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SIGLOXIX
Filosóficamente podemos distinguir dos etapas correspondientes a las dos mitades del
siglo. La primera mitad viene marcada por los sistemas del idealismo absoluto –Fichte,
Schelling y, sobre todo, Hegel-, y la crítica al mismo por parte de Marx. En la segunda
mitad destacan corrientes que también constituyen reacciones al hegelianismo: el
positivismo, los filósofos de la voluntad –Schopenhauer y Nietzsche- y el vitalismo
irracionalista, en el que destacan Freud y, sobre todo, Nietzsche.
La idea no solo es conocida filosóficamente, sino que se realiza tanto en el plano ético
como en el orden político. Hegel pensaba que en su propia época, los comienzos del
siglo XIX, el espíritu había alcanzado ya la plenitud de su realización en la esfera del
Estado. La defensa del Estado absolutista y su rechazo al liberalismo, fue la causa de la
antipatía que Hegel suscitó entre los pensadores liberales de todas las épocas. Por esta
razón, los propios filósofos que siguieron a Hegel se dividieron en dos corrientes:
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costa de la aristocracia, conquistó en este siglo el poder económico a costa de la clase
obrera, surgiendo así dos clases enfrentadas y opuestas: la capitalista y la proletaria.
Esta situación será denunciada por Marx, por un lado, a través de su vida, participando
él mismo en la lucha revolucionaria de su tiempo -este siglo es el “siglo de las
revoluciones”-. Por otro, dicha denuncia la realizará a través de su pensamiento,
elaborando una teoría de la historia y la sociedad en la que la lucha de clases es el motor
de la historia, en cuyo horizonte final, la clase proletaria saldría vencedora, dando lugar
a una sociedad sin clases.
La segunda mitad del s. XIX comienza con el fracaso de las revoluciones de 1848,
desvaneciéndose así las aspiraciones independentistas y democráticas. Sin embargo, los
principios nacionalistas, liberales y socialistas habían enraizado en la sociedad europea
y anunciaban la caída del absolutismo del antiguo régimen. Al acabar el siglo XIX
muchos Estados europeos habían desarrollado constituciones que consolidaban cambios
políticos democráticos.
La segunda parte del siglo está más bien dominada por el positivismo de A. Comte. El
positivismo es una actitud científica antimetafísica que defiende atenerse a los hechos
para descubrir la regularidad entre los mismos en que consiste la ciencia. Hay una ley de
progreso del espíritu humano que, tras pasar por el estadio religioso en la Antigüedad y
el metafísico en la Edad Media, ha llegado al estadio definitivo positivo, en el que la
ciencia guía a la humanidad.
El evolucionismo defendido por Ch. Darwin (1809-1882) acabó con la imagen estática
de la realidad: las especies varían y se diversifican dando lugar a otras nuevas. La
evolución de los seres vivos se produce como resultado de la lucha por la existencia. La
selección natural aparece como un mecanismo despiadado que se alimenta de la muerte
de los débiles.
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realidad, sino que es un instrumento al servicio de la voluntad. Ésta es, pues, el núcleo
desde el que debe interpretarse la realidad.
Asimismo, se va abriendo paso a lo largo de la segunda mitad del siglo, otra mentalidad
que pone el acento en un sentido individualista del destino humano Los cambios de la
sociedad, lejos de liberar al hombre, ahogan su vida. Esta actitud ante la vida surge de la
decepción que provoca una realidad social que no ha permitido realizar los ideales de la
Ilustración ofreciendo una imagen del mundo como una mentira en la que las ideas han
ido cediendo ante el poder político y económico. S. Freud (1856-1939) criticó esa
sociedad que imponía prohibiciones y censuras que impedían vivir de un modo
equilibrado y empujaban a los individuos a la neurosis. Aunque Freud no fue un filósofo
profesional, su concepción del mundo del mundo se puede incluir dentro del vitalismo
irracionalista que desde finales del XIX se impuso cada vez con más fuerza en la
cultura.
En esta línea de pensamiento, la filosofía alemana de la segunda mitad del siglo XIX se
lanzó a la tarea de salvar al individuo defendiendo la creatividad, la libertad y la vida
frente al idealismo hegeliano y el positivismo científico. Ni el idealismo, que legitimaba
la concepción del omnipotente Estado, ni el positivismo, que dejaba en manos de la
razón técnica de la ciencia la organización social y el progreso de la humanidad, eran
capaces de comprender la vida humana. Dilthey (1833-1911) planteó la necesidad de
diferenciar las ciencias naturales, que buscan la explicación de los fenómenos sometidos
a las leyes de la causalidad, y las ciencias del espíritu, que pretenden comprender el
sentido de la vida humana.
Nietzsche, Marx y Freud han sido conocidos como los “filósofos de la sospecha”. Se
entiende por filosofía de la sospecha aquella interpretación de la filosofía que sirve a
determinados intereses, sean de clase (Marx), de poder (Nietzsche), o respondan al
impulso sexual inconsciente (Freud).
SIGLO XX
FENOMENOLOGÍA
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conocer la esencia de la alegría). La esencia es lo que algo es, su definición o núcleo
inteligible (ser humano, circunferencia o rojo), lo que se muestra de la cosa a la
inteligencia, y se conoce de forma inmediata a través de una intuición. La esencia no es
construida por el sujeto, sino descubierta por él.
Para conseguir que la filosofía sea una ciencia estricta, una manera rigurosa de conocer,
Husserl propuso un método que también se denomina fenomenología. Este método
consta de dos etapas: 1) Reducción eidética, que consiste en prescindir de los hechos (la
alegría que siento ahora), para quedarse con la esencia (la esencia de la alegría), y 2)
Reducción trascendental o epojé (suspender el juicio) que consiste en prescindir, poner
entre paréntesis la existencia real del mundo, de uno mismo y de los demás sujetos.
Con esto se descubre un nuevo ámbito de ser, el de las vivencias puras de la conciencia
reducida.
EXISTENCIALISMO
El existencialismo considera al ser humano como existente –un ser que, ante todo,
existe-, abandonando con ello la noción de esencia que siempre ha caracterizado la
filosofía occidental. Esta consideración exige, al mismo tiempo, comprenderlo como un
ser singular, un ser concreto, no abstracto, con características singulares que le son
propias. Además esta filosofía aplicará el método fenomenológico al análisis del ser
humano como existente y singular, y con el que lo analizado se describe sin ningún tipo
de presupuesto, sin dejarse llevar por ideas preconcebidas.
Heidegger, más que representante del existencialismo (el mismo Heidegger rechazó esta
inclusión), lo es de una filosofía de la existencia. El existencialismo en todas sus
modalidades recoge la influencia tanto de Husserl como de Heidegger. Dentro de este
movimiento podemos distinguir dos tendencias:
- El personalismo cristiano:
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- S. Kierkegaard (s.XIX), quien pretendió una renovación de la filosofía
cristiana desde la autenticidad interior.
- M. Scheler, instaurador de la ética axiológica, es decir, la ética fundada en el
concepto de valor y en la persona.
- K.Jaspers, G. Marcel, E.Mounier, que representan el existencialismo
personalista de raíz cristiana.
- El existencialismo ateo:
HERMENÉUTICA
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2. NEOPOSITIVISMO, ESCUELA DE FRANKFURT Y ESTRUCTURALISMO
NEOPOSITIVISMO
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construir un lenguaje perfecto y el interés se centró en el uso cotidiano del
lenguaje.
LA ESCUELA DE FRANKFURT
1. Desde su fundación hasta finales de los años 50. Los autores más importantes
fueron M. Horkheimer y T. Adorno. A estos se unieron después H. Marcuse,
E. Fronm y W. Benjamin
2. Desde los años 50 hasta nuestros días. Destaca J. Habermas
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- La investigación social debía proceder según un método dialéctico. Habermas
también propuso el método hermenéutico para comprender las realidades
sociales.
- Presentaron un planteamiento utópico, es decir, encaminado hacia una
transformación de la sociedad que permita que los seres humanos puedan
realizarse libremente.
- Criticaron la filosofía positivista y neopositivista, al no aceptar la consideración
de que el único conocimiento válido es el científico-natural.
EL ESTRUCTURALISMO
Los estructuralistas parten de la base de que todas las civilizaciones poseen una
estructura común que puede descubrirse siempre que se apliquen los códigos
interpretativos adecuados. Esa estructura está oculta para los propios individuos que
viven inmersos en su civilización; por eso no comprenden el significado de su propia
cultura.
FILOSOFÍA ESPAÑOLA
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filosofía académica. Para él, el yo es el tema central de la filosofía, que se extiende
después al resto de realidades que tienen que ver con el yo: el pueblo, la historia,
España. En este sentido, Unamuno se identificó con los filósofos que resaltaron el valor
trascendental de lo subjetivo, de la realidad vital o existencial. Además, en su filosofía
se encuentra una ruptura entre sentimiento y razón (que también se traduce entre fe y
razón). El fondo de la realidad no puede ser captado por la razón y únicamente el
sentimiento intuye que la voluntad es el núcleo de la realidad (influencia de
Schopenhauer). El sentimiento inspirador de la filosofía es la angustia y el motivo
permanente de la angustia es la muerte, siendo esta el horizonte constante de su
pensamiento.
Su doctrina se denominó raciovitalismo porque realizó una síntesis entre dos corrientes
opuestas: el racionalismo y el vitalismo. La razón vital es la razón al servicio de la
vida, no opuesta a ella. La vida misma solo puede ser conocida por la razón vital. Ésta
se opone a la razón científica que solo es apta para conocer los fenómenos de la
naturaleza sometidos a leyes necesarias. Las ciencias de la naturaleza pretenden explicar
–según expuso Dilthey-, es decir, reducir un fenómeno a su causa. La razón vital, en
cambio comprende, más que explica las realidades específicamente humanas.