión del estómago; digestiones difíciles, lengua ancha y blanca; vómitos,
borborigmos (ruido intestinal); diarrea, primero de carácter escremen-
ticia , después, como de papilla, luego, acuosas ó verdosas, y última-
mente, semejantes al agua de arroz ó al suero. Se presentan con frecuen-
cia cólicos mas ó menos violentos con conato continuo é inútil de deponer,
seguido después de evacuaciones violentas y prontamente hechas que
pueden ser sanguinolentas.
La orina es espesa, rojiza y escasa; el pulso pequeño, lento y blando;
sensación de debilidad y hormigueo en los dedos, que puede convertirse
en verdadero calambre".

CÓLERA CONFIRMADO.

En este periodo, las facciones del enfermo se contraen, los ojos se


hunden considerablemente y se ponen secos, retraídos y muy pequeños
por la pérdida de la grasa; la córnea transparente se empaña, se vuelve
opaca, adquiere una espresiori como si se estuviera en la agonía.
La cara está arrugada, lívida, amarilla, negruzca ó azulada, del
mismo modo que el contorno délos ojos, oídos, nariz y labios. Las
estremidades se enfrian; la lengua, ó permanece natural ,"ó se presenta
pálida, ancha y fria, ó azulada; la respiración es corta , laboriosa y el
aire espirado es" frió; la voz es entrecortada, ronca y profunda, y como
dice un homeópata, «las palabras son mas bien sopladas que pronuncia-
das;» postración general y decúbito supino; (acostado de espaldas) niel
6

viscosa y tria, y la de las manos y pies está arrugada como en las lavan-
deras, y su color azulado ó lívido" se estiende por todas partes. Dolor y
ardor en el estómago, sed inestinguible, deseo violento de bebidas Mas,
heladas; náuseas, vómitos, deposiciones bruscas y copiosas, acuosas,
serosas ó parecidas al cocimiento de arroz (características del cólera),
mezcladas ó no con copos albuminosos; otras veces son turbias, grises ó
verdosas.
Falta de liebre, pulso pequeño, nervioso, irregular; los latidos del
corazón son poco perceptibles y las orinas se suprimen ó quedan estan-
cadas en la vegiga, por cuya razón se la observará con detención á iin de
sondar al enfermo sino orinase naturalmente. Los calambres recorren en
pocos instantes las estremidades, vientre y pecho, y los cuales son cló-
nicos ó tónicos (1).
El enfermo es indiferente á todo, quiere que se le deje tranquilo y
hay grande debilidad y aniquilamiento.
El cólera empieza ordinariamente por la colerina, aunque también
invade súbitamente. o los síntomas prodromicos son de muy corta du-
ración.
PERIODO DE REACCIÓN.

Este período es mas bien un combate entre la vida y la muerte cuyo


éxito no siempre es fácil predecir, que una forma distinta de la enfer-
medad.
Cuando el enfermo ha podido superar los accidentes graves del perío-
do anterior, cuando auxiliado oportunamente se ha ido conjurando el
peligro, la convalecencia puede ser rápida y feliz. Pero no siempre su-
ceden las cosas con tanta bonanza, con frecuencia se detiene la natura-
leza en el camino y aun se dirije por el mas largo é intrincado compro-
metiendo igualmente la vida.
Si el enfermo ha de sucumbir, el frió se hace mas intenso, las depo-
siciones son frecuentísimas é involuntarias, el corazón vá dejando de l a -
tir , la vista se pone vidriosa, cae en un adormecimiento profundo y se
estingue el último resto de vitalidad.
Cuando por el contrario el enfermo se ha de salvar pronto, reaparece
el calor, se anima la circulación, cesan los espasmos, se pinta en la cara
la calma y tranquilidad, renace la voz, se presenta la bilis en las eva-
cuaciones y la micción se regulariza.
Aquí finalizaría la descripción de tan grave dolencia, si láterminacion
sucediese con la regularidad marcada en los dos estremos referidos; pero
como desgraciadamente no suele ser así, como para recobrar la salud no
siempre escogita la naturaleza los medios mas sencillos y exentos de p e -
ligro, como en Iin,.las profundas heridas que la vida recibe al combatir
al poderoso rival que trataba de destruirla, no se cicatrizan con tanta fa-
cilidad como seriá.de desear, suelen resultar dolencias secundarias, tam-
bién graves, pero cuya descripción me llevaria mas allá de lo que me he
propuesto, y daría á este tratado proporciones que no puede tener.

(i; Mes adelante se esplicai) estas palabras.


7
COLERA PULMINAWTK.

En esta gravísima forma del mal, los síntomas precursores son de


muy corta duración y muchas veces faltan del todo. La invasión se v e r i -
fica simultáneamente por la diarrea y vómitos, la cianosis (azulamiento
de la piel), la algidez ó grande enfriamiento y los calambres. El enfer-
mo nuede verse atacado en el sueño, en un viaje, en el paseo, en la m e -
sa, ¡sucede que ni aun puede levantarse del asiento para ver de aliviar
sus dolores cólicos; algunas veces cae desmayado súbitamente; la voz se
estingue, el semblante se descompone y la cianosis se estiende rápidamen-
te. Una vez empezado el ataque, los síntomas se suceden sin tregua, las
evacuaciones y calambres casi son continuos, se detiene la orina y se
pronuncia el aspecto cadavérico; la vida, en fin, se estingue brusca-
mente en medio de los calambres y evacuaciones, ó cae el enfermo en un
colapsus (sopor), durante el cual la intelijencia y movimientos se debili-
tan y el cuerpo todo se pone negro, glacial, viscoso y horrible. Dura
esta forma de dos á veinte horas.

MlÍTODO PRESERVATIVO.

Numerosas esperiencias inducen fundadamente á creer que en un gran


número de casos se puede preservar del calera; y ya que no nos sea dable
sustraernos de respirar y vivir en la atmósfera en que se halla el genera-
dor de la enfermedad, se debe hacer todo lo posible para anular su a c -
ción sobre la economía.
En primer lugar es indispensable someterse á una buena higiene, sin
cuya condición seria inútil preguntar si la ciencia posee recursos de éxito
probable para preservar de la invasión.
En segundo lugar es un deber eu los profesores esponer las razones
en que apoyan el método preservativo, disipando así las dudas que algu-
nos pudieran abrigar de si se trata de mantener una ilusión halagüeña,
ó de si seria perjudicial medicinarse antes de tiempo.
La higiene del cólera es la que siempre exije la doctrina homeopática,
si bien algo mas rigorosa por razón de la especialidad de la afección.
Es preciso desterrar las esencias, los olores fuertes, aceites perfuma-
dos, sales volátiles y aun las flores!, especialmente por la noche. Duran-
te ía epidemia, ó mejor aun, ¡durante el tiempo del método preservativo,
se proscribirán las frutas, ó por lo menos se elejirán las muy maduras,
y dulces, y se tomarán eu pequeña cantidad; debe abstenerse dé ensaladas,
verduras, perifollos en salsas y ensaladas, las especias, carnes a h u m a -
das , muy acuosas ó indigestas; las bebidas alcólicas y espirituosas, y si
hay costumbre, se podrá usar el vino bueno en pequeña cantidad, y me-
jor aun mezclado con agua; los ácidos, como limón, naranja, vinagre, etc.
Es conveniente abrigarse bien si hace frió, y aun si hace calor no ir
muy desahogado, pues debe evitarse á todo trance un catarro, y el e n -
friamiento de los pies. Las habitaciones deben estar bien ventiladas; se
.huirá, de las reuniones ó puntos donde se aglomeren bastantes personas
8
pues es una circu nstancia qu e contribu ye á qu e el mal se desarrolle сои
violencia. Es preciso evitar los cambios bru scos de temperatu ra, el fres­
co de las noches y los baños. El ejercicio será moderado, áel aire libre y
nunca inmediatamente despu és de comer; del mismo modo se correjirán
esas prolongadas vigilias que el pretendido bu en tono impone;, acostándo­
se á horas regu lares y observando u na vida regu lar, sobria y ocu pada.
Como muchas personas se sobrecojen y alteran con la menor noticia
sobre los estragos del cólera, cu idarán no entrar en conversación relati­
va á este asu nto y evitarán la lectu ra de toda obra ó periódico qu e natu ­
ralmente haya de ocu parse de los sucesos de la afección.
Todos los consejos higiénicos precedentes van dirigidos á evitar las
causas ocasionales; es decir qu e la observancia de u na bu ena higiene,
constituye de hecho un método preservativo indirecto. Si á lo espu esto se
agrega qu e la ciencia posee otros medios con qu e anu lar ó atenu ar la
mortífera acción del miasma colérico, la sociedad no debe incu lpar á la
ciencia u n atraso sensible siempre si fuera cierto, pero nu nca vergonzoso,
porquelos qu e la profesamos hacemos todo lo posible por elevarla á la per­
fección. Pero dejando aparte consideraciones qu e me desviarían completa­
mente de mi objeto, repito, qu e la ciencia posee agentes medicinales de
éxito probable para preservar de la afección. Solo la doctrina homeopática
puedeofrecer u n método preservativo directo basado en la doble autoridad
de la razón y de los hechos, su ficiente á inspirar u na confianza tal, qu e
seria tan sensible é imprudente despreciarle, como proclamarle infalible.
El cólera epidémico si bien no es homogéneo en su espresion, porqu e
tiene diferentes formas; si no es simple en el sentido de presentar u n sín­
toma, u na alteración lija y constante, u niforme en todos los individu os y
que domine y dé el carácter esencial á la dolencia, como su cede en la e s ­
carlatina, viru ela , sarampión, etc., ofrece no obstante, estu diada en su ­
ficiente número de enfermos, u n sello especial y ibastante característico
para conocerla y distingu irla; hay en su cuadro patológico ciertos síntomas
que la dominan, qu e la reasumen y son circunstancias indispensables para
apreciarla debidamente y distingu irla de las demás.
De esta importantísima consideración se dedu ce qu e el medicamento
verdaderamente preservativo debe tener la circu nstancia de produ cir y
curar los síntomas mas sobresalientes y qu e forman la espresion constan­
te de la enfermedad; es decir, qu e debería ser tan especifico como la va­
cunación para la preservación de la viru ela; la belladona , según n u m e ­
rosas esperiencias, para la escarlatina y qu iza la pulsatila para el saram­
pión. Pero la dificultad es en que el cólera no está constituido¡ni espresado
por u n solo síntoma, sino qu e tiene varios y tan diferentes, qu e hasta
ahora no ha descu bierto la homeopatía u n medicamento qu e los compren­
da todos.
• Hé aqu í la razón qu e esplica por qu é no existe u n específico general
del cólera, y por qu é se resiste á todo hombre científico el admitir esos
pretendidos específicos qu e con tanta facilidad y prontitu d se dice cu ran
la dolencia.­ Pero si desgraciadamente la homeopatía no ha logrado au n
tan alta perfección, posee lomas inmediato, es decir, tiene dos medica­
mentos qu e cu bren las indicaciones mas vitales; qu e reúnen los síntomas
9
mas sobresalientes y característicos, que son en fin la "espresion mas fiel,
de lo mas lijo y constante que ofrece el cólera epidémico.
Estos dos medicamentos son: el heleboro blanco y el cobre.
Con estos dos medicamentos se han hecho [numerosísimos ensayos
preservativos con tan felicísimos resultados, que en mas de ciento y cin-
cuenta mil personas, solo alguna que otra ha sido atacada y tan benigna-
mente, que en muy poco tiempo se restablecieron. Si pues el método pre-
servativo homeopático está sostenido por la doble autoridad, de la razón
y de los hechos, no solo no puede perjudicar, sino que seria una indo-
lencia hasta criminal, moralmente hablando, el despreciarle y no some-
terse á su benéfica influencia.
En paises que se les cree menos civilizados, pero á los cuales debe la
homeopatía gran consideración, han intervenido las autoridades para r e -
partir los preservativos á la clase proletaria; mas en la liberal España,
á pesar de los años trascurridos y de los grandes beneficios que de la ho-
ineopatia han recibido todas las clases de la sociedad, aun no ha mereci-
do la doctrina del inmortal Hahnemann que se la mire como merece, que
se la atienda como de justicia reclaman sus resultados prácticos.
He dicho que el heleboro blanco (veratrum álbum) y el cobre (cu-
prum) son los dos medicamentos preservativos, y solo resta indicar el
modo y dosis en que deben tomarse, previo el exacto cumplimiento de
los preceptos higiénicos ya referidos, y cuando el cólera epidémico reine
ya en la población.
Por la mañana en ayunas, y hora y media antes de desayunarse, se
tomará un papelito que contenga tres glóbulos de la sesta dilución de
cuprum (cobre), con dos granos de azúcar de leche.
Al cuarto dia, contando con el en que se toma el medicamento, se
hará lo mismo con veratrum (heleboro).
Al volver al primero, se aumenta un glóbulo y lo mismo con el se-
gundo. En cada nueva repetición de los dos medicamentos se aumentará
un glóbulo, pero no se pasará de seis.
Además de lo dicho se tendrán presentes para su puntual observan-
cia , las reglas siguientes:
1.
a
Toda persona que padezca de accedías, gastralgia (ó dolor de
estómago), diarrea ó estreñimiento pertinaz y otras varias afecciones del
tubo digestivo, de las vías urinarias y sifilíticas, debe someter desde lue-
go sus dolencias á un tratamiento homeopático, pues de su alivio ó c u -
ración le ha de resultar mas beneficio que del método preservativo.
2.
a
Las señoras suspenderán la toma del medicamento correspon-
diente por todo el tiempo que dure el periodo menstrual.
3.
a
Igualmente se suspenderán los preservativos, cuando se presente
una afección cualquiera por la sencilla razón de que aquellos no llenarían
su objeto y la afección pudiera agravarse.
4.
a
El método preservativo debe ser dirijido siempre que sea posible
por un médico homeópata á fin de estar pronto al menor percance que
pudiera ocurrir ya relativo á la afección epidémica, ya correspondiente
á las varias alteraciones esporádicas y estacionales, las que fácilmente
toman el carácter epidémico.
10
Antes de pasar al método curativo manifestaré, porque así cumple
á mi franqueza é imparcialidad, que entre los medios preservativos mas
preconizados por la prensa política, es el llevar aplicada inmediatamen-
te sobre la piel en la región epigástrica, (boca del estómago) una lámina
de cobre.
Efectivamente dice Hahnemann, que se le habia asegurado el buen
resultado preservativo que las láminas de cobre aplicadas á la piel habian
producido en Hungría.
Si á lo espuesto agregamos las preciosas observaciones del Dr. Burq,
consignadas en su Metaloterapia, ó sea tratamiento de algunas enferme-
dades por la aplicación de los metales, se convendrá en que este preser-
vativo no está destituido de todo fundamento.
Las personas, pues, que se decidiesen á llevar la lámina, á pesar de
los innumerables hechos que hasta ahora prueban la superioridad del
método preservativo homeopático, tendrán muy presente el precepto s i -
guiente:
Como se oxida muy fácilmente por el sudor, en cuyo caso es perjudi-
cialísimo, se procurará tenerla muy limpia para no dar lugar á que st
forme el cardenillo.

MÉTODO CURATIVO.

Si es casi indispensable que el médico homeópata dirija el método


preservativo, ¿con cuánta mas razón deberá intervenir lo mas pronta-
mente posible en el tratamiento de la afección ya declarada? Pero deci-
dido á popularizar en cierto modo este método por las razones alegadas
en la introducción, pasaré á presentar los caracteres especiales que cada
medicamento requiere para su oportuna aplicación.

COLERINA.

Desde las primeras manifestaciones de la enfermedad (según el cua-


dro ya descrito), es prudente abstenerse severamente de toda especie de
alimentos; debe meterse en cama y procurar que las alcobas sean todo
lo espaciosas posible, bien aireadas y proporcionarlas una temperatura
media (de 10° á 20° grados); si la sed es intensa, se dará al enfermo
agua bien fria, pero en pequeñas cantidades, y si la vomitase, puede su-
plirse con pedacitos de nielo en intervalos proporcionados á la intensi-
dad de la sed, pero siempre deberá mediar por lo menos media hora.
Para este periodo y según la gravedad de los síntomas, se usarán de
cuatro á diez glóbulos de la 3 . ó 6 . dilución en dos onzas de agua (cin-
a a

co ó seis cucharadas regulares) de los medicamentos siguientes:


Si la lengua está pastosa, la sed es moderada, hay ansiedad y frió
en la parte superior del cuerpo; que durante los vómitos no hay diarrea
y que cuando aquellos faltan se presenta esta, que la diarrea es verdo-
s a , amarilla, de olor pútrido, ó serosa y aun hay lijeros calambres en
las pantorrillas, el medicamento es ipecacuanna una pequeña cucharada
cada cuarto de hora, y á las cuatro dosis, de hora en hora, y si des-
íi
pues de cuatro ó seis tomas se nota mejoría, se retardará la repetición
mucho mas.
Cuando la colerina empieza por diarrea y después hay náuseas y vó-
mitos , peso en el estómago sin tomar alimentos, sed violenta, lengua
mucosa y húmeda, que la diarrea es debilitante con ardor en el ano y
por accesos como si saliera por un tubo estrecho; que hay pulso acele-
rado, ansiedad en la boca del estómago, accesos de frió "y calor y s u -
dor frió en la frente, reclama phosphorus, (fósforo).
Si para este cuadro no aliviase el medicamento dicho, se usará el
ácido fosfórico.
La colerina caracterizada por diarrea y vómitos violentos, con v é r -
tigos , mal estar, sed y calofríos que recorren todo el cuerpo, y que los
materiales escretados se presentan bajo la forma de un líquido claro , ó
mejor aun todo blanco, exige veruírum;(heleboro).
Cuando haya mal estar con grande cansancio, deposiciones biliosas,
con retortijones hacia el ombligo y si ha influido un acceso de ira, de
pesar, ó de indignación concentrada, es ehamomilla (manzanilla) el medi-
camento indicado.
Últimamente se ha aconsejado el camphora (alcanfor), al principio de
la infección cuando hay frió general acompañado de espasmos y calam-
bres en el estómago. Se administrará una gota de espíritu de alcanfor
en un terrón de azúcar cada diez ó quince minutos hasta que desaparez-
ca el frió y le reemplace un calor general y el sudor. Si no se viese ali-
vio después de una ó dos horas, se dará neratrum.

COLCHA FRANCO, CONFIRMADO.

El espíritu de alcanfor es de un efecto siempre seguro, dice Jíahne-


mann, cuando el cólera no es precedido de colerina y cuando hay los
síntomas siguientes: «postración súbita de las fuerzas", no puede soste-
nerse en pie, la cara está descompuesta, azulada y fría asi como todo el
cuerpo; el enfermo espresa la angustia y desesperación, está casi atonta-
do y privado de sentido; se lamenta ó grita con una voz profunda y
ronca, sin poder espresar claramente sus dolores; hay calambres tónicos
(ó sean contracciones acompañadas de rigidez é inmovilidad de los mús-
culos), en las pantorrillas y otros músculos; grita cuando se le toca la
boca del estómago y no hay sed, ni vómitos, ni diarrea, ni palpitaciones
de corazón.»
Se debe administrar, dice el autor de la homeopatía, lo mas pronto
posible y cada cinco minutos, una Ó dos gotas de espíritu de vino alcan-
forado (compuesto de una parte de alcanfor disuelto en doce de alcohol),
en un terrón de azúcar ó en una cucharada de agua si puede tragar bien.
Con la mano mojada en alcohol alcanforado, se friccionarán los brazos,
pecho y piernas; se puede poner una lavativa con inedia libra de agua
caliente y dos cucharadas de las de café del mismo medicamento. De
cuando en cuando, si el enfermo no puede tragar por los calambres de
la mandíbula, se practicarán fumigaciones con el alcanfor colocado s o -
bre una lámina metálica caliente.
12
Cuanto mas pronto se empleen estos medios, continúa Hahneniann,
mas pronta y ciertamente se cura el enfermo, lo que puede suceder en
el espacio de dos horas. Si se ha dejado pasar este momento precioso,
el caso es mas grave, el alcanfor ha perdido su virtud salutífera.
Cuando este periodo ha sido precedido de colerina, ó que hay vó-
mitos, diarrea, con espasmos tónicos ó clónicos (se llaman clónicos cuan-
do las contracciones alternan con relajaciones de los mismos músculos),
muy violentos con frió general de los miembros ó de todo el cuerpo, el
medicamento indicado es veratrum (heleboro) á la dosis de una gota de
la sesta dilución, disuelta en dos ó tres onzas de agua para tomar á cu-
charadas cada media hora. Si a las seis dosis no hay alivio, y además
se agregan á los síntomas referidos, grande angustia y temor de la muer-
te, agitación estremada como en la agonía, sed inestinguible, pero b e -
biendo poco á la vez, dolores quemantes en el estómago y vientre, se
administrará metallum álbum (arsénico), á la misma dosis que el ante-
rior.
Cuprum (cobre), es conveniente, si las convulsiones y calambres em-
piezan por los dedos de pies y manos, si los vómitos alternan con ca-
lambres en el vientre ó pecho y cuando las bebidas producen un ruido
semejante al cloqueo, al descender al estómago.
Los cuatro medicamentos referidos bastan en la mayoría de los c a -
sos; si por su influencia se logra que el enfermo duerma una ó dos h o -
ras y reaparece el pulso y el calor, el pronóstico es favorable; mas si
por el contrario el mal continúa y la agonía se aproxima, el pronóstico
es demasiado grave. En este caso estremo se usará carbo-vegetabilis (car-
bón vegetal á la dosis de dos ó tres gotas de la 6. dilución en dos on-
a

zas de agua para tomar á cucharadas cada diez ó quince minutos, y si


no pudiera tragar se le echarán sobre la lengua las mismas gotas).

PERIODO DE REACCIÓN.

Si el cólera ha sido tratado homeopáticamente desde el principio, la


convalecencia es de corta duración y las fuerzas reaparecen prontamen-
te, porque en una gran mayoría de casos la enfermedad no pasa á otros
periodos. Cuando sobreviene fiebre inflamatoria, con frecuencia del pul-
so , sed viva y continua y calor seco en la piel, se disolverán cuatro ó
seis glóbulos "de aconilum 6. (acónito), en dos 'onzas de agua para t o -
a

mar cucharadas naturales de cuatro en cuatro horas ó á mayor distancia


si hay alivio. Si rebajada la liebre y el calor, hubiese fuerte cefalal-
gia (dolor de cabeza), con encendimiento de la cara, ojos brillantes,
etc., se dará del mismo modo la belladona.
Siendo tantas y tan variadas las afecciones á que puede dar o r i -
gen el período de reacción, es indispensable que el médico dirija sus i n -
dicaciones , pues solo á la cabecera del enfermo puede elegirse debida-
mente el medicamento apropiado.
Aun cuando he descrito particularmente el cólera fulminante , no es
porque tenga un tratamiento especial, sino para que se le conozca con
tiempo y pueda emplearse con prontitud el único recurso mas eficaz que
13
se le puede oponer, que es el alcanfor en el modo y forma aconsejado
por Hahnemann y que ya queda referido.

JUICIO SOBRE LA OPORTUNIDAD DE ALGUNOS MEDIOS PRECONIZADOS COMO CURATI-


VOS DEL CÓLERA Ó DE ALGUNOS DE SUS SÍNTOMAS.

El carbonato de sosa (natrum carbonicum), es el que hasta ahora


goza de mas popularidad, á pesar de que con sentimiento he visto que
entre los síntomas que se dicen curados por dicha sustancia, no se hallan
los mas graves v característicos. Efectivamente con solo comparar el ver-
dadero cuadro del cólera y los síntomas que se creen curados por la sal
de sosa, se advertirá sin trabajo que hay tal diferencia, que con funda-
mento se puede dudar lo que de tal sustancia se dice. Por otra parte está
también estudiado este medicamento en homeopatía por el mismo Hah-
nemann, que así como resulta útilísimo en muchas afecciones que no es
del caso referir, respecto al cólera epidémico, no tiene aplicación. Por
consiguiente, solo obedeciendo á un empirismo falto de la verdadera
observación, se le puede acojer con el calor y entusiasmo con que se
anuncia y recomienda.

Uno de los síntomas molestos del cólera son los calambres, los cuales
suelen á veces resistirse tenazmente. En este caso, y cuando los medica-
mentos homeopáticos no los hayan combatido quedando en cierto modo
aislados y ya sin peligro, pueden usarse los anillos de cobre, abrazando
holgadamente los puntos de donde partan, y á los cuales sean aplicables
como sucede en las estremidades.

En una memoria de Hahnemann titulada: Aplicación de la homeopatía


al tratamiento del cólera espasmódico ó asiático, se halla una nota del
mismo que me ha llamado la atención estraordinariamente; y como mi
objeto al dar este trabajo es ser útil á la humanidad doliente y á la doc-
trina que profeso, creo prestar algún servicio dándola publicidad y m a -
nifestando mi débil voto en la materia. «Si el aceite de Cajeput (Kajeput ó
Caieput), dice Hahnemann, tan apreciada y tan pocas veces pura, es tan
útil contra el cólera asiático, que apenas sucumbe uno sobre ciento trata-
dos con este aceite, debe esta propiedad á sus relaciones singulares con
el alcanfor, las cuales hacen que se le pueda considerar como una
especie de alcanfor líquido, y á la circunstancia que es trasportada de las
Indias en vasos de cobre,' conteniendo partículas de este metal, por
cuya razón, cuando no se la ha rectificado, tiene un color azulado-ver-
doso.» .
De lo espuesto se deduce que á Hahnemann se le informó de tan sor-
prendente resultado, y que las personas que así lo hicieron no debían
serle sospechosas, puesto que no hace la menor oposición. En este caso,
he tratado de buscar antecedentes, y auuqae no he hallado la relación
de los hechos, no deja de ser significativo el que entre los efectos que
14
este aceite produce en el organismo, sea uno, la diafóresis (sudor), pues
agregando a esta circunstancia la de que habla Hahnemann del segundo
período del cólera recomendando el cobre, cuando el alcanfor no produz-
ca una pronta y visible mejoría, hasta que el vómito y la diarrea cese y
que el calor y la calma reaparezcan, natural es pensar que podrá ser uñ
sucedáneo del alcanfor, y por consiguiente que en el caso de grande a l -
gidez (frió marmóreo) y cuando con indicación de alcanfor, este no p r o -
dujera resultado y la agonía estuviera próxima, puede intentarse su a d -
ministración del modo siguiente: si el enfermo traga aun, se puede echar
una ó dos gotas sobre un terroncito de azúcar, ó sobre unas gotas de a l -
cohol , y aun sobre un poco de agua caliente, repitiendo la dosis con la
urgencia que el caso reclama. También puede usarse simultáneamente al
esterior en fricciones, sola ó mezclada con alcohol.

CONCLUSIÓN.

De intento he omitido toda discusión entre las dos doctrinas médicas


alopática y homeopática, aunque me hubiera sido íácil presentar la in-
consecuencia y falta de unidad que reina en la terapéutica de la antigua
medicina respecto al cólera, porque solo me he propuesto propagar las
benéficas ideas que abriga la homeopatía , para que el público imparcial
pueda juzgar con algún conocimiento de causa. Por otra parte he tratado
de presentar con imparcialidad y franqueza todo descubrimiento que
pueda contribuir á el alivio del enfermo, pues juzgo que el silencio en
materia tan grave es siempre una falta sensible, máxime cuando lejos de
ser una inconsecuencia con la doctrina que sustenta, es una cor-
roboración de la certeza déla misma. Así, pues, por un lado he censura-
do, mejor dicho, dudo de los tan decantados prodigios del carbonato de
sosa, porque el cuadro de síntomas que la homeopatía sabe produce esta
sustancia, no resulta puede hacerse una aplicación para la curación de
la epidemia colérica; y por otra parte no he titubeado en aceptar los ani-
llos de cobre para los calambres, y creer muy posible el uso clínico del
aceite de cajeput.
Debe persuadirse el público que al proponérsele el método homeopá-
tico como el superior y mas eficaz para el tratamiento del cólera , no se
trata de una mera ilusión teórica que todavia no haya recibido la sanción
de la práctica, pues esta misma ha venido á probar que mientras Ja alo-
patía con sus multiplicados tratamientos ha perdido del 40 al 50 por 100,
la homeopatía nunca ha llegado á tener mas de la cuarta parte de la cifra
referida, según consta de estadísticas publicadas.
Últimamente, para la mejor y mas puntual asistencia de los enfermos,
será conveniente lo siguiente:
4 .* Se tomarán dos botellitas de agua destilada para la disolución de
los medicamentos prescritos.
2.° Se tendrán en casa y bien conservados los medicamentos mas
principales, pues de este modo á cualquiera hora del dia ó de la noche
pueden aplicarse con prontitud.
15
3.* El frasco de alcanfor se tendrá separado y distante de los demás
para que su olor no afecte á los demás medicamentos.
4.° Cuando se haya usado el alcanfor al esterior como recomienda
Hahnemann, y se tenga que usar después otro distinto, se aireará la h a -
bitación por un rato, y si las ropas del enfermo se han mojado, se las cam-
biará por otras.
S.í Siendo una Gondicion demasiado importante el que los medica-
mentos que hayan de usarse inspiren confianza tanto á los interesados
como al médico, y aun cuando acepto lo mismo toda botica que haya dado
pruebas de prepararlos con exactitud, natural parece recomiende con
predilección la oficina homeopática del doctor Castillo, calle de Precia-
dos, núm. 2 1 , porque de ella me sirvo nueve años há para todos mis en-
fermos y aun para mí mismo y mi familia.

LISTA BE LOS MEDICAMENTOS QUE DEBERÁN TENERSE EN LAS CASAS.

Alcanfor (espíritu de vino alcanforado) un frasco,


ipecacuana. I
Fósforo. /
Acido fosfórico. / 6 . disolución un tubo de glóbulos de cada uno.
a

Manzanilla. i
lleleboro. '
Cobre. i
lleleboro. >6. un trascrito de la misma dilución.
a

Arsénico. \
NOTA IMPORTANTE.

En obsequio de mis clientes y de la doctrina homeopática, á cuya


defensa me he consagrado muchos años há, se dará gratis este tratado al
que acuda á recogerlo á la botica del doctor Castillo y en casa del autor
calle de Preciados, núm. -18, cuarto principal.
TINTURA
DE

POR EL Dr. D. RAMÓN CASTILLO.

La tintura de Árnica es el específico por escelencia contra


las consecuencias de los golpes, caídas, contusiones y otras le-
siones físicas, por cuya razón, se curan con ella, las heridas
debidas á las causas referidas, las quemaduras, los equimosis
ó cardenales y los chichones en los niños por las repetidas cai-
das á que están espuestos. Raro es el padre de familia que no
tiene en su casa un frasco, con el objeto de correjir lo mas
pronto posible dolencias, que como las referidas, suelen con fre-
cuencia hacerse graves, ó dejar deformidades sensibles por no
acudir con presteza. Precio 12 y 20 rs. frasco, Oficina Farma-
céutica calle de Preciados n." 2 1 .

También podría gustarte