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TEMA 8

EL SER HUMANO DESDE LA FILOSOFÍA: PERSONA Y LIBERTAD.


DERECHOS HUMANOS

1. PLANTEAMIENTO.

Iniciábamos este bloque de temas con el ser humano como objeto de estudio.
Después de habernos detenido en lo que tienen que decirnos la psicología, la biología y
la sociología, es el momento de fijarnos en el punto de vista de la filosofía, prestando
atención a dos conceptos esenciales como son los de persona y libertad.

Los animales no humanos responden gracias a su instinto que es una conducta


innata o de naturaleza biológica. La libertad, en cambio, se presenta como un rasgo
esencial y exclusivo del hombre.

En cuanto al término dignidad las cosas son más complejas en el sentido de que,
si bien hoy en día es una cualidad propia del ser humano, no se puede excluir que en un
futuro se extienda a otras especies. Lo cierto es que la cuestión acerca de los animales
no humanos se ha ido modificando. Sirva de ejemplo cómo nuestro Código Penal
convierte en delito el maltrato a animales -art. 337. Hace dos siglos, el filósofo inglés J.
Bentham (1748-1832), considerado un defensor de los derechos de los animales, señaló
que la pregunta fundamental no es si los animales razonan o hablan sino si pueden
sufrir. Su respuesta es clara: sí, sufren. También habría que citar al filósofo australiano
utilitarista P. Singer (1946- ) y sus reflexiones acerca de una ética animal. A su vez, la
Unión Europea sobresale por una importante profusión de documentos legales relativos
al bienestar animal, regulando las condiciones de vida en las explotaciones ganaderas,
en el transporte y en el momento de ser sacrificados. Reglamenta también la
experimentación de animales de laboratorio con fines científicos. Finalmente, hay que
destacar la reciente Ley 17/2021, de 15 de diciembre, sobre el régimen jurídico de los
animales según la cual dejan éstos de ser considerados “cosas” para ser reconocidos
seres vivos “dotados de sensibilidad” capaces, por lo tanto, de sentir tristeza, alegría o
dolor.

Ser persona o tener dignidad es algo más que poseer un cuerpo; es tener un valor
intrínseco, ser importante y por ello merecedor de respeto. La dignidad es como una
membrana invisible que nos rodea, una fina película que nos envuelve y que hace de

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cada uno de nosotros otra cosa que nuda vida biológica. A este convencimiento no se ha
llegado de un día para otro y por ello mismo tenemos siempre que estar en vigilantes
para que esta conquista no se pierda. No hace tanto tiempo, no lejos de nosotros, la
Alemania nazi decretó que había vidas que no merecían la pena ser vividas. Eran vidas
sin importancia y por tanto superfluas e innecesarias. Su destino todavía nos conmueve:
el exterminio.

2. CONCEPTO DE PERSONA.

¿Qué queremos decir cuando afirmamos que somos personas y que exigimos a
los otros que nos traten como tal? Este concepto tiene una larga historia que comienza
con los griegos y llega al presente. Es preciso señalar los principales momentos de su
fructífera evolución.

La etimología de persona procede del latín persona (per-sonare), que significa


“sonar a través de”, y que enlaza con el griego prósopon -máscara que se colocaban los
actores en la escena teatral. Según este primer sentido, la persona o mejor la
personalidad vendría a hacer referencia al conjunto de papeles o de roles que
representamos en las distintas situaciones cotidianas.

Otro término vinculado a persona es hipóstasis o soporte. Esta acepción la


introdujeron los primeros teólogos del cristianismo cuando establecen que en Cristo hay
dos naturalezas: la humana y la divina, coincidiendo ambas en una misma persona.

Boecio (480-524) es quien ofrece una definición hoy clásica de persona que
sirvió a los medievales: “sustancia individual de naturaleza racional”. El hombre, de
quien se predica la persona, es un individuo caracterizado por su actividad pensante.

Descartes en el siglo XVII vincula la persona con la libertad, que es la esencia


del pensamiento frente al determinismo que rige en la realidad natural o res extensa.

Kant (1724-1804) imprime un sentido ético a persona el cual persiste en la


actualidad. Cuando reclamamos al otro que nos trate con respeto estamos en la línea
inaugurada por este pensador. En la Fundamentación de la metafísica de las costumbres
Kant distingue entre personas o seres racionales que ostentan un valor absoluto ya que
son un fin en sí, y cosas, incluye a los animales (seres irracionales), que son un medio
para, tienen por ello un carácter instrumental y su valor es relativo. Esta concepción
moral de persona da lugar al imperativo categórico: “Obra de tal modo que trates la

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humanidad, tanto en tu persona como en la de los demás, siempre como un fin y nunca
como un medio”. Es importante destacar que esta dimensión ética de persona es la que
se recoge en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 que tiene
como base la dignidad del hombre.

El filósofo alemán M. Scheler (1874-1928), autor de El puesto del hombre en el


cosmos, viene a destacar el aspecto dinámico de la persona. Esta no es una realidad
hecha o terminada, sino que su modo particular de ser, es existir como proyecto. La
persona está abierta al mundo y a la transcendencia. La filosofía de este pensador
ejercerá una influencia decisiva en el movimiento existencialista, en concreto, en la obra
de Heidegger.

En los años treinta del siglo pasado, en el periodo denominado entreguerras,


encontramos la aportación filosófica de E. Mounier (1905-1950), fundador del
movimiento personalista cuyos principios básicos los expone en El personalismo. De
convicciones cristinas, es el fundador de la revista Esprit.

Su filosofía, que tiene como centro la persona, se enmarca en un rechazo tanto


del nazismo y del estalinismo por disolver al individuo en el grupo, como del
capitalismo por su carácter deshumanizador al convertir al hombre en un simple
productor.

Mounier distingue entre “individuo” que es el hombre como realidad natural y


“persona”, el ser humano como realidad valiosa e importante. El personalismo afirma la
dignidad de la persona frente al simple individuo como entidad física. La persona se
caracteriza por:

-Existencia: el hombre vive como posibilidad; quiere aquello que no es.

-Comunicación: el otro no es un obstáculo al crecimiento de uno mismo. Sólo se es


persona en comunidad.

-Compromiso: ser persona no es mostrarse indiferente a la realidad de los demás; es


comprometerse con el sufrimiento del prójimo.

-Capacidad crítica y transformadora de la realidad: la persona aspira a modificar la


sociedad para hacerla más humana.

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La concepción ética de persona de Kant la encontramos en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (DUDH) aprobada el 10 de diciembre de 1948 en
París. El organismo que se encargó de su elaboración fue la Organización de Naciones
Unidas (ONU) creada en 1945 con el objetivo fundamental de que los conflictos entre
países se resolvieran de forma pacífica. Otros documentos posteriores que recogen
derechos fundamentales son el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales aprobados en 1976
por la ONU. En el marco de la Unión Europea tenemos la Carta de Derechos
Fundamentales (2000). Hay que citar también el Convenio Europeo de Derechos
Humanos (1950) aprobado por el Consejo de Europa -no confundir con la Unión
Europea- que nace en 1949 con sede en Estrasburgo y 47 miembros.

Entre las instituciones que se encargan de que se cumplan los derechos humanos
tenemos el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el Tribunal de Justicia de la
Unión Europea y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en relación con el
Convenio Europeo de Derechos Humanos.

La DUDH aspira a instaurar un orden legal y moral en respuesta a la barbarie


que había supuesto la Segunda Guerra Mundial y el programa de exterminio nazi del
pueblo judío. En la base de esta Declaración está la defensa incondicional de los
derechos humanos, también denominados derechos naturales, que se basan, por una
parte, en el reconocimiento de la dignidad de la persona y, por otra parte, en la
obligación del Estado de respetarlos al no ser él quien los concede ya que se
fundamentan en la propia naturaleza humana, es decir, en el simple hecho de ser
hombre.

Sus antecedentes inmediatos son la Declaración de Derechos de Virginia de


1776 y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 en la
Revolución francesa. En ellas se afirma que el hombre es titular de unos derechos que
han de ser respetados por el Estado como la vida, la libertad de expresión, la propiedad,
etc.

En la tragedia Antígona de Sófocles (595 a.C.- 406 a.C.) encontramos ya un


ordenamiento ético previo e independiente del legal, precedente lejano de los derechos
humanos. El argumento de la obra es la negativa de Antígona a acatar la prohibición
dictada por el rey de Tebas, Creonte, de que diera sepultura a su hermano Polinices,

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justificando su rebeldía en la obligatoriedad “de las leyes no escritas e inquebrantables
de los dioses” frente a las de los hombres. Antígona con su actitud insumisa expone un
conflicto entre la moral y el derecho, dando preferencia a la primera en detrimento del
segundo. Lo que en el fondo nos está planteando Sófocles es que hay unos principios
atemporales, unos derechos humanos, que cuando chocan con las normas legales, tienen
prioridad.

Los derechos humanos pueden definirse como derechos inherentes a todos los
hombres, sin distinción alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o
cualquier otra condición, y reúnen tres características:

-Inalienables. No pueden ser suprimidos al formar parte de nuestra condición humana.


Cuestión distinta es que no sean respetados.

-Universales. Su disfrute no depende del lugar de nacimiento, del sexo o de la condición


económica de la persona.

-Históricos. La lista de los derechos humanos no está cerrada, sino abierta a los cambios que
tienen lugar en la sociedad. En este sentido se habla de tres generaciones de los derechos
humanos:

1. Los de primera generación -siglo XVIII- incluyen los derechos civiles (la vida, la
libertad o la seguridad) y políticos (el derecho de voto y de asociación). Defienden la
libertad de las personas como un límite a la acción del Estado.

2. Los de segunda generación -siglo XX- abarcan los derechos sociales, económicos
y culturales (educación, sanidad, vivienda, trabajo, etc.). Importancia del principio de
igualdad ya que se ocupan de garantizar unas condiciones de vida óptimas para todos.

3. Los de tercera y cuarta generación -siglo XX y XXI- promueven un medio


ambiente limpio en el contexto de un compromiso social preocupado por el cambio
climático, el acceso universal al desarrollo tecnológico, la erradicación de la pobreza, el
derecho a la autodeterminación de los pueblos o la protección de la persona a partir de los
avances de la genética. Destaca el valor de solidaridad.

4. CONCEPTO DE LIBERTAD.

3.1. Planteamiento inicial.

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La libertad no es una característica accidental del hombre, una cualidad más
como pueda ser su nacionalidad o la lengua que habla. El hombre es libertad, lo que
significa que su modo propio de existir es vivir abierto al futuro, a lo que todavía no es.
El proyecto es la manera peculiar de ser del hombre frente a las cosas que están hechas
o acabadas.

Además, la libertad se nos muestra imprescindible para entender el hecho moral.


La condición de la moral es la libertad, como afirmara Kant y estudiaremos en su
momento.

Si tuviéramos que definir la libertad, podríamos afirmar que se trata de la


facultad del hombre de obrar de una manera o de otra según su voluntad con la
consecuencia inmediata de hacerse responsable de sus actos.

Como aproximación al concepto de libertad cabe diferenciar entre:

-Libertad sociológica. En el contexto social encontramos una aspiración del individuo a


no ser absorbido por la colectividad y así poder diseñar él su vida de forma autónoma.
En cada persona hay un deseo de no verse anulado por el grupo social.

-Libertad psicológica. No sólo queremos afirmarnos ante los otros sino también con
relación a nosotros mismos. Desde este punto de vista, ser libre es no estar dominado
por nuestras pasiones.

3.2. Algunas concepciones de la libertad en la historia.

Los griegos emplearon el sustantivo libre -eléuzeros- en el sentido de no ser


esclavo.

1. Como punto de partida seguiremos la distinción elaborada por B. Constant (1767-


1830) en un célebre discurso pronunciado en el Ateneo de París en 1819 titulado De la
libertad de los antiguos comparada con la de los modernos.

-La libertad según los antiguos aparece vinculada a los derechos de los ciudadanos que
constituyen, no lo olvidemos, una pequeña parte del total de la población. Se trata de un
concepto político de libertad que excluye a las mujeres, esclavos y metecos. La libertad
se desarrolla en la esfera pública dado que tiene que ver con las decisiones políticas que
se toman en el ámbito de la democracia ateniense, por ejemplo.

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-La libertad en los modernos se configura, en cambio, como un derecho natural. Todas
las personas son depositarias de unos derechos esenciales que debe respetar el Estado.
La libertad deja de ser propiedad de unos pocos para extenderse a todos sin limitación.
Incluye aspectos públicos y privados.

2. Es fundamental en este recorrido histórico detenerse en la concepción de la libertad


de Kant que expone en Qué es ilustración y que en cierto modo sigue vigente entre
nosotros. De este breve texto merece la pena que subrayemos tres ideas.

Primera. Define Ilustración -siglo XVIII- como “la salida del hombre de su culpable
minoría de edad”. Es ese periodo histórico en el que el hombre decide pensar por sí
mismo en lugar de que otros lo hagan por él, por ejemplo, la Iglesia. La Ilustración
representa la libertad y la autonomía del hombre occidental.

Segunda. Cuando explica Kant qué entiende por libertad, distingue entre un uso público
de la razón que hace referencia al derecho que asiste a todo ser racional a expresar sus
ideas sin límite alguno, y un uso privado de la razón que hace mención a las
obligaciones que contrae aquel que ejerce un cargo y que le obligan a aceptar las reglas
del mismo. Así, un militar deberá cumplir las órdenes que le imponga su superior pero
cuando no esté de servicio nadie puede impedirle que critique la institución militar.

Tercera. La Ilustración simboliza una nueva etapa que se corresponde con el XVIII si
bien la plena liberación de ataduras lo denomina época ilustrada que no se habría
alcanzado.

3. En el siglo XIX se impone una concepción política de la libertad entendida como


superación de la injustica. Destacan los discursos filosóficos de Marx -marxismo- y de
Bakunin -anarquismo- que coinciden en la lucha por la emancipación de la clase
trabajadora y la eliminación del capitalismo, así como de la propiedad privada.

Para alcanzar esa sociedad sin clases basada en la colectivización de los medios
de producción es preciso, según K. Marx (1818-1883), dar los siguientes pasos, que
explica en El manifiesto comunista (1848):

-Revolución. Consiste en que el proletariado se hace con el poder por la fuerza.

-Dictadura. Una vez conquistado, los trabajadores impedirán que lo recuperen los
burgueses. El Estado deja de ser el “consejo de administración de la burguesía”, es

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decir, una herramienta al servicio de los capitalistas, para identificarse con la clase
trabajadora.

-Comunismo. Representa la desaparición de la propiedad privada y de la lucha de


clases. Llegados a este punto, el Estado desaparecerá pues no tendrá ya razón de ser.

M. Bakunin (1817-1876), natural de Rusia e hijo de terrateniente, es uno de los


padres del anarquismo. En su libro Dios y el Estado, hace de la libertad individual un
valor absoluto. Rechaza cualquier autoridad exterior al individuo sea que provenga del
Estado o de la religión. Defiende una concepción solidaria, no individualista, de la
libertad ya que es la libertad del otro, la condición de la propia libertad. La acción
revolucionaria pasa por la destrucción inmediata del Estado y su sustitución por un
modelo antiestatista basado en la constitución de comunas organizadas en régimen de
autogestión. El marxismo, en cambio, entiende que el Estado en una fase inicial cumple
un papel.

4. En el siglo XX, es importante la reflexión que sobre la libertad formula el filósofo


francés J.P. Sartre (1905-1980). En El existencialismo es un humanismo (1946) escribe
que “el hombre está condenado a ser libre”. Con esta paradójica frase quiere expresar
que la propiedad exclusiva del hombre, el tener que tomar decisiones, no ha sido elegida
por él, sino que se le ha impuesto como una condena de la que no puede escapar de ahí
que reúna en una misma frase las palabras libertad y condena.

Nuestras decisiones configuran nuestra personalidad. Empezamos por existir en


un mundo no elegido, para acto seguido tener que tomar decisiones que formarán
nuestro carácter. Lo que cada uno sea, dependerá de lo que elija. Por ello, “la existencia
precede la esencia” ya que no existe una forma previa y universal de ser hombre, en
coherencia con el ateísmo de Sartre.

Cada elección, sea importante o menor, conlleva además una inseguridad en


cuanto a su resultado. A este no saber Sartre lo denomina angustia que no interpreta en
sentido psicológico. La angustia es una característica que acompaña a la decisión. Si al
elegir estuviéramos seguros de que hemos acertado, nada se habría decidido. Decidir
conlleva un salto al vacío, un permanente riesgo de equivocarse. La decisión es ese
momento en el que, por muchas razones que creamos tener, siempre permanece la duda
de si habremos escogido bien. En conclusión, si no hay decisión responsable que no esté
amparada en un conjunto de razones -no sería maduro decidir algo sin poder dar razón

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de ello- al mismo tiempo, el instante de la decisión no se reduce a los motivos que
justifican la actuación de un sujeto.

Esta angustia inherente a la experiencia de la decisión significa que en cada


elección estamos solos. Ahora bien, Sartre rechaza que esta radical soledad que
acompaña a toda decisión haga de su filosofía una defensa del individualismo ya que
piensa que en cada decisión el sujeto está proponiendo a los otros un modelo de vida.
Así, por ejemplo, quien ayuda a los demás desinteresadamente promueve el valor de
solidaridad.

Textos de El existencialismo es un humanismo.


A. Elección. “El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si Dios
no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe
antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice
Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia?
Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se
define” …
… “El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por
no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza
humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es lo que él se hace El hombre es el
único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe
después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre
no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo” …
B. Compromiso. “Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de
nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los
hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser,
no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser. Elegir ser
esto o aquello es afirmar al mismo tiempo el valor de lo que elegimos, porque nunca podemos
elegir mal; lo que elegimos es siempre el bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo
para todos. Si, por otra parte, la existencia precede a la esencia y nosotros quisiéramos existir al
mismo tiempo que modelamos nuestra imagen, esta imagen es valedera para todos y para
nuestra época entera” …” Y si quiero -hecho más individual- casarme, tener hijos, aun si mi
casamiento depende únicamente de mi situación, o de mi pasión, o de mi deseo, con esto no me
encamino yo solamente, sino que encamino a la humanidad entera en la vía de la monogamia.
Así soy responsable para mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo;
eligiéndome, elijo al hombre” …
C. Angustia. “No se trata aquí de una angustia que conduzca al quietismo, a la inacción. Se
trata de una simple angustia, que conocen todos los que han tenido responsabilidades. Cuando,
por ejemplo, un jefe militar toma la responsabilidad de un ataque y envía cierto número de
hombres a la muerte, elige hacerlo y elige él solo. Sin duda hay órdenes superiores, pero son
demasiado amplias y se impone una interpretación que proviene de él, y de esta interpretación
depende la vida de catorce o veinte hombres. No se puede dejar de tener, en la decisión que
toma, cierta angustia. Todos los jefes conocen esta angustia. Esto no les impide obrar: al

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contrario, es la condición misma de su acción; porque esto supone que enfrentan una pluralidad
de posibilidades, y cuando eligen una, se dan cuenta que sólo tiene valor porque ha sido la
elegida. Y esta especie de angustia que es la que describe el existencialismo, veremos que se
explica además por una responsabilidad directa frente a los otros hombres que compromete.
Angustia y responsabilidad No es una cortina que nos separa de la acción, sino que forma parte
de la acción misma. Y cuando se habla de desamparo, expresión cara a Heidegger, queremos
decir solamente que Dios no existe, y que de esto hay que sacar las últimas consecuencias”.

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