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¿son lo mismo?
Efectividad, la clave que se traduce como el equilibrio entre la eficiencia y la
eficacia.
¿Cuál es la diferencia entre esta tríada de palabras? Afortunadamente, Peter Drucker- considerado
el padre de la administración moderna- establece a lo largo de su obra una serie de distinciones
fundamentales entre ellas, lo cual nos arroja una claridad conceptual mucho mayor.
De manera coloquial y como frase objetivo, me gusta llamarlas «Las tres E». He notado que, la
mayoría de las ocasiones, la interpretación obedece a breves reseñas de especialistas que todavía
no se filtran en el uso cotidiano, así que cada quien las interpreta como mejor las entiende, a la
espera de que el contexto particular nos ayude a definirlas, pero sin basarnos en cuál es su origen.
Es por eso que no es tan fácil explicar por qué, en el ámbito administrativo, directivo y gerencial,
los individuos y las empresas buscan maneras de ser eficaces y eficientes, pero se puede ser eficaz
sin ser eficiente, o viceversa.
Para compartir cómo es que se diferencia una “E” de las otras dos, me gusta citar a Peter Drucker,
con la aparición de lo que él llamó “trabajo del conocimiento”, no solo comenzamos a hablar de
las diferencias al ver cómo reacciona un empleado dedicado a una labor meramente manual
frente a otro que aplica sus conocimientos en el día a día, también notamos que conceptos que
habían estado bastante claros, ahora se perciben de manera más ambigua.
Sin embargo, y a pesar de que el lenguaje es obviamente un ente que vive y se transforma gracias
a sus hablantes, en lo cotidiano no se ha hecho eco de estos cambios de significado. Tan solo
necesitamos dar una consulta rápida a la Real Academia Española para caer en cuenta:
Eficiencia: Capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado.
¿Cuál es entonces la diferencia que hay entre esta tríada de palabras? Drucker, establece a lo largo
de su obra una serie de distinciones fundamentales entre ellas, lo cual nos arroja una claridad
conceptual mucho mayor. Así tenemos que:
Eficiencia: hacer bien las cosas. Es decir, realizar una tarea buscando la mejor relación posible
entre los recursos empleados y los resultados obtenidos. La eficiencia tiene que ver con el
«cómo». El modelo para la mejora de la eficiencia se apoya en tres pilares básicos: personas,
procesos y clientes. Y se logra con personas competentes o con capacidades, actitudes, aptitudes,
habilidades y experiencias. Se necesitan flujos rápidos, efectivos y continuos de actividades que
añaden valor al producto o al servicio para el cliente con procesos eficientes, analizando dichas
actividades y calidad.
Eficacia: hacer las cosas correctas. Es decir, llevar a cabo tareas de la mejor manera, que
conduzcan a la consecución de los resultados. Tiene que ver con «qué» cosas se hacen. Eficacia es
hacer lo necesario para alcanzar o lograr los objetivos deseados o propuestos.
Efectividad: hacer bien las cosas correctas. Es decir, que las tareas que se lleven a cabo se realicen
de manera eficiente y eficaz. Tiene que ver con «qué» cosas se hacen y «cómo».
¿Por qué la clave es la efectividad? Porque se traduce como el equilibrio entre los indicadores,
parciales, de eficiencia y la eficacia. Por ejemplo, la primera se ocupa de hacer algo lo mejor
posible en cuanto al uso de recursos: busca perfeccionar el «cómo» se hacen las cosas, sin
cuestionarse «qué» cosas hacemos. Así podemos llegar a situaciones contradictorias, cuando no
completamente absurdas. En palabras de Drucker: no hay nada más inútil que hacer de forma muy
eficiente aquello que no debería hacerse en absoluto.
La eficacia, por otro lado, tiene el objetivo de lograr el resultado, al margen de los recursos que se
consuman para ello. Dicho de otro modo, busca encontrar el mejor «qué» sin preocuparse por
«cómo» se llevarán a cabo las tareas ni su impacto en los recursos. Podría ser el camino seguro a
un derroche extremo que convierta la consecución del resultado en algo muy difícil de justificar.
Siguiendo esa lógica, la efectividad se define como la cuantificación del logro de la meta. Sin
embargo, debe entenderse que puede ser sinónimo de eficacia cuando se define como la
capacidad de lograr el efecto que se desea.
Tal vez es más claro si se plantea la relación de estos tres términos con una fórmula:
Por ejemplo, si un dirigente es efectivo, se refiere a que es apto, capaz y competente, ya que
cumple con tareas y desempeña una acción favorable para los intereses de la empresa. Al
mencionar efectividad, se hace referencia a la capacidad o habilidad que tiene una persona,
animal, máquina, dispositivo o cualquier elemento para obtener un resultado determinado a partir
de una acción.
Contacto:
Twitter: @mariorizofiscal
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente
independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.
Rubén Vázquez
El problema no son los contenidos políticos, sino que los recursos invertidos son los que los hacen
relevantes; y son los mensajes los que deben ganar por cuenta propia la atención.
Foto: Sara Kurfess/Unsplash
Jack Dorsey, CEO de Twitter, hizo el que probablemente sea el anuncio más importante de la
compañía en varios años: la plataforma ya no permitirá promocionar anuncios de candidatos
políticos; es decir, ya no permitirá que un anuncio de carácter electoral pueda pagar por alcanzar y
llegar a más personas.
Sin duda, el anuncio de Twitter es una decisión bastante acertada en el contexto actual, en el que
la comunicación política se encuentra saturada de mensajes falsos que buscan colocar discursos
de dudosa calidad y posverdades en las tendencias de discusión de las plataformas digitales, cuyo
objetivo principal es confundir a los electores y la población en general.
Las razones que Dorsey expone son contundentes y por primera vez, una plataforma de redes
sociales asume la responsabilidad que tiene en la difusión de rumores, noticias falseadas y bulos
que abundan en el contexto político. “Un mensaje político merece alcance cuando la gente decide
seguir una cuenta o dar un retuit. Pagar por tener alcance, elimina esa decisión, al llevar de
manera forzada mensajes políticos altamente segmentados y eficaces. Esa decisión no debería
verse comprometida por dinero”.
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La atención en un mensaje político debe ganarse, no imponerse es lo que parece decir Twitter. Y
tiene todo el sentido cuando vemos que las plataformas digitales han ayudado a difundir e incluso
imponer una postura ideológica a grandes segmentos de la población, sobre todo en contextos
electorales.
La decisión de Twitter se da en un contexto complejo para las redes sociales. Apenas Zuckerberg
defendía a capa y espada frente al Congreso estadounidense su modelo de negocios y la libertad
de hacer campañas políticas.
Además, el CEO de Twitter señaló que es necesario crear leyes y normativas que regulen la
propaganda política en internet, puesto que la estructura democrática existente no está preparada
para soportarla. Y es verdad, desde las definiciones técnicas y formatos de publicidad en redes
sociales, hasta los objetivos que se persiguen, están muy lejos de ser regulados de manera
inteligente en cualquier ley en el mundo.
Por ello, el anuncio de Twitter no es menor; lo que está proponiendo es precisamente una vía que
permita consolidar esfuerzos legislativos; el problema no son los contenidos, el problema siempre
han sido los recursos invertidos que hacen relevantes a las publicaciones.
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No obstante, Dorsey anunció que habría una serie de políticas el próximo 15 de noviembre en las
que plantean una serie de alternativas al problema del alcance pagado en los mensajes políticos.
Sea como sea, Twitter acaba de hacer uno de los mayores movimientos en pro de la democracia
en el mundo. Esperemos que las demás redes hagan lo propio.
Contacto:
Correo: rubendario@comunidad.unam.mx
Twitter: @sincreatividad
Es profesor en la FES Aragón y en la Universidad Iberoamericana; adicto a las redes sociales.
Maestro en Comunicación y estudioso de Internet. Presume de tener siempre la respuesta
correcta.
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